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OR LAPATRIA
n
una beca para escribir.
I. LA LUZ, LA LUZ, LA LUZ,
     LA LUZ DEL DIA
ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma
ma ma ma ma ma am am am am am am am am am am am am am
ame ame m e ame dame dame dame dame dame dame dame madame
madame madame dona madona mama mama mama mama mama
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                                                                          +Am..+. . r   n-n"
llldllld llliillld llliillla llliilllaLllu Cl U a L C l v GI1 Cl uiil bC ld LUlllClll v 61111411
                                                     1.




w a n aesarora la rumcunaa con su reniao peio rum0 y grmgo mienrras
cimbrea su ambivalente figura. Caderas amplias de buena madre y
mancha ese centimetro de raiz negra de mami mala, su pel0 grueso
y tosco, no como arriba que es rubiecito: ondas y crespos de su
 infmita bondad.
 3e rien.
Se rien de su pelo que asoma entre 10s pelos que tiene abajo su machi,
por no salir rucia le toca el tinto v amntan sus mechas v el ~ a l o
I
1
k i e la maare con su ooca, per0 aespues se pone rnsre corn0 un
Ciinndn se revnlviernn vn nn mtaha MiPntn Ectaha                       a1 acechn.     :Me




LUIIUSIUitU, LUilllllU G I l l p G L t : it U11 U l G l l IGJUS IUS itSGIILUIIIGIILUS q U G
resonaban como 10s ecos. Los sonidos se alargaban unos sobre otros.




dar  unos avances, como si vmera la cancia aesae la cuna nasta voi-
tearlo y el eco se trenz6 con m6s vigor aCn, como una pelea a cuchillo
por el sonido del acero. D esa manera me parece poder asegurar
                            e
que fue frente a frente a ellos que estaban de costado, mezclados. Y
es esto, quizis, lo Cnico veridico y aun cuando fue en el momento
del advenimiento, hub0 una afumacih, si, si, lo creo y aunque

la postura y el ruido me fom
el costoso ir y venir.
Iba y venia el remezh, per0


10
No, no era asi. No puedo describirlo, no me acuerdo con exactitud de
cada una de las cosas, ni de las posturas, ni de 10s requiebros. Si, si, es
mentira: estaba ahi entre 10s ruidos que subian, bajaban, se apagaban
si, si.




iQuC hice? iquC dije? ipor qui la mama no puja?
La chapucera de 10s menjunjes de toda especie: matico en las patas,
yerbabuena en 10s senos, ventosa en la espalda, mostaza en la guata.
A fin de cuentas el vino se arregla con agua: no veo el viaje y no
puja la ingrata.
                 Fue el malo, el mal, la tifia, la sed, el freno que estoy
                 reseca y si se abre me hielo entera: “abre las piernas
                 pa que me quepa el hueso y nuestros pelos se enreden
                 en la maraiia arisca y tenaz”.
Si puja avanza, se alarga el hueso que la golpea al monte duro de
tierra afuera desdicha io es dicha? changa la nena, hinchada la lerda,
asqueada la chanca.
                 Ay del hueso, la midula, la cdpula, la c6pula que
                 selecciona s mala sangre. Ay del hueso, del monte,
                             u
                 del rio, bajo 10s pelos es piedra lo que detiene su
                 entrada.
Dame del tinto y del arreglado. Pisame el vino caliente. Madame
dame que se me hielan las crenchas negras, dame la ronda que ni
las deudas las pagan.
Dame porque soy Coa, quiero decir ma ma antes que se me ponga la
boca roja, mama del tinto y la borrachera se vuela. Con estos pelos
que me le crecen hasta 10s hombros me embano: mamo y la boca
se me abre en balde. No hay trago y la matona me pega, me empuja
el vientre que se le hincha. Si es que le explota ahi mismito me voy
de corte, me voy al fondo de la barriga pa que la vaca no le d palos
                                                                   C
a su misma hinchazh. Ma ma ma me vir0 patas pa abajo y pido


                                                                        11
LUb   vcu Laud VGL   lllab   segu1uu CII lab GulllubluIlGb que 1engu y   1aa gculab
que se eleven y leviten a mi alrededor. Por eso cuando camino, miro
hacia 10s lados y para arriba, por si acaso andan cuidando que nada
me vaya a pasar. Nada mds. Nunca.
No e s t h .
Salvo en unos indicios que me salen. Por ejemplo, en una mesa veo a
dna firnitas   nile PP   lea awmpian          hahlan
                                        n i i ~        v n’pn rnn rnmnlirirlarl-
!
I
f


gesto de 10s brazos abiertos en cruz. Despu6s me empiezan 10s dolores.
Si, lo creo, que asi se gestan 10s dolores, por las ganas de abrazar que
se interrumpen antes del doblez. Per0 no da como para hacirselas
sola y en eso, bruscamente, me paraliza la presencia de ellos, el ruido
si, la bulla de las conversaciones.
Estoy de espalda, tranquila, sin pena y oigo un timbre de voz: mi
padre, digo, que ha llegado a sorprendenne. Me levanto con mucho
cuidado a buscar un espejo y estar mds presentable ante 61, para que
no se decepcione ni sufra, per0 a mi vuelta ya ha desaparecido, ha sido
cambiado por otro mucho mds tosco y enronquecido. Lo mismo,
igual cosa pasa con ella.
Me arriesgo. No me recompongo cuando 10s oigo. Me doy vuelta
lento y pongo 10s ojos en la mesa que est6 detris y de nuevo estiin
cambiados: 61 como si fuera ella y ella convertida en 61, es decir, no
son.
Me parece que tengo que pensar desde atrds, para ver si es verdad el
cuento y me fueno la mente en 10s recuerdos que me pueda traer y


                                                                                13
algunas, llego al plural momento que compartimos 10s tres. No 6ra-
m n c trec          C; ernnie~n9               PniirnarQr nn PP9h-r;-                  niineg      xr rle n d a mp



CI  multiple numero se extienae y me pongo a aismmuirio, IO que
tampoco es seguro o certero. Por eso caigo y detengo el flujo de las
posibilidades, de las voces, 10s perfiles, las amenazantes mesas en
las que se instalan.
Con todo esto, no alcanzo a enI t € mder si ellos me persiguen a mi' o
soy yo la que no les doy paz, pc)b que fmalmente no fue sino, apenas,
                                                                                                     m.rn:Arrn
uiia . u i t c a U I C I U I I J L L ~ I I ~ I L L G I I l n
                 n:m..-o+n*.n:n1
.Inn ;..r.+n                                       an           .a   -An    annn-+rnrnnn                                n   i   n   ~
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                                                   L     ia    QLc   IIUJ   G I I U J I I L I L L ~ I I U J wiiiiuuJ.   UUG

con el tiempo y las cost
permanentes visiones, pelro
-
Primer0 me caliento biei
luego, con las yemas de 10s aeaos mias, repaso el conromo ae ias
sillas, las cubiertas de las mesas y con las manos abiertas voy palpan-
do las paredes.
Si mi cuerpo descansa en una silla, ahi, las piernas de mi padre me
remecen, per0 mi madre, desde el otro lugar nos mira reprobando
la confianza y entiendo que es muy mal pensada, muy corrupta y
61 tambih lo sabe y deja de mecerme como para que me retire.
Me demoro, hago como que no percibo, burlando 10s ojos de mi
ma mam mami, per0 las piernas de 61 se deslizan y yo me resbalo
y estoy obligada a levantarme, a salir.
Con ella lo hago s610 por cumplir. Me subo en ella, per0 descon-
forme, porque termino siempre adormecida en su falda, un poco
atontada y apenas puedo abrir 10s ojos. Temo que, tomindome
desprevenida quizis quC cometa conmigo, porque como madre es
capaz de todo, siempre, por el car30 ilimitado que les demuestro.
No es verdad. Mis dedos se han vuelto isperos por no poder distin-
guir una textura Clara, per0 me balance0 en las sillas, pulo las cubier-
tas de formalita. Limpio las paredes.
Estoy segura que son ellos 10s que andan detris mio, me obligan a
moverme incesante de un lugar a otro similar. Per0 el deseo es no
verlos, no toparlos, no abrir 10s brazos ni que me toquen. Esquivar
las miradas. Todavia no. Si. Habria que entrar en explicaciones,



14
acanzo a ver sus somwas que se proyecran en la parea; son euos.
Sin ninguna duda que han venido tornados del brazo a vigilarme o
a llevarme de vuelta. Per0 cuando concentro muy profundamente
la vista, desviada a las camales figuras, veo siempre a dos vacilantes
borrachos que se apoyan el uno en el otro: son, pienso, son ustedes,
un par de veces he hablado y bajo la mirada con verguenza por
haberme turbado en sus facciones que son distintas, absurdamente
contrarias a las mias.
De a poco he empezado a tratar de grabarme cada uno de mis rasgos
en profundidad y a descomponeme en todas las caras posibles que
pudieran haberme disefiado y en este esfuexzo sC con certeza total
cuil cara les pertenece a cada uno, c6mo con el paso del tiempo
pudieran alterarse y hacCrseme extraiias al pasarme cerca. Eso es
verdad. Muy pr6ximos deben andar para percibirlos con tal nitidez.
0 es el olor que me dejan al estar un momento antes que yo llegue
y yo voy siguihdolos con mi olfato desarrollado como 10s animales
o 10s ciegos. Basta que entre y sC cu5l es la mesa que me corresponde:
olfateo y ocupo la silla de mi madre y le hablo a 61 las cosas que ella
le ha dicho. 0 'a la inversa, elijo a mi padre, el sitial que tenia y
gesticulo a su modo, miro, pienso, largo de la misma manera.
No me atrevo a tomar la tercera silla, ni puedo, sC lo que me diri'an.
Una vez me pas6 y no me sali6 la voz, es decir, me sali6, per0 la de
ellos: parte de una frase de mi madre y la otra mitad de mi padre.
El olor, el olor es muy distinto en uno y otro, per0 si yo misma me
huelo, el terror mio es que, ademis, hay otros en mi pie1 que no sC,
--    ^ -- ^
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                                                             iiUllUUC UUUllil U C l l f l l l il G U a l U U S I I J P




Para no seguir, bajo la cabeza, tiendo mi olfato y voy hasta el prbxi-
mo dintel que ya han traspasado y mi hombro fue paterno, total-
mente masculino cuando sorteC la entrada con mi pie femenino, la
planta de mi madre que me guiaba hasta donde ya el abandono.
Lo mismo, igual que 10s vasos en donde ella ha puesto su boca en la


                                                                                                                   15
mia y, ocasionalmente, hemos bebido juntas traspasadas de saliva




Jugando descuidadamente con la tierra, sentada en el suelo escar-
bando, he sentido como una rifaga que me aprisiona la mano.
Alin con el brazo sepulto, intento dilucidar q u i h de 10s dos es. Per0
yo sC cuil es su origen y miro hacia la ventana de mi casa y veo sin
asombro, sin ira, c6mo la cortina se mueve y diviso el ojo que me
observa. A cruzarnos cae ripidamente el pliegue y todo vuelve a
           l
estar en regla.

                                                               7--   "----
imposible contenerme, porque mi mano ya esti tocando el cement0
que me frena.
n                      . .             *
                                       ..       .         ....
Yero es veraaa que aguien, aguno ae euos na removiao la tierra,
             f   .                                             4




se han dado el esfuerzo para mi, porque la tierra es mia, como el
frontis de la miserahle ventana en aue ammo.
Jugando de nuevo, juego a zafarme, mientras me miran levantar
polvo como una tromba, porque a ellos nunca les ha gustado la
mugre y verme entierrada, como sucia que soy, 10s arrastre hasta el
desquicio y por linica vez en toda la vida me nombren, me vean, me
toquen en el golpe.
En fm,me paso la vida, me he pasado el tiempo sorteando 10s obs-
ticulos tan simples y desbocados como el agua, el liquid0 en que me
meten la cabeza para limpiarme. Eso me espera: el vCrtigo con la
cabeza sumergida para sacarme la tierra, por un rat0 peligrosamente
largo, arrastrada, llevada de 10s pelos sin misericordia alguna, por la
pena que tenia, por el miedo y la emoci6n que me embargaban.
Noche afuera, bar afuera, acordonado todo el barrio con sigilo sobre


16
10s cuerpos y asi mi ojo, una parte de 61 percibi6,los vi0 reptando
por la oscuridad del erial, un poco antes que la mano tensada de Juan
me retirara, un instante antes que empezara la primera pesca y la
violenta espera sobre 10s bultos.
No atinC a nada sin0 a nombrarlos. No, a gritarlos, sabiendo que se
agravaba el peligro sobre mi, per0 es lo usual, es completamente
normal en esos casos, si, lo creo, llamar a la mami, nombrar a su
Est6 oscuro &era y yo bailando: mientras ma's me muevo, mejor
me rio y fuerte. Me tironean las piezas y quiero complacerlos a todos,
porque yo bailo de todo, aprendi cuando se me iban solos 10s pies
ante la miquina.
Estamos celebrando y tomando mucho para ponernos contentos y
oigo que me nombran para arriba y para abajo: soy el centro de la
fiesta y del manoseo.
Mi mami se aparece y se va, per0 se me figura que esti afuera tra-
tando de escuchar lo que decimos. Yo no sC de d6nde sac6 esa
costumbre cuando la madrecita de ella era mucho mis consentidora,
no como mi mami que siempre anda pensando, buscando cosas.
Yo le ordenC a ella que no bailara y tambiCn le avisC a 10s demis
que se acababa la fiesta si alguno la sacaba al ruedo. No es por nada,
per0 despuCs me comparan con ella suponiendo cosas desagradables;
mi mami cuando baila empieza a hablar y a ofrecerse por un trago.
No, quiero decir, ofrece trago y la amistad.
No es que baile tampoco, es muy tiesa para moverse. Sigue las can-
ciones con 10s labios y de a poco termina cantando a gritos.
Yo no la he oido, per0 alguien me lo cont6 una vez riindose. M i r h
dola no lo puedo creer, porque cada vez que se abre la puerta veo
sus ojos clavados en el vas0 y en mi vientre pegado, frotado con el
que me abraza. Si, ella, toma en serio un poco de diversi6n con que
salgo favorecida.
Continlio con el ritmo, aunque ya tengo el est6mago asqueado por el
vino y 10s banales movimientos, per0 es que trato de evadir la oscu-
ridad del afuera que me perturba. Par0 y me despego: mi madre est6
a mi espalda.
Sus dedos recorren mi cohmna
Sus dedos recorren mi columna y creo que me pide un baile. Si, es
completamente seguro que quiere moverse conmigo ahora que las
copas la animan. No me atrevo delante de la gente, per0 ella me ha
escogido y acepto su mano en mi cintura y
10s mios. Casi no puedo apoyarme en su
siento verguenza cuando su pierna se mete
no hagai eso, le digo, per0 es inctil, no hay cosa que la detenga.
Ademis es zurda y por eso la sigo con mucha dificultad, con 10s
pies que se me enredan, hecha yo, convertida en una bolsa en sus
bra:
Se 1
Si,
p~dllUUbCUt; gG3lUb G A L l i l l l U S . C l l I ~ l G L t l I l a U l l C G C I plala. A 1111I l l a l l l G -
cita le suben el punto, la apuntan con 10s dedos, le puntean con
ofertas sus partes y ella, con inmensa alegria, con sublime prestancia,
echa la cabeza para atris de gusto.
Les dice, les grita que no se mueve sin su hija, que por las dos es
el precio. Yo esquivo la vista y concedo, cedo mi costo para no
arruinar el tacho de la fiesta y que persista la ceremonia.
No conocen a mi madre que es la opaca de la turba.
Terrnina la canci6n y siguen desfachatando el local, sin dame parte
en el asunto, como si yo no.
Crece el consumo, el vino corre por las mesas, las palabras, 10s gemidos
Est6 la noche afuera del bar, per0 por mientras las luces nos iluminan,
10s fluorescentes nos protegen, largando una imagen ardiente a noso-
tras que nos apoyamos en la baranda, quiero decir, en el borde de la
mesa que se bambolea ante las caricias de la hija a su mami y el fondo
midn   An1   n ; c n niin m n ~   m   n   m   a1 tr6vt;nn
                                               ~ 7 ~




r a no aice mi mami y no le cuento que un n o m m ia aemanao y
que la oferta por s u s piemas fue el precio m5s elevado que nunca
haya escuchado por el cuero de una mujer. Tampoco le observo la
cancelacih del consumo, cuando mi zurda acompaiiante se doblaba,
se atracaba a m i con todas sus fuerzas y las ganas de bailar la hacian
parecer una eslava bajo la luz que la resplandecia.
Estuvimos, nos quedamos calladas. Al mucho rat0 la mirk
- iTenis suefio? le dije.
- Todavia no. No. Nunca, nunca mis la toco a usted.
Oi con asombro esa frase suya, porque despuCs era Juan quien me
dijo que mi padre me mandaba estar en la casa y que 61 se iba a
quedar a festejar a mi mami.
- i sime demoro?
     Y
- Anda, yo te la cuido.
AI salir a lo oscuro me volteC Y Dor la rendiia de la merta vi a Juan
Mi madre recomb con 10s dedos mi columna.
- LEn qu6 estis Coya?
- Nada malo, un poco de baile apenas.
Me hunde 10s dedos en la espalda hasta toparse con rnis huesos y desde
alli me aprieta y entiendo si, que quiere ejercer conmigo su movi-
miento danzarin para que hagamos un niimero.
Voy, camino hasta la miquina, busco la cancibn que me va a apropiar
y meto la moneda: me dirijo a ella que me abre 10s brazos y el abrazo
me cubre bsea, disparejamente frontal el choque con su frente y en la
ciipula su pel0 rizado y el mio lacio se agarrotan, se entrecruzan en
las orejas las palabras y las paredes se me vienen encima.
En las vueltas se me da vueltas. Yo paso mis manos alrededor de su
                 itamos hasta que el grito retumba:

Sale la voz desde un reservado. No era un grito sin0 un gemido.
Si, alguno del reservado yacia clamindome en su final.
Despuis Juan me dijo lo de mi padre y sali a la calle comendo y no
vi a nadie por el apuro de llegar luego a mi casa. Per0 cuando escuch6
al hombre enronquecido en el llamado, pens6 con rabia, tuve la
imagen abierta de la mujer mojada, manchando semen mi propia
Ggura hiimeda de baile, que volvia de desprestigio mi yacer ausente
del reservado, o tal vez ninguna mujer, sin0 el que se jugueteaba a
mi costa, tras la cortina rasgada el s6bdito.
Cortesanamente reverencii a mi mami antes de la salida y la dej6
enclavada a Juan por el clamado de mi padre, si, con el mejor de
10s estilos mi madre le suplic6 al hombre que la escoltara.
Fue, sin embargo, un episodio oscuro, confuso para mi y 10s nuestros.
Todas mis amigas me animaron con las palmas y a cada una roc6
la copa Todas mis queridas secuaces amigas, militantes del vino,


                                                                   21
cruzaron conmigo la mis profunda de las miradas de envidia a la
trinidad de Dios, yo misma, mi madre y todas en mi, duplicadas
hermanas. Esa noche de la tragedia, alguien acab6 en mi nombre y
desde entonces respond0 dual y bilingiie si me nombran Coa y Coya
ius piiiiuquiiilius y ruIiuiiIi ei   imic;iit:   ia uurrac;iieri, ~iit:iit:auasUG
arriba a abajo las tripas.
La madre urde junto a Juan su compensa y piensa en el gasto de
Coya que deberi hacer por desventura. Si, si, ella imagina a Coya
cortando por el erial las pocas yerbas que quedan. Marchita la madre
se ve el rastrojo rastreando. No ve ni escucha cuando vomita, mas
se maldice por su aspect0 volcanado que se le cae sobre la cara y el
vuelco tras el orin.
- Estoy vomitando, dice.
Y Juan la mira y siente que es un truco para engarzar el momento.
Dice la madre:
- Me reviento si no me llevas. Manchado el boliche, me cubriri el
   v6mito del bochorno.
- No, le contesta, eres de mala clase y aunque tiflas la mesa te queda-
    ris al lado mio.
Ahi viene un violento diilogo entre ellos, aunque la madre se aferra
a la mesa. Suda. Impreca otra vez:




-
   nosotras de farra o palabra cruzada contigo. Por desleal mi extra-
   vi0 se acomod6 en niuse,    a.
G.slub IIcIIJaIIIGIIcuJ yUUIGIun  acogerla al cruzar el espacio del bar:
                    "Me voy a caer al piso y me van a enjuiciar el retumbo,


                                                                              23
--q
                       ;+,        parece el mismo infierno cada paso que
                               iy al parir e1 vino”.
                                 fondo la 1rnira fijo y se da cuenta la madre
                               lcanza a distmguir ei cuiur uei --=-
                                         -.--.
                                             L     -1      1-1
                                                               paiu.
Jil IIUIIIUIG 3G 111llQ bull   Juan.
Se guiiian.
Ell l G a l l U a U   quclla   q U G 3G   luGl(u1   GII   aGEulua,   ~   U   v
                                                                             G   w1vlulau   uua   IVY


por todas al reservado del bar.
- Te queremos acompaliar, dijo Flora.
- No, no voy a andar con ustedes, viyanse.
Per0 se quedaron paradas al lado mio.
                      ijo una cosa rara:
                      ~1 papi te b e d en la boca.

- LEn la bo, en la boa dices?
- En la boca te dieo v Juan dice aue tu mami tambiCn.
vierno. Lo invierto todo, Berta, y ahora lo unico que siento es
un fmisimo agujetazo de amor y piedad.
corri Coa y Coya por la d e , en la oscuridad, porque 10s moles
estaban rotos y con algunas de mis pisadas estallaban 10s vidrios
bajo mis pies.
Me despend, me torci como boa el hambre que trasladaba de un
lado para otro. Si, la mareadura pas6 y pas6 al sellado la madre y
gentuza otra. Mordi, chupC yerbas que llevaba en trecho, hasta la
ingratitud del cuerpo. Vera india las voces que auditivas rondaban
en la cuerda el halo. Algo pardo se avecinaba como barro. No era
india, no. Nunca nada de brujeria a mi, sin0 que parecia yo misma
coincidente al tributo.
AcortC y medi el tranco hasta mi pr6xima casa, cuando presenti
el mbo, 10s disparos, 10s quejidos lejanos del escindalo. VisualicC
como entre un marco la salida de 10s camiones, si, seis camiones
en fila para la red, la redada que nos iba a tocar a nosotros: a mis
amigas
Eso er
un s g
    e
                                                          --r-----   --
entrepierna con las dos manos para tenerme adentro: es mia, es
s610 para m i la paria, decia, la parida no me gusta, no quiero partir
sola de nuevo. Si, si, eso era todo en la farindula de la fiesta reina.
En la sucesi6n de hitos pesquC el hilo de sangre que iba a correr,
porque el general donaba a la tropa el brindis y haces de luz iban
a iluminar el barrio: vi tambiCn detris el campo abierto el eriazo
y a alguien que corria por alli herido, cruzando la mala hierba para
llegar a mi casa y por su inestabilidad senti que tambiCn me caia.
Me apoyC. En la pared puse la espalda y fui sombra.
Bajo la cornisa un trozo de came inm6vil.
Coa, Coya crud la calle y mirando tras la ventana iluminada, vi
crecer como matico el duelo.


