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ACTO I

ESCENA I

Un piloto en el desierto del Sahara. En medio de ningún sitio tiene un encuentro con una persona
que cambiará su vida.

AVIADOR: Algo se había roto en mi motor y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros me
dispuse a realizar una reparación muy difícil. Era cuestión de vida o muerte. Tenía agua potable
sólo para ocho días. La primera noche dormí sobre la arena a mil millas de toda tierra habitada.
Estaba aislado. Al romper el día, me despertó una extraña voz.
PRINCIPITO: Por favor… ¡Dibújame un cordero!
AVIADOR: Eh!
PRINCIPITO: Dibújame un cordero…
AVIADOR: Me puse de pie de un salto, me froté los ojos, vi un hombrecito extraordinario que me
miraba con atención. He aquí el mejor retrato que más tarde logré hacer de él.
Pero… ¿Qué haces aquí?
PRINCIPITO: Por favor…, dibújame un cordero…
AVIADOR: No pude desobedecer. Saqué del bolsillo una hoja de papel y un boli.
Es que no sé dibujar. –Le dije.
PRINCIPITO: No importa dibújame un cordero.

AVIADOR hace como que está dibujando y le entrega el resultado.

PRINCIPITO: ¡No! Este cordero está muy enfermo. Haz otro.

AVIADOR empieza de nuevo. PRINCIPITO le sonríe.

PRINCIPITO: ¿Ves?... No es un cordero; es un carnero; tiene cuernos.

AVIADOR lo intenta de nuevo.

PRINCIPITO: Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

AVIADOR ya algo nervioso le lanza un último dibujo

AVIADOR: Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro.

PRINCIPITO sonríe.

PRINCIPITO: ¡Es exactamente lo que quería! ¿Crees que necesitará mucha hierba este
cordero?
AVIADOR: ¿Por qué?
PRINCIPITO: Porque en mi casa todo es pequeño…
AVIADOR: No lo creo, te he regalado un cordero muy pequeño.

PRINCIPITO inclina la cabeza como mirando dentro de la caja.

PRINCIPITO: No tan pequeño… ¡Mira! Se ha dormido…
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AVIADOR: (mirando al público) Y fue así como conocí al principito.

PRINCIPITO y AVIADOR pasean por el escenario simulando una conversación. De pronto
PRINCIPITO pregunta.

PRINCIPITO: ¿Qué es esta cosa? (Señala hacia el avión).
AVIADOR: Es un avión. Es mi avión.
PRINCIPITO: ¿Cómo? ¿Has caído del cielo?
AVIADOR: Sí.
PRINCIPITO: Ah! ¡Qué gracioso!

PRINCIPITO hace como que se ríe. Y dijo

PRINCIPITO: Entonces, ¿De qué planeta eres?
AVIADOR: ¿Acaso vienes tú de otro planeta?

PRINCIPITO mira al avión y asiente con la cabeza. Entonces comenta:

PRINCIPITO: Con este trasto no creo que hayas venido de muy lejos.

PRINCIPITO se sienta en una silla. Saca la cajita y se queda dormido sobre sus rodillas. Cuando
se despierta, AVIADOR pregunta.

AVIADOR: ¿De dónde vienes? ¿Dónde queda tu casa? ¿Adónde quieres llevar a mi cordero?
PRINCIPITO: Me gusta la caja que me has regalado porque de noche le servirá de casa.
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ACTO II

ESCENA I

FLOR: ¡Ah! Acabo de despertarme… Perdóname.
PRINCIPITO: ¡Qué bonita eres!
FLOR: ¿Verdad? Y he nacido al mismo tiempo que el sol. Creo que es la hora del desayuno.
¿Tendrías la bondad de acordarte de mí?

PRINCIPITO toma una regadera y hace como que la riega.

FLOR: ¡Ya pueden venir los tigres con sus garras!
PRINCIPITO: En mi planeta no hay tigres; y, además, los tigres no comen hierba.
FLOR: Yo no soy una hierba.
PRINCIPITO: Perdóname…
FLOR: No temo a los tigres.
PRINCIPITO: No debí haberla escuchado. Nunca hay que escuchar a las flores. Hay que
mirarlas y aspirar su aroma. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no podía alegrarme. La
historia de las garras debe haberme afectado.

PRINCIPITO pasea por el escenario y dice:

PRINCIPITO: No la comprendí. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! ¡Las
flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para amarla.

PRINCIPITO se dispone a irse. Prepara una maleta y a continuación:

PRINCIPITO: Adiós.

FLOR tose. Pero no estaba resfriada.

FLOR: He sido tonta. Te pido perdón. Procura ser feliz.

PRINCIPITO se da la vuelta. Cierra los puños y suspira. De nuevo, FLOR dice:

FLOR: Pero, sí, te quiero. No has sabido nada por mi culpa. No tiene importancia. Pero has sido
tan tonto como yo. Procura ser feliz.
PRINCIPITO: No estaré aquí cuando sople el viento.
FLOR: No estoy tan resfriada como para… El fresco de la noche me irá bien. Soy una flor.
PRINCIPITO: ¿Y los animales?
FLOR: Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas. Si no, ¿quién
habrá de visitarme? Tú estarás lejos. En cuanto a los tigres, no les temo. (Mirándose la uñas)
Tengo mis garras. No te detengas más. Es incómodo. Has decidido partir. Vete…

FLOR no quería que PRINCIPITO la viese llorar. Era una flor tan orgullosa.
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ACTO III

ESCENA I

El primer asteroide que visitó estaba habitado por un rey.

El REY está sentado en un trono. Lleva una corona. Cuando ve llegar al Principito, exclama:

REY: ¡Ah! He aquí un súbdito. Acércate que te vea mejor.

PRINCIPITO intentó sentarse. Pero no encontró dónde. De modo que bostezó.

REY: Es contrario bostezar en presencia de un rey. Te lo prohíbo.
PRINCIPITO: No puedo impedirlo. He hecho un largo viaje y no he dormido…
REY: Entonces, te ordeno bostezar.
PRINCIPITO: Así, no puedo.
REY: (Gruñendo) Entonces te… ordeno que no bostezar.
PRINCIPITO: Puedo sentarme.
REY: Te ordeno sentarte. (Le hizo un gesto con su mano para que se sentara a su lado).
PRINCIPITO: Majestad, ¿puedo interrogaros?
REY: Te ordeno interrogarme.
PRINCIPITO: ¿Sobre qué reináis? Este planeta es pequeño.
REY: Sobre todo. (Hizo un gesto con la mano señalando la amplitud del universo).
PRINCIPITO: ¿Sobre todo eso?
REY: Sobre todo eso.
PRINCIPITO: ¿Y las estrellas os obedecen?
REY: Obedecen al instante. No tolero la indisciplina.

PRINCIPITO estaba alucinado.

PRINCIPITO: Quisiera ver una puesta de sol. Ordena que el sol se ponga.
REY: Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer. La autoridad reposa sobre la
razón (Indicando la cabeza). Tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son
razonables.
PRINCIPITO: ¿Y mi puesta de sol?
REY: Tendrás tu puesta de sol. Lo exigiré. Pero esperaré a que las condiciones sean favorables.
PRINCIPITO: ¿Cuándo serán favorables las condiciones?
REY: Veamos, veamos (consultando un enorme calendario). Serán… Serán… ¡Esta noche a las
siete y cuarenta! Y verás como soy obedecido.

PRINCIPITO decepcionado y aburrido dijo

PRINCIPITO: No tengo nada más que hacer aquí. ¡Voy a partir!
REY: No partas. ¡No partas, te hago ministro!
PRINCIPITO: ¿Ministro de qué?
REY: De… ¡De justicia!
PRINCIPITO: ¡Pero no hay nadie a quien juzgar!
REY: Nunca se sabe.
PRINCIPITO: ¡Oh! Pero no hay nadie yo he estado en muchos sitios.
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REY: Te juzgarás a ti mismo. Es lo más difícil. Si logras juzgarte bien a ti mismo te conviertes en
un sabio.
PRINCIPITO: Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte. No tengo necesidad de vivir
aquí.
REY: Bueno, bueno. Creo que en algún lugar del planeta hay una vieja rata. La oigo por la
noche. La juzgarás. La condenarás a muerte de vez en cuando. Así su vida dependerá de tu
justicia. Pero la perdonarás cada vez para conservarla. No hay más que una.
PRINCIPITO: A mí no me gusta condenar a muerte. Y me voy.
REY: No.
PRINCIPITO: Si su Majestad desea ser obedecido. Podría ordenarme, por ejemplo, que parta en
un minuto. Me parece que las condiciones son favorables.

El rey no contesta. Pero PRINCIPITO se dispone a salir de todos modos. Justo cuando está a
punto de abandonar el escenario dice el rey.

REY: Te hago embajador.

PRINCIPITO: (Mientras se iba) Las personas mayores son muy extrañas.
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ACTO III

ESCENA II

EL PRESUMIDO está sentado en una mesa y ve venir a PRINCIPITO que entra en el escenario
por un extremo

EL PRESUMIDO: ¡Ah! He aquí la visita de un admirador.
PRINCIPITO: Buenos días. ¡Qué gorra más extraña llevas!
EL PRESUMIDO: Es para saludar cuando me aclaman. Desgraciadamente no pasa nadie por
aquí.
PRINCIPITO: ¿Ah, sí?
EL PRESUMIDO: Golpea tus manos, una contra otra. (Hace el gesto de aplaudir).

