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LUCIÉRNAGAS
Patricia Águila
PRÓLOGO
Por Camila Almendra Flores Rivera
La primera vez que escuché leer a Patricia, sentí la pertenencia hacia una militancia
de la palabra, aquella que es profundamente feminista, hasta el propio dolor de las
ambivalencias que se viven cuando se cree en ello y se lucha. Cuando la misma sociedad
nos empuja a calzar en el modelo del “deber ser” mujer.
Me sentí parte de su historia: esas letras que se funden con la propia vida, una vida
también charlatana, pues cualquiera que se ofrezca al oficio de escribir, viaja con la
imaginación hacia otras vidas, -pasadas tal vez o nunca vividas-, frustradas; otros olores,
otros idiomas u otras pieles.
Esa poesía que vuela y que hunde, donde la hablante es mujer(una diversa y
tambaleante), podría ser cis o trans, es tal y como es, cruda como la vida misma. Así se
presenta sin tanto adorno, es más bien una tormenta, como las que vemos la mayor parte del
año en Valdivia.
El poemario, nos hace sentir cómplices, como si nos tomásemos un vino en una
cantina con la hablante lírico, quien nos confiesa sus desvaríos y los amantes a los cuales ha
tenido y a los cuales a lo mejor no tendrá.
YO NO TRÁNSITO POR LA CALLE QUE LLEVA MI NOMBRE.
NO ESTOY AHÍ.
ESTOY AQUÍ JUNTO A MIS MUERTOS.
Somos los muertos los que la acompañamos, los que morimos de poesía, aquí
estamos absortas y absortos, leyendo esta ventolera de la palabra llena de deseo: erótico e
imposible; ese imposible también de la palabra, del buscar la precisión entre el vértigo y la
excitación.
Cada palabra se hizo masturbándose, -nosotros también tal vez-, entre las líneas de
poetas y bien malditas,patologizada alguna vez en la historia como una histérica, pensar en
una o unas autoras influyentes, sería empequeñecer la amplia influencia en su letra nacida
en un cuarto propio.
Pude haber hecho el amor con él esa noche.
Pero preferí hacerlo conmigo.
El alcance de mi cuerpo y la textura de lo que pudo ser alguien.
A ratos pareciese una poeta beatnik, otros una poeta más intimista, como una Teresa
Wilms Montt. Esta mujer de carnes profanas, escribe desde el sur de Chile, con evocación
a la tierra y el pueblo, ese pueblo perdido donde el diablo perdió el poncho y la crítica
social se cree porque se vive a diario. Jamás adúltera, porque a las mujeres así no se las
casa, se las cazan... y huyen.
El rol de madre que se asume como un cuasi mandato por la clase y el sexo casual,
como una negación de lo que sucederá inexorablemente, esto se repite en versos como: “no
las parí nunca”, “la que pare huachos”, “la ráfaga de viento que no han parido”. Una madre
que no es sinónimo de mujer.
Una mujer se desangra y se deshace, en sus símbolos, se figura como murmurada,
pero es inocente en esa búsqueda entre el mundo/sus secretos y ser devorada por los
amantes que laten entre sus versos como una constante del poemario.
Una mujer común, muere en una fosa común, no tiene estatua, no tiene memoria de
sujeta singular, pero mantiene una vida imaginaria que entre sus versos susurra su
singularidad graciosa y triste anónima disfrazada de naif.
La voz de esta mujer reniega la (neo)colonización de su cuerpo, de la cruz y la
publicidad; del ideario de amor romántico y es profeta de una generación de rebeldes a la
cosificación de la mujer neoliberal, cargando la tristeza de ello.
Aquí estoy mujer, más triste.
Veo la llaga en tu piel y la memoria que no tuviste.
Somos muchas, pocas, bastantes.
Somos la estrella de belén, la lumbrera distante.
No hay epitafio, ni adiós en nuestra tumba.
¿Putas no Putas, qué más da si seguimos cargando la misma culpa?
Camila Almendra Flores Rivera, profesora de Lenguaje y Comunicación, trabajando en políticas
públicas de género y educación. Es poeta del sur de Chile, publicando algunos de sus textos en
revistas virtuales como La Clepsidra, El Frente, Amaranto, entre otras. Gusta además de practicar
teatro: fue actriz en la compañía Pequeña Isla dirigida por Margarita Poseck, actualmente está
trabajando en escribir sus poemas en un texto dramático para llevarlo a escena durante el próximo
año. Este año publicaron sus poemas en un libro objeto de la Editorial Helecho de Puerto Montt
titulado “Silvestres y Eléctricas”, antología que reúne a 18 poetas mujeres de Chile, Ecuador, México
y Bolivia. Además, se encuentra trabajando en la publicación de un poemario para una editorial de
Concepción.
Yo soy la que ha partido.
La que nunca ha estado.
