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(2O1t). Cuo"dá{r-to du Ti^b.nj.:,
A n+ c> IrsT(z 'r I ¿> Pr,.c;'Pcrlas
c-4 v -lu(€"> cJ€- I ci s 'e s L-r-t et z; da.-
Ia, SonPolí +ic¿^ €--n e-I +¡,,aáu,
I,.c, : UN{A M'vé
E sc ue [< l/cr ; ca,{13^.
Reftexiones sobre las etaPas
geopotíticas y Ia política exterñor:
el modelo rnexicamo" {Jn emseyo
de periodización de la geohistoria
l
Introducción
ED
f urupoder hablar de las etapas geopolíticas por las que transcu-
rren todos o determinados entes sociales nacionales y de la política
exterior de estos mismos estamos obl'igados a hacer primero una
serie de precisiones conceptuales.
Por otra parte, con el fin de hacer más claro nuestro objetivo,
también será de utilidad aplicar a nuestros propios diseños, dos
opodunos criterios teórico-metodológicos. El primero, relativo a
la "teoría de la representación" desarrollada por el profesor Yves
Lacoste, y el segündo, relativo a la "teoría del dispositivo", aportada
por el profesor Frangois Thual. Ambas teorías se refi.eren cada una a
un método, o a una metodología, que busc ahacer o volver operativa
precisamente a la geopolítica. En forma muy resumifa, la primera
establece que toda construcciÓn geopolítica se basa enlla representa-
ción que sobre la conflictiva de cualquier índole y especie, se hacen
los participantes en ella. La segunda, de lnanera igualmente resu-
mida, habla de la forma en que actÚan, así como de la muy especial
instrunnentación que elaboran los participantes -reales o potencia-
les- de los conflictos, ya sea con objeto de tener éxito en ocasión
343
LEOPOLDO GONZÁLEZ AGUAYO
de que sobrevengan los mismos, o bien, con er fin de precisamente
prevalerse de ellos.l
Hablando de la teoría de la representación, la misrna también
nos aluda a los mexicanos para hacer una reflexión en un sentido
muchisimo más amplio que er que originalmente se propuso darle el
propio profesor Lacoste, al tratar de hacer luz o radiografiar, entre
otras cosas, la geopoliticade la conflictiva. Me refiero a la dificultad
que enfrentamos los mexicanos pararepresentarnos, incluso noso-
tros mismos, la radiografía del carácter ambiguo que heredamos y
el cual, literalmente, permea no sólo nuestra vida y actifudes, sino
virfualmente toda nuestra historia y la propia manera de ser, por
supuesto la de los últimos quinientos años. psicología particular-
mente ambigua que, por definición, atrae y facilita la conflictiva, o
bien inversamente, enrarece y dificulta la solución de los aspectos
conflictivos. Pues bien, el Diccionario Hispánico (Jniversal aclara
lo que se entiende por ambiguo: "algo que puede interpretarse de
varias maneras, que es indefinido o incierto,,.
I La teoría del dispositivo "es un concepto central del método geoporíti-
co, y tiene como propósito dar cuenta tanto del ajuste y jerar[ui )ación
de prioridades como de los objetivos que un país se tra prápuesio alcan_
zaf con su comportamle¡¡¿s y posfuras geopolíticas,'. Destinada tanto
a facilitar las iniciativas y ambicione,
""t"*u, de un Estado, como a
neutralizar las amenazas provenientes de otros, para su implementa-
ción debe lógicarnente recurrir a elementos de dos órdenes: ajextenlos,
refe¡idos muy concretamente al necesario tipo de alianza, iu" el dis-
positivo requiere efectuar con otros Estados, las cuales eventua¡nente
pueden cambiar con vistas a mantener y conseguir el objetivo propues-
to, y b) internos: el dispositivo geopolítico eJencialmente ."-"rrlu*u
tanto en un dispositivo diplomático, como en un dispositivo militar v en
un dispositivo que agrupa los medios secretos de acción y a"
"Á"róioo(espionaje y servicios especiales). para un conocimiento más pmplio y
preciso de la "teoría del dispositivo,,, consultar: Frangois tlr"uf,rtiiio-
des de la géopolirique. Apprcndre a déchffier ractuarité,i:;J;,;iiip-
ses, 1996; también Aymeric chauprade, ñrangois Thuar, Dictionnaire
de Géopolitique,paris, Elripses, 199g, pp. ase-+g1. A su vez, para obte-
ner una amplia y precisa exposición de la ..teoría
de la represénta ción",,
integrada por el conjunto de ideas que pueden hacerse tanto respecto
de las situaciones como de la propiá r.ulidud, consultar yves Lacoste
(director), Di c ti onnai re d e Ga opoli u que, p arii, l gg3,especialmente el
Preámbulo, pp. l-35. Del rnismo autor: vive ra I{ation. Desti, d,une
idée géopolitique, paris, Fayard, lgg7.
RpmxoNES soBRE LAS ETApAS cBopolíTICAS v le polÍTICA EXTERToR
Entendemos por geopolíticavn aspecto toral respecto de la com-
plejidad de la vida social y el contexto en el que esta misma se in-
volucra y desarrolla. Por una parte, dicha complejidad tiene que ver
directamente con la evolución biológica humana, por la otra, ca-
sualmente con Ia evolución del sentido socio-político de las propias
organízaciones humanas. La evolución biológica humana, que tiene
una historia de varios millones de años, muy al final o en el techo de
este dilatado y accidentado proceso , se cruzajusto con el registro del
inicio de la organízación de los primeros asentamientos humanos,
los cuales por eso mismo apenas rebasan en edad el ciclo de los úl-
timos 10,000 años. En la práctica, distintos estadios de la evolución
biológica humana siguen caminos, en ocasiones paralelos, pero más
bien de mutuo entrecruce, y éstos alavezvan a acelerar Su encuen-
tro, pero en esta ocasión con la red de los muy diversos y distintos
períodos y procesos, tal como fueron registrados por las variadas
organizaciones socio-políticas de los humanos, así como de sus res-
pectivos estadios de desarrollo.
Ahora bien, en este complejo contexto de los asentamientos, más
que puntos de coincidencia y de consenso entre ellos, en el polícro-
mo mosaico de las muy diversas organizaciones y asentamientos
de los hurnanos, lo que ha prevalecido es la situación de rivalidad.
Desde luego, los pretextos para mantener dicha rivalidad entre los
distintos asentamientos frente a los criterios del consenso, y aun al
interior de los propios asentamientos, scn múltiples. Sin embargo
)i a pesar de ello, es necesario dejar en claro que no obstante el in-
negable y persistente síndrome de la rivalidad, o más bien, con el
fin de completar, legitimar y redondear su marco, de una manera
paradójica y simultánea siempre ha quedado funcionando el proce-
so opuesto entre las propias y presuntamente sociedades rivales. Es
decir, el sistema de intercambios: económicos, sociales, culturales,
religiosos, etcétera, lo cual debemos hacer notar, agrega sugestivos
elementos en sí mismos capaces de incrementar la complejidad del
propio modelo teórico y de sus respectivos procesos.
Pero recordemos que estamos hablando de diversos y variados
asentamientos hurnanos ocurridos en forma simultánea. Esto nos
lleva al terreno de los escenarios, dado que los asentamientos se die-
ron, y no por una simple coincidencia, en y sobre sitios y lugares que
:
Í:
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?::.;
;:,'
344 345
LEoPoLDo GoxzÁmz AGUAYo
casualmente los propiciaban, entre otras cosas, en función de la fa-
cilidad para la obtención de algo tan mundano como las indispensa-
bles proteínas de origen vegetal o animal. No hace faltaningún gran
esfuerzo intelectu al paradeducir que dichos y privilegiados lugares,
ubicados a su vez sobre ciertas zonas geográficas del planeta,atraje-
ron y facilitaron por ello mismo los mejores asentamientos humanos
en densidad, los cuales, aceleraron, además, con sus respectivas y
consabidas rivalidades, el desarrollo y evolución de esos distintos
asentamientos, y naturahnente tarnbién, por si no fuera suficiente,
anexo con los citados antagonismos y rivalidades, dialéc tica eiróni-
camente prohijaron a su propio y respectivo correlato: la necesidad
de la obligada convivencia entre los rivales. Es decir, se trató de una
correlación entre asentamientos humanos, necesariamente acompa-
ñada con simultaneidad de operaciones e iniciativas en sí mismas
revestidas de signos positivos y negativos, registrando tendencias
encontradas o antagónicas.
Pues bien, pata completar el cuadro, este también es el escena-
rio donde nacen por ello mismo, y tampoco por simple casualidad,
todas las ciencias, las disciplinas, ras artes, las técnicas, las religio-
nes y, por definición entonces como simple praxis, la rnismísima
geopolítica.
Si por geopolítica entendemos el conjunto cle ciencias, discipli-
nas y técnicas2 que i'tegran los métodos de pensamiento mediante
los cuales, considerados siempre bajo el prisma de los enfoques es-
tratégicos, tras asegurarse de conocer los recursos de que se dis-
pone y en función de aquellos otros de los cuales se carece, y aún
pulsando para ello, tanto las rivalidades corno las coyunturas polí-
ticas internas y las externas, la dirigencia de cualquier sociedad e
históricamente la de cualquier tiempo, sin pretender dejar en ningún
momento como máxima prioridad y objetivo el mejor desarrollo de
la misma, conducirá através de este prisma, tanto sus acciones fun-
damentales como sus futuras iniciativas. Ahora bien, en una versión
2 En opinión del profesor yves Lacoste, d,ad,a, entre otras cosas, la ac-
tual dificultad para establecer aún puntos de vista comunes sobre los
múltiples aspectos y facetas que ofrece la geopoLítica, resulta un tan-
to pretensioso llamarla en consecuencia ciencia, por ello mismo dicho
autor prefiere mantenerla a nivel de "iniciativa científi.ca". Consultar
Dictionnaire de GéopolitiqLrc, op. cit.,p.3.
REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CBOPOIÍTICAS Y I-¡ POIÍTICA EXTERIOR
un poco más compendiada podríamos también suponer ala geopo-
Iítica como el instrumento o el método de pensamiento que permi-
te a las dirigencias político-sociales de cualquier sociedad y época
histórica, obtener la concepción no sólo para el mejor diagnóstico
de su entorno y de los problemas fundamentales que enfrenta, sino
además, bajo inspiración de los criterios estratégicos, estar en la po-
sibilidad de trazar políticas tanto internas como externas con el f,n
de resolverlos.
Es decir, hablamos de un eje no sólo fundamental sino toral,para
entender e interpretar lanaturalezatanto de los problemas así corno
del tipo de contextos a enfrentat,e igualmente dar tarnbién con ello,
el,mejor de los sentidos y sustento a sus iniciativas políticas tanto
internas como externas. En otras palabras, hacerse la representación
de los problemas y rivalidades que los estimulan, al misrno tiernpo
que se adecúan y adaptan los dispositivos capaces de enfrentarlos.
Ahora bien, esta es la definición que bien podríamos denorninar
de geopolítica "a secas", aplicable a una sociedad nacional (si bien
eventualmente sería utilizable para cualquier otro tipo de sociedad
individual sin importar su respectivo grado de evolución o desarro-
llo). Sin embargo, también existen geopolíticas igualmente aplica-
bles, tanto en el espacio como en el tiempo, a aquellas sociedades
cuya presencia y cita dentro de una misma región geográfica, tiende
más bien a presentarse como parte integrante o formando parte de
conjuntos. Por supuesto, eso abre la puerta a una geopolítica de las
geopolíticas, por simple deducción aplicable al despliegue de esos
Lir*o, conjuntos? que podríamos imaginar resultan o se traducen
para los propios participantes en una especie de amplio paraguas
!en"rul. obviamente, los conjuntos de que hablamos están identi-
flcados entre sí, ya sea por la cercanía o proximidad geográfica de
lbs citados participantes individuales, como por los lazos, razones
lingüísticas, religiosas, en sulna, hablamos del abanico de criterios
sociales y culturales existentes entre ellos' o entre algunos de ellos'
Incluso, aunque suene algo ertraño, los participantes también se en-
trelazanpor simples razones de operatividad, referidas éstas a per-
mitir hacer viables y entrecru zables entre sí, no sólo sus respectivas
y flexibles reglas, sino mejor aún, sus densas matrices culturales' En
otros términos, más que echar a andat, se trataría más bien de lograr
346 347
LEOPOLDO GONZÁLEZ AGUAYO
lubricar a estas últimas, por medio del uso y Ia simple aplicación de
los criterios de la civilización.3
conjuntos geopolíticos que se extienden en muy diversas re-
giones del globo, por ejemplo: el mundo medite rréneoa que desde
3 Aquí debo hace¡ notar lo que entiendo tanto por cultura, como por cri_
terios de la civilización. Laprimera implica ttdo aquel amplio, vasto y
denso bagaje de elementos y redes sociales que finalmente se resumen
en una muy particular y propia concepción del mundo, y desde luego
de su respectivo universo, lo cual no solo acompaña sino que, visto en
profundidad, más bien caracterrza e identif,cu u lu, sociedades miie_
narias, cuyos ciclos y procesos de evolución necesariamente se dan,
ocurren o devienen, de manera mu¡r lenta y pausada en una igualmente
vasta,v densa dimensión temporal. A diferéncia del ciclo, o *7, bien en
plurai, de los rápidos ciclos y supernciales procesos de evolución de lo
que me permito denominar como criterios de la civilización, los cuales
curiosamente incluso dentro del arco de ciclo de una misma cultura, por
supuesto que tienden a cambiar aunque si bien muy aceleradamente,
dentro de espacios de tiempo desde luego muy continuos, por lo mismo
muchisimo mas breves, y que por lo tanto no sóro permiten, sino tienen
entre otras cosas como mérito y función primordial, ni mas ni menos, la de
lograr hacer operativas en su penosa ¿ensidad a ras propias culturas qya sea
a una misma o a varias culh*as entre sí). Ejemplificaildo para que'me¡or
nos entend¿rmos, hablarnos de la cultura chin4lu pr.r4 tá ¿" u India, la
gnega, la egipcia, la etrusca, ra hitita, la fenicio-cartaginesa, la europea,
la mexicana, la maya, la peru ana, ra chimu, etcétera, entre el mosaico
de muy diversas otras que arrastran consigo pasados milenarios glorio-
sos, pero dificilmente dentro de esta ron""p"ión podríamos hablar d,e ra
cultura estadounidense, en razón de que slr, ¿u¿á sus innegables logros
técnico-sociales, los cuales están a ra iista de todos, típicaÁent.
"oi"r-ponden a los de una magnífica y extraordinaria civili)acíón,y por ello
mismo se situan al efecto dentro de un ciclo y una dimensióltémporal
de mas de 300, pero de menos de 400 años de historia. Es decir, un
ry¡io{o ryy.bl."e y por lo mismo demasiado joven, para el devenir
y la elemidad de los procesos geohistóricos de ias culturas. Tan es así
que, entre otras cosas, hasta nuestros días los estadounidenses aún no
acaban de absorber, asimilar e integrar a muy importantes y destacados
núcleos originariamente existentes dentro o en lá base de su respectiva
sociedad, como los negros, los indios y los mexicanos. Eso aSuda a
explicar los serios problemas de identiaaa que arrastran, entre otros, los
de sus miembros quienes además irónicamÉnte pretenden subro garáe|,u
exclusividad, dentro de la propia sociedad estadounidense.
sobre la complejidad del mundo mediterráneo exiite una muy buena
y rica literatura, por Io que se puede iniciar su conocimiento v aeerca-
RepIgxToNES SoBRE LAS ETAPAS CTOPOIÍTICAS Y I-N POIÍTICA EXTERIOR
remotas épocas fue uniendo y articulando a pueblos asentados en
sus márgenes precisamente por medio de las reglas más flexibles y
superficiales de la civilización (por ejemplo a través de las comuni-
caciones, entre ellas la navegación), aunque dichos pueblos pertene-
cieran a muy distintas culturas, en especial, como estamos diciendo,
utilizaron los intercambios civilizatorios de todo tipo, incluso los
comerciales. Esto mismo ocurrió con el amplio espectro de pueblos
y sus variadísimas culturas del vastísimo sur y sudeste asiático; sin
duda también fue
"l caso de los multicolores pueblos herederos no
sólo de antiquísimas sino de las riquísimas culturas de África subsa-
hariana (casualmente donde tiene su origen la humanidad); y desde
luego en América, por un lado, con el extraordinario y colorido rno-
saico de los mesoamericanos, y por el otro, con el no menos fabulo-
so coniunto polícromo de los andinos; y paraterminar, con los muy
diversos pueblos y riquísimas culturas europeas, asiáticas y africa-
nas, unidas, articuladas y finalmente aglutinadas con posterioridad
todas ellas, precisamente por la civilización romana. En nuestros
días eso mismo puede decirse de los países que articulan e integran
la Unión Europea, con los países árabes y, desde luego, con los pai-
ses latinoamericanos, unidos todos ellos entre otras muchas razones
a través de los criterios de la mismísim a civlltzación europe4 pero
muy especialmente en nuestros días, faltaba tnás, por las sin duda
espectaculares iniciativas de la civilización estadounidense.
Las etapas geopolíticas. Ahora bien, pot etapas debemos en-
tender la periodizacion de los coniuntos o los ciclos históricos, y
de hecho hacer con ellos ciclos de períodos geohistóricos, los cua-
les responden a diseños con límites bastante bien deterrninados, es
decir, a complejos procesos amoldados a trar¡és de sus propias ca-
racterísticas, esencialmente culhtrales. En otros términos, las eta-
pas geopolíticas serían aquellos períodos en la geohistoria no sólo,
como dijimos, muy bien identificaclos sino capaces de abarcar en su
dimensión horizontal desde luego a las propias sociedades nacio-
nales como sus respectivos vecinos contiguos y aún los próximos,
miento, desde el punto de vista geopolítico, a través de los espléndidos
estudios y las teorías clásicas del prestigiado historiador y geógrafo
Fenrand Braudel, Et t[editerrá.neo y el mundo ntediterráneo en la épo-
ca de Felipe /1, México, FCE, 20A2; EI Á,[ed¡terróneo, el Espacio y la
Historia,FcE, México, I 989.
348 319
Lpoporoo GoxzÁlez Acueyo
con los cuales no sólo forman sino articulan e integran un complejo
conjunto. concepto que además, por simple lógica, nos hace pensar,
aparte de la dimensión del espacio geográfico horizontal, en la di-
mensión del espacio temporal, es decir en un sentido vertical que no
sólo abarca, sino absorbe, acoge y envuelve en el tiempo a toóo este
r¡asto conjunto. En otros términos, una etapao un período geopolíti_
co de ;n país o de una nación sería aquel que no sólo se fundamen-
tatia en la sulna sucesiva de sus propias dimensiones horizontales
v verticales, sino además ésta se consolidaría para su respectiva re-
creación, con y en el espacio de sus r¡ecinos hasta integrar en un
mismo conjunto su propio y respectivo universo, eventua¡:ne¡te
milenario. AquÍ cabe reflexionar que al abarcar también etapas o
períodos largos de tiernpo, podríamos suponer que dentro de estos
mismos períodos sin duda caben perfectamente y existen subetapas
o subperíodos, igualmente bien caracterizados e identificables. Des-
de luego que, tratándose de fenórnenos sociales, los diversos países
y entes que integran los citados conjuntos de que hablarnos (a1 mis_
mo tiempo que se articulan durante larguísimo tiempo por medio de
los fuertes lazos geopolíticos civilizatorios, por ejé'rpto to, inter-
cambios de cornercio, de personas y bajo un sinnúrnero de pretextos,
como los de carácter religioso) simultán ea o paralelamente, colno
hernos dicho, más que ofrecer coincidencias de carácter político, lo
que resalta y aparentemente parece prevalecer entre los mismos son
las contradictorias relaciones geopolíticas, es decir, los entre juegos
del poder. En otras palabras, las clásicas disputas por el dorninio y el
predominio, entre otras cosas, de y por el espacio.5
Ahora bien, cualquiera puede suponer que para nuestra concep-
ción de la geopolitica "a secas" más que para aquella de las eta-
pas, funcionaría y se adaptaríamucho mejor el concepto de política
xterior,6 clado que éste parece acoplarse más fácilmente a una con-
Sin duda, los mejores estudios y discusiones teóricas sobre las disputas
por el dominio y el predominio del espacio bajo los enfoqu", g.opoliti-
cos son los del profesor Yves Lacoste y de su selecto grupo de especia-
listas, quienes los han expuesto admirablemente además de en nulnero-
sas obras, en su farnosa y prestigiada revista cuatrime strar Hérodote, a
lo largo de treinta años.
De las diversas definiciones que existen sobre ..política
exterior,,, toma-
remos la del profesor Edmundo Hernánde zvelá, quien nos dice: .,Es el
conjunto de políticas, decisiones y acciones, que integran un cuerpo de
ReplgxtoNEs soBRE LAS ETApAs ceopolÍTICASv la polÍTICA EXTERIoII
cepción o criterio individual. Mientras que tratándose de la concep-
ción geopolítica respecto de las etapas y las subetapas, para éstas no
parece haber dudas de que resulta mucho más adecuada la categoría
de análisis que podríamos denominar política exterior. Es decir, den-
tro del criterio de tipo o tipos de políticas exteriores, las reglas, in-
cluso paruun mismo ente nacional resultan mucho más r¡astas y, por
obvias razones, rebasan sus respectivos enfoques y matices circuns-
tanciales, existiendo en consecuencia la posibilidad de obtener, para
este mismo vasto ente, una serie sucesiva de políticas exteriores,
si bien digamos que qued arían en farnilia, es decir, perfectamente
reconocibles dentro de una misma familia.
Las etapas gespolíticas de h{éxico
o la periodizacióm de su geohnsÉoria
Dentro de este últino criterio, en el modelo geopolítico mexicano
podernos fácilmente reconocer seis etapas o períodos de esta índole,
perfectamente diferenciadas entre sí, y como hemos dicho, la ma-
yor parte de ellas, si no es que la totalidad, podrían analtzarse a su
vez, através del criterio de una respectiva subdivisiÓn interna igual
y muy cómodamente identifica'lrle, por ejempio, en subetapas o en
subperíodos.
La periodización de la geohistoria mexicana abarca seis etapas
geopolíticas rnuy bien definidas: 1) La Iarga o muy dtlatada etapa
milenaria prehispánica, hasta l52I;2) La etapa de los tres siglos
doctrina coherente y consistente, basado en principios claros, sólidos
e inmutables, forjaclos a través de su evolución y experiencia histórica;
pennanenternente enriquecido y rnejorado; por el que cada Estado, u
otro actor o sujeto de la sociedad intentacional, define su conducta y
establece metas y cursos de acción en todos los campos y cuestiones
que trascienden sus fronteras o que pueden repercutir al interior de las
suyas; y que es aplicado sisternáticamente con el objeto de encauzar y
aprovechár el entorno internacional para el mejor cumplimiento de los
objetivos trazad.os en aras del bien general de la nación y de su desarro-
¡á durable así como de la búsqueda del mantenimiento de relaciones
armoniosas con el exterior", Diccionario de Política Intentocional, Ed.
Pomia, México, 2002,tomo tI, P' 935'
350 351
Lsopor-oo GoxzÁrezAcueyo
hispánica, de r5zr a ll2r;3) La etapa cle los primeros cincuenta
año's, o del caótico primer medio siglo de vidá independiente, de
1821 a l87I $ EI período de cuatro décadas de lo estabilidad por-
firista, de 1871 argil;5) La etapa de siete décadas de los gobier_
nos a sí mismos designados como rcvolucionarios,de lglt a lggl
:, 6) El período de los 25 años de los gobiemos conocidos como
neoliberales.
l. La etapa prehispánica
La etapa ntil.enaria prehispánica, que por lógica sería la etapa del
despegue de la larguísima historia general y geopolítica mexicana,
necesariamente tendría que asentarse, a su vez, en la irnporta'tísi-
ma formación de aquella vasta región culfural de nuestro continente
americano que los especialistas han designado con el nombre de
Mesoamérica. Es decir, la vital o toral región que ocup a ra zona
central, en el sentido de los paralelos geográficos, del más dilata-
do continente del planeta. Largo continente que, dicho sea de paso,
prácticamente se extiende, como ningún otro, desde el círculo polar
ártico hasta el círculo polar antártico.
Mesoamérica o "la parte central de Améri e2,,,7 si bien desde el
punto de vista histórico, arqueorógico, cultural, antropológico y so-
ciológico esencialmente está constifuida por los acfuales territorios
geográficos de México y centroamérica, sin duda desde el punto
de vista estrictamente geopolítico resultaría imposible prescinát ¿"
las islas de el caribe, d,ad,ala muy estrecha relación que desde época
muy temprana existió entre la importante población de dichas islas
con la muy densa y vital de la zor,a continental, o propiamenie rne-
7 En la actualidad existe una nutrida literatura sobre Mesoamérica. Re-
comendamos iniciar el periplo de su conocimiento con el rico material
sobre el particular que incluye: La Enciclopedia de rftéxico,José Roge_
lio Áll'arez (directoi), Méxióo, tomo x, l9gg, pp. 5212-5225.Tarnbién,
los ensayos especialmente preparados sobre
"it"rou,
por kene Sánchez
Ramos, carlos Figueroa rbana,Rodrigo páezMontalbán, Gisela Gon-
záIez, Consuelo Sánchez 1¡ Kristina pirker, publicaclos en la reyista Es_
tudios Latinoamericcrtos, Fcpys, UNAM, nueva época, año x, núm. 19,
enero-junio de 2003.