PRINCIPITO hace el gesto de aplaudir y EL PRESUMIDO saluda modestamente quitándose la
gorra.

PRINCIPITO: (Aparte) Esto es más divertido que la visita del rey. Y volvió a golpear sus manos
una contra otra.

EL PRESUMIDO volvió a saludar quitándose la gorra.

Así hasta cinco veces.

PRINCIPITO: ¿Y qué hay que hacer para que la gorra caiga?
EL PRESUMIDO: ¿Me admiras mucho verdad?
PRINCIPITO: ¿Qué significa admirar?
EL PRESUMIDO: Admirar significa reconocer que soy el hombre más guapo, mejor vestido, más
rico y más inteligente del planeta.
PRINCIPITO: Pero si eres la única persona del planeta.
EL PRESUMIDO: Hazme el favor. Admírame de todos modos.
PRINCIPITO: Te admiro (encogiéndose de hombros) pero ¿por qué puede interesarte que te
admire? Saliendo del escenario y dejando a EL PRESUMIDO solo con sus pensamientos.
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ACTO III

ESCENA III

EL CALCULADOR están sentado en una mesa. PRINCIPITO entra al escenario y EL
CALCULADOR no levanta la cabeza para mirarle

PRINCIPITO: Buenos días. Su café se enfría.
EL CALCULADOR: (Golpeando el bolígrafo sobre el bloc, EL CALCULADOR hace como que
está calculando algo). Buenos días. ¡Uf! Da un total de quinentos millones.
PRINCIPITO: ¿Quinientos millones de qué?
EL CALCULADOR: En todos los años que habito este planeta sólo he sido molestado tres veces.
La primera fue hace dos años por una mariposa que vino del cielo. Cometí cuatro errores en la
suma. La segunda fue hace un año por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No
tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. La tercera tú. Decía pues quinientos un millones…
PRINCIPITO: ¿Millones de qué?
EL CALCULADOR: De estrellas.
PRINCIPITO: ¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
EL CALCULADOR: Yo soy serio, soy preciso.
PRINCIPITO: ¿Y Qué haces con esas estrellas?
EL CALCULADOR: ¿Qué hago? Nada. Las poseo.
PRINCIPITO: ¿Posees las estrellas?
EL CALCULADOR: Sí.
PRINCIPITO: Pero he visto un rey que…
EL CALCULADOR: Los reyes no poseen; “reinan”. Es muy diferente.
PRINCIPITO: ¿Y para que te sirve poseer estrellas?
EL CALCULADOR: Para comprar otras estrellas.
PRINCIPITO: ¿Cómo se puede poseer estrellas?
EL CALCULADOR: ¿De quién son?
PRINCIPITO: No sé, de nadie.
EL CALCULADOR: Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado.
PRINCIPITO: ¿Eso es suficiente?
EL CALCULADOR: Yo poseo estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
PRINCIPITO: Es verdad. ¿Y qué haces con las estrellas?
EL CALCULADOR: Las administro. Las cuento y las recuento.
PRINCIPITO: ¡Pero no puedes llevarte las estrellas!
EL CALCULADOR: No pero puedo depositarlas en un banco.
PRINCIPITO: ¿Qué quiere decir eso?
EL CALCULADOR: Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y
después meto el papelito en un cajón bajo llave.
PRINCIPITO: ¿Eso es todo?
EL CALCULADOR: Es suficiente.

PRINCIPITO se fue por un lado del escenario haciendo un gesto de incomprensión.
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ACTO III

ESCENA IV

EL FAROLERO está junto a un farol. PRINCIPITO extrañado piensa en voz alta.

PRINCIPITO: ¿Por qué acabas de apagar el farol?
EL FAROLERO: Buenos días. Es la consigna.
PRINCIPITO: ¿Qué es la consigna?
EL FAROLERO: Apagar el farol. Buenas noches. (Vuelve a encenderlo).
PRINCIPITO: Pero, ¿por qué acabas de encenderlo?
EL FAROLERO: Es la consigna.
PRINCIPITO: No comprendo.
EL FAROLERO: No hay nada que comprender. La consigna es la consigna. Buenos días (Apaga
el farol),

EL FAROLERO hace un gesto como de secarse el sudor y dice

EL FAROLERO: Tengo un oficio terrible. Antes era razonable. Apagaba por la mañana y
encendía por la noche. Tenía el resto del día para descansar, y el resto de la noche para
dormir…
PRINCIPITO: ¿Es que la consigna ha cambiado?
EL FAROLERO: La consigna no ha cambiado. Es que cada año el planeta gira más rápido y la
consigna no ha cambiado.
PRINCIPITO: ¿Entonces?
EL FAROLERO: Entonces, ahora que da una vuelta por minuto, no tengo un segundo de
descanso. Enciendo y apago una vez por minuto.
PRINCIPITO: ¡Qué raro! ¡En tu planeta los días duran un minuto!
EL FAROLERO: No es raro en absoluto. Hace ya un mes que estamos hablando juntos.
PRINCIPITO: ¿Un mes?
EL FAROLERO: Sí. Treinta minutos. ¡Treinta días! Buenas noches. (Volvió a encender el farol).
PRINCIPITO: ¿Sabes?..., conozco un medio para que descanses cuando quieras…
EL FAROLERO: Siempre quiero.
PRINCIPITO: Tu planeta es tan pequeño que puedes recorrerlo en tres zancadas. No tienes más
que caminar bastante lentamente para quedar siempre al sol. Cuando quieras descansar,
caminarás… y el día durará tanto tiempo como quieras.
EL FAROLERO: Con eso no adelanto gran cosa. Lo que me gusta en la vida es dormir.
PRINCIPITO: ¡Qué mala suerte!
EL FAROLERO: ¡Qué mala suerte! Buenos días (Apagó el farol).

PRINCIPITO: (Mientras sale del escenario). Este es el único de quien pude haberme hecho
amigo. Pero su planeta es verdaderamente pequeño. No hay lugar para dos.
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ACTO III

ESCENA V

EL GEÓGRAFO está sentado en una mesa con enormes libros.

PRINCIPITO: ¡Vaya! ¡He aquí un explorador! (PRINCIPITO se sienta al lado, se pasa la mano
por la frente y resopla).
EL GEÓGRAFO: ¿De dónde vienes?
PRINCIPITO: ¿Qué es este grueso libro? ¿Qué haces aquí?
EL GEÓGRAFO: Soy el geógrafo.
PRINCIPITO: ¿Qué es un geógrafo?
EL GEÓGRAFO: Es un sabio que conoce dónde se encuentran los mares, los ríos, las ciudades,
las montañas, los desiertos.
PRINCIPITO: ¡Por fin un verdadero oficio! ¿Tiene océanos este planeta?
EL GEÓGRAFO: No puedo saberlo.
PRINCIPITO: ¡Vaya! ¿Y montañas?
EL GEÓGRAFO: No sé.
PRINCIPITO: ¿Y ciudades y ríos?
EL GEÓGRAFO: ¿Cómo puedo saberlo?
PRINCIPITO: ¡Pero eres geógrafo!
EL GEÓGRAFO: Es cierto. Pero no soy explorador. Recibo a los exploradores. Entonces los
interrogo y tomo nota de sus observaciones. Y si son interesantes, pregunto sobre su confianza
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL GEÓGRAFO: Porque un explorador que mintiera produciría desastres en los libros de
geografía. Y también un explorador que bebiera demasiado (hace el gesto con la mano de
empinar el codo).
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL GEÓGRAFO: Porque los borrachos ven doble. Entonces el geógrafo señalaría dos montañas
donde no hay más que una. Por tanto, cuando no se confía en el explorador se hace una
encuesta acerca de su descubrimiento.
PRINCIPITO: ¿Vais a verlo?
EL GEÓGRAFO: No se exige al explorador que presente pruebas. Si se trata del descubrimiento
de una gran montaña se le exige que traiga grandes piedras.

EL GEÓGRAFO se queda pensativo mirando a PRINCIPITO y comenta:

EL GEÓGRAFO: Pero tú, ¡Eres explorador! ¡Vas a describirme tu planeta!

EL GEÓGRAFO abre un libro, saca punta a su lápiz y espera

PRINCIPITO: ¡Oh! Mi planeta, es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos en actividad y uno
extinguido. Pero nunca se sabe.
EL GEÓGRAFO: Nunca se sabe.
EL GEÓGRAFO: Los atlas son los más valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es
muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua.
Escribimos cosas eternas.
PRINCIPITO: ¿Estoy de viaje qué me aconsejáis que vaya a visitar?
EL GEÓGRAFO: El planeta Tierra.
PRINCIPITO se marcha por un lado del escenario.
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ACTO IV

ESCENA I

PRINCIPITO: Buenas noches.
LA SERPIENTE: Buenas noches.
PRINCIPITO: ¿En qué planeta he caído?
LA SERPIENTE: En la Tierra, esto es África.
PRINCIPITO: ¡Ah!... ¿No hay nadie en la Tierra?
LA SERPIENTE: Aquí está el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es grande.

PRINCIPITO se sienta en una piedra y levanta los ojos hacia arriba.