La ráfaga de viento que no han parido.
La lluvia que trae, la lluvia que mata.
La lluvia que cedió sus gotas, que rindió su risa.
Dime que lloran tus ojos, Dímelo porque tengo el alma vacía.
Dímelo.
Para llenarla de tiempo, Para cubrirla de brisa.
Dime que hay forma aún de tomar tu cuerpo.
De perderlo conmigo.
De dejarlo en tantas otras bocas.
El amor, es un puerto en el que solo desembarcan las locas.
Pude haber hecho el amor con él esa noche.
Pero preferí hacerlo conmigo.
El alcance de mi cuerpo y la textura de lo que pudo ser alguien.
Me dijo, que la flor no se marchita tras el invierno, muere cuando lo decide.
Cuando el sol se paga.
Cuando las cumbres callan.
Cuando los pájaros ahogan sus penas, en el último de los bebederos.
Tengo entrañas que cuelgan, como sangre seca de alguna vieja herida.
Tengo entrañas solitarias y hambrientas de tiempo.
No las parí nunca.
Las tengo aquí conmigo.
Ellas hablan de las y los no nacidos.
De los que jamás entraran a sus universidades.
Ni tendrán Fonasa o Afp.
Tengo entrañas que cuelgan, como piel disecada de las manos ásperas de
algún despellejado.
Ellas son como mi viejo cajón de ropa.
Lleno de telas, algodón y lana.
Pero hay días, como en todo, en que no me pongo nada.
Y se quedan ahí esperando.
Una polilla que les cante.
Un arrullo de silencio, de alguna mano amada.
Peinemos de sueños nuestros cabellos
mientras los ojos están dormidos.
Mientras el tiempo extiende sus alas y arropa
de palabras nuestro plumaje.
Esperando que las cicatrices ya no duelan cerca del fuego.
Esperando que ardan brasa a brasa aun cuando se arrastren cerca de las
marejadas.
Peinemos de sueños nuestros cabellos
mientras los ojos están dormidos.
Mientras lluvia limpia las pisadas que dejaste sobre mi cama.
Ha de ser que es otoño y aún no he despertado.
Le temo al mar.
A su exacerbada curiosidad.
Le temo porqué sus golpes desnudan todo.
Dejan a la vista nuestras cicatrices.
Le temo a su hermosura ardiente.
A su mirada fría.
A su voz tenue.
Hay en ella un caudal y a la vez un canto sombrío.
Le temo y no puedo mirarle.
La muerte en él es cruda.
Como la asfixia de una idea.
Sigilosa, Imperturbable.
Ya no tengo corazón de quinceañera.
Se lo llevaron el lunes 4 de diciembre,
De una calle sin número,
De una ciudad cualquiera.
Vendí mi tele.
Mis, miss 17.
Hasta el discman que a mi papi le dieron por navidad,
En la empresa.
Vendí.
Mi caballero, Mi señorita.
Hasta mi últimas alitas de pajarita.
Pa' juntar las ochenta lucas.
Aunque el curita dijo:
RESIGNACIÓN
Un regalo de dios es nomás hijita.
Ya no tengo corazón de quinceañera.
No vi mi parto.
No deje huellas.
Y en el único solemne espacio que tengo,
¡Lloro!
Acaso,
¿TAMPOCO ME VAN A PERDONAR QUE LLORÉ, PORQUE YA NO
PUEDEN HACERME ANIMITA?
Porque ya no tendré grutita.
Ni templo.
Ni señoras que cuando recen, tengan en su pecho mi estampita.
YA NO TENGO CORAZÓN DE QUINCEAÑERA.
SE LO LLEVARON EL LUNES 4 DE DICIEMBRE.
DE UNA CALLE SIN NÚMERO.
DE UNA CIUDAD CUALQUIERA.
Siempre nos dijeron: “Tenemos esta vida”, “No hay otra”.
Jamás encontré el sendero.
Me perdí en él, como otros tantos.
Ahí está la gracia.
No fui dueña ni presa de mi tiempo.
Hable otras lenguas.
No fuimos mártires.
Partiré bajo los cielos estrellados.
Como una india cheroqui.
Partiré a los bosques, cuando estos muden de piel.
Hay en su desnudez y la mía, cierta analogía.
Ahí está la gracia, mariposas ligeras.
El tiempo ha muerto y no fuimos con él.
La cuerpa resiste.
La cuerpa no entiende.
La cuerpa no calla.
Soy la misma, en tantas voces.
Soy el café que no preparamos.
Soy la hija que no abrace.
Soy mi hermana y aquella plaza donde no estoy.
Soy mi padre y las eternas fotos de una viajera infancia.
Soy las manos y el suave roce de mi madre.
Aquella voz sin tiempo, que incansablemente me nombra: Juana, Juana,
Juana.
