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COLECCIÓN CUIDADOS DE SALUD AVANZADOS
Directora  Loreto Maciá Soler
Genoveva Granados Gámez
APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS
PSICOSOCIALES
AL ÁMBITO DEL CUIDAR
ZZZPHGLOLEURVFRP
© 2014 Elsevier España, S.L.
Travessera de Gràcia, 17-21
08021 Barcelona, España
Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.)
Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traduc-
tores, dibujantes, correctores, impresores, editores...). El principal beneficiario de ese esfuerzo
es el lector que aprovecha su contenido.
Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye
a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya
existentes.
Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier
uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor,
es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o
cualquier otro sistema de recuperación y almacenaje de información.
ISBN (versión impresa): 978-84-9022-450-2
ISBN (versión electrónica): 978-84-9022-645-2
Depósito legal (versión impresa): B. 10.855-2014
Depósito legal (versión electrónica): B. 10.856-2014
Coordinación y producción editorial: Gea Consultoría Editorial, s. l.
Advertencia
La enfermería es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precau-
ciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias
a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y
en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los úl-
timos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar las
dosis recomendadas, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones.
Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más
indicados para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada
caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los
daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido
de esta obra.
El Editor
Presentación de la colección
Cuidados de Salud Avanzados
Cuidados de Salud Avanzados es una colección de monografías dirigidas
a profesionales de la salud y estudiantes de posgrado, máster y doctorado,
dentro del ámbito de las ciencias de la salud. Su orientación recoge las
cuatro funciones que la Organización Mundial de la Salud otorga a
las profesiones sanitarias: asistencial, docente, investigadora y gestora.
Actualmente, la formación sanitaria tiene tres niveles para todas las
titulaciones (grado, máster y doctorado), además de las especialidades
propias de cada disciplina. El nivel de grado otorga competencias para el
ejercicio de una profesión, por lo que existen grandes diferencias forma-
tivas entre titulaciones. Sin embargo, en niveles de formación superior, la
orientación de los estudios máster hacia una especialización o formación
avanzada, ya sea con perfil profesional o investigador, a la que tienen acceso
en condiciones de igualdad todos los titulados universitarios de grado,
permite que la literatura de consulta resulte más homogénea. Lo mismo
sucede en los programas de doctorado. Los requisitos y las exigencias
formativas e investigadoras no distinguen entre titulaciones de origen,
de manera que la bibliografía de consulta debe cumplir unos mínimos
acordes con la formación superior requerida, útil para todos los ámbitos
de la salud y que considere la formación de grado previa con el fin de que
no se repitan competencias.
Todas las monografías han sido escritas por autores de reconocido pres-
tigio en su ámbito, que han constituido equipos de trabajo con expertos en el
área, de manera que el objetivo principal de la colección queda garantizado:
ser una referencia de consulta y apoyo docente dirigida a posgraduados en
el ámbito de las ciencias de la salud.
Loreto Maciá Soler
	 vii
Introducción
Entender la naturaleza de los cuidados de enfermería exige […] volverlos
a situar dentro del único contexto que les da todo su sentido, su significado real:
el contexto de la VIDA o, más exactamente, el contexto del proceso de VIDA
y de MUERTE al que el hombre y los grupos humanos se enfrentan todos los
días en el desarrollo de su existencia.
Collière
Por ser como somos, vivir donde vivimos, las cosas que nos suceden,
nuestra salud se fortalece o paga las consecuencias.
Los cuidados de la persona y su consideración como un ser global y
humano, en un entorno cambiante con el que interacciona constantemente,
han sido los supuestos básicos de la disciplina enfermera. Esta proyección
eminentemente psicosocial del cuidado ha permitido a los profesionales
conocer al ser humano desde la perspectiva de la persona sana y poder com-
prenderla en los diferentes estados de pérdida de salud. El cuidado, desde
esta perspectiva, parte de unos conocimientos amplios, temáticamente
heterogéneos, de fuentes muy diversas y a veces difíciles de delimitar, que
han sido organizados, con mayor o menor peso y acierto, en sus componen-
tes según la formación de las profesionales que han integrado las clásicas
escuelas a las que han dado lugar, y otras nuevas tendencias que se ponen
de manifiesto en las diversas maneras de cuidar.
Bien es cierto que la disciplina enfermera, en los últimos tiempos, ha ido
evolucionado en un contexto de acontecimientos históricos y movimientos
sociales que han enfatizado el reconociendo del ser humano en el seno
de la sociedad y en todas sus dimensiones. Esta experiencia, sin la cual el
concepto integral del cuidar perdería su significado, nos lleva a considerar
que, para abarcar el amplio campo de estudio en que se ha convertido el
cuidado, los profesionales de la salud deban ubicarse en las teorías más
amplias, aquellas que integran la filosofía con la experiencia que envuelve
al ser humano, para poder explicar su comportamiento. Al mismo tiempo,
los profesionales de la salud han de profundizar en aspectos individuales,
acentuando la importancia de la subjetividad, las experiencias personales, la
creatividad y el desarrollo personal; contextualizando las interacciones que
se producen entre una persona y otra, en su medio, en su cultura y en la
sociedad en la que se desarrollan, e incluyendo, como no puede ser de otra
manera, las expectativas y los motivos de los participantes en tal interacción.
	 ix
x	 INTRODUCCIÓN	
Esta obra es una aproximación al ámbito del cuidar desde la perspec-
tiva psicosocial del cuidado y un pensamiento de enfermería que pretende,
desde la experiencia de los profesionales que participan, aportar cono-
cimientos relacionados con el papel de los componentes psicosociales
en la relación de ayuda, como acto de cuidar a las personas que requieren
de intervenciones profesionales en diferentes momentos de salud. En su
desarrollo, se analizan aquellos aspectos que orientan y determinan las
acciones profesionales hacia el autocuidado de los pacientes, su familia y su
grupo, y que permiten describir, explicar y comprender el comportamiento
humano no solo en lo que concierne al estado de pérdida de salud, sino
también en el desarrollo de recursos para afrontar las distintas situaciones
en la adaptación a su entorno y alcanzar el bienestar. Lo que se pretende
es que el profesional entienda e integre, en la investigación y en la práctica,
los aspectos psicosociales del cuidado, mejorando así su competencia para
identificar las necesidades del ser humano derivadas o relacionadas con aspectos
psicosociales; usar adecuadamente las habilidades comunicativas y relacionales, y
dar apoyo emocional en cualquier etapa y situación de pérdida de salud y de su-
frimiento, de manera que las personas y sus cuidadores expresen sus preocupaciones
y sus intereses y puedan responder adecuadamente y con libertad.
Los capítulos se suceden partiendo de los fundamentos teóricos sobre el
cuidado hasta adentrarse en la información detallada sobre el conocimiento
más actualizado en la materia. A su vez, cada capítulo, adaptado a las
exigencias de la temática, presenta, desde la globalidad a lo más específico
y desde lo teórico a la aplicación práctica, las definiciones y las caracterís-
ticas conceptuales del tema, y también el estado o la situación, y las teorías
explicativas que lo justifican. Igualmente, se abordan las intervenciones más
innovadoras y se plantean nuevas propuestas de actuación.
El capítulo 1 se inicia explicando el cuidado como un hecho social y
humano que está sometido a las reglas sociales que lo determinan, a la vez
que le dan su valor; analiza la influencia del perfil social en el cuidar y des-
cribe el papel que ha jugado la investigación en el alcance del conocimiento
sobre el cuidado de la diversidad humana.
A continuación, en el capítulo 2, se aborda la trascendencia que las rela-
ciones y la comunicación interpersonales poseen dentro de la actividad de
cuidar, como función social esencial de la profesión enfermera. Se alude a
la subjetividad y la individualidad humana, y se identifica la implicación
de la competencia comunicativa en el cuidado holístico de calidad, para
finalizar insistiendo en la importancia de la formación en relaciones huma-
nas basadas en la comunicación.
Si el cuidado es importante en el mantenimiento de la salud, no lo es
menos ante la sensación de su pérdida; por ello, el capítulo 3 trata sobre las
diferentes conductas que las personas muestran en situaciones de percep-
ción de pérdida de salud, así como sobre los factores que la determinan. Y lo
hace, además, incorporando diferentes niveles de pérdida de salud. Esto es,
INTRODUCCIÓN	 xi
desde la respuesta a una alteración situacional, pasando por las conductas
en los procesos de alteración/enfermedad, hasta los comportamientos en
situaciones de emergencia por enfermedad grave o por catástrofe.
Los capítulos 4 y 5 se circunscriben al conocimiento en las áreas de la
investigación y la formación sobre el cuidado al paciente crónico. Se re-
salta la importancia de las intervenciones que implican al paciente para
lograr el autocuidado; se identifican, basándose en los casos de diabetes e
hipertensión esencial, las diferencias que, por tratarse o no de una enfer-
medad sintomática, determinarán las intervenciones en los cuidados, que
se presentan en la última parte de estos capítulos.
Con la idea de continuar avanzando en el conocimiento sobre las res-
puestas y las necesidades humanas en el proceso natural de pérdida de
salud, el capítulo 6 se centra en el marco conceptual y legal del derecho a la
dignidad de las personas en el proceso de la muerte. En esta aproximación
al cuidado, se aborda el modelo de conservación de la dignidad y las im-
plicaciones del modelo para la práctica de enfermería.
El capítulo 7 trata de los cuidados en las personas que padecen cáncer
desde un enfoque integral: centrado en la persona y en su proyección
familiar y social.
Posteriormente, el capítulo 8 focaliza su atención en las necesidades de
cuidados de las personas en situación paliativa en los últimos días, de sus
familiares y amigos, describiéndose las intervenciones terapéuticas y de
control que facilitan su eficacia.
Finalmente, el capítulo 9 recoge la importancia del cuidado en el desa-
rrollo psicosocial del niño y el adolescente, y la repercusión de los cambios
ocurridos actualmente en la estructura familiar. Se exponen las interven-
ciones de cuidados en situaciones de promoción y prevención de la salud,
de manera específica, en el caso de la hospitalización. El capítulo concluye
con la propuesta de nuevos roles que aseguren cuidados de calidad en la
infancia y la adolescencia en diferentes contextos.
Cada capítulo trasciende las directrices generales de la obra, de manera
que el autor ha intentado explicarse, a partir de su formación y experiencia,
dando una cierta coherencia a estas páginas con el deseo de que el lector
encuentre en ellas significados que le ayuden a cuidar al ser humano de
manera competente. Y cuando este hecho suceda, se hará realidad el com-
promiso de los coautores, a los que, como persona, potencial cliente y
compañera, os doy las gracias por estar ahí.
Genoveva Granados Gámez
Colaboradores
Gabriel Aguilera Manrique
Profesor titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad
de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de
Almería, Almería (España).
César Carrillo García
Profesor asociado clínico de Ciencias de la Salud; Departamento de Enfermería;
Facultad de Enfermería; Universidad de Murcia, Murcia (España).
Enfermero; Servicio de Hospitalización; Hospital Universitario José María
Morales Meseguer, Murcia (España).
Anabel Corral Granados
Personal investigador; Department of Education, Faculty of Health, Social Care
 Education; Anglia Ruskin University, Chelmsford (Reino Unido).
Asistente de Proyectos de Investigación, Agencia Europea para el Desarrollo
de la Educación Especial, Bruselas (Bélgica).
Cayetano Fernández Sola
Profesor contratado doctor; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y
Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia;
Universidad de Almería, Almería (España).
Director del Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Universidad
de Almería, Almería (España).
Genoveva Granados Gámez
Profesora titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad
de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de
Almería, Almería (España).
Coordinadora del Máster de Ciencias de la Enfermería y del Programa de
Doctorado en Ciencias de la Salud: Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
José Manuel Hernández Padilla
Personal docente; Department of Adult, Child and Midwifery; School of Health
and Education; Middlesex University, Londres (Reino Unido).
Francisca Rosa Jiménez López
Profesora contratada doctora; Departamento de Enfermería, Fisioterapia
y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia;
Universidad de Almería, Almería (España).
	 xiii
xiv	 COLABORADORES	
Elena Marcos Pérez
Profesora titular (TEU); Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina;
Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
Verónica Márquez Hernández
Personal investigador; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina;
Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad
de Almería, Almería (España).
C A P Í T U L O
© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
1
Una aproximación al cuidado
como valor social
Genoveva Granados Gámez
INTRODUCCIÓN
No se pone en duda que el ser humano necesita los cuidados para vivir.
Cuidar para mantener y promover la vida en las mejores condiciones posi-
bles rebasa con mucho los aspectos biológicos, psicológicos y sociales; es
algo que se fundamenta y está impregnado de profundas bases filosóficas.
La interacción entre los componentes que participan en el cuidar (en cada
situación y estado de salud) convierte a los cuidados en una función com-
pleja y multidimensional, de tal forma que los profesionales de la salud
hacen del cuidar su objeto de estudio.
En este capítulo se tratan los conceptos del cuidado desde la perspectiva
psicosocial, de manera que se aborda como un hecho social y humano y
como tal actividad, sometida a las reglas que regulan las creencias y valores
socioculturales. Se recogen las claves en torno a las que se circunscriben
los determinantes psicosociales del cuidado para poder conocerlos e inter-
pretarlos, como única manera de aproximarnos al concepto integral del
cuidado. Se realiza una aproximación a las teorías explicativas que han sido
utilizadas como marco referencial en los estudios del cuidado profesional,
entendidas no como un fin en sí mismas, sino como el instrumento para
llegar al conocimiento. Y se identifica la capacidad científica como com-
ponente de alto valor para el avance del conocimiento en el cuidado de la
vida y su repercusión en el acto de cuidar, de acuerdo a las necesidades
de las personas que componen la comunidad humana y en concordancia
con las preferencias y creencias de la diversidad cultural de sus gentes.
Se concluye analizando el papel que juegan las investigaciones como
base y motor impulsor del desarrollo del cuidado y se explica cómo la
disciplina enfermera debe utilizar estrategias que permitan avanzar en el
conocimiento del cuidado socialmente competente.
2	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
EL CUIDAR DESDE LO SOCIAL
El cuidado es un fenómeno central de estudio de la vida humana que es
visto por algunos autores como uno de los factores de mayor influencia en
la manera de vivir de las personas, ya que actúa moldeando su manera de
hacer. También se comparte que la experiencia psicológica del cuidar, como
acto consciente, es imprescindible para poder comprender a la persona en
su totalidad y que el proceso del cuidar ayuda a crecer a las personas y a
integrar de manera más efectiva sus vidas.
En las diferentes acepciones del término cuidar se enfatizan connota-
ciones de ideal moral como respeto, preocupación, confianza, honestidad,
interés, afecto, arte, creatividad, estética, competencia, bienestar, actitud,
responsabilidad y compromiso en la atención a los demás, de manera
individual o colectiva. Estos valores inherentes al acto de cuidar en enfer-
mería constituyen la esencia básica de su actividad profesional y, a través
de su historia, han ido expresándose en la práctica, con mayor o menor
peso, en función de las creencias y valores personales de cada enfermero
y del consenso del colectivo profesional de la época. Es por ello que la
fundamentación moral del cuidar es tan dinámica como lo es la persona y
la sociedad en la que tiene su existencia.
El valor del cuidado emerge en las percepciones de las personas im-
plicadas, se expresa en el proceso relacional que se establece y se identifica
en las reacciones de esas mismas personas.
El cuidado profesional, tal como se desprende de lo expuesto, ha ido
evolucionando en todas las sociedades, resultado de las experiencias trans-
mitidas de una generación a otra, tanto en los aspectos artísticos como en
los científicos; es, por tanto, consecuencia directa de la historia contextual
de los profesionales, en el sistema de adaptación que les ha tocado vivir,
y también del estado de desarrollo de otras fuentes en el ámbito del saber,
como las ciencias físicas, biológicas y psicosociales.
Se puede argumentar que si bien los esfuerzos llevados a cabo por las
ciencias experimentales han tenido resultados espectaculares en el modo
de cuidar a los enfermos, no es menos importante el papel de las ciencias
psicológicas y sociales. Mención especial merecen las aportaciones acerca de
las teorías del aprendizaje y otras sobre la cognición humana que aportan
la base explicativa de las creencias, las actitudes, las emociones, el respeto,
los derechos y la moral que impregnan la esencia del cuidar y mantienen
su influencia en el avance de ese cuidado.
Cualquier aproximación al ámbito del cuidar profesional tiene que
tener en cuenta que la interpretación de la salud y las creencias sobre este
concepto son unas de las ideas más importantes de los grupos sociales, de
la misma manera que en cada una de las diferentes culturas se explica cómo
y por qué la enfermedad y el dolor forman parte de la existencia humana;
de tal forma que si una persona pierde la salud, el tipo de enfermedad que
1.  Una aproximación al cuidado como valor social	 3
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sin
autorización
es
un
delito.
contrae depende en alguna medida de factores sociales, y el tipo de trata-
miento que recibe está influido por estos casi en su totalidad. Se entiende
que es en la cultura del grupo social donde se expresan los símbolos (ideas
y comportamientos) que la identifican y, se interpretan las señales internas y
externas a las que sus miembros suelen responder ante determinadas
situaciones y diferentes estados de salud. Señales que, en función de las
experiencias de sus gentes, van a determinar las respuestas, sus derivacio-
nes y sus consecuencias. De hecho, en muchas ocasiones pueden no ejercer
ninguna función y ser neutras para las personas de una misma cultura y,
casi siempre, entre personas de culturas diferentes. Es, por tanto, en el
seno social donde se desarrollan los hábitos de salud y emergen las reglas y
normas del cuidar. Por ello, para un profesional asocializado la necesidad de
cuidados de un paciente será distinta que para otro profesional que posea
los conocimientos y haya adquirido conciencia de la función que cumplen
los procesos culturales en la conformación de las necesidades en la realidad
de cada ser. Desde este pensamiento, fácilmente se deduce que para cuidar
hay que identificarse con cualquier ser humano por el hecho de ser humano
en un contexto sociocultural.
Es evidente que existen procesos psicológicos individuales (p. ej., per-
cibir, atender, evaluar, etc.) en el acto de cuidar que determinan la forma
en que funciona este comportamiento en la sociedad y cómo tienen lugar
los procesos implicados en el cuidado; de la misma manera, los procesos
sociales (p. ej., la ejecución de roles en el contexto organizativo sanitario,
la pertenencia a grupos de ayuda, etc.) caracterizan, a su vez, los procesos
psicológicos individuales o de la psicología humana. De este modo, en el
acto de cuidar se definen aspectos concretos de la interacción mutua entre
los procesos individuales y los procesos sociales de los que este depende,
a nivel afectivo, cognitivo y comportamental.
INFLUENCIA DEL PERFIL SOCIAL EN EL CUIDADO PROFESIONAL
Entendemos que la mayor parte de la conducta inherente al ser humano,
como lo es el cuidado, se realiza y se aprende en un contexto de interacción
social. Por ello, el planteamiento psicosocial está presente en los procesos
de prevención, mantenimiento, tratamiento y promoción de la salud a
través de la multitud de interacciones que se producen, tanto entre los
profesionales de la salud y las personas como en aquellos contextos socia-
les donde los organismos competentes en legislación regulan estos procesos
(dependientes de las fuerzas económicas imperantes y las diferentes formas
de organización social), y en aquellos otros en los que, ante conflictos y dis-
crepancias con las normativas editadas, se defiende el cuidado humano e
integral de la salud.
En los últimos tiempos el desarrollo de las ciencias, el conocimiento cien-
tífico y el alto nivel de los recursos y tecnologías disponibles ha permitido
una mayor comprensión y explicación de la salud en sus componentes y
4	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
determinantes, así como en sus relaciones y dinámicas. Con el paso del
tiempo, las disparidades sociales y sanitarias en algunos países europeos
han ido creciendo, como también han aumentado las amenazas y riesgos no
solo climatológicos, sino económicos, sociales y políticos, que han creado
las nuevas condiciones de interacciones y sus consecuencias; inmersas en
estas consecuencias se encuentran los cuidados de la población y los sis-
temas que los promueven, protegen, recuperan, mejoran e investigan. Es
la crisis financiera, económica y psicosocial en la que estamos inmersos.
En cascada, a los resultados de la crisis social y sobre la salud humana se
añade el crecimiento en el número de personas con menor poder adquisitivo
y, en consecuencia, la dificultad para mantener el autocuidado, lo que da
lugar al descuido y a la proliferación de manifestaciones de las anunciadas
y altamente descritas alteraciones y/o trastornos en la salud. Es en este
escenario en el que se hacen presentes las populares palabras de Johann
Peter («La miseria es la madre de todas las enfermedades»), con alarmantes
evidencias a las que nadie pone duda.
Aeste nivel, toda crisis es un estado de desequilibrio entre el pensamien-
to y el sentimiento humano, entre las creencias, los valores, la manera de
cuidar y de ser cuidado. Para algunos autores, el resultado combinado
de estos desequilibrios puede denominarse el «malestar de estos tiempos»;
esto es, aquel sentimiento que nos embarga cuando los límites nos cons-
triñen, y que se anuncia en miedos y desilusiones, en ese no sentirse bien
por ser como somos, ni por estar donde estamos. El centro de este malestar
no es otro que el de la relación de los individuos en el desenvolvimiento
del desempeño social; entre otras cosas, en el modo de cuidar.
En una breve mirada al análisis del cuidar, se percibe cómo los valores
sociales imperantes en nuestra sociedad occidental no facilitan las actitudes
cuidadoras humanísticas efectivas, a la vez que el posmodernismo incre-
menta la individualidad, el «todo vale» y el egoísmo social; todo lo cual,
unido a la divergencia entre la teoría y la práctica y/o entre los aspectos cien-
tíficos y los aspectos de arte en el cuidar, hace que el cuidado profesional vaya
desligándose de su identidad y, en consecuencia, pierda su valor social.
