• 1,1-18: Prólogo: Introducción y sumario a la vida
terrena el Verbo/Palabra encarnado
• El prólogo que sirve de prefacio al evangelio es un himno que
presenta en síntesis el punto de vista joánico sobre Cristo:
• un ser divino (la Palabra/Verbo de Dios [1,1-4],
• que es también la luz [1,5.9]
• e Hijo unigénito de Dios [1,14.18]), viene al mundo y se hace
carne.
• Aunque rechazado por los suyos, otorga el poder de
convertirse en hijos de Dios a los que lo aceptan,
• de modo que participen de la plenitud de Dios,
• don que refleja el amor permanente de la divinidad que
sobrepasa el otorgamiento amoroso de la Ley promulgada a
través de Moisés.
• El trasfondo de esta descripción poética del descenso de la
Palabra al mundo y del futuro retorno del Hijo cabe el Padre
(1,18)
• se halla en la concepción veterotestamentana de la Sabiduría
personificada (especialmente en Eclo 24 y Sb 9),
• que estaba con Dios desde el principio en la creación del
mundo y descendió a morar entre los hombres cuando se
reveló la Ley a Moisés
• De acuerdo con la tradición de que el ministerio del Bautista
está relacionado con los comienzos del de Jesús,
• el Prólogo se interrumpe dos veces, a saber para mencionar a
Juan Bautista antes de que la Luz viniera al mundo (1,6-8)
• y para registrar el testimonio de Juan después de que el Verbo
se ha hecho carne (1,15).
• 1,19-12,50: Parte primera: El libro de los signos: El
Verbo se revela al mundo y a los suyos, pero éstos
no lo aceptan.
• Esta parte del evangelio mostrará a Jesús atrayendo hacia la fe
en él a gentes diferentes, lo que provoca a la vez la hostilidad
de muchos «judíos» contra él.
• Al final (12,39-40), el evangelio cita a Is 6,10 para indicar que
Dios ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones para que
no vean. De este modo, el primer «libro» ilustra el tema del
prólogo (1,11):
• «Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron».
1. DÍAS INICIALES DE LA REVELACIÓN DE JESÚS A SUS
DISCÍPULOS USANDO TÍTULOS DIFERENTES (1,19-
2,11).
• Siguiendo un esquema de días separados (1,29.35.43; 2,1)’2,
• Juan muestra un reconocimiento gradual de quién es Jesús.
Primer día
• En el primer día (1,19-28) Juan Bautista explica su propia
función, rechaza identificaciones laudatorias y predice la
venida de Aquel ante quien se siente indigno.
Segundo día
• Al día siguiente (1,29-34) Juan Bautista explica el papel de
Jesús. Como corresponde a alguien «enviado por Dios» (1,6),
• el Bautista reconoce con aguda percepción que Jesús es el
Cordero de Dios,
• un ser preexistente y el elegido de la divinidad.
Tercer día
• Al día siguiente (1,35-42) Andrés y otro discípulo de Juan
Bautista siguen a Jesús.
• Andrés saluda a Jesús como maestro y mesías, y conduce a
Simón (su hermano) a Jesús,
• quien lo llama «Cefas» (es decir, Piedra = Pedro; cf. Mc 3,16;
Mt 16,18).
Cuarto día
• Al día siguiente (Jn 1,43-51) éste (¿Andrés, Pedro o Jesús?)
encuentra a Felipe, quien, a su vez, halla a Natanael
• y se identifica a Jesús sucesivamente como el personaje
prefigurado por la ley de Moisés y los Profetas, como hijo de
Dios y rey de Israel.
• Jesús les promete que verán cosas mayores aún y habla de sí
mismo como Hijo del hombre sobre el que los ángeles
ascienden y descienden.
• Esas «cosas mucho mayores» parecen comenzar en Cana en el
día tercero (2,1-11), cuando Jesús muda el agua en vino y los
discípulos llegan a creer en él.
• Respecto a la cristología no puede ser accidental el que Juan
sitúe confesiones de fe en Jesús en esos días iniciales
• que contienen muchos de los títulos tradicionales que
encontramos dispersos en los otros evangelios,
• a menudo en momentos posteriores del ministerio del Maestro
(cf. Mt 16,16).
• Es casi como si el evangelista deseara presentar como
elemental la tradición cnstológica conocida por los otros
evangelios
• y comenzar el suyo en un estadio en el que los otros
concluyen.
• Para los otros evangelios la visión del Hijo del hombre
acompañado por los ángeles aparecerá sólo al final de los
tiempos;
• para Juan esto ocurre durante la vida pública de Jesús, puesto
que el Hijo del hombre ya ha descendido desde los cielos.
• Esta sección delinea también el discipulado, Jesús plantea una
pregunta inicial en 1,38;
• «¿Qué están buscando?», seguida en 1,39 por «Vengan y
vean».
• Ahora bien, sólo al permanecer con él es cuando los primeros
seguidores se convierten en creyentes.