                                                                     27
Transformada, cenC la puerta y el desorden se hizo pasado recuerdo
cuando rompi todos 10s papeles, las fotos, las cartas, la montonera
de cosas ardia en la fogata y miis a114 otra y otra en cada casa, en
tndn e harrin
     l          CF!   cahi'a mie mi nnrlre m i 7 a h a e n t n i n v oiie Inn
                                                        l




2;
LIV    vu   yubu a u   uiuiu a-u-     LI-IU, U - I I U   uwa   V-Y.   vv   I I L U V I W   VVISIV   --A-



loca la madre el vistago: es el amor mio aue crece. se amanda suble-
vado, acosado, si en esta tier
Si, mi, tanto que lo quise,
se luciera en el barrio, el bar
Andaba por 61 de rodillas, la farra nos. Don decia por mi, si, mi,
don le antepuse al nombre y en don qued6 atracado a mio, a n o
olia despuis de toda cosa linda y despiadado. Yo misma no supe,
no aprendi nada a atracarme, arrimarme bien ante la noche. M i
+-Am
LUUd
        -., '1 ..
        ..
        pdld   )'
                Cl
                       '1 -,.A,      .
                                     , T   A: A..,  ...A"      -..en.. "e.11,   A- ...la+, ..-n
                       C l l l d U d . LF; U I UUll V llld3 U U C C3U 3 G l l U U G UIdLd. U l l d

cadena con el reloj me dio, qile la hei gastado en 10s eslavos, no, en
10s eslabones se fue piso a piso 1mi pasi6n.
                                         --'  .. *- 3- -__
Esclava suya, corcel de sus piemas, SI, yo, JUKW ut: su CaIJaqyUUTd,
                                                             --1--1--1___-


61 jinetera al hombro. No, pistola cruzada en el pecho, mi amante
del pecho vendado la bala. Te hei jurado todo o casi todo el pecado
de mi. No, yo nunca le, jamis le dije, le dije todo lo que pude sentir,
lo que pudo decir la Coya la cort6 conmigo. Lo cortaron tambi6n
el labio. M i lo san6 cuando lleg6 sangrante, si, brillante, lindo, perfu-
mado su sangre roja aindiada, porfiado para la gresca su boca roja
como una niiia mi amado.
Qui cosa quererlo tanto, todavia mis cuando lleg6 temblando en la
noche, vendado asi a la que venga y la sangre en s pecho era el
                                                         u
coraz6n dibujado en el frente. Que le tuve que s a w todalamancha,
yo la Coya dicen, le tuvo que borrar la marca del coraz6n al riflero,
al arquero, al hampa, al apa lo trasladi pa que se me diera la oportu-
nidad de decirle, lindo, amado por mi, td, don, que tanto el pecho
me penetraste.
Sequ6.
Limpii el labio crecido, hinchado por mi mano que tenia el trapo.
No, fue con algodones, suavecito, beso y beso y mi boca se pus0
roja, toc6, mordi6 la colorada, como dos niiias fuimos.


                                                                                                      29
Mi pecho oscuro, sangrante en m i su Cora
C la sangre mia, la herida mia mam6. Ainc
 1
ni quise prevenirle el corte, el terrible taj
boquete de la bala, 10s golpes. Me dai mis
la Coya y yo mis de mas, mucho esfuer;
coraz6n, mi pequeiio y riesgoso mfisculo
rev&, siempre al revis de 10s cristianos conversos. Keventaaa la Doca
suya y mi amado no me decia palabra una, noticia l'amante mio,
solo, sin disputa o rival que lo tomara y levantara la sangre suya
seca, secada en la boca.
M i llor6.
Estuve grito                  I la red, e
de golpes, a gulpca IC YulLUon el don. LU I I S~ ~ W U U UCI lauu IIIN
lo dieron: rejas entre nosotros, ante su labio y el mio, por eso mismo
llor6 de pena y la Coya, yo, se acordaba cuando lleg6 a la mesa y
sac6 su camisa, su prenda mostrando el pecho y yo deslicC la tira,
 despejada en vuelta y vuelta la carne abierta y saquC ahi mismo la
prenda mia y torso a torso nosotros dos.
Granate qued6 la Coya y 61 ni miraba 10s ojos: iqui estai? le dije,
 iquC estai? y no me la daba, no me queris la vista. Y afin eso, por
 demis. emuauC sanme en el alPod6n v desDu6s lo exmimi contra


rresaaos, yo naaa piaDra supe que aecn, mas que nmita nomtxe
mio, al padre mio que se baj6 hasta mi pecho lang6indome la sangre
suya misma. Yo estupor estaba y nada podia, nada grande a 61 que
lo emplazara.
Parada ante la mesa, sin la prenda de arriba, me traspasaba en rojo y
me emborraba la visi6n la ligrima. Ay mio tli, le dije, iquiin fue el
malo del corte, del boquete, del puiio? per0 abajo no pude, no en-
tendi sonido que fue.
Y mi mano en su pelo, mas despuis cuando la boca le viera, corri
hasta el pafio, volvi al algod6n blanco para ser, para estar muy cerca
suyo.
Mis amado como yo ninguna. Reventada tambiCn de tormento y
silencio de su versi6n. El me puso, me limpi6 el pecho con el dinero,


30
61 tambiCn se peg6 10s pliegos sobre la pie1 y ante cada despegada se
movia la came porque lo tirC, esparci con rabia la plata sobre la mesa
y me fui, me volquC enteta sobre la niel Suva con mi Pur0 Pelleio.
sin nada que no fuer
Lati de amba a aba
estando descascarad
no, mamC sangre poi
Si, con la lengua mi;
Yacia, me iba de asombro de taponearlo con mi pellejo y senti como
cardo el cuero que detenia la sangre.
L'amor se me iba mucho, I'cuerpo la n s a , la mujer, la vieja de todas
las eras que mismo tli me dabas. Ahi le dije: Don, que nada ni la
herida de 10s malos pasos se lo quiten, si, el don no se lo anebaten a
usted, el suefio humano de la vanagloria suya, su noche y mi pecho
infundo la madremia, tampoco nunca como usted y yo Coya, Coa,
Boa, boca suya, tuya siendo.
No dijo ay, cuando saquC la prenda mia, a tirones la blusa mia, tb,
le dije, tli mio antes del tiempo en que te reprendan, te den en prenda,
te prendan. Si, Coya yo, de ti siendo, siento mucho, mucho me pasa
con usted asi. Mi boca se ponia en la de 61 y lo hinchado me enfebre-
cia y su pecho se peg6 primero, al pez6n mio primero hasta la punta
en sangre.
DespuCs, un ratito apenas sac6 vino y el impulso me dio bebiendo
juntos la copa. Me tap6, tipese, me dijo, y yo de timidez llena, lama
de todo lo de antes vine rara.
Rara, mareada, mal impresionado qued6. Si, se va a llevar una imagen
fea, como si siempre estuviera con, sin la prenda mia, usted va a pen-
sar per0 ahora, con justa me va a golpear y no podia detener mi
lengua. No paraba perd6n por mi, bajaba la cabeza: tanto que a usted
le gusta la plata, el dinero a ti que te transporta iquC no ve ahora?
p o te dai cuenta del pecho tuyo aportillado? iquC te hai tanta falta?
DespuCs Coya lloraba y corria sobre las tablas buscando un tapbn,
algo duro para taparlo. Mis vino le daba para el dolor, mis tomaba
yo misma para no tentarme y dejarlo irse en sangre y asi acuoso y
rerradnc   In9   n i n c rleianne c a r a r tndn tnrlitn In nile tenia niimtn   11
Irme, llevarlo en mi a mi amado que tanto amaba esa noche en 1
noche aindiada me puse y volvi, restafii la sangre y lengua todz
lami lama el pellejo. Los brazos mios apenas cruzaban, torcian 1
espalda. No dijo ay, cuando la boca sorbia, cuando la lengua lami
la raya.
T - -..- f l l -
         L                1- L-1-    -1                       ---
                                                             A----       -..- -.--,.I-   A,.-,.
L d G U G I l l l l i i , ld UiLlii, el P U I l O CIlGlIIlii, Y O LCIlCl q U G V e l GSU, L G l l d
que tocarlo y se iba si, al ver yo su cara supe la Coya que se me
&a.
Tanto bandido que hay en el bar, ni haiga paz para mi ahora, que
yo tan desesperada y tensa que te quiero, me muero de ti por pena
del cuero, de la salud suya, yo la Coya entera la noche en vela, solos
10s dos y mio, aunque herido y reventado ceAudo tambiCn lo quise:
pagar la cuenta suya puedo yo, esconderlo hasta el olvido a ustC,
llevarlo lejos hasta donde nadie milico sepa de suyo. Per0 usted mira
mujer, cualquier forma la sigue, desde n 5 a igual he visto cargado
t u s ojos y ahora tambiCn en la belleza suya me pierdo y aunque
herido, mal presentado ante mis ojos parece idCntico al paso de
siempre. Fue usted el que Coya me dijo, y ahora que parece tan
niilita mia, muiieca mia el juego. Jugando a las cartas trampe6 plata
seguro, por eso pasamos pobres, per0 nada rnis que usted en la pieza
mia, no la madremia en la pieza, no sus partes. Nada de ella ahora.
Nunca. LCierto?
Le di esa noche yerba para 10s males,
co, agiiita de boldo, palqui puse en
el ardor, todas las plantas que sabia GII SUJ p U l l L d U d S .                     UlGI1 ~ U G

se portaba que no decia frito cuando moli matico en el pecho, rezin-
dole al santito yo me pas6 la noche con el pecho a la vista para ver
el torso de ti dafiado.
Si, si, yo rnis no podia, nunca rnis he llorado tanto. Asi tambidn
estaba la cara mojada cuando pedi a ti, una vez, un poquito la mano
en mi pecho, por una vez y sin pecado, un tantito no mis la boca en
el pecho, una fugaz como si no fuera cierto, como si nunca papi
mio fuera, como si no de ti hubiera dado 10s ojos afuera la luz.
Papi mio, le dije, don es usted que enfermo aparece, olvide a la
Coya, olvide todas las cosas que la muerte quizis lo alcanza, y yo
antes que le doy vida, como t6 ahora amante mio, mufieca mia,
niiiita.


32
Lleg6, vino herido por el hampa y 10s guardias lo buscan, si, la noche
es que lo trajo y yo tanto tiempo y pisadas escuchando, oyendo abrir
mi puerta. Antes, mucho antes sofiaba este juego: que tb entrabas
y a la fuerza, dime, dame, dame, de las mechas me doblabas.




                                                                   33
Muy nublado hablo:
- Mami, todo este universo esti lleno de salteadores, por eso tengo
    que cuidarla, ponerle casa y tapiarla.
Me asustC:
- Y o no soy su mami, soy la Coya.
Pas6 un buen rat0 y me pregunt6:
- ;Cuintos aiios tengo?
                                                            triste, que
                                                           icuenta ya.
Le echC un abrigo encima.
- Seiiora, dijo despuCs, hoy no trabajo porque me voy al extranje-
    ro. Ya no tengo nada que hacer en este pais.
En ese momento oi pasos, hi a buscar el arma de mi papi, per0 senti
la voz de Juan como si tuviera la boca pegada a la puerta.
1

- Es mentira. esti acostado. desde aaui lo puedes ver.




Volvi a sentarme en la silla y de inmediato me habl6:
- Mami, usted se esti poniendo vieja.


                                                                    37
Entonces empezaron
1 n nar6   levant6 m i   P
Y se le apareci6 en la ojera la madre, que como madre de madres venia
a buscar sus restos. Tras la carroAa lleg6 preparada de duelo al luto.
Lujo traia lana para su expansi6n materna.
Cuervo el ala y fdete agudo rasante pet0 sobre el cuerpo. Mater se
impone y pone la mano para lucir el oro, su aro dorado toca la came
que se deshace y monta sobre su ojo la lign
jQu6 codicia esta madre?
Su lugar enlutado que la deja libre de su liga materna: se va para
atris y ve sangre, la gota fdtra desde abajo y es niila-infantil largando
sobre el suelo s placer menorreico. Entre el negro sonrie y llora en
                 u
forma simulthea. Densando aue en ese estado se hace imDosible.




   ivLa-iiia i i i a i i a ruya   ~ I L G J~   U   iiaua.
                                                   G        L   a a   GJU   iiacIi.   iiatxa iiiauic.
   N madre y pasari a ser contigo X en cuanto muerto, por eso me
   quejo de tu precocidad a l No anciano. Resiste, di no a la muerte,
                              i.
   deja la cama Yo al lado tuyo en esa cama me mamas jme oiste?
   mama.
La madre 1 saca su mama colgante y el pez6n pone al puntudo hocico
que se le cierra la gota.
Esti estriada y vacia, el pez6n neutro. Se tapa, se cubre el ala entera,
cuervo cede y atris se pone, en la otra fda.
Antes de hacerlo l'unta la ligrima en el lagrimal:



                                                                                                  39
- Ay, dice, que es-
         tampa mia perfecta.
La madre 2 baja su ala, su serpentina decae y socarronamira a 10slados,
mientras su discurso ora:
                        - Mamastra mia tuvo su origen en su mam6
         La zarca muerta al rev& I'asesinato. T6 no te mueves, no te
        mueres hoy dia porque es nefasto. Mal fecha esta para 10s
         duelos.
La madre 2 echa saliva en su palma y se la pone al hijo en la cuenca
      .   -
j

1



-    I Y U e S 11110, IIU 1~:L;UIIULC;U
                                      &lSLU,   IIU P JL X UII U C X J ell el I I I U ~ I L C J .
                                                    CI S J

- Y o suelto (dijo la 3).
- Y n tnmhihn tcnen fln 41. Tenm iina ciisa Iriiariiaiia.                 nmnaracia nara




-    Y O tengo mejor (la 3 ) orra armira: una camre 5u granaora y
     plateada y que se yerga de una vez y apunte la balacera. Est6
     cargadita de balas para ti que tan bien sabes manejarlas: ya pues,
     pesque el armita y 19 ~ 9 1 1 001 r h b n
                           9



Las cuervas les hacer
caZ6n.
Madre 4 va a la camd, ~ I I Cd   I       LL C I I U G   AUJ   UCUUJ UCI    IIIJU, AC UUUld

10s dedos alrededor del gatillo:
                                     - Es muy ficil. dice, de la cama a su



   el hijo es fama.
La 3 le sac6 el arma de entre 10s dedos y volc6 sobre la camala 38:


40
- Esta si que esti buena y con carga extra la cuido. Y o madre-madre
  soy y lo autorizo a la calle: busque, elija el punto del proyectil y
  se tira al piso a todo eslavo, piense, en tanto, que su mami lo
  avala, le pasa bala.
Una cuerva terrosa se interpuso.
Era la madre 5:
- Yo no quiero que muera en paz, por eso le traigo una lista de
   pecaditos:
   1. Mir6 la espalda de su mami, la parte ba
   2. Oje6 el pantal6n de su padre, 1- n - ~ m - l l n - -
   3. Ech6 el ojo a la cerradura, do
            -<..-
             _..._
    A    0
                  nsando en su mam
                  lensando en su pal
                   Mi, pecaditos le tengo bien guardados y lleg6 la



                        , - - , --     - - - __ - - - - - - - - - -- - - - - - --
                                        ;
                                        I
                                                    .~.

                una madre le voy a ordenar la sien y el destrozo.
- Es verdad, es verdad seguro, indic6 la madre 6 que era alta y

                  mnta blanca.
- Luanao emre la boca para darle un besito me torci6 la cara. No
  hay perd6n. Si lo lave se ensuci6. Me acus6 tambiCn de una cosa
  que tenia con otro, con un lindo y jovencito vecino. Malo, malo



                                                                        itonces muriera


-   IU   SUY   W I I I ~ C I ~ Zuc UIIGIU,   GUGIIKI~a m a blanca debe
                                                        y   GUII 1111

    concluir sus faltas, se diera tantas clavadas: seis o siete por lo
    menos.



                                                                                    41
---   -.--
       -.a   rA-- r..-   ^-----      ---- , --"=-- -- .----- 1-- ---
                                          D--"D--,

el barrio que lo cercaban, custodiaban que nadie saliera indemne
de la redada.
Estibamos presos por miquinas en movimiento.
En ese tiempo forzaron la puerta a culatazos, y sin que mediara vacila-




Despu6s me arrastraron al afuera, donde el principio de la amanecida
no escondia la suma de bultos atracados a las paredes, suplicando,
doblindose ante las armas.
Asi, de la misma manera, me tumbaron cabeza gacha, mientras mi
mano sostenia el reloj que logr6 reneter casi sin conciencia. Los niiios
llamaban a s mami y la bulla se hizo grande. Yo tambih insultaba
             u
mucho, con lo bajo que conocia para provocar mi propia herida.
Eso me vali6 que me dieran duro en el suelo, per0 no pudieron callar-
me la boca, ni hacerrne olvidar malas palabras.
En 10s sucesivos reagrupamientos pas6 de izquierda a derecha, de
mujeres a hombres y a mujeres otra vez. Ahi fue que me encontrd
 - .I  n--_._ __       1.-       ____
                    -. . _ _ . - ?
                     .               I-       _ _ .    .-*-I
                                                      -...I-   -.I   -   i
erial, mientras el piquete nos apuntaba con las armas y el registro en
el barrio continuaba casa por casa, buscando.
- Nos van a robar todo, dijo una mujer a quien yo no conocia,
     p i nnp   van a r l p i a t lac r m a q nelarlac




- Contesta todo lo que te pregunten y tranquila, me dijo.
Le hice cas0 y pas6 la rueda.
- iC6mo te llamai?, pregunt6.
- Co, Coa, le dije.
- No te entiendo, habla claro o te vai al otro lado.
- Me llamo Coya seiior, le contest&
n-                    *
                      .   ir             P   i           T
Seria muni, resuiraria una raseaaa no asegurar que ~ u a n sac0
        - - a ~ - i                              3   3
                                                            me
de alli y junto conmigo partieron mis amigas, dejando atris la fila de
trasnochados seres que empalidecian contra la luz.
Pues bien, pen&, mientras caminaba a duras penas: se muri6 mi




Pas6 el dia y la noche siguiente durmiendo a saltos, por el poco
espacio, por 10s dolores y 10s recuerdos. TambiCn ahi escuch6 el




                                                      ias conversa-
ivie uejaruri suia en ra p i e ~ a ,peru se~iriaa ouo iaao
ciones: se organizaba la partida hacia otro barrio y las calles, 10s
nombres que nombraban, no significaban ya para mi.


44
Atosigada de voces, vi por el umbral la 1
Juan entr6 como 10s hgeles: azul, aurec
                                          =-, --- -
- Ahora lo si, me dijo, fue una redadL -___._ ,                                                           -- --.



1VlG L C I I U I U 1Q llldllU   y   GI1 b U l l l U l l C L d V 1 1111 l C l U J   y   GI1 bUb UJUb C1 Cll&lllU

que me iba a despojar.
Tendi6 la mano al aire. como hacihdome un eesto encima Dara
quitarme el malestar. (
na y mirando hacia afut
- Tu mami se h e con un esiavo y ru papa p m i o uerras. m o r a
   nos va a tocar a nosotros traba
Avanzb hasta la cama y se sent6.
- Fue muy malo lo que hiciste Coya, muy feo golpearte contra las
   paredes.
No es posible, no es fie1 expresar lo que senti al oirlo, tan s610 el gesto
j
j

- No es mucha cosa, una rabieta tuva. Per0 inventa lo Que auieras.
  para m i esti bien. Todo bic
Y despuCs de eso se tendi6 a~ lado mio y me aiio que le nablara lo


Y como empujada por un impulso, mi mano tom6 su cara y su cara
desapareci6 entre mis ligrimas y volvi6 nitida, cuando de costado
lo mire fijo y 61 baj6 la vista.
- Sicame la venda, le (lije. No, no me la saques, le pedi. SaquCame
   de mis haberes porqu e yo me voy y no vuelvo. Reparte entre mis
   amigas para que aparcllLCl1 ".' uu uuc -,.-#."-,... ~ +,A"..U ~ J ..
                           +.
                           .-#   31
                                   .                  .-.-l,..*,."
                                           U ~ C L L ~ XQVQ
                                                      C I
                                                      -I
                                                           ._

                                                           I
                                                            ,A
                                                            .       ".
                                                                   LU
                                                                     .A

                                                                     Iv     I                                -    4


   arrasen entre las comFiarsas.
De sentirlo cerca el calor me profundiz6 y la pena revent6 como
pus.



                                                                                                                 45
Yo como viejo, largaba pus a la pieza y la intectaba de larvas que
invernadoras se hundian por las paredes. Habitada de ancianos secos
me torcia.
Juan me remeci6:
- SBcate las manos, deja las vendas tranquilas.
- Es alguien de mi, le dije, es lo peor que tengo.
Andrbgina, albina, me senti despielada y lisa entre las piernas. No
La mama no pudo retacarse cuando vi0 a zarquito yarcar por el
barrio. El la olfate6 en el bar y en todas las partes en que se desen-
volvia, alli estaba el zarco sonriendo, hundiendo la mano en el bol-
sillo, pagando y sacando fotografias a diestra y siniestra.
Entreg6 la muestra en un dbum y ella se encontr6 demasiado gestera.
- V h o n o s , dijo el zarco.
- i por quC me iba a ir contigo?
     Y
- Este sitio no te sine, estis arriba del nivel.
- i mi familia?, dijo ella.
     Y
- No seria la primera vez, ni la iiltima.
Sum6 mucho para convencerla. Ella como que se iba y no. Se fue
porque 10s consejos se pusieron sobre las otras fc
- No te lleves nada, yo te compro todo nuevo.
Asi se alej6 dando un austero aviso y prometiendo noticias.
- No, dijo Juan. Ocum6 de esta manera, mota:
La madre que era bailarina y experta, se vi0 seducida por el zarco
quien no le dio tregua hasta convencerla y apabullar a toda la fami-
lia al decide que ella era mis.
Cedi6 ficil y parti6 sin problematizar el destino que estaba tomando.
Dej6 la carta sobre la mesa y parc6.
- Oye Coya, no es la primera vez que tu mami lo hace. Segfin la
    Berta el zarco le prometi6 viaje y cuando se aburra, vuelve.
- Anota aue no vuelve. diio Coya.
- Yo. anoto lo que quiera 1 Csta regresa, capaz aue va se est6 devol-
                               ?
    viendo.
- Oye Juan, a m i tambiCn me gustan 10s esl:
    la piel. No, no me gustan, son resbalosos y cargados, ademis
    mi mami no se fue con el zarco.

