2. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 1 -
La sabiduría
secreta de
Maquiavelo
Carlos Martín Pérez
3. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 2 -
CONTENIDO
Introducción ............................................................4
Dedicatoria de Maquiavelo ..................................6
Naturaleza humana
Los tiempos ..................................................................... 8
Virtudes .......................................................................... 12
Defectos .......................................................................... 24
Formas de actuar ....................................................... 35
Gobierno
Formas de gobernar ................................................. 43
Sobre el pueblo y los súbditos poderosos .... 61
Premios y castigos..................................................... 77
Sublevaciones, conspiraciones y tiranías .... 93
Diplomacia
Política de guerra o paz ...................................... 111
Alianzas ........................................................................ 117
Prestigio....................................................................... 129
Gestionar las conquistas ..................................... 133
4. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 3 -
Guerra
Principios del Arte de la Guerra ..................... 140
Valores .......................................................................... 149
Organización ............................................................. 155
Mando ........................................................................... 157
Combate ....................................................................... 163
Bibliografía..........................................................183
Sobre el autor ......................................................184
5. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 4 -
INTRODUCCIÓN
Todos conocemos la expresión “maquiavélico” y
la asociamos, en el mejor de los casos, a algo malvado,
retorcido y astuto. Pocos pensadores han sido tan leídos,
odiados y malinterpretados como el filósofo y
diplomático florentino. Sin embargo, todos los poderosos
han estudiado su obra con diligencia y la han aplicado
con gran maestría siempre que han tenido ocasión.
¿Por qué entonces sigue siendo tan denostado?
¿Quizás porque los poderosos, como los grandes
ilusionistas, nos hacían un excelente truco de magia
pero no nos contaban cómo se realizaba? ¿Tal vez
porque Maquiavelo desveló todos los trucos? Podría ser
la razón de este desprestigio.
Además de todo lo que se ha escrito de este
hombre excepcional, Maquiavelo era un gran psicólogo
del Poder y de los poderosos con los que trató en su
época de embajador de la República de Florencia.
También llegó a sentir por si mismo cómo el pueblo
percibía a las élites, ya que tuvo oportunidad de ello tras
su caída en desgracia. Además, atesoraba una gran
cultura clásica; sobre todo, de Roma, a la que admiraba.
La unión de todo lo anterior nos da como fruto una
personalidad excepcional así como una original y
descarnada visión del mundo y de la realidad.
6. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 5 -
En este libro, usted disfrutará de los
conocimientos extraídos de tres de sus obras - El
Príncipe, Discursos sobre la primera Década de
Tito Livio y Del Arte de la Guerra- en los que explica
al ser humano, a la sociedad y a sus conflictos.
Lo que va a leer a continuación trata de cómo se
realizan los trucos del poder y cómo lo entienden los
poderosos, contado por uno de los genios de la
Humanidad en este campo de la sabiduría. Si Usted ya
tiene a cargo muchas personas, ejerce liderazgo o está en
un puesto de poder, muchas de las ideas expuestas ya le
serán familiares.
Si no es su caso, no se escandalice con lo que a
veces lea: es la realidad y negarse a aceptarlo es echarse
arena en los ojos.
Disfrute de estos conocimientos, medite sobre ello
y aplíquese a lo que sepa y pueda.
Zaragoza, España, año dos mil once.
7. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 6 -
DEDICATORIA DE
MAQUIAVELO
Os envío un regalo que, si no corresponde a
mis obligaciones con vosotros, es el mejor que
puede haceros Nicolás Maquiavelo, pues en él he
expresado cuanto sé y aprendí en larga práctica y
continua enseñanza de las cosas del mundo. No
pudiendo desear más de mí, ni vosotros ni ningún
otro, tampoco os quejaréis de que no os dé más.
He elegido, no a los que son príncipes, sino a
quienes por sus infinitas buenas cualidades
merecen serlo; no a los que puedan prodigarme
empleos, honores y riquezas, sino a los que
quisieran hacerlo si pudiesen; porque los hombres,
juzgando sensatamente, deben estimar a los que
son, no a los que pueden ser generosos; a los que
saben gobernar un reino, no a los que, sin saber,
pueden gobernarlo.
Gozad, pues, del bien o del mal que vosotros
mismos habéis querido, y si persistís en el error de
que mis opiniones os son gratas, continuaré, como
os prometí al principio, el examen de esta historia.
(De la dedicatoria a Zanobi Buondelmonti y
Cosme Hucellai en Discursos sobre la primera
década de Tito Livio)
8. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 7 -
NATURALEZA HUMANA
La naturaleza de los hombres es contraer
obligaciones entre sí tanto por los favores que se
hacen como por los que se reciben. (El Príncipe, X)
Como tal es la naturaleza humana, es conveniente
solicitar favores a las personas, aun si no nos hacen
falta. Claro está, que estos favores u obligaciones tienen
que ser razonables. Si se solicitan entre amigos, sirven
para mantener la amistad, pues tanto alegra para uno
recibirlos como al otro darlos. Cuando estas obligaciones
son entre personas sin lazos de amistad, valen para
poner a prueba la relación que pudiera existir.
Se puede decir de los hombres lo siguiente:
son ingratos, volubles, simulan lo que no son y
disimulan lo que son, huyen del peligro, están
ávidos de ganancia; y mientras les haces favores
son todo tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la
vida, los hijos -como anteriormente dije- cuando la
necesidad está lejos; pero cuando se te viene
encima vuelve la cara. (El Príncipe, XVI)
Aquí se habla de la hipocresía, doblez y
oportunismo. La excepción a esta conducta humana es
muy rara. Por lo tanto, una persona prudente no se debe
extrañar cuando esto ocurre ni ser sorprendido por estos
comportamientos, ya que habrá tomado medidas en
previsión a esta contingencia.
9. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 8 -
Hay tres clases de inteligencias: la primera
comprende las cosas por sí mismas, la segunda es
capaz de evaluar lo que otro comprende y la
tercera no comprende ni por sí misma ni por
medio de los demás. La primera es superior, la
segunda excelente, la tercera inútil. (El Príncipe,
XXII)
Puesto que estás leyendo este libro, es evidente
que perteneces al primer tipo de inteligencia y además
estás en condiciones de discernir a que tipo pertenecen
las demás personas.
LOS TIEMPOS
VIEJOS BUENOS TIEMPOS
Alaban siempre los hombres, y no siempre
con razón, los antiguos tiempos y censuran los
presentes, mostrándose tan partidarios de las cosas
pasada; que no sólo celebran lo conocido
únicamente por las narraciones de los escritores,
sino lo que al llegar a la vejez, recuerdan haber
visto en su juventud. Estas opiniones son muchas
veces erróneas, y en mi concepto, se fundan en
varias causas.
En la primera el no conocerse por completo
la verdad respecto a los sucesos antiguos,
ignorándose las más veces lo que podría infamar
aquellos tiempos, mientras lo que les honra y
10. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 9 -
glorifica es referido en términos pomposos y con
grandes ampliaciones. La mayoría de los escritores
obedecen de tal suerte a la fortuna de los
vencedores que por enaltecer sus victorias, no sólo
exageran lo que valerosamente hicieron, sino hasta
la resistencia de sus enemigos: de modo que los
descendiente de los vencedores y de los vencidos
tienen sobrados motivos para maquillarse de
aquellos hombres y de aquellos, tiempos y se ven
obligado a elogiarlos y a amarlos.
La segunda causa consiste en que el odio en
los hombres nace o de temor o de envidia, y no lo
pueden inspirar los sucesos antiguos, que ni
tenemos ni envidiamos. Pero lo contrario sucede
con lo que se está viendo y manejando sin
desconocer pormenor alguno, así los buenos como
los desagradables, cosa que obliga a estimar los
tiempos actuales muy inferiores a los antiguos,
aunque en verdad merezcan los presentes mayor
elogio y fama que los pasados. (Discursos, 2,
Prólogo)
No nos podemos fiar de nuestra memoria, ni de la
percepción de los acontecimientos presentes y pretéritos,
pues han pasado por el tamiz de nuestros prejuicios, por
la propaganda de otras personas y por los sentimientos
propios sobre los sucesos acontecidos. Es difícil ser
objetivo y centrarse exclusivamente en buscar y valorar
los hechos en estado puro sin dejarse influenciar por
cronistas interesados ni emociones propias, aunque el
que logre sobresalir sobre los demás en analizar la
11. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 10 -
realidad de forma fría, logrará una gran ventaja. El
mismo Julio César escribió “La Guerra de las Galias”
para contar la Historia al Senado de Roma según sus
intereses y pasar a la posteridad con la imagen que él
deseaba. Aconsejaba el cardenal Mazarino que cada cual
escriba su biografía a su conveniencia pues los testigos
de la propia vida perecen, pero el texto permanece.
TIEMPOS DIFÍCILES PARA FORJAR PERSONAS
El verdadero mérito búscase en los tiempos
difíciles. En los fáciles no son los hombres
meritorios, sino los más ricos o mejor
emparentados. Siempre ha ocurrido y sucederá
que las repúblicas hagan poco caso de los grandes
hombres en tiempo de paz porque envidiándoles
muchos ciudadanos la fama que han logrado
adquirir, desean ser sus iguales y aun superiores.
Existe, pues, en las repúblicas la irregularidad de
estimar en poco a los hombres de mérito en las
épocas tranquilas; cosa que ofende a éstos
doblemente, por no ocupar el lugar que les
corresponde y por ver como iguales o superiores a
personas indignas o de menos capacidad que ellos.
Estas injusticias han causado grandes males en las
repúblicas, porque los ciudadanos que
inmerecidamente son desdeñados y comprenden
que la causa de ello es la tranquilidad y seguridad
del estado, procuran perturbarlo promoviendo
nuevas guerras con perjuicio de la nación.
(Discursos, 3, XVI)
12. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 11 -
Cuando la vida discurre de forma fácil y
placentera, triunfan los cortesanos y oportunistas,
relegando a las personas de mérito y coraje. Sólo cuando
los tiempos son difíciles pueden medrar las personas de
verdadera valía. Por lo tanto, si eres, como creo, persona
de valía, y los tiempos no son los que en su entorno te
puedan hacer progresar, la solución es evidente: o bien
migras a un entorno donde puedas progresar, o creas
una situación donde sólo las personas como tú puedan
sobrevivir. Los grandes conquistadores de América así
lo entendieron y de este modo surgieron Cortés, Pizarro,
Valdivia y tantos otros que de no ser por los tiempos
difíciles en los que vivieron, no hubieran llegado a nada.
ADAPTARSE A LOS TIEMPOS
Conviene variar con los tiempos si se quiere
tener siempre buena fortuna. He observado con
frecuencia que la causa del buen o mal éxito de los
hombres consiste en la manera de acomodar sus
artes al tiempo en que viven, porque se ve que
unos proceden con impetuosidad y otros con
prudencia y circunspección; y como en ambos
casos se traspasan los límites convenientes no
siguiendo la verdadera vía, en ambos se yerra. El
que menos se equivoca y goza de más próspera
fortuna es quien acomoda sus acciones al tiempo
en que vive y procede aprovechando las
circunstancias. (Discursos, 3, IX)
13. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 12 -
Ritmo. Aquí Maquiavelo nos habla de seguir el
ritmo de los tiempos y acomodarse a ellos. Tan malo es
pasarse como quedarse corto. Fouché, que sobrevivió y
medró en la Revolución Francesa, en el Terror jacobino
y con Napoleón, era un genio a la hora de entender los
tiempos. Sabía cuando había que quedarse quieto y
escondido o cuando había que emprender una acción
audaz. Es todo un arte que se aprende observando a las
personas que lo dominan y practicando con prudencia.
VIRTUDES
Caminando casi siempre los hombres por las
vías holladas por otros y procediendo en sus
acciones por imitación, aunque no se pueda seguir
con estricta fidelidad los pasos de los demás ni sea
tampoco posible alcanzar la virtud de aquellos a
quienes imitas, sin embargo, un hombre prudente
debe discurrir siempre por las vías trazadas por los
grandes hombres e imitar a aquellos que han
sobresalido extraordinariamente por encima de los
demás, con el fin de que, aunque no se alcance su
virtud, algo nos quede sin embargo de su aroma.
