Algunos riesgos para la paz en el sur del meta EGG
La palma aceitera en el meta y el calentamiento global
1. La palma aceitera en el Meta y el calentamiento global
La palma aceitera en el Meta y el calentamiento global
Emilio García Gutiérrez
Catedratico ESAP Regional Once.
El departamento del Meta en los últimos diez años le aposto duro a la palma.
Los gobiernos de turno direccionaron recursos públicos cuantiosos para la
realización de Ferias agroindustriales (Catama), seminarios, congresos de
palmicultores, visitas del Presidente Uribe a Puerto López y Puerto Gaitán,
viajes de funcionarios al Cerrado Brasilero, concentro la investigación con
Corpoica para la Altillanura y descuido el piedemonte y el Ariari y privilegio
el “modelo malayo”. En el Departamento del Meta, para el año 2011 existe
un área sembrada de 162.497 hectáreas, 17,24 por ciento más que el año
inmediatamente anterior y demuestra la palma un crecimiento de 45,52 por
ciento en los últimos cuatro años, destacándose para este año los municipios
de San Carlos de Guaroa con 43.600 hectáreas, Puerto Gaitán con 18.000
has, San Martin con 15.214 has, Acacias con 13.500 has y Cabuyaro con
11.531 por mayor área sembrada (Gobernación del Meta. Evaluaciones
Agropecuarias. Informe de coyuntura 2011. pp. 57-58).
Bajo esta simple consideración, expresa el Gobierno departamental que las
posibilidades de crecimiento en la región son altas y el respaldo de la política
del gobierno para el sector de los Biocombustibles da un buen índice de
garantías a los inversionistas (Gobernación del Meta, Secretaria de
agricultura, ganadería y desarrollo, “Caracterización, avances y prospectiva de
la cadena .Villavicencio, diciembre 2.009 p. 4).
El departamento del Meta es el primer productor de palma africana a nivel
nacional, con una participación del 21.2% de la producción y 26.6% de la
superficie cosechada en el país en el año 2004. De acuerdo al Observatorio
de Agrocadenas (2005), en el departamento se encuentran 18 plantas
extractoras de aceite, el 60% de las cuales se encuentran en Acacías y San
Carlos de Guaroa. Este cultivo ha sido muy dinámico en el departamento, ya
que el crecimiento promedio anual de su producción es superior al 6%. Este
fuerte crecimiento de la actividad de la palma durante los últimos años indica
que la producción agrícola de la palma africana y agroindustrial del aceite de
palma, podrían ser motores fundamentales de la actividad económica local en
los próximos (Gobernación del Meta, Secretaria de agricultura, ganadería y
desarrollo, “Caracterización, avances y prospectiva de la cadena.
Villavicencio, diciembre 2.009).
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La creación de bondades para la producción de palma
La Ley 693 del 2001, llamada de los alcoholes y la Ley 939 de 2004 del
biodiesel, establecieron las bases jurídicas para el desarrollo agroindustrial de
la producción de la agroenergía, generada con biomasa producida para
obtener etanol para la mezcla con la gasolina y biodiesel o para la mezcla con
el ACPM. Posteriormente, el ejecutivo se ha encargado de dar señales para
que el negocio de los agrocombustibles, sea una inversión futura de
desarrollo socioeconómica de las regiones.
La exención de los impuestos al consumo para ambos biocombustibles y del
impuesto a la Renta para la producción de palma africana, que se suman a los
beneficios establecidos en el nuevo régimen de zonas francas; esto es,
reducción del impuesto de Renta del 37,5 al 15 por ciento cuando un
inversionista se decida a invertir, como mínimo, 32.500 millones de pesos, o
la generación de 500 empleos. La obligatoriedad de mezclar la gasolina con el
10 por ciento de etanol (que ya cubre al 71 por ciento del mercado
colombiano) y el ACPM, con el cinco por ciento de biodiesel a partir del 1º
de enero de 2008 (10 por ciento en 2010), le auguran un futuro promisorio a
este sector productivo.
Según cifras del Gobierno de Álvaro Uribe, con la producción de palma se
han generado 24 mil empleos directos en el campo, de ellos, 7.000 en etanol
y 17.000 en biodiesel y, de otro lado, se ha logrado regular la oferta en 100
mil hectáreas de caña y 340 mil toneladas de producción de azúcar, que
habrían tenido que salir a competir en los mercados internacionales
caracterizados por la distorsión en los precios. Eso significa, en palabras del
ex Ministro de agricultura y desarrollo rural, doctor Andrés Felipe Arias que
"hay que sembrar más caña, para preparar la oferta de etanol para cuando la
mezcla con gasolina deba subir al 20 o al 25 por ciento".
Y en materia de biodiesel, la única planta en producción, que procesa 50 mil
galones por día de palma africana (en el departamento de Bolívar), se
producen 170 mil litros por día y con la entrada en operación de tres
proyectos adicionales, la producción aumentaría a 900 mil litros por día, que
permitirán que salga del mercado una oferta de 270 mil toneladas de aceites,
equivalentes al 35 por ciento de la producción nacional.
