1. Si pensamos que la reunión de G-20 del pasado fin de semana en Washington sólo se
trataba de diseñar a corto plazo parches para el sistema financiero y reformas
normativas para los bancos, los fondos de alto riesgo, brokers, compañías hipotecarias
y bancos de inversión… habría que pensar de nuevo. En la sombra, un arreglo mucho
más fundamental se estaba debatiendo – la revalorización del oro a más de $2500/oz. y
el nacimiento de un nuevo orden financiero que incluye nuevas unidades monetarias
para eliminar la deuda catastrófica del mundo. La clave de la salvación, sin embargo
es el oro.
*****
Teresa, un valle sin salida al mar y rodeado por montañas ricas en mármol, es una de las
zonas menos notables de Rizal, situada en las faldas de Sierra Madre, la cordillera más
larga de las Filipinas. De hecho, tal vez no hubiera existido si no fuera por las terrazas
de arroz incrustadas en la ladera, que se han cultivado aquí desde hace cientos de años,
en medio de la tierra llana en la parte oeste y en colinas escarpadas y abruptos riscos en
la parte oriental.
Lo que solamente conocen unos pocos privilegiados es que Teresa forma parte de la
historia más explosiva de la Segunda Guerra Mundial jamás contada – la leyenda que se
susurra en tonos silenciosos entre los que están en conocimiento del tesoro
fantasmagórico que fue robado y luego ocultado por las Fuerzas Imperiales Japonesas
en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.
La “leyenda” del botín de oro robado durante la Segunda Guerra Mundial es sin duda,
una de las mayores conspiraciones de todos los tiempos. La historia que está a punto de
leer desvela una conspiración de silencio tan grande y tan peligroso que a muchos les
resultaría demasiado difícil de creerlo. Porque si se revelaran las verdaderas cantidades
de oro y dinero en juego, sacaría a la luz un secreto aún más sensible – que la cantidad
de oro de más de 1 millón de toneladas métricas enterrado solamente en las Filipinas
durante la Segunda Guerra Mundial es diez veces mayor que las cifras “oficiales” de
140,000 toneladas métricas de oro supuestamente extraídas en más de 6,000 años de
historia universal. Que tales cantidades de oro existan fuera de los canales oficiales es
asombroso. Que este secreto esta oficialmente protegido por la gran Banca y el poder en
la sombra es aún más espeluznante. El hecho de que el oro, al igual que los diamantes,
es mucho más común en la naturaleza de lo que se nos ha hecho creer es algo que las
grandes potencias prefieren que no sepamos. Los bancos centrales aún utilizan el oro
como activo de reserva y la evidente dilución de este activo subyacente es de gran
importancia para la economía mundial.
Los antecedentes
A partir de 1937, el Emperador Japonés encargó a su hermano menor, el príncipe
Chichibu, liderar una operación ultra-secreta con el nombre en clave de “la Lila
Dorada” cuya tarea era saquear la riqueza de Asia en beneficio del Japón Imperial. La
gran cantidad de historia y patrimonio robada por los japoneses llega a los límites de lo
más mítico, fantástico e insospechable, mucho más de lo jamás imaginado. De hecho, la
cantidad de oro robado entre 1937 y 1943 supera con creces las reservas combinadas de
oro de todos los bancos centrales del mundo.
2. Después de Stalingrado, a principios de 1943, la inercia de la guerra comenzó a volverse
en contra de los invasores. La Alemania Nazi en el Oeste y Japón en el Este estaban
perdiendo. Los planes para trasladar el tesoro a Japón tuvieron que cambiarse – aunque
sólo fuera como una medida temporal. El ejército japonés llevo el oro a las islas y tuvo
que dejarlo allí, mientras se retiraban derrota tras derrota con la vana esperanza de
volver al final de la guerra y recuperar el botín en secreto. Un grupo de oficiales del
ejército japonés, con la ayuda de una brigada especial de ingenieros, comenzó a enterrar
el tesoro. Tardaron meses en excavar y construir complejos sistemas de túneles lo
suficientemente grandes como para guardar los camiones y a veces lo bastante
profundos para discurrir por debajo de la superficie del agua.