• Luego, según un esquema consistente, esos discípulos iniciales
salen a proclamar a Jesús a otras personas
• adquiriendo una percepción cnstológica cada vez más
profunda precisamente por esa acción, como se ilustra con los
títulos cada vez más «elevados» otorgados a Jesús día tras día.
Un contexto de “interrogatorio”
• En esta primera sección aparecen ya algunos aspectos
teológicos peculiares de Juan.
• Una cierta atmósfera legal colorea la narración, por ejemplo
«los judíos» interrogan a Juan Bautista, y éste da testimonio sin
negar a Jesús...,
• una indicación de que alguna parte de la tradición joánica
quedó moldeada en un contexto forense, posiblemente en
alguna sinagoga en la que se interrogaba a los cristianos sobre
su fe en Jesús.
2. DEL PRIMER MILAGRO, EN CANÁ, AL SEGUNDO:
TEMAS DE LA SUSTITUCIÓN Y DE LAS REACCIONES
ANTE JESÚS (CAPS. 2-4):
• cambio del agua en vino; purificación del Templo; Nicodemo; la
samaritana junto al pozo; curación del hijo de un cortesano.
• La escena de Caná es el «primer signo» (2,11); y así, como
ocurre con una puerta giratoria, se cierra la revelación inicial y,
a la vez, se abre la sección siguiente.
• Ésta concluye en 4,54, donde se nos cuenta que la curación de
un funcionario áulico en Cana «fue el segundo signo realizado
por Jesús viniendo de Judea a Galilea».
• El tema de la sustitución está presente en las acciones y
palabras del Maestro en los tres capítulos así señalados.
• En el milagro inicial de Caná (2,1-11), al que Juan denomina «signo», Jesús
substituye el agua obligatoria en las abluciones judías (contenida en tinajas
de piedra con una capacidad en total de más de quinientos litros) por un
vino tan bueno que el maestresala se admira de por qué razón el vino
mejor ha sido guardado para el final. Este vino representa la revelación y
sabiduría que Jesús trae de parte de Dios (Pr 9,4-5; Eclo 24,20[21]) y que
cumple la profecía veterotestamentaria de la abundancia de vino en los
días mesiánicos (Am 9,13-14; Gn 49,10-11). En la narración se entremezcla
un motivo secundario que implica a la madre de Jesús, cuya petición de
tono familiar en favor de los recién casados («No tienen vino») es
rechazada por Jesús porque su hora no ha llegado aún. La persistencia de
la madre, sin embargo —un tributo a las palabras de su hijo («Hagan lo que
él les diga») —, le lleva a cumplir su ruego original.
• Lo mismo ocurre en el segundo signo en Caná, en el que la
insistencia del funcionario real torna victoriosa su petición tras
un rechazo inicial (Jn 4,47-50; cf. Mc 7,26-29). La madre de
Jesús volverá a aparecer a los pies de la cruz (Jn 19,25-27),
donde se completa su incorporación al discipulado al
convertirse en la madre del Discípulo amado.
• En el entretanto, gracias a un versículo de transición (2,12),
• nos enteramos de que ella y los «hermanos» de Jesús lo siguen
hasta Cafarnaúm,
• pero no más allá cuando comience su ministerio público en
Jerusalén.
La sección siguiente (2,13-22)
• está situada en la capital cerca de la Pascua, y trata de la
actitud de Jesús hacia el Templo.
• Esta perícopa tiene paralelos en dos escenas de los Sinópticos:
la purificación del Templo (Mc 11,15-19.27-28 y par.), que tiene
lugar poco antes de que Jesús sea condenado a muerte,
• y la de los testigos en el proceso ante el Sanedrín, en la noche
anterior a la crucifixión, quienes testifican en falso que Jesús
había dicho que destruiría ese santuario (Mc 14,58; Mt 26,61;
cf. Hch 6,14).
• En Juan estas escenas están combinadas y colocadas al
principio de la vida pública; el dicho sobre el Templo aparece
en labios de Jesús
• (pero como «Destruyan» y no como «Yo destruiré»);
• la sustitución no afecta a otro Templo, sino al mismo, que será
levantado de nuevo.
• Dejando aparte la cuestión insoluble sobre qué tradición es
más concorde con la historia, notamos dos motivos teológicos
peculiares de Juan.
• Al presentar el antagonismo de «los judíos» desde el comienzo,
Juan ilustra la total incompatibilidad entre Jesús y los suyos,
que no lo reciben (cf. Jn 1,11).
• Y, segundo, la interpretación de Juan es que el Templo es el
cuerpo de Jesús «destruido» por «los judíos», pero vuelto a
levantar por éste.
• Así, el templo de Jerusalén, convertido en un mercado, ha sido
substituido por el cuerpo de Jesús, el verdadero lugar santo.
• Según 2,23-25, muchos en Jerusalén creyeron en Jesús a causa
de los signos que realizaba, pero él no se fiaba de su fe,
• ya que ésta se detiene en el aspecto milagroso del signo y no
percibe lo que significa.
