El documento presenta una exposición en el Museo de Cáceres titulada "Escrito en el tiempo" que muestra objetos de la colección con escrituras. La exposición destaca el valor añadido que la escritura proporciona a los objetos y cómo permite conocer más sobre quienes los fabricaron o usaron en el pasado. La escritura existe de varias formas incluso antes de los sistemas de escritura a través de dibujos y marcas cuyo significado a veces se desconoce.
5. Escrito
en el
tiempo
Escritura y escrituras
en la colección
del Museo de Cáceres
Museo de Cáceres
Mayo – Octubre de 2011
6.
7. Afortunadamente, uno de los aspectos característicos de los museos extremeños es
la gran riqueza de sus colecciones; la visita a estas instituciones nos permite formarnos
una idea bastante aproximada del devenir histórico y cultural, y de las aportaciones
artísticas de nuestra región a lo largo del tiempo y hasta el presente. Gracias al trabajo de
varias generaciones de investigadores y museólogos que velaron y velan por el
engrandecimiento de los museos, es fácil encontrar en sus salas y almacenes una enorme
cantidad y variedad de objetos que encierran gran interés desde el punto de vista de la
información que nos aportan. Estas piezas no siempre pueden formar parte de la oferta
permanente de los museos extremeños debido a que éstos, como sucede en museos e
instituciones de todo el mundo, disponen de un espacio concreto y un discurso
museológico que normalmente impide mostrar la totalidad de la colección.
Para superar esas limitaciones, los museos acostumbran a llevar a cabo acciones que
les permitan dar a conocer esos objetos interesantes pero menos expuestos a la vista del
público. El Museo de Cáceres, por ejemplo, lleva catorce años mostrando estas piezas a
través de su sección titulada La pieza del mes, al mismo tiempo que ha publicado varios
catálogos de sus colecciones, como la epigrafía romana y cristiana, los candiles, las
estampas, el conjunto orientalizante de Talavera la Vieja y otros, y por otro lado
acostumbra a ceder en préstamo objetos de su colección que son demandados por otras
entidades museísticas para exposiciones temporales de todo tipo. Pero no cabe duda de
que las muestras temporales organizadas por el propio museo son el mejor medio para que
el público y los investigadores conozcan estas piezas que en general se conservan en las
salas de reserva en unas condiciones que, ya es hora de decirlo para superar ideas
preconcebidas, responden a los mejores patrones de seguridad, conservación y cuidados
por parte del personal técnico de los centros.
Por todo lo dicho, la iniciativa de ofrecer una interesante exposición temporal
formada mayoritariamente por objetos que habitualmente no están en ese selecto grupo
de la exposición permanente, es y debe ser algo habitual en cualquier museo. En esta
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8. ocasión, el Museo de Cáceres ha llevado a la práctica esta idea partiendo de una reflexión
acerca del valor de la escritura de todo tipo que puede encontrarse sobre multitud de
piezas de su colección, algo que por otra parte sucede seguramente en otros museos, pero
sobre lo que habitualmente no nos detenemos a pensar. Los textos plasmados sobre los
objetos del museo enriquecen sin duda la información que sobre ellos podemos tener, nos
cuentan algo sobre esas piezas, pueden decirnos cuándo se hicieron, quién las hizo o
encargó, a quién pertenecieron, dónde se fabricaron, incluso pueden transmitirnos un
mensaje o un consejo útil para nuestra propia vida, cientos de años después de haber sido
escritos.
La exposición Escrito en el tiempo, trata, pues, de mostrar a los usuarios del museo
una parte fundamental de nuestro Patrimonio cultural, poniendo en valor piezas menos
conocidas de la colección del Museo de Cáceres y haciéndolo de una manera coherente,
ofreciendo una visión nueva y original sobre el valor de ese patrimonio y de los textos
escritos que contiene. Sin duda es una propuesta que va a interesar a muchas personas,
porque a través de ella sabrán más sobre las ideas, pensamientos, necesidades y
aspiraciones de quienes nos precedieron en el tiempo, y seguramente comprenderán mejor
cómo es y hacia dónde camina el mundo en que vivimos.
Dí Garcí
Esperanza Dí az Garcí a
Directora General de Patrimonio Cultural
de la Junta de Extremadura
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9. Escrito en el tiempo
Los objetos que se conservan en los museos son el reflejo de lo que cada sociedad
considera que es su patrimonio cultural, y en un cierto sentido tales objetos encarnan lo
que podríamos llamar memoria histórica colectiva. Es decir, la sociedad se ve reflejada en
los objetos custodiados por los museos, ve en ellos el remanente físico de un pasado, de
una memoria como grupo que, lógicamente, es selectiva; ésta, la de la memoria selectiva,
es la razón última de que existan más museos de Bellas Artes o relacionados con la
agricultura y ganadería tradicionales, que, por ejemplo, museos sobre la esclavitud o los
movimientos migratorios.
Los objetos de los museos son, pues, el eslabón que une materialmente a la
generación actual, y esperamos que a las futuras, con los antepasados, los que ya no están.
Cuando nos encontramos ante una azuela de piedra pulimentada neolítica, o ante un
candil artesanal de chapa de hierro, hemos de pensar que esos mismos objetos fueron
fabricados y utilizados por personas como nosotros, diez o cien generaciones atrás; esas
personas ya desaparecieron y generalmente no ha quedado más recuerdo de ellas que los
artefactos, éstos son el vínculo físico que nos une a ellas, son la herencia que nos han
dejado a todos, de ahí que les demos tanto valor como para conservarlos en los llamados
templos de las musas custodiados y expuestos para su disfrute colectivo.
Ahora bien, numerosas sociedades humanas han incorporado a su corpus cultural la
técnica de la escritura, lo que nos da múltiples posibilidades, entre ellas quizá la más
importante es la de fijar la memoria, dejar un recuerdo duradero de las personas y los
hechos capaz de traspasar cientos de generaciones. La escritura, como vamos a ver, puede
adquirir diferentes formas, realizarse con distintas herramientas y sobre variados soportes,
pero el formato que históricamente ha adquirido una mayor importancia es el
documento, sobre un soporte convencional (arcilla, papiro, pergamino, papel, magnético)
y presentado de diferentes modos (tablillas, rollos, legajos, libros, digital); sin embargo, a
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10. veces encontramos la escritura, como expresión de esa voluntad de perpetuarse, sobre los
objetos mismos, como añadiendo a éstos una información que, por un lado, los
individualiza sobre el resto de objetos similares, y por otro los enriquece con un
testimonio exclusivo del que los demás carecen y que para nosotros a menudo resulta
precioso.
Esta circunstancia, la de los textos de todo tipo visibles sobre objetos que forman
parte de la colección del Museo de Cáceres, como por otra parte sucede en museos de
todo el mundo, es la que nos llevó a reflexionar sobre el valor de tales textos y sobre el
interés que ahora tienen para que podamos saber más sobre esas piezas y, especialmente,
sobre quienes las fabricaron o utilizaron y sobre lo que pensaban aquellas personas. El
conocido aforismo -discutible, por otro lado- según el cual una imagen vale más que mil
palabras, podría parafrasearse diciendo que una imagen, con una sola palabra, ya vale mil
veces más que sin ella. En esta exposición tratamos de mostrar esa realidad a través de
objetos de nuestra colección que, salvo escasas excepciones que se muestran ahora desde
una nueva óptica, suelen estar fuera de la vista del público al no formar parte de la
exposición permanente, e intentamos hacerlo explicando los diferentes valores que la
escritura tiene en sus variadas formas y condiciones incluso desde antes de su propia
existencia.
El título de la exposición, Escrito en el tiempo, hace referencia precisamente al valor
añadido que la escritura supone sobre la materialidad de un objeto a través del tiempo en
un espacio delimitado que son nuestras colecciones. Quienes dejaron sobre estas piezas los
testimonios escritos que vamos a ver, en realidad estaban escribiendo en el tiempo,
superando la dimensión temporal para fijar la memoria de su existencia muchos años, o
siglos, después de su desaparición física. Ese es el viaje que proponemos.
Escritura sin escritura
En cualquier grupo, todo el comportamiento social y el desempeño de las personas
en la comunidad depende de la comprensión de los signos de todo tipo; ésta es
fundamental para una participación efectiva en toda sociedad, no sólo humana. Las
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11. hormigas, las abejas, los chimpancés o los perros de las praderas, y por supuesto los
humanos, emplean signos cuya interpretación es esencial para la supervivencia y el
desarrollo de la sociedad; la especie humana incorporó además el lenguaje, algo universal
en todas las culturas, que ha convivido siempre con signos de otro tipo, como el llamado
lenguaje corporal, como herramienta útil y decisiva para el intercambio de información.
Prácticamente tan común como el lenguaje es el dibujo, una forma de representar
la realidad y por tanto de transmitir una información. La habilidad de dibujar revela
también la capacidad de representar mentalmente una situación y la facultad de plasmarla
convencionalmente en dos dimensiones; un dibujo puede servir para contar una historia o
para describir una experiencia o un acontecimiento, pero lo que le separa de la escritura es
que no está ligado directamente a las palabras del lenguaje hablado. Una palabra escrita
sólo puede leerse de una forma, aunque pueda tener varios significados, pero un dibujo
descriptivo puede ser interpretado y explicado de diferentes formas habladas.
Muchos estudiosos han
observado que ciertos
sistemas de escritura se
originaron en el dibujo; de
hecho, el mecanismo inicial
de algunos de los sistemas
más antiguos parece que
consiste en la representación
de determinados objetos en
imágenes dibujadas;
convertidos en pictogramas,
Mano en negativo de la cueva de Maltravieso (Cáceres)
estos dibujos fueron
adquiriendo la condición de símbolo y asociándose a conceptos o ideas más abstractas que
no necesariamente tenían que ver con el objeto representado. Sin embargo, existen
manifestaciones gráficas anteriores a la irrupción de los sistemas de escritura, o a su
llegada a nuestro entorno geográfico, cuyo valor y significado todavía se nos escapa en
gran medida; los investigadores aún discuten sobre, por ejemplo, el significado del arte
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12. rupestre, tanto del Paleolítico como del esquemático de etapas posteriores en las que
incluso ya se conocía la escritura en otras latitudes. En la cueva de Maltravieso, los paneles
con manos impresas en negativo en rojo y blanco, o con puntos y trazos en negro, tienen
un significado que sólo podemos suponer, tal vez relacionado con algún ritual mágico,
con la creencia en el más allá, o quizá simplemente con la voluntad del artista paleolítico
de dejar huella de su paso por el mundo.
Otro caso de dibujos cuyo significado desconocemos son las representaciones que
encontramos sobre estelas pétreas, ya sean antropomorfas, diademadas o de guerrero
desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro. En ellas aparecen a menudo figuras
humanas, algunas claramente femeninas, y otras representando guerreros con su panoplia
de armas e incluso carros de caballos; no sabemos si se trata de la imagen de personas y
objetos plasmada con una finalidad funeraria o como instrumento de delimitación de un
territorio, como creen los investigadores; en todo caso, estas representaciones responden a
un código que desconocemos.
Estos dos casos son ejemplos de dibujos que sin duda expresan algo, pero lo hacen
de una manera ininteligible para nosotros, porque carecemos del código necesario para
descifrar esos signos; ¿se trata de una especie de escritura, en el sentido de signos trazados
para emitir un mensaje, sin escritura, en el sentido de representación gráfica del lenguaje
hablado?