La inmensa cantidad de oro y otros tesoros se dividieron en baúles de varios tamaños
antes de ser enterrados. La mayor parte de la misma, por un total de 172 baúles, fue
enterrada en o alrededor de las Islas Filipinas antes de la final de la Segunda Guerra
Mundial. Los cartógrafos japoneses se ocuparon de hacer mapas de cada escondite y los
contables de confianza del emperador marcaron los baúles con tres dígitos que
distinguía el valor del oro de cada uno de ellos en yenes japoneses. Sólo un escondite
marcado con “777” de “La Lila Dorada”, cerca de Teresa, la parte más cuantiosa del
tesoro, almacenaría más de 90.000 toneladas métricas de oro, lo que equivale al 75% de
las reservas oficiales del mundo y un valor de $101, 272, 500, 000 en dólares americano
del año 1945 cuando el yen se cambiaba a 3,5 por cada dólar, una cantidad que
empequeñece la actual deuda mundial y nos deja atónitos y bocabiertos.
Otro túnel encontrado cerca de Teresa medía 500 metros de largo y tenía oro
almacenado en pilas de un metro de altura, alineadas a lo largo de todo el túnel. En total,
100.000 barras de un peso de 12,5 kgs cada una, fueron recuperadas. Este oro incluyó
“oro real” que la familia Real británica había enviado a Filipinas para protegerla en caso
de que Hitler conquistara toda Europa.
Sin embargo, este secreto era demasiado tentador para guardarlo de manera hermética.
A finales de 1944, Estados Unidos había resquebrajado las comunicaciones cifradas
secretas de los japoneses y había preparado sus propios planes para hacerse con un botín
más valioso que el mismísimo Santo Grial.
Los agentes de la OSS Americana (precursora de la CIA) comenzaron una operación de
recuperación clandestina en Filipinas entre los años de 1945 y 1948, liderada por dos
agentes secretos de la OSS – un oficial filipino-americano y miembro de Opus Dei,
Severino García Santa Romana y el General Edward Lansdale, uno de los principales
sospechosos en el asesinato de presidente Kennedy. El equipo de búsqueda de la CIA
había tardado cuatro años en encontrar la primera cueva del tesoro, situada a más de
setenta metros bajo el suelo. La Lila Dorada había enterrado el tesoro utilizando una
técnica sofisticada desarrollada por los ingenieros japoneses y dejó señales de cómo
encontrarlo utilizando formaciones rocosas inusuales y rocas curiosamente cortadas, así
como otra mucha información topográfica para disimular fácilmente su ubicación.
Otro conocido individuo que se lanzo en búsqueda del oro fue Ferdinand Marcos, por
aquel entonces un pobre charlatán con ambición sin límite. Entre 1953 y 1970, con la
ayuda de los prisioneros de guerra japoneses, Marcos desenterró poco más de 600
toneladas métricas de oro… hasta que pudo hacerse con el mapa del tesoro a finales de
1971.
3. Encontrar el tesoro era una cosa. Quedárselo, otra muy distinta. Hay un estatuto que
limita a 40 años el periodo en el que un país puede reclamar bienes robados. Para
mantenerlo, Marcos tenía que encontrar la manera de ocultar el verdadero origen del
tesoro. En ese momento, un cazatesoros estadounidense, cuyo nombre en clave era
“Curtis” desarrolló una técnica para reconfigurar las huellas dactilares metalúrgicas de
oro. La forma original del tesoro es variada y con frecuencia se indica el origen de los
países propietarios con diversas características, tales como cinco estrellas para
representar Camboya y con un peso de 6,3 kilos cada uno; “Sumatra”, acuñados de
cuatro estrellas y con un peso de 6,2 kilos; “Birmania”, con tres estrellas y con un peso
6 kilos. Otras marcas eran el dragón la denominación de la China, chop AAA, Suhatra-
Loyd, y el más legendario de todos ellos, el lingote pictórico de oro de UBS conocido
como kinebar.