352
353
RgT.IexoNES SoBRE LAS ETAPAS CEOPOT-ÍTICAS Y LA POLÍTiCA EXTERIOR
soamericana. Aunque aquí sin duda también debemos reconocer que
los orígenes sociales y culturales de ambos conjuntos de pueblos, el
mesoamericano y el caribeño, sean en extremo diferentes, cotno cons-
tataremos un Poco más adelante.
Pues bien, Mesoamérica se hizo famosa dentro de la historia
universal no sólo porque por ahí llegaron hace exactarnente medio
milenio las primeras avanzadas que enviaba el capitalismo europeo
con colón ala cabeza, sino también por su increíble riqueza detno-
gráfico-cultural, por aigo más que una simple casualidad, asentada
sobre el vastísimo depósito de recursos cuyo encuentro virtualmente
fortuito carnbiaría la mismísima historia, no digamos de Europa, sino
del propio capitalismo y consecuenternente del mundo entero. vastí-
simos recursos americanos cuya exi'Stencia los europeos ciertamente
ignoraban, pero que a partir de entonces resolvieron con creces, a tra-
vés de las dinámicas y pragmáticas iniciativas expresamente encarni-
nadas por el citado capitalismo, todos los gravísimos problemas que
aquejaban entonces a Europa. Agudos problemas que precisamente
el propio capitalismo europeo esperaba originalmente resolver, con
su sin duda genial pretensiÓn de acceder de una lnanera directa y por
la vía oceánica a los igualmente respetables recursos de Asia'8
8 Los serios problemas que aquejaban al capitalismo y a los europeos
hasta el sigl,o XVi eran los muy crudos y largos inviernos, las hambres
y su inmediata consecuencia: las epidemias, las cuales no sólo se pre-
sentaban de manera periódica, sino que cíclicamente dieznaban a la
población, aunadas al no menos serio problema de la pennanente falta
d" rr,r*".ario rnetálico, a fin de insuflar y mantener en vida permanente
el vital ciclo producción-consulno del propio capitalisrno, dado que si
bien desde el siglo XIII se conocía la eiistencia del papel moneda que
eI propio Marcó Polo les mostró, tal como se empleaba desde hacía
sigios en el iurperio chino, el sistefna financiero capitalista europeo no
lo adoptó trasta el siglo XfX. Lue'go entonces, las proteínas arnerica-
nu, uniinas (papas o patatas que se pueden cultivar en cualquier tipo
de suelo, rnás los arenques provenientes de los gigantescos bancos de
Tenanova, sin pretender aquí dejar de lado a las especias mesoame-
ricanas) literalmente salvaron ala población europea; y ni qu: decir
del increíble e inesperado aliento, que de fonna directa y literahnente
inrnediata recibió ei rnismísüno capitalismo, con la llegada, a partir de
1530, de los fabulosos tesoros provenientes de los yacirnientos am€-
ricanos (esencialmente oro y plata en cantidades rnasivas)' Consultar
Leopoloo GoNzÁr-sz AcuAyo
Pues bien, Mesoamérica es tan importante en la historia de la
er¡olución humana que, para no pocos especialistas contemporáneos,
ocupa un lugar similar al de los otros dos grandes conjuntos y asen-
tamientos claves de población, que han tenido el papel primordial
enla evolución de la humanidad. Nos referimos en primer lugar, al
antiquísimo conjunto de pueblos que geopolíticamente ocuparon el
espacio geográfico llamado por los acfuales europeos Medio orien-
te, y en segundo lugar, al también muy antiguo ¡z vastísimo conjunto
geopolítico de pueblos, aunque con altísima prevalencia de la etnia
Han, que han ocupado desde entonces el inmenso espacio de lo que
hoy es China.
Ahora bien, al igual que ocurrió con los otros dos conjuntos cla-
ves de pueblos mencionados, a partir de que los habitantes de Me-
soamérica lograron controlar las proteínas vegetales, hace aproxi-
madamente entre siete y cinco mil años, entre otras las del maíz (en
náhuatl, tlaolli o centli), quedó resuelto el principal argumento para
el permanente asentamiento de muy diversos pueblos en esta región,
dado qlre en no pocos lugares de la misma Mesoamérica, designa-
dos como las "ollas cálidas", se pueden lograr hasta tres cosechas
al año. Pretexto para que no sólo ahí se dieran cita una multifud de
estos diversos pueblos, sino para iniciar la formación de sus ricas y
milenarias culturas, igualmente tan complejas y diversas como las
de sus pares en el Medio Oriente y en China.
De manera similar a lo que ocurrió tanto en el citado Medio
Oriente como en China, la geopolítica mesoamericana se caracteri-
zó además de por la diversidad de reinos y señoríos durante larguí-
simo tiempo flnalmente ahí asentados, por la permanente rivalidad
y disputa entre ellos, con ningún otro fin más que el de asegurarse
el control de los citados recursos (sin duda seguramente entre otros
las mejores tierras o el acceso a ellas), al tiempo que igualmente, por
paradójica lÓgica, también se establecieron estrictas reglas entre los
mismos, a fin de mantener todo tipo de intercambios, y mucho más
que eso, para regular una muy larga y obligada convivencia entre
los mismos.e
también: Moreau Defarges, Phitlippe, Dictionnaire de Géopolitique,
Armand Colin, Paris, 20A2, pp. 62-64.
sobre las complejas redes de convivencia política entre los grupos ná-
huas entre sí y con el mosaico de pueblos que ocuparon Mesoamérica,
REpIexIoNES SoBRE LAS ETAPAs CEOPOIÍTICASY IE POIÍTICA EXTERIOR
No obstante 1o anterior, sin duda un vital elemento de diferencia-
ción geopolítica entre la pareja de conjuntos mediorientales y chi-
no, por una parte, frente a los conjuntos andino y mesoamericano,
por la otra, estaría dado justamente por un aspecto particular de las
citadas reglas geopolíticas de convivencia e intercambios, pero en
este caso, pof aquellas especiales reglas que se dan por medio de los
flujos entre conjuntos, o bien si se quiere, interconjuritos. Es decir,
y de confonlidad con la teoría del profesor Jared Diamond, de la
Universidad de California, desde hace largos milenios los coniuntos
mediorientales y chino, a pesar de la muy respetable distancia que
los separaba, no sÓlo conocieron de su respectiva existencia, sino
mantuvieron de manera pennanente un muy alto flujo de comunica-
ción e intercambios, al grado de'integrar y articular todo un sólido y
antiquísimo eje geopolítico horizontal. Es decir, todo un dispositivo
milenario en alianza entre ambos coniuntos. Ahora bien, el profe-
sor Diamond también asegura que sobre dicho eje circularon, del
este hacia el oeste, porcelanas, lacas, marf,les, jades y otras de las
maravillas chinas, e inversamente del oeste hacia el este, tanto de
parte de los mediorientales como de los mediterráneos: oro, plata
y di""rros objetos elaborados, como los perfumeros de cristal, y lo
más importante y desde muchísimo tiempo antes: el cultivo de las
gramínáas fundamentales (trigo, sorgo, cebada, centeno) y la cría de
ios anirnales igualmente básicos (caballos, vacas, burros, camellos,
cabras, borregos, entre otros, cargados a Su VeZ con SuS respectivas
enfennedades), todos ellos elementos vitales casualmente origina-
rios 1, provenientes del Medio oriente, hacia china. Mientras, en re-
cipráciAud, desde las mismas épocas tempranas esta última también
exportó hactael oeste elementos tan importantes como eI attoz,las
gullinur y los puercos. Ahora bien, 1o verdaderamente interesante
de esta teoría det Eje Geopolítco y Milenario Horizontal, enuncia-
da por eI profesor Diamond, {s que, en su opiniÓn, dicho Eje no
tiene corespondencia con la eventual existencia de un respectivo
Eje Geopolítico vertical, igualmente milenario, aplicable tanto al
consultar, de David silva Galeana (autor que casualmente habla y lee
náhuatl), su tesis para obtener el grado de Licenciado en Relaciones In-
ternacionales titulada: "Las relaciones diplomáticas entre los distintos
señoríos del México Prehispánico, hasta 152I", Facultad de ciencias
Políticas y Sociales, UNAM, 1998, investigación dirigida por el doctor
Miguel León Portilla.
354 355
LEoPoLDo GoNzÁI-BZ AGUAYO
sistema de las Américas: del Norte, del Centro más el Caribe, con-
siderado como un sólido conjunto, y del Sur o Andino, considerado
como otro; sino también sin duda, para el caso del otro continente
igualmente con una geopolítica vertical, o sea África, hablando ob-
viamente tanto de la del norte, corno de ra subsahariana.l0
El mismo profesor Diamond rnenciona en otro estudio, que en la
práctica una serie de proteínas vegetales, como las papas o patatas
del complejo sistema andino, fueron llevadas y seguramente, más
que introducidas y difundidas, enseñadas a cultivar a los agriculto-
res de la parte norte del continente, tanto en los puntos de contac-
to entre ambos, dentro del sistema mesoamericano, o sea tanto en
centroamérica como en el archipiélago caribeño, por los propios
agricultores andinos durante su r"r'p.iiva migración natur al hacia
el norte. Y, de igual manera ocurrió haciael sur con el maíz,los fri-
joles, los jitomates, las calabazasy los chiles, propios de los agricul-
tores del sistema mesoalnericano, enseñados a cultivar y aprovechar
a los andinos, exactamente dentro de los mismos puntos de contacto,
pero por parte de los mesoamericanos. Todas ellas determinantes
fuentes de proteínas vegetales, genética y previamente preparadas
por el hábil e ingenioso talento de los pueblos americanos, las cuales
presumiblemente se transmitieron de manera mutua como dijimos a
través de los puntos de contacto que ambos sistemas establecieron
en centroamérica, por ejemplo, justo a la mitad del actual espacio
territorial de costa Rica, o bien, a través del estrecho contacto de
los pueblos continentales via mariti.ma, con los pueblos caribeños,
cuyo origen es precisamente sudamericano. Ahora bien, aquí debe-
mos hacer notar que hasta ahora no hay evidencias sólidas sobre la
existencia de flujos, con continuas corrientes de comercio (como las
que caracterizaron al Eje Horizontaf), así como de otro tipo de con-
tactos pennanentes entre ambos cdnjuntos y sistemas americanos,
que por ejemplo, siempre de acuerdo con los criterios del profesor
de la Universidad de Califomia, hubieran permitido difundir tanto
los elementos como los distintos criterios que finalmente crearon los
10 Sobre lateoria de los Ejes Geopolíticos Horizontales y Verticales, con-
sultar, del profesor .Tared Diamond, el estupendo estudio titulaclo .1r-
mas, Gérnlenes y Acero, La sociedad humana y sus destinos, Madrid,
Editorial Debate- i 998.
356 357
RenTBxIoNES SoBRE LAS ETAPAS cPOpOIÍTICASY IE POIÍTICA EXTERIOR
sofisticados lenguajes escritos y sus literaturas corrientemente usa-
dos y perfeccionados por los mesoamericanos, en el rnundo andino;
como por otra parte, las llarnas, la metalurgia del bronce y su asom-
broso sistema de lenguaje y organización estadística, tan familiares
entre los andinos, dentro del mesoamericano. En consecuencia, la
teoría geopolítica del citado profesor concluye que más bien el Eje
Geopolítico Horizontal, vir'fuahnente nunca se dio ni en el caso de
las Américas, ni en el de África del norte y la subsahariana.ll
Como hemos dicho, las propicias condiciones para la obtención
de proteínas en América tuvieron su cenit más que en el sistema
andino, en el sistema mesoamericano, al grado que el volumen ahí
acanzado por los asentamientos se reflejó por sí solo, corno míni-
mo, en alrededor de los dos tercios del total de la población existente
en América, a la llegada de los europeos.
Al igual que ocurrió en el modelo asiático (rnedioriental y chi-
no), los mesoamericanos también registran literalmente una explo-
sión de asentamientos, al deliberadatnente converger y darse cita
ahí muy distintos pueblos, a partir de que quedaron preparadas las
proteínas de origen vegetal, sobre todo elmaíz,la calabaza,losjito-
rnates, los frijoles y los chiles. En consecuencia, sólo fue un proble-
ma de tiempo para que empezafa a darse la disputa por los mejores
espacios de la región mesoamericana, antes de que pasara a con-
vertirse en un complejo asunto cotidiano. Es decir, eristió tanto en
Mesoamérica como en el mundo andino, un clásico dispositivo de
alianzas cruzadas, con el fin de neutralizar a los respectivos rivales,
a efecto de buscar un equilibrio (carnbiantes alianzas cruzadas y pre-
sunta búsqueda de equilibrios del tipo que intensamente existió, por
ejemplo, entre los países del llamado "concierto europeo", durante
el período 1870 a1914).
Sin embargo, el modelo de los asentamientos y la creaciÓ1 de
diversos señoríos y reinos mesoalnericanos también se aleja rela-
tivamente, tanto por el número como por la velocidad con que se
Il lbídenz, y tarnbién, del propio profesor Diamond, consultar el extracto
de su teoría respecto a que la difusión de ias milenarias familias de len-
guas de los agricultores, corrió paralela en el mundo, con la difusión de
las sernillas que a su vez ellos portaban: "Los agricultores del mundo
sembraron idiomas y semillas", The New York Tintes, Selección senla'
na.I de Refornta, sábado l7 de mayo de 2003, p. 6'
LEopoLDo GoNzÁlr z Acutv o
crearon,. del modelo medioriental y del chino. El caso de esta rápida
,v abigarrada reunión de señoríos y reinos en nuestro continente re-
sultaría mucho más parecida al del también milenario siste ma, tar
como se dio por largo tiempo dentro del espacio territorial de la
India' También sería similar al modelo de verdadera explosión como
ocurrió durante un rnilenio en el espacio de la Europa ibudal; v des_
de luego, al de los más de 200 señoríos y reinos que se dividieron el
espacio alemán, sólo hasta hace unos cuantos sig1os.12 En todos es_
tos casos, la geopolítica de las controversias y disputas corrió de la
rrano entre ellos, aunando o agregando en paralelo, o a pesar de esa
circunstancia, las iniciativas para mantener múltiples intercambios
de todo tipo, según ya lo hemos señalado.
Luego entonces, el rnodero geopolítico lnesoamericano rebponde
al de otros modelos contemporáneos suyos, que por lógica y como
es de pensarse, supusieron necesariarnente a su vez lapresencia de
dispositivos, con reglas, tanto parala convivencia como parael con-
flicto y la guerra.
Las s*betapas del modero rnesoamericano
Tal como ocurrió en los modelos medioriental"chino, de la India, de
la Europa feudal, así como con los posteriores reinos ¡z principados
alemanes, dentro de los cuales ciertos principados y reinos no sólo
acabaron prevaleciendo sobre los otros sino que además tendieron o
intentaron unificarlos, el modelo nlesoamericano por supuesto que
en ningún momento se sale de esta regla. De esta forma, podemos
identificar con cierta precisión, desde al menos hace tres o cuatro
mil años, procesos de prevalencia con sus eventuales procesos o in,
tentos de unificación dentro del mundo prehispánico, perfect4mente
registrados en el modelo de nuestra consideración,
"orrro "iari"u,subetapas, en fonna similar a como hasta ahora nos las han descrito
los historiadores, arqueólogos, antropólogos y otros especialistas.
12 Respecto a la respetable variedad de imperios, reinos 1, señoríos, por
una parte, situados en la India, así como por otra, la enorme
"uoiidodde reinos, señoríos y ciudades estados simultáneamente existentes en
Europa' durante los siglos XV al xvII, consultar Jean Michel sallnann,
Géopolitiqre du xvl siécte, 1490-I6IB,Édiúons du seuil, 2003, pp.
23-29,46-65 y 97-116.
358 359
REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAs cgOpOT-ÍTICASY Ie POIÍTICA EXTERIOR
Las principales subetapas culturales del mundo mesoamericano
son las siguientes:
a) La olmeca
b) La maya
c) La teotihvacana
d) Latolteca
e) La mexica o tenochca
Para todos estos casos, resultan materialmente imponentes hasta
la actualidad los testimonios materiales que al respecto nos legaron.
Geopolíticamente hablando, resultan no nenos espectaculares las
dimensiones espaciales, tanto en el sentido del. tiernpo como propia-
mente dentro del espacio geográfico, que ocuparon dichas culturas,
y ni qué decir respecto de Ia espectacularidad también alcanzada
en materia de ciencias, artes y técnicas producto, sin duda, de muy
elaboradas concepciones y reflexiones de grupos éliticos de las mis-
mas. Pero paranuestro objeto, el caso más concreto y vistoso sería
el de su manejo y desempeño de la organización política, que sin
duda supera en esta materia, incluso al de la registrada por sus
contemporáneos en las otras dos grandes regiones del globo, ya
que a diferencia de estos últimos, los mesoarnericanos en ningún
momento contaron con el colosal apoyo que implicó el Íluy res-
petable auxilio de disponer en materia de fuerza física, con hatos
y rebaños de animales de alzada (lo que garantizó a aquellos que
sí los tuvieron, eltre tnuchas otras cosas, además de las proteínas,
contar con el molino, el arado, la carceta y Su colrelato, el transpor-
te; así como el uso del fuelle pafa incrementar el grado de calor ne-
cesario a fin de reducir ios minerales y con ello alcanzat las distintas
metalurgias, especialrnente la del hierro y del acero), y ni siquiera
rebaños de animales de tallamedia.13
13 Sobre la existencia de una excelente organizacíón científica y técnrca
en el seno de las culturas lnesoamericanas, que en buena rnedida permi-
tió compensar |a falta de animales de tiro y de arrastre, a fin de lograr
muy altos nivetres demográficos dentro de estadios de desanollo relati-
vamente similares a los de las culturas asiáticas, africanas y europeas,
que sí los tuvieron, consultar: Yoko Sugiura Yamamoto, "La ciencia
y la tecnología en el México antiguo", Ciencia y Desarrol/o, México,
coNACyT, nitrn. 43, airo vIII, pp. 112-141
LnopoIoo GoNzÁI-rZ AGUAYo
Precisamente, apoyándose únicamente en la organi zaeión potí-
tica y la fuerza física humana, los mesoamericanos lograron crear
dentro del mosaico de estos diversos y distintos pueblos, focos de
poder con los cuales, adernás de obtener el predominio local, no
tardaron demasiado en literalmente llerrarlos a una perfección, y al
pasar a desbordar estos límites, eventualmente convertirlos en im-
perios regionales.
La swbetapa olnoeca
Diversos especialistas coinciden en que el primer.pueblo mesoame-
ricano organizado que dejó dentro del área mu1'respetables testimo-
nios de la expansión de sus asentamientos es el olmeca. A diferen-
cia de los últimos tres de la lista anterior, cu1'as originales matrices
de poder se situaron en las altas mesetas centrales mexicanas, los
grupos olmécatl (tal como los bautizaron los mexicas )/ en la corres-
pondiente traduccíón náhuatl: "habitante de la región del hule"),]4
ocuparon una extensa área del sureste de México sobre las tierras
cálidas y selr'áticas en las márgenes de las dos costas, si bien a su
vez incluyeron la meseta de oaxaa&, y hace alrededor de tres mil
años su influencia se extendió a través de las dilatadas costas del
Pacífico del propio Istmo Centroamericano, hasta la rnitad suroeste
del actual espacio teritorial de Costa Rica,ls antes de que por esa
l4 Consultar: "olmecas", Enciclopedia de México, director Rogelio Ro-
driguez Alvarez, México, tomo x, 1998, pp. 5595- 5596.
15 Es irnportante destacar que en los excelentes museos de San José de
Costa Rica, el Del Jade y el Del oro, aparece sobre el mapa cuadran-
gular de la actual República de Costa Rica, prácticamente dir¡idido por
mitad en triángulos rectos similares, siguiendo para ello eL trazado de
la ocupación geoestratégica llevado a cabo por los distintos y milena-
rios grupos prehispánicos: en el Del Jade dedicado a la representación
de los rnesoamericanos o "norteños": olmecas, mayas, teotihuacanos,
toltecas y mexicas, dichos grupos se asentaron sobre el espacio de uno
de dichos triángulos, en este caso el formado hacia el oeste por una
diagonal inclinada, diagonal que correría del r'értice sifuado en el no-
roeste en la Costa Atlántica, hasta el vértice del sureste en la Costa del
Pacífico con sus dos penínsulas, y cuya base perpendicular resultaría
ser la actual frontera con Nicaragua, mientras la correspondiente base
horizontal del mismo triángulo la form aria la Costa del Pacífico. En
360 36r
REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS GEOPOLÍTICAS Y LA POLÍTICA EXTERIOR
misma vía penetraranlos mayas. Es decir, el dispositivo geopolítico
de los olmecas, si ya incluía el mestizaje apartir de un núcleo de po-
der o una capital, y casualmente en los últimos años los especialistas
han encontrado que en realidad existieron "tres centros los cuales se
reconocen cotno las tres capitales consecutivas del mundo olmeca":
San Lorenzo (1200-800 a.C.), La Venta (800-400 a.C.) y Tres Za-
carnbio, los asentamientos de los "sureños", a quienes deliberadamente
se les reservó en San José el Museo del Oro, expresanente dedicado
a los grupos andínos, estos mismos ocuparon un triángulo sirnilar al
anterior, aunque invertido, es decir, cuya base horizontal la ocuparía
la Costa del Atlántico, mientras la actual frontera con Panarná pasaría
a ser la base vertical, y naturalmente la línea de separación de ambos
triángulos correría o la ocuparía la misma diagonal inclinada.
Pues bien, la anterior es sólo una apreciaciótr, Y& que otra concepción
paralela más bien establece que los norteños lnesoamericanos Se expan-
dieron por la costa centroamericana del Pacífico, hasta Panamá. Mien-
tras los sureños andinos, entre otros grupos los chibchas, Se reservaron
la costa caribeña o atlántica centroantericana, al menos hasta Nicaragua
y buena parte de Honduras, lo cual tiene lógica, ya que las islas del
Caribe prácticamente en su totalidad hasta el archipiélago de Las Ba-
hamas, fueron colonizadas desde muy antiguo por los pueblos ara''aks,
de los que Se derivaron lOs "tainos" Y los "caribes", con qnienes ca-
sualmente se tropezó Colón, y los cuales originalmente prorzinieron del
estuario y la cuenca del Orinoco. Pueblos caribeños y sudamericanos
establecidos en las costas atlánticas centroamericanas, con quienes, por
otra parte, comerciaban intensamente los mayas tanto por la vía terres-
tre corno marítima, al grado que los españoles constataron la existencia
de un sistema de faros y edif,caciones para facilitar la orientación du-
rante la navegación por las costas del Caribe, dispositivo especialmente
diseñado y establecido por los mayas. consultar, para la colonización
del Caribe por parte de los pueblos sudamericanos: Joseph Grolier,
Cuba, Cariefour des Coraióes, Société Continentale d'Éditions Mo-
demes llustrées, Paris, L970', tambien María Teresa Franco (directora),
Arqtreología Mexicana, Lct l,lovegación entre los A[ayas, México, vol.
VI, núrn. 33, especialmente los artículos de María Eugenia Rornero,
Anthony P. Andrews, Tomás Gallareta Negrón, Carlos Navarrete y
sonia Lombardo de Ruíz; y por últirno: "Los Mayas", José Rogelio
Alvarez(director), Enciclopedia de A,léxico, torno IX, 1988, pp. 5092 a
5104. Respecto a la eficacia de las redes de caminos tenestres tanto en
el mundo 1áhuatl como en el may4 consultar: María Nieves Noriega
de Autrey (directora), ArEteología Mexicatta, Rutas y Caminos en eI
A,Iéxico Prehispánico, México, ,o1. XIV, nútn. 81, sep.-oct. de 2006.
Leoporno GoNzÁr_rz AcuAyo
potes (400 a.c.-100 d.c.). Núcleos desde los cuales se cubrió una
enonne área de influencia que abarcó en forma radial a muy diver-
sos pueblos de distintas etnias y culturas. Fenómeno geopolítico que
estimuló profundamente, con la sola fuer za de su cultura, a todos
sus sucesores.l6
Fresumiblemente los olmecas también descendieron de grupos
provenientes de muy antiguas rnigraciones procedentes del norte de
América, si bien dichos grupos graduarmente se asentaron y durante
mu.v largo tiempo convivieron con otros pueblos establecidos tam-
bién desde muy temprano en el espacio del actual sureste mexicano,
dada, como ya dijimos, la gran facilidad parala obtención de proteí-
nas vegetales y otros elementos vitaleq dentro de esta misrna región
selvática. Sin duda, por esta misma razón,gradualmente los olmecas
se fueron desplazando y extendiendo tanto hacia el norte, dentro del
acfual espacio mexicano como por el centroamericano, hasta su feliz
encuentro al fondo de este último, dentro del acfual espacio costarri-
cense, de una materia altamente apreciada por ellos: el rarísimo jade
azul. seguramente este afortunado encuentro en el actual espacio
costarricense, además del hecho de también toparse justo ahí con la
innegable presencia, en su extensión haciael norte, de la migración
geoestratégica de los pueblos andinos, todo ello acabó definiendo
a su /ez- la huella y la cota de expansión geopolítica por el sureste
mexicano así como por el corredor centroamericano, de los límites
de expansión, no solamente para los olmecas sino para todos sus
importantes sucesores.