Soy su andar por extensos caminos, donde cada tarde juega a encontrar mis
hojas.
Soy la vertiente donde el sol se esconde y en taciturnos anocheceres mis
huesos alumbra.
Soy el vaso de vino, que no se acaba, que vuelve a llenarse entre tu risa y la
mía.
Aquí estoy, te digo.
Aquí estoy.
Bésame ahora madre.
Bésame ahora, en la cara de todas mis hermanas.
Nota: Hace un año, Juana Cortéz Rubilar recibió un golpe mortal en su cabeza, para luego ser
quemada aún viva. Al igual que muchas mujeres asesinadas por la violencia machista, el femicidio de
Juana quedó en los registros como un número, pero un número faltante: la legislación vigente sobre
femicidio requiere que los crímenes sean cometidos por parejas o ex parejas. Como trabajadora
sexual, el femicidio de Juana no fue registrado como tal ni por la justicia ni por los medios.
Aquí estoy.
Gritando un temor que no me sale.
Aprendí a tener miedo.
Como tener hambre.
Y me avergoncé de mí
De mi erotismo.
Fui Violada.
Estuve Muerta.
Y por el sistema, fui resucitada.
Aquí estoy.
Y mi vientre es el arenal, donde cagan
Todos los gatos.
Me lo han quitado todo.
RESISTO.
Y en esa resistencia se me va la vida.
No la quiero.
Sin Carolina.
Sin Rosa.
Sin Andrea
Sin Marcela.
RESISTO.
Y el día menos pensado meare tu constitución pinochetista.
Y me cagare en tus: “El que te quiere te aporrea”, “Los que se pelean se
aman”.
Aquí estoy.
¿Dónde están mis otras hermanas?
¿En qué cementerio las botaron?
¿En qué río gritan justicia, las presuntas desgracias?
¿Con que piedra han destrozado esas caras tan amadas?
Aquí estoy.
¿Dónde están mis otras hermanas?
La mierda es mierda.
Aunque le cambien el olor.
En Chile la mierda aborta y me deja,
Sola y solo preguntándome
¿Por qué ella sí y yo no?
La mierda es mierda.
Aunque le cambien el color.
En Chile la mierda mata,
Y la mierda aristocrática me dice:
“Que se tiro a las ruedas”, “Que se tropezó”.
La mierda es mierda.
Aunque le cambien el olor.
En Chile la mierda me dice:
Que duerma tranquila, que ya paso.
Con un paco en la puerta, ¿Qué silenciara mi corazón?
35 muertas, 35 pacos, 35 tablas
Que cargaran el cuerpo de tantas, en un solo ataúd.
Pero la mierda aristocrática me dice:
“Ella se la busco”.
Por algo la dejaron.
El niño sabía, que nació de una costilla.
Que así lo quiso Dios.
Aquí en Chile, a la mierda le cambian el color.
Pero la mierda es mierda.
Aunque le pongan tinta.
Le den contraste.
Tenga sangre azul o no.
A GLORIA LAGOS NILSSON
¿Qué se yo de ti, sino lo que me contó la historia?
¿Qué se yo de dolores e infinitas esperas?
¿Qué se yo Gloria, de oscuridad sin tiempo?
¿Qué se yo de crecer en tierra de nadie, junto al infinito cortejo de la nada,
que se perdió ya hace tanto en las higueras?
¿Qué se yo de contar los pasos y las noches?
Pero sin embargo te veo.
Te veo Gloria, en los patios, en las escuelas, en los parques.
Allá Gloria donde consuelan la memoria.
Allá donde tranzaron la historia y la amnistía.
Como si no hubiera pasado, Como si no hubieran estado.
Allá el silencio se hizo humo, y con él se fueron tus asesinos.
Pero te habrá de parir de nuevo la historia.
Y a ese parto habremos de asistir.
Para teñir de lucha nuestras manos.
La sangre sucia.
La sangre perra.
La desclasada.
La insólita vagabunda, que destapan de tanto en tanto.
En la fila de impertérritos consultorios.
“Que ahora sí”, “Que ahora Fonasa”, “Que el estado y la subvención”, “Que
se pega, que cuidado son todos colas los infectados”.
La sangre sucia.
La sangre perra.
La desclasada.
El canturreo de pájara triste en lejanos y ajenos morideros.
El canturreo, que no prescribe, que no calla, que grita rauda en las agónicas
fichas de los consultorios.
Son mis pájaras incólumes, que resisten en tus archivos extraviados, de los
que nunca murieron, de las camas que no estuvieron, de las sabanas que no
abrazaron esos cuerpos tan nuestros.
Son mis pájaras bravas y su plumaje chispeante de vuelo inconcluso.
Plumas donde habré de botar todas mis lágrimas cuando se hayan ido.
Y yo expatriada aquí reconstruyendo los recuerdos, me quede.
