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Novena de navidad

  1. NOVENA DE NAVIDAD Con textos de san Juan Eudes
  2. Cuando el pueblo o la comunidad se unen para orar, allí está la acción del Espíritu Santo. Esta palabra se cumple ciertamente cuando hacemos sinceramente la novena de Navidad. El corazón se alegra por la acción de Dios en los profetas, en san José y, de manera especial, en la Virgen María que da a luz al Hijo de Dios, la Palabra hecha carne, hecha infante (in fans = que no habla). Es un gran misterio, es un gozo grande la realidad de Dios con nosotros. La celebración de la novena de Navidad en familia se convierte en una liturgia doméstica, celebrada por una comunidad de bautizados, de creyentes, dentro de la que se destaca un lugar especial para los niños. Los niños oran, celebran y cantan al Dios hecho niño. Presentación
  3. Presentación Es igualmente un tiempo de oración en el que se resalta la humildad de Jesús y de María, el silencio, la contemplación del misterio de la Virgen Madre y del Hijo de Dios hecho hombre, es también un tiempo de contemplar la presencia y la acción de los ángeles, cuyo oficio es el de adorar y alabar a Dios. Pedimos que el Señor bendiga a las personas y a las familias que realicen esta Novena de Navidad, compuesta con base en textos de san Juan Eudes que honra el misterio dela santa infancia de Jesús. P. Álvaro Duarte cjm.
  4. Forma de rezar la novena 1.Saludo de bienvenida. 2.Villancico (opcional). 3.Oración para todos los días. 4.Lectura bíblica tomada del día de l novena correspondiente. 5.Consideración a partir de las meditacione de San Juan Eudes. 6.Villancico (opcional) 7.Oración a la Santísima Virgen María 8.Oración a San José. 9.Gozos. 10.Oración al Niño Jesús. 11.Despedida.
  5. Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Oración para todos los dias.
  6. Oh Sapiencia suma del Dios soberano que a infantil alcance te rebajas sacro! Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto Gozos
  7. Oh, raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Oh! Adonaí potente, que a Moisés hablando de Israel al pueblo distes los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos y que un Niño débil muestre fuerte brazo! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto Gozos
  8. Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio. Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Oh, lumbre de Oriente sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos. Niño tan precioso dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
  9. Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio. Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano de la cárcel triste que labró el pecado! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Espejo sin mancha. Santo de los santos,Sin igual imagen del Dios soberano.Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de Niño da al mísero amparo. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Rey de las naciones Emmanuel preclaro de Israel anhelo, Pastor del rebaño, Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca ya el cordero manso. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
  10. Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo. Ven hermoso Niño ven Dios humanado. Luce hermosa estrella, brota flor del campo Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Ven que ya María previene sus brazos do su Niño vean en tiempo cercano Ven, que ya José con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
  11. Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste luz del desterrado Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Véante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos. Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. ¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
  12. Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya: te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. Se reza un Ave María Oración a la santísima virgen.
  13. ¡Oh Santísimo José esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén Se reza un Padre Nuestro Oración a san José
  14. Acuérdate ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto (en silencio supliquemos aDios alguna gracia que necesitemos) Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén Oración al niño Jesús
  15. Lectura biblica Lucas 2, 1-7 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Día primero
  16. Jesús, te adoro en el momento de tu Encarnación, en el primer instante de tu vida temporal y pasible. Adoro los portentos que entonces tuvieron lugar en ti. ¡Cuántas grandezas se acumularon en ti y por ti en ese dichoso instante, en relación con tu Padre, con tu Espíritu Santo, con tu sagrada humanidad y con tu santa Madre! Qué maravillosos pensamientos, afectos, amor y aplicación de tu alma santa a tu Padre, en ese instante, para adorarlo, glorificarlo y sacrificarte enteramente a su gloria y al cumplimiento de sus designios. Consideración
  17. Adoro, buen Jesús, los primeros pensamientos y actos de adoración, de oblación, de amor y de alabanza que en ese momento diste a tu Padre. Ciertamente, en ese solo instante, le diste más honor y amor que todos los ángeles y los hombres en los miles de años que antecedieron a tu encarnación y en toda la eternidad. ¡Qué alegría siento, Padre de Jesús, ¡al verte tan amado y glorificado por tu Hijo! Seas por siempre bendito, amado y adorado, Jesús, por el honor y el amor que diste a tu Padre en el feliz momento de tu encarnación. Consideración