Hace ya tiempo que los antropólogos han señalado que diferentes signos utilizados
en algunas sociedades podían ser señales mnemotécnicas, marcas hechas para denotar la
posesión de un objeto o la delimitación de un territorio, al estilo de las estelas de guerrero
o las llamadas tablas de Tartaria. Esto, unido a la evidencia de que todas las culturas se
han valido de algún medio de comunicación gráfica, como hemos visto ya desde el
Paleolítico, ha hecho que cada vez tenga menos sentido la barrera conceptual que se había
trazado entre las sociedades dotadas de escritura y las llamadas “sociedades ágrafas”, con
toda la serie de ideas connotativas que acompañaban a la ausencia de escritura como signo
de un mayor atraso cultural o de un sistema cultural degradado.
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13. Escrituras
Lo más probable es que la escritura surgiera de la necesidad de plasmar de alguna
manera la contabilidad de las operaciones comerciales y económicas en Mesopotamia,
primero en unas fichas de arcilla que representaban los bienes negociados, y más adelante
en una primera escritura protocuneiforme, que a finales del IV milenio a. C. ya se había
convertido en el cuneiforme que conocemos como la escritura más antigua del mundo,
una manifestación ideográfica de realidades concretas reproducidas por medio de
pictogramas, que terminarían por representar conceptos o ideas abstractas a través de
dibujos simbólicos.
A partir de esa primera invención, encontramos una evolución y difusión de los
sistemas de escritura antiguos al mismo tiempo que, por lo menos, otra invención
independiente en América. Hacia el 3100 a. C. aparecen los jeroglíficos arcaicos egipcios,
y medio siglo después la escritura del Valle del Indo, de carácter todavía discutido; a
principios o mediados del II milenio a. C. se desarrolla en la isla de Creta una escritura
jeroglífica, de la que derivarían la escritura Lineal A y Lineal B. En China, las primeras
muestras de escritura son de hacia el 1600 a. C., pero sobre todo la irrupción del sistema
se encuentra en la Dinastía Shang sin que esté claro si es invención propia e
independiente del Próximo Oriente o hay una cierta difusión expresada en una grafía
totalmente distinta.
Más tarde, hacia el siglo III a. C. y de manera completamente independiente, la
escritura fue inventada por los mayas en América Central, influyendo probablemente en
el sistema adoptado por los aztecas, aunque ninguna de las dos dio lugar a una forma
moderna de escritura.
En la mayoría de las sociedades que se iban dotando de escritura, el sistema
resultaba muy complejo para el común de la población, su aprendizaje requería un
conocimiento elevado y se consideraba apto sólo para una minoría, que se preocupaba de
detentar el control y convertirse en una casta que poseía y transmitía el saber sólo a los
elegidos, incluso se prohibía el aprendizaje para los no iniciados en este sistema para
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14. mantener su contenido mágico-religioso. La gran aportación fue conseguir, con un
símbolo gráfico convencional, la representación del sonido de una palabra; de ese modo se
superaba una escritura que representaba objetos o ideas utilizando figuras, para que los
signos representasen las palabras tal como eran pronunciadas. A partir de ahí, los signos
son capaces de plasmar ideas abstractas, acciones o verbos, y mediante el uso de palabras
monosilábicas pasan a representar sílabas; algunos sistemas primitivos eran también
silabarios, los símbolos representaban sílabas en vez de palabras, al igual que aún sucede
en algunos grupos de la India o entre los japoneses.
La creación del alfabeto fue una verdadera revolución, al conseguir reducir el
número de signos a menos de treinta y permitir un aprendizaje rápido y más sencillo,
combinando los signos para reflejar los sonidos que forman las palabras. Hacia el 1400 a.
C. se encuentra ya el alfabeto protocananeo, y en torno al siglo XI a. C. aparecen
inscripciones fenicias correspondientes a una escritura que ya era horizontal de derecha a
izquierda; cada letra tenía su posición en un alfabeto de veintidós letras. Sin duda estos
sistemas surgen, se desarrollan y se difunden en el contexto de las actividades comerciales
de estos pueblos en Asia y el Mediterráneo; al principio, los alfabetos semíticos sólo
reflejan sonidos consonánticos, habrá que esperar al alfabeto griego para encontrar uno
completo como hoy lo conocemos.
En efecto, en el siglo VIII a. C. los griegos se habían apropiado del alfabeto fenicio,
seguramente a través de las relaciones comerciales existentes, introduciendo importantes
cambios, especialmente la invención de los símbolos de las vocales. La expansión del
alfabeto fue muy rápida en todos los ámbitos de la vida, se desarrolló la literatura y se
extendió la alfabetización a capas más amplias de la población. A través de los griegos, el
alfabeto se extiende por Europa, hacia occidente y hacia el interior del continente; en un
largo proceso de varios siglos de duración fue adoptado y adaptado por los romanos y los
pueblos de lengua germánica; los eslavos incorporan también la escritura cirílica, que
parece derivar del griego bizantino.
En la Península Ibérica, la llegada de los fenicios dio probablemente lugar a una
versión autóctona de escritura que se documenta en el cuadrante suroeste peninsular, la
12
15. llamada escritura del suroeste
que viene fechándose entre
los siglos VIII y VII a. C., la
cual pudo haber
evolucionado y, a través del
contacto con la escritura de
los griegos también
presentes en la península,
dar como resultado la
escritura ibérica, que sería
sustituida por la latina hacia
el siglo I a. C. Inscripción de escritura del suroeste en la estela de Cabezo de
Almoroquí (Madroñera). Museo de Cáceres
El alfabeto latino
deriva del griego, probablemente a través de las colonias de la Magna Grecia, de donde
sería adoptado por los etruscos; éstos tenían fluidas relaciones comerciales con los griegos
hacia el siglo VII a. C., y seguramente de las ciudades de Caere y Veies pasó a los latinos y
a otros grupos itálicos. En Roma, el alfabeto se normaliza, y de ahí se expande por toda la
península y, posteriormente, por el Occidente europeo; con el tiempo llega a ser la forma
universal de escritura en todo el mundo occidental, sirviendo de base para la escritura de
las lenguas romances y las anglosajonas.
Mientras el alfabeto griego, y después el latino, se extendía por Occidente, se dio
un proceso similar de expansión de la escritura por el Próximo Oriente, donde los
sistemas indios beben de la fuente semítica. Igualmente, la escritura fenicia está en el
origen de la nabatea, que hacia el siglo IV d. C. da lugar a la actual escritura árabe, que
tiene en común con los sistemas semíticos la ausencia de signos para las vocales. Así pues,
puede decirse que la práctica totalidad de los sistemas de escritura actuales deriva en
última instancia de las escrituras semíticas o de la antigua escritura china.
Soportes para la escritura
Desde el inicio de la escritura, las personas han utilizado una enorme variedad de
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16. soportes y técnicas para realizarla, prácticamente cualquier material, orgánico o
inorgánico, duro o blando, ha sido usado para soportar textos escritos, dando lugar a
numerosas técnicas y herramientas para escribir. Pero además, la propia evolución de la
escritura está relacionada con los materiales en que se aplica; ya sabemos que el tipo de
letra que se usa en una inscripción en piedra no es el mismo que la cursiva de un
documento escrito con tinta sobre papel, y esto es así desde las primeras muestras de
escritura.
Los investigadores suelen distinguir dos procedimientos básicos de escritura
atendiendo a la forma de aplicarla, incisión o inscripción, y trazado. La incisión se aplica
grabando o haciendo un trazo con punzón, cincel o buril; el trazado utiliza la tinta o la
pintura aplicadas mediante pinceles, lápiz, pluma, bolígrafo, impresión, etc. también hay
distintas posibilidades formales como el dibujo, la pintura, la caligrafía o la impresión.
Los textos impresos, que encontramos desde la invención de la imprenta en el siglo XV, y
los mecanografiados, suelen englobarse en este segundo grupo, y lo mismo sucede con los
textos digitales sobre soportes magnéticos u ópticos.
Las escrituras más antiguas que se conocen fueron incisas sobre arcilla, algo
propiciado por la invención de la alfarería; se trataba de placas sobre las que se marcaban
caracteres con punzones de madera, asta o metal, y que eran almacenadas generando las
primeras bibliotecas. Con posterioridad, la cerámica ha seguido siendo un soporte idóneo
para la escritura, no sólo incisa; la firma de Sófilos aparece pintada en los vasos de figuras
negras que creó entre el 580 y el 570 a. C., y a partir de ahí numerosos artistas a lo largo
de la Historia firman sus piezas, y la superficie de los vasos se utiliza para agregar textos de
todo tipo pintados, incisos, o incluso formados por pequeñas piedras como sucede en la
cerámica enchinada extremeña.
Los materiales orgánicos son sin duda los más utilizados a lo largo del tiempo para
escribir; la madera ya la usaban los sumerios, y en Egipto su uso competía con ventaja con
el conocido papiro, ya que era más barata y fácil de preparar; los griegos y romanos la
convirtieron en uno de los soportes de escritura por excelencia. Generalmente, la madera
ha sido preparada para recibir la escritura, bien con una capa de cera o bien de estuco o
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17. yeso, pero posteriormente ha sido fácil encontrar instrumentos de todo tipo hechos en
madera con una gran variedad de inscripciones, que suelen hacerse por incisión o
pirograbado.
La cera ha sido siempre un material fácil de trabajar y de borrar, siendo muy
utilizada para la escritura en forma de capa aplicada sobre tablillas de madera que se
encuadernaban en dípticos, trípticos o polípticos que se conservaban en los tablinia o
archivos; también de cera son numerosos sellos de documentos de época medieval. Otros
materiales orgánicos que se han utilizado con profusión son el bambú, el corcho y cortezas
de otros árboles, los caparazones de tortuga, el asta de bóvido, el marfil, la lana y el lino y,
por supuesto, el papiro, el pergamino y el papel, verdaderos soportes de la mayor parte de
las bibliotecas del mundo desde los egipcios hasta el presente. El papiro fue comenzado a
elaborar en el antiguo Egipto a partir del tallo de una planta acuática, mientras que el
pergamino empezó a fabricarse hacia el 1500 a. C. con piel ovicaprina y posteriormente
bovina; el papel, por su parte, aparece en China antes del cambio de era, y de allí se
expande a Japón, Asia Central y, por medio del mundo islámico, a España y resto de
Europa. Originalmente, el papel se elaboraba con residuos de seda, paja de arroz, cáñamo
o algodón; en Europa se fabricó tradicionalmente con lino, fibras procedentes de trapos
viejos, y posteriormente fibras vegetales ricas en celulosa.
En cuanto a los materiales inorgánicos, la piedra de distintos tipos es el más
frecuente, y además duradero; no necesita preparación aunque no es fácil de inscribir. Es
el soporte por excelencia de la epigrafía desde la Grecia clásica, y el más apto para
inscripciones votivas, funerarias, triunfales, legislativas, etc. hasta el presente, siendo
necesario destacar su uso en la epigrafía romana, presente en todo el Imperio y por lo
tanto también en la colección de nuestro Museo. En general, el granito ha sido la piedra
más usada, siempre a cincel, pero también encontramos inscripciones en pizarra tanto
epigráficas como las conocidas placas de época visigoda conteniendo cuentas y mensajes
de distintos tipos, y, sobre todo, en mármol, la piedra más apreciada por su brillo y
belleza.
