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TRABAJO SOBRE LOS
TRASTORNOS DE
PERSONALIDAD




ÍNDICE
1. Introducción
2.¿Qué es un trastorno de personalidad?
3. Tipos de trastornos de personalidad
3.1 Trastorno Paranoide
3.2 Trastorno Esquizoide
3.3 Trastorno Antisocial
3.4 Trastorno Narcisista
3.5 Trastorno Obsesivo- Compulsivo
3.6 Trastorno Dependiente
3.7 Trastorno por Evitación
3.8 Trastorno Histriónico
4. Tratamiento de los trastornos de
personalidad
5. Conclusión.
6. Opinión personal y bibliografía


1.INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la personalidad son problemas tan frecuentes como graves que afectan enormemente al
individuo que los sufre y a su entorno. En esta trabajo intentaremos, de una manera breve y divulgativa,
explicar qué son los trastornos de la personalidad y qué podemos hacer ante ellos. Así como un breve repaso
de los tipos más significativos de esta psicopatología (narcisismo , personas dependientes obsesivo
compulsivas, esquizoide etc...) y como podriamos diagnosticarlos según el DSM-IV-TR. (manual de
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales)




         2.¿QUÉ ES UN TRASTORNO DE LA
                PERSONALIDAD?
Los trastornos de la personalidad son problemas que el sujeto posee arraigados en su carácter y que, por tanto,
empieza a manifestar con claridad en su juventud o principio de la adultez. No obstante, muchas veces existen
antecedentes de dichos problemas o “rasgos disfuncionales” del temperamento en la infancia.
Los trastornos de la personalidad no son equivalentes a trastornos que son más bien problemas agudos, como se
dice en medicina. Podemos imaginar a una persona con una grave depresión, pero que cuando se repone de ésta
vuelve a ser la que era. Igualmente, podemos hacer el mismo ejercicio de imaginación con alguien adicto a
sustancias, agorafóbico o hipocondríaco. La persona con trastornos de la personalidad no reacciona así, no vuelve a
ser la que era porque siempre es la que es; digamos que no tiene un “postizo” que le pueda sobrevenir como una
depresión o un trastorno de ansiedad, sino que desde siempre ha sido así y se ha ido haciendo así durante su vida.
Esto no significa que los trastornos de la personalidad no tengan tratamiento, al contrario. Con un depresivo hay que
atender la depresión, con un psicótico la psicosis; pues bien, con una persona que sufre de trastornos de la
personalidad, hay que atender a su personalidad. No venimos a decir que haya que cambiar de carácter, sino que
hay que convertir lo que antes eran rasgos o maneras de ser disfuncionales en funcionales.




3.TIPOS DE TRASTORNOS DE LA
PERSONALIDAD
3.1 EL TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD


Las personas con este problema son enormemente desconfiadas, siempre piensan que los demás, incluyendo seres
queridos (que cada vez son menos porque huyen despavoridos), están en su contra. Esto implica que interpreten
injustificadamente ofensas, burlas, menosprecios, infidelidades, etc.: ante la duda sobre una intención ajena, un
paranoide escogerá la opción más desfavorable, es decir, aquella que suponga un ataque del otro. Por ejemplo, si
se le dice a una persona con este problema que lleva una camisa muy bonita, dicha persona podrá interpretar que el
otro está burlándose y que en el fondo piensa que es horrorosa. Obviamente, ni el paranoide más recalcitrante lo
malinterpreta todo, pero en el momento más insospechado (el entorno suele estar en tensión con estas personas
porque nunca saben cuándo se va a encender la chispa), sobre todo si el estado de ánimo del sujeto es negativo, se
producirá un hecho desagradable por el que el individuo saltará y su interlocutor intentará, infructuosamente,
demostrar su inocencia.


Como ya hemos dicho, estas personas se van quedando solas porque los demás no soportan sus continuos
reproches y su hostilidad. Su desconfianza se hace muy palpable en el terreno de las relaciones de pareja, donde
destacan sus celos injustificados y completamente enfermizos. Un paranoide puede acusar a su mujer de que va a
cometer una infidelidad simplemente por ponerse colonia para salir a la calle.


Estos individuos viven en un estado de amargura y frustración constantes, del que culpan a los demás por sus
continuas agresiones -siempre según su distorsionado punto de vista-. A medida que se sienten más solos, más
hostiles y huraños se tornan, con lo que se produce un círculo vicioso por el que todavía reprochan más a los otros
su situación y, en consecuencia, los demás se alejan en mayor medida. No sólo los paranoides están frustrados
afectivamente -sobre todo, por ser ellos tan hostiles y espantar a los demás-, sino que también sienten rabia porque
les gustaría destacar, despuntar mucho por encima de la gente. Esto es debido a un proceso de desapego o
desvinculación afectiva fruto de sentir a los demás como enemigos: dicho de otra forma, sería como pensar que ellos
no necesitan a nadie porque valen mucho más, y que además se van a vengar de los otros por haberles perjudicado
tanto.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
paranoide de la personalidad:


         Desconfianza y suspicacia general desde el inicio de la edad adulta, de forma que las intenciones de los
        demás son interpretadas como maliciosas, que aparecen en diversos contextos, como lo indican cuatro (o
        más) de los siguientes puntos:


                 (1) sospechan, sin base suficiente, que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer
                     daño o les van a engañar
                 (2) preocupación por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de los amigos y
                     socios
                 (3) reticencia a confiar en los demás por temor injustificado a que la información que compartan
                     vaya a ser utilizada en su contra
                 (4) en las observaciones o los hechos más inocentes vislumbra significados ocultos que son
                     degradantes o amenazadores
                 (5) alberga rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no olvida los insultos, injurias o
                     desprecios
                 (6) percibe ataques a su persona o a su reputación que no son aparentes para los demás y está
                     predispuesto a reaccionar con ira o a contraatacar
                 (7) sospecha repetida e injustificadamente que su cónyuge o su pareja le es infiel



                        3.2EL TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD
Los esquizoides son individuos que viven tranquilos en su soledad, que desean fervientemente el aislamiento. No es
que se hayan distanciado de los demás por timidez o por problemas para relacionarse, sino que verdaderamente no
tienen interés en conocer gente, en intimar, en disfrutar de compañía. Suelen dedicarse a trabajos en los que
pueden estar solos el mayor tiempo posible: por ejemplo, científicos, informáticos, bibliotecarios, etc.


Estas personas, como hemos dicho, alcanzan un cierto equilibrio en la medida en que están libres de interactuar con
los demás. El problema es que vivimos en una sociedad y esta manera de ser no es viable, porque siempre se
necesita un mínimo trato con otros seres humanos aunque sea únicamente para desenvolverse de una manera
adecuada. Por ejemplo, hace falta interactuar en la mayoría de trabajos, a la hora de hacer gestiones, para ir en
medios de transporte, comprar e infinidad de situaciones que conllevan relaciones interpersonales, por superficiales
que sean. En dichas situaciones es cuando el esquizoide sufre su problema -aunque él no lo califique como tal-,
porque su tremenda frialdad y su desgana para interactuar son un auténtico muro en su trato con los otros, que
pueden reaccionar bien con extrañeza, por considerar a estas personas raras o excéntricas, bien con comprensión o
bien de una manera agresiva.


En este sentido, los esquizoides generalmente han sido víctimas de abusos escolares o laborales (los famosos
"bullying" y "mobbing") por estar solos y por resultar raros ante los demás, aunque los principales destinatarios de
estos abusos son los individuos con trastorno de la personalidad por evitación por su timidez y sus sentimientos de
inferioridad.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
esquizoide de la personalidad:


        Un patrón profundo de desapego social y un rango limitado de expresión emocional en situaciones
        interpersonales, tal como indican cuatro (o más) de los síntomas siguientes:


                  (1) no desea ni disfruta de las relaciones íntimas, incluyendo el formar parte de una familia
                  (2) escoge casi siempre actividades solitarias
                  (3) muestra poco interés en tener experiencias sexuales con otra persona
                  (4) disfruta con pocas actividades
                  (5) es indiferente a la alabanza o a la crítica
                  (6) muestra desapego, frialdad o embotamiento emocionales
                  (7) carece de confidentes o amigos íntimos distintos a los miembros de su familia
                        3.3 EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD


Estos individuos son el ejemplo perfecto de que los trastornos de la personalidad no implican necesariamente un
sufrimiento personal, basta con provocarlo en el entorno. Efectivamente, los antisociales apenas sufren -sobre todo,
a medida que tienen este trastorno más desarrollado, pudiendo llegar al extremo de la psicopatía-, pero son
auténticos especialistas en provocar dolor, preocupaciones y padecimiento en los demás.