48
- Para ahi, que a tu mami yo la conozco y la voluntad es lo que le
   sobra, la buena voluntad.
- Mi mami cay6 en la redada.
- Tu mami sali6 antes de la redada.
Iba con tacones cimbrehdose, iba humillada por el zarquito que la
mir6 de arriba abajo en el espacio limite del barrio. Estaban al borde
de la verca y no valieron fotografias otras, ni tratos para tomar su
verosimilitud. Similares y distantes: porte, rasgos, pelos diferenciados
de madre no zarca, ni eslava, ni fotoghica. Por acaso, no calzaron las
manos, no se tocaban 10s arreglines de ella, 10s desmanes de 61, ni
modales. Exacto. El modo bastaba, porque ella m6s que bailarina era
acr6bata y toleraba bien, con mucha astucia, el extraordinario gesto
de fastar la tierra, sin trocar la cabeza atri.
- Reconoce, dijo Juan.
- No, no reconozco nada, b o
- No seas desobediente Coya,

 - Mi mami hace dias que hizcl u11 u a u u m G 1 G 3 1 a V u .
Y agreg6:
 - Antes de hacer trato con 61, trat6 c(
El padre herido por la pena func6 en c6lera ante la reiterada forma
de la madre de evadir su afecto. Se afeit6, se pus0 sus mejores prendas
y escondi6 la fisura en zigzag que le producia el costurbn.
Una envidia tambih al zarco, per0 eso lo hundi6 entre las costras
para que apareciera la rabia y machaca.
Se le hicieron hum0 las otras mujeres que con amplitud habia codi-
ciado y la mis gastada y usual, es deck, la suya, apern6 nitida en el
cerebro.
Se burlaba de 61, lo impotenciaba a su intencibn, a la par que el barrio
se reia, estremecidas las casas.
Escribi6 la nota iracunda y errada.
Sac6 m a del mueble, dio una mirada al desorden y desoy6 la orden
de esperar, sentarse en la oscuridad y aguantar cada uno de 10s pensa-
mientos corporales que lo remecian.
- Es notable, dijo Juan, eres tan Clara para expresarte. Afirmate si
   de estas noticias.
El padre propici6 las citas, contando la plata que esquilmaba al zarco,
per0 la madre se pas6 de largo y larg6 al padre.
- Basta de todo esto. Estaba yo hecha una bomba por la rabia y
   llegu6 como una Coa a la casa dispuesta a destrozarme para no
   irme tambi6n detris y pasar errante 10s siguientes dias. A fin y
                                                                I
    al cabo, puedo pensar lo que quiero. Llama a mis amigas porque
   me empiezas a sobrar.
- No quiero irme, dijo 61.
- Si te quedas tendris que explicar algo.
- ;Out5 cosa?
--------   ---a-   YV"--r..VI.."--r.   Y"I..U   Y   UVVUU   1u   * -. 1
                                                                  1 .-    J   Y"I.IV   "1   CVbLY,



quiere irse del pais, al extranjero, cruzar la frontera y salvarse en una
patria mis iluminada. Irse sola, sin hombre ni mujer. Oirse nombrar




- Berta, jno te da rabia que Juan y Coya se encienen en la otra
  pieza?
Per0 el gusto de Berta es que Coya no. Nunca se le pasa por la mente,
le miente y ni las granadas, ni artificio van a cambiarla.
Es Coya la que busca el dermmbe, como una oruga es por lo bajo.
Mis atris de la superficie su trompa arica y 61 es sarna que rasca,
que viaja y viene trayendo datos, mientras afuera la ficha se llena
fotogr6ficamente iniitil.
Berta ha sido, como todos, fichada: parroquianos, taberneros y gente
pasada a vino se agrupan acumulando un indestructible catilogo.
- Anota que Juan es un sopl6n.
Apenas termin6 de decirlo me di vuelta y me tap6 la ____ _ _ _ _-
sibana. No habia respuesta. No esperaba. Per0 una sombra se exten-
di6 sobre la pared y la divid en el entramado del g6nero; quizis me
asalten las mismas ponendas, pend, y el aire me atraviese la espalda,
cuando la sombra se abri6 como crisilida y colores explotaron y
v6rtigo acaso.
Emborrachada de luces me entramp6 en la red: audiblemente sola
me extendia buscando, nombrando seres pioximos y pr6fugos. L6gi-
co era que me profitaran y escudaran hasta el muro.
Lo que se desencaden6 era la saiia y la compulsi6n. Convulsa, desa-
rraigada, me veia errante por la pieza, clamando simultineo lo soez
y la quejumbre: era una contralto que rompia su propio contrato
 de mantencih y era, a la par, una mujer que sorpresivamente enve-
jecia. Como una sombra abierta y proyectada contra la pared, me
 inutilizaba.
Construi desaforadamente un recuerdo:
               Tenia reloj en la muiieca: aros, Daratijas me envoi-
               vian, tapiada por un fulano que me 10s obsequi6
               por nada. Por nada no, por cariiIo y respeto a mi

qo servia, no alcanzaba m5s all6. 1 memoria mia y form6 otra cosa:
                                   a
          Pagu6 de contado, de co! tado las deudas.
                                   s
Papeles que encerraban peligro para ellos. Junt6 plata y como premio
me compr6 una joya genuinamente roja y loca con ella me exhibia
y crecia la envidia de las otras mujeres.
                                          Doni.
Pas6 el anillo al dedo meAiaue de mi padre en compromiso.
Apenas un par ae veces, asusraaos, a oscuras, con el corazon alzaao
y el riesgo que cundia al dia siguiente y a1 otro, hasta que la mer-
cancia se iba con el trompa y la tropa febrilmente se dispersaba
buscando.
La madre. la sefiora mia. torcia la boca en mueca. mordiendo con




Aunque un poco si. NOS mcmos ae pequenos oqeros y iujos nacara-
dos: 10s aparatos tiraban incesantes la mdsica.
La habitaci6n era un gran reservado. Ahi guardibamos la reserva, el
silencio de nuestra buena racha, mientras mi padre levantaba el vas0
y el vino lo ponia alegre y mencionaba nombres. fechas. con burla
total la fiesta.
Llegaban ocasionalmente las
Revisando bien por bien, la mi!
- Tanta cosa que hay aqui. Nlulu            lllcylluii-uuoica ull
                                                             TWJCIUU,


    algo oscuro, de luto mejor.
Mi padre metia la mano en el bolsillo y le daba para la tela, para la
otra zapatos y un poco mbs.
                 Siempre timido ante ellas.
Se elevaba de ira a la salida, porque de recibir un cariiio, un toque
sutil, habria desaparecido hasta el liltimo apero que teniamos.
Las parientas eran implacables, no, impecables en su conducta para
.   .   *                               *      . . .
Temian que en m i se dejara caer el desprestigio que las enlodara. Yo
les daba, por eso, garantias y que recuerde. en ninmin otro momento
he sido tan aplacada como ante
- Un poco de vino para la caminata, decia la mas baja.
El les servia y asi se demoraba la partida, cuando todos en la reuni6 n
terminibamos con la boca negra y escasos de palabras.
n   1 ,      ,.
              l.       1    11      1      .   1   3   1     -* _ _ _ _ _ _
mian, por uirmo, a la caue, a la oscunaaa y 10s racones, el raconeo,
                                                           1     L




se quedaba metido como garfio en mi cabeza y 10s seiiores mios se
sobaban las sienes.
DespuCs de la despedida, mi padre se acurrucaba como un niiio en
la cama y mi madre se tendia como muiieca, per0 sin mirarse, sin
tocarse tampoco y lo poco que me quedaba era tirar el pestillo de la
puerta y salir a rutilar al bar la la huida.
Las parientas tenian tino, miedo de andar por el barrio y el frio las
consagraba. Esporidicas, convenian mediante mensajeros la infor-
maci6n y el desgaste.
TambiCn yo atendia a otros mensajeros: Juan, Flora, Berta, la Rucia.
Administradores y
encargos sustitutos
- Tu papi me debe y i a c a ,
                            l l l v UlJU   ..,&
                                        uiia

- C6brale pues, le contest&

- Te voy a comprar una cosa cuando me pague.
Y se me pus0 al frente para tocarme: acerc6 la cara. Y la mano, el
cuerpo mio evadi6, torci6 bruscamente su recorrido y fCrrea peguC
mi boca en su oreja para hacer la recurrente pregunta, afirmaci6n
mis bien.
 - Algo con colores vivos quiero que me pongas encima y s610 asi
    me vistas de pies a cabeza, per0 en secreto.
- LA nadie le vas a mostrar las cosas?
-      pagas y ninguno tiene derecho a disfrutarlas, le contest&
Estaba por eso pendiente de la paga que yo misma efectuaba cuando
mi padre distribuia para ellos.
Berta, Flora, la Rucia contaban p


56
-  Cova. me falta el saldo. aleg6 Berta.
Y asi todos pasaban y repasaban las Inanos en 10s billetes, midiendo,
restaiiando el trabajo del bar, la cu(Ita que les correspondia por el
    F                 . . .
esruerzo que aespiegaban ill mantener 01 ~ o ~ ~ p r = n
Eran ellos la hebra que hacia el juego 1legitimo, sin trampas.
Entre todos, era Berta la mis cargada de ojos agudos y ojeras. En
verdad era la mis soterrada en materia de gastos, dilapidaba dinero
en juerga y en donde Juan entraba ya estaba, de antemano, pagado
por ella
Los mensajeros y serviles se alimentaban con la paga que yo circulaba
de

-
Y o io mlraDa no mas.             Io    no aecia naaa, porque tenia razon, cuanao
c

1
Volviendo tan p u d o cada vez, que supe con certeza que el proyectil
tenia una salida h i c a y letal.
Las noticias coincidian con las caidas, las baias, 10s pretextos de 10s
                                                " .
que se vali(anpara entrar al bamo la pesquisa.
Pas6 con mniedo esa primera vez las listas:
               1" l:"L.."
                ,
               '^^^       , , a:-.%,,:--.."
                            -1",            1. a:
                                             ,  :. . : *,,,
                                                     ,

- Dile a Juan que las verifique, me mand6.
- Es mejc
  olvide 1
    habl6 U G S ~ ~ L I U , b d U l G l l U U VUG LUUU L U l l I d d Id I l l d S dlld V G I U L l U d U
por su mente y que ya urdia la manera procaz de su respuesta. Ante
eso no esper6 nada y me enrabi6 con mi madre que sumida en el
bullicio del bar ofertaba sin disimulo su clase.
El susto me consumia y veia penas por todas partes. Andaba como
una sombra detris de mi padre, contando, midiendo el tiempo de su
llegada y a l retornar volvia el pinico de estadia y con todo eso ya no
podia quedarme en paz. Se amontonaban 10s naipes en el local, 10s


                                                                                                    57
dados daban fuerte la apuesta y entre las b a a s vi al primer sefiuelo
que aparecia.
Cambiamos miradas, Flora f i e quien marc6 la alarma:
- Nadie lo conoce, dijo.
Y nadie lo conocia en verdad.
- Aqui no pasa nada, dijo mi papi.
Per0 no era apostador ni nada. Pur0 mirar y entre tanta sonrisa y
seRa, mi madre habl6 por primera vez de 10s zarcos y sus preferen-
cias.
Porque era un zarco el que se ubicaba en la mesa.
Los parroquianos lo esquivaban desconfiando:
- Este eslavo nos trae mala suerte, dijo Flora.
Per0 nadie, ninguno de nosotros se atrevia a sacarlo, hacer presentt:




apenas.
De la misma manera, 10s otros dos se presentaron aislados, sin p o r t a
ninguna alegria, ni juerga, mis que el especticulo de s dudosa calafia;
                                                       u
Flora se arregl6 para darles sin disimulo, sonrisas. Juan me vigilaba:
- Es mejor que no vengas mis para aci, me dijo.
- Es imposible, le contest& las cosas no funcionarian.
- Entonces, deja de mirar y andar diciendo cosas de sobra.
Le hice cas0 y 10s zarcos pasaron al mum y en el barro se me tensaron
como columnas de madera roida.
Per0 la madre mia tenia la cara distinta. Sutilmente elaboraba cada
gesto de acercamiento.
Ella sin trancas ni disimulos estaba cortando por el que tenia un traje
vistoso y la vista merca.
Lo arrastraba, lo llevaba fundido en su delirante pupila izquierda y
oscura a tope.


58
Una de las partes de la sombra me raj6 de espanto. Ya nada de eso
perduraba, m6s que la pieza oscurecida y en ella mi cuerpo engrosado
                                                           ,


por 10s males: el color azul que yo veia, era mi propio cuero irregular
y tosco que me engarfiaba.
Me destapC.
SaquC la cabeza para afuera y vi la rabia de Juan que se acercaba, se




-   YSLU   ayui   QL~WCCIUW   y w i c u yuiiw y   LbLia.   vbiv quibiu     q c LV
                                                                            u l     LbviLaa

  una y otra vez hasta que lo olvides.
Abri6 la puerta y llam6 a la compailia.
- Coya les va a decir, va a enmendar su
Ya estaba cansada. No me importaba                    iiuiruiia   uILGUluaU.        vVL   GJu

I
I l U l Q ylGllDQ        Q I I I G I I U U U GI1   D U IIIQUIG.   IQl11UlGll yUlGlG U J b , Y b A U   14

provincia y hacerse cargo de la tierra, cuidar Brboles, criar sus anima-
les y olvidarse del barullo
Flora est& como el tota
recortada contra 10s cerros naaie poaria aarie iilcance aunque la
buscaran.
Que quiere irse, que quiere irse, que quiere irse, les ha dicho a una

                         .sa, Coya.
-    I G
     U        a 1111 b a d , Berta.
           V U G I V U


- Rucia, vimonos de aqui, al pedazo dl
Porque teme que Juan el sobrevivientt, I ~ U G V G IIQDCQ IQ C l d C Q J L l U l G
                                           J

por la pasi6n indtil de Coya.
Por eso mismo sabe que Juan va a atacar y que, arrastrBndolas, las
va a consumir y mira a Berta que empalidece y se tuerce en el es-
pasmo de 10s celos.

de la venganza de Coya, que como reptadora cuenta, aprisiona el
tiempo en que va a actuar y ahi si que el pais se va a quedar vacio
y yerto.
Flora Cree que s610 el barrio es el pais y que el resto del territorio
son 10s Brboles, las hojas, el estero plricido que las va a ba?iar limpiin-
doles la pus.
La Rucia est6 lista Dara entrar.




60
-                         ut:
    D C I L ~ , iia~iit~iit:    uira   VCL   y repite uaua suwsu   eii   iuiiiia iiicsu-
   rada y lenta. Te lo pido como una Coa, te lo suplica Coya en
   re alidad.
La otra no sabe de qui manera enfrentar la cuenta, hasta que por
fin emite un par de sonidos:
- Tu papi anduvo con mala suerte. Eso fue.
Y cuando lo diio. sac6 a Juan de la pieza con i6bilo de iniciar la
e



Juan se pasea mirando fijamente la puerta, recobrando poco a poco
el color v siihitamente larga una carcaiada v al mismo tiemDo irmmDe



   cierro! como gozarias si supieras que ia iieiia IU LICIIC UICII ~ J I C I I -
   sado y podrido el cuero por 10s bichos. Per0 aprende, 6brete
   las orejas, fue la ida de ella, el zarco la quiso y a ti no, ni tu papi.
   Nunca vas a ser ni infma comparada.
- Que te revienten 10s guardias por mentiroso, contest6 a gritos
   Coya.
La Rucia la aplast6 contra la cama y le tap6 la boca:
- Yo misma te voy a matar si sigues con este griterio. iQud no te
   das cuenta que todavia e s t h rondando 10s camiones? Ya Juan
   te lo dijo, se fueron y no hay mis.

Juan que contin6a parado en el umbral:
- Ven t6, le dice, vamos a arreglar un par de asuntos y ustedes
   salgan, pidrdanse en la calle por un rato.
- Viiyanse, insiste.


                                                                                     61
DespuCs de la salida tranca la puerta. Coya se ha levantado con difi-
cultad y esti envuelta en la sibana Se acerca y se acurmca como
un pijaro encima. El la toma del pel0 y sus labios se juntan, se frotan,
se lamen con la saliva y las manos corren sacando, echando fuera 10s




"w-.      "UUU      J     X U   C I V l l Y I   U V V I I   IU   "rul.9   II.IYIICIUY   1"   UllllllU   I V Y   V l L Y V Y


abiertos en cruz. Se deja caer lento y toca la frente, las cejas, y le
cierra 10s ojos a lengiietazos.
- H a l o de una vez por todas. No te des tantas vueltas.
       /1--.-   -:ll-A-         *-   >I--




                                      dad es que no te pasa nada. Parece
                                      ortarte.
Pone su Doca some la ae eua para silenciarla, per0 sigue murmurando
y revolcindose en movimientos continuos, mientras 61 intenta segui-
la, atraparla, sacarle esa carga de encima
- rorque no uenes naaa que poner. mirare, le aice, que no nay ~iaua




La aa vueiras. rroca aPajo su cara se enuerra conrra la m o n a a a y
61 se le pone encima y le habla, le explica despacito c6mo funcionan
las cosas, c6mo deben recibir cariiio las coas.
 - Mi mufieca, le dice, mi triunfo que te toco y de a poco vas a sentir
    c6mo nos morimos cansados y olvida por quC se fue y no vuelve
    a este bamo y me dej6 a ti como regalo y tu misma madre se dio
    el tiempo para explicarme lo que te gustaba, la extraiia manera

  atado que te enseiiaron las contorsiones.
Coya que se zafa y se rie y lo indica con el dedo.
- No puedes. Con consejos tampoco vas a poder. Se me olvidaron
  las cosas que aprendi y lo W r n o es bastarme sola, bastarda sola
  sin bardo. No digai mis, que yo estaba mirando 10s ojos de la
  masacre y la pura pena me tiene contigo para sacarme el ansia de
  abajo, por bajo que sea, a1 lado tuyo que de tan tosco me sufro.
- Coya ime queris?
Ella lo mira y sabe que esti listo para recomemar en otra postura,
en otro intento y que se le va a ir encima por la fuerza, porque ya
se estaba hinchando, tragando aire para actuar.
Prolonga el tiempo.
- iQuC me dijiste?
- Si es que me queris. Dime, dime si, que un poco te pasa.
- Si, le contesta. No, no puedo contigo que lo aneglaste todo para
La mano de 61 le toma un pecho y empieza a apretar con todas sus
fuerzas y con la otra, la curva del pelo y sus piernas ceden, se abren,
se ofertan con la humedad, con el dolor que siente por la rodilla
que se le mete entre las piernas abriendo el hueco, dejando espacio,
yendo despacio hacia el f
Juan no deja de apretar
ella tambiCn nime, iadea. le Rrita al tin, el tin se apresta a Mo de la
                                                              l




                   J   -          ___   _.   .   -   -   I   I   -
  que cualquiera de ellos te montan. Cree, inventa otra vez el cuento
                                                                     r-r-7




  que come sahgre, que estoy en sang
Coya a f m a :
- Si, si, sigue, dime que te mueres, no, que te mueves y p6nmelo
  encima si, arrastra hasta afuera el peso muerto, el atado infmito de
  dinero que le birlaste a mi papi. Me duele, me quieres, me temes un
La Rucia siente la falta de dinero. Cree que dentro de poco ya no van
a tener ni siquiera un pan con quC alimentarse. Sabe, esti segura
que el pais esti reventado y que es indtil la salida a otro barrio porque
e s t h todas las esquinas bloqueadas.
Adn asi, supone que todavia pueden salvarse, salir con Coya esa
noche y refugiarse en el erial para planificar alli el destino final de
s camino. La Rucia sabe que si pasan la noche, si cruzan el eriazo,
 u
se libran.
A Juan, Berta y Flora, no 10s considera capaces de vencer el cerco,
para ella el mayor cerco es el propio Juan que es como una arafia
sostenida por el impulso de las otras mujeres, hilando tramando la
red para despojar a Coya y paralizarla.
La Rucia, a diferencia de las demh habitantes, ha conservado la
calma, posando impbvida para la foto que la sumerge en la ficha.
De todas, la Rucia es la dnica que la tenia abierta, que en el pasado
tenia adquirido el prontuario.
No quiere irse lejos. Piensa que mbs le vale permanecer en terrenos
conocidos y estar permanentemente moviCndose, yendo de un lado
para otro con Coya, hasta que pase el riesgo o devenga el cataclismo
total.
La Rucia alcanza a vislumbrar que el pais no se puede borrar de un
golpe, aunque quiera que el barrio desaparezca del mapa y que Juan
y 10s otros clientes estallen encojidos como osamentas.
La Rucia no para.




                                                                      65
no vaya a ser cosa que t :quedes pegada aqui.
                          f
No iba a pemitir que se fiiera, metiindome esas razones en la cabeza.
Tenia que poner frontera entre 10s_ dos. tocar _ _ _ _ _ _ _ _echar - - a su
                            _ _ _ _ _ _ _ _ ---, _ _ _ madera.
                                                _                   sal -- -
                                                                    7


espalda y todas las porquerias que las madres me habian enseiiado a l
sell0 10s alfderes.
Era la oportunidad antes que la bala saliera del caiio y me dejara
exhime, sin recuerdos. Era prematura la hora, porque de una manera
o de otra, 10s camiones y la versi6n infamante me habian reducido




 -I         - r----   -7   --   --   d   ---   -   - - - - - - -_ - - _ -   -.   r-----   --
dolor, per0 no tenia la fuerza que esperaba. Era muy distinto, muy
diferente a 61 que ni pudo el puRo largar
por la verdad que tan mal acababa de expre
Per0 llori. No por ese momento, por el a
braba a la esquiva, la dolorosa agonia que
ciones, gloriosa al ver que era mio, ixitegro en su nuiaa, en su pnvi-
legiada ida ahora que ya su cara estaba en una oscura y mala foto y
no, pedndome en la espalda.
Lo nombri.
- Papi, le dije.
- El hombre que tienes soy yo y dime Juan. Aprende, porque de
   ahora en adelante no voy a tener paz contigo, aunque tenga que
   arrastrarte como bulto por el barrio.
Cuando dijo eso, not6 el grado de maldad en sus ojos y el odio
tarnbien.
Se fie.
Esperi un poco y sali, dejando atrls el cuerpo muerto y la suma
infinita de madres carniceras, no, hechiceras armadas para el triunfo.
Sali direct0 al erial, derecho al eriazo donde estaban mis amigas y
aunque estaba oscuro, percibi que nadie roncaba, que ninguno pegaba
pestaila en el barrio.
Las encontri arrimadas a la pandereta. La Rucia de inmediato se


                                                                                          6
LU~LIIUU me u1 VUClLd v1   quc m i i a vc~iiauciras, u mas u i ~ i yuc riuia
                                                                   i
acudia acompafiada por un h i m a y, sin pena, suavecito, enton6 una
cancihn, la predilecta de 10s parroquianos del reservado de mi padre,
In c a n c i h ksn cnn m e mi madre hahia destruido todos sus temores.
3. ESTACAS EN LAS ESQUINAS, ALAMBRADAS




                                         69
Nc
1. LOS enaes esraDan ya posesionaaos y sus rlguras eran percepuuies
   para el agudo ojo de la Rucia.
2. Cada casa tenia un punto fijo.
3. Los limites del barrio estaban cubiertos por refberzos provinciales.

No habia salida posible, por eso Coya enfil6 hacia el bar, devuelta
a l bar la trinchera.

Nota
Ante la cathtrofe muchos efectuaron el m h o repliegue por el
despliegue de 10s adversarios.

Nota
Para el bar el barrio cort6.
La madre y Coya pensando juntas la sangre que se trapea camino
abajo en la tripa y en balde el vino la enjuaga. P a d el miedo, viene
el suelio:
- Estoy hablando contigo. Abre 10s ojos, que te despiertes te digo.
Coya la remueve mientras la ebria empieza su parpadeo.
- Explicame, hiblame de quC manera pari
Se asombra y reniega:
- No, me err6, quiero decir, partiste.
- Pari a ti por lo bajo, por el hueco, dgu KWU, U I I ~C;UWUlJUbla.
La zafa, la zafra, el zafarrancho es grande y la sangre viene en verte-
der0 al barrio.
Por causa del miedo se abren 10s bares, :10s reservados, y se apersonan
10s fugitivos, 10s hambrientos, 10s apaciblles seres que beben.
Entonces se larga en serio la primera gran borrachera. Es tinto el
color negro que tienta la boca.
               Es tinta.
Su madre tambiCn se pliega:
- AtiCntame que me muero, dia
Fue, aticame, lo que dijo.
En medio del farro del encuentro, Coya se embriaga en la embriaguez
madura de su madre.
                     "
- Toma un poqi . *
- iD6ndeandal

- Otro poco, de       cIlvll    -
                              -YV.
- Contesta Len quC mal sitio andabas metida?
- Ni preguntas, ni cuentas te voy a dar tampoco.

1


- 'l'apate pues, le contesta.
Est5 reahente goteando y el vestido se lo mete entre las piernas para
parar la enfermedad.
- iEstis en la fecha?, le pregunta Coya.
- No, ni para cuando me pase eso.
- iPor qui estis asi entonces?
- Fue un mal parece.


76
Coya empieza a reirse y la mira para abajo con desprecio y despuds
se retracta ayudhdola con delicadeza y como un regal0 le pasa un
pedacito, la orilla de su falda para absorberla.
Se la onrime v la refriega hasta aue la Dunta de la falda se tiiie de roio




- Echame mis vino en la boca que yo no puedo, dice la madre.
Y se lo echa.
- iQud h e eso? iUn cuchillazo, con cortaplumas? icon qui arma
  blanca te lo hicieron?
- Nada de preguntas conmigo Coya, nada de insolencias tampoco.
Coya la mira, sonrie y toma.
Sus ojos dan un paseo en bar que esti repleto, surcado de vasos y
vidrios que se rompen a pedradas en la calle y adentro las botellas
se destapan estalladas de corchos que se desmigan por el suelo.
Per0 se vuelve.
Se da vuelta e indaga el flujo de su mami que no para, porque la
mano que lo contiene se pone roja, rosa a pedazos y en su mayor
amplitud, rojiza.
- Parece crimen. Como las criminales te ves con las manos colo-
   reando, le dice Coya.
Era el tinto que cundia manchando a la madre y oscureciendo la
cara de Coya, tornhdolas a hablar a tropezones, confundidas en 10s
colores oscuros: como una hematoma el vino.


                                                                      77
I   U


   dice.
           -   C"   ruvu,   ,
                            .
                            &
                            a   "
                                5
                                .   r"'b-'   rv-y---*u   7-v   I-   .- -------,
                                                                     I       --

- QuC maldici6n la plata, quC maldici6n mis grande, dice la madre.
- LPara que necesitas tanto dinero? Si es por pagar 10s tragos yo
   tengo un resto.
- Es por irme, le avisa, es por avanzar un poquito.
La mami saca las fotos y se quedan mirando, eligiendo el lugar con
10s ojos un poco nublados.
Coya las levanta hacia la luz de la vela.
- Parece que son en colores, dice.
Y agrega:
- Per0 son peladeros peor que e'stos.
- Para eso esti el erial, dice la madre que ya no mira.
- jLas tom6 Cl?, le pregunta.
- Si,le contesta, ni para eso servia.
Y repite con sonsonete:
- No servia, ni 10s traguitos me daba, no pagaba.