El impacto de estos cambios en los cuidados profesionales en el área de
la salud de las poblaciones se debate también en innumerables paradojas,
algunas inherentes a los argumentos que subyacen en las ideas que se
recogen en este libro.
DETERMINANTES PSICOSOCIALES Y CUIDADOS
Entre los profesionales del cuidado, la enfermería se considera una dis-
ciplina que tiene la responsabilidad social de cuidar. En este proceso, la
profesión desarrolla el conocimiento, las habilidades cognitivas y técnicas y
las actitudes que, unidas a los valores personales y profesionales, al autoco-
nocimiento y al reconocimiento del ambiente socioeconómico y político del
momento, harán que el proceso de cuidar sea o no socialmente competente.
1.  Una aproximación al cuidado como valor social	 5
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Elsevier.
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autorización
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un
delito.
En este contexto, se puede decir que en el momento actual la enfermería
transita entre lo que podríamos denominar la evolución regresiva y la
evolución progresiva, lo que nos permite identificar tanto las positividades
como las negatividades del momento, a la vez que experimentar, en la
adversidad, el avance en la manera de cuidar. Desde esta perspectiva
nos aproximamos al ámbito psicosocial del cuidado, como condicionante
básico en el desarrollo científico del cuidado profesional. Así, entre los
componentes sociales básicos del cuidado se pueden encontrar los determi-
nantes interactivos personales y profesionales y aquellos otros que responden
a nuevas expresiones de estructura social, que se expresan en la legislación
y normativas promulgadas, en los cambios en las redes sociales y en los
cambios de valores y creencias (tabla 1-1).
LEGISLACIÓN Y NORMATIVAS
Las normas sociales académicas que la enfermería española ha tenido
hasta hace poco le han impedido avanzar en el conocimiento del cuidado.
Sin embargo, en la última década se había registrado un aumento del
financiamiento para la salud y la investigación sanitaria, se había prestado
mayor atención a la investigación sobre sistemas de salud y políticas y
prácticas basadas en datos científicos, y se había tomado conciencia acerca
de la formación de enfermería como pilar fundamental en los equipos de
salud. Esta evolución abría las puertas a la profesión de enfermería, he-
cho que se consolidó con el desarrollo de la legislación de las enseñanzas
TABLA 1-1  Factores personales, profesionales y de estructura social
que determinan el cuidar
Legislación y normativas
promulgadas
Determinantes:
Académico
Asistencial
Procesos relacionados con:
Gestión en investigación:
-	Financiación
-	 Definición de prioridades en salud
-	 Formación de investigadores
Política social
Educación en salud:
-	Profesionales
-	Población
Vinculación: ciencia-práctica-
investigación-economía-sociedad
Cambios en las redes
sociales
Redes de:
Información social
Apoyo social
Información de calidad y
procesos de feedback entre
instituciones-profesionales-usuarios
Actuaciones en situaciones
específicas y de riesgo
Perfil social del cuidado Valores y creencias Función social en relación con la
población que se atiende
Identificación de cambios
6	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
universitarias (Declaración de La Sorbona ratificada con la Declaración de
Bolonia [RD 56/2005; RD 1393/2007; RD 861/2010; RD 99/2011]) y con
las normativas elaboradas para su implementación en cada comunidad
e institución universitaria y/o asistencial (RD 450/2005, de 22 de abril).
Definitivamente, se estaba empezando a recoger el fruto de la integración
social profesional iniciada en los años setenta del siglo xx.
Sin embargo, en estos mismos últimos años, con la crisis, la gestión de la
investigación, la financiación, la formación de investigadores, los procesos y
metodologías para definir prioridades, los abordajes multicéntricos, la estre-
cha vinculación entre ciencia y práctica o investigación-economía-sociedad,
junto a la inserción de la investigación en el quehacer de los servicios de
salud y de formación académica, se ven seriamente afectados. Al igual que
también lo está la colaboración internacional (considerada esencial para
el desarrollo de los sistemas de investigación en cuidados) en áreas como
enfermería, que se encuentran aún entre las más vulnerables. Esta debilidad
de la disciplina enfermera en nuestro país viene determinada, entre otras
causas, por las siguientes:
•	 A nivel académico, no haber dado tiempo para:
•	 Situarse en igualdad curricular con el resto de las titulaciones
en nuestro país, respondiendo a las exigencias legislativas (RD
99/2011).
•	 Consolidar los ciclos formativos de máster oficial y el de
doctorado, lo que condiciona la especialización, profundización de
conocimientos y el desarrollo científico disciplinal.
•	 Disponer de recursos para el relevo generacional en las áreas de
Enfermería de acuerdo a las exigencias legislativas.
•	 A nivel asistencial:
•	 Condicionar la aplicación práctica a la evidencia científica
resultante de investigaciones en contextos anglosajones u otros,
continuando con la tradición.
•	 No contar con investigadores sólidos y especialistas que puedan
aplicar los conocimientos en el área específica (p. ej., el catálogo
de puestos de trabajo no se ha modificado pese a los cambios en la
formación de especialistas).
•	 No contar con los recursos para participar en proyectos de
investigación I + D + I en equipos multiespecializados o, en su caso,
multidisciplinares con responsabilidad de iguales, de acuerdo a las
directrices legislativas.
Todo esto, cuando el concepto de que los ciudadanos tienen derecho
al cuidado y a la protección social en salud se ha distorsionado y cues-
tionado en algunas comunidades, y está en entredicho la legislación en
la atención (p. ej., en los cuidados a la salud mental, como se desprende
de la Ley General de Sanidad, los Planes de Salud Mental de las distintas
1.  Una aproximación al cuidado como valor social	 7
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sin
autorización
es
un
delito.
comunidades autónomas, el Decreto de Cartera de Servicios, la Estrategia
en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud y la Ley de Promoción de
la Autonomía Personal y Protección de la Dependencia, entre otras).
En la actualidad, en nuestro país, por un lado, a nivel organizacional,
los cuidados se derivan a las familias para ahorrar costes, en momentos
en los que la armonía entre la función familiar, el apoyo social del cuidar
y la domiciliación de la acción de prestar ayuda no se ha consolidado; por
otro, el cuidado profesional está siendo cuestionado, tal vez debido a las
políticas de contratación en las empresas que dificultan mantener actua-
ciones ya superadas (como la asignación personalizada de los enfermos y
la continuidad de los cuidados) y ponen en riesgo a las personas que se
atiende y la propia salud de los profesionales. Esta última se ve resentida
debido a las percepciones de falta de equidad o falta de ganancia (desa-
rrollada por los individuos como resultado del proceso de comparación
social), la sobrecarga laboral, los conflictos interpersonales, la ausencia de
recursos y las disfunciones de rol.
Estas condiciones hacen que el profesional no esté centrado en su iden-
tidad y facilita que su actividad se disperse y se confunda. Por ello, si
enfermería desarrolla su trabajo en malas condiciones laborales y lejos de
su estatus social es seguro que se deteriorarán cada vez más los cuidados
humanizados, así como su valor social.
LOS CAMBIOS EN LAS REDES SOCIALES
Redes de información social
Como nunca antes, los adelantos en comunicación nos ponen en contac-
to con la realidad del ámbito del cuidar en las civilizaciones. Hoy en día,
las decisiones que algunas personas adoptan en determinadas circuns-
tancias de salud son en parte consecuencia de los consejos e información
aportados en Internet. Este aumento en el consumo de información a
través de los medios electrónicos, acompañado del fomento en el traslado
(potenciado por las instituciones gubernamentales) de la responsabilidad
acerca de los cuidados sobre la salud a los usuarios, la familia y la socie-
dad, supone un cambio en el autocuidado, en la demanda de cuidados
y también en las actuaciones por parte de los profesionales responsables
del mismo.
Aunque este fenómeno es relativamente reciente, se puede disponer
de abundante información que pretende facilitar no solo la comunicación
entre profesionales y su formación continuada, sino también la comuni-
cación entre profesionales y usuarios. No obstante, no parece existir un
acuerdo sobre lo que podría ser una fuente de garantía en la calidad de la
información, que ayudara en el cuidado a los usuarios y a los profesionales;
los datos, en cuanto a la utilidad de este aumento de información y su
repercusión en el autocuidado, en el cuidar y en la salud de la población, se
8	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
presentan contradictorios. Por otro lado, lo que podría ser una oportunidad
de solidaridad en el intercambio de la información puede contribuir al
aumento del enriquecimiento de las multinacionales, que pretenden con-
trolar los modos de cubrir las necesidades básicas de la población a ins-
tancias planetarias. Esto exige por parte de los profesionales de la salud
adquirir conocimiento sobre los indicadores que ayudan a identificar la
calidad de las páginas que contienen información sobre el cuidado de
la salud. Igualmente, los profesionales pueden aprovechar las redes socia-
les que se constituyen a través de estos medios para obtener información
sobre la necesidad de la población en materia de salud. La identificación
y el conocimiento de las características de la red social de una persona da
información sobre quién se encuentra dentro de la red, la frecuencia de
las interacciones, su duración y la naturaleza de su contenido, entre otros
aspectos. Con todo, ante tal diversidad de información accesible a la po-
blación en general, el profesional de la salud debe actuar como experto en
cuidados con capacidad de negociar con el paciente, desde la autonomía
y su realidad, acerca de lo que se debe y no se debe hacer referente al
cuidado, en cada estado y situación.
Redes de apoyo social
El apoyo social puede entenderse como la ayuda que un grupo de perso-
nas aporta, de manera efectiva, a otra/s en estado/situación de necesidad
percibida en las áreas emocional, afectiva, del autoconcepto y/o de material
tangible, que se está dispuesto aceptar a través de las interacciones de la
vida cotidiana. Los profesionales de la salud se encuentran en una posición
ideal no solo para utilizar las redes sociales establecidas, sino para ayudar
en su desarrollo. Para ello es necesario tener una visión apropiada de la
conducta humana y analizarla en su hábitat, donde se produce el flujo
activo y dinámico de influencias humanas a través de las estructuras de
su medio ecológico y que hace referencia a las relaciones entre la gen-
te y los roles personales que se espera de ella en los diferentes niveles
de los sistemas sociales. En la actualidad, son muchos los países en los que
agrupaciones sensibles en política social realizan demandas a nivel ins-
titucional que incluyen actuaciones con las familias, grupos específicos y
comunidades en situación de riesgo psicosocial, entre ellas las encaminadas
a apoyar en la cobertura de las necesidades básicas de salud. La figura del
profesional en estas actividades es la de un mediador experto que facilita
a los miembros del grupo la construcción de los conocimientos a partir de
las experiencias, así como el desarrollo de las habilidades necesarias para
cada situación de salud. En general, estos programas, cuyo objetivo es
buscar la autonomía, el empoderamiento y la competencia en términos de
salud, se caracterizan por el trabajo en grupo, la metodología experiencial
y la participación activa.
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Como ocurre en la práctica clínica hospitalaria o en la comunidad, en
este tipo de actuaciones los profesionales se enfrentan a nuevos roles y res-
ponsabilidades en los que se presentan problemas éticos y morales que de-
mandan del profesional valores, principios, códigos, indicadores y muchas
veces, incluso, conocimientos de legislación que le guíen en su actuación.
LOS VALORES Y LAS CREENCIAS
Si el valor vincula a la persona a la realización o no de un determinado
comportamiento, entre ellos al hecho de cuidar o ser cuidado, se hace
necesario, por parte de los profesionales del cuidado, identificar las fun-
ciones que cumplen, en cada momento, los valores de la población a la
que atienden. Más aún, cuando al parecer el propio cuidado de la salud,
convertido en la última década en uno de los valores más importantes
para los ciudadanos de los países desarrollados, está cambiando, en parte
facilitado por las crisis sociales que se están padeciendo. De momento, la
interacción social imperante está propiciando la ruptura de los valores
morales, de manera que se ven cuestionados los valores ligados a la auto-
rrealización personal y se está produciendo un cambio de orden en los más
básicos, comunes a individuos de una misma cultura.
Para enfermería el cuidado en la situación social actual debe convertirse
en un reto, con la intencionalidad de mejorar la existencia del ser humano,
como ser social y, debe aplicarse sobre la base de las competencias que les
avalan. Se deben retomar los principios de cómo el cuidado se construye en
las interrelaciones humanas y la función que cumple en este proceso el res-
peto a las diferencias, la tolerancia, la responsabilidad, la confidencialidad,
la seguridad, la justicia, la dignidad, la compasión, la verdad, la libertad, la
salud, la colaboración en equipo y otros valores sin cuya atención y con-
sideración el cuidado profesional perdería su razón de ser; más aún si se
tiene en cuenta que una profesión se define por su relevancia social y la
orientación de sus valores.
El profesional de la salud debe establecer con la persona demandante
de cuidados una relación de cliente, en términos que aseguren tanto su
derecho a los cuidados como su libertad de elección, teniendo presente
que es un ser humano libre, capaz de informarse, de aprender y de decidir
en consecuencia.
MARCO REFERENCIAL DEL CUIDADO:
UNA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL
Desde la filosofía antigua, en la que el mito del cuidar tuvo gran re-
levancia, la evolución del término ha quedado recogida de manera es-
pecial en la literatura especializada, la filosofía, la psicología, la ética
y la enfermería; se ha definido e interpretado el sentido de qué es cuidar y
10	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
el por qué es innato al ser, relacionándose con lo que significa lo humano.
Igualmente existe el vínculo entre la mujer y el cuidar, asumido como algo
natural a lo largo de la historia, dándole sentido al hecho de quién cuida.
Esta vinculación, que encuentra sus orígenes en los sistemas de relaciones
socialmente establecidos entre naturaleza/cultura, ámbito doméstico/
público y trabajo productivo/improductivo, continúa evolucionando a
través de las civilizaciones, atendiendo al perfil sociocultural y económico
de cada país y comunidad. Y es a medida que el cuidado va adquiriendo
responsabilidad profesional cuando va incorporando los conceptos de
valor, de ideal moral y de humanización, a la vez que se proponen teorías
con perspectiva psicológica, social y ética que pretenden ayudar y dar
respuesta al cómo cuidar. Emergen así los modelos conceptuales que con
su abstracción permiten generar respuestas, y las teorías que clarifican las
propiedades, las relaciones, las estructuras y las funciones de los fenómenos
que fundamentan el quehacer diario de los profesionales de la salud.
En este proceso evolutivo, la investigación de enfermería forma parte
del desarrollo científico general, y en la búsqueda e indagación cien-
tífica del conocimiento ha ido integrando los paradigmas generales
y específicos que han participado en el desarrollo de la ciencia y han
marcado su desarrollo profesional, de la siguiente manera (Fawcett, 2005;
López, 2006; Rohrbach, 2007):
•	 En un momento dado, la teoría propuesta en otras disciplinas,
como conocimiento universal, se adapta y se utiliza para abordar
los problemas de la práctica de la enfermería, constituyéndose en el
soporte referencial teórico de sus investigaciones; entre ellas, teorías
elaboradas en el seno de la psicología, la sociología, la administración,
la educación y la ética, entre otras (cuadro 1-1). Por ejemplo, desde la
psicología el «modelo de creencias de salud» ha sido utilizado para
dar respuesta a preguntas de investigación sobre el cuidado de salud
de las personas. Algo más reciente, desde el análisis funcional de la
conducta, el «modelo comprensivo de conducta de enfermedad» ha
sido aplicado para resolver problemas de enfermería en el cuidado de
los pacientes crónicos. En el desarrollo de este modelo no solo se han
obtenido respuestas a preguntas de la práctica del cuidado, sino que
se ha facilitado el planteamiento de otras preguntas bajo una nueva
aproximación que pretende dar sentido a fenómenos específicos del
cuidado mediante el desarrollo empírico (v. fig. 4-1).
•	 De la misma manera, en otros momentos ha ocurrido que una
vez utilizada como marco referencial la teoría de otras disciplinas
para solucionar los problemas de la enfermería, durante el proceso
analítico han ido surgiendo, sobre el fenómeno de estudio, nuevos
planteamientos e interpretaciones y ha emergido una nueva teoría que,
dada su evolución y transformación, se convierte en propia para esta
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disciplina. Así sucede con la teoría general de sistemas aplicada en los
modelos de alcance general, con la teoría de la adaptación de Callista
Roy, la de sistemas de salud de Betty Neuman y otras teorías de medio
alcance, entre las que se encuentran la teoría de transiciones propuesta
por Schumacher y Meleis y la teoría de relaciones interpersonales de
Peplau, adaptada posteriormente por Henderson, Orem y Johnson.
CUADRO 1-1
T E O R Í A S Y M O D E L O S U T I L I Z A D O S
C O M O M A R C O R E F E R E N C I A L
P S I C O S O C I A L E N E L C U I D A D O
D E L A S A L U D
Base psicológica y social
Modelo de relaciones interpersonales (Peplau)
Modelo de relación humano a humano (Travelbee)
Modelo de adaptación (Roy)
Modelo de sistemas de conducta (Jonson)
Modelo de creencias de salud (Becker y Maiman)
Modelo transteórico de cambio (Prochaska y Diclemente)
Modelo comprensivo de conducta de enfermedad (Gil Roales-Nieto)
Modelo de interaccionismo simbólico (Blumer)
Teoría de sistemas (Neuman)
Teoría de transiciones (Schumacher y Meleis)
Teoría de la acción razonada (Ajzen y Fishbein)
Teoría del aprendizaje social (Bandura)
Teoría de la conducta planificada (Ajzen)
Teoría de la motivación por la protección (Rogers)
Base transcultural y filosófica
Teoría de la diversidad y universalidad del cuidado cultural (Leninger)
Modelo de valoración transcultural (Giger y Davidhizar)
Modelo de herencia cultural y tradiciones de salud (Spector)

Modelo del proceso de competencia cultural en los servicios de cuidado
de la salud (Campinha-Bacote)
Modelo de perspectiva cultural (Lipson)
Modelo filosófico de enfermería (Abdellah)
Modelo de filosofía y ciencia de los cuidados (Watson)
Modificado a partir de Melguizo C, Alzate ML. Creencias y prácticas en el cuidado de salud.
Av enferm 2008;26(1):112-23 y Marriner T, Raile A. Modelos y teorías en enfermería. Teoría
transcultural de los cuidados. 5.ª ed. Madrid: Harcourt Brace; 2005.
12	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
•	 Otra de las estrategias muy utilizadas en el abordaje de los problemas
del cuidado es el uso combinado de teorías de enfermería y de otras
disciplinas. Un ejemplo es la teoría de adaptación al dolor crónico
de Dunn (2004), que en su desarrollo utilizó conceptos de Lazarus,
Folkman, Benson y Wilson, y la del modelo conceptual de adaptación
de Roy.
Si está claro que todo conocimiento (indistintamente del apoyo referen-
cial, propio o adaptado con el que se aborden o se miren los fenómenos)
participa en el desarrollo de la ciencia, lo está más aún que solo servirá para
aumentar dicho desarrollo en una disciplina aquel que se circunscriba en
su marco teórico.
Con todo, como señala Durán (2002), es difícil aplicar en la práctica
teorías que, manteniendo el carácter holísticamente humano que caracteriza
a la profesión enfermera, «sobrepasen la interpretación de las personas
implicadas en el acto de cuidar, facilitándose el proceso dialéctico de com-
prensión individual y/o grupal en un contexto sociocultural. Es decir, en
aquellos espacios donde las personas puedan llevar los asuntos cotidianos
de su vida». Este hecho se asume aquí como sustancial, porque, de acuerdo
con la autora, «aporta la diferencia entre las diversas aproximaciones
profesionales en las formas de cuidar». Así entendido, consideramos que
algunas de las aproximaciones teóricas al fenómeno del cuidar deben surgir
desde la experiencia de la práctica, de manera que faciliten cuidar a las
personas en los cada vez más complejos y dinámicos sistemas sociales y
en las situaciones de estados de salud particulares.
Cabe destacar aquí que una mirada a los modelos formulados durante
décadas permite deducir que se desarrollaron en un ambiente socioeconó-
mico y político diferente, donde eran también diferentes las necesidades de
las poblaciones y los roles del profesional. Así que es obvio cuestionarlos
y admitir que, sin dejar de ser importantes en su fundamentación, existe
la necesidad de analizarlos e interpretarlos con rigor. Más aun cuando se
conoce que, si bien se ha trabajado con algunos de ellos, la mayoría de las
teorías que los sustentan aún no se han evaluado.
En la búsqueda para conocer las aportaciones desde la ciencia al cuidar
profesional se encuentran numerosas aportaciones referidas a los cuidados
y su potencial impacto a nivel biopsicosocial, pero hay que reconocer que
la mayoría están fundamentados en marcos conceptuales que en origen
tienen tendencia a guiar el pensamiento de una manera racional y lineal,
y que, además, en algunas instancias se enfocan demasiado al individuo y
menos sobre las familias, las comunidades y la sociedad; de tal manera
que, si bien asumen la concepción universalista del hombre, son menos
los que contemplan al ser cultural a la vez que único. Por otro lado, son
casi inexistentes los estudios que aportan sistematizaciones teóricas que
analicen, en la diversidad de la sociedad, la realidad del cuidado profesional;
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por ejemplo, en una sociedad en conflicto social, económico o político,
con evidente estado de malestar, en la que existen evidencias acerca del
riesgo de la pérdida de los cuidados humanizados, tanto en la sociedad
como en la profesión misma, que también sufre una crisis de valores. Se
puede inferir entonces que con los modelos actuales es difícil capturar
toda la complejidad política, sociocultural y económica del contexto en el
que la enfermería se está practicando, porque un solo modelo no puede
mostrar per se adecuadamente la diversidad de los grupos que conforman
las civilizaciones. Más bien es la complementariedad entre las diferentes
conceptualizaciones lo que nos facilita el conocimiento de la realidad
del cuidado. Desde este pensamiento, entre las teorías que se utilizan en
el cuidado profesional actual, se encontrarían las descritas en el siguiente
apartado.
