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Iglesia Nivariense (Febrero 16)

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IglesiaNivariense Diócesis de Tenerife
Nº 157
Febrero 2016
1 €
GRACIAS DON DAMIÁN. ¡FELICIDADES!
Iglesia Nivariense
Publicación de la diócesis
de Tenerife
C/. San Agustín, 28.
38201 La ...
IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE
4
EL ÚLTIMO DE
TODOS
M
ons. D. Damián Iguacen
Borau nació el 12 de
febrero de 1916 en
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Iglesia Nivariense (Febrero 16)

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Revista de "Iglesia Nivariense" especial ya que está dedicada, íntegramente, a D. Damián Iguacen Borau, obispo emérito de Tenerife, por su 100 cumpleaños (12 de febrero).
En esta publicación se incluye una reciente entrevista a monseñor Iguacen. Asimismo, los lectores podrán encontrar diversos testimonios de personas que han conocido a D. Damián, artículos, imágenes antiguas y recientes, etc.
Entre los referidos contenidos podríamos destacar una entrevista a la Decana de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, Olga María Alegre, autora del libro: "El último de todos. Perfil de un hombre de Iglesia". Un extenso trabajo que profundiza en la persona de monseñor Iguacen desde diferentes puntos de vista.
Además, el editorial de la revista está escrito por nuestro obispo Bernardo Álvarez y entre los articulistas que participan en este sencillo homenaje, encontramos al periodista Carmelo Pérez; al que fuera vicario general de D. Damián, Mauricio González y al deán de la Catedral de Lleida, Gerardo Soler, entre otros.

Revista de "Iglesia Nivariense" especial ya que está dedicada, íntegramente, a D. Damián Iguacen Borau, obispo emérito de Tenerife, por su 100 cumpleaños (12 de febrero).
En esta publicación se incluye una reciente entrevista a monseñor Iguacen. Asimismo, los lectores podrán encontrar diversos testimonios de personas que han conocido a D. Damián, artículos, imágenes antiguas y recientes, etc.
Entre los referidos contenidos podríamos destacar una entrevista a la Decana de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, Olga María Alegre, autora del libro: "El último de todos. Perfil de un hombre de Iglesia". Un extenso trabajo que profundiza en la persona de monseñor Iguacen desde diferentes puntos de vista.
Además, el editorial de la revista está escrito por nuestro obispo Bernardo Álvarez y entre los articulistas que participan en este sencillo homenaje, encontramos al periodista Carmelo Pérez; al que fuera vicario general de D. Damián, Mauricio González y al deán de la Catedral de Lleida, Gerardo Soler, entre otros.

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  2. 2. GRACIAS DON DAMIÁN. ¡FELICIDADES! Iglesia Nivariense Publicación de la diócesis de Tenerife C/. San Agustín, 28. 38201 La Laguna, Tenerife. Febrero de 2016. Nº 157 Dirección: Antonio Pérez Morales Jefe de Redacción: Carlos Pérez Redacción: Carlos Pérez Antonio Pérez Colaboradores: Leonardo Ruiz del Castillo Elsa María Ávila Cecilia Cortacans Fotografía: Toni Cedrés Alfredo Miguel León Pérez Jesús Robles Carlos Pérez Edita: Obispado de San Cristóbal de La Laguna Fotomecánica e impresión: Gráficas Sabater IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE D. Damián cumple 100 años. Era yo párroco de Tazacorte y la víspera de San Miguel, el 28 de Septiembre de 1984, participé en la Catedral de La Laguna en la celebración de entrada de D. Damián como obispo de nuestra Diócesis Nivariense. Unos días después, en su vista al arciprestazgo de los Llanos de Aridane, le escuché por pri- mera vez aquello de: por ser obispo, ustedes me dicen "excelentísimo y reverendísimo", pero yo sólo seré "excelen- tísimo señor" si soy un excelente cristiano. Era su tarjeta de presentación y un aviso para todos. Detrás de este pensa- miento, está la personalidad de quien tiene como lema epis- copal "El último de todos y el servidor de todos". Desde esa fecha de llegada a nuestra Diócesis, hasta su despedida en julio de 1991, y aún después en su tiempo de Obispo Emérito, quienes le hemos conocido y tratado, podemos decir con satisfacción y orgullo que, "disfru- tamos de D. Damián". Sí, todos los diocesanos de Tenerife, La Palma, La Gomera y El hierro, disfrutamos con nuestro obispo Damián. Disfrutamos de su estilo de vida humilde y austero, marcado por la cercanía y trato personal con todos. Disfrutamos de sus palabras sencillas y, a la vez, directas, profundas y estimulan- tes. Disfrutamos de sus acertados consejos y orientaciones, siempre marcados por la esperanza. Yo, perso- nalmente, he disfrutado de su confianza y apoyo, muy por encima de mis cualidades y merecimientos. Disfrutamos de sus iniciativas y visión de futuro que, plasmadas en decisiones de gobierno, articularon la vida de la diócesis e impulsaron la educación en la fe de los fieles y su participación de la vida de la iglesia, así como el compromiso de los cristianos en la vida social. Disfrutamos de su capacidad para reconocer y valorar lo bueno de las personas, aun conociendo sus debilidades. Disfrutamos de su pro- fundo sentido de "la disponibilidad", virtud que nos enseñó y practicó con excelen- cia. Disfrutamos de su amabilidad y paciencia con todos, sin que por ello dejara de corregirnos cuando era necesario. Disfrutamos de sus sabrosos "Diálogos con Santa María", comenzando por aquel sorprendente título de "Santa María del Buen Humor" y siguiendo por otros, también llamativos, como "Santa María de las tres manos". Cuando un servidor fue nombrado obispo de esta Diócesis, D. Damián me hizo el honor de componer un diálogo con "Santa María del Buen Consejo", mi devoción personal de la Virgen. Diálogos con la Virgen que D. Damián ha continuado ofreciéndonos hasta hoy como Felicitación de Navidad. Sí. Hemos disfrutado de D. Damián como se disfruta de las cosas buenas que llenan el alma y dejan huella. Y esto, me consta, lo comparten conmigo aquellas diócesis que presidió D. Damián antes que la nuestra, Barbastro y Teruel- Albarrracín. Así como, los miles de personas que, a lo largo de sus 25 años como Obispo Emérito, han participado en sus continuas tandas de Ejercicios Espirituales por toda España y algunos países de América. Por todo ello, al cumplirse los 100 años de su nacimiento, no podemos menos que dar gracias a Dios por todos los dones que nos ha concedido por medio de la vida y el ministerio del Excelentísimo y Reverendísimo cristiano, D. Damián Iguacen Borau. Le felicitamos por su centenario y nos felicitamos nosotros por haberle conocido y disfrutado de su persona, por haber convivido con una perso- na amable, generosa y benevolente, por haber disfrutado de "un hombre santo". † Bernardo Álvarez Obispo Nivariense