Con más de 300 mil hectáreas sembradas en palma y con una producción de
713 mil toneladas de aceite por año, “Colombia cuenta con la disponibilidad
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de materia prima para desarrollar algunas plantas de producción de biodiesel
de palma, que cumplan con las metas del programa que impulsa el gobierno”
(Jens Mesa Dishington, Fedepalma). Agrega el dirigente gremial que “existe
tecnología para la producción de biodiesel de alta calidad y el aceite de palma
es una materia prima con muchos atributos favorables para su producción”.
El potencial de producción nacional es de dos millones de litros por día y,
cuando este tope se alcance, posiblemente en 2009, podría salir del mercado
el 60 por ciento de la producción de aceite de palma, que también ayuda a
regular los precios (Jens Mesa Dishington, Fedepalma).
Por su parte, el ex ministro de Agricultura y desarrollo rural, doctor Andrés
Felipe Arias, enfatizó que “Colombia ha encontrado un enorme yacimiento
energético. No está en el subsuelo, sino por encima de este, se encuentra en
toda la agricultura”.
Uribe Vélez (quien de paso obtuvo una alta votación en el Meta en sus dos
periodos presidenciales) aprobó el uso del bioetanol en Colombia, a partir de
la Ley 693 de 19 de septiembre de 2001. Para ello el Congreso aprobó la Ley
939 el 31 de diciembre de 2004, en la que se obliga ya a usar biodiesel de
palma en Colombia, a partir del 1 de enero de 2008. En dicha ley además, se
establecen exenciones fiscales, como la del impuesto sobre la renta líquida
para nuevas plantaciones de cultivos de tardío rendimiento como la palma o
el caucho, y la exención en el IVA y en el impuesto general de combustibles
para el biodiesel de palma aceitera. Como tantas cosas importantes para el
país, esta ley pasa de agache, sin que se entere casi nadie de su aprobación,
entre otras cosas porque la fecha elegida para la votación en el Congreso (30
de diciembre), busca de por sí, esta aprobación expedita, sin trabas de ningún
congresista. ¡Tantas leyes importantes para el país, aprobadas en fechas
navideñas! Curiosa coincidencia, que ya de por sí habla de los oscuros
intereses que alberga dicha ley.
No en vano, como el propio exministro de agricultura, Andrés Felipe Arias
reconocía, la palma africana será uno de los sectores más beneficiados en el
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. En entrevista al Ex Ministro
de Agricultura, Andrés Felipe Arias, este afirma que “Estados Unidos está
cambiando su política energética para depender menos del hidrocarburo y
más de los biocombustibles. Esto genera una enorme ventaja a Colombia en
potencial exportador de biodiesel y etanol y abre la posibilidad del mercado
a productos como la caña, la remolacha, yuca y palma africana” (El
Espectador, Junio 11 de 2006). Parece por hoy tanto bastante claro, que la
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extensión a 6 millones de hectáreas en palma africana que tanto repite el
Gobierno colombiano, es porque ya tiene compromisos concretos de
exportación de biodiesel tanto a Europa como a Estados Unidos.
Las palabras que el presidente Uribe pronunció en el XXXIV Congreso de
Fedepalma, celebrado el 7 de junio de 2006, en Villavicencio, Meta, son bien
dicentes de la situación que la palma africana está creando en todo el país:
“Voy a pasar muy rápido por el TLC… Les confieso que mi gran aspiración
era que no hubiera restricciones para el envío de combustibles biológicos de
Colombia al mercado de Estados Unidos, porque eso es lo que los ilusiona
enormemente a futuro y eso se logró, ese camino quedó despejado y eso nos
tiene que dar tranquilidad. Y tomamos nota de la preocupación de ustedes
para el buen manejo de las negociaciones que vienen, como la que hemos
empezado con Centroamérica. Nosotros estamos en la iniciativa energética
en Centroamérica”. De Ver 310 Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.
Bogotá, Octubre 24 de 2006. www.justiciaypazcolombia.org
Pero otra cosa piensa un sector de los representantes del campesinado.
Sostienen que las plantaciones de palma aceitera en Colombia, son “un triste
ejemplo del cóctel de latifundismo con aspiraciones de eficiencia o
modernidad que al pretender ser productivo se reafirma en su origen
excluyente y monopolista del uso de la tierra (Mondragón, Héctor)”.
Mondragón 1999, denomina estas alianzas como aparcerías en gran escala, en
las cuales el indígena y el campesino entregan su tierra para que los
terratenientes y empresarios se beneficien. Esta figura comenzó su regulación
desde 1999 con el proyecto de ley agraria 151, que buscaba condicionar la
recuperación de tierras indígenas a la elaboración de “proyectos
productivos” pero desconocía la protección constitucional de los territorios
colectivos y de a la diversidad cultural.
