2. • Este libro es el ejemplo más completo de
literatura sapiencial judía.
• Esta obra lleva la firma de su autor, Jesús Ben
Sira, y gozó desde el principio de un enorme
respeto tanto en círculos judíos como
cristianos.
• Probablemente fue el primer libro
deuterocanónico puesto por escrito.
• Por lo que nos dice en el prólogo el nieto-
traductor, la obra había sido escrita en hebreo.
3. • El libro constituye un verdadero repertorio de
máximas y reflexiones morales, valederas para las
más diversas circunstancias de la vida y expuestas
en una gran variedad de formas literarias:
• proverbios, sentencias, dichos, instrucciones,
elogios a las grandes figuras bíblicas y a la
sabiduría, exhortaciones orientadas a la
búsqueda de la verdadera sabiduría y a vivir en el
temor de Dios, etc.
4. • La obra ha gozado de máxima estima en la
Iglesia de los primeros siglos, siendo citada
frecuentemente por los Padres de la Iglesia y
ampliamente utilizada en la instrucción de los
catecúmenos.
• De ahí parece que deriva el título
«Eclesiástico», con el que el libro fue conocido
por la Iglesia latina desde el siglo II.
5. • Su estudio, sin embargo, no carece de
dificultades, debido a la misma naturaleza de
la obra y a la historia de su transmisión, por
otro lado, no se puede perder de vista su valor
excepcional, ya que, como afirma el autor,
• «doctrina de ciencia e inteligencia ha
condensado en este libro Jesús, hijo de Sirá,
Eleazar, de Jerusalén, que de su corazón
derramó sabiduría a raudales» (Si 50,27).
7. • El título del libro presentaba diferentes formas
en la antigüedad.
• La denominación primitiva corresponde, con
probabilidad, a la que documentan las
versiones griega y siríaca, es decir, Sabiduría
de Jesús, hijo de Sirá, del que se hace eco la
expresión utilizada habitualmente en nuestros
días:
• Sirácide o Sabiduría de Ben Sirá.
8. • Su título puede deducirse de 50,27 y 51,30:
“Sabiduría de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de
Sira”.
• El nombre “Eclesiástico” proviene de la mayor
parte de los manuscritos de la Vulgata, y tiene
su origen en el gran uso que se hizo del libro
entre las comunidades cristianas de los
primeros siglos.
9. • La tradición hebrea, que no reconoce su
canonicidad, lo ha denominado de diversos
modos: Libro de Ben Sirá, Libro de Instrucción,
Instrucción de Ben Sirá, Proverbios de Ben Sirá y
otros más.
• Probablemente se debe a la Vetus Latina la
denominación Ecclesiasticus, que se difundió
ampliamente en los siglos II y III, tanto que, en
tiempos de san Agustín, se utilizaban
ampliamente uno y otro título.
10. • El término Eclesiástico se impuso
sucesivamente, gracias al uso hecho por la
Vulgata y a la denominación adoptada por el
Concilio de Trento y los documentos
magisteriales de época posterior.
• En nuestros días se ha recuperado el título
«Sirácide».
11.
12. • Si el título indica quién fue el autor, Ben Sirá,
el prólogo de la traducción griega, escrito por
el nieto, y diversas secciones autobiográficos
diseminadas a lo largo del libro trazan su
biografía.
13. • El nombre completo debía de ser seguramente
«Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén»
(Si 50,27).
• Habría vivido entre los siglos III y II a.C., en
Jerusalén,
• dedicándose asiduamente, como el mismo autor
afirma, «a la lectura de la ley, los profetas y los
otros escritos de los antepasados» hasta
conseguir un «gran dominio sobre ellos»,
• no solo del patrimonio religioso del pueblo de
Israel, sino también de la lengua hebrea.
14. • Movido de celo por la fe de su pueblo, «se
sintió empujado a escribir sobre cuestiones de
instrucción y sabiduría», de modo que «los
amantes del saber, una vez que lo hubiesen
asimilado», pudiesen «progresar cada vez más
en una conducta de acuerdo con la ley».
• Hasta aquí las indicaciones del prólogo del
Sirácide.
15. • En el epílogo autobiográfico (51,11-30), Ben Sirá evoca
con gozo los esfuerzos con los que, desde la juventud,
• buscó ardientemente la sabiduría, entendida como
conducta religiosa a seguir,
• pidiéndola en la oración,
• frecuentando los círculos de los sabios (cf. 8,8-9),
• esforzándose en una escucha asidua para asimilarla,
• siguiendo sus huellas,
• teniendo celo por el bien, alegrándose en el corazón al
verla florecer y divulgándola con la enseñanza.