• Esta observación transicional introduce a un personaje que
desea creer en Jesús y que aparece en la sección siguiente.
La escena de Nicodemo (3,1-21)
• constituye el primero de los importantes diálogos joánicos.
Este fariseo, miembro del Sanedrín, llega a Jesús «de noche»
(es decir, porque aún no pertenece a la luz) y lo reconoce como
un «maestro que procede de Dios». Por medio de esta frase
Nicodemo entiende simplemente «suscitado por Dios»,
mientras que Jesús de hecho ha venido de Dios. Así, Nicodemo
es el portavoz de una fe inadecuada, lo que resulta evidente
cuando Jesús explica que sólo nacer de lo alto permite a
alguien entrar en el remo de Dios, es decir ser engendrado por
el agua y el Espíritu.
• El Jesús joánico habla de la vida verdadera de Dios que se
consigue sólo cuando uno es engendrado por Dios («de lo
alto»), lo cual sucede cuando se recibe el agua del bautismo y
el don del Espíritu de Dios.
• Nicodemo está pensando en un nacimiento natural de una
madre judía, lo que hace al así nacido miembro del pueblo
elegido, pueblo a! que el AT considera hijo de Dios (Ex 4,22; Dt
32,6; Os 11,1).
• Jn 3,6 rechaza tal descendencia, pues lo único que la carne
puede engendrar es carne.
• El Jesús joánico, pues, está sustituyendo radicalmente aquello
por lo que se es hijo de Dios y cuestionando todo estado de
privilegio que proceda de un parentesco natural. La ironía
típica de Juan subyace a 3,9-11:
• a un Nicodemo que viene diciendo «sabemos», pero que no
puede comprender, Jesús le habla en nombre de los creyentes
y contrapone un «hablamos de lo que sabemos y testificamos
lo que hemos visto».
• La segundad de Jesús sobre la necesidad de ser engendrado
de nuevo procede de que él ha venido de arriba.
• El diálogo se convierte ahora en un monólogo cuando
Nicodemo se difumina en la obscuridad de donde vino (hasta
que reaparece aún dubitante, como un seguidor secreto de
Jesús en 7,50-52, y finalmente como seguidor público en
19,39-42).
En 3,15-21
• Jesús proclama por vez primera la teología básica joánica de la
encarnación salvífica: Él es el Hijo de Dios venido al mundo
para traer la vida propia de Dios, de modo que cualquiera que
crea en él tenga vida eterna, de modo que ya está juzgado.
• El testimonio final de Juan Bautista sobre Jesús (3,22-30), que
resume el pasaje de 1,15.19-34,
• se produce en el contexto del bautismo de Jesús (lo que ayuda
a reforzar la referencia bautismal al «agua y al Espíritu» de
3,5).
• La oposición a Jesús por parte de los discípulos de Juan
Bautista permite a éste dejar en claro una vez más lo que él no
es y la grandeza de aquel ante quien ha sido enviado como
precursor.
• La imagen es la del mejor amigo del novio que vigila
protectoramente la casa de la novia (Israel) y espera hasta oír
la llegada del novio (Jesús) que se acerca para conducirla a su
casa.
El estilo del enigmático discurso de 3,31-36
• es típico del Jesús joánico, y parece duplicar lo dicho en 3,7.11-
13.15-18, apoyando así la tesis de los que sostienen que un
redactor suplementó la obra del evangelista añadiendo otros
materiales a lo que ya existía.
• Sin embargo, el contexto sugiere que el que habla es Juan
Bautista.
• Ha sido enviado por Dios al igual que Jesús..., ¿habla por eso
como Jesús?
A continuación 4,1-3
• ofrece una transición geográfica de Judea a Galilea .
• En este viaje Jesús se detiene en Samaría en el pozo de
Siquém/Sicar. El diálogo con la samaritana y su repercusión
constituyen el primer ejemplo completo de la habilidad
dramática de Juan En él el autor ha desarrollado un personaje,
que es más que un individuo, para servir de interlocutor en un
tipo particular de encuentro de fe con Jesús.
• La composición se centra primero en cómo se llega a la fe y en los
muchos obstáculos que se interponen en el camino.
• La mujer, dolida por el injusto trato que los judíos daban a los
samaritanos, no accede a la petición de Jesús de que le dé un poco
de agua.
• El Maestro no replica a la objeción de ésta, pero responde
indicando lo que él puede darle a ella, es decir, agua viva,
• lo que la samaritana malinterpreta como agua corriente,
preguntándole despectivamente si se considera superior a Jacob.
• La ironía joánica indica que Jesús es superior
• Pero, de nuevo, éste se niega a ser mal interpretado y explica
que está hablando de agua que brota para la vida eterna, un
agua que apagará permanentemente la sed.
• Con un toque magistral, Juan describe a la mujer como
sintiéndose atraída por la conveniencia de no tener que volver
al pozo.
• Luego, en un estilo típico joánico, Jesús cambia el centro de
atención hacia el marido de la mujer para progresar en otra
dirección.