En síntesis, lo que se busca es que en los territorios de comunidades locales
e indígenas, donde existan cultivos ilícitos que sean erradicados por las
fumigaciones, estos, tengan como única opción los contratos de aparcería a
gran escala. Mondragón (1999), define estos como “una contra-reforma
agraria, en la cual se sustituiría la producción campesina por el dominio de
grandes cultivadores, que se beneficiarían de la mano de obra campesina e
indígena, con formas de servidumbre”.
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La palma y el calentamiento global
La imposibilidad de producir en los países del Norte la totalidad de
biocombustibles que necesitarían para atender su demanda interna ("El
próximo petróleo", Revista El Semanal, España, septiembre 18 de 2005.
"Algunos cálculos estiman que para producir el diez por ciento del
carburante dedicado al transporte, los países desarrollados necesitarían el 40
por ciento de sus terrenos cultivables") , así como el hecho de que
arriesgarían su seguridad alimentaria (considerada por el propio presidente
Bush como un asunto de seguridad nacional) y la supervivencia de sus
ecosistemas, lleva de forma inevitable a los países "desarrollados" a trasladar
la producción de estos biocombustibles (o más bien la siembra de las
materias primas necesarias para ello), a los países tropicales ( “Palma Africana
en Colombia: Impactos ambientales socioeconómicos y efectos sobre la
tenencia de la tierra, en comunidades campesinas, negras e indígenas.
Comisión Intereclesial de justicia y Paz.p.3)
El biodiesel de palma africana, con la destrucción de selvas tropicales que
está conllevando en todo el mundo este cultivo, y el hecho de tener que
drenar las fuentes de agua que se encuentran en el terreno donde el mismo
se va a llevar a cabo, provoca la liberación a la atmósfera de todo el dióxido
de carbono que antes retenía la selva o el bosque húmedo tropical al que
este cultivo viene a sustituir (George Monbiot, En: Agronegocios de palma y
banano en el Bajo Atrato. Impactos ambientales y socioeconómicos.
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz p.5). Así como la oxidación de la
tierra al ser desecada, genera aún más cantidad de dióxido de carbono que
va a la atmósfera. Ante esto, decir que el biodiesel de palma genera menos
dióxido de carbono que el diésel fósil resulta anecdótico, falso y mentiroso.
G. Monbiot en The Guardian, señala que el biodiesel de palma africana es
peor que el combustible fósil. “Los entusiastas del biodiesel han inventado
accidentalmente el combustible más intensivo en carbono que existe en la tierra”.
Con el consumo de combustible destruimos cada año “el valor de cuatro
siglos en plantas y animales”. La palma africana es “el cultivo más destructivo
sobre la tierra”. “En términos de su impacto en el medioambiente local y
global, el biodiesel de palma es más destructivo que el crudo de Nigeria”.
Recomienda al gobierno británico “prevenir la importación de combustibles
destructivos del medio ambiente”. Por todo esto, el biodiesel de palma africana
“acelerará el cambio climático en vez de reducirlo”.
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6. La palma aceitera en el Meta y el calentamiento global
La palma aceitera, dado su menor costo y mayor productividad que la de
cualquier otro aceite vegetal está en niveles de productividad por encima de
cualesquiera otras plantas oleaginosas. Produce más aceite por unidad de
superficie que cualquier otra oleaginosa, y requiere poca mano de obra en su
trabajo. Bajo esta explicación económica se entiende la expansión que el
cultivo de palma africana o aceitera está teniendo en todos los países
tropicales y en nuestro departamento del Meta.
Lo que está en juego en las decisiones de los grandes estrategas y poderes
económicos a nivel mundial, es el binomio seguridad energética- seguridad
alimentaria-. Y la única manera de no renunciar a ninguna de las dos, es hacer
que otros países nos complementen nuestras carencias. De ninguna manera
se plantea la reducción en el consumo de combustibles, como la única
solución realmente factible para la continuidad de la vida en el planeta.
Desde esta consideración, el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional intervendrán como es costumbre, para presionar y seducir a los
países tropicales para adoptar las políticas necesarias para que estas
necesidades de los países desarrollados se satisfagan, con las menores trabas
posibles. De hecho, estas Instituciones Financieras Internacionales,
promueven la siembra de la palma africana en los países tropicales, muchas
veces como parte de los Programas de Ajuste Estructural que imponen, para
enfocar la producción de aceite exclusivamente en la exportación para
obtener divisas con las que poder afrontar el pago de la deuda externa
(eterna e inmoral).
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial impusieron a Indonesia
un paquete de 50 medidas, dentro de una política de ajuste en el año 1998
ante la crisis económica que atravesaba el país en dicho año, con la única
finalidad de garantizar que siguiera en capacidad de asumir el pago de la
deuda. Entre estas medidas, se le imponía al país, la apertura a la inversión
extranjera en el sector de la palma aceitera, lo cual era claro iba a presionar
la extensión de los cultivos. Acabar así con el pequeño campesinado en todo
el mundo. Convertir la agricultura en agronegocios en manos de grandes
empresas agroindustriales, como las que resultan ser fuertemente subsidiadas
en Estados Unidos.
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