A partir de marzo de 1973, a los 300 miembros especialmente elegidos del Batallón 16
de la infantería de Filipinas, se les llevó con los ojos vendados a una zona cerca del
Lago Caliraya en Lumban. Se les dijo que cavaran, pero sin preguntar por y para qué.
Formaban parte de un “misterioso” Grupo de Tareas de Restauración, organizado por el
hombre fuerte de Ferdinand Marcos, Fabián Ver, jefe de las Fuerzas Armadas del país.
El Batallón de la Guardia Presidencial de élite de Ver vigilaba a los jóvenes soldados
con la atención de un halcón mientras realizaban sus operaciones de excavación durante
la noche. El trabajo fue esmeradamente lento. Cada túnel estaba lleno de trampas
explosivas y de múltiples callejones sin salida, lo que hizo la excavación más difícil y
costosa en tiempo. De hecho, entre 1973 y 1985, los hombres de Marcos solamente
habían excavados 13 escondites de un total de 172.
El equipo de Curtis, consistente en un puñado de filipinos, fue contratado para
modificar el tamaño, el peso y las huellas originales de los lingotes de oro, para
disimular el origen del tesoro. Anteriormente, Curtis, el cazatesoros gringo, había
recuperado y metalúrgicamente alterado más de 500 toneladas métricas de oro
escondido en Indonesia. El escondite de Indonesia incluyo el oro saqueado por los
nazis, así como de oro robado en China durante la Segunda Guerra Mundial.
En la noche del 27 de abril de 1973, después de casi dos meses de excavación, un
destacamento del 16 º Batallón de infantería llegó finalmente a su objetivo. En torno a
las 11 p.m., una de las escavadoras pesadas golpeó un tambor cilíndrico de acero que
medía 1 metro de largo y medio metro de diámetro enterrado en varias bóvedas de
hormigón espeso (2m x 1.5mx 1.5m) descubierto a una profundidad estimada de 15
metros. Fue enterrado en un túnel de unos 300 metros de largo, 15 metros de ancho y 10
metros de alto – un lugar excavado para los japoneses por varios centenares de los
prisioneros de guerra americanos, australianos y filipinos que luego fueron asesinados y
enterrados con el tesoro. El equipo de Curtis encontró esqueletos que aún vestían sus
uniformes andrajosos y sus cascos.
Los soldados vieron metal pesado de color amarillo, que brillaba en medio de los focos.
Los lingotes que se veían eran de 40 centímetros de largo, cinco centímetros de ancho y
casi 2 centímetros de espesor. Una vez que se encontró el escondite Teresa con signos
de “777″, Marcos hizo todo posible para asegurar su anonimato. Los lingotes de oro
fueron recubiertos en color negro de alquitrán y asfalto endurecido para ocultar su
verdadera identidad, trasportados en grandes camiones reforzados por dentro con hierro
forjado y recubiertos por fuera para no llamar la atención.
4. Después de varias muertes inexplicables de los colaboradores que participaron en la
excavación, Curtis, temiendo por su vida, logró escapar de las maniobras de Marcos,
huyendo con las fotografías de todos los 172 mapas realizados por los japoneses de Lila
Dorada a Indonesia. Estas fotografías muestran el lugar en que cada parte del saqueo
había sido enterrada y el valor de cada tesoro. Debido a que Curtis poseía los mapas de
Lila Dorada, así como a su anterior relación con Marcos, el cazatesoros fue invitado a
formar parte de un equipo de recuperación de la CIA.
Curtis viajó a Honk Kong, donde fue informado durante tres días por la CIA. En esas
reuniones se incluyeron detalles muy sensibles de las transacciones entre Marcos y el
dictador Panameño, Manuel Noriega, y el intercambio de oro por drogas.
En total, entre los años 1973 y 1985, los hombres de Marcos excavaron más de 60.000
toneladas métricas de oro y otros metales preciosos. A mil dólares una onza de hoy,
Marcos hubiera llevado la escalofriante cantidad de casi 2 mil billones de dólares. Casi
nada.