No cabe duda de que el rey de los metales aptos para la escritura es el bronce; la
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18. dificultad para grabarlo, y por tanto para modificar o alterar el texto, y su menor
fragilidad con respecto al mármol, es sin duda la razón de que se eligiera para contener
documentos de valor jurídico, como leyes, pactos, tratados y decretos. El bronce se usó así
mismo para la fabricación de letras que eran fijadas en el mármol o el granito que iba a
sostener un texto. El plomo, más fácil de trabajar, era utilizado en la antigua Roma para
contener inscripciones de carácter privado, hechas con un punzón metálico, como las
tablillas imprecatorias donde se invocaba a las divinidades infernales. Así mismo, las
tuberías de plomo de numerosas ciudades romanas a menudo aparecían inscritas con el
nombre del artesano o taller que las fabricaba, y con posterioridad el plomo ha sido usado
con frecuencia para la fabricación de sellos para documentos, etiquetas y precintos de
distintos tipos con textos inscritos o en relieve.
Mención aparte
merecen los graffiti,
inscripciones de toda clase
hechas en todas partes y en
todas las épocas sobre
muros, piedra en general,
cerámica, etc. Se
encuentran desde los
realizados con carbones
hasta los actuales que se
trazan con aerosoles de
pintura, pasando por los
incisos en paredes de
Deditio o texto de rendición del pueblo Seano. (Alcántara). prisiones, castillos,
Museo de Cáceres cuarteles, colegios, etc. Son
bien conocidos los
ejemplares amorosos, obscenos o electorales de Pompeya, así como otros casos posteriores
como los descritos por Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de
Nueva España, que registra una frase de Hernán Cortés proferida para defenderse de los
16
19. anónimos de protesta que
decoraban la fachada de su
casa en México: “pared
blanca, papel de necios”.
Entre los muchos
materiales que son aptos
para la aplicación de textos
por distintos métodos está
también el vidrio, que
comenzó a utilizarse para
la impresión en el siglo Graffiti recientemente identificado en el aljibe de la Casa de las
XIX con fines comerciales, Veletas por los arqueólogos Víctor Gibello y Teresa Cabezas.
como es el caso de las Museo de Cáceres
botellas y envases de bebidas y conservas.
Escritura para identificar
No cabe duda de que una de las funciones fundamentales de la escritura es la
identificación; de hecho, en la raíz de la invención de la escritura se encuentra también la
voluntad de dar respuesta a la necesidad de distinguir unas cosas de otras, unos productos
de otros, unas personas de otras. El lenguaje es anterior a la escritura, e independiente de
ella; los objetos, las personas y las acciones tienen y reciben sus nombres tanto si existe la
escritura como si no, pero ésta contribuye a fijar la denominación de las cosas y las
personas de forma que sea evidente y objetivo para todo aquel que sea capaz de descifrar
el código, y además sirve para trascender en el tiempo las vidas de las personas.
Uno de los campos en que resulta más útil esta función básica de la escritura es la
numismática, al distinguir sobre la propia pieza el valor de una moneda frente a otra; de
hecho, en la numismática moderna se ha venido utilizando el número a un tamaño
superior al de la letra para marcar las piezas, de forma que a través de él incluso las
17
20. personas analfabetas pudieran identificar el valor de las monedas aparte del peso y tamaño
de las mismas. Algo semejante sucede con los sistemas de pesas y medidas; sobre todo a
partir de la adopción generalizada en el mundo europeo del Sistema Métrico Decimal, las
piezas usadas para fijar el peso o la medida de un producto o un bien comercial están
marcadas con el valor que tienen, de manera que su uso sea público y el comprador pueda
ver en todo momento que lo que está en la balanza pesa dos kilos, porque lo dice sobre la
pesa. De este modo se disipa la arbitrariedad a que estaban sujetos sistemas anteriores en
que la medida dependía en mayor grado de la pericia del vendedor y de una convención
aceptada por ambos participantes en la transacción, pero que invariablemente debía estar
respaldada por la existencia de un juego oficial de pesas y medidas en manos de la
administración municipal.
Función identificadora tienen también los letreros de todo tipo que desde muy
antiguo se han utilizado para indicar la naturaleza de un lugar; en la antigua Roma se
usaban los signa, carteles de madera o metal colocados en la puerta de los establecimientos
para identificarlos y al mismo tiempo para atraer al público; muchos de ellos eran
solamente dibujos, no llevaban texto, y servían como referencia urbana. Así, Suetonio
cuenta que el emperador Domiciano había nacido “en la sexta región de Roma, cerca del
punto llamado la Granada, en una casa convertida más adelante por él en templo de la
familia Flavia”, y es que los romanos no acostumbraban a numerar las casas. Habrá que
esperar mucho tiempo para que aparezca un sistema de rotulación de las calles y la
numeración de las casas; en el siglo XVI las calles solían recibir nombres relacionados con
particularidades del paraje, edificaciones existentes, gremios que tenían allí su asiento o
personas que vivían o habían vivido en ellas, pero no era corriente que se rotularan,
porque generalmente no se consideraba necesario. En casi toda España comienza a
imponerse la rotulación de las calles con la invasión napoleónica, por orden del ejército
francés, y posteriormente diversas Reales Órdenes insisten en colocar números sobre las
puertas de las casas donde no los había (1858) y placas con los nombres de las vías
públicas, pero también de municipios, parroquias y edificios singulares (1860); estas
placas suelen ser de loza esmaltada, siendo muchas de ellas fabricadas en Talavera de la
Reina. En Cáceres había un buen número de placas talaveranas de este tipo que datan de
los siglos XVIII y XIX, y un segundo lote fue encargado ya a principios del siglo XX a la
18
21. fábrica Ruiz de Luna; inexplicablemente, y sin que resultara necesario, en 2002 casi todas
ellas fueron bárbaramente arrancadas -y en algunos casos destrozadas- para sustituirlas por
otras nuevas de características estéticas bastante mejorables.
Escritura para ensalzar
Prácticamente
desde su invención, la
escritura es utilizada
como medio de
propaganda por el poder;
ya en la dinastía V del
Antiguo Egipto se
compusieron los primeros
textos destinados a la
memoria o glorificación
de los faraones, la Piedra
Placa de loza con la indicación de la villa de Guadalupe.
de Palermo y los Textos de Segunda mitad del siglo XIX
las Pirámides. En general,
estos textos no sólo sirven para ensalzar al monarca, sino que tienen también un
contenido religioso, tratan sobre el origen de la vida y se refieren al más allá, y es que esta
es otra de las características de la escritura en sus inicios, la íntima conexión con el mundo
de la organización religiosa. A lo largo del tiempo, hay varios casos de sistemas de
escritura asociados a lenguas vinculadas con grandes sistemas religiosos; el latín, por
ejemplo, aún conserva una importancia de primer orden en todo el mundo católico, a
pesar de ser considerada una lengua muerta; algo semejante sucede con el árabe en el
Islam, ya que es la lengua en que se reza y recita el Corán, con el hebreo y su papel en la
religión judaica, el sánscrito en las tradiciones religiosas de la India, y el chino vinculado
con el confucionismo y el taoísmo. Todos ellos ejemplifican cómo la tradición escrita
influye en el funcionamiento de una ideología y práctica religiosa, y explican, por
ejemplo, la inquina sufrida por los libros talmúdicos que acompañaban a la hoguera a sus
propietarios judaizantes condenados por la Inquisición española. Trasladando el
19
22. razonamiento de la religión a la ideología, la escritura puede convertirse en arma
arrojadiza, y en culpable de delitos de pensamiento y opinión, como cuando, según se
dice, el antiguo guerrillero Espoz y Mina ordenó fusilar en 1814 un ejemplar de la
Constitución de Cádiz para congraciarse con el absolutista Fernando VII, o cuando los
nazis organizaban quemas públicas de libros y obras literarias consideradas degeneradas,
por encarnar posiciones ideológicas contrarias a las suyas.
La moneda es un ámbito idóneo para la glorificación del soberano y del pueblo que
las emite y utiliza; ya las antiguas emisiones del siglo VI a. C. llevaban el emblema de la
casa real de Lidia, y en las primeras monedas griegas se presentaban los símbolos de las
ciudades que las emitían. En Roma se impone la costumbre de representar la efigie del
Emperador en la moneda y añadir su nombre, algo que se mantiene en el mundo cristiano
en la Edad Media, mientras que en el ámbito islámico sólo aparece el texto debido a la
prohibición de representar la figura humana. La moneda moderna repite en todo el
mundo este esquema y sigue siendo una de las vías más utilizadas para la fijación de
imágenes simbólicas del estado emisor.
Un papel similar al de la moneda en el ámbito estatal lo desempeña la medallística
o la emblemática sobre diferentes soportes tanto en el mundo privado como en el de las
instituciones. Así mismo, la retratística oficial y la iconografía religiosa son soportes
idóneos para la glorificación y ensalzamiento de los poderes terrenal y celestial; el texto a
menudo acompaña a las imágenes para explicar aquello que al súbdito o al feligrés se le
escapa por causa de sus limitados conocimientos de la iconografía. De ahí a la inscripción
laudatoria o conmemorativa no hay más que un paso, y podemos encontrar pruebas de
ello en multitud de memorias en piedra o metal destinadas a perpetuar la memoria de un
soberano, obispo, gobernador o funcionario que edificó o restauró un monumento.
Como es natural, este tipo de recuerdos o memorias a veces no son tan duraderos
como se pretende, y los vaivenes de la Historia y de la política llevan en ocasiones a
denigrar o borrar de la memoria a quien tiempo atrás se había ensalzado. El caso del
faraón Akhenatón es uno de los más señalados de esta damnatio memoriae que han sufrido
numerosos mandatarios; abolió la religión oficial e introdujo numerosos cambios en la
20
23. política, el arte y la literatura, pero faraones posteriores restituyeron la anterior situación
borrando su reinado de los anales y picando materialmente su nombre en numerosas
inscripciones. Varios emperadores romanos sufrieron este mismo tratamiento,
derrocándose sus estatuas y eliminando su nombre de las inscripciones, como sucedió con
el emperador Domiciano que, tras ser asesinado, desapareció de las esculturas y de todo
tipo de memorias.
Escritura para dedicar
Uno de los usos más frecuentes de la escritura es la dedicatoria, ya sea a una
divinidad o advocación religiosa, a un soberano, a los antepasados, a miembros de la
familia, a amigos, o a una colectividad. A través de la dedicatoria, el oferente trata de
ganar el favor del destinatario al que se dirige, de manera que el objeto sobre el que se
inscribe el voto es en realidad un mero vehículo para contener la expresión de ese deseo de
beneficiar a la persona o grupo al que se dedica el presente. En este caso la escritura no es
una circunstancia del objeto, sino al contrario, la verdadera importancia de éste reside en
la dedicatoria que refleja.
