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ESCRITOS DE FORMACIÓN
 EAS
                           Número 42 – Mayo de 2010


     ABUSO SEXUAL INFANTIL POR PARTE
    DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS
  P. José Rafael Prada Ramírez, Redentorista, Doctor en Psicología.




COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIA
CIUDAD DE MEDELLÍN
COMITÉ DE FORMACIÓN


                                  1
El comité de Formación genera documentos periódicamente para
beneficio de los EAS y su formación. Los invitamos a leer estos
documentos y reflexionar sobre ellos, ojalá algunas veces en
comunidad. Los invitamos a coleccionarlos y a divulgarlos.

Estos escritos se basan en recopilaciones de documentos de diversos
autores, incluyendo personas de los EAS, sometidos en algunos casos a
adaptaciones que los hagan más afines y prácticos para los EAS, bajo la
responsabilidad del comité.

Son bienvenidos los comentarios y los aportes.

En este escrito queremos tratar el tema de ABUSO SEXUAL INFANTIL
POR PARTE DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS, basado en un
documento gentilmente compartido con los EAS por su autor, el Padre
Rafael Prada, provincial de los redentoristas de Colombia, para
distribución privada en las comunidades EAS. Se trata de un tema de
mucha actualidad en la Iglesia, fuente de desprestigio y de críticas, que
debe ser puesto en su real perspectiva, la cual no vamos a obtener
fácilmente de los medios de comunicación, muchas veces interesados
en el escándalo y en la novedad superficial. En cambio este documento,
escrito con cuidado y rigor por una persona ilustrada, equilibrada y de
mentalidad investigativa y pastoral, nos aporte luces claras y criterios,
para aclarar conceptos y situaciones, para que sepamos conversar con
otras personas y tener igualmente opiniones formadas.

Consideramos que el ambiente de pequeña comunidad es ideal para
desarrollar una visión ilustrada de las situaciones del mundo y de la
Iglesia y queremos proponerles que traten estos temas en sus
reuniones semanales.




                 ABUSO SEXUAL INFANTIL POR PARTE
               DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS


P. José Rafael Prada Ramírez, Redentorista, Doctor en Psicología.
       El escáncalo de abuso sexual de menores por parte de clérigos y religiosos
católicos ha traspasado la frontera de los países anglosajones, donde hace algunos
años comenzó, y ha inundado los ambientes de casi todos los países
tradicionalmente católicos como España, Italia, y Latinoamérica.

                                        2
El presente artículo quiere ser una aproximación crítica al tema. Una
primera parte describirá el fenómeno patológico de la pedofilia diagnosticado
como parafilia. Después se hablará de ella a la luz de la psicología. Una tercera
parte presentará, a grandes líneas, el escáncalo mundial del abuso sexual de
menores por parte de clérigos y religiosos. Finalmente, una cuarta parte dará
recomendaciones, tanto psicológicas como jurídicas y religiosas, para afrontar la
situación y corregir esa conducta desviada.
       1. Descripción de la pedofilia y del pedófilo
       Comúnmente se entiende por pedofilia el acto o la fantasía de establecer
relaciones sexuales con niños menores de edad, como método repetidamente
preferido o exclusivo, para lograr la excitación sexual. Algunos hablan de pedofilia
cuando se trata de relaciones sexuales de un hombre con jovencitas o niñas, de
pederastía cuando las relaciones sexuales son de un hombre con muchachitos
menores de 14 años, y efebofilia cuando las relaciones sexuales son con
adolescentes1.
        En el presente artículo utilizaremos primordialmentede los términos
pedofilia y efebofilia, entendiendo por pedofilia la relación sexual de un adulto con
niños y niñas antes de su pubertad, y por efebofilia la relación sexual con
adolescentes menores de edad. Como nos damos cuenta inmediatamente, no es
fácil la distinción clara de todos los términos porque hay que tener en cuenta el
proceso de maduración biológica (pubertad), psicológica (adolescencia) y las leyes
que reglamentan, según los países y culturas, cuándo una persona ha llegado a su
mayoría de edad2.
        El DSM-IV3 incluye un diagnóstico standard para la pedofilia con los siguientes
criterios que se citan textualmente:
       “A.        Durante un período de al menos 6 meses, fantasías  sexuales
                  recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o
                  comportamientos que implican actividad sexual con niños
                  prepúberes o niños algo mayores (generalmente de 13 años o
                  menos).
       A.           Las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos
                    provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social,
                    laboral o de otras áreas importantes de la actividad del
                    individuo.
       B.           La persona tiene al menos 16 años, y es por lo menos 5 años
                    mayor que el niño o los niños del criterio A.


1
  Las etimologías provienen del griego: paidòs: niño; filía: amor; erastés: amante; efebo:
adolescente.
2
  La atracción sexual hacia niños muy pequeños se llama infantofilia y siempre esconde
problemas graves de personalidad.
3
   DSM-IV significa Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en su
cuarta edición. Y APA es la Asociación Psiquiátrica Americana.

                                            3
Nota: no se debe incluir a individuos en las últimas etapas de la
       adolescencia, que se relacionan con personas de 12 o 13 años” (APA, 1995,
       248).
       Más del 20% de los pedófilos son parientes de la víctima. Los hombres
heterosexuales pedófilos buscan niñas de 8 a 10 años, desconocidas, cuya
confianza van ganando poco a poco, y generalmente no van más allá de tocarlas y
acariciarlas. Los homosexuales pedófilos buscan muchachos de 10 años en
adelante. Algunos pedófilos son agresivos.
       La mayoría de los pedófilos son hombres, con edades que fluctúan entre 30
y 40 años, inmaduros, solitarios, con complejos de culpa o sentimientos religiosos
contradictorios, con baja autoestima y dificultades para establecer relaciones
heterosexuales normales. Por lo general no presentan trastornos psicopatológicos,
pero algunos de ellos ejercen los actos pedofílicos en momentos estresantes.
       Generalmente hablando la pedofilia es la parafilia que la sociedad ve con mayor
horror y ante la cual reacciona con mayor energía. Muchas veces la reacción
escandalosa y agresiva de los padres o familia del niño abusado, produce mayor
daño que el acto pedófilo en sí, por cuanto se suscitan fácilmente sentimientos de
culpa y de vergüenza en el niño, con baja de su autoestima y tendencia a la
represión.
       En las últimas décadas la permisividad hacia la pedofilia ha crecido.
Scarlettari y Laggia (2003, 32-33) afirman que los sitios pedófilos en Internet han
aumentado en un 200%, hay 552 organizaciones bien estructuradas en el mundo
que reinvendican los derechos pedófilos, existen partidos políticos y comités que
luchan por defender esos derechos, por ejemplo en Holanda, y las mujeres
pedófilas se han organizado en 5 diversas organizaciones mundiales. La ONU
publicó en el 2006 un reporter donde afima que sólo en el año 2000 hubo 230
millones de niños abusados sexualmente en el mundo (El Tiempo 2006, 1-23).
       Sin embargo, algunos de los practicantes de la pedofilia afirman que ellos, y
en general los que practican las llamadas “desviaciones sexuales” (parafilias), son
seres muy evolucionados que forman ya el verdadero hombre del futuro,
realizado en todas sus potencialidades (Cooper 1997, 256).
        Muchas publicaciones sobre pedofilia sostienen que un gran número de
pedófilos sufrieron abuso sexual cuando eran niños. Así, la Escuela Sexoanalítica
Canadiense afirma que la mitad de los pedófilos que son tratados allí en terapia,
han sufrido ataques sexuales cuando eran niños (Bouchard 2001, 127). Sin
embargo, afirma Vittorino Andreoli, psiquiatra italiano, el pedófilo tiene capacidad de
elección y es responsable de su acción; estas son sus palabras: “Definir al pedófilo
como enfermo no está en contradicción con retenerlo responsable de un crimen,
porque a pesar de que aquella atracción sea un trastorno de la sexualidad, no
comporta incapacidad para dominarlo” (2004, 5).
       2. La pedofilia a la luz de la psicología
     El psicólogo Helí Alzate (1987, 155) sostiene que los seres humanos llegan a
su madurez sexual bastante antes que nuestras costumbres y leyes lo reconozcan.

                                          4
Afirma que no parecen existir bases biológicas para considerar “anormal” la
actividad sexual entre adultos y jovencitos, porque son frecuentes entre los
animales inferiores y en algunas culturas humanas. Y añade que en Occidente, este
tipo de relación era bien visto en las antiguas Grecia y Roma, y hasta finales del
siglo XVIII la legislación al respecto no fue rígida: hasta el siglo XIX la edad legal
para el consenso sexual en muchas legislaciones anglosajonas era de 10 años, y en
el estado norteamericano de Delaware hasta el año de 1895 era de 7 años.
       2.1 El psicoanálisis
      Sigmund Freud consideraba la pedofilia claramente como una parafilia o
desviación sexual.
      Para los psicoanalistas el pedófilo no ha resuelto su “complejo de Edipo”4 y de
esa manera es un pervertido del amor padre/madre que asegura su energía sexual
para su propio placer.
       Incapaz de relacionarse sexualmente con un adulto, su sexualidad
permanece polimorfa como la de un niño. El niño es la salida a sus impulsos
descontrolados. Todo acto de abuso sexual con menores es edipiano, no sólo por
su naturaleza arcaica, sino por la desproporción entre los dos protagonistas
(Stoller 1977, 109-214).
       Los terapeutas psicoanalistas tratan de desbloquear el trauma causado en la
infancia (superar el complejo edípico) para que el interesado adquiera formas más
maduras de expresión sexual (Goldeb 1998, 32).
       2.2 El conductismo
       Los teóricos del comportamiento hablan de la pedofilia como aprendizaje de
actitudes negativas hacia el sexo, experiencias de abusos sexuales durante la niñez,
exposición a modelos de aprendizaje sexual desviado, sentimientos de
inseguridad y autoestima baja, y dificultad en las relaciones interpersonales, lo
que facilita una relación sexual adulto-niño (Tollinson – Adams 1979, 16-112).
       Para ayudar en la cura de los pedófilos tradicionalmente se ha utilizado la
terapia aversiva (acoplar fantasías parafílicas con estímulos aversivos) y la
desensibilización sistemática (relajación y condicionamiento imaginativo de
relaciones sexuales adecuadas).
       2.3 El cognitivismo
       Para los cognitivistas la sexualidad es uno de los sistemas motivacionales
interpersonales (SMI). La pedofilia, como toda parafilia, sería el resultado de SMI’s
inadecuados producidos en la relación con las figuras familiares importantes
(Veglia 1999, 588-639
4
   Se trata de un drama griego compuesto por Sófocles hace más de 2.300 años, con
simbología universal y para todos los tiempos. Edipo, sin saberlo, mata a su padre, llega
a ser rey de Tebas y se casa con Yocasta, su madre. Al saber la verdad, Yocasta se
ahorca y Edipo se saca los ojos y abandona la ciudad. Sigmund Freud utilizó la leyenda
para identificar la atracción erótica del hijo hacia la madre (o de la hija hacia el padre)
combinada con una actitud hostil hacia el padre (o de la hija hacia la madre). Los
seguidores de Freud hablaron de “Conflicto de Edipo” para el niño, y “Conflicto de
Electra” para la niña.