Se debe hacer como los arqueros prudentes,
los cuales -conscientes de que el lugar que desean
alcanzar se encuentra demasiado lejos y
conociendo al mismo tiempo los límites de la
capacidad de su arco- ponen la mira a bastante
más altura que el objetivo deseado, no para
alcanzar con su flecha a tanta altura, sino para
14. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 13 -
poder, con la ayuda de tan alta mira, llegar al lugar
que se han propuesto. (El Príncipe, VI)
Se debe usar a los grandes hombres que nos
precedieron como ejemplo y estímulo. Sin embargo, no
se debe apurar su senda hasta el final, puesto que nunca
podremos alcanzarlos, ya que su pedestal está ocupado.
Siguiendo su enseñanza y aprendiendo de sus aciertos y
errores, tenemos que ser originales y crear nuestro
propio triunfo. Se dice Julio César lloró en Gadir
(Cádiz) ante la estatua de Alejandro Magno, pues el
macedonio a su edad ya había conquistado el mundo
conocido y César aún no había hecho nada digno de
mención. De todas formas, César siguió su propio
camino sin seguir el del admirado Alejandro.
VIRTUDES ROMANAS
Quien examine los hechos del pueblo
romano en general, y de muchos romanos en
particular, observará que aquellos ciudadanos
temían más faltar a sus juramentos que a las leyes,
como todos los que tienen en más el poder de Dios
que el de los hombres. 1
1 Se puede considerar que las virtudes romanas eran las
siguientes:
- Auctoritas: “Autoridad Espiritual”. El sentido de
la función social de alguien, construida a través
de la experiencia.
15. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 14 -
Para que una sociedad sea fuerte, debe tener unos
sólidos valores, donde valga más la palabra dada que la
firma de un contrato. Cuantas más leyes fabrica una
sociedad, más fácil es que mantenga menos valores.
Cuantas más normas tiene una organización, más
probable es que se vulneren. Es mejor dar pocas órdenes
de forma clara que confundir a las personas en una
maraña legal que sólo genera un tremendo caos. Educar
a las personas en valores evita dictar muchas normas, ya
que cada cual sabe lo que tiene que hacer y se
avergüenza cuando no lo cumple, siendo éste
sentimiento más poderoso que el temor al castigo.
- Comitas: “Humor”. Buenas maneras, cortesía,
amistad.
- Clementia: “Merced”. Suavidad y gentileza.
- Dignitas: “Dignidad”. Un sentido de
autoestima, orgullo propio.
- Firmitas: “Tenacidad”. Fuerza mental, habilidad
de defender una propuesta.
- Frugalitas: Economía y simplicidad, sin llegar a
ser miserable.
- Gravitas: Un sentido de la importancia de un
asunto, responsabilidad, seriedad y
determinación.
- Humanitas: “Humanidad”. Refinamiento,
civilidad; aprender, y poseer cultura.
- Industria: “Trabajo duro”.
- Pietas: “Sumisión”. Más que piedad religiosa,
un respeto por el orden natural social, política y
religiosamente. Incluye las ideas de patriotismo
y devoción.
- Prudentia: “Prudencia”. Previsión, sabiduría y
discreción personal.
16. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 15 -
Quienes estudian bien la historia romana
observan cuan útil era la religión para mandar los
ejércitos, para reunir al pueblo, para mantener y
alentar a los buenos y avergonzar a los demás
porque donde hay religión fácilmente se establecen
la disciplina militar y los ejércitos y donde no hay
religión, es muy difícil fundar ésta. (Discursos, 1,
XI)
Para que una organización -sea sociedad, ejército
o empresa- funcione de forma eficaz, hace falta una
religión o ideal superior a las normas y a las leyes que
funcione como tal. Así, se transciende al individuo y al
propio grupo, logrando una fortaleza que no se podría
lograr de otro modo.
ALCANZAR UNA EXCELENTE REPUTACIÓN
La mejor para alcanzar la estimación pública
consiste en vivir en intimidad con personas
respetables, de buenas costumbres y bien
reputadas por su saber y prudencia, porque el
mejor indicio para juzgar del mérito de un hombre
es el de las personas de su amistad y compañía; si
éstas son honradas, adquieren merecidamente
buena reputación, porque es imposible que no
tengan analogía con ella. También se adquiere
buena fama por algún acto extraordinario y
notable, aunque sea de índole privada, cuando
honra a quien lo ejecuta.
17. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 16 -
Dime con quién andas y te diré quién eres. Busca
siempre como amigos a personas de superior sabiduría y
entendimiento, pues sólo con frecuentarlos, algo se te
pegará.
De estas tres cosas que pueden producir
excelente reputación, la que la da mayor es la
última, porque la del parentesco es engañosa, no
causa gran impresión en los hombres, y pasa
pronto si no la sostienen las cualidades personales
de aquel a quien debe favorecer. La segunda, la
que te acredita por tus relaciones y amistades, es
mejor que la primera, pero inferior a la tercera,
porque mientras no se ven actos tuyos, tu mérito
sólo se juzga por conjeturas que fácilmente
desaparecen.
Pero la reputación que nace y se funda en
actos tuyos, te da desde el principio tan buen
nombre, que sólo pueden destruirlo otros muchos
actos tuyos posteriores y evidentemente opuestos a
los primeros. Los que nacen en una república
deben tomar esta vía e ingeniarse para realizar
obras extraordinarias que ilustren su nombre.
Semejante conducta, no sólo es necesaria a los
ciudadanos que desean adquirir fama para obtener
honroso puesto en una república, sino también
indispensable a los príncipes para mantener su
dignidad y conservar su poder. Nada tan a
propósito para atraerse la estimación pública,
como ejecutar actos o pronunciar frases notables
inspiradas en el bien público, que le hagan
18. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 17 -
aparecer magnánimo o liberal o justo, y que se
repitan como proverbio entre sus súbditos.
(Discursos, 3, XXXIV)
Sólo el prestigio y reputación ganados por uno
mismo son duraderos, los demás son efímeros.
Maquiavelo nos dice que para lograr excelente
reputación, los actos que la generen deben ser
extraordinarios.
PRESTIGIO
Nada proporciona a un príncipe tanta
consideración como las grandes empresas y el dar
de sí ejemplos fuera de lo común. De esta forma ha
realizado y tramado siempre grandes proyectos
que han mantenido siempre en suspenso y
asombrados los ánimos de sus súbditos, atentos al
resultado final. Estas acciones suyas se han
sucedido de tal manera la una a la otra que nunca
ha dejado espacio de tiempo entre una y otra para
que se pudiera proceder contra él con calma.
Ayuda también bastante a un príncipe el dar de sí
ejemplos sorprendentes en su administración de
los asuntos interiores. De forma que cuando
alguien lleve a cabo en la vida civil cualquier
acción extraordinaria, buena o mala, se adopte un
premio o un castigo que dé suficiente motivo para
que se hable de él. Y un príncipe debe
ingeniárselas, por encima de todas las cosas, para
que cada una de sus acciones le proporcione fama
19. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 18 -
de hombre grande y de ingenio excelente. Un
príncipe adquiere también prestigio cuando es un
verdadero amigo y un verdadero enemigo, es
decir, cuando se pone resueltamente en favor de
alguien contra algún otro. Esta forma de actuar es
siempre más útil que permanecer neutral, porque
cuando dos Estados vecinos entran en guerra, o
son de tales características que si vence uno de
ellos hayas de temer al vencedor o no ocurre así.
En ambos casos siempre te será más útil alinearte
con uno de ellos y hacer bien la guerra, pues en el
primer caso -si no lo haces- siempre estarás a
merced del vencedor, con regocijo y satisfacción
del vencido, y no encontrarás razón ni cosa alguna
que te defienda o te proporcione refugio. El
vencedor no quiere amigos dudosos que no lo
defiendan en la adversidad; el derrotado no te
concede refugio por no haber querido compartir su
suerte con las armas en la mano. (El Príncipe, XXI)
Ser tibio no nos dará prestigio, hay que definirse y
hacerlo de forma clara. Amigos y enemigos sabrán a qué
atenerse. No valen medias tintas. Siempre se deben idear
maneras de obtener e incrementar el propio prestigio.
Cualquier acción debe tener además ese efecto derivado,
elevar nuestro prestigio.
LOGRAR GRANDES COSAS
Nadie, pues, debe desesperar de conseguir lo
que otro ha logrado, porque todos los hombres
20. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 19 -
nacen, viven y mueren sujetos a las mismas leyes
naturales. (Discursos, 1, XI)
Si otro lo logró, ¿Por qué no yo?
Dos cosas impiden cambiar de genio y de
conducta; la imposibilidad de resistir a nuestras
inclinaciones naturales y la dificultad de
convencerse, cuando se ha tenido buen éxito o un
procedimiento determinado, de la conveniencia de
variarlo. De aquí las alternativas de la fortuna de
un hombre, porque la fortuna cambia con las
circunstancias y los hombres no cambian de
método. (Discursos, 3, IX)
Hay que tener la mente flexible, pues si nos
acostumbramos a obrar siempre de la misma forma que
cuando antaño obtuvimos un éxito, no quiere decir que
obrando siempre igual lo obtengamos continuamente.
Las circunstancias cambian, de forma brutal o de forma
sutil, pero nunca son iguales. Por tanto, debemos variar
nuestros métodos. Diferentes problemas, diferentes
soluciones.
LAS EDADES DE LOS HOMBRES
Con la edad van perdiendo los hombres las
fuerzas y aumentando su prudencia y su juicio, y
necesariamente lo que les parecía en la juventud
soportable y bueno, en la ancianidad lo tienen por
21. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 20 -
malo o insufrible; no es, pues, el tiempo lo que
cambia, sino el juicio. (Discursos, 2, Prólogo)
Con el paso de los años, lo que se pierde en ímpetu
se gana en templanza. Conviene observar esta regla
tanto consigo mismo como con el trato con los demás.
SOBRE EL TRABAJO
Los hombres trabajan, o por necesidad o por
elección, y se sabe que la virtud tiene mayor
imperio donde se trabaja más por precisión que
voluntariamente. (Discursos, 1, I)
FORTUNA
No se me oculta que muchos han tenido y
tienen la opinión de que las cosas del mundo están
gobernadas por la fortuna y por Dios hasta tal
punto que los hombres, a pesar de toda su
prudencia, no pueden corregir su rumbo ni
oponerles remedio alguno. Por esta razón podrían
estimar que no hay motivo para esforzarse
demasiado en las cosas, sino más bien para dejar
que las gobierne el azar. Esta opinión ha
encontrado más valedores en nuestra época a
causa de los grandes cambios que se han visto y se
ven cada día por encima de toda posible conjetura
humana. Yo mismo, pensando en ello de vez en
cuando, me he inclinado en parte hacia esta
22. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 21 -
opinión No obstante, para que nuestra libre
voluntad no quede anulada, pienso que puede ser
cierto que la fortuna sea árbitro de la mitad de las
acciones nuestras, pero la otra mitad, o casi, nos es
dejada, incluso por ella, a nuestro control. Yo la
suelo comparar a uno de esos ríos torrenciales que,
cuando se enfurecen, inundan los campos, tiran
abajo árboles y edificios, quitan terreno de esta
parte y lo ponen en aquella otra; los hombres
huyen ante él, todos ceden a su ímpetu sin poder
plantearle resistencia alguna. Y aunque su
naturaleza sea ésta, eso no quita, sin embargo, que
los hombres, cuando los tiempos están tranquilos,
no puedan tomar precauciones mediante diques y
espigones de forma que en crecidas posteriores o
discurrirían por un canal o su ímpetu ya no sería ni
tan salvaje ni tan perjudicial. Lo mismo ocurre con
la fortuna: ella muestra su poder cuando no hay
una virtud organizada y preparada para hacerle
frente y por eso vuelve sus ímpetus allá donde
sabe que no se han construido los espigones y los
diques para contenerla. Se puede apreciar que los
hombres proceden de distinta manera para
alcanzar el fin que cada uno se ha propuesto, esto
es, gloria y riquezas: uno actúa con precaución, el
otro con ímpetu; el uno con violencia, el otro con
astucia; el uno con paciencia, el otro al revés; y a
pesar de estos diversos procedimientos todos
pueden alcanzar su propósito. Incluso se ve que de
dos personas precavidas la una alcanza su objetivo
y la otra no; de la misma forma otros dos pueden
23. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 22 -
prosperar en medida paralela a pesar de que sus
modos de proceder son contrarios, siendo uno de
ellos precavido y el otro impetuoso. La causa se
halla sencillamente en la condición de los tiempos,
conforme o no con su modo de proceder. De ahí
que, como he dicho, dos hombres consigan el
mismo resultado a pesar de actuar de manera
opuesta y que, en cambio, de otros dos, aun
actuando de manera idéntica, el uno alcance su
propósito y el otro no. De aquí nacen también los
cambios de fortuna: si un hombre actúa con
precaución y paciencia y los tiempos y las cosas
van de manera que su forma de proceder es buena,
va progresando; pero si los tiempos y las cosas
cambian, se viene abajo porque no cambia de
manera de actuar. No existe hombre tan prudente
que sepa adaptarse hasta este punto: en primer
lugar porque no puede desviarse de aquello a lo
que le inclina su propia naturaleza y en segundo
lugar porque al haber prosperado siempre
caminando por un único camino no se puede
persuadir de la conveniencia de alejarse de él. Por
eso el hombre precavido, cuando llega el tiempo
de echar mano al ímpetu, no lo sabe hacer y por lo
tanto se hunde. Si se cambiase la naturaleza de
acuerdo con los tiempos y las cosas nunca
cambiaría la fortuna. Concluyo, por tanto, que -al
cambiar la fortuna y al permanecer los hombres
obstinadamente apegados a sus modos de actuar-
prosperan mientras hay concordancia entre ambos
y vienen a menos tan pronto como empiezan a
24. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 23 -
separarse. Sin embargo, yo sostengo firmemente lo
siguiente: vale más ser impetuoso que precavido
porque la fortuna es mujer y es necesario, si se
quiere tenerla sumisa, castigarla y golpearla. Y se
ve que se deja someter antes por éstos que por
quienes proceden fríamente. Por eso siempre es,
como mujer, amiga de los jóvenes, porque éstos
son menos precavidos y sin tantos miramientos,
más fieros y la dominan con más audacia. (El
Príncipe, XXV)
Fortuna o esfuerzo, eterno dilema. Como la
fortuna es variable y caprichosa, conviene tener planes:
de contingencia para cuando es adversa, y de
explotación cuando nos es favorable; pues es tan malo no
prever las desgracias y su forma de contenerlas como no
tener planes para aprovechar de forma rápida e
implacable las pocas oportunidades que nos puedan
aparecer. Ser oportunista no es un defecto, es una rara
habilidad.
APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES
Considerando sus acciones y su vida
(Moisés, Ciro, Rómulo y Teseo) se ve que no eran
deudores de la fortuna sino de la oportunidad, la
cual les proporcionó la materia en la que poder
introducir la forma que les pareció más
conveniente. Sin esa oportunidad la virtud de su
ánimo se habría perdido, y sin dicha virtud la
oportunidad habría venido en vano. Estas
25. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 24 -
oportunidades hicieron, por tanto, la dicha y la
fortuna de estos hombres; y su virtud fuera de lo
común les hizo reconocer la oportunidad que se les
brindaba. (El Príncipe, VI)
La clave del éxito: ser implacable y osado con las
oportunidades que nos proporcione la Fortuna.
DEFECTOS
DESEOS
Siendo insaciables los deseos del hombre,
porque su propia naturaleza le impulsa a quererlo
todo mientras sus medios de acción le permiten
conseguir pocas cosas, resulta continuo disgusto
en el entendimiento humano, desdén por lo
poseído y, como consecuencia, maldecir los
tiempos presentes, elogiar los pasados y desear los
futuros, aunque para ello no tengan motivo alguno
razonable. (Discursos, 2, Prólogo)
Queremos siempre más de lo que podemos
abarcar, por eso la felicidad nos rehúye.
26. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 25 -
LA MALIGNIDAD HUMANA
Según demuestran cuantos escritores se han
ocupado de legislación y prueba la historia con
multitud de ejemplos, quien funda un estado y le
da leyes debe suponer a todos los hombres malos y
dispuestos a emplear su malignidad natural
siempre que la ocasión se lo permita. Si dicha
propensión está oculta algún tiempo, es por razón
desconocida y por falta de motivo para mostrarse;
pero el tiempo, maestro de todas las verdades, la
pone pronto de manifiesto. Los hombres hacen el
bien por fuerza; pero cuando gozan de medios y
libertad para ejecutar el mal, todo lo llenan de
confusión y desorden. Dícese que el hambre y la
pobreza hacen a los hombres industriosos, y las
leyes buenos. Siempre que con obligación legal se
obra bien, no son necesarias las leyes; pero cuando
falta esta buena costumbre, son indispensables.
(Discursos, 1, III)
Según la experiencia que Maquiavelo tuvo en el
gobierno, es mejor gobernar previendo que los hombres
se inclinan al mal. Así se evitan muchos disgustos. El
que piense que todo el mundo es bueno, es porque no ha
ejercido el gobierno de los hombres. Es mejor evitar por
las leyes la tendencia humana a ejecutar el mal a que,
creyendo que la humanidad es bondadosa, una vez
desengañados tengamos que aplicar otras leyes más
penosas para corregir el mal que los gobernados han
causado.
27. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 26 -
EL MIEDO A PERDER Y EL DESEO DE ADQUIRIR
El miedo a perder agita tanto los ánimos
como el deseo de adquirir, no creyendo seguro los
hombres lo que tienen si no adquieren de nuevo.
Además, cuanto más poderoso mayor es la
influencia y mayores los medios de abusar. Y lo
peor es que los modales altivos e insolentes de los
nobles excitan el ánimo de los que nada tienen, no
sólo el deseo de adquirir, sino también el de
vengarse de ellos, despojándoles de riquezas y
honores que ven mal usados. (Discursos, 1, VI)
La ambición y el miedo a la pérdida mueven a la
Humanidad. Y como los poderosos son los que más
ambicionan, dan este mal ejemplo a los demás que
siguen la misma senda con envidia hacia los anteriores.
AMBICIÓN HUMANA
La ambición de los hombres es tan grande,
que, por lograr la satisfacción de un deseo, no se
cuidan de un mal que en breve tiempo ha de
resultarles. (Discursos, 2, XX)
La ambición de reinar es tan grande, que no
sólo domina a los que tienen por su nacimiento
esperanza de sentarse en el trono, sino a los que no
la tienen. (Discursos, 3, IV)
28. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 27 -
Cuando los dioses quieren cegar a los hombres les
vuelven ambiciosos. Estaba la lagartija tan concentrada
en cazar al grillo que no reparaba en el pájaro que detrás
de ella la iba a devorar.
LA FORTUNA CIEGA A LOS HOMBRES
La fortuna ciega el ánimo de los hombres
cuando no quiere que éstos se opongan a sus
designios. Si se considera bien cómo proceden las
cosas humanas, se verá que muchas veces ocurren
hechos y accidentes que los cielos impiden prever.
Los hombres que viven ordinariamente en la
mayor prosperidad o en la mayor desventura
merecen menos de lo que se cree alabanzas o
censuras.
La mayoría de las veces se les verá caer en la
desgracia o ascender a la mayor fortuna
impulsados por una fuerza superior a ellos, que
procede del cielo y que les da o quita la ocasión de
mostrar su virtud. Cuando la fortuna quiere que se
realicen grandes cosas, elige un hombre de tanta
inteligencia y tanto valor, que comprenda y
aproveche la ocasión que le presenta.
De igual manera cuando quiere producir
grandes ruinas presenta en primer término
hombres que ayuden a realizarlas, y si hubiera
29. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 28 -
alguno capaz de impedirlas, o lo mata o lo priva de
los medios de ejecutar bien alguno.
Los hombres pueden secundar a la fortuna y
no contrarrestarla; pueden tejer sus hilos, pero no
romperlos. No deben abandonarse a ella porque,
ignorando sus designios y caminando la fortuna
por desconocidas y extraviadas sendas, siempre
hay motivos de esperanza que sostendrán el ánimo
en cualquier adversidad y en las mayores
contrariedades de la suerte. (Discursos, 2, XXIX)
Aunque Maquiavelo parece bastante determinista
y fatalista con la fortuna, concluye dejando la puerta
abierta a que personas excepcionales puedan mantenerse
firmes frente a cualquier revés del destino.
BIENES Y HONORES
Cuánto más estiman los hombres los bienes
que los honores; porque la nobleza romana en lo
relativo a estos últimos siempre cedió, sin grande
oposición, a la plebe: pero al tocar a los bienes, los
defendieron tanta obstinación, que el pueblo, para
saciar su apetito, tuvo que acudir a medios
extraordinarios. (Discursos, 1, XXXVII)
Decía el Cardenal Mazarino que si quieres
premiar a alguien sin que nada te cueste, cólmale de
honores vanos.
30. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 29 -
OPINIONES ERRÓNEAS DE LOS HOMBRES
Los que asisten a asambleas deliberantes han
visto y ven cuan falsas son muchas veces las
opiniones de los hombres, pues con frecuencia los
acuerdos, si no los inspiran y dirigen personas
notables, son disparatados; y como los hombres
eminentes en las repúblicas corrompidas, sobre
todo en épocas tranquilas, por motivos de envidia
o de ambición son odiados, se prefiere lo que el
error común juzga bueno o lo que proponen
hombres más deseosos del favor del público que
del bien de la patria. La equivocación resulta
evidente en las adversidades y entonces se acude a
los que en tiempos de paz son olvidados.
(Discursos, 2, XXII)
En tiempos de paz y prosperidad se usa y abusa
de la demagogia, pero cuando los tiempos son duros y
difíciles, se acude a los que cuando todo iba bien decían
las verdades del barquero y se les tachaba de agoreros.
Los hombres se dejan convencer mucho más
por las cosas presentes que por las pasadas y
cuando encuentran el bien en el presente, gozan de
él y no buscan nada más. (El Príncipe, XXIV)
La masa es corta de miras y sólo ve el bien
presente sin importarle lo que el futuro traiga. Hay
muchas cigarras y pocas hormigas.
31. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 30 -
COSAS ENGAÑOSAMENTE BUENAS
La poca prudencia de los hombres impulsa a
comenzar una cosa y, por las ventajas inmediatas
que ella procura, no se percata del veneno que por
debajo está escondido. (El Príncipe, XIII)
Sólo vemos la parte buena de las cosas, sin
apercibirnos de la maldad que esconde. Todo aquel que
quiera persuadir a las masas debe ocultar lo negativo de
sus propuestas y ofrecer solamente lo aparentemente
beneficioso.
No habrá hombre alguno, sabio o loco,
bueno o malo, a quien, dándole a elegir entre las
dos especies, no elogie la que de elogio es digna y
censure la que merece vituperio. Sin embargo,
engañados por un falso bien o una falsa gloria, casi
todos se inclinan voluntariamente o por error hacia
los que merecen más censura que alabanza, hacia
los que, pudiendo fundar con perpetua honra suya
una república o un reino, prefieren la tiranía, sin
advertir cuánta fama, honra, seguridad, paz e
íntima satisfacción del ánimo pierden al tomar este
partido, y cuánta infamia, vergüenza, reprobación
y temor de constante peligro sobre sí atraen.
(Discursos, 1, X)
Muchos tiranos se han alzado con el poder
seduciendo al pueblo con falsos beneficios. Hitler llegó al
poder siendo elegido de forma democrática, y no es el
único tirano de la Historia que lo ha conseguido.
32. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 31 -
El pueblo desea muchas veces su ruina
engañado por una falsa apariencia de bienestar, y
fácilmente se le agita con grandes esperanzas y
halagüeñas promesas. En esto hay que notar dos
cosas: la primera, que el pueblo, engañado muchas
veces por una falsa apariencia de bienestar, desea
su ruina, y si no le prueba alguno en quien tenga
confianza lo que es bueno y lo que es malo, queda
expuesta la república a infinitos daños y peligros;
siendo inevitable su ruina cuando
desgraciadamente el pueblo no tiene confianza en
nadie, como a veces ocurre, por haberle engañado
los acontecimientos o los hombres.
Pan para hoy y hambre para mañana, demagogia
intemporal, también en el presente. Pero si el pueblo se
desengaña y desconfía de todos sus líderes, también va
camino de la ruina.