                                                                             79
Como las c6mplices, Coya asiente y sus manos fdetean el borde roto
de la copa y el mismo borde erosionado se lo lleva hasta la boca y
sus labios traspasan el vino a la boca de su mami que chupa, consume
hasta la filtima gota rosada y mezclada de saliva.
- Otra vez, dice su madre.
Ahi el buche es rnis grande, el sorbo mis profundo y mis cilido


poco mas aaentro, una gota es aeteniaa por Coya que se sore la
blusa buscando, encontrando y dando el dedo a su-madre para que la
lama y se satisfaga.
- Ahora me toca a mi, me toca darte el vinito, dice su madre.
Y lo hace exactamente cum1
su violencia, dejando partic1
entra de largo por las ventanas
- Se me cort6 la cosa, dice la madre, ahora si que empieza la diver-
   si6n.
Coya retira las fotos de encima de la mesa y completamente recta
las va entregando a 10s habitudes del bar. Por un tiempo, todas las
cabezas e s t h fijadas en las imigenes y despuds empieza a aflorar el
desddn.
- Paraesl
Y sigui6 haoianao per0 con la voz tan oaja que no puaieron escu-
charlo.
- Es igualito que aqui no mis. Hay dos casitas y el metal, convers6
   otro.
                                                   --
- Atado de borrachos que no saben __-_-_ _-__ _._____.
                                             ---,
Los ebrios manosean las fotos, con las manos manchadas, borronean-
do las imigenes, dejando su digita1 huella en cada una.
                                   1
Tomaron con desaire la oferta. M is bien con envidia.
- Es que son unos envidiosos, dice Coya.
- No agradecen 10s regalos (murmura la madre), no son capaces de
   tirar una corrida para este lado.


80
Mis lejos, a una cuadra de distancia por lo menos, se sinti6 la segun-
da quebraz6n. Ahi 10s parroquianos, Coya, su mama' y todos se
quedaron callados, pegando instintivamente la cabeza en la mesa,
cuidando de no derramar el vino, de no desperdiciar nada de lo
que tenian.
Era del largo de una cuadra.
-   -



I cuanuo Loya se irguio, se uio cuenra que e r a ias uirlmas en regre-
sar a la pose normal, que su madre todavia continuaba hundida, y
cuando la movi6, tenia 10s ojos cerrados, apretados, y su cara era una
pura crispacih.
Le habl6 despac
- Ya se termin6, le dijo para consolarla.
- Estas cosas me dan suefio, el vino siempre me hace dormir.
Per0 sup0 que su madre no tenia suefio, sin0 que el miedo no la
dejaba abrir 10s ojos.
Bestias multicolores que primaban a rojo oscuro el veneno y la zarpa.
                Animalitos reptando: - mami el alacrh.
Per0 estaba consumida ya y arrasada a la vez.
                - Mami esconde la cola fduda puntuda que yazgo
                   animica, hemofilica y escaldada.
                            __ -
                            Me clavas.
 >a clavada alacrhica la volvia damnificada, sin casa ni celda.
 3ra el afbera.
A ras de suelo, en la tierra, salian de 10s hoyos y como una procesi6n
sucumbian en lo humano que embatian. Sin armas que la protegie-
ran, movian su garra: en el sobrante de la uiia, el veneno.
Carecia de retaguardia, no tenia espacio, hueco, ni plantaci6n tras
la cual evadirse. No se daba para ella el trigo.
                Coya tenia antojo y hambre del alacrh.
Chup6 con ansias 10s dedos de su madre, sorbihdolos hasta la gar-
ganta, raspando el recomdo hcmedo de las ufias, rasgada por dentro
en la irritacih colorada.
Empujhdose 10s dedos de su madre hasta lo mis profundo:
                como sables y metilicos alfderes.
                como sondas.
T n c r lV UlV O l a m n c a n l g n s n r l n 19 b n r n i a
Y"0   U
         o r n c I-bVu     uylrrrl-ru"         1- *Y"bUU.
                                                                Nn
                                                                L.",
                                                                       gnlgranrln
                                                                       UyIuYLUIu"
                                                                                    01 hamhro
                                                                                    Y I IILUIIVI",
                                                                                                     trQ-
                                                                                                     LAP-


gando siempre la carne filuda el camino. Violenta y voraz la arcada
expulsb Per0 seca por dentro la tripa no arroj6 nada, sin0 las con-
wlsiones, todas sus ilusiones condensadas aflor6:


                                                                                                      83
- Tengo ansias de 10s dedos de mi papi, decia mecihdose.
- Ilusi6n traigo de sus dedos en el borde de la uAa y el saqueo.

                                   Llor6.
A travCs de la vela se multiplicaban 10s muchos alacranes viriles y
extenuados. Por encima de la mesa se movian subiendo, trepando
10s vasos y resbalant- '-- - - - - A - 2 -

ERAN OSCUROS,
TRAIDORES.

Afuera, las ruedas de 10s camiones buscaban el equilibrio y a hon-
dazo limpio perforaban 10s vidrios, rompiendo con acertada punteria
las filtirnas defensas, las postreras ofensas largadas en seco por 10s
comandos.
                            Percibi6.
Coya fie capaz de percibir y recibir en su pupila la imagen de su
padre volteado por la piedra, traspasado por el aguijonazo del ala-
crin, el vas0 roto clavado en el costado, el anna de su madre perfo-
rindole la boca
Vi0 t a m b i h ' '
la hoguera
la clemencia
y la paz f m i aei uamo que se renaia con numerosas banderas



kor eso eua empujaua la cara paiaa ae su paare moraiao nacia el
exterior, mis all6 del umbral para entregarlo difunto al general como
regalo, abriendo por unas horas la tregua.
-
   limpiame para que se me olvide el estertor. Endscame en mi
   cavidad la pus.
A su propia madre dormida le abria la boca que la ebria instinti-
vamente recogia.
3uyuILu   1Q   111UlUlUQ.   Lull 1Q lllQLlU llUIG, I I U G I L U 1Ub U G U U S   ut:   CIlUt:




84
10s dientes. Frot6 su oreja contra la cara, la ispera pie1 que le impe-
dia el ruido, aminoraba el estallido de las pedradas.
Per0 no era suficiente.
No concluia la versi6n. Sinti6 por est0 aversi6n y quiso evadirse al
darse cuenta de modo concluyente que el asco y la arcada era a la
figura inclinada asustada y en doma de su madre.
- I G LGllgU d3LU ydld L U U U y 11U JC 111 P U C U U C U l l l ~ l C l l U G lG I U J U
   prolongado que mi padre te tuvo. Asco y ardo en saliva, mami
   jc6mo vamos a salir de aqui? est6 todo el frente, el costado y
   mis atris lleno de gente y el tiempo pasa y nada mis que unas
   pocas horas nos dieron.
- No molestes, dijo la mac
                  Y tampoco se moiesto un minuno en mlraria o tocaria
                o decirle la informaci6n que requeria, decirle a l menos
                 que la queria y que a pesar del dermmbe general, su
                 mano iba a aferrarla, llevindola a campo abierto hacia
                 la luz.
- Si me dijeras eso, me muero de gusto.
Per0 se b p i 6 la cara con la mano y sac6 el relumbre de la ligrima con
que esperaba el desenlace.
Intranquila, veia el desplazamiento opaco de 1' parroquianos, 10s
                                                    os
gestos indecisos, el temor objetivo que la contagiaban.
Pensaban orginicamente en una salida posible y por eso las miraban,
contando con ellas para todo.
Coya, de una ojeada, vi0 que todos tenian ficha, que si 10s calzaban,
las arrastrarian en la sospecha. Comprendi6 que era mejor no decir
nada, no cruzar palabra con ellos.
                Pens6 de nuevo. Ya ni vi0 el alacrin.
Y de pensar, la boca se le Hen6 de saliva y mir6 de inmediato a su
madre y mis atris, en la filtima mesa hizo un gesto a sus amigas que
la miraban con rencor, menos una que la miraba con pasi6n.
No habia alcanzado a sortear la visi6n de la picadura. El agujetazo
continuaba dejindole el efecto finico y abclico del hambre.



                                                                                    85
delirio habia magnificado.
Y ese deseo quedaba pendiente ahora que 10s vasos volvian nitidos y
todo s cuerpo empezaba a concentrarse, a encogerse por la bulla
        u
del afuera que se avecinaba, esta vez hacia la izquierda contando 10s
seis camiones que se detenian en una cuadra pr6xima y victima
tambiCn del deterioro.
Esper6.
Cruz6 mirada con Berta antes de agacharse contra la mesa, cuidando
de no rozar a su madre que ahora no iba a alcanzar a escuchar el
cristalino tiro.
con el primer0 que encuentro. No encuentro como comunicarme
contigo y por eso acudo a las palabras por si pudieras soslayar el
analfabeto y actuar de alguna manera y eficaz. Porque cuando hace
todos 10s dias que no te veo, ya no te puedo disculpar de manera
alguna, ni aunque te sangraran las rodillas, las narices y la boca de
pedir perdbn a mi, yo me abriria de nuevo para mostrarte abajo lo
tuaida m e estnv. No me oiiein de tndn, nnrniie
       =-- ----,- T--J- -- ---- r--T--
                     ----                         tP   hac nprdidn r n c a c
                                                  I .._A
                                                   -
                                                  ,.       y"'-""    """YY


lindas aqui; el honor, el orgullo y el hibito que cada dia nos apunten,
como si de nosotros, por nosotros no mis, estuviera de acabo el
mundo. La maldad nuestra es ahora inconmensurable.
mami que 10s voy a matar y a ti al iiltimo
              como un favor, para que despuis ninguno
              pase y te diga, arrastrada, con la propie-
              dad que ahora te llama la marejada de
 A MI AMADA   insanos. Yo me voy a entregar, despuis
IDOLATRADA    a la tropa y que ellos dispongan de m i
      MADRE   y me pongan en el potro y otro de ellos
              me retire exhime. Perjuran all6 afuera
              y 10s insultos son lo peor que yo nunca
              haya escuchado, ni t siquiera que te
                                     6
              sabes todas las palabras, has llegado tan




88
mama de m i que se me sale la leche del
              pez6n y te cedo la punta para la sed.
              Chupa mi leche posparida y luego, cuan-
              do te llenes, te empiezas a bajar y a
              hundir en lo que tanto te gusta: te
              regal0 el abajo, te ahorro el atajo y con
              la lengua me vas lamiendo y yo desde
A LOS PELOS   arriba te miro mami, te estoy viendo de
      DE MI   quC manera la lengua tuya se esgrime,
 ABNEGADA     me eleva, me calienta todo el cuerpecito
    MADRE     el hueco. Claro que te apuras si,yasabes
              que 10s chilenitos morenos obedecen
              a 10s eslavos y reverencian la masacre,
              mami, la sangre que se vulcaniza el
              alquitrin del hampa en fin mamita
              tu lengua
                          me llei




                                                    89
- iquiCn vaga?
                                        - son
                           - iquiCn esti detris (

                                  guardias a h .
                           - per0 mis atris de ellos iquien?
                                                           - 10s
                                    hampones y 10s soplones, 10s
                                    dateros, monreros, escaperos y
                                    lanzas.




                           cantidad de armas que tienen y las cargas.
                           No, no lo preguntes: hay una para cada
                           uno y la sobra para 10s agbnicos el tiro
                           de gracia; granadas tambiCn, tierra mina-
                           da en las fronteras a 10s enemigos e inva-
                           c n r m de nosotros y asi nadie, ninguno
                                     laterales; 10s morenos indios e
                                   )s mestizos, p o d r h nunca jamis
                                  10s.




el mar es salado, helado. TambiCn es compatriota e ilustre en nuestra
                                     3s un consejo, algo muy tierno
nos echan...




nos echan la culpa de todo, de cuanto pasa nos ponen de ejemplo el
peligro; el otro dia borracha de chicha y pena me arremanguC la
falda un salto el calzc5n y entonces el gu&dia me dijo: -iquC te
traes? iquC me traigo?, pend, iquC?
                 repiti6: - iquC me traes?
                        . 1           ,
                                          m      .
                 Y movio la mano iil c- .o y yo Daje la m a a aesarma-
                                                       ..*      P * I   .




da a la orina que corn’a absorta a la manera de aountarme asi direct0
al frente, en todo mi central frente, como si yo he pur0 acurrucarm.e
la necesidad fbera capaz de privarlo.
                 - Per0 id6nde estabas t para asustarlo tanto?
                                            6
                             - en el bar Coya, estaba apenas al ladit0
                                 afuera del bar.
r?l         -1 -.L--
1;i rumor, ei ruuur que ruve
     -_-^-               L  _--_cuanuo me io ago- runa -.-1.* * esrre-
                                     3- - -
                                          T-
                                                    en
                                                  - - E . - .
                                                1-*
                                                             VOICO la
                                                                            1




lla mia y la estalla.
                        bmo saliste?
                                    - a la manera de 10s animales lo
                                       hice: boca, saliva, lengua y mucha
                                       infinita gratitud a mis propias
                                       habilidades.
no sucedi6:



AUDIENCIA Y PAZ A UNA NOTORIA MENTIRA CHILENA DE MI
MADRE.


92
BUSQUEMOS A LA MAMA MEJOR DEL MUNDO QUE ESTA EN
ESTE PAIS.



                           la mia:
                                 cay6 parida del cielo por Uios Padre.
                                 parada en el suelo.

No, No.
      Es la que yo tengo
                           y tuvo un atisbo leve social enfenna man-
                           tuvo a un guardia
                                             y le crecieron alas y me
                                             zamp6.
Jugamos un par de veces a quien mejor de las dos y el guardidn de mi
madre me acompaiiaba en la nochecita y me contaba unas historias
que ni te digc



hueno. basta.
me despierto acezando y agotada por la picazbn, es sarna jsabes? y
ladillas pegadas a 10s pelos las que me impulsan. Trato de imaginar-
me en 10s pasos que andas, en las cosas que comes. D todo. Y en
                                                        e
estas imaginaciones me imagino que t15 me ves tal como estoy aho-
ra, atrincherada con mi familia y que te gusto como antes, mucho
antes que te acojonaran las muertes y salieras al oscuro diciendo, a
la mala. aue al otro dia me ibas a sacar de aaui. Doraue el miedo v la
Vi una cosa buena, es decir, la vimos todos cuando el tercer espasmo,
cuando la tercera locura.
Era el amor que te tuve y entraba raudo hecho un celaje dintel aden-
tro me miraba y me elegia entre tanta cortesana que penaba aguar-
dando, si, a travCs de las nenas chilenas se abria paso y heria.
El bar se prendi6, rut% y encall6 en contra mia, levantindome de
sorpresa y vCrtigo.
                             - voivis~e
Y al asentir tii, senti que las paredc:S
manchas, que 10s insectos, que 10s parasirus, ius arenrauus eran
     .   . .         . .          ..
asunto sm unportancia cuanao voivia el amor que te tuve y ya nada
cosa ajena me podia enajenar.
   w *   .       .... .

  u*vguv.

              Se me Hen6 la cara de risa, me activ6 el cuerpo el gusto,
              me lati6 el coraz6n m6s de lo debido, me picaron las
              manos por tocarlo, me traspad de idbilo la envidia
-- -               --..----         - . - -
                                     - - I -          --
                                                      1.    - - .
                                                             I . - - .
                                                                  . . -
                                                                        r----- Y-"    J   -   c"A"u)


una piedra que habia recogido antes de la calle, una sobra de 10s
camiones, una falla del hondazo.
Os6 darme vuelta y vi la pena en su cara, tambien la ira y la decep-



I UIUU   JU   plwla,   J ~ L U W~UIU
                             t;l               yr;nequeo.
                                                   G I I I ~ G L U U I W~UIIUU
                                                                       ~

Me admire de lo bien que lo hacia, porque no habia hueco en mi
cuerpo que su mano no indagara, aun cuando el cafi6n Dermanecia
fijo en mi nuca, sin moverse.
- No te muevas, me dijo.


IVlG U U V U C I l i l , 111C UCJU bull ld CapcllU4
      1                                                    clpUyclU4 GI1 14 YCUGU y       G1 bQLIUII

en mi frente y todo el armamento baj6 por mi cara, por mi cuello,


96
por el pecho hasta el est6mago y tambiCn su cara empez6 a bajar
cuando su mano libre se apoyaba contra la pared y su boca, hermo-
sa si, se qued6 fija en mi frente y el cafi6n duro contra miest6mago
y la respiracibn mia se aceleraba hasta el jadeo.
Quise decir algo per0 no me atrevi.
EmpecC a murmurar por dentro, a escoger las palabras justas, per0
apenas de mis labios pude hablar muy despacio:
- Volviste.
Y conciliamos el abrazo que dejaba de lado IUS IIIUUY G 1 1 L C I I U l U U ~y
10s rencores, per0 por encima de todo estaba su cuerpo y el mio.
No, estaba su boca que respiraba y generosa como yo era, le pedi
que se mostrara para compartir su estampa
Le dije:
- Salude a mi mami primero, a su mujer primero.


>e wuaaron con cortesia, sm oesarse, apenas un msranre la mano
y despuCs desviaron la vista y se alejaron uno del otro.
- Anda armado, me dijo mi mami con rabia.
- Es que tiene que defenderse, le contest&
El amor que te tuve explot6 como una bomba de dinamita y fui
profundamente infiel a todo otro cariiio, insanamente traidora,
radicalmente desleal y perversa cuando empinamos el vas0 y el peso
del pais se desvaneci6 en su f n l y fue argentino quizis y yo tam-
                                 ia
biCn argentina y perdi nacionalidad en esa alucinaci6n.
Fuimos la tercera locura en lo apfitrida.
- No soy, no quiero ser mis chilena, le dije.
               Odiando a civiles, paisajes, cortes, jueces, cordilleras,
               uniformados. Odio 10s juncos.
En esa visi6n el muerto estaba vivo y grit6 con todos mis pulmones
insultando a mi madre por haber tomado a un chileno, no a Dios,
o a un extranjero por lo menos.
- Est6 bien, dije, que se vaya al diablo si quiere.


                                                                           97
Voy a mentir.
Vn   a w r iin inventn   de nrincinin 2 finnl norme en la cuarta visi6n me




lelo, padres alternos, barrios soleados y alli las flores, su olor me
saltaron a la niusea, el v6mito me provocaron.
Tuve una cara distinta a mi y fui eslava: falta mayor ser rubia, in-
gestos mis ojos azules y extremada mi cintura angosta, en cuanto
dotada de piernas largas tal como una atleta, per0 sin cuartel hacia
el cual dirigir mis pasos.
Sin el bar, carente de borrachera, zarca de punta a cab0 cometi torpe-
za tras otra.
VotC mal el gobernante errado y contraje un matrimonio filtimo y
tom6 un segundo esposo hasta que me cansaron sus embelecos.
Cuando era rubia me miraban y me tiraban frases y la mayona queria
casamiento conmigo. No concubinato, entiendan que estoy hablan-
do de leyes, de resortes legales. Porque rubia pude haberme casado
hasta el cansancio con testigos, padrinos, parientes y en cada uno
de 10s fracasos posteriores arrear con todas mis cosas y dejarme caer
en ligrima sobre 10s sillones de mi madre que me miraba compla-
cida por la tercera caida, por la ~ l t i m equivocacih.
                                            a
                 Madre zarca acudi y no le decia en ese truco mami,
                 sin0 que la nombraba seiiora, dama a ella y a 61 d6mi-


98
>oleo.
Las otras nmas eslavas realizaba, Juu‘6vJ 1131u1uJ. v i i a uu uouo
                                                                llulluLI


me hizo cosas malas v la acud. Der0 n o le dieron castipo. fue immne




rrodiga y humilde regrese en mi mente: despacito las pisadas por el
barrio y encantada con el barro saludC como siempre a mis vecinas,
en toda la cuadra me resign&
Estaban.
DiBronme la noticia que estibamos en la mira y por eso dijeron:
                           “Viene una redada al barrio”.
(lo dijo un hombre cuando nos agrupamos en una esquina y lo dijo
con ira).
Erarnos acezantes y cesantes todos, porque 10s clandestinos se cerra-
ron prontamente y con decoro.
               - E s tu nan6 mien nns envilir 61 tienc la mlna nn


(supongo que J U rue el unico que sac0 la voz por mi y ies expiico
                      ~
que yo tambiCn iba a caer, que estaba en prenda, de rehCn, pagando
la deuda de mi semejante y pariente. No me compromete su gesto).
Contenta mirC 10s tejaldos, mientras seguian 10s comentarios. Supuse
                                e   ,   .   .     . .
las casas arrancadas dt: cuajo, quebrazones de vajilla. Para m i que
                                                         ... .
10s nirios del barrio iban para angeies, 10s oorracnos naoitantes para
victimas y las mujeres para capote y persecucih.

LOS HABITUES DEL BARRIO E               M ENlUNLES ESYltiAS U b
“Comete estupro conmigo 1 amorear
                           trepanada por la manta y amordaza y
                           venda”.
Dije frases, repito, de amor, mientras el goteo p6blico tomaba el
hecho con esperanza. Era si la primera inmolada de ellos, la primera
volada. No habia comDasi6n en balde. En el balde escurria la sanme
de lam
Yo era
Tiraba para munch mutiladc
               - Est6 volada. UIIU UIM v G u u a .




Fui magna estreua, premier tigura, iniciadora del espectaculo rojo y
demonia.

AMABA, QUERIA, SUFRIA UNA PENA DE AMOR LATINA.
Y despojada del acto de fumar entregub en pago el cortaplumas, la
pluma, el papel, la carta, la sefial.
Dije de amor:
- Mos ha un zarco jug6 a la prenda conmigo.
Trasmutada por el efecto increpe a 10s hombres duramente.
- iMe oyeron? Me p a d al enemigo por un zarco *os ha, 61 tenia
   como yo cicatriz y me nombr6 regente y mi padre se enfureci6
   y me lo desenclav6 del pecho.
- Es verdad lo que confiesa &os ha, dijo Juan.
Mi madre sali6 en mi defensa.
- Nunca tuvieron intimidad, s610 frotarse la boca, un decirse pala-
   bras. La Coya es mia y nadie la va a mirar mal.


100
le - _ _ _ - -r - - _ _ _ - - - -,
                                                 J-

                       me arrasuo a la casa, me quit6 el bolso de
                       yerbita, me acost6 en la cama, cerr6 el
                       postigo, se tendi6 al lado mio, pus0 mi
                       cabeza en su hombro, me arrull6 como a
                       ser humano.

Nota:
     Fue en el mes de julio, un mes antes de la redada y la Rucia es
     testigo que este hecho trajo para Coya una indestructible mala
     fama.
de amor como:



LODO PARA LOS HEROES NACIONALES: COMBUSTION INFI-
1




                                                                       101
- NO, SOY COY&
- Hiblame de la armadura y de tu servicio al dCbil gobernante.
  Explica lo de las voces.
- No es cierto, per0 si quieren algo solemne y pasar a la historia,
  ponghosle al bamo entero Jea D , no tenemos oponentes.
Vi0 armarse la pira medieval con las maderas de las c a m que cons-
truian el tramado: vi0 el erial y en el medio la pira.

                            MAMIS CLAMABAN POR QUEMAR A
                            SUS HOMBRES

- El nifio me traicion6, vir6 madre 1.
- Buen mozo que era, dijo la 2 para irritarla.
Quedaron s610 las panderetas y sus murales: el rock movimiento
estallaba en colores, el mural andino fenecia opaco, las consignas
fulguraban fosforescentes rojas, amarillas algunas y azules.
La pira era el objeto artistic0 msis bello de la cuadra. Delante orde-
nadas, las madres.
ne   tndac hnhin iinn nile era nhcnliitamente limitarla E r n la marlre 2
Madre 3 llamaba al amante, hijo, y al hijo, amante, lo n
en el equivoco, plena de mala fe y constancia, atosigac
desfallecia virgen.
               Por eso maare          5   me eiegiaa para aar nenda al incen-
               dio. Hub0 ti
- Jea D , dijeron.
Y yo vi en sus ojos el arroLJ~1llGIlLUut: ias umiuiaas. m i SG auiiu t;i
juicio:
Madre general al centro y m6s abajo en las gradas la jerarquia de las
otras. Se tomaban actas y madre 1 fue la acusadora y fiscal. Todo
estaba planeado de antemano porque la pira crecia cuando ellas
llevaban sus mediamas. sus meioras. las tablas al fueao. Habia tonao.