                                            5
Basados en la “teoría del apego” de John Bowlby, aceptada por los
psicólogos cognitivistas, el pedófilo podría ser fruto de una relación con la “figura
materna” de tipo inseguro-resistente. Dicha figura a veces ha respondido con cariño y
amor y a veces no. De esa manera, se ha creado un niño que no ha aprendido a
controlar sus exigencias, que busca de manera compulsiva y obsesiva afectividad
y sexo y que no sabe poner límites a su deseo de posesión (Prada 2004, 83).
        Los terapeutas cognitivos usan técnicas de autocontrol, de gestión del
estrés, de reestructuración cognitiva y de rehabilitación social.
       2.4 Perspectiva social
       El abuso sexual de menores puede suceder dentro del cuadro familiar
(incesto), en el ámbito comunitario (pederastía) o a nivel internacional
(prostitución infantíl).
       2.4.1 El incesto
      La sexualidad de los hijos puede ser motivo de conflicto para los padres.
Así las manifestaciones púberes de ellos pueden despertar en los padres
problemas no resueltos de sus años adolescentes.
       El acto incestuoso es desestabilizador del orden afectivo y sexual tanto para la
victima, como para el agresor y el entorno familia. A esto hay que añadir el silencio
forzoso que se impone. Se calcula que el 65% de las mujeres han sido víctimas,
alguna vez en su infancia, de un abuso sexual incestuoso. El incesto, de mayor a
menor número, se calcula así: padre-hija, entre hermanos, abuelo-nieta, entre
primos, madre-hijo. Desde este punto de vista, el mayor número de casos de abuso
sexual se realiza dentro de los muros de la casa paterna.
       Hay factores que facilitan el incesto: el hacinamiento y la pobreza extrema,
la precocidad sexual de los niños, los problemas psicopatológicos de la familia, la
sexualización de la vida social, la desintegración de los valores familiares, etc.
       2.4.2 La pederastía
      El abuso sexual de pederastas en la calle o en otros ambientes fuera del
hogar, es traumático pero ocasional. La mayor parte de los casos se realizan en los
parques, a la salida de las escuelas, o en los predios de ruinas o descampados.
       El pederasta más peligroso es aquel en quien el niño confía naturalmente: un
criado, un amigo de familia, un profesor, un clérigo, un maestro, un policía, etc. El
escándalo y el interrogatatorio que se hace ante la policía, el juez o las autoridades,
puede ser más perjudicial que el mismo abuso sexual, por la dramaticidad, la
obsesión de detalles, la ira explosiva de los padres y la curiosidad malsana de los
expectadores.
   2.4.3 La prostitución infantil
        El I Congreso Mundial contra la explotación de menores, celebrado en
Estocolmo (Suecia) del 27 al 31 de agosto de 1996, llamó la atención sobre los más de 2
millones de menores explotados sexualmente en todo el mundo y sobre la manera
sofisticada de esta industria criminal. Asia es el continente más afectado, y los países


                                           6
desarrollados de Occidente son los que más “turistas sexuales” tienen (Alemania,
USA, Francia, Italia...).
       Los pedófilos de todo el mundo se comunican entre sí especialmente a
través de Internet.
       Entre las causas de la prostitución infantil tenemos: la pobreza que induce a
muchos padres a prostituir a sus hijos para sobrevivir, la urbanización no
planificada, las migraciones, la desintegración familiar, el consumo de drogas y el
miedo al contagio del sida.
       Los defensores de la perspectiva social han recomendado terapias de tipo
sistémico y familiar para el control y cura del abuso sexual de menores, el uso de
substancias que disminuyan la producción de andrógenos en los pedófilos, la
castración química de los victimarios y la cirugía hipotalámica estereotáctica. El
resultado de todas estas terapias ha sido muy precario.
       2.5 Efecto de la pedofilia en las víctimas
       Al introducir al niño/a en actividades sexuales que no son propias de su
edad, se interfiere brutalmente en el desarrollo sano y normal de su sexualidad. El niño/a
pude albergar sentimientos de pérdida de confianza y seguridad en sí mismo/a,
sentimientos de vergüenza y auto-menosprecio. Incluso la víctima puede sentirse
culpable por lo que está viviendo.
      La gravedad de todos estos sentimientos y consecuencias dependerá de
muchos factores: duración del abuso, apoyo emocional que la víctima encuentre
en su familia o en otras personas, tipo de agresor (que sea familiar o no) y de
abuso cometido, manera cómo la familia o los conocidos reacciones (con
escándalo, violencia...), etc.
       No podemos dudar que las consecuencias negativas sobre los niños abusados
son muy serias y a largo término. Los niños no son capaces desde el punto de viusta
físico y emotivo de soportar la prematura experiencia sexual, ya sea por la
naturaleza física y las consecuencias psicológicas de los actos de abuso en sí
mismos, ya sea por las distorsiones que los abusadores les quieren imponer en su
tentativo o afán de impedir que los abusos lleguen a la luz pública. Las
consecuencias pueden extenderse desde lesiones e infecciones físicas en los niños,
hasta la pérdida de autoestima, sentimientos de culpa, fobias sexuales, accesos de
pánico, cólera y sentimientos contra Dios, aislamiento, pesadillas y profundas
depresiones. Algunos expertos afirman que estos efectos negativos son peores
cuando los culpables son sacerdotes o religiosos5
       La pedofilia no es un fenómeno nuevo. Tal vez sea más notoria hoy por la
permisividad de la sociedad, la crisis de valores y por el desarrollo de los medios de
comunicación. Pero es cada vez mayor el número de individuos, de grupos, y hasta
de familias que, inmersos en la promiscuidad de costumbres, son incapaces de
distinguir entre la proximidad afectiva y el respeto al otro, entre lo ilimitado del

        5
          Cfr. AA. VV. Broken Trust. Stories of Pain, Hope, and Healing from Clerical Abuse
Survivors and Abusers, editado por P. Leming, S. Lauber-Fleming & M. T. Matousek,
Crossroad Book, New York 2007.

                                              7
amor y los límites que dan el tiempo y el espacio, entre un amor oblativo que
respeta dignidad y libertad y una posesión compulsiva que irrumpe y que
corrompe.
       3.   La pedofilia de los clérigos de la Iglesia católica
       En las últimas décadas del siglo XX se desataron escándalos de pedofilia de
clérigos de la Iglesia católica, especialmente en las naciones anglosajonas, para
luego extenderse a muchos otros países.
         Los medios de comunicación, los políticos, los intelectuales y el público en
general han hecho diversas declaraciones sobre el tema, muchas de ellas
contradictorias, parciales, exageradas o mentirosas, que no han ayudado a aclarar
los hechos y a encontrar la verdad6. Últimamente hasta el mismo Papa Benedicto
XVI injustamente ha sido atacado de no haber sido suficientemente estricto en el
tema, cuando presidía el dicasterio de la Doctrina de la Fe. No podemos negar que la
pedofilia de clérigos católicos existe y es un hecho gravísimo en la Iglesia católica. Manfred
Lütz (2010, 14) afirma: “El abuso sexual de menores por parte de sacerdotes
católicos es un delito especialmente repugnante, porque el sacerdote desempeña
un papel paterno respecto al menor y, por lo tanto, el acto tiene algo de
incestuoso”. Por eso el problema debemos situarlo críticamente en la verdad, para
bien de los niños/as víctimas, de la misma Iglesia y de la sociedad entera.


       3.1 El escándalo pedófilo clerical a nivel mundial
       La Iglesia católica ha sufrido una crisis, tal vez la más fuerte desde el
surgimiento del protestantismo, a causa de los escándalos de clérigos y religiosos en
relación al abuso sexual de menores.
       3.1.2 Algunos casos
      La Iglesia católica de Estados Unidos ha sido la más afectada y donde el
escándalo ha llevado a soluciones jurídicas, psicológicas, eclesiales y económicas:
              - Más de 1.500 clérigos y religiosos estadounidenses han sido
       acusados de pedofilia desde el año 1950, incluidos algunos obispos y
       jerarcas que son pedófilos, o que los han encubierto.
              - El caso más escandaloso fue el del cardenal Bernard Law, de
       Boston, quien fue acusado de encubrir a varios sacerdotes pedófilos, entre
       ellos a John Goeghan quien abusó de más de 130 menores a lo largo de
       varios años (Sperry 2003, 148).
             - También el cardenal de Los Ángeles, Roger Mahoney, ha sido
       acusado de encubridor. Varias diócesis y congregaciones religiosas han
       debido pagar millones de dólares de indemnización por abusos sexuales y
       algunas de ellas se han declarado en bancarrota.

6
   Prototipo de esa actitud negativa y sesgada son las numerosas publicaciones del
español Pepe Rodríguez, empeñado en una especie de cruzada contra la Iglesia católica y
sus enseñanzas sobre la sexualidad. Aquí se aplica el refrán que “la peor mentira es la
verdad a medias”.

                                              8
En Europa tampoco han faltado los escándalos :
              - El obispo Brendan Comiskey de Irlanda renunció a su cargo en el
       2002 y se disculpó públicamente por los múltiples abusos que cometió el P.
       Sean Fortune, quien se suicidó. La misma Iglesia católica publicó en octubre
       del 2005 el “Reporte Ferns” con todos los datos de abuso sexual de menores
       por parte de clérigos en la diócesis del mismo nombre (Moloney 2005, 4).
             - En Polonia, el obispo Juliusz Paetz, de Poznam tuvo que renunciar
       acusado de agredir sexualmente a varios clérigos en el seminario.
            - Casos parecidos se han presentado en España, Francia, Italia,
       Alemania y en otros países europeos.
       En América Latina los casos más sonados han sido:
             - Las acusaciones de pedofilia contra el fundador de los Legionarios
       de Cristo, el P. Marcial Maciel, a quien en el 2006 la Santa Sede prohibió
       toda acción litúrgica y presentación en público.
              - La condena en Brasil del P. Tarcisio Tadeu Spricigo por abusar de
       varios niños entre el 2001 y el 2002.
             - El escándalo de los últimos años en Colombia con la acusación
       contra el P. Efraín Rozo, famoso ciclista de otras épocas, sobre actos de
       pedofilia con un sobrino y con otros candidatos al sacerdocio. A eso hay
       que añadir el programa “Séptimo Día” de la cadena televisiva Caracol y su
       acusación contra dos sacerdotes religiosos pedófilos.
       Estos son algunos, solamente, de los muchos casos de pedofilia del clero y
de los religiosos católicos que se han judicializado a lo largo y ancho del mundo,
pero manifiestan claramente que la Iglesia católica sufre de un problema tremendo en
algunos de sus miembros y que debe dar una respuesta clara, humilde, valerosa y
evangélica a los ojos de toda la sociedad, ya que ella ha sido guardiana universal de la
moralidad.
       Recientemente Monseñor Charles J. Scicluna, Promotor de Justicia para el
Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que en la práctica es el público ministerio que
indaga sobre los “delicta graviora” (los delitos más graves en la Iglesia católica),
concedió una entrevista publicada en el diario italiano Avvenire el 13 de marzo de
2010 y, entre otros puntos afirma lo siguiente (Gianni Cardinale, 2010, 9):
       -   Entre los delitos más graves en absoluto (“delicta graviora”) la Iglesia
           católica considera aquellos contra la Eucaristía (“profanación”, por
           ejemplo), contra el Sacramento de la Penitencia (la “solicitud” en
           confesión, por ejemplo) y el pecado de castidad de un clérigo contra un
           menor de 18 años.
       -   A la Iglesia no le agrada la “justicia espectáculo”, pero no se opone a las
           leyes civiles que defienden a los menores de edad y quiere que los
           clérigos acusados por pedofilia, además de la investigación y sanciones
           canónicas, se sometan también a aquellas.