Por otra parte, dentro del actual espacio mexicano, siendo el pue,
blo base con la culfura madre, los ormecas esfuvieron directamente
relacionados y presumiblemente emparentados con diversos otros
pueblos: los mayas, los totonacas, los huastecos. los xicalancas v los
huejotzingas, por mencionar algunor. ilo, tres prirneros ocupurráo lu
vertiente del Golfo de México, mientras ros dos últimos, además de
16 Respecto a las investigaciones más recientes sobre la cultura "madre,'
olmeca, consultar: sara Ladrón de Guevara, ..Museo
de Antropología
de Xalapa", Arqueología Mexicana Edicíótt Especial 22;paur jchmidt
schoenber, "La época prehispánica en Guerrero', y Rosa MaríaRe1.na
Robles y Paul schmidt Schoenberg, "El estilo olmeca en GuerreÍo,",Ar-
queologíaMexicana, México, núm. 82, noviembre-diciembre de 2006,
pp.28-37 y 38-43.
TTEFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CEOPOIÍTiCAS Y I-¡ POIÍTTCA EXTERIOR.
los teotihuacanos, los toltecas y los nonoalcas, ocupando todos ellos
la meseta central mexicana. Por la importante vertiente del Pacífico
sur mexicano, encontramos en la meseta de OaXaca a los mixtecos
y los zapotecos directamente ernparentados con los olntecas, entre
otros muy importantes grupos que registran asentam.ientos cultura-
les más antiguos que los náhuas.
Pues bien, como también es de suponerse, los olmecas estable-
cieron dentro del espacio mesoarnericano, una de las reglas prehis-
pánicas de la geopolítica básica: la del itinerario en penetración a
través de las feroces tierras selváticas en los estrechos confines del
Istmo Centroamericano. Itinerario particularmente inclinado, si-
guiendo en especial la ruta de la vertiente del Pacífico, al menos
hasta ia mitad noroeste-sureste del actual territorio de Costa Rica,
y dada la estrech ez deIlstmo, procurando tener y mantener siempre
a su alcance la costa del Caribe, es decir, del Atlántico, lo cual se
consigue en Panamá. Itinerario geopolítico que de una rnanera casi
religiosa, y tro por una simple casualidad, los sucesores norteños
sigrri"ron con absoluta propiedad: los mayas, los teotihuacanos, los
toltecas ,v, finalmente, los mexicas. Luego entonces, muy relacio-
nado con lo anterior, tampoco es casual que en especial estos úiti-
mos bautizaranpor su parte con el apropiado nombre de Anáhuac
al importantísimo espacio geopolítico, cuya traducciÓn del náhuatl
no podía ser ni más sugestiva ni más poética: "latierra entre las dos
aguas", es decir, la muy vasta y espectacular tierra cuyos confines
gradualmente se van estirando y estrechando, ni más ni menos" entre
los dos gigantescos océanos.
Las subetapas teotiltwac&na y tolteca
Aquí debemos dejar constancia que el esplendoroso mundo teotí-
hul.ocano (en náhuatl, "el lugar o la ciudad donde los hombres se
hacen dioses") y el posterior, aunque también bastante notable, tol-
teca (ennáhuatl "Ia tierta o la ciudad entre los tules"), son amplia-
mente conocidos por la espectacularidad de sus construcciones, si
bien de ambos pueblos, comparados con el conocimiento que ya
disponemos en nuestros días sobre los lnayas, los mexicas, e incluso
en algunos aspectos de los olmecas, sólo alcanzamos a tener has-
362 363
L¡oporoo GoxzÁr_pz AcuAyo
ta el momento un conocimiento sobre ellos bastante fragmentado,
v respecto a sus dirigencias, dinastías e historia, aún relativamente
pobre, si bien eso no quiere decir que no se trabaje en nuestros días
intensamente para superarlo. Luego entonces, buena parte de lo que
reproducimos sobre ellos más adelante es lo que desde el árnbito
y la óptica de algunos testimonios, esencialmente mayas, nos ha
sido revelado sobre ambos ertraordinarios pueblos. También aquí
vale la pena recordar que precisamente fueron los mexicas quienes
trataron de reproducir en su espectacular capital y ciudad lacustre
knochtitlan,las colosales maravillas tanto del arte, de la ciencia,
de la espectacular arquitecfura y de la religión de los teotihuaca-
nos, pero también de los toltecas, así como que fueron ellos mismos
quienes, al igual que hicieron con los propios olmecas, les dieron en
su sonoro náhuatl la designación y el nombre con el que finalmente
conocemos aún atan eniemáticos pueblos.tT
Lu swbetapa rcaüyt
Hemos visto que para una serie de especialistas que trabajaron hace
aldrededor de seis y siete décadas, el dispositivo radial de la cultura
madre ohneca, sentó las bases de muy importantes grupos culfurales
posteriores, entre etrlos: los mayas, los huastecos, los teotihuacanos,
los toltecas y los nonoalcas.
Sin embargo, investigadores con trabajos mucho más recien-
tes, sin pretender poner en duda el presunto origen olmeca de los
segundos, más bien se han inclinado por desentrafiar la fabulosa
historia de estos supuestos grupos culfurales subsidiarios, dejando
por el momento rnás bien de lado la discusión sobre las complejas
conexiones de sus orígenes. De esta forma han alcanzado, sin duda
alguna mucha mayor precisión en la datación de los procesos histó-
ricos de estos últimos, lo que finalmente, tarde o temprano, obligará
arealizar pesquisas profundas sobre la misma culfura madre.
17 Respecto a los criterios ernpleados por los mexicas para denominar en
su propia lengua náhuatl, así como también para asignar funciones, a
los extraordinarios vestigios de la colosal meirópoli tátihuacana, con-
sultar:A.R. williams, "Teotihuacán secreto. La pira-ia" de la muerte,,,
Irlational Geographic, en españor, México, ocfu-bre de 2004, pp. 2-rl.
REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CPOPOIÍTICAS Y IE POIÍTiCA EXTERIOR
Como es bien conocido, durante su etapa formativa tanto la co-
lonización como la influencia maya, se extendieron de manera muy
amplia por los actuales espacios territoriales de Guatemala, Hon-
duias, El Salvador, Nicaragrta, Costa Rica, y una no menos extensa
área del sureste de México. Pero lo que muy pocos saben es que
los mismos mayas, con seguridad de manera simultánea, también
ascendieron hacia el norte siguiendo las costas del Golfo de México,
alrededor de dos mil años antes de cristo. Es decir, no sÓlo rebasa-
ron en Mérico el actual espacio territorial del estado de Tabasco
sino, sobre todo, el muy dilatado espacio del también actual estado
de Veracruz, hast a alcanzat la desembocadura del río Pánuco' En
consecue ncia,ocuparon haciael interio4 sobre la misma cuenca del
Pánuco, la extraordinariamente fértil átea selvática tropical desde
los contrafuertes de la Sierra Madre oriental hasta la llanura cos-
tera,conocida como La Huasteca. Esta área que se extiende por el
norte del estado de veracruz, el sureste de San Luis Potosí, una pe-
queña fracción del este de Querétaro y por el sur de Tamaulipas. Ahí
q.,eduron sus herederos, los actuales huastecos' cuya lengua y cultura
áescienden de la maya, si bien estos rnismos, al no tardar mucho en
encontrarse con |a migraciÓn de los puebios totonacos, y sobre todo
de los náhuas, el grueso de las iniciativas mayas en el área huasteca
debió entonces retroceder hacia sus originales confines del sureste
mesoatnericano, dejando a los citados huastecos en el centro de la
costa del Golfo, cuya refinada cultura y lengua terminó dandole el
nombre con el cual desde entonces se conoce a dicha región. Ahora
bien, la presión hacia el este ejercida por los náhuas, encaminada muy
concretamente bajo iniciativa de los toltecas apartit de su capital To-
llan (Tula), no sólo obtigó a un acuerdo de convivencia entre ambas
culturas, sino a una mezcla o simbiosis de la huasteca con la tolteca 18,
De conformidad con los especialistas, durante los últimos dos
o tres siglos antes de la era cristiana, com enzó en las comunidades
ffirenciade1osestudioshastaahorarea1izadossobre
el origen maS/ade los huasteccs y sobre la simbiosis realizada por éstos
con los toltetas, consultar la re'ista bimestral Arqueología Mexicana',
México, vol. XIV, núm. 79,mayo'junio de 20a6- También "Develan en
Tamtoc el Monumento 32, el rnás grande y antiguo de México' Sale
calendario alaluz. El monolito, que data del 600 a.C., obliga a replan-
tear la importancia de la cultura huasteca", Reforma' Sección Cultura'
martes 7 de noviembre de 2006, p' 8'
365
LgopoLoo GoNzÁIpZ AGLIAYo
mayas el período Preclásico, las cuales durante los primeros siglos de
nuestra era no sólo se habían constifuido en diversos reinos y señoríos
de rnuy disti'ta importan ciay variado peso, sino, con la complejidad
que por sí mismos habían alcanzado, dieron principio ,haciael terce-
ro y cuarto siglo de la era cristi ana, alperíodo clásico. Tampoco los
especialistas tienen la menor duda de que parael caso se trataba de
ciudades Estadci,le de entre las cuales destacaron tres por su parti-
cular importancia: Tihal (en el petén de la acfual Guatemala), copán
(cerca de la zona fronteriza de Honduras con Guaternala) y calak,
'rul
(en el estado de campeche en México), no sólo como fuentes de
poder sino como urbes Estados de primer orden (súper potencias les
llaman algunos de los actuales especialistas). En estas condiciones,
otras ciudades más como Dos pilas, Naranjo, caracol, yaxchilán,
Piedras Negras, Palenque, Toniná y euiriguá, también han sido con-
sideradas como importantes fuentes de poder, aunque de segundo
orden. ocupando un tercer nivel, ha queclado una multifud de co-
munidades ocupando el papel de ciudades subsidiarias, que apare-
cieron con un claro papel de tributarias, tanto del primero ,o*o d.l
segundo grupo, de entre las cuales algunas de ellas evenfualmente
lograron ascender al segundo rango, o bien que incluso alguna más,
temerariamente, se permitiera desafiar a los del primero.20
Lo importante aquí es que durante el período preclásico y eI clá-
sico del mundo Maya (exactamente igual a como ocurrió con las
ciudades Estados de la Grecia clásica), las ciudades Estados mayas
de todos niveles, se la pasaron todo este tiempo (del siglo III a.c.,
al siglo vIII y IX, de la Era cristiana) en alianzas, contr alianzas 7r
disputas interminables y, de la misma manera como les ocurrió a
los griegos, ninguna de las ciudades mayas, o bien una coalición
i9 Para una excelente discusión teórica sobre las ciudacles Estado esta-
blecidas en diversas partes del mundo antiguo y por supuesto también
en Mesoamérica, consultar Marshall J. Becker, ;.Ert ottora social en
la evolución de los Estados políticos en Mesoam érica,,, Los Mayas. El
esplendor de una civilización, T'ner,Barcelona, lggo, pp. a5-&.
20 Para un excelente estudio de los períodos preclásico
5r-óiari"o Mayas,
consultar de los autores británico y estadounidense, respectivamente,
Simon Martin y Nikolai Grube, Crónica de los Reyes
-y
Reina,s Ma_
yas. La Printera Historia de las Dinastías Mayas,Ed. planeta, México,
2002.
REFLEXToNES soBRE LAS ETApAs cpopolÍTICASv le polÍTICA EXTERIOR
de entre ellas, logró durante este importante período imponerse ni
siquiera circunstancialmente a todas o a una mayoría del gran con-
iunto. Es decir, se mantuvieron como entidades geopolíticas abier-
tas, sin unidad, dentro de la cual la propia inestabilidad geopolí-
tica regional resultado de la permanente disputa entre las propias
ciudades Estados mayas, se convirtió en el rnejor de los caldos de
cultivo para atraer las ambiciones imperiales de otros grandes Esta-
dos que, aunque lejanos, estaban bastante mejor consolidados para
dichas iniciativas. Estados que los observaron con particular aten-
ción desde la distante rneseta central mericana (a más de mil km de
distancia). De esta forma, es a partir del siglo IV de la era cristiana
que se hizo sentir, a través de muy diversas iniciativas, la enorme
influencia de la colosal metrópoli teotihuacana, la cualr alcanzaba
entonces su máximo esplendor. Influencia directa e indirecta que
prácticamente pervivió dentro del rnundo maya hasta el final de su
propio espléndido período Clásico, incluso mucho tiempo después
del definitivo hundimiento de la propia Teotihuacán, ocurrido en el
curso del siglo VII d.C.21
Dos o tres siglos después, algo similar sucedió con la influencia
y el esplendor de Tollan (en náhu atl "eL lugar o la ciudad entre los
tules", o Tula, en el actual estado de I{idalgo), la impresionante ca-
pital de los toltecas, cuyo mayor ascenso coincidió con eI período
Postclásico de los mayas, en el curso de los siglos IX al X1II de nues-
tra era, aunque en esta ocasión su impacto se sintió rnás bien en las
numerosas e importantes ciudades que para entonces la migración
mayahabíaido edificando en el norte de la península de Yucatán, ya
q,r" lur maravillosas y fantásticas ciudades del sur, colrespondientes
con los períodos Preclásico y Clásico del mundo maya, habían sido
abandonad as pafa ese momento. Marcada influencia tolteca que se
manifiesta -aseguran los especialistas- cuando dentro de este mis-
mo mundo maya del norte, se empe zó arectbir y sentit
fu
Pt-t"ncia
ffionados en la cita anterior abrevan al detalle en mu-
chas aportaciones de numerosos autores norteamericanos, británicos y
rusos, más la de una misión francesa y por supuesto, el no menos rico
material generado por el destacado trabajo de los especialistas guate-
rnaltecos, hondureños y mexicanos, resaltando en todo caso la estrecha
relación alcanzada entre mayas y teotihuacanos, concretamente la in-
fluencia de los segundos dentro del extraordinario eje o triada Copán,
Tikal y Palenque.
366 367
LEoPoLDo GorzÁlrz Acueyo
de poderosos grupos de comerciantes guerreros mayas, si bien -tam-
bién afi rm an- car acterísticamente "mericanizados,,, procedentes de
la región de la Laguna de Téminos y de las desembocaduras de
los ríos Grijalva y Usumacinta. Importantes grupos mayas de poder
"extranjerizados", que a su vez influyeron decisivamente en la for-
mación de una cultura, un arte y una religión "híbridas,,. por ejern-
plo se popularizó el rito de QuetzáIcoatl, (en náhu atl,,,la serpiente
con plumas de quetzal"), deidad que en la lengua mayalarcateca se
conoció entonces como Kukulcán y entre los quichés del sur con el
nornbre de Necxif. Antiguo rito que si originalmente provenía de los
legendarios teotihuacanos, fueron los toltecas los que lo difundieron
hasta Yucatán. Estos grupos mayas "híbridos,, estuvieron, entre otras
interesantes cosas, estrechamente conectados con el florécirniento
de los entonces complejos sistemas "internacionales,'de comercio,
como aquellos que se practicaron intensarnente a partir de los baza-
res de Xicalanco puerto de comercio marítimo que se situaba en la
actual costa sur de Campeche de Naco, puerto de cornercio terrestre
ubicado en la meseta de la actual chiapas, y de Nico, puerto de
comercio situado en la meseta de la actual Guatemala. Grupos de
interés principalmente económico que, con criterios y procedimien-
tos muy diferentes a los tradicionales de las elites político-religiosas
mayas, no sólo se fueron apoderando en buena medida del sistema
de decisiones políticas dentro de los nuevos e importantes centros de
población situados al norte en Yucatán, sino de paso les irnpusieron
sus nuevos enfoques y concepciones esencialmente militar,econó-
micas. Centros entre los cuales destacaron los modelos aplicados en
ciertas urbes, como chichen rtzá, rJxmal, Tulúm y finalmente Ma-
yapán,la cual terminó imponiéndose, por alrededor de un siglo, a la
mayor parte de las demás.22 En otras palabras, el dispositivo abso-
lutamente solemne, refinado y calen darizado de las antigups dinas-
tías fue substifuido por el mucho rnás flexibte y pragmáti{o de los
comerciantes guerreros, los cuales no se preocuparon más por dejar
gtavada en refinadas estelas y frisos, la cronología e historia tanto
22 Sobre el fenómeno de la expansión y "mexicanización,'de los procesos
de la cultura maya, especialmente a partir del siglo x de la eraCristia-
na, consultar. José Rogelio Ñvarez(director), Enciclopedia de Méxíco,
op. cit. De igual manera, consultar: simon Martin y Nikolai Grube, op.
cit.,pp.226'nA. También Los Mayas. El e:splendor de una civil.iza.ción,
op. cit., especialmente los capítulos VI, VII y VIII, pp. 73_l 15.
REFLEXIONES SOBRE LAS ETAPAs CpOpOIÍTICASv t-¡ pOI-ÍTICA EXTERIOR
de su obra como de los grandes acontecimientos ocurridos en su
tienrpo,aunqueseguralnentedejaronparalaposteridadbuenaparte
de dichos inventario, .r, los libros o cÓdices' en forma de biombo
(de corte za o depiel, los cuales también incluían rnuchísirnos oiros
"orro"i*ientos),
mismos que por cientos, si no es que por millares,
fueron achicharrados en grandes hogueras durante el siglo XVI por
los recién llegados religiosos españoles'
Y, por supuesto, es el conjunto del mundo maya' aunque para en-
tonces más bien se presentara como un pálido y desarticulado reflejo
respecto a su fantárti"o e increíble esplendor de siglos antes, el que
encontraron finalmente los mexicas o tenochcas durante la rápida
formación de su imperio ocunida en el curso de los siglos XV y XVI
de la era crist iana, y muy concretamente hasta el año I52L, en el
transcurso de Ia máxima expansión imperial, a partir de su no menos
prodigio s a metrópoli : Tenochtitlán'
23
Comosabemos,elmundogriegosevioporvezprimeraunifi-
cado en el siglo IV a.c., a consecuencia de la invasión del Imperio
Macedonio (griegos del norte) y por supuesto' con la inmediata y
subsiguienteinr,asiónporpartedellmperioRomano.Puesbien,en
Mesoarnérica no ocurrió 1o mismo, ya que ni teotihuacanos ni tol-
tecas ni mexicas unificaron en ese misrno sentido al lnundo lnaya'
ysóIomuyexcepcionalmenteaotrosmuydiversospueblosSome-
tidos, a trar,és de una serie de reglas y procedirnientos incluso jurí-
dicos comunes, dado que el principio irnperial Inesoantericano más
bien descansó en fabricar un eficiente sistema de pueblos tributarios'
permitiéndolesporlogeneralconservarsuspropiasinstitucionesa
fin de apoyarse no sÓlo sobre las respectivas estructuras ya existen-
tes,sinosobretodoenlalegitimidaddelospropiosgobernantesna-
tivos. Si bien también es cierto, que a fin de mantener muy claros los
ffinto rnás profundo sobre el extraordini nelsonaje,
creadorydiseñadordellmperioMexicaoTenochca,consultar:Antonio
velasco piña, Tlaca.elel, nl Artnro entre los Aztecas, México, Editorial
Jus, lg7g. páru un estudio detallado del abiganado sisterna de pueblos
existentes en la rneseta central, así como de su dispositivo de relaciones y
;;ñ;ñrio. *ontado duranie la época de lamáxima expa*sión mexi-
ca, consultar: charles Gibso n, Loi aztecas
.baio
eI dontinio español,
l5lg-llI0. ilgro XXr, Méxtcot,1967. También George clapp Vaillant,
La civilizaciói azte ca, FCE,México' 2003'
369
Lsopoloo GoxzÁmz AcuAyo
sírnbolos de la sujeción, normalmente "secuestraron,, a las deidades
religiosas de los pueblos sometidos, las cuales -al igual que hicieron
los romanos- tanto los teotihuacanos, como los toltecas y finalnlen-
te los mexicas, fueron colocadas dentro de sus respectivas capitales,
en un lugar o "panteón" ad hoc al que por rupu-rto en adelante se
dirigirían los peregrinos, desde las sedes que originalmente habían
ocupado dichas deidades secuestradas, peregrinos provenientes de
muy alejadas distancias. como consecuencia de todo esto, ra verda-
dera unificación, no sólo de los ma,vas sino del respetable abanico
de pueblos existente dentro del rzasto universo mesoamericano, fue
el trabajo de los brillantes estrategas diseñadores del dispositivo de
construcción y cimentación der irnperio español, según veremos a
continuación.
otro notable aspecto der dispositivo que montó la dirigencia
nrexica para alcanzar su fulgurante ascenso, que en el curso de un
siglo los convirtió en uno de los más poderosos imperios del mundo
prehispánico, es el haber cubierto literalmente todos los requisitos
supuestos por la teoría del propio dispositivo, veamos: a) una pode_
rosa ideología, además de referida a sus propias deidades religiosas,
con un arraigado sentimiento de superioridad, incluso raciat; u; un
articulado sistema de alianzas con los vecinos, con el que debuta'
desde su llegad a alacuenca del valle de México, durante las prime-
ras décadas del siglo xIV, arianzas que van modificando a medida
que se fortalecen, hasta lregar en los siglos xv y principios del xvI,
a descansar en una muy estrecha relación con los señoríos cle T-ex-
cooo y de Tacuba, no sólo a efecto de mantener el equilibrio dentro
del abigarrado y cornplejo escenario de la meseta central, sino a
fin de permitirles guardar su vital iniciativa expansiva dentro del
munclo maya y del centroamericano; c) un dispositivo diplo'ráti-
co ad hoc, impulsado por ra elite de los comerciantes tlatelolcas
o pochtecas, quienes protegidos mediante dicho estatuto de carác-
ter sagrado cumplían simultáneamente con tres funciones básicas: l)
ser comerciantes, 2) ser agentes diplomáticos, y 3) ser espías; d) un
eficiente dispositivo militar profesional sumamente complejo y alta-
mente sofisticado. Ahora bien, desde la época de los teotihuacanos y
toltecas, los reinos en condición mediterránea, concretamente el de
los tlaxcaltecas y el de los huejotztngas,se interpusieron en el camino
370
REFLEXToNES soBRE LAs ETApAs csopolÍTICASv l-¡ polÍTICA EXTERToR
de las iniciativas de todos ellos hacia el sureste. De esta fonna, los
teotihuacanos lograron neutralizar a los huejotzingas pero no así a
los tlaxcaltecas, mientras que posteriormente al expandirse hacia el
sureste los toltecas, decidieron mejor rodear ambos reinos, al no po-
der someter aninguno de ellos. Con estos antecedentes, los mexicas
les lanzaron a ambos reinos todo el peso de su respetable poder,
pero de nueva cuenta, al sólo lograr controlar a los huejotzingas,
mantuvieron a cambio una espantosa presión sobre los tlaxcaltecas
hasta lograr bloquearlos durante un considerable tiempo y con ello
ponerlos literalmente contralapared, y casualmente era Su angus-
tiosa y desesperada condición cuando aparecieron inesperadamente
en el horizonte las avanzadas de los europeos, con quienes los afec-
tados no dudaron un minuto en aliarse, e incluso constituirse ellos
mismos en el elemento básico dentro de la iniciativa de los propios
europeos, a efecto de contribuir decisivamente al exterminio de sus
últimos rivales histÓricos.
Como podemos ver, las reglas de la latga etapa prehispánica in-
cluyeron entre sus dispositivos todo lo correspondiente a sus crite-
rios teóricos, inclusive el de un especial o particular tipo de política
exterior. Regla que se aplicó en este vastísimo sistema de reinos y
señoríos prehispánicos, normalmente exhibiendo cruces y entrecru-
ces de intereses, a muy distintos niveles de jerarquías de dominio y
por supuesto fluctuantes o cambiantes, 1o cual obligó a rnantener una
serie pennanente de rnecanismos de equilibrio basados, entre otras
cosas en el viejo sistema de alianzas y de contralianzas. Relación
sumamente rica en la cual, durante milenios, se hicieron familiares
en el respectivo dispositivo, entre otras cosas, por ejemplo, los Esta-
dos "tapón" del tipo de Tlaxcala y Huejotzingo. Al igual que ocurrió
en loq similannente plurales modelos y correspondientes tipos de
políti{a exterior de la India, Europa rnedieval }' del conglomerado
alemán de señoríos y reinos al que ya nos hemos referido, el corres-
pondiente tipo de política exterior implementado entre los rnúltiples
vecinos de la extensa área mesoamericana fue extraordinariamente
rico, dinámico, plural Y comPlejo.