Mi cuerpa es territorio pagano, autónomo y guerrillero.
Hasta mi muerte y después le daré guerra.
En cada chispa, en cada brasa, nacerán más primas.
Y en el eterno son de manada, en cada lápida levantaran barricada.
Para que no se archive, para que no se silencie.
Para que mis huesos, aun en oscuras profundidades, la tierra germinen.
Para que vuelvan a ti, mi amado, mi amada.
En la sencilla e infinita escarcha de tus mañanas.
Ráfagas de viento.
Alcanzan ya una voz, que no conozco.
A veces la escucho retumbar bajo las paredes negras de mi casa.
Dejo tras su eco, el humo añejo de mis últimos cigarros.
Como un regalo que se abre en las manos equivocadas.
He dejado en esa casa, la carroña de todos mis amores deshechos.
Por si algún ratón hambriento quiere hacer de ellos su Bonanza.
“Si tocan a una, respondemos todas”
El Barro se les cayó encima y no se dieron cuenta.
Todas íbamos a ser reinas.
De un reino que jamás entregarían.
De un paraíso que jamás heredaríamos.
Porque su Dios como dijeron, es hombre.
Y no tuvimos el “privilegio”, de ser hechas a imagen y semejanza.
No hicieron niñas de barro y porcelana.
No enseñaron que la ropa sucia, se lava en casa.
Y así jugamos a los 13, a los 14, a los 15 con nuestros carlitos y danielitas.
Como si siempre, hubieran sido nuestros hermanos, nuestras hermanas.
Como si con ello, taparan su vergüenza.
No fui paloma.
No pude ser.
Me pesan las alas.
Y me duele el cementerio que usted no huele compañera.
Me duele el alteo de tantas, quebrándose en la nada.
Me duelen las mismas ratas en el ano, de las valientes que no saldrán en su
historia de chile tan viril y gallarda.
No fui paloma.
No pude ser.
Que herejía que nos pese soñar compañera.
Pero no nací, ni aprendí a ser señora.
Ni de usted, ni de nadie.
Exijo y tomo mi derecho a rayar la cancha.
A no ser perdonada, ni por ti, ni por él, ni por nadie.
Exijo y tomo, porque mis muertas me duelen compañera.
Y nos han degollado tanto, que no nos quieren ni viva el alma.
Pero vivas estamos.
Y vivas nos queremos.
Por Nabila, Por Magaly, Por Rosa.
Por las niñas que nacerán, en los pesebres junto a la mirra y la paja.
Por las niñas que escribirán de nuevo, sobre tu sucia historia.
De héroes perennes y asesinos disfrazados.
De príncipes azules, que bajo tu guante mordaz, nos asesinaban.
Yo Soy.
La Ramera de Judea.
La que colgaste mientras las turbas vitoreaban: ¡BRUJA!.
La que quemaste, bajo tu mentada cruz santa.
La desollada por Hereje.
Por infiel a tu virgen blanca.
La que nació morena.
La que pare huachos.
La que llora muertos de ojos café.
La que bajo primero de la cruz.
La que te negó tres veces, y no se le quemo la boca.
¿Cómo adivinar lo que éramos?
Si estábamos aquí y allá,
En tantas y en ninguna parte.
Estábamos seguros.
SOLOS.
Enamorados de todo,
De alguien
De nadie.
Caminábamos,
Sin mirarle los zapatos,
Sin pedirle su peso pa'l hogar de cristo.
Su coffee break
Su juguete 3B pa' la navidad.
Pero, ¿Cómo adivinar lo que éramos?
Si nos mataron aquí y allá.
En tantas y en ninguna parte.
Somos un saco de huesos.
Un riel.
Un desierto.
Y en esta oscuridad perenne,
El único grito que ansió escuchar es el tuyo.
NO SOY LÁPIDA.
NO SOY RECUERDO.
NO SOY DESIERTO.
NO SOY DE LOS Y LAS QUE EN PAZ DESCANSA.
Métase por la raja, su paz de monumento.
YO NO TRÁNSITO POR LA CALLE QUE LLEVA MI NOMBRE.
NO ESTOY AHÍ.
ESTOY AQUÍ JUNTO A MIS MUERTOS.
Tengo una pena, que no es pena.
Pena que duele, pena que mata.
Es la quietud de la hoja marchitada,
De las vírgenes inmaculadas.
Soy Mujer y lo merezco.
Por tener vagina y hambre de sexo.
Esa es mi pena mujer, la sangre pisoteada.
Cubierta con lágrimas de ayer, borrada.
Que así lo escriba la historia.
Que así lo lloren los historiadores.
Que así lo recuerden las chiquititas, que nacerán hoy más tristes, más bonitas.
Aquí estoy mujer, más triste.
Veo la llaga en tu piel y la memoria que no tuviste.
Somos muchas, pocas, bastantes.