  18. Lucas 2, 8 -14 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» Día segundo
  19. ¡Jesús!, a la luz de la fe descubro que tienes entonces grandes designios y realizas maravillas en la persona en la que se cumple ese misterio. Adoro tus primeros pensamientos y actos de amor y tus primeros frutos de gracia, de luz y de santidad que realizaste en favor de tu santa Madre en el momento de tu encarnación. Hago homenaje, también, a los primeros actos de adoración, de alabanza y de amor de tan excelsa Madre por tan excelente Hijo. Bendito seas, Jesús, Hijo de María, por las maravillas obradas en tu santa Madre, por este adorable misterio. Bendita seas, Madre de Jesús, por la gloria que en él diste a tu Hijo. Úneme, te lo ruego, al amor y al honor que le diste en ese primer instante de su vida, y hazme comulgar con el amor que le tienes y con tu celo por su gloria. Consideración
  20. Lucas 2, 15-18 Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Tercer día
  21. Jesús, en el mismo instante en que, apenas encarnado, te volviste a tu Padre, también te volviste a mí. Cuando empezaste a pensar en Él, a dirigirte a Él y a amarlo, pensaste igualmente en mí, te diste a mí y me amaste. En el mismo instante en que comenzaste tu vida, comenzaste a vivir para mí, a prepararme gracias señaladas y a formar grandes designios sobre mí. Consideración
  22. Porque, ya desde entonces, concebiste el designio de imprimir en mí una imagen del misterio de tu encarnación y te encarnaste, en cierta manera, dentro de mí, uniéndome a ti y uniéndote tú a mí corporal y espiritualmente, por tu gracia y por tus sacramentos, y de llenarme de ti mismo y de formarte en mí, para vivir y reinar en mí perfectamente. Bendito seas, Jesús, por tu bondad y tu amor. ¡Que todas tus misericordias y todas tus maravillas en favor de los hijos de los hombres te bendigan eternamente! Te pido perdón, humildemente, por haber obstaculizado tus grandes designios. No permitas que vuelva a contrariarlos. Porque, en adelante, quiero aniquilar en mí, al precio que sea, con la ayuda de tu gracia, cuanto se opone a tu voluntad. Consideración
  23. Lucas 2, 21-24 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor Cuarto día
  24. Nos ha dado a su Padre, para que sea también nuestro Padre; a su Espíritu Santo, para que sea nuestro Espíritu y nos enseñe, gobierne y guíe en todas las cosas; a su santa Madre, para que sea nuestra Madre; a sus ángeles y santos, para que nos protejan e intercedan por nosotros; las criaturas del cielo y de la tierra, para nuestro servicio. Nos ha dado, además, su propia persona en la Encarnación. Consideración
  25. Todos los instantes de su vida los empleó por nosotros; sus pensamientos, palabras y acciones y los pasos que dio estuvieron consagrados a nuestra salvación. En la Eucaristía, nos ha dado su cuerpo y su sangre, con su alma y su divinidad, con todas sus maravillas y tesoros infinitos; y esto, cada día y cuantas veces nos dispongamos a recibirlo. De ahí nuestra obligación de darnos enteramente a Él, de ofrecerle y consagrarle todas las actividades y ejercicios de nuestra vida. Consideración
  26. Lucas 1, 26-33 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» Quinto día
  27. Lucas 1, 26-33 La oración es un excelente medio para honrar el primer misterio de la vida de Jesús y la mayor maravilla que jamás haya sido realizada por Dios en el cielo y en la tierra, esto es, el misterio y la maravilla de la encarnación del Hijo de Dios en la santísima Virgen María. Porque esta incomparable maravilla y este admirable misterio, que mantiene todo el cielo en perpetuo alborozo, y que allí es adorado continuamente, debe ser también adorado sin cesar en la tierra, puesto que se realizó en la tierra y para los habitantes de la tierra. La Iglesia peregrina que está en la tierra ha de seguir e imitar a la triunfante que está en el cielo. Consideracion
  28. Lucas 1, 34-38 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue. Sexto dia
  29. Este misterio de la encarnación es adorado de varias maneras, pero de manera especial con las tres Avemarías, con el Rosario, que está compuesto de varias avemarías, cada vez que celebramos y honramos la memoria de este misterio inefable, que ha sido anunciado y realizado en la santa Virgen por medio de esta salutación divina. La dijo el Arcángel San Gabriel cuando la saludó de parte de Dios, y le anunció la venida y la Encarnación del Hijo de Dios en ella, y su realidad de altísima dignidad de Madre de Dios. Consideración
  30. Por esta razón, jamás se dirá suficientes veces el Avemaría, porque no se puede celebrar suficientemente la memoria de este admirable misterio. Tampoco podremos pronunciar con nuestros labios suficientemente esta salutación angélica, que pasó por los labios de un arcángel, y que se hizo por mandato divino y por intervención de un serafín, a la Virgen de las vírgenes y madre de Dios todopoderoso. Esta salutación se le hizo el día de sus grandezas, es decir, el día en que ella recibió la mayor y más elevada dignidad que jamás haya existido, el día más notable, más querido y más honorable de todos los días de su vida Consideración
