“Puerta de la Sirena”
Castillo de Santiago (siglo XV)
Foto: Óscar Franco
En la imagen aparece la Puerta de la Sirena, portada monumen-
tal del Castillo de Santiago; es de destacar el elemento mítico (la
sirena de doble cola) que pertenece al imaginario simbólico de la
Casa Ducal de Medina Sidonia, el hada Melusina, un ser mítico de
naturaleza acuática que presidía –amparando bajo sus brazos los
escudos de la Casa Ducal- el acceso al interior del castillo y cuya
mirada apuntaba hacia el exterior del mismo, hacia la ribera, hacia
la orilla del Guadalquivir en su desembocadura, precisamente ha-
cia esa misma ribera que vería hacerse a la mar a los barcos de la
Expedición Magallanes-Elcano. Es un elemento característico del
Patrimonio Histórico y Artístico de Sanlúcar de Barrameda, repre-
sentativo del contexto cultural y cronológico (la transición de los
siglos XV a XVI) al que pertenece el horizonte de los grandes via-
jes oceánicos en el que se inserta la I Vuelta al Mundo (1519-1522).
In Medio Orbe
Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo
Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo,
celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)
los días 26 y 27 de septiembre de 2016
A N T O N I O M O R E N O O L L E R O // 179
H
LA CAPILLA MUSICAL DE
DON JUAN ALONSO DE GUZMÁN,
VI Duque de Medina Sidonia
Antonio Moreno Ollero1
acia 1523 ó 1524 los duques de Medi-
na Sidonia dejaban su palacio de Sevi-
lla y fijaban su residencia ya de manera
casi definitiva en la villa más importante de sus
Estados: Sanlúcar de Barrameda2
. Su lugar de
residencia sería el palacio que hoy conocemos
y cuya construcción se inició en los primeros
años del mil cuatrocientos aprovechando parte
del viejo alcázar musulmán o castillo de las siete
torres. Sanlúcar se convertía en la corte y capital
de los Estados de Medina Sidonia. El gobierno
y la administración del señorío tendrán su sede
aquí. Este cambio de residencia venía en gran
parte determinado por la creciente importancia
económica y comercial de la villa sanluqueña y
su puerto, que se había visto intensificada tras el
descubrimiento de América.
Este cambio de residencia tuvo lugar en tiem-
pos del V duque de Medina Sidonia don Alon-
so Pérez de Guzmán, conocido como el Fatuo;
pero en realidad el artífice del traslado de Sevilla
a Sanlúcar fue su hermano don Juan Alonso de
Guzmán, que no en vano había nacido en Sanlú-
car. Realmente será este quien gobierne y rija los
destinos de la Casa de Medina Sidonia durante
casi toda la primera mitad del siglo XVI a la
sombra de su hermano. Hasta casi los últimos
años de su vida, don Juan Alonso de Guzmán
mantuvo esta ficción en favor de su hermano.
La incapacidad física y mental de este eran tales
tal que don Juan Alonso no sólo se hizo cargo
de la dirección y gobierno del señorío sino que
también se encargó de garantizar la continua-
ción y descendencia del linaje Guzmán, pues an-
tes de que muriera su hermano había tenido con
su cuñada, doña Ana de Aragón, nieta de Fer-
nando el Católico, tres hijos: don Juan Claros,
el futuro conde de Niebla, y dos niñas, Ana y
Leonor. En 1538 don Juan Alonso lograría que
el emperador Carlos V le concediera la titulari-
dad del ducado por la manifiesta incapacidad de
su hermano.
Estos son los años en que por toda Europa es-
tán floreciendo cortes señoriales renacentistas.
Y también por estos años escribe Baltasar de
Castiglione El Cortesano3
, un manual sobre las
1
Doctor en Historia.
