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El fin de la sociedad patriarcal 010602
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El fin de la sociedad patrialcal
Edicion del 01
de junio de
2002
El fin de la sociedad
patriarcal
El padre y lo masculino. ¿Con quién de la familia
se identifica un niño con padre ausente? ¿El
complejo de Edipo tiene carácter universal? La
mujer y lo femenino. ¿Es posible que la mujer se
piense desde una cultura masculina? ¿Y dónde
está el poder de lo femenino? ¿El psicoanálisis
como la voz de un Estado-padre, educador y
creador de sujetos? ¿La familia reproduce la
organización estatal? Daniel Gil y Sandino Núñez,
los autores del libro "¿Por qué me has
abandonado? El psicoanálisis y el fin de la
sociedad patriarcal", que acaba de presentar la
editorial Trilce, responden a inquietudes de La
República de las Mujeres sobre estos temas.
Por Leticia Brando
Desde hace décadas, el movimiento feminista viene cuestionando el lugar hegemónico del
padre en la familia y el modelo de sociedad patriarcal. Los hogares monoparentales, las
familias ensambladas (los míos, los tuyos y los nuestros) aparecen como algunas de las
nuevas versiones de familia.
Y también hay cambios en torno a género y sexualidad. En Holanda, el Parlamento aprobó
una legislación que autoriza el matrimonio civil entre homosexuales con los mismos
derechos que el derecho civil otorga a las parejas heterosexuales.
El interés de Daniel Gil en profundizar estos temas nació de su práctica clínica. "Las
grandes repercusiones en la constitución de las subjetividades que se han ido dando a lo
largo del siglo XX. Hay varios cambios en la constitución de la familia. El número de
divorcios, las parejas monoparentales. En esas nuevas realidades, determinados
paradigmas psicoanalíticos que fueron vigentes por lo menos hasta el año 50 y 60, ya no
funcionan bien. No quiere decir esto que el psicoanálisis esté obsoleto. Justamente hay que
revisar, hay que incluir nuevas herramientas", advierte el psicoanalista.
MODERNIDAD FEMENINA
--El padre como el propietario del patrimonio familiar, que impone los derechos
y los deberes a los demás integrantes de la familia. En el libro se dice que el
modelo patriarcal ha muerto, pero ¿no sigue vigente en algunos sectores
socioeconómicos?
Daniel Gil, médico
psiquiatra,
psicoanalista:
"Aquello que parecía
universal y eterno,
que era el lugar del
padre, ya está siendo
refutado".
2. Sandino Núñez: --Yo trataba de decir todo lo contrario. Del siglo XVIII para acá, la
modernidad es femenina. Es una hipótesis. Parte de las cosas que el libro intenta plantear
es que todo el femenino de la cultura moderna no ha podido ser criticado.
Demasiado sensibilizados estamos con respecto a la masculinidad avasallante patriarcal,
que siempre se busca como objeto de una denuncia y una crítica. La escuela siempre nos
va a interesar si estamos interesados en denunciar el poder, que hay un policía detrás del
maestro, que hay un régimen militar detrás de la organización del salón, etc.
Pero no nos interesa la mater nación que es lo único que hace posible la educación, la
enseñanza de escritura, la cultura y el relevo pacífico. Ese femenino es el gran desplazado,
por lo menos de la crítica filosófica, por lo menos hasta donde yo tengo conocimiento.
No hay una buena metabolización de lo femenino moderno y de lo femenino hegemónico.
Ya hay cargas de funciones públicas que son típicamente femeninas, y esas cargas son los
pilares de la civilización moderna: la enseñanza, la enfermería, la psicología y la asistencia
social, que son todos relevos o desplazamientos de las monjas o enfermeras, que maternan
a los enfermos, que inventan un conflicto anímico, allí donde para el médico el tipo es un
hígado putrefacto. Precisamente esa telaraña de enfermeritas de la bondad es la que va
construyendo la modernidad tal como la conocemos.
EDIPO SIGUE TAN CAMPANTE
--En el último tiempo se viene observando un crecimiento de las familias
monoparentales, pero el super-yo o la conciencia moral de los uruguayos no
tolera otras formas de organización familiar como parejas de gays o lesbianas
con hijos.
Daniel Gil: --Aceptar es un golpe muy duro a la definición canónica de la familia. Pareja
monogámica heterosexual que es llevada por un tercero. Incluso en los movimientos gays,
de lesbianas y transexuales hay grupos que buscan el reconocimiento del Estado y otros
que no lo quieren. Aceptar el reconocimiento del Estado es inevitablemente quedar
capturado en sus redes. Además se ha preconizado que la familia es el núcleo de la
sociedad, y en esta serie de cosas aparece con un temor pánico de que esa familia
desaparezca.
--¿Qué sucede con el Edipo en la sociedad actual? Tanto en las familias donde la
mujer asume la jefatura como en algunas parejas divorciadas, el padre suele ser
una ausencia, un modelo que ya no está para el niño. ¿O el Edipo ya no tiene
asidero de acuerdo a los nuevos cambios?
D.G: --El Edipo por ahora es como Johnny Walker, sigue tan campante. Resiste un tiempo
más. No sé cuánto porque el cambio de las mentalidades no se produce de un día para
otro.
Como dice Manuel Castells, las familias ya están en vías de desaparecer y este proceso es
inevitable. Cada vez más se van a ver formas diferentes donde determinados roles van a
estar muy cambiados. Aquello que parecía universal y eterno, que era el lugar del padre, ya
está siendo refutado.
No quiere decir que en la práctica clínica el Edipo haya desaparecido. El complejo de Edipo
sigue operando. No es que el Edipo como complejo esté destronado. En la práctica vemos
3. coexistir formas propias del siglo XIX, del siglo XX, con nuevas formas de las que todavía
no tenemos muy claro cuál va a ser el resultado. En todas estas modificaciones, el punto
más frágil es el niño.
S.N.: --Edipo narra una historia asombrosa e imposible: yo quiero acostarme con mamá,
papá no me deja. En esa prohibición se funda y se fundamenta el lenguaje, la cultura, la
ley, el respeto a las reglas. Edipo es eso.
Hace mucho tiempo que se observa que Edipo no cuenta ninguna aventura fundamental
del deseo humano. Edipo bien sería una metáfora de cierta organización cultural de la
Europa entre los siglos XVII y XVIII. Pero canonizada en la Europa del siglo XIX y del XX.
Ni bien aparece la metáfora edípica, recorta cierto tipo de pacto entre el Estado y la
sociedad civil. Es decir: "has de respetar las reglas, no has de acostarte con mamá", has de
internalizar el lenguaje del padre con peso legislativo.
En primer lugar, gran parte del cuerpo social queda fuera del perímetro de ese contrato
entre el Estado y la sociedad civil. Acá hay un contrato letrado entre un Estado que lee,
escribe y enseña a leer y escribir, y una sociedad civil que se está organizando en tanto
que tal en la medida que aprende a leer y escribir y aprende a comportarse cívicamente. El
psicoanálisis es un artefacto de gobernabilidad.
--Con esta mujer que sale a trabajar cada vez más, con estos hombres que se
quedan más en casa, muchos a causa del desempleo, y con cada vez más
hombres que se animan a asumir su rol paternal ¿se desdibuja el rol de la madre
y del padre?
D.G.: --Lo primero es ver si podemos seguir utilizando la categoría de función paterna o
función materna. Aparentemente están muy bien codificados y establecidos. Desde fines
del siglo XVIII, a pesar de los reclamos de igualdad, a la mujer en la sociedad burguesa se
la trata de retrotraer a la función materna.