Son sujetos que disfrutan con el sufrimiento ajeno y que se sienten más superiores y mejor consigo mismos a
medida que demuestran poder ante los demás. Su desprecio hacia la sociedad es inmenso y tienen sentimientos de
rencor e incluso de repugnancia hacia sus congéneres; detestan especialmente las demostraciones de afecto, la
vulnerabilidad o la fragilidad. Son competitivos hasta el extremo y tienen un estilo de vida depredador, por el que el
mundo es una selva en la que impera la ley del más fuerte.


Estas actitudes conllevan a un comportamiento explotador, basado en aprovecharse de los demás todo lo que
puedan sin sentir el más mínimo remordimiento (todo lo contrario, lo que sienten es placer). Incumplen las normas
sistemáticamente y son incapaces de asumir responsabilidades, y no por falta de habilidades, sino por falta de
voluntad. Ellos no se sienten "uno más", sino alguien que intenta vivir su vida aprovechándose de los otros, al tiempo
que descarga en ellos todo el odio que llevan dentro.


Obviamente, las cárceles y barrios marginales están llenas de personas antisociales, pero también hay individuos
adinerados y de buena posición social que tienen rasgos antisociales aunque se hayan acostumbrado a ser
"delincuentes de guante blanco".


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
antisocial de la personalidad:


         Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad
        de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:


                  (1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal,
                       como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
                  (2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar nombres falsos o estafar a otros
                      para obtener un beneficio personal o por placer
                  (3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
                  (4) irritabilidad y agresividad, tal como lo indican peleas físicas o agresiones constantes
                  (5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
                  (6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con
                       constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
                  (7) falta de remordimientos, tal como lo indica la indiferencia o la justificación de haber dañado,
                       maltratado o robado a otros




                        3.4 EL TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD




Los narcisistas son personas que no aparecen demasiado por las consultas pero sí están bastante presentes en la
vida pública, sobre todo en los medios de comunicación. Todos podremos pensar en artistas, cantantes, actores,
intelectuales o presentadores de televisión, por ejemplo, a los que se les ha subido el ego en exceso. Una cosa es
pensar que alguien despunta en algo concreto (por ejemplo, un futbolista en la práctica del fútbol) y otra muy
diferente es deducir de este hecho que la persona ya es más importante que otras. Esta es al verdadera esencia del
narcisismo: estar plenamente convencido de que uno mismo es más válido y superior que otras personas, incluso de
la mayoría o de la totalidad. El narcisista no ve a nadie por encima de sí mismo, sin embargo ve a muchísimos por
debajo, pero no ya en el terreno en el que despunte, sino como persona en general.


Son individuos con una autoestima muy consolidada, muy sólida, en contra de lo que vulgarmente se dice. Esto no
les hace mejores personas, porque a nivel interpersonal su funcionamiento es penoso. Esto no tendría por qué ser
así, porque alguien puede pensar que es "el rey del mambo" pero no necesariamente ha de menospreciar a los
demás; no obstante, lamentablemente es así. La cuestión es que el narcisista precisa considerarse en un plano
superior a los otros porque no los soporta, porque se ha desvinculado afectivamente de ellos. No obstante, esto ya
supone entrar en la dinámica de estas personas, algo que no es objetivo de esta página web.




Estas personas no se contentan con su visión autosuficiente y superior de sí mismas, sino que se desenvuelven en
la vida teniendo muy claras las implicaciones de su sentimiento de importancia especial. Por ejemplo, un narcisista
no se encontrará cómodo en un medio público de transporte o utilizando la sanidad pública, porque pensará que
merece siempre lo mejor (ya que es un individuo de un nivel superior a los demás). Tendrá zapatos, relojes o coches
de marca, de los más caros que haya, porque son los apropiados para alguien de su estatus. Su parlamento
merecerá atención especial, ya que lo que dice, a veces de manera mayestática y pedante, es poco menos que
elevado y de un interés tremendo. Hablará una y otra vez de sí mismo, de sus circunstancias, de su vida y su visión
de las cosas, como si fuera lo único interesante en el mundo y como si los demás estuviéramos ávidos de conocer
las interioridades de su persona, sin que nos importe ninguna otra cosa más.


En definitiva, los narcisistas son personas que vistas por televisión pueden hacer incluso gracia, pero tratándolas
más directamente son capaces de enloquecer a cualquiera. Además de eso, son individuos muy resentidos y que
adoptan una actitud vengativa hacia los demás, gustándoles sobremanera hacer sentirse mal a los otros, para así
ellos alimentar su ego y su superioridad. Si piensan que alguien puede competir con ellos o hacerles sombra,
experimentarán inquietud e intentarán por todos los medios minusvalorar a esa persona.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
narcisista de la personalidad:


        A. Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de
        admiración y una falta de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos
        contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:


                 (1) un sentido grandioso de la propia importancia
                 (2) preocupación por fantasías de éxito, poder, brillo, belleza o amor ideal ilimitados
                 (3) cree que es especial y único y que sólo pueden comprenderle, o sólo debería relacionarse
                     con, otras personas (o instituciones) especiales o de elevado estatus
                 (4) exige una admiración excesiva
                 (5) tiene una sensación de “estar en su derecho”, es decir, expectativas poco razonables de
                      recibir un trato de favor especial o la anuencia automática con sus expectativas
                 (6) tiende a la explotación interpersonal, es decir, saca provecho de los demás para lograr sus
                      propios objetivos
                 (7) carece de empatía, es decir, es incapaz de reconocer o identificarse con los sentimientos y las
                     necesidades de otras personas
                 (8) a menudo tiene envidia de los demás o cree que los demás le tienen envidia
                 (9) presenta actitudes o conductas arrogantes o soberbias



                3.5 EL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD




En principio, no tiene nada que ver con el famoso trastorno obsesivo-compulsivo o "TOC"; de hecho, para evitar
confusiones, en la otra clasificación de trastornos mentales que existe (la CIE-10, de la Organización Mundial de la
Salud) a este problema le llaman “trastorno anancástico de la personalidad”. No obstante, sí es frecuente que en una
misma persona coincidan ambos trastornos, aunque no necesario, ni mucho menos.


La personalidad obsesivo-compulsiva o anancástica se distingue por su extrema rigidez, por estar continuamente
sometida a horarios, planificaciones y normas no pudiendo salirse de las mismas y sintiéndose muy mal si no se
adapta a ellas. Por ejemplo, la rigidez puede llegar al extremo de que si a las dos es la hora de comer y se está
acabando una tarea, la persona se encontrará en un conflicto brutal entre terminar algo que ha empezado y comer a
la hora correspondiente, sin poder tener la flexibilidad de comer diez minutos más tarde. Este conflicto cursará
generalmente con miedo, sensación muy habitual en la persona con este trastorno de la personalidad por su
continua autoobservación y rigidez.


Asimismo, también suele tratarse de gente muy seria, que está continuamente haciendo cosas de trabajo u
obligaciones. Es como si estuvieran siempre en la fase de instrucción del ejército, con un mando continuamente
dándoles órdenes con el silbato en la boca. Piensan que no hay tiempo para el esparcimiento o la distracción porque
es signo de vaguería e irresponsabilidad: siempre hay cosas que hacer y hay que llevarlas a cabo meticulosamente,
de una determinada manera. En esta meticulosidad reflejan también la rigidez a la que nos estamos refiriendo,
porque quieren hacer las cosas de una manera tan perfecta (obedeciendo a su miedo de trabajar mal o de no
cumplir con las órdenes o con la propia autoexigencia) que pueden tirarse horas para algo que cuesta minutos.