Entre las manifestaciones más antiguas de la expresión escrita se encuentran
muestras de este tipo; los bronces rituales de la Dinastía Shang, en China, fechados entre
los siglos XVII y VIII a. C., llevaban ya inscripciones consistentes en cuestiones de
propiedad y dedicatorias; en Egipto, en el último cuarto del siglo XIII a. C. la dedicatoria
de la Gran Corte de Ramsés II en el templo de Luxor se expresa describiéndolo como
Monumento para su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, de fina arenisca blanca, que el Hijo de
Ra, Ramsés, hizo para él. Este tipo de textos son corrientes en la Antigüedad,
distinguiéndose en época romana dos grandes grupos epigráficos, las inscripciones votivas
y las honorarias; las primeras suelen dedicarse a una divinidad, incluyendo por lo general
el nombre del dedicante, el motivo de la ofrenda y a veces otros datos como la fecha y el
lugar, acompañados de fórmulas convencionales como D. D. (Dedit, dedicavit, Dado,
dedicado), F. C. (Faciendum curavit, Se encargó de hacerlo) V. S. L. A. (Votum solvit
libens animo, Cumplió su promesa de buen ánimo), etc. Las honorarias suelen
21
24. corresponder a estatuas o monumentos públicos dedicados a un personaje, y acostumbran
a llevar el nombre de la persona a la que se dedica precedido de la fórmula In Honorem
(En honor de), el del dedicante y los motivos de la dedicación, a veces acompañados de
los habituales Fecit (Lo hizo), Poni iussit (Lo hizo colocar), etc.
A finales de la Edad Media y durante el Renacimiento se pone de moda la
costumbre de dedicar obras literarias de todo tipo a grandes personajes que generalmente
actuaban como protectores de los escritores; por citar sólo algunos ejemplos, Enrique de
Villena dedicó sus Doce Trabajos de Hércules a Mosén Pero Pardo, a quien le pide acetéys
la presente obra, acatando materia y fictión mía; Maquiavelo, por su parte y como es bien
sabido, ofrece su tratado El Príncipe a Lorenzo de Médicis, y el mismísimo Cervantes
dedica la primera parte del Quijote al Duque de Béjar esperando que poniendo los ojos la
prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan
humilde servicio.
También las inscripciones funerarias tienen un cierto componente dedicatorio, ya
que no dejan de ser homenajes que se ofrecen a los difuntos en todas las épocas, al tiempo
que recuerdos que los deudos dedican al pariente fallecido. La epigrafía funeraria árabe
suele iniciar estas inscripciones con la fórmula conocida como basmala, una frase
introductoria que se usa en el inicio de las suras del Corán y, en general, en numerosos
documentos e incluso como motivo decorativo: En el nombre de Dios, el Clemente, el
Misericordioso.
Pero en general, la dedicatoria aparece con abundancia en obras de arte que sus
autores ofrecieron a personas de su entorno y a las que dejaron evidencia de gratitud o
amistad mediante sencillos y breves textos dedicatorios. Goya dedicó a su discípulo
Asensio Juliá el retrato que le había hecho; a su vez, Vicente López dedicó a Goya su
retrato fechado en 1826, Federico Madrazo añadió una dedicatoria en el retrato de su
amigo el pintor Eduardo Rosales (1867). Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos
en que los pintores del siglo XIX plasmaron textos con dedicatoria en sus obras, bien
dirigidos a otros artistas, o bien a los comitentes de las obras o a otras personas; la
costumbre continuó en el siglo XX, en que Sorolla regaló una de sus obras dedicada a José
22
25. Benlliure, o Picasso ofreció uno de sus dibujos a Rafael Alberti con la curiosa dedicatoria
Del poeta Pablo Picasso al pintor Rafael Alberti.
También el Museo de
Cáceres posee algunas obras
dedicadas por sus autores, como el
retrato de la niña María Picón,
dedicado al padre de ésta por su
autor Emilio Sala, o los retratos de
un árabe y de una señora,
dedicados a Ramón Sanabria por
sus respectivos autores, Eduardo
Urquiola y Francisco de Asís
López.
Me fecit
Me fecit (Me hizo) y Ex. Off.
(ex officina, Del taller de) son las
frases latinas más corrientes que
Emilio Sala: Retrato de María Picón. Museo de
Cáceres (Depósito del Museo del Prado)
identifican al autor de una obra de
arte. Estas son fórmulas usuales
para perpetuar la memoria de los creadores, algo que se generaliza desde el Renacimiento,
pero que tiene importantes antecedentes históricos. Ya se ha señalado el papel de los
pintores y ceramistas griegos, que comienzan a firmar sus obras orgullosos de la belleza
que alcanzan; entre ellos se cuentan nombres bien conocidos como Sófilos, Clitias,
Ergótimos, Exequias o Andócides; en realidad, se conocen también los nombres de
grandes pintores murales o de caballete, como Zeuxis, Parrasio o Apeles, de los que no
nos ha quedado ninguna obra, y de afamados escultores, como Mirón, Fidias, Policleto o
Praxíteles, cuyas obras conocemos casi siempre a través de copias romanas. En la antigua
Roma las obras que se firman son de tipo más artesanal: lucernas, espejos, ánforas y otros
objetos muebles de menor tamaño, a menudo llevan la marca del fabricante precedida de
23
26. la citada abreviatura Ex. Off. No faltan sin embargo grandes y bellos mosaicos que llevan
la orgullosa firma de su creador o creadores, e incluso tuberías de plomo, como la
conservada en el Museo de Cáceres, muestran la identificación del taller del que salieron.
Los artistas comienzan a reclamar el protagonismo en sus creaciones, firmando con
su nombre las obras que elaboran, sobre todo a partir del Renacimiento, dentro de la
corriente de pensamiento que es el Humanismo. Para éste, es fundamental la importancia
del hombre, de su inteligencia como valor superior, y la fama es una virtud que favorece el
espíritu de superación, de ampliación del conocimiento y disfrute de los sentidos; por
ello, se considera que el deseo de gloria, prestigio y poder mejora al hombre. A partir de
ahí, nos son conocidos los nombres de los grandes creadores, Giotto, Botticelli, Leonardo,
Miguel Ángel y un largo etcétera de artistas, que experimentan un ascenso en la escala
social luciendo orgullosos sus méritos y títulos cuando los tienen: Zurbarán, por ejemplo,
firmaba como Philipi III(I) Regis Pictor en 1638, pese a que apenas trabajó
ocasionalmente para la Corona, y es bien conocido el ansia de Velázquez por ser
nombrado Caballero de la Orden de Santiago, algo que sólo logró en la última etapa de
su vida.
No obstante, la costumbre de firmar las obras y darse a conocer se manifiesta en las
llamadas Artes mayores, pero tardará en aparecer en las consideradas menores o
industriales; casos como los de Benvenuto Cellini en Italia o los Arfe en España son
excepciones atribuibles a su enorme talento y a que también cultivaron otras artes tanto
en la práctica como en la teoría. Grandes creaciones artísticas de los siglos XVI y XVII en
campos como la loza esmaltada, la marroquinería, el mobiliario, la tapicería, la rejería o la
relojería, por ejemplo, quedan sin autor conocido por ser consideradas como creaciones
artesanales o de taller, si bien se conocen algunos nombres de entre los más valorados. En
la numismática, por ejemplo, aparecen marcadas en las monedas las iniciales de los
ensayadores y maestros de ceca, responsables de la ley o pureza del metal y de su peso, de
los que respondían con su prestigio personal y sus bienes.
Sobre todo en los siglos XVIII y XIX, y muy especialmente con el inicio de la
producción industrial de numerosos objetos, muchos de ellos son firmados por sus
24
27. creadores o por las fábricas que los producen, y sobre todo por éstas. La loza, las
herramientas y armamento de acero fundido, el cuero curtido, e incluso la cerámica
común en algunos casos, llevan el sello de la fábrica, contribuyendo a crear justa fama
mundial de ciertas ciudades o países por la manufactura de determinados productos: loza
de Worcester, Staffordshire, Sargadelos, Manises o Sevilla, porcelana de Sèvres, Meissen o
Capodimonte, acero de Solingen o Sheffield, cuero cordobés, lana inglesa, etc.
Escritura y propiedad
Una de las grandes ventajas que Eurípides le veía a la escritura es que, gracias a ella,
las personas pueden consignar por escrito las disposiciones testamentarias que estimen
oportuno, evitando las disputas familiares que pueden darse si no existen tales últimas
voluntades escritas. Ya sabemos que, en no pocas ocasiones, incluso la existencia de un
testamento escrito y debidamente registrado tampoco evita las discusiones y hasta la
ruptura en muchas familias, pero por ello cabe preguntarse cómo se resolvería este tipo de
problemas si no existieran los registros escritos. Precisamente, uno de los más fecundos
campos de estudio histórico y antropológico son los registros notariales en que suelen
conservarse los testamentos redactados por generaciones de personas ya desaparecidas; en
ellos se pueden encontrar detallados inventarios de propiedades del testador, incluyendo
inmuebles y todo tipo de enseres de las casas, así como animales, derechos reales, censos,
capellanías, etc., la hijuela es un documento que solía incorporarse aclarando las
particiones y estableciendo la parte que correspondía a cada heredero.
Pero la propiedad no sólo se expresa en los documentos ad hoc y con intención de
transmitirla a los herederos. Probablemente más antiguo que esto es el interés por
distinguir los objetos con una marca de propiedad inequívoca y a la vista de todo el
mundo que sirva para disuadir a otras personas de apropiárselos, que permita
identificarlos en caso de extravío y, sobre todo, que muestre bien a las claras a quién
pertenecen determinados bienes, especialmente los de prestigio, para transmitir una idea
de su capacidad adquisitiva.
La marca de propiedad no se limita a los objetos, sino que se utiliza en bienes
25
28. semovientes, como el ganado, marcado de diferentes maneras en las distintas culturas.
Parece que ya en el antiguo Egipto se marcaba el ganado con un hierro candente, siendo
usual en nuestra cultura también la marca con un código de cortes en las orejas para la
identificación de las reses. Pero esa costumbre de marcar a hierro a los animales se ha
extendido también a las personas; los griegos la aprendieron de los persas para marcar a
los prisioneros de guerra y esclavos, y en Roma se practicó con los soldados que eran
licenciados con deshonor y ocasionalmente con los esclavos (stigma). Después, la
costumbre continuó durante la Edad Media y fue exportada por los españoles a América;
ya en 1511 Ponce de León escribe al Rey Fernando el Católico que “Tengo en servicios
(...) lo de haber herrado con una F en la frente a los indios tomados en guerra,
haciéndolos esclavos, vendiéndolos al que más dio y separando el quinto para vos”;
después, llegarán numerosas órdenes reales para tratar de limitar la reducción a esclavitud
de miles de indios. En la Península, era frecuente que los esclavos moriscos se marcaran en
lugares visibles, preferentemente el rostro, con las letras, “S” e “I”, es decir, Sine Iure (Sin
derecho) que solían leerse “es-clavo”, señal inequívoca de la condición infrahumana que se
había aplicado a la persona que lo llevaba. El hierro con que se marcó a los miles de
esclavos africanos secuestrados de sus países y llevados a la fuerza a América y Europa se
llamó en España “carimbo”, voz portuguesa que denota la principal vía de exportación de
los esclavos, y no fue suprimido legalmente hasta 1784, aunque la esclavitud siguió siendo
legal en la Península hasta 1837, y hasta 1880 en Cuba.