16. • Su casa se convirtió en una bêt midrash (una
escuela o casa de estudio), abierta a todos,
donde se aprendía a conocer la sabiduría y la
instrucción (51,23).
17. • La personalidad de Ben Sirá corresponde
perfectamente, en este sentido, a la del sabio
o escriba, figura grandemente elogiada por el
autor del libro (39,1-11), con tonos que casi
parecen sugerir una autobiografía.
18. • Ben Sirá alude también a sus viajes (51,13), que le
permitieron entrar en contacto con el mundo
griego pagano, lo que se trasluce en su vasta
cultura; sin embargo, permaneció siempre
fuertemente ancorado en la tradición religiosa
del judaísmo.
• De hecho, aunque el libro permanece abierto a
un diálogo con la cultura profana, se afianza en la
tradición hebrea, distanciándose así de aquel
proceso de inculturación distintivo del libro de la
Sabiduría.
20. • El original hebreo fue conocido por san
Jerónimo
• Hasta el año 1896, no se supo nada del
original hebreo.
21. • Entre los años 1896 y 1900 fueron
descubiertas casi las dos terceras partes del
texto hebreo en una gueniza (depósito de
manuscritos inservibles) de la sinagoga del
antiguo El Cairo, en distintos manuscritos.
22.
23. • El manuscrito de Masada, con cinco capítulos
de Sirácide (Si 39,27-32; 40,10-19 y 40,26-44,
17), es el más antiguo manuscrito del libro
que se posee (100-70 a.C.).
• En 1956 se encontraron en Qumrán otros
fragmentos del texto hebreo, también se
encontraron fragmentos en Masada,
publicados en 1965.
• Los manuscritos griegos son dos, G1 y G2.
24. • Mientras que la Iglesia católica considera al
Eclesiástico como obra canónica, judíos y
protestantes lo tienen como apócrifo, es decir, no
inspirado, junto con algunos otros libros y
secciones de ellos.
• Las obras que están en esta situación reciben en
la Iglesia Católica el nombre de
“deuterocanónicas”.
• Es citado frecuentemente en el NT, especialmente
en Mateo, Lucas, Santiago y Hebreos.
25. En torno a la fecha de su redacción
• Este libro fue escrito poco antes de la
revolución macabea del 168 a.C. Fue
redactado después del año 195 a.C. y no
después del año 171 a.C., en Jerusalén.
• En el prólogo, en efecto, se afirma que la
traducción al griego tuvo lugar cierto tiempo
después del año 38 del rey Evergetes
(probablemente, Tolomeo VII, que reinó entre
170-117 a.C.), es decir, poco después del 132.
26. • Si esta es la fecha de la traducción llevada a
cabo por el nieto, es necesario remontarse dos
generaciones hasta llegar al original hebreo.
• Por otra parte, la mención que hace el libro
del sumo sacerdote Simón II, hijo de Onías II
(Si 50,1ss), último de la serie de los grandes
personajes del pueblo de Israel mencionados
por Ben Sirá en el «elogio de los padres» (Si
44-51), parece confirmar la fecha mencionada.
27. • Sabemos que el sumo sacerdote Simón II (219-
199 a.C.), a quien parece que el autor conoció
personalmente, fue depuesto por Antíoco IV
(215-163 a.C.) antes de que estallara la
persecución macabea con el consiguiente
alzamiento de Matatías y sus hijos, hacia el 168
a.C.;
• por tanto, el libro se debió de concluir antes de
esta fecha, pues no se hace alusión alguna a la
insurrección de Matatías y sus hijos.
28.
29. • Desde el punto de vista literario, Sirácide se
presenta con características muy similares a
Proverbios,
• desarrollando sus reflexiones a través de variados
tipos de meshalîm y del uso de procedimientos
retóricos y estilísticos propios de la tradición
sapiencial:
• paralelismos, aliteraciones, asonancias, rimas,
quiasmos, inclusiones, estribillos, etc., en los que
Ben Sirá demuestra un gran dominio.
30. • A diferencia de Proverbios, sin embargo,
Sirácide recurre con mayor frecuencia al
género de poemas, a veces, dividido en
estrofas, y a la instrucción.
