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RIO ROJO
de Jose Ángel Planillo Portolés*
-Relato finalista del II Certamen de Relato Corto Villa de Gaibiel 2022-
Las primeras luces que aquella mañana de principios de agosto teñían de color los
cerros, bosques y tejados de la villa de Gaibiel, pronto serían las delatoras que aquella
jornada no sería una más en este apacible municipio que, vigilado por su restaurado
castillo, se asentaba en la Sierra de Espadán.
Eran fechas en las que muchísimas casas del pueblo renovaban la vitalidad de
años pasados, al acoger de forma más prolongada a vecinos y visitantes que durante el
resto del año solían habitar en torno a ciudades más grandes como Segorbe, Sagunto,
Castellón o Valencia en las que tenían sus trabajos o realizaban sus estudios, y que
aprovechaban estas semanas de estío y la celebración de algunas de sus fiestas para
disfrutar de las vacaciones en el pueblo donde nacieron sus antepasados, veranearon o
recayeron por algún motivo, y terminaron transmitiendo el amor por el mismo a sus
descendientes.
A aquellas primeras horas de la mañana, en diferentes puntos del caserío y por
causas muy distintas, grupos de variadas edades e intereses se preparaban para dar inicio
a una jornada que no sería como las demás.
Unos se reunían entorno al bar de la plaza para tomar algo antes de marcharse a
trabajar en los campos o a dormir tras una noche de excesos. Otros, a no mucha distancia,
esperaban a los más rezagados con quienes iban a recorrer algunos de los senderos
señalizados por el término. Un grupo de adolescentes habían conseguido de sus padres el
permiso para salir pronto -o directamente terminar allí la noche de bailes en la
discomóvil- y tomar los primeros baños del día en las pozas del río próximas a la Fuente
de los Caños. Y algunas mujeres preparaban sus enseres para ir al lavadero y limpiar las
paellas o parrillas de la noche anterior a la vieja usanza, y de paso ponerse al día con los
dimes y diretes propios de cualquier pueblo pequeño.
Precisamente ellas, por ser quienes más pronto tuvieron contacto, serían las
primeras testigos en observar aquel fenómeno extraño. Los mozos que habían ido a
bañarse, y los senderistas después, no tardaron mucho más en percatarse del suceso. Y a
los pocos minutos, ya era toda la población la que tenía noticia de que algo raro estaba
aconteciendo. Y es que las aguas del río Regajo o Gaibiel y las de la acequia que
atravesaba la villa y suministraba el agua a los dos lavaderos del lugar, estaban teñidas de
un intenso y siniestro color rojo.
¿Qué podía haber causado tamaño fenómeno? ¿Acaso se habría cometido algún
crimen en la cabecera del río, en torno a Las Fuentes, que tiñese las aguas de este color?
El miedo y la prudencia llevó a que tanto desde el consistorio como algunos particulares
llamasen a la Guardia Civil, que no tardó en desplazar varias patrullas desde Segorbe y
Viver para investigar el suceso.
Y claro, entre unos y otros no tardó en saltar el chisme a la prensa, que a falta de
noticias sensacionalistas de carácter político, vieron en éste extraño caso el filón para
arrancar sus informativos.
En cuestión de horas, y según el sol iba tomando su posición cenital, la localidad
se vio tomada por todo tipo de furgones, parabólicas y periodistas que se iban
distribuyendo por diferentes enclaves para dar cobertura al suceso.
De esa manera, Gaibiel dejó de ser una referencia panorámica o un valor térmico
de las lecturas climatológicas que se obtenían de la estación recientemente instalada por
la Associació Valenciana de Meteorología y el Ayuntamiento, en colaboración con las
asociaciones Amigos de Gaibiel y El Bosquecillo, para abrir los informativos matinales
de numerosas cadenas de televisión.
—La vida de éste tranquilo municipio del interior castellonense se ha visto alterada hoy
por un extraño fenómeno en las aguas que discurren por el río que lo flanquea. -narraba a
cámara la periodista de TVE desde la plaza del Ayuntamiento, junto a la que estaban parte
de las autoridades locales y de la Benemérita para dar una primera valoración-.