PRINCIPITO: Las estrellas están encendidas con el fin de que cada uno pueda encontrar la suya
algún día. Mira mi planeta está justo sobre nosotros… Pero, ¡qué lejos está!
LA SERPIENTE: ¡Qué bonito es! ¿Qué haces por aquí?
PRINCIPITO: Estoy enfadado con una flor. ¿Dónde están los hombres? Se está un poco solo en
el desierto.
LA SERPIENTE: Con los hombres también se está solo.
PRINCIPITO: Eres rara.
LA SERPIENTE: Pero soy más podeEL PERIODISTA que el dedo de un rey.
PRINCIPITO: No eres podeEL PERIODISTA… si no puedes andar ni viajar.
LA SERPIENTE: Puedo llevarte más lejos que un barco.

Se acerca a él. Le toca la cara con sus manos y dice:

LA SERPIENTE: A quien toco, lo vuelvo a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de
una estrella. Me das lástima. Puedo ayudarte si algún día extrañas demasiado a tu planeta.
Puedo…
PRINCIPITO: ¡Oh! Te he comprendido muy bien pero ¿Por qué hablas siempre con enigmas?
LA SERPIENTE: Los resuelvo todos.

Se hizo el silencio.
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ACTO IV

ESCENA II
UN LOBO: Buenos días.
PRINCIPITO: Buenos días. (PRINCIPITO a todos los lados pero no ve a nadie).
UN LOBO: Estoy aquí.
PRINCIPITO: ¿Quién eres?
UN LOBO: Soy un lobo.
PRINCIPITO: Juega conmigo, estoy triste.
UN LOBO: No puedo jugar contigo. No estoy domesticado.
PRINCIPITO: Perdón. ¿Qué significa domesticar?
UN LOBO: No eres de aquí. ¿Qué buscas?
PRINCIPITO: Busco a los hombres. Pero ¿qué significa “domesticar”?
UN LOBO: ¿Buscas gallinas?
PRINCIPITO: No. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”?
UN LOBO: Significa “crear lazos”.
PRINCIPITO: ¿Crear lazos?
UN LOBO: Sí. Para mí eres uno entre mil. No te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy
para ti más que un lobo más. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás
para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.
PRINCIPITO: Empiezo a comprender. Hay una flor… Creo que me ha domesticado…
UN LOBO: Mi vida es muy aburrida, pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré
tus pasos cuando te acerques. Los otros pasos me dan miedo. Cuando llegues saldré fuera de la
madriguera alegre. ¡Por favor… domestícame!
PRINCIPITO: Me gustaría, pero no tengo tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer
muchas cosas.
UN LOBO: Si quieres un amigo, ¡domestícame!
PRINCIPITO: ¿Qué hay que hacer?
UN LOBO: Te sentarás al principio lejos de mí, así en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás
nada. Las palabras se pueden entender mal. Pero cada día podrías acercarte un poco más… Si
quedamos para mañana a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuánto
más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto. ¡Descubriré
el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora nunca sabré a qué hora preparar mi
corazón… Los ritos son necesarios.
PRINCIPITO: ¿Qué es un rito?
UN LOBO: Es lo que hace que un día sea diferente a los otros días: una hora de las otras horas.
Pasean juntos por el escenario. Cuando se acerca la hora de la partida.
UN LOBO: ¡Ah! Voy a llorar.
PRINCIPITO: Tú tienes la culpa. Quisiste que te domesticara.
UN LOBO: Sí.
PRINCIPITO: Entonces no ganas nada.
UN LOBO: Gano, por tu recuerdo. Te diré un secreto: no se ve bien sino con el corazón. Lo
esencial es invisible a los ojos.
PRINCIPITO: Lo esencial es invisible a los ojos.
UN LOBO: El tiempo que perdiste con tu flor hace que sea tan importante.
PRINCIPITO: El tiempo que perdí con mi flor….
UN LOBO: Los hombres han olvidado esta verdad. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable
para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu flor.
PRINCIPITO: Soy responsable de mi flor… (saliendo del escenario).
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ACTO IV

ESCENA III

LA PITIA: está sentada en la mesa y tienen entre las manos una bola gigante.

PRINCIPITO: Buenos días.
PITIA: Buenos días.

PITIA: Acaricia la bola gigante y fija los ojos en ella como mirando a través.

PRINCIPITO: ¿Qué tienes entre las manos?
PITIA: Es una bola mágica.
PRINCIPITO: ¿Qué significa que es una bola mágica?
PITIA: Que a través de ella se puede ver el futuro. Lo que está ahí delante. Lo que va a suceder.
PRINCIPITO: Pero si lo que va a suceder aún no ha sucedido cómo es que lo puedes ver.
PITIA: Porque esta es una bola mágica que se anticipa al presente.
PRINCIPITO: Y ¿Qué es el presente?
PITIA: El presente es ahora. Tu ahí delante. Yo aquí.
PRINCIPITO: Ya sé. Ahora es una situación.
PITIA: Sí, una situación pero una situación que es ya.
PRINCIPITO: ¡Ya! ¡Ya! ¿Qué es “ya”?
PITIA: “Ya” es el momento en el que digo “Ya” y antes es el pasado.
PRINCIPITO: ¿El pasado?
PITIA: El pasado es el lugar donde va el presente. Ahí detrás (Señala un lugar imaginario).
PRINCIPITO: No veo ningún pasado (Mira hacia el lugar que le ha señalado FLOR).
PITIA: Pero no es ningún lugar real.
PRINCIPITO: Y si no es ningún lugar real. ¿Cómo es que van hacia allí las cosas?
PITIA: No sé. Por inercia.
PRINCIPITO: ¿Qué significa por inercia?
PITIA: Pues que no puedes dejar de correr y si te paras de repente, te caes.
PRINCIPITO: Pero si corro, puedo detenerme cuando quiera.
PITIA: Con la inercia no, pues te empuja.
PRINCIPITO: ¿Hacia dónde?
PITIA: Hacia tu futuro ( Señalando un lugar imaginario, ahí delante).
PRINCIPITO: ¿Podrías ver mi futuro?
PITIA: Claro que sí. Pon aquí las manos.

PRINCIPITO pone las manos en la bola mágica.

PITIA: Veo, veo… un planeta y una flor pero… No veo nada más (quita bruscamente las manos
de PRINCIPITO).
PRINCIPITO: Bueno, eso ya lo sabía. Es mi planeta y la flor que has visto es mi flor. Los adivinos
sois gente extraña sólo ven las cosas que ya sabes (saliendo del escenario).
13

ACTO IV

ESCENA IV

EL PRINCIPITO entra en el escenario y ve a una chica que lee el periódico.

PRINCIPITO: Buenos días.

EL PERIODISTA no responde absorbida por la lectura.

EL PERIODISTA: ¡Ah! Buenos días.
PRINCIPITO: ¿Qué haces?
EL PERIODISTA: Leo el periódico.
PRINCIPITO: ¿Un periódico?
EL PERIODISTA. Un periódico es la información y la información es una fuente de conocimiento.
PRINCIPITO: ¿Una fuente de conocimiento?
EL PERIODISTA: Sí. El periódico recoge los hechos más importantes que han sucedido y te
informa.
PRINCIPITO: Los hechos más importantes que han sucedido. ¿Dónde?
EL PERIODISTA: En el mundo.
PRINCIPITO: ¡Los acontecimientos que han sucedido en todo el mundo!
EL PERIODISTA: Sí, todos.
PRINCIPITO: Entonces el periódico habrá recogido mi llegada.
EL PERIODISTA: ¿Tu llegada? Veamos (pasa las páginas del periódico). No, aquí no pone nada
de tu llegada.
PRINCIPITO: Entonces no lo recoge todo.
EL PERIODISTA: Mi periódico recoge todo lo importante.
PRINCIPITO: Vale, vale… pero tu periódico no dice nada de mí.
EL PERIODISTA: Porque tú eres irrelevante.
PRINCIPITO: ¿Irrelevante?
EL PERIODISTA: Claro que sí, ¿a quién le importas?
PRINCIPITO: A una flor, a un rey que me quería nombrar embajador, a un geógrafo que quería
registrar mi planeta en un libro muy gordo, a un lobo.
EL PERIODISTA: Si el periódico no refleja tus experiencias es que no eres importante.
PRINCIPITO: (Saliendo del escenario) Esta señira no se ha enterado aún que lo importante es lo
que se guarda en el corazón.
14

ACTO IV

ESCENA V

PRINCIPITO: ¡Hola! ¿Qué tal?

EL FILÓSOFO se pasea por el escenario observándolo todo con detalle y no cae en que
PRINCIPITO está hablándole.

PRINCIPITO: ¡Hola! ¿Qué tal?
EL FILÓSOFO: Muy bien, y tú.
PRINCIPITO: Muy bien, gracias. ¿Qué haces?
EL FILÓSOFO: Lo observo todo con suma curiosidad.
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL FILÓSOFO: Por que soy un filósofo.
PRINCIPITO: ¿Qué es un filósofo?
EL FILÓSOFO: Un filósofo es aquél que lo sabe todo.
PRINCIPITO: No entiendo.
EL FILÓSOFO: Sí. El que conoce todas las respuestas.
PRINCIPITO: A ver, a ver, ¿sabes por qué el cielo es azul?
EL FILÓSOFO: Sí. Porque contiene mucho oxígeno.
PRINCIPITO: ¿Sabes por qué el mar es azul?
EL FILÓSOFO: Sí. Porque el mar refleja la bóveda celeste.
PRINCIPITO: Y ¿Sabes por qué la noche estrellada es azul?
EL FILÓSOFO: Sí, porque contiene mucho helio.
PRINCIPITO: Finalmente, ¿por qué lo azul es azul?
EL FILÓSOFO: Porque lo azul es un color.
PRINCIPITO: Y ¿qué es ser un color?
EL FILÓSOFO: Lo azul.