2
Solo en contadas ocasiones abandonarán su residencia en Sanlúcar para trasladarse a Sevilla, donde seguirán mantenien-
do su palacio -al frente del cual se hallaba un alcaide-, a la Corte real, o a las almadrabas de Conil y Zahara, como solían
hacer durante la temporada de pesca del atún.
3
Esta obra fue publicada por la imprenta Aldina en Venecia en 1528 y traducida al castellano por Juan Boscán en 1534.
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virtudes del caballero perfecto, tan versado en
las armas como en las letras. No cabe duda de
que este libro figuró en la biblioteca de don Juan
Alonso Pérez de Guzmán y de que fue una de
las lecturas favoritas de su hijo don Juan Claros,
quien cultivó con esmero tanto el oficio de las ar-
mas como el de las letras. Sabemos de su afición
a los juegos de cañas, la esgrima4
y la equitación
y de su pasión por la lectura y los libros5
.
Una vez asentados en Sanlúcar, los duques de
Medina Sidonia deciden convertir Sanlúcar en
una auténtica corte señorial y para ello empren-
den numerosas reformas y obras de ampliación
en el palacio. Durante toda la primera mitad
del siglo XVI fueron constantes las obras para
acondicionar, ampliar y embellecer la residencia
palaciega sanluqueña. El lugar donde se cons-
truyó este palacio era un mirador privilegiado
pues desde él se dominaba toda la Ribera -el
gran arrabal comercial de la villa-, el puerto de
Barrameda o Bonanza6
y toda la desembocadu-
ra del Guadalquivir. Se construyeron un buen
número de salas y aposentos nuevos, algunos de
ellos destinados a los pajes y esclavos7
. Se cons-
truyó también una cámara nueva para don Juan
Alonso y otra para su hijo el conde de Niebla,
un aposento nuevo para las mujeres, una sala
para jugar a la pelota8
, etc., etc. Y se lleva a
cabo la construcción de los jardines del palacio
que ocupaban, como hoy día todavía podemos
apreciar, todo el barranco sobre el que se asienta
el conjunto palaciego. Para la creación de este
jardín se trajeron árboles y frutales de Sevilla y
peruétanos de Almonte. Este jardín fue uno de
los grandes pasatiempos del VI Duque de Medi-
na Sidonia. Andrés de Garay, el jardinero encar-
gado por el duque para convertir el barranco en
un jardín paradisíaco, con toda clase de frutales,
naranjos, perales, amén de una gran variedad de
aves, vino expresamente de Valencia. Entre los
criados y asalariados del duque siempre figura-
ban dos jardineros.
Y cómo no, en una corte que se preciara no
podía faltar la música. A cubrir ese objetivo
vino la capilla musical del VI duque. Esto no
quiere decir que hasta entonces los duques de
Medina Sidonia no hubieran dispuesto de mú-
sicos y capilla propia en su palacio9
. En 1516,
entre los criados con acostamiento o salario que
los duques don Alonso y doña Ana de Aragón
tenían en sus casas palacio de Sevilla, figura-
ban seis ministriles –tres de los cuales fueron
despedidos-, seis trompetas, un atabalero, dos
músicos, un tañedor de arpa llamado David, un
tamborino, seis capellanes, siete cantores, un sa-
cristán mayor, un tañedor de órganos y cuatro
mozos de capilla10
. Ya en Sanlúcar, el VI duque
de Medina Sidonia, don Juan Alonso de Guz-
4
En ocasiones, entre los criados de la Casa ducal figuró un esgrimidor.