En lo que respecta a la representaciÓn de la ambigüedad, el me-
jor ejernplo que salta por sí solo, exactay justamente al final de esta
etapa, es el de las profundas dudas del poderoso Emperador Mocte-
zumaXocoyotzin respecto a Ia verdadera identidad de los europeos,
Lgopoloo GoNzÁI-BZ AGUAYo
recién desembarcados en las costas del Golfo. Dudas que finalmen-
te resuelve enviando muy espléndidos regalos al pequeño grupo de
recién lleg ados, incluyendo algunos particularrnente espectaculares
de oro y de plata, presentes acompañados con la increíble petición
dirigida a sus atónitos beneficiarios de que al recibir los obsequios
regresaran por donde habían venido. Todos conocemos esta historia,
y el resultado.
2. La etapa hispánica
Como hemos dicho anteriormente, el dispositivo de avanzada del
capitalismo europeo, encabezado por españoles y portugueses, fi-
nalmente irrurnpió desde el área del Caribe sobre Mesoamérica, co-
mandado por los castellanos. Como todo mundo sabe, a partir de "la
cabeza de puente" establecida por ellos mismos durante los últirnos
años del siglo XV en la isla La Española (actual República Dorni-
nicana y Haití), clesde dicho estupendo balcón se inició el recono-
cimiento destinado a facilitar la gradual ocupación del área conti-
nental, o la "tierra finne". Sin ernbargo, después cle varios intentos
fallidos, fue hasta 1519 cuando la célebre expedición al mando de
Herlán Cortés se dio de manos a boca con las áreas densamente
pobladas del México costero, desde donde el pequeño grupo direc-
tamente accedió a la vital área central y, desde luego, a todo lo esen-
cial de los fabulosos recursos mesoamericanos, que a partir de las
sucesivas metrópolis que se sucedieron en las altas mesetas y en el
curso de los mil doscientos años previos se habían detentado bajo la
guía de los tres extraordinarios imperios ahí asentados: teotihuaca-
no, toltecf y mexica.
I
Lo qué ocurrió inmediatamente después es relativamente cono-
cido. En primer lugar, la genialidad castellana imaginó de inme-
diato un dispositivo que le permitierautllizar en su favor, las pug-
nas de los poderosos reinos existentes, a fin de aprovechar en lo
inmediato la inapreciable fuerza, más que de los señoríos y reinos
más débiles, la de los más agraviados, a fin de convertirla en un ex-
traordinario ariete y poder deshacer con el mismo la de aquellos, no
solarnente rnás poderosos sino muchísirno más peligrosos. tJna vez
ITEFLEXIONES SOBRE LAS ETAPAS CBOPOT-ÍTICAS Y LA POLITICA EXTEP'IOR
conseguido 1o anterior en 152L, prácticamente no tuvieron grandes
problemasparasometerconrelativafacilidadatodoslosdernás'Es
decir, se repitió el modelo estratégico que incluyó el mismo dispo-
sitivo mil setecientos años antes, con los prirrcipios empleados por
Ios romanos en la construcción de su propio imperio, al poner a sus
rivales unos contra otros'
Estamos hablando del hecho 'de
considerat aI reino de los tlar-
caltecas como el elemento toral del dispositivo castellano, lo cual
IespermitióaestosúltimosnosóIohacersedelosincreíblesrecur-
Sosamericanos,sinoademás,desdedichaplataformaalcanzarlos
de Asia. Es decir, no Se puede imaginar la construcción del colosal
imperioespañolrlotupr.r"rr.iudelostlarcaltecas,yaquedespués
del brillante éxito obtenido parasometer a los mexicas' los tlaxcal-
tecas(quienesfueronlosúnicosautorizadosparaconservarsusdi-
nastías nativas) acompañaron fielmente a los españoles en el grueso
de sus grandes iniciativas geopolíticas posteriores, hacia el norte y
noroeste, por ejemplo: ia colonización de la inmensidad septentrio-
nal (entre otras ,o,u, fundaron la ciudad de Saltitlo) lracia Texas,
Nuevo Mérico, las Californias, Sonora, Sinaloa; hacia el occi-
dente:JaliscoyMichoacán;yhaciaelsurysureste:Guatemala,
Honduras,Nicaragua,EcuadoryPerú'Ademásdeponerpartede
las tropas para lu lorrquista de las Islas Marianas (Guam) y, sobre
todo,paraladelasFilipinas.PeroSeguramentelomásimportante
y trascendente de este genial dispositivo fue el hecho de que durante
lostreslargossiglosdela"oloniaespañola,lobiencimentadodel
modelo le evitó a España tener que recuffir al costoso uso de tropas
de ocupación, las cuales
"n
nin!ún momento existieron en Améri-
ca,>laquelogrómantener,i.mp,.elcontrolylaseguridaddela
inmensidad de estos espacios descansando sólo en Ia fuerza de los
proPios nativos. r --l
Peroelasuntonoquedóahí,yaquealavistadeléxitoobtenido
desdeprincipiosdelsigloXVlporl.osespañoles,elmismomode-
lo sería utilizado en buena ,rr"áidu por los ingleses a pattir de su
colTespondientedispositir'otáctico'conelfindesometer'aunque
sibiendossiglosdespués,enelcursodelarevoluciónindustrial'
durante el siilo xvlil; a La exttaordinaria di'ersidad de señoríos y
reinos de la India. Iniciativa que' en el modelo británico' el admi-
373
Lropor-oo GoNzÁlrz AcuAyo
rable y oportuno papel de los tlaxcaltecas que cubierto con creces
por los sihjs, quienes al llenar este estratégico déficit, les pennitio a
los súbditos de Su Graciosa Majestad apoderarse de la inmensidad
de los recursos de aquel subcontinente, recursos con los cuales edi-
ficaron el respetable dispositivo estratégico y la platafonna sobre
la que posteriormente montaron su espectacular imperio planetario.
Por otra parte, guardándose de repetir con celo las mismas figuras,
sin tener que recurrir en ningún mornento a las tropas de ocupación
y finalmente designando incluso a su propia y espléndida entidad
colonial con el nombre de virreinato.
Ahora bien, desde la platafonna novohispana, los castellanos no
sólo construyeron la inmensidad de su imponente imperio planeta-
rio, sino además depositaron en la Nueva España tanto la seguridad
como el propio equilibrio del imperio. En consecuencia, durante
todo el siglo XVI el dilatado imperio español, cómodamente des-
cansando en la supremacia novohispana, le permitió alacorona de
Madrid llevar y mantener durante dicha cenfuria una política mun-
dial de súper potencia.
Ya que hablamos de los éxitos geopoliticos del Imperio Español
a través de no pocas de las iniciativas novohispanas, en opinión del
autor Rodrigo Rivero Lake, si los novohispanos llenaron con creces
los vacíos que dejaban tanto los frecuentes conflictos como las crisis
y las co1.'unturas que casualmente se les abrían desde Madrid, la con-
quista de las Filipinas (que finalmente realizaron tropas tlaxcaltecas
y presumiblemente mexicas) les ofreció insospechadas posibilida-
des para que los mismos novohispanos -superando o rebasando las
limitaciones que les imponía, entre otras cosas, el sistema de castas en
el virreinato-, construyeran su propio dispositivo catapultados desde
la nueva extensión filipina, a efecto de mejor proyectarse en Asia.
De esta forma, su primera iniciativa fue continuar con la tradición
establecida por Magallanes, de involucrarse activamente en los con-
flictos locales, y con dicho pretexto participaron con éxito en las
querellas de los rnúltiples señoríos tanto de las propias Filipinas,
como de las vecinas Molucas, pero igualmente en las muy opor-
tunas querellas del reino de camboya. Durante este tiempo, como
consecuencia de la misma dinámica y de algunos naufragios novo-
hispanos ocurridos en las costas japonesas, además del auxilio reci-
RgpIgxToNES SoBRE LAS ETAPAS CTOPOIíUCAS Y IN POIÍTTCA EXTERIOR
bido en la ocasiÓn por las dirigencias niponas, éstas aproyechalon
patasolicitarles el envío de mineros novohispanos, a fin de que les
enseñaran las técnicas de explotación de las minas de plata, dado el
manifiesto interés por tener monedas no sólo de la calidad sino del
prestigio de las producidas por el virreinato' Al mismo tiempo, los
novohispanos convirtieron a Manila en una dinámica y cosmopoli-
ta urbe comercial, con gran presencia de mercaderes chinos, mala-
),os, malasios, indios, javaneses, japoneses, áraboS )t, desde luego,
españoles y novohispanos. Ahora bien, en ocasión del combate a
los piratas japoneses y malasios -los cuales asaltaron y destruye-
ron Manila por 1o menos en dos ocasioues y la asediaron en otras-'
durante una misión diplom ática ante el emperador chino en Pekín a
fin de solicitarle su apoyo, éste no sólo los recibió muy bien sino les
ofreció un espacio en la costa china del sur que, bajo el modelo de
enclave como el que funcionaba en Macao, los mantuviese al mismo
tiempo tanto al abrigo de estas dificultades, como bajo la protec-
ción del espacio chino. Merced a todas estas iniciativas y dinámicas
geopoliticas novohispanas, tampoco cuesta mucho trabajo entender
por qué durante los siglos XVI y XV[, se considerara al Océano Pa-
cífico corno un lago esPañol'24
El problema del costo demográfico mesoamericano' Es un he-
cho histórico que en números absolutos y relativos la demogtafia
ffiseconómicasypolíticasnovohispanaS,entreotras
cosas con proyeccién hacia muy diversos puntos de Asia, a trar'és de
las Filipinas, Jonsultar Rodrigo Rivera Lake, "Proyección mexicana en
Asia,, en L'a presencia. noráhirpona. en el Pacffico Insular, México,
Conaculta-rN"o-UtO " 1gg2, pp. 27-40. Para entender mucho meior la
trascendencia del dorninio oceánico, así como la correspondiente agtia
disputa por el control del mismo y el esfuerzo que implicó ponerlo al
servicio del naciente capitalismo, consultar las siguientes obras: Juan
A. Ortega y Medina , Et cofficto anglo-espa.ñol por el dotninío oceáni-
co (siglos xvr y rr,,j,uNAr4, México, Igg1.,Alfred w. crosb-v, El inter-
cambio transáceánico. Consecuencias bíológica.s y culturales a partir
de l492,UNAM, México, 1991; Carlos Bosch Garcia,Tres ciclos de na-
vegación mundia.l. se concentraron en Antérica, UNAM, MéXiCO, 1985;
.T. H. Harris, El desctúrintiento del mar,México, Conaculta-Gri-ialbo'
1991; Ralph Davis, La. Europa atlántica.. Desde los descubrintientos
hasta la índustrializacion, sigto xxl, México, 1989; Michel Mollat du
Jourdin, Et'n'opay eI rnar,Barcelona' Editorial Crítica' 1993'=.
=
T.
3
Jt
i-
.s
{*.
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375
Lpopor-oo GoNzÁr-pz Acueyo
mesoamericana era con mucho, al momento de la llegada de los
europeos, no sólo la más importante del continente, sino que además
se mantenía en plena expansión. Población que significaríaenvolu-
men, alrededor de no menos de 25 millones de habitantes (compá-
rense con los 6 a9 millones en que se calcula entonces la pol -rción
de España), lo que equivaldría a, entre dos tercios y tres cuartos del
total de la población americana de la época. Población que con la
llegada de los europeos inmediatamente pasó a ser víctima, ade-
más de los abusos y de los conflictos bélicos, especialmente de los
gérmenes epidémicos que, por definición aunque original e incons-
cientemente, portaba el dispositi.r'o de los propios europeos. De esta
fonna, aunado a todo lo anterior, la inrne diata pérdida de las elites
prehispánicas: político-religiosas, culturales, sociales y económi-
cas, desencadenó una severa crisis de orden psicológico-moral entre
los mesoamericanos sobrevirrientes, todo lo cual ocasionó en pocas
décadas, la peor hecatombe demográfica que hubiera presenciado
hasta entonces la humanidad. A eso se refería el dominico Fray Bar-
tolomé de las casas con sus angustiosos llamados a la Corona espa-
ñola, al señalarles "la rápida despoblación de Las Indias", dado que
la población total se redujo drásticamente durante ese breve tiempo,
al 1006 o menos de la total. Es decir, la catástrofe dernográf,ca fue
de tal naturaleza que se requirieron siglos pararecuperarse. De esta
forma, en el primer censo llevado a cabo por las autoridades rrirrei-
nales, a fines del siglo xvIil, la población total de Méxic o alcanzó
poco más de seis millones de habitantes,2s que se calcularían en siete
millones a mediados del siglo xIX y en quince millones en el censo
de 1910. De esta fonn a,430 años después de la llegadade los euro-
peos, la población mexicanavolvió a sulnar 25 millones, de acuerdo
al censo de 1950.26
25 Sobre las deplorables condiciones de la población novohispana y los
increíbles privilegios de las elites oligárquicas, a fines del período co-
lonial, consultarAlejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino
de la lVueva España, Cía. General de Ediciones, México, 1953.
26 Para una detallada explicación del fatal efecto de los gérmenes aporia-
dos tanto por europeos como por africanos sobre las densas poblaciones
indígenas americanas, consultar el excelente estudio del profesorAlfred
W. Crosby, El intercantbio tra.nsoceánico, cottsecuencias biológicas y
cultw.al.es apartir de 1492, UNAM, México, I991.
I{EFLEXIONESSOBRELASETAPAscBopoIÍTICASYLAPoLrl.lUAbÁrtrKj
Porotrapatte,lacatástrofedemogrítficatuvocomoinesperado
resultado geopoliiico, rlo só'o el más fTcil sometimiento de los diez-
rnados núcleos de población de los distintos reinos indígenas' sino
suigualmenterápidoaglutinamientodentrodelaampliaysólida
unidad diseñada por el nuevo orden imperial español' Ahora bien'
comodetodasformasydurantemuchotiempo,lapoblacióneuropea
continuó resultando simbólica comp arada con la densa población
nativa, amén Oe ioda clase de disposiciones €xpresas para evitar que
los indígenas ascendier all, atra*s de las distintas escalas: política'
económica,socialyreligiosa'muchomenosseimaginóqueparti-
ciparanasífuesetangencialmenteenlaadministraciónimperial.De
esta manera, resultalerfectamente erplicable que nunca se permi-
tieralaimplantaciónenlascolÓniasespañolasnidelacomunani
del cabildo, dos formas democráticas y de autogobierno bastante
conocidasdelordenpolíticocastellano(atalgradoquetantoVasco
NúñezdeBalboaenPanamáenl5l3,comoHernánCortésenMé-
xicoenl5lg,inrnediatamenteutilizaronjustolainstituciÓnsobera-
nadelcabildo,afindeindependizarsedelosempresariosquepa-
trocinabanSusrespectivasexpediciones),salr'oenelcasodeCosta
Rica, donde de en;ada se debió recurrir, implementar y estimular el
cabildodemocrático,yestoúltimoporrazonessumamenteparticu-
lares.Todoloanteriorocasionoqo.,encambio'enelvirreinatono.
vohispano,sindudatambién"op,.,.'ciaformaldelcabildo,pero
nuncadesusprocedimientosdemocráticos,sedejaragranlibertad
deacción,enespecta|parasusnegocios,alosmiembrosdelasmuy
poderosas oligarquías iocalet' ts áecir
' apatte de la de la capital' las
de puebla, Guanajuato, zu"ít""us, San Luis' Aguascalientes, Que-
rétaro, v*Jud (Morelia), oaxaca, Guadal aiara, Mérida, Taxco'
Yeracruzyvariasciudadesyregionesmás,lascualesdispusieronen
su favor de la propiedad de 1{ ii"nu,de las minas, del comercio, de
los solares urbanos, de la altaly mediana burocracia, más una mano
deobraindígenanumerosayadiscreciÓnenellímitedelasubsis.
tencia,eincluso,queselegitimaÍaÍasímismosmanipulandoasu
gustoelcabildo.ro¿oelloacambiodequeestoicamentesoportatan
la absoluta central izaciondel verdadero poder político y religioso"
enlasmanosdeunpuñadodeconfiablespeninsularesespañoles.
376
377
LeopoLoo GoNZÁLEZ AGUAYo
Aquí aparece con bastante claridad la representación de la ambi-
güedad como sistema. España nunca confió, ni por error, en permitir
a los novohispanos la mínima posibilidad de autogobernarse y para
que no hubiera dudas, extermin ó atalgrado a las elites prehispánicas
.v a su memoria, especialmente con objeto de borrar en definitiva su
reconocida capacidad para la creación y organización de colosales
entidades geopolíticas, que en la actualidad cuesta bastante trabaio
reconstruir las raíces de dicha importante etapa. Aquí cobra toda
su lógica la destrucción sistemáticade los códices.27 Es decir,nad.a
que los llevara a reflexionar sobre su propia y prodigiosa identidad,
y menos a contaminarse con las discusiones democráticas. por su
parte, a los criollos deliberadamente se les dejó un gran poder, según
hemos dicho, pero a fin de que no abusaran ,lareglafundamental del
cabildo permitido fue siempre atenerse a las decisiones verticales en
las cuestiones de fondo. Desde luego estos criterios pennearon hasta
la propia denominación que se le impuso a partir de su creación, a la
innegablemente poderosa nueva entidad: "virreinato".
En fin, durante la época hispánica sin duda la más vistosa repre-
sentación de la ambigüedad fue, desde un principio, la existencia de
los "mestizos" (normalmente hijos de español con indígena), quie-
nes de inmediato se encontraron simultáneamente rechazados, tanto
por españoles como por indígenas, lo que equivale a decir, tanto por
la casta superior como por la inferior, y los cuales a fin de sobrevivir
desarrollaron durante los siguientes tres siglos toda una particular
y muy astuta cultura, que nafuralmente incluyó o se basó, entre otras
cosas, en la necesidad del uso de un doble lenguaje, característica de la
cual sin duda la me.jor y más rica de sus representaciones actuales
es la llamada culfura del "sí, pero no", o del'ho, pero sí", en otras pa-
labras: "la cantinflada",es decir, la capacidad o la posibilidad de poder
27 Respecto a la liquidación sisternática de los elementos que permitían no
sólo conocer, sino especialmente mantener además de viva, una muy
alta conciencia sobre las grandes realizaciones geopoiíticas mexicas o
náhuas, rescatados incluso entre otros autores, por el franciscano Fray
Bernardino de sahagún, consultar cantares Mexicanos, songs of the
Aztecs. Translated fro* the náhuatl, with an Introduction and Com-
ntentany, by John Bierhorst, stanford university press, l9g5; también,
Arnos Segala, Lite ratura náhuatl, Fue nte s, id entid ad e s, re pre s enta cio-
ne s, Conaeulta-Grijalbo, México, I 990.
RerLBxloNES soBRE LAS ETApAS cropolÍTlcAs v I-e polÍucA EXTERIoR
decir todo, pero dentro del objetivo de no comprometerse, de hecho,
llegar a no decir nada.
Por otro lado, cuando en Ia ma-Vor parte del siglo XVII la metró-
poli europea se vio envuelta en gravísimos problemas, entre otros,
las terribles guerras de la sucesión dinástic a, más no pocas hambru-
nas cíclicas, y su correlato, las epidemias periÓdicas, todo lo cual
provocó verdaderas catástrofes e ingentes dificultades para cornuni-
carse con sus colonias,Z8 en cambio el dispositivo montado a aargo
de la Nueva España funcionó por el contrario, estupendamente. El
opulento virreinato (así lo llaman algunos historiadores cubanos)
no sólo se urbanizó, sino sus ciudades prosperaron, además de para
cubrir el papel toral que se le había encomendado durante el crucial
siglo XVII, coh objeto de abastecer con sus propias exportaciones la
demanda de las otras colonias: buques, cerámicas, vidrios, herrajes,
jarciarias, artículos de cuero, artículos de madera, textiles, obras de
arte, obras religiosas y muchas otras cosas más, incluso vinos. Esto,
sin olvidarse de continuar enviando a la metrópoli en crisis su fabu-
losa remesa anual en metálico, principalmente en millones de pesos
acuñados en monedas de plata f,na, o "colutnnarios". Dentro de esto
también debemos considerar que la Nueva España estuvo encargada
de cubrir, no sólo durante el siglo XViI sino en el curso de todo el
período colonial, los gastos totales de Cuba, las Filipinas, las Cali-
fomias (la del norte y la del sur), las dos Floridas (la occidental y la
oriental), y contribuir con eventuales apoyos a la Capitanía General
de Guatemala (es decir Centroamérica) y aIa Capitanía General de
Venezuela; y por si no fuera suficiente, el virreinato se hizo aargo
en el último tercio del siglo XVIII también de los gastos de Luisiana
(qr" entonces pasó a formar parte de sus dependencias), además de
encargarse dg cubrir el apoyo que España brindó a los rebeldes ame-
ricanos de la! trece colonias inglesas, y que consistió en otorgarles
entre otras cosas, una flota completa de buques recién y expresa-
rnente construidos por el propio virreinato, la cual costó 10 millo-
nes de pesos oro (que casualmente los beneficiarios nunca pagaron),
flota que de confonnidad a los recibos firrnados que existen en los
28 Sobre la terrible crisis europea y, en particular de la de España' que
abarcó la mayor parte del siglo XVIi, consultar Dantí Riu .Iaume, Ias
claves de la crisis del sigl.o.YWI" Editorial Planeta, Barcelona,I99l.
378 379
Lsopor-oo GoxzÁmz Acueyo
archivos coloniales de Cuba, se entregó a los marinos bostonianos
en La Habana. Sin menoscabo de que la misma Nueva España tuvo
también a su cargo poco después, el pago de los gastos de represen-
tación de la recién creada misión diplomática española en Filadelfia.
Durante la etapa hispánica se pueden apreciar con claridad dos
subetapas: a) la de la dinastía de los Austrias; b) la de la dinastía de
los Borbones. Durante la primera,Ia Corona se preocupó bastante
por asegurar, conocer e inventariar los recursos de sus nuevos domi-
nios, e igualmente por asegurar las nuevas instituciones destinadas a
regirlos. Luego entonces, durante el siglo XVI, Madrid fuvo mucho
cuidado en seleccionar el envío de la nueva representación política
y religiosa. Por lo tanto, es de deducirse que durante el transcurso
del por el contrario, muy conflictivo siglo XVII padecido por la pro-
pia metrópoli, su representación en el virreinato no sólo reflejara
en cierta medida dicha confusión, sino más bien se tradujera en la
relajación de algunas reglas, 1o que fue hábilmente aprovechado por
los criollos, los peninsulares y la propia iglesia, a fin de incrementar
sustancialmente su poder económico. Situación de prosperidad del
virreinato en este siglo quee en apariencia, también se prolongó a lo
largo del siglo XVI[, dado que la historia registra una gran explo-
sión económica, cultural, artística y científica también en el curso
del mismo. Sin embargo, en el transcurso de esta última centuria,
el innegable auge económico se debió directamente a una exponen-
cial actividad minera de extracción, concretamente de plata en una
multifud de fundos, sifuados en la parte central, centro-norte y el
norte de la inmensidad del virreinato. Fundos que necesariamente
tuvieron que verse abastecidos por un notable incremento de la pro-
ducción agropecuaria de las haciendas, principalmente en manos de
los novohispanos y de la iglesia, cuyos respectivos insumos y pro-
ductos circularon a,través de una compleja red comercial, cruzada
por cientos y en ocalsiones, miles de kiiómetros de caminos, a lomo
de larguísimas recuas, también en manos de arrieros novohispanos.
Las actividades industriales también se mantuvieron, pero a diferen-
cia del siglo precedente, únicamente para abastecer las necesidades
internas del virreinato, ya que los triunfantes Borbones en Madrid fi-
nalmente prohibieron el intercambio intercolonial, e incluso talaron
los parrales existentes a fin de que los vinos novohispanos dejaran
de cornpetir con los de la metrópoli.