Se apagan las luces y todos salen del escenario.
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ACTO IV

ESCENA VI

EL PRINCIPITO entra en el escenario y ve a un señor que subido en una silla gesticula y con un
espejo en la mano hace como que habla a una multitud.

PRINCIPITO: ¿Qué alto estás?
EL POLÍTICO: Sí. Hablo a la multitud desde un podio.
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL POLÍTICO: Porque soy un político.
PRINCIPITO: ¿Qué es un político?
EL POLÍTICO: Un político es aquel que representa.
PRINCIPITO: ¿A quién representa?
EL POLÍTICO: A todo el mundo.
PRINCIPITO: A todo el mundo.
EL POLÍTICO: A todo el mundo.
PRINCIPITO: A mí también.
EL POLÍTICO: Sí claro.
PRINCIPITO: Y ¿cómo me representas?
EL POLÍTICO: Porque hablo en tu lugar.
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL POLÍTICO: Porque tengo más poder de persuasión.
PRINCIPITO: ¿Por qué necesitas más poder de persuasión?
EL POLÍTICO: Para convencer.
PRINCIPITO: Convencer ¿de qué?
EL POLÍTICO: De que yo siempre llevo razón.
PRINCIPITO: Los políticos siempre lleváis razón.
EL POLÍTICO: Sí, por eso representamos.
PRINCIPITO: Pero si yo puedo hablar por mí mismo.
EL POLÍTICO: No, no puedes.
PRINCIPITO: ¿Por qué?
EL POLÍTICO: Porque para eso están los políticos.

PRINCIPITO: (Saliendo del escenario) El planeta Tierra me parece cada vez más extraño. No
entiendo por qué en este mundo uno no puede hablar por sí mismo.
16

ACTO V

ESCENA I

Entran EL PRINCIPITO y EL AVIADOR de nuevo en escena.

AVIADOR: ¡Ah! Todavía no he reparado el avión, no tenemos agua y sería muy feliz si
pudiéramos caminar hacia una fuente.
PRINCIPITO: Me acuerdo de mi amigo el lobo…
AVIADOR: No se trata de tu amigo el lobo.
PRINCIPITO: ¿Por qué?
AVIADOR: Porque nos vamos a morir de sed…
PRINCIPITO: Es bueno haber tenido un amigo incluso si vamos a morir. Yo estoy muy contento
de haber tenido un amigo lobo…
AVIADOR: (Aparte) No se da cuenta. Jamás tiene hambre ni sed. Un poco de sol le basta…
PRINCIPITO: Tengo sed también… busquemos un pozo.

Caminan y caminan salen del escenario y vuelven a entrar por el otro lado.

AVIADOR: ¿También tú tienes sed?
PRINCIPITO: El agua puede ser también buena para el corazón.

Siguen caminando… PRINCIPITO se sentó, AVIADOR se sienta también.

PRINCIPITO: El desierto es bello… Lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en
cualquier parte…
AVIADOR: Sí, la belleza es invisible a los ojos.
PRINCIPITO: Me gusta que estés de acuerdo con mi amigo el lobo.

PRINCIPITO se quedó dormido al lado de AVIADOR.

AVIADOR: Lo que me emociona tanto de este principito es la imagen de una EL PERIODISTA
que resplandece en él como la llama de una lámpara aún cuando está dormido… Es necesario
proteger las lámparas: un golpe de viento puede apagarlas. A la mañana siguiente vimos un
pozo.
17

ACTO V

ESCENA II

EL PRINCIPITO y EL AVIADOR frente a un pozo.

AVIADOR: Es extraño. Todo está listo: la polea, el cubo y la cuerda.
PRINCIPITO: ¿Oyes? Hemos despertado al pozo y el pozo canta…
AVIADOR: Déjame a mí (Sube el caldero y llena una cantimplora).
PRINCIPITO: Dame de beber… los hombres cultivan cinco mil EL PERIODISTAs en un mismo
jardín… Y no encuentran lo que buscan.
AVIADOR: No lo encuentran.
PRINCIPITO: Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola EL PERIODISTA o
en un poco de agua…
AVIADOR: Seguramente (se sienta).
PRINCIPITO: Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar en el corazón… Es necesario que
cumplas tu promesa (PRINCIPITO se sienta junto a AVIADOR).
AVIADOR: ¿Qué promesa?
PRINCIPITO: Tú lo sabes… un bozal para mi cordero… ¡Soy responsable de esa flor!

AVIADOR le extiende una hoja de papel. PRINCIPITO lo mira con gesto serio.

AVIADOR: ¿Qué pretender hacer?
PRINCIPITO: Sabes, mañana será el aniversario de mi caída sobre la tierra… caí muy cerca de
aquí.
AVIADOR: Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana en que te conocí, hace ocho
días. ¿Volvías hacia el punto de tu caída?...

PRINCIPITO se estrecha de hombros.

AVIADOR: ¿Tal vez por el aniversario…? Temo perderte.
PRINCIPITO: Debes trabajar ahora. Reparar tu avión. Te espero aquí. Vuelve mañana por la
tarde…
18

ESCENA V

ACTO III

EL AVIADOR se acerca al pozo.EL PRINCIPITO parece hablar con alguien. EL AVIADOR no los
ve.

PRINCIPITO: ¿No te acuerdas? ¡No es aquí!
LA SERPIENTE: ¡Si!, ¡Sí! Es el día, pero el lugar no es aquí… Seguro. Te conducirás por mi
rastro en la arena. No tienes más que esperarme allí. Nos veremos esta noche.
PRINCIPITO: ¿Tienes buen veneno? ¿No quiero sufrir?... Ahora vete. ¡Quiero volver a
descender!

AVIADOR se acerca. Sorprendido por la conversación y pregunta.

AVIADOR: ¿Qué historia es ésa? ¿Ahora hablas con las serpientes? (Le echa la mano por
encima y hace que se siente).
PRINCIPITO: Estoy contento de que hayas encontrado lo que le faltaba a tu avión. Vas a poder
volver a casa.
AVIADOR: ¿Cómo lo sabes?
PRINCIPITO: Yo también vuelvo hoy a casa… Es más lejos… más difícil.
AVIADOR: (Lo mira) Tengo tu cordero. Y tengo la caja para el cordero. Y tengo el bozal…

PRINCIPITO sonrió.

AVIADOR: ¿Has tenido miedo mientras estabas solo?
PRINCIPITO: Tendré mucho más miedo esta noche…
AVIADOR: Quiero que rías…
PRINCIPITO: Esta noche, hará un año. Mi estrella se encontrará donde caí el año pasado.
AVIADOR: Hombrecito… ¿qué cita es esa con la serpiente y tu estrella?
PRINCIPITO: Si amas a una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar el cielo por
la noche. Todas las estrellas están florecidas.
AVIADOR: Seguramente.
PRINCIPITO: Es como el agua. La que me has dado a beber era como una música, por la polea,
la cuerda… ¿Te acuerdas?... Era dulce.
AVIADOR: Sí, seguro que sí.
PRINCIPITO: Por la noche mirarás las estrellas. No te puedo mostrar donde se encuentra la mía.
Mi estrella será para ti una de las estrellas. Entonces te agradará mirarlas todas… te haré un
regalo… (PRINCIPITO sonríe).
AVIADOR: ¡tu risa!
PRINCIPITO: Será mi regalo… Será como con el agua…
AVIADOR: ¿Qué quieres decir?
PRINCIPITO: Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo
reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. Tus amigos se asombrarán
de verte reír mirando al cielo. Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas… un montón de
cascabeles que saben reír… Esta noche… No vengas.
AVIADOR: No me separaré de ti.
PRINCIPITO: La serpiente no debe morderte.
AVIADOR: No te dejaré solo. No tienen veneno en la segunda mordedura.
19

PRINCIPITO se levanta y empieza a caminar. AVIADOR no se da cuenta. PRINCIPITO sale del
escenario. AVIADOR al darse cuenta que PRINCIPITO no está a su lado sale detrás de él. Los
dos entran por el extremo opuesto.

PRINCIPITO: ¡Ah! Estas ahí. Has hecho mal. Vas a sufrir. Parecerá que he muerto y no será
verdad… (Mirando al cielo) ¿No comprendes? Es demasiado lejos. No puedo llevar mi cuerpo
allí. Es demasiado pesado. Yo también miraré las estrellas. Serán pozos con una vieja polea.
Todas las estrellas me darán de beber. Tendrás quinientos millones de cascabeles y tendré
quinientos millones de fuentes… (Señalando el cielo) Es allí. Déjame dar un solo paso.
(PRINCIPITO se sentó) ¿Sabes?.. Mi flor…

AVIADOR se sienta.