  3. 3. IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE 4 EL ÚLTIMO DE TODOS M ons. D. Damián Iguacen Borau nació el 12 de febrero de 1916 en Fuencalderas, Zaragoza. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Huesca. CARGOS PASTORALES Párroco en diversas parroquias en la diócesis de Huesca de 1941 a 1944 vicerrector del Seminario de Huesca de 1944 a 1948. Fue con- siliario de Jóvenes y Mujeres de Acción Católica entre 1950-1969. De 1955 a 1969 fue párroco de San Lorenzo de Huesca entre los años 1955-1969. Recibió el encargo como Administrador Apostólico de Huesca en 1969 y fue nombrado Obispo de Barbastro el 11 de octu- bre de 1970 hasta que en 1974 fue llamado a la diócesis de Teruel. En 1984 fue nombrado Obispo de Tenerife, cargo que desempeñó hasta el 12 de junio de 1991, cuan- do la Santa Sede aceptó su renun- cia y pasó a ser emérito. OTROS DATOS DE INTERÉS En la CEE ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Liturgia de 1972 a 1981. Por otro lado, de 1984 a 1993 presidió la Comisión de Patrimonio Cultural. En el trienio de 1975-1978 formó parte de la Comisión para la Vida Religiosa; de nuevo fue miem- bro de ella de 1981 a 1984. A su edad, Damián Iguacen, es uno de los obispos más longevos de la Iglesia Católica. En 2011, al preguntarle cómo se sentía ante su próximo cumpleaños respondía brevemente: “Es una gracia de Dios que no sé cómo agrade- cérsela más que ponién- dome enteramente a su servicio”. Los recuerdos perviven en la mente de monseñor Iguacen con una nitidez asombrosa. Es capaz de rememorar su vida deteniéndo- se en los detalles y conectando sus experiencias siempre a la luz de Cristo. Su ordenación como sacer- dote es, sin lugar a dudas, uno de estos recuerdos grabados a fuego. “Después de mi bautismo, conside- ro que ha sido el día más grande de mi vida. Que el Señor se fije en uno para ser ministro de su Evangelio te confiere otra entidad. Es algo muy grande”. El prelado emérito ha escrito varios comentarios sobre advoca- ciones marianas. Algunos de ellos han sido reeditados debido a la gran aceptación que han tenido. Así ocurrió, por ejemplo, con dos pequeños comentarios sobre las advocaciones marianas de Santa María del Buen Humor y Nuestra Señora del Silencio. En ellos, el obispo emérito de la Diócesis Nivariense, hizo hincapié, por un lado, en la importancia que tiene para el cristiano afrontar la vida sin acritud y, por otro lado, la necesi- dad de hacer silencio para encon- trarse con uno mismo y con Dios. “Un cristiano no puede estar de mal humor, encarando todo desde el mal genio y desde el pesimismo porque Jesús dice: ‘Confiad hijos míos, yo he vencido al mundo.’ Por lo tanto, si ese mundo enemigo del Señor, del bien, de la justicia, está vencido, es que no tiene futuro. Este convencimiento es el que nos debería reportar el buen humor. No significa, sin embargo, que las cosas no nos importen, sino que ningún suceso es definitivo”, indicó Iguacen. “Cumplir años es una gracia de Dios que no sé cómo agrade- cérsela más que poniéndome entera- mente a su servicio”
  4. 4. 5 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE En cuanto al silencio don Damián suele señalar que este aspecto lo relacionamos habitual- mente, de forma equivocada, con no hablar. “El silencio es saber hablar a su tiempo” –matiza. “Es importantísimo guardar silencio para hablar cuando se debe y sabiendo lo que se dice”. En otra ocasión, Damián Iguacen durante una entrevista afirmó que se consideraba un gran optimista. “Gracias a Dios lo soy. El creyente, necesariamente, tiene que ser optimista. Tiene que ver lo bueno que hay y lo malo que hay convertido en bueno por- que el mal no es una fatalidad, lo podemos eliminar con el bien”. “Nuestro tiempo es éste. El presente, porque el futuro tampo- co está en nuestras manos. El plan de Dios quiere que aquí, ahora, y con estos, seamos bue- nos y hagamos todo el bien que podamos. En vez de criticar el mal deberíamos ver qué pode- mos hacer nosotros para reme- diarlo. El Señor nos lo recuerda ‘mi corazón triunfará’. “Nuestro tiempo es éste. El plan de Dios quiere que aquí, ahora, y con estos, seamos buenos y hagamos todo el bien que podamos” ESA MIRADA, AQUELLAS MANOS -- CCaarrmmeelloo PPéérreezz -- E l obispo Damián aún lee la vida con los mis- mos ojos con que nos miraba a nosotros, esos que tan entrenados están en abrazar a la gente desde dentro. A menudo dicen que cuando te habla es como si para él no existiera nadie más que tú. No estoy de acuerdo. Lo que sucede en realidad es que te mira como Dios te ve, busca mirarte como lo hace Dios. Ocurre que en tus palabras, en tus gestos, en los dolores que emergen desde los abismos de tu vida… en todos esos adentros el obispo Damián sabe intuir la historia del encuen- tro entre Dios y cada hombre. Y por eso, esa mirada. Él sabe que pisa terreno sagrado cada vez que un hombre busca refugio en sus ojos. Tiene claro, a veces mucho más que quien acude a él, que es a Dios a quien añora realmente el que reniega del sol de cada mañana. Por eso acaricia con su respues- ta, prolongando así aquel abrazo del Día Primero y ese otro de la Noche Santa en que Dios se arropó con nuestra carne. Y luego están aquellas manos. Las manos del obispo Damián son expertas en perife- rias. Las recorrió todas cuando echó raíces en nuestras islas. Y aquellas manos suyas alcanza- ron también todas las periferias del corazón de los hombres. Existenciales las llaman ahora. Dolor, soledad, incomprensión, abandono, sinsentido, margina- ción… las hemos conocido desde siempre. Esos ojos y aquellas manos no se han marchitado en cien años. No hay secretos, sino la pasión con que el anciano obispo Damián busca el rostro del Dios bueno que le enseñó a leer la verdad de cada historia.
  5. 5. IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE 6 BBiibblliiooggrraaffííaa AALLGGUUNNOOSS EESSTTUUDDIIOOSS YY LLIIBBRROOSS SSOOBBRREE EELL PPAATTRRIIMMOONNIIOO HHIISSTTÓÓRRIICCOO:: Una visita a la catacumba zaragozana, Impr. Folios 1954 Preces Laurentinas, 1964 La Basílica de S. Lorenzo de Huesca, 1969 Fuencalderas, 1979 El patrimonio cultural de la Iglesia en España, La Editorial Católica 1982 La Iglesia y Su Patrimonio Cultural, Edice Madrid 1984 Directorio del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Boletín Oficial del Obispado de Tenerife 1987 La ruta "Virgen de Candelaria": tradición, mensaje, compromiso : exhortación pasto- ral, Obispado de Tenerife 1990 Diccionario del patrimonio cultural de la iglesia, Encuentro Ediciones Madrid 1991 El arte en la liturgia (Band 47 von Cuadernos Phase), Centre de Pastoral Litúrgica 1993 Diálogos con Santa María, madre de Dios, Producciones Gráficas 1994 El Venerable Francisco Ferrer y los Operarios Misionistas: un grano de trigo caído en tierra 1997 Incondicionalidad (Band 105 von Vida y misión), Edibesa 2004 Pila bautismal de la igle- sia de Fuencalderas donde fue bautizado D. Damián Iguacen. Iglesia parroquial de Fuencalderas. El templo se terminó en 1599. La torre fue objeto de sucesivas reformas. Con ocasión de haber sido nombrado hijo predilecto de Fuencalderas, y hermano mayor perpetuo de la Cofradía de San Miguel, t u v o lugar una gran fiesta el día 13 de agosto de 1 9 7 2 .