Así pues, la antigua y duradera voluntad de marcar los objetos con el nombre de
quien los posee o los ha adquirido, es ahora para el estudioso un excelente canal de
información sobre detalles del uso y datación de aquéllos. La expresión más usual para
denotar esta propiedad sobre los objetos es el conocido “Soy de…” que aparece en
multitud de piezas de todo tipo: espadas, cuchillos, zurrones, carteras, mantas, toallas,
fajas, medias, piezas de cerámica, joyas, etc. Como ejemplo, una de las espadas que
aparece en el catálogo de la Real Armería de Madrid con la leyenda “Soy de Andrés
Mateo de Maroçola y Aragón”, fechada ya en el siglo XV. Además de esta expresión es
corriente que aparezca el nombre de pila de la persona, a veces también los apellidos, y
ocasionalmente la fecha; también es muy frecuente que el nombre sea sustituido por las
iniciales o algún anagrama identificador de la persona. Quien ha marcado el objeto suele
26
29. ser el propietario mismo cuando se trata de objetos que no requieren de un equipamiento
tecnológico complejo para su fabricación o individualización, es el caso de las piezas de
madera o asta, corcho o textiles. Pero en casos como la joyería, el cuero, los metales o la
loza decorada, es más corriente que la marca sea introducida por el artesano fabricante de
acuerdo con el encargo hecho por el cliente, tal es el caso de los priores del monasterio de
El Escorial, que desde finales del siglo XVII y hasta 1723 encargaron a alfares de Talavera
las vajillas monacales generando una riquísima colección que hoy se halla dispersa en
numerosas colecciones públicas y privadas.
Dado que no siempre se disponía de los medios o posibilidades para marcar
personalmente las piezas, se generalizó en España una forma de denotar propiedad más
asequible y versátil, ya que los objetos eran más fácilmente transferibles cuando llevaban la
leyenda “Viva mi dueño”. La expresión aparece en multitud de objetos de diferentes
tipos, sobre todo en el siglo XIX; con mucha profusión la vemos en cuchillos y navajas,
donde adquiere casi infinitas variedades: “Que viva mi dueño que no es un guaja es un
mozo valiente con la navaja”, dice la hoja grabada de una navaja albaceteña
decimonónica, y aparece también en bordados de la indumentaria popular, generalmente
hechos por las mujeres sobre complementos del atuendo de sus novios o esposos: “Viva
mi dueño”, “Ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”, o “viva el que baila y yo”,
puede leerse en prendas de antiguos trajes maragatos. La expresión alcanzó tal difusión en
su época que terminó dando título a la segunda pieza de la trilogía El Ruedo Ibérico, con
que Ramón María del Valle Inclán retrata el asfixiante ambiente del final del reinado de
Isabel II y su atmósfera de ignorancia y corrupción creada por los militares en el gobierno,
de quien dice que “todos tienen escrito en sus gloriosos aceros el viva mi dueño de las
cachicuernas”.
Escritura y mensaje
Verba volant, scripta manent, dijo Cayo Tito, “las palabras vuelan, los escritos
permanecen”. Aunque se puede interpretar en dos sentidos, la frase incide sobre la
fugacidad o volatilidad de lo que se habla, frente a la permanencia en el tiempo de aquello
que queda fijado mediante la escritura, su significado pueden entenderlo todos los que
27
30. conozcan el código utilizado al escribirlo incluso muchas generaciones después de que
haya desaparecido el autor. Esta cualidad es muy valorada durante la Edad Media, sobre
todo en el campo del Derecho, por eso Alfonso X el Sabio señala en la III Partida que “el
antigüedad de los tiempos, es cosa que faze a los omes olvidar los fechos pasados. E por
ende fue menester que fuese fallada Escritura, porque lo que antes fuera fecho non se
olvidasse, e supiessen los omes por ella las cosas que eran establecidas, bien como si de
nuevo fuessen fechas. E mayormente porque los pleytos e las posturas e las otras cosas que
fazen e ponen los omes cada dia entre si, los unos con los otros, non pudieren venir en
duda o fuessen guardadas en manera que fuessen puestas”.
Sin duda, ésta es una de las principales utilidades de la escritura, más allá de servir
como canal de comunicación a larga distancia merced a los actuales soportes del
hipertexto en la red universal; es decir, el mensaje que se transmite mediante la escritura
tiene la virtud de quedar fijado en una forma estable para el futuro, si bien las nuevas
tecnologías están haciendo que incluso aquello que está escrito años atrás pueda seguir
aumentando, corrigiéndose o modificándose mediante su circulación en la red global que
es Internet.
Sin perjuicio de todos los revolucionarios cambios que está propiciando la
sustitución del soporte papel por el soporte magnético u óptico, la escritura tiene como
misión la de emitir mensajes, la de trasladar información. Esto es importante, pero no es
lo mismo información que comunicación, la primera es transmitida de forma unilateral,
pero la segunda requiere la multilateralidad, la participación de varias personas; la
escritura ha sido siempre un medio de información, especialmente desde la invención de
la imprenta, pero el desarrollo tecnológico ha hecho que en la actualidad la escritura sea
enfocada desde la interactividad como uno más de los medios de información, y no
precisamente el más atractivo y usual, sobrepasado en el uso por la televisión, la radio, la
música o la propia Internet.
Tradicionalmente, por medio de la escritura se ha transmitido todo tipo de
mensajes, ya hemos visto algunos de ellos, referidos a la identificación, la dedicatoria, la
autoría o la propiedad, pero hay muchas otras posibilidades, desde la carta de amor a la
28
31. cita a través del mensaje de teléfono móvil, pasando por los asientos contables de todo
tipo. Las posibilidades son infinitas, y así quedan reflejadas en objetos tan sencillos como
el libro de modelos de un orive cacereño; en él, el artesano resume los conocimientos
técnicos que a su vez recibió de su padre o abuelo, que le precedieron en el oficio;
mediante el dibujo deja un registro permanente para sí mismo y para sus continuadores
(tal vez un hijo, un sobrino) de la manera de fabricar joyas estandarizadas y repetidas de
generación en generación, y el texto le sirve para explicar el peso de metal que debe
utilizarse, incluso el precio a que se debe cobrar la “hechura”. Es todo un compendio de la
profesión escrito para permanecer.
Una intención en cierto modo similar se adivina en las placas visigodas de pizarra
que sirven para dejar constancia de cuentas cuyo significado se nos escapa, pero pudieron
servir en todo caso para fijar los resultados de alguna actividad fabril, comercial o
ganadera. Y mucho más lúdica es la utilización de la escritura sobre piezas como las jarras
que se exponen, dedicadas a la diversión y sociabilidad vinculada al consumo público de
bebidas alcohólicas; los lemas plasmados sobre las piezas, correspondientes a distintas
culturas, coinciden en incitar al disfrute de la vida por encima de las dificultades y
amarguras de la vida cotidiana. Este mensaje positivo, universal y atemporal, que no es
otro que el Carpe diem, resume en unas pocas frases toda una filosofía de vida para
tiempos difíciles que nuestros antepasados quisieron transmitirnos a través del tiempo, y
lo hicieron, como no podía ser menos, mediante la escritura. Lo dejaron escrito en el
tiempo.
29
37. Dibujo de la estela decorada de
Cabañ
Solana de Cabañ as
Juan Cabré Aguiló (1882-1947)
Plumilla sobre papel
Alt.: 53,5 cm.; anch.: 29,5 cm. (huella)
Nº Inv.: D8.185
La estela de Solana de Cabañas, de la Edad del
Bronce, fue depositada en el Museo
Arqueológico Nacional por Mario Roso de Luna,
y representa una figura humana con su lanza,
espada, espejo, casco, escudo y carro.
Su función podría ser funeraria o delimitadora de
territorios. El autor del dibujo, Juan Cabré, está
considerado como uno de los pioneros de la
Arqueología española; sus descendientes donaron
el diseño al Museo de Cáceres.
(Bibl.: Cabré, 1923)
Calco de panel pintado de la cueva de
Maltravieso
Carlos Callejo (1911-1993)
Lápiz negro y rojo sobre papel vegetal
Alt.: 46 cm.; anch.: 30 cm.
Nº Inv.: 7.264
Las pinturas paleolíticas de la cueva de
Maltravieso fueron descubiertas por el
conservador del Museo de Cáceres Carlos Callejo
en 1956. Los calcos que de ellas realizó sirvieron
para dar a conocer el conjunto a la comunidad
científica a través de diversas publicaciones; los
paneles, formados por improntas de manos,
puntos y líneas son considerados hoy como la
principal muestra del arte rupestre pleistoceno en
la Meseta central.
(Bibl.: Callejo, 1970: P. VII, 167)
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38. Ídolo placa del dolmen de Trincones
Alcántara, IV-II milenio a. C.
Pizarra
Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm.
Nº Inv.: D7.561
Las placas decoradas, denominadas ídolos,
aparecen en los ajuares funerarios de los
dólmenes. Algunas de ellas no están decoradas,
tal vez estuvieran pintadas; las decoradas
reproducen nítidamente los rasgos humanos: la
nariz, los ojos marcados y perforados, los brazos,
las manos entrelazadas y motivos de lo que
parece ser la vestimenta. Estas representaciones
nos hablan del valor simbólico de lo humano
para estas gentes.
La placa apareció en las excavaciones de 1998.
(Bibl: Bueno et al., 2000: 159).
Placa grabada
Cueva de El Conejar (Cáceres), X milenio a. C.
Pizarra
Alt.: 3,6 cm.; anch.: 4,7 cm.; gr.: 0,4 cm.
Nº Inv.: 6.908
Los cambios en la forma de vida y en la
mentalidad de las gentes del Epipaleolítico se
reflejan en las manifestaciones artísticas, que se
hacen más escasas y se limitan fundamentalmente
al arte mueble. Los objetos se decoran mediante
grabados de tendencia rectilínea y geométrica,
como la placa aparecida en la Cueva de El
Conejar en las excavaciones de 1981, decorada
mediante líneas grabadas paralelas que completan
toda la superficie en ambas caras, reflejo de un
arte más conceptual y racionalista.
(Bibl.: Cerrillo, 1999: 116).
36
39. Sello basculante
Talavera la Vieja (Bohonal de Ibor), finales del
siglo VII o inicios del VI a. C.
Bronce
Alt.: 6,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 1,5 cm.
Nº Inv.: D2.992
Este sello es un objeto de importación,
posiblemente fenicio o púnico, que recrea
modelos de Egipto y representa en una de sus
caras a un león tumbado, con las fauces abiertas,
en actitud amenazante. El león representa la
realeza y autoridad; usado por las aristocracias
locales como símbolo de su prestigio, dejaría su
impronta como emblema de propiedad y poder
sobre superficies blandas a la vista de todos.
Procede de un hallazgo casual de 1995.
(Bib.: Jiménez, 2006: 92).
Tésera zoomorfa
Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos II-I a. C.
Bronce
Alt.: 1,9 cm.; anch.: 5,3 cm.; gr.: 1 cm.
Nº Inv.: 6.238
La tésera es una tablilla de bronce o plata que
expresa la hospitalidad entre pueblos o personas.
Introducida por los romanos en la Península
Ibérica, estas piezas tuvieron una amplia difusión
y estaban escritas en lengua ibérica. Nuestra
Tessera hospitalis representa la cabeza de un lobo
o perro en relieve y el dorso liso sin inscripción.
