1. Mesa redonda #FICOD. Martes 16 de noviembre de 2010
Buenas tardes, Ficodebezados y Ficodebezadas… mayúsculas equis de de de, para
entendernos. Abordo esta breve intervención con algo de pudor, pues no en vano me
considero un outsider, en varios sentidos. En cuanto a las redes sociales, porque padezco
con ellas un serio trastorno bipolar, que me lleva a ser entusiasta a ratos y escéptico
también a ratos. Y aviso que los últimos ratos, los escépticos, le vienen ganando la
partida a los del entusiasmo.
Por otro lado, soy outsider de ejercicio diario, pues es tan desesperante la situación en el
sector, y bien lo saben mis compañeros de mesa mejor que nadie, que este ponente se
gana las habichuelas fuera del oficio; en mi escaso margen de tiempo libre figuran mis
pinitos periodístico, más vocacionales que de ejercicio activo de la profesión. Dicen
algunos gurús que es el único camino que nos va a quedar a los periodistas, salvo a una
élite que sí podrá vivir de juntar letras de manera remunerada: trabajar por amor al arte.
Aunque con la nariz tapada, a veces no me queda otra que escuchar esos argumentos y,
quizá abatido por la tenebrosa situación laboral del sector, asentir cabizbajo.
En fin, quien quiera seguir mi pista le basta con buscar el perfil alfonsopineiro en
Twitter o en Facebook. Administro un blog atizado de sarcasmo, alfonsopineiro.es, y
edito Confidencialba, una web que va ya por su tercera etapa, que nada tiene que ver
con la segunda, y esta a su vez nada tenía que ver con la primera. “Toca invental”, dicen
en el Caribe, y en ello estamos mi equipo y yo.
Ahora bien como outsider que soy, me permito también tener una opinión bastante
disidente con respecto a muchos de mis colegas. Y uno de ellos, sé que incómodo y
políticamente incorrecto, es cuestionar hasta qué punto nuestras labores algo despistadas
con la avalancha digital le interesan de verdad a la gente común, al ciudadano de a pie,
al lector o espectador corriente. Quitando a periodistas, profesionales, líderes políticos y
sociales, poderes de todo pelaje… nos queda es una amalgama ciudadana que bastante
tiene con sus problemas diarios: llegar a fin de mes, cuidar de los suyos, apretar los
dientes en el trabajo (o en el paro), prestar atención a sus necesidades perentorias, hacer
cábalas con su horario, descansar y buscar la ocasión de entretenerse con algo que le
satisfaga. Tengo el privilegio de “bajar a la calle” a diario… y ver lo difícil que resulta
que todas esas pequeñas metas cotidianas lleguen a buen puerto.
Ahora volvamos los ojos aquí, al FICOD, al EBE, a la producción de contenidos. La
mayoría de los asistentes a esta mesa redonda, y seguro que de sus ponentes, sigue o
procura seguir a no menos de 50 bloggeros, no menos de 10 medios de comunicación
nacionales y 5 extranjeros, y mantener viva la conversación con perfiles de redes
sociales que presentan más o menos síntomas de hiperinflación. Otra cosa es que lo
reconozcamos, o que reconozcamos que es francamente difícil seguirlo todo, pero la
realidad es esa, se quiera como se quiera disfrazar. Si eso nos pasa a nosotros, que nos
movemos como Pedro por su casa por el mundillo… ¿qué puede ofrecer un periodista al
común de los mortales, que diferencie su producto y le haga por tanto merecedor de
estar en el mercado?
La coyuntura nos obliga, no digo que esté a favor o en contra, pero nos obliga, a ser
gestores comerciales de nosotros mismos. A vendernos ante la empresa y ante la
2. sociedad, o a embarcarnos en aventuras para las que sabemos de antemano que no hay
financiación, ni apoyo externo, por mucha propaganda que nos queramos creer.
En esta coyuntura, hay quien ve en Internet la tabla de salvación. Pues me permito el
exabrupto de negar la mayor. Porque eso es confundir el todo con la parte: sin Internet
no habrá tabla de salvación, eso es cierto; pero esta no vendrá sola, sin tilde, ni sólo, con
tilde, de la mano del mayor o mejor uso de la red, en singular, o de sus redes, en plural,
sociales. La tabla de salvación de la profesión está en otros lugares, que tienen que ver
con Internet, pero que no son sólo Internet, y que tenemos delante de nuestras narices.
Cosa distinta es que nos decidamos a emprender el camino, y con esto termino. Mi
decálogo de salvación del periodismo pasa por:
1) Independencia de la agenda informativa respecto de la agenda política.
2) Independencia de la agenda también respecto a los clientes publicitarios.