5
Archivo General de la Fundación Casa de Medina Sidonia (en adelante AGFCMS). En 1528 el V Duque Alonso de
Guzmán daba dinero a su hermano Juan Alonso para comprar libros. Este mismo año el Duque pagaba 68 maravedíes por
un libro en latín para Juan Alonso. Al año siguiente, don Juan Alonso pagaba 30 maravedíes por un libro de horas para su
hijo Juan Claros (Legajo 2449). En 1528 compraba al librero de Jerez Bernardino de Herrera cuatro libros (leg. 2449). En
1530 compraba para el mismo un libro de Terencio (leg. 2452). En 1537 don Juan Alonso de Guzmán, el duque de facto,
pagó al obispo de Marruecos don Sebastián de Obregón, 23.855 maravedises por un libro de oro que pesó 34 castellanos y
una medalla de oro de San Jerónimo (legajo 2471). Su interés por los libros y su buen estado de conservación le llevó a pagar
tres ducados -1.125 maravedises- al librero sanluqueño Gaspar Gil por once días que se tomó en componer y encuadernar
los libros de su cámara (legajo 2471, 16 de septiembre de 1539). En 1540 dio al librero Alonso Cornejo, estante en Sanlúcar,
750 maravedíes por cinco libros de historia para su cámara (leg. 2481). Ciertamente que el VI duque debió inculcar en su hijo
Juan Claros, conde de Niebla, el amor por los libros pues en 1542 este último adquiría a la viuda de Antonio de Villalobos,
criado del Conde de Olivares, vecino de Sevilla, una colección de libros en latín y romance por 56.250 maravedíes (leg. 2487,
10 de diciembre de 1542).
6
En el siglo XVI el puerto de Sanlúcar conoció tres nombres: Barrameda, Zanfanejos y Bonanza. Durante la primera mitad
de la centuria fue llamado indistintamente con los dos primeros nombres; a partir de los años ochenta o noventa de dicho
siglo terminaría imponiéndose el nombre de Bonanza.
7
En 1541 se compraba al mercader gallego estante en Sanlúcar Pedro García, 38 carros de madera en vigas por 7.150
maravedíes para enmaderar la sala en que comerían los criados. AGFCMS, leg. 2481.
8
El encargado de enmaderar esta sala fue el carpintero Juan de Sanlúcar, quien realizó un gran número de obras para los
duques.
9
Los duques de Medina Sidonia habían conseguido bula papal para erigir capilla propia en su palacio a finales del siglo XV.
10
AGFCMS, legajo 2435.
A N T O N I O M O R E N O O L L E R O // 181
mán, dará un impulso aún mayor a esta capilla
musical aumentando el personal encargado de
ella, comprando nuevos instrumentos y adqui-
riendo un buen número de libros de canto y
misales. Lo primero que nos llama la atención
de la capilla que don Juan Alonso levanta en su
palacio de Sanlúcar es el alto número de per-
sonas que la servían, entre músicos, cantores y
capellanes. Según los libros de salarios o acosta-
mientos de criados de la Casa ducal de los años
1537 y 154011
, la componían los siguientes:
- Diez capellanes, entre los que se hallaba el fiel
y leal tesorero del duque, Pedro Díaz Valdivie-
so, don Pedro de Zúñiga y Francisco de Ville-
gas, capellán y sacristán mayor de la capilla
que también era el encargado de organizar las
procesiones que desfilaban por las calles de
Sanlúcar con las imágenes religiosas del duque
y sus músicos.
- Unos diez cantores. Entre ellos estaba el maes-
tro de capilla, Pedro de Trigueros, dos canto-
res o voces tiples, un tenor, un contrabajo y
un contralto llamado Marroquín de Monte-
hermoso, uno de los cantores predilectos del
duque, a quien a veces hemos visto también
jugando a la pelota con el hijo del duque, don
Juan Claros de Guzmán. Sirvió a los duques
durante muchos años y su nombre es uno de
los que más se repiten en los libros de cuentas
del Archivo, entre los criados con acostamien-
tos o sueldos de la Casa. Ya años antes, en
1533, el VI duque había comprado al merca-
der vecino de Cádiz Juan Pedro de Françisis,
un esclavo cantor, llamado Luis, por 30.000
maravedíes12
. Entre los cantores debemos
mencionar también a Cristóbal de Morales,
cantor y pintor, que sirvió a los duques en am-
bos menesteres durante muchos años. Tam-
bién sus hijos trabajarían al servicio de los
duques.
- Músicos o instrumentistas. La capilla musical
del Duque contaba con unos cinco (a veces
seis) ministriles o chirimías, que eran los que
tocaban unos instrumentos de viento, de made-
ra, muy parecidos al clarinete. Entre estas chiri-
mías había una tiple, otra tenor, otra contralto
y dos sacabuches. Casi todos ellos eran flamen-
cos: Francisco de Flandes, Antonio de Flandes,
Juan de Flandes y Salvador de Flandes.
Además de estos ministriles o chirimías, había
tres tañedores de vihuela de arco. Curiosamente,
uno de ellos tenía también el encargo de remen-
dar todos los rotos y desperfectos de la tapicería
de palacio. Asimismo había cuatro trompetas
-una de ellas italiana y dos francesas-, cuatro
atabaleros, que se ocupaban de tocar el tambor
-entre ellos estaba un padre con sus dos hijos- y,
para terminar, un tañedor de órgano Juan Usle,
que era inglés13
. Completaban la capilla varios
mozos de capilla. El sueldo de la mayor parte
de los capellanes, cantores y músicos que com-
ponían la capilla musical del VI duque era de
20.000 maravedíes anuales.
Esta capilla musical fue una de las grandes afi-
ciones de don Juan Alonso de Guzmán, VI du-
que de Medina Sidonia. Parece que esta capilla
se hallaba situada en la parte superior del pala-
cio. Los años de construcción de la capilla coin-
ciden con los de la creación del jardín: se inician
en 1528. En este año se documentan muchos
gastos en la construcción y acondicionamiento
de la capilla y oratorio. En 1528 el duque com-
praba al flamenco Cornelis seis bornes para un
altar de madera para decir misa en la capilla por
385 maravedíes14
. Unos asneros o arrieros lle-
varon la madera desde la Ribera –el barrio bajo
de Sanlúcar- al palacio. Para la erección del al-
tar y ensamblar las partes del mismo se recurrió
al herrero sanluqueño Antón García, quien se
encargó de hacer los gonces, alcayatas, perne-
tes y otras piezas de hierro15
. En 1534 se pagó
11
AGFCMS, legajos 2468 y 2479.
12
El contrato de compra pasó ante el escribano de Sanlúcar Juan de Illescas, quien trabajaría muchos años al servicio del
duque, en 19 de julio de 1533. AGFCMS, leg. 2453.
13
En 1540 el tañedor de órgano era el capellán y sacristán mayor de la capilla Francisco de Villegas. AGFCMS, legajo
2481.
14
AGFCMS, leg. 2447.
15
Ibidem.
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al mayordomo del hospital de la Misericordia
de Sanlúcar 2.563 maravedíes por 919 azulejos
que había dado un año antes para la obra que
se hizo en el oratorio de la azotea del palacio16
.
Años después, como el techo de la capilla se llo-
vía, fue cubierto con un zaquizamí, es decir, un
artesonado de madera. Unos moriscos se encar-
garon de descargar en la playa una chalupa que
venía de Cádiz con diez docenas de tablas de
pino (además de arroz y azúcar para la despensa
del duque) para construir el zaquizamí17
. Y para
hacerla más suntuosa, en 1540 don Juan Alonso
compraba once varas de bocací para guarnecer
unos doseles de brocado para la capilla18
.
Pero el duque no sólo se ocupó de la construc-
ción de esta capilla sino que asimismo procuró
dotarla de todo lo necesario: libros de canto, mi-
sales, libros en latín y nuevos instrumentos musi-
cales. En 1537 compraba un libro de canto para
su capilla por 1.598 maravedíes19
. En 1542 el
maestro de capilla Pedro de Trigueros compraba
cuatro libros más para el servicio de la capilla20
.