Posiblemente más comunes que las que ofrecen
inscripción, hecho normal en una sociedad
mayoritariamente analfabeta, la tenencia del
objeto ya transmitía la idea sin necesidad de
escritura.
37
40. Estela decorada o de guerrero
Cabezo de Almoroquí, Madroñera, siglos X-VIII
a. C.
Cuarcita
Alt.: 58 cm.; anch.: 40 cm.; gr.: 12 cm.
Nº Inv.: 624
La estela representa una figura humana, con las
piernas decoradas por alguna vestimenta. Del
tronco parte un escudo circular, y un brazo porta
una lanza y otro objeto interpretado como una
fíbula. Las estelas decoradas o de guerrero están
ampliamente representadas en la geografía
extremeña, sin conocerse su significado exacto, lo
representado en todas constituía una forma de
comunicación que las gentes del Bronce final
sabrían interpretar sin necesidad de escritura.
(Bibl.: Beltrán, 1973: 109).
38
43. Escarabeo egipcio
Talavera la Vieja, siglos VII-VI a. C.
Piedra cristalina (Anfibolita o Esteatita)
Alt.: 1,2 cm.; anch.: 0,9 cm.; gr.: 0,7 cm.
Nº Inv.: D2.994
Los escarabeos egipcios son comunes en
enterramientos del periodo orientalizante y
llegaron a la Península Ibérica a través de
comerciantes fenicios. Eran considerados objetos
de prestigio pese a no comprender la escritura
jeroglífica. Se representa una figura femenina,
Isis, su hijo Horus, y debajo escrito “favorito de
la dorada”, el propietario considera que la diosa
le protege.
Procede de un hallazgo casual de 1995.
(Bibl.: López y Velázquez, 2006: 115).
Fragmento de galbo con escritura
celtibé
celtib é rica
Villasviejas del Tamuja, Botija, siglos V-IV a. C.
Cerámica
Alt.: 4,7 cm.; anch.: 4,3 cm.; gr.: 0,8 cm.
Nº Inv.: 6.230
La llegada de comerciantes fenicios de la ciudad
de Tiro y de su colonia Cartago, supone la
irrupción del alfabeto fenicio en la Península.
Partiendo de él, los distintos pueblos hispánicos
lo utilizarán para transcribir sus lenguas,
adaptándolo a sus propios sonidos fonéticos, o
bien ideando nuevas letras. Estas escrituras aún
hoy en día nos son en gran parte desconocidas.
El fragmento apareció en las excavaciones de
1976.
(Bibl.: Hernández, 1985: 221).
41
44. Moneda: unidad de Tamusia
Ceca: Villasviejas del Tamuja (Botija), inicios del
siglo I a. C.
Bronce
Ø: 2,3 cm.; peso: 6,67 gr.
Nº Inv.: 7.176
Las monedas de Tamusia presentan un anverso
con cabeza masculina entre dos delfines y al
reverso un jinete lancero y debajo en escritura
celtibérica: TAMUSIA. Es la única ceca
celtibérica fuera del núcleo del valle del Ebro;
dado que los vetones, habitantes de la zona,
nunca acuñaron moneda, esto confirmaría las
palabras de Plinio sobre gentes de la Celtiberia en
Lusitania. La emisión posterior de otra moneda
con leyenda latina TAMUSIENSI y la evolución
del topónimo hasta Tamuja, indica sin duda que
se trata del mismo lugar.
Moneda: didracma griego
Ceca: Neapolis, Campania, ca. 380-280 a. C.
Plata
Ø: 2 cm.; peso: 6,92 gr.
Nº Inv.: 7.269
Hacia el siglo VIII a. C., los griegos adoptan y
modifican el alfabeto fenicio, adaptándolo a su
lengua, gracias a los contactos con comerciantes
fenicios. Los griegos se expanden por todo el
Mediterráneo fundando colonias y llevando su
lengua; en el sur de la Península Itálica, en la
Magna Grecia, fundan la ciudad de Neapolis, la
actual Nápoles. En la moneda acuñada allí el
anverso presenta una cabeza diademada de Ninfa,
y el reverso un toro con cabeza de hombre siendo
coronado por una Niké alada, en el exergo está
escrito en griego NEOPOLITHS.
(Bibl.: Callejo, 1957: 4).
42
45. Moneda: dracma griego
Ceca de Magnesia, Reinos Helenísticos, 319-305
a. C.
Plata
Ø: 1,8 cm.; peso: 4,17 gr.
Nº Inv.: 7.268
A la muerte de Alejandro III, más conocido
como Magno, los generales macedonios
dividieron el Imperio creando los reinos
helenísticos, pero continuaron acuñando moneda
a su nombre en distintas ciudades durante varias
décadas.
Presenta un anverso con la cabeza de Herakles
con piel de león y en el reverso a Zeus
entronizado, con delfín nadando en vertical y
con la leyenda detrás de ALEXANDROU.
Moneda: as de Obulco
Castro de Valdecañas (Almaraz), siglo II a. C.
Bronce
Ø: 2,9 cm.; peso: 12,19 gr.
Nº Inv.: D6.595
Con la llegada de los romanos, aparece el latín a
finales del siglo III a. C., que empezará a convivir
con las escrituras prerromanas hasta imponerse.
En esta moneda el anverso tiene la leyenda
OBVLCO, delante de una cabeza femenina y en
el anverso, entre un arado y una espiga, dos líneas
de escritura ibérica meridional: URKAILTU y
NESELTUKO. De amplia dispersión, estas
monedas siguen el patrón púnico con su
iconografía asociada hasta el siglo I a. C., en que
asumen ya pesos y medidas romanas, así como la
escritura latina.
43
46. Tabula funeraria
El Palomar, Montánchez, siglos I-II d. C.
Mármol
Alt.: 41 cm.; anch.: 71 cm.; gr.: 5,5 cm.
Nº Inv.: 5.748
La tabula, que cubría una sepultura, dice: [ .]
Marcius L(uci) · l(ibertus) · Baccinus
an (norum) · LV · h(ic) .s(itus) · e(st) · Kania ·w
(mulier) · l(iberta) ·Phirallis uxor · pos(t)
mor(tem) faciendum curavit, cuya traducción es
“...Marcio Baccino, liberto de Lucio, de 55 años,
aquí yace. Su esposa Kania Phirallis, liberta de
mujer, tras su muerte, procuró hacerlo”.
Con la llegada de los romanos el latín terminará
imponiéndose sobre las lenguas vernáculas del
Mediterráneo Occidental, evolucionando con
posterioridad en las distintas lenguas romances.
(Bibl.: Esteban y Salas, 2003: 94).
Fragmento de galbo con inscripción
inscripció
Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar), siglos VIII-
IX d. C.
Cerámica
Alt.: 3,4 cm.; anch.: 3,8 cm.; gr.: 0,5 cm.
Nº Inv.: D7.157
De los escasos testimonios de escritura árabe en la
provincia de Cáceres, este es el único aparecido
sobre una cerámica. Lo breve del texto, sólo
conserva dos signos árabes, parece que se refiere a
una basmala sencilla, es decir bi-s[m Allah] “En
el nombre de Dios” que iría seguido de la
fórmula “el Clemente, el Misericordioso”
habituales en esta clase de textos, o bien podría
tratarse del inicio de un nombre propio, tal vez
Yusuf o Yisuf, escrito en forma dialectal.
(Bibl.: Barceló, 1999: 209).
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47. Fragmento de plato
Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVI
Loza esmaltada
Alt.: 11,4 cm.; anch.: 7 cm.; gr.: 0,7 cm.
Nº Inv.: D6.336
Fragmento del fondo de un plato perteneciente a
la serie blanca dedicada, dentro del grupo de la
inscripción IHS, abreviatura del nombre de Jesús
en letras griegas mayúsculas. Ésta suele aparecer
en letra gótica exenta o en el interior de un
escudo en el centro de la superficie decorada de
las piezas. Suele fecharse en la primera mitad del
siglo XVI.
El fragmento procede de las excavaciones
arqueológicas llevadas a cabo en el Monasterio de
Yuste en 1999.
Inscripción funeraria islámica
Inscripció islá
Trujillo o Cáceres, año 475 de la Hégira, 1082
Granito
Alt.: 38 cm.; anch.: 32 cm.; gr.: 16 cm.
Nº Inv.: 7.182
La inscripción dice: “Bn 'Amrun apiádese de él /
Dios, murió el día / primero de sa'aban / del año
cinco setenta y cuatrocientos”. Se trata de una
lápida sepulcral con un trabajo muy tosco; el
profundo trazado inciso de las letras está
realizado en un cúfico muy simple e incompleto,
faltando el encabezamiento con la basmala.
La fecha está incompleta y es de difícil lectura,
pero debe corresponder al año 475 / 1082,
pertenecería a la época de los Reinos de Taifas.
(Bibl.: Pavón, 1970: 199-201).
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51. Torrejoncillana”
Botella de gaseosa “La Torrejoncillana”
Torrejoncillo, siglo XX
Vidrio, acero y cerámica
Alt.: 31,5 cm.; Ø base: 8 cm.
Nº Inv.: D7.629
La fábrica de “La Torrejoncillana” debió
comenzar a funcionar a finales del siglo XIX o
inicios del XX; se trató de un negocio familiar
que pasó del fundador a sus hijas y
posteriormente al nieto, Domingo González
Moreno, quien se hizo cargo de la fabricación
hacia 1964, manteniéndola en funcionamiento
hasta 2008. Además de la gaseosa, vendía bebidas
refrescantes de distintos sabores y licor sin
alcohol por todas las poblaciones de los
alrededores de Torrejoncillo.
Luminaria de cementerio
Villanueva de la Serena (Badajoz)
Vidrio y latón
Alt.: 47,5 cm.; Ø máx. 20 cm.
Nº Inv.: D8.207
La abreviatura D. E. P. (Descanse en Paz) es la
fórmula que en el mundo hispano sustituyó al
conocido R. I. P., (Requiescat in Pace) que se
utilizó y sigue usándose en todo el orbe cristiano.
Fórmulas similares se vienen usando desde la
Antigüedad para desear el descanso de los
difuntos (S. T. T. L., Sit tibi terra levis, Que la
tierra te sea leve, ó H. S. E., Hic situs est, Aquí
yace). El anagrama D. E. P. pintado sobre el
vidrio revela el uso funerario de esta lámpara en
la que ardería un cirio por el ánima del difunto.
Fue donada por Dña. Milagros Bornay en 2010.
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52. Jarro
Montehermoso
Cerámica enchinada
Alt.: 29 cm.; Ø máx.: 21 cm.; Ø base 10,3 cm.
Nº Inv.: 2.799
La técnica del enchinado permite incluir textos
sobre la cerámica, ya sea de uso cotidiano o para
ocasiones especiales. Para ello, el cuerpo de la
vasija se decora con dibujos realizados con
pequeñas piedras de cuarzo blanco adheridas al
barro aún fresco y antes del horneado, simulando
motivos vegetales y, en este caso, un texto.
En el pasado la técnica fue usual en Zarza la
Mayor, Montehermoso, Plasencia, Arroyo de la
Luz, etc. Hoy solamente se mantiene en Ceclavín
y en Nisa (Portugal).
(Bibl.: González, 1976: 199)
Cucharó
Cucharó n
Provincia de Cáceres piezas del ajuar doméstico lleven diferentes textos.