PRINCIPITO: Bien… Ya está… (Anda unos pasos y cae).
20

ACTO V

ESCENA IV

AVIADOR está solo en el escenario y comenta:

AVIADOR: Han pasado ya seis años. Los colegas que me encontraron, se alegraron de volver a
verme vivo. Estaba triste pero les decía: “Es la fatiga”. El principito volvió a su planeta pues al
amanecer, no encontré su cuerpo. Y no era un cuerpo tan pesado. Y por la noche me gusta oír
las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles… Pero me olvidé de agregar la correa
el bozal que dibujé para el muchachito. No habrá podido colocárselo nunca. Y me pregunto:
“¿Qué habrá pasado en el planeta? Quizá el cordero se comió la flor”. Entonces los cascabeles
se convierten en lágrimas. Esto es un misterio. Para vosotros y para mí. Nada en el universo
sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero ha comido o no a una EL
PERIODISTA… Y veréis cómo todo cambia… ¡Y ninguna persona mayor comprenderá jamás
que tenga tanta importancia!

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  • 1. 1 ACTO I ESCENA I Un piloto en el desierto del Sahara. En medio de ningún sitio tiene un encuentro con una persona que cambiará su vida. AVIADOR: Algo se había roto en mi motor y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros me dispuse a realizar una reparación muy difícil. Era cuestión de vida o muerte. Tenía agua potable sólo para ocho días. La primera noche dormí sobre la arena a mil millas de toda tierra habitada. Estaba aislado. Al romper el día, me despertó una extraña voz. PRINCIPITO: Por favor… ¡Dibújame un cordero! AVIADOR: Eh! PRINCIPITO: Dibújame un cordero… AVIADOR: Me puse de pie de un salto, me froté los ojos, vi un hombrecito extraordinario que me miraba con atención. He aquí el mejor retrato que más tarde logré hacer de él. Pero… ¿Qué haces aquí? PRINCIPITO: Por favor…, dibújame un cordero… AVIADOR: No pude desobedecer. Saqué del bolsillo una hoja de papel y un boli. Es que no sé dibujar. –Le dije. PRINCIPITO: No importa dibújame un cordero. AVIADOR hace como que está dibujando y le entrega el resultado. PRINCIPITO: ¡No! Este cordero está muy enfermo. Haz otro. AVIADOR empieza de nuevo. PRINCIPITO le sonríe. PRINCIPITO: ¿Ves?... No es un cordero; es un carnero; tiene cuernos. AVIADOR lo intenta de nuevo. PRINCIPITO: Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo. AVIADOR ya algo nervioso le lanza un último dibujo AVIADOR: Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. PRINCIPITO sonríe. PRINCIPITO: ¡Es exactamente lo que quería! ¿Crees que necesitará mucha hierba este cordero? AVIADOR: ¿Por qué? PRINCIPITO: Porque en mi casa todo es pequeño… AVIADOR: No lo creo, te he regalado un cordero muy pequeño. PRINCIPITO inclina la cabeza como mirando dentro de la caja. PRINCIPITO: No tan pequeño… ¡Mira! Se ha dormido…
  • 2. 2 AVIADOR: (mirando al público) Y fue así como conocí al principito. PRINCIPITO y AVIADOR pasean por el escenario simulando una conversación. De pronto PRINCIPITO pregunta. PRINCIPITO: ¿Qué es esta cosa? (Señala hacia el avión). AVIADOR: Es un avión. Es mi avión. PRINCIPITO: ¿Cómo? ¿Has caído del cielo? AVIADOR: Sí. PRINCIPITO: Ah! ¡Qué gracioso! PRINCIPITO hace como que se ríe. Y dijo PRINCIPITO: Entonces, ¿De qué planeta eres? AVIADOR: ¿Acaso vienes tú de otro planeta? PRINCIPITO mira al avión y asiente con la cabeza. Entonces comenta: PRINCIPITO: Con este trasto no creo que hayas venido de muy lejos. PRINCIPITO se sienta en una silla. Saca la cajita y se queda dormido sobre sus rodillas. Cuando se despierta, AVIADOR pregunta. AVIADOR: ¿De dónde vienes? ¿Dónde queda tu casa? ¿Adónde quieres llevar a mi cordero? PRINCIPITO: Me gusta la caja que me has regalado porque de noche le servirá de casa.
  • 3. 3 ACTO II ESCENA I FLOR: ¡Ah! Acabo de despertarme… Perdóname. PRINCIPITO: ¡Qué bonita eres! FLOR: ¿Verdad? Y he nacido al mismo tiempo que el sol. Creo que es la hora del desayuno. ¿Tendrías la bondad de acordarte de mí? PRINCIPITO toma una regadera y hace como que la riega. FLOR: ¡Ya pueden venir los tigres con sus garras! PRINCIPITO: En mi planeta no hay tigres; y, además, los tigres no comen hierba. FLOR: Yo no soy una hierba. PRINCIPITO: Perdóname… FLOR: No temo a los tigres. PRINCIPITO: No debí haberla escuchado. Nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su aroma. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no podía alegrarme. La historia de las garras debe haberme afectado. PRINCIPITO pasea por el escenario y dice: PRINCIPITO: No la comprendí. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para amarla. PRINCIPITO se dispone a irse. Prepara una maleta y a continuación: PRINCIPITO: Adiós. FLOR tose. Pero no estaba resfriada. FLOR: He sido tonta. Te pido perdón. Procura ser feliz. PRINCIPITO se da la vuelta. Cierra los puños y suspira. De nuevo, FLOR dice: FLOR: Pero, sí, te quiero. No has sabido nada por mi culpa. No tiene importancia. Pero has sido tan tonto como yo. Procura ser feliz. PRINCIPITO: No estaré aquí cuando sople el viento. FLOR: No estoy tan resfriada como para… El fresco de la noche me irá bien. Soy una flor. PRINCIPITO: ¿Y los animales? FLOR: Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas. Si no, ¿quién habrá de visitarme? Tú estarás lejos. En cuanto a los tigres, no les temo. (Mirándose la uñas) Tengo mis garras. No te detengas más. Es incómodo. Has decidido partir. Vete… FLOR no quería que PRINCIPITO la viese llorar. Era una flor tan orgullosa.
  • 4. 4 ACTO III ESCENA I El primer asteroide que visitó estaba habitado por un rey. El REY está sentado en un trono. Lleva una corona. Cuando ve llegar al Principito, exclama: REY: ¡Ah! He aquí un súbdito. Acércate que te vea mejor. PRINCIPITO intentó sentarse. Pero no encontró dónde. De modo que bostezó. REY: Es contrario bostezar en presencia de un rey. Te lo prohíbo. PRINCIPITO: No puedo impedirlo. He hecho un largo viaje y no he dormido… REY: Entonces, te ordeno bostezar. PRINCIPITO: Así, no puedo. REY: (Gruñendo) Entonces te… ordeno que no bostezar. PRINCIPITO: Puedo sentarme. REY: Te ordeno sentarte. (Le hizo un gesto con su mano para que se sentara a su lado). PRINCIPITO: Majestad, ¿puedo interrogaros? REY: Te ordeno interrogarme. PRINCIPITO: ¿Sobre qué reináis? Este planeta es pequeño. REY: Sobre todo. (Hizo un gesto con la mano señalando la amplitud del universo). PRINCIPITO: ¿Sobre todo eso? REY: Sobre todo eso. PRINCIPITO: ¿Y las estrellas os obedecen? REY: Obedecen al instante. No tolero la indisciplina. PRINCIPITO estaba alucinado. PRINCIPITO: Quisiera ver una puesta de sol. Ordena que el sol se ponga. REY: Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer. La autoridad reposa sobre la razón (Indicando la cabeza). Tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables. PRINCIPITO: ¿Y mi puesta de sol? REY: Tendrás tu puesta de sol. Lo exigiré. Pero esperaré a que las condiciones sean favorables. PRINCIPITO: ¿Cuándo serán favorables las condiciones? REY: Veamos, veamos (consultando un enorme calendario). Serán… Serán… ¡Esta noche a las siete y cuarenta! Y verás como soy obedecido. PRINCIPITO decepcionado y aburrido dijo PRINCIPITO: No tengo nada más que hacer aquí. ¡Voy a partir! REY: No partas. ¡No partas, te hago ministro! PRINCIPITO: ¿Ministro de qué? REY: De… ¡De justicia! PRINCIPITO: ¡Pero no hay nadie a quien juzgar! REY: Nunca se sabe. PRINCIPITO: ¡Oh! Pero no hay nadie yo he estado en muchos sitios.
  • 5. 5 REY: Te juzgarás a ti mismo. Es lo más difícil. Si logras juzgarte bien a ti mismo te conviertes en un sabio. PRINCIPITO: Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte. No tengo necesidad de vivir aquí. REY: Bueno, bueno. Creo que en algún lugar del planeta hay una vieja rata. La oigo por la noche. La juzgarás. La condenarás a muerte de vez en cuando. Así su vida dependerá de tu justicia. Pero la perdonarás cada vez para conservarla. No hay más que una. PRINCIPITO: A mí no me gusta condenar a muerte. Y me voy. REY: No. PRINCIPITO: Si su Majestad desea ser obedecido. Podría ordenarme, por ejemplo, que parta en un minuto. Me parece que las condiciones son favorables. El rey no contesta. Pero PRINCIPITO se dispone a salir de todos modos. Justo cuando está a punto de abandonar el escenario dice el rey. REY: Te hago embajador. PRINCIPITO: (Mientras se iba) Las personas mayores son muy extrañas.