  31. Lecturas Lucas 1, 39-44 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. Séptimo día
  32. Consideraremos y honraremos la relación y la parte que los santos y santas tuvieron encada misterio de Jesús, porque cada uno tiene sus ángeles y santos propios. Por ejemplo, los ángeles y los santos del misterio de la encarnación son la santa Virgen, san José, san Gabriel y los santos que han tenido particular devoción a ese misterio. Los ángeles y los santos del misterio del nacimiento son, además de los anteriores, los santos pastores y los santos particularmente devotos de este misterio como san Bernardo y otros muchos. Consideración
  33. Entre los ángeles y santos del misterio o estado de la infancia, además de la santa Virgen, san José y san Gabriel, que tienen parte en todos los misterios del Hijo de Dios, contamos a san Juan Bautista, santificado por Jesús niño; a san Zacarías e Isabel, al justo Simeón, que lo llevó en brazos en el día de su presentación en el templo; a la profetisa Ana, que también se encontraba allí; a los santos Reyes, a los Inocentes, mártires y no mártires, y a los ángeles custodios de esos santos. Consideración
  34. Lecturas Lucas 1, 45-56 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!». Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu = se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, = por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados = de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa. Octavo día
  35. La fe es como una comunicación y una extensión de la luz y de la ciencia divinas infundidas en el alma de Jesús en el momento de su Encarnación. Es la ciencia de la salvación, la ciencia de los santos, la ciencia que Jesucristo sacó del seno del Padre y trajo a la tierra para disipar nuestras tinieblas e iluminar nuestros corazones. Él nos da los conocimientos necesarios para servir y amar perfectamente a Dios, y somete nuestros espíritus a las verdades que nos ha enseñado y nos sigue enseñando por sí mismo y por medio de su Iglesia. Consideración
  36. Por la fe expresamos, continuamos y completamos en nosotros la sumisión amorosa y perfecta, la docilidad y el sometimiento voluntario y sin oscuridad que su espíritu humano tuvo en relación con las luces que su Padre eterno le comunicó y con las verdades que le enseñó. Esa luz y esa ciencia divinas nos dan el conocimiento perfecto, en cuanto compatible con las limitaciones de esta vida, de cuanto hay en Dios y fuera de Él. La razón y la ciencia humanas a menudo nos engañan; sus luces son débiles y limitadas para penetrar lo infinito e incomprensible de Dios. Además, se hallan entenebrecidas por el pecado y no perciben claramente ni siquiera las cosas externas a Dios. En cambio, la luz de la fe, participación de la verdad y de la luz de Dios, no puede engañarnos porque nos hace ver las cosas tal como están en su verdad y ante sus ojos. Consideración
  37. Lectura Mateo 1,18-25 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, = que traducido significa: «Dios con nosotros.» Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. Novena día
  38. El Hijo de Dios, en efecto, tiene el designio de hacernos participar, por extensión y continuación en nosotros y en toda la Iglesia, del misterio de su encarnación, de su nacimiento, de su infancia, de su vida oculta, social y laboriosa, de su pasión, de su muerte8 y de sus demás misterios, por las gracias que quiere comunicarnos y por los frutos que quiere producir en nosotros por esos misterios. Por esta razón, san Pablo dice que Jesucristo se completa en su Iglesia (Ef. 1, 22-23) y que todos nosotros concurrimos a su perfección y a la edad de su plenitud (Ef. 4, 13), es decir, a la edad que tiene en su cuerpo místico que es la Iglesia, y que no será plena sino en el día del juicio final. Consideración
  39. Y en otro lugar, el mismo apóstol habla de la misma plenitud de Dios que se realiza en nosotros y del crecimiento y aumento de Dios en nosotros (Ef. 3, 11). Dice también que completa en su cuerpo la pasión de Jesucristo (Col. 1, 24). Pues bien, lo que dice del misterio de la pasión se aplica también a la plenitud de los demás estados y misterios de Jesús. El Hijo de Dios tiene el designio de completar en nosotros el estado de la vida divina que ha tenido desde toda la eternidad en el seno de su Padre, y para ello imprime en nosotros una participación de esa vida al hacernos vivir con Él de una vida pura y divina. Consideración
  40. Tiene el designio de completar en nosotros el estado de su vida pasible y mortal, haciéndonos vivir en la tierra, mediante su gracia, de una vida que sea imitación y homenaje de la suya. Quiere consumar en nosotros el misterio de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose y como encarnándose dentro de nosotros y naciendo en nosotros por los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, y haciéndonos vivir con una vida espiritual e interior, escondida con Él, en Dios. Quiere perfeccionar en nosotros el misterio de su pasión, de su muerte y resurrección, haciéndonos sufrir, morir y resucitar con Él y en Él. Consideración
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