I{EFLEXIONESSOBRELASETAPAscBopoIÍuCASYl-RpolÍUcAEXTERIOR
3. I-,a etapa de los primeros cincuenta años
Algunaspersonassuponenquelaetapalrispánicafueunperíodoque,
sibieniniciÓcongrandesymuyg,u'".convulsionesdetodaSuer-
te, unas décadas Ja, turde éstas quedaron sosegadas, todo fue paz
y tranquilidad. rillu'tuttt:'q:b"*os aclarar que por el contrario'
esa es una muy falsa apreclaclon' dado que durante todo el período
colonial hubo ,"uo.ttu, y estatliios populares,- literalmente durante
todos los años, si bien dichos esialtidos ut rro rebasar el ámbito local'
fácilmentepudieronserreprimidosycontroladosporautoridades
igualmente locales. Situacion qr" cámbió diametralmente a partir
de 1g10, cuando en función ¿. iu madurez tanto de las condiciones
comodelaspropiascoyunturasirrtenrayexterna,sepropicióuna.
sublevación en gfa|.Lescala' Revuelta ahora alentada y acaudillada,
yanoporlíder.,¿-lasbasespopulareslocales,sinoporimportan-
tes cuadros y grupos de la eütl criotla que además contaron con la
oportuna
"oluúoru"ión
de muy nurnerosos mestizos' Aquí debemos
señalar que si dichos mestizos, durante los tres siglos previos, sobre.
vivieroncomopariasdentrodelaestructuracolonial'Surespetable
número a principios del siglo ir*, encontró la coluntura ideal en el
grarrmovimientopopular'tantopatalograrsudefinitivaaceptación
y reconocimiento, como patainlclar su iertiginoso ascenso político-
social-económicoenlanuevaentidad,Constituyendojustatrrente,
tantosuparticipaciónenlas-nuevasrniliciascol]lo,sobretodo,en
loscuadrosdelosejércitos¿etsigloXlX,laescaleraquelespermi-
ttu t¿:;:t?;u"
mundo sabe, el ingreso a esta nueva etapa geopolíti-
ca fue terriblemente cruento porque deb-ió no solamente librarse una
lucha ur*udu ,in cuartel, ,ioi porq.r. adenrás quedÓ devastado el pi-
vote del sistema económico "irorri¿,
el cual gtraba alrededor de la
gran-*"riuielaplatapo'ot'upu't"'aligualqueenelrestode
América L"il tiriurru, "1
gru"so de
]a
casta elítica de los "crio-
llos,' en principio sólo aspirlua a sustifuir a los peninsulares' pero
adiferenciadeloqueocurrióenlosd"Tl'paíseslatinoamerica-
nos'comohernosrnencionado,unapequeñapartededichoscriollos
acompañ"d";^;;;;ién de.no pocos mestizos, irnaginaron a su vez
aprovechar el gran *o"i*r"oti social para llevar a cabo una transfor-
381380
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Escuela Mexicana

  • 1. -* e, o^z|lez- Agoyo , Loo .'.,ldc: [., ord-. (2O1t). Cuo"dá{r-to du Ti^b.nj.:, A n+ c> IrsT(z 'r I ¿> Pr,.c;'Pcrlas c-4 v -lu(€"> cJ€- I ci s 'e s L-r-t et z; da.- Ia, SonPolí +ic¿^ €--n e-I +¡,,aáu, I,.c, : UN{A M'vé E sc ue [< l/cr ; ca,{13^. Reftexiones sobre las etaPas geopotíticas y Ia política exterñor: el modelo rnexicamo" {Jn emseyo de periodización de la geohistoria l Introducción ED f urupoder hablar de las etapas geopolíticas por las que transcu- rren todos o determinados entes sociales nacionales y de la política exterior de estos mismos estamos obl'igados a hacer primero una serie de precisiones conceptuales. Por otra parte, con el fin de hacer más claro nuestro objetivo, también será de utilidad aplicar a nuestros propios diseños, dos opodunos criterios teórico-metodológicos. El primero, relativo a la "teoría de la representación" desarrollada por el profesor Yves Lacoste, y el segündo, relativo a la "teoría del dispositivo", aportada por el profesor Frangois Thual. Ambas teorías se refi.eren cada una a un método, o a una metodología, que busc ahacer o volver operativa precisamente a la geopolítica. En forma muy resumifa, la primera establece que toda construcciÓn geopolítica se basa enlla representa- ción que sobre la conflictiva de cualquier índole y especie, se hacen los participantes en ella. La segunda, de lnanera igualmente resu- mida, habla de la forma en que actÚan, así como de la muy especial instrunnentación que elaboran los participantes -reales o potencia- les- de los conflictos, ya sea con objeto de tener éxito en ocasión 343
  • 2. LEOPOLDO GONZÁLEZ AGUAYO de que sobrevengan los mismos, o bien, con er fin de precisamente prevalerse de ellos.l Hablando de la teoría de la representación, la misrna también nos aluda a los mexicanos para hacer una reflexión en un sentido muchisimo más amplio que er que originalmente se propuso darle el propio profesor Lacoste, al tratar de hacer luz o radiografiar, entre otras cosas, la geopoliticade la conflictiva. Me refiero a la dificultad que enfrentamos los mexicanos pararepresentarnos, incluso noso- tros mismos, la radiografía del carácter ambiguo que heredamos y el cual, literalmente, permea no sólo nuestra vida y actifudes, sino virfualmente toda nuestra historia y la propia manera de ser, por supuesto la de los últimos quinientos años. psicología particular- mente ambigua que, por definición, atrae y facilita la conflictiva, o bien inversamente, enrarece y dificulta la solución de los aspectos conflictivos. Pues bien, el Diccionario Hispánico (Jniversal aclara lo que se entiende por ambiguo: "algo que puede interpretarse de varias maneras, que es indefinido o incierto,,. I La teoría del dispositivo "es un concepto central del método geoporíti- co, y tiene como propósito dar cuenta tanto del ajuste y jerar[ui )ación de prioridades como de los objetivos que un país se tra prápuesio alcan_ zaf con su comportamle¡¡¿s y posfuras geopolíticas,'. Destinada tanto a facilitar las iniciativas y ambicione, ""t"*u, de un Estado, como a neutralizar las amenazas provenientes de otros, para su implementa- ción debe lógicarnente recurrir a elementos de dos órdenes: ajextenlos, refe¡idos muy concretamente al necesario tipo de alianza, iu" el dis- positivo requiere efectuar con otros Estados, las cuales eventua¡nente pueden cambiar con vistas a mantener y conseguir el objetivo propues- to, y b) internos: el dispositivo geopolítico eJencialmente ."-"rrlu*u tanto en un dispositivo diplomático, como en un dispositivo militar v en un dispositivo que agrupa los medios secretos de acción y a" "Á"róioo(espionaje y servicios especiales). para un conocimiento más pmplio y preciso de la "teoría del dispositivo,,, consultar: Frangois tlr"uf,rtiiio- des de la géopolirique. Apprcndre a déchffier ractuarité,i:;J;,;iiip- ses, 1996; también Aymeric chauprade, ñrangois Thuar, Dictionnaire de Géopolitique,paris, Elripses, 199g, pp. ase-+g1. A su vez, para obte- ner una amplia y precisa exposición de la ..teoría de la represénta ción",, integrada por el conjunto de ideas que pueden hacerse tanto respecto de las situaciones como de la propiá r.ulidud, consultar yves Lacoste (director), Di c ti onnai re d e Ga opoli u que, p arii, l gg3,especialmente el Preámbulo, pp. l-35. Del rnismo autor: vive ra I{ation. Desti, d,une idée géopolitique, paris, Fayard, lgg7. RpmxoNES soBRE LAS ETApAS cBopolíTICAS v le polÍTICA EXTERToR Entendemos por geopolíticavn aspecto toral respecto de la com- plejidad de la vida social y el contexto en el que esta misma se in- volucra y desarrolla. Por una parte, dicha complejidad tiene que ver directamente con la evolución biológica humana, por la otra, ca- sualmente con Ia evolución del sentido socio-político de las propias organízaciones humanas. La evolución biológica humana, que tiene una historia de varios millones de años, muy al final o en el techo de este dilatado y accidentado proceso , se cruzajusto con el registro del inicio de la organízación de los primeros asentamientos humanos, los cuales por eso mismo apenas rebasan en edad el ciclo de los úl- timos 10,000 años. En la práctica, distintos estadios de la evolución biológica humana siguen caminos, en ocasiones paralelos, pero más bien de mutuo entrecruce, y éstos alavezvan a acelerar Su encuen- tro, pero en esta ocasión con la red de los muy diversos y distintos períodos y procesos, tal como fueron registrados por las variadas organizaciones socio-políticas de los humanos, así como de sus res- pectivos estadios de desarrollo. Ahora bien, en este complejo contexto de los asentamientos, más que puntos de coincidencia y de consenso entre ellos, en el polícro- mo mosaico de las muy diversas organizaciones y asentamientos de los hurnanos, lo que ha prevalecido es la situación de rivalidad. Desde luego, los pretextos para mantener dicha rivalidad entre los distintos asentamientos frente a los criterios del consenso, y aun al interior de los propios asentamientos, scn múltiples. Sin embargo )i a pesar de ello, es necesario dejar en claro que no obstante el in- negable y persistente síndrome de la rivalidad, o más bien, con el fin de completar, legitimar y redondear su marco, de una manera paradójica y simultánea siempre ha quedado funcionando el proce- so opuesto entre las propias y presuntamente sociedades rivales. Es decir, el sistema de intercambios: económicos, sociales, culturales, religiosos, etcétera, lo cual debemos hacer notar, agrega sugestivos elementos en sí mismos capaces de incrementar la complejidad del propio modelo teórico y de sus respectivos procesos. Pero recordemos que estamos hablando de diversos y variados asentamientos hurnanos ocurridos en forma simultánea. Esto nos lleva al terreno de los escenarios, dado que los asentamientos se die- ron, y no por una simple coincidencia, en y sobre sitios y lugares que : Í: g .=:: :j.. ?::.; ;:,' 344 345
  • 3. LEoPoLDo GoxzÁmz AGUAYo casualmente los propiciaban, entre otras cosas, en función de la fa- cilidad para la obtención de algo tan mundano como las indispensa- bles proteínas de origen vegetal o animal. No hace faltaningún gran esfuerzo intelectu al paradeducir que dichos y privilegiados lugares, ubicados a su vez sobre ciertas zonas geográficas del planeta,atraje- ron y facilitaron por ello mismo los mejores asentamientos humanos en densidad, los cuales, aceleraron, además, con sus respectivas y consabidas rivalidades, el desarrollo y evolución de esos distintos asentamientos, y naturahnente tarnbién, por si no fuera suficiente, anexo con los citados antagonismos y rivalidades, dialéc tica eiróni- camente prohijaron a su propio y respectivo correlato: la necesidad de la obligada convivencia entre los rivales. Es decir, se trató de una correlación entre asentamientos humanos, necesariamente acompa- ñada con simultaneidad de operaciones e iniciativas en sí mismas revestidas de signos positivos y negativos, registrando tendencias encontradas o antagónicas. Pues bien, pata completar el cuadro, este también es el escena- rio donde nacen por ello mismo, y tampoco por simple casualidad, todas las ciencias, las disciplinas, ras artes, las técnicas, las religio- nes y, por definición entonces como simple praxis, la rnismísima geopolítica. Si por geopolítica entendemos el conjunto cle ciencias, discipli- nas y técnicas2 que i'tegran los métodos de pensamiento mediante los cuales, considerados siempre bajo el prisma de los enfoques es- tratégicos, tras asegurarse de conocer los recursos de que se dis- pone y en función de aquellos otros de los cuales se carece, y aún pulsando para ello, tanto las rivalidades corno las coyunturas polí- ticas internas y las externas, la dirigencia de cualquier sociedad e históricamente la de cualquier tiempo, sin pretender dejar en ningún momento como máxima prioridad y objetivo el mejor desarrollo de la misma, conducirá através de este prisma, tanto sus acciones fun- damentales como sus futuras iniciativas. Ahora bien, en una versión 2 En opinión del profesor yves Lacoste, d,ad,a, entre otras cosas, la ac- tual dificultad para establecer aún puntos de vista comunes sobre los múltiples aspectos y facetas que ofrece la geopoLítica, resulta un tan- to pretensioso llamarla en consecuencia ciencia, por ello mismo dicho autor prefiere mantenerla a nivel de "iniciativa científi.ca". Consultar Dictionnaire de GéopolitiqLrc, op. cit.,p.3. REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CBOPOIÍTICAS Y I-¡ POIÍTICA EXTERIOR un poco más compendiada podríamos también suponer ala geopo- Iítica como el instrumento o el método de pensamiento que permi- te a las dirigencias político-sociales de cualquier sociedad y época histórica, obtener la concepción no sólo para el mejor diagnóstico de su entorno y de los problemas fundamentales que enfrenta, sino además, bajo inspiración de los criterios estratégicos, estar en la po- sibilidad de trazar políticas tanto internas como externas con el f,n de resolverlos. Es decir, hablamos de un eje no sólo fundamental sino toral,para entender e interpretar lanaturalezatanto de los problemas así corno del tipo de contextos a enfrentat,e igualmente dar tarnbién con ello, el,mejor de los sentidos y sustento a sus iniciativas políticas tanto internas como externas. En otras palabras, hacerse la representación de los problemas y rivalidades que los estimulan, al misrno tiernpo que se adecúan y adaptan los dispositivos capaces de enfrentarlos. Ahora bien, esta es la definición que bien podríamos denorninar de geopolítica "a secas", aplicable a una sociedad nacional (si bien eventualmente sería utilizable para cualquier otro tipo de sociedad individual sin importar su respectivo grado de evolución o desarro- llo). Sin embargo, también existen geopolíticas igualmente aplica- bles, tanto en el espacio como en el tiempo, a aquellas sociedades cuya presencia y cita dentro de una misma región geográfica, tiende más bien a presentarse como parte integrante o formando parte de conjuntos. Por supuesto, eso abre la puerta a una geopolítica de las geopolíticas, por simple deducción aplicable al despliegue de esos Lir*o, conjuntos? que podríamos imaginar resultan o se traducen para los propios participantes en una especie de amplio paraguas !en"rul. obviamente, los conjuntos de que hablamos están identi- flcados entre sí, ya sea por la cercanía o proximidad geográfica de lbs citados participantes individuales, como por los lazos, razones lingüísticas, religiosas, en sulna, hablamos del abanico de criterios sociales y culturales existentes entre ellos' o entre algunos de ellos' Incluso, aunque suene algo ertraño, los participantes también se en- trelazanpor simples razones de operatividad, referidas éstas a per- mitir hacer viables y entrecru zables entre sí, no sólo sus respectivas y flexibles reglas, sino mejor aún, sus densas matrices culturales' En otros términos, más que echar a andat, se trataría más bien de lograr 346 347
  • 4. LEOPOLDO GONZÁLEZ AGUAYO lubricar a estas últimas, por medio del uso y Ia simple aplicación de los criterios de la civilización.3 conjuntos geopolíticos que se extienden en muy diversas re- giones del globo, por ejemplo: el mundo medite rréneoa que desde 3 Aquí debo hace¡ notar lo que entiendo tanto por cultura, como por cri_ terios de la civilización. Laprimera implica ttdo aquel amplio, vasto y denso bagaje de elementos y redes sociales que finalmente se resumen en una muy particular y propia concepción del mundo, y desde luego de su respectivo universo, lo cual no solo acompaña sino que, visto en profundidad, más bien caracterrza e identif,cu u lu, sociedades miie_ narias, cuyos ciclos y procesos de evolución necesariamente se dan, ocurren o devienen, de manera mu¡r lenta y pausada en una igualmente vasta,v densa dimensión temporal. A diferéncia del ciclo, o *7, bien en plurai, de los rápidos ciclos y supernciales procesos de evolución de lo que me permito denominar como criterios de la civilización, los cuales curiosamente incluso dentro del arco de ciclo de una misma cultura, por supuesto que tienden a cambiar aunque si bien muy aceleradamente, dentro de espacios de tiempo desde luego muy continuos, por lo mismo muchisimo mas breves, y que por lo tanto no sóro permiten, sino tienen entre otras cosas como mérito y función primordial, ni mas ni menos, la de lograr hacer operativas en su penosa ¿ensidad a ras propias culturas qya sea a una misma o a varias culh*as entre sí). Ejemplificaildo para que'me¡or nos entend¿rmos, hablarnos de la cultura chin4lu pr.r4 tá ¿" u India, la gnega, la egipcia, la etrusca, ra hitita, la fenicio-cartaginesa, la europea, la mexicana, la maya, la peru ana, ra chimu, etcétera, entre el mosaico de muy diversas otras que arrastran consigo pasados milenarios glorio- sos, pero dificilmente dentro de esta ron""p"ión podríamos hablar d,e ra cultura estadounidense, en razón de que slr, ¿u¿á sus innegables logros técnico-sociales, los cuales están a ra iista de todos, típicaÁent. "oi"r-ponden a los de una magnífica y extraordinaria civili)acíón,y por ello mismo se situan al efecto dentro de un ciclo y una dimensióltémporal de mas de 300, pero de menos de 400 años de historia. Es decir, un ry¡io{o ryy.bl."e y por lo mismo demasiado joven, para el devenir y la elemidad de los procesos geohistóricos de ias culturas. Tan es así que, entre otras cosas, hasta nuestros días los estadounidenses aún no acaban de absorber, asimilar e integrar a muy importantes y destacados núcleos originariamente existentes dentro o en lá base de su respectiva sociedad, como los negros, los indios y los mexicanos. Eso aSuda a explicar los serios problemas de identiaaa que arrastran, entre otros, los de sus miembros quienes además irónicamÉnte pretenden subro garáe|,u exclusividad, dentro de la propia sociedad estadounidense. sobre la complejidad del mundo mediterráneo exiite una muy buena y rica literatura, por Io que se puede iniciar su conocimiento v aeerca- RepIgxToNES SoBRE LAS ETAPAS CTOPOIÍTICAS Y I-N POIÍTICA EXTERIOR remotas épocas fue uniendo y articulando a pueblos asentados en sus márgenes precisamente por medio de las reglas más flexibles y superficiales de la civilización (por ejemplo a través de las comuni- caciones, entre ellas la navegación), aunque dichos pueblos pertene- cieran a muy distintas culturas, en especial, como estamos diciendo, utilizaron los intercambios civilizatorios de todo tipo, incluso los comerciales. Esto mismo ocurrió con el amplio espectro de pueblos y sus variadísimas culturas del vastísimo sur y sudeste asiático; sin duda también fue "l caso de los multicolores pueblos herederos no sólo de antiquísimas sino de las riquísimas culturas de África subsa- hariana (casualmente donde tiene su origen la humanidad); y desde luego en América, por un lado, con el extraordinario y colorido rno- saico de los mesoamericanos, y por el otro, con el no menos fabulo- so coniunto polícromo de los andinos; y paraterminar, con los muy diversos pueblos y riquísimas culturas europeas, asiáticas y africa- nas, unidas, articuladas y finalmente aglutinadas con posterioridad todas ellas, precisamente por la civilización romana. En nuestros días eso mismo puede decirse de los países que articulan e integran la Unión Europea, con los países árabes y, desde luego, con los pai- ses latinoamericanos, unidos todos ellos entre otras muchas razones a través de los criterios de la mismísim a civlltzación europe4 pero muy especialmente en nuestros días, faltaba tnás, por las sin duda espectaculares iniciativas de la civilización estadounidense. Las etapas geopolíticas. Ahora bien, pot etapas debemos en- tender la periodizacion de los coniuntos o los ciclos históricos, y de hecho hacer con ellos ciclos de períodos geohistóricos, los cua- les responden a diseños con límites bastante bien deterrninados, es decir, a complejos procesos amoldados a trar¡és de sus propias ca- racterísticas, esencialmente culhtrales. En otros términos, las eta- pas geopolíticas serían aquellos períodos en la geohistoria no sólo, como dijimos, muy bien identificaclos sino capaces de abarcar en su dimensión horizontal desde luego a las propias sociedades nacio- nales como sus respectivos vecinos contiguos y aún los próximos, miento, desde el punto de vista geopolítico, a través de los espléndidos estudios y las teorías clásicas del prestigiado historiador y geógrafo Fenrand Braudel, Et t[editerrá.neo y el mundo ntediterráneo en la épo- ca de Felipe /1, México, FCE, 20A2; EI Á,[ed¡terróneo, el Espacio y la Historia,FcE, México, I 989. 348 319
  • 5. Lpoporoo GoxzÁlez Acueyo con los cuales no sólo forman sino articulan e integran un complejo conjunto. concepto que además, por simple lógica, nos hace pensar, aparte de la dimensión del espacio geográfico horizontal, en la di- mensión del espacio temporal, es decir en un sentido vertical que no sólo abarca, sino absorbe, acoge y envuelve en el tiempo a toóo este r¡asto conjunto. En otros términos, una etapao un período geopolíti_ co de ;n país o de una nación sería aquel que no sólo se fundamen- tatia en la sulna sucesiva de sus propias dimensiones horizontales v verticales, sino además ésta se consolidaría para su respectiva re- creación, con y en el espacio de sus r¡ecinos hasta integrar en un mismo conjunto su propio y respectivo universo, eventua¡:ne¡te milenario. AquÍ cabe reflexionar que al abarcar también etapas o períodos largos de tiernpo, podríamos suponer que dentro de estos mismos períodos sin duda caben perfectamente y existen subetapas o subperíodos, igualmente bien caracterizados e identificables. Des- de luego que, tratándose de fenórnenos sociales, los diversos países y entes que integran los citados conjuntos de que hablarnos (a1 mis_ mo tiempo que se articulan durante larguísimo tiempo por medio de los fuertes lazos geopolíticos civilizatorios, por ejé'rpto to, inter- cambios de cornercio, de personas y bajo un sinnúrnero de pretextos, como los de carácter religioso) simultán ea o paralelamente, colno hernos dicho, más que ofrecer coincidencias de carácter político, lo que resalta y aparentemente parece prevalecer entre los mismos son las contradictorias relaciones geopolíticas, es decir, los entre juegos del poder. En otras palabras, las clásicas disputas por el dorninio y el predominio, entre otras cosas, de y por el espacio.5 Ahora bien, cualquiera puede suponer que para nuestra concep- ción de la geopolitica "a secas" más que para aquella de las eta- pas, funcionaría y se adaptaríamucho mejor el concepto de política xterior,6 clado que éste parece acoplarse más fácilmente a una con- Sin duda, los mejores estudios y discusiones teóricas sobre las disputas por el dominio y el predominio del espacio bajo los enfoqu", g.opoliti- cos son los del profesor Yves Lacoste y de su selecto grupo de especia- listas, quienes los han expuesto admirablemente además de en nulnero- sas obras, en su farnosa y prestigiada revista cuatrime strar Hérodote, a lo largo de treinta años. De las diversas definiciones que existen sobre ..política exterior,,, toma- remos la del profesor Edmundo Hernánde zvelá, quien nos dice: .,Es el conjunto de políticas, decisiones y acciones, que integran un cuerpo de ReplgxtoNEs soBRE LAS ETApAs ceopolÍTICASv la polÍTICA EXTERIoII cepción o criterio individual. Mientras que tratándose de la concep- ción geopolítica respecto de las etapas y las subetapas, para éstas no parece haber dudas de que resulta mucho más adecuada la categoría de análisis que podríamos denominar política exterior. Es decir, den- tro del criterio de tipo o tipos de políticas exteriores, las reglas, in- cluso paruun mismo ente nacional resultan mucho más r¡astas y, por obvias razones, rebasan sus respectivos enfoques y matices circuns- tanciales, existiendo en consecuencia la posibilidad de obtener, para este mismo vasto ente, una serie sucesiva de políticas exteriores, si bien digamos que qued arían en farnilia, es decir, perfectamente reconocibles dentro de una misma familia. Las etapas gespolíticas de h{éxico o la periodizacióm de su geohnsÉoria Dentro de este últino criterio, en el modelo geopolítico mexicano podernos fácilmente reconocer seis etapas o períodos de esta índole, perfectamente diferenciadas entre sí, y como hemos dicho, la ma- yor parte de ellas, si no es que la totalidad, podrían analtzarse a su vez, através del criterio de una respectiva subdivisiÓn interna igual y muy cómodamente identifica'lrle, por ejempio, en subetapas o en subperíodos. La periodización de la geohistoria mexicana abarca seis etapas geopolíticas rnuy bien definidas: 1) La Iarga o muy dtlatada etapa milenaria prehispánica, hasta l52I;2) La etapa de los tres siglos doctrina coherente y consistente, basado en principios claros, sólidos e inmutables, forjaclos a través de su evolución y experiencia histórica; pennanenternente enriquecido y rnejorado; por el que cada Estado, u otro actor o sujeto de la sociedad intentacional, define su conducta y establece metas y cursos de acción en todos los campos y cuestiones que trascienden sus fronteras o que pueden repercutir al interior de las suyas; y que es aplicado sisternáticamente con el objeto de encauzar y aprovechár el entorno internacional para el mejor cumplimiento de los objetivos trazad.os en aras del bien general de la nación y de su desarro- ¡á durable así como de la búsqueda del mantenimiento de relaciones armoniosas con el exterior", Diccionario de Política Intentocional, Ed. Pomia, México, 2002,tomo tI, P' 935' 350 351