  • 6. 6 ACTO III ESCENA II EL PRESUMIDO está sentado en una mesa y ve venir a PRINCIPITO que entra en el escenario por un extremo EL PRESUMIDO: ¡Ah! He aquí la visita de un admirador. PRINCIPITO: Buenos días. ¡Qué gorra más extraña llevas! EL PRESUMIDO: Es para saludar cuando me aclaman. Desgraciadamente no pasa nadie por aquí. PRINCIPITO: ¿Ah, sí? EL PRESUMIDO: Golpea tus manos, una contra otra. (Hace el gesto de aplaudir). PRINCIPITO hace el gesto de aplaudir y EL PRESUMIDO saluda modestamente quitándose la gorra. PRINCIPITO: (Aparte) Esto es más divertido que la visita del rey. Y volvió a golpear sus manos una contra otra. EL PRESUMIDO volvió a saludar quitándose la gorra. Así hasta cinco veces. PRINCIPITO: ¿Y qué hay que hacer para que la gorra caiga? EL PRESUMIDO: ¿Me admiras mucho verdad? PRINCIPITO: ¿Qué significa admirar? EL PRESUMIDO: Admirar significa reconocer que soy el hombre más guapo, mejor vestido, más rico y más inteligente del planeta. PRINCIPITO: Pero si eres la única persona del planeta. EL PRESUMIDO: Hazme el favor. Admírame de todos modos. PRINCIPITO: Te admiro (encogiéndose de hombros) pero ¿por qué puede interesarte que te admire? Saliendo del escenario y dejando a EL PRESUMIDO solo con sus pensamientos.
  • 7. 7 ACTO III ESCENA III EL CALCULADOR están sentado en una mesa. PRINCIPITO entra al escenario y EL CALCULADOR no levanta la cabeza para mirarle PRINCIPITO: Buenos días. Su café se enfría. EL CALCULADOR: (Golpeando el bolígrafo sobre el bloc, EL CALCULADOR hace como que está calculando algo). Buenos días. ¡Uf! Da un total de quinentos millones. PRINCIPITO: ¿Quinientos millones de qué? EL CALCULADOR: En todos los años que habito este planeta sólo he sido molestado tres veces. La primera fue hace dos años por una mariposa que vino del cielo. Cometí cuatro errores en la suma. La segunda fue hace un año por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. La tercera tú. Decía pues quinientos un millones… PRINCIPITO: ¿Millones de qué? EL CALCULADOR: De estrellas. PRINCIPITO: ¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas? EL CALCULADOR: Yo soy serio, soy preciso. PRINCIPITO: ¿Y Qué haces con esas estrellas? EL CALCULADOR: ¿Qué hago? Nada. Las poseo. PRINCIPITO: ¿Posees las estrellas? EL CALCULADOR: Sí. PRINCIPITO: Pero he visto un rey que… EL CALCULADOR: Los reyes no poseen; “reinan”. Es muy diferente. PRINCIPITO: ¿Y para que te sirve poseer estrellas? EL CALCULADOR: Para comprar otras estrellas. PRINCIPITO: ¿Cómo se puede poseer estrellas? EL CALCULADOR: ¿De quién son? PRINCIPITO: No sé, de nadie. EL CALCULADOR: Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado. PRINCIPITO: ¿Eso es suficiente? EL CALCULADOR: Yo poseo estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas. PRINCIPITO: Es verdad. ¿Y qué haces con las estrellas? EL CALCULADOR: Las administro. Las cuento y las recuento. PRINCIPITO: ¡Pero no puedes llevarte las estrellas! EL CALCULADOR: No pero puedo depositarlas en un banco. PRINCIPITO: ¿Qué quiere decir eso? EL CALCULADOR: Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después meto el papelito en un cajón bajo llave. PRINCIPITO: ¿Eso es todo? EL CALCULADOR: Es suficiente. PRINCIPITO se fue por un lado del escenario haciendo un gesto de incomprensión.
  • 8. 8 ACTO III ESCENA IV EL FAROLERO está junto a un farol. PRINCIPITO extrañado piensa en voz alta. PRINCIPITO: ¿Por qué acabas de apagar el farol? EL FAROLERO: Buenos días. Es la consigna. PRINCIPITO: ¿Qué es la consigna? EL FAROLERO: Apagar el farol. Buenas noches. (Vuelve a encenderlo). PRINCIPITO: Pero, ¿por qué acabas de encenderlo? EL FAROLERO: Es la consigna. PRINCIPITO: No comprendo. EL FAROLERO: No hay nada que comprender. La consigna es la consigna. Buenos días (Apaga el farol), EL FAROLERO hace un gesto como de secarse el sudor y dice EL FAROLERO: Tengo un oficio terrible. Antes era razonable. Apagaba por la mañana y encendía por la noche. Tenía el resto del día para descansar, y el resto de la noche para dormir… PRINCIPITO: ¿Es que la consigna ha cambiado? EL FAROLERO: La consigna no ha cambiado. Es que cada año el planeta gira más rápido y la consigna no ha cambiado. PRINCIPITO: ¿Entonces? EL FAROLERO: Entonces, ahora que da una vuelta por minuto, no tengo un segundo de descanso. Enciendo y apago una vez por minuto. PRINCIPITO: ¡Qué raro! ¡En tu planeta los días duran un minuto! EL FAROLERO: No es raro en absoluto. Hace ya un mes que estamos hablando juntos. PRINCIPITO: ¿Un mes? EL FAROLERO: Sí. Treinta minutos. ¡Treinta días! Buenas noches. (Volvió a encender el farol). PRINCIPITO: ¿Sabes?..., conozco un medio para que descanses cuando quieras… EL FAROLERO: Siempre quiero. PRINCIPITO: Tu planeta es tan pequeño que puedes recorrerlo en tres zancadas. No tienes más que caminar bastante lentamente para quedar siempre al sol. Cuando quieras descansar, caminarás… y el día durará tanto tiempo como quieras. EL FAROLERO: Con eso no adelanto gran cosa. Lo que me gusta en la vida es dormir. PRINCIPITO: ¡Qué mala suerte! EL FAROLERO: ¡Qué mala suerte! Buenos días (Apagó el farol). PRINCIPITO: (Mientras sale del escenario). Este es el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es verdaderamente pequeño. No hay lugar para dos.
  • 9. 9 ACTO III ESCENA V EL GEÓGRAFO está sentado en una mesa con enormes libros. PRINCIPITO: ¡Vaya! ¡He aquí un explorador! (PRINCIPITO se sienta al lado, se pasa la mano por la frente y resopla). EL GEÓGRAFO: ¿De dónde vienes? PRINCIPITO: ¿Qué es este grueso libro? ¿Qué haces aquí? EL GEÓGRAFO: Soy el geógrafo. PRINCIPITO: ¿Qué es un geógrafo? EL GEÓGRAFO: Es un sabio que conoce dónde se encuentran los mares, los ríos, las ciudades, las montañas, los desiertos. PRINCIPITO: ¡Por fin un verdadero oficio! ¿Tiene océanos este planeta? EL GEÓGRAFO: No puedo saberlo. PRINCIPITO: ¡Vaya! ¿Y montañas? EL GEÓGRAFO: No sé. PRINCIPITO: ¿Y ciudades y ríos? EL GEÓGRAFO: ¿Cómo puedo saberlo? PRINCIPITO: ¡Pero eres geógrafo! EL GEÓGRAFO: Es cierto. Pero no soy explorador. Recibo a los exploradores. Entonces los interrogo y tomo nota de sus observaciones. Y si son interesantes, pregunto sobre su confianza PRINCIPITO: ¿Por qué? EL GEÓGRAFO: Porque un explorador que mintiera produciría desastres en los libros de geografía. Y también un explorador que bebiera demasiado (hace el gesto con la mano de empinar el codo). PRINCIPITO: ¿Por qué? EL GEÓGRAFO: Porque los borrachos ven doble. Entonces el geógrafo señalaría dos montañas donde no hay más que una. Por tanto, cuando no se confía en el explorador se hace una encuesta acerca de su descubrimiento. PRINCIPITO: ¿Vais a verlo? EL GEÓGRAFO: No se exige al explorador que presente pruebas. Si se trata del descubrimiento de una gran montaña se le exige que traiga grandes piedras. EL GEÓGRAFO se queda pensativo mirando a PRINCIPITO y comenta: EL GEÓGRAFO: Pero tú, ¡Eres explorador! ¡Vas a describirme tu planeta! EL GEÓGRAFO abre un libro, saca punta a su lápiz y espera PRINCIPITO: ¡Oh! Mi planeta, es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos en actividad y uno extinguido. Pero nunca se sabe. EL GEÓGRAFO: Nunca se sabe. EL GEÓGRAFO: Los atlas son los más valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua. Escribimos cosas eternas. PRINCIPITO: ¿Estoy de viaje qué me aconsejáis que vaya a visitar? EL GEÓGRAFO: El planeta Tierra. PRINCIPITO se marcha por un lado del escenario.
