El documento resume la celebración de la Epifanía y el significado de los Reyes Magos. Explica que los Reyes Magos representan la salvación universal de Dios para toda la humanidad independientemente de su origen. Aunque los líderes religiosos de Israel sabían dónde había nacido el Mesías, no fueron a verlo, mientras que los Reyes Magos de otras naciones sí lo hicieron, adorándolo y ofreciéndole regalos. El documento invita a los lectores a reconocer a Jesús como los pastores y los Reyes
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 08
de enero
de 2017
LOS REYES MAGOS
Con la celebración de la Epifanía, comúnmente
llamada entre nosotros la fiesta de los Reyes
Magos, concluimos el tiempo de Navidad. La
palabra “epifanía” significa manifestación y esto
es lo que la Iglesia celebra: “la manifestación de
Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y
Salvador del mundo” (CCC, 528). En Jesús, Dios
mismo se manifiesta como aquel que viene a
salvarnos, y el reconocimiento de los Magos
provenientes de tres culturas y religiones
distintas significa que esa salvación es universal,
es decir que Dios la ofrece a todos los hombres,
independientemente de su raza, lengua, pueblo o
nación (Ap 5,9). Independientemente también,
podríamos añadir, de la situación en la que cada
uno se encuentre, sea que esté en comunión con
Él o que, como muchas veces nos sucede a todos,
nos hayamos apartado de su voluntad; porque,
como dice el mismo Jesús, “Dios no envió a su
Hijo al mundo para condenar al mundo sino para
salvarlo”(Jn 3,17).
El evangelista Mateo, que es el único que relata el
episodio de los magos de Oriente, nos cuenta
que, en búsqueda de Jesús, los magos fueron al
palacio del rey Herodes quien, a su vez, llamó a
los sumos sacerdotes y a los escribas para
preguntarles dónde tenía que nacer el Mesías.
“En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el
profeta”, le respondieron (Mt 2,5). Esto significa
que tanto el rey Herodes como las autoridades
religiosas de Israel supieron dónde había nacido
el Mesías, durante muchos siglos esperado por
ese pueblo; pero, curiosamente, no fueron a su
encuentro.Aun más, pocos días después Herodes
decidió matarlo, como lo hicieron también los
sumos sacerdotes y los escribas algunas décadas
después. Como dice el evangelista san Juan:
“vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn
1,11). En cambio, los magos provenientes de
otras naciones sí que fueron hasta Belén, guiados
por una estrella que los llenó de alegría; y al
encontrar al Niño lo adoraron y pusieron a sus
pies los regalos que le habían traído: oro,
inciensoy mirra(Mt2,9-11).
El episodio de los magos de Oriente es también
una palabra de Dios para nosotros hoy, porque el
Mesías ha nacido también para salvarnos a
nosotros e introducirnos en su reino que no tiene
fin. Como dice el mismo san Juan: “a los que le
recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a
los que creen en su nombre” (Jn 1,12). En torno a
nosotros hay mucha gente que, aun habiendo
oído hablar del amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús, continúan con su vida
prescindiendo totalmente de ese amor; son los
indiferentes, los que “no lo recibieron”, los que
viven como si Dios no existiera. Hay otros que,
como Herodes y los sumos sacerdotes, desean
deshacerse de él; son los que pretenden excluir a
Dios de la vida pública, no aceptan las leyes
puestas por Dios en la naturaleza – incluida la
naturaleza humana en su diferencia sexual entre
varón y mujer - y atacan a Jesucristo en su cuerpo
visible que es la Iglesia; son los enfermos de
“cristianofobia”. La gran mayoría de peruanos,
en cambio, como esos magos de Oriente, en esta
Navidad han reconocido, una vez más en ese
Niño de Belén, al Hijo de Dios; estos son los que,
como los pastores de Nochebuena y los magos de
Oriente, viven llenos de alegría y la transmiten a
los demás.¿Acuáldelosgrupos perteneceusted?
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba