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TRACHIMBROD
TODO ESTÁ ILUMINADO
Manuel González Riquelme
FICHA TÉCNICA:
DIRECCIÓN: Liev Schreiber.
PAÍS: Estados Unidos.
AÑO: 2005
DURACIÓN: 106 min.
GÉNERO: Drama, comedia.
GUIÓN: Liev Schreiber. Basado en la novela original Everything is Illuminated por Jonathan
Safran Foer.
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Martin Vackar.
MONTAJE: Craig McKay A.C.E; Andrew Marcus.
MUSICA: Paul Cantelon.
PRODUCTORA: Stilking Films, Warner Independent Pictures (WIP), Big Beach Films.
PRODUCCIÓN: Peter Saraf, Marc Turtletaub.
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Matthew Stillman.
PRODUCCIÓN ASOCIADA: Kelley Cribben.
COPRODUCCIÓN: Tom Karnowski, David Minkowski.
DISEÑO DE PRODUCCIÓN: Mark Geraghty
FOTOGRAFÍA: Mathew Libatique A.S.C
EFECTOS ESPECIALES: Jiri Vojtech.
VESTUARIO: Michael Clancy.
MAQUILLAJE: Georgina Abanto, Lucie Vybiralova, Tomás Kuchta, Veronika Reihs.
REPARTO: Alex (Eugene Hutz); Jonathan Safran Foer (Elijah Wood); Jonathan Safran Foer
(Leaf Blower); abuela de Jonathan (Jana Hrabetova); abuelo de Jonathan (Stephen Samudvski);
Jonathan joven (Ljubomir Dezera); Alexander Perchov padre (Oleksandr Choroshko); Igor (Gil
Kazimirov); madre de Alex (Zuzana Hodkova); Sammy Davis Jr. Jr. (Mikiki); abuelo (Boris
Leskin); Breakdancer (Robert Chytil); Mujer en el tren (Jaroslava Sochova); miembro del grupo
de Ucrania (Sergei Ryabtsev); miembro del grupo de Ucrania (Yuri Lemeshev); miembro del
grupo de Ucrania (Pamela Racine); miembro del grupo de Ucrania (Oleksandr Houtz); Camarera
del hotel (Ludmila Kartouska); Viejo en la feria (Igor Latta) ; ambulante de feria (Eugeni
Marandic); ambulante de feria (Orest Tkachuk); niño cabrero (Elias Zerael Bauer);pocero (Jurij
Kokyrc); pocero (Sergei Kapitan); pocero (Jaroslav Jurichkanc); pocero (Igor Savivskij); pocero
(Jean Pavel Filipensky); oficial nazi (Bert Schneider); Augustine (Tereza Veselkova);
Coleccionista en Trachimbrod (Laryssa Lauret); joven abuelo Baruch (Lukas Kral); joven
coleccionista en Trachimbrod (Vera Sindelarova).
La memoria
¿Qué es recordar? “Recordar”, etimológicamente, “traer al corazón”, hacer que el pasado sea
presente. Platón distinguía la educación como anamnesis, esto es, recuerdo. La palabra amnesia
procede de aquí. La memoria es sumamente plástica y selectiva. Se comporta como algo vivo
capaz de olvidar e incluso rellenar con episodios no vividos los lapsus mentales. Hay una
memoria olfativa, auditiva, gustativa, visual, táctil. La memoria es por tanto, el comodín de los
sentidos. Olores de la infancia, sabores perdidos que se renuevan, sonidos, visiones, texturas.
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La cinta comienza con un primer plano de una piedra de ámbar fósil mostrando irregularidades.
Esas son las irregularidades de la memoria. Dentro un grillo fosilizado. El grillo es un insecto que
anima las noches de estío con un “cri, cri” característico. Este “cri, cri” es también el toque de
alarma de la memoria que nunca descansa. Con los créditos, fotos de familia sobre un mapa. El
nombre de las ciudades, posiblemente de la Europa del Este, pronto sabremos que es Ucrania.
Este inicio a través de una cartografía del pasado indica que el filme Todo está iluminado será
una road movie, una película de viajes. Una voz en off, el narrador, la figura del narrador
representa al cuentacuentos, a modo de una fábula o cuento se presenta también este recorrido:
“Seré sincero y mencionaré que antes de nuestra búsqueda opinaba que los judíos tenían
mierda en sus cerebros. Ante todo porque lo único que sabía de los judíos era que pagaban a
padre mucho dinero para ir de vacaciones de Estados Unidos a Ucrania (el mapa al que
aludíamos al principio se detiene en Odessa). Opinaba que el pasado es pasado y todo lo que no
es hoy debería permanecer enterrado junto a nuestros recuerdos (el narrador está escribiendo al
mismo tiempo que habla). Pero esto era antes del comienzo de nuestra estricta búsqueda, antes
del encuentro con „el coleccionista‟ Jonathan Safran Foer”. Ahora, su bolígrafo escribe: “Capítulo
1º. Una obertura al comienzo de una búsqueda muy estricta”. De este modo, comienza esta
fantástica película de Liev Schreiber como exigencia del recuerdo. ¿Cómo saber dónde buscar?
El plano medio de Jonathan Safran Foer ante la tumba de su abuelo 1921-1989 es una pista.
Más tarde, la abuela enferma en cama le pondrá sobre la pista siguiente. “Tu abuelo quería que
tuvieras esto para tu colección”. Jonathan da la vuelta a la foto y lee: “‟Augustine y yo‟.
Trachimbrod-1940‟”.
El coleccionista
Jonathan Safran Foer es un coleccionista. ¿Qué es coleccionar? Coleccionar es reunir un
conjunto de cosas, de la misma clase, dispuesta de forma ordenada y con un especial interés.
Para Walter Benjamin, Eduard Fuchs es el coleccionista. Recordemos que Fuchs es el autor de
la Historia ilustrada de la moral sexual: 1. Renacimiento, 2. La Época Galante y 3. La Época
Burguesa. Fuchs, nacido en 1870 pertenece a esa serie de figuras que emergen del París de
Luis Felipe en torno a 1830 y que acabarán en las barricadas de 1848: el flâneur, el jugador, el
virtuoso, el coleccionista. En su magnífico trabajo Historia y coleccionismo: Eduard Fuchs, Walter
Benjamin caracteriza muy bien al coleccionista citando a Balzac Le cousin Pons, París, 1925, p.
162: “A menudo nos encontramos con un Pons, con un Elie Magus, vestidos miserablemente…
Tienen aspecto de no apegarse a nada, de no preocuparse por nada; no prestan atención ni a
las mujeres ni a los gastos. Andan como en un sueño, sus bolsillos están vacíos, su mirada
como vacía de pensamientos, y uno se pregunta a qué especie de parisinos pertenecen. Estas
gentes son millonarios. Son coleccionistas; los hombres más apasionados que hay en el mundo”.
Safran Foer no es un coleccionista del París de Luis Felipe es un coleccionista contemporáneo.
Su colección es muy especial. No es una colección destinada a la exhibición o al museo. Fuchs
es un exhibicionista motivado a publicar cada una de sus obras, “para La caricatura de los
pueblos europeos coleccionó nada menos que 68.000 láminas para escoger entre ellas,
exactamente quinientas” observa Benjamin. La colección de Foer es una colección privada,
interior, no está destinada al público sino a la mirada singular del coleccionista que colecciona
por el simple hecho de coleccionar sin ninguna otra motivación salvo la de servir como
cortafuegos del olvido, representa un árbol genealógico muy particular que incluye todo tipo de
objetos, organizados en torno a seis grandes fotografías de parientes desaparecidos, la abuela
Sabine, Sam, Carol, Marty, Michael y, finalmente, el abuelo Safran Foer: sellos, tapones de
refrescos Fanta, cartas, llaves, un compás, pastillas, un billete de dólar, envoltorios de
caramelos, muñecos, preservativos, un disco extraíble con contenido pornográfico, ropa interior
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de Marty, del abuelo Safran Foer, únicamente, la piedra ámbar.Todo un pandemónium de
objetos que recuerdan a estos familiares, fechados, clasificados, expuestos en una bolsa
transparente de plástico. Sin duda, estamos ante un universo con unos referentes muy
concretos.
Cada uno de estos objetos es un informe de su antiguo propietario: sus gustos, motivaciones,
intereses, viajes, pasiones, amores. Este espacio es un viaje en el tiempo a través de los objetos
cotidianos. Jonathan Safran Foer tenía cuatro años cuando el abuelo Safran murió. En la mesita,
una piedra ámbar con un insecto fosilizado. El niño busca en la cocina una bolsita de plástico
transparente y coloca dentro la piedra ámbar. Ha despertado su vocación. Este es el punto de
partida de su coleccionismo. Jonatán Safran Foer no es un escritor, es un coleccionista, pese a
que al principio lo confundieran por tal. El escritor es un creador. El coleccionista aprovecha los
materiales con los que se encuentra, como un trapero, para depositarlos en un catálogo. El
catálogo no es ni novela ni ensayo. No obstante, el catálogo de Safran Foer es un catálogo que
no está destinado al público sino un catálogo personal. Según Benjamin “la primera gran
realización de la arqueología es el catálogo”. El catálogo es el registro externo de una huella
mnésica, una traza. ¿Hay creación en el coleccionismo? Claro que sí, pero aquí la creación se
circunscribe al ámbito del ¿qué se colecciona?, ¿qué significado alberga?, ¿cómo lo dispongo?,
¿por qué?
Hay una elipsis con el pomo de la puerta. El niño que abre la puerta es Safran Foer adulto que
entra en la sede de su colección. Ahora el plano de la pared, repleta de cosas hasta reventar. Es
un álbum familiar, un mapa del recuerdo. Todo mapa necesita un código de interpretación. Con
Saussure sabemos que la relación entre significante y significado es arbitraria, por lo tanto,
decimos que esta colección es un lenguaje que sólo Safran Foer comprende. Se trata de un
lenguaje privado. El lenguaje privado conduce al autismo. Hay algo de autismo en Safran Foer,
sin embargo, no será un autismo insalvable.Sus diálogos con Alex así lo prueban. Alex no
entiende qué es un coleccionista. Ni por qué coleccionar. Debajo de la foto de su abuela Sabine
y su fecha de nacimiento 25 de marzo de 1919, coloca la dentadura postiza que ha cogido del
hospital. Allí también está la foto del abuelo, su fecha de nacimiento 5 de mayo de 1921 y la
piedra ámbar que colgó en 1989. Un coleccionista debe ser un gran detallista. Safran Foer, lupa
en mano, advierte que del cuello de Augustine cuelga la piedra ámbar que su abuelo le había
legado a su muerte. Comienza la película.
Otro coleccionista Peter Kien
Peter Kien es el protagonista de Auto de fe de Elías Canetti. En cierto modo, Jonathan y Peter
Kien se parecen. Según Canetti: “Dominaba más de una docena de lenguas orientales, y se
había familiarizado con muchas de las occidentales. Ninguna literatura le era extraña. Pensaba
en citas y escribía en párrafos cuidadosamente meditados. Numerosos textos le debían su
reconstrucción definitiva. Al dar con algún pasaje deteriorado o alterado en antiguos manuscritos
chinos, hindúes o japoneses, se le ocurrían cientos de interpretaciones posibles. Muchos críticos
lo envidiaban por eso; él tenía que defenderse exceso de ideas. Con una lentitud exasperante y
un extremo rigor consigo mismo, sopesaba las alternativas cauta y meticulosamente durante
meses, y sólo se decidía por alguna letra, palabra o frase entera si estaba seguro de que era
inatacable. Los ensayos que hasta entonces publicara –escasos en número, pero auténticos
puntos de partida para muchos otros- le habían granjeado la reputación de primer sinólogo de su
tiempo. Sus colegas los conocían al dedillo y casi de memoria. Una vez escritas, sus frases se
volvían decisivas y concluyentes. En los casos controvertibles, todos se dirigían a él, la autoridad
suprema aun en campos tangencialmente relacionados con su especialidad. Honraba a poca
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gente con sus cartas. Pero la persona elegida recibía, en una sola carta, estímulos suficientes
para dedicarse durante años a un trabajo cuyos frutos se consideraban válidos de entrada,
gracias a la personalidad del avalante. Él mismo no frecuentaba a nadie y rechazaba las
invitaciones. Cuando alguna cátedra de filología oriental quedaba libre, se la ofrecían a él en
primer término. Pero Kien declinaba la oferta con desdeñosa cortesía”. (…) “Los pocos que le
conocieron en sus años mozos habían perdido el recuerdo de su rostro. Varias veces le pidieron
por escrito una fotografía: no le quedaba ni una, respondía y tampoco pensaba hacerse otra.
Ambas cosas eran ciertas. Pero una vez aceptó espontáneamente hacer una cesión de otro tipo:
a los treinta años, y sin haber redactado testamento alguno, legó su cráneo, junto con el
contenido, a un Instituto de Investigaciones Frenológicas. Justificó esta decisión alegando la
importancia de probar que su memoria realmente prodigiosa, se debía a una estructura especial
o, tal vez, a un mayor peso del cerebro. No es que creyese, le escribió al director del Instituto,
que genio y memoria fueran idénticos, como se solía pensar de un tiempo a esta parte. Él mismo
no era nada menos que un genio. Pero sería anticientífico negar la utilidad, para sus trabajos de
investigación, de la memoria casi terrorífica que poseía. En cierto modo llevaba en la cabeza una
segunda biblioteca, tan surtida y de fiar como la verdadera, que, según decían, era objeto de
continuos comentarios. Sentado en su escritorio, podía redactar ensayos en los que abordaba
hasta los detalles ínfimos consultando su bibliocabeza. Después verificaba, claro está, citas y
referencias en libros reales, aunque sólo para acallar sus escrúpulos. No recordaba ni un solo
caso en el que la memoria le hubiera fallado”. (…) “Kien evocó otros acontecimientos de su vida
que arrojaban luz sobre su temperamento retraído, taciturno y desprovisto de toda vanidad. Pero
su irritación, provocada por ese insolente que primero le preguntó por una calle y luego lo insultó,
aumentaba cada paso. „No me quedaba más remedio‟, dijo y se metió bajo un portón; echó un
vistazo alrededor –nadie le observaba- y sacó una libreta larga y angosta de su bolsillo. En la
portada se leía, escrita en letras altas y angulosas, la palabra: ESTUPIDECES. Su mirada se
detuvo un instante en el título. Luego pasó unas cuantas hojas: más de la mitad de la libreta
estaba escrita. En ella iba anotando cuanto quería olvidar. Empezaba con la fecha, la hora y el
lugar, al que seguía el incidente destinado a ilustrar la estupidez humana con un nuevo ejemplo.
Una cita apropiada, siempre nueva, servía de conclusión. Nunca leía su colección de
estupideces; una ojeada a la cubierta le bastaba. Pensaba editarla años más tarde bajo el título:
Paseos de un sinólogo. Sacó un lápiz bien afilado y escribió la primera página en blanco: ‟23 de
septiembre, 7,45 a. m. En la calle Mut, un hombre me abordó preguntándome dónde quedaba la
calle Mut. Para no avergonzarlo, guardé silencio. Él, sin inmutarse, repitió su pregunta varias
veces; su comportamiento era cortés. De pronto, sus ojos tropezaron con el letrero y se dio
cuenta de la estupidez. En vez de alejarse a toda prisa, como yo hubiera hecho en su lugar, se
dejó arrastrar por una cólera desmesurada y me insultó del modo más grosero. Si hubiera sido
menos indulgente, me habría ahorrado esa penosa escena. ¿Cuál de los dos fue más estúpido?”
(Elías Canetti, Auto de fe. Muchnik Editores. Barcelona, 1994, pp. 17-21).
El narrador
La presentación del narrador comienza con el inicio del capítulo 2º: “El comienzo de una estricta
búsqueda”. El narrador es un sujeto activo de un discurso que se cuenta con una finalidad
basada en la experiencia. Un discurso que se dirige a un público reducido contado en primera
persona. La primera persona “yo” implica un “tú”. Se trata de un emisor y un receptor en el marco
de la confidencialidad. La confidencialidad es la palabra en voz baja, el susurro, la intimidad. La
narración de los acontecimientos vividos es una vacuna contra el olvido, como un álbum de
fotos, una colección de sellos o Atapuerca. Walter Benjamin en Infancia en Berlín hacia 1900
escribe: “Jamás podremos rescatar del todo lo que olvidamos, quizá esté bien así. El choque que
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produciría recuperarlo sería tan destructor que al instante deberíamos dejar de comprender
nuestra nostalgia”. La nostalgia es la sustancia del recuerdo.
Nuestro narrador se presenta: “Mi nombre legal es Alexander Perchov pero mis amigos me
apodan Alex porque su pronunciación es más suave. Este es mi padre retirando el puño del lado
derecho de mi cara. Padre tiene un puño de primera. Este es mi hermano miniatura Igor. Le
enseño a ser un hombre de mundo. Por ejemplo, hace tres días le enseñé una revista obscena.
„¿Por qué se llama 69?‟ Le expliqué que porque se inventó en 1969. Lo sé porque mi amigo
Grisha conoce a un amigo del sobrino del inventor. „¿Qué hacía la gente antes de 1969?‟ Mi
hermano miniatura es un genio. Se convertirá en un VIP, si yo tengo algo que ver con ello. Este
es mi abuelo. Como mi padre y yo también se apoda Alex. Mi abuela Anna, murió dos años
antes de un cáncer de cerebro. A raíz de ello, mi abuelo se volvió muy melancólico y también
según dice él, ciego. Su empleo más reciente fue Heritage Tours, un negocio que empezó en los
50 en gran parte para ayudar a judíos ricos a buscar a sus familias muertas. ES un trabajo
extraño para el abuelo ya que no hay nada que odie más que a los judíos ricos y a sus familias.
Este se llama Sammy Davis Jr. Jr. Es la perra lazarillo del abuelo. Padre la compró para él no
porque crea que el abuelo esté ciego sino porque una perra lazarillo es algo bueno para gente
que suspira por lo opuesto a la soledad. En verdad, padre no la compró en absoluto sino que la
salvó de un hogar para perros olvidadizos. Por eso no es una auténtica perra lazarillo y además
está trastornada mentalmente. Sobre todo se deleita cuando le su canción preferida: “Billie Jean”
de Michael Jackson. Pero ahora debo contaros más sobre mí mismo. Soy inequívocamente alto.
No conozco ninguna mujer más alta que yo. Las mujeres más altas que yo son lesbianas. Para
ellas, 1969 fue un año muy trascendental. Para mí, Estados Unidos es un lugar de primera. Me
encantan las películas americanas, los coches musculares y la música hip-hop. También me
molan los negratas, sobre todo, Michael Jackson. Es un bailarín de primara como yo. Las chicas
quieren relaciones carnales por lo bien que bailo”. Este es Alex. Un auténtico fans de Estados
Unidos la cultura de Fiebre del Sábado noche y Michael Jackson. Alex Perchov es la voz en off,
el narrador.El trío de personajes que conforma esta historia irá transformándose conforme va
avanzando el metraje. Alex sufre una transformación radical. Personaje insustancial y frívolo irá
convirtiéndose a lo largo de la trama en la pieza clave de este recorrido. La narración no es
mímesis ni mito. La mímesis implica “imitación”, la narración no posee esta exigencia. La ficción
es condición indispensable del mito, la narración es de la experiencia vivida, es una crónica
carente de épica. El género del ejercicio de lo cotidiano, por esto, Alex Perchov pretende elevar
lo cotidiano a categoría trascendental sin la cual es impensable la anamnesis.
La misión
Alex Perchov padre encomienda una misión a su hijo: “vas a llevar a un judío a Lutsk este fin de
semana”. También necesita la colaboración del abuelo: “Papá, pagan 1200 dólares americanos”.
El abuelo está retirado. El padre insiste: “Papá le llevas a ese sitio, le enseñas que están todos
muertos y vuelves a casa. Será muy sencillo. Está buscando a una mujer que salvó a su abuelo
de los nazis. Créeme, allí ya no hay nadie. Ella es de un lugar llamado Trachimbrod. Está cerca
de Lutsk. Dicen que él tiene un mapa. Se llama Jonathan S. Foer. Es escritor quiere escribir un
libro sobre ese sitio”. El abuelo al oír el nombre de Trachimbrod despierta como si hubieran
tocado una tecla, como si se hubiera puesto en marcha un viejo resorte o hubieran tocado una
campanilla. Accede inesperadamente pero con una condición Sammy también va. Alex sugiere
hacerle un uniforme para que parezca más oficial: “Perra Lazarillo Oficiosa”. La llegada a la
estación, el recibimiento, la orquesta, el abuelo en el coche, roncando, en camiseta, con gafas
negras; Sammy que se abalanza contra Jonathan que tiene fobia a los perros. Las fuentes de
esta escena son Ionesco, Alfred Jarry y el teatro del absurdo,Kusturica enGato negro, gato
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blanco de 1998, aquel escenario era el Danubio, éste es los campos de trigo de Ucrania; la
música zíngara, la presentación: “Soy Alexander Perchov. Seré tu humilde traductor. Te imploro
que perdones mi modo de hablar inglés, Jonfen ya que no soy de primera en ello”. Jonfen es
Jonathan que Alex en su ucranenglish no sabe pronunciar correctamente.
El viaje
En el minuto 21.58, la cinta se convierte en una road movie. Los tres personajes realizarán un
viaje al interior de ellos mismos. El verdadero viaje es aquel en el que se suspenden los
extremos. El sentido es el viaje. No importa hacia dónde, el qué o el por qué. En este filme sí hay
un sentido, un qué y un por qué. No obstante el viaje tiene pleno sentido, pues, el certificado de
autenticidad es el extravío. Nuestros protagonistas se extravían para encontrarse.
El 5 de mayo de 1930, Amy Johnson pilotó su de Havilland de dos años de antigüedad,
bautizado con el nombre de Jason, al aeródromo de Croydon. Estaba tan cargado de
combustible, piezas de recambio y herramientas que Johnson sólo consiguió despegar en el
segundo intento. Las herramientas eran suyas, porque fue la primera mujer que obtuvo una
licencia de mecánico. Cuando se encontró con la gran barrera de montañas Taurus, en Turquía,
Johnson se dio cuenta de que el biplano no podía superarlas: el aire perdía densidad y
literalmente se arriesgaba a caerse del cielo. Fue siguiendo estrechas gargantas que
inmediatamente se difuminaron en una nube. Tras introducirse en ellas, salió con el ala rozando
el lado del cañón. Cuatro días después, corría el peligro de verse envuelta en una tormenta de
arena sobre Irak; sólo podía aterrizar en medio del desierto y esperar a que pasara. El tiempo
corría porque la intención de Johnson era superar la marca de 15 días establecido por Bert
Hinkler en 1928: el primer vuelo en solitario desde Inglaterra hasta Australia. Cuando sintió la
lluvia monzónica golpear en la cabina abierta, aterrizó en un campo de fútbol de Rangún,
Birmania. El biplano topó con una valla metálica y el ala inferior se vio afectada. Increíblemente,
dos días después, el avión reparado volvía a despegar, pero sin posibilidades de batir la marca.