Como colofón a esta historia, cuando el Gobierno estadounidense se dio cuenta de que
Marcos había extraído 60.000 toneladas métricas de oro, una carta con el membrete de
la Comisión Trilateral le exigió al por entonces presidente de Filipinas que devolviera
las 63,321 toneladas métricas de oro a dos mil bancos acreditados estadounidenses y
europeos controlados por la Comisión Trilateral. Como moneda de cambio, a Marcos se
le concedía un porcentaje pequeño del tesoro en forma de un préstamo del Banco
Mundial. Marcos se negó a firmar el documento. Tres días más tarde “la revuelta
popular” le desposeyó de los poderes.
No obstante, la operación Lila Dorada implicaba mucho más que los tesoros de
Filipinas. Cantidades inimaginables de oro, rubíes y diamantes fueron escondidas en
Indonesia y Malasia por el Ejército Imperial Japonés y el Sudamérica por los nazis.
Entre 1942 y 1944, grandes cantidades de oro habían sido enviadas temporalmente a
Sudamérica a través de España. Bajo la supervisión del Reichslaiter Martin Bormann, el
botín estuvo guardado en Sudamérica durante varios años antes de ser repatriado a la
recién creada Republica Federal de Alemania, después del Tratado de Paris de 1954,
que acababa con el régimen de ocupación de Alemania. De hecho, “el milagro
económico alemán post-guerra” se debe en gran medida al oro robado y repatriado por
los nazis.
La huida de Bormann de la Alemania en llamas se hizo posible gracias a las líneas de
ratas gestionadas en secreto por el Vaticano a cambio de 47,000 toneladas métricas de
oro robado, una cuarta parte del suministro oficial mundial, si creyésemos las cifras
oficiales. Las líneas de ratas sacaban clandestinamente a los criminales de guerra nazis y
a ex miembros de las SS a América del Sur y Oriente Medio, sobre todo a Egipto, y
estaban liderados por monseñor Giovanni Montini, el Subsecretario de Estado del
Vaticano en los años de la guerra. Debido a ese gran negocio, el Vaticano se hizo con
un nada despreciable botín que a día de hoy esta valorado en más de $1, 221, 700, 000,
000.
La clave para comprender el secreto que abarca esta historia es que gran parte –
probablemente la mayoría – del oro que fue saqueado por Japón y Alemania procedía de
las reservas oficiales de los Gobiernos Asiáticos y, por tanto, la cantidad exacta robada
5. era conocida y claramente contrastada. Así que, cuando el Vaticano, los Estados Unidos
y los demás países se hicieron con el tesoro, lo hicieron en completo secreto y en contra
de todas las leyes internacionales. No hubo ninguna intención de devolver el oro
saqueado a sus propietarios legítimos.
Lo que es más, es asombroso que no sólo elementos delictivas como los nazis, la mafia,
las tríadas chinas y la Yakuza japonesa estuvieron involucrados en transportar, ocultar,
esconder y lucrarse con el robo de las reservas de oro desde el final de la Segunda
Guerra Mundial, sino que las agencias de espionaje como la CIA, la ONI, la KGB y el
Mossad israelí ha desempeñado un papel activo en el robo, así como más de 2.000
principales instituciones bancarias, por no hablar del Fondo secreto, El Aguila Negra
cuyos co-propietarios son el Consejo de Relaciones Exteriores y la Comisión Trilateral,
así como los principales gobiernos elegidos democráticamente, que también tomaron
parte, participando activamente en esta alucinante conspiración de codicia.