• La respuesta de la samaritana es una verdad a medias y la
omnisciencia de Jesús muestra que conoce muy bien lo de sus
cinco maridos y que el hombre con el que vive en esos
momentos no es su marido.
• El hecho mismo de que la historia continúe muestra que el
esfuerzo de Jesús por conducirla a la fe no se verá bloqueado
por el obstáculo de un vida más que imperfecta,
• incluso aunque ella deba reconocer este extremo.
• Enfrentada a un conocimiento tan sorprendente de su
situación,
• la mujer torna finalmente al plano religioso y busca evitar
ulteriores comprobaciones por medio de la referencia a una
disputa teológica entre los judíos y los samaritanos
• sobre si Dios debe ser adorado en el Templo de Jerusalén o en
el monte Garizim, en su propia región.
• Jesús rehúsa de nuevo que le desvíen el hilo del razonamiento
porque, aunque la salvación venga de los judíos, vendrá un
tiempo —ya está aquí— en el que tal cuestión será irrelevante,
ya que el culto en ambos lugares sagrados será reemplazado
por una adoración en espíritu y en verdad.
• Con presteza, la mujer busca una vez más evitar el tema
personal mudando la perspectiva hacia el lejano futuro cuando
venga el mesías, pero Jesús no le permitirá escapar.
• Su respuesta, «Soy yo, el que habla contigo», la enfrenta con
una exigencia perentoria de fe.
En este momento (4,27-39)
• Juan adopta la técnica del doble escenario y cuenta la reacción
de los discípulos cuando vuelven a la escena central, en el
pozo, mientras la mujer, en una escena secundaria, retorna al
pueblo.
• Aunque los discípulos han estado con Jesús, su incomprensión
acerca de la comida de su maestro es tan crasa como la de la
mujer a propósito del agua.
• La dubitante frase de aquélla, « ¿Será acaso el mesías?»,
significa que está buscando un apoyo, proporcionado por los
samaritanos de la aldea, que acceden a la fe cuando se
encuentran con Jesús (4,40-42).
• Las palabras de aquéllos a la mujer, «Ya no creemos por lo que
tú dices, pues nosotros mismos hemos oído»,
• refleja la teología joánica de que todos deben llegar a un
contacto personal con Jesús.
• Es plausible que esta narración refleje la historia de la
comunidad joánica, en la que entraron samaritanos junto con
judíos; pero esto se halla bajo la superficie.
• Es más obvia la continuación del tema de la sustitución (aquí
del culto en el Templo)
• y el contraste entre una fe más apropiada, la de los
samaritanos, y la menos adecuada de los habitantes de
Jerusalén (2,23-25) y de Nicodemo.
El segundo signo en Caná (4,43-54)
• concluye esta subdivisión.
• Se asemeja a la primera historia de Caná en la que la
peticionaria es rechazada, pero persiste y se le concede su
petición.
• La historia del hijo del cortesano es probablemente una tercera
variante de la historia del siervo del centurión, que presenta
dos formas ligeramente divergentes en Mt 8,5-13 y Lc 7,1-10.
• Las variantes son de la clase que puede surgir en la tradición
oral; por ejemplo, un «muchacho» en español puede significar
un hijo o un siervo.
En la secuencia de los temas joánicos
la transición de 4,43-45
• habla también de una fe inadecuada que no
concede honor a un profeta en su propia tierra
(cf. Mc 6,4; Le 4,24).
• Ello establece un contraste con la fe que muestra
el funcionario real,
• pues éste cree que ocurrirá lo que ha dicho Jesús,
vuelve a casa fortalecido por esta creencia y
conduce en último término a toda su casa hacia
la fe (cf. Hch 10,2; 11,14; 16,15.34).
• Jesús había hablado a Nicodemo de ser engendrado o de un
nacimiento de lo alto que da la vida;
• a la samaritana le había hablado de un agua que brota para la
vida eterna;
• ahora Jesús da la vida al hijo del funcionario real.
• Todo esto prepara para una frase clave de la sección siguiente,
en la que el Hijo concede la vida a quien quiere.
3. FESTIVIDADES DEL AT Y SU SUSTITUCIÓN:
TEMAS DE LA VIDA Y DE LA LUZ (CAPS. 5-10);
• SÁBADO: Jesús, el nuevo Moisés, sustituye el precepto del
descanso sabático (5,3-47);
• PASCUA: El pan de vida (la Sabiduría reveladora y la eucaristía)
sustituyen al maná (6,1-71);
• TABERNÁCULOS: La fuente de agua viva y la luz del mundo
sustituyen las ceremonias del agua y la luz (7,1-10,21);
• DEDICACIÓN: Jesús es consagrado en sustitución del altar del
Templo (10,22-42).
• El tema de la vida, desarrollado en los caps. 5-7, dará paso al
de la luz en los caps. 8-10, motivos ambos anticipados en el
prólogo.
• Sin embargo, el tema dominante en estos capítulos es la
secuencia de fiestas judías, que se va desarrollando a la largo
de esta sección (Sábado, Pascua, Tabernáculos, Dedicación).