Ante sí misma había fracasado pero para el público británico se había convertido en la “reina del
aire” (Los setenta grandes viajes de la historia. Thames and Hudson, Londres, 2006).
La cuestión no es la marca sino el viaje. La cuestión no es el tiempo o el itinerario sino perderse.
En Todo está iluminadohabía que poner las cosas del derecho. Mucho tiempo habían estado del
revés como la camiseta que lleva Alex. Es un tiempo-ahora, un tiempo pleno, un salto de tigre al
pasado como diría Walter Benjamin. El coche de la época soviética parece que no va a poder
resistir el salto prescrito pero el automóvil resiste incluso al desinflado de un neumático y la
escasez de combustible. Tras conversaciones frívolas sobre si Sammy Davis Jr. era judío o no, o
Shaquille O´Neal aún mas, si Michael Jackson es judío, un spot publicitario de carretera anuncia
al insecto de moda en esas praderas que coincide con el fósil del camafeo del abuelo. Jonatan
Safran Foer justifica su vocación de coleccionista: “Eres escritor” –pregunta Alex; “No” –responde
Jonathan; “Entonces ¿qué es esto?” –insiste Alex refiriéndose al libro de notas que lleva
Jonathan; “Es un catálogo. No sé por qué te dijeron eso. No soy escritor. Bueno escribo, pero, en
realidad, soy coleccionista”; “y ¿Qué coleccionas? –de nuevo Alex; “cosas familiares” –afirma
Jonathan; “¿es una buena carrera?” –Alex cree que es una profesión; “no, no es una carrera.
Simplemente es algo que hago” –se justifica Jonathan; “¿por qué?” –la curiosidad de Alex es
insaciable; “No lo sé ¿por qué alguien hace algo? Es algo que hacer” –responde Jonathan;
“comprendo, yo también disfruto escribiendo pero creo de veras que nací para ser contable” –
concluye Alex.
Transnitria
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En la entrada “Transnitria” de la Enciclopedia del Holocausto E. D. Z. Nativ Ediciones 2ª edición
de 2008 encontramos que cuando en junio de 1941 Alemania atacó la Unión Soviética, gran
parte de la población, sobre todo, de Ucrania occidental, que era profundamente antisemita y
además aborrecía a los soviéticos, recibió con satisfacción a los “salvadores” alemanes
convencidos que les otorgarían completa independencia. Se creó una división ucraniana dentro
de las SS como parte de las Waffen-SS. La mayor parte de Ucrania estuvo sujeta a una
administración denominada Reichskommissariat Ukraine y el resto bajo una administración
militar. Galitzia oriental fue incorporada a la administración alemana del Generalgouvernement;
los judíos de esa zona recibieron el mismo destino que todos los judíos de Polonia. Bukovina y
Besarabia fueron entregadas a Rumania, aliada de Alemania. Muchos de los judíos de esas
zonas fueron deportados a la región ucraniana de Transnitria, al oeste del río Dniester, cuya
capital era Odessa. Este es el marco geográfico de nuestra cinta. Antes de la guerra vivían en la
zona 300.000 judíos. Transnitria fue entregada por los alemanes a Rumanía. El jefe del gobierno
rumano Ion Antonescu decidió que los judíos de Besarabia, Bukovina y las regiones rumanas del
norte de Moldavia constituían una población enemiga que debía ser deportada a Transnitria
concebida como “lugar de desperdicios”. Estas deportaciones comenzaron el 15 de septiembre
de 1941 y se extendieron hasta octubre de 1942. En total fueron enviados a Transnitria 150.000
personas. Tras la masacre en masa realizada por orden de Antonescu en Odessa, los
supervivientes fueron confinados a tres campos: Bogdanovka, Akhmetchetka y Domanevka. En
Bogdanovka todos los judíos fueron muertos a balazos por policías rumanos y ucranianos y por
una unidad Sonderkommando compuesta por alemanes. Durante enero y febrero de 1942 miles
de judíos fueron asesinados en Akhmetchetka y Domanevka, entre ellos, 12.000 judíos
ucranianos. Otros 28.000 fueron masacrados por policías alemanes y miembros de las SS en
Transnitria del sur. Hacia marzo de 1943, un total de 185.000 judíos ucranianos habían sido
exterminados en Transnitria por soldados rumanos y alemanes.
Nuestros viajeros recorren la Transnitria, al anochecer llegan a un hotel. La escena de los tres
sentados a la mesa dispuestos a cenar forma parte del mejor teatro del absurdo y el esperpento.
De nuevo, Kusturica es el mejor referente. Tras la cena, fotos familiares encima de la mesa.
Jonathan explica el motivo de su visita con la foto de Augustine: “Mi abuela me la dio. Ese es mi
abuelo Safran. Fue tomada durante la guerra”. Alex aprecia el parecido entre el abuelo Safran y
su nieto Jonathan. De no ser por Augustine, Safran nunca habría llegado a EEUU. “¿Esto es
Trachimbrod?” –pregunta Alex; “o de un lugar cercano”. “Este es Kolki. El Shtetl de mi abuela” –
subraya Jonathan. Shtetl es la palabra yiddish para referirse a “pueblo”. Kolki no parece estar
lejos de Trachimbrod pero ahora podría llamarse Sofiewka. “¿Por qué haces una búsqueda tan
rigurosa?” –pregunta Alex; “Me imagino que quería ver donde creció mi abuelo. Donde estaría
ahora si no hubiera ido a EEUU”; “serías ucraniano como yo. No como yo porque serías un
granjero de una ciudad insignificante y yo soy de Odessa” –matiza Alex. “¿Y tus abuelos
volvieron alguna vez a Ucrania?” –Alex de nuevo; “No mi abuela se volvería loca si supiera que
estoy aquí. Pensaba que no era seguro. Dijo que antes de la guerra Ucrania estaba tan mal
como Berlín. Los judíos no eran muy populares en Ucrania. Cuando los nazis invadieron, ella
pensó que mejoraría” –responde Jonathan. El abuelo Alex mira con sumo interés la foto, el nieto
pregunta: “Abuelo dice que los ucranianos eran antisemitas antes de la guerra ¿es verdad?” Éste
no responde. Su silencio es más explícito que sus palabras. La cámara enfoca un primer plano
del mismo, melancólico, tierno. La secuencia acaba con un fundido en negro, cuando el abuelo
Alex comenta a su nieto: “Parece una buena persona. Deberíamos tratar de ayudarle.