31. • Otra peculiaridad de Sirácide es la de agrupar
máximas sobre el mismo tema en secciones
autónomas, como, por ejemplo,
• 2,1-18 (paciencia en las contradicciones),
• 3,1-16 (deberes con los padres),
• 4,1-10 (caridad con los pobres),
• elaborando con arte poética antologías más o
menos extensas alrededor de un tema.
32. • Por otra parte, en Sirácide se observan, igual
que en Proverbios, repeticiones de temas o de
fórmulas en secciones diferentes de la obra sin
motivo aparente,
• quizá explicable por la unificación de las
fuentes de las que se sirve el autor o debido a
las ediciones sucesivas de la obra,
34. • Algunos géneros literarios más desarrollados
son, por ejemplo: los himnos, especialmente,
de alabanza a la sabiduría y a Dios creador
(1,1-8; 16,24-17; 18,1-14; 39,12-35; 42,15-43);
• la acción de gracias (51,1-12); las súplicas
individuales o nacionales (23,1-6; 36,1-17);
35. • las notas autobiográficas destinadas a ofrecer
un ejemplo de vida a imitar y poder así
alcanzar la sabiduría (24,28-32; 33, 16-19;
51,13-22);
36. • las invocaciones o plegarias dirigidas
directamente a Dios o a modo de exhortación
(23,1-6; 36,1-17; 39,12-35; 50,22-24; 51,1-12),
• género literario ajeno a los demás libros
sapienciales, (solo en Pr 3,7-9 y Sb 9)
37.
38. • los catálogos de fenómenos naturales o
elementos de la naturaleza (animales,
vegetales, minerales, fenómenos cósmicos,
etc.),
• contenidos generalmente en los himnos que
describen las obras de la creación de Dios
(39,12-35; 42, 15-33);
39. • la sátira de los oficios (38,24-34)
• y el acróstico alfabético (51,13-29).
40. • Presenta gran variedad de formas literarias,
como himnos, narración autobiográfica,
onomástica (listas de “nombres” de distintos
elementos del mundo natural), plegarias, el
gran poema didáctico y hasta un salmo de
acción de gracias.
41. • Según Ben Sira, la sabiduría es el bien/don
supremo al que puede aspirar el ser humano.
Se trata de una cualidad divina presente de
modo general en toda la creación, y de
manera particular en la ley mosaica.
• No hay prácticamente ningún tema,
relacionado con el desarrollo personal bien
con la responsabilidad comunitaria, que pase
desapercibido a Ben Sira.
44. • Aunque los descubrimientos arqueológicos
realizados durante el último siglo han puesto a
nuestra disposición una gran parte del original
hebreo, el libro de Ben Sirá fue de hecho
conocido y se transmitió en lengua griega.
• No entró a formar parte, por tanto, de la Biblia
hebrea.
• Se ignoran los motivos concretos de esta
ausencia.
45. • Se ha conjeturado que los rabinos que
establecieron definitivamente el canon hebreo
después de la caída de Jerusalén, el año 70 d.C.,
en su mayoría de tendencia farisea, lo excluyeron
durante el período de Yamnia o Yavne (fines del
siglo I y siglo II),
• porque la obra resultaba sospechosa de
orientación saducea: no habla explícitamente, en
efecto, de la resurrección de los muertos y
concede gran importancia al sacerdocio saduceo.
46. • Junto a esto hay que reconocer que el libro de
Ben Sirá fue ampliamente apreciado y leído en
la liturgia hebrea hasta el siglo X d.C.,
• además de ser considerado Escritura sagrada
por una parte representativa de la tradición
rabínica, como se deduce de las citas referidas
en el Talmud y en los escritos midrásicos.
47. • En la tradición cristiana, la aceptación del libro
se advierte ya en el Nuevo Testamento, donde
se vislumbran algunas referencias implícitas,
sobre todo en las cartas de san Pablo y
Santiago.
48. • Progresivamente, la canonicidad del libro se
impuso en toda la Iglesia, como lo ponen de
manifiesto algunos datos, entre otros: el libro fue
utilizado desde el comienzo como manual de
formación para los catecúmenos,
• Su recepción en la Vulgata determinó, finalmente,
su uso eclesial universal, hecho que confirmó el
Concilio de Trento en la definición dogmática del
canon bíblico, establecido en la cuarta sesión del
8 de abril de 1546.