• Respecto a cada una de ellas algo que hace o dice Jesús ejerce
su función sobre, y hasta cierto punto sustituye, algún aspecto
importante de tales fiestas.
• Jesús cura en sábado y otorga así la vida, lo que conduce a un
diálogo hostil (5,1-47).
• La combinación de un milagro y un discurso/diálogo que
destaca el valor de signo de ese milagro es una técnica joánica
(cf. también Cap. 6).
La curación del tullido en la piscina de Betzatá
• Aquí, con ocasión de una innominada «fiesta de los judíos»,
sábado también (5,9), Jesús cura a un tullido que había estado
esperando su curación en la piscina Betzatá.
• La orden de Jesús de tomar su camilla viola la ley sabática (tal
como se verifica más tarde por las prescripciones codificadas
en la Misná).
• La explicación que Jesús ofrece a «los judíos» no apela a
motivos humanitarios, como en Lc 13,15-16; 14,5, sino a su
autoridad suprema, como en Mc 2,28 par.
Se hacía igual a Dios
• La lógica parece ser la siguiente: aunque la gente no debe
trabajar en sábado, Dios continúa su obra en ese día.
• Dios es el Padre de Jesús, y el Padre ha dado al Hijo poder
sobre la vida y la muerte.
• «Los judíos» comprenden lo que Jesús afirma. «Por esto
buscaban con más ahínco matarlo, pues no sólo quebrantaba
el sábado, sino aún peor: decía a Dios su Padre, haciéndose
igual a Dios» (5,18).
Jesús verdadero Dios
• Así pues, de un modo más claro que en los otros evangelios, en
el de Juan aparece ya al principio
• y consistentemente una antipatía hacia Jesús y una clara
proclamación de su divinidad a lo largo de toda la obra.
¿Un solo Dios?
• Es comprensible que muchos investigadores vean aquí, como
en una fotografía, una doble exposición:
• los recuerdos de una hostilidad hacia Jesús durante su vida
pública sobre los cuales se han superimpuesto experiencias
más tardías de sus seguidores acusados de diteísmo por las
autoridades judías,
• es decir, de hacer un Dios de Jesús violando así el principio
fundamental de Israel: Dios, nuestro Señor, es uno solo.
• La respuesta en 5,19-30 es sutil: el Hijo no hace nada por sí
mismo, sino que el Padre le ha dado todas las cosas.
Cinco argumentos: los testigos
• En 5,31-47 se proponen cinco argumentos como testimonio,
como si estos mismos se hubieran ya utilizado en los debates
sinagogales:
• Dios (Otro) ha testificado en pro de Jesús;
• igualmente lo han hecho Juan Bautista,
• las obras que Jesús realiza,
• la Escritura
• y finalmente Moisés, que escribió sobre Jesús.
• En la Pascua Jesús multiplica los panes y los peces, y pronuncia
un discurso sobre el pan de vida (6,1-71).
• Hay dos relatos sinópticos de la multiplicación de los panes
(seguidos en el primer caso por la marcha sobre las aguas);
• la narración joánica parece estar más cerca del primer relato
sinóptico, y en otros, del segundo.
• La introducción de Felipe y de Andrés como personajes que
preparan la respuesta de Jesús es típica de Juan (1,40.43-44;
12,22);
• este evangelio presenta rasgos particulares que realzan el
simbolismo eucarístico de la multiplicación.
• La combinación de una comida proporcionada
maravillosamente con la marcha sobre las aguas es un eco de
los milagros de Moisés en el éxodo después de la primera
Pascua (maná, el Mar Rojo);
• igualmente la murmuración de 6,41 se corresponde con una
acción similar de Israel en la travesía del desierto (Ex 16,2.8).
• Por eso sigue luego una comparación entre Moisés y Jesús.
• El primero no dio el verdadero pan del cielo, porque los que
comieron del maná murieron (Jn 6,32.58).
• Mientras que el relato de los Sinópticos no nos cuenta la
reacción de aquellos en cuyo beneficio se realizó la
multiplicación de los panes y de los peces,
• Juan presenta a la multitud encontrándose con Jesús al día
siguiente y haciéndole diversos ruegos,
• como prueba de que no penetran realmente en el verdadero
significado más allá de lo milagroso.
• Jesús no ha venido para satisfacer simplemente el hambre
terrenal;
• el discurso que sigue parece ofrecer dos interpretaciones de
cómo puede realizarse esto.
La primera:
• en Jn 6,35-5 la Jesús es el pan de vida en el sentido de que su
revelación es doctrina divina (6,45), de modo que se debe
creer en el Hijo para tener vida eterna.
• Los dichos «El que viene a mí ya no tendrá más hambre» y «El
que cree en mí ya no tendrá más sed» (6,35) son un eco de la
promesa de la Sabiduría divina en Eclo 24,21(20).
Segunda:
• en Jn 6,51b-58 Jesús es alimento en otro sentido, pues
debemos alimentarnos de su carne y de su sangre para tener
vida eterna.