Somos la estrella de belén, la lumbrera distante.
No hay epitafio, ni adiós en nuestra tumba.
¿Putas no Putas, qué más da si seguimos cargando la misma culpa?
Pero pregúntate mujer.
¿De quién es el vientre?
¿Si de un Hijo de puta o de una puta consciente?
Luciérnagas

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  • 2. PRÓLOGO Por Camila Almendra Flores Rivera La primera vez que escuché leer a Patricia, sentí la pertenencia hacia una militancia de la palabra, aquella que es profundamente feminista, hasta el propio dolor de las ambivalencias que se viven cuando se cree en ello y se lucha. Cuando la misma sociedad nos empuja a calzar en el modelo del “deber ser” mujer. Me sentí parte de su historia: esas letras que se funden con la propia vida, una vida también charlatana, pues cualquiera que se ofrezca al oficio de escribir, viaja con la imaginación hacia otras vidas, -pasadas tal vez o nunca vividas-, frustradas; otros olores, otros idiomas u otras pieles. Esa poesía que vuela y que hunde, donde la hablante es mujer(una diversa y tambaleante), podría ser cis o trans, es tal y como es, cruda como la vida misma. Así se presenta sin tanto adorno, es más bien una tormenta, como las que vemos la mayor parte del año en Valdivia. El poemario, nos hace sentir cómplices, como si nos tomásemos un vino en una cantina con la hablante lírico, quien nos confiesa sus desvaríos y los amantes a los cuales ha tenido y a los cuales a lo mejor no tendrá. YO NO TRÁNSITO POR LA CALLE QUE LLEVA MI NOMBRE. NO ESTOY AHÍ. ESTOY AQUÍ JUNTO A MIS MUERTOS. Somos los muertos los que la acompañamos, los que morimos de poesía, aquí estamos absortas y absortos, leyendo esta ventolera de la palabra llena de deseo: erótico e imposible; ese imposible también de la palabra, del buscar la precisión entre el vértigo y la excitación. Cada palabra se hizo masturbándose, -nosotros también tal vez-, entre las líneas de poetas y bien malditas,patologizada alguna vez en la historia como una histérica, pensar en una o unas autoras influyentes, sería empequeñecer la amplia influencia en su letra nacida en un cuarto propio. Pude haber hecho el amor con él esa noche. Pero preferí hacerlo conmigo. El alcance de mi cuerpo y la textura de lo que pudo ser alguien.
  • 3. A ratos pareciese una poeta beatnik, otros una poeta más intimista, como una Teresa Wilms Montt. Esta mujer de carnes profanas, escribe desde el sur de Chile, con evocación a la tierra y el pueblo, ese pueblo perdido donde el diablo perdió el poncho y la crítica social se cree porque se vive a diario. Jamás adúltera, porque a las mujeres así no se las casa, se las cazan... y huyen. El rol de madre que se asume como un cuasi mandato por la clase y el sexo casual, como una negación de lo que sucederá inexorablemente, esto se repite en versos como: “no las parí nunca”, “la que pare huachos”, “la ráfaga de viento que no han parido”. Una madre que no es sinónimo de mujer. Una mujer se desangra y se deshace, en sus símbolos, se figura como murmurada, pero es inocente en esa búsqueda entre el mundo/sus secretos y ser devorada por los amantes que laten entre sus versos como una constante del poemario. Una mujer común, muere en una fosa común, no tiene estatua, no tiene memoria de sujeta singular, pero mantiene una vida imaginaria que entre sus versos susurra su singularidad graciosa y triste anónima disfrazada de naif. La voz de esta mujer reniega la (neo)colonización de su cuerpo, de la cruz y la publicidad; del ideario de amor romántico y es profeta de una generación de rebeldes a la cosificación de la mujer neoliberal, cargando la tristeza de ello. Aquí estoy mujer, más triste. Veo la llaga en tu piel y la memoria que no tuviste. Somos muchas, pocas, bastantes. Somos la estrella de belén, la lumbrera distante. No hay epitafio, ni adiós en nuestra tumba. ¿Putas no Putas, qué más da si seguimos cargando la misma culpa? Camila Almendra Flores Rivera, profesora de Lenguaje y Comunicación, trabajando en políticas públicas de género y educación. Es poeta del sur de Chile, publicando algunos de sus textos en revistas virtuales como La Clepsidra, El Frente, Amaranto, entre otras. Gusta además de practicar teatro: fue actriz en la compañía Pequeña Isla dirigida por Margarita Poseck, actualmente está trabajando en escribir sus poemas en un texto dramático para llevarlo a escena durante el próximo año. Este año publicaron sus poemas en un libro objeto de la Editorial Helecho de Puerto Montt titulado “Silvestres y Eléctricas”, antología que reúne a 18 poetas mujeres de Chile, Ecuador, México y Bolivia. Además, se encuentra trabajando en la publicación de un poemario para una editorial de Concepción.