Por ejemplo, 72.000 toneladas métricas de oro de Filipinas fueron enviadas a Fort Knox
a bordo del portaaviones nuclear “Presidente Eisenhower”, a cambio de la concesión a
Ferdinand e Imelda Marcos de un exilio en Hawai, después de haber sido desposeído
del poder en una “revuelta popular” orquestada por la Comisión Trilateral desde la
sombra. Otras 62.000 toneladas métricas del tesoro de la Lila Dorada se enviaron a los
bancos de Inglaterra, Suiza y Alemania. Los co-conspiradores, compartiendo el botín al
70% -30% con las naciones de acogida, han escondido el oro recuperado en cuentas
secretas en las Bahamas, la India, Singapur, China, Malasia, Indonesia, Hong Kong y
Palau. Otras 20.000 toneladas métricas de oro se blanquearon a través del Banco de
Panamá, dividiendo los beneficios al 70% -30% con Manuel Noriega, que utilizo el oro
como moneda de cambio con la droga a través de los carteles colombianos. Las drogas
de Panamá se vendieron a través de Mena, Arkansas, en un momento en que el futuro
presidente William Jefferson Clinton era su poco conocido gobernador.
¿De cuánto oro se trata? Las estimaciones varían, debido a la naturaleza
compartimentada de la operación, pero una estimación conservadora es de unos 1,33
millones de toneladas, diez veces las cantidades oficiales de oro reconocidas por los
mercados financieros. Solamente en Filipinas, unas 400,000 toneladas métricas de oro
aproximadamente aún no se han excavado según los mapas descifrados de la Lila
Dorada. Esta información, que le hace a uno cuestionarse su propia salud mental, puede
fácilmente ser objeto de interpretaciones erróneas y despectivas por parte del público en
general si no hubiera sido por unas voluminosas pruebas documentadas que no dejan
lugar a dudas en cuanto a su veracidad. Por ejemplo, solamente en una operación que
involucraba el oro de Marcos, más de cuarenta y dos fondos de gestión además de 100
bancos principales comprometieron su participación para ayudar a financiar la compra
de 110.000 toneladas métricas de oro. El gobierno de los EE.UU. ofreció un 20% en
efectivo, el equivalente de unos $ 200 millones a través de estos bancos y fideicomisos
y otro 80% en valores gubernamentales. La CIA utilizó uno de sus hombres de paja, un
tal doctor Ole Bay como principal administrador del grupo comprador, creando
numerosas empresas fantasma para blanquear el oro. Estos lingotes fueron depositados
de forma secreta en 176 cuentas bancarias situadas en 42 países. El oro dos veces
robado se convirtió en la base del dinero de las operaciones super-secretas de la
inteligencia americana en los años inmediatamente de posguerra.
6. Una parte del oro saqueado escondido en las Filipinas estaba destinado a la creación de
una red mundial anti-comunista. Otra parte importante fue destinada al Triángulo
Dorado como moneda de cambio por el opio gracias a los esfuerzos de la CIA y el
Nugan Hand Bank. Este proceso recibió un apoyo considerable del entonces Presidente
Nixon que en 1971 eliminó la convertibilidad en oro del dólar norteamericano. La
eliminación de la convertibilidad llevaría al dólar estadounidense a una hegemonía
mundial, que de forma extraoficial se convertiría en la moneda preferida por el
narcotráfico.
El oro de las Filipinas, sin embargo, es sólo uno de los mayores misterios que rodean
esa historia. Baúles llenos de oro, platino, piedras preciosas y tesoros religiosos sin
precio también fueron escondidos en las selvas de Indonesia. Prácticamente
desconocido para la historia contemporánea es la sugerencia de que el presidente de
Indonesia Achmed Sukarno, junto con un varios otros líderes del Tercer Mundo había
planeado en secreto establecer un banco no-alineado en 1955, con sede en Yakarta
utilizando de respaldo los miles de billones de dólares en reservas de oro recuperados de
la Segunda Guerra Mundial a través del tesoro escondido en Indonesia.
El establecimiento de una entidad tan poderosa que poseía reservas de oro que harían
empequeñecer las disponibilidades en Occidente hubiera enviado escalofríos de temor a
los gobiernos occidentales y a la fraternidad bancaria europea y americana, que tan sólo
unos años antes cerraron el acuerdo de Bretton Woods, que estableció tanto el Banco
Mundial como el Fondo Monetario Internacional. Ambas instituciones siguen siendo el
principal vehículo para mantener pobres a las naciones del Tercer Mundo, un hecho que
beneficia al Occidente rico dedicado a mantener la estructura social que depende del
consumismo.