—La turística població de Gaibiel, a la comarca castellonenca de l'Alt Palància, s'ha alçat
aquest matí amb un gran sobresalt entre els veïns i visitants que durant aquestes setmanes
gaudeixen de les seues festes, al descobrir que les aigües del riu Regajo baixaven tenyides
de color roig —comentaba el reportero de À Punt desde la fuente del Vicario aconsejado
por unos vecinos que darían testimonio del sentir local, al tiempo que mostraba una
excelente panorámica desde el acogedor paraje donde el tono de las aguas era más visible,
—El temor y la incertidumbre se han adueñado de los vecinos de Gaibiel, un pequeño
pueblo valenciano enclavado en el corazón de la Sierra de Espadán, que no dejan de
preguntarse qué puede haber sucedido para que las aguas del pueblo bajen de un tono
semejante a la sangre durante los días previos a sus fiestas patronales. —decía la
corresponsal de Mediaset desde el castillo, para así tener una vista del valle y el pueblo
pero resguardarse al mismo tiempo del vecindario, que seguro no deseaba las
insinuaciones que habían buscado para robar la audiencia a la competencia.
Algo similar comentaba la reportera de AtresMedia desde la Torre del Dit, donde
el cámara buscaba barrer toda la zona del río afectada por este vertido, al tiempo que
ofrecía una preciosas tomas del casco urbano y su imponente fortaleza:
—Nos encontramos en Gaibiel, municipio castellonense de algo menos de 200
habitantes, que en plenas fiestas en honor a la Virgen de los Desamparados, ha
cambiado la alegría por el temor al observar cómo las aguas del río que baña las faldas
del caserío ha tomado una tonalidad rojiza que a muchos les hace pensar en una
desagradable desgracia.
Por su parte, los reporteros de los medios de comunicación comarcales tanto de
prensa escrita como de televisión, como buenos conocedores del terreno habían accedido
a la cabecera del río y capturado imágenes e instantáneas que a las pocas horas ya estaban
ilustrando los titulares de los principales medios de comunicación del país, y los
magazines matinales de todas las cadenas públicas y privadas, demostrando la
importancia del periodismo de cercanía.
Además, eran los únicos que hasta el momento habían entrevistado a los vecinos
que habían dado la voz de alarma, por lo que sus fuentes eran las más veraces y menos
contaminadas de teorías de todo tipo.
Y es que a aquellas horas todo eran conjeturas entre el vecindario, ya que los
rumores se habían disparado en el pueblo y algunos daban crédito a las más disparatadas
hipótesis. En cualquier punto se hacían roldes entre los vecinos para comentar el suceso.
—Me ha dicho mi primo que anoche escuchó como ruido de tracas, pero entre que
estamos de fiestas y el ruido de la disco móvil, no le dio más importancia. Mira que si se
trataba un tiroteo o ajuste de cuentas y han tirado los cuerpos al río y por eso bajan así...
—No hombre, no seas bruto. ¡para que aguanten tantas horas con esta intensidad tendrían
que haber asesinado a medio pueblo!
—Entonces ¿A ver si a Castillo le ha reventado alguna tubería del matadero y sin querer
se ha filtrado la sangre al río? -apuntaba otra vecina.
—De eso nada, Maruja. Que mi hijo trabaja allí y lo tienen todo muy bien arreglado.
Además, el matadero está aquí al lado, y las aguas ensangrentadas vienen de más arriba.
—Pues mi marido dice que le ha parecido escuchar a un Guardia Civil que a ver si los
terremotos que hace unos meses hubieron por la zona de Higueras, Pavías y Montán han
abierto alguna placa tectónica y ésta ha generado el afloramiento de gases o alguna toxina
que al contacto con el agua se torna rojiza.-comentaba una mujer en el Bar de la Plaza.
—¿Y no será -decía un anciano más tremendista- que aprovechando que estamos en una
zona medio abandonada, algún camión haya venido desde vete a saber dónde y ha
realizado un vertido de productos químicos y nos ha contaminado las aguas?.