  • 10. 10 ACTO IV ESCENA I PRINCIPITO: Buenas noches. LA SERPIENTE: Buenas noches. PRINCIPITO: ¿En qué planeta he caído? LA SERPIENTE: En la Tierra, esto es África. PRINCIPITO: ¡Ah!... ¿No hay nadie en la Tierra? LA SERPIENTE: Aquí está el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es grande. PRINCIPITO se sienta en una piedra y levanta los ojos hacia arriba. PRINCIPITO: Las estrellas están encendidas con el fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día. Mira mi planeta está justo sobre nosotros… Pero, ¡qué lejos está! LA SERPIENTE: ¡Qué bonito es! ¿Qué haces por aquí? PRINCIPITO: Estoy enfadado con una flor. ¿Dónde están los hombres? Se está un poco solo en el desierto. LA SERPIENTE: Con los hombres también se está solo. PRINCIPITO: Eres rara. LA SERPIENTE: Pero soy más podeEL PERIODISTA que el dedo de un rey. PRINCIPITO: No eres podeEL PERIODISTA… si no puedes andar ni viajar. LA SERPIENTE: Puedo llevarte más lejos que un barco. Se acerca a él. Le toca la cara con sus manos y dice: LA SERPIENTE: A quien toco, lo vuelvo a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una estrella. Me das lástima. Puedo ayudarte si algún día extrañas demasiado a tu planeta. Puedo… PRINCIPITO: ¡Oh! Te he comprendido muy bien pero ¿Por qué hablas siempre con enigmas? LA SERPIENTE: Los resuelvo todos. Se hizo el silencio.
  • 11. 11 ACTO IV ESCENA II UN LOBO: Buenos días. PRINCIPITO: Buenos días. (PRINCIPITO a todos los lados pero no ve a nadie). UN LOBO: Estoy aquí. PRINCIPITO: ¿Quién eres? UN LOBO: Soy un lobo. PRINCIPITO: Juega conmigo, estoy triste. UN LOBO: No puedo jugar contigo. No estoy domesticado. PRINCIPITO: Perdón. ¿Qué significa domesticar? UN LOBO: No eres de aquí. ¿Qué buscas? PRINCIPITO: Busco a los hombres. Pero ¿qué significa “domesticar”? UN LOBO: ¿Buscas gallinas? PRINCIPITO: No. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? UN LOBO: Significa “crear lazos”. PRINCIPITO: ¿Crear lazos? UN LOBO: Sí. Para mí eres uno entre mil. No te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un lobo más. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo. PRINCIPITO: Empiezo a comprender. Hay una flor… Creo que me ha domesticado… UN LOBO: Mi vida es muy aburrida, pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré tus pasos cuando te acerques. Los otros pasos me dan miedo. Cuando llegues saldré fuera de la madriguera alegre. ¡Por favor… domestícame! PRINCIPITO: Me gustaría, pero no tengo tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas. UN LOBO: Si quieres un amigo, ¡domestícame! PRINCIPITO: ¿Qué hay que hacer? UN LOBO: Te sentarás al principio lejos de mí, así en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. Las palabras se pueden entender mal. Pero cada día podrías acercarte un poco más… Si quedamos para mañana a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuánto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto. ¡Descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios. PRINCIPITO: ¿Qué es un rito? UN LOBO: Es lo que hace que un día sea diferente a los otros días: una hora de las otras horas. Pasean juntos por el escenario. Cuando se acerca la hora de la partida. UN LOBO: ¡Ah! Voy a llorar. PRINCIPITO: Tú tienes la culpa. Quisiste que te domesticara. UN LOBO: Sí. PRINCIPITO: Entonces no ganas nada. UN LOBO: Gano, por tu recuerdo. Te diré un secreto: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. PRINCIPITO: Lo esencial es invisible a los ojos. UN LOBO: El tiempo que perdiste con tu flor hace que sea tan importante. PRINCIPITO: El tiempo que perdí con mi flor…. UN LOBO: Los hombres han olvidado esta verdad. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu flor. PRINCIPITO: Soy responsable de mi flor… (saliendo del escenario).
  • 12. 12 ACTO IV ESCENA III LA PITIA: está sentada en la mesa y tienen entre las manos una bola gigante. PRINCIPITO: Buenos días. PITIA: Buenos días. PITIA: Acaricia la bola gigante y fija los ojos en ella como mirando a través. PRINCIPITO: ¿Qué tienes entre las manos? PITIA: Es una bola mágica. PRINCIPITO: ¿Qué significa que es una bola mágica? PITIA: Que a través de ella se puede ver el futuro. Lo que está ahí delante. Lo que va a suceder. PRINCIPITO: Pero si lo que va a suceder aún no ha sucedido cómo es que lo puedes ver. PITIA: Porque esta es una bola mágica que se anticipa al presente. PRINCIPITO: Y ¿Qué es el presente? PITIA: El presente es ahora. Tu ahí delante. Yo aquí. PRINCIPITO: Ya sé. Ahora es una situación. PITIA: Sí, una situación pero una situación que es ya. PRINCIPITO: ¡Ya! ¡Ya! ¿Qué es “ya”? PITIA: “Ya” es el momento en el que digo “Ya” y antes es el pasado. PRINCIPITO: ¿El pasado? PITIA: El pasado es el lugar donde va el presente. Ahí detrás (Señala un lugar imaginario). PRINCIPITO: No veo ningún pasado (Mira hacia el lugar que le ha señalado FLOR). PITIA: Pero no es ningún lugar real. PRINCIPITO: Y si no es ningún lugar real. ¿Cómo es que van hacia allí las cosas? PITIA: No sé. Por inercia. PRINCIPITO: ¿Qué significa por inercia? PITIA: Pues que no puedes dejar de correr y si te paras de repente, te caes. PRINCIPITO: Pero si corro, puedo detenerme cuando quiera. PITIA: Con la inercia no, pues te empuja. PRINCIPITO: ¿Hacia dónde? PITIA: Hacia tu futuro ( Señalando un lugar imaginario, ahí delante). PRINCIPITO: ¿Podrías ver mi futuro? PITIA: Claro que sí. Pon aquí las manos. PRINCIPITO pone las manos en la bola mágica. PITIA: Veo, veo… un planeta y una flor pero… No veo nada más (quita bruscamente las manos de PRINCIPITO). PRINCIPITO: Bueno, eso ya lo sabía. Es mi planeta y la flor que has visto es mi flor. Los adivinos sois gente extraña sólo ven las cosas que ya sabes (saliendo del escenario).
  • 13. 13 ACTO IV ESCENA IV EL PRINCIPITO entra en el escenario y ve a una chica que lee el periódico. PRINCIPITO: Buenos días. EL PERIODISTA no responde absorbida por la lectura. EL PERIODISTA: ¡Ah! Buenos días. PRINCIPITO: ¿Qué haces? EL PERIODISTA: Leo el periódico. PRINCIPITO: ¿Un periódico? EL PERIODISTA. Un periódico es la información y la información es una fuente de conocimiento. PRINCIPITO: ¿Una fuente de conocimiento? EL PERIODISTA: Sí. El periódico recoge los hechos más importantes que han sucedido y te informa. PRINCIPITO: Los hechos más importantes que han sucedido. ¿Dónde? EL PERIODISTA: En el mundo. PRINCIPITO: ¡Los acontecimientos que han sucedido en todo el mundo! EL PERIODISTA: Sí, todos. PRINCIPITO: Entonces el periódico habrá recogido mi llegada. EL PERIODISTA: ¿Tu llegada? Veamos (pasa las páginas del periódico). No, aquí no pone nada de tu llegada. PRINCIPITO: Entonces no lo recoge todo. EL PERIODISTA: Mi periódico recoge todo lo importante. PRINCIPITO: Vale, vale… pero tu periódico no dice nada de mí. EL PERIODISTA: Porque tú eres irrelevante. PRINCIPITO: ¿Irrelevante? EL PERIODISTA: Claro que sí, ¿a quién le importas? PRINCIPITO: A una flor, a un rey que me quería nombrar embajador, a un geógrafo que quería registrar mi planeta en un libro muy gordo, a un lobo. EL PERIODISTA: Si el periódico no refleja tus experiencias es que no eres importante. PRINCIPITO: (Saliendo del escenario) Esta señira no se ha enterado aún que lo importante es lo que se guarda en el corazón.
  • 14. 14 ACTO IV ESCENA V PRINCIPITO: ¡Hola! ¿Qué tal? EL FILÓSOFO se pasea por el escenario observándolo todo con detalle y no cae en que PRINCIPITO está hablándole. PRINCIPITO: ¡Hola! ¿Qué tal? EL FILÓSOFO: Muy bien, y tú. PRINCIPITO: Muy bien, gracias. ¿Qué haces? EL FILÓSOFO: Lo observo todo con suma curiosidad. PRINCIPITO: ¿Por qué? EL FILÓSOFO: Por que soy un filósofo. PRINCIPITO: ¿Qué es un filósofo? EL FILÓSOFO: Un filósofo es aquél que lo sabe todo. PRINCIPITO: No entiendo. EL FILÓSOFO: Sí. El que conoce todas las respuestas. PRINCIPITO: A ver, a ver, ¿sabes por qué el cielo es azul? EL FILÓSOFO: Sí. Porque contiene mucho oxígeno. PRINCIPITO: ¿Sabes por qué el mar es azul? EL FILÓSOFO: Sí. Porque el mar refleja la bóveda celeste. PRINCIPITO: Y ¿Sabes por qué la noche estrellada es azul? EL FILÓSOFO: Sí, porque contiene mucho helio. PRINCIPITO: Finalmente, ¿por qué lo azul es azul? EL FILÓSOFO: Porque lo azul es un color. PRINCIPITO: Y ¿qué es ser un color? EL FILÓSOFO: Lo azul. Se apagan las luces y todos salen del escenario.