      L.. ...ubuaua la i i i ~ u u c u
                                     auaiu.

      3.   ...le hacia con la
      4.   ...se reia al cintc
      5.   ...era derma y fr
Entre todas le raparon la caDeza como a lama y cogotera, la pusie-
ron de espaldas porque no debia, no estaba permitido dar la cara
en el juicio.
                         Vicio de las adictas la hoguera de sus cos-
                          tumbres.
              - iQu6 voces? iqu6 cahuin formate?
              - Aprovechadas de mi papi, murmur6 Coya.
- Desacato, grit6 madre general: la boca cerrada Coya, la pelada
   baja.
Juan h e su defensor, per0 estaba en soborno, desganado, desclasa-
Madres 1-2-3-4-5-6pasaron la mano sobre la rasadura y la escena
                le




                - Acaso monrero, la 4.
Eran seis madres rapadas, rasadas, peladas: Seis lampiflas que supli-
caban justicia.
Ahora Coya era
la pira, las mujclca uIL;mlauilll la GCIVU, I I I I G I I U ~ ~~ U C ~ U I G y
                                                                   CI
antecesor subia las escalinatas y confesaba de pleno sus delitos.

                            (estaba tambih rapado)
Sangraba bello, se quejaba suave, respiraba apenas.
               Coya lo irgui6, irradi6 s bonda y abon6 unplebis-
                                          u
               cito, un acuerdo y una tregua.
Que dijo si:
- Gladiadores y gladiolos enarquen el torso y embatan, mientras
  en murales las niiias 10s pintan.
soldado contra 10s guardias, Coya, arremete, me dijo la
           cosa ilustre.
         - Por venganza yo, le contestd, por la deuda pendiente
           nada mis.
         - iQuC el barrio se pudra acaso?, inquiri6 la cosa ilustre.
         - Yo acudo por asuntos personales y privados, pasados
           tambidn.
         - Muy buena r a z h , muy justa.
                                Y pas6 linchaco a m i el arma.
                                (a todos)
                ..... * _ _ _ -                -->-I--   -I -:--
iramamos un muiacro renuienuu 1-- cauenas ~LL m e 1-1 cornu si
m                            I-->.-->-
                                           ias                  till
                                                                     __-__ - r
nos ataciramos 10s unos a 10s otros.
Fue una sinfonia metdica y alli relumbro la destreza manual de la
Por la Patria de Diamela Eltit
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Por la Patria de Diamela Eltit