Por esta autoexigencia, suele tratarse de personas con un elevado sentido de la moral, de la pulcritud y de la
disciplina, teniendo una gran conciencia jerárquica. Siguiendo el ejemplo del ejército que hemos puesto antes, tienen
claro y bien presente que ellos están en un escalafón inferior al de sus superiores, guardándoles el debido respeto,
como mandan las normas.


Toda esta rigidez, exigencia y perfeccionismo se acompaña de un miedo intenso a no adecuarse a los objetivos, a
las normas o a instrucciones que pueden haber recibido en la empresa, por ejemplo.


Este trastorno de la personalidad no sólo coincide en ocasiones con el trastorno obsesivo-compulsivo, sino que
también lo hace con la anorexia o con otros trastornos de la personalidad como el esquizotípico o el evitador.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
obsesivo-compulsivo de la personalidad:


        Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a
        expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se
        presenta en una serie de contextos, tal como lo indican cuatro (o más) de los siguientes síntomas:


                 (1) preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios
                     hasta el punto de perder de vista el objetivo principal de la actividad
                 (2) un perfeccionismo que interfiere con la finalización de la tarea
                 (3) dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y
                     de las amistades (no atribuible a una necesidad económica obvia)
                 (4) es reacio a delegar tareas o a trabajar con otros, a menos que se sometan exactamente a su
                     forma de hacer las cosas
                 (5) muestra rigidez y obstinación
                 (6) inflexibilidad sobre temas de moral, ética o valores
                 (7) incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles incluso aunque no tengan un
                      valor sentimental
                 (8) adopción de un estilo avaro en los gastos para sí mismo y para los demás


                   3.6 EL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA




Problema basado en la necesidad que el sujeto tiene de otras personas en forma de “enganche” a éstas. Dicha
necesidad es puramente práctica, instrumental; es decir, el sujeto se considera indefenso y poco capacitado ante la
vida y precisa que los demás les saquen las castañas del fuego.
Las personas con trastorno de la personalidad por dependencia son muy indecisas porque no saben cuándo van a
meter la pata: confían muy poco en sus posibilidades y recurren siempre a los otros para preguntarles cosas,
pedirles consejo o rogarles que les acompañen o que hagan gestiones por ellas, por ejemplo.


Suele tratarse de gente que ha sido muy sobreprotegida desde pequeños, creando en ellos la sensación de que no
saben valérselas por sí mismos, con la lógica indefensión ocasionada. No es menos cierto que la persona con
dependencia se aferra cómodamente a su rol y continúa perpetuando esta sobreprotección de los demás,
enganchándose a ellos para así afrontar las exigencias de la vida.


En este trastorno de la personalidad aparece el miedo en forma de temor al abandono, temor a la soledad no por
motivos afectivos, sino por no saber arreglárselas ante las diferentes situaciones. Para evitar este abandono, harán
cualquier cosa obedeciendo a sus miedos y a su dependencia.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
de la personalidad por dependencia:


        Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, lo que produce un comportamiento de
        sumisión y apego y temores de separación, que empieza en el principio de la edad adulta y se encuentra
        presente en una serie de contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes síntomas:


                 (1) le es difícil tomar decisiones cotidianas sin una cantidad exagerada de consejo y
                      recomendaciones por parte de los demás
                 (2) necesita que otras personas asuman la responsabilidad en las áreas más importantes de su
                     vida
                 (3) le es difícil expresar desacuerdo ante otras personas por temor a perder su apoyo o
                      aprobación (nota: no se incluyen los miedos reales al castigo justo)
                 (4) se esfuerza en exceso para obtener cuidado y apoyo por parte de los demás, hasta el punto
                     de hacer voluntariamente cosas que le desagradan
                 (5) se siente incómodo e indefenso cuando está solo, debido a temores exagerados a ser incapaz
                     de cuidar de sí mismo
                 (6) está preocupado de forma poco realista por el temor de que le abandonen y tenga que cuidar
                     de sí mismo
                 (7) busca urgentemente otra relación como fuente de cuidado y apoyo cuando termina una
                     relación íntima
                 (8) le es difícil iniciar proyectos o hacer cosas por propia iniciativa (debido a una falta de
                      confianza en sus propios juicios o capacidades en vez de a una falta de motivación o
                      energía).


                 3.7 EL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR EVITACIÓN




                 Es un trastorno caracterizado por una “fobia social” crónica y generalizada que se experimenta en
                     la gran mayoría de situaciones con otras personas, y mucho más si no se tiene la suficiente
                     confianza con ellas. Además, como en cualquier otro trastorno de la personalidad, este
                     problema tiene que surgir desde casi siempre, especialmente desde la juventud o el principio
                     de la edad adulta.


                  Los miedos que aparecen en este problema son de tipo interpersonal, de manera que a la gente
                      se la considera peligrosa, ofensiva, rechazante y devaluadora, continuamente pendiente de
                      uno mismo para detectar posibles fallos o meteduras de pata. Por esta forma de concebir a
                      los demás, el individuo evitador está en una situación de alarma constante, temeroso cuando
está en presencia de los otros y relajado cuando está solo, aunque esté triste por sentirse
      aislado, frustrado afectivamente. Esta sensación de alarma deriva en una ansiedad social que
      se nota por el comportamiento inhibido de estas personas, como si se intentaran esconder
      cuando están con otras o incluso en plena conversación. No mantienen la mirada, contestan
      con monosílabos, prefieren escuchar a hablar, se muestran incómodos, etc.: son individuos
      que temen las interacciones porque consideran a los demás superiores y a ellos mismos
      como inferiores, como si no tuvieran suficiente valor o nivel como para tratar con el otro. Por
      esta sensación arraigada, piensan que los demás pueden notar su supuesta inferioridad o
      incluso burlarse u ofender de alguna manera.




El evitador también le tiene un miedo atroz no sólo a la burla o a la ofensa, sino al rechazo. Su
     sentimiento de inferioridad se basa en que no gusta a los demás, por lo que todavía se pone
     más nervioso y, en consecuencia, el círculo vicioso se consolida en tanto una persona
     insegura y nerviosa no muestra autoconfianza y, en consecuencia, no resulta atractiva ante
     los demás. Las reacciones lógicas de aislamiento de los demás (de ahí la denominación del
     trastorno) tranquilizan a corto plazo pero mantienen el problema, en tanto los otros comienzan
     a considerar al individuo como raro o extraño mientras éste se autoconvence de lo poco que
     vale. A veces, pueden dar la sensación de que "pasan" de los demás, cuando lo que ocurre
     simplemente es que están aterrorizados.




Como es lógico, estas personas tienen pocos amigos costándoles un mundo coger confianza con
   la gente. Sólo con muchas precauciones y comprobaciones estarán convencidos de que la
   otra persona no es hostil y que les acepta, pudiendo disminuir entonces su ansiedad, que no
   su sentimiento de inferioridad. Ni qué decir tiene que les costará un mundo actuar en público
   con exposiciones en clase, hablar frente a un auditorio, etc.




A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR
    sobre el trastorno de la personalidad por evitación:




A.     Un patrón general de inhibición social, sentimientos de inadecuación y una hipersensibilidad a
      la evaluación negativa, que comienzan al principio de la edad adulta y se presenta en una
      serie de contextos, tal como lo indican cuatro (o más) de los siguientes síntomas:




(1)    evita trabajos o actividades que impliquen un contacto interpersonal importante debido al
      miedo a las críticas, la desaprobación o el rechazo


(2)   es reacio a implicarse con la gente si no está seguro de que les va a caer bien


(3)   está preocupado por la posibilidad de ser criticado o rechazado en las situaciones sociales


(4)   se ve a sí mismo socialmente inepto, personalmente poco interesante o inferior a los demás


(5)   es extremadamente reacio a correr riesgos personales o a implicarse en actividades debido a
      que pueden resultar comprometedoras
(6)       demuestra represión en las relaciones íntimas debido al miedo a ser avergonzado o
                        ridiculizado


                  (7)      está inhibido en las situaciones interpersonales nuevas a causa de sentimientos de
                        inadecuación




                        3.8 EL TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD




La gran finalidad de una persona histriónica es no pasar inadvertida, causar sensación allá por donde vaya.
Depende en exceso de experimentar la vivencia de ser importante, pareciendo entonces que pueda tener una sólida
autoestima, aunque esto no es así en tanto necesita reafirmarla con sus demandas constantes de atención. Es como
los niños que se portan mal o que hacen "actuaciones" cantando o bailando con el único fin de atraer la atención de
los adultos.