                                           9
-   En la última década su oficina ha atendido, investigado y sancionado
          cerca de 3.000 procesos contra clérigos acusados de abuso a menores en
          los últimos 50 años. El 60% de esos casos se trataba de efebofilia (abuso
          de adolescentes del mismo sexo), el 30% de relaciones heterosexuales y
          el 10% de estricta pedofilia con niños que no han llegado a la pubertad.
          Se debe tener en cuenta que los sacerdotes en el mundo son poco más de
          400 mil.
      -   La Iglesia tomó medidas muy serias contra los que fueron encontrados
          culpables (a varios de ellos se les encontró inocentes y acusados
          falsamente), aún utilizando el “decreto de dimisión del estado clerical”.
          En algunos casos, por la avanzada edad de los culpables, se les prohibió
          celebrar en público, confesar, y se les obligó a una vida retirada
          entregada a la oración.
       3.1.3 Posibles aclaraciones y causas de la pedofilia entre el clero
       A. Aclaraciones
       Es conveniente redimensionar con la verdad el alcance y las proporciones
del problema pedófilo en la Iglesia católica, porque, como hemos anotado, al lado
de la verdad se han dicho muchas mentiras y exageraciones con motivaciones
antirreligiosas, anticatólicas, intereses económicos y actitudes revanchistas de
grupos y asociaciones que no participan de las enseñanzas y actitudes del
catolicismo.
       - No es verdad que la pedofilia sea una “pandemia” entre el clero y los
religiosos católicos. La mayoría de los abusos constatados se han hecho no con
niños sino con adolescentes (efebofilia) y la proporción ha oscilado entre el 2% ó
3% del clero y religiosos7. Esta es una cifra inferior a la pedofilia entre los hombres
casados y al de los clérigos de otras confesiones religiosas. Porcentajes más altos de
pedofilia los encontramos entre los maestros, los policías, los médicos, los
psicólogos y otras profesiones.
       - También otras confesiones no católicas han reconocido porcentajes más
altos de pedofilia entre sus clérigos que entre los clérigos católicos8. La verdad es
que todas las instituciones relacionadas con niños y jóvenes atraen a personas que
buscan un contacto ilícito con los menores. Esto vale para las asociaciones
deportivas, para las instituciones de asistencia a jóvenes y, naturalmente, también
para las Iglesias (M. Lütz 2010, 14).
       - No es verdad que el celibato lleve a la pedofilia o a otras desviaciones
sexuales. El ambiente donde mayor número de casos pedófilos se presenta es la
familia; y son personas heterosexuales casadas y con relaciones sexuales, las que
mayormente abusan de los menores o manifiestan conductas sexuales desviadas.
7
   Ver el libro de Philiph Jenkins Pedophilia and Priests. Anatomy of a Contemporary
Crisis, Oxford University Press, New York 1996. El autor no es católico y es una de los
grandes historiadores estadounidenses actuales.
8
   Amedeo Cencini, sacerdote italiano, psicólogo y formador, en su obra Por amor, con
amor, en el amor. Libertad y madurez afectiva en el celibato consagrado, Sociedad de
Educación Atenas, Madrid 1998, 74-77, trae datos concretos al respecto.

                                          10
La discusión sobre si el celibato deba ser obligatario para el sacerdote católico latino
se ha de plantear aparte del problema pedófilo y de las conductas sexuales desviadas. Es
cuestión de discusión teológica, de régimen de la Iglesia, de convicciones
espirituales y de ejercicio de la libertad. Mezclar los argumentos no ayuda a nada,
sino que causa mayor confusión.
       - No es verdad que la homosexualidad no está conectada con la pedofilia.
Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres
heterosexuales. Un tercio de varones homosexuales sienten atracción por los
adolescentes (Jenkins 1996, 65) y la mayoría de los abusos de clérigos pedófilos se
realizan no con niños/as, sino con adolescentes (efebofilia), manifestando esos
clérigos claras tendencias homosexuales (Hudson 2002, 2).
       B. Causas
       Una vez aclarados estos puntos, podemos arriesgar algunas causas posibles
de la pedofilia en los ambientes clericales católicos y del escándalo suscitado en las
últimas décadas.
       -   La Iglesia Católica ha considerado gravemente pecaminosa la actividad
sexual deleberada fuera del matrimonio. La actividad sexual desviada se
consideró no sólo gravemente pecaminosa sino contra naturam,es decir contra la
naturaleza humana, intrínsecamente mala, esto es, moralmente mala en sí misma
independientemente de las circunstancias particulares. De este modo se estudió y
se concentró la energía en el acto mismo sexual y se produjo una cierta
insensibilidad (también en la sociedad civil) por la experiencia y el sufrimiento de
los niños que eran abusados sexualmente. Solamente hacia la década de los 60 del
siglo pasado se comenzó a estudiar desde la psicología y las ciencias del
comportamiento, y después desde la reflexión teológica, el sufrimiento concreto y
las consecuencias terribles del abuso a los menores.
       -   En la Iglesia Católica ha primado un exagerado clericalismo que ha
supuesto una superioridad moral e intelectual de los clérigos sobre los laicos. No
siempre los clérigos hemos sido “humildes servidores del pueblo de Dios”, sino
que muchas veces nos hemos dejado llevar de privilegios, búsqueda del poder y
egocentrismos, y esta actitud, a la larga, favorece la hipocrecía y el abuso del poder
(O’Conaill 2006, 5-6). No olvidemos que en psicología social (recordemos los
estudios de sobre la personalidad autoritaria de T. Adorno) el autoritarismo es
cortina de humo que esconde graves problemas de sexualidad.
       - La Iglesia católica (como la sociedad en general) no ha logrado acertar con
una buena educación sexual y afectiva de los candidatos al sacerdocio y a la vida
consagrada. Este es, tal vez, el aspecto más débil y frágil en la formación dada en
los seminarios. Fácilmente se presentan actitudes de negación de la sexualidad, de
represión de la misma, o de sublimación sin haberla antes asumido como parte
integral del ser humano. Una dirección espiritual impuesta y no asumida favorece
el que el candidato niegue o esconda sus dificultades de tipo sexual, para que
luego, después de la ordenación sacerdotal (que se presenta como el mayor
“refuerzo” que incrementa la conducta anterior), se manifiesten en el ministerio
sacerdotal.

                                              11
- También la Iglesia católica a lo largo de los siglos ha exagerado el
“secretismo” a todos los niveles, y una sociedad actual abierta y que busca la noticia
(la “chiva”) a cualquier precio, no es amiga de dicha actitud. La Iglesia debe ser
transparente y diáfana en sus ministros, admitiendo aún sus debilidades, si quiere
continuar defendiendo los valores morales de una sociedad ordenada. Si a todas
las personas se les pide “coherencia” y “transparencia”, con mayor razón al clérigo
que predica y debe ser modelo de moralidad.
       - La Iglesia católica del postconcilio ha debilitado los controles y exigencias
para el ingreso a los seminarios y casas de formación. En algunos países ha sido
demasiado condescendiente con el ingreso de homosexuales a los seminarios
(Cozzens 2000, 136-138)9, y la exclusión, por parte de la APA10, de la
homosexualidad como trastorno psicológico ha influenciado ciertos sectores
católicos, haciéndolos más permisivos. Sin embargo, y esto hay que decirlo, en los
últimos años la Santa Sede ha impartido normas y ha hecho visitas a diversos
centros de formación clerical, tratando de controlar al máximo y asegurar una
buena educación de la sexualidad y del celibato voluntario entre aquellos que
quieren recibir las sagradas órdenes.
      - Dos estudiosos del tema nos dan su parecer:
       Patrick Carnes (1989, 36) retiene que la “dependencia sexual” es la dinámica
fundamental del abuso sexual. Ésta es un comportamiento sexual repetitivo e
incontrolable que se extiende de la pedofilia a las relaciones extraconyugales y al
exhibicionismo. La persona sexualmente dependiente considera la actividad
sexual como la necesidad más importante y el único modo de satisfacer el deseo
humano fundamental de amor y cuidado. Si lo aplicamos a los clérigos y religiosos
pedófilos nos damos cuenta que la mayoría de ellos provinene de familias caóticas
y abusivas que han hecho que sus miembros se perciban indignos y necesitados
del afecto y aprobación inmediata de los demás, no viven la intimidad como
amistad/valoración/respeto y aprecio de la unicidad de la persona sino que la
confunden con intimidad sexual. Generalmente los acompaña la verguenza y la
culpa. Se sirven, entonces, del “ministerio pastoral” para dar satisfacción a esa
dependencia sexual, olvidando su verguenza y negando su culpa. Fácilmente esos
clérigos y religiosos, además de la dependencia sexual, tienen otra dependencia: la
del alcohol, la de la conducta alimentaria, la de la exagerada dedicación al trabajo,
etc.
      Len Sperry (2007, 50-51) hablando de los ministros sexualmente atraidos por
niños o adolescentes, presenta el “tipo de fijación” y el “tipo de regresión”. Los
primeros tuvieron una fijación psicosexual en un trauma de infancia, fácilmente
abusaron de chicos y chicas, iniciaron esa clase de abusos en la adolescencia y

9
  En esas páginas Cozzens manifiesta su preocupación por el desmesurado aumento de
homosexuales en los seminarios diocesanos y casas de formación de congregaciones
religiosas de USA.
10
    Desde 1973 en la tercera edición de DSM, la Asociación Psiquiátrica Americana no
clasifica la homosexualidad como trastorno de la sexualidad. El director de esa III
edición, Robert Spitzer, sin embargo, presenta ahora terapias de su propia invención
para la “reorientación de la homosexualidad”.

                                         12
huyeron del compromiso matrimonial. Los segundos, los de regresión, se sienten
atraídos sexualmente por adultos y por niños y muestran preferencias por
víctimas del sexo femenino. Es probable que éstos últimos hayan iniciado sus
abusos sexuales ya en la edad adulta, coincidiendo con el ejercicio del ministerio
sacerdotal y hayan comenzado su comportamiento desviado a raíz de una
experiencia frustante significativa. Tanto los unos como los otros probablemente
hayan sufrido de abusos sexuales cuando eran niños.
       4. ¡Qué hacer ante la pedofilia clerical?
       En este apartado trataremos sobre las medidas que ha tomado la Iglesia
Católica en el caso de la pedofilia del clero, y qué podemos hacer nosotros,
católicos comprometidos, para ayudar tanto a las víctimas como a los abusadores,
de manera que la Iglesia siga prestando un servicio humilde, coherente y de valor,
por el bien del ser humano y los principios morales que lo dignifican.
       4.1 ¿Qué hace la Iglesia católica?
        Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la Iglesia considera la pedofilia
como un crimen horrendo y lo castiga con las penas más severas que ella posee. Jesús
fue tremendo contra quien escandaliza a los pequeños: más les valiera que se les
colocara una piedra de molino al cuello y los tiraran al mar (Lucas 17, 1-2). Tanto
para el derecho canónico como para la ley civil el abuso sexual de menores es un
delito y fruto de una patología o trastorno psíquico.
       Según el “Motu Proprio” Sacramentorum Sanctitatis Tutela del Papa Juan
Pablo II, fechado el 30 de abril del 2001, se considera grave delito (“delicta
graviora”) el crimen cometido por un clérigo contra un menor de 18 años11. Esto
significa que este crimen se pone a la par de la violación del secreto de Confesión,
la profanación de la Eucaristía, y otros, y debe ser remitido a la Congregación de la
Doctrina de la Fe para su solución. Esta clase de delito puede ser directo (abuso o
contacto físico) o indirecto (mostrar pornografía al menor, o poseer pornografía
infantil bajada de Internet).
       Si la acusación es “creíble”, el obispo o superior mayor religioso debe actuar
inmediatamente tanto en los casos actuales como en los que han pasado hace
muchos años. Presumiendo inicialmente la inocencia del clérigo acusado, no
obstante se debe proceder tanto a una investigación interna de la Iglesia, como a
una civil según las leyes del país, y el superior canónico debe apartar temporalmente
de toda actividad pastoral y del ejercicio del ministerio al acusado. Éste, a su vez, no
puede tener ningún tipo de contacto con su acusador (es) o con la víctima (s)
mientras dure la investigación. El superior debe dar apoyo adecuado (psicológico,
legal etc.) para el acusado y para la supuesta víctima. A ésta, de manera especial,
hay que darle la oportunidad de expresarse y apoyarla junto con su familia de
manera práctica y emocional12.