3) Publicación de las fuentes originales, y recursos de autoridad para el contexto
editorial.
4) Capacidad de anticipación, no de quiromancia: apuestas sobre hechos
verificables.
5) Renuncia explícita al periodismo de declaración disfrazado como investigación.
6) Renuncia explícita al star-system: lo importante no es llegar a El Aaiún, sino
explicar con la contundencia de los datos qué ha sucedido.
7) El periodista sólo es noticia si él mismo es objeto de presión por el desempeño
de sus tareas profesionales.
8) Separar sintonía personal con las fuentes de ejercicio crítico de la profesión.
9) Una rueda de prensa ha de ser un mar de brazos levantados para preguntar.
Deben asumirlo las fuentes, pero también los propios compañeros del gremio,
pues algunos parecen haberlo olvidado.
10) Compromisos institucionales para velar por el cumplimiento del III Convenio
Colectivo para periodistas, pero sin olvidar que en el mercado funciona la ley de
la oferta y la demanda.
Si no nos suena de nada este decálogo, es que hemos perdido el norte. Pero debería
sonarnos. Julien. Wikileaks. En sus manos caen los documentos que deberían haber
pasado primero por, pongo un ejemplo, The New York Times. Algo, pues se ha hecho
mal.
Con lo anterior, regreso a mis planteamientos iniciales. Y resumo: cuando me hablan los
gurús de Internet, se me activa el lado pesimista; cuando me hablan los gestores de
contenido, veo en las redes sociales una oportunidad para comunicar más y mejor que
nunca. No dejemos que Internet se pueble de gurús, y sin ánimo de cargar con un
Padrenuestro, no caigamos nosotros mismos en la tentación (facilísima) de convertirnos
en gurús. El ciudadano de a pie no tiene tiempo, ni falta que le hace, de ver nuestros
chismes en Twitter y en Facebook, que son fabulosos para nuestro ego, pero no para
nuestra profesión. En definitiva, está en nuestras manos que Internet sea una
oportunidad, y no una amenaza. Pero no tiene nada que ver con Internet, tiene que ver
con recuperar el ejercicio periodístico.
Muchas gracias.
3. <h4>Mesa redonda en el plató de #FICODTV. Martes 16 de noviembre</h4>
Buenas tardes, <em>Ficodebezados</em> y <em>Ficodebezadas</em>…
<em>mayúsculas equis de de de</em>, para entendernos. Abordo esta breve
intervención con algo de pudor, pues no en vano me considero un outsider, en varios
sentidos. En cuanto a las redes sociales, porque padezco con ellas un serio trastorno
bipolar, que me lleva a ser entusiasta a ratos y escéptico también a ratos. Y aviso que los
últimos ratos, los escépticos, le vienen ganando la partida a los del entusiasmo.
Por otro lado, soy outsider de ejercicio diario, pues es tan desesperante la situación en el
sector, y bien lo saben mis compañeros de mesa mejor que nadie, que este ponente se
gana las habichuelas fuera del oficio; en mi escaso margen de tiempo libre figuran mis
pinitos periodístico, más vocacionales que de ejercicio activo de la profesión. Dicen
algunos gurús que es el único camino que nos va a quedar a los periodistas, salvo a una
élite que sí podrá vivir de juntar letras de manera remunerada: trabajar por amor al arte.
Aunque con la nariz tapada, a veces no me queda otra que escuchar esos argumentos y,
quizá abatido por la tenebrosa situación laboral del sector, asentir cabizbajo.
<!--more-->En fin, quien quiera seguir mi pista le basta con buscar el perfil
alfonsopineiro en <a href="http://twitter.com/alfonsopineiro">Twitter</a> o en <a
href="http://www.facebook.com/alfonsopineiro">Facebook</a>. Administro un blog
atizado de sarcasmo, <a href="http://www.alfonsopineiro.es">alfonsopineiro.es</a>, y
edito <a href="http://www.confidencialba.com">Confidencialba</a>, una web que va
ya por su tercera etapa, que nada tiene que ver con la segunda, y esta a su vez nada tenía
que ver con la primera. “Toca invental”, dicen en el Caribe, y en ello estamos mi equipo
y yo.