  • 4. Yo soy la que ha partido. La que nunca ha estado. La ráfaga de viento que no han parido. La lluvia que trae, la lluvia que mata. La lluvia que cedió sus gotas, que rindió su risa. Dime que lloran tus ojos, Dímelo porque tengo el alma vacía. Dímelo. Para llenarla de tiempo, Para cubrirla de brisa. Dime que hay forma aún de tomar tu cuerpo. De perderlo conmigo. De dejarlo en tantas otras bocas. El amor, es un puerto en el que solo desembarcan las locas.
  • 5. Pude haber hecho el amor con él esa noche. Pero preferí hacerlo conmigo. El alcance de mi cuerpo y la textura de lo que pudo ser alguien. Me dijo, que la flor no se marchita tras el invierno, muere cuando lo decide. Cuando el sol se paga. Cuando las cumbres callan. Cuando los pájaros ahogan sus penas, en el último de los bebederos.
  • 6. Tengo entrañas que cuelgan, como sangre seca de alguna vieja herida. Tengo entrañas solitarias y hambrientas de tiempo. No las parí nunca. Las tengo aquí conmigo. Ellas hablan de las y los no nacidos. De los que jamás entraran a sus universidades. Ni tendrán Fonasa o Afp. Tengo entrañas que cuelgan, como piel disecada de las manos ásperas de algún despellejado. Ellas son como mi viejo cajón de ropa. Lleno de telas, algodón y lana. Pero hay días, como en todo, en que no me pongo nada. Y se quedan ahí esperando. Una polilla que les cante. Un arrullo de silencio, de alguna mano amada.
  • 7. Peinemos de sueños nuestros cabellos mientras los ojos están dormidos. Mientras el tiempo extiende sus alas y arropa de palabras nuestro plumaje. Esperando que las cicatrices ya no duelan cerca del fuego. Esperando que ardan brasa a brasa aun cuando se arrastren cerca de las marejadas. Peinemos de sueños nuestros cabellos mientras los ojos están dormidos. Mientras lluvia limpia las pisadas que dejaste sobre mi cama. Ha de ser que es otoño y aún no he despertado.
  • 8. Le temo al mar. A su exacerbada curiosidad. Le temo porqué sus golpes desnudan todo. Dejan a la vista nuestras cicatrices. Le temo a su hermosura ardiente. A su mirada fría. A su voz tenue. Hay en ella un caudal y a la vez un canto sombrío. Le temo y no puedo mirarle. La muerte en él es cruda. Como la asfixia de una idea. Sigilosa, Imperturbable.
  • 9. Ya no tengo corazón de quinceañera. Se lo llevaron el lunes 4 de diciembre, De una calle sin número, De una ciudad cualquiera. Vendí mi tele. Mis, miss 17. Hasta el discman que a mi papi le dieron por navidad, En la empresa. Vendí. Mi caballero, Mi señorita. Hasta mi últimas alitas de pajarita. Pa' juntar las ochenta lucas. Aunque el curita dijo: RESIGNACIÓN Un regalo de dios es nomás hijita. Ya no tengo corazón de quinceañera. No vi mi parto. No deje huellas. Y en el único solemne espacio que tengo, ¡Lloro! Acaso, ¿TAMPOCO ME VAN A PERDONAR QUE LLORÉ, PORQUE YA NO PUEDEN HACERME ANIMITA? Porque ya no tendré grutita. Ni templo. Ni señoras que cuando recen, tengan en su pecho mi estampita. YA NO TENGO CORAZÓN DE QUINCEAÑERA. SE LO LLEVARON EL LUNES 4 DE DICIEMBRE. DE UNA CALLE SIN NÚMERO. DE UNA CIUDAD CUALQUIERA.
  • 10. Siempre nos dijeron: “Tenemos esta vida”, “No hay otra”. Jamás encontré el sendero. Me perdí en él, como otros tantos. Ahí está la gracia. No fui dueña ni presa de mi tiempo. Hable otras lenguas. No fuimos mártires. Partiré bajo los cielos estrellados. Como una india cheroqui. Partiré a los bosques, cuando estos muden de piel. Hay en su desnudez y la mía, cierta analogía. Ahí está la gracia, mariposas ligeras. El tiempo ha muerto y no fuimos con él.