—No hace falta que vengan de tan lejos -le respondía otro-, que igual han sido los de la
fábrica de zumos esa de Segorbe. Como los de Navajas los tienen ya medio vigilados, en
lugar de tirar los residuos por la acequia que vierte las aguas por la cascada del Brazal,
han subido varias cisternas con lotes de gazpacho malo y los han tirado aquí.
—¡Ale! Ya tenemos a los conspiranoicos de turno creando truculentas versiones de lo más
rocambolescas. Si nos va tocar llamar a Iker Jiménez para que dedique un programa de
Cuarto Milenio a lo que aquí nos pasa -apuntaba guasón el dueño del bar-.
—Iker Jiménez no lo sé, pero seguro que Ximo Pérez ya estará dándole vueltas a la
cabeza para crear algún guión con lo que aquí ocurre. Que no será la primera vez, ¿eh?
-decía entre risas otro vecino-.
—Y si no él, seguro que lo hace alguno de esos vecinos que tienen gracia con las letras.
De aquí seguro que les sale alguna historia que presentar al Certamen de relato corto Villa
de Gaibiel. O algún guionista que lo acople al festival de cine Cortometrando de la Dipu.
A medida que avanzaba el día, la afluencia de periodistas y curiosos llegados
desde los pueblos vecinos era cada vez mayor, hasta el punto que parecía haber sido
sitiado. La carretera y caminos adyacentes, así como las plazas y calles más anchas
estaban ocupadas por vehículos de lo más pintoresco, ya que hasta la zona se habían
desplazado varios camiones y laboratorios móviles enviados por la Confederación
Hidrográfica del Júcar, la Conselleria de Medio Ambiente del gobierno regional, y hasta
del ejército.
Tenían que investigar la naturaleza del agente que había tornado las frescas y
cristalinas aguas del río en tonos carmesí. Para ello, ataviados en trajes aislantes y con
bombonas de oxígeno a la espalda, se introducían en el cauce y procedían a tomar
muestras en frascos especiales, a los que posteriormente se les realizarían las pruebas y
análisis pertinentes, para tratar de hallar los resultados que aclarasen el origen de aquel
misterio.
A muchos vecinos aquellos trabajadores les recordaban a los sanitarios,
funcionarios municipales o a los bomberos del parque comarcal que durante las semanas
del confinamiento habían estado desinfectando las calles del pueblo con ropas similares.
Y así fueron pasando las horas hasta el punto que a la hora de los informativos de
la noche, como no se había resuelto la incógnita, todavía varios canales mantuvieron
conexiones en directo con la villa. En ellos se informaba que a la espera de confirmar las
analíticas se había filtrado a la prensa que las aguas no eran tóxicas y que la tonalidad de
las mismas parecían deberse a un colorante alimentario concentrado, que no dejaba
residuo pese a la intensidad del mismo.
En cuanto al motivo o causantes del vertido, todo apuntaba a la acción de algún
grupo coordinado y buen conocedor del terreno, pues no habían dejado rastros ni de los
contenedores ni de los puntos de vaciado. Según los informes de la Guardia Civil, todo
apuntaba a que habían sido varios los lugares de vertido dada la homogeneidad de la
tonalidad del colorante en todo el tramo próximo al casco urbano, que sin embargo aguas
abajo ya se notaba muy diluido y apenas era perceptible al llegar al embalse del Regajo.
Entretanto, atentos a todo lo que se decía por televisión, en un bajo del pueblo se
reunía un grupo de jóvenes alejados de todo foco y de los corrillos vecinales, para valorar
entre sí la magnitud de lo acontecido:
—¿No creéis que se nos ha ido de las manos? Creo que deberíamos salir y decir qué ha
pasado.
—¿Tú estás loco? Con lo que hay ahí afuera y el despliegue que han realizado, si
confesamos se nos puede caer el pelo y hacernos pagar los costes de todo el dispositivo.
La sola idea de lo que ambas cosas podría suponer hizo meditar y discutir entre
ellos el cómo actuar.
—Pues menos mal que no ha salido todo según lo previsto y se nos ha descoordinado la
movida, que si llega a salir bien...