11
    En el caso de abuso sexual cometido por un formador de seminario o casa de
formación contra un formando, no hay límite de edad para que se le considere como
“delito grave”.
12
    Mayores detalles al respecto los podemos encontrar en el Derecho Canónico de la
Iglesia, cánones 620, 695, 1319, 1717, y en la praxis canónica de la Iglesia.

                                             13
La Iglesia recomienda en estos casos consultar sobre el tema a expertos
tanto del derecho canónico como del civil, a superiores y obispos con experiencia
jurídica y práctica y a personas competentes.
        Los castigos de la Iglesia, si el clérigo o religioso es hallado culpable, pueden
llegar hasta el impedimento permanente para el ejercicio del ministerio pastoral sacerdotal,
la salida de la Congregación si es religioso, además de las penas que le imponga la
ley civil.
       Terminemos este apartado con las palabras de Benedicto XVI a los Obispos
irlandeses en su visita “ad limina” (L’Osservatore Romano, 29 Octubre 2006, p. 5):
En vuestros continuos esfuerzos por afrontar de manera eficaz este problema (el
abuso de menores), es importante establecer la verdad de lo que ha sucedido en el
pasado, tomar todas las medidas aptas para evitar que se repita en el futuro,
asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobretodo,
curar las víctimas y todos aquellos que han sido golpeados por estos crímines
abnormales”.·
       4.2 ¿Qué podemos hacer nosotros?
      En este apartado nos referiremos a los sacerdotes y laicos católicos en
general. Todos debemos colaborar para que brillen la verdad y la justicia y para
que todo se haga desde un ángulo evangélico y al mismo tiempo legal.
       4.2.1 En cuanto a la víctima
       Debemos prestarle toda la ayuda posible, psicológica, jurídica, ecoómica, etc.,
evitando en lo posible el escándalo y las apreciaciones que puedan disminuir la
autoestima del niño o incrementar sus posibles sentimientos de culpabilidad.
        La reacción negativa de familiares y adultos puede causar gravísimo daño.
No olvidemos que los expertos en traumas y dificultades infantiles afirman que la
cultura (familia, escuela, ambiente, sociedad) puede volver a los niños
“resilientes”13 si acoge o ayuda a concluir “el relato inconcluso” del trauma y
ofrece los medios para cicatrizarlo (Cyrulnik 2001, 27-108).
       Los especialistas recomiendan a los padres tratar con sus hijos el tema de un
posible abuso sexual, enseñarles a cuidar su cuerpo, distinguir caricias
inapropiadas y exigir respeto al espacio personal y privacidad. Además,
recomiendan creer a los niños que acuden a sus padres refiriéndoles abusos
sexuales o comportamientos sexuales inapropiados de parte de otras personas.
       Es indispensable ofrecer al niño abusado terapia psicológica para superar el estrés
postraumático que adquiere el 50% de ellos. Con los niños más grandes se puede
utilizar la terapia de la palabra, con los más pequeñines la terapia de la fantasía y
el juego14.

13
   La “resiliencia” es la capacidad del ser humano para superar traumas y dificultades y
tomar energía de los mismos para seguir adelante y triunfar.
14
   La revista irlandesa Reality durante todo el año 2005 publicó una serie de artículos
“Who protects our children?”, de Anne Marie Lee, sobre el abuso físico, sexual psicológico
etc. de los niños. La autora nos explica cómo los niños pueden ser maltratados, cuáles
son los efectos en ellos y en sus familias, cómo se reconoce el maltrato, cómo ayudar a

                                            14
4.2.2 En cuanto al victimario
       Ya hemos hablado del procedimiento canónico y del proceso jurídico por
parte de la autoridad civil. Pero no olvidemos que también el pedófilo tiene sus
derechos y como persona humana que es, merece respeto y consideración. Y si
somos creyentes católicos, nuestro proceder debe ser según el Evangelio. La
aplicación de penas y castigos en la Iglesia debe tener un sentido salvífico: no se
trata de ensañarse con el pecador y humillarlo, se trata de recuperarlo para el bien
y la verdad. Para el Evangelio la justicia debe ser con misericordia y ésta debe ser sin
complicidades. De lo contrario no se rescatarían la verdad y la justicia y daríamos
rienda suelta a la ira y a la humillación (Mateo 9, 13).
       El pedófilo debe ser ayudado psicológica y espiritualmente. La psicología le ofrece
diversas terapias para controlar su tendencia pedófila: terapia individual,
psicoterapia focalizada, farmacoterapia, psicoterapia de grupo, tratamiento
hospitalario o ambulatorio. Se discute el éxito de todos estos tramientos, algunos
los critican porque afirman que muchos de los clérigos no los hacen
suficientemente motivados y les falta la necesaria “compliance” o actitud de
colaboración del paciente al tratamiento terapéutico. La religión y la
espiritualidad, con un buen asesoramiento y el control de un director espiritual, le
ofrecen medios para evitar los “estímulos discriminativos pedófilos”, ser humilde,
acudir a la oración y aumentar su capacidad interior de toma de decisiones desde
su conciencia, que es el sagrario de la persona. Si no hay acompañamiento espiritual y
formación de la conciencia, no hay ayuda espiritual que sirva.
       Indiscutiblemente la ayuda y control del psicólogo especializado, la ayuda
y control de un director espiritual y la ayuda y control del superior inmediato del
clérigo culpable, forman una tríada indispensable para la rehabilitación del clérigo
pedófilo. Sin esas tres ayudas y controles, cualquier tratamiento queda débil. A
este proceso triple lo podríamos llamar “mecanismo formal de monitoreo” para
mantener los beneficios de la rehabilitación terapéutica/espiritual y prevenir las
recaídas.
       4.2.3 En cuanto a nosotros, la sociedad en general
      Todos estamos incluidos en este proceso de amor, respeto y ayuda por la
niñez y juventud. Jesús amaba a los niños y los defendía (Marcos 10, 13-17). Todos
debemos estar empeñados para ofrecerles una sociedad más limpia y feliz, que les permita
manifestar todas las inmensas cualidades que Dios les dió. Para ello presentamos
algunas sugerencias:
       - Hacer una sociedad y una cultura menos pansexualista. Por desgracia
permitimos que los medios de comunicación, la publicidad, los juegos, la escuela,
y aún la familia etc., se conviertan en vehículos no de “formación sexual”, sino de
“información sexual”. Si no hay formación en valores, no hay auténtica formación de
la sexualidad. De esta manera hipócrita, permitimos en el aprendizaje de la vida lo
que luego prohibimos en el abuso de los niños y adolescentes.

prevenir, cómo se puede ayudar a un niño abusado, cómo reintegrar al abusador en
sociedad, y cómo romper el “secretismo” que rodea muchos de estos casos. Los objetivos,
el enfoque teórico y el lenguaje de estos artículos, nos pueden ser de gran utilidad.

                                           15
- Aprender a poner límites y controles en nuestras relaciones. “Buenos límites
producen buenos vecinos”. Toda profesión que tenga que ver con los demás, y
especialmente las profesiones que inspiran confianza (sacerdotes, médicos,
psicólogos, maestros...) deben insistir y enseñar estrategias preventivas que
ayuden al respeto y valoración de los demás, especialmente de los menores de
edad. En USA ya se dan cursos de “boundaries”, o fijación de límites, porque
todos somos débiles y la humildad y reconocimiento de nuestras tendencias e
instintos, y cómo controlarlos, es esencial para la formación de una sociedad
humana (Macke 1993, 23-25).
       - Las diócesis y comunidades religiosas deben establecer protocolos realistas
de comportamiento en forma escrita, que definan las actitudes sexuales apropiadas y
no apropiadas. Estos protocolos deben incluir screenings (exploración de la
conducta pedófila) apropiados, control y establecimiento de límites, y
orientaciones específicas sobre el problema pedófilo
        -    Buscar siempre la verdad y coherencia en nuestras relaciones. Esto
implica encontrar la verdad de un posible abuso sexual de los clérigos y llevar al implicado
a la justicia eclesiástica y civil; y también ayudar al menor de edad, para que ponga en
ejecución toda la capacidad de resiliencia que Dios le ha dado.

       4.2.4 En cuanto a nosotros los que formamos la Iglesia católica
       -  Promover una Iglesia menos autoritaria y más dialogante a todos los niveles.
Todos somos débiles, todos somos pecadores, pero en nuestras relaciones
fraternas, con la ayuda de Dios, con humildad y tolerancia mutuas, podemos
formar una Iglesia más auténtica. Normas tenemos muchas15 nos falta ponerlas en
práctica personalmente, antes que exigirlas orgullosamente a los demás.
        - Dar mayor importancia y cuidado a la promoción vocacional de clérigos y
religiosos y a su formación humana y espiritual. No es posible recibir “cualquier joven
que toque a nuestras puertas sin un profundo exámen psicológico y espiritual”. Es
necesario, también, que los jóvenes seminaristas y religiosos aceptos en las casas
de formación y seminarios reciban una mejor formación sobre la sexualidad, los
límites de sus comportamientos y la opción libre del celibato o voto de castidad.
Lamentablemente las ciencias de la conducta humana todavía no han sabido
desarrollar un método de screening o exploración, que permita identificar a las
personas con tendencias pedófilas. Un screening eficaz, dice L. Sperry (2007, 54)
requiere una cuidadosa entrevista del profundo hecha por un experto sobre la base de
un protocolo que incluya entrevista estructurada de la organización de la
personalidad del candidato a clérigo o religioso, y de su historia evolutiva,
familiar, escolástica, lavoral y social. Hay que echar mano de la psicología y de las
ciencias humanas, pero también de la ascética y mística cristianas.


           15
          Ya en la antigüedad, hace 1.700 años, el mismo Concilio de Elvira en el año
309, canon 71, afirmaba: “Las personas que abusan de jovencitos no deben ser admitidos
a la comunión, ni siquiera en el momento de la muerte”. Citado en el discurso de
apertura del año académico 2009-2010, de la Academia Alfonsiana de Roma, en la
persona del P. Sean Cannon.

                                            16
- Debemos desarrollar una “ética profesional” para el clero. Es verdad que el
trabajo pastoral de clérigos y religiosos es un carisma, un don de Dios, una
vocación, pero también es “una profesión” que debe ser regulada éticamente y tener
como mínimo de exigencia, según S. Cannon (2009, 42) los siguientes 4 requisitos:
. un códice de conducta profesional que traiga continuamente a la mente de los
clérigos y religiosos la responsabilidad que implica su labor pastoral;
. la formación contínua en relación a sus obligaciones profesionales, de modo particular
las que miran a su conducta sexual, poner limites en sus comportamientos y
guardar las debidas distancias;
. desarrollar estructuras para sostener psicológica y socialmente al clero y al personal
religioso;
. formar profesionalmente en lo que se refiere a administración y dirección a los que
tienen responsabilidades en la Iglesia.