Deberíamos intentar encontrarla. A Augustine”.
Perdidos en Transnitria
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El capítulo 3º de este viaje se titula: “La muy estricta búsqueda”. Conforme van avanzando en la
búsqueda, se van descubriendo cada vez más. Después del incidente con los furtivos del
petróleo, nadie habla dentro del coche. Campos de trigo. La carretera infinita. El abuelo mira la
Luna. Algo le resulta familiar. Detiene el coche. Baja la ventanilla. Desciende. Describe un puesto
de observación antiaéreo en ruinas. Se interna en el campo. Descubre restos tanques y piezas
de artillería oxidados. Desciende por un camino. Encuentra lo que fue un antiguo pueblo. Ahora
la maleza lo ha ocultado. Hay un flashback. Una imagen en sepia. Las piernas y zapatos de unas
personas dispuestas contra una tapia contrastan con las botas negras impecablemente limpias
de militar. La cámara se detiene en una persona. Asciende. La carga de un rifle. El cañón. Una
chaqueta negra con una estrella amarilla. Un soldado que apunta directo a la estrella. Fuego.
Fundido en blanco. El abuelo es presa cada vez más de la melancolía.
Sin gasolina. Pasarán la noche a la intemperie en torno a un fuego. Alex pregunta a su cliente si
cree que su abuelo está trastornado. Nota que algo va mal. Su abuelo parece soñar todo el
tiempo “incluso cuando no está en reposo”. “¿Por qué no se lo preguntas” –sugiere Jonathan.
“No, eso es imposible” –responde Alex. ¿Por qué es imposible? Durante el sueño, ficción y
realidad se mezclan. La foto del abuelo Jonathan cobra vida. Fundido en blanco. Jonathan está
frente a un río. Mira al otro Jonathan que lo observa desde el otro lado. La Luna. El agua lleva
fotos río abajo. Leteo, o la fuente del olvido. Fundido en blanco.
La meta
El abuelo Alex ha conseguido una lata de gasolina. Continúa el viaje. El paisaje es espectacular.
“Dile que es la tierra más fértil de la Europa del Este” –le indica a su nieto. “Antes de la guerra
este era el lugar más bonito del mundo” “¿Estuviste aquí antes de la guerra?” –pregunta el nieto.
“Háblale de Odesa. Dile que la arena de las playas es más suave que el pelo de una mujer y que
Odesa es el lugar perfecto para enamorarse y formar una familia”. ¿De qué está hablando el
abuelo? Del presente o del pasado. El coche continúa su itinerario entre plantaciones de lúpulo.
El piloto parece reconocer algo. En medio de un campo de girasoles, para el motor. “Pregunta
ahí” –ordena. Alex baja del coche. Jonathan está dormido. La cámara ofrece el plano de una
casa en medio de un campo de girasoles. La ropa tendida (sábanas blancas) al viento. Alex se
detiene un momento. En la puerta, una señora mayor lava la ropa: “Siento molestarla” –expresa
Alex. “Cómo podría molestarme nada en un día como éste”, -sin mirar a su interlocutor, “¿de
dónde eres?” –pregunta la anciana. “De Odesa”. “Nunca he ido a Odessa”. “Debería ir” –observa
Alex. “¿Ha oído hablar de una ciudad llamada Trachimbrod?” –pregunta Alex. La señora no lo
mira. Tampoco responde. “Siento haberla molestado”. Alex da media vuelta. De pronto recuerda
la foto en el bolsillo de Jonathan Safran Foer y Augustine. “Ha visto alguna vez a alguien de la
fotografía?” –insiste. Su interlocutora no quiere mirar. Alex le acerca la foto. Repite la pregunta.
La anciana mira con desconfianza. Toma la foto. Sus ojos rojos la delatan: “He esperado tanto”,
expresa. “Estamos buscando Trachimbrod” –señala Alex. “Estás aquí. Soy yo”. Fundido en
blanco.
Los girasoles son una metáfora del pasado. Están girados hacia el sol, igual que el pasado se
empeña en ser, en virtud de un secreto heliotropismo. Trachimbrod es una casa, no es un lugar
geográfico sino un lugar metafórico, mental, subjetivo. Los nazis acabaron con la geografía,
cambiaban los nombres de los lugares que iban conquistando. Impusieron la neolengua como
vimos en La Solución Final. La cámara enfoca una caja con una etiqueta: “Bodas y
celebraciones”. Otra pone: “Plata, Molinetes, Perfume”, “Diarios, Libretas de Dibujo, Ropa
Interior”. “Muerte del primer nacido”. “Juguetes de madera”. “Figurines, Gafas”. "Menorath”,
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“Polvo”. La cámara realiza un zoom hacia atrás para mostrar la pared llena de cajas que
constituye la memoria de Trachimbrod. El plano de Alex, Alex Jr. y Jonathan de espaldas
contemplando la pared. Los tres dan media vuelta a la pregunta: “¿Tienen hambre? Puedo
cocinar algo”. Allí está la anciana responsable del rescate de Trachimbrod. “Por favor, no se
moleste” –responde Alex. “Hace tanto tiempo que no recibo visitas”. “¿Vive sola?” –pregunta
Alex Jr. “No vivo con todos ellos”. Nadie entiende la respuesta. “Son Trachimbrod” –aclara la
anciana. “Dice que son Trachimbrod” –traduce Alex. La anciana desea mostrarles algo. Al pasar
por delante del abuelo quisiera reconocerlo. Coge una caja. La etiqueta indica: “Por si acaso”.