—Ahora lo que hay que pensar es cómo salimos de este embrollo, y qué hacemos con el
resto de lo que íbamos a ejecutar.
—Escuchad, colegas: Se me ocurre que ya que están así las cosas, debemos aprovechar la
oportunidad y hacer algo más grande que al mismo tiempo nos sirva para escurrir el
bulto. ¿Qué os parece si ...?
A la mañana siguiente, mientras las aguas ya comenzaban a recuperar sus tonos
cristalinos, una nube de humo de intenso color verde puso de nuevo en alerta a vecinos,
fuerzas del orden y periodistas, que volvían a realizar nuevas conexiones en directo.
Lo curioso -y afortunado- de semejante humareda era que no venía acompañada
de incendio alguno que devorase la vegetación de sus abundantes montañas (ese
“bosquecillo” que en época musulmana dio nombre al pueblo), y que su frente seguía
un trazado muy específico: el de las trincheras de la línea fortificada La Muela -
Aceitenebro construida durante la Guerra Civil entre Jérica y Gaibiel como refuerzo a la
línea XYZ, que transcurría unos kilómetros más al norte.
Para lograr esta proeza, y como en la madrugada anterior, los jóvenes que habían
pergeñado todo este asunto se dividieron en varios grupos para repartir a lo largo del
tramo de trincheras unas pequeñas cargas explosivas que harían detonar los botes de
humo. Pero esta vez se aseguraron previamente que funcionarían correctamente a
distancia para no cometer el mismo error que el día anterior.
La novedad es que para la ocasión sí decidieron dejar huella, y colocaron en
varios puntos unas octavillas a modo de Nota de Prensa donde explicaban a la Guardia
Civil y a los medios de comunicación el motivo por el cual se había realizado todo este
operativo, al tiempo que pedían perdón por las molestias ocasionadas.
También solicitaron a un colega que desde el teléfono de su abuela, que nada
tenía que ver con el pueblo ni con ninguno de ellos, remitiese un mensaje de difusión
por WhatsApp donde se explicaba a todos los vecinos y autoridades locales los motivos
que les había llevado a realizar estas acciones, aunque sin revelar quiénes habían sido
los autores de semejante osadía.
Según declaraban en estos comunicados, el plan inicial era combinar ambas
acciones: el tintado del río y el ahumado de las trincheras. Con ellos se querían
reproducir los colores del escudo de Gaibiel y conmemorar de esa llamativa y colorida
forma que los festejos en honor a la Virgen de los Desamparados habían sido declarados
en 2020 Fiesta de Interés Turístico Local y por fin se podían celebrar como era debido y
tradicional tras el parón producido por la pandemia.
Pero lo que pensaban sólo iba a trascender poco más allá de los límites
municipales o comarcales, cual sería su sorpresa al observar el temor y el gran revuelo
que se había formado, que lamentaban y por el que pedían perdón a vecinos y fuerzas
del orden.
No obstante, estaban muy contentos porque gracias a todo este despliegue de
medios que había despertado tanta atención entre la prensa y los curiosos que en menos
de 24 horas se habían desplazado a la localidad, tanto Gaibiel como sus fiestas locales
obtuvieron una gran repercusión dándose a conocer a nivel nacional. Qué mejor manera
de afrontar las próximas fiestas en honor al Cristo de la Sed que en breve darían
comienzo. Y con semejante cobertura... ¿Sería buen momento para solicitar que éstas
fuesen declaradas Fiesta de Interés Turístico Provincial?
FIN
Relato recogido en la Antología del II Certamen de Relato Corto Villa de Gaibiel,
(páginas de 57 a 67)
editado por la Asociación Cultural Amigos de Gaibiel,
y publicado el 16 de julio de 2022,
Día de la Virgen del Carmen
*Jose Ángel Planillo Portolés (Sagunto, 1976) es Técnico Superior en
Información y Comercialización Turística y Guía Oficial de Turismo. Desde
el año 2003, ha publicado varios artículos culturales, de investigación
histórica y de promoción turística en diversos medios, publicaciones y
libros. En su faceta literaria, colabora mensualmente con El Periódico de
Aquí en su edición Palancia-Mijares, donde escribe la columna de crítica
literaria "Pallantia Literatum". Tiene también varios cuentos y microrrelatos
publicados en diferentes antologías, algunos de los cuales han sido
galardonados con el primer premio, como el del I Certamen de Relatos
Cortos Villa de Gaibiel (2021) y el XXXVI Premio Internacional de
Cuentos Max Aub 2022 en la modalidad comarcal; además de haber sido
finalista en la 3ª y 4ª Edición del Concurso de Microrrelatos “Revista
Aguanaj” de Higueras (Castellón) (2021 y 2022) y en el II Certamen de
Relatos Cortos Villa de Gaibiel (2022), entre otros.

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  • 3. A aquellas primeras horas de la mañana, en diferentes puntos del caserío y por causas muy distintas, grupos de variadas edades e intereses se preparaban para dar inicio a una jornada que no sería como las demás. Unos se reunían entorno al bar de la plaza para tomar algo antes de marcharse a trabajar en los campos o a dormir tras una noche de excesos. Otros, a no mucha distancia, esperaban a los más rezagados con quienes iban a recorrer algunos de los senderos señalizados por el término. Un grupo de adolescentes habían conseguido de sus padres el permiso para salir pronto -o directamente terminar allí la noche de bailes en la discomóvil- y tomar los primeros baños del día en las pozas del río próximas a la Fuente de los Caños. Y algunas mujeres preparaban sus enseres para ir al lavadero y limpiar las paellas o parrillas de la noche anterior a la vieja usanza, y de paso ponerse al día con los dimes y diretes propios de cualquier pueblo pequeño. Precisamente ellas, por ser quienes más pronto tuvieron contacto, serían las primeras testigos en observar aquel fenómeno extraño. Los mozos que habían ido a bañarse, y los senderistas después, no tardaron mucho más en percatarse del suceso. Y a los pocos minutos, ya era toda la población la que tenía noticia de que algo raro estaba aconteciendo. Y es que las aguas del río Regajo o Gaibiel y las de la acequia que atravesaba la villa y suministraba el agua a los dos lavaderos del lugar, estaban teñidas de un intenso y siniestro color rojo. ¿Qué podía haber causado tamaño fenómeno? ¿Acaso se habría cometido algún crimen en la cabecera del río, en torno a Las Fuentes, que tiñese las aguas de este color? El miedo y la prudencia llevó a que tanto desde el consistorio como algunos particulares llamasen a la Guardia Civil, que no tardó en desplazar varias patrullas desde Segorbe y Viver para investigar el suceso. Y claro, entre unos y otros no tardó en saltar el chisme a la prensa, que a falta de noticias sensacionalistas de carácter político, vieron en éste extraño caso el filón para arrancar sus informativos.
  • 4. En cuestión de horas, y según el sol iba tomando su posición cenital, la localidad se vio tomada por todo tipo de furgones, parabólicas y periodistas que se iban distribuyendo por diferentes enclaves para dar cobertura al suceso. De esa manera, Gaibiel dejó de ser una referencia panorámica o un valor térmico de las lecturas climatológicas que se obtenían de la estación recientemente instalada por la Associació Valenciana de Meteorología y el Ayuntamiento, en colaboración con las asociaciones Amigos de Gaibiel y El Bosquecillo, para abrir los informativos matinales de numerosas cadenas de televisión. —La vida de éste tranquilo municipio del interior castellonense se ha visto alterada hoy por un extraño fenómeno en las aguas que discurren por el río que lo flanquea. -narraba a cámara la periodista de TVE desde la plaza del Ayuntamiento, junto a la que estaban parte de las autoridades locales y de la Benemérita para dar una primera valoración-. —La turística població de Gaibiel, a la comarca castellonenca de l'Alt Palància, s'ha alçat aquest matí amb un gran sobresalt entre els veïns i visitants que durant aquestes setmanes gaudeixen de les seues festes, al descobrir que les aigües del riu Regajo baixaven tenyides de color roig —comentaba el reportero de À Punt desde la fuente del Vicario aconsejado por unos vecinos que darían testimonio del sentir local, al tiempo que mostraba una excelente panorámica desde el acogedor paraje donde el tono de las aguas era más visible, —El temor y la incertidumbre se han adueñado de los vecinos de Gaibiel, un pequeño pueblo valenciano enclavado en el corazón de la Sierra de Espadán, que no dejan de preguntarse qué puede haber sucedido para que las aguas del pueblo bajen de un tono semejante a la sangre durante los días previos a sus fiestas patronales. —decía la corresponsal de Mediaset desde el castillo, para así tener una vista del valle y el pueblo pero resguardarse al mismo tiempo del vecindario, que seguro no deseaba las insinuaciones que habían buscado para robar la audiencia a la competencia.
  • 5. Algo similar comentaba la reportera de AtresMedia desde la Torre del Dit, donde el cámara buscaba barrer toda la zona del río afectada por este vertido, al tiempo que ofrecía una preciosas tomas del casco urbano y su imponente fortaleza: —Nos encontramos en Gaibiel, municipio castellonense de algo menos de 200 habitantes, que en plenas fiestas en honor a la Virgen de los Desamparados, ha cambiado la alegría por el temor al observar cómo las aguas del río que baña las faldas del caserío ha tomado una tonalidad rojiza que a muchos les hace pensar en una desagradable desgracia. Por su parte, los reporteros de los medios de comunicación comarcales tanto de prensa escrita como de televisión, como buenos conocedores del terreno habían accedido a la cabecera del río y capturado imágenes e instantáneas que a las pocas horas ya estaban ilustrando los titulares de los principales medios de comunicación del país, y los magazines matinales de todas las cadenas públicas y privadas, demostrando la importancia del periodismo de cercanía. Además, eran los únicos que hasta el momento habían entrevistado a los vecinos que habían dado la voz de alarma, por lo que sus fuentes eran las más veraces y menos contaminadas de teorías de todo tipo. Y es que a aquellas horas todo eran conjeturas entre el vecindario, ya que los rumores se habían disparado en el pueblo y algunos daban crédito a las más disparatadas hipótesis. En cualquier punto se hacían roldes entre los vecinos para comentar el suceso. —Me ha dicho mi primo que anoche escuchó como ruido de tracas, pero entre que estamos de fiestas y el ruido de la disco móvil, no le dio más importancia. Mira que si se trataba un tiroteo o ajuste de cuentas y han tirado los cuerpos al río y por eso bajan así... —No hombre, no seas bruto. ¡para que aguanten tantas horas con esta intensidad tendrían que haber asesinado a medio pueblo!
  • 6. —Entonces ¿A ver si a Castillo le ha reventado alguna tubería del matadero y sin querer se ha filtrado la sangre al río? -apuntaba otra vecina. —De eso nada, Maruja. Que mi hijo trabaja allí y lo tienen todo muy bien arreglado. Además, el matadero está aquí al lado, y las aguas ensangrentadas vienen de más arriba. —Pues mi marido dice que le ha parecido escuchar a un Guardia Civil que a ver si los terremotos que hace unos meses hubieron por la zona de Higueras, Pavías y Montán han abierto alguna placa tectónica y ésta ha generado el afloramiento de gases o alguna toxina que al contacto con el agua se torna rojiza.-comentaba una mujer en el Bar de la Plaza. —¿Y no será -decía un anciano más tremendista- que aprovechando que estamos en una zona medio abandonada, algún camión haya venido desde vete a saber dónde y ha realizado un vertido de productos químicos y nos ha contaminado las aguas?. —No hace falta que vengan de tan lejos -le respondía otro-, que igual han sido los de la fábrica de zumos esa de Segorbe. Como los de Navajas los tienen ya medio vigilados, en lugar de tirar los residuos por la acequia que vierte las aguas por la cascada del Brazal, han subido varias cisternas con lotes de gazpacho malo y los han tirado aquí. —¡Ale! Ya tenemos a los conspiranoicos de turno creando truculentas versiones de lo más rocambolescas. Si nos va tocar llamar a Iker Jiménez para que dedique un programa de Cuarto Milenio a lo que aquí nos pasa -apuntaba guasón el dueño del bar-. —Iker Jiménez no lo sé, pero seguro que Ximo Pérez ya estará dándole vueltas a la cabeza para crear algún guión con lo que aquí ocurre. Que no será la primera vez, ¿eh? -decía entre risas otro vecino-. —Y si no él, seguro que lo hace alguno de esos vecinos que tienen gracia con las letras. De aquí seguro que les sale alguna historia que presentar al Certamen de relato corto Villa de Gaibiel. O algún guionista que lo acople al festival de cine Cortometrando de la Dipu.
  • 7. A medida que avanzaba el día, la afluencia de periodistas y curiosos llegados desde los pueblos vecinos era cada vez mayor, hasta el punto que parecía haber sido sitiado. La carretera y caminos adyacentes, así como las plazas y calles más anchas estaban ocupadas por vehículos de lo más pintoresco, ya que hasta la zona se habían desplazado varios camiones y laboratorios móviles enviados por la Confederación Hidrográfica del Júcar, la Conselleria de Medio Ambiente del gobierno regional, y hasta del ejército. Tenían que investigar la naturaleza del agente que había tornado las frescas y cristalinas aguas del río en tonos carmesí. Para ello, ataviados en trajes aislantes y con bombonas de oxígeno a la espalda, se introducían en el cauce y procedían a tomar muestras en frascos especiales, a los que posteriormente se les realizarían las pruebas y análisis pertinentes, para tratar de hallar los resultados que aclarasen el origen de aquel misterio. A muchos vecinos aquellos trabajadores les recordaban a los sanitarios, funcionarios municipales o a los bomberos del parque comarcal que durante las semanas del confinamiento habían estado desinfectando las calles del pueblo con ropas similares. Y así fueron pasando las horas hasta el punto que a la hora de los informativos de la noche, como no se había resuelto la incógnita, todavía varios canales mantuvieron conexiones en directo con la villa. En ellos se informaba que a la espera de confirmar las analíticas se había filtrado a la prensa que las aguas no eran tóxicas y que la tonalidad de las mismas parecían deberse a un colorante alimentario concentrado, que no dejaba residuo pese a la intensidad del mismo. En cuanto al motivo o causantes del vertido, todo apuntaba a la acción de algún grupo coordinado y buen conocedor del terreno, pues no habían dejado rastros ni de los contenedores ni de los puntos de vaciado. Según los informes de la Guardia Civil, todo apuntaba a que habían sido varios los lugares de vertido dada la homogeneidad de la tonalidad del colorante en todo el tramo próximo al casco urbano, que sin embargo aguas abajo ya se notaba muy diluido y apenas era perceptible al llegar al embalse del Regajo.
  • 8. Entretanto, atentos a todo lo que se decía por televisión, en un bajo del pueblo se reunía un grupo de jóvenes alejados de todo foco y de los corrillos vecinales, para valorar entre sí la magnitud de lo acontecido: —¿No creéis que se nos ha ido de las manos? Creo que deberíamos salir y decir qué ha pasado. —¿Tú estás loco? Con lo que hay ahí afuera y el despliegue que han realizado, si confesamos se nos puede caer el pelo y hacernos pagar los costes de todo el dispositivo. La sola idea de lo que ambas cosas podría suponer hizo meditar y discutir entre ellos el cómo actuar. —Pues menos mal que no ha salido todo según lo previsto y se nos ha descoordinado la movida, que si llega a salir bien... —Ahora lo que hay que pensar es cómo salimos de este embrollo, y qué hacemos con el resto de lo que íbamos a ejecutar. —Escuchad, colegas: Se me ocurre que ya que están así las cosas, debemos aprovechar la oportunidad y hacer algo más grande que al mismo tiempo nos sirva para escurrir el bulto. ¿Qué os parece si ...? A la mañana siguiente, mientras las aguas ya comenzaban a recuperar sus tonos cristalinos, una nube de humo de intenso color verde puso de nuevo en alerta a vecinos, fuerzas del orden y periodistas, que volvían a realizar nuevas conexiones en directo. Lo curioso -y afortunado- de semejante humareda era que no venía acompañada de incendio alguno que devorase la vegetación de sus abundantes montañas (ese “bosquecillo” que en época musulmana dio nombre al pueblo), y que su frente seguía un trazado muy específico: el de las trincheras de la línea fortificada La Muela - Aceitenebro construida durante la Guerra Civil entre Jérica y Gaibiel como refuerzo a la línea XYZ, que transcurría unos kilómetros más al norte.