  6. 6. 7 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE “NOTODOLOHE HECHOBIEN, PERO CON MALICIA PUEDO DECIRQUENOHE HECHONADA” E n una reciente entrevista realizada a D. Damián Iguacen por la compañe- ra delegada de medios de comuni- cación de la Diócesis de Huesca, Lara Acerete Halli, el obispo eméri- to repasó con brillante lucidez sus recuerdos de infancia, su vocación, sus desvelos pastorales y su paso por nuestra diócesis. En las primeras palabras pro- nunciadas por D. Damián en la entrevista ya sacaba a relucir su buen sentido del humor: "Sí, efecti- vamente, voy a cumplir los prime- ros cien años", indicó. D. Damián marchó a Comillas en 1936. En plena guerra civil, con 19 años fue telegrafista en primera línea. Durante la contienda fue herido en la cara y al finalizar la guerra volvió a Huesca. El 7 de junio de 1941 fue ordenado sacer- dote. "Mis primeros destinos como párroco fueron Ibieca, Aguas Claras, Liesa, Panzano y Santa Cilia. Allí estuve muy bien. Luego me llevaron al Seminario Superior trabajando pastoralmente junto al famoso rector de entonces. Estuve con él, me parece que 4 años. No era quizás el lugar donde yo me encontrara más cómodo, aunque estaba muy bien". Iguacen ejerció como vicerrec- tor del Seminario y profesor de Sagrada Teología Ascética, Mística y Pastoral desde 1944 hasta 1948. "Fue estando en el Seminario cuando empecé a dar ejercicios espirituales. Conocí a gente estu- penda. En aquella época hicimos unas experiencias muy buenas que repercutieron en toda España en relación, por ejemplo, a la aten- ción de enfermos. En este campo hice todo lo que supe y pude. Atendíamos sobre todo a los que estaban exiliados. Después de la guerra hubo represa- lias y había que auxiliar a los que lo necesitaban". El hecho de haber sido párroco de S a n L o r e n z o , p a t r ó n de Huesca, significó mucho para Iguacen. "El Señor me dio muchas posibilidades ahí de atender a la gente. Una de las cosas que más éxito tuvo fue la preparación al matrimonio. En España empezó a ser novedad los cursillos prematri- moniales. Pronto se extendieron y hoy día son obligatorios. De esta época tengo experiencias muy hermosas. Dábamos ejercicios a matrimonios y me llamaban de muchas diócesis. Esa ha sido siempre una de mis ocupaciones principales. Dando ejercicios he estado en Cuba, en Argentina, Brasil, Francia, Italia..." Igacen recordó cuando le comu- nicaron su traslado como obispo a la Diócesis de Tenerife. "Estaba dando unos ejercicios a jóvenes en verano cuando se presentó el nun- cio. Al verlo le dije 'Señor Nuncio, usted por aquí...' Y él me respondió sonriendo: 'Es que le persigo'. Luego me comentó la decisión de que el Santo Padre me traslada- ba de Teruel a Tenerife. Y yo le contesté: 'Pues a Tenerife pues'. El obispo emérito relató que algunos se tomaron aquella deci- sión con cierta sorna. "Como yo había trabajado mucho en el tema de los límites en el proble- ma entre Barbastro y Lérida, algunos me decían: 'Lo mandan a Tenerife como castigo por lo que ha hecho con Cataluña'. Y cuan- do llegué a la isla, los periodistas comentaban: 'Ya sabemos que viene por castigo', a lo que yo contestaba: '¡Uy! ¡Pero si venir a las Islas Afortunadas castigado es una gracia! En la diócesis de Tenerife estuve muy bien. También tuve que ir a Cuba, un mes, para dar ejercicios. Era un tiempo muy difícil para este país. EENNTTRREEVVIISSTTAA
  7. 7. IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE 8 A los ejercicios no vino el presiden- te pero vinieron muchos jóvenes", expresó Iguacen con ironía. Los recuerdos que posee este obispo centenario de nuestra dió- cesis son muy buenos y su labor la narra utilizando siempre el plural. "Hicimos una labor muy importan- te, no cabe duda. A veces me piden que regrese y yo tengo tam- bién mis añoranzas, como es nor- mal, porque fueron unos años ver- daderamente importantes. Parece que por allí me siguen queriendo y eso yo lo valoro mucho. En Tenerife iniciamos una cosa que no se conocía. Un modo nuevo de trabajar el apostolado con jóvenes y su dimensión vocacional hacia el matrimonio". Otro ámbito en el que Iguacen hizo mucho hincapié fue en el tema de la conservación del Patrimonio Cultural. "En ocasiones veía que no se le daba la suficien- te relevancia y no sé por qué, yo tenía una sensibilidad especial para este campo. Se constituyó una comisión específica para patri- monio con el fin, no solo de cuidar- lo sino hacer de él un medio de evangelización. Lo que se preten- día era que quienes se acercaran a una obra religiosa recibieran el mensaje. Es decir, que la persona no se quedara solo en la belleza estética de la obra, sino que se sintiera evangelizada con el men- saje que hubiera detrás. Este tema me gustaría que se tomara con más garra. En el arte hay muchos mensajes positivos y espirituales que deberíamos potenciar. No se crea arte por crear, sino para anunciar el evangelio desde la belleza. Todo eso que nos gusta y nos agrada tiene una trascenden- cia, nos lleva a Dios". Por último, al ser preguntado por el balance que haría de su vida pastoral, Iguacen respondía: "No tengo palabras para dar gracias al Señor porque desde luego no sé por qué puso en mí esa ilusión de ser sacerdote. A través del sacerdocio he podido anunciar a Dios, he ayudado a la salvación de las personas, he hecho feli- ces a la gente con la que he tra- tado, he podido conocer a muchos...Esa ha sido un poco mi línea. He sido un pecador, sé que no todo lo he hecho bien, pero con malicia puedo decir que no he hecho nada". Casa natal de D.Damián en Fuencalderas Iglesia parroquial de Liesa Cuadro de S.Lorenzo(sacristía de la iglesia) Los obispos Felipe Fernández, Bernardo Álvarez y Damián Iguacen en la consagración de la capilla de Chinguaro
  8. 8. 9 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE --- PASIÓN POR LA MISIÓN --- -- DDoommiinnggoo NNaavvaarrrroo -- “Llegaron unos misioneros franciscanos de Sangüesa a mi pueblo (Fuencalderas). Tenía aproximada- mente 8-9 años. Yo ya hacía proce- siones y predicaba. El testimonio de aquellos me ilusionó. Empecé a caminar porque quería ser misio- nero. Un pastor me preguntó: ¿Dónde vas? Yo le contesté: a China o África”. Y predicó incansa- blemente el Evangelio, queriendo llevar, a los más, a Cristo. ¡Cuánto bien nos ha hecho Dios en su persona y su ministe- rio!. “Creí por eso hablé” es el títu- lo, tomado del apóstol Pablo, del libro que recogía parte de su pre- dicación y escritos, como pastor de nuestra Diócesis de Tenerife. ¡Cuánto bien nos ha hecho su palabra siempre cercana, su pre- dicación, sus homilías, sus medi- taciones, sus Ejercicios espiritua- les, sus escritos!. Tengo la certeza de que le seguimos escuchando con mucha atención porque, ade- más de como maestro, le hemos experimentado como verdadero testigo. ¡Quien arde, necesaria- mente enciende! ¡Gracias, D. Damián, por el tes- timonio de su fe, profunda, patente, viva. Por su calor humano, por su testimonio orante y por “oler” a Evangelio “sin glosa”!. ¡Gracias por su sencillez, austeridad y humildad de vida! ¡Gracias por llevarnos más a Cristo, por ayudarnos a vivir apa- sionadamente, incansablemente, nuestro sacerdocio! ¡Gracias, D. Damián, por su pasión misionera! Siempre, como instrumento en manos del Señor, centrado en la predicación y el anuncio de Jesucristo y su evan- gelio, convenciendo porque lo siente y vive. Una vez nos dijo, que para evangelizar hoy, eran necesarias, entre otras, cuatro actitudes: trans- parencia, unidad, ultimidad e incondicionalidad. La transparen- cia de la luz que arde y alumbra, la luz del testigo que vive y proclama sin miedo el Evangelio, luz de un amor desarmado, sin trastiendas, sin reticencias. Unidad, porque desde la división, la dispersión y la desunión, no se puede anunciar a Cristo. Libres del veneno de la dis- cordia. “Nos congregó en unidad el amor de Cristo”. Ultimidad, que nos invita a entrar en la lógica de los últimos lugares, de lo menos apetecible y vistoso, de los medios “pobres” como la humildad, el diá- logo, la amabilidad, el respeto, el amor desarmado, creyendo firme- mente en su eficacia. Ultimidad que es una opción radical por las bienaventuranzas, que nos hace pobres, mansos, sufridos, limpios de corazón y de mirada. Que nos pone más cerca de los últimos, para el mejor servicio de los más necesitados. Ultimidad que nos recuerda: lo importante no somos nosotros, sino el Señor. Finalmente, la incondicionalidad. Incondicionalidad para la Iglesia. Evangelizar no es un acto indivi- dual y aislado, sino profundamente eclesial (EN). Que no pone repa- ros, requisitos previos, condicio- nes cuando se trata de obedecer a la Santa Iglesia. Dice más bien, con plena conciencia y entera libertad de corazón, “Aquí estoy; envíame”. Respetando, valorando, agradeciendo, admirando los diversos modos de trabajar por la Iglesia. Disponibles para donde sea necesario, para hacer lo que convenga, o lo que digan los que tienen la autoridad en la Iglesia. Es desapropiación, es oblación, es reparación que empuja al compro- miso, al trabajo, a la acción, poniendo el alma en tensión apos- tólica, preguntándose siempre: ¿Qué quieres que haga, Señor? D. Damián, gracias por anunciar con el lenguaje inseparable de los gestos con las palabras y las pala- bras con los gestos. ¡Me acuerdo tanto de usted! cuando Francisco nos invita a una impostergable con- versión personal y pastoral, al servi- cio del mayor desafío de la Iglesia, hoy: la transformación misionera. Cuando nos invita a una nueva etapa evangelizadora llena de fer- vor y dinamismo, que ponga como prioridad, en todo, el anuncio. Y, doy gracias a Dios, por ser como es: hombre de Dios, verdadero cristiano y sacerdote, buen pastor, en todo, pasión por la misión.