• Los temas de 6,35-5 la aparecen aquí duplicados, pero en el
segundo caso con un lenguaje que evoca la eucaristía.
• En verdad, el dicho de 6,51b «El pan que yo le daré es mi carne
para la vida del mundo» podría ser muy bien la fórmula
eucarística joánica comparable a
• «Este es mi cuerpo dado por ustedes» de Lc 22,19; 1 Co 11,24.
• Tomadas en conjunto las dos partes del discurso de Jn 6
revelarían que Jesús alimenta a sus seguidores tanto por medio
de su revelación como por su carne y sangre eucarísticas.
• Como respuesta algunos de sus discípulos murmuran en contra
de esta doctrina (6,60-61), como habían hecho «los judíos»
(6,41-43.52).
• En el plano del ministerio de Jesús esta reacción desfavorable
se dirige contra su afirmación de los orígenes celestes del Hijo
del hombre;
• en el plano de la vida comunitaria puede reflejar el rechazo por
parte de otros cristianos de una idea elevada sobre la
eucaristía.
• Simón Pedro y los Doce se hallan entre los que no se marchan,
pues comprenden que Jesús tiene palabras de vida eterna.
• (Así, aunque el Evangelio de Juan no habla de los «apóstoles»
ni da una lista de los Doce, inculca el respeto por ellos.)
• La confesión de fe en la escena de los Sinópticos llama a Pedro
«Satán» (Mc 8,33; Mt 16,23), pero en Jn 6,70-71 el demonio es
Judas quien, como ya sabe Jesús, lo entregará.
La siguiente fiesta judía, la de los Tabernáculos (o de
las Cabañas)
• parece que va desde 7,1 hasta 10,21, antes de que se
mencione la fiesta de la Dedicación en 10,22.
• Esa festividad —ocho días de peregrinación en la que los judíos
iban a Jerusalén—, además de celebrar la vendimia de
septiembre/octubre, se caracterizaba por sus rogativas en pro
de las lluvias futuras.
• Una procesión diaria llevaba agua desde la piscina de Siloé como
libación para el Templo, cuyo atrio de las mujeres se iluminaba con
inmensas antorchas..., de ahí los temas del agua y de la luz.
• Tras rehusar una petición de sus «hermanos» que sabe a falta de
fe, Jesús sube a Jerusalén por propia iniciativa y en secreto (7,1-10).
• Las ideas sobre su persona producen divisiones (7,11-15), que
reflejan el tema joánico de que Jesús hace que el pueblo se juzgue
a sí mismo.
• El diálogo de Jesús con «los judíos» en 7,16-36 recuerda la
hostilidad previa a causa del quebrantamiento de la ley de
Moisés y culmina con el aviso de que no se quedará mucho
tiempo, sino que volverá a Aquel que lo ha enviado.
• La sustitución del tema del agua de la fiesta aparece en primer
plano el último día de la festividad de los Tabernáculos en 7,37-39,
• cuando Jesús anuncia que de él mismo (lectura más probable)
fluirán ríos de agua viva, es decir, el Espíritu que recibirán los fieles
cuando él sea glorificado (cf. 19,34).
• La división a causa de Jesús, que conduce a un intento fallido de
detenerlo (7,40-49), trae de nuevo a escena a Nicodemo, quien
defiende a Jesús pero no se confiesa creyente todavía (7,50-52).
• La continuación en 8,12-59 introduce el tema de la sustitución
de la luz de la fiesta al proclamarse Jesús a sí mismo la luz del
mundo.
• Vuelve aquí a aparecer la atmósfera forense de los testimonios
defensivos contra las acusaciones judías;
• la situación se torna muy hostil, es decir, se hacen sugerencias
sobre el nacimiento ilegítimo de Jesús y se acusa a los
adversarios de que su padre es el Diablo.
• La escena concluye con una de las frases más tremendas de las
que el NT atribuye a Jesús: «Antes de que Abrahán existiera,
YO SOY» (8,58),
• lo que produce un intento de apedreamiento a Jesús
(implícitamente, por blasfemia).
• El cap. 9, que describe cómo recobra la vista el ciego de
nacimiento, es la obra maestra de la narración dramática
joánica, y está tan cuidadosamente organizada que no sobra ni
una palabra.
• El motivo de la «luz del mundo» (9,5) y la referencia a la
piscina de Siloé proporcionan una relación laxa con la
festividad de los Tabernáculos, celebrada evidentemente por
Jesús en Jerusalén.
• El ciego de nacimiento es más que un individuo; el autor lo ha
concebido como interlocutor en un tipo particular de
encuentro de fe con Jesús.
• La samaritana ejemplificaba los obstáculos que se oponen en
un primer encuentro a la fe en Jesús.
• El ciego, tras lavarse en las aguas de la piscina de Siloé (este
vocablo significa en hebreo «el enviado», designación joánica
para Jesús),
• ejemplifica a alguien iluminado en el primer encuentro, pero
que llega a ver lo que es realmente Jesús sólo más tarde...,
después de padecer procesos y de ser expulsado de la
sinagoga.