El movimiento feminista ha tenido una larga trayectoria llena de dificultades. Pero seguir
utilizando esas categorías cuando ya en muchísimas familias el aporte mayor es el de la
mujer... El hombre está más en la casa. Las funciones paterna y materna se desdibujan, y
antropológicamente eso se ve muy bien en otras sociedades. En el momento actual esas
designaciones son engañosas, encubren y confunden.
S.N.: --El Estado siempre intenta edipizar zonas que son problemáticas desde el punto de
vista del ejercicio del gobierno. Las asistentes sociales en los barrios pobres y marginales,
la captación a través de grupos barriales, parroquias, clubes de bochas. El otro día estaba
viendo que hay una artista plástica con inquietudes que socializa niños pardos de Ciudad
Vieja. Todo eso son artefactos de Estado. No es nuevo, se hace desde el siglo XVII y sigue
siendo una buena fuente de construcción, de fabricación de ciudadanos.
Ahora la cosa no funciona de forma tan aceitada y tan prolija como funcionaba hace 150
años. No es solamente la catástrofe de los nuevos tiempos. Este contrato edípico ya es un
contrato políticamente cínico en la medida que excluye cosas y cuando no las excluye, las
captura, las describe a su imagen y semejanza.
Yo me atrevería a poner una duda acerca de que la sociedad moderna del siglo XVIII para
acá es una sociedad del padre, es una sociedad de varones. El femenino de la cultura
moderna no ha sido bien analizado, ni criticado.
4. LO MILITAR Y LO POLITICO
--En el libro que ustedes escribieron se cita el caso del dentista argentino que
asesina a su mujer, a sus dos hijas y a su suegra. El es "arrogante, inexpresivo,
típicamente militar", es el titular de los bienes y ellas gastan el dinero que él
provee. Parece haber una interpretación psicoanalítica del caso.
S.N.: --Yo discreparía. No es que tenga algo contra el psicoanálisis. En el caso mío, yo
estoy gozando de los privilegios de cierta extraterritorialidad con la institución
psicoanalítica. No tengo compromiso discursivo, clínico ni de práctica con el psicoanálisis.
Lo quise tratar como un caso de economía política. Todo el psicoanálisis, su artefacto
metafórico y conceptual, remite a una economía política muy definida, que es la de la
modernidad europea tardía.
Toda la modernidad ha girado alrededor de algún postulado psicoanalítico. No podríamos
imaginarnos el psicoanálisis en otra parte que no fuera la Europa de fines del siglo XIX.
D.G.: --Sandino establece una diferencia entre lo militar y lo político. El dentista
claramente es un paranoico militar. El cambio entre el padre patriarcal y el padre
paternal... Para un militar, el padre paternal es un marica. En ese sentido, podríamos ver el
aspecto de feminización.
S.N.: --Un hombre armado es como una especie de prótesis eréctil, permanente. No
descansa nunca. Es el que vigila y castiga en Foucault, antes que se lanzara a "Historia de
la sexualidad". Recalca mucho en el poder panóptico, el poder militar, el poder armado.
Pero el poder armado ya empieza a caducar a mediados del siglo XVII. No dura mucho, no
es negocio.
--¿Realmente piensan que es el fin de la sociedad patriarcal?
S.N.: --La idea de sociedad patriarcal no puede sostenerse. Creo que hubo un auge de un
poder despótico militar, pero ese auge duró 150 años. Yo no digo que haya sido relevado
por un poder cívico que lo desplazó y lo dejó mudo, sino que lo que se viven son tensiones
entre un poder despótico militar, un poder discontinuo, separado, vigilante y otro que yo
decido asociar más a lo femenino, que tiene que ver con la política, con la organización del
tiempo, con las interpelaciones jurídicas. Sociedad patriarcal supone eso, un bautismo
optimista, supone que reconocemos adónde está el mal, sabemos que hay un padre que
ejerce la autoridad en forma despótica y por lo tanto bastaría pegarle un par de sopapos,
derrocar una dictadura y esto no es así.
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