  • 6. Lsopor-oo GoxzÁrezAcueyo hispánica, de r5zr a ll2r;3) La etapa cle los primeros cincuenta año's, o del caótico primer medio siglo de vidá independiente, de 1821 a l87I $ EI período de cuatro décadas de lo estabilidad por- firista, de 1871 argil;5) La etapa de siete décadas de los gobier_ nos a sí mismos designados como rcvolucionarios,de lglt a lggl :, 6) El período de los 25 años de los gobiemos conocidos como neoliberales. l. La etapa prehispánica La etapa ntil.enaria prehispánica, que por lógica sería la etapa del despegue de la larguísima historia general y geopolítica mexicana, necesariamente tendría que asentarse, a su vez, en la irnporta'tísi- ma formación de aquella vasta región culfural de nuestro continente americano que los especialistas han designado con el nombre de Mesoamérica. Es decir, la vital o toral región que ocup a ra zona central, en el sentido de los paralelos geográficos, del más dilata- do continente del planeta. Largo continente que, dicho sea de paso, prácticamente se extiende, como ningún otro, desde el círculo polar ártico hasta el círculo polar antártico. Mesoamérica o "la parte central de Améri e2,,,7 si bien desde el punto de vista histórico, arqueorógico, cultural, antropológico y so- ciológico esencialmente está constifuida por los acfuales territorios geográficos de México y centroamérica, sin duda desde el punto de vista estrictamente geopolítico resultaría imposible prescinát ¿" las islas de el caribe, d,ad,ala muy estrecha relación que desde época muy temprana existió entre la importante población de dichas islas con la muy densa y vital de la zor,a continental, o propiamenie rne- 7 En la actualidad existe una nutrida literatura sobre Mesoamérica. Re- comendamos iniciar el periplo de su conocimiento con el rico material sobre el particular que incluye: La Enciclopedia de rftéxico,José Roge_ lio Áll'arez (directoi), Méxióo, tomo x, l9gg, pp. 5212-5225.Tarnbién, los ensayos especialmente preparados sobre "it"rou, por kene Sánchez Ramos, carlos Figueroa rbana,Rodrigo páezMontalbán, Gisela Gon- záIez, Consuelo Sánchez 1¡ Kristina pirker, publicaclos en la reyista Es_ tudios Latinoamericcrtos, Fcpys, UNAM, nueva época, año x, núm. 19, enero-junio de 2003. 352 353 RgT.IexoNES SoBRE LAS ETAPAS CEOPOT-ÍTICAS Y LA POLÍTiCA EXTERIOR soamericana. Aunque aquí sin duda también debemos reconocer que los orígenes sociales y culturales de ambos conjuntos de pueblos, el mesoamericano y el caribeño, sean en extremo diferentes, cotno cons- tataremos un Poco más adelante. Pues bien, Mesoamérica se hizo famosa dentro de la historia universal no sólo porque por ahí llegaron hace exactarnente medio milenio las primeras avanzadas que enviaba el capitalismo europeo con colón ala cabeza, sino también por su increíble riqueza detno- gráfico-cultural, por aigo más que una simple casualidad, asentada sobre el vastísimo depósito de recursos cuyo encuentro virtualmente fortuito carnbiaría la mismísima historia, no digamos de Europa, sino del propio capitalismo y consecuenternente del mundo entero. vastí- simos recursos americanos cuya exi'Stencia los europeos ciertamente ignoraban, pero que a partir de entonces resolvieron con creces, a tra- vés de las dinámicas y pragmáticas iniciativas expresamente encarni- nadas por el citado capitalismo, todos los gravísimos problemas que aquejaban entonces a Europa. Agudos problemas que precisamente el propio capitalismo europeo esperaba originalmente resolver, con su sin duda genial pretensiÓn de acceder de una lnanera directa y por la vía oceánica a los igualmente respetables recursos de Asia'8 8 Los serios problemas que aquejaban al capitalismo y a los europeos hasta el sigl,o XVi eran los muy crudos y largos inviernos, las hambres y su inmediata consecuencia: las epidemias, las cuales no sólo se pre- sentaban de manera periódica, sino que cíclicamente dieznaban a la población, aunadas al no menos serio problema de la pennanente falta d" rr,r*".ario rnetálico, a fin de insuflar y mantener en vida permanente el vital ciclo producción-consulno del propio capitalisrno, dado que si bien desde el siglo XIII se conocía la eiistencia del papel moneda que eI propio Marcó Polo les mostró, tal como se empleaba desde hacía sigios en el iurperio chino, el sistefna financiero capitalista europeo no lo adoptó trasta el siglo XfX. Lue'go entonces, las proteínas arnerica- nu, uniinas (papas o patatas que se pueden cultivar en cualquier tipo de suelo, rnás los arenques provenientes de los gigantescos bancos de Tenanova, sin pretender aquí dejar de lado a las especias mesoame- ricanas) literalmente salvaron ala población europea; y ni qu: decir del increíble e inesperado aliento, que de fonna directa y literahnente inrnediata recibió ei rnismísüno capitalismo, con la llegada, a partir de 1530, de los fabulosos tesoros provenientes de los yacirnientos am€- ricanos (esencialmente oro y plata en cantidades rnasivas)' Consultar
  • 7. Leopoloo GoNzÁr-sz AcuAyo Pues bien, Mesoamérica es tan importante en la historia de la er¡olución humana que, para no pocos especialistas contemporáneos, ocupa un lugar similar al de los otros dos grandes conjuntos y asen- tamientos claves de población, que han tenido el papel primordial enla evolución de la humanidad. Nos referimos en primer lugar, al antiquísimo conjunto de pueblos que geopolíticamente ocuparon el espacio geográfico llamado por los acfuales europeos Medio orien- te, y en segundo lugar, al también muy antiguo ¡z vastísimo conjunto geopolítico de pueblos, aunque con altísima prevalencia de la etnia Han, que han ocupado desde entonces el inmenso espacio de lo que hoy es China. Ahora bien, al igual que ocurrió con los otros dos conjuntos cla- ves de pueblos mencionados, a partir de que los habitantes de Me- soamérica lograron controlar las proteínas vegetales, hace aproxi- madamente entre siete y cinco mil años, entre otras las del maíz (en náhuatl, tlaolli o centli), quedó resuelto el principal argumento para el permanente asentamiento de muy diversos pueblos en esta región, dado qlre en no pocos lugares de la misma Mesoamérica, designa- dos como las "ollas cálidas", se pueden lograr hasta tres cosechas al año. Pretexto para que no sólo ahí se dieran cita una multifud de estos diversos pueblos, sino para iniciar la formación de sus ricas y milenarias culturas, igualmente tan complejas y diversas como las de sus pares en el Medio Oriente y en China. De manera similar a lo que ocurrió tanto en el citado Medio Oriente como en China, la geopolítica mesoamericana se caracteri- zó además de por la diversidad de reinos y señoríos durante larguí- simo tiempo flnalmente ahí asentados, por la permanente rivalidad y disputa entre ellos, con ningún otro fin más que el de asegurarse el control de los citados recursos (sin duda seguramente entre otros las mejores tierras o el acceso a ellas), al tiempo que igualmente, por paradójica lÓgica, también se establecieron estrictas reglas entre los mismos, a fin de mantener todo tipo de intercambios, y mucho más que eso, para regular una muy larga y obligada convivencia entre los mismos.e también: Moreau Defarges, Phitlippe, Dictionnaire de Géopolitique, Armand Colin, Paris, 20A2, pp. 62-64. sobre las complejas redes de convivencia política entre los grupos ná- huas entre sí y con el mosaico de pueblos que ocuparon Mesoamérica, REpIexIoNES SoBRE LAS ETAPAs CEOPOIÍTICASY IE POIÍTICA EXTERIOR No obstante 1o anterior, sin duda un vital elemento de diferencia- ción geopolítica entre la pareja de conjuntos mediorientales y chi- no, por una parte, frente a los conjuntos andino y mesoamericano, por la otra, estaría dado justamente por un aspecto particular de las citadas reglas geopolíticas de convivencia e intercambios, pero en este caso, pof aquellas especiales reglas que se dan por medio de los flujos entre conjuntos, o bien si se quiere, interconjuritos. Es decir, y de confonlidad con la teoría del profesor Jared Diamond, de la Universidad de California, desde hace largos milenios los coniuntos mediorientales y chino, a pesar de la muy respetable distancia que los separaba, no sÓlo conocieron de su respectiva existencia, sino mantuvieron de manera pennanente un muy alto flujo de comunica- ción e intercambios, al grado de'integrar y articular todo un sólido y antiquísimo eje geopolítico horizontal. Es decir, todo un dispositivo milenario en alianza entre ambos coniuntos. Ahora bien, el profe- sor Diamond también asegura que sobre dicho eje circularon, del este hacia el oeste, porcelanas, lacas, marf,les, jades y otras de las maravillas chinas, e inversamente del oeste hacia el este, tanto de parte de los mediorientales como de los mediterráneos: oro, plata y di""rros objetos elaborados, como los perfumeros de cristal, y lo más importante y desde muchísimo tiempo antes: el cultivo de las gramínáas fundamentales (trigo, sorgo, cebada, centeno) y la cría de ios anirnales igualmente básicos (caballos, vacas, burros, camellos, cabras, borregos, entre otros, cargados a Su VeZ con SuS respectivas enfennedades), todos ellos elementos vitales casualmente origina- rios 1, provenientes del Medio oriente, hacia china. Mientras, en re- cipráciAud, desde las mismas épocas tempranas esta última también exportó hactael oeste elementos tan importantes como eI attoz,las gullinur y los puercos. Ahora bien, 1o verdaderamente interesante de esta teoría det Eje Geopolítco y Milenario Horizontal, enuncia- da por eI profesor Diamond, {s que, en su opiniÓn, dicho Eje no tiene corespondencia con la eventual existencia de un respectivo Eje Geopolítico vertical, igualmente milenario, aplicable tanto al consultar, de David silva Galeana (autor que casualmente habla y lee náhuatl), su tesis para obtener el grado de Licenciado en Relaciones In- ternacionales titulada: "Las relaciones diplomáticas entre los distintos señoríos del México Prehispánico, hasta 152I", Facultad de ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 1998, investigación dirigida por el doctor Miguel León Portilla. 354 355
  • 8. LEoPoLDo GoNzÁI-BZ AGUAYO sistema de las Américas: del Norte, del Centro más el Caribe, con- siderado como un sólido conjunto, y del Sur o Andino, considerado como otro; sino también sin duda, para el caso del otro continente igualmente con una geopolítica vertical, o sea África, hablando ob- viamente tanto de la del norte, corno de ra subsahariana.l0 El mismo profesor Diamond rnenciona en otro estudio, que en la práctica una serie de proteínas vegetales, como las papas o patatas del complejo sistema andino, fueron llevadas y seguramente, más que introducidas y difundidas, enseñadas a cultivar a los agriculto- res de la parte norte del continente, tanto en los puntos de contac- to entre ambos, dentro del sistema mesoamericano, o sea tanto en centroamérica como en el archipiélago caribeño, por los propios agricultores andinos durante su r"r'p.iiva migración natur al hacia el norte. Y, de igual manera ocurrió haciael sur con el maíz,los fri- joles, los jitomates, las calabazasy los chiles, propios de los agricul- tores del sistema mesoalnericano, enseñados a cultivar y aprovechar a los andinos, exactamente dentro de los mismos puntos de contacto, pero por parte de los mesoamericanos. Todas ellas determinantes fuentes de proteínas vegetales, genética y previamente preparadas por el hábil e ingenioso talento de los pueblos americanos, las cuales presumiblemente se transmitieron de manera mutua como dijimos a través de los puntos de contacto que ambos sistemas establecieron en centroamérica, por ejemplo, justo a la mitad del actual espacio territorial de costa Rica, o bien, a través del estrecho contacto de los pueblos continentales via mariti.ma, con los pueblos caribeños, cuyo origen es precisamente sudamericano. Ahora bien, aquí debe- mos hacer notar que hasta ahora no hay evidencias sólidas sobre la existencia de flujos, con continuas corrientes de comercio (como las que caracterizaron al Eje Horizontaf), así como de otro tipo de con- tactos pennanentes entre ambos cdnjuntos y sistemas americanos, que por ejemplo, siempre de acuerdo con los criterios del profesor de la Universidad de Califomia, hubieran permitido difundir tanto los elementos como los distintos criterios que finalmente crearon los 10 Sobre lateoria de los Ejes Geopolíticos Horizontales y Verticales, con- sultar, del profesor .Tared Diamond, el estupendo estudio titulaclo .1r- mas, Gérnlenes y Acero, La sociedad humana y sus destinos, Madrid, Editorial Debate- i 998. 356 357 RenTBxIoNES SoBRE LAS ETAPAS cPOpOIÍTICASY IE POIÍTICA EXTERIOR sofisticados lenguajes escritos y sus literaturas corrientemente usa- dos y perfeccionados por los mesoamericanos, en el rnundo andino; como por otra parte, las llarnas, la metalurgia del bronce y su asom- broso sistema de lenguaje y organización estadística, tan familiares entre los andinos, dentro del mesoamericano. En consecuencia, la teoría geopolítica del citado profesor concluye que más bien el Eje Geopolítico Horizontal, vir'fuahnente nunca se dio ni en el caso de las Américas, ni en el de África del norte y la subsahariana.ll Como hemos dicho, las propicias condiciones para la obtención de proteínas en América tuvieron su cenit más que en el sistema andino, en el sistema mesoamericano, al grado que el volumen ahí acanzado por los asentamientos se reflejó por sí solo, corno míni- mo, en alrededor de los dos tercios del total de la población existente en América, a la llegada de los europeos. Al igual que ocurrió en el modelo asiático (rnedioriental y chi- no), los mesoamericanos también registran literalmente una explo- sión de asentamientos, al deliberadatnente converger y darse cita ahí muy distintos pueblos, a partir de que quedaron preparadas las proteínas de origen vegetal, sobre todo elmaíz,la calabaza,losjito- rnates, los frijoles y los chiles. En consecuencia, sólo fue un proble- ma de tiempo para que empezafa a darse la disputa por los mejores espacios de la región mesoamericana, antes de que pasara a con- vertirse en un complejo asunto cotidiano. Es decir, eristió tanto en Mesoamérica como en el mundo andino, un clásico dispositivo de alianzas cruzadas, con el fin de neutralizar a los respectivos rivales, a efecto de buscar un equilibrio (carnbiantes alianzas cruzadas y pre- sunta búsqueda de equilibrios del tipo que intensamente existió, por ejemplo, entre los países del llamado "concierto europeo", durante el período 1870 a1914). Sin embargo, el modelo de los asentamientos y la creaciÓ1 de diversos señoríos y reinos mesoalnericanos también se aleja rela- tivamente, tanto por el número como por la velocidad con que se Il lbídenz, y tarnbién, del propio profesor Diamond, consultar el extracto de su teoría respecto a que la difusión de ias milenarias familias de len- guas de los agricultores, corrió paralela en el mundo, con la difusión de las sernillas que a su vez ellos portaban: "Los agricultores del mundo sembraron idiomas y semillas", The New York Tintes, Selección senla' na.I de Refornta, sábado l7 de mayo de 2003, p. 6'
  • 9. LEopoLDo GoNzÁlr z Acutv o crearon,. del modelo medioriental y del chino. El caso de esta rápida ,v abigarrada reunión de señoríos y reinos en nuestro continente re- sultaría mucho más parecida al del también milenario siste ma, tar como se dio por largo tiempo dentro del espacio territorial de la India' También sería similar al modelo de verdadera explosión como ocurrió durante un rnilenio en el espacio de la Europa ibudal; v des_ de luego, al de los más de 200 señoríos y reinos que se dividieron el espacio alemán, sólo hasta hace unos cuantos sig1os.12 En todos es_ tos casos, la geopolítica de las controversias y disputas corrió de la rrano entre ellos, aunando o agregando en paralelo, o a pesar de esa circunstancia, las iniciativas para mantener múltiples intercambios de todo tipo, según ya lo hemos señalado. Luego entonces, el rnodero geopolítico lnesoamericano rebponde al de otros modelos contemporáneos suyos, que por lógica y como es de pensarse, supusieron necesariarnente a su vez lapresencia de dispositivos, con reglas, tanto parala convivencia como parael con- flicto y la guerra. Las s*betapas del modero rnesoamericano Tal como ocurrió en los modelos medioriental"chino, de la India, de la Europa feudal, así como con los posteriores reinos ¡z principados alemanes, dentro de los cuales ciertos principados y reinos no sólo acabaron prevaleciendo sobre los otros sino que además tendieron o intentaron unificarlos, el modelo nlesoamericano por supuesto que en ningún momento se sale de esta regla. De esta forma, podemos identificar con cierta precisión, desde al menos hace tres o cuatro mil años, procesos de prevalencia con sus eventuales procesos o in, tentos de unificación dentro del mundo prehispánico, perfect4mente registrados en el modelo de nuestra consideración, "orrro "iari"u,subetapas, en fonna similar a como hasta ahora nos las han descrito los historiadores, arqueólogos, antropólogos y otros especialistas. 12 Respecto a la respetable variedad de imperios, reinos 1, señoríos, por una parte, situados en la India, así como por otra, la enorme "uoiidodde reinos, señoríos y ciudades estados simultáneamente existentes en Europa' durante los siglos XV al xvII, consultar Jean Michel sallnann, Géopolitiqre du xvl siécte, 1490-I6IB,Édiúons du seuil, 2003, pp. 23-29,46-65 y 97-116. 358 359 REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAs cgOpOT-ÍTICASY Ie POIÍTICA EXTERIOR Las principales subetapas culturales del mundo mesoamericano son las siguientes: a) La olmeca b) La maya c) La teotihvacana d) Latolteca e) La mexica o tenochca Para todos estos casos, resultan materialmente imponentes hasta la actualidad los testimonios materiales que al respecto nos legaron. Geopolíticamente hablando, resultan no nenos espectaculares las dimensiones espaciales, tanto en el sentido del. tiernpo como propia- mente dentro del espacio geográfico, que ocuparon dichas culturas, y ni qué decir respecto de Ia espectacularidad también alcanzada en materia de ciencias, artes y técnicas producto, sin duda, de muy elaboradas concepciones y reflexiones de grupos éliticos de las mis- mas. Pero paranuestro objeto, el caso más concreto y vistoso sería el de su manejo y desempeño de la organización política, que sin duda supera en esta materia, incluso al de la registrada por sus contemporáneos en las otras dos grandes regiones del globo, ya que a diferencia de estos últimos, los mesoarnericanos en ningún momento contaron con el colosal apoyo que implicó el Íluy res- petable auxilio de disponer en materia de fuerza física, con hatos y rebaños de animales de alzada (lo que garantizó a aquellos que sí los tuvieron, eltre tnuchas otras cosas, además de las proteínas, contar con el molino, el arado, la carceta y Su colrelato, el transpor- te; así como el uso del fuelle pafa incrementar el grado de calor ne- cesario a fin de reducir ios minerales y con ello alcanzat las distintas metalurgias, especialrnente la del hierro y del acero), y ni siquiera rebaños de animales de tallamedia.13 13 Sobre la existencia de una excelente organizacíón científica y técnrca en el seno de las culturas lnesoamericanas, que en buena rnedida permi- tió compensar |a falta de animales de tiro y de arrastre, a fin de lograr muy altos nivetres demográficos dentro de estadios de desanollo relati- vamente similares a los de las culturas asiáticas, africanas y europeas, que sí los tuvieron, consultar: Yoko Sugiura Yamamoto, "La ciencia y la tecnología en el México antiguo", Ciencia y Desarrol/o, México, coNACyT, nitrn. 43, airo vIII, pp. 112-141
  • 10. LnopoIoo GoNzÁI-rZ AGUAYo Precisamente, apoyándose únicamente en la organi zaeión potí- tica y la fuerza física humana, los mesoamericanos lograron crear dentro del mosaico de estos diversos y distintos pueblos, focos de poder con los cuales, adernás de obtener el predominio local, no tardaron demasiado en literalmente llerrarlos a una perfección, y al pasar a desbordar estos límites, eventualmente convertirlos en im- perios regionales. La swbetapa olnoeca Diversos especialistas coinciden en que el primer.pueblo mesoame- ricano organizado que dejó dentro del área mu1'respetables testimo- nios de la expansión de sus asentamientos es el olmeca. A diferen- cia de los últimos tres de la lista anterior, cu1'as originales matrices de poder se situaron en las altas mesetas centrales mexicanas, los grupos olmécatl (tal como los bautizaron los mexicas )/ en la corres- pondiente traduccíón náhuatl: "habitante de la región del hule"),]4 ocuparon una extensa área del sureste de México sobre las tierras cálidas y selr'áticas en las márgenes de las dos costas, si bien a su vez incluyeron la meseta de oaxaa&, y hace alrededor de tres mil años su influencia se extendió a través de las dilatadas costas del Pacífico del propio Istmo Centroamericano, hasta la rnitad suroeste del actual espacio teritorial de Costa Rica,ls antes de que por esa l4 Consultar: "olmecas", Enciclopedia de México, director Rogelio Ro- driguez Alvarez, México, tomo x, 1998, pp. 5595- 5596. 15 Es irnportante destacar que en los excelentes museos de San José de Costa Rica, el Del Jade y el Del oro, aparece sobre el mapa cuadran- gular de la actual República de Costa Rica, prácticamente dir¡idido por mitad en triángulos rectos similares, siguiendo para ello eL trazado de la ocupación geoestratégica llevado a cabo por los distintos y milena- rios grupos prehispánicos: en el Del Jade dedicado a la representación de los rnesoamericanos o "norteños": olmecas, mayas, teotihuacanos, toltecas y mexicas, dichos grupos se asentaron sobre el espacio de uno de dichos triángulos, en este caso el formado hacia el oeste por una diagonal inclinada, diagonal que correría del r'értice sifuado en el no- roeste en la Costa Atlántica, hasta el vértice del sureste en la Costa del Pacífico con sus dos penínsulas, y cuya base perpendicular resultaría ser la actual frontera con Nicaragua, mientras la correspondiente base horizontal del mismo triángulo la form aria la Costa del Pacífico. En 360 36r REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS GEOPOLÍTICAS Y LA POLÍTICA EXTERIOR misma vía penetraranlos mayas. Es decir, el dispositivo geopolítico de los olmecas, si ya incluía el mestizaje apartir de un núcleo de po- der o una capital, y casualmente en los últimos años los especialistas han encontrado que en realidad existieron "tres centros los cuales se reconocen cotno las tres capitales consecutivas del mundo olmeca": San Lorenzo (1200-800 a.C.), La Venta (800-400 a.C.) y Tres Za- carnbio, los asentamientos de los "sureños", a quienes deliberadamente se les reservó en San José el Museo del Oro, expresanente dedicado a los grupos andínos, estos mismos ocuparon un triángulo sirnilar al anterior, aunque invertido, es decir, cuya base horizontal la ocuparía la Costa del Atlántico, mientras la actual frontera con Panarná pasaría a ser la base vertical, y naturalmente la línea de separación de ambos triángulos correría o la ocuparía la misma diagonal inclinada. Pues bien, la anterior es sólo una apreciaciótr, Y& que otra concepción paralela más bien establece que los norteños lnesoamericanos Se expan- dieron por la costa centroamericana del Pacífico, hasta Panamá. Mien- tras los sureños andinos, entre otros grupos los chibchas, Se reservaron la costa caribeña o atlántica centroantericana, al menos hasta Nicaragua y buena parte de Honduras, lo cual tiene lógica, ya que las islas del Caribe prácticamente en su totalidad hasta el archipiélago de Las Ba- hamas, fueron colonizadas desde muy antiguo por los pueblos ara''aks, de los que Se derivaron lOs "tainos" Y los "caribes", con qnienes ca- sualmente se tropezó Colón, y los cuales originalmente prorzinieron del estuario y la cuenca del Orinoco. Pueblos caribeños y sudamericanos establecidos en las costas atlánticas centroamericanas, con quienes, por otra parte, comerciaban intensamente los mayas tanto por la vía terres- tre corno marítima, al grado que los españoles constataron la existencia de un sistema de faros y edif,caciones para facilitar la orientación du- rante la navegación por las costas del Caribe, dispositivo especialmente diseñado y establecido por los mayas. consultar, para la colonización del Caribe por parte de los pueblos sudamericanos: Joseph Grolier, Cuba, Cariefour des Coraióes, Société Continentale d'Éditions Mo- demes llustrées, Paris, L970', tambien María Teresa Franco (directora), Arqtreología Mexicana, Lct l,lovegación entre los A[ayas, México, vol. VI, núrn. 33, especialmente los artículos de María Eugenia Rornero, Anthony P. Andrews, Tomás Gallareta Negrón, Carlos Navarrete y sonia Lombardo de Ruíz; y por últirno: "Los Mayas", José Rogelio Alvarez(director), Enciclopedia de A,léxico, torno IX, 1988, pp. 5092 a 5104. Respecto a la eficacia de las redes de caminos tenestres tanto en el mundo 1áhuatl como en el may4 consultar: María Nieves Noriega de Autrey (directora), ArEteología Mexicatta, Rutas y Caminos en eI A,Iéxico Prehispánico, México, ,o1. XIV, nútn. 81, sep.-oct. de 2006.