MODELOS DE LA TRANSCULTURALIDAD DEL CUIDADO
Desde esta aproximación se han abordado los aspectos culturales que
influyen en el cuidado de la salud y se han desarrollado herramientas
que facilitan la aplicación de un cuidado socialmente competente. Esto
supone, siguiendo el ya clásico modelo de Leninger, que el enfermero
tiene el compromiso moral y social de cuidar para ayudar a las personas a
sobrellevar las limitaciones con dignidad. Este compromiso social exige al
enfermero capacitación, sensibilidad y valores humanos para la adecuada
toma de decisiones en su práctica profesional. No obstante, en la situación
actual una revisión realizada por Jiménez (2012) sobre el cambio generacio-
nal de valores concluye que «los valores propios de la identidad profesional
de enfermería pueden estar necesitando algo más de atención de la que
en estos momentos pueda estar prestándoseles en contextos educativos y
profesionales». De esta forma, se identifica la necesidad de formación en
valores que garantice la socialización profesional.
Entre los modelos que incorporan aspectos de la cultura en el acto de
cuidar, el de Juliene Lipson (2000) señala que para llegar a entender la
complejidad de la enfermería culturalmente competente hay que mirar el
cuidado desde tres perspectivas:
•	 El contexto: integrado por la cultura del sistema de salud, la del
sistema social amplio y cómo estos dos afectan tanto a los proveedores
de salud como al usuario, su familia y su comunidad.
•	 El componente objetivo: focalizado en las características culturales,
económicas y sociales del usuario/comunidad.
•	 El componente subjetivo: centrado en la idea de la influencia de
los profesionales en las personas que cuidan y la necesidad de la
autoevaluación sobre los propios valores culturales, prejuicios y
formas de comunicación del profesional, y de tener la habilidad de
cambiar las formas de comunicación sobre la base de estos principios.
14	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
En esta línea de pensamiento se sitúan los siguientes (Bonill y Cel-
drán, 2012):
•	El modelo de herencia cultural y tradiciones de salud de Rachel Spector,
que profundiza en la dimensión hereditaria de la diversidad cultural
y la influencia que esta tiene en la organización y dispensación de
cuidados.
•	El modelo de competencia cultural de Larry Purnell, que proporciona un
formato sistemático y comprensivo para evaluar las creencias, valores
y costumbres de las personas a las que atendemos.
•	El modelo de Josepha Camphina-Bacote señala que para desarrollar unos
cuidados de calidad hay que avanzar por cada una de las siguientes
fases, que constituyen los elementos de la competencia cultural:
conciencia cultural (conciencia de uno mismo como sujeto cultural),
conocimiento cultural (conocimientos y prácticas de una variedad de
grupos), habilidades culturales y encuentro cultural.
MODELOS DE LA PSICOLOGÍA DEL CUIDADO
Dado que los factores sociales y culturales están presentes y son par-
te integrante del fenómeno salud/enfermedad y de los cuidados, son
muchos los modelos en salud que incorporan el contexto sociocultural
y psicológico como única forma de que los cuidados encuentren sentido y
sean competentes para las necesidades de las personas en su condición de
salud. Sin embargo, se observa que hay diferencias entre los modelos que
han contemplado la interacción entre los elementos básicos en el cuidado,
en cuanto al énfasis que hacen sobre este fenómeno.
Con la propuesta del modelo de interacción funcional se pretende inter-
pretar, comprender y predecir el complejo fenómeno del cuidado como una
relación-interacción de ayuda profesional a las personas. En su propuesta
se han tenido en cuenta los principios de diversidad, que significa dar cabida
a múltiples significados y significantes del cuidar; la contextualización,
entendida como el medio en el que se desarrolla el cuidado; la universalidad,
o la no existencia de diferencias en cuanto a la necesidad de ser cuidado, y
la profesionalidad del cuidar a partir de la evidencia y la indagación científica
rigurosa. Desde esta perspectiva se asume que en el proceso de interaccio-
nes entre las condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones
fisicoquímicas y la historia del sujeto surge un modo u otro de cuidarse y
de ser cuidado, siempre dependiendo del contexto donde se realiza o se
tenga que realizar esta actividad (fig. 1-1). Asimismo, se entiende que lo
social impregna la existencia humana, que es dinámica, y que la persona
está situada en un contexto general, a la vez que en otro más concreto,
que constituye su red de interacción próxima. En este estado, entre los
elementos que participan en el acto de cuidar, adquieren interés las condi-
ciones contextuales (naturales, sociales, culturales, etc.) y las condiciones
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de la persona (medio interno, pensamientos, emociones, etc.) y, de entre
ellos, las interacciones o relaciones funcionales específicas que se producen
dependiendo de las circunstancias. Por consiguiente, el acto del cuidado no
es una suma ni un producto de hechos, ya que en cada persona, para cada
conducta y en cada lugar los atributos de cada elemento tendrán mayor o
menor influencia en el hecho de que se realice o no.
Desde otra óptica, los modelos de interacción simbólica han sido utilizados
para comprender los fenómenos que vivencian los usuarios implicados en
el cuidado. Las bases en las cuales el interaccionismo simbólico sostiene
su visión de la sociedad y del comportamiento humano son las siguientes:
•	 Los grupos humanos están formados por individuos involucrados en
la acción.
•	 Los individuos de una sociedad establecen una interacción con los
demás, siendo sus actividades producidas en respuesta o en relación
con las de los demás.
•	 El significado determina la manera en que la persona considera a un
objeto que está influido por las personas con las que interactúa.
•	 Mediante el proceso de asunción de papeles nos vemos a nosotros
mismos de la misma manera que los demás nos definen.
En el grupo de modelos y teorías de enfermería que han sido incluidos
en esta tendencia se incluyen los de H. Peplau, I. Orlando, J. Travelbee e
I. King (v. cuadro 1-1). Estas teorías tienen una fundamentación mixta basada
en el interaccionismo simbólico, en la filosofía existencial y en la teoría
del desarrollo. La característica de su relación es definir la actuación de
enfermería en un proceso de interacción entre el paciente y el enfermero.
Otras autoras situadas en esta orientación son J. Paterson, L. Zdeard y
E. Wiedenbach.
FIGURA 1-1  Modelo de interacción funcional que muestra las posibles interacciones que
determinan el modo de cuidarse y de ser cuidado.
16	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
El modelo de adaptación de Callista Roy (1984) se establece en el marco de
una teoría de sistemas y recoge un análisis relevante de interacciones. El
objetivo planteado en el modelo es facilitar la adaptación de la persona me-
diante el fortalecimiento de los mecanismos de afrontamiento y los modos
de adaptación. La autora defiende que la capacidad para adaptarse de la
persona depende de los estímulos tanto focales (los que enfrenta de forma
inmediata) como de los contextuales (todos los demás estímulos presentes)
y los residuales (los que la persona ha experimentado en su pasado) que
constituyen los focos de intervención del profesional.
La teoría de la acción razonada (TAR), propuesta por Fishbein yAjzen (1980),
ha sido utilizada para explicar diferentes comportamientos en contextos disí-
miles, como puede ser la salud, la cultura, el ámbito laboral o el propiamente
social. Trata la relación entre creencias, actitudes, intenciones y comportamien-
tos. Los tres elementos clave de la TAR son: 1) la intención, factor más directo
y cercano a la conducta; 2) la actitud, o valoración positiva o negativa que el
sujeto hace de la realización de la conducta, la cual a su vez está determinada
por las creencias de la persona sobre los resultados del comportamiento y sus
evaluaciones de estos resultados, y 3) la norma subjetiva, que consiste en la
percepción que el sujeto tiene de las presiones sociales para que realice u omita
cierta conducta, y que a su vez está compuesta por las creencias de la persona
sobre lo que determinados grupos de referencia piensan de la conducta y su
motivación para complacer a estos grupos de referencia.
La teoría de la conducta planificada de Ajzen (1991) es una teoría psicosocial
elaborada sobre la base de la TAR, que intenta integrar factores actitudinales
y comportamentales para explicar conductas de salud. Asume que los
seres humanos se comportan tomando en consideración la información
disponible y considerando implícita o explícitamente las implicaciones de
sus asunciones.
La teoría del aprendizaje social fue propuesta por Bandura (1997) y es
conocida actualmente como teoría cognitiva social. Se trata de una teoría
comprensiva de la conducta humana que considera a un tiempo los factores
de aprendizaje, los procesos cognitivos y la parte social en la que vive y se
desarrolla la persona.
Hasta aquí se concluye que, si bien una disciplina recibe una marcada
influencia de las creencias y los valores socioculturales que la sustentan y de
su razón socioeconómica, es el núcleo de la disciplina (modelos, filosofía) y
su desarrollo a través de la indagación científica (modelos conceptuales
y teorías en diferentes niveles de abstracción) lo que la distingue de áreas
de conocimiento afines; estos elementos se convierten en su marco epis-
temológico. Tanto es así, que solo adquiere valor disciplinar el conocimiento
fundamentado en la investigación que se expresa en la actividad cotidiana
de la profesión (intervenciones, estándares de cuidados, etc.). Por tanto, es
necesario seguir investigando desde la idea de que la complementariedad
ayuda al conocimiento sobre el fenómeno del cuidar.
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AUTOEVALUACIÓN
1.	 Desde la perspectiva psicosocial se entiende que:
a.	 El cuidado es un hecho social y humano, sometido a las reglas que
regulan los valores socioculturales.
b.	 El cuidado es la actividad que se dirige a recuperar la salud.
c.	 La experiencia psicológica del cuidar no debe ser relevante para
comprender a la personas.
d.	 La evolución del cuidado profesional es el resultado de la experiencia
en la práctica con la gente.
e.	 En el acto de cuidar se identifican los aspectos afectivo y
comportamental, no evidenciándose el cognitivo.
2.	 Los factores psicosociales que en la actualidad se pueden considerar
determinantes básicos en el modo de cuidar son:
a.	 La Ley General de Sanidad, el Decreto de Cartera de Servicios y
la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Protección de la
Dependencia.
b.	 La evolución en la teoría y la práctica del cuidado y los cambios
científicos.
c.	 Los factores interactivos resultado de nuevas expresiones en la
estructura del sistema de salud.
d.	 La legislación y las normativas promulgadas, los cambios en las redes
sociales y los cambios de valores y creencias.
e.	 La institucionalización del sistema de salud, el sistema de salud
comunitario.
3.	 Bajo el modelo de Juliene Lipson (2000), el cuidado competente atiende/
incorpora:
a.	 El contexto, el componente objetivo y el componente subjetivo.
b.	 La dimensión hereditaria de la diversidad cultural y el contexto.
c.	 El contexto, la conciencia cultural y la dispensación de cuidados.
d.	 El conocimiento cultural, las habilidades culturales y el encuentro
cultural.
e.	 La influencia de las organizaciones en el contexto de los cuidados.
4.	 Desde la perspectiva psicosocial, los modelos y teorías utilizados como
marco referencial en los estudios del cuidado profesional exigen la
complementariedad debido a:
a.	 Que la gran cantidad de modelos propuestos y utilizados están
pendientes de evaluación.
b.	 Que los modelos han sido elaborados en el seno de otras disciplinas.
c.	 Que han sido formulados en un ambiente donde son diferentes los
roles del profesional.
d.	 Su dificultad para capturar toda la complejidad política, sociocultural y
económica dentro del contexto en que la enfermería se está practicando.
18	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
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Rohrbach C. En búsqueda de un cuidado universal y cultural. Investigación y Educación en
Enfermería. 2007;25(2):116-121.
e.	 Que la mayoría se fundamentan en teorías de gran alcance y pocas lo
hacen en la práctica.
5.	 El modelo de interacción funcional comprende las interacciones entre los
siguientes elementos:
a.	 Condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones
fisicoquímicas e historia del sujeto.
b.	 Las condiciones sociales y psicofísicas del sujeto.
c.	 Las condiciones fisicoquímicas y sociales del sujeto.
d.	 Las condiciones emocionales y las del contexto social próximo.
e.	 Las condiciones del contexto social y las cognitivo-perceptivas.
C A P Í T U L O
© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
2
Comunicación y relación
en el ámbito del cuidar
José Manuel Hernández Padilla
y Genoveva Granados Gámez
INTRODUCCIÓN
A menudo, la enfermería es entendida como una ciencia basada en
las relaciones humanas. Situada a la luz de un paradigma donde el
hombre es considerado un todo irreductible, constituido a partir de su
propia capacidad para ser corpóreo, emocional, espiritual y relacional, la
enfermería se cimienta sobre una serie de conceptos que, emanando del
carácter subjetivo intrínseco a todas las vivencias humanas, le permiten
visualizar y comprender a los individuos como entes que se definen
a partir de los significados que ellos mismos otorgan a sus propias
experiencias vitales.
En este contexto, el presente capítulo sirve para exponer la trascendencia
que las relaciones y la comunicación interpersonal poseen dentro de la
actividad de cuidar, como función social esencial de la profesión enfermera.
En él se tratan las interacciones humanas, a modo de piedra angular del
quehacer profesional de enfermería, y se hace hincapié en la relevancia que
las competencias comunicativa y relacional adquieren a la hora de pres-
tar un cuidado holístico de calidad. Se utilizan teorías explicativas cuyas
raíces filosóficas permiten visualizar a las personas como seres únicos e
irrepetibles.
Por último, se concluye enfatizando el carácter relacional de la comunica-
ción interpersonal y se sugiere la utilización de nuevos abordajes educativos
que se sitúen en la línea de pensamiento que emana del paradigma holístico
sobre el que se asienta el saber enfermero.
20	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
CONCEPTOS
Se parte de la tesis de que la comunicación es la base de las relaciones
interpersonales. La pertinencia de esta idea queda justificada al considerar
que la única forma en la que los individuos interactúan entre ellos es a
través del intercambio de información. Por lo tanto, se puede decir que sin
comunicación no hay relación.
Habitualmente, al hablar de comunicación y relación en enfermería, se
habla de técnicas de comunicación y relación de ayuda. Sin embargo, ser
competente en materia comunicativa y relacional es algo que va mucho
más allá de la capacidad aislada para relacionarse de manera efectiva con
los usuarios a quienes se presta cuidado.
Ser capaz de comunicarse efectivamente es una competencia genérica
de enorme trascendencia dentro de la disciplina profesional enfermera
en la medida en que permite, a aquellos que la poseen, poder establecer
relaciones interpersonales promotoras de crecimiento y cambio positivo,
tanto en los demás como en uno mismo.
La comunicación interpersonal efectiva no solo sirve de base para garan-
tizar el establecimiento de una relación de calidad entre el enfermero y el
usuario del sistema sanitario, sino que también da sustento al resto de las
interacciones humanas que involucran a los profesionales de enfermería
en su quehacer diario.
A menudo y en términos técnicos, la comunicación es interpretada
como un mero proceso de intercambio de información. Según esta visión,
un sujeto emisor genera una serie de estímulos que, en forma de mensaje
codificado, viajan a través de un canal transmisor concreto hasta ser perci-
bidos por el sujeto receptor, el cual tiene la misión de decodificar el mensaje
e interpretar su significado.
Si bien es cierto que la mencionada concepción del proceso comunicativo
como intercambio de información es veraz, no menos cierto es que se trata
de una visión demasiado simplista, parcial y sectaria de lo que en realidad
implica comunicarse.
LA COMUNICACIÓN COMO PROCESO RELACIONAL
En aras de garantizar la calidad de las relaciones interpersonales
en enfermería, resulta imprescindible entender que la comunicación
interpersonal no sigue un patrón lineal, sino que más bien posee una
estructura multidimensional compleja, similar a la de un proceso ho-
meostático, donde el feedback es el elemento regulador del equilibrio
comunicativo. Desde este punto de vista, un sujeto emisor genera un
estímulo que viaja, en forma de mensaje codificado, a través de un canal
concreto hasta alcanzar la percepción de un sujeto receptor, quien des-
codifica dicho mensaje, lo interpreta y emite una respuesta al mismo.
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De este modo, la emisión de una respuesta por parte del receptor pri-
mario da lugar a que el emisor primario se convierta, también, en sujeto
receptor, pudiendo comprobar mediante la descodificación e interpreta-
ción del mensaje emitido en forma de respuesta el impacto que su primer
mensaje tuvo sobre su interlocutor.
No hay duda de que, si existe una característica básica común a cual-
quier comportamiento o conducta humana, esa es la imposibilidad total
de la ausencia de comportamiento. En este sentido, resulta interesante
detenerse a pensar cómo cualquier conducta humana puede ser conside-
rada el punto originario de una interacción interpersonal, en cuanto que
todo comportamiento conlleva la emisión involuntaria de un estímulo
con información codificada en forma de mensaje sobre aspectos con-
cretos de dicha conducta. De manera que si pensamos que es imposible
no comportarse y que cada comportamiento humano lleva aparejada la
emisión de un mensaje con información sobre sí mismo, se podría decir
que, para la naturaleza humana, es imposible no comunicarse (fig. 2-1)
(Watzlawick et al., 2000).
Como podría extraerse de lo afirmado hasta el momento, una de
las claves que permite definir la comunicación interpersonal como
un proceso relacional reside en el hecho de que todo comportamiento
humano no solo lleva asociada la emisión de un mensaje informativo
sobre él mismo, sino que también posee un impacto a nivel conductual
en el sujeto receptor en la medida en que cambia la realidad de este. En
esta línea de pensamiento, resulta vital tener siempre presente que todo
acto comunicativo humano posee un aspecto de contenido y un aspecto
de relación. Así, mientras el primero transmite la información sobre una
conducta concreta (aspecto referencial de la comunicación), el segundo
transmite la información sobre el impacto que la comunicación de esa
FIGURA 2-1  El bucle de la comunicación interpersonal como proceso relacional
humano.
22	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
conducta ejerce sobre las entidades participantes en el proceso y el modo
en que estas se relacionan (aspecto conativo de la comunicación). De
ahí que, al comunicarnos, los humanos no solo tengamos en cuenta el
contenido de un mensaje, sino también la forma en la que este se emite
(Watzlawick et al., 2000).
Precisamente, al hablar de los aspectos conativos de la comunicación
interpersonal, resulta de indispensable importancia clarificar que el sig-
nificado que se suele otorgar a las palabras no reside en las palabras mis-
mas, sino que forma parte las esferas más profundas de la conciencia de
los individuos. Por este motivo, es trascendental saber que el éxito
de la comunicación y la relación humanas se fundamenta en la idea de
que «aquello que está claro para mí, solo está claro para mí» (Cibanal
et al., 2010).
TIPOS DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN
Como hemos visto hasta ahora, la comunicación humana es un acto de
relación. Es la posibilidad de alterar la naturaleza de una entidad como
resultado de su respuesta a la percepción e interpretación de los mensajes
derivados de determinadas conductas. A este nivel interpretativo, sería
posible hablar de dos tipos de comunicación en función de las entidades
participantes en dicha relación comunicativa.
Por un lado, se dice que la comunicación interpersonal es aquella que se
caracteriza porque la presencia de actos expresivos llevados a cabo por un
individuo es secundada por una percepción (consciente o inconsciente)
de tales acciones expresivas por parte de otro individuo que, a su vez,
es observado como perceptor. Mientras, por otro lado, se entiende que
la comunicación intrapersonal es aquella que sucede «dentro» del propio
individuo. Se trata de un tipo de comunicación que depende, única y
exclusivamente, de la capacidad que una persona posea para establecer
un diálogo, generalmente autocrítico, con su propio self (v. más adelante
«Relación enfermero-self» en el apartado «Las relaciones en el ámbito del
cuidar»). La efectividad de ambos tipos de comunicación radica en la
adquisición de sólidas destrezas que permitan garantizar la calidad de
dichos encuentros comunicativos.
HABILIDADES DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN
Al contrario de lo que pudiera creerse en un principio, las habilidades
de comunicación se resumen de manera muy sencilla, directa y fácil de
entender en dos grandes destrezas orientadas, fundamentalmente, a evitar
los errores en la interpretación de los mensajes. Para comunicarse efecti-
vamente, todo se reduce a saber cómo emitir y cómo recibir de manera
adecuada, completa y pertinente un estímulo comunicativo codificado en
forma de mensaje.
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CÓMO SE DEBE EMITIR UN MENSAJE
Tal y como afirman Cibanal et al. (2010), para ser entendido sin ser
interpretado el emisor debe poseer la capacidad de revelar manifies-
tamente el contenido, el sentimiento y la demanda de su conducta
comunicativa.
A la hora de revelar manifiestamente el contenido, el emisor debe ser trans-
parente, conciso y específico en el asunto que quiere comunicar. Por ejem-
plo, durante un turno, cuando se acerca la hora de la visita, es posible que
un paciente llame al timbre para preguntar: «¿Cuándo es la hora de la
visita?» Así, de este mensaje se podría deducir o interpretar que el paciente
quiere que vengan a verlo, que se está preparando para recibir a su familia o
que se siente angustiado porque, durante esa franja horaria, la familia del
compañero de habitación perturba su bienestar. Evidentemente, existen
muchísimas interpretaciones posibles y es eso precisamente (el acto de
interpretar) lo que se debe evitar rigurosamente si se quiere garantizar la
efectividad del proceso comunicativo. Si se supone ahora que el paciente
hacía esa pregunta porque nunca recibe la visita de su familia, ¿cómo debe-
ría haber hecho llegar ese mensaje al enfermero que lo atiende? Para evitar
todo tipo de interpretaciones acerca del contenido del mensaje, el paciente
debería haber dicho: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca
viene a verme», dejando, de este modo, ejemplarmente claro el contenido de
su mensaje. No obstante, con una clara y manifiesta expresión del contenido
del mensaje no es suficiente y se requiere también una revelación manifiesta del
sentimiento que genera dicho contenido en el emisor.
Los sentimientos son la clave que determina la eficacia de la comunica-
ción. Por ello, resulta muy importante no solo que el emisor comunique lo
que siente respecto a lo que está diciendo, sino que el enfermero respete
y promueva la expresión de dichos sentimientos (Cibanal et al., 2010).
Retornando al caso anterior, donde un paciente preguntaba: «¿Cuándo es
la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme», podemos comprobar
que, en el plano del contenido, el mensaje es completo, pero ¿qué pasa con
los sentimientos? Resulta evidente que el paciente no hace manifestación
alguna de sus sentimientos respecto a la situación mencionada. Sin duda,
el usuario debería incorporar a ese mensaje información acerca de cómo se
siente ante el hecho de que su familia no vaya a visitarlo. Así, por ejemplo,
podría decir: «Me siento decepcionado», permitiendo que, de este modo,
su interlocutor pueda comprender cómo vive él, como individuo, el que su
familia no lo visite.
Una vez exteriorizados de manera clara el contenido y el sentimiento
del mensaje, solo faltaría revelar manifiestamente la demanda. En la mayoría
de los casos, cuando los individuos se involucran en un acto comunicativo
suelen desear algo de forma implícita. Sin embargo, solamente manifes-
tando cuál es la demanda de forma explícita se logrará que el receptor
comprenda qué se pretende comunicar. Como ya se ha mencionado con
24	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
anterioridad, interpretar, suponer, adivinar y acertar son sinónimo de fracaso
comunicativo. Así, volviendo al ejemplo del paciente que llama al timbre y
dice: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme. Me
siento decepcionado», se puede convenir que el mensaje está completo en
los planos de contenido y de sentimiento; sin embargo, carece de demanda.
Con el objetivo de completarlo, el paciente debe comunicar qué desea, qué
espera de su interlocutor. Por ejemplo, podría decir: «Te pido que llames
a mis hijos para poder hablar con ellos». Ahora está claro. El paciente se
siente decepcionado porque no recibe visitas de su familia y quiere que
el enfermero llame a sus hijos para poder hablar con ellos. No hay lugar a
interpretaciones. En este punto, lo que está claro para el emisor también lo
está para el receptor.
CÓMO SE DEBE RECIBIR UN MENSAJE
La comunicación, entendida como un proceso de interrelación, es un acto
de dar y recibir en el que el sujeto que recibe no está exento de responsabilidad
participativa sobre la eficacia global del acto comunicativo. Una vez percibido
el estímulo, por parte de la persona a la que este va dirigido en forma de
mensaje, se produce un proceso interno antagónico al que tiene lugar en
el emisor. Es decir, tan pronto percibe el estímulo comunicativo, la persona
receptora inicia un proceso de descodificación que determinará el grado en
que esta comprende el mensaje enviado por el emisor. La descodificación es
entendida aquí como un proceso mental a través del cual el receptor traduce
los símbolos que ha empleado el emisor, con el objetivo de captar el significado
del mensaje enviado. Cibanal at al. (2010) aseguran que la calidad de dicha
captación y, en consecuencia, la de la totalidad del proceso comunicativo,
depende de la capacidad individual de los sujetos receptores para establecer
ciertas actitudes que garanticen una descodificación eficaz y que, expuestas
a continuación, se consideran habilidades comunicativas fundamentales:
•	 Feedback. El feedback es la actitud que permite al receptor devolver
al emisor lo que este acaba de decir, incluyendo el contenido, el
sentimiento y la demanda, tal cual los ha percibido. El despliegue
de esta actitud permite al emisor saber si su mensaje ha sido bien
percibido por el receptor y se trata de un medio tan práctico como útil
para hacer comprender a quien emite un mensaje, que se es partícipe
de su experiencia.
•	 Actitud empática. La empatía supone ser capaz de ponerse en el lugar
del otro y ver el mundo desde el prisma de la experiencia de este
último. Es la habilidad de comprender el modo en que el interlocutor
ve las cosas para así poder individualizar el proceso comunicativo en
función de las necesidades de las personas que en él participan.
•	 Respeto. El respeto es un concepto actitudinal digno de remarcarse
como habilidad comunicativa, puesto que, en la medida en la que
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el emisor se sienta comprendido y respetado por el receptor, las
posibilidades de que el primero se entregue, con todos sus sentidos,
a la relación interpersonal que se deriva de todo acto comunicativo
entre entidades humanas aumentan plausiblemente (Rogers, 1978).
•	 Autenticidad. La autenticidad implica ser capaz de no transmitir
al emisor ninguna respuesta que no esté acorde con nuestros
sentimientos. Ser auténtico exige coherencia entre nuestros propios
pensamientos, sentimientos y comportamientos. Como habilidad,
debe ser siempre empleada con el objetivo de promover la eficacia del
proceso comunicativo y relacional (Cibanal et al., 2010).
•	 Inmediatez. Se trata de una destreza que permite contextualizar,
adecuada y pertinentemente, el proceso comunicativo y relacional.
En este sentido, se habla de la capacidad para tomar conciencia plena
del momento actual, de darse cuenta no solo de qué hacemos, sino de
cómo lo hacemos y qué es lo que queremos, esperamos o necesitamos
lograr haciéndolo. La clave es enfocar el proceso comunicativo en el
«aquí y ahora» y no en las experiencias pasadas, por muy similares
que estas pudieran haber sido (Perls, 1978).
ESTILOS DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN
A la hora de aprender a comunicarnos y a relacionarnos de manera
eficaz, resulta conveniente saber que, en función del uso, o desuso, que
hagamos de las habilidades comunicativas, causaremos una impresión
u otra en nuestros interlocutores. Conocer cuáles son los cinco estilos
comunicativos universales (Satir, 2005), así como entender cuál es la re-
lación que estos guardan con las habilidades comunicativas citadas en el
apartado anterior, permite a los profesionales enfermeros ser conscientes
de la enorme importancia que una comunicación eficaz posee sobre la
calidad del cuidado ofrecido. En esta línea, se entienden los diferentes es-
tilos comunicativos del siguiente modo:
•	El estilo comunicativo aplacador es un estilo pasivo adoptado por
aquellas personas que, a simple vista, pueden ser físicamente
identificadas como poseedoras de una postura que demuestra
falta de confianza y autoestima. Aplacar consiste en exteriorizar
un comportamiento victimizador del propio self. Los individuos
que adoptan este patrón comunicativo siempre hacen lo posible
por agradar al otro, incluso si ello implica actuar en contra de sus
pensamientos y sentimientos. La falta de autenticidad y respeto por
el propio self en las personas que adoptan un patrón comunicativo
aplacador resulta evidente y fácilmente identificable.
•	El estilo comunicativo acusador se define por la adopción de una actitud
tiránica y autoritaria a la hora de comunicarse. Quienes adoptan este
patrón suelen ser individuos que emiten y reciben mensajes influidos
26	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
por una tensión física extrema, la cual se traduce, a su vez, en gritos,
acusaciones o insultos hacia los demás. Las personas que muestran
una actitud comunicativa acusadora son incapaces de escuchar
activamente, de empatizar o de mostrar respeto alguno por el resto de
los participantes del proceso.
•	El estilo comunicativo calculador obedece a la máxima de «nunca
expresar sentimientos». Las personas que adoptan este estilo de
comunicación suelen ser individuos extremadamente correctos
en el trato, tranquilos y razonables. Además, habitualmente, se
muestran distantes y tratan de emplear un vocabulario complejo y
sofisticado con el fin de hacer ver a los demás que son inteligentes.
La incapacidad para emitir mensajes donde se exprese no solo el
contenido, sino también los sentimientos y la demanda individuales,
así como la falta de autenticidad son las carencias comunicativas más
evidentes en estos sujetos.
•	El estilo comunicativo distractor es físicamente identificable debido a
que se asocia, generalmente, a una posición esquinada que denota la
falta de involucración con el proceso comunicativo del que se supone
se es parte en un momento determinado. Los mensajes enviados por
estos sujetos suelen resultar irrelevantes para los participantes de
dicho proceso comunicativo, debido a que no están relacionados con
el tema de la conversación y las personas que adoptan este estilo,
con frecuencia, se sienten ajenas a la situación que los envuelve.
Evidentemente, la falta de habilidades de escucha activa, de respeto y
de inmediatez caracterizan los comportamientos comunicativos de los
individuos distractores.
•	El estilo comunicativo nivelador se caracteriza por la fluidez. Los
individuos que adoptan este estilo comunicativo emiten mensajes
completos en términos de contenido, sentimiento y demanda.
Sus actitudes receptoras son habilidosas y se muestran capaces
de escuchar activamente, respetar, contextualizar, empatizar y ser
auténticos, lo cual se transmite mediante una postura distendida,
relajada, cálida y acogedora.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
Como ha quedado reflejado en los apartados anteriores, la compleji-
dad de la comunicación humana exige a los individuos involucrados en
cualquier interacción relacional un dominio absoluto, no solo de ciertas
actitudes verbales, sino también del conjunto de elementos no verbales
implicados en todo proceso comunicativo.
Según Cibanal et al. (2010), el enfermero, en aras de poder garantizar el
establecimiento de relaciones humanas eficaces, debe dominar los siguien-
tes aspectos no verbales de la comunicación interpersonal:
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•	La mirada y la expresión facial. Se entiende que los ojos y la cara
transmiten, de manera involuntaria e inconsciente, una gran cantidad
de información a los interlocutores. Ser capaz de leer esa información,
así como dominar el empleo de la propia mirada y/o expresión facial,
son dos habilidades comunicativas no verbales esenciales a la hora de
ofrecer feedback en los encuentros relacionales.
•	Los gestos suelen servir para apoyar, clarificar y/o enfatizar ciertos
aspectos del discurso. No obstante, el profesional de enfermería debe
tener siempre presente la necesidad de mantener la congruencia entre
lo que verbaliza y lo que escenifica con los gestos. La incongruencia
entre una cosa y otra puede dar lugar a ser visto como poco auténtico.
•	La postura que se adopta con respecto a los interlocutores influye
de manera determinante en la calidad del proceso comunicativo. El
mantenimiento de una postura enfrentada y el inclinarse un poco hacia
adelante denotan interés y buena predisposición para el establecimiento
de una comunicación eficaz. Por el contrario, una posición angulada o
inclinada hacia atrás suele ser interpretada como una falta de interés.
•	La distancia espacial con respecto al interlocutor debe ser consensuada.
No existe una regla general acerca de la distancia idónea para
aumentar la calidad del proceso comunicativo. Los enfermeros
deben recordar que el respeto por las necesidades individuales de las
personas con las que se relacionan debe comenzar por no resultar ni
intrusivo, ni inaccesible.
•	La sonrisa debe ser empleada como herramienta esencial en la
construcción de relaciones interpersonales. Se entiende elemento
básico en las primeras etapas de los encuentros comunicativos y
demuestra amabilidad y calidez.
•	El tono y el volumen de la voz son dos de las características no verbales
de la comunicación interpersonal que más influyen en el resultado
final de las relaciones humanas. Además de lo que se dice, los
individuos implicados en un proceso comunicativo consideran
extremadamente importante el cómo se dice. Por ello, el empleo
de un tono y de un volumen de voz apropiados puede mejorar
exponencialmente la calidad de las relaciones.
•	La velocidad del discurso constituye un elemento digno de mención
aquí, ya que con frecuencia el tiempo, o más bien la falta del mismo,
suele ser una barrera comunicativa difícil de superar a la hora de
establecer relaciones humanas eficaces en el ámbito sanitario. Tan
importante es no comunicarse con prisas como no hacerlo demasiado
despacio. Mientras el primer caso demuestra falta de interés por el
proceso comunicativo, el segundo puede aburrir al interlocutor.
•	El manejo de los silencios es una de las actitudes no verbales más
complejas y difíciles de manejar a la hora de comunicarse con otros
28	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
individuos. El silencio puede ser empleado por los interlocutores
como un arma de resistencia a la comunicación. Tratar de eliminar
dichos silencios a toda costa puede resultar muy contraproducente
para la calidad de la relación interpersonal.
LAS RELACIONES EN EL ÁMBITO DEL CUIDAR
La definición de las habilidades de comunicación como un elemento
fundamental en el establecimiento de las relaciones interpersonales de
calidad alcanza una dimensión trascendental para la labor profesional
de enfermería, en cuanto que estas habilidades no solo se consideran la
base del cuidado holístico, sino que se creen igualmente esenciales para el
ofrecimiento de un servicio vivificante a todos aquellos que acuden a los
servicios sanitarios en busca de ayuda. De hecho, la enfermería se entiende
como un producto de múltiples interacciones humanas.
En esta línea y dependiendo de los individuos que participen en dichas
interacciones, se podría decir que la enfermería, como disciplina, se basa
fundamentalmente en la capacidad de sus profesionales para establecer
relaciones con los usuarios, con los colegas y con su propio self. Adiferencia
de la mayoría de los manuales que hablan de comunicación en el campo de
la salud, en este capítulo se enfatiza, igualmente, la importancia que estos
tres tipos de relaciones poseen sobre el conjunto global del cuidado como
producto de elevado valor social.
RELACIÓN ENFERMERO-USUARIO
En general, se entiende que una relación eficaz entre el enfermero y su
paciente constituye un marcador de calidad dentro de la asistencia sanitaria.
La relación enfermero-usuario envuelve completamente a ambos dentro
del proceso de cuidar y es vista como un pilar fundamental dentro de la
enfermería como profesión, debido a que solo a través de esta relación es
cuando el enfermero puede vivenciar las verdaderas cualidades que definen
su identidad profesional.
El hecho de que cada sujeto tenga una perspectiva individual de su
propia experiencia implica que el trabajo de la enfermería está inexora-
blemente definido por esa visión subjetiva del mundo del cuidado que
convierte la relación enfermero-usuario en un complejo proceso, en el
que se requiere que los profesionales sean capaces de comprender los
significados simbólicos que los usuarios atribuyen a sus experiencias de
estar enfermos.
Se dice que la relación enfermero-usuario resulta relevante en la identi-
ficación de los problemas de los pacientes, en el uso que estos hacen de los
servicios sanitarios y en la adopción, por su parte, de conductas promotoras
de salud. Por ello, partiendo de la base de que el profesional de enfermería
es quien convive de cerca con el paciente y su familia, y dado que estos
se encuentran en una situación de crisis provocada por la angustia que
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genera el no sentirse completamente saludable, se entiende que la relación
enfermero-usuario es una relación de ayuda, en la que el diálogo entre
ambos participantes es considerado, a la vez, la clave para la eficacia de la
misma y un elemento nuclear que ayuda a los profesionales del cuidado a
alcanzar la meta asistencial de la enfermería de hoy en día.
La conexión con el paciente es crucial para el funcionamiento óptimo
de cualquier relación de ayuda. Así, la toma de conciencia del respeto
como elemento clave adquiere una gran relevancia dentro de la misma.
Esto se debe a que es a través del despliegue de una actitud respetuosa
con las diferencias individuales y subjetivas de nuestros usuarios como
permitimos su desarrollo pleno en una dirección más saludable. En esta
línea de pensamiento, la capacidad de ser empático y auténtico, unida a
la habilidad de ser capaz de centrar la atención del paciente hacia el des-
cubrimiento de la realidad del problema de salud que lo atormenta, son las
piedras angulares de toda relación de ayuda eficaz (Marroquín, 1991). La
posesión de estas destrezas comunicativas permitiría a los profesionales de
enfermería que sus pacientes se abrieran y se entregasen, sin condiciones,
a una relación de ayuda funcional y efectiva.
Como resultado, se infiere que la posesión de destrezas comunicativas
y relacionales por parte de los profesionales enfermeros deja de poder ser
considerada un elemento extra u opcional y se convierte en una obligación
curricular. Esta idea se fundamenta en el hecho de que el dominio de ha-
bilidades promotoras de relaciones de ayuda de calidad posee un impacto
positivo directo sobre la salud de los usuarios. De tal modo que la capacidad
de los enfermeros para establecer una relación de ayuda eficaz con los
pacientes mejora la satisfacción de estos últimos con el servicio recibido,
aumenta los porcentajes de adherencia al tratamiento en pacientes cróni-
cos, disminuye en intensidad y en número los síntomas en los pacientes
hospitalizados, reduce el riesgo de comisión de errores por parte de los
profesionales sanitarios, recorta las cifras de estrés emocional y ansiedad
entre los usuarios y favorece la restauración general del estado de salud.
Además, se cree que la puesta en práctica de las destrezas comunicativas
y relacionales mencionadas en este capítulo permiten a los enfermeros
establecer un tipo de interacción comunicativa con sus usuarios que dota
a estos últimos de esperanza, mejorando su estado anímico general y
potenciando el poder sanador de una relación que podría, incluso, acortar
los períodos de hospitalización de los pacientes.
RELACIÓN ENFERMERO-PROFESIONAL SANITARIO
Se defiende la tesis de que el ambiente de trabajo y el comportamiento
de las personas que lo integran influyen en los resultados de las empre-
sas. Por tanto, no debería resultar sorprendente que la comunicación y
la colaboración interprofesionales sean ampliamente consideradas una
competencia clave dentro del currículo profesional enfermero. De hecho,
30	 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR	
una comunicación interpersonal clara y apropiada entre profesionales
sanitarios y una colaboración interdisciplinar eficaz se consideran el nú-
cleo central de la toma de decisiones clínicas que afectan a los usuarios, a
la vez que el establecimiento de relaciones interpersonales eficaces dentro
del grupo interdisciplinar de salud es considerado un elemento facilitador
en la administración de los recursos humanos dentro de los servicios de
enfermería y un componente promotor del bienestar en los usuarios. En
línea con estas ideas se cree que para garantizar una comunicación efectiva
como base del proceso colaborativo interprofesional se deben cumplir una
serie de requisitos relacionales a todos los niveles:
•	 A nivel individual, los profesionales sanitarios en general y los
enfermeros en particular, en sus interacciones con otros profesionales,
deben hacer uso de las numerosas destrezas comunicativas que han
sido expuestas hasta ahora y ser capaces, además, de incorporar a
la comunicación interdisciplinar las habilidades de asertividad y
negociación.
•	 Asertividad. La cualidad de ser asertivo es una destreza
fundamental en la comunicación-relación interprofesional
en la medida que permite enviar información de un modo
directo, honesto y adecuado, proporcionando autosatisfacción y
favoreciendo la consecución del objetivo propuesto.
•	 Negociación. La habilidad de negociar implica tomar conciencia
de la existencia de diferencias interdisciplinares en lo referente a
habilidades, competencias y maneras de hacer. Se entiende por
negociación el proceso que promueve concordia en situaciones
de conflicto interpersonal, garantizando el alcance de un acuerdo
que aporte algo positivo a todos los participantes de un acto
comunicativo-relacional concreto.
•	 A nivel del equipo interdisciplinar, los procesos comunicativos deben ir
orientados a garantizar, además de la colaboración entre individuos,
la confianza, la diversidad, la toma de conciencia individual de la
realidad, la interrelacionabilidad, el respeto y la comunicación efectiva
entre los miembros del equipo (Tallia et al., 2006).
•	 Confianza: se identifica como elemento promotor de una
colaboración efectiva. Los individuos inmersos en relaciones
interpersonales donde existe confianza entre ellos buscan y solicitan
ayuda de manera natural.
•	 Diversidad: puede ser definida como las diferentes maneras en las
que la gente ve el mundo que le rodea. Una forma de fomentar la
calidad de las interacciones humanas dentro del equipo profesional
es no solo respetando dicha diversidad, sino impulsándola.
•	 La toma de conciencia individual de la realidad y la apertura plena de
un sujeto hacia una experiencia determinada requieren que todos
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los profesionales envueltos en una relación profesional expresen, de
manera abierta, sus miedos, preocupaciones, opiniones, objetivos,
etc., para así poder garantizar la funcionalidad de la misma.
•	 Interrelacionabilidad: es una traducción literal del concepto
anglosajón de interrelatedness, y se refiere a la capacidad individual
de ser sensible y consciente de la tarea que se lleva a cabo,
entendiendo, además, cómo esta repercute en la realidad de sus
semejantes.
•	 Respeto: se considera elemento fundamental en el establecimiento
de relaciones interpersonales honestas y diplomáticas.
•	 Comunicación efectiva: es, evidentemente, la matriz de la efectividad
relacional, también en el ámbito interprofesional. Todos los
conceptos favorecedores de una comunicación efectiva son
necesariamente aplicables a este nivel y los sobreexplotados
contactos (sea por e-mail, o sea mediante cualquier envío de
mensajes que no lleve asociado un intercambio físico, inmediato
y relacional de comunicación) solo deberían ser usados, dentro
de un equipo interdisciplinar, como herramienta de apoyo de los
encuentros comunicativos personales.
•	 A nivel organizacional, los esfuerzos para favorecer la colaboración
entre individuos, considerada el objetivo de toda relación
interprofesional, deben ir orientados a fomentar y apoyar el
establecimiento de canales abiertos de comunicación efectivos
fundamentados en la transparencia administrativa, la confianza,
la asertividad y la contratación de líderes cualificados. Para ello, a
nivel operativo, se recomienda que las instituciones sociosanitarias
establezcan políticas y protocolos organizacionales claros sobre
cómo esperan que se lleven a cabo los procesos comunicativos
dentro de su organización, y a los cuales tengan acceso todos sus
trabajadores. Por supuesto, es altamente recomendable también que
dichas organizaciones involucren en el proceso de creación de los
mencionados protocolos a todos los colectivos profesionales que
forman parte de ellas.
RELACIÓN ENFERMERO-SELF
Siguiendo el hilo conductor de los planteamientos que definen la en-
fermería como una ciencia y disciplina fundamentada en la calidad de los
procesos comunicativos, resulta inevitable tener que hablar de la relación
entre el enfermero y su propio self como otro de los elementos claves.
Self es un vocablo anglosajón que podría ser traducido a nuestro idio-
ma como «sí mismo», «mí mismo», o de cualquier otro modo que nos
permita entender nuestra propia entidad individual como sujeto que
puede ser también objeto. En esta línea de pensamiento, se infieren dos
cualidades que, inherentes a la propia naturaleza del self, resultan factores
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  • 1.
  • 2. COLECCIÓN CUIDADOS DE SALUD AVANZADOS Directora  Loreto Maciá Soler Genoveva Granados Gámez APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR ZZZPHGLOLEURVFRP
  • 3. © 2014 Elsevier España, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21 08021 Barcelona, España Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traduc- tores, dibujantes, correctores, impresores, editores...). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación y almacenaje de información. ISBN (versión impresa): 978-84-9022-450-2 ISBN (versión electrónica): 978-84-9022-645-2 Depósito legal (versión impresa): B. 10.855-2014 Depósito legal (versión electrónica): B. 10.856-2014 Coordinación y producción editorial: Gea Consultoría Editorial, s. l. Advertencia La enfermería es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precau- ciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los úl- timos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar las dosis recomendadas, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más indicados para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. El Editor
  • 4. Presentación de la colección Cuidados de Salud Avanzados Cuidados de Salud Avanzados es una colección de monografías dirigidas a profesionales de la salud y estudiantes de posgrado, máster y doctorado, dentro del ámbito de las ciencias de la salud. Su orientación recoge las cuatro funciones que la Organización Mundial de la Salud otorga a las profesiones sanitarias: asistencial, docente, investigadora y gestora. Actualmente, la formación sanitaria tiene tres niveles para todas las titulaciones (grado, máster y doctorado), además de las especialidades propias de cada disciplina. El nivel de grado otorga competencias para el ejercicio de una profesión, por lo que existen grandes diferencias forma- tivas entre titulaciones. Sin embargo, en niveles de formación superior, la orientación de los estudios máster hacia una especialización o formación avanzada, ya sea con perfil profesional o investigador, a la que tienen acceso en condiciones de igualdad todos los titulados universitarios de grado, permite que la literatura de consulta resulte más homogénea. Lo mismo sucede en los programas de doctorado. Los requisitos y las exigencias formativas e investigadoras no distinguen entre titulaciones de origen, de manera que la bibliografía de consulta debe cumplir unos mínimos acordes con la formación superior requerida, útil para todos los ámbitos de la salud y que considere la formación de grado previa con el fin de que no se repitan competencias. Todas las monografías han sido escritas por autores de reconocido pres- tigio en su ámbito, que han constituido equipos de trabajo con expertos en el área, de manera que el objetivo principal de la colección queda garantizado: ser una referencia de consulta y apoyo docente dirigida a posgraduados en el ámbito de las ciencias de la salud. Loreto Maciá Soler vii
  • 5. Introducción Entender la naturaleza de los cuidados de enfermería exige […] volverlos a situar dentro del único contexto que les da todo su sentido, su significado real: el contexto de la VIDA o, más exactamente, el contexto del proceso de VIDA y de MUERTE al que el hombre y los grupos humanos se enfrentan todos los días en el desarrollo de su existencia. Collière Por ser como somos, vivir donde vivimos, las cosas que nos suceden, nuestra salud se fortalece o paga las consecuencias. Los cuidados de la persona y su consideración como un ser global y humano, en un entorno cambiante con el que interacciona constantemente, han sido los supuestos básicos de la disciplina enfermera. Esta proyección eminentemente psicosocial del cuidado ha permitido a los profesionales conocer al ser humano desde la perspectiva de la persona sana y poder com- prenderla en los diferentes estados de pérdida de salud. El cuidado, desde esta perspectiva, parte de unos conocimientos amplios, temáticamente heterogéneos, de fuentes muy diversas y a veces difíciles de delimitar, que han sido organizados, con mayor o menor peso y acierto, en sus componen- tes según la formación de las profesionales que han integrado las clásicas escuelas a las que han dado lugar, y otras nuevas tendencias que se ponen de manifiesto en las diversas maneras de cuidar. Bien es cierto que la disciplina enfermera, en los últimos tiempos, ha ido evolucionado en un contexto de acontecimientos históricos y movimientos sociales que han enfatizado el reconociendo del ser humano en el seno de la sociedad y en todas sus dimensiones. Esta experiencia, sin la cual el concepto integral del cuidar perdería su significado, nos lleva a considerar que, para abarcar el amplio campo de estudio en que se ha convertido el cuidado, los profesionales de la salud deban ubicarse en las teorías más amplias, aquellas que integran la filosofía con la experiencia que envuelve al ser humano, para poder explicar su comportamiento. Al mismo tiempo, los profesionales de la salud han de profundizar en aspectos individuales, acentuando la importancia de la subjetividad, las experiencias personales, la creatividad y el desarrollo personal; contextualizando las interacciones que se producen entre una persona y otra, en su medio, en su cultura y en la sociedad en la que se desarrollan, e incluyendo, como no puede ser de otra manera, las expectativas y los motivos de los participantes en tal interacción. ix
  • 6. x INTRODUCCIÓN Esta obra es una aproximación al ámbito del cuidar desde la perspec- tiva psicosocial del cuidado y un pensamiento de enfermería que pretende, desde la experiencia de los profesionales que participan, aportar cono- cimientos relacionados con el papel de los componentes psicosociales en la relación de ayuda, como acto de cuidar a las personas que requieren de intervenciones profesionales en diferentes momentos de salud. En su desarrollo, se analizan aquellos aspectos que orientan y determinan las acciones profesionales hacia el autocuidado de los pacientes, su familia y su grupo, y que permiten describir, explicar y comprender el comportamiento humano no solo en lo que concierne al estado de pérdida de salud, sino también en el desarrollo de recursos para afrontar las distintas situaciones en la adaptación a su entorno y alcanzar el bienestar. Lo que se pretende es que el profesional entienda e integre, en la investigación y en la práctica, los aspectos psicosociales del cuidado, mejorando así su competencia para identificar las necesidades del ser humano derivadas o relacionadas con aspectos psicosociales; usar adecuadamente las habilidades comunicativas y relacionales, y dar apoyo emocional en cualquier etapa y situación de pérdida de salud y de su- frimiento, de manera que las personas y sus cuidadores expresen sus preocupaciones y sus intereses y puedan responder adecuadamente y con libertad. Los capítulos se suceden partiendo de los fundamentos teóricos sobre el cuidado hasta adentrarse en la información detallada sobre el conocimiento más actualizado en la materia. A su vez, cada capítulo, adaptado a las exigencias de la temática, presenta, desde la globalidad a lo más específico y desde lo teórico a la aplicación práctica, las definiciones y las caracterís- ticas conceptuales del tema, y también el estado o la situación, y las teorías explicativas que lo justifican. Igualmente, se abordan las intervenciones más innovadoras y se plantean nuevas propuestas de actuación. El capítulo 1 se inicia explicando el cuidado como un hecho social y humano que está sometido a las reglas sociales que lo determinan, a la vez que le dan su valor; analiza la influencia del perfil social en el cuidar y des- cribe el papel que ha jugado la investigación en el alcance del conocimiento sobre el cuidado de la diversidad humana. A continuación, en el capítulo 2, se aborda la trascendencia que las rela- ciones y la comunicación interpersonales poseen dentro de la actividad de cuidar, como función social esencial de la profesión enfermera. Se alude a la subjetividad y la individualidad humana, y se identifica la implicación de la competencia comunicativa en el cuidado holístico de calidad, para finalizar insistiendo en la importancia de la formación en relaciones huma- nas basadas en la comunicación. Si el cuidado es importante en el mantenimiento de la salud, no lo es menos ante la sensación de su pérdida; por ello, el capítulo 3 trata sobre las diferentes conductas que las personas muestran en situaciones de percep- ción de pérdida de salud, así como sobre los factores que la determinan. Y lo hace, además, incorporando diferentes niveles de pérdida de salud. Esto es,
  • 7. INTRODUCCIÓN xi desde la respuesta a una alteración situacional, pasando por las conductas en los procesos de alteración/enfermedad, hasta los comportamientos en situaciones de emergencia por enfermedad grave o por catástrofe. Los capítulos 4 y 5 se circunscriben al conocimiento en las áreas de la investigación y la formación sobre el cuidado al paciente crónico. Se re- salta la importancia de las intervenciones que implican al paciente para lograr el autocuidado; se identifican, basándose en los casos de diabetes e hipertensión esencial, las diferencias que, por tratarse o no de una enfer- medad sintomática, determinarán las intervenciones en los cuidados, que se presentan en la última parte de estos capítulos. Con la idea de continuar avanzando en el conocimiento sobre las res- puestas y las necesidades humanas en el proceso natural de pérdida de salud, el capítulo 6 se centra en el marco conceptual y legal del derecho a la dignidad de las personas en el proceso de la muerte. En esta aproximación al cuidado, se aborda el modelo de conservación de la dignidad y las im- plicaciones del modelo para la práctica de enfermería. El capítulo 7 trata de los cuidados en las personas que padecen cáncer desde un enfoque integral: centrado en la persona y en su proyección familiar y social. Posteriormente, el capítulo 8 focaliza su atención en las necesidades de cuidados de las personas en situación paliativa en los últimos días, de sus familiares y amigos, describiéndose las intervenciones terapéuticas y de control que facilitan su eficacia. Finalmente, el capítulo 9 recoge la importancia del cuidado en el desa- rrollo psicosocial del niño y el adolescente, y la repercusión de los cambios ocurridos actualmente en la estructura familiar. Se exponen las interven- ciones de cuidados en situaciones de promoción y prevención de la salud, de manera específica, en el caso de la hospitalización. El capítulo concluye con la propuesta de nuevos roles que aseguren cuidados de calidad en la infancia y la adolescencia en diferentes contextos. Cada capítulo trasciende las directrices generales de la obra, de manera que el autor ha intentado explicarse, a partir de su formación y experiencia, dando una cierta coherencia a estas páginas con el deseo de que el lector encuentre en ellas significados que le ayuden a cuidar al ser humano de manera competente. Y cuando este hecho suceda, se hará realidad el com- promiso de los coautores, a los que, como persona, potencial cliente y compañera, os doy las gracias por estar ahí. Genoveva Granados Gámez
  • 8. Colaboradores Gabriel Aguilera Manrique Profesor titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). César Carrillo García Profesor asociado clínico de Ciencias de la Salud; Departamento de Enfermería; Facultad de Enfermería; Universidad de Murcia, Murcia (España). Enfermero; Servicio de Hospitalización; Hospital Universitario José María Morales Meseguer, Murcia (España). Anabel Corral Granados Personal investigador; Department of Education, Faculty of Health, Social Care Education; Anglia Ruskin University, Chelmsford (Reino Unido). Asistente de Proyectos de Investigación, Agencia Europea para el Desarrollo de la Educación Especial, Bruselas (Bélgica). Cayetano Fernández Sola Profesor contratado doctor; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). Director del Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Universidad de Almería, Almería (España). Genoveva Granados Gámez Profesora titular; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). Coordinadora del Máster de Ciencias de la Enfermería y del Programa de Doctorado en Ciencias de la Salud: Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). José Manuel Hernández Padilla Personal docente; Department of Adult, Child and Midwifery; School of Health and Education; Middlesex University, Londres (Reino Unido). Francisca Rosa Jiménez López Profesora contratada doctora; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). xiii
  • 9. xiv COLABORADORES Elena Marcos Pérez Profesora titular (TEU); Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España). Verónica Márquez Hernández Personal investigador; Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina; Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia; Universidad de Almería, Almería (España).
  • 10. C A P Í T U L O © 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 1 Una aproximación al cuidado como valor social Genoveva Granados Gámez INTRODUCCIÓN No se pone en duda que el ser humano necesita los cuidados para vivir. Cuidar para mantener y promover la vida en las mejores condiciones posi- bles rebasa con mucho los aspectos biológicos, psicológicos y sociales; es algo que se fundamenta y está impregnado de profundas bases filosóficas. La interacción entre los componentes que participan en el cuidar (en cada situación y estado de salud) convierte a los cuidados en una función com- pleja y multidimensional, de tal forma que los profesionales de la salud hacen del cuidar su objeto de estudio. En este capítulo se tratan los conceptos del cuidado desde la perspectiva psicosocial, de manera que se aborda como un hecho social y humano y como tal actividad, sometida a las reglas que regulan las creencias y valores socioculturales. Se recogen las claves en torno a las que se circunscriben los determinantes psicosociales del cuidado para poder conocerlos e inter- pretarlos, como única manera de aproximarnos al concepto integral del cuidado. Se realiza una aproximación a las teorías explicativas que han sido utilizadas como marco referencial en los estudios del cuidado profesional, entendidas no como un fin en sí mismas, sino como el instrumento para llegar al conocimiento. Y se identifica la capacidad científica como com- ponente de alto valor para el avance del conocimiento en el cuidado de la vida y su repercusión en el acto de cuidar, de acuerdo a las necesidades de las personas que componen la comunidad humana y en concordancia con las preferencias y creencias de la diversidad cultural de sus gentes. Se concluye analizando el papel que juegan las investigaciones como base y motor impulsor del desarrollo del cuidado y se explica cómo la disciplina enfermera debe utilizar estrategias que permitan avanzar en el conocimiento del cuidado socialmente competente.
  • 11. 2 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR EL CUIDAR DESDE LO SOCIAL El cuidado es un fenómeno central de estudio de la vida humana que es visto por algunos autores como uno de los factores de mayor influencia en la manera de vivir de las personas, ya que actúa moldeando su manera de hacer. También se comparte que la experiencia psicológica del cuidar, como acto consciente, es imprescindible para poder comprender a la persona en su totalidad y que el proceso del cuidar ayuda a crecer a las personas y a integrar de manera más efectiva sus vidas. En las diferentes acepciones del término cuidar se enfatizan connota- ciones de ideal moral como respeto, preocupación, confianza, honestidad, interés, afecto, arte, creatividad, estética, competencia, bienestar, actitud, responsabilidad y compromiso en la atención a los demás, de manera individual o colectiva. Estos valores inherentes al acto de cuidar en enfer- mería constituyen la esencia básica de su actividad profesional y, a través de su historia, han ido expresándose en la práctica, con mayor o menor peso, en función de las creencias y valores personales de cada enfermero y del consenso del colectivo profesional de la época. Es por ello que la fundamentación moral del cuidar es tan dinámica como lo es la persona y la sociedad en la que tiene su existencia. El valor del cuidado emerge en las percepciones de las personas im- plicadas, se expresa en el proceso relacional que se establece y se identifica en las reacciones de esas mismas personas. El cuidado profesional, tal como se desprende de lo expuesto, ha ido evolucionando en todas las sociedades, resultado de las experiencias trans- mitidas de una generación a otra, tanto en los aspectos artísticos como en los científicos; es, por tanto, consecuencia directa de la historia contextual de los profesionales, en el sistema de adaptación que les ha tocado vivir, y también del estado de desarrollo de otras fuentes en el ámbito del saber, como las ciencias físicas, biológicas y psicosociales. Se puede argumentar que si bien los esfuerzos llevados a cabo por las ciencias experimentales han tenido resultados espectaculares en el modo de cuidar a los enfermos, no es menos importante el papel de las ciencias psicológicas y sociales. Mención especial merecen las aportaciones acerca de las teorías del aprendizaje y otras sobre la cognición humana que aportan la base explicativa de las creencias, las actitudes, las emociones, el respeto, los derechos y la moral que impregnan la esencia del cuidar y mantienen su influencia en el avance de ese cuidado. Cualquier aproximación al ámbito del cuidar profesional tiene que tener en cuenta que la interpretación de la salud y las creencias sobre este concepto son unas de las ideas más importantes de los grupos sociales, de la misma manera que en cada una de las diferentes culturas se explica cómo y por qué la enfermedad y el dolor forman parte de la existencia humana; de tal forma que si una persona pierde la salud, el tipo de enfermedad que
  • 12. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 3 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. contrae depende en alguna medida de factores sociales, y el tipo de trata- miento que recibe está influido por estos casi en su totalidad. Se entiende que es en la cultura del grupo social donde se expresan los símbolos (ideas y comportamientos) que la identifican y, se interpretan las señales internas y externas a las que sus miembros suelen responder ante determinadas situaciones y diferentes estados de salud. Señales que, en función de las experiencias de sus gentes, van a determinar las respuestas, sus derivacio- nes y sus consecuencias. De hecho, en muchas ocasiones pueden no ejercer ninguna función y ser neutras para las personas de una misma cultura y, casi siempre, entre personas de culturas diferentes. Es, por tanto, en el seno social donde se desarrollan los hábitos de salud y emergen las reglas y normas del cuidar. Por ello, para un profesional asocializado la necesidad de cuidados de un paciente será distinta que para otro profesional que posea los conocimientos y haya adquirido conciencia de la función que cumplen los procesos culturales en la conformación de las necesidades en la realidad de cada ser. Desde este pensamiento, fácilmente se deduce que para cuidar hay que identificarse con cualquier ser humano por el hecho de ser humano en un contexto sociocultural. Es evidente que existen procesos psicológicos individuales (p. ej., per- cibir, atender, evaluar, etc.) en el acto de cuidar que determinan la forma en que funciona este comportamiento en la sociedad y cómo tienen lugar los procesos implicados en el cuidado; de la misma manera, los procesos sociales (p. ej., la ejecución de roles en el contexto organizativo sanitario, la pertenencia a grupos de ayuda, etc.) caracterizan, a su vez, los procesos psicológicos individuales o de la psicología humana. De este modo, en el acto de cuidar se definen aspectos concretos de la interacción mutua entre los procesos individuales y los procesos sociales de los que este depende, a nivel afectivo, cognitivo y comportamental. INFLUENCIA DEL PERFIL SOCIAL EN EL CUIDADO PROFESIONAL Entendemos que la mayor parte de la conducta inherente al ser humano, como lo es el cuidado, se realiza y se aprende en un contexto de interacción social. Por ello, el planteamiento psicosocial está presente en los procesos de prevención, mantenimiento, tratamiento y promoción de la salud a través de la multitud de interacciones que se producen, tanto entre los profesionales de la salud y las personas como en aquellos contextos socia- les donde los organismos competentes en legislación regulan estos procesos (dependientes de las fuerzas económicas imperantes y las diferentes formas de organización social), y en aquellos otros en los que, ante conflictos y dis- crepancias con las normativas editadas, se defiende el cuidado humano e integral de la salud. En los últimos tiempos el desarrollo de las ciencias, el conocimiento cien- tífico y el alto nivel de los recursos y tecnologías disponibles ha permitido una mayor comprensión y explicación de la salud en sus componentes y
  • 13. 4 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR determinantes, así como en sus relaciones y dinámicas. Con el paso del tiempo, las disparidades sociales y sanitarias en algunos países europeos han ido creciendo, como también han aumentado las amenazas y riesgos no solo climatológicos, sino económicos, sociales y políticos, que han creado las nuevas condiciones de interacciones y sus consecuencias; inmersas en estas consecuencias se encuentran los cuidados de la población y los sis- temas que los promueven, protegen, recuperan, mejoran e investigan. Es la crisis financiera, económica y psicosocial en la que estamos inmersos. En cascada, a los resultados de la crisis social y sobre la salud humana se añade el crecimiento en el número de personas con menor poder adquisitivo y, en consecuencia, la dificultad para mantener el autocuidado, lo que da lugar al descuido y a la proliferación de manifestaciones de las anunciadas y altamente descritas alteraciones y/o trastornos en la salud. Es en este escenario en el que se hacen presentes las populares palabras de Johann Peter («La miseria es la madre de todas las enfermedades»), con alarmantes evidencias a las que nadie pone duda. Aeste nivel, toda crisis es un estado de desequilibrio entre el pensamien- to y el sentimiento humano, entre las creencias, los valores, la manera de cuidar y de ser cuidado. Para algunos autores, el resultado combinado de estos desequilibrios puede denominarse el «malestar de estos tiempos»; esto es, aquel sentimiento que nos embarga cuando los límites nos cons- triñen, y que se anuncia en miedos y desilusiones, en ese no sentirse bien por ser como somos, ni por estar donde estamos. El centro de este malestar no es otro que el de la relación de los individuos en el desenvolvimiento del desempeño social; entre otras cosas, en el modo de cuidar. En una breve mirada al análisis del cuidar, se percibe cómo los valores sociales imperantes en nuestra sociedad occidental no facilitan las actitudes cuidadoras humanísticas efectivas, a la vez que el posmodernismo incre- menta la individualidad, el «todo vale» y el egoísmo social; todo lo cual, unido a la divergencia entre la teoría y la práctica y/o entre los aspectos cien- tíficos y los aspectos de arte en el cuidar, hace que el cuidado profesional vaya desligándose de su identidad y, en consecuencia, pierda su valor social. El impacto de estos cambios en los cuidados profesionales en el área de la salud de las poblaciones se debate también en innumerables paradojas, algunas inherentes a los argumentos que subyacen en las ideas que se recogen en este libro. DETERMINANTES PSICOSOCIALES Y CUIDADOS Entre los profesionales del cuidado, la enfermería se considera una dis- ciplina que tiene la responsabilidad social de cuidar. En este proceso, la profesión desarrolla el conocimiento, las habilidades cognitivas y técnicas y las actitudes que, unidas a los valores personales y profesionales, al autoco- nocimiento y al reconocimiento del ambiente socioeconómico y político del momento, harán que el proceso de cuidar sea o no socialmente competente.
  • 14. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 5 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. En este contexto, se puede decir que en el momento actual la enfermería transita entre lo que podríamos denominar la evolución regresiva y la evolución progresiva, lo que nos permite identificar tanto las positividades como las negatividades del momento, a la vez que experimentar, en la adversidad, el avance en la manera de cuidar. Desde esta perspectiva nos aproximamos al ámbito psicosocial del cuidado, como condicionante básico en el desarrollo científico del cuidado profesional. Así, entre los componentes sociales básicos del cuidado se pueden encontrar los determi- nantes interactivos personales y profesionales y aquellos otros que responden a nuevas expresiones de estructura social, que se expresan en la legislación y normativas promulgadas, en los cambios en las redes sociales y en los cambios de valores y creencias (tabla 1-1). LEGISLACIÓN Y NORMATIVAS Las normas sociales académicas que la enfermería española ha tenido hasta hace poco le han impedido avanzar en el conocimiento del cuidado. Sin embargo, en la última década se había registrado un aumento del financiamiento para la salud y la investigación sanitaria, se había prestado mayor atención a la investigación sobre sistemas de salud y políticas y prácticas basadas en datos científicos, y se había tomado conciencia acerca de la formación de enfermería como pilar fundamental en los equipos de salud. Esta evolución abría las puertas a la profesión de enfermería, he- cho que se consolidó con el desarrollo de la legislación de las enseñanzas TABLA 1-1  Factores personales, profesionales y de estructura social que determinan el cuidar Legislación y normativas promulgadas Determinantes: Académico Asistencial Procesos relacionados con: Gestión en investigación: - Financiación - Definición de prioridades en salud - Formación de investigadores Política social Educación en salud: - Profesionales - Población Vinculación: ciencia-práctica- investigación-economía-sociedad Cambios en las redes sociales Redes de: Información social Apoyo social Información de calidad y procesos de feedback entre instituciones-profesionales-usuarios Actuaciones en situaciones específicas y de riesgo Perfil social del cuidado Valores y creencias Función social en relación con la población que se atiende Identificación de cambios
  • 15. 6 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR universitarias (Declaración de La Sorbona ratificada con la Declaración de Bolonia [RD 56/2005; RD 1393/2007; RD 861/2010; RD 99/2011]) y con las normativas elaboradas para su implementación en cada comunidad e institución universitaria y/o asistencial (RD 450/2005, de 22 de abril). Definitivamente, se estaba empezando a recoger el fruto de la integración social profesional iniciada en los años setenta del siglo xx. Sin embargo, en estos mismos últimos años, con la crisis, la gestión de la investigación, la financiación, la formación de investigadores, los procesos y metodologías para definir prioridades, los abordajes multicéntricos, la estre- cha vinculación entre ciencia y práctica o investigación-economía-sociedad, junto a la inserción de la investigación en el quehacer de los servicios de salud y de formación académica, se ven seriamente afectados. Al igual que también lo está la colaboración internacional (considerada esencial para el desarrollo de los sistemas de investigación en cuidados) en áreas como enfermería, que se encuentran aún entre las más vulnerables. Esta debilidad de la disciplina enfermera en nuestro país viene determinada, entre otras causas, por las siguientes: • A nivel académico, no haber dado tiempo para: • Situarse en igualdad curricular con el resto de las titulaciones en nuestro país, respondiendo a las exigencias legislativas (RD 99/2011). • Consolidar los ciclos formativos de máster oficial y el de doctorado, lo que condiciona la especialización, profundización de conocimientos y el desarrollo científico disciplinal. • Disponer de recursos para el relevo generacional en las áreas de Enfermería de acuerdo a las exigencias legislativas. • A nivel asistencial: • Condicionar la aplicación práctica a la evidencia científica resultante de investigaciones en contextos anglosajones u otros, continuando con la tradición. • No contar con investigadores sólidos y especialistas que puedan aplicar los conocimientos en el área específica (p. ej., el catálogo de puestos de trabajo no se ha modificado pese a los cambios en la formación de especialistas). • No contar con los recursos para participar en proyectos de investigación I + D + I en equipos multiespecializados o, en su caso, multidisciplinares con responsabilidad de iguales, de acuerdo a las directrices legislativas. Todo esto, cuando el concepto de que los ciudadanos tienen derecho al cuidado y a la protección social en salud se ha distorsionado y cues- tionado en algunas comunidades, y está en entredicho la legislación en la atención (p. ej., en los cuidados a la salud mental, como se desprende de la Ley General de Sanidad, los Planes de Salud Mental de las distintas
  • 16. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 7 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. comunidades autónomas, el Decreto de Cartera de Servicios, la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud y la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Protección de la Dependencia, entre otras). En la actualidad, en nuestro país, por un lado, a nivel organizacional, los cuidados se derivan a las familias para ahorrar costes, en momentos en los que la armonía entre la función familiar, el apoyo social del cuidar y la domiciliación de la acción de prestar ayuda no se ha consolidado; por otro, el cuidado profesional está siendo cuestionado, tal vez debido a las políticas de contratación en las empresas que dificultan mantener actua- ciones ya superadas (como la asignación personalizada de los enfermos y la continuidad de los cuidados) y ponen en riesgo a las personas que se atiende y la propia salud de los profesionales. Esta última se ve resentida debido a las percepciones de falta de equidad o falta de ganancia (desa- rrollada por los individuos como resultado del proceso de comparación social), la sobrecarga laboral, los conflictos interpersonales, la ausencia de recursos y las disfunciones de rol. Estas condiciones hacen que el profesional no esté centrado en su iden- tidad y facilita que su actividad se disperse y se confunda. Por ello, si enfermería desarrolla su trabajo en malas condiciones laborales y lejos de su estatus social es seguro que se deteriorarán cada vez más los cuidados humanizados, así como su valor social. LOS CAMBIOS EN LAS REDES SOCIALES Redes de información social Como nunca antes, los adelantos en comunicación nos ponen en contac- to con la realidad del ámbito del cuidar en las civilizaciones. Hoy en día, las decisiones que algunas personas adoptan en determinadas circuns- tancias de salud son en parte consecuencia de los consejos e información aportados en Internet. Este aumento en el consumo de información a través de los medios electrónicos, acompañado del fomento en el traslado (potenciado por las instituciones gubernamentales) de la responsabilidad acerca de los cuidados sobre la salud a los usuarios, la familia y la socie- dad, supone un cambio en el autocuidado, en la demanda de cuidados y también en las actuaciones por parte de los profesionales responsables del mismo. Aunque este fenómeno es relativamente reciente, se puede disponer de abundante información que pretende facilitar no solo la comunicación entre profesionales y su formación continuada, sino también la comuni- cación entre profesionales y usuarios. No obstante, no parece existir un acuerdo sobre lo que podría ser una fuente de garantía en la calidad de la información, que ayudara en el cuidado a los usuarios y a los profesionales; los datos, en cuanto a la utilidad de este aumento de información y su repercusión en el autocuidado, en el cuidar y en la salud de la población, se
  • 17. 8 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR presentan contradictorios. Por otro lado, lo que podría ser una oportunidad de solidaridad en el intercambio de la información puede contribuir al aumento del enriquecimiento de las multinacionales, que pretenden con- trolar los modos de cubrir las necesidades básicas de la población a ins- tancias planetarias. Esto exige por parte de los profesionales de la salud adquirir conocimiento sobre los indicadores que ayudan a identificar la calidad de las páginas que contienen información sobre el cuidado de la salud. Igualmente, los profesionales pueden aprovechar las redes socia- les que se constituyen a través de estos medios para obtener información sobre la necesidad de la población en materia de salud. La identificación y el conocimiento de las características de la red social de una persona da información sobre quién se encuentra dentro de la red, la frecuencia de las interacciones, su duración y la naturaleza de su contenido, entre otros aspectos. Con todo, ante tal diversidad de información accesible a la po- blación en general, el profesional de la salud debe actuar como experto en cuidados con capacidad de negociar con el paciente, desde la autonomía y su realidad, acerca de lo que se debe y no se debe hacer referente al cuidado, en cada estado y situación. Redes de apoyo social El apoyo social puede entenderse como la ayuda que un grupo de perso- nas aporta, de manera efectiva, a otra/s en estado/situación de necesidad percibida en las áreas emocional, afectiva, del autoconcepto y/o de material tangible, que se está dispuesto aceptar a través de las interacciones de la vida cotidiana. Los profesionales de la salud se encuentran en una posición ideal no solo para utilizar las redes sociales establecidas, sino para ayudar en su desarrollo. Para ello es necesario tener una visión apropiada de la conducta humana y analizarla en su hábitat, donde se produce el flujo activo y dinámico de influencias humanas a través de las estructuras de su medio ecológico y que hace referencia a las relaciones entre la gen- te y los roles personales que se espera de ella en los diferentes niveles de los sistemas sociales. En la actualidad, son muchos los países en los que agrupaciones sensibles en política social realizan demandas a nivel ins- titucional que incluyen actuaciones con las familias, grupos específicos y comunidades en situación de riesgo psicosocial, entre ellas las encaminadas a apoyar en la cobertura de las necesidades básicas de salud. La figura del profesional en estas actividades es la de un mediador experto que facilita a los miembros del grupo la construcción de los conocimientos a partir de las experiencias, así como el desarrollo de las habilidades necesarias para cada situación de salud. En general, estos programas, cuyo objetivo es buscar la autonomía, el empoderamiento y la competencia en términos de salud, se caracterizan por el trabajo en grupo, la metodología experiencial y la participación activa.
  • 18. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 9 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Como ocurre en la práctica clínica hospitalaria o en la comunidad, en este tipo de actuaciones los profesionales se enfrentan a nuevos roles y res- ponsabilidades en los que se presentan problemas éticos y morales que de- mandan del profesional valores, principios, códigos, indicadores y muchas veces, incluso, conocimientos de legislación que le guíen en su actuación. LOS VALORES Y LAS CREENCIAS Si el valor vincula a la persona a la realización o no de un determinado comportamiento, entre ellos al hecho de cuidar o ser cuidado, se hace necesario, por parte de los profesionales del cuidado, identificar las fun- ciones que cumplen, en cada momento, los valores de la población a la que atienden. Más aún, cuando al parecer el propio cuidado de la salud, convertido en la última década en uno de los valores más importantes para los ciudadanos de los países desarrollados, está cambiando, en parte facilitado por las crisis sociales que se están padeciendo. De momento, la interacción social imperante está propiciando la ruptura de los valores morales, de manera que se ven cuestionados los valores ligados a la auto- rrealización personal y se está produciendo un cambio de orden en los más básicos, comunes a individuos de una misma cultura. Para enfermería el cuidado en la situación social actual debe convertirse en un reto, con la intencionalidad de mejorar la existencia del ser humano, como ser social y, debe aplicarse sobre la base de las competencias que les avalan. Se deben retomar los principios de cómo el cuidado se construye en las interrelaciones humanas y la función que cumple en este proceso el res- peto a las diferencias, la tolerancia, la responsabilidad, la confidencialidad, la seguridad, la justicia, la dignidad, la compasión, la verdad, la libertad, la salud, la colaboración en equipo y otros valores sin cuya atención y con- sideración el cuidado profesional perdería su razón de ser; más aún si se tiene en cuenta que una profesión se define por su relevancia social y la orientación de sus valores. El profesional de la salud debe establecer con la persona demandante de cuidados una relación de cliente, en términos que aseguren tanto su derecho a los cuidados como su libertad de elección, teniendo presente que es un ser humano libre, capaz de informarse, de aprender y de decidir en consecuencia. MARCO REFERENCIAL DEL CUIDADO: UNA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL Desde la filosofía antigua, en la que el mito del cuidar tuvo gran re- levancia, la evolución del término ha quedado recogida de manera es- pecial en la literatura especializada, la filosofía, la psicología, la ética y la enfermería; se ha definido e interpretado el sentido de qué es cuidar y
  • 19. 10 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR el por qué es innato al ser, relacionándose con lo que significa lo humano. Igualmente existe el vínculo entre la mujer y el cuidar, asumido como algo natural a lo largo de la historia, dándole sentido al hecho de quién cuida. Esta vinculación, que encuentra sus orígenes en los sistemas de relaciones socialmente establecidos entre naturaleza/cultura, ámbito doméstico/ público y trabajo productivo/improductivo, continúa evolucionando a través de las civilizaciones, atendiendo al perfil sociocultural y económico de cada país y comunidad. Y es a medida que el cuidado va adquiriendo responsabilidad profesional cuando va incorporando los conceptos de valor, de ideal moral y de humanización, a la vez que se proponen teorías con perspectiva psicológica, social y ética que pretenden ayudar y dar respuesta al cómo cuidar. Emergen así los modelos conceptuales que con su abstracción permiten generar respuestas, y las teorías que clarifican las propiedades, las relaciones, las estructuras y las funciones de los fenómenos que fundamentan el quehacer diario de los profesionales de la salud. En este proceso evolutivo, la investigación de enfermería forma parte del desarrollo científico general, y en la búsqueda e indagación cien- tífica del conocimiento ha ido integrando los paradigmas generales y específicos que han participado en el desarrollo de la ciencia y han marcado su desarrollo profesional, de la siguiente manera (Fawcett, 2005; López, 2006; Rohrbach, 2007): • En un momento dado, la teoría propuesta en otras disciplinas, como conocimiento universal, se adapta y se utiliza para abordar los problemas de la práctica de la enfermería, constituyéndose en el soporte referencial teórico de sus investigaciones; entre ellas, teorías elaboradas en el seno de la psicología, la sociología, la administración, la educación y la ética, entre otras (cuadro 1-1). Por ejemplo, desde la psicología el «modelo de creencias de salud» ha sido utilizado para dar respuesta a preguntas de investigación sobre el cuidado de salud de las personas. Algo más reciente, desde el análisis funcional de la conducta, el «modelo comprensivo de conducta de enfermedad» ha sido aplicado para resolver problemas de enfermería en el cuidado de los pacientes crónicos. En el desarrollo de este modelo no solo se han obtenido respuestas a preguntas de la práctica del cuidado, sino que se ha facilitado el planteamiento de otras preguntas bajo una nueva aproximación que pretende dar sentido a fenómenos específicos del cuidado mediante el desarrollo empírico (v. fig. 4-1). • De la misma manera, en otros momentos ha ocurrido que una vez utilizada como marco referencial la teoría de otras disciplinas para solucionar los problemas de la enfermería, durante el proceso analítico han ido surgiendo, sobre el fenómeno de estudio, nuevos planteamientos e interpretaciones y ha emergido una nueva teoría que, dada su evolución y transformación, se convierte en propia para esta
  • 20. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 11 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. disciplina. Así sucede con la teoría general de sistemas aplicada en los modelos de alcance general, con la teoría de la adaptación de Callista Roy, la de sistemas de salud de Betty Neuman y otras teorías de medio alcance, entre las que se encuentran la teoría de transiciones propuesta por Schumacher y Meleis y la teoría de relaciones interpersonales de Peplau, adaptada posteriormente por Henderson, Orem y Johnson. CUADRO 1-1 T E O R Í A S Y M O D E L O S U T I L I Z A D O S C O M O M A R C O R E F E R E N C I A L P S I C O S O C I A L E N E L C U I D A D O D E L A S A L U D Base psicológica y social Modelo de relaciones interpersonales (Peplau) Modelo de relación humano a humano (Travelbee) Modelo de adaptación (Roy) Modelo de sistemas de conducta (Jonson) Modelo de creencias de salud (Becker y Maiman) Modelo transteórico de cambio (Prochaska y Diclemente) Modelo comprensivo de conducta de enfermedad (Gil Roales-Nieto) Modelo de interaccionismo simbólico (Blumer) Teoría de sistemas (Neuman) Teoría de transiciones (Schumacher y Meleis) Teoría de la acción razonada (Ajzen y Fishbein) Teoría del aprendizaje social (Bandura) Teoría de la conducta planificada (Ajzen) Teoría de la motivación por la protección (Rogers) Base transcultural y filosófica Teoría de la diversidad y universalidad del cuidado cultural (Leninger) Modelo de valoración transcultural (Giger y Davidhizar) Modelo de herencia cultural y tradiciones de salud (Spector) Modelo del proceso de competencia cultural en los servicios de cuidado de la salud (Campinha-Bacote) Modelo de perspectiva cultural (Lipson) Modelo filosófico de enfermería (Abdellah) Modelo de filosofía y ciencia de los cuidados (Watson) Modificado a partir de Melguizo C, Alzate ML. Creencias y prácticas en el cuidado de salud. Av enferm 2008;26(1):112-23 y Marriner T, Raile A. Modelos y teorías en enfermería. Teoría transcultural de los cuidados. 5.ª ed. Madrid: Harcourt Brace; 2005.
  • 21. 12 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR • Otra de las estrategias muy utilizadas en el abordaje de los problemas del cuidado es el uso combinado de teorías de enfermería y de otras disciplinas. Un ejemplo es la teoría de adaptación al dolor crónico de Dunn (2004), que en su desarrollo utilizó conceptos de Lazarus, Folkman, Benson y Wilson, y la del modelo conceptual de adaptación de Roy. Si está claro que todo conocimiento (indistintamente del apoyo referen- cial, propio o adaptado con el que se aborden o se miren los fenómenos) participa en el desarrollo de la ciencia, lo está más aún que solo servirá para aumentar dicho desarrollo en una disciplina aquel que se circunscriba en su marco teórico. Con todo, como señala Durán (2002), es difícil aplicar en la práctica teorías que, manteniendo el carácter holísticamente humano que caracteriza a la profesión enfermera, «sobrepasen la interpretación de las personas implicadas en el acto de cuidar, facilitándose el proceso dialéctico de com- prensión individual y/o grupal en un contexto sociocultural. Es decir, en aquellos espacios donde las personas puedan llevar los asuntos cotidianos de su vida». Este hecho se asume aquí como sustancial, porque, de acuerdo con la autora, «aporta la diferencia entre las diversas aproximaciones profesionales en las formas de cuidar». Así entendido, consideramos que algunas de las aproximaciones teóricas al fenómeno del cuidar deben surgir desde la experiencia de la práctica, de manera que faciliten cuidar a las personas en los cada vez más complejos y dinámicos sistemas sociales y en las situaciones de estados de salud particulares. Cabe destacar aquí que una mirada a los modelos formulados durante décadas permite deducir que se desarrollaron en un ambiente socioeconó- mico y político diferente, donde eran también diferentes las necesidades de las poblaciones y los roles del profesional. Así que es obvio cuestionarlos y admitir que, sin dejar de ser importantes en su fundamentación, existe la necesidad de analizarlos e interpretarlos con rigor. Más aun cuando se conoce que, si bien se ha trabajado con algunos de ellos, la mayoría de las teorías que los sustentan aún no se han evaluado. En la búsqueda para conocer las aportaciones desde la ciencia al cuidar profesional se encuentran numerosas aportaciones referidas a los cuidados y su potencial impacto a nivel biopsicosocial, pero hay que reconocer que la mayoría están fundamentados en marcos conceptuales que en origen tienen tendencia a guiar el pensamiento de una manera racional y lineal, y que, además, en algunas instancias se enfocan demasiado al individuo y menos sobre las familias, las comunidades y la sociedad; de tal manera que, si bien asumen la concepción universalista del hombre, son menos los que contemplan al ser cultural a la vez que único. Por otro lado, son casi inexistentes los estudios que aportan sistematizaciones teóricas que analicen, en la diversidad de la sociedad, la realidad del cuidado profesional;
  • 22. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 13 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. por ejemplo, en una sociedad en conflicto social, económico o político, con evidente estado de malestar, en la que existen evidencias acerca del riesgo de la pérdida de los cuidados humanizados, tanto en la sociedad como en la profesión misma, que también sufre una crisis de valores. Se puede inferir entonces que con los modelos actuales es difícil capturar toda la complejidad política, sociocultural y económica del contexto en el que la enfermería se está practicando, porque un solo modelo no puede mostrar per se adecuadamente la diversidad de los grupos que conforman las civilizaciones. Más bien es la complementariedad entre las diferentes conceptualizaciones lo que nos facilita el conocimiento de la realidad del cuidado. Desde este pensamiento, entre las teorías que se utilizan en el cuidado profesional actual, se encontrarían las descritas en el siguiente apartado. MODELOS DE LA TRANSCULTURALIDAD DEL CUIDADO Desde esta aproximación se han abordado los aspectos culturales que influyen en el cuidado de la salud y se han desarrollado herramientas que facilitan la aplicación de un cuidado socialmente competente. Esto supone, siguiendo el ya clásico modelo de Leninger, que el enfermero tiene el compromiso moral y social de cuidar para ayudar a las personas a sobrellevar las limitaciones con dignidad. Este compromiso social exige al enfermero capacitación, sensibilidad y valores humanos para la adecuada toma de decisiones en su práctica profesional. No obstante, en la situación actual una revisión realizada por Jiménez (2012) sobre el cambio generacio- nal de valores concluye que «los valores propios de la identidad profesional de enfermería pueden estar necesitando algo más de atención de la que en estos momentos pueda estar prestándoseles en contextos educativos y profesionales». De esta forma, se identifica la necesidad de formación en valores que garantice la socialización profesional. Entre los modelos que incorporan aspectos de la cultura en el acto de cuidar, el de Juliene Lipson (2000) señala que para llegar a entender la complejidad de la enfermería culturalmente competente hay que mirar el cuidado desde tres perspectivas: • El contexto: integrado por la cultura del sistema de salud, la del sistema social amplio y cómo estos dos afectan tanto a los proveedores de salud como al usuario, su familia y su comunidad. • El componente objetivo: focalizado en las características culturales, económicas y sociales del usuario/comunidad. • El componente subjetivo: centrado en la idea de la influencia de los profesionales en las personas que cuidan y la necesidad de la autoevaluación sobre los propios valores culturales, prejuicios y formas de comunicación del profesional, y de tener la habilidad de cambiar las formas de comunicación sobre la base de estos principios.
