Este documento presenta la colección "Cuidados de Salud Avanzados" y su objetivo de proporcionar una referencia para la formación de posgrado en el ámbito de las ciencias de la salud. En menos de 3 oraciones:
La colección contiene monografías escritas por expertos sobre temas avanzados de cuidados de salud, con el objetivo de servir como apoyo docente para estudiantes de posgrado y profesionales de la salud. Los 9 capítulos que componen esta obra abordan diversos temas relacionados
2. COLECCIÓN CUIDADOS DE SALUD AVANZADOS
Directora Loreto Maciá Soler
Genoveva Granados Gámez
APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS
PSICOSOCIALES
AL ÁMBITO DEL CUIDAR
ZZZPHGLOLEURVFRP
4. Presentación de la colección
Cuidados de Salud Avanzados
Cuidados de Salud Avanzados es una colección de monografías dirigidas
a profesionales de la salud y estudiantes de posgrado, máster y doctorado,
dentro del ámbito de las ciencias de la salud. Su orientación recoge las
cuatro funciones que la Organización Mundial de la Salud otorga a
las profesiones sanitarias: asistencial, docente, investigadora y gestora.
Actualmente, la formación sanitaria tiene tres niveles para todas las
titulaciones (grado, máster y doctorado), además de las especialidades
propias de cada disciplina. El nivel de grado otorga competencias para el
ejercicio de una profesión, por lo que existen grandes diferencias forma-
tivas entre titulaciones. Sin embargo, en niveles de formación superior, la
orientación de los estudios máster hacia una especialización o formación
avanzada, ya sea con perfil profesional o investigador, a la que tienen acceso
en condiciones de igualdad todos los titulados universitarios de grado,
permite que la literatura de consulta resulte más homogénea. Lo mismo
sucede en los programas de doctorado. Los requisitos y las exigencias
formativas e investigadoras no distinguen entre titulaciones de origen,
de manera que la bibliografía de consulta debe cumplir unos mínimos
acordes con la formación superior requerida, útil para todos los ámbitos
de la salud y que considere la formación de grado previa con el fin de que
no se repitan competencias.
Todas las monografías han sido escritas por autores de reconocido pres-
tigio en su ámbito, que han constituido equipos de trabajo con expertos en el
área, de manera que el objetivo principal de la colección queda garantizado:
ser una referencia de consulta y apoyo docente dirigida a posgraduados en
el ámbito de las ciencias de la salud.
Loreto Maciá Soler
vii
5. Introducción
Entender la naturaleza de los cuidados de enfermería exige […] volverlos
a situar dentro del único contexto que les da todo su sentido, su significado real:
el contexto de la VIDA o, más exactamente, el contexto del proceso de VIDA
y de MUERTE al que el hombre y los grupos humanos se enfrentan todos los
días en el desarrollo de su existencia.
Collière
Por ser como somos, vivir donde vivimos, las cosas que nos suceden,
nuestra salud se fortalece o paga las consecuencias.
Los cuidados de la persona y su consideración como un ser global y
humano, en un entorno cambiante con el que interacciona constantemente,
han sido los supuestos básicos de la disciplina enfermera. Esta proyección
eminentemente psicosocial del cuidado ha permitido a los profesionales
conocer al ser humano desde la perspectiva de la persona sana y poder com-
prenderla en los diferentes estados de pérdida de salud. El cuidado, desde
esta perspectiva, parte de unos conocimientos amplios, temáticamente
heterogéneos, de fuentes muy diversas y a veces difíciles de delimitar, que
han sido organizados, con mayor o menor peso y acierto, en sus componen-
tes según la formación de las profesionales que han integrado las clásicas
escuelas a las que han dado lugar, y otras nuevas tendencias que se ponen
de manifiesto en las diversas maneras de cuidar.
Bien es cierto que la disciplina enfermera, en los últimos tiempos, ha ido
evolucionado en un contexto de acontecimientos históricos y movimientos
sociales que han enfatizado el reconociendo del ser humano en el seno
de la sociedad y en todas sus dimensiones. Esta experiencia, sin la cual el
concepto integral del cuidar perdería su significado, nos lleva a considerar
que, para abarcar el amplio campo de estudio en que se ha convertido el
cuidado, los profesionales de la salud deban ubicarse en las teorías más
amplias, aquellas que integran la filosofía con la experiencia que envuelve
al ser humano, para poder explicar su comportamiento. Al mismo tiempo,
los profesionales de la salud han de profundizar en aspectos individuales,
acentuando la importancia de la subjetividad, las experiencias personales, la
creatividad y el desarrollo personal; contextualizando las interacciones que
se producen entre una persona y otra, en su medio, en su cultura y en la
sociedad en la que se desarrollan, e incluyendo, como no puede ser de otra
manera, las expectativas y los motivos de los participantes en tal interacción.
ix
6. x INTRODUCCIÓN
Esta obra es una aproximación al ámbito del cuidar desde la perspec-
tiva psicosocial del cuidado y un pensamiento de enfermería que pretende,
desde la experiencia de los profesionales que participan, aportar cono-
cimientos relacionados con el papel de los componentes psicosociales
en la relación de ayuda, como acto de cuidar a las personas que requieren
de intervenciones profesionales en diferentes momentos de salud. En su
desarrollo, se analizan aquellos aspectos que orientan y determinan las
acciones profesionales hacia el autocuidado de los pacientes, su familia y su
grupo, y que permiten describir, explicar y comprender el comportamiento
humano no solo en lo que concierne al estado de pérdida de salud, sino
también en el desarrollo de recursos para afrontar las distintas situaciones
en la adaptación a su entorno y alcanzar el bienestar. Lo que se pretende
es que el profesional entienda e integre, en la investigación y en la práctica,
los aspectos psicosociales del cuidado, mejorando así su competencia para
identificar las necesidades del ser humano derivadas o relacionadas con aspectos
psicosociales; usar adecuadamente las habilidades comunicativas y relacionales, y
dar apoyo emocional en cualquier etapa y situación de pérdida de salud y de su-
frimiento, de manera que las personas y sus cuidadores expresen sus preocupaciones
y sus intereses y puedan responder adecuadamente y con libertad.