“Este es el anillo de boda de mi hermana. Lo escondió en un tarro y lo enterró bajo tierra. Lo
sabía porque ella me lo dijo. Mucha gente lo hizo. La tierra junto al río aún está llena de cosas
preciosas: anillos, dinero, fotos, cosas judías. Sólo pude encontrar algunas pero llenan la tierra”.
“También es coleccionista” –concluye Alex. “¿Recuerda a mi abuelo?” –pregunta Jonathan.
“¿Quién es su abuelo?”. “El hombre de la foto” –puntualiza Jonathan Jr. “Safran” –reconoce la
anciana. Ahora mira al nieto norteamericano con más detalle. Le quita las gafas. “Safran” –
insiste. “Mi familia por si… mi familia quería que se quedara con esto. Por todo lo que hizo” –
asegura Jonathan. “¿Qué es esto?” –pregunta aturdida. “Safran era su abuelo” –informa Alex.
“No. Se refiere a Augustine”, deja el dinero en la mesa, coge otra caja y le enseña a Jonathan
otra foto: “Esta es Augustine, esta es mamá, esta soy yo”. Acto seguido, enseña otra: “Estos
somos Safran, Augustine y yo. A mamá le gustaba mucho. Safran era tan educado. Le decía que
era muy guapa, cuando en realidad no era tan guapa. Yo era mayor, de modo que mamá pensó
que debía casarse conmigo. Pero él estaba enamorado”. “Dice que tu abuelo estaba enamorado
de Augustine” –señala el intérprete. “Se casaron el día del santo de ella. Cuando éramos niños,
mi hermana Safran y yo jugábamos a besarnos detrás de los árboles. Todavía recuerdo la
sensación. Era un poco como volar”. “Recuerda besar a tu abuelo y volar un poco” –traduce Alex
Jr. “¿Cómo se llama?” –pregunta el abuelo Alex. La anciana busca otra foto. “Este es Baruch
frente a la biblioteca. Solía sentarse todo el día. Sacaba más libros que nadie en el shtetl ¡Y ni
siquiera sabía leer! Decía que le gustaba pensar en los libros. Pensar en ellos, sin leerlos.
Siempre se paseaba con un libro bajo el brazo „¡Tonterías!‟ decía mamá. Decían que estaba
loco. Teníamos eso en común”. La joven y el personaje de la foto tenían en común cierta
excentricidad. “Dejadnos, dejadnos solos” –ordena el abuelo Alex. Alex Jr. y Jonathan Jr. salen
al porche.
Alex lleva la camiseta del revés pero no se da cuenta.Todo el pasado está al revés. El pasado
ucraniano de esta familia también. Es necesario dar la vuelta a la camiseta de la historia para
que todo vuelva está en orden y en el sentido correcto. El derecho no puede estar al revés, y el
revés debe volver a su posición normal. Jonathan atrapa uno de esos grillos y lo mete en una
bolsita de plástico. Alex Jr. le pregunta: “¿Por qué haces esto?”. “A veces me da miedo
olvidarme”.
Trachimbrod
Trachimbrod ya no es un lugar. Tampoco es una utopía. Es un lugar mental, el origen. El punto
de llegada de nuestro viaje. No está en ningún mapa. La geografía es una abstracción como el
lenguaje, la música, la pintura o la astronomía. Trachimbrod es una eutopía, esto es, un lugar
bueno.Para que un mapa sea bueno tiene que haber una correspondencia entre el papel y la
realidad, esto es, una isomorfía. En Trachimbrod, la isomorfía no existe. La geografía se ha
cancelado. El abuelo sale de la casa: “Nos vamos a Trachimbrod. Al río. Ha accedido a
llevarnos”. El abuelo contempla la Luna sobre el horizonte. Es de noche cuando llegan. “Esto es.
Esto es Trachimbrod. Estamos aquí” –afirma la anciana. El abuelo se adelanta hacia el río. En el
suelo, una placa conmemorativa: “Este monumento es recuerdo de los 1024 trachimbrodenses
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asesinados por el fascismo alemán el 18 de marzo de 1942”. Todos se acercan a la placa que
está rodeada de piedras formando un círculo. “Esto es lo que queda. Lo destruyeron todo. Sólo
unos pocos pudieron escapar antes de que llegaran”. “Tuvo suerte de sobrevivir” –observa Alex
Jr. “Nos pusieron en fila. Hicieron listas. Todo era muy lógico. Quemaron la sinagoga. Eso fue lo
primero que hicieron. Pusieron la Torá en el suelo y dijeron a los hombres que escupieran en
ella. Mi padre nos hacía besar cualquier libro que tocara el suelo. Libros de cocina. Libros
infantiles, teatro, incluso diarios… y esa era nuestra Torá que había estado en nuestra sinagoga
desde que el primer rabino la trajo aquí 300 años atrás. El primero fue Yosef. Era zapatero,
Apuntaron un arma a la cabeza de su hija y le mandaron escupir. Escupió. Todos escupieron. Y
arrancaron y dieron patadas y todo lo que se les dijo. Excepto mi padre. Y entonces mi hermana
Augustine estaba embarazada. Le pusieron un arma en el vientre. Dijeron que matarían al bebé
de dentro si mi padre no escupía. No pudo. No escupió”. Jonathan Jr. observa el entorno. Se
dirige al río. Como la visión del sueño. Saca dos bolsas de plástico. Coge tierra. El abuelo y la
anciana se miran.
