Lucien Clergue dice: «Don Pablo». A veces, «Picasso». Pero sobre todo: «Don Pablo». Habla en un español de casi la Provenza, quizá de la Camarga. Es un francés de Arlés, nacido en 1947, que por un abracadabra inesperado llegó a la fotografía «empujado por la pasión y por las palabras de Picasso». Hasta ese momento, cuando tenía 19 años, Clergue no sabía que la vida iba a ser mejor detrás del visor. Una tarde de toros en Nimes, un artista español y unas fotos amateur de animales muertos en la calle y de niños vestidos de arlequines fueron los ángulos necesarios para cuadrarle el destino.