51. • Teniendo en cuenta las secciones hímnicas
(1,1-10: origen divino de la sabiduría; 24,1-29:
la sabiduría en Israel y sus frutos; 42,15-43,33:
himno a la Creación y al Creador);
52. se pueden distinguir tres grandes
bloques en la estructura de la obra:
•- 1,1-23,27;
•24,1-42,14;
•42,15-50,29.
54. 50,7-29
• Hacia el final de su obra, figura el objetivo que
se propuso al escribir,
55. Transmitir una sabiduría
• Este epílogo autobiográfico revela que Ben Sirá
compuso su obra movido por el deseo de
transmitir una instrucción, una sabiduría
• –aquella que él había buscado asiduamente en la
oración, el estudio y la práctica de la ley– que
penetrase en la mente y en el corazón de sus
lectores,
• judíos que probablemente vivían en una sociedad
invadida por el pensamiento helenista, para que
la practicasen y permanecieran firmes en la
tradición de los padres.
56. • El intento de Ben Sirá, por tanto, fue el de
revalorizar la «sabiduría de Israel»,
devolviéndole el admirable significado que, tal
vez, había perdido a los ojos de sus
contemporáneos.
57. • Ante el proceso de helenización que avanzaba por toda el
área de Oriente Próximo desde el siglo IV a.C., que había ya
penetrado la cultura y la religiosidad del pueblo de Israel
afectando la fe de los judíos de su tiempo,
• Ben Sirá quiere inculcar en sus correligionarios la idea de
• punto luminoso de referencia, vasto y eficaz, el único capaz
de
evitando el peligro causado por las diferentes filosofías
paganas y por la mentalidad de la época.
58. • Con este fin, Ben Sirá ofrece un cuadro, lo más completo
posible, de la sabiduría de Israel, mostrando su contenido
como regla de vida y desarrollando los motivos de
alabanza.
• El autor, que pasará revista al final de su obra a los
principales personajes de la historia del pueblo de Israel
(44,1-49,16), presentándolos como
, propone a lo largo de su obra, a las jóvenes
generaciones,
• la excelencia de una existencia vivida en el horizonte de la
, guía segura y eficaz ante las
cambiantes circunstancias de la vida, en el presente como
lo fue en el pasado:
59. • «Fíjense en las generaciones antiguas y vean:
¿Quién confió en el Señor y quedó confundido?
¿Quién perseveró en su temor y fue
abandonado? ¿Quién le invocó y fue
desatendido?» (2,10).
• No existe una alternativa de felicidad fuera de
la verdadera sabiduría.
61. • Ben Sirá, ha querido codificar y transmitir toda
una herencia espiritual-religiosa.
• abarca en su mensaje los aspectos más
diversos de la viva enseñanza recibida por el
pueblo de Israel.
63. • El tema de la sabiduría enmarca (1,1-18 y 51,13-30),
acompaña (4,11-19; 6,18-37; 14,20-15, 10; 44,1-15) y
emerge en el centro (c. 24) de la obra de Ben Sirá.
• Esta sabiduría posee una fisonomía propia, que se irradia
asumiendo un triple aspecto:
• es una realidad que existe en Dios y junto a Dios, por tanto,
• también se manifiesta como un
, convirtiéndose así en creada e
inmanente;
• posee, además, un papel de mediación, encarnándose
especialmente en la Torá, palabra de Dios y manifestación
de la voluntad divina.
64. • Los primeros dos aspectos están
magistralmente delineados en el himno a la
sabiduría con que comienza el libro (1, 1.4-8).
65. Autoelogio de la sabiduría: Sir 24
• La sabiduría está en Dios, porque solo él es
sabio, pero se derrama sobre toda la creación,
especialmente, sobre los que aman a Dios.
• Una idea análoga es recogida en el himno
central del libro (24,1-32), que trae el
autoelogio de la sabiduría ante el Altísimo: ver
especialmente 24,3-4.9-11.
66. • También en este auto-elogio la sabiduría se presenta
atestiguando que su origen es eterno junto a Dios.
• Con respecto a la creación, afirma que ella impregna todo
lo creado y se extiende a lo largo de las generaciones:
preexiste a la creación y su presencia eficaz no tendrá fin.