  • 11. La cuerpa resiste. La cuerpa no entiende. La cuerpa no calla. Soy la misma, en tantas voces. Soy el café que no preparamos. Soy la hija que no abrace. Soy mi hermana y aquella plaza donde no estoy. Soy mi padre y las eternas fotos de una viajera infancia. Soy las manos y el suave roce de mi madre. Aquella voz sin tiempo, que incansablemente me nombra: Juana, Juana, Juana. Soy su andar por extensos caminos, donde cada tarde juega a encontrar mis hojas. Soy la vertiente donde el sol se esconde y en taciturnos anocheceres mis huesos alumbra. Soy el vaso de vino, que no se acaba, que vuelve a llenarse entre tu risa y la mía. Aquí estoy, te digo. Aquí estoy. Bésame ahora madre. Bésame ahora, en la cara de todas mis hermanas. Nota: Hace un año, Juana Cortéz Rubilar recibió un golpe mortal en su cabeza, para luego ser quemada aún viva. Al igual que muchas mujeres asesinadas por la violencia machista, el femicidio de Juana quedó en los registros como un número, pero un número faltante: la legislación vigente sobre femicidio requiere que los crímenes sean cometidos por parejas o ex parejas. Como trabajadora sexual, el femicidio de Juana no fue registrado como tal ni por la justicia ni por los medios.
  • 12. Aquí estoy. Gritando un temor que no me sale. Aprendí a tener miedo. Como tener hambre. Y me avergoncé de mí De mi erotismo. Fui Violada. Estuve Muerta. Y por el sistema, fui resucitada. Aquí estoy. Y mi vientre es el arenal, donde cagan Todos los gatos. Me lo han quitado todo. RESISTO. Y en esa resistencia se me va la vida. No la quiero. Sin Carolina. Sin Rosa. Sin Andrea Sin Marcela. RESISTO. Y el día menos pensado meare tu constitución pinochetista.
  • 13. Y me cagare en tus: “El que te quiere te aporrea”, “Los que se pelean se aman”. Aquí estoy. ¿Dónde están mis otras hermanas? ¿En qué cementerio las botaron? ¿En qué río gritan justicia, las presuntas desgracias? ¿Con que piedra han destrozado esas caras tan amadas? Aquí estoy. ¿Dónde están mis otras hermanas?
  • 14. La mierda es mierda. Aunque le cambien el olor. En Chile la mierda aborta y me deja, Sola y solo preguntándome ¿Por qué ella sí y yo no? La mierda es mierda. Aunque le cambien el color. En Chile la mierda mata, Y la mierda aristocrática me dice: “Que se tiro a las ruedas”, “Que se tropezó”. La mierda es mierda. Aunque le cambien el olor. En Chile la mierda me dice: Que duerma tranquila, que ya paso. Con un paco en la puerta, ¿Qué silenciara mi corazón? 35 muertas, 35 pacos, 35 tablas Que cargaran el cuerpo de tantas, en un solo ataúd. Pero la mierda aristocrática me dice: “Ella se la busco”. Por algo la dejaron. El niño sabía, que nació de una costilla. Que así lo quiso Dios.
  • 15. Aquí en Chile, a la mierda le cambian el color. Pero la mierda es mierda. Aunque le pongan tinta. Le den contraste. Tenga sangre azul o no.
  • 16. A GLORIA LAGOS NILSSON ¿Qué se yo de ti, sino lo que me contó la historia? ¿Qué se yo de dolores e infinitas esperas? ¿Qué se yo Gloria, de oscuridad sin tiempo? ¿Qué se yo de crecer en tierra de nadie, junto al infinito cortejo de la nada, que se perdió ya hace tanto en las higueras? ¿Qué se yo de contar los pasos y las noches? Pero sin embargo te veo. Te veo Gloria, en los patios, en las escuelas, en los parques. Allá Gloria donde consuelan la memoria. Allá donde tranzaron la historia y la amnistía. Como si no hubiera pasado, Como si no hubieran estado. Allá el silencio se hizo humo, y con él se fueron tus asesinos. Pero te habrá de parir de nuevo la historia. Y a ese parto habremos de asistir. Para teñir de lucha nuestras manos.
  • 17. La sangre sucia. La sangre perra. La desclasada. La insólita vagabunda, que destapan de tanto en tanto. En la fila de impertérritos consultorios. “Que ahora sí”, “Que ahora Fonasa”, “Que el estado y la subvención”, “Que se pega, que cuidado son todos colas los infectados”. La sangre sucia. La sangre perra. La desclasada. El canturreo de pájara triste en lejanos y ajenos morideros. El canturreo, que no prescribe, que no calla, que grita rauda en las agónicas fichas de los consultorios. Son mis pájaras incólumes, que resisten en tus archivos extraviados, de los que nunca murieron, de las camas que no estuvieron, de las sabanas que no abrazaron esos cuerpos tan nuestros. Son mis pájaras bravas y su plumaje chispeante de vuelo inconcluso.
  • 18. Plumas donde habré de botar todas mis lágrimas cuando se hayan ido. Y yo expatriada aquí reconstruyendo los recuerdos, me quede. Mi cuerpa es territorio pagano, autónomo y guerrillero. Hasta mi muerte y después le daré guerra. En cada chispa, en cada brasa, nacerán más primas. Y en el eterno son de manada, en cada lápida levantaran barricada. Para que no se archive, para que no se silencie. Para que mis huesos, aun en oscuras profundidades, la tierra germinen. Para que vuelvan a ti, mi amado, mi amada. En la sencilla e infinita escarcha de tus mañanas.