  • 11. Leoporno GoNzÁr_rz AcuAyo potes (400 a.c.-100 d.c.). Núcleos desde los cuales se cubrió una enonne área de influencia que abarcó en forma radial a muy diver- sos pueblos de distintas etnias y culturas. Fenómeno geopolítico que estimuló profundamente, con la sola fuer za de su cultura, a todos sus sucesores.l6 Fresumiblemente los olmecas también descendieron de grupos provenientes de muy antiguas rnigraciones procedentes del norte de América, si bien dichos grupos graduarmente se asentaron y durante mu.v largo tiempo convivieron con otros pueblos establecidos tam- bién desde muy temprano en el espacio del actual sureste mexicano, dada, como ya dijimos, la gran facilidad parala obtención de proteí- nas vegetales y otros elementos vitaleq dentro de esta misrna región selvática. Sin duda, por esta misma razón,gradualmente los olmecas se fueron desplazando y extendiendo tanto hacia el norte, dentro del acfual espacio mexicano como por el centroamericano, hasta su feliz encuentro al fondo de este último, dentro del acfual espacio costarri- cense, de una materia altamente apreciada por ellos: el rarísimo jade azul. seguramente este afortunado encuentro en el actual espacio costarricense, además del hecho de también toparse justo ahí con la innegable presencia, en su extensión haciael norte, de la migración geoestratégica de los pueblos andinos, todo ello acabó definiendo a su /ez- la huella y la cota de expansión geopolítica por el sureste mexicano así como por el corredor centroamericano, de los límites de expansión, no solamente para los olmecas sino para todos sus importantes sucesores. Por otra parte, dentro del actual espacio mexicano, siendo el pue, blo base con la culfura madre, los ormecas esfuvieron directamente relacionados y presumiblemente emparentados con diversos otros pueblos: los mayas, los totonacas, los huastecos. los xicalancas v los huejotzingas, por mencionar algunor. ilo, tres prirneros ocupurráo lu vertiente del Golfo de México, mientras ros dos últimos, además de 16 Respecto a las investigaciones más recientes sobre la cultura "madre,' olmeca, consultar: sara Ladrón de Guevara, ..Museo de Antropología de Xalapa", Arqueología Mexicana Edicíótt Especial 22;paur jchmidt schoenber, "La época prehispánica en Guerrero', y Rosa MaríaRe1.na Robles y Paul schmidt Schoenberg, "El estilo olmeca en GuerreÍo,",Ar- queologíaMexicana, México, núm. 82, noviembre-diciembre de 2006, pp.28-37 y 38-43. TTEFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CEOPOIÍTiCAS Y I-¡ POIÍTTCA EXTERIOR. los teotihuacanos, los toltecas y los nonoalcas, ocupando todos ellos la meseta central mexicana. Por la importante vertiente del Pacífico sur mexicano, encontramos en la meseta de OaXaca a los mixtecos y los zapotecos directamente ernparentados con los olntecas, entre otros muy importantes grupos que registran asentam.ientos cultura- les más antiguos que los náhuas. Pues bien, como también es de suponerse, los olmecas estable- cieron dentro del espacio mesoarnericano, una de las reglas prehis- pánicas de la geopolítica básica: la del itinerario en penetración a través de las feroces tierras selváticas en los estrechos confines del Istmo Centroamericano. Itinerario particularmente inclinado, si- guiendo en especial la ruta de la vertiente del Pacífico, al menos hasta ia mitad noroeste-sureste del actual territorio de Costa Rica, y dada la estrech ez deIlstmo, procurando tener y mantener siempre a su alcance la costa del Caribe, es decir, del Atlántico, lo cual se consigue en Panamá. Itinerario geopolítico que de una rnanera casi religiosa, y tro por una simple casualidad, los sucesores norteños sigrri"ron con absoluta propiedad: los mayas, los teotihuacanos, los toltecas ,v, finalmente, los mexicas. Luego entonces, muy relacio- nado con lo anterior, tampoco es casual que en especial estos úiti- mos bautizaranpor su parte con el apropiado nombre de Anáhuac al importantísimo espacio geopolítico, cuya traducciÓn del náhuatl no podía ser ni más sugestiva ni más poética: "latierra entre las dos aguas", es decir, la muy vasta y espectacular tierra cuyos confines gradualmente se van estirando y estrechando, ni más ni menos" entre los dos gigantescos océanos. Las subetapas teotiltwac&na y tolteca Aquí debemos dejar constancia que el esplendoroso mundo teotí- hul.ocano (en náhuatl, "el lugar o la ciudad donde los hombres se hacen dioses") y el posterior, aunque también bastante notable, tol- teca (ennáhuatl "Ia tierta o la ciudad entre los tules"), son amplia- mente conocidos por la espectacularidad de sus construcciones, si bien de ambos pueblos, comparados con el conocimiento que ya disponemos en nuestros días sobre los lnayas, los mexicas, e incluso en algunos aspectos de los olmecas, sólo alcanzamos a tener has- 362 363
  • 12. L¡oporoo GoxzÁr_pz AcuAyo ta el momento un conocimiento sobre ellos bastante fragmentado, v respecto a sus dirigencias, dinastías e historia, aún relativamente pobre, si bien eso no quiere decir que no se trabaje en nuestros días intensamente para superarlo. Luego entonces, buena parte de lo que reproducimos sobre ellos más adelante es lo que desde el árnbito y la óptica de algunos testimonios, esencialmente mayas, nos ha sido revelado sobre ambos ertraordinarios pueblos. También aquí vale la pena recordar que precisamente fueron los mexicas quienes trataron de reproducir en su espectacular capital y ciudad lacustre knochtitlan,las colosales maravillas tanto del arte, de la ciencia, de la espectacular arquitecfura y de la religión de los teotihuaca- nos, pero también de los toltecas, así como que fueron ellos mismos quienes, al igual que hicieron con los propios olmecas, les dieron en su sonoro náhuatl la designación y el nombre con el que finalmente conocemos aún atan eniemáticos pueblos.tT Lu swbetapa rcaüyt Hemos visto que para una serie de especialistas que trabajaron hace aldrededor de seis y siete décadas, el dispositivo radial de la cultura madre ohneca, sentó las bases de muy importantes grupos culfurales posteriores, entre etrlos: los mayas, los huastecos, los teotihuacanos, los toltecas y los nonoalcas. Sin embargo, investigadores con trabajos mucho más recien- tes, sin pretender poner en duda el presunto origen olmeca de los segundos, más bien se han inclinado por desentrafiar la fabulosa historia de estos supuestos grupos culfurales subsidiarios, dejando por el momento rnás bien de lado la discusión sobre las complejas conexiones de sus orígenes. De esta forma han alcanzado, sin duda alguna mucha mayor precisión en la datación de los procesos histó- ricos de estos últimos, lo que finalmente, tarde o temprano, obligará arealizar pesquisas profundas sobre la misma culfura madre. 17 Respecto a los criterios ernpleados por los mexicas para denominar en su propia lengua náhuatl, así como también para asignar funciones, a los extraordinarios vestigios de la colosal meirópoli tátihuacana, con- sultar:A.R. williams, "Teotihuacán secreto. La pira-ia" de la muerte,,, Irlational Geographic, en españor, México, ocfu-bre de 2004, pp. 2-rl. REFLEXIoNES SoBRE LAS ETAPAS CPOPOIÍTICAS Y IE POIÍTiCA EXTERIOR Como es bien conocido, durante su etapa formativa tanto la co- lonización como la influencia maya, se extendieron de manera muy amplia por los actuales espacios territoriales de Guatemala, Hon- duias, El Salvador, Nicaragrta, Costa Rica, y una no menos extensa área del sureste de México. Pero lo que muy pocos saben es que los mismos mayas, con seguridad de manera simultánea, también ascendieron hacia el norte siguiendo las costas del Golfo de México, alrededor de dos mil años antes de cristo. Es decir, no sÓlo rebasa- ron en Mérico el actual espacio territorial del estado de Tabasco sino, sobre todo, el muy dilatado espacio del también actual estado de Veracruz, hast a alcanzat la desembocadura del río Pánuco' En consecue ncia,ocuparon haciael interio4 sobre la misma cuenca del Pánuco, la extraordinariamente fértil átea selvática tropical desde los contrafuertes de la Sierra Madre oriental hasta la llanura cos- tera,conocida como La Huasteca. Esta área que se extiende por el norte del estado de veracruz, el sureste de San Luis Potosí, una pe- queña fracción del este de Querétaro y por el sur de Tamaulipas. Ahí q.,eduron sus herederos, los actuales huastecos' cuya lengua y cultura áescienden de la maya, si bien estos rnismos, al no tardar mucho en encontrarse con |a migraciÓn de los puebios totonacos, y sobre todo de los náhuas, el grueso de las iniciativas mayas en el área huasteca debió entonces retroceder hacia sus originales confines del sureste mesoatnericano, dejando a los citados huastecos en el centro de la costa del Golfo, cuya refinada cultura y lengua terminó dandole el nombre con el cual desde entonces se conoce a dicha región. Ahora bien, la presión hacia el este ejercida por los náhuas, encaminada muy concretamente bajo iniciativa de los toltecas apartit de su capital To- llan (Tula), no sólo obtigó a un acuerdo de convivencia entre ambas culturas, sino a una mezcla o simbiosis de la huasteca con la tolteca 18, De conformidad con los especialistas, durante los últimos dos o tres siglos antes de la era cristiana, com enzó en las comunidades ffirenciade1osestudioshastaahorarea1izadossobre el origen maS/ade los huasteccs y sobre la simbiosis realizada por éstos con los toltetas, consultar la re'ista bimestral Arqueología Mexicana', México, vol. XIV, núm. 79,mayo'junio de 20a6- También "Develan en Tamtoc el Monumento 32, el rnás grande y antiguo de México' Sale calendario alaluz. El monolito, que data del 600 a.C., obliga a replan- tear la importancia de la cultura huasteca", Reforma' Sección Cultura' martes 7 de noviembre de 2006, p' 8' 365
  • 13. LgopoLoo GoNzÁIpZ AGLIAYo mayas el período Preclásico, las cuales durante los primeros siglos de nuestra era no sólo se habían constifuido en diversos reinos y señoríos de rnuy disti'ta importan ciay variado peso, sino, con la complejidad que por sí mismos habían alcanzado, dieron principio ,haciael terce- ro y cuarto siglo de la era cristi ana, alperíodo clásico. Tampoco los especialistas tienen la menor duda de que parael caso se trataba de ciudades Estadci,le de entre las cuales destacaron tres por su parti- cular importancia: Tihal (en el petén de la acfual Guatemala), copán (cerca de la zona fronteriza de Honduras con Guaternala) y calak, 'rul (en el estado de campeche en México), no sólo como fuentes de poder sino como urbes Estados de primer orden (súper potencias les llaman algunos de los actuales especialistas). En estas condiciones, otras ciudades más como Dos pilas, Naranjo, caracol, yaxchilán, Piedras Negras, Palenque, Toniná y euiriguá, también han sido con- sideradas como importantes fuentes de poder, aunque de segundo orden. ocupando un tercer nivel, ha queclado una multifud de co- munidades ocupando el papel de ciudades subsidiarias, que apare- cieron con un claro papel de tributarias, tanto del primero ,o*o d.l segundo grupo, de entre las cuales algunas de ellas evenfualmente lograron ascender al segundo rango, o bien que incluso alguna más, temerariamente, se permitiera desafiar a los del primero.20 Lo importante aquí es que durante el período preclásico y eI clá- sico del mundo Maya (exactamente igual a como ocurrió con las ciudades Estados de la Grecia clásica), las ciudades Estados mayas de todos niveles, se la pasaron todo este tiempo (del siglo III a.c., al siglo vIII y IX, de la Era cristiana) en alianzas, contr alianzas 7r disputas interminables y, de la misma manera como les ocurrió a los griegos, ninguna de las ciudades mayas, o bien una coalición i9 Para una excelente discusión teórica sobre las ciudacles Estado esta- blecidas en diversas partes del mundo antiguo y por supuesto también en Mesoamérica, consultar Marshall J. Becker, ;.Ert ottora social en la evolución de los Estados políticos en Mesoam érica,,, Los Mayas. El esplendor de una civilización, T'ner,Barcelona, lggo, pp. a5-&. 20 Para un excelente estudio de los períodos preclásico 5r-óiari"o Mayas, consultar de los autores británico y estadounidense, respectivamente, Simon Martin y Nikolai Grube, Crónica de los Reyes -y Reina,s Ma_ yas. La Printera Historia de las Dinastías Mayas,Ed. planeta, México, 2002. REFLEXToNES soBRE LAS ETApAs cpopolÍTICASv le polÍTICA EXTERIOR de entre ellas, logró durante este importante período imponerse ni siquiera circunstancialmente a todas o a una mayoría del gran con- iunto. Es decir, se mantuvieron como entidades geopolíticas abier- tas, sin unidad, dentro de la cual la propia inestabilidad geopolí- tica regional resultado de la permanente disputa entre las propias ciudades Estados mayas, se convirtió en el rnejor de los caldos de cultivo para atraer las ambiciones imperiales de otros grandes Esta- dos que, aunque lejanos, estaban bastante mejor consolidados para dichas iniciativas. Estados que los observaron con particular aten- ción desde la distante rneseta central mericana (a más de mil km de distancia). De esta forma, es a partir del siglo IV de la era cristiana que se hizo sentir, a través de muy diversas iniciativas, la enorme influencia de la colosal metrópoli teotihuacana, la cualr alcanzaba entonces su máximo esplendor. Influencia directa e indirecta que prácticamente pervivió dentro del rnundo maya hasta el final de su propio espléndido período Clásico, incluso mucho tiempo después del definitivo hundimiento de la propia Teotihuacán, ocurrido en el curso del siglo VII d.C.21 Dos o tres siglos después, algo similar sucedió con la influencia y el esplendor de Tollan (en náhu atl "eL lugar o la ciudad entre los tules", o Tula, en el actual estado de I{idalgo), la impresionante ca- pital de los toltecas, cuyo mayor ascenso coincidió con eI período Postclásico de los mayas, en el curso de los siglos IX al X1II de nues- tra era, aunque en esta ocasión su impacto se sintió rnás bien en las numerosas e importantes ciudades que para entonces la migración mayahabíaido edificando en el norte de la península de Yucatán, ya q,r" lur maravillosas y fantásticas ciudades del sur, colrespondientes con los períodos Preclásico y Clásico del mundo maya, habían sido abandonad as pafa ese momento. Marcada influencia tolteca que se manifiesta -aseguran los especialistas- cuando dentro de este mis- mo mundo maya del norte, se empe zó arectbir y sentit fu Pt-t"ncia ffionados en la cita anterior abrevan al detalle en mu- chas aportaciones de numerosos autores norteamericanos, británicos y rusos, más la de una misión francesa y por supuesto, el no menos rico material generado por el destacado trabajo de los especialistas guate- rnaltecos, hondureños y mexicanos, resaltando en todo caso la estrecha relación alcanzada entre mayas y teotihuacanos, concretamente la in- fluencia de los segundos dentro del extraordinario eje o triada Copán, Tikal y Palenque. 366 367
  • 14. LEoPoLDo GorzÁlrz Acueyo de poderosos grupos de comerciantes guerreros mayas, si bien -tam- bién afi rm an- car acterísticamente "mericanizados,,, procedentes de la región de la Laguna de Téminos y de las desembocaduras de los ríos Grijalva y Usumacinta. Importantes grupos mayas de poder "extranjerizados", que a su vez influyeron decisivamente en la for- mación de una cultura, un arte y una religión "híbridas,,. por ejern- plo se popularizó el rito de QuetzáIcoatl, (en náhu atl,,,la serpiente con plumas de quetzal"), deidad que en la lengua mayalarcateca se conoció entonces como Kukulcán y entre los quichés del sur con el nornbre de Necxif. Antiguo rito que si originalmente provenía de los legendarios teotihuacanos, fueron los toltecas los que lo difundieron hasta Yucatán. Estos grupos mayas "híbridos,, estuvieron, entre otras interesantes cosas, estrechamente conectados con el florécirniento de los entonces complejos sistemas "internacionales,'de comercio, como aquellos que se practicaron intensarnente a partir de los baza- res de Xicalanco puerto de comercio marítimo que se situaba en la actual costa sur de Campeche de Naco, puerto de cornercio terrestre ubicado en la meseta de la actual chiapas, y de Nico, puerto de comercio situado en la meseta de la actual Guatemala. Grupos de interés principalmente económico que, con criterios y procedimien- tos muy diferentes a los tradicionales de las elites político-religiosas mayas, no sólo se fueron apoderando en buena medida del sistema de decisiones políticas dentro de los nuevos e importantes centros de población situados al norte en Yucatán, sino de paso les irnpusieron sus nuevos enfoques y concepciones esencialmente militar,econó- micas. Centros entre los cuales destacaron los modelos aplicados en ciertas urbes, como chichen rtzá, rJxmal, Tulúm y finalmente Ma- yapán,la cual terminó imponiéndose, por alrededor de un siglo, a la mayor parte de las demás.22 En otras palabras, el dispositivo abso- lutamente solemne, refinado y calen darizado de las antigups dinas- tías fue substifuido por el mucho rnás flexibte y pragmáti{o de los comerciantes guerreros, los cuales no se preocuparon más por dejar gtavada en refinadas estelas y frisos, la cronología e historia tanto 22 Sobre el fenómeno de la expansión y "mexicanización,'de los procesos de la cultura maya, especialmente a partir del siglo x de la eraCristia- na, consultar. José Rogelio Ñvarez(director), Enciclopedia de Méxíco, op. cit. De igual manera, consultar: simon Martin y Nikolai Grube, op. cit.,pp.226'nA. También Los Mayas. El e:splendor de una civil.iza.ción, op. cit., especialmente los capítulos VI, VII y VIII, pp. 73_l 15. REFLEXIONES SOBRE LAS ETAPAs CpOpOIÍTICASv t-¡ pOI-ÍTICA EXTERIOR de su obra como de los grandes acontecimientos ocurridos en su tienrpo,aunqueseguralnentedejaronparalaposteridadbuenaparte de dichos inventario, .r, los libros o cÓdices' en forma de biombo (de corte za o depiel, los cuales también incluían rnuchísirnos oiros "orro"i*ientos), mismos que por cientos, si no es que por millares, fueron achicharrados en grandes hogueras durante el siglo XVI por los recién llegados religiosos españoles' Y, por supuesto, es el conjunto del mundo maya' aunque para en- tonces más bien se presentara como un pálido y desarticulado reflejo respecto a su fantárti"o e increíble esplendor de siglos antes, el que encontraron finalmente los mexicas o tenochcas durante la rápida formación de su imperio ocunida en el curso de los siglos XV y XVI de la era crist iana, y muy concretamente hasta el año I52L, en el transcurso de Ia máxima expansión imperial, a partir de su no menos prodigio s a metrópoli : Tenochtitlán' 23 Comosabemos,elmundogriegosevioporvezprimeraunifi- cado en el siglo IV a.c., a consecuencia de la invasión del Imperio Macedonio (griegos del norte) y por supuesto' con la inmediata y subsiguienteinr,asiónporpartedellmperioRomano.Puesbien,en Mesoarnérica no ocurrió 1o mismo, ya que ni teotihuacanos ni tol- tecas ni mexicas unificaron en ese misrno sentido al lnundo lnaya' ysóIomuyexcepcionalmenteaotrosmuydiversospueblosSome- tidos, a trar,és de una serie de reglas y procedirnientos incluso jurí- dicos comunes, dado que el principio irnperial Inesoantericano más bien descansó en fabricar un eficiente sistema de pueblos tributarios' permitiéndolesporlogeneralconservarsuspropiasinstitucionesa fin de apoyarse no sÓlo sobre las respectivas estructuras ya existen- tes,sinosobretodoenlalegitimidaddelospropiosgobernantesna- tivos. Si bien también es cierto, que a fin de mantener muy claros los ffinto rnás profundo sobre el extraordini nelsonaje, creadorydiseñadordellmperioMexicaoTenochca,consultar:Antonio velasco piña, Tlaca.elel, nl Artnro entre los Aztecas, México, Editorial Jus, lg7g. páru un estudio detallado del abiganado sisterna de pueblos existentes en la rneseta central, así como de su dispositivo de relaciones y ;;ñ;ñrio. *ontado duranie la época de lamáxima expa*sión mexi- ca, consultar: charles Gibso n, Loi aztecas .baio eI dontinio español, l5lg-llI0. ilgro XXr, Méxtcot,1967. También George clapp Vaillant, La civilizaciói azte ca, FCE,México' 2003' 369
  • 15. Lsopoloo GoxzÁmz AcuAyo sírnbolos de la sujeción, normalmente "secuestraron,, a las deidades religiosas de los pueblos sometidos, las cuales -al igual que hicieron los romanos- tanto los teotihuacanos, como los toltecas y finalnlen- te los mexicas, fueron colocadas dentro de sus respectivas capitales, en un lugar o "panteón" ad hoc al que por rupu-rto en adelante se dirigirían los peregrinos, desde las sedes que originalmente habían ocupado dichas deidades secuestradas, peregrinos provenientes de muy alejadas distancias. como consecuencia de todo esto, ra verda- dera unificación, no sólo de los ma,vas sino del respetable abanico de pueblos existente dentro del rzasto universo mesoamericano, fue el trabajo de los brillantes estrategas diseñadores del dispositivo de construcción y cimentación der irnperio español, según veremos a continuación. otro notable aspecto der dispositivo que montó la dirigencia nrexica para alcanzar su fulgurante ascenso, que en el curso de un siglo los convirtió en uno de los más poderosos imperios del mundo prehispánico, es el haber cubierto literalmente todos los requisitos supuestos por la teoría del propio dispositivo, veamos: a) una pode_ rosa ideología, además de referida a sus propias deidades religiosas, con un arraigado sentimiento de superioridad, incluso raciat; u; un articulado sistema de alianzas con los vecinos, con el que debuta' desde su llegad a alacuenca del valle de México, durante las prime- ras décadas del siglo xIV, arianzas que van modificando a medida que se fortalecen, hasta lregar en los siglos xv y principios del xvI, a descansar en una muy estrecha relación con los señoríos cle T-ex- cooo y de Tacuba, no sólo a efecto de mantener el equilibrio dentro del abigarrado y cornplejo escenario de la meseta central, sino a fin de permitirles guardar su vital iniciativa expansiva dentro del munclo maya y del centroamericano; c) un dispositivo diplo'ráti- co ad hoc, impulsado por ra elite de los comerciantes tlatelolcas o pochtecas, quienes protegidos mediante dicho estatuto de carác- ter sagrado cumplían simultáneamente con tres funciones básicas: l) ser comerciantes, 2) ser agentes diplomáticos, y 3) ser espías; d) un eficiente dispositivo militar profesional sumamente complejo y alta- mente sofisticado. Ahora bien, desde la época de los teotihuacanos y toltecas, los reinos en condición mediterránea, concretamente el de los tlaxcaltecas y el de los huejotztngas,se interpusieron en el camino 370 REFLEXToNES soBRE LAs ETApAs csopolÍTICASv l-¡ polÍTICA EXTERToR de las iniciativas de todos ellos hacia el sureste. De esta fonna, los teotihuacanos lograron neutralizar a los huejotzingas pero no así a los tlaxcaltecas, mientras que posteriormente al expandirse hacia el sureste los toltecas, decidieron mejor rodear ambos reinos, al no po- der someter aninguno de ellos. Con estos antecedentes, los mexicas les lanzaron a ambos reinos todo el peso de su respetable poder, pero de nueva cuenta, al sólo lograr controlar a los huejotzingas, mantuvieron a cambio una espantosa presión sobre los tlaxcaltecas hasta lograr bloquearlos durante un considerable tiempo y con ello ponerlos literalmente contralapared, y casualmente era Su angus- tiosa y desesperada condición cuando aparecieron inesperadamente en el horizonte las avanzadas de los europeos, con quienes los afec- tados no dudaron un minuto en aliarse, e incluso constituirse ellos mismos en el elemento básico dentro de la iniciativa de los propios europeos, a efecto de contribuir decisivamente al exterminio de sus últimos rivales histÓricos. Como podemos ver, las reglas de la latga etapa prehispánica in- cluyeron entre sus dispositivos todo lo correspondiente a sus crite- rios teóricos, inclusive el de un especial o particular tipo de política exterior. Regla que se aplicó en este vastísimo sistema de reinos y señoríos prehispánicos, normalmente exhibiendo cruces y entrecru- ces de intereses, a muy distintos niveles de jerarquías de dominio y por supuesto fluctuantes o cambiantes, 1o cual obligó a rnantener una serie pennanente de rnecanismos de equilibrio basados, entre otras cosas en el viejo sistema de alianzas y de contralianzas. Relación sumamente rica en la cual, durante milenios, se hicieron familiares en el respectivo dispositivo, entre otras cosas, por ejemplo, los Esta- dos "tapón" del tipo de Tlaxcala y Huejotzingo. Al igual que ocurrió en loq similannente plurales modelos y correspondientes tipos de políti{a exterior de la India, Europa rnedieval }' del conglomerado alemán de señoríos y reinos al que ya nos hemos referido, el corres- pondiente tipo de política exterior implementado entre los rnúltiples vecinos de la extensa área mesoamericana fue extraordinariamente rico, dinámico, plural Y comPlejo. En lo que respecta a la representaciÓn de la ambigüedad, el me- jor ejernplo que salta por sí solo, exactay justamente al final de esta etapa, es el de las profundas dudas del poderoso Emperador Mocte- zumaXocoyotzin respecto a Ia verdadera identidad de los europeos,