Y en 1551 el duque hizo merced a un maestro de
capilla de Madrid de ocho ducados para gastos
de viaje porque le había traído hasta su palacio
en Sanlúcar ciertos libros de música21
. Entre los
nuevos instrumentos musicales que se compra-
ron cabe destacar unos órganos con todo su ade-
rezo de flautas que se compraron a un flamen-
co en 1541 por 30.000 maravedíes22
. También
procedía de Flandes el clavicordio que el duque
había encargado al mercader sanluqueño An-
tón Caballero, junto con dos libros de canto23
.
Asimismo se encargaba el duque de comprar las
dalmáticas y casullas para que los capellanes di-
jeran las misas en su preciada capilla24
.
En su afán por tener la capilla mejor dotada y
darle más realce y exotismo, don Juan Alonso de
Guzmán no dudó en adquirir en 1542 en Lisboa
cinco esclavos indios ministriles por nada más y
nada menos que medio millón de maravedíes25
.
Una vez que un capitán portugués desembarcó a
los cinco músicos indios en el puerto de Sanlúcar,
estos músicos flautistas se convirtieron en moti-
vo de orgullo del VI Duque, tanto que en 1546
se los prestaría a su hermano Pedro de Guzmán,
primer conde de Olivares, para que ameniza-
ran sus días de estancia en Sevilla26
. Los gastos
del duque en estos esclavos indios, según puede
apreciarse a través de los libramientos de los li-
bros de cuentas de estos años, fueron muchos y
constantes: gastos en calzado y ropas como cal-
zas, jubones, sayos, capotes, etc. El duque cuida-
ba mucho del vestir de sus criados27
y más los de
estos ministriles indios que desde que llegaron
a Sanlúcar acompañarían con su música la pro-
16
AGFCMS, leg. 2460.
17
AGFCMS, leg. 2477, año 1539.
18
AGFCMS, legajo 2240, año de 1540. Las once varas de bocací costaron once reales, es decir, 374 maravedíes.
19
AGFCMS, leg. 2471.
20
AGFCMS, leg. 2485, año de 1542. En 1540 don Juan Alonso de Guzmán había dado al capellán y sacristán mayor de
la capilla, Francisco de Villegas, seis ducados para que comprara dos misales para la misma (leg. 2481).
21
AGFCMS, leg. 2494, libramiento de 25 de septiembre de 1551.
22
AGFCMS, leg. 2482, 9 de noviembre de 1541.
23
AGFCMS, leg. 2482, año 1541. El clavicordio y los libros de canto los había conseguido Antón Caballero a través de
Marcos de la Palma, residente en Flandes, y por ellos pagó 22.530 maravedíes. Pero ya desde años antes sabemos de la exis-
tencia en la capilla de un clavicordio pues en noviembre de 1529 se alude al arreglo del mismo, leg. 2449.
24
En 1542 el duque compraba al mercader sanluqueño Juan Cerfate paños, frisa, cordellate y bocací por valor de 10.668
maravedíes, para hacer unas calzas para dos mozos de la capilla y unos sayos y dalmáticas. AGFCMS, leg. 2240.
25
AGFCMS, legajos 2485, 2486 y 2487. Son muchas las noticias que se recogen en estos legajos, e incluso posteriores,
acerca de estos esclavos indios ministriles.
26
GÓMEZ FERNÁNDEZ, Lucía, El mecenazgo musical de la casa de Medina Sidonia y el Nuevo Mundo en el siglo XVI,
en La música y el Atlántico. Relaciones entre España y Latinoamérica.Granada, 2007, pp. 64-68.