  • 2.
  • 3.
  • 4.
  • 5.
  • 6. una beca para escribir.
  • 7. I. LA LUZ, LA LUZ, LA LUZ, LA LUZ DEL DIA
  • 8.
  • 9. ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma ma am am am am am am am am am am am am am ame ame m e ame dame dame dame dame dame dame dame madame madame madame dona madona mama mama mama mama mama -., .-: -,.-A * , , , ,.l-.,,.., -1- a & .. . -- -1 -. .l , a . . 1,. +Am..+. . r n-n" llldllld llliillld llliillla llliilllaLllu Cl U a L C l v GI1 Cl uiil bC ld LUlllClll v 61111411 1. w a n aesarora la rumcunaa con su reniao peio rum0 y grmgo mienrras cimbrea su ambivalente figura. Caderas amplias de buena madre y mancha ese centimetro de raiz negra de mami mala, su pel0 grueso y tosco, no como arriba que es rubiecito: ondas y crespos de su infmita bondad. 3e rien. Se rien de su pelo que asoma entre 10s pelos que tiene abajo su machi, por no salir rucia le toca el tinto v amntan sus mechas v el ~ a l o I 1 k i e la maare con su ooca, per0 aespues se pone rnsre corn0 un
  • 10. Ciinndn se revnlviernn vn nn mtaha MiPntn Ectaha a1 acechn. :Me LUIIUSIUitU, LUilllllU G I l l p G L t : it U11 U l G l l IGJUS IUS itSGIILUIIIGIILUS q U G resonaban como 10s ecos. Los sonidos se alargaban unos sobre otros. dar unos avances, como si vmera la cancia aesae la cuna nasta voi- tearlo y el eco se trenz6 con m6s vigor aCn, como una pelea a cuchillo por el sonido del acero. D esa manera me parece poder asegurar e que fue frente a frente a ellos que estaban de costado, mezclados. Y es esto, quizis, lo Cnico veridico y aun cuando fue en el momento del advenimiento, hub0 una afumacih, si, si, lo creo y aunque la postura y el ruido me fom el costoso ir y venir. Iba y venia el remezh, per0 10
  • 11. No, no era asi. No puedo describirlo, no me acuerdo con exactitud de cada una de las cosas, ni de las posturas, ni de 10s requiebros. Si, si, es mentira: estaba ahi entre 10s ruidos que subian, bajaban, se apagaban si, si. iQuC hice? iquC dije? ipor qui la mama no puja? La chapucera de 10s menjunjes de toda especie: matico en las patas, yerbabuena en 10s senos, ventosa en la espalda, mostaza en la guata. A fin de cuentas el vino se arregla con agua: no veo el viaje y no puja la ingrata. Fue el malo, el mal, la tifia, la sed, el freno que estoy reseca y si se abre me hielo entera: “abre las piernas pa que me quepa el hueso y nuestros pelos se enreden en la maraiia arisca y tenaz”. Si puja avanza, se alarga el hueso que la golpea al monte duro de tierra afuera desdicha io es dicha? changa la nena, hinchada la lerda, asqueada la chanca. Ay del hueso, la midula, la cdpula, la c6pula que selecciona s mala sangre. Ay del hueso, del monte, u del rio, bajo 10s pelos es piedra lo que detiene su entrada. Dame del tinto y del arreglado. Pisame el vino caliente. Madame dame que se me hielan las crenchas negras, dame la ronda que ni las deudas las pagan. Dame porque soy Coa, quiero decir ma ma antes que se me ponga la boca roja, mama del tinto y la borrachera se vuela. Con estos pelos que me le crecen hasta 10s hombros me embano: mamo y la boca se me abre en balde. No hay trago y la matona me pega, me empuja el vientre que se le hincha. Si es que le explota ahi mismito me voy de corte, me voy al fondo de la barriga pa que la vaca no le d palos C a su misma hinchazh. Ma ma ma me vir0 patas pa abajo y pido 11
  • 12.
  • 13. LUb vcu Laud VGL lllab segu1uu CII lab GulllubluIlGb que 1engu y 1aa gculab que se eleven y leviten a mi alrededor. Por eso cuando camino, miro hacia 10s lados y para arriba, por si acaso andan cuidando que nada me vaya a pasar. Nada mds. Nunca. No e s t h . Salvo en unos indicios que me salen. Por ejemplo, en una mesa veo a dna firnitas nile PP lea awmpian hahlan n i i ~ v n’pn rnn rnmnlirirlarl- ! I f gesto de 10s brazos abiertos en cruz. Despu6s me empiezan 10s dolores. Si, lo creo, que asi se gestan 10s dolores, por las ganas de abrazar que se interrumpen antes del doblez. Per0 no da como para hacirselas sola y en eso, bruscamente, me paraliza la presencia de ellos, el ruido si, la bulla de las conversaciones. Estoy de espalda, tranquila, sin pena y oigo un timbre de voz: mi padre, digo, que ha llegado a sorprendenne. Me levanto con mucho cuidado a buscar un espejo y estar mds presentable ante 61, para que no se decepcione ni sufra, per0 a mi vuelta ya ha desaparecido, ha sido cambiado por otro mucho mds tosco y enronquecido. Lo mismo, igual cosa pasa con ella. Me arriesgo. No me recompongo cuando 10s oigo. Me doy vuelta lento y pongo 10s ojos en la mesa que est6 detris y de nuevo estiin cambiados: 61 como si fuera ella y ella convertida en 61, es decir, no son. Me parece que tengo que pensar desde atrds, para ver si es verdad el cuento y me fueno la mente en 10s recuerdos que me pueda traer y 13
  • 14. algunas, llego al plural momento que compartimos 10s tres. No 6ra- m n c trec C; ernnie~n9 PniirnarQr nn PP9h-r;- niineg xr rle n d a mp CI multiple numero se extienae y me pongo a aismmuirio, IO que tampoco es seguro o certero. Por eso caigo y detengo el flujo de las posibilidades, de las voces, 10s perfiles, las amenazantes mesas en las que se instalan. Con todo esto, no alcanzo a enI t € mder si ellos me persiguen a mi' o soy yo la que no les doy paz, pc)b que fmalmente no fue sino, apenas, m.rn:Arrn uiia . u i t c a U I C I U I I J L L ~ I I ~ I L L G I I l n n:m..-o+n*.n:n1 .Inn ;..r.+n an .a -An annn-+rnrnnn n i n ~ i I L ia QLc IIUJ G I I U J I I L I L L ~ I I U J wiiiiuuJ. UUG con el tiempo y las cost permanentes visiones, pelro - Primer0 me caliento biei luego, con las yemas de 10s aeaos mias, repaso el conromo ae ias sillas, las cubiertas de las mesas y con las manos abiertas voy palpan- do las paredes. Si mi cuerpo descansa en una silla, ahi, las piernas de mi padre me remecen, per0 mi madre, desde el otro lugar nos mira reprobando la confianza y entiendo que es muy mal pensada, muy corrupta y 61 tambih lo sabe y deja de mecerme como para que me retire. Me demoro, hago como que no percibo, burlando 10s ojos de mi ma mam mami, per0 las piernas de 61 se deslizan y yo me resbalo y estoy obligada a levantarme, a salir. Con ella lo hago s610 por cumplir. Me subo en ella, per0 descon- forme, porque termino siempre adormecida en su falda, un poco atontada y apenas puedo abrir 10s ojos. Temo que, tomindome desprevenida quizis quC cometa conmigo, porque como madre es capaz de todo, siempre, por el car30 ilimitado que les demuestro. No es verdad. Mis dedos se han vuelto isperos por no poder distin- guir una textura Clara, per0 me balance0 en las sillas, pulo las cubier- tas de formalita. Limpio las paredes. Estoy segura que son ellos 10s que andan detris mio, me obligan a moverme incesante de un lugar a otro similar. Per0 el deseo es no verlos, no toparlos, no abrir 10s brazos ni que me toquen. Esquivar las miradas. Todavia no. Si. Habria que entrar en explicaciones, 14
  • 15. acanzo a ver sus somwas que se proyecran en la parea; son euos. Sin ninguna duda que han venido tornados del brazo a vigilarme o a llevarme de vuelta. Per0 cuando concentro muy profundamente la vista, desviada a las camales figuras, veo siempre a dos vacilantes borrachos que se apoyan el uno en el otro: son, pienso, son ustedes, un par de veces he hablado y bajo la mirada con verguenza por haberme turbado en sus facciones que son distintas, absurdamente contrarias a las mias. De a poco he empezado a tratar de grabarme cada uno de mis rasgos en profundidad y a descomponeme en todas las caras posibles que pudieran haberme disefiado y en este esfuexzo sC con certeza total cuil cara les pertenece a cada uno, c6mo con el paso del tiempo pudieran alterarse y hacCrseme extraiias al pasarme cerca. Eso es verdad. Muy pr6ximos deben andar para percibirlos con tal nitidez. 0 es el olor que me dejan al estar un momento antes que yo llegue y yo voy siguihdolos con mi olfato desarrollado como 10s animales o 10s ciegos. Basta que entre y sC cu5l es la mesa que me corresponde: olfateo y ocupo la silla de mi madre y le hablo a 61 las cosas que ella le ha dicho. 0 'a la inversa, elijo a mi padre, el sitial que tenia y gesticulo a su modo, miro, pienso, largo de la misma manera. No me atrevo a tomar la tercera silla, ni puedo, sC lo que me diri'an. Una vez me pas6 y no me sali6 la voz, es decir, me sali6, per0 la de ellos: parte de una frase de mi madre y la otra mitad de mi padre. El olor, el olor es muy distinto en uno y otro, per0 si yo misma me huelo, el terror mio es que, ademis, hay otros en mi pie1 que no sC, -- ^ -- ^ -I^ a- a, dL-d.. -. A .- - IIU C U I I I U I C I I U U UC U U l l U C J U I Y C I I . I_ .. I, .. . ,-- .a-4%.:- ,. I *. . ,..*1 --L -:: iiUllUUC UUUllil U C l l f l l l il G U a l U U S I I J P Para no seguir, bajo la cabeza, tiendo mi olfato y voy hasta el prbxi- mo dintel que ya han traspasado y mi hombro fue paterno, total- mente masculino cuando sorteC la entrada con mi pie femenino, la planta de mi madre que me guiaba hasta donde ya el abandono. Lo mismo, igual que 10s vasos en donde ella ha puesto su boca en la 15
  • 16. mia y, ocasionalmente, hemos bebido juntas traspasadas de saliva Jugando descuidadamente con la tierra, sentada en el suelo escar- bando, he sentido como una rifaga que me aprisiona la mano. Alin con el brazo sepulto, intento dilucidar q u i h de 10s dos es. Per0 yo sC cuil es su origen y miro hacia la ventana de mi casa y veo sin asombro, sin ira, c6mo la cortina se mueve y diviso el ojo que me observa. A cruzarnos cae ripidamente el pliegue y todo vuelve a l estar en regla. 7-- "---- imposible contenerme, porque mi mano ya esti tocando el cement0 que me frena. n . . * .. . .... Yero es veraaa que aguien, aguno ae euos na removiao la tierra, f . 4 se han dado el esfuerzo para mi, porque la tierra es mia, como el frontis de la miserahle ventana en aue ammo. Jugando de nuevo, juego a zafarme, mientras me miran levantar polvo como una tromba, porque a ellos nunca les ha gustado la mugre y verme entierrada, como sucia que soy, 10s arrastre hasta el desquicio y por linica vez en toda la vida me nombren, me vean, me toquen en el golpe. En fm,me paso la vida, me he pasado el tiempo sorteando 10s obs- ticulos tan simples y desbocados como el agua, el liquid0 en que me meten la cabeza para limpiarme. Eso me espera: el vCrtigo con la cabeza sumergida para sacarme la tierra, por un rat0 peligrosamente largo, arrastrada, llevada de 10s pelos sin misericordia alguna, por la pena que tenia, por el miedo y la emoci6n que me embargaban. Noche afuera, bar afuera, acordonado todo el barrio con sigilo sobre 16
  • 17. 10s cuerpos y asi mi ojo, una parte de 61 percibi6,los vi0 reptando por la oscuridad del erial, un poco antes que la mano tensada de Juan me retirara, un instante antes que empezara la primera pesca y la violenta espera sobre 10s bultos. No atinC a nada sin0 a nombrarlos. No, a gritarlos, sabiendo que se agravaba el peligro sobre mi, per0 es lo usual, es completamente normal en esos casos, si, lo creo, llamar a la mami, nombrar a su
  • 18. Est6 oscuro &era y yo bailando: mientras ma's me muevo, mejor me rio y fuerte. Me tironean las piezas y quiero complacerlos a todos, porque yo bailo de todo, aprendi cuando se me iban solos 10s pies ante la miquina. Estamos celebrando y tomando mucho para ponernos contentos y oigo que me nombran para arriba y para abajo: soy el centro de la fiesta y del manoseo. Mi mami se aparece y se va, per0 se me figura que esti afuera tra- tando de escuchar lo que decimos. Yo no sC de d6nde sac6 esa costumbre cuando la madrecita de ella era mucho mis consentidora, no como mi mami que siempre anda pensando, buscando cosas. Yo le ordenC a ella que no bailara y tambiCn le avisC a 10s demis que se acababa la fiesta si alguno la sacaba al ruedo. No es por nada, per0 despuCs me comparan con ella suponiendo cosas desagradables; mi mami cuando baila empieza a hablar y a ofrecerse por un trago. No, quiero decir, ofrece trago y la amistad. No es que baile tampoco, es muy tiesa para moverse. Sigue las can- ciones con 10s labios y de a poco termina cantando a gritos. Yo no la he oido, per0 alguien me lo cont6 una vez riindose. M i r h dola no lo puedo creer, porque cada vez que se abre la puerta veo sus ojos clavados en el vas0 y en mi vientre pegado, frotado con el que me abraza. Si, ella, toma en serio un poco de diversi6n con que salgo favorecida. Continlio con el ritmo, aunque ya tengo el est6mago asqueado por el vino y 10s banales movimientos, per0 es que trato de evadir la oscu- ridad del afuera que me perturba. Par0 y me despego: mi madre est6 a mi espalda. Sus dedos recorren mi cohmna Sus dedos recorren mi columna y creo que me pide un baile. Si, es completamente seguro que quiere moverse conmigo ahora que las copas la animan. No me atrevo delante de la gente, per0 ella me ha
  • 19. escogido y acepto su mano en mi cintura y 10s mios. Casi no puedo apoyarme en su siento verguenza cuando su pierna se mete no hagai eso, le digo, per0 es inctil, no hay cosa que la detenga. Ademis es zurda y por eso la sigo con mucha dificultad, con 10s pies que se me enredan, hecha yo, convertida en una bolsa en sus bra: Se 1 Si, p~dllUUbCUt; gG3lUb G A L l i l l l U S . C l l I ~ l G L t l I l a U l l C G C I plala. A 1111I l l a l l l G - cita le suben el punto, la apuntan con 10s dedos, le puntean con ofertas sus partes y ella, con inmensa alegria, con sublime prestancia, echa la cabeza para atris de gusto. Les dice, les grita que no se mueve sin su hija, que por las dos es el precio. Yo esquivo la vista y concedo, cedo mi costo para no arruinar el tacho de la fiesta y que persista la ceremonia. No conocen a mi madre que es la opaca de la turba. Terrnina la canci6n y siguen desfachatando el local, sin dame parte en el asunto, como si yo no. Crece el consumo, el vino corre por las mesas, las palabras, 10s gemidos
  • 20. Est6 la noche afuera del bar, per0 por mientras las luces nos iluminan, 10s fluorescentes nos protegen, largando una imagen ardiente a noso- tras que nos apoyamos en la baranda, quiero decir, en el borde de la mesa que se bambolea ante las caricias de la hija a su mami y el fondo midn An1 n ; c n niin m n ~ m n m a1 tr6vt;nn ~ 7 ~ r a no aice mi mami y no le cuento que un n o m m ia aemanao y que la oferta por s u s piemas fue el precio m5s elevado que nunca haya escuchado por el cuero de una mujer. Tampoco le observo la cancelacih del consumo, cuando mi zurda acompaiiante se doblaba, se atracaba a m i con todas sus fuerzas y las ganas de bailar la hacian parecer una eslava bajo la luz que la resplandecia. Estuvimos, nos quedamos calladas. Al mucho rat0 la mirk - iTenis suefio? le dije. - Todavia no. No. Nunca, nunca mis la toco a usted. Oi con asombro esa frase suya, porque despuCs era Juan quien me dijo que mi padre me mandaba estar en la casa y que 61 se iba a quedar a festejar a mi mami. - i sime demoro? Y - Anda, yo te la cuido. AI salir a lo oscuro me volteC Y Dor la rendiia de la merta vi a Juan
  • 21. Mi madre recomb con 10s dedos mi columna. - LEn qu6 estis Coya? - Nada malo, un poco de baile apenas. Me hunde 10s dedos en la espalda hasta toparse con rnis huesos y desde alli me aprieta y entiendo si, que quiere ejercer conmigo su movi- miento danzarin para que hagamos un niimero. Voy, camino hasta la miquina, busco la cancibn que me va a apropiar y meto la moneda: me dirijo a ella que me abre 10s brazos y el abrazo me cubre bsea, disparejamente frontal el choque con su frente y en la ciipula su pel0 rizado y el mio lacio se agarrotan, se entrecruzan en las orejas las palabras y las paredes se me vienen encima. En las vueltas se me da vueltas. Yo paso mis manos alrededor de su itamos hasta que el grito retumba: Sale la voz desde un reservado. No era un grito sin0 un gemido. Si, alguno del reservado yacia clamindome en su final. Despuis Juan me dijo lo de mi padre y sali a la calle comendo y no vi a nadie por el apuro de llegar luego a mi casa. Per0 cuando escuch6 al hombre enronquecido en el llamado, pens6 con rabia, tuve la imagen abierta de la mujer mojada, manchando semen mi propia Ggura hiimeda de baile, que volvia de desprestigio mi yacer ausente del reservado, o tal vez ninguna mujer, sin0 el que se jugueteaba a mi costa, tras la cortina rasgada el s6bdito. Cortesanamente reverencii a mi mami antes de la salida y la dej6 enclavada a Juan por el clamado de mi padre, si, con el mejor de 10s estilos mi madre le suplic6 al hombre que la escoltara. Fue, sin embargo, un episodio oscuro, confuso para mi y 10s nuestros. Todas mis amigas me animaron con las palmas y a cada una roc6 la copa Todas mis queridas secuaces amigas, militantes del vino, 21
  • 22. cruzaron conmigo la mis profunda de las miradas de envidia a la trinidad de Dios, yo misma, mi madre y todas en mi, duplicadas hermanas. Esa noche de la tragedia, alguien acab6 en mi nombre y desde entonces respond0 dual y bilingiie si me nombran Coa y Coya
  • 23. ius piiiiuquiiilius y ruIiuiiIi ei imic;iit: ia uurrac;iieri, ~iit:iit:auasUG arriba a abajo las tripas. La madre urde junto a Juan su compensa y piensa en el gasto de Coya que deberi hacer por desventura. Si, si, ella imagina a Coya cortando por el erial las pocas yerbas que quedan. Marchita la madre se ve el rastrojo rastreando. No ve ni escucha cuando vomita, mas se maldice por su aspect0 volcanado que se le cae sobre la cara y el vuelco tras el orin. - Estoy vomitando, dice. Y Juan la mira y siente que es un truco para engarzar el momento. Dice la madre: - Me reviento si no me llevas. Manchado el boliche, me cubriri el v6mito del bochorno. - No, le contesta, eres de mala clase y aunque tiflas la mesa te queda- ris al lado mio. Ahi viene un violento diilogo entre ellos, aunque la madre se aferra a la mesa. Suda. Impreca otra vez: - nosotras de farra o palabra cruzada contigo. Por desleal mi extra- vi0 se acomod6 en niuse, a. G.slub IIcIIJaIIIGIIcuJ yUUIGIun acogerla al cruzar el espacio del bar: "Me voy a caer al piso y me van a enjuiciar el retumbo, 23
  • 24. --q ;+, parece el mismo infierno cada paso que iy al parir e1 vino”. fondo la 1rnira fijo y se da cuenta la madre lcanza a distmguir ei cuiur uei --=- -.--. L -1 1-1 paiu. Jil IIUIIIUIG 3G 111llQ bull Juan. Se guiiian.
  • 25. Ell l G a l l U a U quclla q U G 3G luGl(u1 GII aGEulua, ~ U v G w1vlulau uua IVY por todas al reservado del bar. - Te queremos acompaliar, dijo Flora. - No, no voy a andar con ustedes, viyanse. Per0 se quedaron paradas al lado mio. ijo una cosa rara: ~1 papi te b e d en la boca. - LEn la bo, en la boa dices? - En la boca te dieo v Juan dice aue tu mami tambiCn.
  • 26. vierno. Lo invierto todo, Berta, y ahora lo unico que siento es un fmisimo agujetazo de amor y piedad.
  • 27. corri Coa y Coya por la d e , en la oscuridad, porque 10s moles estaban rotos y con algunas de mis pisadas estallaban 10s vidrios bajo mis pies. Me despend, me torci como boa el hambre que trasladaba de un lado para otro. Si, la mareadura pas6 y pas6 al sellado la madre y gentuza otra. Mordi, chupC yerbas que llevaba en trecho, hasta la ingratitud del cuerpo. Vera india las voces que auditivas rondaban en la cuerda el halo. Algo pardo se avecinaba como barro. No era india, no. Nunca nada de brujeria a mi, sin0 que parecia yo misma coincidente al tributo. AcortC y medi el tranco hasta mi pr6xima casa, cuando presenti el mbo, 10s disparos, 10s quejidos lejanos del escindalo. VisualicC como entre un marco la salida de 10s camiones, si, seis camiones en fila para la red, la redada que nos iba a tocar a nosotros: a mis amigas Eso er un s g e --r----- -- entrepierna con las dos manos para tenerme adentro: es mia, es s610 para m i la paria, decia, la parida no me gusta, no quiero partir sola de nuevo. Si, si, eso era todo en la farindula de la fiesta reina. En la sucesi6n de hitos pesquC el hilo de sangre que iba a correr, porque el general donaba a la tropa el brindis y haces de luz iban a iluminar el barrio: vi tambiCn detris el campo abierto el eriazo y a alguien que corria por alli herido, cruzando la mala hierba para llegar a mi casa y por su inestabilidad senti que tambiCn me caia. Me apoyC. En la pared puse la espalda y fui sombra. Bajo la cornisa un trozo de came inm6vil. Coa, Coya crud la calle y mirando tras la ventana iluminada, vi crecer como matico el duelo. 27
  • 28. Transformada, cenC la puerta y el desorden se hizo pasado recuerdo cuando rompi todos 10s papeles, las fotos, las cartas, la montonera de cosas ardia en la fogata y miis a114 otra y otra en cada casa, en tndn e harrin l CF! cahi'a mie mi nnrlre m i 7 a h a e n t n i n v oiie Inn l 2;
  • 29. LIV vu yubu a u uiuiu a-u- LI-IU, U - I I U uwa V-Y. vv I I L U V I W VVISIV --A- loca la madre el vistago: es el amor mio aue crece. se amanda suble- vado, acosado, si en esta tier Si, mi, tanto que lo quise, se luciera en el barrio, el bar Andaba por 61 de rodillas, la farra nos. Don decia por mi, si, mi, don le antepuse al nombre y en don qued6 atracado a mio, a n o olia despuis de toda cosa linda y despiadado. Yo misma no supe, no aprendi nada a atracarme, arrimarme bien ante la noche. M i +-Am LUUd -., '1 .. .. pdld )' Cl '1 -,.A, . , T A: A.., ...A" -..en.. "e.11, A- ...la+, ..-n C l l l d U d . LF; U I UUll V llld3 U U C C3U 3 G l l U U G UIdLd. U l l d cadena con el reloj me dio, qile la hei gastado en 10s eslavos, no, en 10s eslabones se fue piso a piso 1mi pasi6n. --' .. *- 3- -__ Esclava suya, corcel de sus piemas, SI, yo, JUKW ut: su CaIJaqyUUTd, --1--1--1___- 61 jinetera al hombro. No, pistola cruzada en el pecho, mi amante del pecho vendado la bala. Te hei jurado todo o casi todo el pecado de mi. No, yo nunca le, jamis le dije, le dije todo lo que pude sentir, lo que pudo decir la Coya la cort6 conmigo. Lo cortaron tambi6n el labio. M i lo san6 cuando lleg6 sangrante, si, brillante, lindo, perfu- mado su sangre roja aindiada, porfiado para la gresca su boca roja como una niiia mi amado. Qui cosa quererlo tanto, todavia mis cuando lleg6 temblando en la noche, vendado asi a la que venga y la sangre en s pecho era el u coraz6n dibujado en el frente. Que le tuve que s a w todalamancha, yo la Coya dicen, le tuvo que borrar la marca del coraz6n al riflero, al arquero, al hampa, al apa lo trasladi pa que se me diera la oportu- nidad de decirle, lindo, amado por mi, td, don, que tanto el pecho me penetraste. Sequ6. Limpii el labio crecido, hinchado por mi mano que tenia el trapo. No, fue con algodones, suavecito, beso y beso y mi boca se pus0 roja, toc6, mordi6 la colorada, como dos niiias fuimos. 29
  • 30. Mi pecho oscuro, sangrante en m i su Cora C la sangre mia, la herida mia mam6. Ainc 1 ni quise prevenirle el corte, el terrible taj boquete de la bala, 10s golpes. Me dai mis la Coya y yo mis de mas, mucho esfuer; coraz6n, mi pequeiio y riesgoso mfisculo rev&, siempre al revis de 10s cristianos conversos. Keventaaa la Doca suya y mi amado no me decia palabra una, noticia l'amante mio, solo, sin disputa o rival que lo tomara y levantara la sangre suya seca, secada en la boca. M i llor6. Estuve grito I la red, e de golpes, a gulpca IC YulLUon el don. LU I I S~ ~ W U U UCI lauu IIIN lo dieron: rejas entre nosotros, ante su labio y el mio, por eso mismo llor6 de pena y la Coya, yo, se acordaba cuando lleg6 a la mesa y sac6 su camisa, su prenda mostrando el pecho y yo deslicC la tira, despejada en vuelta y vuelta la carne abierta y saquC ahi mismo la prenda mia y torso a torso nosotros dos. Granate qued6 la Coya y 61 ni miraba 10s ojos: iqui estai? le dije, iquC estai? y no me la daba, no me queris la vista. Y afin eso, por demis. emuauC sanme en el alPod6n v desDu6s lo exmimi contra rresaaos, yo naaa piaDra supe que aecn, mas que nmita nomtxe mio, al padre mio que se baj6 hasta mi pecho lang6indome la sangre suya misma. Yo estupor estaba y nada podia, nada grande a 61 que lo emplazara. Parada ante la mesa, sin la prenda de arriba, me traspasaba en rojo y me emborraba la visi6n la ligrima. Ay mio tli, le dije, iquiin fue el malo del corte, del boquete, del puiio? per0 abajo no pude, no en- tendi sonido que fue. Y mi mano en su pelo, mas despuis cuando la boca le viera, corri hasta el pafio, volvi al algod6n blanco para ser, para estar muy cerca suyo. Mis amado como yo ninguna. Reventada tambiCn de tormento y silencio de su versi6n. El me puso, me limpi6 el pecho con el dinero, 30
  • 31. 61 tambiCn se peg6 10s pliegos sobre la pie1 y ante cada despegada se movia la came porque lo tirC, esparci con rabia la plata sobre la mesa y me fui, me volquC enteta sobre la niel Suva con mi Pur0 Pelleio. sin nada que no fuer Lati de amba a aba estando descascarad no, mamC sangre poi Si, con la lengua mi; Yacia, me iba de asombro de taponearlo con mi pellejo y senti como cardo el cuero que detenia la sangre. L'amor se me iba mucho, I'cuerpo la n s a , la mujer, la vieja de todas las eras que mismo tli me dabas. Ahi le dije: Don, que nada ni la herida de 10s malos pasos se lo quiten, si, el don no se lo anebaten a usted, el suefio humano de la vanagloria suya, su noche y mi pecho infundo la madremia, tampoco nunca como usted y yo Coya, Coa, Boa, boca suya, tuya siendo. No dijo ay, cuando saquC la prenda mia, a tirones la blusa mia, tb, le dije, tli mio antes del tiempo en que te reprendan, te den en prenda, te prendan. Si, Coya yo, de ti siendo, siento mucho, mucho me pasa con usted asi. Mi boca se ponia en la de 61 y lo hinchado me enfebre- cia y su pecho se peg6 primero, al pez6n mio primero hasta la punta en sangre. DespuCs, un ratito apenas sac6 vino y el impulso me dio bebiendo juntos la copa. Me tap6, tipese, me dijo, y yo de timidez llena, lama de todo lo de antes vine rara. Rara, mareada, mal impresionado qued6. Si, se va a llevar una imagen fea, como si siempre estuviera con, sin la prenda mia, usted va a pen- sar per0 ahora, con justa me va a golpear y no podia detener mi lengua. No paraba perd6n por mi, bajaba la cabeza: tanto que a usted le gusta la plata, el dinero a ti que te transporta iquC no ve ahora? p o te dai cuenta del pecho tuyo aportillado? iquC te hai tanta falta? DespuCs Coya lloraba y corria sobre las tablas buscando un tapbn, algo duro para taparlo. Mis vino le daba para el dolor, mis tomaba yo misma para no tentarme y dejarlo irse en sangre y asi acuoso y rerradnc In9 n i n c rleianne c a r a r tndn tnrlitn In nile tenia niimtn 11
  • 32. Irme, llevarlo en mi a mi amado que tanto amaba esa noche en 1 noche aindiada me puse y volvi, restafii la sangre y lengua todz lami lama el pellejo. Los brazos mios apenas cruzaban, torcian 1 espalda. No dijo ay, cuando la boca sorbia, cuando la lengua lami la raya. T - -..- f l l - L 1- L-1- -1 --- A---- -..- -.--,.I- A,.-,. L d G U G I l l l l i i , ld UiLlii, el P U I l O CIlGlIIlii, Y O LCIlCl q U G V e l GSU, L G l l d que tocarlo y se iba si, al ver yo su cara supe la Coya que se me &a. Tanto bandido que hay en el bar, ni haiga paz para mi ahora, que yo tan desesperada y tensa que te quiero, me muero de ti por pena del cuero, de la salud suya, yo la Coya entera la noche en vela, solos 10s dos y mio, aunque herido y reventado ceAudo tambiCn lo quise: pagar la cuenta suya puedo yo, esconderlo hasta el olvido a ustC, llevarlo lejos hasta donde nadie milico sepa de suyo. Per0 usted mira mujer, cualquier forma la sigue, desde n 5 a igual he visto cargado t u s ojos y ahora tambiCn en la belleza suya me pierdo y aunque herido, mal presentado ante mis ojos parece idCntico al paso de siempre. Fue usted el que Coya me dijo, y ahora que parece tan niilita mia, muiieca mia el juego. Jugando a las cartas trampe6 plata seguro, por eso pasamos pobres, per0 nada rnis que usted en la pieza mia, no la madremia en la pieza, no sus partes. Nada de ella ahora. Nunca. LCierto? Le di esa noche yerba para 10s males, co, agiiita de boldo, palqui puse en el ardor, todas las plantas que sabia GII SUJ p U l l L d U d S . UlGI1 ~ U G se portaba que no decia frito cuando moli matico en el pecho, rezin- dole al santito yo me pas6 la noche con el pecho a la vista para ver el torso de ti dafiado. Si, si, yo rnis no podia, nunca rnis he llorado tanto. Asi tambidn estaba la cara mojada cuando pedi a ti, una vez, un poquito la mano en mi pecho, por una vez y sin pecado, un tantito no mis la boca en el pecho, una fugaz como si no fuera cierto, como si nunca papi mio fuera, como si no de ti hubiera dado 10s ojos afuera la luz. Papi mio, le dije, don es usted que enfermo aparece, olvide a la Coya, olvide todas las cosas que la muerte quizis lo alcanza, y yo antes que le doy vida, como t6 ahora amante mio, mufieca mia, niiiita. 32
  • 33. Lleg6, vino herido por el hampa y 10s guardias lo buscan, si, la noche es que lo trajo y yo tanto tiempo y pisadas escuchando, oyendo abrir mi puerta. Antes, mucho antes sofiaba este juego: que tb entrabas y a la fuerza, dime, dame, dame, de las mechas me doblabas. 33
  • 34.
  • 35. Muy nublado hablo: - Mami, todo este universo esti lleno de salteadores, por eso tengo que cuidarla, ponerle casa y tapiarla. Me asustC: - Y o no soy su mami, soy la Coya. Pas6 un buen rat0 y me pregunt6: - ;Cuintos aiios tengo? triste, que icuenta ya. Le echC un abrigo encima. - Seiiora, dijo despuCs, hoy no trabajo porque me voy al extranje- ro. Ya no tengo nada que hacer en este pais. En ese momento oi pasos, hi a buscar el arma de mi papi, per0 senti la voz de Juan como si tuviera la boca pegada a la puerta. 1 - Es mentira. esti acostado. desde aaui lo puedes ver. Volvi a sentarme en la silla y de inmediato me habl6: - Mami, usted se esti poniendo vieja. 37
  • 36. Entonces empezaron 1 n nar6 levant6 m i P
  • 37. Y se le apareci6 en la ojera la madre, que como madre de madres venia a buscar sus restos. Tras la carroAa lleg6 preparada de duelo al luto. Lujo traia lana para su expansi6n materna. Cuervo el ala y fdete agudo rasante pet0 sobre el cuerpo. Mater se impone y pone la mano para lucir el oro, su aro dorado toca la came que se deshace y monta sobre su ojo la lign jQu6 codicia esta madre? Su lugar enlutado que la deja libre de su liga materna: se va para atris y ve sangre, la gota fdtra desde abajo y es niila-infantil largando sobre el suelo s placer menorreico. Entre el negro sonrie y llora en u forma simulthea. Densando aue en ese estado se hace imDosible. ivLa-iiia i i i a i i a ruya ~ I L G J~ U iiaua. G L a a GJU iiacIi. iiatxa iiiauic. N madre y pasari a ser contigo X en cuanto muerto, por eso me quejo de tu precocidad a l No anciano. Resiste, di no a la muerte, i. deja la cama Yo al lado tuyo en esa cama me mamas jme oiste? mama. La madre 1 saca su mama colgante y el pez6n pone al puntudo hocico que se le cierra la gota. Esti estriada y vacia, el pez6n neutro. Se tapa, se cubre el ala entera, cuervo cede y atris se pone, en la otra fda. Antes de hacerlo l'unta la ligrima en el lagrimal: 39
  • 38. - Ay, dice, que es- tampa mia perfecta. La madre 2 baja su ala, su serpentina decae y socarronamira a 10slados, mientras su discurso ora: - Mamastra mia tuvo su origen en su mam6 La zarca muerta al rev& I'asesinato. T6 no te mueves, no te mueres hoy dia porque es nefasto. Mal fecha esta para 10s duelos. La madre 2 echa saliva en su palma y se la pone al hijo en la cuenca . - j 1 - I Y U e S 11110, IIU 1~:L;UIIULC;U &lSLU, IIU P JL X UII U C X J ell el I I I U ~ I L C J . CI S J - Y o suelto (dijo la 3). - Y n tnmhihn tcnen fln 41. Tenm iina ciisa Iriiariiaiia. nmnaracia nara - Y O tengo mejor (la 3 ) orra armira: una camre 5u granaora y plateada y que se yerga de una vez y apunte la balacera. Est6 cargadita de balas para ti que tan bien sabes manejarlas: ya pues, pesque el armita y 19 ~ 9 1 1 001 r h b n 9 Las cuervas les hacer caZ6n. Madre 4 va a la camd, ~ I I Cd I LL C I I U G AUJ UCUUJ UCI IIIJU, AC UUUld 10s dedos alrededor del gatillo: - Es muy ficil. dice, de la cama a su el hijo es fama. La 3 le sac6 el arma de entre 10s dedos y volc6 sobre la camala 38: 40
  • 39. - Esta si que esti buena y con carga extra la cuido. Y o madre-madre soy y lo autorizo a la calle: busque, elija el punto del proyectil y se tira al piso a todo eslavo, piense, en tanto, que su mami lo avala, le pasa bala. Una cuerva terrosa se interpuso. Era la madre 5: - Yo no quiero que muera en paz, por eso le traigo una lista de pecaditos: 1. Mir6 la espalda de su mami, la parte ba 2. Oje6 el pantal6n de su padre, 1- n - ~ m - l l n - - 3. Ech6 el ojo a la cerradura, do -<..- _..._ A 0 nsando en su mam lensando en su pal Mi, pecaditos le tengo bien guardados y lleg6 la , - - , -- - - - __ - - - - - - - - - -- - - - - - -- ; I .~. una madre le voy a ordenar la sien y el destrozo. - Es verdad, es verdad seguro, indic6 la madre 6 que era alta y mnta blanca. - Luanao emre la boca para darle un besito me torci6 la cara. No hay perd6n. Si lo lave se ensuci6. Me acus6 tambiCn de una cosa que tenia con otro, con un lindo y jovencito vecino. Malo, malo itonces muriera - IU SUY W I I I ~ C I ~ Zuc UIIGIU, GUGIIKI~a m a blanca debe y GUII 1111 concluir sus faltas, se diera tantas clavadas: seis o siete por lo menos. 41
  • 40.
  • 41. --- -.-- -.a rA-- r..- ^----- ---- , --"=-- -- .----- 1-- --- D--"D--, el barrio que lo cercaban, custodiaban que nadie saliera indemne de la redada. Estibamos presos por miquinas en movimiento. En ese tiempo forzaron la puerta a culatazos, y sin que mediara vacila- Despu6s me arrastraron al afuera, donde el principio de la amanecida no escondia la suma de bultos atracados a las paredes, suplicando, doblindose ante las armas. Asi, de la misma manera, me tumbaron cabeza gacha, mientras mi mano sostenia el reloj que logr6 reneter casi sin conciencia. Los niiios llamaban a s mami y la bulla se hizo grande. Yo tambih insultaba u mucho, con lo bajo que conocia para provocar mi propia herida. Eso me vali6 que me dieran duro en el suelo, per0 no pudieron callar- me la boca, ni hacerrne olvidar malas palabras. En 10s sucesivos reagrupamientos pas6 de izquierda a derecha, de mujeres a hombres y a mujeres otra vez. Ahi fue que me encontrd - .I n--_._ __ 1.- ____ -. . _ _ . - ? . I- _ _ . .-*-I -...I- -.I - i
  • 42. erial, mientras el piquete nos apuntaba con las armas y el registro en el barrio continuaba casa por casa, buscando. - Nos van a robar todo, dijo una mujer a quien yo no conocia, p i nnp van a r l p i a t lac r m a q nelarlac - Contesta todo lo que te pregunten y tranquila, me dijo. Le hice cas0 y pas6 la rueda. - iC6mo te llamai?, pregunt6. - Co, Coa, le dije. - No te entiendo, habla claro o te vai al otro lado. - Me llamo Coya seiior, le contest& n- * . ir P i T Seria muni, resuiraria una raseaaa no asegurar que ~ u a n sac0 - - a ~ - i 3 3 me de alli y junto conmigo partieron mis amigas, dejando atris la fila de trasnochados seres que empalidecian contra la luz. Pues bien, pen&, mientras caminaba a duras penas: se muri6 mi Pas6 el dia y la noche siguiente durmiendo a saltos, por el poco espacio, por 10s dolores y 10s recuerdos. TambiCn ahi escuch6 el ias conversa- ivie uejaruri suia en ra p i e ~ a ,peru se~iriaa ouo iaao ciones: se organizaba la partida hacia otro barrio y las calles, 10s nombres que nombraban, no significaban ya para mi. 44
  • 43. Atosigada de voces, vi por el umbral la 1 Juan entr6 como 10s hgeles: azul, aurec =-, --- - - Ahora lo si, me dijo, fue una redadL -___._ , -- --. 1VlG L C I I U I U 1Q llldllU y GI1 b U l l l U l l C L d V 1 1111 l C l U J y GI1 bUb UJUb C1 Cll&lllU que me iba a despojar. Tendi6 la mano al aire. como hacihdome un eesto encima Dara quitarme el malestar. ( na y mirando hacia afut - Tu mami se h e con un esiavo y ru papa p m i o uerras. m o r a nos va a tocar a nosotros traba Avanzb hasta la cama y se sent6. - Fue muy malo lo que hiciste Coya, muy feo golpearte contra las paredes. No es posible, no es fie1 expresar lo que senti al oirlo, tan s610 el gesto j j - No es mucha cosa, una rabieta tuva. Per0 inventa lo Que auieras. para m i esti bien. Todo bic Y despuCs de eso se tendi6 a~ lado mio y me aiio que le nablara lo Y como empujada por un impulso, mi mano tom6 su cara y su cara desapareci6 entre mis ligrimas y volvi6 nitida, cuando de costado lo mire fijo y 61 baj6 la vista. - Sicame la venda, le (lije. No, no me la saques, le pedi. SaquCame de mis haberes porqu e yo me voy y no vuelvo. Reparte entre mis amigas para que aparcllLCl1 ".' uu uuc -,.-#."-,... ~ +,A"..U ~ J .. +. .-# 31 . .-.-l,..*,." U ~ C L L ~ XQVQ C I -I ._ I ,A . ". LU .A Iv I - 4 arrasen entre las comFiarsas. De sentirlo cerca el calor me profundiz6 y la pena revent6 como pus. 45
  • 44. Yo como viejo, largaba pus a la pieza y la intectaba de larvas que invernadoras se hundian por las paredes. Habitada de ancianos secos me torcia. Juan me remeci6: - SBcate las manos, deja las vendas tranquilas. - Es alguien de mi, le dije, es lo peor que tengo. Andrbgina, albina, me senti despielada y lisa entre las piernas. No
  • 45.
  • 46. La mama no pudo retacarse cuando vi0 a zarquito yarcar por el barrio. El la olfate6 en el bar y en todas las partes en que se desen- volvia, alli estaba el zarco sonriendo, hundiendo la mano en el bol- sillo, pagando y sacando fotografias a diestra y siniestra. Entreg6 la muestra en un dbum y ella se encontr6 demasiado gestera. - V h o n o s , dijo el zarco. - i por quC me iba a ir contigo? Y - Este sitio no te sine, estis arriba del nivel. - i mi familia?, dijo ella. Y - No seria la primera vez, ni la iiltima. Sum6 mucho para convencerla. Ella como que se iba y no. Se fue porque 10s consejos se pusieron sobre las otras fc - No te lleves nada, yo te compro todo nuevo. Asi se alej6 dando un austero aviso y prometiendo noticias. - No, dijo Juan. Ocum6 de esta manera, mota: La madre que era bailarina y experta, se vi0 seducida por el zarco quien no le dio tregua hasta convencerla y apabullar a toda la fami- lia al decide que ella era mis. Cedi6 ficil y parti6 sin problematizar el destino que estaba tomando. Dej6 la carta sobre la mesa y parc6. - Oye Coya, no es la primera vez que tu mami lo hace. Segfin la Berta el zarco le prometi6 viaje y cuando se aburra, vuelve. - Anota aue no vuelve. diio Coya. - Yo. anoto lo que quiera 1 Csta regresa, capaz aue va se est6 devol- ? viendo. - Oye Juan, a m i tambiCn me gustan 10s esl: la piel. No, no me gustan, son resbalosos y cargados, ademis mi mami no se fue con el zarco. 48
  • 47. - Para ahi, que a tu mami yo la conozco y la voluntad es lo que le sobra, la buena voluntad. - Mi mami cay6 en la redada. - Tu mami sali6 antes de la redada. Iba con tacones cimbrehdose, iba humillada por el zarquito que la mir6 de arriba abajo en el espacio limite del barrio. Estaban al borde de la verca y no valieron fotografias otras, ni tratos para tomar su verosimilitud. Similares y distantes: porte, rasgos, pelos diferenciados de madre no zarca, ni eslava, ni fotoghica. Por acaso, no calzaron las manos, no se tocaban 10s arreglines de ella, 10s desmanes de 61, ni modales. Exacto. El modo bastaba, porque ella m6s que bailarina era acr6bata y toleraba bien, con mucha astucia, el extraordinario gesto de fastar la tierra, sin trocar la cabeza atri. - Reconoce, dijo Juan. - No, no reconozco nada, b o - No seas desobediente Coya, - Mi mami hace dias que hizcl u11 u a u u m G 1 G 3 1 a V u . Y agreg6: - Antes de hacer trato con 61, trat6 c(
  • 48.
  • 49.
  • 50. El padre herido por la pena func6 en c6lera ante la reiterada forma de la madre de evadir su afecto. Se afeit6, se pus0 sus mejores prendas y escondi6 la fisura en zigzag que le producia el costurbn. Una envidia tambih al zarco, per0 eso lo hundi6 entre las costras para que apareciera la rabia y machaca. Se le hicieron hum0 las otras mujeres que con amplitud habia codi- ciado y la mis gastada y usual, es deck, la suya, apern6 nitida en el cerebro. Se burlaba de 61, lo impotenciaba a su intencibn, a la par que el barrio se reia, estremecidas las casas. Escribi6 la nota iracunda y errada. Sac6 m a del mueble, dio una mirada al desorden y desoy6 la orden de esperar, sentarse en la oscuridad y aguantar cada uno de 10s pensa- mientos corporales que lo remecian. - Es notable, dijo Juan, eres tan Clara para expresarte. Afirmate si de estas noticias. El padre propici6 las citas, contando la plata que esquilmaba al zarco, per0 la madre se pas6 de largo y larg6 al padre. - Basta de todo esto. Estaba yo hecha una bomba por la rabia y llegu6 como una Coa a la casa dispuesta a destrozarme para no irme tambi6n detris y pasar errante 10s siguientes dias. A fin y I al cabo, puedo pensar lo que quiero. Llama a mis amigas porque me empiezas a sobrar. - No quiero irme, dijo 61. - Si te quedas tendris que explicar algo. - ;Out5 cosa?
  • 51. -------- ---a- YV"--r..VI.."--r. Y"I..U Y UVVUU 1u * -. 1 1 .- J Y"I.IV "1 CVbLY, quiere irse del pais, al extranjero, cruzar la frontera y salvarse en una patria mis iluminada. Irse sola, sin hombre ni mujer. Oirse nombrar - Berta, jno te da rabia que Juan y Coya se encienen en la otra pieza? Per0 el gusto de Berta es que Coya no. Nunca se le pasa por la mente, le miente y ni las granadas, ni artificio van a cambiarla. Es Coya la que busca el dermmbe, como una oruga es por lo bajo. Mis atris de la superficie su trompa arica y 61 es sarna que rasca, que viaja y viene trayendo datos, mientras afuera la ficha se llena fotogr6ficamente iniitil. Berta ha sido, como todos, fichada: parroquianos, taberneros y gente pasada a vino se agrupan acumulando un indestructible catilogo.
  • 52. - Anota que Juan es un sopl6n. Apenas termin6 de decirlo me di vuelta y me tap6 la ____ _ _ _ _- sibana. No habia respuesta. No esperaba. Per0 una sombra se exten- di6 sobre la pared y la divid en el entramado del g6nero; quizis me asalten las mismas ponendas, pend, y el aire me atraviese la espalda, cuando la sombra se abri6 como crisilida y colores explotaron y v6rtigo acaso. Emborrachada de luces me entramp6 en la red: audiblemente sola me extendia buscando, nombrando seres pioximos y pr6fugos. L6gi- co era que me profitaran y escudaran hasta el muro. Lo que se desencaden6 era la saiia y la compulsi6n. Convulsa, desa- rraigada, me veia errante por la pieza, clamando simultineo lo soez y la quejumbre: era una contralto que rompia su propio contrato de mantencih y era, a la par, una mujer que sorpresivamente enve- jecia. Como una sombra abierta y proyectada contra la pared, me inutilizaba. Construi desaforadamente un recuerdo: Tenia reloj en la muiieca: aros, Daratijas me envoi- vian, tapiada por un fulano que me 10s obsequi6 por nada. Por nada no, por cariiIo y respeto a mi qo servia, no alcanzaba m5s all6. 1 memoria mia y form6 otra cosa: a Pagu6 de contado, de co! tado las deudas. s Papeles que encerraban peligro para ellos. Junt6 plata y como premio me compr6 una joya genuinamente roja y loca con ella me exhibia y crecia la envidia de las otras mujeres. Doni. Pas6 el anillo al dedo meAiaue de mi padre en compromiso.
  • 53. Apenas un par ae veces, asusraaos, a oscuras, con el corazon alzaao y el riesgo que cundia al dia siguiente y a1 otro, hasta que la mer- cancia se iba con el trompa y la tropa febrilmente se dispersaba buscando. La madre. la sefiora mia. torcia la boca en mueca. mordiendo con Aunque un poco si. NOS mcmos ae pequenos oqeros y iujos nacara- dos: 10s aparatos tiraban incesantes la mdsica. La habitaci6n era un gran reservado. Ahi guardibamos la reserva, el silencio de nuestra buena racha, mientras mi padre levantaba el vas0 y el vino lo ponia alegre y mencionaba nombres. fechas. con burla total la fiesta. Llegaban ocasionalmente las Revisando bien por bien, la mi! - Tanta cosa que hay aqui. Nlulu lllcylluii-uuoica ull TWJCIUU, algo oscuro, de luto mejor. Mi padre metia la mano en el bolsillo y le daba para la tela, para la otra zapatos y un poco mbs. Siempre timido ante ellas. Se elevaba de ira a la salida, porque de recibir un cariiio, un toque sutil, habria desaparecido hasta el liltimo apero que teniamos. Las parientas eran implacables, no, impecables en su conducta para . . * * . . .
  • 54. Temian que en m i se dejara caer el desprestigio que las enlodara. Yo les daba, por eso, garantias y que recuerde. en ninmin otro momento he sido tan aplacada como ante - Un poco de vino para la caminata, decia la mas baja. El les servia y asi se demoraba la partida, cuando todos en la reuni6 n terminibamos con la boca negra y escasos de palabras. n 1 , ,. l. 1 11 1 . 1 3 1 -* _ _ _ _ _ _ mian, por uirmo, a la caue, a la oscunaaa y 10s racones, el raconeo, 1 L se quedaba metido como garfio en mi cabeza y 10s seiiores mios se sobaban las sienes. DespuCs de la despedida, mi padre se acurrucaba como un niiio en la cama y mi madre se tendia como muiieca, per0 sin mirarse, sin tocarse tampoco y lo poco que me quedaba era tirar el pestillo de la puerta y salir a rutilar al bar la la huida. Las parientas tenian tino, miedo de andar por el barrio y el frio las consagraba. Esporidicas, convenian mediante mensajeros la infor- maci6n y el desgaste. TambiCn yo atendia a otros mensajeros: Juan, Flora, Berta, la Rucia. Administradores y encargos sustitutos - Tu papi me debe y i a c a , l l l v UlJU ..,& uiia - C6brale pues, le contest& - Te voy a comprar una cosa cuando me pague. Y se me pus0 al frente para tocarme: acerc6 la cara. Y la mano, el cuerpo mio evadi6, torci6 bruscamente su recorrido y fCrrea peguC mi boca en su oreja para hacer la recurrente pregunta, afirmaci6n mis bien. - Algo con colores vivos quiero que me pongas encima y s610 asi me vistas de pies a cabeza, per0 en secreto. - LA nadie le vas a mostrar las cosas? - pagas y ninguno tiene derecho a disfrutarlas, le contest& Estaba por eso pendiente de la paga que yo misma efectuaba cuando mi padre distribuia para ellos. Berta, Flora, la Rucia contaban p 56
  • 55. - Cova. me falta el saldo. aleg6 Berta. Y asi todos pasaban y repasaban las Inanos en 10s billetes, midiendo, restaiiando el trabajo del bar, la cu(Ita que les correspondia por el F . . . esruerzo que aespiegaban ill mantener 01 ~ o ~ ~ p r = n Eran ellos la hebra que hacia el juego 1legitimo, sin trampas. Entre todos, era Berta la mis cargada de ojos agudos y ojeras. En verdad era la mis soterrada en materia de gastos, dilapidaba dinero en juerga y en donde Juan entraba ya estaba, de antemano, pagado por ella Los mensajeros y serviles se alimentaban con la paga que yo circulaba de - Y o io mlraDa no mas. Io no aecia naaa, porque tenia razon, cuanao c 1 Volviendo tan p u d o cada vez, que supe con certeza que el proyectil tenia una salida h i c a y letal. Las noticias coincidian con las caidas, las baias, 10s pretextos de 10s " . que se vali(anpara entrar al bamo la pesquisa. Pas6 con mniedo esa primera vez las listas: 1" l:"L.." , '^^^ , , a:-.%,,:--.." -1", 1. a: , :. . : *,,, , - Dile a Juan que las verifique, me mand6. - Es mejc olvide 1 habl6 U G S ~ ~ L I U , b d U l G l l U U VUG LUUU L U l l I d d Id I l l d S dlld V G I U L l U d U por su mente y que ya urdia la manera procaz de su respuesta. Ante eso no esper6 nada y me enrabi6 con mi madre que sumida en el bullicio del bar ofertaba sin disimulo su clase. El susto me consumia y veia penas por todas partes. Andaba como una sombra detris de mi padre, contando, midiendo el tiempo de su llegada y a l retornar volvia el pinico de estadia y con todo eso ya no podia quedarme en paz. Se amontonaban 10s naipes en el local, 10s 57
  • 56. dados daban fuerte la apuesta y entre las b a a s vi al primer sefiuelo que aparecia. Cambiamos miradas, Flora f i e quien marc6 la alarma: - Nadie lo conoce, dijo. Y nadie lo conocia en verdad. - Aqui no pasa nada, dijo mi papi. Per0 no era apostador ni nada. Pur0 mirar y entre tanta sonrisa y seRa, mi madre habl6 por primera vez de 10s zarcos y sus preferen- cias. Porque era un zarco el que se ubicaba en la mesa. Los parroquianos lo esquivaban desconfiando: - Este eslavo nos trae mala suerte, dijo Flora. Per0 nadie, ninguno de nosotros se atrevia a sacarlo, hacer presentt: apenas. De la misma manera, 10s otros dos se presentaron aislados, sin p o r t a ninguna alegria, ni juerga, mis que el especticulo de s dudosa calafia; u Flora se arregl6 para darles sin disimulo, sonrisas. Juan me vigilaba: - Es mejor que no vengas mis para aci, me dijo. - Es imposible, le contest& las cosas no funcionarian. - Entonces, deja de mirar y andar diciendo cosas de sobra. Le hice cas0 y 10s zarcos pasaron al mum y en el barro se me tensaron como columnas de madera roida. Per0 la madre mia tenia la cara distinta. Sutilmente elaboraba cada gesto de acercamiento. Ella sin trancas ni disimulos estaba cortando por el que tenia un traje vistoso y la vista merca. Lo arrastraba, lo llevaba fundido en su delirante pupila izquierda y oscura a tope. 58
  • 57. Una de las partes de la sombra me raj6 de espanto. Ya nada de eso perduraba, m6s que la pieza oscurecida y en ella mi cuerpo engrosado , por 10s males: el color azul que yo veia, era mi propio cuero irregular y tosco que me engarfiaba. Me destapC. SaquC la cabeza para afuera y vi la rabia de Juan que se acercaba, se - YSLU ayui QL~WCCIUW y w i c u yuiiw y LbLia. vbiv quibiu q c LV u l LbviLaa una y otra vez hasta que lo olvides. Abri6 la puerta y llam6 a la compailia. - Coya les va a decir, va a enmendar su Ya estaba cansada. No me importaba iiuiruiia uILGUluaU. vVL GJu I
  • 58. I l U l Q ylGllDQ Q I I I G I I U U U GI1 D U IIIQUIG. IQl11UlGll yUlGlG U J b , Y b A U 14 provincia y hacerse cargo de la tierra, cuidar Brboles, criar sus anima- les y olvidarse del barullo Flora est& como el tota recortada contra 10s cerros naaie poaria aarie iilcance aunque la buscaran. Que quiere irse, que quiere irse, que quiere irse, les ha dicho a una .sa, Coya. - I G U a 1111 b a d , Berta. V U G I V U - Rucia, vimonos de aqui, al pedazo dl Porque teme que Juan el sobrevivientt, I ~ U G V G IIQDCQ IQ C l d C Q J L l U l G J por la pasi6n indtil de Coya. Por eso mismo sabe que Juan va a atacar y que, arrastrBndolas, las va a consumir y mira a Berta que empalidece y se tuerce en el es- pasmo de 10s celos. de la venganza de Coya, que como reptadora cuenta, aprisiona el tiempo en que va a actuar y ahi si que el pais se va a quedar vacio y yerto. Flora Cree que s610 el barrio es el pais y que el resto del territorio son 10s Brboles, las hojas, el estero plricido que las va a ba?iar limpiin- doles la pus. La Rucia est6 lista Dara entrar. 60
  • 59. - ut: D C I L ~ , iia~iit~iit: uira VCL y repite uaua suwsu eii iuiiiia iiicsu- rada y lenta. Te lo pido como una Coa, te lo suplica Coya en re alidad. La otra no sabe de qui manera enfrentar la cuenta, hasta que por fin emite un par de sonidos: - Tu papi anduvo con mala suerte. Eso fue. Y cuando lo diio. sac6 a Juan de la pieza con i6bilo de iniciar la e Juan se pasea mirando fijamente la puerta, recobrando poco a poco el color v siihitamente larga una carcaiada v al mismo tiemDo irmmDe cierro! como gozarias si supieras que ia iieiia IU LICIIC UICII ~ J I C I I - sado y podrido el cuero por 10s bichos. Per0 aprende, 6brete las orejas, fue la ida de ella, el zarco la quiso y a ti no, ni tu papi. Nunca vas a ser ni infma comparada. - Que te revienten 10s guardias por mentiroso, contest6 a gritos Coya. La Rucia la aplast6 contra la cama y le tap6 la boca: - Yo misma te voy a matar si sigues con este griterio. iQud no te das cuenta que todavia e s t h rondando 10s camiones? Ya Juan te lo dijo, se fueron y no hay mis. Juan que contin6a parado en el umbral: - Ven t6, le dice, vamos a arreglar un par de asuntos y ustedes salgan, pidrdanse en la calle por un rato. - Viiyanse, insiste. 61
  • 60. DespuCs de la salida tranca la puerta. Coya se ha levantado con difi- cultad y esti envuelta en la sibana Se acerca y se acurmca como un pijaro encima. El la toma del pel0 y sus labios se juntan, se frotan, se lamen con la saliva y las manos corren sacando, echando fuera 10s "w-. "UUU J X U C I V l l Y I U V V I I IU "rul.9 II.IYIICIUY 1" UllllllU I V Y V l L Y V Y abiertos en cruz. Se deja caer lento y toca la frente, las cejas, y le cierra 10s ojos a lengiietazos. - H a l o de una vez por todas. No te des tantas vueltas. /1--.- -:ll-A- *- >I-- dad es que no te pasa nada. Parece ortarte. Pone su Doca some la ae eua para silenciarla, per0 sigue murmurando y revolcindose en movimientos continuos, mientras 61 intenta segui- la, atraparla, sacarle esa carga de encima
  • 61. - rorque no uenes naaa que poner. mirare, le aice, que no nay ~iaua La aa vueiras. rroca aPajo su cara se enuerra conrra la m o n a a a y 61 se le pone encima y le habla, le explica despacito c6mo funcionan las cosas, c6mo deben recibir cariiio las coas. - Mi mufieca, le dice, mi triunfo que te toco y de a poco vas a sentir c6mo nos morimos cansados y olvida por quC se fue y no vuelve a este bamo y me dej6 a ti como regalo y tu misma madre se dio el tiempo para explicarme lo que te gustaba, la extraiia manera atado que te enseiiaron las contorsiones. Coya que se zafa y se rie y lo indica con el dedo. - No puedes. Con consejos tampoco vas a poder. Se me olvidaron las cosas que aprendi y lo W r n o es bastarme sola, bastarda sola sin bardo. No digai mis, que yo estaba mirando 10s ojos de la masacre y la pura pena me tiene contigo para sacarme el ansia de abajo, por bajo que sea, a1 lado tuyo que de tan tosco me sufro. - Coya ime queris? Ella lo mira y sabe que esti listo para recomemar en otra postura, en otro intento y que se le va a ir encima por la fuerza, porque ya se estaba hinchando, tragando aire para actuar. Prolonga el tiempo. - iQuC me dijiste? - Si es que me queris. Dime, dime si, que un poco te pasa. - Si, le contesta. No, no puedo contigo que lo aneglaste todo para
  • 62. La mano de 61 le toma un pecho y empieza a apretar con todas sus fuerzas y con la otra, la curva del pelo y sus piernas ceden, se abren, se ofertan con la humedad, con el dolor que siente por la rodilla que se le mete entre las piernas abriendo el hueco, dejando espacio, yendo despacio hacia el f Juan no deja de apretar ella tambiCn nime, iadea. le Rrita al tin, el tin se apresta a Mo de la l J - ___ _. . - - I I - que cualquiera de ellos te montan. Cree, inventa otra vez el cuento r-r-7 que come sahgre, que estoy en sang Coya a f m a : - Si, si, sigue, dime que te mueres, no, que te mueves y p6nmelo encima si, arrastra hasta afuera el peso muerto, el atado infmito de dinero que le birlaste a mi papi. Me duele, me quieres, me temes un
  • 63. La Rucia siente la falta de dinero. Cree que dentro de poco ya no van a tener ni siquiera un pan con quC alimentarse. Sabe, esti segura que el pais esti reventado y que es indtil la salida a otro barrio porque e s t h todas las esquinas bloqueadas. Adn asi, supone que todavia pueden salvarse, salir con Coya esa noche y refugiarse en el erial para planificar alli el destino final de s camino. La Rucia sabe que si pasan la noche, si cruzan el eriazo, u se libran. A Juan, Berta y Flora, no 10s considera capaces de vencer el cerco, para ella el mayor cerco es el propio Juan que es como una arafia sostenida por el impulso de las otras mujeres, hilando tramando la red para despojar a Coya y paralizarla. La Rucia, a diferencia de las demh habitantes, ha conservado la calma, posando impbvida para la foto que la sumerge en la ficha. De todas, la Rucia es la dnica que la tenia abierta, que en el pasado tenia adquirido el prontuario. No quiere irse lejos. Piensa que mbs le vale permanecer en terrenos conocidos y estar permanentemente moviCndose, yendo de un lado para otro con Coya, hasta que pase el riesgo o devenga el cataclismo total. La Rucia alcanza a vislumbrar que el pais no se puede borrar de un golpe, aunque quiera que el barrio desaparezca del mapa y que Juan y 10s otros clientes estallen encojidos como osamentas. La Rucia no para. 65