  • 16. Lgopoloo GoNzÁI-BZ AGUAYo recién desembarcados en las costas del Golfo. Dudas que finalmen- te resuelve enviando muy espléndidos regalos al pequeño grupo de recién lleg ados, incluyendo algunos particularrnente espectaculares de oro y de plata, presentes acompañados con la increíble petición dirigida a sus atónitos beneficiarios de que al recibir los obsequios regresaran por donde habían venido. Todos conocemos esta historia, y el resultado. 2. La etapa hispánica Como hemos dicho anteriormente, el dispositivo de avanzada del capitalismo europeo, encabezado por españoles y portugueses, fi- nalmente irrurnpió desde el área del Caribe sobre Mesoamérica, co- mandado por los castellanos. Como todo mundo sabe, a partir de "la cabeza de puente" establecida por ellos mismos durante los últirnos años del siglo XV en la isla La Española (actual República Dorni- nicana y Haití), clesde dicho estupendo balcón se inició el recono- cimiento destinado a facilitar la gradual ocupación del área conti- nental, o la "tierra finne". Sin ernbargo, después cle varios intentos fallidos, fue hasta 1519 cuando la célebre expedición al mando de Herlán Cortés se dio de manos a boca con las áreas densamente pobladas del México costero, desde donde el pequeño grupo direc- tamente accedió a la vital área central y, desde luego, a todo lo esen- cial de los fabulosos recursos mesoamericanos, que a partir de las sucesivas metrópolis que se sucedieron en las altas mesetas y en el curso de los mil doscientos años previos se habían detentado bajo la guía de los tres extraordinarios imperios ahí asentados: teotihuaca- no, toltecf y mexica. I Lo qué ocurrió inmediatamente después es relativamente cono- cido. En primer lugar, la genialidad castellana imaginó de inme- diato un dispositivo que le permitierautllizar en su favor, las pug- nas de los poderosos reinos existentes, a fin de aprovechar en lo inmediato la inapreciable fuerza, más que de los señoríos y reinos más débiles, la de los más agraviados, a fin de convertirla en un ex- traordinario ariete y poder deshacer con el mismo la de aquellos, no solarnente rnás poderosos sino muchísirno más peligrosos. tJna vez ITEFLEXIONES SOBRE LAS ETAPAS CBOPOT-ÍTICAS Y LA POLITICA EXTEP'IOR conseguido 1o anterior en 152L, prácticamente no tuvieron grandes problemasparasometerconrelativafacilidadatodoslosdernás'Es decir, se repitió el modelo estratégico que incluyó el mismo dispo- sitivo mil setecientos años antes, con los prirrcipios empleados por Ios romanos en la construcción de su propio imperio, al poner a sus rivales unos contra otros' Estamos hablando del hecho 'de considerat aI reino de los tlar- caltecas como el elemento toral del dispositivo castellano, lo cual IespermitióaestosúltimosnosóIohacersedelosincreíblesrecur- Sosamericanos,sinoademás,desdedichaplataformaalcanzarlos de Asia. Es decir, no Se puede imaginar la construcción del colosal imperioespañolrlotupr.r"rr.iudelostlarcaltecas,yaquedespués del brillante éxito obtenido parasometer a los mexicas' los tlaxcal- tecas(quienesfueronlosúnicosautorizadosparaconservarsusdi- nastías nativas) acompañaron fielmente a los españoles en el grueso de sus grandes iniciativas geopolíticas posteriores, hacia el norte y noroeste, por ejemplo: ia colonización de la inmensidad septentrio- nal (entre otras ,o,u, fundaron la ciudad de Saltitlo) lracia Texas, Nuevo Mérico, las Californias, Sonora, Sinaloa; hacia el occi- dente:JaliscoyMichoacán;yhaciaelsurysureste:Guatemala, Honduras,Nicaragua,EcuadoryPerú'Ademásdeponerpartede las tropas para lu lorrquista de las Islas Marianas (Guam) y, sobre todo,paraladelasFilipinas.PeroSeguramentelomásimportante y trascendente de este genial dispositivo fue el hecho de que durante lostreslargossiglosdela"oloniaespañola,lobiencimentadodel modelo le evitó a España tener que recuffir al costoso uso de tropas de ocupación, las cuales "n nin!ún momento existieron en Améri- ca,>laquelogrómantener,i.mp,.elcontrolylaseguridaddela inmensidad de estos espacios descansando sólo en Ia fuerza de los proPios nativos. r --l Peroelasuntonoquedóahí,yaquealavistadeléxitoobtenido desdeprincipiosdelsigloXVlporl.osespañoles,elmismomode- lo sería utilizado en buena ,rr"áidu por los ingleses a pattir de su colTespondientedispositir'otáctico'conelfindesometer'aunque sibiendossiglosdespués,enelcursodelarevoluciónindustrial' durante el siilo xvlil; a La exttaordinaria di'ersidad de señoríos y reinos de la India. Iniciativa que' en el modelo británico' el admi- 373
  • 17. Lropor-oo GoNzÁlrz AcuAyo rable y oportuno papel de los tlaxcaltecas que cubierto con creces por los sihjs, quienes al llenar este estratégico déficit, les pennitio a los súbditos de Su Graciosa Majestad apoderarse de la inmensidad de los recursos de aquel subcontinente, recursos con los cuales edi- ficaron el respetable dispositivo estratégico y la platafonna sobre la que posteriormente montaron su espectacular imperio planetario. Por otra parte, guardándose de repetir con celo las mismas figuras, sin tener que recurrir en ningún mornento a las tropas de ocupación y finalmente designando incluso a su propia y espléndida entidad colonial con el nombre de virreinato. Ahora bien, desde la platafonna novohispana, los castellanos no sólo construyeron la inmensidad de su imponente imperio planeta- rio, sino además depositaron en la Nueva España tanto la seguridad como el propio equilibrio del imperio. En consecuencia, durante todo el siglo XVI el dilatado imperio español, cómodamente des- cansando en la supremacia novohispana, le permitió alacorona de Madrid llevar y mantener durante dicha cenfuria una política mun- dial de súper potencia. Ya que hablamos de los éxitos geopoliticos del Imperio Español a través de no pocas de las iniciativas novohispanas, en opinión del autor Rodrigo Rivero Lake, si los novohispanos llenaron con creces los vacíos que dejaban tanto los frecuentes conflictos como las crisis y las co1.'unturas que casualmente se les abrían desde Madrid, la con- quista de las Filipinas (que finalmente realizaron tropas tlaxcaltecas y presumiblemente mexicas) les ofreció insospechadas posibilida- des para que los mismos novohispanos -superando o rebasando las limitaciones que les imponía, entre otras cosas, el sistema de castas en el virreinato-, construyeran su propio dispositivo catapultados desde la nueva extensión filipina, a efecto de mejor proyectarse en Asia. De esta forma, su primera iniciativa fue continuar con la tradición establecida por Magallanes, de involucrarse activamente en los con- flictos locales, y con dicho pretexto participaron con éxito en las querellas de los rnúltiples señoríos tanto de las propias Filipinas, como de las vecinas Molucas, pero igualmente en las muy opor- tunas querellas del reino de camboya. Durante este tiempo, como consecuencia de la misma dinámica y de algunos naufragios novo- hispanos ocurridos en las costas japonesas, además del auxilio reci- RgpIgxToNES SoBRE LAS ETAPAS CTOPOIíUCAS Y IN POIÍTTCA EXTERIOR bido en la ocasiÓn por las dirigencias niponas, éstas aproyechalon patasolicitarles el envío de mineros novohispanos, a fin de que les enseñaran las técnicas de explotación de las minas de plata, dado el manifiesto interés por tener monedas no sólo de la calidad sino del prestigio de las producidas por el virreinato' Al mismo tiempo, los novohispanos convirtieron a Manila en una dinámica y cosmopoli- ta urbe comercial, con gran presencia de mercaderes chinos, mala- ),os, malasios, indios, javaneses, japoneses, áraboS )t, desde luego, españoles y novohispanos. Ahora bien, en ocasión del combate a los piratas japoneses y malasios -los cuales asaltaron y destruye- ron Manila por 1o menos en dos ocasioues y la asediaron en otras-' durante una misión diplom ática ante el emperador chino en Pekín a fin de solicitarle su apoyo, éste no sólo los recibió muy bien sino les ofreció un espacio en la costa china del sur que, bajo el modelo de enclave como el que funcionaba en Macao, los mantuviese al mismo tiempo tanto al abrigo de estas dificultades, como bajo la protec- ción del espacio chino. Merced a todas estas iniciativas y dinámicas geopoliticas novohispanas, tampoco cuesta mucho trabajo entender por qué durante los siglos XVI y XV[, se considerara al Océano Pa- cífico corno un lago esPañol'24 El problema del costo demográfico mesoamericano' Es un he- cho histórico que en números absolutos y relativos la demogtafia ffiseconómicasypolíticasnovohispanaS,entreotras cosas con proyeccién hacia muy diversos puntos de Asia, a trar'és de las Filipinas, Jonsultar Rodrigo Rivera Lake, "Proyección mexicana en Asia,, en L'a presencia. noráhirpona. en el Pacffico Insular, México, Conaculta-rN"o-UtO " 1gg2, pp. 27-40. Para entender mucho meior la trascendencia del dorninio oceánico, así como la correspondiente agtia disputa por el control del mismo y el esfuerzo que implicó ponerlo al servicio del naciente capitalismo, consultar las siguientes obras: Juan A. Ortega y Medina , Et cofficto anglo-espa.ñol por el dotninío oceáni- co (siglos xvr y rr,,j,uNAr4, México, Igg1.,Alfred w. crosb-v, El inter- cambio transáceánico. Consecuencias bíológica.s y culturales a partir de l492,UNAM, México, 1991; Carlos Bosch Garcia,Tres ciclos de na- vegación mundia.l. se concentraron en Antérica, UNAM, MéXiCO, 1985; .T. H. Harris, El desctúrintiento del mar,México, Conaculta-Gri-ialbo' 1991; Ralph Davis, La. Europa atlántica.. Desde los descubrintientos hasta la índustrializacion, sigto xxl, México, 1989; Michel Mollat du Jourdin, Et'n'opay eI rnar,Barcelona' Editorial Crítica' 1993'=. = T. 3 Jt i- .s {*. ,€- 375
  • 18. Lpopor-oo GoNzÁr-pz Acueyo mesoamericana era con mucho, al momento de la llegada de los europeos, no sólo la más importante del continente, sino que además se mantenía en plena expansión. Población que significaríaenvolu- men, alrededor de no menos de 25 millones de habitantes (compá- rense con los 6 a9 millones en que se calcula entonces la pol -rción de España), lo que equivaldría a, entre dos tercios y tres cuartos del total de la población americana de la época. Población que con la llegada de los europeos inmediatamente pasó a ser víctima, ade- más de los abusos y de los conflictos bélicos, especialmente de los gérmenes epidémicos que, por definición aunque original e incons- cientemente, portaba el dispositi.r'o de los propios europeos. De esta fonna, aunado a todo lo anterior, la inrne diata pérdida de las elites prehispánicas: político-religiosas, culturales, sociales y económi- cas, desencadenó una severa crisis de orden psicológico-moral entre los mesoamericanos sobrevirrientes, todo lo cual ocasionó en pocas décadas, la peor hecatombe demográfica que hubiera presenciado hasta entonces la humanidad. A eso se refería el dominico Fray Bar- tolomé de las casas con sus angustiosos llamados a la Corona espa- ñola, al señalarles "la rápida despoblación de Las Indias", dado que la población total se redujo drásticamente durante ese breve tiempo, al 1006 o menos de la total. Es decir, la catástrofe dernográf,ca fue de tal naturaleza que se requirieron siglos pararecuperarse. De esta forma, en el primer censo llevado a cabo por las autoridades rrirrei- nales, a fines del siglo xvIil, la población total de Méxic o alcanzó poco más de seis millones de habitantes,2s que se calcularían en siete millones a mediados del siglo xIX y en quince millones en el censo de 1910. De esta fonn a,430 años después de la llegadade los euro- peos, la población mexicanavolvió a sulnar 25 millones, de acuerdo al censo de 1950.26 25 Sobre las deplorables condiciones de la población novohispana y los increíbles privilegios de las elites oligárquicas, a fines del período co- lonial, consultarAlejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la lVueva España, Cía. General de Ediciones, México, 1953. 26 Para una detallada explicación del fatal efecto de los gérmenes aporia- dos tanto por europeos como por africanos sobre las densas poblaciones indígenas americanas, consultar el excelente estudio del profesorAlfred W. Crosby, El intercantbio tra.nsoceánico, cottsecuencias biológicas y cultw.al.es apartir de 1492, UNAM, México, I991. I{EFLEXIONESSOBRELASETAPAscBopoIÍTICASYLAPoLrl.lUAbÁrtrKj Porotrapatte,lacatástrofedemogrítficatuvocomoinesperado resultado geopoliiico, rlo só'o el más fTcil sometimiento de los diez- rnados núcleos de población de los distintos reinos indígenas' sino suigualmenterápidoaglutinamientodentrodelaampliaysólida unidad diseñada por el nuevo orden imperial español' Ahora bien' comodetodasformasydurantemuchotiempo,lapoblacióneuropea continuó resultando simbólica comp arada con la densa población nativa, amén Oe ioda clase de disposiciones €xpresas para evitar que los indígenas ascendier all, atra*s de las distintas escalas: política' económica,socialyreligiosa'muchomenosseimaginóqueparti- ciparanasífuesetangencialmenteenlaadministraciónimperial.De esta manera, resultalerfectamente erplicable que nunca se permi- tieralaimplantaciónenlascolÓniasespañolasnidelacomunani del cabildo, dos formas democráticas y de autogobierno bastante conocidasdelordenpolíticocastellano(atalgradoquetantoVasco NúñezdeBalboaenPanamáenl5l3,comoHernánCortésenMé- xicoenl5lg,inrnediatamenteutilizaronjustolainstituciÓnsobera- nadelcabildo,afindeindependizarsedelosempresariosquepa- trocinabanSusrespectivasexpediciones),salr'oenelcasodeCosta Rica, donde de en;ada se debió recurrir, implementar y estimular el cabildodemocrático,yestoúltimoporrazonessumamenteparticu- lares.Todoloanteriorocasionoqo.,encambio'enelvirreinatono. vohispano,sindudatambién"op,.,.'ciaformaldelcabildo,pero nuncadesusprocedimientosdemocráticos,sedejaragranlibertad deacción,enespecta|parasusnegocios,alosmiembrosdelasmuy poderosas oligarquías iocalet' ts áecir ' apatte de la de la capital' las de puebla, Guanajuato, zu"ít""us, San Luis' Aguascalientes, Que- rétaro, v*Jud (Morelia), oaxaca, Guadal aiara, Mérida, Taxco' Yeracruzyvariasciudadesyregionesmás,lascualesdispusieronen su favor de la propiedad de 1{ ii"nu,de las minas, del comercio, de los solares urbanos, de la altaly mediana burocracia, más una mano deobraindígenanumerosayadiscreciÓnenellímitedelasubsis. tencia,eincluso,queselegitimaÍaÍasímismosmanipulandoasu gustoelcabildo.ro¿oelloacambiodequeestoicamentesoportatan la absoluta central izaciondel verdadero poder político y religioso" enlasmanosdeunpuñadodeconfiablespeninsularesespañoles. 376 377
  • 19. LeopoLoo GoNZÁLEZ AGUAYo Aquí aparece con bastante claridad la representación de la ambi- güedad como sistema. España nunca confió, ni por error, en permitir a los novohispanos la mínima posibilidad de autogobernarse y para que no hubiera dudas, extermin ó atalgrado a las elites prehispánicas .v a su memoria, especialmente con objeto de borrar en definitiva su reconocida capacidad para la creación y organización de colosales entidades geopolíticas, que en la actualidad cuesta bastante trabaio reconstruir las raíces de dicha importante etapa. Aquí cobra toda su lógica la destrucción sistemáticade los códices.27 Es decir,nad.a que los llevara a reflexionar sobre su propia y prodigiosa identidad, y menos a contaminarse con las discusiones democráticas. por su parte, a los criollos deliberadamente se les dejó un gran poder, según hemos dicho, pero a fin de que no abusaran ,lareglafundamental del cabildo permitido fue siempre atenerse a las decisiones verticales en las cuestiones de fondo. Desde luego estos criterios pennearon hasta la propia denominación que se le impuso a partir de su creación, a la innegablemente poderosa nueva entidad: "virreinato". En fin, durante la época hispánica sin duda la más vistosa repre- sentación de la ambigüedad fue, desde un principio, la existencia de los "mestizos" (normalmente hijos de español con indígena), quie- nes de inmediato se encontraron simultáneamente rechazados, tanto por españoles como por indígenas, lo que equivale a decir, tanto por la casta superior como por la inferior, y los cuales a fin de sobrevivir desarrollaron durante los siguientes tres siglos toda una particular y muy astuta cultura, que nafuralmente incluyó o se basó, entre otras cosas, en la necesidad del uso de un doble lenguaje, característica de la cual sin duda la me.jor y más rica de sus representaciones actuales es la llamada culfura del "sí, pero no", o del'ho, pero sí", en otras pa- labras: "la cantinflada",es decir, la capacidad o la posibilidad de poder 27 Respecto a la liquidación sisternática de los elementos que permitían no sólo conocer, sino especialmente mantener además de viva, una muy alta conciencia sobre las grandes realizaciones geopoiíticas mexicas o náhuas, rescatados incluso entre otros autores, por el franciscano Fray Bernardino de sahagún, consultar cantares Mexicanos, songs of the Aztecs. Translated fro* the náhuatl, with an Introduction and Com- ntentany, by John Bierhorst, stanford university press, l9g5; también, Arnos Segala, Lite ratura náhuatl, Fue nte s, id entid ad e s, re pre s enta cio- ne s, Conaeulta-Grijalbo, México, I 990. RerLBxloNES soBRE LAS ETApAS cropolÍTlcAs v I-e polÍucA EXTERIoR decir todo, pero dentro del objetivo de no comprometerse, de hecho, llegar a no decir nada. Por otro lado, cuando en Ia ma-Vor parte del siglo XVII la metró- poli europea se vio envuelta en gravísimos problemas, entre otros, las terribles guerras de la sucesión dinástic a, más no pocas hambru- nas cíclicas, y su correlato, las epidemias periÓdicas, todo lo cual provocó verdaderas catástrofes e ingentes dificultades para cornuni- carse con sus colonias,Z8 en cambio el dispositivo montado a aargo de la Nueva España funcionó por el contrario, estupendamente. El opulento virreinato (así lo llaman algunos historiadores cubanos) no sólo se urbanizó, sino sus ciudades prosperaron, además de para cubrir el papel toral que se le había encomendado durante el crucial siglo XVII, coh objeto de abastecer con sus propias exportaciones la demanda de las otras colonias: buques, cerámicas, vidrios, herrajes, jarciarias, artículos de cuero, artículos de madera, textiles, obras de arte, obras religiosas y muchas otras cosas más, incluso vinos. Esto, sin olvidarse de continuar enviando a la metrópoli en crisis su fabu- losa remesa anual en metálico, principalmente en millones de pesos acuñados en monedas de plata f,na, o "colutnnarios". Dentro de esto también debemos considerar que la Nueva España estuvo encargada de cubrir, no sólo durante el siglo XViI sino en el curso de todo el período colonial, los gastos totales de Cuba, las Filipinas, las Cali- fomias (la del norte y la del sur), las dos Floridas (la occidental y la oriental), y contribuir con eventuales apoyos a la Capitanía General de Guatemala (es decir Centroamérica) y aIa Capitanía General de Venezuela; y por si no fuera suficiente, el virreinato se hizo aargo en el último tercio del siglo XVIII también de los gastos de Luisiana (qr" entonces pasó a formar parte de sus dependencias), además de encargarse dg cubrir el apoyo que España brindó a los rebeldes ame- ricanos de la! trece colonias inglesas, y que consistió en otorgarles entre otras cosas, una flota completa de buques recién y expresa- rnente construidos por el propio virreinato, la cual costó 10 millo- nes de pesos oro (que casualmente los beneficiarios nunca pagaron), flota que de confonnidad a los recibos firrnados que existen en los 28 Sobre la terrible crisis europea y, en particular de la de España' que abarcó la mayor parte del siglo XVIi, consultar Dantí Riu .Iaume, Ias claves de la crisis del sigl.o.YWI" Editorial Planeta, Barcelona,I99l. 378 379
  • 20. Lsopor-oo GoxzÁmz Acueyo archivos coloniales de Cuba, se entregó a los marinos bostonianos en La Habana. Sin menoscabo de que la misma Nueva España tuvo también a su cargo poco después, el pago de los gastos de represen- tación de la recién creada misión diplomática española en Filadelfia. Durante la etapa hispánica se pueden apreciar con claridad dos subetapas: a) la de la dinastía de los Austrias; b) la de la dinastía de los Borbones. Durante la primera,Ia Corona se preocupó bastante por asegurar, conocer e inventariar los recursos de sus nuevos domi- nios, e igualmente por asegurar las nuevas instituciones destinadas a regirlos. Luego entonces, durante el siglo XVI, Madrid fuvo mucho cuidado en seleccionar el envío de la nueva representación política y religiosa. Por lo tanto, es de deducirse que durante el transcurso del por el contrario, muy conflictivo siglo XVII padecido por la pro- pia metrópoli, su representación en el virreinato no sólo reflejara en cierta medida dicha confusión, sino más bien se tradujera en la relajación de algunas reglas, 1o que fue hábilmente aprovechado por los criollos, los peninsulares y la propia iglesia, a fin de incrementar sustancialmente su poder económico. Situación de prosperidad del virreinato en este siglo quee en apariencia, también se prolongó a lo largo del siglo XVI[, dado que la historia registra una gran explo- sión económica, cultural, artística y científica también en el curso del mismo. Sin embargo, en el transcurso de esta última centuria, el innegable auge económico se debió directamente a una exponen- cial actividad minera de extracción, concretamente de plata en una multifud de fundos, sifuados en la parte central, centro-norte y el norte de la inmensidad del virreinato. Fundos que necesariamente tuvieron que verse abastecidos por un notable incremento de la pro- ducción agropecuaria de las haciendas, principalmente en manos de los novohispanos y de la iglesia, cuyos respectivos insumos y pro- ductos circularon a,través de una compleja red comercial, cruzada por cientos y en ocalsiones, miles de kiiómetros de caminos, a lomo de larguísimas recuas, también en manos de arrieros novohispanos. Las actividades industriales también se mantuvieron, pero a diferen- cia del siglo precedente, únicamente para abastecer las necesidades internas del virreinato, ya que los triunfantes Borbones en Madrid fi- nalmente prohibieron el intercambio intercolonial, e incluso talaron los parrales existentes a fin de que los vinos novohispanos dejaran de cornpetir con los de la metrópoli. I{EFLEXIONESSOBRELASETAPAscBopoIÍuCASYl-RpolÍUcAEXTERIOR 3. I-,a etapa de los primeros cincuenta años Algunaspersonassuponenquelaetapalrispánicafueunperíodoque, sibieniniciÓcongrandesymuyg,u'".convulsionesdetodaSuer- te, unas décadas Ja, turde éstas quedaron sosegadas, todo fue paz y tranquilidad. rillu'tuttt:'q:b"*os aclarar que por el contrario' esa es una muy falsa apreclaclon' dado que durante todo el período colonial hubo ,"uo.ttu, y estatliios populares,- literalmente durante todos los años, si bien dichos esialtidos ut rro rebasar el ámbito local' fácilmentepudieronserreprimidosycontroladosporautoridades igualmente locales. Situacion qr" cámbió diametralmente a partir de 1g10, cuando en función ¿. iu madurez tanto de las condiciones comodelaspropiascoyunturasirrtenrayexterna,sepropicióuna. sublevación en gfa|.Lescala' Revuelta ahora alentada y acaudillada, yanoporlíder.,¿-lasbasespopulareslocales,sinoporimportan- tes cuadros y grupos de la eütl criotla que además contaron con la oportuna "oluúoru"ión de muy nurnerosos mestizos' Aquí debemos señalar que si dichos mestizos, durante los tres siglos previos, sobre. vivieroncomopariasdentrodelaestructuracolonial'Surespetable número a principios del siglo ir*, encontró la coluntura ideal en el grarrmovimientopopular'tantopatalograrsudefinitivaaceptación y reconocimiento, como patainlclar su iertiginoso ascenso político- social-económicoenlanuevaentidad,Constituyendojustatrrente, tantosuparticipaciónenlas-nuevasrniliciascol]lo,sobretodo,en loscuadrosdelosejércitos¿etsigloXlX,laescaleraquelespermi- ttu t¿:;:t?;u" mundo sabe, el ingreso a esta nueva etapa geopolíti- ca fue terriblemente cruento porque deb-ió no solamente librarse una lucha ur*udu ,in cuartel, ,ioi porq.r. adenrás quedÓ devastado el pi- vote del sistema económico "irorri¿, el cual gtraba alrededor de la gran-*"riuielaplatapo'ot'upu't"'aligualqueenelrestode América L"il tiriurru, "1 gru"so de ]a casta elítica de los "crio- llos,' en principio sólo aspirlua a sustifuir a los peninsulares' pero adiferenciadeloqueocurrióenlosd"Tl'paíseslatinoamerica- nos'comohernosrnencionado,unapequeñapartededichoscriollos acompañ"d";^;;;;ién de.no pocos mestizos, irnaginaron a su vez aprovechar el gran *o"i*r"oti social para llevar a cabo una transfor- 381380