27
En las festividades religiosas señaladas, como la del Corpus Christi –la más importante en Sanlúcar por estos años- , en
los alardes que se hacían el día de Santiago, en las fiestas y juegos de cañas, en el juego de la sortija, o en momentos en que
la Casa ducal vestía de luto, el duque procuraba que sus criados –caballeros, músicos, pajes, lacayos y esclavos- vistieran lo
mejor posible. Son muchos los gastos que el duque hacía, según se puede ver en los libros de cuentas del Archivo General de
la Fundación Casa de Medina Sidonia, en tejidos, paños y lienzos comprados a los mercaderes sanluqueños, flamencos, bre-
tones e ingleses, para que los sastres de Sanlúcar confeccionaran sayos, calzas, jubones y camisas a sus criados y esclavos. Los
colores de sus ropajes solían ser muy vistosos. Así, en 1540 el duque compraba al mercader de Sanlúcar diez varas de paño
amarillo por 3.077 maravedíes para hacer dos ropas de librea a dos criados suyos cuyo oficio era llevar cartas (legajo 2482).
A N T O N I O M O R E N O O L L E R O // 183
cesión del Corpus Cristi, la fiesta religiosa más
importante en la villa por estos años. No cabe
duda de que la exótica presencia de estos escla-
vos indios en la procesión por las calles de San-
lúcar tocando sus pitos y flautas desde el palacio
a la Ribera y viceversa, debía despertar la admi-
ración y el asombro de todos los que acudían a
verla. Junto con los esclavos indios, y todos los
demás músicos y cantores de palacio, desfilaban
en la procesión del Santísimo Sacramento mu-
chas de las imágenes religiosas y reliquias que
el señor de la villa guardaba en su capilla28
. Las
Vírgenes del duque se paseaban por las calles del
pueblo no sólo durante la festividad del Corpus
Christi sino también con motivo de otras fiestas
religiosas o en rogativas para que lloviera29
. Para
llevar en procesión las andas con las Vírgenes y
las reliquias sagradas se solía contratar un buen
número de hombres, unas veces veinticuatro, y
otras cuarenta, en caso de que también cargaran
con los órganos de la capilla30
.
Para terminar, junto con esta afición por la
música y los libros, merece la pena destacar el
gusto de este excepcional personaje, don Juan
Alonso de Guzmán, VI duque de Medina Sido-
nia, por las representaciones teatrales, lo que
la documentación de los libros de cuentas del
Archivo de la Fundación Casa de Medina Sido-
nia denomina farsas. Son muchos los grupos de,
podríamos decir, cómicos ambulantes que por
estos años de la primera mitad del siglo XVI
hicieron las delicias del duque y su familia en
los salones del palacio. La mayoría de estos far-
santes venían de Sevilla. Solían ser cinco o seis
personas y cobraban unos cuatro ducados por
cada representación. Junto a estos comediantes
podríamos citar también a los llamados truha-
nes que también iban de pueblo en pueblo entre-
teniendo a la gente con sus chistes, sus muecas
y bufonadas. Eran los humoristas de la época.
Después de actuar ante la familia ducal el señor
les hacía merced de unos reales.
28
Su devoción a las imágenes sagradas le llevaba a coleccionar no sólo Vírgenes sino también otro tipo de imágenes y
reliquias. En 1533 compraba al flamenco Jacques de Amberes nueve niños Jesús pequeños por doce reales. AGFCMS, legs.
2453 y 2460.
29
AGFCMS, legs. 2486 y 2487. En 1543 el conocido carpintero de Sanlúcar, Juan de Sanlúcar, componía siete andas para
sacar las Vírgenes el día del Corpus. Entre estas Vírgenes cabe destacar que en 1530 el platero sevillano Diego Bozmediano
había hecho una imagen de Nuestra Señora de la Concepción para la duquesa (leg. 2453).
30
Eran varias las imágenes de Vírgenes que el duque tenía en su capilla, algunas de alabastro. La mayoría habían sido
compradas a mercaderes flamencos, estantes o avecindados en Sanlúcar. En 1540 don Juan Alonso pagaba al flamenco An-
tón de Nía 562 maravedíes por la hechura de un retablo de la Quinta Angustia de Nuestra Señora para su capilla. AGFCMS,
leg. 2481, 15 de octubre de 1540.