  9. 9. 10 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE “ CONSERVO SUMIRADAAMOROSA Y RETENGO SU VOZ COMO UN TESORO PARA MI VIDA ” OOLLGGAA MMAARRÍÍAA AALLEEGGRREE (Decana de la Facultad de Educación.ULL) Olga María Alegre de la Rosa es Doctora en Psicología, Catedrática de Didáctica e Investigación Educativa y Decana de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Además, Alegre es la autora del libro "El último de todos. Perfil de un hombre de Iglesia". Un extenso trabajo que profundiza en la persona del obispo emérito de Tenerife. P.-¿Cómo describiría a D. Damián Iguacen? R.- Como el hombre de Iglesia que eli- gió como lema de su vida ser “El últi- mo de todos y el servidor de todos”. P.- Usted ha tenido la oportuni- dad de conocerlo bien, como ha quedado reflejado en su libro “Él último de todos”. ¿Qué supuso para usted este trabajo? R.- Escribir un libro dedicado a des- granar la persona de D. Damián Iguacen Borau fue una gran oportu- nidad espiritual para mí, como si recibiera una catequesis o hiciera ejercicios espirituales. A más le fui conociendo en los distintos ángulos de su rica personalidad a través del estudio de miles de documentos analizados como cartas pastorales, escritos, homilías y publicaciones, desde su estancia en Teruel, con el aporte de las entrevistas a perso- nas que lo conocen, o con el análisis psicológico que rea- licé en profundidad, me daba cuenta que entraba como de puntillas en un templo o quién contempla un bello paisaje con asombro. P.- Si tuviera que quedarse con una faceta de este obispo, ¿con cuál sería? ¿D. Damián sacerdo- te, D. Damián escritor, D. Damián espiritual, humano, intelectual, servicial…? R.- Damián Pastor. Es el Pastor que convence porque amó primero. Es el Pastor preocupado por la unión del rebaño. Es el Pastor incondicio- nal, no es jefe, sino pastor. No se ha bajado nunca de la Cruz. Su cami- no diario es el de la reflexión, el silencio y la oración. Me repitió muchas veces la frase de S. Ireneo Pastor que él tanto admira: “que en nuestra religión no hay nada por encima del Amor”. La verdadera autoridad de Damián Pastor es su amor y su humildad, que no es debilidad, sino auténtica fortaleza. P.- ¿Cuál cree que puede ser la razón de que haya vivido tanto tiempo conservando su lucidez tan bien? R.- Porque Dios lo sigue necesitan- do para nosotros. Dios nos ama tanto que nos lo sigue regalando y entregando. Herida de guerra en hombre de paz. Radiotelegrafista en primera línea de soldado y tele- grafista en primera línea de Pastor. Su naturaleza biológica le ayuda, comida frugal, mucho movimiento, lectura diaria y hacer crucigramas. El amor de Dios se derramó con regalarnos a su Hijo Jesucristo, pero con D. Damián, su siervo, nos entregó una esponja llena de agua fresca que a más la han apretado, más agua ha derramado entregan- do la vida por sus ovejas. P.- De los aspectos que siempre ha destacado D. Damián en los ámbitos eclesial, familiar, huma- no, caritativo, etc., ¿cuáles cree que aún están por lograr? R.- Sin dudarlo ni un momento: 1) Hacer realidad el Himno de la Caridad que D. Damián reza tres veces al día, 2) Hacer realidad la Ruta Virgen de Candelaria, es una vergüenza que la Patrona de Canarias no tenga, como se mere- ce, por no haber existido impulso político, social, ni religioso esa Ruta de Peregrinación bien trazada y señalizando el itinerario, restau- rando y dignificando esos lugares históricos, culturales y religiosos y
  10. 10. 11 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE planificando visitas y peregrinacio- nes a esos lugares de tanta impor- tancia y que en este Año de la Misericordia tendría que tener especial atención e impulso y 3) Hacer realidad las Preguntas clave que me hizo D. Damián al final de una de las entrevistas: ¿La dió- cesis de Tenerife es sacramento universal de salvación para cuantos habitan en nuestras islas? ¿Nuestra vida es apta para anunciar ahora y aquí el Evangelio de Cristo? P.- ¿Qué visión tiene D. Damián en torno al patrimonio cultural de la Iglesia? R.- Es un lenguaje, un medio pas- toral. Dios es la belleza y en el mal siempre hay fealdad. Los bienes del Patrimonio histórico artístico de la Iglesia proceden de la fe, expre- san la fe de las comunidades que nos han precedido y nutren la fe. Para D. Damián es preciso saber entender su lenguaje y su pedago- gía. Son un modo excelente de evangelización. Él dijo hace años y sigue siendo actual: “Conservemos el Patrimonio legado por nuestros antepasados, dignifiquemos los lugares de culto, los utensilios y objetos sagrados, cultivemos el gusto y la sensibilidad artística y hagamos del arte un medio de evangelización”. P.- ¿Qué anécdotas recuerda de su relación con D. Damián? R.- No las puedo llamar anécdotas, más bien fueron momentos espiri- tuales de sentir el amor de Dios por medio de mi Pastor. Recuerdo cómo se divertía como un niño haciendo los test psicológicos, en la entrevista diciéndome que no le hiciera preguntas difíciles y las lar- gas conversaciones profundas pero siempre con chispa, con humor y risa. Dócil, bromeando con las preguntas difíciles de los test de inteligencia y personalidad. En el libro presento su perfil de hombre inteligente, creativo, libre e inde- pendiente, personalidad integrada, no le interesan los halagos, presu- roso, espíritu del Magníficat, espíri- tu del Concilio. Conservo su mirada amorosa con su brazo en el mío y retengo su voz como un tesoro para mi vida. Aprendí con D. Damián que jamás puedo estar frustrada, ni fracasada. Si amo y vivo el amor, es imposible. En su entrada a la Diócesis de Tenerife dijo: “Aquí estoy, en medio de vos- otros, como el último de todos y el servidor de todos”. Ante eso, toda persona de buena voluntad, no puede más que quitarse el sombre- ro y dar gracias a Dios por amarnos en la persona grandiosa del Buen Pastor Damián Iguacen Borau.