  • 15. 15 ACTO IV ESCENA VI EL PRINCIPITO entra en el escenario y ve a un señor que subido en una silla gesticula y con un espejo en la mano hace como que habla a una multitud. PRINCIPITO: ¿Qué alto estás? EL POLÍTICO: Sí. Hablo a la multitud desde un podio. PRINCIPITO: ¿Por qué? EL POLÍTICO: Porque soy un político. PRINCIPITO: ¿Qué es un político? EL POLÍTICO: Un político es aquel que representa. PRINCIPITO: ¿A quién representa? EL POLÍTICO: A todo el mundo. PRINCIPITO: A todo el mundo. EL POLÍTICO: A todo el mundo. PRINCIPITO: A mí también. EL POLÍTICO: Sí claro. PRINCIPITO: Y ¿cómo me representas? EL POLÍTICO: Porque hablo en tu lugar. PRINCIPITO: ¿Por qué? EL POLÍTICO: Porque tengo más poder de persuasión. PRINCIPITO: ¿Por qué necesitas más poder de persuasión? EL POLÍTICO: Para convencer. PRINCIPITO: Convencer ¿de qué? EL POLÍTICO: De que yo siempre llevo razón. PRINCIPITO: Los políticos siempre lleváis razón. EL POLÍTICO: Sí, por eso representamos. PRINCIPITO: Pero si yo puedo hablar por mí mismo. EL POLÍTICO: No, no puedes. PRINCIPITO: ¿Por qué? EL POLÍTICO: Porque para eso están los políticos. PRINCIPITO: (Saliendo del escenario) El planeta Tierra me parece cada vez más extraño. No entiendo por qué en este mundo uno no puede hablar por sí mismo.
  • 16. 16 ACTO V ESCENA I Entran EL PRINCIPITO y EL AVIADOR de nuevo en escena. AVIADOR: ¡Ah! Todavía no he reparado el avión, no tenemos agua y sería muy feliz si pudiéramos caminar hacia una fuente. PRINCIPITO: Me acuerdo de mi amigo el lobo… AVIADOR: No se trata de tu amigo el lobo. PRINCIPITO: ¿Por qué? AVIADOR: Porque nos vamos a morir de sed… PRINCIPITO: Es bueno haber tenido un amigo incluso si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido un amigo lobo… AVIADOR: (Aparte) No se da cuenta. Jamás tiene hambre ni sed. Un poco de sol le basta… PRINCIPITO: Tengo sed también… busquemos un pozo. Caminan y caminan salen del escenario y vuelven a entrar por el otro lado. AVIADOR: ¿También tú tienes sed? PRINCIPITO: El agua puede ser también buena para el corazón. Siguen caminando… PRINCIPITO se sentó, AVIADOR se sienta también. PRINCIPITO: El desierto es bello… Lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte… AVIADOR: Sí, la belleza es invisible a los ojos. PRINCIPITO: Me gusta que estés de acuerdo con mi amigo el lobo. PRINCIPITO se quedó dormido al lado de AVIADOR. AVIADOR: Lo que me emociona tanto de este principito es la imagen de una EL PERIODISTA que resplandece en él como la llama de una lámpara aún cuando está dormido… Es necesario proteger las lámparas: un golpe de viento puede apagarlas. A la mañana siguiente vimos un pozo.
  • 17. 17 ACTO V ESCENA II EL PRINCIPITO y EL AVIADOR frente a un pozo. AVIADOR: Es extraño. Todo está listo: la polea, el cubo y la cuerda. PRINCIPITO: ¿Oyes? Hemos despertado al pozo y el pozo canta… AVIADOR: Déjame a mí (Sube el caldero y llena una cantimplora). PRINCIPITO: Dame de beber… los hombres cultivan cinco mil EL PERIODISTAs en un mismo jardín… Y no encuentran lo que buscan. AVIADOR: No lo encuentran. PRINCIPITO: Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola EL PERIODISTA o en un poco de agua… AVIADOR: Seguramente (se sienta). PRINCIPITO: Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar en el corazón… Es necesario que cumplas tu promesa (PRINCIPITO se sienta junto a AVIADOR). AVIADOR: ¿Qué promesa? PRINCIPITO: Tú lo sabes… un bozal para mi cordero… ¡Soy responsable de esa flor! AVIADOR le extiende una hoja de papel. PRINCIPITO lo mira con gesto serio. AVIADOR: ¿Qué pretender hacer? PRINCIPITO: Sabes, mañana será el aniversario de mi caída sobre la tierra… caí muy cerca de aquí. AVIADOR: Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana en que te conocí, hace ocho días. ¿Volvías hacia el punto de tu caída?... PRINCIPITO se estrecha de hombros. AVIADOR: ¿Tal vez por el aniversario…? Temo perderte. PRINCIPITO: Debes trabajar ahora. Reparar tu avión. Te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde…
  • 18. 18 ESCENA V ACTO III EL AVIADOR se acerca al pozo.EL PRINCIPITO parece hablar con alguien. EL AVIADOR no los ve. PRINCIPITO: ¿No te acuerdas? ¡No es aquí! LA SERPIENTE: ¡Si!, ¡Sí! Es el día, pero el lugar no es aquí… Seguro. Te conducirás por mi rastro en la arena. No tienes más que esperarme allí. Nos veremos esta noche. PRINCIPITO: ¿Tienes buen veneno? ¿No quiero sufrir?... Ahora vete. ¡Quiero volver a descender! AVIADOR se acerca. Sorprendido por la conversación y pregunta. AVIADOR: ¿Qué historia es ésa? ¿Ahora hablas con las serpientes? (Le echa la mano por encima y hace que se siente). PRINCIPITO: Estoy contento de que hayas encontrado lo que le faltaba a tu avión. Vas a poder volver a casa. AVIADOR: ¿Cómo lo sabes? PRINCIPITO: Yo también vuelvo hoy a casa… Es más lejos… más difícil. AVIADOR: (Lo mira) Tengo tu cordero. Y tengo la caja para el cordero. Y tengo el bozal… PRINCIPITO sonrió. AVIADOR: ¿Has tenido miedo mientras estabas solo? PRINCIPITO: Tendré mucho más miedo esta noche… AVIADOR: Quiero que rías… PRINCIPITO: Esta noche, hará un año. Mi estrella se encontrará donde caí el año pasado. AVIADOR: Hombrecito… ¿qué cita es esa con la serpiente y tu estrella? PRINCIPITO: Si amas a una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar el cielo por la noche. Todas las estrellas están florecidas. AVIADOR: Seguramente. PRINCIPITO: Es como el agua. La que me has dado a beber era como una música, por la polea, la cuerda… ¿Te acuerdas?... Era dulce. AVIADOR: Sí, seguro que sí. PRINCIPITO: Por la noche mirarás las estrellas. No te puedo mostrar donde se encuentra la mía. Mi estrella será para ti una de las estrellas. Entonces te agradará mirarlas todas… te haré un regalo… (PRINCIPITO sonríe). AVIADOR: ¡tu risa! PRINCIPITO: Será mi regalo… Será como con el agua… AVIADOR: ¿Qué quieres decir? PRINCIPITO: Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. Tus amigos se asombrarán de verte reír mirando al cielo. Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas… un montón de cascabeles que saben reír… Esta noche… No vengas. AVIADOR: No me separaré de ti. PRINCIPITO: La serpiente no debe morderte. AVIADOR: No te dejaré solo. No tienen veneno en la segunda mordedura.
  • 19. 19 PRINCIPITO se levanta y empieza a caminar. AVIADOR no se da cuenta. PRINCIPITO sale del escenario. AVIADOR al darse cuenta que PRINCIPITO no está a su lado sale detrás de él. Los dos entran por el extremo opuesto. PRINCIPITO: ¡Ah! Estas ahí. Has hecho mal. Vas a sufrir. Parecerá que he muerto y no será verdad… (Mirando al cielo) ¿No comprendes? Es demasiado lejos. No puedo llevar mi cuerpo allí. Es demasiado pesado. Yo también miraré las estrellas. Serán pozos con una vieja polea. Todas las estrellas me darán de beber. Tendrás quinientos millones de cascabeles y tendré quinientos millones de fuentes… (Señalando el cielo) Es allí. Déjame dar un solo paso. (PRINCIPITO se sentó) ¿Sabes?.. Mi flor… AVIADOR se sienta. PRINCIPITO: Bien… Ya está… (Anda unos pasos y cae).
  • 20. 20 ACTO V ESCENA IV AVIADOR está solo en el escenario y comenta: AVIADOR: Han pasado ya seis años. Los colegas que me encontraron, se alegraron de volver a verme vivo. Estaba triste pero les decía: “Es la fatiga”. El principito volvió a su planeta pues al amanecer, no encontré su cuerpo. Y no era un cuerpo tan pesado. Y por la noche me gusta oír las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles… Pero me olvidé de agregar la correa el bozal que dibujé para el muchachito. No habrá podido colocárselo nunca. Y me pregunto: “¿Qué habrá pasado en el planeta? Quizá el cordero se comió la flor”. Entonces los cascabeles se convierten en lágrimas. Esto es un misterio. Para vosotros y para mí. Nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero ha comido o no a una EL PERIODISTA… Y veréis cómo todo cambia… ¡Y ninguna persona mayor comprenderá jamás que tenga tanta importancia!