El gobierno de los Estados Unidos logró desbaratar la iniciativa ambiciosa de Sukarno
y, en 1965, fue derrocado con la ayuda de la CIA. Con Sukarno se fue la idea de un
banco alternativo e independiente, leal a los intereses de las naciones no alineadas que
no querían seguir siendo explotadas por la alianza Anglo-Americana.
Lo que es aún menos conocido, es que por lo menos, desde el comienzo de la década de
los 60, el oro de Sukarno está escondido bajo la tutela de un grupo de 54 individuos de
nacionalidad no indonesia. El tesoro se encuentra en depósitos en la selva de las
montañas Irian Joya de Indonesia, una zona accesible sólo después de varios días de
andadura a pie a través de una densa selva.
Encontré a uno de los fiduciarios, que en condición de anonimato me dijo que en los
últimos años él ha podido revisar miles de páginas de documentos bancarios originales
y declaraciones relacionadas con la fortuna personal de Sukarno. Según el documento
maestro, el conjunto de activos, metales preciosos y dinero en efectivo ascendía a un
total de $ 270 trillones de dólares en 1964. Le pedí que me repitiera la cantidad. El
fiduciario me dijo, “sí, son 270 trillones de dólares estadounidenses.” Para asegurarme,
le pregunté que si se trataba de trece ceros más el dos y el siete por delante, contando de
manera americana. Su respuesta era “así es.”
Cuando le pedí que fuera un poco más generoso con los detalles, me dijo que en estos
depósitos había y sigue habiendo inestimables objetos de arte, piedras preciosas, joyas,
y un gran volumen de metales preciosos. Según él, “nunca he visto nada igual en mi
7. vida. Había pilas y pilas y filas y filas de cajas de almacenaje del banco UBS decoradas
con metales preciosos que contenían los lingotes de oro de 1kg acuñados con las letras
J.M. (Johnson Mathey); cada lingote con su número y certificado exclusivo con el sello
de Johnson Mathey. Sin contar los certificados bancarios indicando miles de toneladas
de oro y rubíes en depósito. Aun más rozando lo inimaginable, llaves y tarjetas de los
depositarios hechos en oro. Era como la mil y una noches.”
Queriendo la confirmación de esta información sensacionalista, llamé a las oficinas de
UBS en Zurich, donde un representante de UBS me dijo muy groseramente que “no
debería ahondar demasiado profundamente en los asuntos que puede aportarme más
conocimiento del que debe ser razonablemente cómodo tener.” Sabía que su advertencia
no había que tomarla a la ligera. Hace unos años, un hijo de uno de los síndicos
comentó abiertamente la existencia de este fabuloso tesoro con un potencial inversor en
Hong Kong. Poco después, le encontraron muerto en una habitación de hotel en
Singapur
Por último, si Marcos y Sukarno no controlaban el oro de la Lilia Dorada, como es
evidente, la cuestión es ¿quién lo controla? Además, ¿quiénes son estos fiduciarios
invisibles de nacionalidad no Indonesia? Lo que es más, ¿por qué esa fortuna
fantasmagórica permanece oculta y silenciada en las selvas de Indonesia, en el Vaticano
y en miles de las principales instituciones bancarias cuando haciendo uso de ella, se
podría fácilmente pagar la deuda del mundo y eliminar el hambre? Sin embargo, no
aguante la respiración. Demasiadas preguntas difíciles y las explicaciones aún más
difíciles de justificar bloquean el camino.
Para terminar, sabiendo que la mayor parte del tesoro robado por el ejército imperial
japonés estaba escondido en o alrededor de las Filipinas y a sabiendas de que el valor
del tesoro del dictador Sukarno de Indonesia “solamente” ascendía a 270 trillones de
dólares en 1964, ¿cuánto valdría el tesoro de Filipinas en el mercado actual?
Daniel Estulin