  11. 11. IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE 12 D.DAMIÁN Y EL PATRIMONIOCULTURAL -- MMiigguueell ÁÁnnggeell NNaavvaarrrroo -- (Director del Archivo Histórico Diocesano) En el año 1979, después de haberse firmado los Acuerdos Iglesia Estado, se cons- tituyó la Comisión Negociadora para el Patrimonio Cultural de la Iglesia, presidida por el entonces Cardenal Tarancón y nuestro obis- po emérito como uno de los dos componentes de la misma. Para él no era novedoso el tema, ya antes, D. Damián estuvo en el grupo redactor de un documento fundamental para la conservación y organización de los archivos de titularidad eclesiástica; ese documento de 1976, ha permiti- do una moderna concepción y más profesional gestión de los fondos archivísticos. Nuestra Diócesis asumiría esta decisión de la Plenaria de la Conferencia Episcopal nueve años después, en 1984 por decre- to episcopal del 18 de diciembre, junto a otros de carácter artístico y cultural, todavía válidos hoy en día. En ese momento , llevaba D. Damián en la Diócesis solo tres meses, y unos cuantos más como prsdente de la recién creada Comisión Episcopal del Patrimonio Cultural de la Iglesia, en la cual permanecería hasta 1993, sobrepasán- dose, a pesar de ser emérito, en dos años por petición de todos sus hermanos en el episcopado. Si D. Damián se convirtió en referente sobre temas de patrimo- nio cultural de la Iglesia, se debió a su visión sobre el patrimonio, el cual siempre consideró como la expresión de fe del pueblo creyen- te. Encontrando en el arte y los archivos un extraordinario instru- mento para la nueva evangeliza- ción, y también como medio peda- gógico para el crecimiento de fe de los creyentes. En la Conferencia Episcopal, ayudó a sus hermanos obispos a tomar conciencia del importantísimo valor del acervo cultural del pue- blo creyente. Empezó a organizar las jorna- das de patrimonio, así como fun- dar un taller de restauración del Episcopado Español al servicio de toda la Iglesia, también, publicaría diversas obras que hoy son refe- rentes para comprender el signifi- cado de nuestro patrimonio reli- gioso; en este sentido, destaca- mos especialmente su Diccionario del patrimonio cultu- ral de la Iglesia, de un valor bibliográfico imprescindible para todos los estudiosos de la histo- ria del arte sacro. Al llegar a nuestra Diócesis, creaba la Delegación Diocesana de Patrimonio Cultural, aprove- chando cualquier ocasión para educar al mismo clero en la impor- tancia de la verdadera restaura- ción frente a la mala praxis de repintar que imperaba en nuestras islas, así como a tomar conciencia de su importancia cultural, pasto- ral y cultural. También, puso las bases para un futuro Archivo Histórico Diocesano, creando la colección de microfilm de los libros sacramentales de todas las parroquias, y dando acceso a ello dentro de las dependencias del mismo Obispado. Para ello, conta- ría con la inestimable cooperación del sacerdote D. Julio González Sánchez que realizó toda la micro- filmación y atención del público que lo requería. El desarrollo de la preservación y puesta en valor educativo del patrimonio cultural de la Iglesia Española, y la diocesana en particu- lar, no estaría en el lugar en que nos hallamos sin las bases inestimables que D. Damián supo construir. “Si D. Damián se con- virtió en referente sobre temas de patri- monio cultural de la Iglesia, se debió a su visión sobre el patri- monio, el cual siem- pre consideró como la expresión de fe del pueblo creyente”
  12. 12. 13 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE UNHOMBREBUENO -- MMaauurriicciioo GGoonnzzáálleezz GGoonnzzáálleezz -- (Vicario Gral. en la época de D.Damián) Los sentimientos de alegría, admiración y gratitud unen los corazones de los fieles de nuestra Diócesis al poder felicitar en estos momentos a D. Damián Iguacen, Obispo emérito de nues- tra Diócesis, al cumplir los cien años de su nacimiento. Cien años, ¡un siglo! - son un amplio espacio para contar y can- tar muchas cosas en la vida de un hombre bueno. Estos años han sido un escenario de grandes acontecimientos y de profundas transformaciones mundiales, nacionales, eclesiales, y sociales, y en ese escenario ha encarnado D. Damián su papel humano, cristiano, sacerdotal y pastoral en la Iglesia. Querer trazar una sem- blanza o resaltar algún aspecto de su vida larga y hermosa resul- ta una trivialidad. ¿Qué puede manifestarse que ya no se conoz- ca? ¿Qué podemos resaltar que no se haya aplaudido? ¿Qué podemos comunicar que no haya- mos ya experimentado? Me viene a la mente aquello que el poeta R. Tagore pone en boca de una fuente: "Aunque una gota de mi agua me basta para calmar la sed del caminante, ¡con que alegría se la doy toda!" En efecto, D. Damián no ha hecho de su vida un conjunto de servi- cios, sino una donación de su persona. Se entrega a cada uno en su humildad, su alegría y su ministerio. De D. Damián no tenemos conocimiento, tenemos experiencia. Por eso hablo desde mi expe- riencia. Doy gracias a Dios- y a D. Damián- haber vivido el ministerio cerca de él en esos años de su episcopado en esta Diócesis. Lo conocí por primera vez en los días en que vino a predicar el quinario del Santísimo Cristo de La Laguna. Un tiempo después, cuando el Santo Padre aceptó la renuncia del obispo D. Luis Franco Cascón a su ministerio en esta Diócesis, se hablaba en algu- nos momentos de los posibles y convenientes sucesores en la sede Nivariense. Recuerdo que en uno de esos diálogos entre amigos, manifesté que a la Diócesis le vendría bien un obispo "algo así como D. Damián, el obis- po de Teruel". Cual no sería después mi sor- presa y alegría cuando llegó la noticia del nombramiento del nuevo obispo de Tenerife. No era "alguien así como D. Damián", sino D. Damián en persona, quien daba el gran salto geográfico desde Aragón a las Islas Canarias. Tan pronto como nuestro Obispo hizo su entrada en la Diócesis, determinó hacerse inmediatamente presente en cada una de las restantes islas. Fueron unos viajes relámpago, pero muy significativos. Los encuentros fue- ron unos flash fotográficos que hicieron el retrato de D. Damián. Enseguida fue a la isla de La Gomera. Pocos días atrás había tenido lugar el trágico incendio en los montes de los Roques de Agando. Ya en San Sebastián, visitamos con el párroco D. Prudencio Redondo, la casa de una familia que había perdido un hijo en el incendio. Recuerdo viva- mente aquel encuentro. Aquel silencio inicial compartido, las dolorosas palabras y lágrimas de los familiares y las cariñosas, sen- tidas y alentadoras manifestacio- nes de D. Damián expresadas en su rostro y en sus palabras. Después fue a La Palma. El Sr. Obispo quiso llegar hasta Garafía para visitar allí el peque- ño hogar de ancianos que lleva- ban las Hijas de la Caridad en el barrio de Franceses. Nos condu- cía en su coche D. Pablo Álvarez, párroco de Garafía. En un deter- minado lugar nos detuvimos y bajamos para disfrutar un momento de aquel paisaje de ver- des y vetustos pinares. Entonces nos alcanzó un camión que lleva- ba detrás a un grupo jóvenes tra- bajadores. Bajaron un momento del camión para saludar al nuevo Obispo. Uno de aquellos chicos al subir de nuevo al camión invitó medio en broma a D. Damián a “En un diálogo entre amigos, manifesté que a la Diócesis le vendría bien un obispo "algo así como D. Damián, el obispo de Teruel"