Efectivamente, los histriónicos están obsesionados con llamar la atención, hasta el punto de que se encuentran
aburridos cuando están solos y desmoralizados si no consiguen atraer el interés de los demás. Obviamente, están
curtidos en estas artes y se las saben arreglar para provocar y conseguir sus intenciones: o bien buscan
deliberadamente llamar la atención con sus gestos y forma de vestir inapropiada o seductora, o bien se muestran
exagerados en su forma de hablar o en sus historias. Son expertos en la teatralidad, en la manera de convertir un
hecho trivial en un acontecimiento enormemente relevante con sus tergiversaciones. "Inflan" las historias para así
ganarse la atención de los demás, imprimiendo también entonaciones teatrales y una manera de relatar los hechos
muy afectada. Como es lógico, la vida cotidiana de por sí no tiene los suficientes elementos como para llamar la
atención de los interlocutores, por lo que el histriónico se ve obligado a distorsionar las cosas bien en su contenido o
bien en la forma de relatarlas.


Estos deseos de ser siempre el centro de interés, como si estuvieran en un gran escenario a oscuras con un foco
iluminándoles, obedece a un temperamento muy extravertido, exageradamente sociable, con el que intentan
satisfacer necesidades afectivas muy arraigadas. Atraer la atención de los demás les da una "vidilla" que les hace
sentirse importantes, porque no sólo quieren ganarse a los otros para que se fijen en ellos, sino que también utilizan
sus recursos para inflar su autoestima, de manera que pueden hacer creer a los demás que han hecho cosas
meritorias o que conocen a personas famosas, por ejemplo.


Igualmente, una forma de garantizarse el interés de los demás puede ser, en ocasiones, siendo un auténtico
"camaleón", es decir, siendo de diferentes maneras según las personas con las que se interactúe. Por ejemplo, con
un aficionado a la música clásica, el histriónico puede mostrarse un apasionado de la ópera e incluso comprarse
algún disco para escucharlo en casa; cuando hable con alguien que le gusta el vino hará creer que también es un
aficionado a la enología, etc. Esta tendencia "camaleónica" para ser el foco de interés y ganarse a los demás puede
llegar al extremo de que la persona ya no sepa claramente cómo es y qué gustos tiene, porque están supeditados a
los de los demás; es decir, los histriónicos son individuos egocéntricos e incluso ególatras, pero que esconden
también grandes inseguridades y que no tienen su autoestima consolidada, firme.


La necesidad afectiva y de atención que tiene el histriónico oculta también un gran egoísmo en los casos más
importantes. Al histriónico, normalmente, sólo le importa él y está preocupado por sí mismo. Es muy sociable y le
encanta estar rodeado de gente, pero para ser el centro de interés y despreocupándose de la vida de los demás. Si
alguien está atravesando un mal momento no tiene gran importancia, salvo que pueda actuar haciéndose "el
imprescindible" con esa persona. Suele ser también envidioso con aquellos que intentan eclipsarle y competir con él
en su búsqueda de atención.
Estas personas utilizan el sexo y el atractivo físico para atraer la atención de los demás, sobre todo de la gente del
sexo opuesto (en caso de que el histriónico sea heterosexual, algo que no tiene por qué ser así como muchas veces
vemos en la televisión). Se creen las personas más atractivas del mundo y no tienen reparos en ser provocativos e
incluso inapropiados, pensando que los demás, realmente, están locos de deseo hacia ellas, cuando esto no tiene
por qué ser así.


A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno
histriónico de la personalidad:


        A. Un patrón general de excesiva emotividad y búsqueda de atención que empieza al principio de la edad
        adulta y que se da en diversos contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:


                  (1) expresa las emociones de manera teatral, exagerada y como si estuviera representando una
                      escena
                  (2) es sugestionable, es decir, es fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias
                  (3) manifiesta una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante
                  (4) está incómodo en situaciones en las que no es el centro de la atención
                  (5) la interacción con los demás se caracteriza a menudo por conductas sexualmente seductoras
                       o provocativas de forma inapropiada
                  (6) utiliza constantemente la apariencia física para llamar la atención
                  (7) el estilo del habla es excesivamente impresionista y no incluye detalles
                  (8) considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad




   TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS
        DE LA PERSONALIDAD
El tratamiento de estas patologías es enormemente largo y complejo, pero es imprescindible para mejorar la calidad
de vida del sujeto. Más que hablar de "curación", al ser problemas arraigados en la personalidad cabría hablar de
mejora o de una mayor adaptación a los demás y a las exigencias cotidianas, objetivo que es posible siempre con un
buen profesional y con la adecuada motivación en la terapia. En este sentido, siempre que el individuo confía en el
terapeuta y se muestra convencido y dispuesto a trabajar para mejorar, se consiguen resultados desde aceptables
hasta extraordinariamente positivos. No obstante, cuando el sujeto no está por la labor de intentar cambiar y no
muestra el suficiente interés, acudiendo a las sesiones por pura inercia o esperando una especie de "milagro", todo
se hace mucho más difícil.


El principal tratamiento de estos problemas es el psicológico, la psicoterapia. Esto es completamente normal ya que
lo afectado es la personalidad en sí, por lo que se requiere un profundo análisis del individuo, de su forma de
proceder, de relacionarse con los demás y consigo mismo, de su manera de pensar, etc. Una vez realizado este
análisis, habrá que establecer una serie de objetivos de conformidad con el paciente, objetivos que realmente
configurarán un "cambio de chip", una forma de comportarse distinta a la habitual que estaba trayendo problemas.
Esto no significa que haya que cambiar de personalidad porque el sujeto siempre va a ser el mismo, sólo mejorará
en aquellas cosas con las que tampoco tiene por qué identificarse. Por ejemplo, el individuo tímido tendrá que
combatir contra su timidez, y el suspicaz contra su desconfianza.
No es preciso que las sesiones de terapia se centren en el pasado, aunque sí es positivo en nuestra experiencia
dedicar algún tiempo a estas cuestiones, siempre con ánimo de comprender mejor al paciente y de aprender de los
errores. En todo caso, la práctica totalidad de un tratamiento psicoterapéutico, desde nuestro punto de vista, se
centrará en el presente.


Los fármacos son una ayuda interesante en algunos casos, pero lamentablemente su eficacia es más bien modesta.
Sirven como un "alivio sintomático" (por ejemplo, para los síntomas de ansiedad, depresión, impulsividad...) pero
realmente, como no puede ser de otra forma, no afectan a la personalidad. No existen pastillas para la suspicacia, la
timidez, la necesidad afectiva, la baja autoestima, los sentimientos de inferioridad, etc. En cualquier caso, será el
psiquiatra el encargado del tratamiento farmacológico de estas personas




5. Conclusión
Con respecto a los trastornos de la personalidad encontramos que estos son mas frecuentes en la
población de lo que se creen, ya que estos se presentan sin mostrar demasiado evidencia como en los
demás casos de problemas psicológicos.
En todo caso, a efectos de que exista una mayor información sobre estas patologías y de que el
individuo pueda dirigirse a un profesional para confirmar sus propias hipótesis, en este trabajo podemos
encontrar una amplia información de estas patologias, su diagnóstico y su tratamiento.
A lo largo de muchas décadas, aquellos involucrados en el terreno de la salud mental han tratado de dar
respuesta a preguntas tan sencillas como, donde se traza la línea imaginaria entre una personalidad
sana o funcional o una personalidad enferma o disfuncional.
La observación de la estimación de la frecuencia de estos trastornos en nuestra comunidad indica un
grave problema de salud en términos absolutos, probablemente mayor del que se creía, pero de
magnitud similar al descrito en otras poblaciones de características parecidas.