Madera Este rudo cucharón colgadero, con pala en forma
Alt.: 40 cm.; anch.: 7,5 cm. ; gr.: 2,7 cm. triangular y grueso mango, es un ejemplo de ello;
Nº Inv.: D1.748 presenta un corazón inciso y las iniciales C.M.V. y
en el extremo, la letra J, seguramente iniciales de
La facilidad de escribir sobre la madera por su propietaria.
medio de la incisión hace que multitud de (Bibl.: González, 1976: 303).
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53. Polvorí
Polvorín
Provincia de Cáceres
Asta de bóvido
Alt.: 29,5 cm.; anch. máx.: 8,2 cm..
Nº Inv.: D1.751
Contenedor de pólvora usado para la caza,
presenta una profusa decoración incisa con
distintos temas, como una sirena rodeada de
peces, un mayoral a caballo, una vaca y un toro,
un perdigón y una perdiz, un oso tocando el
cuerno y escenas taurinas, de pastoreo y de caza.
No falta una inscripción con el nombre,
probablemente del autor, "ANDRÉS
SÁNCHEZ".
(Bibl.: González, 1976: 304).
Vaciados con impronta de moneda
Museo Británico (Londres, Reino Unido), 1969
Yeso
Ø: 2 cm.; gr.: 0,4 cm.
Nº Inv.: 7.261 y 7.262
Los vaciados de monedas en yeso, práctica hoy en
desuso, se utilizaron para completar colecciones.
Este vaciado se solicitó al Museo Británico que
cuenta con un ejemplar de un tremis visigodo
acuñado por el rey Chintila (636-639), en el cual
puede leerse en el anverso +CHINTIL·A·RE, y
en el reverso + VALEN / T / IAPIUVS.
La moneda se acuñó en la ceca de Valencia; el
estilo lusitano, algo tosco, llevó a situar la ceca en
Valencia de Alcántara, pero hoy sabemos que se
trata de la ciudad levantina.
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54. Teja curva
Barrio de San Antonio (Cáceres), 1674
Cerámica
Alt.: 43 cm.; anch.: 19 cm.; gr.: 1 cm.
Nº Inv.: 7.258
La inscripción de la teja dice “Martin san / chez
monrroi me / izo en los fornos / tejeros ano de
1674 / años aiudauale alo / nso garzia maiorga /
vezino suio y uiuian / en el uariio de san anto /
nio &a / En Cazeres”, es decir, “Martín Sánchez
Monroy me hizo en los hornos tejeros, año de
1674 años. Ayudábale Alonso García Mayorga
vecino suyo, y vivían en el barrio de San
Antonio, etc. en Cáceres”.
Es un caso excepcional de firma y fecha de los
autores en un elemento tan sencillo y humilde
como una teja.
Cuchillo de mesa
Solingen (Alemania)
Acero y Plata
Alt.: 24,5 cm.; anch.: 2,1 cm.; gr.: 1,4 cm.
Nº Inv.: D2.828
Parte de una cubertería de familia burguesa, el
cuchillo lleva varias marcas acuñadas que
identifican el fabricante y la calidad de la plata
que envuelve el mango. Por éstas sabemos que
fue fabricado por la Casa Weyersberg de
Solingen, fundada en 1883 pero con una
tradición familiar de manufactura de armas
blancas para el ejército que se remonta a la Edad
Media, de ahí el logotipo de la corneta que
identifica la marca.
Fue donado al Museo por D. Fabriciano Valiente
Blas en 1993.
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55. Sello pendiente
Granadilla, Edad Media
Cera tintada
Ø: 9 cm.; gr.: 0,3 cm.
Nº Inv.: 2.347
El sello de cera alcanza una gran difusión en la
Edad Media; pese a que en la corona de Castilla
se utilizaba en su color, éste está tintado en rojo.
Se unía a los documentos mediante tiras de
cuero, seda, cáñamo o pergamino.
El anverso representa un león rampante a la
izquierda, y en la orla la leyenda: (SIGILVM
D)E: CONCILII (una granada) DE
GRANA(DA); en el reverso un granado con sus
frutos y en la orla +SIGILVM ..CO(NCILII)
...DE GRANADA (una granada)
Es donación de J. Castell y G. Llabrés.
Moneda: un escudo
Juana y Carlos, ceca de Segovia, 1543-1556
Oro
Ø: 2,1 cm.; peso: 3,14 gr.
Nº Inv.: 7.177
La gran afluencia de oro hacia España en el siglo
XVI hizo necesaria una política monetaria para
protegerlo frente al oro francés e italiano. El
sistema bimetalista español de Carlos I (V de
Alemania), impuso la onza de oro y el real de a
ocho de plata como sistema universal de
comercio de todos los estados que comerciaban
en el Mediterráneo y América, perviviendo hasta
el siglo XIX.
En el anverso leemos “IOANA ET KAROLVS
DEI”, en el reverso “HISPANIARVM REGES
(SICIL)”.
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56. Azulejo
Padrón (A Coruña), 1408-1445
Cerámica esmaltada
Alt.: 17,3 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 2 cm.
Nº Inv.: 2.648, 2.649 y 2.651
La resistencia que aporta el vidriado a los azulejos
hizo de éstos un soporte muy duradero y
relativamente económico para la escritura. Este
ejemplar procede del castillo de la Rocha Blanca;
decorado en azul cobalto sobre fondo
estannífero, al centro representa el sombrero de
peregrino sobre el que se disponen tres veneras
formando un triángulo. El marco que rodea la
composición se decora con roleos vegetales a los
lados y la leyenda "SENTHIAGO“ arriba y
abajo respectivamente.
(Bib.: Franco, 2006: 92, 93 y 95).
Cartilla “Rayas”
Rayas”
Editada en Serradilla, 1964
Papel impreso
Alt.: 19,5 cm.; anch.: 13,3 cm.
Nº Inv.: D7.603
El método Rayas de lectura y escritura fue creado
por el maestro natural de Serradilla (Cáceres)
Ángel Rodríguez Álvarez (1877-1962); supuso
una auténtica revolución pedagógica al abordar a
la vez el aprendizaje de la lectura y de la escritura.
Publicado desde 1904, el método se comenzó a
imprimir en Serradilla y después en Plasencia
hasta 1975, vendiendo 40 millones de ejemplares
en España y América.
Este ejemplar es de la Cartilla Segunda,
distribuido por la Librería Papelería “San
Miguel” de Garrovillas.
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57. Escarcela
Provincia de Cáceres
Lana de colores
Alt.: 27,5 cm.; anch.: 7,5 cm..
Nº Inv.: D1.869
La escarcela es una especie de bolsa que pendía
de la cintura en la que los hombres llevaban
monedas u otros pequeños objetos, y su nombre
deriva de una pieza de la armadura que cubría
esta parte del cuerpo.
Adornada con una colorista decoración
geométrica a punto de media en azul, rosa y
amarillo, lleva tejidas las letras que identifican al
propietario, “Jesús Pérez”.
(Bibl.: González, 1976: 190)
Sello con la leyenda “Aceite”
Aceite”
Salvatierra de Santiago
Corcho
Alt.: 3,5 cm.; anch.: 3,8 cm.
Nº Inv.: D8.147
El corcho es un material muy fácil de trabajar y
bastante resistente al paso del tiempo; además, su
permeabilidad lo hace idóneo para la fabricación
de sellos como el que se presenta.
Es un sello de impronta redonda cuyo mango
tiene forma pseudocónica paras facilitar el agarre;
su leyenda “ACEITE” debió servir para la marca
de productos controlados por el Ayuntamiento
de Salvatierra de Santiago, de donde procede.
Aún conserva restos de la tinta azul usada para
estampar la palabra.
Fue donado por D. Marcelino Moreno Morales.
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58. Precinto
Barcelona, encontrado en Trujillo, siglo XX
Plomo
Ø: 2,1 cm.; gr.: 0,3 cm.
Nº Inv.: D7.999
El plomo, por su maleabilidad, fue usado como
sello en privilegios y concesiones de carácter
permanente, debido a su mayor durabilidad
frente a la cera. El sello de plomo, denominado
bula, fue característico de la cancillería pontificia.
Con el correr de los tiempos estos sellos
perdieron su importancia y dejaron de usarse.
Este perteneció a algún tejido, la inscripción en
relieve dice: FABRICA DE TEJIDOS DE
PUNTO, en el reverso GOMEZ.
BARCELONA. Hoy en día aún se usan para
precintar instalaciones eléctricas.
Laja de piedra con grabados rupestres
Cañaveral, siglo XX
Pizarra
Alt.: 57 cm.; anch.: 100 cm.; gr.: 6 cm.
Nº Inv.: D8.203
La escasa dureza de la pizarra y su abundancia la
han convertido en un material idóneo en el cual
escribir, desde los grabados paleolíticos hasta
nuestros días. En esta laja, varios pastores de la
zona de Cañaveral, plasmaron sus inquietudes en
las largas jornadas mientras cuidaban del ganado.
Tomás Ollero, El Lugareño, decoró ésta y muchas
otras pizarras que han sido salvadas de la
destrucción por las obras del futuro tren AVE a
su paso por la localidad altoextremeña.
(Dibujo: Arturo Domínguez).
(Bibl.: Domínguez, 2011: 61-66).
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61. Albarelo o tarro de farmacia
Talavera de la Reina (Toledo), siglo XVIII
Loza esmaltada
Alt.: 22,7 cm.; Ø máx.: 11,9 cm.; Ø base: 9,9
cm.
Nº Inv.: 2.640
Tarro decorado con colores azul y naranja, con
cuerpo limitado por una suave ondulación en la
zona de cuello y base, anillo solero marcado y
esmalte blanco brillante. Se decora con un
emblema de la Orden Carmelita inserto en un
águila bicéfala timbrada por corona real y una
cartela que identifica el contenido: S. CUMINI
(Syzgium cumini: jambul). Es de la serie heráldica
barroca azul, fechable a mediados del siglo XVIII,
y fue donado en 1908 por Enrique Steva.
(Bibl.: González, 1976: 248)
Pesa
Talavera la Vieja, siglo II d. C.
Bronce
Alt.: 10 cm.; anch.: 17 cm.; gr.: 14 cm.
Nº Inv.: D6.718
Este pondus o pesa ha llegado hasta nuestros días
incompleto, sólo conservamos la caja de bronce,
faltando la base, el interior que sería de plomo y
el asa.
En la pesa está marcado su valor con una incisión
de cinco líneas verticales atravesada por una línea
horizontal, lo que podría indicar un peso de 10
libras, 3,275 kg., pudiéndose tratar de un
decempondio. La marca de valor en el exterior
servía para limitar los abusos y oficializar las
medidas garantizando una mayor equidad en las
transacciones.
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62. nú
Azulejo con n ú mero de casa
Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX
Loza esmaltada
Alt.: 21 cm.; anch.: 21 cm.; gr.: 2,5 cm.
Nº Inv.: 7.274
La identificación de algo tan importante como el
número de la casa en cada calle es algo que se
viene utilizando desde antiguo, aunque no se
conservan muchos ejemplares de este tipo de
placas.
En Cáceres solían encargarse a alfares de Talavera
hasta el siglo XIX, al igual que sucedía con las
placas que llevan el nombre de las calles, que son
del mismo tipo. Posteriormente comenzaron a
encargarse a fábricas sevillanas, conservándose un
buen número de ejemplos de ellas por todo el
casco histórico de la ciudad.
