Este documento clasifica la arquitectura romana en tres categorías: arquitectura religiosa, caracterizada por templos en podios con escalinatas frontales que contenían altares con efigies divinas; arquitectura civil, que incluía edificios públicos como termas y tiendas; y arquitectura militar, representada por monumentos a emperadores y triunfos que destacaban retratos en cera y mosaicos compuestos de piedras de colores.