  • 64.
  • 65. no vaya a ser cosa que t :quedes pegada aqui. f No iba a pemitir que se fiiera, metiindome esas razones en la cabeza. Tenia que poner frontera entre 10s_ dos. tocar _ _ _ _ _ _ _ _echar - - a su _ _ _ _ _ _ _ _ ---, _ _ _ madera. _ sal -- - 7 espalda y todas las porquerias que las madres me habian enseiiado a l sell0 10s alfderes. Era la oportunidad antes que la bala saliera del caiio y me dejara exhime, sin recuerdos. Era prematura la hora, porque de una manera o de otra, 10s camiones y la versi6n infamante me habian reducido -I - r---- -7 -- -- d --- - - - - - - - -_ - - _ - -. r----- -- dolor, per0 no tenia la fuerza que esperaba. Era muy distinto, muy diferente a 61 que ni pudo el puRo largar por la verdad que tan mal acababa de expre Per0 llori. No por ese momento, por el a braba a la esquiva, la dolorosa agonia que ciones, gloriosa al ver que era mio, ixitegro en su nuiaa, en su pnvi- legiada ida ahora que ya su cara estaba en una oscura y mala foto y no, pedndome en la espalda. Lo nombri. - Papi, le dije. - El hombre que tienes soy yo y dime Juan. Aprende, porque de ahora en adelante no voy a tener paz contigo, aunque tenga que arrastrarte como bulto por el barrio. Cuando dijo eso, not6 el grado de maldad en sus ojos y el odio tarnbien. Se fie. Esperi un poco y sali, dejando atrls el cuerpo muerto y la suma infinita de madres carniceras, no, hechiceras armadas para el triunfo. Sali direct0 al erial, derecho al eriazo donde estaban mis amigas y aunque estaba oscuro, percibi que nadie roncaba, que ninguno pegaba pestaila en el barrio. Las encontri arrimadas a la pandereta. La Rucia de inmediato se 6
  • 66. LU~LIIUU me u1 VUClLd v1 quc m i i a vc~iiauciras, u mas u i ~ i yuc riuia i acudia acompafiada por un h i m a y, sin pena, suavecito, enton6 una cancihn, la predilecta de 10s parroquianos del reservado de mi padre, In c a n c i h ksn cnn m e mi madre hahia destruido todos sus temores.
  • 67. 3. ESTACAS EN LAS ESQUINAS, ALAMBRADAS 69
  • 68. Nc 1. LOS enaes esraDan ya posesionaaos y sus rlguras eran percepuuies para el agudo ojo de la Rucia. 2. Cada casa tenia un punto fijo. 3. Los limites del barrio estaban cubiertos por refberzos provinciales. No habia salida posible, por eso Coya enfil6 hacia el bar, devuelta a l bar la trinchera. Nota Ante la cathtrofe muchos efectuaron el m h o repliegue por el despliegue de 10s adversarios. Nota Para el bar el barrio cort6.
  • 69.
  • 70. La madre y Coya pensando juntas la sangre que se trapea camino abajo en la tripa y en balde el vino la enjuaga. P a d el miedo, viene el suelio: - Estoy hablando contigo. Abre 10s ojos, que te despiertes te digo. Coya la remueve mientras la ebria empieza su parpadeo. - Explicame, hiblame de quC manera pari Se asombra y reniega: - No, me err6, quiero decir, partiste. - Pari a ti por lo bajo, por el hueco, dgu KWU, U I I ~C;UWUlJUbla.
  • 71. La zafa, la zafra, el zafarrancho es grande y la sangre viene en verte- der0 al barrio. Por causa del miedo se abren 10s bares, :10s reservados, y se apersonan 10s fugitivos, 10s hambrientos, 10s apaciblles seres que beben. Entonces se larga en serio la primera gran borrachera. Es tinto el color negro que tienta la boca. Es tinta. Su madre tambiCn se pliega: - AtiCntame que me muero, dia Fue, aticame, lo que dijo. En medio del farro del encuentro, Coya se embriaga en la embriaguez madura de su madre. " - Toma un poqi . * - iD6ndeandal - Otro poco, de cIlvll - -YV. - Contesta Len quC mal sitio andabas metida? - Ni preguntas, ni cuentas te voy a dar tampoco. 1 - 'l'apate pues, le contesta. Est5 reahente goteando y el vestido se lo mete entre las piernas para parar la enfermedad. - iEstis en la fecha?, le pregunta Coya. - No, ni para cuando me pase eso. - iPor qui estis asi entonces? - Fue un mal parece. 76
  • 72. Coya empieza a reirse y la mira para abajo con desprecio y despuds se retracta ayudhdola con delicadeza y como un regal0 le pasa un pedacito, la orilla de su falda para absorberla. Se la onrime v la refriega hasta aue la Dunta de la falda se tiiie de roio - Echame mis vino en la boca que yo no puedo, dice la madre. Y se lo echa. - iQud h e eso? iUn cuchillazo, con cortaplumas? icon qui arma blanca te lo hicieron? - Nada de preguntas conmigo Coya, nada de insolencias tampoco. Coya la mira, sonrie y toma. Sus ojos dan un paseo en bar que esti repleto, surcado de vasos y vidrios que se rompen a pedradas en la calle y adentro las botellas se destapan estalladas de corchos que se desmigan por el suelo. Per0 se vuelve. Se da vuelta e indaga el flujo de su mami que no para, porque la mano que lo contiene se pone roja, rosa a pedazos y en su mayor amplitud, rojiza. - Parece crimen. Como las criminales te ves con las manos colo- reando, le dice Coya. Era el tinto que cundia manchando a la madre y oscureciendo la cara de Coya, tornhdolas a hablar a tropezones, confundidas en 10s colores oscuros: como una hematoma el vino. 77
  • 73.
  • 74. I U dice. - C" ruvu, , . & a " 5 . r"'b-' rv-y---*u 7-v I- .- -------, I -- - QuC maldici6n la plata, quC maldici6n mis grande, dice la madre. - LPara que necesitas tanto dinero? Si es por pagar 10s tragos yo tengo un resto. - Es por irme, le avisa, es por avanzar un poquito. La mami saca las fotos y se quedan mirando, eligiendo el lugar con 10s ojos un poco nublados. Coya las levanta hacia la luz de la vela. - Parece que son en colores, dice. Y agrega: - Per0 son peladeros peor que e'stos. - Para eso esti el erial, dice la madre que ya no mira. - jLas tom6 Cl?, le pregunta. - Si,le contesta, ni para eso servia. Y repite con sonsonete: - No servia, ni 10s traguitos me daba, no pagaba. 79
  • 75. Como las c6mplices, Coya asiente y sus manos fdetean el borde roto de la copa y el mismo borde erosionado se lo lleva hasta la boca y sus labios traspasan el vino a la boca de su mami que chupa, consume hasta la filtima gota rosada y mezclada de saliva. - Otra vez, dice su madre. Ahi el buche es rnis grande, el sorbo mis profundo y mis cilido poco mas aaentro, una gota es aeteniaa por Coya que se sore la blusa buscando, encontrando y dando el dedo a su-madre para que la lama y se satisfaga. - Ahora me toca a mi, me toca darte el vinito, dice su madre. Y lo hace exactamente cum1 su violencia, dejando partic1 entra de largo por las ventanas - Se me cort6 la cosa, dice la madre, ahora si que empieza la diver- si6n. Coya retira las fotos de encima de la mesa y completamente recta las va entregando a 10s habitudes del bar. Por un tiempo, todas las cabezas e s t h fijadas en las imigenes y despuds empieza a aflorar el desddn. - Paraesl Y sigui6 haoianao per0 con la voz tan oaja que no puaieron escu- charlo. - Es igualito que aqui no mis. Hay dos casitas y el metal, convers6 otro. -- - Atado de borrachos que no saben __-_-_ _-__ _._____. ---, Los ebrios manosean las fotos, con las manos manchadas, borronean- do las imigenes, dejando su digita1 huella en cada una. 1 Tomaron con desaire la oferta. M is bien con envidia. - Es que son unos envidiosos, dice Coya. - No agradecen 10s regalos (murmura la madre), no son capaces de tirar una corrida para este lado. 80
  • 76. Mis lejos, a una cuadra de distancia por lo menos, se sinti6 la segun- da quebraz6n. Ahi 10s parroquianos, Coya, su mama' y todos se quedaron callados, pegando instintivamente la cabeza en la mesa, cuidando de no derramar el vino, de no desperdiciar nada de lo que tenian. Era del largo de una cuadra. - - I cuanuo Loya se irguio, se uio cuenra que e r a ias uirlmas en regre- sar a la pose normal, que su madre todavia continuaba hundida, y cuando la movi6, tenia 10s ojos cerrados, apretados, y su cara era una pura crispacih. Le habl6 despac - Ya se termin6, le dijo para consolarla. - Estas cosas me dan suefio, el vino siempre me hace dormir. Per0 sup0 que su madre no tenia suefio, sin0 que el miedo no la dejaba abrir 10s ojos.
  • 77.
  • 78. Bestias multicolores que primaban a rojo oscuro el veneno y la zarpa. Animalitos reptando: - mami el alacrh. Per0 estaba consumida ya y arrasada a la vez. - Mami esconde la cola fduda puntuda que yazgo animica, hemofilica y escaldada. __ - Me clavas. >a clavada alacrhica la volvia damnificada, sin casa ni celda. 3ra el afbera. A ras de suelo, en la tierra, salian de 10s hoyos y como una procesi6n sucumbian en lo humano que embatian. Sin armas que la protegie- ran, movian su garra: en el sobrante de la uiia, el veneno. Carecia de retaguardia, no tenia espacio, hueco, ni plantaci6n tras la cual evadirse. No se daba para ella el trigo. Coya tenia antojo y hambre del alacrh. Chup6 con ansias 10s dedos de su madre, sorbihdolos hasta la gar- ganta, raspando el recomdo hcmedo de las ufias, rasgada por dentro en la irritacih colorada. Empujhdose 10s dedos de su madre hasta lo mis profundo: como sables y metilicos alfderes. como sondas. T n c r lV UlV O l a m n c a n l g n s n r l n 19 b n r n i a Y"0 U o r n c I-bVu uylrrrl-ru" 1- *Y"bUU. Nn L.", gnlgranrln UyIuYLUIu" 01 hamhro Y I IILUIIVI", trQ- LAP- gando siempre la carne filuda el camino. Violenta y voraz la arcada expulsb Per0 seca por dentro la tripa no arroj6 nada, sin0 las con- wlsiones, todas sus ilusiones condensadas aflor6: 83
  • 79. - Tengo ansias de 10s dedos de mi papi, decia mecihdose. - Ilusi6n traigo de sus dedos en el borde de la uAa y el saqueo. Llor6. A travCs de la vela se multiplicaban 10s muchos alacranes viriles y extenuados. Por encima de la mesa se movian subiendo, trepando 10s vasos y resbalant- '-- - - - - A - 2 - ERAN OSCUROS, TRAIDORES. Afuera, las ruedas de 10s camiones buscaban el equilibrio y a hon- dazo limpio perforaban 10s vidrios, rompiendo con acertada punteria las filtirnas defensas, las postreras ofensas largadas en seco por 10s comandos. Percibi6. Coya fie capaz de percibir y recibir en su pupila la imagen de su padre volteado por la piedra, traspasado por el aguijonazo del ala- crin, el vas0 roto clavado en el costado, el anna de su madre perfo- rindole la boca Vi0 t a m b i h ' ' la hoguera la clemencia y la paz f m i aei uamo que se renaia con numerosas banderas kor eso eua empujaua la cara paiaa ae su paare moraiao nacia el exterior, mis all6 del umbral para entregarlo difunto al general como regalo, abriendo por unas horas la tregua. - limpiame para que se me olvide el estertor. Endscame en mi cavidad la pus. A su propia madre dormida le abria la boca que la ebria instinti- vamente recogia. 3uyuILu 1Q 111UlUlUQ. Lull 1Q lllQLlU llUIG, I I U G I L U 1Ub U G U U S ut: CIlUt: 84
  • 80. 10s dientes. Frot6 su oreja contra la cara, la ispera pie1 que le impe- dia el ruido, aminoraba el estallido de las pedradas. Per0 no era suficiente. No concluia la versi6n. Sinti6 por est0 aversi6n y quiso evadirse al darse cuenta de modo concluyente que el asco y la arcada era a la figura inclinada asustada y en doma de su madre. - I G LGllgU d3LU ydld L U U U y 11U JC 111 P U C U U C U l l l ~ l C l l U G lG I U J U prolongado que mi padre te tuvo. Asco y ardo en saliva, mami jc6mo vamos a salir de aqui? est6 todo el frente, el costado y mis atris lleno de gente y el tiempo pasa y nada mis que unas pocas horas nos dieron. - No molestes, dijo la mac Y tampoco se moiesto un minuno en mlraria o tocaria o decirle la informaci6n que requeria, decirle a l menos que la queria y que a pesar del dermmbe general, su mano iba a aferrarla, llevindola a campo abierto hacia la luz. - Si me dijeras eso, me muero de gusto. Per0 se b p i 6 la cara con la mano y sac6 el relumbre de la ligrima con que esperaba el desenlace. Intranquila, veia el desplazamiento opaco de 1' parroquianos, 10s os gestos indecisos, el temor objetivo que la contagiaban. Pensaban orginicamente en una salida posible y por eso las miraban, contando con ellas para todo. Coya, de una ojeada, vi0 que todos tenian ficha, que si 10s calzaban, las arrastrarian en la sospecha. Comprendi6 que era mejor no decir nada, no cruzar palabra con ellos. Pens6 de nuevo. Ya ni vi0 el alacrin. Y de pensar, la boca se le Hen6 de saliva y mir6 de inmediato a su madre y mis atris, en la filtima mesa hizo un gesto a sus amigas que la miraban con rencor, menos una que la miraba con pasi6n. No habia alcanzado a sortear la visi6n de la picadura. El agujetazo continuaba dejindole el efecto finico y abclico del hambre. 85
  • 81. delirio habia magnificado. Y ese deseo quedaba pendiente ahora que 10s vasos volvian nitidos y todo s cuerpo empezaba a concentrarse, a encogerse por la bulla u del afuera que se avecinaba, esta vez hacia la izquierda contando 10s seis camiones que se detenian en una cuadra pr6xima y victima tambiCn del deterioro. Esper6. Cruz6 mirada con Berta antes de agacharse contra la mesa, cuidando de no rozar a su madre que ahora no iba a alcanzar a escuchar el cristalino tiro.
  • 82. con el primer0 que encuentro. No encuentro como comunicarme contigo y por eso acudo a las palabras por si pudieras soslayar el analfabeto y actuar de alguna manera y eficaz. Porque cuando hace todos 10s dias que no te veo, ya no te puedo disculpar de manera alguna, ni aunque te sangraran las rodillas, las narices y la boca de pedir perdbn a mi, yo me abriria de nuevo para mostrarte abajo lo tuaida m e estnv. No me oiiein de tndn, nnrniie =-- ----,- T--J- -- ---- r--T-- ---- tP hac nprdidn r n c a c I .._A - ,. y"'-"" """YY lindas aqui; el honor, el orgullo y el hibito que cada dia nos apunten, como si de nosotros, por nosotros no mis, estuviera de acabo el mundo. La maldad nuestra es ahora inconmensurable.
  • 83. mami que 10s voy a matar y a ti al iiltimo como un favor, para que despuis ninguno pase y te diga, arrastrada, con la propie- dad que ahora te llama la marejada de A MI AMADA insanos. Yo me voy a entregar, despuis IDOLATRADA a la tropa y que ellos dispongan de m i MADRE y me pongan en el potro y otro de ellos me retire exhime. Perjuran all6 afuera y 10s insultos son lo peor que yo nunca haya escuchado, ni t siquiera que te 6 sabes todas las palabras, has llegado tan 88
  • 84. mama de m i que se me sale la leche del pez6n y te cedo la punta para la sed. Chupa mi leche posparida y luego, cuan- do te llenes, te empiezas a bajar y a hundir en lo que tanto te gusta: te regal0 el abajo, te ahorro el atajo y con la lengua me vas lamiendo y yo desde A LOS PELOS arriba te miro mami, te estoy viendo de DE MI quC manera la lengua tuya se esgrime, ABNEGADA me eleva, me calienta todo el cuerpecito MADRE el hueco. Claro que te apuras si,yasabes que 10s chilenitos morenos obedecen a 10s eslavos y reverencian la masacre, mami, la sangre que se vulcaniza el alquitrin del hampa en fin mamita tu lengua me llei 89
  • 85.
  • 86. - iquiCn vaga? - son - iquiCn esti detris ( guardias a h . - per0 mis atris de ellos iquien? - 10s hampones y 10s soplones, 10s dateros, monreros, escaperos y lanzas. cantidad de armas que tienen y las cargas. No, no lo preguntes: hay una para cada uno y la sobra para 10s agbnicos el tiro de gracia; granadas tambiCn, tierra mina- da en las fronteras a 10s enemigos e inva- c n r m de nosotros y asi nadie, ninguno laterales; 10s morenos indios e )s mestizos, p o d r h nunca jamis 10s. el mar es salado, helado. TambiCn es compatriota e ilustre en nuestra 3s un consejo, algo muy tierno
  • 87. nos echan... nos echan la culpa de todo, de cuanto pasa nos ponen de ejemplo el peligro; el otro dia borracha de chicha y pena me arremanguC la falda un salto el calzc5n y entonces el gu&dia me dijo: -iquC te traes? iquC me traigo?, pend, iquC? repiti6: - iquC me traes? . 1 , m . Y movio la mano iil c- .o y yo Daje la m a a aesarma- ..* P * I . da a la orina que corn’a absorta a la manera de aountarme asi direct0 al frente, en todo mi central frente, como si yo he pur0 acurrucarm.e la necesidad fbera capaz de privarlo. - Per0 id6nde estabas t para asustarlo tanto? 6 - en el bar Coya, estaba apenas al ladit0 afuera del bar. r?l -1 -.L-- 1;i rumor, ei ruuur que ruve -_-^- L _--_cuanuo me io ago- runa -.-1.* * esrre- 3- - - T- en - - E . - . 1-* VOICO la 1 lla mia y la estalla. bmo saliste? - a la manera de 10s animales lo hice: boca, saliva, lengua y mucha infinita gratitud a mis propias habilidades. no sucedi6: AUDIENCIA Y PAZ A UNA NOTORIA MENTIRA CHILENA DE MI MADRE. 92
  • 88. BUSQUEMOS A LA MAMA MEJOR DEL MUNDO QUE ESTA EN ESTE PAIS. la mia: cay6 parida del cielo por Uios Padre. parada en el suelo. No, No. Es la que yo tengo y tuvo un atisbo leve social enfenna man- tuvo a un guardia y le crecieron alas y me zamp6. Jugamos un par de veces a quien mejor de las dos y el guardidn de mi madre me acompaiiaba en la nochecita y me contaba unas historias que ni te digc hueno. basta.
  • 89. me despierto acezando y agotada por la picazbn, es sarna jsabes? y ladillas pegadas a 10s pelos las que me impulsan. Trato de imaginar- me en 10s pasos que andas, en las cosas que comes. D todo. Y en e estas imaginaciones me imagino que t15 me ves tal como estoy aho- ra, atrincherada con mi familia y que te gusto como antes, mucho antes que te acojonaran las muertes y salieras al oscuro diciendo, a la mala. aue al otro dia me ibas a sacar de aaui. Doraue el miedo v la
  • 90. Vi una cosa buena, es decir, la vimos todos cuando el tercer espasmo, cuando la tercera locura. Era el amor que te tuve y entraba raudo hecho un celaje dintel aden- tro me miraba y me elegia entre tanta cortesana que penaba aguar- dando, si, a travCs de las nenas chilenas se abria paso y heria. El bar se prendi6, rut% y encall6 en contra mia, levantindome de sorpresa y vCrtigo. - voivis~e Y al asentir tii, senti que las paredc:S manchas, que 10s insectos, que 10s parasirus, ius arenrauus eran . . . . . .. asunto sm unportancia cuanao voivia el amor que te tuve y ya nada cosa ajena me podia enajenar. w * . .... . u*vguv. Se me Hen6 la cara de risa, me activ6 el cuerpo el gusto, me lati6 el coraz6n m6s de lo debido, me picaron las manos por tocarlo, me traspad de idbilo la envidia
  • 91. -- - --..---- - . - - - - I - -- 1. - - . I . - - . . . - r----- Y-" J - c"A"u) una piedra que habia recogido antes de la calle, una sobra de 10s camiones, una falla del hondazo. Os6 darme vuelta y vi la pena en su cara, tambien la ira y la decep- I UIUU JU plwla, J ~ L U W~UIU t;l yr;nequeo. G I I I ~ G L U U I W~UIIUU ~ Me admire de lo bien que lo hacia, porque no habia hueco en mi cuerpo que su mano no indagara, aun cuando el cafi6n Dermanecia fijo en mi nuca, sin moverse. - No te muevas, me dijo. IVlG U U V U C I l i l , 111C UCJU bull ld CapcllU4 1 clpUyclU4 GI1 14 YCUGU y G1 bQLIUII en mi frente y todo el armamento baj6 por mi cara, por mi cuello, 96
  • 92. por el pecho hasta el est6mago y tambiCn su cara empez6 a bajar cuando su mano libre se apoyaba contra la pared y su boca, hermo- sa si, se qued6 fija en mi frente y el cafi6n duro contra miest6mago y la respiracibn mia se aceleraba hasta el jadeo. Quise decir algo per0 no me atrevi. EmpecC a murmurar por dentro, a escoger las palabras justas, per0 apenas de mis labios pude hablar muy despacio: - Volviste. Y conciliamos el abrazo que dejaba de lado IUS IIIUUY G 1 1 L C I I U l U U ~y 10s rencores, per0 por encima de todo estaba su cuerpo y el mio. No, estaba su boca que respiraba y generosa como yo era, le pedi que se mostrara para compartir su estampa Le dije: - Salude a mi mami primero, a su mujer primero. >e wuaaron con cortesia, sm oesarse, apenas un msranre la mano y despuCs desviaron la vista y se alejaron uno del otro. - Anda armado, me dijo mi mami con rabia. - Es que tiene que defenderse, le contest& El amor que te tuve explot6 como una bomba de dinamita y fui profundamente infiel a todo otro cariiio, insanamente traidora, radicalmente desleal y perversa cuando empinamos el vas0 y el peso del pais se desvaneci6 en su f n l y fue argentino quizis y yo tam- ia biCn argentina y perdi nacionalidad en esa alucinaci6n. Fuimos la tercera locura en lo apfitrida. - No soy, no quiero ser mis chilena, le dije. Odiando a civiles, paisajes, cortes, jueces, cordilleras, uniformados. Odio 10s juncos. En esa visi6n el muerto estaba vivo y grit6 con todos mis pulmones insultando a mi madre por haber tomado a un chileno, no a Dios, o a un extranjero por lo menos. - Est6 bien, dije, que se vaya al diablo si quiere. 97
  • 93. Voy a mentir. Vn a w r iin inventn de nrincinin 2 finnl norme en la cuarta visi6n me lelo, padres alternos, barrios soleados y alli las flores, su olor me saltaron a la niusea, el v6mito me provocaron. Tuve una cara distinta a mi y fui eslava: falta mayor ser rubia, in- gestos mis ojos azules y extremada mi cintura angosta, en cuanto dotada de piernas largas tal como una atleta, per0 sin cuartel hacia el cual dirigir mis pasos. Sin el bar, carente de borrachera, zarca de punta a cab0 cometi torpe- za tras otra. VotC mal el gobernante errado y contraje un matrimonio filtimo y tom6 un segundo esposo hasta que me cansaron sus embelecos. Cuando era rubia me miraban y me tiraban frases y la mayona queria casamiento conmigo. No concubinato, entiendan que estoy hablan- do de leyes, de resortes legales. Porque rubia pude haberme casado hasta el cansancio con testigos, padrinos, parientes y en cada uno de 10s fracasos posteriores arrear con todas mis cosas y dejarme caer en ligrima sobre 10s sillones de mi madre que me miraba compla- cida por la tercera caida, por la ~ l t i m equivocacih. a Madre zarca acudi y no le decia en ese truco mami, sin0 que la nombraba seiiora, dama a ella y a 61 d6mi- 98
  • 94. >oleo. Las otras nmas eslavas realizaba, Juu‘6vJ 1131u1uJ. v i i a uu uouo llulluLI me hizo cosas malas v la acud. Der0 n o le dieron castipo. fue immne rrodiga y humilde regrese en mi mente: despacito las pisadas por el barrio y encantada con el barro saludC como siempre a mis vecinas, en toda la cuadra me resign& Estaban. DiBronme la noticia que estibamos en la mira y por eso dijeron: “Viene una redada al barrio”. (lo dijo un hombre cuando nos agrupamos en una esquina y lo dijo con ira). Erarnos acezantes y cesantes todos, porque 10s clandestinos se cerra- ron prontamente y con decoro. - E s tu nan6 mien nns envilir 61 tienc la mlna nn (supongo que J U rue el unico que sac0 la voz por mi y ies expiico ~ que yo tambiCn iba a caer, que estaba en prenda, de rehCn, pagando la deuda de mi semejante y pariente. No me compromete su gesto). Contenta mirC 10s tejaldos, mientras seguian 10s comentarios. Supuse e , . . . . las casas arrancadas dt: cuajo, quebrazones de vajilla. Para m i que ... . 10s nirios del barrio iban para angeies, 10s oorracnos naoitantes para victimas y las mujeres para capote y persecucih. LOS HABITUES DEL BARRIO E M ENlUNLES ESYltiAS U b
  • 95. “Comete estupro conmigo 1 amorear trepanada por la manta y amordaza y venda”. Dije frases, repito, de amor, mientras el goteo p6blico tomaba el hecho con esperanza. Era si la primera inmolada de ellos, la primera volada. No habia comDasi6n en balde. En el balde escurria la sanme de lam Yo era Tiraba para munch mutiladc - Est6 volada. UIIU UIM v G u u a . Fui magna estreua, premier tigura, iniciadora del espectaculo rojo y demonia. AMABA, QUERIA, SUFRIA UNA PENA DE AMOR LATINA. Y despojada del acto de fumar entregub en pago el cortaplumas, la pluma, el papel, la carta, la sefial. Dije de amor: - Mos ha un zarco jug6 a la prenda conmigo. Trasmutada por el efecto increpe a 10s hombres duramente. - iMe oyeron? Me p a d al enemigo por un zarco *os ha, 61 tenia como yo cicatriz y me nombr6 regente y mi padre se enfureci6 y me lo desenclav6 del pecho. - Es verdad lo que confiesa &os ha, dijo Juan. Mi madre sali6 en mi defensa. - Nunca tuvieron intimidad, s610 frotarse la boca, un decirse pala- bras. La Coya es mia y nadie la va a mirar mal. 100
  • 96. le - _ _ _ - -r - - _ _ _ - - - -, J- me arrasuo a la casa, me quit6 el bolso de yerbita, me acost6 en la cama, cerr6 el postigo, se tendi6 al lado mio, pus0 mi cabeza en su hombro, me arrull6 como a ser humano. Nota: Fue en el mes de julio, un mes antes de la redada y la Rucia es testigo que este hecho trajo para Coya una indestructible mala fama. de amor como: LODO PARA LOS HEROES NACIONALES: COMBUSTION INFI- 1 101
  • 97. - NO, SOY COY& - Hiblame de la armadura y de tu servicio al dCbil gobernante. Explica lo de las voces. - No es cierto, per0 si quieren algo solemne y pasar a la historia, ponghosle al bamo entero Jea D , no tenemos oponentes. Vi0 armarse la pira medieval con las maderas de las c a m que cons- truian el tramado: vi0 el erial y en el medio la pira. MAMIS CLAMABAN POR QUEMAR A SUS HOMBRES - El nifio me traicion6, vir6 madre 1. - Buen mozo que era, dijo la 2 para irritarla. Quedaron s610 las panderetas y sus murales: el rock movimiento estallaba en colores, el mural andino fenecia opaco, las consignas fulguraban fosforescentes rojas, amarillas algunas y azules. La pira era el objeto artistic0 msis bello de la cuadra. Delante orde- nadas, las madres. ne tndac hnhin iinn nile era nhcnliitamente limitarla E r n la marlre 2
  • 98. Madre 3 llamaba al amante, hijo, y al hijo, amante, lo n en el equivoco, plena de mala fe y constancia, atosigac desfallecia virgen. Por eso maare 5 me eiegiaa para aar nenda al incen- dio. Hub0 ti - Jea D , dijeron. Y yo vi en sus ojos el arroLJ~1llGIlLUut: ias umiuiaas. m i SG auiiu t;i juicio: Madre general al centro y m6s abajo en las gradas la jerarquia de las otras. Se tomaban actas y madre 1 fue la acusadora y fiscal. Todo estaba planeado de antemano porque la pira crecia cuando ellas llevaban sus mediamas. sus meioras. las tablas al fueao. Habia tonao. L.. ...ubuaua la i i i ~ u u c u auaiu. 3. ...le hacia con la 4. ...se reia al cintc 5. ...era derma y fr Entre todas le raparon la caDeza como a lama y cogotera, la pusie- ron de espaldas porque no debia, no estaba permitido dar la cara en el juicio. Vicio de las adictas la hoguera de sus cos- tumbres. - iQu6 voces? iqu6 cahuin formate? - Aprovechadas de mi papi, murmur6 Coya. - Desacato, grit6 madre general: la boca cerrada Coya, la pelada baja. Juan h e su defensor, per0 estaba en soborno, desganado, desclasa-
  • 99. Madres 1-2-3-4-5-6pasaron la mano sobre la rasadura y la escena le - Acaso monrero, la 4. Eran seis madres rapadas, rasadas, peladas: Seis lampiflas que supli- caban justicia. Ahora Coya era la pira, las mujclca uIL;mlauilll la GCIVU, I I I I G I I U ~ ~~ U C ~ U I G y CI antecesor subia las escalinatas y confesaba de pleno sus delitos. (estaba tambih rapado) Sangraba bello, se quejaba suave, respiraba apenas. Coya lo irgui6, irradi6 s bonda y abon6 unplebis- u cito, un acuerdo y una tregua. Que dijo si: - Gladiadores y gladiolos enarquen el torso y embatan, mientras en murales las niiias 10s pintan.
  • 100. soldado contra 10s guardias, Coya, arremete, me dijo la cosa ilustre. - Por venganza yo, le contestd, por la deuda pendiente nada mis. - iQuC el barrio se pudra acaso?, inquiri6 la cosa ilustre. - Yo acudo por asuntos personales y privados, pasados tambidn. - Muy buena r a z h , muy justa. Y pas6 linchaco a m i el arma. (a todos) ..... * _ _ _ - -->-I-- -I -:-- iramamos un muiacro renuienuu 1-- cauenas ~LL m e 1-1 cornu si m I-->.-->- ias till __-__ - r nos ataciramos 10s unos a 10s otros. Fue una sinfonia metdica y alli relumbro la destreza manual de la