        El actual escándalo mundial de la pedofilia de los clérigos es ocasión de
purificación que Jesucristo da a su Iglesia para que sea más auténtica, humilde,
servidora y transparente ante un mundo que cada día necesita más del amor
misericordioso del Señor.
                                            BIBLIOGRAFÍA
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      l’Université du Québec, Québec 2001, 127.
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                                                    17
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  • 1. ESCRITOS DE FORMACIÓN EAS Número 42 – Mayo de 2010 ABUSO SEXUAL INFANTIL POR PARTE DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS P. José Rafael Prada Ramírez, Redentorista, Doctor en Psicología. COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIA CIUDAD DE MEDELLÍN COMITÉ DE FORMACIÓN 1
  • 2. El comité de Formación genera documentos periódicamente para beneficio de los EAS y su formación. Los invitamos a leer estos documentos y reflexionar sobre ellos, ojalá algunas veces en comunidad. Los invitamos a coleccionarlos y a divulgarlos. Estos escritos se basan en recopilaciones de documentos de diversos autores, incluyendo personas de los EAS, sometidos en algunos casos a adaptaciones que los hagan más afines y prácticos para los EAS, bajo la responsabilidad del comité. Son bienvenidos los comentarios y los aportes. En este escrito queremos tratar el tema de ABUSO SEXUAL INFANTIL POR PARTE DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS, basado en un documento gentilmente compartido con los EAS por su autor, el Padre Rafael Prada, provincial de los redentoristas de Colombia, para distribución privada en las comunidades EAS. Se trata de un tema de mucha actualidad en la Iglesia, fuente de desprestigio y de críticas, que debe ser puesto en su real perspectiva, la cual no vamos a obtener fácilmente de los medios de comunicación, muchas veces interesados en el escándalo y en la novedad superficial. En cambio este documento, escrito con cuidado y rigor por una persona ilustrada, equilibrada y de mentalidad investigativa y pastoral, nos aporte luces claras y criterios, para aclarar conceptos y situaciones, para que sepamos conversar con otras personas y tener igualmente opiniones formadas. Consideramos que el ambiente de pequeña comunidad es ideal para desarrollar una visión ilustrada de las situaciones del mundo y de la Iglesia y queremos proponerles que traten estos temas en sus reuniones semanales. ABUSO SEXUAL INFANTIL POR PARTE DE CLÉRIGOS Y RELIGIOSOS CATÓLICOS P. José Rafael Prada Ramírez, Redentorista, Doctor en Psicología. El escáncalo de abuso sexual de menores por parte de clérigos y religiosos católicos ha traspasado la frontera de los países anglosajones, donde hace algunos años comenzó, y ha inundado los ambientes de casi todos los países tradicionalmente católicos como España, Italia, y Latinoamérica. 2
  • 3. El presente artículo quiere ser una aproximación crítica al tema. Una primera parte describirá el fenómeno patológico de la pedofilia diagnosticado como parafilia. Después se hablará de ella a la luz de la psicología. Una tercera parte presentará, a grandes líneas, el escáncalo mundial del abuso sexual de menores por parte de clérigos y religiosos. Finalmente, una cuarta parte dará recomendaciones, tanto psicológicas como jurídicas y religiosas, para afrontar la situación y corregir esa conducta desviada. 1. Descripción de la pedofilia y del pedófilo Comúnmente se entiende por pedofilia el acto o la fantasía de establecer relaciones sexuales con niños menores de edad, como método repetidamente preferido o exclusivo, para lograr la excitación sexual. Algunos hablan de pedofilia cuando se trata de relaciones sexuales de un hombre con jovencitas o niñas, de pederastía cuando las relaciones sexuales son de un hombre con muchachitos menores de 14 años, y efebofilia cuando las relaciones sexuales son con adolescentes1. En el presente artículo utilizaremos primordialmentede los términos pedofilia y efebofilia, entendiendo por pedofilia la relación sexual de un adulto con niños y niñas antes de su pubertad, y por efebofilia la relación sexual con adolescentes menores de edad. Como nos damos cuenta inmediatamente, no es fácil la distinción clara de todos los términos porque hay que tener en cuenta el proceso de maduración biológica (pubertad), psicológica (adolescencia) y las leyes que reglamentan, según los países y culturas, cuándo una persona ha llegado a su mayoría de edad2. El DSM-IV3 incluye un diagnóstico standard para la pedofilia con los siguientes criterios que se citan textualmente: “A. Durante un período de al menos 6 meses, fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños prepúberes o niños algo mayores (generalmente de 13 años o menos). A. Las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. B. La persona tiene al menos 16 años, y es por lo menos 5 años mayor que el niño o los niños del criterio A. 1 Las etimologías provienen del griego: paidòs: niño; filía: amor; erastés: amante; efebo: adolescente. 2 La atracción sexual hacia niños muy pequeños se llama infantofilia y siempre esconde problemas graves de personalidad. 3 DSM-IV significa Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en su cuarta edición. Y APA es la Asociación Psiquiátrica Americana. 3
  • 4. Nota: no se debe incluir a individuos en las últimas etapas de la adolescencia, que se relacionan con personas de 12 o 13 años” (APA, 1995, 248). Más del 20% de los pedófilos son parientes de la víctima. Los hombres heterosexuales pedófilos buscan niñas de 8 a 10 años, desconocidas, cuya confianza van ganando poco a poco, y generalmente no van más allá de tocarlas y acariciarlas. Los homosexuales pedófilos buscan muchachos de 10 años en adelante. Algunos pedófilos son agresivos. La mayoría de los pedófilos son hombres, con edades que fluctúan entre 30 y 40 años, inmaduros, solitarios, con complejos de culpa o sentimientos religiosos contradictorios, con baja autoestima y dificultades para establecer relaciones heterosexuales normales. Por lo general no presentan trastornos psicopatológicos, pero algunos de ellos ejercen los actos pedofílicos en momentos estresantes. Generalmente hablando la pedofilia es la parafilia que la sociedad ve con mayor horror y ante la cual reacciona con mayor energía. Muchas veces la reacción escandalosa y agresiva de los padres o familia del niño abusado, produce mayor daño que el acto pedófilo en sí, por cuanto se suscitan fácilmente sentimientos de culpa y de vergüenza en el niño, con baja de su autoestima y tendencia a la represión. En las últimas décadas la permisividad hacia la pedofilia ha crecido. Scarlettari y Laggia (2003, 32-33) afirman que los sitios pedófilos en Internet han aumentado en un 200%, hay 552 organizaciones bien estructuradas en el mundo que reinvendican los derechos pedófilos, existen partidos políticos y comités que luchan por defender esos derechos, por ejemplo en Holanda, y las mujeres pedófilas se han organizado en 5 diversas organizaciones mundiales. La ONU publicó en el 2006 un reporter donde afima que sólo en el año 2000 hubo 230 millones de niños abusados sexualmente en el mundo (El Tiempo 2006, 1-23). Sin embargo, algunos de los practicantes de la pedofilia afirman que ellos, y en general los que practican las llamadas “desviaciones sexuales” (parafilias), son seres muy evolucionados que forman ya el verdadero hombre del futuro, realizado en todas sus potencialidades (Cooper 1997, 256). Muchas publicaciones sobre pedofilia sostienen que un gran número de pedófilos sufrieron abuso sexual cuando eran niños. Así, la Escuela Sexoanalítica Canadiense afirma que la mitad de los pedófilos que son tratados allí en terapia, han sufrido ataques sexuales cuando eran niños (Bouchard 2001, 127). Sin embargo, afirma Vittorino Andreoli, psiquiatra italiano, el pedófilo tiene capacidad de elección y es responsable de su acción; estas son sus palabras: “Definir al pedófilo como enfermo no está en contradicción con retenerlo responsable de un crimen, porque a pesar de que aquella atracción sea un trastorno de la sexualidad, no comporta incapacidad para dominarlo” (2004, 5). 2. La pedofilia a la luz de la psicología El psicólogo Helí Alzate (1987, 155) sostiene que los seres humanos llegan a su madurez sexual bastante antes que nuestras costumbres y leyes lo reconozcan. 4
  • 5. Afirma que no parecen existir bases biológicas para considerar “anormal” la actividad sexual entre adultos y jovencitos, porque son frecuentes entre los animales inferiores y en algunas culturas humanas. Y añade que en Occidente, este tipo de relación era bien visto en las antiguas Grecia y Roma, y hasta finales del siglo XVIII la legislación al respecto no fue rígida: hasta el siglo XIX la edad legal para el consenso sexual en muchas legislaciones anglosajonas era de 10 años, y en el estado norteamericano de Delaware hasta el año de 1895 era de 7 años. 2.1 El psicoanálisis Sigmund Freud consideraba la pedofilia claramente como una parafilia o desviación sexual. Para los psicoanalistas el pedófilo no ha resuelto su “complejo de Edipo”4 y de esa manera es un pervertido del amor padre/madre que asegura su energía sexual para su propio placer. Incapaz de relacionarse sexualmente con un adulto, su sexualidad permanece polimorfa como la de un niño. El niño es la salida a sus impulsos descontrolados. Todo acto de abuso sexual con menores es edipiano, no sólo por su naturaleza arcaica, sino por la desproporción entre los dos protagonistas (Stoller 1977, 109-214). Los terapeutas psicoanalistas tratan de desbloquear el trauma causado en la infancia (superar el complejo edípico) para que el interesado adquiera formas más maduras de expresión sexual (Goldeb 1998, 32). 2.2 El conductismo Los teóricos del comportamiento hablan de la pedofilia como aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, experiencias de abusos sexuales durante la niñez, exposición a modelos de aprendizaje sexual desviado, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, y dificultad en las relaciones interpersonales, lo que facilita una relación sexual adulto-niño (Tollinson – Adams 1979, 16-112). Para ayudar en la cura de los pedófilos tradicionalmente se ha utilizado la terapia aversiva (acoplar fantasías parafílicas con estímulos aversivos) y la desensibilización sistemática (relajación y condicionamiento imaginativo de relaciones sexuales adecuadas). 2.3 El cognitivismo Para los cognitivistas la sexualidad es uno de los sistemas motivacionales interpersonales (SMI). La pedofilia, como toda parafilia, sería el resultado de SMI’s inadecuados producidos en la relación con las figuras familiares importantes (Veglia 1999, 588-639 4 Se trata de un drama griego compuesto por Sófocles hace más de 2.300 años, con simbología universal y para todos los tiempos. Edipo, sin saberlo, mata a su padre, llega a ser rey de Tebas y se casa con Yocasta, su madre. Al saber la verdad, Yocasta se ahorca y Edipo se saca los ojos y abandona la ciudad. Sigmund Freud utilizó la leyenda para identificar la atracción erótica del hijo hacia la madre (o de la hija hacia el padre) combinada con una actitud hostil hacia el padre (o de la hija hacia la madre). Los seguidores de Freud hablaron de “Conflicto de Edipo” para el niño, y “Conflicto de Electra” para la niña. 5