• Esto podría considerarse como un mensaje a los cristianos
joánicos que han tenido una experiencia similar,
• animándolos porque a través de esos procesos se les ha
concedido la oportunidad de acceder a una fe mucho más
profunda que la generada por el primer encuentro con Cristo.
• La serie intensiva de preguntas a la que someten al ciego de nacimiento,
• la creciente hostilidad y la ceguera de los interrogadores que lo expulsan
de ia sinagoga,
• la percepción gradual por parte del ciego cuando le interrogan sobre quién
es Jesús,
• el intento aprehensivo de sus padres de no tomar ninguna posición en pro
o en contra del Nazareno...,
• todos estos aspectos han sido desarrollados por el autor en un drama
que podría llevarse fácilmente a escena para ilustrar cómo con la venida
de Jesús aquellos que dicen ver se han tornado ciegos y los que son
ciegos han llegado a ver (9,39).
• En la secuencia narrativa el discurso metafórico sobre el buen
pastor (10,1-21), aunque tiene una cierta autonomía, está
dirigido a los fariseos, a los que Jesús acusa de ser ciegos en
9,40-41.
• Este pasaje y la descripción de la vid en 15,1-7 son los textos
joánicos más próximos a las parábolas, tan comunes en los
Sinópticos.
Puerta y pastor
• En Juan encontramos una mezcla de metáforas que ofrecen
diferentes medios de ver la misma realidad:
• Jesús es la puerta por la que el pastor accede a las ovejas, y por
la cual éstas entran en el aprisco o salen a los pastos;
• a la vez, Jesús es modelo de buen pastor que conoce a sus
ovejas por su nombre y está dispuesto a dar su vida por ellas.
• En la vida pública de Jesús todo esto iría dirigido a los fariseos,
que son el público de la narración.
• En el plano de la vida eclesial de la comunidad joánica este
discurso podría ser una crítica de otros cristianos que han
introducido pastores humanos que pueden oponerse a las
exigencias de Cristo.
• El famoso pasaje de 10,16 en el que Jesús se refiere a otras
ovejas que no son de su rebaño
• y expresa el objetivo de que haya un solo rebaño y un solo
pastor sugiere que cuando se compuso el evangelio era un
problema la división entre los seguidores de Jesús.
La siguiente fiesta judía, la Dedicación (Hanukkah:
10:22-42),
• celebra la dedicación del altar y la reconstrucción del Templo
de Jerusalén por los Macabeos (164 a.C.)
• después de varios años de profanaciones durante el gobierno
de los monarcas sirios.
• El tema de la fiesta será sustituido cuando en el pórtico del
Templo Jesús afirme que él es al que Dios ha consagrado y
enviado al mundo (10,36).
• Las acusaciones formuladas contra Jesús, ser el mesías y
blasfemar por haber dicho que es el Hijo de Dios,
• se parecen en substancia al contenido del proceso ante el
Sanedrín de los evangelios sinópticos justo antes de la muerte
de aquél (cf. Jn 10,24-25.36 y Lc 22,66-71).
• Jesús se enfrenta a los intentos de lapidarlo y detenerlo, y
proclama provocadoramente:
• «El Padre está en mí y yo en el Padre».
• A modo de inclusión el evangelio hace que Jesús retroceda a
través del Jordán y vaya a donde comenzó la historia en 1,28,
en donde resuena aún el testimonio de Juan Bautista (10,40-
42).
• Esta sección sirve como puente entre el Libro de los signos y el de la gloria. Jesús devuelve la vida a Lázaro (11,1-44), al igual que dio la luz al ciego (cf. 11,37), realizando así el mayor de sus signos; sin
embargo, paradójicamente, esta concesión de la vida lleva a la decisión del Sanedrín de que Jesús debe morir (11,45-53), una decisión que conducirá a su glorioso retorno al Padre. A la curación en el
relato del ciego de nacimiento seguía un diálogo que explicaba el valor de ese signo; pero en la resurrección de Lázaro el diálogo que explica este signo va delante, pues mantener una conversación
después de que Lázaro salga de la tumba habría sido un anticlímax. En ese diálogo Marta cree ya que Jesús es el mesías, el Hijo de Dios (confesión comparable a la de Pedro en Mt 16,16) y que su
hermano resucitará en el último día, pero el Maestro la conduce hacia una fe más profunda. Jesús no es sólo la resurrección, sino también la vida, de modo que quien crea en él no morirá nunca. El
milagroso retorno a la vida de Lázaro cumple las aspiraciones de Marta, pero es solamente un signo, pues Lázaro morirá de nuevo. Por este motivo sale de la tumba envuelto aún con los sudarios del
enterramiento. Jesús viene para conceder una vida eterna no sujeta a la muerte, lo que él simbolizará al salir de la tumba dejando en el suelo su sudario (20,6-7).
• La cantidad de seguidores lograda por Jesús y el miedo a una intervención de los romanos en perjuicio de la nación y del Templo (el «lugar sagrado») provocan la convocatoria de una reunión del
Sanedrín (11,45-53). Caifás, el sumo sacerdote de ese año fatídico, profiere una profecía, aunque es incapaz de saberlo. Da a entender que Jesús debe morir en vez de que perezca el pueblo, pero Juan ve
en ello que Jesús morirá en pro de la nación y en verdad «para reunir a los hijos dispersos de Dios y hacer de ellos uno». Cuando el Sanedrín sella el destino de Jesús y planea cómo matarlo, los versículos
que intermedian (11,54-57) preparan el arresto de Jesús durante la Pascua.
• Las dos escenas que siguen tienen paralelos en los Sinópticos, pero en orden inverso. En Betania, seis días antes de la Pascua, María, la hermana de Lázaro, unge los pies de Jesús (Jn 12,1-11). Esta escena
tiene un estrecho paralelo con la de Mc 14,3-9 y Mt 26,6-13, donde en Betania, dos días antes de la Pascua, una mujer innominada unge la cabeza de Jesús. Ambas formas de la historia presentan el
motivo de ungir a Jesús para su sepultura. La escena al día siguiente, cuando Jesús entra triunfantemente en Jerusalén (12,12-19), tiene también estrechos paralelos con la entrada en la capital de Mc
11,1-10; Mt 21,1-9; Lc 19,28-40, que tuvo lugar considerablemente antes. Sólo Juan menciona las palmas, y la elección de un asno por parte del Maestro parece ser casi un correctivo que orienta la
atención hacia el rey prometido por Zacarías (9,9-10), que traerá la paz y la salvación.
• La llegada de unos paganos señala el final del ministerio público de Jesús (12,20-50), lo que hace que éste exclame «Ha llegado la hora» y que hable del grano de trigo que muere para producir mucho
fruto. La atmósfera se asemeja a la de la oración del huerto, en Getsemaní, en la noche anterior a su muerte en Mc 14,34-36 par. En ambas escenas el alma de Jesús está turbada y triste. En Marcos Jesús
ruega al Padre que pase de él esa hora; en Juan Jesús rehúsa rogar al Padre para ser salvado de esa hora, puesto que para eso había venido..., reacciones diferentes que reflejan lo que más tarde se
llamará la humanidad y la divinidad de Jesús. En Marcos Jesús ruega para que se cumpla la voluntad de Dios; en Juan, por el contrario, para que el nombre de Dios sea glorificado, variantes de las
peticiones del Padre nuestro que reflejan el estilo de la oración de Jesús. La voz que responde desde los cielos en Jn 12,28-29 es tomada erróneamente por un ángel; esto recuerda la aparición de un
ángel como respuesta en Lc 22,43 y la afirmación de Jesús en Mt 26,53 de que, si él quisiera, su Padre le enviaría más de doce legiones de ángeles..., interesantes ejemplos de variaciones dentro de la
conservación de las tradiciones sobre Jesús. La negativa de las muchedumbres a aceptar la proclamación del Hijo del hombre se transforma en Jn 12,37-41 en un cumplimiento de la predicción de Isaías,
a saber, que nunca creerán43. Es cierto que algunos del Sanedrín creen en Jesús, pero por temor a los fariseos y con nulo deseo de confesarlo no proclaman la gloria de Dios (12,42-43). Una vez más
sospechamos que el evangelista tiene en mente a aquellos de las sinagogas de su tiempo que no tenían el coraje de confesar a Cristo. Las últimas frases de Jesús en su vida pública, que resumen el
mensaje joánico (12,44-50), se parecen al sumario-obertura dirigido a Nicodemo en 3,16-21: la luz ha venido al mundo y esta venida es la ocasión de un autojuicio que divide entre los que creen en él y
son librados de las tinieblas y aquellos que lo rechazan y son condenados.
• Lázaro es resucitado a a la vida;
• Jesús es condenado a muerte por el Sanedrín;
• María, hermana de Lázaro, unge a Jesús para la sepultura;
• entrada en Jerusalén;
• final del ministerio público
• y llegada de la hora, marcada por la entrada de los paganos.
• 12,1-20,31: Parte segunda: El libro de la gloria:
• el Verbo muestra su gloria a los que lo aceptan
volviendo al Padre tras su muerte, resurrección y
ascensión.
• Ya totalmente en la gloria, comunica el Espíritu de
vida.
1. LA ÚLTIMA CENA Y ÚLTIMO DISCURSO DE JESÚS
(CAPS. 13-17)
a) Última Cena (cap. 13):
• La cena, lavatorio de los pies, introducción al discurso
(mandamiento del amor; predicción de las negaciones de
Pedro);
b) Último discurso de Jesús (caps. 14-17);
• Parte primera (cap. 14): Partida de Jesús, la inhabitación divina,
el Paráclito;
• Parte segunda (caps. 15-16): La viña y sus sarmientos; odio del
mundo; testimonio del Paráclito; temas repetidos de la
primera parte.