Podemos apreciar que el trastorno más común en la sociedad es el obsesivo (39 de cada 100
trastornos), mientras que el porcentaje inferior es para los trastornos antisociales. (2.4 de cada 100)
( Fuente: Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna)


6. OPINIÓN PERSONAL
Personalmente me ha gustado hacer el trabajo, escogí este ya que me pareció interesante el tema,
no esperaba que hubiece tantos tipos de trastornos de la personalidad ni que su diagnóstico
estuviera tan elaborado.
He aprendido a diferencia un tipo de otro y a ser capaz de distinguirlos, ya que antes no podía
encontrar las diferencias entre el obsesivo- compulsivo y el trastorno dependiente por poner un
ejemplo.
También llego a la conclusión de que no es sencillo llegar a un diagnóstico óptimo, ya que cada
persona es un mundo y no todo los casos son iguales.
Para acabar , añado que la gráfica me ha sorprendido, no esperaba que un número tan alto de
trastornos fueran obsesivos.



Bibliografía

DSM-IV-TR. (manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales)
www. trastornosdelapersonalidad.es

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Trabajo sobre los trastornos de personalidad

  • 1. TRABAJO SOBRE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD ÍNDICE
  • 2. 1. Introducción 2.¿Qué es un trastorno de personalidad? 3. Tipos de trastornos de personalidad 3.1 Trastorno Paranoide 3.2 Trastorno Esquizoide 3.3 Trastorno Antisocial 3.4 Trastorno Narcisista 3.5 Trastorno Obsesivo- Compulsivo 3.6 Trastorno Dependiente 3.7 Trastorno por Evitación 3.8 Trastorno Histriónico 4. Tratamiento de los trastornos de personalidad 5. Conclusión.
  • 3. 6. Opinión personal y bibliografía 1.INTRODUCCIÓN Los trastornos de la personalidad son problemas tan frecuentes como graves que afectan enormemente al individuo que los sufre y a su entorno. En esta trabajo intentaremos, de una manera breve y divulgativa, explicar qué son los trastornos de la personalidad y qué podemos hacer ante ellos. Así como un breve repaso de los tipos más significativos de esta psicopatología (narcisismo , personas dependientes obsesivo compulsivas, esquizoide etc...) y como podriamos diagnosticarlos según el DSM-IV-TR. (manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) 2.¿QUÉ ES UN TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD? Los trastornos de la personalidad son problemas que el sujeto posee arraigados en su carácter y que, por tanto, empieza a manifestar con claridad en su juventud o principio de la adultez. No obstante, muchas veces existen antecedentes de dichos problemas o “rasgos disfuncionales” del temperamento en la infancia. Los trastornos de la personalidad no son equivalentes a trastornos que son más bien problemas agudos, como se dice en medicina. Podemos imaginar a una persona con una grave depresión, pero que cuando se repone de ésta vuelve a ser la que era. Igualmente, podemos hacer el mismo ejercicio de imaginación con alguien adicto a sustancias, agorafóbico o hipocondríaco. La persona con trastornos de la personalidad no reacciona así, no vuelve a ser la que era porque siempre es la que es; digamos que no tiene un “postizo” que le pueda sobrevenir como una depresión o un trastorno de ansiedad, sino que desde siempre ha sido así y se ha ido haciendo así durante su vida. Esto no significa que los trastornos de la personalidad no tengan tratamiento, al contrario. Con un depresivo hay que atender la depresión, con un psicótico la psicosis; pues bien, con una persona que sufre de trastornos de la personalidad, hay que atender a su personalidad. No venimos a decir que haya que cambiar de carácter, sino que hay que convertir lo que antes eran rasgos o maneras de ser disfuncionales en funcionales. 3.TIPOS DE TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
  • 4. 3.1 EL TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD Las personas con este problema son enormemente desconfiadas, siempre piensan que los demás, incluyendo seres queridos (que cada vez son menos porque huyen despavoridos), están en su contra. Esto implica que interpreten injustificadamente ofensas, burlas, menosprecios, infidelidades, etc.: ante la duda sobre una intención ajena, un paranoide escogerá la opción más desfavorable, es decir, aquella que suponga un ataque del otro. Por ejemplo, si se le dice a una persona con este problema que lleva una camisa muy bonita, dicha persona podrá interpretar que el otro está burlándose y que en el fondo piensa que es horrorosa. Obviamente, ni el paranoide más recalcitrante lo malinterpreta todo, pero en el momento más insospechado (el entorno suele estar en tensión con estas personas porque nunca saben cuándo se va a encender la chispa), sobre todo si el estado de ánimo del sujeto es negativo, se producirá un hecho desagradable por el que el individuo saltará y su interlocutor intentará, infructuosamente, demostrar su inocencia. Como ya hemos dicho, estas personas se van quedando solas porque los demás no soportan sus continuos reproches y su hostilidad. Su desconfianza se hace muy palpable en el terreno de las relaciones de pareja, donde destacan sus celos injustificados y completamente enfermizos. Un paranoide puede acusar a su mujer de que va a cometer una infidelidad simplemente por ponerse colonia para salir a la calle. Estos individuos viven en un estado de amargura y frustración constantes, del que culpan a los demás por sus continuas agresiones -siempre según su distorsionado punto de vista-. A medida que se sienten más solos, más hostiles y huraños se tornan, con lo que se produce un círculo vicioso por el que todavía reprochan más a los otros su situación y, en consecuencia, los demás se alejan en mayor medida. No sólo los paranoides están frustrados afectivamente -sobre todo, por ser ellos tan hostiles y espantar a los demás-, sino que también sienten rabia porque les gustaría destacar, despuntar mucho por encima de la gente. Esto es debido a un proceso de desapego o desvinculación afectiva fruto de sentir a los demás como enemigos: dicho de otra forma, sería como pensar que ellos no necesitan a nadie porque valen mucho más, y que además se van a vengar de los otros por haberles perjudicado tanto. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno paranoide de la personalidad: Desconfianza y suspicacia general desde el inicio de la edad adulta, de forma que las intenciones de los demás son interpretadas como maliciosas, que aparecen en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes puntos: (1) sospechan, sin base suficiente, que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar (2) preocupación por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de los amigos y socios (3) reticencia a confiar en los demás por temor injustificado a que la información que compartan vaya a ser utilizada en su contra (4) en las observaciones o los hechos más inocentes vislumbra significados ocultos que son degradantes o amenazadores (5) alberga rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no olvida los insultos, injurias o desprecios (6) percibe ataques a su persona o a su reputación que no son aparentes para los demás y está predispuesto a reaccionar con ira o a contraatacar (7) sospecha repetida e injustificadamente que su cónyuge o su pareja le es infiel 3.2EL TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD
  • 5. Los esquizoides son individuos que viven tranquilos en su soledad, que desean fervientemente el aislamiento. No es que se hayan distanciado de los demás por timidez o por problemas para relacionarse, sino que verdaderamente no tienen interés en conocer gente, en intimar, en disfrutar de compañía. Suelen dedicarse a trabajos en los que pueden estar solos el mayor tiempo posible: por ejemplo, científicos, informáticos, bibliotecarios, etc. Estas personas, como hemos dicho, alcanzan un cierto equilibrio en la medida en que están libres de interactuar con los demás. El problema es que vivimos en una sociedad y esta manera de ser no es viable, porque siempre se necesita un mínimo trato con otros seres humanos aunque sea únicamente para desenvolverse de una manera adecuada. Por ejemplo, hace falta interactuar en la mayoría de trabajos, a la hora de hacer gestiones, para ir en medios de transporte, comprar e infinidad de situaciones que conllevan relaciones interpersonales, por superficiales que sean. En dichas situaciones es cuando el esquizoide sufre su problema -aunque él no lo califique como tal-, porque su tremenda frialdad y su desgana para interactuar son un auténtico muro en su trato con los otros, que pueden reaccionar bien con extrañeza, por considerar a estas personas raras o excéntricas, bien con comprensión o bien de una manera agresiva. En este sentido, los esquizoides generalmente han sido víctimas de abusos escolares o laborales (los famosos "bullying" y "mobbing") por estar solos y por resultar raros ante los demás, aunque los principales destinatarios de estos abusos son los individuos con trastorno de la personalidad por evitación por su timidez y sus sentimientos de inferioridad. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno esquizoide de la personalidad: Un patrón profundo de desapego social y un rango limitado de expresión emocional en situaciones interpersonales, tal como indican cuatro (o más) de los síntomas siguientes: (1) no desea ni disfruta de las relaciones íntimas, incluyendo el formar parte de una familia (2) escoge casi siempre actividades solitarias (3) muestra poco interés en tener experiencias sexuales con otra persona (4) disfruta con pocas actividades (5) es indiferente a la alabanza o a la crítica (6) muestra desapego, frialdad o embotamiento emocionales (7) carece de confidentes o amigos íntimos distintos a los miembros de su familia 3.3 EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD Estos individuos son el ejemplo perfecto de que los trastornos de la personalidad no implican necesariamente un sufrimiento personal, basta con provocarlo en el entorno. Efectivamente, los antisociales apenas sufren -sobre todo, a medida que tienen este trastorno más desarrollado, pudiendo llegar al extremo de la psicopatía-, pero son auténticos especialistas en provocar dolor, preocupaciones y padecimiento en los demás. Son sujetos que disfrutan con el sufrimiento ajeno y que se sienten más superiores y mejor consigo mismos a medida que demuestran poder ante los demás. Su desprecio hacia la sociedad es inmenso y tienen sentimientos de rencor e incluso de repugnancia hacia sus congéneres; detestan especialmente las demostraciones de afecto, la vulnerabilidad o la fragilidad. Son competitivos hasta el extremo y tienen un estilo de vida depredador, por el que el mundo es una selva en la que impera la ley del más fuerte. Estas actitudes conllevan a un comportamiento explotador, basado en aprovecharse de los demás todo lo que puedan sin sentir el más mínimo remordimiento (todo lo contrario, lo que sienten es placer). Incumplen las normas sistemáticamente y son incapaces de asumir responsabilidades, y no por falta de habilidades, sino por falta de
  • 6. voluntad. Ellos no se sienten "uno más", sino alguien que intenta vivir su vida aprovechándose de los otros, al tiempo que descarga en ellos todo el odio que llevan dentro. Obviamente, las cárceles y barrios marginales están llenas de personas antisociales, pero también hay individuos adinerados y de buena posición social que tienen rasgos antisociales aunque se hayan acostumbrado a ser "delincuentes de guante blanco". A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno antisocial de la personalidad: Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems: (1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención (2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar nombres falsos o estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer (3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro (4) irritabilidad y agresividad, tal como lo indican peleas físicas o agresiones constantes (5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás (6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas (7) falta de remordimientos, tal como lo indica la indiferencia o la justificación de haber dañado, maltratado o robado a otros 3.4 EL TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD Los narcisistas son personas que no aparecen demasiado por las consultas pero sí están bastante presentes en la vida pública, sobre todo en los medios de comunicación. Todos podremos pensar en artistas, cantantes, actores, intelectuales o presentadores de televisión, por ejemplo, a los que se les ha subido el ego en exceso. Una cosa es pensar que alguien despunta en algo concreto (por ejemplo, un futbolista en la práctica del fútbol) y otra muy diferente es deducir de este hecho que la persona ya es más importante que otras. Esta es al verdadera esencia del narcisismo: estar plenamente convencido de que uno mismo es más válido y superior que otras personas, incluso de la mayoría o de la totalidad. El narcisista no ve a nadie por encima de sí mismo, sin embargo ve a muchísimos por debajo, pero no ya en el terreno en el que despunte, sino como persona en general. Son individuos con una autoestima muy consolidada, muy sólida, en contra de lo que vulgarmente se dice. Esto no les hace mejores personas, porque a nivel interpersonal su funcionamiento es penoso. Esto no tendría por qué ser así, porque alguien puede pensar que es "el rey del mambo" pero no necesariamente ha de menospreciar a los demás; no obstante, lamentablemente es así. La cuestión es que el narcisista precisa considerarse en un plano superior a los otros porque no los soporta, porque se ha desvinculado afectivamente de ellos. No obstante, esto ya supone entrar en la dinámica de estas personas, algo que no es objetivo de esta página web. Estas personas no se contentan con su visión autosuficiente y superior de sí mismas, sino que se desenvuelven en la vida teniendo muy claras las implicaciones de su sentimiento de importancia especial. Por ejemplo, un narcisista
  • 7. no se encontrará cómodo en un medio público de transporte o utilizando la sanidad pública, porque pensará que merece siempre lo mejor (ya que es un individuo de un nivel superior a los demás). Tendrá zapatos, relojes o coches de marca, de los más caros que haya, porque son los apropiados para alguien de su estatus. Su parlamento merecerá atención especial, ya que lo que dice, a veces de manera mayestática y pedante, es poco menos que elevado y de un interés tremendo. Hablará una y otra vez de sí mismo, de sus circunstancias, de su vida y su visión de las cosas, como si fuera lo único interesante en el mundo y como si los demás estuviéramos ávidos de conocer las interioridades de su persona, sin que nos importe ninguna otra cosa más. En definitiva, los narcisistas son personas que vistas por televisión pueden hacer incluso gracia, pero tratándolas más directamente son capaces de enloquecer a cualquiera. Además de eso, son individuos muy resentidos y que adoptan una actitud vengativa hacia los demás, gustándoles sobremanera hacer sentirse mal a los otros, para así ellos alimentar su ego y su superioridad. Si piensan que alguien puede competir con ellos o hacerles sombra, experimentarán inquietud e intentarán por todos los medios minusvalorar a esa persona. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno narcisista de la personalidad: A. Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems: (1) un sentido grandioso de la propia importancia (2) preocupación por fantasías de éxito, poder, brillo, belleza o amor ideal ilimitados (3) cree que es especial y único y que sólo pueden comprenderle, o sólo debería relacionarse con, otras personas (o instituciones) especiales o de elevado estatus (4) exige una admiración excesiva (5) tiene una sensación de “estar en su derecho”, es decir, expectativas poco razonables de recibir un trato de favor especial o la anuencia automática con sus expectativas (6) tiende a la explotación interpersonal, es decir, saca provecho de los demás para lograr sus propios objetivos (7) carece de empatía, es decir, es incapaz de reconocer o identificarse con los sentimientos y las necesidades de otras personas (8) a menudo tiene envidia de los demás o cree que los demás le tienen envidia (9) presenta actitudes o conductas arrogantes o soberbias 3.5 EL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD En principio, no tiene nada que ver con el famoso trastorno obsesivo-compulsivo o "TOC"; de hecho, para evitar confusiones, en la otra clasificación de trastornos mentales que existe (la CIE-10, de la Organización Mundial de la Salud) a este problema le llaman “trastorno anancástico de la personalidad”. No obstante, sí es frecuente que en una misma persona coincidan ambos trastornos, aunque no necesario, ni mucho menos. La personalidad obsesivo-compulsiva o anancástica se distingue por su extrema rigidez, por estar continuamente sometida a horarios, planificaciones y normas no pudiendo salirse de las mismas y sintiéndose muy mal si no se adapta a ellas. Por ejemplo, la rigidez puede llegar al extremo de que si a las dos es la hora de comer y se está acabando una tarea, la persona se encontrará en un conflicto brutal entre terminar algo que ha empezado y comer a la hora correspondiente, sin poder tener la flexibilidad de comer diez minutos más tarde. Este conflicto cursará