  • 6. Basados en la “teoría del apego” de John Bowlby, aceptada por los psicólogos cognitivistas, el pedófilo podría ser fruto de una relación con la “figura materna” de tipo inseguro-resistente. Dicha figura a veces ha respondido con cariño y amor y a veces no. De esa manera, se ha creado un niño que no ha aprendido a controlar sus exigencias, que busca de manera compulsiva y obsesiva afectividad y sexo y que no sabe poner límites a su deseo de posesión (Prada 2004, 83). Los terapeutas cognitivos usan técnicas de autocontrol, de gestión del estrés, de reestructuración cognitiva y de rehabilitación social. 2.4 Perspectiva social El abuso sexual de menores puede suceder dentro del cuadro familiar (incesto), en el ámbito comunitario (pederastía) o a nivel internacional (prostitución infantíl). 2.4.1 El incesto La sexualidad de los hijos puede ser motivo de conflicto para los padres. Así las manifestaciones púberes de ellos pueden despertar en los padres problemas no resueltos de sus años adolescentes. El acto incestuoso es desestabilizador del orden afectivo y sexual tanto para la victima, como para el agresor y el entorno familia. A esto hay que añadir el silencio forzoso que se impone. Se calcula que el 65% de las mujeres han sido víctimas, alguna vez en su infancia, de un abuso sexual incestuoso. El incesto, de mayor a menor número, se calcula así: padre-hija, entre hermanos, abuelo-nieta, entre primos, madre-hijo. Desde este punto de vista, el mayor número de casos de abuso sexual se realiza dentro de los muros de la casa paterna. Hay factores que facilitan el incesto: el hacinamiento y la pobreza extrema, la precocidad sexual de los niños, los problemas psicopatológicos de la familia, la sexualización de la vida social, la desintegración de los valores familiares, etc. 2.4.2 La pederastía El abuso sexual de pederastas en la calle o en otros ambientes fuera del hogar, es traumático pero ocasional. La mayor parte de los casos se realizan en los parques, a la salida de las escuelas, o en los predios de ruinas o descampados. El pederasta más peligroso es aquel en quien el niño confía naturalmente: un criado, un amigo de familia, un profesor, un clérigo, un maestro, un policía, etc. El escándalo y el interrogatatorio que se hace ante la policía, el juez o las autoridades, puede ser más perjudicial que el mismo abuso sexual, por la dramaticidad, la obsesión de detalles, la ira explosiva de los padres y la curiosidad malsana de los expectadores. 2.4.3 La prostitución infantil El I Congreso Mundial contra la explotación de menores, celebrado en Estocolmo (Suecia) del 27 al 31 de agosto de 1996, llamó la atención sobre los más de 2 millones de menores explotados sexualmente en todo el mundo y sobre la manera sofisticada de esta industria criminal. Asia es el continente más afectado, y los países 6
  • 7. desarrollados de Occidente son los que más “turistas sexuales” tienen (Alemania, USA, Francia, Italia...). Los pedófilos de todo el mundo se comunican entre sí especialmente a través de Internet. Entre las causas de la prostitución infantil tenemos: la pobreza que induce a muchos padres a prostituir a sus hijos para sobrevivir, la urbanización no planificada, las migraciones, la desintegración familiar, el consumo de drogas y el miedo al contagio del sida. Los defensores de la perspectiva social han recomendado terapias de tipo sistémico y familiar para el control y cura del abuso sexual de menores, el uso de substancias que disminuyan la producción de andrógenos en los pedófilos, la castración química de los victimarios y la cirugía hipotalámica estereotáctica. El resultado de todas estas terapias ha sido muy precario. 2.5 Efecto de la pedofilia en las víctimas Al introducir al niño/a en actividades sexuales que no son propias de su edad, se interfiere brutalmente en el desarrollo sano y normal de su sexualidad. El niño/a pude albergar sentimientos de pérdida de confianza y seguridad en sí mismo/a, sentimientos de vergüenza y auto-menosprecio. Incluso la víctima puede sentirse culpable por lo que está viviendo. La gravedad de todos estos sentimientos y consecuencias dependerá de muchos factores: duración del abuso, apoyo emocional que la víctima encuentre en su familia o en otras personas, tipo de agresor (que sea familiar o no) y de abuso cometido, manera cómo la familia o los conocidos reacciones (con escándalo, violencia...), etc. No podemos dudar que las consecuencias negativas sobre los niños abusados son muy serias y a largo término. Los niños no son capaces desde el punto de viusta físico y emotivo de soportar la prematura experiencia sexual, ya sea por la naturaleza física y las consecuencias psicológicas de los actos de abuso en sí mismos, ya sea por las distorsiones que los abusadores les quieren imponer en su tentativo o afán de impedir que los abusos lleguen a la luz pública. Las consecuencias pueden extenderse desde lesiones e infecciones físicas en los niños, hasta la pérdida de autoestima, sentimientos de culpa, fobias sexuales, accesos de pánico, cólera y sentimientos contra Dios, aislamiento, pesadillas y profundas depresiones. Algunos expertos afirman que estos efectos negativos son peores cuando los culpables son sacerdotes o religiosos5 La pedofilia no es un fenómeno nuevo. Tal vez sea más notoria hoy por la permisividad de la sociedad, la crisis de valores y por el desarrollo de los medios de comunicación. Pero es cada vez mayor el número de individuos, de grupos, y hasta de familias que, inmersos en la promiscuidad de costumbres, son incapaces de distinguir entre la proximidad afectiva y el respeto al otro, entre lo ilimitado del 5 Cfr. AA. VV. Broken Trust. Stories of Pain, Hope, and Healing from Clerical Abuse Survivors and Abusers, editado por P. Leming, S. Lauber-Fleming & M. T. Matousek, Crossroad Book, New York 2007. 7
  • 8. amor y los límites que dan el tiempo y el espacio, entre un amor oblativo que respeta dignidad y libertad y una posesión compulsiva que irrumpe y que corrompe. 3. La pedofilia de los clérigos de la Iglesia católica En las últimas décadas del siglo XX se desataron escándalos de pedofilia de clérigos de la Iglesia católica, especialmente en las naciones anglosajonas, para luego extenderse a muchos otros países. Los medios de comunicación, los políticos, los intelectuales y el público en general han hecho diversas declaraciones sobre el tema, muchas de ellas contradictorias, parciales, exageradas o mentirosas, que no han ayudado a aclarar los hechos y a encontrar la verdad6. Últimamente hasta el mismo Papa Benedicto XVI injustamente ha sido atacado de no haber sido suficientemente estricto en el tema, cuando presidía el dicasterio de la Doctrina de la Fe. No podemos negar que la pedofilia de clérigos católicos existe y es un hecho gravísimo en la Iglesia católica. Manfred Lütz (2010, 14) afirma: “El abuso sexual de menores por parte de sacerdotes católicos es un delito especialmente repugnante, porque el sacerdote desempeña un papel paterno respecto al menor y, por lo tanto, el acto tiene algo de incestuoso”. Por eso el problema debemos situarlo críticamente en la verdad, para bien de los niños/as víctimas, de la misma Iglesia y de la sociedad entera. 3.1 El escándalo pedófilo clerical a nivel mundial La Iglesia católica ha sufrido una crisis, tal vez la más fuerte desde el surgimiento del protestantismo, a causa de los escándalos de clérigos y religiosos en relación al abuso sexual de menores. 3.1.2 Algunos casos La Iglesia católica de Estados Unidos ha sido la más afectada y donde el escándalo ha llevado a soluciones jurídicas, psicológicas, eclesiales y económicas: - Más de 1.500 clérigos y religiosos estadounidenses han sido acusados de pedofilia desde el año 1950, incluidos algunos obispos y jerarcas que son pedófilos, o que los han encubierto. - El caso más escandaloso fue el del cardenal Bernard Law, de Boston, quien fue acusado de encubrir a varios sacerdotes pedófilos, entre ellos a John Goeghan quien abusó de más de 130 menores a lo largo de varios años (Sperry 2003, 148). - También el cardenal de Los Ángeles, Roger Mahoney, ha sido acusado de encubridor. Varias diócesis y congregaciones religiosas han debido pagar millones de dólares de indemnización por abusos sexuales y algunas de ellas se han declarado en bancarrota. 6 Prototipo de esa actitud negativa y sesgada son las numerosas publicaciones del español Pepe Rodríguez, empeñado en una especie de cruzada contra la Iglesia católica y sus enseñanzas sobre la sexualidad. Aquí se aplica el refrán que “la peor mentira es la verdad a medias”. 8
  • 9. En Europa tampoco han faltado los escándalos : - El obispo Brendan Comiskey de Irlanda renunció a su cargo en el 2002 y se disculpó públicamente por los múltiples abusos que cometió el P. Sean Fortune, quien se suicidó. La misma Iglesia católica publicó en octubre del 2005 el “Reporte Ferns” con todos los datos de abuso sexual de menores por parte de clérigos en la diócesis del mismo nombre (Moloney 2005, 4). - En Polonia, el obispo Juliusz Paetz, de Poznam tuvo que renunciar acusado de agredir sexualmente a varios clérigos en el seminario. - Casos parecidos se han presentado en España, Francia, Italia, Alemania y en otros países europeos. En América Latina los casos más sonados han sido: - Las acusaciones de pedofilia contra el fundador de los Legionarios de Cristo, el P. Marcial Maciel, a quien en el 2006 la Santa Sede prohibió toda acción litúrgica y presentación en público. - La condena en Brasil del P. Tarcisio Tadeu Spricigo por abusar de varios niños entre el 2001 y el 2002. - El escándalo de los últimos años en Colombia con la acusación contra el P. Efraín Rozo, famoso ciclista de otras épocas, sobre actos de pedofilia con un sobrino y con otros candidatos al sacerdocio. A eso hay que añadir el programa “Séptimo Día” de la cadena televisiva Caracol y su acusación contra dos sacerdotes religiosos pedófilos. Estos son algunos, solamente, de los muchos casos de pedofilia del clero y de los religiosos católicos que se han judicializado a lo largo y ancho del mundo, pero manifiestan claramente que la Iglesia católica sufre de un problema tremendo en algunos de sus miembros y que debe dar una respuesta clara, humilde, valerosa y evangélica a los ojos de toda la sociedad, ya que ella ha sido guardiana universal de la moralidad. Recientemente Monseñor Charles J. Scicluna, Promotor de Justicia para el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que en la práctica es el público ministerio que indaga sobre los “delicta graviora” (los delitos más graves en la Iglesia católica), concedió una entrevista publicada en el diario italiano Avvenire el 13 de marzo de 2010 y, entre otros puntos afirma lo siguiente (Gianni Cardinale, 2010, 9): - Entre los delitos más graves en absoluto (“delicta graviora”) la Iglesia católica considera aquellos contra la Eucaristía (“profanación”, por ejemplo), contra el Sacramento de la Penitencia (la “solicitud” en confesión, por ejemplo) y el pecado de castidad de un clérigo contra un menor de 18 años. - A la Iglesia no le agrada la “justicia espectáculo”, pero no se opone a las leyes civiles que defienden a los menores de edad y quiere que los clérigos acusados por pedofilia, además de la investigación y sanciones canónicas, se sometan también a aquellas. 9
  • 10. - En la última década su oficina ha atendido, investigado y sancionado cerca de 3.000 procesos contra clérigos acusados de abuso a menores en los últimos 50 años. El 60% de esos casos se trataba de efebofilia (abuso de adolescentes del mismo sexo), el 30% de relaciones heterosexuales y el 10% de estricta pedofilia con niños que no han llegado a la pubertad. Se debe tener en cuenta que los sacerdotes en el mundo son poco más de 400 mil. - La Iglesia tomó medidas muy serias contra los que fueron encontrados culpables (a varios de ellos se les encontró inocentes y acusados falsamente), aún utilizando el “decreto de dimisión del estado clerical”. En algunos casos, por la avanzada edad de los culpables, se les prohibió celebrar en público, confesar, y se les obligó a una vida retirada entregada a la oración. 3.1.3 Posibles aclaraciones y causas de la pedofilia entre el clero A. Aclaraciones Es conveniente redimensionar con la verdad el alcance y las proporciones del problema pedófilo en la Iglesia católica, porque, como hemos anotado, al lado de la verdad se han dicho muchas mentiras y exageraciones con motivaciones antirreligiosas, anticatólicas, intereses económicos y actitudes revanchistas de grupos y asociaciones que no participan de las enseñanzas y actitudes del catolicismo. - No es verdad que la pedofilia sea una “pandemia” entre el clero y los religiosos católicos. La mayoría de los abusos constatados se han hecho no con niños sino con adolescentes (efebofilia) y la proporción ha oscilado entre el 2% ó 3% del clero y religiosos7. Esta es una cifra inferior a la pedofilia entre los hombres casados y al de los clérigos de otras confesiones religiosas. Porcentajes más altos de pedofilia los encontramos entre los maestros, los policías, los médicos, los psicólogos y otras profesiones. - También otras confesiones no católicas han reconocido porcentajes más altos de pedofilia entre sus clérigos que entre los clérigos católicos8. La verdad es que todas las instituciones relacionadas con niños y jóvenes atraen a personas que buscan un contacto ilícito con los menores. Esto vale para las asociaciones deportivas, para las instituciones de asistencia a jóvenes y, naturalmente, también para las Iglesias (M. Lütz 2010, 14). - No es verdad que el celibato lleve a la pedofilia o a otras desviaciones sexuales. El ambiente donde mayor número de casos pedófilos se presenta es la familia; y son personas heterosexuales casadas y con relaciones sexuales, las que mayormente abusan de los menores o manifiestan conductas sexuales desviadas. 7 Ver el libro de Philiph Jenkins Pedophilia and Priests. Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University Press, New York 1996. El autor no es católico y es una de los grandes historiadores estadounidenses actuales. 8 Amedeo Cencini, sacerdote italiano, psicólogo y formador, en su obra Por amor, con amor, en el amor. Libertad y madurez afectiva en el celibato consagrado, Sociedad de Educación Atenas, Madrid 1998, 74-77, trae datos concretos al respecto. 10