  • 9. Para lograr esta proeza, y como en la madrugada anterior, los jóvenes que habían pergeñado todo este asunto se dividieron en varios grupos para repartir a lo largo del tramo de trincheras unas pequeñas cargas explosivas que harían detonar los botes de humo. Pero esta vez se aseguraron previamente que funcionarían correctamente a distancia para no cometer el mismo error que el día anterior. La novedad es que para la ocasión sí decidieron dejar huella, y colocaron en varios puntos unas octavillas a modo de Nota de Prensa donde explicaban a la Guardia Civil y a los medios de comunicación el motivo por el cual se había realizado todo este operativo, al tiempo que pedían perdón por las molestias ocasionadas. También solicitaron a un colega que desde el teléfono de su abuela, que nada tenía que ver con el pueblo ni con ninguno de ellos, remitiese un mensaje de difusión por WhatsApp donde se explicaba a todos los vecinos y autoridades locales los motivos que les había llevado a realizar estas acciones, aunque sin revelar quiénes habían sido los autores de semejante osadía. Según declaraban en estos comunicados, el plan inicial era combinar ambas acciones: el tintado del río y el ahumado de las trincheras. Con ellos se querían reproducir los colores del escudo de Gaibiel y conmemorar de esa llamativa y colorida forma que los festejos en honor a la Virgen de los Desamparados habían sido declarados en 2020 Fiesta de Interés Turístico Local y por fin se podían celebrar como era debido y tradicional tras el parón producido por la pandemia. Pero lo que pensaban sólo iba a trascender poco más allá de los límites municipales o comarcales, cual sería su sorpresa al observar el temor y el gran revuelo que se había formado, que lamentaban y por el que pedían perdón a vecinos y fuerzas del orden.
  • 10. No obstante, estaban muy contentos porque gracias a todo este despliegue de medios que había despertado tanta atención entre la prensa y los curiosos que en menos de 24 horas se habían desplazado a la localidad, tanto Gaibiel como sus fiestas locales obtuvieron una gran repercusión dándose a conocer a nivel nacional. Qué mejor manera de afrontar las próximas fiestas en honor al Cristo de la Sed que en breve darían comienzo. Y con semejante cobertura... ¿Sería buen momento para solicitar que éstas fuesen declaradas Fiesta de Interés Turístico Provincial? FIN Relato recogido en la Antología del II Certamen de Relato Corto Villa de Gaibiel, (páginas de 57 a 67) editado por la Asociación Cultural Amigos de Gaibiel, y publicado el 16 de julio de 2022, Día de la Virgen del Carmen *Jose Ángel Planillo Portolés (Sagunto, 1976) es Técnico Superior en Información y Comercialización Turística y Guía Oficial de Turismo. Desde el año 2003, ha publicado varios artículos culturales, de investigación histórica y de promoción turística en diversos medios, publicaciones y libros. En su faceta literaria, colabora mensualmente con El Periódico de Aquí en su edición Palancia-Mijares, donde escribe la columna de crítica literaria "Pallantia Literatum". Tiene también varios cuentos y microrrelatos publicados en diferentes antologías, algunos de los cuales han sido galardonados con el primer premio, como el del I Certamen de Relatos Cortos Villa de Gaibiel (2021) y el XXXVI Premio Internacional de Cuentos Max Aub 2022 en la modalidad comarcal; además de haber sido finalista en la 3ª y 4ª Edición del Concurso de Microrrelatos “Revista Aguanaj” de Higueras (Castellón) (2021 y 2022) y en el II Certamen de Relatos Cortos Villa de Gaibiel (2022), entre otros.