Flash back del abuelo. Fundido. Convertido en el personaje de la foto contra el paredón. Siete en
total. Detrás del pelotón de fusilamiento, los testigos: una mujer con un niño en brazos, un niño y
un posible delator, más la joven que contempla la escena desde la distancia. El protagonista de
esta escena puede distinguir a la joven detrás antes de que los soldados abran fuego. Ésta lleva
una cesta en el brazo y un pañuelo tocado de puntillas en la cabeza. La joven se levanta el
tocado. Es pelirroja, los ojos azules. Será lo último que vean los ojos de este joven. Los soldados
apuntan y abren fuego. Fundido en blanco. La joven que observaba la escena se acerca los
cuerpos. Han echado cal sobre ellos. Recoge objetos en su cesta. Una carta, unas gafas. Uno de
los cuerpos reacciona. La Luna. Se levanta. Los jóvenes se miran. El joven contempla el horror
que le rodea. Se despoja de la chaqueta con la estrella amarilla que le identificaba como judío y
se marcha del lugar. El abuelo se ha rencontrado con su pasado. “Le he hecho una a usted. Son
de la orilla del río. El Brod” –Jonathan se dirige al abuelo Alex. El abuelo coge la bolsita. Lo mira
agradecido y pronuncia las palabras “Trachimbrod”. “Y ¿dónde estaba su abuelo?” –pregunta
Alex. “Safran se fue antes de que llegaran. Se fue a Estados Unidos para encontrar un hogar
para Augustine y el bebé, una semana antes de que vinieran. Se fue a América para encontrar
casa y la mataron una semana más tarde” –traduce Alex. Jonathan quiere darle una cosa. La
piedra ámbar: “Creo que era de su hermana”. “Sí, lo era” –confirma la anciana. “Un momento,
por favor” –suplica la anciana. Le entrega la caja que tenía la etiqueta “Por si acaso”. Jonathan
no acepta. “Debe. Es coleccionista. No entendía por qué mi hermana puso su anillo de boda en
un frasco y por qué me dijo: „por si acaso‟. ¿Por si acaso, qué?”. “Por si la mataban” –contesta
Alex. “Sí. Y entonces ¿qué? ¿Por qué lo enterró? Pregúntaselo a él”. “Quiere saber por qué
Augustine enterró su anillo de boda cuando pensó que la iban a matar”. “¿Para que hubiera una
prueba de que existió?” –contesta el joven norteamericano. “¿Para recordarla?” –traduce Alex.
“No, no lo creo. Por si acaso alguien viniese buscando algún día” –afirma la anciana. “Para que
tuvieran algo que encontrar” –traduce Alex. “No. Esto no existe por ti. Tú existes por esto. Has
venido porque existe”. “Dice que el anillo no está aquí por nosotros. Nosotros estamos aquí por
el anillo”. La anciana abre la caja y lo introduce dentro sin más discusión. Jonathan con los ojos
empapados da las gracias. Luego se retiran. “¿Puedo hacerle una pregunta?” –la anciana al
abuelo Alex. Sin duda para la hermana de Augustine no había pasado el tiempo. El abuelo sube
las escaleras del porche. Se acerca a ella. Contesta: “Sí ha terminado”. Toma su mano y la besa.
Alex mira al abuelo sorprendido. Todos se marchan. De vuelta en el coche, nadie habla. Abuelo
y nieto se miran. El primero toca la mejilla del segundo. Suponemos que está en paz consigo
mismo. Fundido en blanco. Plano cenital. El abuelo en la bañera. Se ha suicidado. Más tarde
Alex lo descubre. Plano cenital.
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El revés se torna derecho
De regreso, a través de los campos de trigo. Jonathan y Alex sumidos en sus pensamientos, no
hablan. Las plantaciones de lúpulo. La autopista. La estación de ferrocarril de Odesa. Bajan del
coche. Se miran. “Mira quiero que te quedes esto. Era de mi abuelo”. Jonathan se quita la
estrella de David que colgaba de su cuello. Alex acepta. Jonathan guarda la caja en su maleta.
Sammy también viene a despedirse: “Me ha gustado conocerte Sammy”. Alex y Jonathan se
miran. Jonathan se da media vuelta. Alex lo mira: “¡Jonathan!”, exclama. Jonathan lo mira. Se
marcha. “He reflexionado muchas veces sobre nuestra rígida búsqueda. Me ha enseñado que
todo está iluminado por la luz del pasado. Siempre está a nuestro lado dentro mirando hacia
fuera. Como tú dices, al revés. Jonfen, de este modo, siempre estaré junto a tu vida y tú siempre
estarás junto a la mía. Nuestras familias estarán con nosotros, y sus familias. Tu abuelo y, quizás
en cierto modo, mi abuelo también. Es posible que no sepa nunca por qué mi abuelo se hizo eso
a sí mismo. Puede que deseara enterrar su vida junto a su pasado. Pero debo decirte, Jonfen, en
ese momento parecía como si por primera vez en su vida estuviera contento de estar donde
estaba”. Fundido en blanco.
“Jonfen, te envío esto porque hemos compartido algo por lo que existir. Y, por supuesto, por si
alguien viene buscando”. Debajo del paquete de folios que constituye esta novela Todo está
iluminado, la foto de Augustine y Safran. Todo está iluminado por Alexander Perchov.
En el túnel de llegada del aeropuerto, todas las caras le resultan conocidas a Jonathan: la
azafata, el niño, los tipos del control de equipajes. La escalera automática que desciende. Plano
contrapicado. Jonathan cierra los ojos y fundido en blanco.
Poco después, frente a la tumba de su abuelo, Jonathan Jr. saca del bolsillo la bolsita con la
tierra del Brod. Simultáneamente, en otro lugar, en la que fue Trachimbrod se celebra una
ceremonia parecida: “Alexander Baruch Perchov 1920-2004. La película está dedicada a Alex
1906-1993.