  • 11. La discusión sobre si el celibato deba ser obligatario para el sacerdote católico latino se ha de plantear aparte del problema pedófilo y de las conductas sexuales desviadas. Es cuestión de discusión teológica, de régimen de la Iglesia, de convicciones espirituales y de ejercicio de la libertad. Mezclar los argumentos no ayuda a nada, sino que causa mayor confusión. - No es verdad que la homosexualidad no está conectada con la pedofilia. Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Un tercio de varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins 1996, 65) y la mayoría de los abusos de clérigos pedófilos se realizan no con niños/as, sino con adolescentes (efebofilia), manifestando esos clérigos claras tendencias homosexuales (Hudson 2002, 2). B. Causas Una vez aclarados estos puntos, podemos arriesgar algunas causas posibles de la pedofilia en los ambientes clericales católicos y del escándalo suscitado en las últimas décadas. - La Iglesia Católica ha considerado gravemente pecaminosa la actividad sexual deleberada fuera del matrimonio. La actividad sexual desviada se consideró no sólo gravemente pecaminosa sino contra naturam,es decir contra la naturaleza humana, intrínsecamente mala, esto es, moralmente mala en sí misma independientemente de las circunstancias particulares. De este modo se estudió y se concentró la energía en el acto mismo sexual y se produjo una cierta insensibilidad (también en la sociedad civil) por la experiencia y el sufrimiento de los niños que eran abusados sexualmente. Solamente hacia la década de los 60 del siglo pasado se comenzó a estudiar desde la psicología y las ciencias del comportamiento, y después desde la reflexión teológica, el sufrimiento concreto y las consecuencias terribles del abuso a los menores. - En la Iglesia Católica ha primado un exagerado clericalismo que ha supuesto una superioridad moral e intelectual de los clérigos sobre los laicos. No siempre los clérigos hemos sido “humildes servidores del pueblo de Dios”, sino que muchas veces nos hemos dejado llevar de privilegios, búsqueda del poder y egocentrismos, y esta actitud, a la larga, favorece la hipocrecía y el abuso del poder (O’Conaill 2006, 5-6). No olvidemos que en psicología social (recordemos los estudios de sobre la personalidad autoritaria de T. Adorno) el autoritarismo es cortina de humo que esconde graves problemas de sexualidad. - La Iglesia católica (como la sociedad en general) no ha logrado acertar con una buena educación sexual y afectiva de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada. Este es, tal vez, el aspecto más débil y frágil en la formación dada en los seminarios. Fácilmente se presentan actitudes de negación de la sexualidad, de represión de la misma, o de sublimación sin haberla antes asumido como parte integral del ser humano. Una dirección espiritual impuesta y no asumida favorece el que el candidato niegue o esconda sus dificultades de tipo sexual, para que luego, después de la ordenación sacerdotal (que se presenta como el mayor “refuerzo” que incrementa la conducta anterior), se manifiesten en el ministerio sacerdotal. 11
  • 12. - También la Iglesia católica a lo largo de los siglos ha exagerado el “secretismo” a todos los niveles, y una sociedad actual abierta y que busca la noticia (la “chiva”) a cualquier precio, no es amiga de dicha actitud. La Iglesia debe ser transparente y diáfana en sus ministros, admitiendo aún sus debilidades, si quiere continuar defendiendo los valores morales de una sociedad ordenada. Si a todas las personas se les pide “coherencia” y “transparencia”, con mayor razón al clérigo que predica y debe ser modelo de moralidad. - La Iglesia católica del postconcilio ha debilitado los controles y exigencias para el ingreso a los seminarios y casas de formación. En algunos países ha sido demasiado condescendiente con el ingreso de homosexuales a los seminarios (Cozzens 2000, 136-138)9, y la exclusión, por parte de la APA10, de la homosexualidad como trastorno psicológico ha influenciado ciertos sectores católicos, haciéndolos más permisivos. Sin embargo, y esto hay que decirlo, en los últimos años la Santa Sede ha impartido normas y ha hecho visitas a diversos centros de formación clerical, tratando de controlar al máximo y asegurar una buena educación de la sexualidad y del celibato voluntario entre aquellos que quieren recibir las sagradas órdenes. - Dos estudiosos del tema nos dan su parecer: Patrick Carnes (1989, 36) retiene que la “dependencia sexual” es la dinámica fundamental del abuso sexual. Ésta es un comportamiento sexual repetitivo e incontrolable que se extiende de la pedofilia a las relaciones extraconyugales y al exhibicionismo. La persona sexualmente dependiente considera la actividad sexual como la necesidad más importante y el único modo de satisfacer el deseo humano fundamental de amor y cuidado. Si lo aplicamos a los clérigos y religiosos pedófilos nos damos cuenta que la mayoría de ellos provinene de familias caóticas y abusivas que han hecho que sus miembros se perciban indignos y necesitados del afecto y aprobación inmediata de los demás, no viven la intimidad como amistad/valoración/respeto y aprecio de la unicidad de la persona sino que la confunden con intimidad sexual. Generalmente los acompaña la verguenza y la culpa. Se sirven, entonces, del “ministerio pastoral” para dar satisfacción a esa dependencia sexual, olvidando su verguenza y negando su culpa. Fácilmente esos clérigos y religiosos, además de la dependencia sexual, tienen otra dependencia: la del alcohol, la de la conducta alimentaria, la de la exagerada dedicación al trabajo, etc. Len Sperry (2007, 50-51) hablando de los ministros sexualmente atraidos por niños o adolescentes, presenta el “tipo de fijación” y el “tipo de regresión”. Los primeros tuvieron una fijación psicosexual en un trauma de infancia, fácilmente abusaron de chicos y chicas, iniciaron esa clase de abusos en la adolescencia y 9 En esas páginas Cozzens manifiesta su preocupación por el desmesurado aumento de homosexuales en los seminarios diocesanos y casas de formación de congregaciones religiosas de USA. 10 Desde 1973 en la tercera edición de DSM, la Asociación Psiquiátrica Americana no clasifica la homosexualidad como trastorno de la sexualidad. El director de esa III edición, Robert Spitzer, sin embargo, presenta ahora terapias de su propia invención para la “reorientación de la homosexualidad”. 12
  • 13. huyeron del compromiso matrimonial. Los segundos, los de regresión, se sienten atraídos sexualmente por adultos y por niños y muestran preferencias por víctimas del sexo femenino. Es probable que éstos últimos hayan iniciado sus abusos sexuales ya en la edad adulta, coincidiendo con el ejercicio del ministerio sacerdotal y hayan comenzado su comportamiento desviado a raíz de una experiencia frustante significativa. Tanto los unos como los otros probablemente hayan sufrido de abusos sexuales cuando eran niños. 4. ¡Qué hacer ante la pedofilia clerical? En este apartado trataremos sobre las medidas que ha tomado la Iglesia Católica en el caso de la pedofilia del clero, y qué podemos hacer nosotros, católicos comprometidos, para ayudar tanto a las víctimas como a los abusadores, de manera que la Iglesia siga prestando un servicio humilde, coherente y de valor, por el bien del ser humano y los principios morales que lo dignifican. 4.1 ¿Qué hace la Iglesia católica? Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la Iglesia considera la pedofilia como un crimen horrendo y lo castiga con las penas más severas que ella posee. Jesús fue tremendo contra quien escandaliza a los pequeños: más les valiera que se les colocara una piedra de molino al cuello y los tiraran al mar (Lucas 17, 1-2). Tanto para el derecho canónico como para la ley civil el abuso sexual de menores es un delito y fruto de una patología o trastorno psíquico. Según el “Motu Proprio” Sacramentorum Sanctitatis Tutela del Papa Juan Pablo II, fechado el 30 de abril del 2001, se considera grave delito (“delicta graviora”) el crimen cometido por un clérigo contra un menor de 18 años11. Esto significa que este crimen se pone a la par de la violación del secreto de Confesión, la profanación de la Eucaristía, y otros, y debe ser remitido a la Congregación de la Doctrina de la Fe para su solución. Esta clase de delito puede ser directo (abuso o contacto físico) o indirecto (mostrar pornografía al menor, o poseer pornografía infantil bajada de Internet). Si la acusación es “creíble”, el obispo o superior mayor religioso debe actuar inmediatamente tanto en los casos actuales como en los que han pasado hace muchos años. Presumiendo inicialmente la inocencia del clérigo acusado, no obstante se debe proceder tanto a una investigación interna de la Iglesia, como a una civil según las leyes del país, y el superior canónico debe apartar temporalmente de toda actividad pastoral y del ejercicio del ministerio al acusado. Éste, a su vez, no puede tener ningún tipo de contacto con su acusador (es) o con la víctima (s) mientras dure la investigación. El superior debe dar apoyo adecuado (psicológico, legal etc.) para el acusado y para la supuesta víctima. A ésta, de manera especial, hay que darle la oportunidad de expresarse y apoyarla junto con su familia de manera práctica y emocional12. 11 En el caso de abuso sexual cometido por un formador de seminario o casa de formación contra un formando, no hay límite de edad para que se le considere como “delito grave”. 12 Mayores detalles al respecto los podemos encontrar en el Derecho Canónico de la Iglesia, cánones 620, 695, 1319, 1717, y en la praxis canónica de la Iglesia. 13
