• La liebre y la tortuga: Una liebre presumida se burlaba de una tortuga por ser tan lenta
y torpe. La tortuga se cansó de sus burlas y le propuso una carrera para ver quién era
más rápida. La liebre aceptó el reto confiada en su velocidad y se burló aún más de la
tortuga. El día de la carrera, la liebre salió disparada dejando atrás a la tortuga. Pero al
ver que la tortuga estaba muy lejos, pensó que tenía tiempo de sobra para ganar y
decidió descansar un rato bajo un árbol. Se quedó dormida sin darse cuenta del tiempo
que pasaba. La tortuga siguió avanzando con paso firme y constante sin detenerse ni
distraerse. Al llegar al árbol donde estaba la liebre, la vio dormida y siguió su camino
sin hacer ruido. Cuando la liebre se despertó, vio que el sol estaba ya muy bajo y se dio
cuenta de que había perdido mucho tiempo. Se levantó rápidamente y corrió hacia la
meta con todas sus fuerzas. Pero cuando llegó, vio que la tortuga ya estaba allí
esperándola con una sonrisa triunfal. La liebre se quedó avergonzada y reconoció que
había subestimado a la tortuga. La enseñanza de este cuento es que no hay que ser
orgullosos ni despreciar a los demás por sus apariencias o capacidades, pues
podemos llevarnos una sorpresa.