  • 23. 14 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR En esta línea de pensamiento se sitúan los siguientes (Bonill y Cel- drán, 2012): • El modelo de herencia cultural y tradiciones de salud de Rachel Spector, que profundiza en la dimensión hereditaria de la diversidad cultural y la influencia que esta tiene en la organización y dispensación de cuidados. • El modelo de competencia cultural de Larry Purnell, que proporciona un formato sistemático y comprensivo para evaluar las creencias, valores y costumbres de las personas a las que atendemos. • El modelo de Josepha Camphina-Bacote señala que para desarrollar unos cuidados de calidad hay que avanzar por cada una de las siguientes fases, que constituyen los elementos de la competencia cultural: conciencia cultural (conciencia de uno mismo como sujeto cultural), conocimiento cultural (conocimientos y prácticas de una variedad de grupos), habilidades culturales y encuentro cultural. MODELOS DE LA PSICOLOGÍA DEL CUIDADO Dado que los factores sociales y culturales están presentes y son par- te integrante del fenómeno salud/enfermedad y de los cuidados, son muchos los modelos en salud que incorporan el contexto sociocultural y psicológico como única forma de que los cuidados encuentren sentido y sean competentes para las necesidades de las personas en su condición de salud. Sin embargo, se observa que hay diferencias entre los modelos que han contemplado la interacción entre los elementos básicos en el cuidado, en cuanto al énfasis que hacen sobre este fenómeno. Con la propuesta del modelo de interacción funcional se pretende inter- pretar, comprender y predecir el complejo fenómeno del cuidado como una relación-interacción de ayuda profesional a las personas. En su propuesta se han tenido en cuenta los principios de diversidad, que significa dar cabida a múltiples significados y significantes del cuidar; la contextualización, entendida como el medio en el que se desarrolla el cuidado; la universalidad, o la no existencia de diferencias en cuanto a la necesidad de ser cuidado, y la profesionalidad del cuidar a partir de la evidencia y la indagación científica rigurosa. Desde esta perspectiva se asume que en el proceso de interaccio- nes entre las condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones fisicoquímicas y la historia del sujeto surge un modo u otro de cuidarse y de ser cuidado, siempre dependiendo del contexto donde se realiza o se tenga que realizar esta actividad (fig. 1-1). Asimismo, se entiende que lo social impregna la existencia humana, que es dinámica, y que la persona está situada en un contexto general, a la vez que en otro más concreto, que constituye su red de interacción próxima. En este estado, entre los elementos que participan en el acto de cuidar, adquieren interés las condi- ciones contextuales (naturales, sociales, culturales, etc.) y las condiciones
  • 24. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 15 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. de la persona (medio interno, pensamientos, emociones, etc.) y, de entre ellos, las interacciones o relaciones funcionales específicas que se producen dependiendo de las circunstancias. Por consiguiente, el acto del cuidado no es una suma ni un producto de hechos, ya que en cada persona, para cada conducta y en cada lugar los atributos de cada elemento tendrán mayor o menor influencia en el hecho de que se realice o no. Desde otra óptica, los modelos de interacción simbólica han sido utilizados para comprender los fenómenos que vivencian los usuarios implicados en el cuidado. Las bases en las cuales el interaccionismo simbólico sostiene su visión de la sociedad y del comportamiento humano son las siguientes: • Los grupos humanos están formados por individuos involucrados en la acción. • Los individuos de una sociedad establecen una interacción con los demás, siendo sus actividades producidas en respuesta o en relación con las de los demás. • El significado determina la manera en que la persona considera a un objeto que está influido por las personas con las que interactúa. • Mediante el proceso de asunción de papeles nos vemos a nosotros mismos de la misma manera que los demás nos definen. En el grupo de modelos y teorías de enfermería que han sido incluidos en esta tendencia se incluyen los de H. Peplau, I. Orlando, J. Travelbee e I. King (v. cuadro 1-1). Estas teorías tienen una fundamentación mixta basada en el interaccionismo simbólico, en la filosofía existencial y en la teoría del desarrollo. La característica de su relación es definir la actuación de enfermería en un proceso de interacción entre el paciente y el enfermero. Otras autoras situadas en esta orientación son J. Paterson, L. Zdeard y E. Wiedenbach. FIGURA 1-1  Modelo de interacción funcional que muestra las posibles interacciones que determinan el modo de cuidarse y de ser cuidado.
  • 25. 16 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR El modelo de adaptación de Callista Roy (1984) se establece en el marco de una teoría de sistemas y recoge un análisis relevante de interacciones. El objetivo planteado en el modelo es facilitar la adaptación de la persona me- diante el fortalecimiento de los mecanismos de afrontamiento y los modos de adaptación. La autora defiende que la capacidad para adaptarse de la persona depende de los estímulos tanto focales (los que enfrenta de forma inmediata) como de los contextuales (todos los demás estímulos presentes) y los residuales (los que la persona ha experimentado en su pasado) que constituyen los focos de intervención del profesional. La teoría de la acción razonada (TAR), propuesta por Fishbein yAjzen (1980), ha sido utilizada para explicar diferentes comportamientos en contextos disí- miles, como puede ser la salud, la cultura, el ámbito laboral o el propiamente social. Trata la relación entre creencias, actitudes, intenciones y comportamien- tos. Los tres elementos clave de la TAR son: 1) la intención, factor más directo y cercano a la conducta; 2) la actitud, o valoración positiva o negativa que el sujeto hace de la realización de la conducta, la cual a su vez está determinada por las creencias de la persona sobre los resultados del comportamiento y sus evaluaciones de estos resultados, y 3) la norma subjetiva, que consiste en la percepción que el sujeto tiene de las presiones sociales para que realice u omita cierta conducta, y que a su vez está compuesta por las creencias de la persona sobre lo que determinados grupos de referencia piensan de la conducta y su motivación para complacer a estos grupos de referencia. La teoría de la conducta planificada de Ajzen (1991) es una teoría psicosocial elaborada sobre la base de la TAR, que intenta integrar factores actitudinales y comportamentales para explicar conductas de salud. Asume que los seres humanos se comportan tomando en consideración la información disponible y considerando implícita o explícitamente las implicaciones de sus asunciones. La teoría del aprendizaje social fue propuesta por Bandura (1997) y es conocida actualmente como teoría cognitiva social. Se trata de una teoría comprensiva de la conducta humana que considera a un tiempo los factores de aprendizaje, los procesos cognitivos y la parte social en la que vive y se desarrolla la persona. Hasta aquí se concluye que, si bien una disciplina recibe una marcada influencia de las creencias y los valores socioculturales que la sustentan y de su razón socioeconómica, es el núcleo de la disciplina (modelos, filosofía) y su desarrollo a través de la indagación científica (modelos conceptuales y teorías en diferentes niveles de abstracción) lo que la distingue de áreas de conocimiento afines; estos elementos se convierten en su marco epis- temológico. Tanto es así, que solo adquiere valor disciplinar el conocimiento fundamentado en la investigación que se expresa en la actividad cotidiana de la profesión (intervenciones, estándares de cuidados, etc.). Por tanto, es necesario seguir investigando desde la idea de que la complementariedad ayuda al conocimiento sobre el fenómeno del cuidar.
  • 26. 1.  Una aproximación al cuidado como valor social 17 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. AUTOEVALUACIÓN 1. Desde la perspectiva psicosocial se entiende que: a. El cuidado es un hecho social y humano, sometido a las reglas que regulan los valores socioculturales. b. El cuidado es la actividad que se dirige a recuperar la salud. c. La experiencia psicológica del cuidar no debe ser relevante para comprender a la personas. d. La evolución del cuidado profesional es el resultado de la experiencia en la práctica con la gente. e. En el acto de cuidar se identifican los aspectos afectivo y comportamental, no evidenciándose el cognitivo. 2. Los factores psicosociales que en la actualidad se pueden considerar determinantes básicos en el modo de cuidar son: a. La Ley General de Sanidad, el Decreto de Cartera de Servicios y la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Protección de la Dependencia. b. La evolución en la teoría y la práctica del cuidado y los cambios científicos. c. Los factores interactivos resultado de nuevas expresiones en la estructura del sistema de salud. d. La legislación y las normativas promulgadas, los cambios en las redes sociales y los cambios de valores y creencias. e. La institucionalización del sistema de salud, el sistema de salud comunitario. 3. Bajo el modelo de Juliene Lipson (2000), el cuidado competente atiende/ incorpora: a. El contexto, el componente objetivo y el componente subjetivo. b. La dimensión hereditaria de la diversidad cultural y el contexto. c. El contexto, la conciencia cultural y la dispensación de cuidados. d. El conocimiento cultural, las habilidades culturales y el encuentro cultural. e. La influencia de las organizaciones en el contexto de los cuidados. 4. Desde la perspectiva psicosocial, los modelos y teorías utilizados como marco referencial en los estudios del cuidado profesional exigen la complementariedad debido a: a. Que la gran cantidad de modelos propuestos y utilizados están pendientes de evaluación. b. Que los modelos han sido elaborados en el seno de otras disciplinas. c. Que han sido formulados en un ambiente donde son diferentes los roles del profesional. d. Su dificultad para capturar toda la complejidad política, sociocultural y económica dentro del contexto en que la enfermería se está practicando.
  • 27. 18 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR Bibliografía Bonill C, Celdrán M. El cuidado y la cultura: génesis, lazos y referentes teóricos en enfermería. Index. 2012;21(3):160-164. Dunn KS. Toward a middle range theory of adaptation to chronic pain. Nurs Sci Q. 2004;17(1):78-84. Durán MM. Marco epistemológico de la enfermería. Aquichan. 2002;2(2):7-18. Disponible en: http://aquichan.unisabana.edu.co/index.php/aquichan/article/view/17/34. [Consulta- do el 30 de julio de 2013.] Fawcett J. Contemporary nursing knowledge: Analysis and evaluation of nursing models and theories. 2nd ed. Philadelphia: FA Davis Company; 2005. Gil Roales-Nieto J. Psicología de la salud. Aproximación histórica, conceptual y aplicaciones. Madrid: Pirámide; 2004. Jiménez PR, Segura A, Moreno E, Lorente MT. Profile of Personal Values for Health Sciences Students. Int J Psychology Psychological Therapy. 2012;12(3):415-426. Lipson JG. Cultura y cuidados de enfermería. Index Enferm. 2000;28-9:19-25. Disponible en: http://www.index-f.com/index-enfermeria/28-29revista/28-29_articulo_19-25.php. [Consultado el 30 julio de 2013.] López PM. Reflexiones acerca del uso y utilidad de los modelos y teorías de enfermería en la práctica asistencial. Enfermería Clínica. 2006;16(4):220. Marriner T, Raile A. Modelos y teorías en enfermería. Teoría transcultural de los cuidados. 5.ª ed. Madrid: Harcourt Brace; 2005. McKenna HP, Slevin OL. Vital notes for nurses: Nursing models, theories and practice. Oxford: Blackwell; 2008. Melguizo C, Alzate ML. Creencias y prácticas en el cuidado de salud. Av enferm. 2008;26(1):112-123. Rohrbach C. En búsqueda de un cuidado universal y cultural. Investigación y Educación en Enfermería. 2007;25(2):116-121. e. Que la mayoría se fundamentan en teorías de gran alcance y pocas lo hacen en la práctica. 5. El modelo de interacción funcional comprende las interacciones entre los siguientes elementos: a. Condiciones físicas y sociales del entorno y las condiciones fisicoquímicas e historia del sujeto. b. Las condiciones sociales y psicofísicas del sujeto. c. Las condiciones fisicoquímicas y sociales del sujeto. d. Las condiciones emocionales y las del contexto social próximo. e. Las condiciones del contexto social y las cognitivo-perceptivas.
  • 28. C A P Í T U L O © 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 2 Comunicación y relación en el ámbito del cuidar José Manuel Hernández Padilla y Genoveva Granados Gámez INTRODUCCIÓN A menudo, la enfermería es entendida como una ciencia basada en las relaciones humanas. Situada a la luz de un paradigma donde el hombre es considerado un todo irreductible, constituido a partir de su propia capacidad para ser corpóreo, emocional, espiritual y relacional, la enfermería se cimienta sobre una serie de conceptos que, emanando del carácter subjetivo intrínseco a todas las vivencias humanas, le permiten visualizar y comprender a los individuos como entes que se definen a partir de los significados que ellos mismos otorgan a sus propias experiencias vitales. En este contexto, el presente capítulo sirve para exponer la trascendencia que las relaciones y la comunicación interpersonal poseen dentro de la actividad de cuidar, como función social esencial de la profesión enfermera. En él se tratan las interacciones humanas, a modo de piedra angular del quehacer profesional de enfermería, y se hace hincapié en la relevancia que las competencias comunicativa y relacional adquieren a la hora de pres- tar un cuidado holístico de calidad. Se utilizan teorías explicativas cuyas raíces filosóficas permiten visualizar a las personas como seres únicos e irrepetibles. Por último, se concluye enfatizando el carácter relacional de la comunica- ción interpersonal y se sugiere la utilización de nuevos abordajes educativos que se sitúen en la línea de pensamiento que emana del paradigma holístico sobre el que se asienta el saber enfermero.
  • 29. 20 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR CONCEPTOS Se parte de la tesis de que la comunicación es la base de las relaciones interpersonales. La pertinencia de esta idea queda justificada al considerar que la única forma en la que los individuos interactúan entre ellos es a través del intercambio de información. Por lo tanto, se puede decir que sin comunicación no hay relación. Habitualmente, al hablar de comunicación y relación en enfermería, se habla de técnicas de comunicación y relación de ayuda. Sin embargo, ser competente en materia comunicativa y relacional es algo que va mucho más allá de la capacidad aislada para relacionarse de manera efectiva con los usuarios a quienes se presta cuidado. Ser capaz de comunicarse efectivamente es una competencia genérica de enorme trascendencia dentro de la disciplina profesional enfermera en la medida en que permite, a aquellos que la poseen, poder establecer relaciones interpersonales promotoras de crecimiento y cambio positivo, tanto en los demás como en uno mismo. La comunicación interpersonal efectiva no solo sirve de base para garan- tizar el establecimiento de una relación de calidad entre el enfermero y el usuario del sistema sanitario, sino que también da sustento al resto de las interacciones humanas que involucran a los profesionales de enfermería en su quehacer diario. A menudo y en términos técnicos, la comunicación es interpretada como un mero proceso de intercambio de información. Según esta visión, un sujeto emisor genera una serie de estímulos que, en forma de mensaje codificado, viajan a través de un canal transmisor concreto hasta ser perci- bidos por el sujeto receptor, el cual tiene la misión de decodificar el mensaje e interpretar su significado. Si bien es cierto que la mencionada concepción del proceso comunicativo como intercambio de información es veraz, no menos cierto es que se trata de una visión demasiado simplista, parcial y sectaria de lo que en realidad implica comunicarse. LA COMUNICACIÓN COMO PROCESO RELACIONAL En aras de garantizar la calidad de las relaciones interpersonales en enfermería, resulta imprescindible entender que la comunicación interpersonal no sigue un patrón lineal, sino que más bien posee una estructura multidimensional compleja, similar a la de un proceso ho- meostático, donde el feedback es el elemento regulador del equilibrio comunicativo. Desde este punto de vista, un sujeto emisor genera un estímulo que viaja, en forma de mensaje codificado, a través de un canal concreto hasta alcanzar la percepción de un sujeto receptor, quien des- codifica dicho mensaje, lo interpreta y emite una respuesta al mismo.
  • 30. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 21 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. De este modo, la emisión de una respuesta por parte del receptor pri- mario da lugar a que el emisor primario se convierta, también, en sujeto receptor, pudiendo comprobar mediante la descodificación e interpreta- ción del mensaje emitido en forma de respuesta el impacto que su primer mensaje tuvo sobre su interlocutor. No hay duda de que, si existe una característica básica común a cual- quier comportamiento o conducta humana, esa es la imposibilidad total de la ausencia de comportamiento. En este sentido, resulta interesante detenerse a pensar cómo cualquier conducta humana puede ser conside- rada el punto originario de una interacción interpersonal, en cuanto que todo comportamiento conlleva la emisión involuntaria de un estímulo con información codificada en forma de mensaje sobre aspectos con- cretos de dicha conducta. De manera que si pensamos que es imposible no comportarse y que cada comportamiento humano lleva aparejada la emisión de un mensaje con información sobre sí mismo, se podría decir que, para la naturaleza humana, es imposible no comunicarse (fig. 2-1) (Watzlawick et al., 2000). Como podría extraerse de lo afirmado hasta el momento, una de las claves que permite definir la comunicación interpersonal como un proceso relacional reside en el hecho de que todo comportamiento humano no solo lleva asociada la emisión de un mensaje informativo sobre él mismo, sino que también posee un impacto a nivel conductual en el sujeto receptor en la medida en que cambia la realidad de este. En esta línea de pensamiento, resulta vital tener siempre presente que todo acto comunicativo humano posee un aspecto de contenido y un aspecto de relación. Así, mientras el primero transmite la información sobre una conducta concreta (aspecto referencial de la comunicación), el segundo transmite la información sobre el impacto que la comunicación de esa FIGURA 2-1  El bucle de la comunicación interpersonal como proceso relacional humano.
  • 31. 22 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR conducta ejerce sobre las entidades participantes en el proceso y el modo en que estas se relacionan (aspecto conativo de la comunicación). De ahí que, al comunicarnos, los humanos no solo tengamos en cuenta el contenido de un mensaje, sino también la forma en la que este se emite (Watzlawick et al., 2000). Precisamente, al hablar de los aspectos conativos de la comunicación interpersonal, resulta de indispensable importancia clarificar que el sig- nificado que se suele otorgar a las palabras no reside en las palabras mis- mas, sino que forma parte las esferas más profundas de la conciencia de los individuos. Por este motivo, es trascendental saber que el éxito de la comunicación y la relación humanas se fundamenta en la idea de que «aquello que está claro para mí, solo está claro para mí» (Cibanal et al., 2010). TIPOS DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN Como hemos visto hasta ahora, la comunicación humana es un acto de relación. Es la posibilidad de alterar la naturaleza de una entidad como resultado de su respuesta a la percepción e interpretación de los mensajes derivados de determinadas conductas. A este nivel interpretativo, sería posible hablar de dos tipos de comunicación en función de las entidades participantes en dicha relación comunicativa. Por un lado, se dice que la comunicación interpersonal es aquella que se caracteriza porque la presencia de actos expresivos llevados a cabo por un individuo es secundada por una percepción (consciente o inconsciente) de tales acciones expresivas por parte de otro individuo que, a su vez, es observado como perceptor. Mientras, por otro lado, se entiende que la comunicación intrapersonal es aquella que sucede «dentro» del propio individuo. Se trata de un tipo de comunicación que depende, única y exclusivamente, de la capacidad que una persona posea para establecer un diálogo, generalmente autocrítico, con su propio self (v. más adelante «Relación enfermero-self» en el apartado «Las relaciones en el ámbito del cuidar»). La efectividad de ambos tipos de comunicación radica en la adquisición de sólidas destrezas que permitan garantizar la calidad de dichos encuentros comunicativos. HABILIDADES DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN Al contrario de lo que pudiera creerse en un principio, las habilidades de comunicación se resumen de manera muy sencilla, directa y fácil de entender en dos grandes destrezas orientadas, fundamentalmente, a evitar los errores en la interpretación de los mensajes. Para comunicarse efecti- vamente, todo se reduce a saber cómo emitir y cómo recibir de manera adecuada, completa y pertinente un estímulo comunicativo codificado en forma de mensaje.
  • 32. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 23 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CÓMO SE DEBE EMITIR UN MENSAJE Tal y como afirman Cibanal et al. (2010), para ser entendido sin ser interpretado el emisor debe poseer la capacidad de revelar manifies- tamente el contenido, el sentimiento y la demanda de su conducta comunicativa. A la hora de revelar manifiestamente el contenido, el emisor debe ser trans- parente, conciso y específico en el asunto que quiere comunicar. Por ejem- plo, durante un turno, cuando se acerca la hora de la visita, es posible que un paciente llame al timbre para preguntar: «¿Cuándo es la hora de la visita?» Así, de este mensaje se podría deducir o interpretar que el paciente quiere que vengan a verlo, que se está preparando para recibir a su familia o que se siente angustiado porque, durante esa franja horaria, la familia del compañero de habitación perturba su bienestar. Evidentemente, existen muchísimas interpretaciones posibles y es eso precisamente (el acto de interpretar) lo que se debe evitar rigurosamente si se quiere garantizar la efectividad del proceso comunicativo. Si se supone ahora que el paciente hacía esa pregunta porque nunca recibe la visita de su familia, ¿cómo debe- ría haber hecho llegar ese mensaje al enfermero que lo atiende? Para evitar todo tipo de interpretaciones acerca del contenido del mensaje, el paciente debería haber dicho: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme», dejando, de este modo, ejemplarmente claro el contenido de su mensaje. No obstante, con una clara y manifiesta expresión del contenido del mensaje no es suficiente y se requiere también una revelación manifiesta del sentimiento que genera dicho contenido en el emisor. Los sentimientos son la clave que determina la eficacia de la comunica- ción. Por ello, resulta muy importante no solo que el emisor comunique lo que siente respecto a lo que está diciendo, sino que el enfermero respete y promueva la expresión de dichos sentimientos (Cibanal et al., 2010). Retornando al caso anterior, donde un paciente preguntaba: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme», podemos comprobar que, en el plano del contenido, el mensaje es completo, pero ¿qué pasa con los sentimientos? Resulta evidente que el paciente no hace manifestación alguna de sus sentimientos respecto a la situación mencionada. Sin duda, el usuario debería incorporar a ese mensaje información acerca de cómo se siente ante el hecho de que su familia no vaya a visitarlo. Así, por ejemplo, podría decir: «Me siento decepcionado», permitiendo que, de este modo, su interlocutor pueda comprender cómo vive él, como individuo, el que su familia no lo visite. Una vez exteriorizados de manera clara el contenido y el sentimiento del mensaje, solo faltaría revelar manifiestamente la demanda. En la mayoría de los casos, cuando los individuos se involucran en un acto comunicativo suelen desear algo de forma implícita. Sin embargo, solamente manifes- tando cuál es la demanda de forma explícita se logrará que el receptor comprenda qué se pretende comunicar. Como ya se ha mencionado con
  • 33. 24 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR anterioridad, interpretar, suponer, adivinar y acertar son sinónimo de fracaso comunicativo. Así, volviendo al ejemplo del paciente que llama al timbre y dice: «¿Cuándo es la hora de la visita? Mi familia nunca viene a verme. Me siento decepcionado», se puede convenir que el mensaje está completo en los planos de contenido y de sentimiento; sin embargo, carece de demanda. Con el objetivo de completarlo, el paciente debe comunicar qué desea, qué espera de su interlocutor. Por ejemplo, podría decir: «Te pido que llames a mis hijos para poder hablar con ellos». Ahora está claro. El paciente se siente decepcionado porque no recibe visitas de su familia y quiere que el enfermero llame a sus hijos para poder hablar con ellos. No hay lugar a interpretaciones. En este punto, lo que está claro para el emisor también lo está para el receptor. CÓMO SE DEBE RECIBIR UN MENSAJE La comunicación, entendida como un proceso de interrelación, es un acto de dar y recibir en el que el sujeto que recibe no está exento de responsabilidad participativa sobre la eficacia global del acto comunicativo. Una vez percibido el estímulo, por parte de la persona a la que este va dirigido en forma de mensaje, se produce un proceso interno antagónico al que tiene lugar en el emisor. Es decir, tan pronto percibe el estímulo comunicativo, la persona receptora inicia un proceso de descodificación que determinará el grado en que esta comprende el mensaje enviado por el emisor. La descodificación es entendida aquí como un proceso mental a través del cual el receptor traduce los símbolos que ha empleado el emisor, con el objetivo de captar el significado del mensaje enviado. Cibanal at al. (2010) aseguran que la calidad de dicha captación y, en consecuencia, la de la totalidad del proceso comunicativo, depende de la capacidad individual de los sujetos receptores para establecer ciertas actitudes que garanticen una descodificación eficaz y que, expuestas a continuación, se consideran habilidades comunicativas fundamentales: • Feedback. El feedback es la actitud que permite al receptor devolver al emisor lo que este acaba de decir, incluyendo el contenido, el sentimiento y la demanda, tal cual los ha percibido. El despliegue de esta actitud permite al emisor saber si su mensaje ha sido bien percibido por el receptor y se trata de un medio tan práctico como útil para hacer comprender a quien emite un mensaje, que se es partícipe de su experiencia. • Actitud empática. La empatía supone ser capaz de ponerse en el lugar del otro y ver el mundo desde el prisma de la experiencia de este último. Es la habilidad de comprender el modo en que el interlocutor ve las cosas para así poder individualizar el proceso comunicativo en función de las necesidades de las personas que en él participan. • Respeto. El respeto es un concepto actitudinal digno de remarcarse como habilidad comunicativa, puesto que, en la medida en la que
  • 34. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 25 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. el emisor se sienta comprendido y respetado por el receptor, las posibilidades de que el primero se entregue, con todos sus sentidos, a la relación interpersonal que se deriva de todo acto comunicativo entre entidades humanas aumentan plausiblemente (Rogers, 1978). • Autenticidad. La autenticidad implica ser capaz de no transmitir al emisor ninguna respuesta que no esté acorde con nuestros sentimientos. Ser auténtico exige coherencia entre nuestros propios pensamientos, sentimientos y comportamientos. Como habilidad, debe ser siempre empleada con el objetivo de promover la eficacia del proceso comunicativo y relacional (Cibanal et al., 2010). • Inmediatez. Se trata de una destreza que permite contextualizar, adecuada y pertinentemente, el proceso comunicativo y relacional. En este sentido, se habla de la capacidad para tomar conciencia plena del momento actual, de darse cuenta no solo de qué hacemos, sino de cómo lo hacemos y qué es lo que queremos, esperamos o necesitamos lograr haciéndolo. La clave es enfocar el proceso comunicativo en el «aquí y ahora» y no en las experiencias pasadas, por muy similares que estas pudieran haber sido (Perls, 1978). ESTILOS DE COMUNICACIÓN-RELACIÓN A la hora de aprender a comunicarnos y a relacionarnos de manera eficaz, resulta conveniente saber que, en función del uso, o desuso, que hagamos de las habilidades comunicativas, causaremos una impresión u otra en nuestros interlocutores. Conocer cuáles son los cinco estilos comunicativos universales (Satir, 2005), así como entender cuál es la re- lación que estos guardan con las habilidades comunicativas citadas en el apartado anterior, permite a los profesionales enfermeros ser conscientes de la enorme importancia que una comunicación eficaz posee sobre la calidad del cuidado ofrecido. En esta línea, se entienden los diferentes es- tilos comunicativos del siguiente modo: • El estilo comunicativo aplacador es un estilo pasivo adoptado por aquellas personas que, a simple vista, pueden ser físicamente identificadas como poseedoras de una postura que demuestra falta de confianza y autoestima. Aplacar consiste en exteriorizar un comportamiento victimizador del propio self. Los individuos que adoptan este patrón comunicativo siempre hacen lo posible por agradar al otro, incluso si ello implica actuar en contra de sus pensamientos y sentimientos. La falta de autenticidad y respeto por el propio self en las personas que adoptan un patrón comunicativo aplacador resulta evidente y fácilmente identificable. • El estilo comunicativo acusador se define por la adopción de una actitud tiránica y autoritaria a la hora de comunicarse. Quienes adoptan este patrón suelen ser individuos que emiten y reciben mensajes influidos
  • 35. 26 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR por una tensión física extrema, la cual se traduce, a su vez, en gritos, acusaciones o insultos hacia los demás. Las personas que muestran una actitud comunicativa acusadora son incapaces de escuchar activamente, de empatizar o de mostrar respeto alguno por el resto de los participantes del proceso. • El estilo comunicativo calculador obedece a la máxima de «nunca expresar sentimientos». Las personas que adoptan este estilo de comunicación suelen ser individuos extremadamente correctos en el trato, tranquilos y razonables. Además, habitualmente, se muestran distantes y tratan de emplear un vocabulario complejo y sofisticado con el fin de hacer ver a los demás que son inteligentes. La incapacidad para emitir mensajes donde se exprese no solo el contenido, sino también los sentimientos y la demanda individuales, así como la falta de autenticidad son las carencias comunicativas más evidentes en estos sujetos. • El estilo comunicativo distractor es físicamente identificable debido a que se asocia, generalmente, a una posición esquinada que denota la falta de involucración con el proceso comunicativo del que se supone se es parte en un momento determinado. Los mensajes enviados por estos sujetos suelen resultar irrelevantes para los participantes de dicho proceso comunicativo, debido a que no están relacionados con el tema de la conversación y las personas que adoptan este estilo, con frecuencia, se sienten ajenas a la situación que los envuelve. Evidentemente, la falta de habilidades de escucha activa, de respeto y de inmediatez caracterizan los comportamientos comunicativos de los individuos distractores. • El estilo comunicativo nivelador se caracteriza por la fluidez. Los individuos que adoptan este estilo comunicativo emiten mensajes completos en términos de contenido, sentimiento y demanda. Sus actitudes receptoras son habilidosas y se muestran capaces de escuchar activamente, respetar, contextualizar, empatizar y ser auténticos, lo cual se transmite mediante una postura distendida, relajada, cálida y acogedora. LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL Como ha quedado reflejado en los apartados anteriores, la compleji- dad de la comunicación humana exige a los individuos involucrados en cualquier interacción relacional un dominio absoluto, no solo de ciertas actitudes verbales, sino también del conjunto de elementos no verbales implicados en todo proceso comunicativo. Según Cibanal et al. (2010), el enfermero, en aras de poder garantizar el establecimiento de relaciones humanas eficaces, debe dominar los siguien- tes aspectos no verbales de la comunicación interpersonal:
  • 36. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 27 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. • La mirada y la expresión facial. Se entiende que los ojos y la cara transmiten, de manera involuntaria e inconsciente, una gran cantidad de información a los interlocutores. Ser capaz de leer esa información, así como dominar el empleo de la propia mirada y/o expresión facial, son dos habilidades comunicativas no verbales esenciales a la hora de ofrecer feedback en los encuentros relacionales. • Los gestos suelen servir para apoyar, clarificar y/o enfatizar ciertos aspectos del discurso. No obstante, el profesional de enfermería debe tener siempre presente la necesidad de mantener la congruencia entre lo que verbaliza y lo que escenifica con los gestos. La incongruencia entre una cosa y otra puede dar lugar a ser visto como poco auténtico. • La postura que se adopta con respecto a los interlocutores influye de manera determinante en la calidad del proceso comunicativo. El mantenimiento de una postura enfrentada y el inclinarse un poco hacia adelante denotan interés y buena predisposición para el establecimiento de una comunicación eficaz. Por el contrario, una posición angulada o inclinada hacia atrás suele ser interpretada como una falta de interés. • La distancia espacial con respecto al interlocutor debe ser consensuada. No existe una regla general acerca de la distancia idónea para aumentar la calidad del proceso comunicativo. Los enfermeros deben recordar que el respeto por las necesidades individuales de las personas con las que se relacionan debe comenzar por no resultar ni intrusivo, ni inaccesible. • La sonrisa debe ser empleada como herramienta esencial en la construcción de relaciones interpersonales. Se entiende elemento básico en las primeras etapas de los encuentros comunicativos y demuestra amabilidad y calidez. • El tono y el volumen de la voz son dos de las características no verbales de la comunicación interpersonal que más influyen en el resultado final de las relaciones humanas. Además de lo que se dice, los individuos implicados en un proceso comunicativo consideran extremadamente importante el cómo se dice. Por ello, el empleo de un tono y de un volumen de voz apropiados puede mejorar exponencialmente la calidad de las relaciones. • La velocidad del discurso constituye un elemento digno de mención aquí, ya que con frecuencia el tiempo, o más bien la falta del mismo, suele ser una barrera comunicativa difícil de superar a la hora de establecer relaciones humanas eficaces en el ámbito sanitario. Tan importante es no comunicarse con prisas como no hacerlo demasiado despacio. Mientras el primer caso demuestra falta de interés por el proceso comunicativo, el segundo puede aburrir al interlocutor. • El manejo de los silencios es una de las actitudes no verbales más complejas y difíciles de manejar a la hora de comunicarse con otros
  • 37. 28 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR individuos. El silencio puede ser empleado por los interlocutores como un arma de resistencia a la comunicación. Tratar de eliminar dichos silencios a toda costa puede resultar muy contraproducente para la calidad de la relación interpersonal. LAS RELACIONES EN EL ÁMBITO DEL CUIDAR La definición de las habilidades de comunicación como un elemento fundamental en el establecimiento de las relaciones interpersonales de calidad alcanza una dimensión trascendental para la labor profesional de enfermería, en cuanto que estas habilidades no solo se consideran la base del cuidado holístico, sino que se creen igualmente esenciales para el ofrecimiento de un servicio vivificante a todos aquellos que acuden a los servicios sanitarios en busca de ayuda. De hecho, la enfermería se entiende como un producto de múltiples interacciones humanas. En esta línea y dependiendo de los individuos que participen en dichas interacciones, se podría decir que la enfermería, como disciplina, se basa fundamentalmente en la capacidad de sus profesionales para establecer relaciones con los usuarios, con los colegas y con su propio self. Adiferencia de la mayoría de los manuales que hablan de comunicación en el campo de la salud, en este capítulo se enfatiza, igualmente, la importancia que estos tres tipos de relaciones poseen sobre el conjunto global del cuidado como producto de elevado valor social. RELACIÓN ENFERMERO-USUARIO En general, se entiende que una relación eficaz entre el enfermero y su paciente constituye un marcador de calidad dentro de la asistencia sanitaria. La relación enfermero-usuario envuelve completamente a ambos dentro del proceso de cuidar y es vista como un pilar fundamental dentro de la enfermería como profesión, debido a que solo a través de esta relación es cuando el enfermero puede vivenciar las verdaderas cualidades que definen su identidad profesional. El hecho de que cada sujeto tenga una perspectiva individual de su propia experiencia implica que el trabajo de la enfermería está inexora- blemente definido por esa visión subjetiva del mundo del cuidado que convierte la relación enfermero-usuario en un complejo proceso, en el que se requiere que los profesionales sean capaces de comprender los significados simbólicos que los usuarios atribuyen a sus experiencias de estar enfermos. Se dice que la relación enfermero-usuario resulta relevante en la identi- ficación de los problemas de los pacientes, en el uso que estos hacen de los servicios sanitarios y en la adopción, por su parte, de conductas promotoras de salud. Por ello, partiendo de la base de que el profesional de enfermería es quien convive de cerca con el paciente y su familia, y dado que estos se encuentran en una situación de crisis provocada por la angustia que
  • 38. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 29 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. genera el no sentirse completamente saludable, se entiende que la relación enfermero-usuario es una relación de ayuda, en la que el diálogo entre ambos participantes es considerado, a la vez, la clave para la eficacia de la misma y un elemento nuclear que ayuda a los profesionales del cuidado a alcanzar la meta asistencial de la enfermería de hoy en día. La conexión con el paciente es crucial para el funcionamiento óptimo de cualquier relación de ayuda. Así, la toma de conciencia del respeto como elemento clave adquiere una gran relevancia dentro de la misma. Esto se debe a que es a través del despliegue de una actitud respetuosa con las diferencias individuales y subjetivas de nuestros usuarios como permitimos su desarrollo pleno en una dirección más saludable. En esta línea de pensamiento, la capacidad de ser empático y auténtico, unida a la habilidad de ser capaz de centrar la atención del paciente hacia el des- cubrimiento de la realidad del problema de salud que lo atormenta, son las piedras angulares de toda relación de ayuda eficaz (Marroquín, 1991). La posesión de estas destrezas comunicativas permitiría a los profesionales de enfermería que sus pacientes se abrieran y se entregasen, sin condiciones, a una relación de ayuda funcional y efectiva. Como resultado, se infiere que la posesión de destrezas comunicativas y relacionales por parte de los profesionales enfermeros deja de poder ser considerada un elemento extra u opcional y se convierte en una obligación curricular. Esta idea se fundamenta en el hecho de que el dominio de ha- bilidades promotoras de relaciones de ayuda de calidad posee un impacto positivo directo sobre la salud de los usuarios. De tal modo que la capacidad de los enfermeros para establecer una relación de ayuda eficaz con los pacientes mejora la satisfacción de estos últimos con el servicio recibido, aumenta los porcentajes de adherencia al tratamiento en pacientes cróni- cos, disminuye en intensidad y en número los síntomas en los pacientes hospitalizados, reduce el riesgo de comisión de errores por parte de los profesionales sanitarios, recorta las cifras de estrés emocional y ansiedad entre los usuarios y favorece la restauración general del estado de salud. Además, se cree que la puesta en práctica de las destrezas comunicativas y relacionales mencionadas en este capítulo permiten a los enfermeros establecer un tipo de interacción comunicativa con sus usuarios que dota a estos últimos de esperanza, mejorando su estado anímico general y potenciando el poder sanador de una relación que podría, incluso, acortar los períodos de hospitalización de los pacientes. RELACIÓN ENFERMERO-PROFESIONAL SANITARIO Se defiende la tesis de que el ambiente de trabajo y el comportamiento de las personas que lo integran influyen en los resultados de las empre- sas. Por tanto, no debería resultar sorprendente que la comunicación y la colaboración interprofesionales sean ampliamente consideradas una competencia clave dentro del currículo profesional enfermero. De hecho,
  • 39. 30 APLICACIÓN DE LAS CIENCIAS PSICOSOCIALES AL ÁMBITO DEL CUIDAR una comunicación interpersonal clara y apropiada entre profesionales sanitarios y una colaboración interdisciplinar eficaz se consideran el nú- cleo central de la toma de decisiones clínicas que afectan a los usuarios, a la vez que el establecimiento de relaciones interpersonales eficaces dentro del grupo interdisciplinar de salud es considerado un elemento facilitador en la administración de los recursos humanos dentro de los servicios de enfermería y un componente promotor del bienestar en los usuarios. En línea con estas ideas se cree que para garantizar una comunicación efectiva como base del proceso colaborativo interprofesional se deben cumplir una serie de requisitos relacionales a todos los niveles: • A nivel individual, los profesionales sanitarios en general y los enfermeros en particular, en sus interacciones con otros profesionales, deben hacer uso de las numerosas destrezas comunicativas que han sido expuestas hasta ahora y ser capaces, además, de incorporar a la comunicación interdisciplinar las habilidades de asertividad y negociación. • Asertividad. La cualidad de ser asertivo es una destreza fundamental en la comunicación-relación interprofesional en la medida que permite enviar información de un modo directo, honesto y adecuado, proporcionando autosatisfacción y favoreciendo la consecución del objetivo propuesto. • Negociación. La habilidad de negociar implica tomar conciencia de la existencia de diferencias interdisciplinares en lo referente a habilidades, competencias y maneras de hacer. Se entiende por negociación el proceso que promueve concordia en situaciones de conflicto interpersonal, garantizando el alcance de un acuerdo que aporte algo positivo a todos los participantes de un acto comunicativo-relacional concreto. • A nivel del equipo interdisciplinar, los procesos comunicativos deben ir orientados a garantizar, además de la colaboración entre individuos, la confianza, la diversidad, la toma de conciencia individual de la realidad, la interrelacionabilidad, el respeto y la comunicación efectiva entre los miembros del equipo (Tallia et al., 2006). • Confianza: se identifica como elemento promotor de una colaboración efectiva. Los individuos inmersos en relaciones interpersonales donde existe confianza entre ellos buscan y solicitan ayuda de manera natural. • Diversidad: puede ser definida como las diferentes maneras en las que la gente ve el mundo que le rodea. Una forma de fomentar la calidad de las interacciones humanas dentro del equipo profesional es no solo respetando dicha diversidad, sino impulsándola. • La toma de conciencia individual de la realidad y la apertura plena de un sujeto hacia una experiencia determinada requieren que todos
  • 40. 2.  Comunicación y relación en el ámbito del cuidar 31 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. los profesionales envueltos en una relación profesional expresen, de manera abierta, sus miedos, preocupaciones, opiniones, objetivos, etc., para así poder garantizar la funcionalidad de la misma. • Interrelacionabilidad: es una traducción literal del concepto anglosajón de interrelatedness, y se refiere a la capacidad individual de ser sensible y consciente de la tarea que se lleva a cabo, entendiendo, además, cómo esta repercute en la realidad de sus semejantes. • Respeto: se considera elemento fundamental en el establecimiento de relaciones interpersonales honestas y diplomáticas. • Comunicación efectiva: es, evidentemente, la matriz de la efectividad relacional, también en el ámbito interprofesional. Todos los conceptos favorecedores de una comunicación efectiva son necesariamente aplicables a este nivel y los sobreexplotados contactos (sea por e-mail, o sea mediante cualquier envío de mensajes que no lleve asociado un intercambio físico, inmediato y relacional de comunicación) solo deberían ser usados, dentro de un equipo interdisciplinar, como herramienta de apoyo de los encuentros comunicativos personales. • A nivel organizacional, los esfuerzos para favorecer la colaboración entre individuos, considerada el objetivo de toda relación interprofesional, deben ir orientados a fomentar y apoyar el establecimiento de canales abiertos de comunicación efectivos fundamentados en la transparencia administrativa, la confianza, la asertividad y la contratación de líderes cualificados. Para ello, a nivel operativo, se recomienda que las instituciones sociosanitarias establezcan políticas y protocolos organizacionales claros sobre cómo esperan que se lleven a cabo los procesos comunicativos dentro de su organización, y a los cuales tengan acceso todos sus trabajadores. Por supuesto, es altamente recomendable también que dichas organizaciones involucren en el proceso de creación de los mencionados protocolos a todos los colectivos profesionales que forman parte de ellas. RELACIÓN ENFERMERO-SELF Siguiendo el hilo conductor de los planteamientos que definen la en- fermería como una ciencia y disciplina fundamentada en la calidad de los procesos comunicativos, resulta inevitable tener que hablar de la relación entre el enfermero y su propio self como otro de los elementos claves. Self es un vocablo anglosajón que podría ser traducido a nuestro idio- ma como «sí mismo», «mí mismo», o de cualquier otro modo que nos permita entender nuestra propia entidad individual como sujeto que puede ser también objeto. En esta línea de pensamiento, se infieren dos cualidades que, inherentes a la propia naturaleza del self, resultan factores