Al tratar de cuándo es fácil y cuándo es
difícil persuadir a un pueblo, hay que hacer la
distinción de si lo que se le va a aconsejar presenta
al primer aspecto ganancia o perdida, y si es un
acto magnánimo o despreciable. Cuando,
presentado el asunto al pueblo, ve éste ganancia,
aunque en el fondo se oculte pérdida, y cuando le
parece magnánimo, aunque encubra la ruina de la
república, siempre será fácil persuadir a la
multitud: en cambio será siempre difícil que
apruebe lo propuesto si en la apariencia hay
pérdida o cobardía, aunque conduzca a provecho o
salvación del estado. (Discursos, 1, LIII)
33. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 32 -
Si a las personas le ofreces una medicina
necesaria pero de amargo sabor, no la tomará. Cuando
hay que ofrecer una solución a un problema y esta
solución entraña daño, hay que endulzarla o no la
aceptarán de buen grado. A la inversa, muchas
soluciones que esconden veneno se enmascaran con
dulces jarabes que presto toman las personas.
Hay acontecimientos respecto de los cuales
con facilidad se engañan los hombres que no
tienen consumada experiencia, porque se
presentan bajo aspectos capaces de hacer creer lo
que no son. (Discursos, 2, XXII)
Es necesario ser un gran simulador y
disimulador: los hombres son tan simples y se
someten hasta tal punto a las necesidades
presentes, que el que engaña encontrará siempre
quien se deje engañar. (El Príncipe, XVIII)
“Simula, disimula, nulli fide, omnia lauda” 1 ,
consejo del cardenal Mazarino. El disimulo es una de las
facultades que los hombres más estiman porque les
parece un alarde de fuerza y de superioridad moral. Si
quieres decir la mentira que todos quieren oír, no digas
la verdad que nadie quiere escuchar.
1 Simula, disimula, no te fíes de nadie y a todos alaba.
34. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 33 -
NECESIDAD Y AMBICIÓN
A los hombres suele afligir el mal y hartar el
bien, ya que ambas sensaciones producen el
mismo resultado. En efecto; cuando los hombres
no combaten por necesidad, combaten por
ambición, la cual es tan poderosa en el alma
humana, que jamás la abandona, cualquiera que
sea el rango a que el ambicioso llegue. Causa de
esto es haber creado la naturaleza al hombre de tal
suerte, que todo lo puede desear y no todo
conseguir; de modo que, siendo mayor siempre el
deseo que los medios de lograrlo, lo poseído ni
satisface el ánimo, ni detiene las aspiraciones.
De aquí nacen los cambios de fortuna
porque, ambicionando unos tener más y temiendo
otros perder lo adquirido, se llega a la enemistad y
a la guerra, motivo de ruina para unos estados y
de engrandecimiento para otros. (Discursos, 1,
XXXVII)
Decía Buda que la causa del sufrimiento era el
deseo. Tal vez Maquiavelo llega más lejos y entiende que
nuestra capacidad de desear es insaciable y por eso
chocamos entre nosotros: por desear lo ajeno y por temor
a que, percibiendo que otros desean lo nuestro, lo
perdamos.
HOMBRES DETESTABLES
Son infames y detestables los hombres
destructores de las religiones, los disipadores de
35. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 34 -
reinos y repúblicas, los enemigos de la virtud, de
las letras y de las demás artes que proporcionan
honra y provecho al género humano, y en tal caso
se encuentran los impíos y tiranos, los ignorantes,
holgazanes y viles. (Discursos, 1, X)
GENTES CORRUPTAS
Quien en los actuales tiempos quisiera
fundar una república, le sería más fácil conseguirlo
con hombres montaraces y sin civilización alguna,
que con ciudadanos de corrompidas costumbres;
como un escultor obtendrá mejor una bella estatua
de un trozo informe de mármol que de un mal
esbozo hecho por otro. (Discursos, 1, XI)
Cuando todo está corrompido, hay que empezar
desde cero. Si el armazón de la obra tiene termitas, es
mejor deshacerse de éste y comenzar con otra madera
nueva, que, aunque inicialmente sea de peor calidad,
esté sin contaminar.
Adviértase también la facilidad con que los
hombres se corrompen, y cambian de costumbres,
aunque sean buenos y bien educados, trocando en
malas sus buenas costumbres.
Bien estudiados tales sucesos por los
legisladores en las repúblicas o en los reinos, les
inducirán a dictar medidas que refrenen
rápidamente los apetitos humanos y quiten toda
36. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 35 -
esperanza de impunidad a los que cometan faltas
arrastrados por sus pasiones. (Discursos, 1, XLII)
Es mejor dictar normas que impidan la
corrupción que otras para su castigo una vez extendido
el mal. La experiencia demuestra que las masas tienden
a las malas costumbres, que es conveniente frenar de
forma ajustada a derecho.
FORMAS DE ACTUAR
OCULTAR LA INTENCIÓN
Cuan necio e imprudente es pedir una cosa,
diciendo de antemano: “quiero obrar mal con ella”.
La intención no debe mostrarse antes de lograr por
cualquier medio lo que sé desea. Basta pedir a uno
el arma que tiene, sin añadir: “Te quiero matar con
ella”. Apoderado del arma, puedes matarlo.
(Discursos, 1, XLIV)
Si vas a obrar mal, nunca avises de tu intención.
Cita Baltasar Gracián que “no es necio el que hace la
necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir. Todos
los hombres yerran, pero los sagaces desmienten las
hechas, y los necios citan las por hacer.”
37. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 36 -
HACERSE EL LOCO
Es cosa sapientísima fingirse loco durante
algún tiempo. Conviene fingirse estúpido, y se
practica este fingimiento hablando, viendo y
obrando contra tus propósitos y por complacer al
príncipe. (Discursos, 3, II)
Siempre es muy razonable aparentar ser más
necio que el poderoso y no destacar ni sobrepasarle en
ingenio y entendimiento.
Cuantos viven descontentos de un príncipe,
deben empezar por medir y pesar sus fuerzas; y si
son bastante poderosos para mostrarse enemigos
declarados y hacerle abiertamente la guerra, deben
tomar este camino como el menos peligroso y más
noble. Pero si las condiciones en que se encuentran
les impiden luchar ostensiblemente contra él,
deberán captarse su amistad, y para ello adoptar
cuantos medios sean precisos, aprobando sus
placeres y mostrándose complacidos por cuanto
contribuya a sus deleites. Esta familiaridad te
permite vivir seguro y sin peligro alguno, y
además te hace participar de la buena fortuna del
príncipe, proporcionándote al mismo tiempo toda
clase de facilidades para realización de tus
designios contra él. (Discursos, 3, II)
Si deseas volverte hostil contra un poderoso, debes
acumular fuerzas. Mientras seas débil, permanece a su
vera mostrándote manso y sumiso mientras aprovechas
38. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 37 -
para estudiar sus puntos débiles con vistas a una acción
posterior.
Cierto es que en opinión de algunos ni se
debe estar tan cerca del príncipe que haya peligro
de caer envuelto en su ruina, ni tan apartado que
no se pueda acudir a tiempo de aprovecharla,
debiendo preferirse un término medio, si se
pudiera conservar; pero juzgo esto imposible, y
hay que elegir entre los dos referidos términos, o
alejarse o vivir junto a él. Quien haga otra cosa y
sea un personaje, vive en continuo peligro.
No basta decir: «no me cuido de nada; no
deseo honores ni ventajas; quiero vivir
tranquilamente y sin ambición», porque tales
excusas se oyen y no se creen. Los hombres de
elevada posición social no escogen su manera de
vivir, pues aun haciéndolo de buena fe y sin oculto
propósito, no se les creería, y si se empeñan en
realizar su deseo se lo impedirán los demás.
(Discursos, 3, II)
El poderoso es como el fuego: muy cerca de él te
quemas y si te alejas, pasas frío. Hay que calcular la
distancia. Si ya tienes una cierta posición poderosa,
debes jugar al juego cortesano y no desdeñar honores ya
que no serás creíble y te causarás problemas.
39. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 38 -
INGRATITUD
¿Quién es más ingrato, un pueblo o un
príncipe? Paréceme oportuno investigar quién
entre un pueblo y un príncipe da más frecuentes
ejemplos de ingratitud, y a fin de aclarar mejor este
asunto, diré que el vicio de la ingratitud nace de la
avaricia o de la desconfianza. Cuando no se
premia, o mejor dicho, se ofende, no a impulsos de
la avaricia, sino por temerosa sospecha, el pueblo o
el príncipe merecen alguna excusa. Actos de
ingratitud por tal motivo son frecuentísimos,
porque el general que valerosamente conquista un
imperio a su señor venciendo a los enemigos,
llenándose de gloria y sus soldados de riquezas,
necesariamente adquiere en el ejército, entre los
enemigos y aun entre los súbditos del príncipe
tanta fama, que su victoria no puede ser muy grata
al señor que le dio el mando.
Y como los hombres son naturalmente
ambiciosos y suspicaces y no saben contenerse en
la buena fortuna, es imposible que la suspicacia
nacida en el ánimo del príncipe, inmediatamente
después de la victoria de su general, no la aumente
éste mismo con algún acto o frase altanera o
insolente que obligue al príncipe a meditar el
modo de librarse de él, o haciéndole morir o
privándole de la fama ganada en el ejército y en el
pueblo; para lo cual procura hábilmente mostrar
que la victoria no se debe a su valor, sino a la
fortuna o a la cobardía de los enemigos, o a la
40. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 39 -
prudencia de los generales que le acompañaban en
la belicosa empresa.
Tan naturales son estas suspicacias en los
príncipes, que no pueden evitarlas ni tampoco ser
agradecidos a los que vencedores bajo su bandera,
hacen para ellos grandes conquistas. No es
milagroso ni digno de grande admiración que sea
imposible a un pueblo librarse de él ni puede
evitar un príncipe. Los pueblos libres tienen dos
pasiones: la de engrandecerse y la de conservar su
libertad; ambas les hacen cometer faltas.
(Discursos, 1, XXVIII)
Aquí describe Maquiavelo el mecanismo mental
de cómo se crea la ingratitud, basándose según él en la
ambición y en la suspicacia del poderoso hacia el que
medra. Decía Luis XIV de Francia que cada vez que
otorgaba un puesto vacante conseguía cien descontentos
y un desagradecido.
NUNCA DEL TODO BUENOS O MALOS
Los hombres no saben ser o completamente
criminales o perfectamente buenos, y que, cuando
un crimen exige grandeza de alma o lleva consigo
alguna magnanimidad, no se atreven a cometerlo.
(Discursos, 1, XXVII)
Hasta para ser un criminal hay que tener la
grandeza de ánimo de serlo hasta el final, lo que de
41. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 40 -
forma paradójica no deja de tener cierta virtud. Muchos
malvados que han recorrido toda su oscura senda hasta
el final tienen más agallas que los tibios que no se
atreven a nada, ni bueno ni malo. Aun al diablo, con ser
el mismísimo Mal, hay que reconocerle que le echó valor
al enfrentarse al Altísimo.
NI INSULTAR NI INJURIAR
Creo que una de las mejores reglas de
prudencia que puedan usar los hombres es la de
abstenerse de injurias y amenazas de palabra,
porque ninguna de ambas cosas quita fuerza al
enemigo. En cambio aquéllas engendran contra ti
odio, y éstas le obligan a ser más cauto y a emplear
mayor industria en tu ofensa. (Discursos, 2, XXVI)
Si de verdad quieres atacar al tu enemigo, pasa
directamente a la acción saltándote las palabras. Si le
inyectas odio, lo fortaleces, y eso no te conviene.
VENGANZA
A ningún hombre se le debe menospreciar
hasta el punto de creer que, por injuriado que sea,
no pensará en vengarse a costa de los mayores
peligros, aun el de perder la vida. (Discursos, 2,
XXVIII)
42. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 41 -
Muchas personas, en apariencia insignificantes,
han destruido en venganza a personas poderosas que les
injuriaron al menospreciarles. El Sah de Corasmia 1
atacó una caravana de mongoles de Gengis Khan. Éste
envió embajadores para solicitar explicaciones al Sah,
pero fueron torturados y ejecutados. Tras tamaña
injuria, y haber menospreciado al mongol, las hordas del
Khan acabaron con este reino y su Sah en una veloz
campaña.
A los hombres se les ha de mimar o aplastar,
pues se vengan de las ofensas ligeras ya que de las
graves no pueden: la afrenta que se hace a un
hombre debe ser, por tanto, tal que no haya
ocasión de temer su venganza. (El Príncipe, III)
Si de verdad vas a afrentar a alguien, debes
aplastarlo; de lo contrario, abstente. Como es muy difícil
aplastar totalmente a las personas, es mejor mimarlas y
desistir de destruirlas, salvo que seas Gengis Khan.
ACALLAR LA ENVIDIA
Mátase la envidia de dos modos: es uno que
algún gran peligro haga temer a cada cual por su
vida, en cuyo caso prescinden todos de la propia
ambición y acuden voluntariamente a obedecer al
que juzgan que por su valor puede salvarles. El
1 Actual Irán
43. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 42 -
otro modo de extinguir la envidia consiste en que,
natural o violentamente, mueran los que son tus
émulos en la aspiración a la fama o a la grandeza, y
que, al verte más reputado que ellos, no pueden
vivir tranquilos ni sufrirlo con paciencia. Y si son
hombres habituados a vivir en una ciudad de
costumbres viciosas, donde la educación no pueda
infundirles alguna virtud, será imposible que
suceso alguno contenga sus malas inclinaciones; al
contrario por realizar sus propósitos y satisfacer
sus perversos instintos, verían satisfechos la ruina
de su patria. El único remedio para vencer esta
envidia es la muerte del que la alimenta.
Si la fortuna es tan propicia al hombre
meritorio que, por fallecimiento natural de sus
émulos, le libra de las asechanzas de la envidia,
llega a ser famoso, pudiendo ejercitar sus virtudes
sin obstáculos ni violencia; pero si no tiene esta
suerte, debe pensar en la manera de librarse de
envidiosos, y antes de intentar ninguna empresa,
tener vencida esta dificultad. (Discursos, 3, XXX)
La envidia es un vicio que nunca descansa.
Siempre tendrás envidiosos pues es inevitable, todos los
tenemos. La solución es ascender poco a poco, de forma
que todos se vayan acostumbrando a ello. Aun así,
siempre quedará alguno acechando en la sombra.
Deberás pensar cómo deshacerte de ellos, pues por su
parte, nunca cesarán de maquinar tu ruina y tu
desgracia.
44. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 43 -
GOBIERNO
FORMAS DE GOBERNAR
Que nunca crea un Estado que va a poder
tomar opciones seguras; ha de pensar por el
contrario que todas las que habrá de tomar serán
dudosas, porque el orden de las cosas trae siempre
consigo que apenas se trata de evitar un
inconveniente cuando ya se ha presentado otro.
Ahora bien, la prudencia consiste en saber conocer
la naturaleza de los inconvenientes y adoptar el
menos malo por bueno. Un príncipe debe mostrar
también su aprecio por el talento y honrar a los
que sobresalen en alguna disciplina. Además, debe
procurar a sus ciudadanos la posibilidad de ejercer
tranquilamente sus profesiones, ya sea el comercio,
la agricultura o cualquier otra actividad, sin que
nadie tema incrementar sus posesiones por miedo
a que le sean arrebatadas o abrir un negocio por
miedo a los impuestos. Antes bien, debe incluso
tener dispuestas recompensas para el que quiera
hacer estas cosas y para todo aquel que piense por
el procedimiento que sea engrandecer su ciudad o
su Estado. Además de todo esto, debe entretener al
pueblo en las épocas convenientes del año con
fiestas y espectáculos. Y puesto que toda ciudad
está dividida en corporaciones o en barrios, debe
45. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 44 -
prestarles su atención y reunirse con ellas de vez
en cuando, dando ejemplos de humanidad y
liberalidad, pero conservando siempre intacta la
magnificencia de su dignidad, porque esto no
puede faltar nunca en cosa alguna. (El Príncipe,
XXI)
Toda una lección condensada de gobierno. A
resaltar su idea sobre la incertidumbre a la hora de
decidir, pues ninguna decisión será nunca enteramente
satisfactoria. Los que han ejercido el liderazgo saben que
una decisión buena a tiempo ya es suficiente, siendo
mejor que una solución perfecta a destiempo.
ESTUDIAR LA HISTORIA
El que estudia las cosas de ahora y las
antiguas, conoce fácilmente que en todas las
ciudades y en todos los pueblos han existido y
existen los mismos deseos y las mismas pasiones;
de suerte que, examinando con atención los
sucesos de la antigüedad, cualquier gobierno
republicano prevé lo que ha de ocurrir, puede
aplicar los mismos remedios que usaron los
antiguos, y, de no estar en uso, imaginarlos
nuevos, por la semejanza de los acontecimientos.
Pero estos estudios se descuidan; sus
consecuencias no las suelen sacar los lectores, y si
las sacan, las desconocen los gobernantes, por lo
cual en todos los tiempos ocurren los mismos
disturbios. (Discursos, 1, XXXIX)
46. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 45 -
Cualquier situación ya se ha producido de forma
similar en el pasado. Es recomendable estudiar la
historia para extraer conclusiones y aprovechar las
soluciones que otros grandes hombres adoptaron en el
pasado.
CÍRCULO DE FORMAS DE GOBIERNO
Cuando se conoció la diferencia entre lo
bueno y honrado, y lo malo y vicioso, viendo que
cuando uno dañaba a su bienhechor, producíanse
en los hombres dos sentimientos, el odio y la
compasión, censurando al ingrato y honrando al
bueno.1 Como estas ofensas podían repetirse, a fin
de evitar dicho mal, acudieron a hacer leyes y
ordenar castigos para quienes las infringieran,
naciendo el conocimiento de la justicia, y con él
que en la elección de jefe no se escogiera ya al más
fuerte, sino al más justo y sensato.
Cuando después la monarquía de electiva se
convirtió en hereditaria, inmediatamente
comenzaron los herederos a degenerar de sus
antepasados, y prescindiendo de las obras
virtuosas, creían que los príncipes sólo estaban
obligados a superar a los demás en lujo, lascivia y
toda clase de placeres. Comenzó, pues, el odio
1 Decía Lao Tse que “cuando se reconoce la Bondad en
el Mundo se aprende lo que es la Maldad.”
47. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 46 -
contra los monarcas, empezaron éstos a temerlo, y
pasando pronto del temor a la ofensa, surgió la
tiranía.
Ésta dio origen a los desórdenes,
conspiraciones y atentados contra los soberanos,
tramados, no por los humildes y débiles, sino por
los que sobrepujaban a los demás en riquezas,
generosidad, nobleza y ánimo valeroso, que no
podían sufrir la desarreglada vida de los
monarcas.
La multitud, alentada por la autoridad de los
poderosos, se armaba contra el tirano, y muerto
éste, obedecía a aquéllos como a sus libertadores.
Aborreciendo los jefes de la sublevación el nombre
de rey o la autoridad suprema de una sola
persona, constituían por sí mismos un gobierno, y
al principio, por tener vivo el recuerdo de la
pasada tiranía, ateníanse a las leyes por ellos
establecidas, posponiendo su utilidad personal al
bien común, y administrando con suma diligencia
y rectitud los asuntos públicos y privados.
Cuando la gobernación llegó a manos de sus
descendientes, que ni habían conocido las
variaciones de la fortuna ni experimentado los
males de la tiranía, no satisfaciéndoles la igualdad
civil se entregaron a la avaricia, a la ambición, a los
atentados contra el honor de las mujeres,
convirtiendo el gobierno aristocrático en
oligarquía, sin respeto alguno a la dignidad ajena.
48. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 47 -
Esta nueva tiranía tuvo al poco tiempo la
misma suerte que la monárquica, porque el
pueblo, disgustado de tal gobierno, se hizo
instrumento de los que de algún modo intentaban
derribar a los gobernantes, y pronto hubo quien se
valió de esta ayuda para acabar con ellos.
Pero fresca aún la memoria de la tiranía
monárquica y de las ofensas recibidas de la tiranía
oligárquica, derribada ésta, no quisieron
restablecer aquélla, y organizaron el régimen
popular o democrático para que la autoridad
suprema no estuviera en manos de un príncipe o
de unos cuantos nobles.
Como a todo régimen nuevo se le presta al
principio obediencia, duró algún tiempo el
democrático, pero no mucho, sobre todo cuando
desapareció la generación que lo había instituido,
porque inmediatamente se llegó a la licencia y a la
anarquía, desapareciendo todo respeto lo mismo
entre autoridades que entre ciudadanos, viviendo
cada cual como le acomodaba y causándose mil
injurias; de suerte que, obligados por la necesidad,
o por el deseo de terminar tanto desorden,
volvióse de nuevo a la monarquía, y de ésta, de
grado en grado y por las causas ya dichas, se llegó
otra vez a la anarquía.
Tal es el círculo en que giran todas las
naciones, ya sean gobernadas, ya se gobiernen por
sí. (Discursos, 1, II)
49. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 48 -
Del máximo desorden al máximo orden. Parece
ser que se cumple, como en la Revolución Francesa en
1.798 o en la soviética en 1.917. Se derrocó a un Rey,
sobrevino la anarquía, luego el Terror jacobino y al fin
apareció Napoleón. En Rusia, cayeron los zares y
apareció la tiranía de Lenin y Stalin. En Irán, cayó el
Sah y apareció la dictadura del clero.
Como en todo, siempre hay excepciones.
FORMAR GOBIERNO
No es asunto de poca importancia para un
príncipe la elección de sus ministros. Estos son
buenos o malos según la prudencia del príncipe
mismo; de ahí que el primer juicio que nos
formamos sobre la inteligencia de un señor sea a
partir del examen de los hombres que tiene a su
alrededor: cuando son competentes y fieles se le
puede tener siempre por sabio, puesto que ha
sabido reconocer su competencia y mantenérselos
fieles. Pero cuando son de otra manera hay
siempre motivo para formar un mal juicio de él,
puesto que su primer error ha sido precisamente
elegirlos. Siempre que alguien tiene talento para
discernir lo bueno o lo malo de las cosas que otro
hace y dice, aunque por sí mismo carezca de la
capacidad inventiva para llegar a ellas, identifica
las acciones buenas y malas de su ministro, alaba
las primeras y corrige las segundas. De esta forma
el ministro no puede esperar engañarlo y, en
50. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 49 -
consecuencia, se esfuerza por seguir siendo buen
servidor.
Pero a propósito de cómo sea posible a un
príncipe conocer al ministro, hay un
procedimiento que no falla nunca: si tú ves que
piensa más en sí mismo que en ti y que en todas
sus acciones anda buscando su propia utilidad, tal
persona jamás será buen ministro, jamás te podrás
fiar de él, porque aquel a quien se ha confiado el
gobierno no debe pensar nunca en sí mismo, sino
siempre en el príncipe y no recordarle jamás sino
aquellos asuntos que conciernen realmente a su
principado. Pero, por otra parte, el príncipe, para
conservar fiel a su ministro, debe pensar en él
recompensándole con honores, haciéndole rico,
vinculándolo a su persona y haciéndole partícipe
de honores y responsabilidades. De esta manera el
ministro ve que no puede mantenerse al margen
del príncipe, los abundantes honores le llevan a no
desear más honores ni las abundantes riquezas
más riquezas, mientras las abundantes
responsabilidades le hacen temer posibles cambios.
Por tanto, cuando los ministros y el
comportamiento de los príncipes hacia ellos se
presentan de esta forma, pueden tener confianza el
uno en el otro; cuando sucede de otra manera, el
final es siempre desastroso para el uno o para el
otro. (El Príncipe, XXII)
Es fundamental elegir con cuidado a tus personas
de confianza. Deben ser observados y probados. Decía
51. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 50 -
Sun Bin: “Hay seis formas de escoger a las personas
para ejercer el mando: enriquecerlos y observar si se
refrenan de la mala conducta para probar su
humanidad. Ennoblecerlos y ver si se contienen de la
altanería, para probar su sentido de justicia. Darles
responsabilidades para ver si se contienen del
comportamiento despótico, para probar su lealtad.
Tentarlos para probar su confianza. Ponerlos en peligro
y ver si no se asustan, para probar su valor. Abrumarlos
y ver si permanecen incansables, para probar como
abordan estratégicamente los problemas.”
GOBERNAR CON INDULGENCIA O SEVERIDAD
Es necesario a un príncipe, si se quiere
mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a
usar o no usar de esta capacidad en función de la
necesidad. (El Príncipe, XV)
Si estamos a cargo de muchas personas, no
siempre se puede ser magnánimo y las circunstancias
nos aconsejarán si de forma excepcional debemos
abandonar momentáneamente la bondad y aplicar lo
contrario.
Distinguiré si tienes que dirigir hombres que
de ordinario sean compañeros tuyos u hombres
que son siempre súbditos. En el primer caso no se
puede usar el rigor y la severidad. Muchas veces se
vio obtener mejor fruto a los generales romanos
que se hacían amar de los ejércitos manejándolos
52. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 51 -
bondadosamente, que a los que se hacían temer
por modo extraordinario. Pero los que mandan a
súbditos, para que no lleguen a insolentarse y a
menospreciar una autoridad excesivamente
bondadosa, deben preferir muchas veces el rigor a
la clemencia, si bien la severidad debe ser
moderada para que no inspire odio contra quien la
emplea, pues a ningún príncipe conviene hacerse
odiar.
El modo de evitarlo es respetar los bienes de
los súbditos. Ningún príncipe hace derramar
sangre por gusto, sino por necesidad a no excitarle
la rapiña, y la necesidad ocurre raras veces; pero
buscará y encontrará pretextos para derramarla si
codicia los bienes, según ampliamente
demostramos en otro lugar. (Discursos, 3, XIX)
Es mucho mejor hacerse amar que temer. Lo que
Maquiavelo tiene muy claro es que nunca nos debemos
hacer odiar y menos despreciar. Nada más rápido para
conseguir el desprecio y el odio que adueñarse de bienes
ajenos abusando de nuestro poder.
Mal uso o al buen uso de la crueldad (si del
mal es lícito decir bien) son los que se hacen de
una sola vez y de golpe, por la necesidad de
asegurarse, y luego ya no se insiste mas en ellas,
sino que se convierten en lo más útiles posible para
los súbditos. Mal usadas son aquellas que, pocas
en principio, van aumentando sin embargo con el
curso del tiempo en vez de disminuir. Quienes
53. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 52 -
observan el primer modo pueden encontrar algún
apoyo a su situación con la ayuda de Dios y de los
hombres, los demás es imposible que se
mantengan. (El Príncipe, VIII)
Si te encuentras en una situación en la que debes
imponer correctivos, es mejor aplicarlos de golpe y
eligiendo cuidadosamente las personas que lo van a
sufrir, que no acabar nunca de atajar la situación
usando tibias reprensiones que ni imponen disciplina ni
arreglan nada.
PREVENIR TODO
El que en un principado no detecta los males
cuando nacen, no es verdaderamente prudente.
Pero tal cualidad solamente es concedida a pocos.
(El Príncipe, XIII)
Un incendio se apaga con un vaso de agua…
cuando empieza.
Un príncipe sabio debe observar ésta regla:
jamás permanecerá ocioso en tiempo de paz, sino
que se preparará para poderse valer por sí mismo
en la adversidad, de forma que cuando cambie la
fortuna lo encuentre en condiciones de hacerle
frente. (El Príncipe, XIV)
Jamás será, pues, perfecta la organización de
una república sí sus leyes no proveen a todo,
54. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 53 -
fijando el remedio para cualquier peligro y el
modo de aplicarlo. (Discursos, 1, XXXIV)
Al igual que José aconsejó al faraón acumular
grano en tiempos de bonanza para cuando hubiera
escasez, hay que concebir planes y realizar acciones con
vistas a situaciones desfavorables antes de que ocurran.
Los príncipes sabios deben hacer, los cuales
no solamente han de preocuparse de los problemas
presentes, sino también de los futuros, tratando de
superarlos con todos los recursos de su habilidad;
previstos con antelación, se les puede encontrar
fácil remedio, pero si se espera a tenerlos encima,
la medicina nunca está a tiempo al haberse
convertido la enfermedad en incurable. Ocurre
aquí lo que dicen los médicos de la tisis: en un
principio es fácil de curar y difícil de reconocer,
pero con el curso del tiempo, si no se la ha
identificado en los comienzos ni aplicado la
medicina conveniente, pasa a ser fácil de reconocer
y difícil de curar. (El Príncipe, III)
Detectar los males a su inicio nos exige una gran
sagacidad, para ello debemos estar entrenados. Cuando
se presentan a la vista de todo el mundo, su solución es
mucho más difícil. Hay que buscar pequeños incendios y
apagarlos con vasos de agua pues si alguno crece, será
difícil extinguirlo.
Un príncipe debe, sobre todo, proceder con
sus súbditos de forma que ninguna eventualidad,
favorable o desfavorable, le obligue a cambiar su
55. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 54 -
conducta, puesto que -cuando con los tiempos
adversos llega la necesidad- ya no estás en
condiciones de hacer el mal, mientras que el bien
que haces ya no te sirve de nada porque todos lo
estiman forzado y no te proporciona ninguna clase
de agradecimiento. (El Príncipe, VIII)
Aquí Maquiavelo nos habla de integridad y
coherencia. Si solicitamos apoyos cuando la situación se
vuelve enrevesada y nos volvemos muy generosos sin
haberlo sido antes, se nos ve la intención y nada
conseguimos.
ADULADORES
No quiero dejar sin tratar un punto
importante y un error que difícilmente evitan los
príncipes excepto si son extremadamente
prudentes o han efectuado una buena elección. Se
trata de los aduladores que proliferan en las cortes,
pues los hombres se complacen tanto en lo que les
es propio y se engañan hasta tal punto en ello que
difícilmente se defienden de esta peste y en el caso
de que se quiera hacerlo se corre el peligro de
hacerse odioso. La razón de esto es que no hay otro
medio de defenderse de las adulaciones que hacer
comprender a los hombres que no te ofenden si te
dicen la verdad; pero cuando todo el mundo
puede decírtela te falta el respeto. Por tanto, un
príncipe prudente debe procurarse un tercer
procedimiento, eligiendo en su Estado hombres
56. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 55 -
sensatos y otorgando solamente a ellos la libertad
de decirle la verdad, y únicamente en aquellas
cosas de las que les pregunta y no de ninguna otra.
Sin embargo, debe preguntarles de cualquier cosa
y escuchar sus opiniones, pero después decidir por
sí mismo y a su manera. Ante estos consejos y ante
cada uno de sus consejeros, debe actuar de manera
que cada uno sepa que tanto más aceptado será
cuanto más libremente se hable, pero fuera de ellos
no ha de querer escuchar a nadie, ha de proceder
directamente a la ejecución de la decisión
adoptada y mantener su decisión con energía. El
que actúa de otra manera o bien se pierde por
culpa de los aduladores o bien cambia
constantemente de determinación por las
diferencias de pareceres, lo cual le acarrea una baja
estimación entre sus súbditos. (El Príncipe, XXIII)
Hay que conseguir un equipo de consejeros que
sólo te asesoren cuando y en lo que tú les digas.
Recuerda que la decisión es tuya, y que una vez tomada
ya no debes permitir opiniones ni consejos, sólo exigir
su cumplimiento. Tampoco tú tienes que vacilar en tu
determinación.
VIRTUDES DEL PRÍNCIPE
Todo el mundo reconocerá que sería algo
digno de los mayores elogios el que un príncipe
estuviera en posesión, de entre los rasgos
enumerados, de aquellos que son tenidos por
buenos. Pero, puesto que no se pueden tener ni
57. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 56 -
observar enteramente ya que las condiciones
humanas no lo permiten, le es necesario ser tan
prudente que sepa evitar el ser tachado de aquellos
vicios que le arrebatarían el Estado y mantenerse a
salvo de los que no se lo quitarían, si le es posible;
pero si no le es, puede incurrir en ellos con menos
miramientos. Y todavía más: que no se preocupe
de caer en la fama de aquellos vicios sin los cuales
difícilmente podrá salvar su Estado, porque si se
considera todo como es debido se encontrará
alguna cosa que parecerá virtud, pero si se la sigue
traería consigo su ruina, y alguna otra que
parecerá vicio y si se la sigue garantiza la
seguridad y el bienestar suyo. (El Príncipe, XV)
Si estamos en una posición de poder y nos
dejamos llevar por la costumbre de actuar según las
virtudes del momento podremos perder todo. Es mejor
actuar de forma implacable según las leyes inmutables
del poder e intentando guardar las apariencias de
virtud. Sólo así conservaremos lo adquirido sin perder la
reputación de virtuosos.
Un príncipe, -dado que no puede recurrir a
esta virtud de la liberalidad sin perjuicio suyo
cuando se hace manifiesta- debe, si es prudente, no
preocuparse de ser tachado de tacaño, porque con
el tiempo siempre será considerado más liberal al
ver sus súbditos que gracias a su parsimonia sus
rentas le bastan, puede defenderse de quien le hace
la guerra, puede acometer empresas sin gravar a
sus pueblos. De esta forma, al final, viene a ser
58. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 57 -
liberal con todos aquellos a quienes no quita nada
–que son muchísimos- y tacaño con todos aquellos
a quienes no da, que son pocos. En nuestra propia
época hemos visto que solamente han hecho
grandes cosas quienes han llevado fama de
tacaños; los demás se han gastado. un príncipe
debe conceder poca importancia a que lo tachen de
tacaño si con ello no se ve obligado a despojar a
sus súbditos, puede defenderse, no se ve reducido
a la pobreza y al desprecio y no se ve forzado a
convertirse en rapaz. Porque este es uno de
aquellos vicios que lo hacen reinar. (El Príncipe,
XVI)
Con aquello que no es tuyo ni de tus
súbditos se puede ser considerablemente más
generoso, porque el gastar lo de otros no te quita
consideración, antes te la aumenta. (El Príncipe,
XVI)
No hay que endeudarse para evitar la fama de
tacaño, siempre es mejor ahorrar y ser austero que
liberal en gastos y dirigirse presto a la ruina. Si has de
gastar más de lo que tienes, que sea a costa de otros.
Debe el Príncipe ser ponderado en sus
reflexiones y en sus movimientos, sin crearse
temores imaginarios y actuando mesuradamente,
con prudencia y humanidad, para que la excesiva
confianza no lo haga incauto ni la excesiva
desconfianza lo vuelva intolerable. (El Príncipe,
XVI)
59. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 58 -
Prudencia y llegar al punto medio entre confianza
y desconfianza, ahí la sabiduría a la hora de decidir.
SIMULAR Y DISIMULAR
No es, por tanto, necesario a un príncipe
poseer todas las cualidades, pero es muy necesario
que parezca tenerlas. E incluso me atreverá a decir
que si se las tiene y se las observa siempre son
perjudiciales, pero si aparenta tenerlas son útiles;
por ejemplo: parecer clemente, leal, humano,
íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo
predispuesto de tal manera que si es necesario no
serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad
contraria. Y se ha de tener en cuenta que un
príncipe no puede observar todas aquellas cosas
por las cuales los hombres son tenidos por buenos,
pues a menudo se ve obligado, para conservar su
Estado, a actuar contra la fe, contra la caridad,
contra la humanidad, contra la religión. Por eso
necesita tener un ánimo dispuesto a moverse
según le exigen los vientos y las variaciones de la
fortuna y a no alejarse del bien, si puede, pero a
saber entrar en el mal si se ve obligado. Debe, por
tanto, un príncipe tener gran cuidado de que no le
salga jamás de la boca cosa alguna que no esté
llena de las cinco cualidades que acabamos de
señalar y ha de parecer, al que lo mira y escucha,
todo clemencia, todo fe, todo integridad, todo
religión. Y no hay cosa más necesaria de aparentar
60. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 59 -
que se tiene que esta última cualidad, pues los
hombres en general juzgan más por los ojos que
por las manos ya que a todos es dado ver, pero
palpar a pocos: cada uno ve lo que parece, pero
pocos palpan lo que eres y estos pocos no se
atreven a enfrentarse a la opinión de muchos, que
tienen además la autoridad del Estado para
defenderlos. Además, en las acciones de todos los
hombres y especialmente de los príncipes, donde
no hay tribunal al que recurrir, se atiende al fin.
Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar su
Estado, y los medios siempre serán juzgados
honrosos y ensalzados por todos, pues el vulgo se
deja seducir por las apariencias y por el resultado
final de las cosas, y en el mundo no hay más que
vulgo. (El Príncipe, XVIII)
El ocupar un puesto de poder trae consigo que no
se puedan aplicar las cualidades que se consideran
humanas, ya que el seguirlas hasta el final puede
ocasionar la ruina nuestra y de los que de nosotros
dependen. Siempre que se pueda se debe ser virtuoso,
pero si es necesario, abandonar sin dudar este estado y
actuar al contrario guardando las apariencias ya que la
gente sólo se queda en la primera impresión.
APOYARSE EN SOSPECHOSOS
Los príncipes, y sobre todo los que son
nuevos, encuentran más lealtad y mayor utilidad
en aquellos hombres que al comienzo de su
61. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 60 -
principado eran considerados sospechosos que en
aquellos otros en los que al principio se confiaba.
Pero sobre este punto no es posible hablar de una
manera general porque varía según la situación.
Solamente diré lo siguiente: el príncipe se podrá
ganar siempre con grandísima facilidad a aquellos
hombres que al comienzo de su principado le eran
enemigos y que necesitan de un apoyo para
mantenerse. Estas personas están más obligadas a
servirle por cuanto que saben que les es más
necesario borrar con sus actos la mala opinión que
el príncipe tenía de ellos. De esta forma el príncipe
saca de ellos siempre mayor utilidad que de
aquellos otros que por servirle con demasiada
seguridad descuidan sus asuntos. […] Resulta
mucho más fácil ganarse como amigos a aquellos
que resultaban beneficiados de la situación
anterior y por tanto eran sus enemigos que a
aquellos otros que por su descontento se hicieron
amigos suyos y le ayudaron a ocupar el Estado. (El
Príncipe, XX)
Es todo un arte servirse de antiguos enemigos,
que pensando que los ibas a destruir les promocionas a
cargos de confianza. Te deben todo, se esfuerzan más
que otros y te serán los más fieles. Julio César era un
maestro de este arte de la clemencia interesada. No
obstante, asegúrate de que si intentan traicionarte
puedes destruirlos fácilmente.
62. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 61 -
SOBRE EL PUEBLO Y LOS SÚBDITOS
PODEROSOS
OÍR AL PUEBLO
En cada ciudad debe haber manera de que el
pueblo manifieste sus aspiraciones, y
especialmente en aquellas donde para las cosas
importantes se valen de él. Las aspiraciones de los
pueblos libres rara vez son nocivas a la libertad,
porque nacen de la opresión o de la sospecha de
ser oprimido y cuando este temor carece de
fundamento hay el recurso de las asambleas,
donde algún hombre honrado muestra en un
discurso el error de la opinión popular. Los
pueblos, dice Cicerón, aunque ignoran tus
mentiras son capaces de comprender la verdad, y
fácilmente ceden cuando la demuestra un hombre
digno de fe. (Discursos, 1, IV)
Nada contribuye más a la estabilidad y
firmeza de una república como el organizaría de
suerte que las opiniones que agitan los ánimos
tengan vías legales de manifestación. Cuan útiles y
aun necesarios son a las repúblicas los medios
legales de manifestación de la animosidad de la
multitud contra cualquier ciudadano, porque si no
existen estos recursos legítimos, se acude a los
extralegales, los cuales ocasionan, sin duda, peores
resultados que aquéllos, y si un ciudadano es
63. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 62 -
oprimido, aunque lo sea injustamente, pero dentro
de la legalidad, escaso o ningún desorden
acontece, pues la opresión no es producto de
violencia privada ni de fuerza extranjera que son
las que acaban con la libertad, sino del
cumplimiento de las leves, realizado por una
autoridad legítima que tiene sus límites propios y
que no alcanza a cosa que pueda destruir la
república. (Discursos, 1, VII)
Al pueblo se le deben dar cauces para expresar su
opinión de forma ordenada. De paso, “tomas su
temperatura” y si no eres orgulloso, hasta puedes
extraer lecciones. Cuando no des salida a sus opiniones,
se manifestarán de forma tan explosiva como la cólera de
un niño.
PROCURAR LA AMISTAD DEL PUEBLO
Juzgo, en verdad, infelices a los príncipes
cuando para mantener su autoridad y luchar con la
mayoría de sus súbditos necesitan apelar a vías
extraordinarias; porque quien tiene pocos
enemigos, fácilmente y sin gran escándalo se
defiende de ellos; pero cuando la enemistad es de
todo un pueblo, seguro vive mal, y cuanta mayor
crueldad emplea, tanto más débil es su reinado. El
mejor remedio en tal caso es procurarse la amistad
del pueblo. Cuando un príncipe quiere ganarse la
voluntad de un pueblo que le sea enemigo (y me
refiero a los príncipes que llegaron a ser tiranos de
64. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 63 -
su patria), debe estudiar primero lo que el pueblo
desea, y sabrá que siempre quiere dos cosas:
vengarse de los que han causado su servidumbre,
y recobrar su libertad. El primero de estos deseos
puede satisfacerlo el príncipe por completo; el
segundo en parte. Respecto a la aspiración popular
de recobrar la libertad, aspiración que el príncipe
no puede satisfacer, si se examinan las causas y
motivos por los que los pueblos desean ser libres,
se verá que un corto número de ciudadanos
quieren libertad para mandar, y todos los demás,
que son infinitos, para vivir seguros. En todas las
repúblicas hay, en efecto, cualquiera que sea su
organización, cuarenta o cincuenta ciudadanos que
aspiran a mandar, y, por ser tan pequeño el
número, fácil cosa es asegurarse contra sus
pretensiones: o deshaciéndose de ellos, o
repartiéndoles los cargos y honores que, conforme
a su posición, puedan satisfacerles. A los que sólo
desean vivir seguros, se les contenta también
fácilmente, estableciendo buenas instituciones y
leyes que garanticen sus derechos y la seguridad
de ejercerlos. Cuando un príncipe haga esto y el
pueblo vea que por ningún accidente son
quebrantadas las leyes, vivirá al poco tiempo
seguro y contento. (Discursos, 1, XVI)
Nadie debe, fiando en este ejemplo, esperar
hasta la llegada del peligro, para ganarse la
voluntad del pueblo. Si entonces tuvo buen éxito,
no lo tendrá siempre; porque el pueblo puede creer
65. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 64 -
que tales beneficios no los deben a ti, sino a tus
adversarios, y temeroso de que, pasado el peligro,
le quites lo que por fuerza le has dado, no te
quedará agradecido. (Discursos, 1, XXXII)
Un príncipe prudente debe pensar en un
procedimiento por el cual sus ciudadanos tengan
necesidad del Estado y de él siempre y ante
cualquier tipo de circunstancias; entonces siempre
le permanecerán fieles. (El Príncipe, IX)
Un líder inteligente debe ganarse la confianza del
pueblo cuando las circunstancias son favorables, ya que
si lo intenta cuando todo empieza a ir mal, le darán la
espalda. Muchas dictaduras empiezan su declive
cuando, a regañadientes, conceden algunas libertades
debido a la presión popular. El pueblo lo percibe
correctamente como debilidad y entonces el fin del
tirano está próximo.
Hay que estudiar lo que de verdad desea el pueblo
e intentar concedérselo. Generalmente, suele ser
seguridad y un razonable grado de libertad. Esto se
consigue promulgando leyes justas y asegurando que se
cumplen. De todas formas, hay que buscar otras formas
de crear dependencia hacía el líder, a ser posible, de
forma discreta pero segura.
ENGAÑAR AL PUEBLO
Los hombres, en conjunto, pueden engañarse
en los asuntos generales, pero no en los
66. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 65 -
particulares. Cuando el pueblo se equivoca
juzgando en conjunto, se le puede abrir los ojos
buscando el modo de que descienda a los detalles.
Puede deducirse también, en mi opinión, que
ningún hombre prudente debe rehuir el juicio
popular en las cosas particulares, como la
distribución de empleos y dignidades. Es lo único
en que no se engaña, o se engaña mucho menos,
que un corto número de personas encargadas de
hacer tales distribuciones. (Discursos, 1, XLVII)
Es extraño que las personas se equivoquen en
temas particulares y habituales que entienden y
manejan a diario. Sin embargo, no se puede decir lo
mismo de asuntos más generales que atañen a la
comunidad.
Quien quiera que una magistratura no se dé
a un hombre vil o perverso, hágala pedir por uno
más vil o más perverso, o por uno excelente y
nobilísimo. Cuando el senado temía que el cargo
de tribuno con potestad consular se diera a un
plebeyo, apelaba a uno de estos dos recursos: o lo
hacía pedir a los hombres de mejor fama de Roma,
o por medios ocultos corrompía a algún plebeyo
sórdido y despreciable, el cual, mezclándose entre
los plebeyos de mejores condiciones que de
ordinario, solicitaba el cargo, lo pedía para él. En
este último caso la plebe se avergonzaba de darlo,
en aquél de negarlo. Esto viene a probar también lo
dicho anteriormente de que, si el pueblo se engaña
67. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 66 -
respecto de las cosas en general, no se equivoca en
lo que a los individuos atañe. (Discursos, 1,
XLVIII)
LOS HOMBRES PASAN DE UNA AMBICIÓN A
OTRA
Procuran, como ya he dicho, los ciudadanos
ambiciosos que viven en una república, primero
que nadie pueda perjudicarles, ni los particulares
ni las autoridades, y para lograrlo buscan y
adquieren amistades por medios aparentemente
honrados, o prestando dinero o defendiendo a los
pobres contra los poderosos; y por parecer esto
virtuoso, engañan fácilmente a todo el mundo y
nadie trata de evitarlo.
Mientras tanto el ambicioso, perseverando
sin obstáculo en su propósito, consigue, por la
influencia adquirida, que los particulares le teman
y las autoridades le respeten. Cuando, por no
impedir a tiempo su engrandecimiento, goza de
extraordinario poder es imposible, sin exponerse a
gran peligro, combatirle de frente, por las razones
ya dichas al hablar de lo peligroso que es afrontar
un vicio o un mal profundamente arraigado en un
pueblo; quedando las cosas reducidas a los
siguientes términos: o procurar vencerle, con
riesgo de súbita ruina, o dejarle mandar,
resignándose a manifiesta servidumbre, si la
muerte o algún suceso no libra de ella; pues al
68. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 67 -
llegar al extremo de que ciudadanos y autoridades
teman castigar al poderoso y a sus amigos, con
muy poco esfuerzo consiguen éstos que los juicios
y sentencias respondan a sus deseos.
Las repúblicas deben tener entre sus leyes
una que impida a los ciudadanos causar daño
aparentando hacer bien, y adquirir mayor
influencia de la necesaria para favorecer y no
perjudicar a la libertad. (Discursos, 1, XLVI)
Hay que detectar al arribista cuando empieza a
trepar y de forma solapada cortar sus ambiciones. Si se
tarda en realizar estas acciones, el daño será grande y
cada vez más difícil de reparar.
CONTENER LA AMBICIÓN DE HOMBRES
INFLUYENTES
Deberás servirte especialmente de aquellos
que son competentes en alguna disciplina, a fin de
que en la prosperidad te honres en ellos y en la
adversidad en nada les tengas que temer. Pero
cuando no se te unen a propósito y por causa de su
propia ambición, es señal de que piensan más en
ellos mismos que en ti. El príncipe se deberá
guardar de ellos y temerlos como si fueran
enemigos declarados, porque en los momentos de
adversidad contribuirán siempre a su ruina. (El
Príncipe, IX)
El medio más seguro y menos ruidoso para
contener la ambición de cualquier hombre
69. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 68 -
influyente en una república es adelantársele en el
camino que conduce al poder.
No es posible en las repúblicas, sobre todo
cuando están ya viciadas las costumbres, emplear
procedimiento menos escandaloso ni más fácil
para oponerse a la ambición de algún ciudadano
que el de ocupar antes que él la vía por donde se
dirige al logro de sus deseos.
Deben, pues, los hombres, antes de tomar
una determinación, calcular bien sus
inconvenientes y peligros y no adoptarla, cuando
sea mayor la exposición que la utilidad, aunque en
favor de ella esté la opinión pública. (Discursos, 1,
LII)
Una regla general que nunca, o a lo sumo
raramente, falla: quien propicia el poder de otro,
labra su propia ruina, puesto que dicho poder lo
construye o con la astucia o con la fuerza y tanto la
una como la otra resultan sospechosas al que ha
llegado a ser poderoso. (El Príncipe, III)
El que ha llegado a ser poderoso debe vigilar
atentamente a todos aquellos que adquieren un grado
considerable de poder. El sistema más seguro es
adelantarse en el camino del poder, si compites con él; o
tratarlos como enemigos si es tú puesto el que
ambicionan, pues en cuanto seas más débil, te atacarán.
Nunca, nunca propicies el poder de otros.
70. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 69 -
EL BIEN COMÚN
No es el bien particular, sino el bien común
lo que engrandece los pueblos, y al bien común
únicamente atienden las repúblicas. En ellas sólo
se ejecuta lo encaminado al provecho público,
aunque perjudique a algunos particulares; pues
son tantos los beneficiados que imponen las
resoluciones a pesar de la oposición de los pocos a
quienes dañan. (Discursos, 2, II)
ES IMPRUDENTE E INÚTIL PASAR SIN
GRADACIÓN DE LA HUMILDAD A LA SOBERBIA,
DE LA COMPASIÓN A LA CRUELDAD
Porque quien siendo bueno durante algún
tiempo se convierte en malo por convenir a su
propósito, debe hacer la transición gradualmente,
aprovechando las ocasiones y, antes de que el
cambio prive de los antiguos amigos, conseguir
tantos nuevos para reemplazarlos, que su
autoridad no se debilite. De otra suerte,
descubiertas las intenciones y sin partidarios,
quedará perdido. (Discursos, 1, XL)
Si has de mudar de carácter y cualidades, hazlo de
suavemente, nunca de forma brusca. Así podrás cambiar
la red de contactos y amistades.
71. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 70 -
ACONSEJAR A PODEROSOS
Larga y ardua materia sería explicar los
peligros que corre el jefe de una empresa nueva
que interesa a muchos y las dificultades de
dirigirla, realizarla y mantenerla en sus efectos.
Dejándola para sitio más oportuno, hablaré
únicamente del riesgo a que se exponen los
ciudadanos que aconsejen a un príncipe una
determinación grave e importante, de suerte que
toda la responsabilidad de la misma se atribuya a
quien da el consejo; porque juzgando los hombres
las cosas por sus efectos, todo el mal que resulta
impútase al autor del consejo, como si el éxito es
bueno se le elogia; pero el premio no es ni con
mucho equivalente al daño.
Reflexionando acerca del modo de evitar esta
deslealtad o sea, este peligro, no veo otro camino
que el de proceder con moderación, no hacer
empresa alguna cuestión de amor propio y decir la
opinión y defenderla sin apasionamiento, de suerte
que si el príncipe la sigue sea por su exclusiva
voluntad y no parezca obligado por importunas
instancias.
Obrando así, no será probable que el
príncipe o el pueblo lleven a mal un consejo que no
es aceptado contra la voluntad del mayor número.
Éste resulta peligroso cuando son muchos los que
lo contradicen, y, por tanto, si da mal resultado, los
que contribuyen a la perdición del consejero.
72. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 71 -
Quien obre como digo, no adquiere la gloria que
corresponde al que solo, contra muchos, aconseja
cosa que resulta bien; pero en cambio goza de dos
ventajas: una, librarse del peligro; otra, que si
aconsejas modestamente alguna cosa y por la
oposición de tus contradictores el consejo no es
seguido, aceptándose el de otro, si de ello resulta
alguna catástrofe, tu reputación aumentará
considerablemente; y aunque la gloria adquirida a
causa de las desgracias de tu república o tu
príncipe no sea envidiable, debe tenerse, sin
embargo, en cuenta. (Discursos, 3, XXXV)
Es asunto delicado y peligroso aconsejar al
poderoso, sobre todo si tu opinión contradice la de la
mayoría. Siempre debes expresarte de forma modesta y
desapasionada por las ventajas que puedes adquirir y los
peligros que evitarás actuando así, tal y como explica
Maquiavelo.
Un príncipe, por tanto, debe aconsejarse
siempre, pero cuando él quiere y no cuando
quieren los demás; debe incluso desanimar a los
demás a aconsejarle sobre cualquier cosa si no se
les pide consejo. Sin embargo, debe estar siempre
preguntando y escuchar pacientemente la verdad
sobre todo aquello de lo que ha preguntado,
enojándose incluso si alguien por cualquier razón
no se la dice. Muchos piensan que el príncipe que
da de sí esta impresión de prudente no es tal por
su propia naturaleza, sino por los buenos consejos
de los que tiene alrededor. Tales personas se
73. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 72 -
engañan porque hay una regla general que no falla
nunca: un príncipe que por sí mismo no sea sabio
no puede recibir buenos consejos, a no ser que se
ponga enteramente en las manos de un hombre
prudentísimo que lo gobierne en todo. En este caso
podría ocurrir, pero duraría poco, ya que el que
gobierna por él le arrebataría el Estado. Pero si se
aconseja con más de uno, un príncipe que no sea
prudente no recibirá jamás consejos coherentes, ni
sabrá unificarías. Cada uno de sus consejeros
pensará en sus propios intereses y él no sabrá ni
corregirlos ni percatarse de ellos. Y no puede ser
de otra manera porque los hombres siempre te
saldrán malos a no ser que una necesidad las haga
buenos. Por eso se ha de concluir que los buenos
consejos, vengan de quien vengan, han de nacer de
la prudencia del príncipe y no la prudencia del
príncipe de los buenos consejos. (El Príncipe,
XXIII)
Para hacerte aconsejar, hazlo sólo cuando tú
quieras, pero dejando claro que el consejero puede hablar
con libertad. Aplicado a otras personas, conocerás al
personaje poderoso por los consejeros que le rodean.
ATAJAR LOS PROBLEMAS
Ni las repúblicas ni los príncipes deben
diferir los remedios a las necesidades públicas. Por
ello el que rige un estado, sea república o
monarquía, debe prever los tiempos y sucesos
74. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 73 -
contrarios que puedan sobrevenirle, y los hombres
de quienes en la adversidad pueda sobrevenirle, y
los hombres de quienes en la adversidad pueda
valerse, tratándoles desde luego cual lo haría si
necesitara de ellos en algún peligro. Los que
gobiernan de otro modo, sean príncipes o
repúblicas, y máxime si son príncipes, formándose
la ilusión de que, llegado el peligro, ganarán la
voluntad de los hombres a fuerza de beneficios, se
engañan, y lejos de aumentar su seguridad,
aceleran su perdición. (Discursos, 1, XXXII)
Se deben forjar planes para superar cualquier
contingencia que nos pueda surgir. También debemos
saber quienes nos ayudarán en tiempos adversos y
quienes nos darán la espalda. Para ello, no está de más
probar a todas las personas que nos rodean.
DECISIONES POR NECESIDAD Y NO POR
PRUDENCIA
Lo peor de las repúblicas débiles es ser
irresolutas, de tal suerte, que cuantas
determinaciones toman las adoptan por fuerza, y
cuando de ellos les resulta algún bien, débenlo a la
necesidad y no a la prudencia. Las repúblicas
irresolutas no toman ninguna determinación
buena sino por fuerza, pues su propia debilidad no
les deja determinar cuando alguna duda ocurre, y
si esta duda no la disipa alguna violencia que
75. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 74 -
aclare la verdad, permanecen siempre en la
incertidumbre. (Discursos, 1, XXXVII)
Ser indeciso nos va a obligar de todas formas a
tener que decidir cuando no nos queden buenas
alternativas. Los prudentes disipan cuanto antes la
incertidumbre pudiendo elegir más opciones.
Las repúblicas y los príncipes deben
demostrar que hacen generosamente aquello a que
la necesidad les obliga. Los hombres prudentes
saben convertir en mérito propio sus acciones, aun
las que por necesidad ejecutan. El senado romano
empleó hábilmente esta prudencia al determinar
que se pagara sueldo del tesoro público a los que
hasta entonces militaban a su costa.
Veía que de tal modo las guerras no podían
ser largas, ni por tanto sitiar plazas o enviar lejos
los ejércitos y considerando indispensable ambas
cosas, acordó dar los referidos sueldos: pero de tal
modo, que se juzgó generosidad lo que por presión
hacía, y tanto agradó al pueblo esta gracia, que
parecióle un beneficio superior a cuanto podía
pedir y debía esperar. (Discursos, 1, LI)
Hacer de la necesidad virtud, saber vender la idea
de que lo que hacemos por necesidad, lo realizamos por
voluntad y con agrado.
76. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 75 -
MIEDO A NUEVAS LEYES
Jamás la multitud se conforma con nuevas
leyes que cambien la constitución de la república,
salvo cuando es evidente la necesidad de
establecerlas; y como la necesidad no llega sino
acompañada del peligro, es cosa fácil que se
arruine la república antes de perfeccionar su
constitución. (Discursos, 1, II)
Hay que prever los cambios futuros y legislar
antes de que ocurran, así evitaremos hacerlo por peligro
y necesidad resultando la ruina.
No hay cosa más difícil de tratar, ni más
dudosa de conseguir, ni más peligrosa de
conducir, que hacerse promotor de la implantación
de nuevas instituciones. La causa de tamaña
dificultad reside en que el promotor tiene por
enemigos a todos aquellos que sacaban provecho
del viejo orden y encuentra unos defensores
tímidos en todos los que se verían beneficiados por
el nuevo. Esta timidez nace en parte del temor a los
adversarios, que tienen la ley a su lado, y en parte
también de la incredulidad de los hombres,
quienes -en realidad- nunca creen en lo nuevo
basta que adquieren una firme experiencia de ello.
De ahí nace que, siempre que los enemigos
encuentran la ocasión de atacar, lo hacen con
ánimo faccioso, mientras los demás sólo proceden
a la defensa con tibieza, de lo cual resulta un serio
77. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 76 -
peligro para el príncipe y para ellos. (El Príncipe,
VI)
Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de
nacer, situación delicada y peligrosa, ya que nadie te
defiende cuando intentas tomar medidas nuevas.
La naturaleza de los pueblos es inconstante:
resulta fácil convencerles de una cosa, pero es
difícil mantenerlos convencidos. Por eso conviene
estar preparado de manera que cuando dejen de
creer se les pueda hacer creer por la fuerza. (El
Príncipe, VI)
LAS FALTAS DE LOS PUEBLOS PROVIENEN DE
LAS DE LOS PRÍNCIPES
No se quejen los príncipes de las faltas que
cometan los pueblos gobernados por ellos:
provienen de su negligencia o de haberlas
cometido ellos antes. Quien observe cuáles pueblos
en nuestros días viven entregados al pillaje y a
otros vicios semejantes, verá que no son mejores
que ellos los que los gobiernan. Entre otros medios
reprensibles empleaban el de hacer leyes
prohibiendo cualquier cesa; eran ellos los primeros
en favorecer su inobservancia y dejaban sin castigo
a los infractores hasta que llegaban a ser en
número considerable: entonces imponían penas,
no por deseo de que las leyes se cumplieran, sino
por codicia del dinero que los culpados daban para
78. La sabiduría secreta de Maquiavelo
- 77 -
librarse de ellas. Resultaban de esto muchos males,
y sobre todo el de que los pueblos se empobrecían
sin corregirse, procurando los empobrecidos
indemnizarse a costa de los más débiles.
(Discursos, 3, XXIX)
Cualquier organización es reflejo del que la dirige,
tanto en sus virtudes como en sus defectos. Por eso el
líder debe ser ejemplo para el pueblo.
PREMIOS Y CASTIGOS
Los príncipes deben ejecutar a través de
otros las medidas que puedan acarrearle odio y
ejecutar por sí mismo aquellas que le reportan el
favor de los súbditos. Debe estimar a los nobles,
pero no hacerse odiar del pueblo. (El Príncipe, XIX)
Una de las primeras medidas que debes adoptar
si eres un líder es buscar un segundo jefe que ejecute
todas las medidas impopulares. Para ti te reservarás los
premios y recompensas.
Conquistada la Romaña y encontrándola
gobernada por señores incapaces, más dispuestos a
despojar a sus súbditos que a llamarlos al orden -
con lo cual les daban motivo de desunión y no de
unión, hasta el punto de que todo el territorio
estaba sembrado de ladrones, banderías y toda
clase de rebeldías-, determinó [César Borgia] que
era necesario darle un buen gobierno si quería