  • 8. generalmente con miedo, sensación muy habitual en la persona con este trastorno de la personalidad por su continua autoobservación y rigidez. Asimismo, también suele tratarse de gente muy seria, que está continuamente haciendo cosas de trabajo u obligaciones. Es como si estuvieran siempre en la fase de instrucción del ejército, con un mando continuamente dándoles órdenes con el silbato en la boca. Piensan que no hay tiempo para el esparcimiento o la distracción porque es signo de vaguería e irresponsabilidad: siempre hay cosas que hacer y hay que llevarlas a cabo meticulosamente, de una determinada manera. En esta meticulosidad reflejan también la rigidez a la que nos estamos refiriendo, porque quieren hacer las cosas de una manera tan perfecta (obedeciendo a su miedo de trabajar mal o de no cumplir con las órdenes o con la propia autoexigencia) que pueden tirarse horas para algo que cuesta minutos. Por esta autoexigencia, suele tratarse de personas con un elevado sentido de la moral, de la pulcritud y de la disciplina, teniendo una gran conciencia jerárquica. Siguiendo el ejemplo del ejército que hemos puesto antes, tienen claro y bien presente que ellos están en un escalafón inferior al de sus superiores, guardándoles el debido respeto, como mandan las normas. Toda esta rigidez, exigencia y perfeccionismo se acompaña de un miedo intenso a no adecuarse a los objetivos, a las normas o a instrucciones que pueden haber recibido en la empresa, por ejemplo. Este trastorno de la personalidad no sólo coincide en ocasiones con el trastorno obsesivo-compulsivo, sino que también lo hace con la anorexia o con otros trastornos de la personalidad como el esquizotípico o el evitador. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad: Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se presenta en una serie de contextos, tal como lo indican cuatro (o más) de los siguientes síntomas: (1) preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios hasta el punto de perder de vista el objetivo principal de la actividad (2) un perfeccionismo que interfiere con la finalización de la tarea (3) dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y de las amistades (no atribuible a una necesidad económica obvia) (4) es reacio a delegar tareas o a trabajar con otros, a menos que se sometan exactamente a su forma de hacer las cosas (5) muestra rigidez y obstinación (6) inflexibilidad sobre temas de moral, ética o valores (7) incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles incluso aunque no tengan un valor sentimental (8) adopción de un estilo avaro en los gastos para sí mismo y para los demás 3.6 EL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA Problema basado en la necesidad que el sujeto tiene de otras personas en forma de “enganche” a éstas. Dicha necesidad es puramente práctica, instrumental; es decir, el sujeto se considera indefenso y poco capacitado ante la vida y precisa que los demás les saquen las castañas del fuego.
  • 9. Las personas con trastorno de la personalidad por dependencia son muy indecisas porque no saben cuándo van a meter la pata: confían muy poco en sus posibilidades y recurren siempre a los otros para preguntarles cosas, pedirles consejo o rogarles que les acompañen o que hagan gestiones por ellas, por ejemplo. Suele tratarse de gente que ha sido muy sobreprotegida desde pequeños, creando en ellos la sensación de que no saben valérselas por sí mismos, con la lógica indefensión ocasionada. No es menos cierto que la persona con dependencia se aferra cómodamente a su rol y continúa perpetuando esta sobreprotección de los demás, enganchándose a ellos para así afrontar las exigencias de la vida. En este trastorno de la personalidad aparece el miedo en forma de temor al abandono, temor a la soledad no por motivos afectivos, sino por no saber arreglárselas ante las diferentes situaciones. Para evitar este abandono, harán cualquier cosa obedeciendo a sus miedos y a su dependencia. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno de la personalidad por dependencia: Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, lo que produce un comportamiento de sumisión y apego y temores de separación, que empieza en el principio de la edad adulta y se encuentra presente en una serie de contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes síntomas: (1) le es difícil tomar decisiones cotidianas sin una cantidad exagerada de consejo y recomendaciones por parte de los demás (2) necesita que otras personas asuman la responsabilidad en las áreas más importantes de su vida (3) le es difícil expresar desacuerdo ante otras personas por temor a perder su apoyo o aprobación (nota: no se incluyen los miedos reales al castigo justo) (4) se esfuerza en exceso para obtener cuidado y apoyo por parte de los demás, hasta el punto de hacer voluntariamente cosas que le desagradan (5) se siente incómodo e indefenso cuando está solo, debido a temores exagerados a ser incapaz de cuidar de sí mismo (6) está preocupado de forma poco realista por el temor de que le abandonen y tenga que cuidar de sí mismo (7) busca urgentemente otra relación como fuente de cuidado y apoyo cuando termina una relación íntima (8) le es difícil iniciar proyectos o hacer cosas por propia iniciativa (debido a una falta de confianza en sus propios juicios o capacidades en vez de a una falta de motivación o energía). 3.7 EL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR EVITACIÓN Es un trastorno caracterizado por una “fobia social” crónica y generalizada que se experimenta en la gran mayoría de situaciones con otras personas, y mucho más si no se tiene la suficiente confianza con ellas. Además, como en cualquier otro trastorno de la personalidad, este problema tiene que surgir desde casi siempre, especialmente desde la juventud o el principio de la edad adulta. Los miedos que aparecen en este problema son de tipo interpersonal, de manera que a la gente se la considera peligrosa, ofensiva, rechazante y devaluadora, continuamente pendiente de uno mismo para detectar posibles fallos o meteduras de pata. Por esta forma de concebir a los demás, el individuo evitador está en una situación de alarma constante, temeroso cuando
  • 10. está en presencia de los otros y relajado cuando está solo, aunque esté triste por sentirse aislado, frustrado afectivamente. Esta sensación de alarma deriva en una ansiedad social que se nota por el comportamiento inhibido de estas personas, como si se intentaran esconder cuando están con otras o incluso en plena conversación. No mantienen la mirada, contestan con monosílabos, prefieren escuchar a hablar, se muestran incómodos, etc.: son individuos que temen las interacciones porque consideran a los demás superiores y a ellos mismos como inferiores, como si no tuvieran suficiente valor o nivel como para tratar con el otro. Por esta sensación arraigada, piensan que los demás pueden notar su supuesta inferioridad o incluso burlarse u ofender de alguna manera. El evitador también le tiene un miedo atroz no sólo a la burla o a la ofensa, sino al rechazo. Su sentimiento de inferioridad se basa en que no gusta a los demás, por lo que todavía se pone más nervioso y, en consecuencia, el círculo vicioso se consolida en tanto una persona insegura y nerviosa no muestra autoconfianza y, en consecuencia, no resulta atractiva ante los demás. Las reacciones lógicas de aislamiento de los demás (de ahí la denominación del trastorno) tranquilizan a corto plazo pero mantienen el problema, en tanto los otros comienzan a considerar al individuo como raro o extraño mientras éste se autoconvence de lo poco que vale. A veces, pueden dar la sensación de que "pasan" de los demás, cuando lo que ocurre simplemente es que están aterrorizados. Como es lógico, estas personas tienen pocos amigos costándoles un mundo coger confianza con la gente. Sólo con muchas precauciones y comprobaciones estarán convencidos de que la otra persona no es hostil y que les acepta, pudiendo disminuir entonces su ansiedad, que no su sentimiento de inferioridad. Ni qué decir tiene que les costará un mundo actuar en público con exposiciones en clase, hablar frente a un auditorio, etc. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno de la personalidad por evitación: A. Un patrón general de inhibición social, sentimientos de inadecuación y una hipersensibilidad a la evaluación negativa, que comienzan al principio de la edad adulta y se presenta en una serie de contextos, tal como lo indican cuatro (o más) de los siguientes síntomas: (1) evita trabajos o actividades que impliquen un contacto interpersonal importante debido al miedo a las críticas, la desaprobación o el rechazo (2) es reacio a implicarse con la gente si no está seguro de que les va a caer bien (3) está preocupado por la posibilidad de ser criticado o rechazado en las situaciones sociales (4) se ve a sí mismo socialmente inepto, personalmente poco interesante o inferior a los demás (5) es extremadamente reacio a correr riesgos personales o a implicarse en actividades debido a que pueden resultar comprometedoras