Los capítulos se suceden partiendo de los fundamentos teóricos sobre el
cuidado hasta adentrarse en la información detallada sobre el conocimiento
más actualizado en la materia. A su vez, cada capítulo, adaptado a las
exigencias de la temática, presenta, desde la globalidad a lo más específico
y desde lo teórico a la aplicación práctica, las definiciones y las caracterís-
ticas conceptuales del tema, y también el estado o la situación, y las teorías
explicativas que lo justifican. Igualmente, se abordan las intervenciones más
innovadoras y se plantean nuevas propuestas de actuación.
El capítulo 1 se inicia explicando el cuidado como un hecho social y
humano que está sometido a las reglas sociales que lo determinan, a la vez
que le dan su valor; analiza la influencia del perfil social en el cuidar y des-
cribe el papel que ha jugado la investigación en el alcance del conocimiento
sobre el cuidado de la diversidad humana.
A continuación, en el capítulo 2, se aborda la trascendencia que las rela-
ciones y la comunicación interpersonales poseen dentro de la actividad de
cuidar, como función social esencial de la profesión enfermera. Se alude a
la subjetividad y la individualidad humana, y se identifica la implicación
de la competencia comunicativa en el cuidado holístico de calidad, para
finalizar insistiendo en la importancia de la formación en relaciones huma-
nas basadas en la comunicación.
Si el cuidado es importante en el mantenimiento de la salud, no lo es
menos ante la sensación de su pérdida; por ello, el capítulo 3 trata sobre las
diferentes conductas que las personas muestran en situaciones de percep-
ción de pérdida de salud, así como sobre los factores que la determinan. Y lo
hace, además, incorporando diferentes niveles de pérdida de salud. Esto es,
7. INTRODUCCIÓN xi
desde la respuesta a una alteración situacional, pasando por las conductas
en los procesos de alteración/enfermedad, hasta los comportamientos en
situaciones de emergencia por enfermedad grave o por catástrofe.
Los capítulos 4 y 5 se circunscriben al conocimiento en las áreas de la
investigación y la formación sobre el cuidado al paciente crónico. Se re-
salta la importancia de las intervenciones que implican al paciente para
lograr el autocuidado; se identifican, basándose en los casos de diabetes e
hipertensión esencial, las diferencias que, por tratarse o no de una enfer-
medad sintomática, determinarán las intervenciones en los cuidados, que
se presentan en la última parte de estos capítulos.
Con la idea de continuar avanzando en el conocimiento sobre las res-
puestas y las necesidades humanas en el proceso natural de pérdida de
salud, el capítulo 6 se centra en el marco conceptual y legal del derecho a la
dignidad de las personas en el proceso de la muerte. En esta aproximación
al cuidado, se aborda el modelo de conservación de la dignidad y las im-
plicaciones del modelo para la práctica de enfermería.
El capítulo 7 trata de los cuidados en las personas que padecen cáncer
desde un enfoque integral: centrado en la persona y en su proyección
familiar y social.
Posteriormente, el capítulo 8 focaliza su atención en las necesidades de
cuidados de las personas en situación paliativa en los últimos días, de sus
familiares y amigos, describiéndose las intervenciones terapéuticas y de
control que facilitan su eficacia.
Finalmente, el capítulo 9 recoge la importancia del cuidado en el desa-
rrollo psicosocial del niño y el adolescente, y la repercusión de los cambios
ocurridos actualmente en la estructura familiar. Se exponen las interven-
ciones de cuidados en situaciones de promoción y prevención de la salud,
de manera específica, en el caso de la hospitalización. El capítulo concluye
con la propuesta de nuevos roles que aseguren cuidados de calidad en la
infancia y la adolescencia en diferentes contextos.
Cada capítulo trasciende las directrices generales de la obra, de manera
que el autor ha intentado explicarse, a partir de su formación y experiencia,
dando una cierta coherencia a estas páginas con el deseo de que el lector
encuentre en ellas significados que le ayuden a cuidar al ser humano de
manera competente. Y cuando este hecho suceda, se hará realidad el com-
promiso de los coautores, a los que, como persona, potencial cliente y
compañera, os doy las gracias por estar ahí.
Genoveva Granados Gámez
8. Colaboradores
Gabriel Aguilera Manrique
Profesor titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad
de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de
Almería, Almería (España).
César Carrillo García
Profesor asociado clínico de Ciencias de la Salud; Departamento de Enfermería;
Facultad de Enfermería; Universidad de Murcia, Murcia (España).
Enfermero; Servicio de Hospitalización; Hospital Universitario José María
Morales Meseguer, Murcia (España).
Anabel Corral Granados
Personal investigador; Department of Education, Faculty of Health, Social Care
Education; Anglia Ruskin University, Chelmsford (Reino Unido).
Asistente de Proyectos de Investigación, Agencia Europea para el Desarrollo
de la Educación Especial, Bruselas (Bélgica).
Cayetano Fernández Sola
Profesor contratado doctor; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y
Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia;
Universidad de Almería, Almería (España).
Director del Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Universidad
de Almería, Almería (España).
Genoveva Granados Gámez
Profesora titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad
de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de
Almería, Almería (España).
Coordinadora del Máster de Ciencias de la Enfermería y del Programa de
Doctorado en Ciencias de la Salud: Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
José Manuel Hernández Padilla
Personal docente; Department of Adult, Child and Midwifery; School of Health
and Education; Middlesex University, Londres (Reino Unido).
Francisca Rosa Jiménez López
Profesora contratada doctora; Departamento de Enfermería, Fisioterapia
y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia;
Universidad de Almería, Almería (España).
xiii
9. xiv COLABORADORES
Elena Marcos Pérez
Profesora titular (TEU); Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina;
Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
Verónica Márquez Hernández
Personal investigador; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina;
Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
11. 2 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
EL CUIDAR DESDE LO SOCIAL
El cuidado es un fenómeno central de estudio de la vida humana que es
visto por algunos autores como uno de los factores de mayor influencia en
la manera de vivir de las personas, ya que actúa moldeando su manera de
hacer. También se comparte que la experiencia psicológica del cuidar, como
acto consciente, es imprescindible para poder comprender a la persona en
su totalidad y que el proceso del cuidar ayuda a crecer a las personas y a
integrar de manera más efectiva sus vidas.
En las diferentes acepciones del término cuidar se enfatizan connota-
ciones de ideal moral como respeto, preocupación, confianza, honestidad,
interés, afecto, arte, creatividad, estética, competencia, bienestar, actitud,
responsabilidad y compromiso en la atención a los demás, de manera
individual o colectiva. Estos valores inherentes al acto de cuidar en enfer-
mería constituyen la esencia básica de su actividad profesional y, a través
de su historia, han ido expresándose en la práctica, con mayor o menor
peso, en función de las creencias y valores personales de cada enfermero
y del consenso del colectivo profesional de la época. Es por ello que la
fundamentación moral del cuidar es tan dinámica como lo es la persona y
la sociedad en la que tiene su existencia.
El valor del cuidado emerge en las percepciones de las personas im-
plicadas, se expresa en el proceso relacional que se establece y se identifica
en las reacciones de esas mismas personas.
El cuidado profesional, tal como se desprende de lo expuesto, ha ido
evolucionando en todas las sociedades, resultado de las experiencias trans-
mitidas de una generación a otra, tanto en los aspectos artísticos como en
los científicos; es, por tanto, consecuencia directa de la historia contextual
de los profesionales, en el sistema de adaptación que les ha tocado vivir,
y también del estado de desarrollo de otras fuentes en el ámbito del saber,
como las ciencias físicas, biológicas y psicosociales.
Se puede argumentar que si bien los esfuerzos llevados a cabo por las
ciencias experimentales han tenido resultados espectaculares en el modo
de cuidar a los enfermos, no es menos importante el papel de las ciencias
psicológicas y sociales. Mención especial merecen las aportaciones acerca de
las teorías del aprendizaje y otras sobre la cognición humana que aportan
la base explicativa de las creencias, las actitudes, las emociones, el respeto,
los derechos y la moral que impregnan la esencia del cuidar y mantienen
su influencia en el avance de ese cuidado.
Cualquier aproximación al ámbito del cuidar profesional tiene que
tener en cuenta que la interpretación de la salud y las creencias sobre este
concepto son unas de las ideas más importantes de los grupos sociales, de
la misma manera que en cada una de las diferentes culturas se explica cómo
y por qué la enfermedad y el dolor forman parte de la existencia humana;
de tal forma que si una persona pierde la salud, el tipo de enfermedad que
13. 4 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
determinantes, así como en sus relaciones y dinámicas. Con el paso del
tiempo, las disparidades sociales y sanitarias en algunos países europeos
han ido creciendo, como también han aumentado las amenazas y riesgos no
solo climatológicos, sino económicos, sociales y políticos, que han creado
las nuevas condiciones de interacciones y sus consecuencias; inmersas en
estas consecuencias se encuentran los cuidados de la población y los sis-
temas que los promueven, protegen, recuperan, mejoran e investigan. Es
la crisis financiera, económica y psicosocial en la que estamos inmersos.
En cascada, a los resultados de la crisis social y sobre la salud humana se
añade el crecimiento en el número de personas con menor poder adquisitivo
y, en consecuencia, la dificultad para mantener el autocuidado, lo que da
lugar al descuido y a la proliferación de manifestaciones de las anunciadas
y altamente descritas alteraciones y/o trastornos en la salud. Es en este
escenario en el que se hacen presentes las populares palabras de Johann
Peter («La miseria es la madre de todas las enfermedades»), con alarmantes
evidencias a las que nadie pone duda.
Aeste nivel, toda crisis es un estado de desequilibrio entre el pensamien-
to y el sentimiento humano, entre las creencias, los valores, la manera de
cuidar y de ser cuidado. Para algunos autores, el resultado combinado
de estos desequilibrios puede denominarse el «malestar de estos tiempos»;
esto es, aquel sentimiento que nos embarga cuando los límites nos cons-
triñen, y que se anuncia en miedos y desilusiones, en ese no sentirse bien
por ser como somos, ni por estar donde estamos. El centro de este malestar
no es otro que el de la relación de los individuos en el desenvolvimiento
del desempeño social; entre otras cosas, en el modo de cuidar.
En una breve mirada al análisis del cuidar, se percibe cómo los valores
sociales imperantes en nuestra sociedad occidental no facilitan las actitudes
cuidadoras humanísticas efectivas, a la vez que el posmodernismo incre-
menta la individualidad, el «todo vale» y el egoísmo social; todo lo cual,
unido a la divergencia entre la teoría y la práctica y/o entre los aspectos cien-
tíficos y los aspectos de arte en el cuidar, hace que el cuidado profesional vaya
desligándose de su identidad y, en consecuencia, pierda su valor social.
El impacto de estos cambios en los cuidados profesionales en el área de
la salud de las poblaciones se debate también en innumerables paradojas,
algunas inherentes a los argumentos que subyacen en las ideas que se
recogen en este libro.
DETERMINANTES PSICOSOCIALES Y CUIDADOS
Entre los profesionales del cuidado, la enfermería se considera una dis-
ciplina que tiene la responsabilidad social de cuidar. En este proceso, la
profesión desarrolla el conocimiento, las habilidades cognitivas y técnicas y
las actitudes que, unidas a los valores personales y profesionales, al autoco-
nocimiento y al reconocimiento del ambiente socioeconómico y político del
momento, harán que el proceso de cuidar sea o no socialmente competente.
15. 6 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
universitarias (Declaración de La Sorbona ratificada con la Declaración de
Bolonia [RD 56/2005; RD 1393/2007; RD 861/2010; RD 99/2011]) y con
las normativas elaboradas para su implementación en cada comunidad
e institución universitaria y/o asistencial (RD 450/2005, de 22 de abril).
Definitivamente, se estaba empezando a recoger el fruto de la integración
social profesional iniciada en los años setenta del siglo xx.
Sin embargo, en estos mismos últimos años, con la crisis, la gestión de la
investigación, la financiación, la formación de investigadores, los procesos y
metodologías para definir prioridades, los abordajes multicéntricos, la estre-
cha vinculación entre ciencia y práctica o investigación-economía-sociedad,
junto a la inserción de la investigación en el quehacer de los servicios de
salud y de formación académica, se ven seriamente afectados. Al igual que
también lo está la colaboración internacional (considerada esencial para
el desarrollo de los sistemas de investigación en cuidados) en áreas como
enfermería, que se encuentran aún entre las más vulnerables. Esta debilidad
de la disciplina enfermera en nuestro país viene determinada, entre otras
causas, por las siguientes:
• A nivel académico, no haber dado tiempo para:
• Situarse en igualdad curricular con el resto de las titulaciones
en nuestro país, respondiendo a las exigencias legislativas (RD
99/2011).
• Consolidar los ciclos formativos de máster oficial y el de
doctorado, lo que condiciona la especialización, profundización de
conocimientos y el desarrollo científico disciplinal.
• Disponer de recursos para el relevo generacional en las áreas de
Enfermería de acuerdo a las exigencias legislativas.
• A nivel asistencial:
• Condicionar la aplicación práctica a la evidencia científica
resultante de investigaciones en contextos anglosajones u otros,
continuando con la tradición.
• No contar con investigadores sólidos y especialistas que puedan
aplicar los conocimientos en el área específica (p. ej., el catálogo
de puestos de trabajo no se ha modificado pese a los cambios en la
formación de especialistas).
• No contar con los recursos para participar en proyectos de
investigación I + D + I en equipos multiespecializados o, en su caso,
multidisciplinares con responsabilidad de iguales, de acuerdo a las
directrices legislativas.
Todo esto, cuando el concepto de que los ciudadanos tienen derecho
al cuidado y a la protección social en salud se ha distorsionado y cues-
tionado en algunas comunidades, y está en entredicho la legislación en
la atención (p. ej., en los cuidados a la salud mental, como se desprende
de la Ley General de Sanidad, los Planes de Salud Mental de las distintas
17. 8 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
presentan contradictorios. Por otro lado, lo que podría ser una oportunidad
de solidaridad en el intercambio de la información puede contribuir al
aumento del enriquecimiento de las multinacionales, que pretenden con-
trolar los modos de cubrir las necesidades básicas de la población a ins-
tancias planetarias. Esto exige por parte de los profesionales de la salud
adquirir conocimiento sobre los indicadores que ayudan a identificar la
calidad de las páginas que contienen información sobre el cuidado de
la salud. Igualmente, los profesionales pueden aprovechar las redes socia-
les que se constituyen a través de estos medios para obtener información
sobre la necesidad de la población en materia de salud. La identificación
y el conocimiento de las características de la red social de una persona da
información sobre quién se encuentra dentro de la red, la frecuencia de
las interacciones, su duración y la naturaleza de su contenido, entre otros
aspectos. Con todo, ante tal diversidad de información accesible a la po-
blación en general, el profesional de la salud debe actuar como experto en
cuidados con capacidad de negociar con el paciente, desde la autonomía
y su realidad, acerca de lo que se debe y no se debe hacer referente al
cuidado, en cada estado y situación.
Redes de apoyo social
El apoyo social puede entenderse como la ayuda que un grupo de perso-
nas aporta, de manera efectiva, a otra/s en estado/situación de necesidad
percibida en las áreas emocional, afectiva, del autoconcepto y/o de material
tangible, que se está dispuesto aceptar a través de las interacciones de la
vida cotidiana. Los profesionales de la salud se encuentran en una posición
ideal no solo para utilizar las redes sociales establecidas, sino para ayudar
en su desarrollo. Para ello es necesario tener una visión apropiada de la
conducta humana y analizarla en su hábitat, donde se produce el flujo
activo y dinámico de influencias humanas a través de las estructuras de
su medio ecológico y que hace referencia a las relaciones entre la gen-
te y los roles personales que se espera de ella en los diferentes niveles
de los sistemas sociales. En la actualidad, son muchos los países en los que
agrupaciones sensibles en política social realizan demandas a nivel ins-
titucional que incluyen actuaciones con las familias, grupos específicos y
comunidades en situación de riesgo psicosocial, entre ellas las encaminadas
a apoyar en la cobertura de las necesidades básicas de salud. La figura del
profesional en estas actividades es la de un mediador experto que facilita
a los miembros del grupo la construcción de los conocimientos a partir de
las experiencias, así como el desarrollo de las habilidades necesarias para
cada situación de salud. En general, estos programas, cuyo objetivo es
buscar la autonomía, el empoderamiento y la competencia en términos de
salud, se caracterizan por el trabajo en grupo, la metodología experiencial
y la participación activa.
19. 10 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
el por qué es innato al ser, relacionándose con lo que significa lo humano.
Igualmente existe el vínculo entre la mujer y el cuidar, asumido como algo
natural a lo largo de la historia, dándole sentido al hecho de quién cuida.
Esta vinculación, que encuentra sus orígenes en los sistemas de relaciones
socialmente establecidos entre naturaleza/cultura, ámbito doméstico/
público y trabajo productivo/improductivo, continúa evolucionando a
través de las civilizaciones, atendiendo al perfil sociocultural y económico
de cada país y comunidad. Y es a medida que el cuidado va adquiriendo
responsabilidad profesional cuando va incorporando los conceptos de
valor, de ideal moral y de humanización, a la vez que se proponen teorías
con perspectiva psicológica, social y ética que pretenden ayudar y dar
respuesta al cómo cuidar. Emergen así los modelos conceptuales que con
su abstracción permiten generar respuestas, y las teorías que clarifican las
propiedades, las relaciones, las estructuras y las funciones de los fenómenos
que fundamentan el quehacer diario de los profesionales de la salud.
En este proceso evolutivo, la investigación de enfermería forma parte
del desarrollo científico general, y en la búsqueda e indagación cien-
tífica del conocimiento ha ido integrando los paradigmas generales
y específicos que han participado en el desarrollo de la ciencia y han
marcado su desarrollo profesional, de la siguiente manera (Fawcett, 2005;
López, 2006; Rohrbach, 2007):
• En un momento dado, la teoría propuesta en otras disciplinas,
como conocimiento universal, se adapta y se utiliza para abordar
los problemas de la práctica de la enfermería, constituyéndose en el
soporte referencial teórico de sus investigaciones; entre ellas, teorías
elaboradas en el seno de la psicología, la sociología, la administración,
la educación y la ética, entre otras (cuadro 1-1). Por ejemplo, desde la
psicología el «modelo de creencias de salud» ha sido utilizado para
dar respuesta a preguntas de investigación sobre el cuidado de salud
de las personas. Algo más reciente, desde el análisis funcional de la
conducta, el «modelo comprensivo de conducta de enfermedad» ha
sido aplicado para resolver problemas de enfermería en el cuidado de
los pacientes crónicos. En el desarrollo de este modelo no solo se han
obtenido respuestas a preguntas de la práctica del cuidado, sino que
se ha facilitado el planteamiento de otras preguntas bajo una nueva
aproximación que pretende dar sentido a fenómenos específicos del
cuidado mediante el desarrollo empírico (v. fig. 4-1).
• De la misma manera, en otros momentos ha ocurrido que una
vez utilizada como marco referencial la teoría de otras disciplinas
para solucionar los problemas de la enfermería, durante el proceso
analítico han ido surgiendo, sobre el fenómeno de estudio, nuevos
planteamientos e interpretaciones y ha emergido una nueva teoría que,
dada su evolución y transformación, se convierte en propia para esta
21. 12 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
• Otra de las estrategias muy utilizadas en el abordaje de los problemas
del cuidado es el uso combinado de teorías de enfermería y de otras
disciplinas. Un ejemplo es la teoría de adaptación al dolor crónico
de Dunn (2004), que en su desarrollo utilizó conceptos de Lazarus,
Folkman, Benson y Wilson, y la del modelo conceptual de adaptación
de Roy.
Si está claro que todo conocimiento (indistintamente del apoyo referen-
cial, propio o adaptado con el que se aborden o se miren los fenómenos)
participa en el desarrollo de la ciencia, lo está más aún que solo servirá para
aumentar dicho desarrollo en una disciplina aquel que se circunscriba en
su marco teórico.
Con todo, como señala Durán (2002), es difícil aplicar en la práctica
teorías que, manteniendo el carácter holísticamente humano que caracteriza
a la profesión enfermera, «sobrepasen la interpretación de las personas
implicadas en el acto de cuidar, facilitándose el proceso dialéctico de com-
prensión individual y/o grupal en un contexto sociocultural. Es decir, en
aquellos espacios donde las personas puedan llevar los asuntos cotidianos
de su vida». Este hecho se asume aquí como sustancial, porque, de acuerdo
con la autora, «aporta la diferencia entre las diversas aproximaciones
profesionales en las formas de cuidar». Así entendido, consideramos que
algunas de las aproximaciones teóricas al fenómeno del cuidar deben surgir
desde la experiencia de la práctica, de manera que faciliten cuidar a las
personas en los cada vez más complejos y dinámicos sistemas sociales y
en las situaciones de estados de salud particulares.
Cabe destacar aquí que una mirada a los modelos formulados durante
décadas permite deducir que se desarrollaron en un ambiente socioeconó-
mico y político diferente, donde eran también diferentes las necesidades de
las poblaciones y los roles del profesional. Así que es obvio cuestionarlos
y admitir que, sin dejar de ser importantes en su fundamentación, existe
la necesidad de analizarlos e interpretarlos con rigor. Más aun cuando se
conoce que, si bien se ha trabajado con algunos de ellos, la mayoría de las
teorías que los sustentan aún no se han evaluado.
En la búsqueda para conocer las aportaciones desde la ciencia al cuidar
profesional se encuentran numerosas aportaciones referidas a los cuidados
y su potencial impacto a nivel biopsicosocial, pero hay que reconocer que
la mayoría están fundamentados en marcos conceptuales que en origen
tienen tendencia a guiar el pensamiento de una manera racional y lineal,
y que, además, en algunas instancias se enfocan demasiado al individuo y
menos sobre las familias, las comunidades y la sociedad; de tal manera
que, si bien asumen la concepción universalista del hombre, son menos
los que contemplan al ser cultural a la vez que único. Por otro lado, son
casi inexistentes los estudios que aportan sistematizaciones teóricas que
analicen, en la diversidad de la sociedad, la realidad del cuidado profesional;
23. 14 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
En esta línea de pensamiento se sitúan los siguientes (Bonill y Cel-
drán, 2012):
• El modelo de herencia cultural y tradiciones de salud de Rachel Spector,
que profundiza en la dimensión hereditaria de la diversidad cultural
y la influencia que esta tiene en la organización y dispensación de
cuidados.
• El modelo de competencia cultural de Larry Purnell, que proporciona un
formato sistemático y comprensivo para evaluar las creencias, valores
y costumbres de las personas a las que atendemos.
• El modelo de Josepha Camphina-Bacote señala que para desarrollar unos
cuidados de calidad hay que avanzar por cada una de las siguientes
fases, que constituyen los elementos de la competencia cultural:
conciencia cultural (conciencia de uno mismo como sujeto cultural),
conocimiento cultural (conocimientos y prácticas de una variedad de
grupos), habilidades culturales y encuentro cultural.
MODELOS DE LA PSICOLOGÍA DEL CUIDADO
Dado que los factores sociales y culturales están presentes y son par-
te integrante del fenómeno salud/enfermedad y de los cuidados, son
muchos los modelos en salud que incorporan el contexto sociocultural
y psicológico como única forma de que los cuidados encuentren sentido y
sean competentes para las necesidades de las personas en su condición de
salud. Sin embargo, se observa que hay diferencias entre los modelos que
han contemplado la interacción entre los elementos básicos en el cuidado,
en cuanto al énfasis que hacen sobre este fenómeno.
Con la propuesta del modelo de interacción funcional se pretende inter-
pretar, comprender y predecir el complejo fenómeno del cuidado como una
relación-interacción de ayuda profesional a las personas. En su propuesta
se han tenido en cuenta los principios de diversidad, que significa dar cabida
a múltiples significados y significantes del cuidar; la contextualización,
entendida como el medio en el que se desarrolla el cuidado; la universalidad,
o la no existencia de diferencias en cuanto a la necesidad de ser cuidado, y
la profesionalidad del cuidar a partir de la evidencia y la indagación científica
rigurosa. Desde esta perspectiva se asume que en el proceso de interaccio-
nes entre las condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones
fisicoquímicas y la historia del sujeto surge un modo u otro de cuidarse y
de ser cuidado, siempre dependiendo del contexto donde se realiza o se
tenga que realizar esta actividad (fig. 1-1). Asimismo, se entiende que lo
social impregna la existencia humana, que es dinámica, y que la persona
está situada en un contexto general, a la vez que en otro más concreto,
que constituye su red de interacción próxima. En este estado, entre los
elementos que participan en el acto de cuidar, adquieren interés las condi-
ciones contextuales (naturales, sociales, culturales, etc.) y las condiciones
25. 16 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
El modelo de adaptación de Callista Roy (1984) se establece en el marco de
una teoría de sistemas y recoge un análisis relevante de interacciones. El
objetivo planteado en el modelo es facilitar la adaptación de la persona me-
diante el fortalecimiento de los mecanismos de afrontamiento y los modos
de adaptación. La autora defiende que la capacidad para adaptarse de la
persona depende de los estímulos tanto focales (los que enfrenta de forma
inmediata) como de los contextuales (todos los demás estímulos presentes)
y los residuales (los que la persona ha experimentado en su pasado) que
constituyen los focos de intervención del profesional.
La teoría de la acción razonada (TAR), propuesta por Fishbein yAjzen (1980),
ha sido utilizada para explicar diferentes comportamientos en contextos disí-
miles, como puede ser la salud, la cultura, el ámbito laboral o el propiamente
social. Trata la relación entre creencias, actitudes, intenciones y comportamien-
tos. Los tres elementos clave de la TAR son: 1) la intención, factor más directo
y cercano a la conducta; 2) la actitud, o valoración positiva o negativa que el
sujeto hace de la realización de la conducta, la cual a su vez está determinada
por las creencias de la persona sobre los resultados del comportamiento y sus
evaluaciones de estos resultados, y 3) la norma subjetiva, que consiste en la
percepción que el sujeto tiene de las presiones sociales para que realice u omita
cierta conducta, y que a su vez está compuesta por las creencias de la persona
sobre lo que determinados grupos de referencia piensan de la conducta y su
motivación para complacer a estos grupos de referencia.
La teoría de la conducta planificada de Ajzen (1991) es una teoría psicosocial
elaborada sobre la base de la TAR, que intenta integrar factores actitudinales
y comportamentales para explicar conductas de salud. Asume que los
seres humanos se comportan tomando en consideración la información
disponible y considerando implícita o explícitamente las implicaciones de
sus asunciones.
La teoría del aprendizaje social fue propuesta por Bandura (1997) y es
conocida actualmente como teoría cognitiva social. Se trata de una teoría
comprensiva de la conducta humana que considera a un tiempo los factores
de aprendizaje, los procesos cognitivos y la parte social en la que vive y se
desarrolla la persona.
Hasta aquí se concluye que, si bien una disciplina recibe una marcada
influencia de las creencias y los valores socioculturales que la sustentan y de
su razón socioeconómica, es el núcleo de la disciplina (modelos, filosofía) y
su desarrollo a través de la indagación científica (modelos conceptuales
y teorías en diferentes niveles de abstracción) lo que la distingue de áreas
de conocimiento afines; estos elementos se convierten en su marco epis-
temológico. Tanto es así, que solo adquiere valor disciplinar el conocimiento
fundamentado en la investigación que se expresa en la actividad cotidiana
de la profesión (intervenciones, estándares de cuidados, etc.). Por tanto, es
necesario seguir investigando desde la idea de que la complementariedad
ayuda al conocimiento sobre el fenómeno del cuidar.
27. 18 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
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e. Que la mayoría se fundamentan en teorías de gran alcance y pocas lo
hacen en la práctica.
5. El modelo de interacción funcional comprende las interacciones entre los
siguientes elementos:
a. Condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones
fisicoquímicas e historia del sujeto.
b. Las condiciones sociales y psicofísicas del sujeto.
c. Las condiciones fisicoquímicas y sociales del sujeto.
d. Las condiciones emocionales y las del contexto social próximo.
e. Las condiciones del contexto social y las cognitivo-perceptivas.
29. 20 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
CONCEPTOS
Se parte de la tesis de que la comunicación es la base de las relaciones
interpersonales. La pertinencia de esta idea queda justificada al considerar
que la única forma en la que los individuos interactúan entre ellos es a
través del intercambio de información. Por lo tanto, se puede decir que sin
comunicación no hay relación.
Habitualmente, al hablar de comunicación y relación en enfermería, se
habla de técnicas de comunicación y relación de ayuda. Sin embargo, ser
competente en materia comunicativa y relacional es algo que va mucho
más allá de la capacidad aislada para relacionarse de manera efectiva con
los usuarios a quienes se presta cuidado.
Ser capaz de comunicarse efectivamente es una competencia genérica
de enorme trascendencia dentro de la disciplina profesional enfermera
en la medida en que permite, a aquellos que la poseen, poder establecer
relaciones interpersonales promotoras de crecimiento y cambio positivo,
tanto en los demás como en uno mismo.
La comunicación interpersonal efectiva no solo sirve de base para garan-
tizar el establecimiento de una relación de calidad entre el enfermero y el
usuario del sistema sanitario, sino que también da sustento al resto de las
interacciones humanas que involucran a los profesionales de enfermería
en su quehacer diario.
A menudo y en términos técnicos, la comunicación es interpretada
como un mero proceso de intercambio de información. Según esta visión,
un sujeto emisor genera una serie de estímulos que, en forma de mensaje
codificado, viajan a través de un canal transmisor concreto hasta ser perci-
bidos por el sujeto receptor, el cual tiene la misión de decodificar el mensaje
e interpretar su significado.
Si bien es cierto que la mencionada concepción del proceso comunicativo
como intercambio de información es veraz, no menos cierto es que se trata
de una visión demasiado simplista, parcial y sectaria de lo que en realidad
implica comunicarse.
LA COMUNICACIÓN COMO PROCESO RELACIONAL
En aras de garantizar la calidad de las relaciones interpersonales
en enfermería, resulta imprescindible entender que la comunicación
interpersonal no sigue un patrón lineal, sino que más bien posee una
estructura multidimensional compleja, similar a la de un proceso ho-
meostático, donde el feedback es el elemento regulador del equilibrio
comunicativo. Desde este punto de vista, un sujeto emisor genera un
estímulo que viaja, en forma de mensaje codificado, a través de un canal
concreto hasta alcanzar la percepción de un sujeto receptor, quien des-
codifica dicho mensaje, lo interpreta y emite una respuesta al mismo.
31. 22 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
conducta ejerce sobre las entidades participantes en el proceso y el modo
en que estas se relacionan (aspecto conativo de la comunicación). De
ahí que, al comunicarnos, los humanos no solo tengamos en cuenta el
contenido de un mensaje, sino también la forma en la que este se emite
(Watzlawick et al., 2000).
Precisamente, al hablar de los aspectos conativos de la comunicación
interpersonal, resulta de indispensable importancia clarificar que el sig-
nificado que se suele otorgar a las palabras no reside en las palabras mis-
mas, sino que forma parte las esferas más profundas de la conciencia de
los individuos. Por este motivo, es trascendental saber que el éxito
de la comunicación y la relación humanas se fundamenta en la idea de
que «aquello que está claro para mí, solo está claro para mí» (Cibanal
et al., 2010).
TIPOS DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN
Como hemos visto hasta ahora, la comunicación humana es un acto de
relación. Es la posibilidad de alterar la naturaleza de una entidad como
resultado de su respuesta a la percepción e interpretación de los mensajes
derivados de determinadas conductas. A este nivel interpretativo, sería
posible hablar de dos tipos de comunicación en función de las entidades
participantes en dicha relación comunicativa.
Por un lado, se dice que la comunicación interpersonal es aquella que se
caracteriza porque la presencia de actos expresivos llevados a cabo por un
individuo es secundada por una percepción (consciente o inconsciente)
de tales acciones expresivas por parte de otro individuo que, a su vez,
es observado como perceptor. Mientras, por otro lado, se entiende que
la comunicación intrapersonal es aquella que sucede «dentro» del propio
individuo. Se trata de un tipo de comunicación que depende, única y
exclusivamente, de la capacidad que una persona posea para establecer
un diálogo, generalmente autocrítico, con su propio self (v. más adelante
«Relación enfermero-self» en el apartado «Las relaciones en el ámbito del
cuidar»). La efectividad de ambos tipos de comunicación radica en la
adquisición de sólidas destrezas que permitan garantizar la calidad de
dichos encuentros comunicativos.
HABILIDADES DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN
Al contrario de lo que pudiera creerse en un principio, las habilidades
de comunicación se resumen de manera muy sencilla, directa y fácil de
entender en dos grandes destrezas orientadas, fundamentalmente, a evitar
los errores en la interpretación de los mensajes. Para comunicarse efecti-
vamente, todo se reduce a saber cómo emitir y cómo recibir de manera
adecuada, completa y pertinente un estímulo comunicativo codificado en
forma de mensaje.
33. 24 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
anterioridad, interpretar, suponer, adivinar y acertar son sinónimo de fracaso
comunicativo. Así, volviendo al ejemplo del paciente que llama al timbre y
dice: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme. Me
siento decepcionado», se puede convenir que el mensaje está completo en
los planos de contenido y de sentimiento; sin embargo, carece de demanda.
Con el objetivo de completarlo, el paciente debe comunicar qué desea, qué
espera de su interlocutor. Por ejemplo, podría decir: «Te pido que llames
a mis hijos para poder hablar con ellos». Ahora está claro. El paciente se
siente decepcionado porque no recibe visitas de su familia y quiere que
el enfermero llame a sus hijos para poder hablar con ellos. No hay lugar a
interpretaciones. En este punto, lo que está claro para el emisor también lo
está para el receptor.
CÓMO SE DEBE RECIBIR UN MENSAJE
La comunicación, entendida como un proceso de interrelación, es un acto
de dar y recibir en el que el sujeto que recibe no está exento de responsabilidad
participativa sobre la eficacia global del acto comunicativo. Una vez percibido
el estímulo, por parte de la persona a la que este va dirigido en forma de
mensaje, se produce un proceso interno antagónico al que tiene lugar en
el emisor. Es decir, tan pronto percibe el estímulo comunicativo, la persona
receptora inicia un proceso de descodificación que determinará el grado en
que esta comprende el mensaje enviado por el emisor. La descodificación es
entendida aquí como un proceso mental a través del cual el receptor traduce
los símbolos que ha empleado el emisor, con el objetivo de captar el significado
del mensaje enviado. Cibanal at al. (2010) aseguran que la calidad de dicha
captación y, en consecuencia, la de la totalidad del proceso comunicativo,
depende de la capacidad individual de los sujetos receptores para establecer
ciertas actitudes que garanticen una descodificación eficaz y que, expuestas
a continuación, se consideran habilidades comunicativas fundamentales:
• Feedback. El feedback es la actitud que permite al receptor devolver
al emisor lo que este acaba de decir, incluyendo el contenido, el
sentimiento y la demanda, tal cual los ha percibido. El despliegue
de esta actitud permite al emisor saber si su mensaje ha sido bien
percibido por el receptor y se trata de un medio tan práctico como útil
para hacer comprender a quien emite un mensaje, que se es partícipe
de su experiencia.
• Actitud empática. La empatía supone ser capaz de ponerse en el lugar
del otro y ver el mundo desde el prisma de la experiencia de este
último. Es la habilidad de comprender el modo en que el interlocutor
ve las cosas para así poder individualizar el proceso comunicativo en
función de las necesidades de las personas que en él participan.
• Respeto. El respeto es un concepto actitudinal digno de remarcarse
como habilidad comunicativa, puesto que, en la medida en la que
35. 26 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
por una tensión física extrema, la cual se traduce, a su vez, en gritos,
acusaciones o insultos hacia los demás. Las personas que muestran
una actitud comunicativa acusadora son incapaces de escuchar
activamente, de empatizar o de mostrar respeto alguno por el resto de
los participantes del proceso.
• El estilo comunicativo calculador obedece a la máxima de «nunca
expresar sentimientos». Las personas que adoptan este estilo de
comunicación suelen ser individuos extremadamente correctos
en el trato, tranquilos y razonables. Además, habitualmente, se
muestran distantes y tratan de emplear un vocabulario complejo y
sofisticado con el fin de hacer ver a los demás que son inteligentes.
La incapacidad para emitir mensajes donde se exprese no solo el
contenido, sino también los sentimientos y la demanda individuales,
así como la falta de autenticidad son las carencias comunicativas más
evidentes en estos sujetos.
• El estilo comunicativo distractor es físicamente identificable debido a
que se asocia, generalmente, a una posición esquinada que denota la
falta de involucración con el proceso comunicativo del que se supone
se es parte en un momento determinado. Los mensajes enviados por
estos sujetos suelen resultar irrelevantes para los participantes de
dicho proceso comunicativo, debido a que no están relacionados con
el tema de la conversación y las personas que adoptan este estilo,
con frecuencia, se sienten ajenas a la situación que los envuelve.
Evidentemente, la falta de habilidades de escucha activa, de respeto y
de inmediatez caracterizan los comportamientos comunicativos de los
individuos distractores.
• El estilo comunicativo nivelador se caracteriza por la fluidez. Los
individuos que adoptan este estilo comunicativo emiten mensajes
completos en términos de contenido, sentimiento y demanda.
Sus actitudes receptoras son habilidosas y se muestran capaces
de escuchar activamente, respetar, contextualizar, empatizar y ser
auténticos, lo cual se transmite mediante una postura distendida,
relajada, cálida y acogedora.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
Como ha quedado reflejado en los apartados anteriores, la compleji-
dad de la comunicación humana exige a los individuos involucrados en
cualquier interacción relacional un dominio absoluto, no solo de ciertas
actitudes verbales, sino también del conjunto de elementos no verbales
implicados en todo proceso comunicativo.
Según Cibanal et al. (2010), el enfermero, en aras de poder garantizar el
establecimiento de relaciones humanas eficaces, debe dominar los siguien-
tes aspectos no verbales de la comunicación interpersonal:
37. 28 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
individuos. El silencio puede ser empleado por los interlocutores
como un arma de resistencia a la comunicación. Tratar de eliminar
dichos silencios a toda costa puede resultar muy contraproducente
para la calidad de la relación interpersonal.
LAS RELACIONES EN EL ÁMBITO DEL CUIDAR
La definición de las habilidades de comunicación como un elemento
fundamental en el establecimiento de las relaciones interpersonales de
calidad alcanza una dimensión trascendental para la labor profesional
de enfermería, en cuanto que estas habilidades no solo se consideran la
base del cuidado holístico, sino que se creen igualmente esenciales para el
ofrecimiento de un servicio vivificante a todos aquellos que acuden a los
servicios sanitarios en busca de ayuda. De hecho, la enfermería se entiende
como un producto de múltiples interacciones humanas.
En esta línea y dependiendo de los individuos que participen en dichas
interacciones, se podría decir que la enfermería, como disciplina, se basa
fundamentalmente en la capacidad de sus profesionales para establecer
relaciones con los usuarios, con los colegas y con su propio self. Adiferencia
de la mayoría de los manuales que hablan de comunicación en el campo de
la salud, en este capítulo se enfatiza, igualmente, la importancia que estos
tres tipos de relaciones poseen sobre el conjunto global del cuidado como
producto de elevado valor social.
RELACIÓN ENFERMERO-USUARIO
En general, se entiende que una relación eficaz entre el enfermero y su
paciente constituye un marcador de calidad dentro de la asistencia sanitaria.
La relación enfermero-usuario envuelve completamente a ambos dentro
del proceso de cuidar y es vista como un pilar fundamental dentro de la
enfermería como profesión, debido a que solo a través de esta relación es
cuando el enfermero puede vivenciar las verdaderas cualidades que definen
su identidad profesional.
El hecho de que cada sujeto tenga una perspectiva individual de su
propia experiencia implica que el trabajo de la enfermería está inexora-
blemente definido por esa visión subjetiva del mundo del cuidado que
convierte la relación enfermero-usuario en un complejo proceso, en el
que se requiere que los profesionales sean capaces de comprender los
significados simbólicos que los usuarios atribuyen a sus experiencias de
estar enfermos.
Se dice que la relación enfermero-usuario resulta relevante en la identi-
ficación de los problemas de los pacientes, en el uso que estos hacen de los
servicios sanitarios y en la adopción, por su parte, de conductas promotoras
de salud. Por ello, partiendo de la base de que el profesional de enfermería
es quien convive de cerca con el paciente y su familia, y dado que estos
se encuentran en una situación de crisis provocada por la angustia que
39. 30 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR
una comunicación interpersonal clara y apropiada entre profesionales
sanitarios y una colaboración interdisciplinar eficaz se consideran el nú-
cleo central de la toma de decisiones clínicas que afectan a los usuarios, a
la vez que el establecimiento de relaciones interpersonales eficaces dentro
del grupo interdisciplinar de salud es considerado un elemento facilitador
en la administración de los recursos humanos dentro de los servicios de
enfermería y un componente promotor del bienestar en los usuarios. En
línea con estas ideas se cree que para garantizar una comunicación efectiva
como base del proceso colaborativo interprofesional se deben cumplir una
serie de requisitos relacionales a todos los niveles:
• A nivel individual, los profesionales sanitarios en general y los
enfermeros en particular, en sus interacciones con otros profesionales,
deben hacer uso de las numerosas destrezas comunicativas que han
sido expuestas hasta ahora y ser capaces, además, de incorporar a
la comunicación interdisciplinar las habilidades de asertividad y
negociación.
• Asertividad. La cualidad de ser asertivo es una destreza
fundamental en la comunicación-relación interprofesional
en la medida que permite enviar información de un modo
directo, honesto y adecuado, proporcionando autosatisfacción y
favoreciendo la consecución del objetivo propuesto.
• Negociación. La habilidad de negociar implica tomar conciencia
de la existencia de diferencias interdisciplinares en lo referente a
habilidades, competencias y maneras de hacer. Se entiende por
negociación el proceso que promueve concordia en situaciones
de conflicto interpersonal, garantizando el alcance de un acuerdo
que aporte algo positivo a todos los participantes de un acto
comunicativo-relacional concreto.
• A nivel del equipo interdisciplinar, los procesos comunicativos deben ir
orientados a garantizar, además de la colaboración entre individuos,
la confianza, la diversidad, la toma de conciencia individual de la
realidad, la interrelacionabilidad, el respeto y la comunicación efectiva
entre los miembros del equipo (Tallia et al., 2006).
• Confianza: se identifica como elemento promotor de una
colaboración efectiva. Los individuos inmersos en relaciones
interpersonales donde existe confianza entre ellos buscan y solicitan
ayuda de manera natural.
• Diversidad: puede ser definida como las diferentes maneras en las
que la gente ve el mundo que le rodea. Una forma de fomentar la
calidad de las interacciones humanas dentro del equipo profesional
es no solo respetando dicha diversidad, sino impulsándola.
• La toma de conciencia individual de la realidad y la apertura plena de
un sujeto hacia una experiencia determinada requieren que todos