  • 14. La Iglesia recomienda en estos casos consultar sobre el tema a expertos tanto del derecho canónico como del civil, a superiores y obispos con experiencia jurídica y práctica y a personas competentes. Los castigos de la Iglesia, si el clérigo o religioso es hallado culpable, pueden llegar hasta el impedimento permanente para el ejercicio del ministerio pastoral sacerdotal, la salida de la Congregación si es religioso, además de las penas que le imponga la ley civil. Terminemos este apartado con las palabras de Benedicto XVI a los Obispos irlandeses en su visita “ad limina” (L’Osservatore Romano, 29 Octubre 2006, p. 5): En vuestros continuos esfuerzos por afrontar de manera eficaz este problema (el abuso de menores), es importante establecer la verdad de lo que ha sucedido en el pasado, tomar todas las medidas aptas para evitar que se repita en el futuro, asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobretodo, curar las víctimas y todos aquellos que han sido golpeados por estos crímines abnormales”.· 4.2 ¿Qué podemos hacer nosotros? En este apartado nos referiremos a los sacerdotes y laicos católicos en general. Todos debemos colaborar para que brillen la verdad y la justicia y para que todo se haga desde un ángulo evangélico y al mismo tiempo legal. 4.2.1 En cuanto a la víctima Debemos prestarle toda la ayuda posible, psicológica, jurídica, ecoómica, etc., evitando en lo posible el escándalo y las apreciaciones que puedan disminuir la autoestima del niño o incrementar sus posibles sentimientos de culpabilidad. La reacción negativa de familiares y adultos puede causar gravísimo daño. No olvidemos que los expertos en traumas y dificultades infantiles afirman que la cultura (familia, escuela, ambiente, sociedad) puede volver a los niños “resilientes”13 si acoge o ayuda a concluir “el relato inconcluso” del trauma y ofrece los medios para cicatrizarlo (Cyrulnik 2001, 27-108). Los especialistas recomiendan a los padres tratar con sus hijos el tema de un posible abuso sexual, enseñarles a cuidar su cuerpo, distinguir caricias inapropiadas y exigir respeto al espacio personal y privacidad. Además, recomiendan creer a los niños que acuden a sus padres refiriéndoles abusos sexuales o comportamientos sexuales inapropiados de parte de otras personas. Es indispensable ofrecer al niño abusado terapia psicológica para superar el estrés postraumático que adquiere el 50% de ellos. Con los niños más grandes se puede utilizar la terapia de la palabra, con los más pequeñines la terapia de la fantasía y el juego14. 13 La “resiliencia” es la capacidad del ser humano para superar traumas y dificultades y tomar energía de los mismos para seguir adelante y triunfar. 14 La revista irlandesa Reality durante todo el año 2005 publicó una serie de artículos “Who protects our children?”, de Anne Marie Lee, sobre el abuso físico, sexual psicológico etc. de los niños. La autora nos explica cómo los niños pueden ser maltratados, cuáles son los efectos en ellos y en sus familias, cómo se reconoce el maltrato, cómo ayudar a 14
  • 15. 4.2.2 En cuanto al victimario Ya hemos hablado del procedimiento canónico y del proceso jurídico por parte de la autoridad civil. Pero no olvidemos que también el pedófilo tiene sus derechos y como persona humana que es, merece respeto y consideración. Y si somos creyentes católicos, nuestro proceder debe ser según el Evangelio. La aplicación de penas y castigos en la Iglesia debe tener un sentido salvífico: no se trata de ensañarse con el pecador y humillarlo, se trata de recuperarlo para el bien y la verdad. Para el Evangelio la justicia debe ser con misericordia y ésta debe ser sin complicidades. De lo contrario no se rescatarían la verdad y la justicia y daríamos rienda suelta a la ira y a la humillación (Mateo 9, 13). El pedófilo debe ser ayudado psicológica y espiritualmente. La psicología le ofrece diversas terapias para controlar su tendencia pedófila: terapia individual, psicoterapia focalizada, farmacoterapia, psicoterapia de grupo, tratamiento hospitalario o ambulatorio. Se discute el éxito de todos estos tramientos, algunos los critican porque afirman que muchos de los clérigos no los hacen suficientemente motivados y les falta la necesaria “compliance” o actitud de colaboración del paciente al tratamiento terapéutico. La religión y la espiritualidad, con un buen asesoramiento y el control de un director espiritual, le ofrecen medios para evitar los “estímulos discriminativos pedófilos”, ser humilde, acudir a la oración y aumentar su capacidad interior de toma de decisiones desde su conciencia, que es el sagrario de la persona. Si no hay acompañamiento espiritual y formación de la conciencia, no hay ayuda espiritual que sirva. Indiscutiblemente la ayuda y control del psicólogo especializado, la ayuda y control de un director espiritual y la ayuda y control del superior inmediato del clérigo culpable, forman una tríada indispensable para la rehabilitación del clérigo pedófilo. Sin esas tres ayudas y controles, cualquier tratamiento queda débil. A este proceso triple lo podríamos llamar “mecanismo formal de monitoreo” para mantener los beneficios de la rehabilitación terapéutica/espiritual y prevenir las recaídas. 4.2.3 En cuanto a nosotros, la sociedad en general Todos estamos incluidos en este proceso de amor, respeto y ayuda por la niñez y juventud. Jesús amaba a los niños y los defendía (Marcos 10, 13-17). Todos debemos estar empeñados para ofrecerles una sociedad más limpia y feliz, que les permita manifestar todas las inmensas cualidades que Dios les dió. Para ello presentamos algunas sugerencias: - Hacer una sociedad y una cultura menos pansexualista. Por desgracia permitimos que los medios de comunicación, la publicidad, los juegos, la escuela, y aún la familia etc., se conviertan en vehículos no de “formación sexual”, sino de “información sexual”. Si no hay formación en valores, no hay auténtica formación de la sexualidad. De esta manera hipócrita, permitimos en el aprendizaje de la vida lo que luego prohibimos en el abuso de los niños y adolescentes. prevenir, cómo se puede ayudar a un niño abusado, cómo reintegrar al abusador en sociedad, y cómo romper el “secretismo” que rodea muchos de estos casos. Los objetivos, el enfoque teórico y el lenguaje de estos artículos, nos pueden ser de gran utilidad. 15
  • 16. - Aprender a poner límites y controles en nuestras relaciones. “Buenos límites producen buenos vecinos”. Toda profesión que tenga que ver con los demás, y especialmente las profesiones que inspiran confianza (sacerdotes, médicos, psicólogos, maestros...) deben insistir y enseñar estrategias preventivas que ayuden al respeto y valoración de los demás, especialmente de los menores de edad. En USA ya se dan cursos de “boundaries”, o fijación de límites, porque todos somos débiles y la humildad y reconocimiento de nuestras tendencias e instintos, y cómo controlarlos, es esencial para la formación de una sociedad humana (Macke 1993, 23-25). - Las diócesis y comunidades religiosas deben establecer protocolos realistas de comportamiento en forma escrita, que definan las actitudes sexuales apropiadas y no apropiadas. Estos protocolos deben incluir screenings (exploración de la conducta pedófila) apropiados, control y establecimiento de límites, y orientaciones específicas sobre el problema pedófilo - Buscar siempre la verdad y coherencia en nuestras relaciones. Esto implica encontrar la verdad de un posible abuso sexual de los clérigos y llevar al implicado a la justicia eclesiástica y civil; y también ayudar al menor de edad, para que ponga en ejecución toda la capacidad de resiliencia que Dios le ha dado. 4.2.4 En cuanto a nosotros los que formamos la Iglesia católica - Promover una Iglesia menos autoritaria y más dialogante a todos los niveles. Todos somos débiles, todos somos pecadores, pero en nuestras relaciones fraternas, con la ayuda de Dios, con humildad y tolerancia mutuas, podemos formar una Iglesia más auténtica. Normas tenemos muchas15 nos falta ponerlas en práctica personalmente, antes que exigirlas orgullosamente a los demás. - Dar mayor importancia y cuidado a la promoción vocacional de clérigos y religiosos y a su formación humana y espiritual. No es posible recibir “cualquier joven que toque a nuestras puertas sin un profundo exámen psicológico y espiritual”. Es necesario, también, que los jóvenes seminaristas y religiosos aceptos en las casas de formación y seminarios reciban una mejor formación sobre la sexualidad, los límites de sus comportamientos y la opción libre del celibato o voto de castidad. Lamentablemente las ciencias de la conducta humana todavía no han sabido desarrollar un método de screening o exploración, que permita identificar a las personas con tendencias pedófilas. Un screening eficaz, dice L. Sperry (2007, 54) requiere una cuidadosa entrevista del profundo hecha por un experto sobre la base de un protocolo que incluya entrevista estructurada de la organización de la personalidad del candidato a clérigo o religioso, y de su historia evolutiva, familiar, escolástica, lavoral y social. Hay que echar mano de la psicología y de las ciencias humanas, pero también de la ascética y mística cristianas. 15 Ya en la antigüedad, hace 1.700 años, el mismo Concilio de Elvira en el año 309, canon 71, afirmaba: “Las personas que abusan de jovencitos no deben ser admitidos a la comunión, ni siquiera en el momento de la muerte”. Citado en el discurso de apertura del año académico 2009-2010, de la Academia Alfonsiana de Roma, en la persona del P. Sean Cannon. 16
  • 17. - Debemos desarrollar una “ética profesional” para el clero. Es verdad que el trabajo pastoral de clérigos y religiosos es un carisma, un don de Dios, una vocación, pero también es “una profesión” que debe ser regulada éticamente y tener como mínimo de exigencia, según S. Cannon (2009, 42) los siguientes 4 requisitos: . un códice de conducta profesional que traiga continuamente a la mente de los clérigos y religiosos la responsabilidad que implica su labor pastoral; . la formación contínua en relación a sus obligaciones profesionales, de modo particular las que miran a su conducta sexual, poner limites en sus comportamientos y guardar las debidas distancias; . desarrollar estructuras para sostener psicológica y socialmente al clero y al personal religioso; . formar profesionalmente en lo que se refiere a administración y dirección a los que tienen responsabilidades en la Iglesia. El actual escándalo mundial de la pedofilia de los clérigos es ocasión de purificación que Jesucristo da a su Iglesia para que sea más auténtica, humilde, servidora y transparente ante un mundo que cada día necesita más del amor misericordioso del Señor. BIBLIOGRAFÍA ALZATE Helí, Sexualidad humana, Temis, Bogotá 1997. ANDREOLI Vittorino, “Quando la violenza prende il nome di amore”, en Mente & Cervello 10 (2004) 5. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA), DSM-IV. Breviario. Criterios diagnósticos, Masson, Barcelona 1995. BOUCHARD Rouch, “Quelques significations des conduits sexuelles délictueuses”, en Crépault C. – Lévesques G. (eds), Éros au féminin au masculin. Nouvelles explorations en sexoanalyse, Presses de l’Université du Québec, Québec 2001, 127. CANNON Sean, “Questo è il momento di agire. La priorità della Chiesa nella tutela dei minori”, in Inaugurazione Anno Accademico 2009-2010, Accademia Alfonsiana, Roma 2009, 21-45. CARDINALE Gianni, “Intervista: Il «pm» vaticano: «Chiesa rigurosa sulla pedofilia»”, en Avvenire, 13 de marzo de 2010, p.9. CARNES Patrick, Contrary to Love: Counseling the Sexual Addict, Comp-Care Publishers, Minneapolis 1989. COOPER William, Sesso estremo, Castelvecchi, Roma 1997. CYRULNIK Boris, La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia, Granica, Barcelona 2001. HUDSON Deal, “Diez mitos sobre la pedofilia de los sacerdotes”, en CRISIS-Magazine, 4 de abril del 2002. JENKINS Philip, Pedophilia and Priests. Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University Press, New York 1996. JENKINS Philip, “The Myth of the Pedophile Priest”, en Pittsburgh Post-Gazette, 2 marzo 2002. LEE Anne Marie, “Who protects our children”, en Reality 70 (2005) nos. 1-12. LÜTZ Manfred, “La Iglesia y los niños”, en L’Osservatore Romano, domingo 21 de febrero de 2010, p. 14. MACKE Paul, “Boundaries in Ministerial Relationships”, en Human Development 14 (1993) 23-25 “Malos hábitos. La crisis mundial de la Iglesia Católica por abusos sexuales llega a Colombia”, en Semana 1274 (2006) 56-60. 17
  • 18. O’CONAILL Sean, “After Ferns... Why clericalism must go!”, en Reality, 71, 1 (2006) 5-6. ONU, “Alarma por violencia contra los niños”, en El Tiempo 14 de octubre 2006, p. 1-23 PRADA José Rafael, La madurez afectiva, el concepto de Sí y la adhesión al ministerio sacerdotal, San Pablo, Bogotá 2004. SCALETTARI L., y Laggia A., “L’orso nascosto”, en Famiglia Cristiana 43 (2003) 32-33. SPERRY Len, Sexo, Sacerdocio e Iglesia, Sal Terrae, Santander 2003. Psicologia, ministero e communità. Ricognoscere, guarire e prevenire le difficoltà nell’azione pastorale, EDB, Bologna 2007. STOLLER Robert, “Sexual Deviation”, en Human Sexuality in Four Perspectives, (ed) Frank A. Beach, The John Hopkins University Press, Baltimere 1977. TOLLINSON David – ADAMS Heinrich, Sexual Disorder: Treatment, Theory, Research, Gardner, New York 1979. VEGLIA Fabio, “I disturbi sessuali”, en Bruno Bara (ed), Manuale di Psicoterapia Cognitiva, Bollati Boringhieri, Milano 1999. 18