• Una alusión particular hace a
, centro del pueblo elegido por Dios y al
que Dios se ha revelado de un modo especial:
• «Entonces el creador del universo me dio una orden, el que
me había creado me hizo plantar la tienda, y me dijo: “Pon
tu tienda en Jacob, sea Israel tu heredad”» (24,8).
69. y por eso afirma:
• «Toda sabiduría consiste en temer al Señor, y
solo hay sabiduría cuando se practica la ley»
(19,18).
• Y al final de su grandioso elogio de la sabiduría
en Si 24, añade:
• «Todo esto es el libro de la alianza del Dios
Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés»
(24,24).
70.
71. • Ciertamente, se trata de la Torá entendida en su
significado más profundo de revelación histórica de
Dios.
• Su puesto es, por tanto, central y, aunque el autor
considera que la Torá no abarca toda la sabiduría, sabe,
no obstante, que representa una manifestación única
de ella.
• Ser sabio se traduce por eso en la plena adhesión a la
ley de Moisés: «Si deseas la sabiduría, guarda los
mandamientos, y el Señor te la concederá» (1,26; 33,2-
3 ), proclama Ben Sirá.
72. • Si la ley es la manifestación objetiva más alta
de la sabiduría creada, subjetivamente, la
sabiduría se expresa en el «temor de Dios»,
entendido a la vez como camino hacia la
sabiduría y plenitud de ella. Por este motivo,
el «temor de Dios» es llamado principio,
plenitud, corona y raíz de la sabiduría:
(1,11.14.16.18.20).
73. • En su íntima naturaleza, este «temor de Dios», según
Ben Sirá, consiste en una actitud confiada, reverente y
humilde con respecto a Dios, como se deduce de los
textos más importantes sobre este tema (1,11-2,
18;7,29-31; 10,19-24; 19,20-24; 33,1-3; 34,13-17);
• textos que hablan de un «temor de Dios» que
presupone en el hombre una relación filial, amorosa,
intensa y viva con Dios, basada en la bondad divina,
además de una actitud de humildad y de sincera
obediencia a la voluntad divina:
74. • «Porque el temor del Señor es sabiduría
y enseñanza; le agradan la fidelidad y la
mansedumbre. No faltes al temor del
Señor, ni te acerques a él con doblez de
corazón» (1,27-28).
• También 34,13-17
75. • La sabiduría de la que habla Sirácide, en definitiva, no
consiste una reflexión meramente humana.
• Es una manifestación del ser de Dios, que se difunde en
la creación haciéndolo partícipe de su sabiduría y que
ha entrado en la historia de los hombres,
especialmente, en el pueblo de Israel.
• Como donación divina, es un don gratuito, pues la
sabiduría no se adquiere por el esfuerzo humano, sino
viviendo en el temor de Dios, que conlleva la
meditación humilde de su palabra y la práctica de sus
mandamientos.
77. • Desde la óptica sapiencial, en la que Dios es visto como
sabiduría y dador de la sabiduría, como creador y
amante de la creación, como «padre y dueño de la
vida» con quien poder gozar en una relación filial
(23,1.4; 51,10),
• se encuadra una antropología optimista y realista a la
vez, centrada en la idea del hombre como «imago
Dei», categoría bíblica fundamental que reaparece en
Sirácide:
• «El Señor creó al hombre de la tierra, y a ella le hará
volver de nuevo […]. Los revistió de una fuerza como la
suya, a su propia imagen los creó» (17,1.3).
78. • En este sentido, el Sirácide presenta, de un modo casi
único en el Antiguo Testamento, una antropología en la
que la libertad de la que goza el hombre se afirma con
eficacia extraordinaria.
• Ben Sirá, en efecto, no solo enseña, como hace el
Deuteronomio, la posibilidad que tiene el hombre de
elegir entre las dos vías, del bien y del mal –«Ante los
hombres está la vida y la muerte, a cada uno se le dará
lo que prefiera» (Si 15,17; cf. Dt 33,15-20)–,
• sino también la efectiva capacidad de autodecisión del
hombre, a quien Dios dejó
(15,14).
79. • El autor del libro indica
, a la luz
de la cual se esclarecen las categorías de
pecado y retribución.
• La imagen del sabio que emerge de la obra de
Ben Sirá no queda, por tanto, reducida a la
dimensión horizontal de la vida, sino que
adquiere relieve y se engrandece, según la
respuesta de su fe
80. • El libro del Sirácide logra dar un tratamiento
lúcido al tema del pecado:
• explica su origen (25,24),
• la situación de debilidad en la que se encuentra el
hombre después del pecado original (8,5; 21,1-3),
• la condición ruinosa de quienes viven en el
pecado (16,5-14; 41,5-13), hecho que, sin
embargo, no es irreversible, porque Dios «a los
que se arrepienten les permite volver, y consuela
a los que perdieron la esperanza» (17,24; cf.
17,20-29).
81. • Pues: «¡Qué grande es la misericordia del
Señor, y su perdón para los que se convierten a
él!» (17,29).
82. • Con respecto a la doctrina de la retribución,
Sirácide profundiza la doctrina
deuteronomista de la doble vía (cf. Dt 28),
• asignando un premio para el justo también en
esta vida (larga vida, salud, felicidad, hijos,
buen nombre, etc., 1,11-20; 4,11-18, etc.)
• y un castigo para los pecadores (sufrimientos y
muerte prematura: 5,1-8);
83.
84. La muerte
• A pesar de ello, para Ben Sirá la muerte,
consecuencia del pecado (25,24), se presenta
como un dato crucial en la reflexión sobre la
justicia de Dios:
• momento que ilumina el sentido de la
trabajosa vida del justo (7,36; 14,12-19) y que
se revelará terrible para el impío (19,3; 40,1-
11; 41,1-4).
85.
86. • En la segunda parte del libro, el autor lleva a cabo
una meditación profunda sobre la
y sobre los personajes
que los componen.
• Entonces se descubren
:
• Adán es exaltado como superior a todo viviente
(49,16), y la misteriosa partida de esta vida de
Henoc y Elías (44,16; 48,1-11; 49,14) se presenta
como digna de ser venerada, como anticipación
del destino feliz reservado a los hombres justos.
88. • Ben Sirá propone un detallado panorama del
mensaje de la tradición bíblica relacionado
con la moral personal, familiar y social, motivo
por el que el libro ha sido considerado un
compendio espléndido del justo modo de vivir.
• La obra proyecta, en efecto, un amplio
abanico de temas de orden moral:
89. 1. normas que se refieren a la relación con el prójimo, especialmente, con los
padres (3,1-16)
2. y con los pobres y necesitados (4,1-10; 29,1-20);
3. sobre la moral familiar y conyugal (7,19-28; 25-26; 30,1-13);
4. las relaciones sociales (8,1-19)
5. y de amistad (6,5-17; 12,8-18; 22,19-27; 27,16-21; 37,1-6);
6. los consejeros (37,7-15);
7. la salud y la serenidad (30,14-25);
8. el uso sabio de las riquezas (14,3-19; 31,1-11)
9. y de los placeres de la mesa (31,12-31);
10. la constancia en la prueba (2,1-6);
11. la humildad y la paciencia (3,17-30);
12. la discreción al hablar (5,10-15; 19,6-12; 23,7-15);
13. la castidad (23,16-27) y la justicia (27,8-15), y, más en general,
14. sobre todo lo que se refiere al discernimiento del bien y los pecados a evitar
(7,1-36; 12,1-7, etc.).
90. • Para el autor del libro, existe una relación precisa entre el
ofrecimiento de sacrificios agradables a Dios y el
comportamiento interno virtuoso personal, que se
manifiesta en las buenas obras, especialmente, en lo que se
refiere a la justicia hacia el prójimo.
• Por este motivo, Ben Sirá denuncia el sacrificio de los
impíos, que no temen violar el derecho de los pobres (34,
18-26), y
• En los cc. 4-6 queda acentuado el valor cultual de las
enseñanzas sapienciales relativas a la ayuda a los pobres, al
dominio de uno mismo y, sobre todo, a la búsqueda de la
sabiduría.
91.
92. • En lo relacionado con el tema de la figura y papel
de la mujer en el ámbito familiar y social, aspecto
que adquiere un espesor especial en la obra de
Ben Sirá,
• es necesario advertir que el autor ha sido
inculpado en ocasiones por presentar una visión
más bien negativa de la mujer, opinión que se
basa en la lectura de algunos textos dispersos a lo
largo del libro (9,1-9; 19,2-3; 25,13, etc.).
93.
94.
95.
96. • «Dichoso el marido de una mujer buena, el
número de sus días se duplicará.