  • 19. Ráfagas de viento. Alcanzan ya una voz, que no conozco. A veces la escucho retumbar bajo las paredes negras de mi casa. Dejo tras su eco, el humo añejo de mis últimos cigarros. Como un regalo que se abre en las manos equivocadas. He dejado en esa casa, la carroña de todos mis amores deshechos. Por si algún ratón hambriento quiere hacer de ellos su Bonanza.
  • 20. “Si tocan a una, respondemos todas” El Barro se les cayó encima y no se dieron cuenta. Todas íbamos a ser reinas. De un reino que jamás entregarían. De un paraíso que jamás heredaríamos. Porque su Dios como dijeron, es hombre. Y no tuvimos el “privilegio”, de ser hechas a imagen y semejanza. No hicieron niñas de barro y porcelana. No enseñaron que la ropa sucia, se lava en casa. Y así jugamos a los 13, a los 14, a los 15 con nuestros carlitos y danielitas. Como si siempre, hubieran sido nuestros hermanos, nuestras hermanas. Como si con ello, taparan su vergüenza. No fui paloma. No pude ser. Me pesan las alas. Y me duele el cementerio que usted no huele compañera.
  • 21. Me duele el alteo de tantas, quebrándose en la nada. Me duelen las mismas ratas en el ano, de las valientes que no saldrán en su historia de chile tan viril y gallarda. No fui paloma. No pude ser. Que herejía que nos pese soñar compañera. Pero no nací, ni aprendí a ser señora. Ni de usted, ni de nadie. Exijo y tomo mi derecho a rayar la cancha. A no ser perdonada, ni por ti, ni por él, ni por nadie. Exijo y tomo, porque mis muertas me duelen compañera. Y nos han degollado tanto, que no nos quieren ni viva el alma. Pero vivas estamos. Y vivas nos queremos. Por Nabila, Por Magaly, Por Rosa. Por las niñas que nacerán, en los pesebres junto a la mirra y la paja.
  • 22. Por las niñas que escribirán de nuevo, sobre tu sucia historia. De héroes perennes y asesinos disfrazados. De príncipes azules, que bajo tu guante mordaz, nos asesinaban.
  • 23. Yo Soy. La Ramera de Judea. La que colgaste mientras las turbas vitoreaban: ¡BRUJA!. La que quemaste, bajo tu mentada cruz santa. La desollada por Hereje. Por infiel a tu virgen blanca. La que nació morena. La que pare huachos. La que llora muertos de ojos café. La que bajo primero de la cruz. La que te negó tres veces, y no se le quemo la boca.
  • 24. ¿Cómo adivinar lo que éramos? Si estábamos aquí y allá, En tantas y en ninguna parte. Estábamos seguros. SOLOS. Enamorados de todo, De alguien De nadie. Caminábamos, Sin mirarle los zapatos, Sin pedirle su peso pa'l hogar de cristo. Su coffee break Su juguete 3B pa' la navidad. Pero, ¿Cómo adivinar lo que éramos? Si nos mataron aquí y allá. En tantas y en ninguna parte. Somos un saco de huesos. Un riel. Un desierto. Y en esta oscuridad perenne, El único grito que ansió escuchar es el tuyo.
  • 25. NO SOY LÁPIDA. NO SOY RECUERDO. NO SOY DESIERTO. NO SOY DE LOS Y LAS QUE EN PAZ DESCANSA. Métase por la raja, su paz de monumento. YO NO TRÁNSITO POR LA CALLE QUE LLEVA MI NOMBRE. NO ESTOY AHÍ. ESTOY AQUÍ JUNTO A MIS MUERTOS.
  • 26. Tengo una pena, que no es pena. Pena que duele, pena que mata. Es la quietud de la hoja marchitada, De las vírgenes inmaculadas. Soy Mujer y lo merezco. Por tener vagina y hambre de sexo. Esa es mi pena mujer, la sangre pisoteada. Cubierta con lágrimas de ayer, borrada. Que así lo escriba la historia. Que así lo lloren los historiadores. Que así lo recuerden las chiquititas, que nacerán hoy más tristes, más bonitas. Aquí estoy mujer, más triste. Veo la llaga en tu piel y la memoria que no tuviste. Somos muchas, pocas, bastantes. Somos la estrella de belén, la lumbrera distante. No hay epitafio, ni adiós en nuestra tumba. ¿Putas no Putas, qué más da si seguimos cargando la misma culpa? Pero pregúntate mujer. ¿De quién es el vientre? ¿Si de un Hijo de puta o de una puta consciente?