Azulejo de la Ermita de San Antonio
Abad
Cáceres, 1803
Loza esmaltada
Alt.: 42 cm.; anch.: 42 cm.; gr.: 2 cm.
Nº Inv.: 718
La loza esmaltada es un soporte óptimo para la
escritura, por su resistencia a las inclemencias del
clima y su bajo precio en comparación con la
piedra. Este azulejo estuvo sobre la puerta de la
desaparecida ermita de San Antonio Abad,
ubicada en la calle de San Antón de Cáceres.
Representa al santo titular rodeado de animales y
la leyenda “REAL HERMITA DE SAN
ANTONIO ABAD AÑO DE 1803”.
Fue donado por D. Pedro Vidal en 1920.
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63. Reproducció
Reproducció n de ponderal
Finales del siglo XIX
Bronce
Alt.: 7,5 cm.; anch.: 7,6 cm.; gr.: 0,3 cm.;
peso: 71,9 gr.
Nº Inv.: 573
Esta reproducción de una pesa romana en bronce
lleva una inscripción en alfabeto griego en ambos
lados, que dice: “Año 14, en el consulado de
T(itus) Iul(ius) Claudio Severo, ejerciendo el
cargo de agoránomo Menestheus Chrestos,
bilibra itálica”.
La autoridad y el peso de la pieza, 655 gramos,
están identificados en el original de plomo, hoy
desaparecido, que se halló al sur de Roma antes
del siglo XVIII.
(Bibl.: Beltrán, 1982: 88).
Pesa de 2 Kilogramos
Provincia de Cáceres
Hierro
Alt.: 4,5 cm.; Ø base: 9,5 cm.
Nº Inv.: D2.458
El Sistema Métrico Decimal fue impuesto
legalmente en España en 1849, para terminar
con las diferencias que se apreciaban entre las
distintas regiones y países en las unidades
tradicionales que se utilizaban, si bien su uso no
se generalizó en nuestro país hasta la década de
1880.
Esta típica pesa de forma circular con su argolla
para colgar lleva en relieve la identificación de su
medida, “2 KILOG.”
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64. Pesas de ¼ de adarme
Siglo XVIII
Hierro
Alt.: 1,4 cm.; anch.: 1,4 cm.; gr.: 0,1 cm. en
ambas; peso: 0,4 y 0,6 gr. respectivamente
Nº Inv.: 2.499 y 2.500
El adarme es una unidad de medida castellana
que equivale a una dieciseisava parte de la onza,
equivalente a 1,79 gramos. Usado en orfebrería,
en objetos de poco peso, ha terminado por
desparecer.
Estas dos pesas de un cuarto de adarme tienen
marcas de verificación que le otorgaban validez a
la medida. Una de ellas tiene un águila coronada
y las letras I·E coronadas, en otra aparece
TRV(¿JILLO?) y CAVALERO, posiblemente
nombres de los propietarios o la autoridad.
Ficha para el suministro de agua
Cáceres, ca. 1920
Cobre
Ø: 2 cm.
Nº Inv.: D8.218
Entre 1899 y 1959 el suministro público de agua
en Cáceres corrió a cargo de la Compañía de
Aguas Potables de Cáceres, de titularidad
privada. El agua era extraída del pozo de la Mina
Esmeralda y canalizada hasta las fuentes ubicadas
en distintos puntos de la ciudad, siendo vendida
mediante estas fichas. La última de estas fuentes
que funcionó parece que estuvo en la Plaza de la
Audiencia.
La ficha, que debe ser de hacia 1920, fue donada
en 2011 por D. Gaspar Sierra Fernández.
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65. Virgen del Carmen
Establecimiento litográfico de Francisco Mitjana
(Málaga)
Piedra litográfica; lápiz litográfico
Alt.: 30 cm.; anch. 21 cm. (huella)
Nº Inv.: D1.295
Entre la importante producción litográfica
malagueña en la segunda mitad del siglo XIX
destaca la fábrica de Francisco Mitjana, que toma
el control del negocio familiar en 1852 y se
mantiene activo hasta el final de la década de los
setenta.
Esta típica estampa devocional incluye la
identificación de la advocación “Ntra. Sra. DEL
CARMEN”.
(Bibl.: Carrete, 2005: 93)
Moneda: 30 sous
Ceca de Mallorca, 1821
Plata
Ø: 4,2 cm.; peso: 26,70 gr.
Nº Inv.: 7.271
En 1821 una epidemia de fiebre amarilla
despobló la isla de Mallorca y aniquiló gran parte
de la población; ante el desastre y la ruina del
consistorio, el Ayuntamiento de Palma se vio
obligado a reabrir la ceca y acuñar moneda
fundiendo plata de las iglesias de la isla.
Esta moneda de necesidad presenta en el anverso
un campo vacío con cuatro marcas: 1821, FRº,
VII y el valor de 30.SOUS, 30 sueldos; al
reverso, en el campo vacío, el escudo de Mallorca
y la leyenda SALUS POPULI, expresando el
motivo de esta acuñación, salud del pueblo.
63
66. Azulejo con nombre de calle
Talavera de la Reina (Toledo), siglos XVIII-XIX
Loza esmaltada
Alt.: 29,1 cm.; anch.: 29,5 cm.; gr.: 2,8 cm..
Nº Inv.: D2.936
Seguramente, cuando la calle de la Zapatería
Vieja de Cáceres cambió su nombre por el de
Gabriel y Galán, la placa fue retirada y
depositada en el Museo, lo que la salvó de la
destrucción.
Gracias a ello, tenemos un ejemplo de cómo
fueron estas placas, muchas de ellas del siglo XIX,
que se podían ver por toda la Ciudad
Monumental hasta 2002, en que casi todas
fueron inexplicablemente sustituidas por otras
nuevas.
(Bibl.: Alma, 1998: 44).
“Tajo”
Tajo”
Hilario Bravo (Cáceres, 1955)
Serigrafía a cuatro tintas
Alt.: 49,7 cm.; anch.: 22,7 cm.
Nº Inv.: D7.153
Imagen
En 2007, Hilario Bravo produjo un conjunto de
disponible tres serigrafías titulado Dríada, la ninfa sedienta,
en alusión a la ninfa de los bosques cuya vida
en la versión duraba tanto como la del árbol al que se la
suponía unida. La carpeta está formada por
impresa estampas dedicadas al Parque de Monfragüe y a
los ríos Tajo y Guadiana. El artista representa a
una ninfa tímida y esquiva, y juega, en este caso,
con el nombre del río en los idiomas español y
portugués.
Fue donada por la Asociación “Adaegina”
Amigos del Museo de Cáceres.
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67. Fama”
“Fama”
Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 1948)
Zinc; aguafuerte y aguatinta
Alt.: 56,6 cm.; anch.: 40,1 cm. (huella)
Nº Inv.: D3.076
Imagen
Villalta es un pintor que no ha descuidado su
disponible intervención en todo tipo de soportes artísticos:
escenografías para teatro, cerámicas, muebles,
en la versión tapices, estatuillas de bronce, aguafuertes y
litografías. Este grabado, fechado en 1985,
impresa representa de forma onírica elementos tomados
de la realidad, elevando lo cotidiano mediante la
pintura considerada como una de las Bellas Artes.
Destacan los efectos de luz, los contrastes y las
sombras que los objetos proyectan, y la palabra
que le da título, “FAMA”.
(Bibl.: Guía, 2001: 143).
Stille! (Silêncio)
Stille! (Silêncio)
Silêncio
Avelino Sá (Santa Maria da Feira, Portugal,
1961)
Fotografía, madera, vidrio y vinilo
Alt.: 51 cm.; anch.: 60 cm.; gr.: 21 cm.
Nº Inv.: D3.067
Pertenece a la serie “Pinturas para Paul Celan”
La trayectoria de este artista se ha formado a
través de referentes en su obra en que tienen
especial importancia referentes como los autores
Paul Celan, Robert Walser o los clásicos de
Occidente y Oriente.
La escritura está presente en su obra,
caracterizada por la búsqueda, el paso y la
pérdida.
(Bibl.: Guía, 2001: 145).
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71. Moneda: denario de Augusto
Ceca desconocida en Italia, 29-32 d. C.
Plata
Ø: 2 cm.; peso: 3,9 gr.
Nº Inv.: 1.572
En la Antigüedad las monedas eran un medio
ideal para transmitir ideas y sobre todo
propaganda política. Augusto creó todo un
programa ideológico que se representaba en las
monedas y monumentos, adoptando símbolos de
la República y presentándose como protector de
los ciudadanos. En el anverso, cabeza diademada
de Venus a derecha, cornucopia detrás y ramo
delante; en reverso, “CAESAR - DIVI F”,
Augusto con atuendo militar avanza a derecha
con una lanza en su hombro.
Moneda: tremis de É gica
Ceca de Tarragona (687-702)
Oro
Ø: 2 cm.; peso: 1,36 gr.
Nº Inv.: 7.260
Las primeras acuñaciones visigodas mantienen el
estilo de las bizantinas, herederas de Roma,
acuñándose incluso a nombre de Constantinopla
y de emperadores ya desaparecidos.
Posteriormente, la amonedación visigoda
evoluciona hasta tipos propios; en este caso el
anverso continúa la tradición romana con: busto
a derecha, “+I·P·N·N·/E/GICAPX”, in dei
nomina rex Egica, y en el reverso se abandona la
imagen de la Victoria y se introduce la cruz sobre
tres peldaños, “+TARRACOI:ST”, Tarraco ivstvs.
(Bibl.: Callejo, 1962: 247).
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72. Moneda: dirham
Trujillo (Almería, año 404 de la Hégira, 1013)
Plata
Ø: 2,4 cm.; peso: 4,48 gr.
Nº Inv.: 5.497
Las monedas andalusíes no reproducían
imágenes, limitándose los textos a leyendas
religiosas, el nombre de la autoridad que la
emitía, directamente o por sus delegados, y la
ciudad donde se acuñaban. Este ejemplar fue
acuñado por el eslavo Jayram a nombre de
Hisam II, en la ceca de Al-Mariyya, Almería,
quien pretendía restaurar el califato tras su huida
de Córdoba.
Este dirham supone la primera emisión de un
reino taifa y a nombre de una ceca que no es al-
Andalus o Al-Zahra.
(Bibl.: Navascués, 1957: 7-8).
Moneda: salut d’ or
Ceca de Saint-Lô, 1425-1432
Oro
Ø: 2,8 cm.; peso: 3,27 gr.
Nº Inv.: 7.240
La moneda corresponde a Enrique VI, último
monarca que reinó sobre Francia e Inglaterra en
su efímera unión, finalizada con la revuelta de
Juana de Arco.
En el anverso, la Virgen recibe una tabla con la
inscripción AVE del arcángel San Gabriel , la
leyenda HENRICVS: DEI: GRA: FRACORVM:
Z: AGLIE: REX.”, “Enrique, por la gracia de
Dios rey de los franceses y de los ingleses”, y los
escudos de ambos reinos. Al reverso, XPC
VINCIT XPC REGNAT XPC PERAT, “Cristo
vence, Cristo reina, Cristo impera”, cruz latina
con flor de lis y león pasante.
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