  13. 13. 14 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE “DADOR” DE PAZ Y CONSUELO -- GGeerraarrddoo SSoolleerr -- ( Deán del Cabildo Catedral de Lleida) B endigo al Señor por- que muchas veces, a lo largo de mi vida de presbítero diocesano he podido experimentar consuelo y paz viendo, escuchando, hablando con D. Damián. Cuando era párroco de San Lorenzo de Huesca le conocí. Siendo obispo de Barbastro participé en algunos retiros espiri- tuales que daba a los sacerdotes. Él hizo que fuese a dar ejercicios espirituales a los sacer- dotes de Tenerife. Pero el trato más intenso con él ha sido y es en su residencia de Huesca. En la primera tanda de ejerci- cios espirituales a los sacerdotes de Tenerife me encontré un grupo de sacerdotes jóvenes que parti- cipó muy bien. Y en el diálogo personal les preguntaba: Y tú ¿por qué has querido ser sacer- dote? Y la respuesta de cada uno de ellos era: D. Damián. Su ilu- sión, su espíritu de trabajo, su bondad, su alegría, los ánimos que daba, el “saltar de isla a isla”, como me decían algunos. Y en estos años de su residen- cia en Huesca, el trato personal o por teléfono ha sido muy frecuente. Quizás es un don de Dios que el Señor le ha hecho a D. Damián, pero siempre el hablar o estar con él, ha sido un momento pacificador que subiera con ellos. Sin pensarlo, el Sr. Obispo subió enseguida y el camión siguió delante de nosotros camino de Franceses. Cuando lle- gamos al barrio, mientras el camión paraba al borde del camino y baja- ban todos, llegó nuestro coche y la gente del barrio se acercó con aplausos, creyendo que en él venía el nuevo Obispo. Mientras tanto, Don Damián, contemplaba con una pícara sonrisa "aquel recibimiento". A continuación tuvo lugar en el comedor de la casa de los ancianos un encuentro entrañable con los acogidos y las hermanas. En la isla del Hierro, después que los párrocos mostraron al obis- po algunos lugares de la isla, en la casa del párroco de Valverde, D. Francisco Santana, antes de la cena, aquellos jóvenes sacerdotes disfrutaron a solas, en un ambiente cordial, fraterno y filial, de un encuentro distendido con el Sr. Obispo que les llegó al corazón. En Tenerife, se repitieron estos encuentros. Esos breves y entra- ñables encuentros fueron el marco en que quedó colocado el retrato de la personalidad y el quehacer de D. Damián. El programa pasto- ral de D. Damián quedó expresa- do en la homilía pronunciada por él en la Catedral en la misa de su entrada en la Diócesis: "Vengo con alegría; vengo con temor; vengo con ilusión". Su ministerio pastoral siempre fue un Ir, un Salir, un Encontrar, un Acoger. En el itinera- rio y la forma que todos conoce- mos, alabamos y agradecemos. Se mostraba como una perso- na que parecía que le sobraba el tiempo: para acoger, para escu- char, para dialogar, para reunirse, para seguir de cerca las situacio- nes y acontecimientos de su dió cesis; siempre con el talante de cercanía, de gozo y de sabe estar. Y por otra parte parecía como una persona a la que siempre le faltaba el tiempo. No derrochaba un minuto y prolongaba su trabajo de estudio y preparación. Daba gusto leer y escuchar sus homilí- as, conferencias, ejercicios y escri- tos, siempre profundos, edifican- tes, precisos y bellos. Como recuerdos perennes de su sensibi- lidad pastoral quedan en la Diócesis: la Casa Sacerdotal, la Casa de Acogida, la Asamblea Diocesana de Pastoral. Al alegrarnos de este insólito acontecimiento de los cien años de vida de D. Damián, al tiempo que lo felicitamos desde lo más hondo de nuestro corazón, damos gracias al Señor por este regalo y porque a lo largo de la corta histo- ria de esta Diócesis Nivariense ha querido siempre regalarnos unos "Pastores según su Corazón". Por este motivo podemos decir: "El Señor ha estado grande con nos- otros y estamos alegres".
  14. 14. IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE 15 y me he sentido muy consolado. Al final de todo encuentro personal con él siempre la misma delicadeza cari- ñosa: “Muchas gracias, Gerardo”. Expresión que le sale del corazón. A lo largo de mi vida sacerdotal ya he tenido varios Obispos. Y el trato con algunos de ellos me pro- ducía nerviosismo, pesimismo, cansancio, tristeza. Por eso no me canso de darle gracias al Señor por la gracia de haber conocido y tratado a D. Damián. No ha sido obispo de mi diócesis, pero real- mente para mí, ha sido y es, como un padre, un hermano y un amigo. Esta experiencia personal con D. Damián me lleva a darle gra- cias al Señor, y al mismo tiempo a pedirle que conceda buenos pas- tores a su Iglesia. Pastores al esti- lo de D. Damián. Cuando leo al Papa Francisco hablar de los pastores con olor de “oveja”, el ir a las “periferias”, que no se puede “anunciar el Evangelio con cara triste”, pienso enseguida como todo eso ya lo ha vivido D. Damián mucho antes de que el Papa lo dijese. Y de mi corazón brota como un “Magnificat”, “engradece mi alma al Señor”, porque he podido y puedo experimentar tantos momentos de consuelo y de paz que el Señor me concede por medio de este padre, hermano y amigo que es D. Damián. NUESTRO QUERIDO D.DAMIÁN -- MMªª ddeell PPiillaarr RRgguueezz -- C uarenta y cinco años han pasado desde que el Santo Padre lo ha lla- mado a ser Sucesor de los Apóstoles, y muy pronto celebrare- mos, con alegría, los treinta y dos años de la fecha en que Dios nos lo ha regalado como obispo para nues- tra diócesis, por tanto desde que lo conocemos y queremos. Gracias por su HUELLA. Somos muchos los que guarda- mos en nuestro interior tantos y tantos planteamientos que continuamente intentaba transmitirnos. ¿Cómo no contagiarse del sincero amor que usted tiene a la Iglesia? ¿Cómo no recordar sus característicos aparta- dos en que subdividía las actitudes que las personas podemos adoptar ante cualquier tema o situación? Somos muchos los que guardamos casettes…, foto- copias o multicopias, de lo que anotábamos durante sus orientaciones como pastor en sus múltiples charlas, homilías, retiros o ejercicios. ¡Cómo no seguir preguntán- donos aquella frase que usted repetía insistentemente cuando personificaba los distintos persona- jes de la pasión: “¿Soy yo, Señor?” Comencé esta referencia escri- biendo espontáneamente: NUESTRO.- Efectivamente, nadie se quedaba excluido ni indi- ferente durante su episcopado entre nosotros. QUERIDO.- El sentimiento general entre todos fue, y es, de agradeci- miento que permanece en el tiempo. D. DAMIÁN.- ¡Todo un don de Dios! Pero, además, es un título que usted mismo se ha ganado practicando día a día el lema escogido: “Servidor de todos” al darse a los demás. Mi testimonio es muy breve. Consiste en llegar hasta usted para confirmar- le que hoy, todavía, continúo sintién- dome “servida”. Muchas gracias. ¿Cómo no valorar, estimar, guardar y agradecerle sus maria- nas felicitaciones navideñas? A muchos nos ha encariñado con María y nos estimula a imitarla. ¿Cómo no valorar, estimar y agradecerle diariamente haber tenido la valentía y decisión de acercarnos el Orden de las Vírgenes hasta nuestras calles de la diócesis, y concedernos la con- sagración como respuesta a la lla- mada de Dios? En nombre de todas, gracias. Nos abrió muchas puertas a muchas personas, con el fin de que tuviéramos un encuentro más pro- fundo con Jesucristo.
  15. 15. 16 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE “NOS CONSAGRAMOS A UNA PERSONA, NOAUNAMISIÓN;YESLAPERSONADECRISTO LAQUENOSDALAMISIÓNENLAIGLESIA” -- JJuuaann PPeeddrroo RRiivveerroo -- ((RReeccttoorr ddeell SSeemmiinnaarriioo DDiioocceessaannoo)) S i me pidieran la frase de D. Damián que más fuerte se ha prendido a mi recuerdo, aun- que me cueste vivirla y dar testimonio de ella, es la que abre como título esta colaboración con ocasión del 100 aniversario del Obispo que me orde- nó diácono y presbítero en esta Diócesis. Tal vez por- que es una frase que rompe con la expectativa como criterio y no sitúa en verdad en la sana indiferencia de la incondicionalidad y disponibilidad total al servicio de la Iglesia y del mundo. Cuando llegó como Obispo a nuestra Diócesis yo tenía 19 años y estaba en el primer curso del Seminario Mayor (1985). Cuando el Papa le aceptó la renuncia como Obispo había sido enviado a estu- diar a la Universidad de Comillas. Todo el tiempo de mi formación sacerdotal estuvo marcado por el epis- copado de Mons. Iguacen. Fueron los años de la Asamblea Diocesana, del inicio del Instituto de Formación para Laicos y de la Escuela de Agentes de Pastoral, del nacimiento de los Encuentros en la Cultura, etc. Había un ambiento de ilusión generali- zada y un deseo grande de servicio incondicional a la Iglesia en el ambiente. Hay una serie de recuerdos especiales que quisiera señalar: 1. La conversación con D. Damián al enviarme a estudiar a Madrid de la que tomo el título de estas notas. “Siéntete enviado por la Diócesis a prestar este servicio; aprovecha mucho el tiempo y disfruta de las posibilidades que te ofrecen las bibliotecas. Y reza mucho”. Aquella manera de poner la misión en mi corazón no la puedo olvidar; creo que no la olvi- daré jamás. 2. La breve frase que me dirigió, varios años después de jubilarse, saliendo del coche fuera del Monasterio de Concepcionistas de Garachico, a donde iba a dirigir Ejercicios Espirituales, en la que con tanta sencillez como claridad me subrayó “(…) me gusta ver que estás donde estás; no cambies”, y que me confirmó, sin tener que hacerlo, en la labor como formador del Seminario menor. Sólo quiero recoger estas dos notas, de las muchas que pudiera hacer, no porque sean las mejores ni las únicas, sino porque en el momen- to en que fueron hechas se clavaron con firme- za a mi alma. D. Damián supo motivar con su ejemplo. Nos invitaba a obedecer obedeciendo. Siendo fiel nos pedía fidelidad. No se escandalizaba de la mediocri- dad en la que podemos vivir, porque nos enseñó que es posible reparar la mediocridad con la gene- rosidad, y esto los unos respecto de los otros. Un verdadero fundamento para la fraternidad sacerdotal y la corresponsabilidad eclesial en la misión. Y nos enseñó a obedecer no a D. Damián, sino al Obispo. Nos lo invitaba haciéndonos conscientes de la grandeza del pueblo de Dios a quienes tenía- mos que servir. “No se merecen el Pueblo de Dios que tenéis (…)” que es tan capaz de entender y acompañar a sus pastores, nos subrayaba. Y es ver- dad. Y la gente supo enseguida quién era y cómo era aquel Obispo tan grande como sencillo. Esa grandeza que surge en los hombres sencillos. Cien años es un regalo de Dios, desde la pers- pectiva de quienes lo vemos desde fuera; pero es, sin duda, la cruz de los hombres fieles que cargan en sus pequeños hombros los dolores y las pérdi- das de un camino largo. Son, sin duda, los 100 años de un hombre santo. Por nuestra vida ha pasado cercano el testimonio de un santo. Y eso, aunque no estemos a esa altura, nos ha dejado una huella imborrable. El último y el servidor de todos.Así fue.Así lo recuerdo.
  16. 16. 17 IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE TESTIMONIO Y TESTIGO CREYENTE María José García Cabrera (OVC) D ignidad de la persona. Acogida. Mesura. Interés. Amor hecho vida. Nada es ajeno a Dios. Eso veo en él y aprendo de él. Sin duda, éstas y muchas otras defini- ciones me valen para aproximarme a Don Damián Iguacen Borau; bastaría y significaría todo decir, sencillamente, Don Damián. De las numerosas expresio- nes, experiencias, dificultades, momentos, en los que él ha esta- do en el camino de la vida, me quedo con algunos que pueden ser definitorios de la huella de un hombre creyente, de un sacer- dote honrado y de un Obispo de Dios que se ha cruzado en nues- tras vidas; en mi vida. En los años 80 mientras estu- diaba filología y vencía mi timidez haciendo teatro en la facultad, cre- cía en la fe, y conocía a Jesucristo desde la experiencia de militancia en un movimiento apostólico juve- nil: Hombres Nuevos. Era un tiem- po de formación, de cre- cimiento, de conocer a Dios, que nos quiere en el mundo, para organizar- lo según su designio, para llevar a otros a Él; y ahí aparece la discreta y firme presencia de Don Damián: la posibilidad de trabajar la Asamblea Diocesana. Otra estampa que tengo graba- da en la retina y en el recuerdo es su confianza en el diálogo, en la apertura, en las plataformas de formación serena y seria, el surgi- miento de Encuentros en la cultu- ra, desde las butacas primero y prestando una mano, después, supusieron un foro de apertura. Verlo acompañado de profesores, de pintores, de laicos a los que animaba a formarse es otra ima- gen que agradezco: él, un hombre de Iglesia, escuchaba, valoraba e interpelaba; enseñaba estando entre los otros que opinaban dife- rente, descubría en cada uno la huella de Dios, el hambre de Dios. Todo esto nos lleva a la década de los 90; con él se instauró el Ordo Virginum en nuestra diócesis en 1991, año que supuso su paso a ser Obispo emérito. La huella del testimonio de Don Damián me motivó a poner en sus manos un proceso de discernimiento voca- cional, pasó el tiempo y llegado el momento ¿quién mejor que él para ayudar, para poner nombre, responder a dudas, ser guía en el momento de fuerte discernimiento y de opción vocacional en aquel carisma recuperado por el Vaticano II? Aun estando en ese momento por distintas diócesis de España u otras partes del mundo, dando ejercicios espirituales, charlas, retiros, siempre que necesité contrastar con él algunas cuestiones fue muy accesible: su presencia en nuestra diócesis en puntuales ocasiones, en las que siempre vino a trabajar, favoreció que pudiera hablar con él de cre- yente a creyente: ver la huella de Dios ahí y su respuesta; fue ayuda para sacar cuanta hoja- rasca de distracción aparecía; fue consejo y acogida. Posteriormente, en momentos de dificultad; es siempre un testi- go de las vidas ajenas y de cómo nos acercamos o alejamos de Dios; es testimonio de creyente, que, a pesar de lo vivido, jamás Entrega de premio al niño ganador del concurso de dibujo. A la derecha, el Dr. Ramón Trujillo Brindando con la Tuna de Económicas “Fue ayuda para sacar cuanta hoja- rasca de distracción aparecía”
  17. 17. 18IIGGLLEESSIIAA NNIIVVAARRIIEENNSSEE UN OBISPO DE TODOS Y PARA TODOS T uve el privilegio de conocer y de admirar bien de cerca a D Damián – así lo llamamos siempre - en los años que era obispo de Tenerife, porque yo vivía en La Laguna. Siempre me impresiona- ron su cercanía, su sonrisa franca y abierta, su sentido del humor y sobre todo su celo pastoral y su talante evangélico. Hacía pocos días de su toma de posesión y al preguntarle si viviría en el Obispado, se sonrió, con aquella su sonrisa tan agrada- ble y me dijo “No hija, no, el obis- pado es muy grande y yo soy muy pequeño”. Nunca le faltó el senti- do del humor. Durante los años en que fue obispo siempre fue muy cercano a la gente, le gustaba la buena con- versación y encontrarse con las personas. Siempre tenía tiempo para un saludo, una palabra amable y recordaba a cada uno y sus inquietudes. Un año nos diri- gió unos Ejercicios en la Residencia Nazaret de La Laguna a un buen grupo de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret. Al terminar una conferencia de la tarde, le ofrecí acompañarlo en coche a su casa porque había anochecido y lloviznaba. Como siempre, se son- rió y me dijo “Muchas gracias, pero no. Un obispo ha de andar a pie por su ciudad para que la gente pueda acercarse, al obispa- do van pocos”. Le gustaba estar con la gente y la gente lo sabía. Don Damián siempre me ha parecido un santo sacerdote, siempre dispuesto a servir a sus fieles, un pastor de los que el Papa Francisco ha definido con “olor a oveja”. Estábamos en la sacristía hablando con él, des- pués de una hermosa celebración litúrgica, cuando se acercó una chica pidiéndole una bendición especial para su padre, enfermo. “No puede salir de casa – le dijo – y lo que más siente es no poder asistir a la Eucaristía. Vivimos muy arriba de Pedro Álvarez y el coche no llega bien hasta mi casa y él no puede caminar”. .La res- puesta de D Damián no se hizo esperar. “¿Te va bien que el miér- coles a las 11h vaya a tu casa a celebrar la Eucaristía con tu padre? “. Las lágrimas de gratitud rodaron por las mejillas de aquella muchacha que no podía creer lo que le ofrecía D Damián. Los que le escuchamos no sabíamos si estábamos en Galilea a dos mil años de distancia, tan evangélica nos sonó la respuesta. No se me olvidan sus escritos dedicados a tantas y tan sugeren- tes advocaciones de la Virgen. Mucho tiempo he disfrutado de su “Santa María de las tres manos” entre otros. Dios bendiga abundantemente a su obispo, este obispo chiquito de estatura y de una grandeza de alma increíble. Gracias Don Damián por todo el bien que ha hecho y sigue haciendo. vive en la acomodada posición del «ya he llegado», sino que testimo- nia para mí la mejor manera de despojarse de ropajes de falacia y de prepotencia y de revestirse con una leve sonrisa y ligero de equi- paje ser un creyente siempre atento a la búsqueda de la volun- tad de Dios en la vida: a pie des- calzo, frente al Sagrario. Es invita- ción a orar y a contrastar esas ideas, esas mociones, esas intui- ciones: orar, discernir sin precipi- tación. Gracias Don Damián. A veces he sentido que estamos en deuda con usted: no enjuicio, no juzgo; reflexiono. Gracias por hacer de ésta una diócesis abierta, gracias por creer y confiar en un laicado al que exi- gió y al que acompañó, gracias por sus detalles de finura espiri- tual al recodar qué sombras nos entretienen en el camino. Gracias por su credibilidad, gracias por no tener jamás prisa al escuchar; gra- cias por creer y por ayudar a creer. Gracias porque de su lema hizo y hace un estilo y un sello de vida: gracias porque siendo el últi- mo de todos siempre ayuda a mirar a Aquél que nos escogió. Dios lo bendiga. Entrevista realizada por Zenaido Hdez. en el nacimiento de “Diálogo Fe-Cultura” -- CCeecciilliiaa CCoorrttaaccaannss -- ((MMiissiioonneerraa ddee NNaazzaarreett))
  18. 18. Mi punto de vista FELIZ CUMPLEAÑOS Don Damián Iguacen Borau, obispo de Tenerife de 1984 a 1991 y hoy, emérito. Tuve la suer- te de que Dios me permitiera cono- cerle. No lo recuerdo con exactitud, pero llevé la administración de la Escuela de Asistentes Sociales de Tenerife ubicada en la santacrucera calle de La Rosa, hasta su pase a la Universidad de La Laguna. Relevé en el cargo al Rvdo. Padre Montoliú. Creo que fue entre 1986 y 1988. Tuve la primera conversa- ción con Don Damián a los pocos meses de asumir la administración de la Escuela, en una de las reunio- nes periódicas que las monjas tení- an con el obispo para informarle de la gestión y las conversaciones con la Universidad, así como rendir cuentas. Don Damián entró en mi vida cuando yo pasaba por momentos de crisis en la Fe. Dios me puso en su camino no solo para salvar esa crisis, sino para que volviera a mis orígenes. La bondad del obispo, su cercanía, su sencillez, su saber cómo llegar a mi corazón con La Palabra, fue un impacto positivo tan brutal en mí, que cada día en los momentos de paz y tranquilidad para orar, solo le daba a Dios las gracias por haber conocido a Don Damián. Pasé algunas horas placenteras de charla con él en el obispado y otros lugares; me regaló algunos de sus libros; leí más de dos y tres veces uno: “Creí, por eso hablé”. No recuerdo si me dedicó alguno, posiblemente sí, pero los presté y nunca los pude recuperar. Uno de los suyos “Diálogos con Santa María, Madre de Dios”, me lo rega- ló el Rvdo. Paco Arteaga, Delegado Episcopal de Cáritas por esas fechas, con esta dedicatoria: “Leonardo: Espero y deseo que este librito de tu amigo D. Damián, te ayude para que sigas enamora- do de la Virgen. Un abrazo. Paco. 15-12-94”. Ya lo creo que me ayudó y ¡cómo!. Aún me sigue ayudando, no me canso de releerlo. Tengo una anécdota con Paco Arteaga. Mi querido amigo y com- pañero Jesús Martín Ayuso, admi- nistrador de Cáritas Diocesana de Tenerife, lo solicitó el Rvdo. Antonio Hernández para administrar Proyecto Hombre Canarias. No quería dejar desamparada a Cáritas administrativamente hablando, ni darle una negativa al Padre Antonio. Me pidió si yo podría hacerme cargo de “las cuen- tas” de Cáritas, que solo me llevarí an “un par de horas a la semana”. Me reuní con Paco Arteaga y Carmen Luisa (Subdelegado por entonces y Directora de Cáritas) iniciamos conversaciones. Dos semanas más tarde ambos me confirmaron que aceptaban me hiciese cargo de la administración, pero que debían proponérselo al obispo, pues él es el que nombra al Administrador Diocesano de Cáritas, a propuesta del Director/a. Paco Arteaga al día siguiente, me llamó para que pasara por los Servicios Generales de Cáritas. Me entregó el nombramiento por el obispo, diciéndome: “ya me podías haber dicho que el obispo y tú os conocéis de hace tiempo y me hubieses ahorrado la preocupación de si el obispo te aceptaba o no, pues nosotros estábamos muy interesados”. Desde su cese, he podido estar en alguna de sus charlas en Tenerife, pocas la verdad, pues mis obligaciones como Director de Cáritas no me lo han permitido, pero siempre está Don Damián en mi recuerdo y entre las personas por las que en mis oraciones dia- rias, pido al Padre le siga bendi- ciendo cada día. Muchas felicidades, Don Damián, por sus cien años y muchas gracias por lo que me ha dado y me sigue dando. Usted me enseñó a “leer e inter- pretar” el Evangelio, lo que Jesús quería decir con sus pala- bras. Y hoy, solo hago eso en la misión encomendada: aplicar las enseñanzas de Jesús. Muchas gracias a Dios y a usted. Por Leonardo Ruiz del Castillo Director de CÁRITAS DIOCESANA

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