Ahora bien como outsider que soy, me permito también tener una opinión bastante
disidente con respecto a muchos de mis colegas. Y uno de ellos, sé que incómodo y
políticamente incorrecto, es cuestionar hasta qué punto nuestras labores algo despistadas
con la avalancha digital le interesan de verdad a la gente común, al ciudadano de a pie,
al lector o espectador corriente. Quitando a periodistas, profesionales, líderes políticos y
sociales, poderes de todo pelaje… nos queda es una amalgama ciudadana que bastante
tiene con sus problemas diarios: llegar a fin de mes, cuidar de los suyos, apretar los
dientes en el trabajo (o en el paro), prestar atención a sus necesidades perentorias, hacer
cábalas con su horario, descansar y buscar la ocasión de entretenerse con algo que le
satisfaga. Tengo el privilegio de “bajar a la calle” a diario… y ver lo difícil que resulta
que todas esas pequeñas metas cotidianas lleguen a buen puerto.
Ahora volvamos los ojos aquí, al FICOD, al EBE, a la producción de contenidos. La
mayoría de los asistentes a esta mesa redonda, y seguro que de sus ponentes, sigue o
procura seguir a no menos de 50 bloggeros, no menos de 10 medios de comunicación
nacionales y 5 extranjeros, y mantener viva la conversación con perfiles de redes
sociales que presentan más o menos síntomas de hiperinflación. Otra cosa es que lo
reconozcamos, o que reconozcamos que es francamente difícil seguirlo todo, pero la
realidad es esa, se quiera como se quiera disfrazar. Si eso nos pasa a nosotros, que nos
movemos como Pedro por su casa por el mundillo… ¿qué puede ofrecer un periodista al
común de los mortales, que diferencie su producto y le haga por tanto merecedor de
estar en el mercado?
4. La coyuntura nos obliga, no digo que esté a favor o en contra, pero nos obliga, a ser
gestores comerciales de nosotros mismos. A vendernos ante la empresa y ante la
sociedad, o a embarcarnos en aventuras para las que sabemos de antemano que no hay
financiación, ni apoyo externo, por mucha propaganda que nos queramos creer.
En esta coyuntura, hay quien ve en Internet la tabla de salvación. Pues me permito el
exabrupto de negar la mayor. Porque eso es confundir el todo con la parte: sin Internet
no habrá tabla de salvación, eso es cierto; pero esta no vendrá sola, sin tilde, ni sólo, con
tilde, de la mano del mayor o mejor uso de la red, en singular, o de sus redes, en plural,
sociales. La tabla de salvación de la profesión está en otros lugares, que tienen que ver
con Internet, pero que no son sólo Internet, y que tenemos delante de nuestras narices.
Cosa distinta es que nos decidamos a emprender el camino, y con esto termino. Mi
decálogo de salvación del periodismo pasa por:
1. Independencia de la agenda informativa respecto de la agenda política.
2. Independencia de la agenda también respecto a los clientes publicitarios.
3. Publicación de las fuentes originales, y recursos de autoridad para el contexto
editorial.
4. Capacidad de anticipación, no de quiromancia: apuestas sobre hechos
verificables.
5. Renuncia explícita al periodismo de declaración disfrazado como investigación.
6. Renuncia explícita al star-system: lo importante no es llegar a El Aaiún, sino
explicar con la contundencia de los datos qué ha sucedido.
7. El periodista sólo es noticia si él mismo es objeto de presión por el desempeño
de sus tareas profesionales.
8. Separar sintonía personal con las fuentes de ejercicio crítico de la profesión.
9. Una rueda de prensa ha de ser un mar de brazos levantados para preguntar.
Deben asumirlo las fuentes, pero también los propios compañeros del gremio, pues
algunos parecen haberlo olvidado.
10. Compromisos institucionales para velar por el cumplimiento del III Convenio
Colectivo para periodistas, pero sin olvidar que en el mercado funciona la ley de la
oferta y la demanda.
Si no nos suena de nada este decálogo, es que hemos perdido el norte. Pero debería
sonarnos. Julien. Wikileaks. En sus manos caen los documentos que deberían haber
pasado primero por, pongo un ejemplo, The New York Times. Algo, pues se ha hecho
mal.
Con lo anterior, regreso a mis planteamientos iniciales. Y resumo: cuando me hablan los
gurús de Internet, se me activa el lado pesimista; cuando me hablan los gestores de
contenido, veo en las redes sociales una oportunidad para comunicar más y mejor que
nunca. No dejemos que Internet se pueble de gurús, y sin ánimo de cargar con un
Padrenuestro, no caigamos nosotros mismos en la tentación (facilísima) de convertirnos
en gurús. El ciudadano de a pie no tiene tiempo, ni falta que le hace, de ver nuestros
chismes en Twitter y en Facebook, que son fabulosos para nuestro ego, pero no para
nuestra profesión. En definitiva, está en nuestras manos que Internet sea una
oportunidad, y no una amenaza. Pero no tiene nada que ver con Internet, tiene que ver
con recuperar el ejercicio periodístico.
Muchas gracias.