• Mujer valerosa es la alegría de su marido, él
vivirá en paz todos los años de su vida. Una
mujer buena es herencia valiosa, que toca en
suerte a los que temen al Señor: sean ricos o
pobres, su corazón estará contento, y llevarán
siempre la alegría en su rostro» (Si 26,1-4; cf.
3,2-6; 7,19, 26,13-18, etc.).
97. • Por esto, no parece del todo objetiva la
opinión que pretende tachar a Ben Sirá de
misógino, a través de una lectura parcial de los
textos, sin tener en cuenta de modo suficiente
el contexto de su obra y la época en la que
vivió.
99. • Ben Sirá reafirma, de hecho el señorío del
Señor en la historia, haciendo derivar su
interpretación del concepto de “ḥokmah”.
• En el elogio a los padres (Si 44-50) se descubre
un itinerario, único en su género, trazado por
una serie de cuadros de extensión variada,
que presentan sucesivamente los personajes
bíblicos más representativos de la nación,
según una precisa línea cronológica.
100. • Los personajes son alabados como hombres
«ilustres» y «virtuosos» (44,1.10), de modo
particular por su gran sabiduría (44,15), y
propuestos como paradigmas del justo actuar,
humano y religioso.
101. • La peculiaridad de Sirácide, cuando se
compara con otros textos sapienciales,
especialmente con Sb 10-19, donde las figuras
bíblicas parecen difuminarse pasando a un
segundo plano para dejar lugar a la
presentación de la sabiduría en sí misma,
• es el hecho de que, en este otro libro bíblico,
la sabiduría emerge a través de las acciones de
los personajes concretos de la historia bíblica.
102. Se mencionan unos treinta personajes:
• algunos patriarcas (Henoc, Noé, Abrahán, Isaac y
Jacob),
• otros designados como profetas (Moisés, Josué,
Samuel, Natán, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías,
Ezequiel, los doce profetas menores),
• algunos reyes (David, Salomón, Ezequías, Josías y
varios más),
• y también sacerdotes, cuya sabiduría es puesta
de relieve de modo particular (Aarón, Pinjás,
Simón II).
103. • De todos se mencionan momentos
particularmente significativos de su vida.
• Se podría hablar de una reflexión sapiencial
que, escudriñando la actuación divina
concreta en las grandes figuras de la historia
de Israel, traza con amplitud una teología de
la historia de la salvación.
104. F) EL SIRÁCIDE EN LA TRADICIÓN
NEOTESTAMENTARIA Y CRISTIANA
105. • En base a nuestras consideraciones, el Sirácide
se presenta como un claro testimonio del
desarrollo teológico alcanzado por la tradición
bíblica veterotestamentaria en su fase final,
sobre la que se enraíza el cristianismo.
106. • De hecho, el libro atestigua la existencia,
prácticamente llegada a su conclusión, del conjunto de
libros sagrados de la Biblia hebrea: el prólogo
menciona la clásica división tripartita –ley, profetas y
otros escritos–,
• y en la sección dedicada al elogio de los padres se
mencionan, más o menos explícitamente,
directamente o a través de sus personajes principales,
la mayor parte de los libros de la Biblia hebrea: la Torá,
Josué, Samuel, Reyes, Crónicas, Job, Isaías, Jeremías,
Ezequiel, los doce profetas menores, Nehemías, los
Salmos de David y los Proverbios de Salomón.
107. • Los paralelos de Sirácide con los escritos del
Nuevo Testamento, especialmente con las cartas
de Pablo y Santiago, a pesar de no ser textuales,
• ponen de relieve que el libro gozaba entre los
primeros cristianos de gran estima, confirmada,
como hemos señalado al comienzo de este
estudio, por el título con el que el libro fue
conocido desde el final del siglo II d.C.,
«Eclesiástico».
108. • Un influjo especial tuvo el célebre elogio de la
sabiduría de Si 24, donde la sabiduría es
personificada, siendo ella misma la que toma
la palabra (vv. 3-22).
109. • Este texto, en el que la sabiduría es delineada
como realidad en Dios, que ha actuado y actúa en
la creación y en la historia de la salvación, parece
haber inspirado decididamente, junto a Pr 8 y Sb
7,
• las diversas formulaciones neotestamentarias
sobre la fe en la Trinidad y en la Encarnación,
como son el prólogo del cuarto Evangelio (Jn 1) y
los himnos cristológicos de las cartas paulinas
que encomian la preeminencia de Cristo sobre
toda la creación (Flp 2,6-11; Col 1,15-20).