  • 11. (6) demuestra represión en las relaciones íntimas debido al miedo a ser avergonzado o ridiculizado (7) está inhibido en las situaciones interpersonales nuevas a causa de sentimientos de inadecuación 3.8 EL TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD La gran finalidad de una persona histriónica es no pasar inadvertida, causar sensación allá por donde vaya. Depende en exceso de experimentar la vivencia de ser importante, pareciendo entonces que pueda tener una sólida autoestima, aunque esto no es así en tanto necesita reafirmarla con sus demandas constantes de atención. Es como los niños que se portan mal o que hacen "actuaciones" cantando o bailando con el único fin de atraer la atención de los adultos. Efectivamente, los histriónicos están obsesionados con llamar la atención, hasta el punto de que se encuentran aburridos cuando están solos y desmoralizados si no consiguen atraer el interés de los demás. Obviamente, están curtidos en estas artes y se las saben arreglar para provocar y conseguir sus intenciones: o bien buscan deliberadamente llamar la atención con sus gestos y forma de vestir inapropiada o seductora, o bien se muestran exagerados en su forma de hablar o en sus historias. Son expertos en la teatralidad, en la manera de convertir un hecho trivial en un acontecimiento enormemente relevante con sus tergiversaciones. "Inflan" las historias para así ganarse la atención de los demás, imprimiendo también entonaciones teatrales y una manera de relatar los hechos muy afectada. Como es lógico, la vida cotidiana de por sí no tiene los suficientes elementos como para llamar la atención de los interlocutores, por lo que el histriónico se ve obligado a distorsionar las cosas bien en su contenido o bien en la forma de relatarlas. Estos deseos de ser siempre el centro de interés, como si estuvieran en un gran escenario a oscuras con un foco iluminándoles, obedece a un temperamento muy extravertido, exageradamente sociable, con el que intentan satisfacer necesidades afectivas muy arraigadas. Atraer la atención de los demás les da una "vidilla" que les hace sentirse importantes, porque no sólo quieren ganarse a los otros para que se fijen en ellos, sino que también utilizan sus recursos para inflar su autoestima, de manera que pueden hacer creer a los demás que han hecho cosas meritorias o que conocen a personas famosas, por ejemplo. Igualmente, una forma de garantizarse el interés de los demás puede ser, en ocasiones, siendo un auténtico "camaleón", es decir, siendo de diferentes maneras según las personas con las que se interactúe. Por ejemplo, con un aficionado a la música clásica, el histriónico puede mostrarse un apasionado de la ópera e incluso comprarse algún disco para escucharlo en casa; cuando hable con alguien que le gusta el vino hará creer que también es un aficionado a la enología, etc. Esta tendencia "camaleónica" para ser el foco de interés y ganarse a los demás puede llegar al extremo de que la persona ya no sepa claramente cómo es y qué gustos tiene, porque están supeditados a los de los demás; es decir, los histriónicos son individuos egocéntricos e incluso ególatras, pero que esconden también grandes inseguridades y que no tienen su autoestima consolidada, firme. La necesidad afectiva y de atención que tiene el histriónico oculta también un gran egoísmo en los casos más importantes. Al histriónico, normalmente, sólo le importa él y está preocupado por sí mismo. Es muy sociable y le encanta estar rodeado de gente, pero para ser el centro de interés y despreocupándose de la vida de los demás. Si alguien está atravesando un mal momento no tiene gran importancia, salvo que pueda actuar haciéndose "el imprescindible" con esa persona. Suele ser también envidioso con aquellos que intentan eclipsarle y competir con él en su búsqueda de atención.
  • 12. Estas personas utilizan el sexo y el atractivo físico para atraer la atención de los demás, sobre todo de la gente del sexo opuesto (en caso de que el histriónico sea heterosexual, algo que no tiene por qué ser así como muchas veces vemos en la televisión). Se creen las personas más atractivas del mundo y no tienen reparos en ser provocativos e incluso inapropiados, pensando que los demás, realmente, están locos de deseo hacia ellas, cuando esto no tiene por qué ser así. A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno histriónico de la personalidad: A. Un patrón general de excesiva emotividad y búsqueda de atención que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems: (1) expresa las emociones de manera teatral, exagerada y como si estuviera representando una escena (2) es sugestionable, es decir, es fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias (3) manifiesta una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante (4) está incómodo en situaciones en las que no es el centro de la atención (5) la interacción con los demás se caracteriza a menudo por conductas sexualmente seductoras o provocativas de forma inapropiada (6) utiliza constantemente la apariencia física para llamar la atención (7) el estilo del habla es excesivamente impresionista y no incluye detalles (8) considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD El tratamiento de estas patologías es enormemente largo y complejo, pero es imprescindible para mejorar la calidad de vida del sujeto. Más que hablar de "curación", al ser problemas arraigados en la personalidad cabría hablar de mejora o de una mayor adaptación a los demás y a las exigencias cotidianas, objetivo que es posible siempre con un buen profesional y con la adecuada motivación en la terapia. En este sentido, siempre que el individuo confía en el terapeuta y se muestra convencido y dispuesto a trabajar para mejorar, se consiguen resultados desde aceptables hasta extraordinariamente positivos. No obstante, cuando el sujeto no está por la labor de intentar cambiar y no muestra el suficiente interés, acudiendo a las sesiones por pura inercia o esperando una especie de "milagro", todo se hace mucho más difícil. El principal tratamiento de estos problemas es el psicológico, la psicoterapia. Esto es completamente normal ya que lo afectado es la personalidad en sí, por lo que se requiere un profundo análisis del individuo, de su forma de proceder, de relacionarse con los demás y consigo mismo, de su manera de pensar, etc. Una vez realizado este análisis, habrá que establecer una serie de objetivos de conformidad con el paciente, objetivos que realmente configurarán un "cambio de chip", una forma de comportarse distinta a la habitual que estaba trayendo problemas. Esto no significa que haya que cambiar de personalidad porque el sujeto siempre va a ser el mismo, sólo mejorará en aquellas cosas con las que tampoco tiene por qué identificarse. Por ejemplo, el individuo tímido tendrá que combatir contra su timidez, y el suspicaz contra su desconfianza.
  • 13. No es preciso que las sesiones de terapia se centren en el pasado, aunque sí es positivo en nuestra experiencia dedicar algún tiempo a estas cuestiones, siempre con ánimo de comprender mejor al paciente y de aprender de los errores. En todo caso, la práctica totalidad de un tratamiento psicoterapéutico, desde nuestro punto de vista, se centrará en el presente. Los fármacos son una ayuda interesante en algunos casos, pero lamentablemente su eficacia es más bien modesta. Sirven como un "alivio sintomático" (por ejemplo, para los síntomas de ansiedad, depresión, impulsividad...) pero realmente, como no puede ser de otra forma, no afectan a la personalidad. No existen pastillas para la suspicacia, la timidez, la necesidad afectiva, la baja autoestima, los sentimientos de inferioridad, etc. En cualquier caso, será el psiquiatra el encargado del tratamiento farmacológico de estas personas 5. Conclusión Con respecto a los trastornos de la personalidad encontramos que estos son mas frecuentes en la población de lo que se creen, ya que estos se presentan sin mostrar demasiado evidencia como en los demás casos de problemas psicológicos. En todo caso, a efectos de que exista una mayor información sobre estas patologías y de que el individuo pueda dirigirse a un profesional para confirmar sus propias hipótesis, en este trabajo podemos encontrar una amplia información de estas patologias, su diagnóstico y su tratamiento. A lo largo de muchas décadas, aquellos involucrados en el terreno de la salud mental han tratado de dar respuesta a preguntas tan sencillas como, donde se traza la línea imaginaria entre una personalidad sana o funcional o una personalidad enferma o disfuncional. La observación de la estimación de la frecuencia de estos trastornos en nuestra comunidad indica un grave problema de salud en términos absolutos, probablemente mayor del que se creía, pero de magnitud similar al descrito en otras poblaciones de características parecidas. Podemos apreciar que el trastorno más común en la sociedad es el obsesivo (39 de cada 100 trastornos), mientras que el porcentaje inferior es para los trastornos antisociales. (2.4 de cada 100)
  • 14. ( Fuente: Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna) 6. OPINIÓN PERSONAL Personalmente me ha gustado hacer el trabajo, escogí este ya que me pareció interesante el tema, no esperaba que hubiece tantos tipos de trastornos de la personalidad ni que su diagnóstico estuviera tan elaborado. He aprendido a diferencia un tipo de otro y a ser capaz de distinguirlos, ya que antes no podía encontrar las diferencias entre el obsesivo- compulsivo y el trastorno dependiente por poner un ejemplo. También llego a la conclusión de que no es sencillo llegar a un diagnóstico óptimo, ya que cada persona es un mundo y no todo los casos son iguales. Para acabar , añado que la gráfica me ha sorprendido, no esperaba que un número tan alto de trastornos fueran obsesivos. Bibliografía DSM-IV-TR. (manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales)