1. EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL21
discernimiento
discernimiento espiritual
Hemos venido reflexionando, en los últimos Camino hacia Dios, acerca de algunos medios concretos que nos
pueden ayudara vivir la gnosis,ese conocimiento práctico a la luz del Plan de Dios al que nos invita San Pedro
en su escalera espiritual (2Pe 1,5-7) para poder configurarnos con el Señor Jesús. En esta ocasión
profundizaremos en otro de esos medios: el discernimiento espiritual.
¿QUÉ ES EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL?
Tomado en un sentido llano, el discernimiento es la acción por la que se busca distinguir, diferenciar, entre dos
cosas que porlo general se nos aparecen como buenas. En el lenguaje coloquial podemos decir que una persona
“sin discernimiento” es aquella que toma las cosas a la ligera, que no es capaz de hacer un juicio cabal sobre la
realidad ni de actuar consecuentemente. La falta de discernimiento puede llevar, en este sentido, a actuar sin
sopesar bien lo que se hace.
Sin embargo, aquí hablamos de un discernimiento “espiritual”. ¿Qué significa esto? Las Sagradas Escrituras
nos ofrecen luces valiosísimas para comprender qué significa discernir espiritualmente. Veamos:
En una ocasión se acercaron al Señor Jesús unos fariseos y saduceos y,con la intención de ponerlo a prueba, le
piden que les muestre una señal del cielo. Jesús les responde evidenciándoles su capacidad de “leer” el clima
observando los signos de la naturaleza: «Ustedes saben discernir el aspecto del cielo», les dice. Sin embargo,
continúa, «no pueden discernir las señales de los tiempos»1. En buena cuenta lo que Jesús les dice es: son
ustedes muy hábiles para discernir el clima, para pronosticarsi habrá tormenta a partir de las nubes que hay en
el cielo, pero no se han dado cuenta de que están rodeados de signos espirituales (los signos de los tiempos) que
hablan de la llegada del Mesías.
También San Pablo en distintas ocasiones exhorta a los cristianos de diversas comunidades a vivir el
discernimiento. Por ejemplo, ante experiencias variadas que se presentaron en la comunidad de Tesalónica, les
dice: «Examinen todo y quédense con lo bueno»2. El término “examinar” se traduce también como “discernir”
y alude a la misma acción. Otro pasaje muy iluminador está en la carta a los Romanos, donde Pablo dice: «No
conformen su mentalidad a la de este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para
poder discernir cuál es la voluntad de Dios; lo bueno, lo que le es agradable, lo perfecto»3.
Para poderdiscernir cuál es la voluntad de Dios, cuál es su Plan de amor para nosotros,San Pablo nos dice que
es fundamental que nos transformemos interiormente según el “hombre nuevo” que es Cristo. La renovación
2. de la mente a la que alude el Apóstol Pablo no se produce tanto por la acción de una ley externa sino que
comienza en el interior del hombre, por la íntima iluminación del Espíritu Santo que nos hace capaces de
distinguir el bien del mal y de seguir el camino del bien. A eso nos referimos cuando hablamos de un
discernimiento espiritual. Se trata de una acción que no sólo se realiza desde nuestro interior sino que además
debe hacerse siempre en presencia y bajo la acción del Espíritu de Dios.
A la luz de lo dicho, el discernimiento espiritual podríamos definirlo como un ejercicio interior que nos lleva a
examinar y distinguir qué situaciones, personas o cosas nos ayudan a seguir el Plan de Dios y cuáles por el
contrario nos apartan de él. De esta forma, abiertos a la acción del Espíritu Santo que nos ilumina y nos impulsa,
podremos darle a nuestra vida una orientación que nos lleve a la felicidad verdadera.
El discernimiento espiritual nos ayudará entonces a ir ganando esa sabiduría, esa “ciencia” de la que hab la San
Pedro. Al discernir espiritualmente buscamos iluminar una situación concreta de nuestra vida con la luz de la
fe, de manera que la elección que hagamos vaya por el camino del amoroso designio de Dios que busca el
mayor bien para nosotros.
¿QUÉ COSAS NOS DIFICULTAN EL
DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL?
Todo aquello que nos aleje de la vida en el Espíritu se convierte en obstáculo para un buen discernimiento
espiritual. Es responsabilidad de cada quien identificar en su interior los propios obstáculos para un recto pensar
y un recto obrar: Terquedad, impaciencia, soberbia, autosuficiencia, pereza mental, o cualquier otro.
Vamos a detenernos aquí en tres obstáculos que nos parecen relevantes: El subjetivismo, la soberbia y los
escrúpulos.
El subjetivismo: Este vicio de aproximación a nosotros mismos y a la realidad nos dificulta examinar y discernir
a la luz del Plan de Dios el mundo que nos rodea, los acontecimientos de nuestra vida y las opciones que
debemos tomar. Mientras más se acentúa mayor será la tendencia a considerar que uno es el centro de todo y a
juzgar desde esa premisa. Para evitar el subjetivismo es también particularmente importante al discernir, no
dejarnos llevar poremociones o por aquello que nos genera una mayor resonancia sentimental. Ciertamente no
se trata de obviarlos, pero sí de reconocer con humildad su justo lugar y que en algunos casos pueden afectar
nuestra objetividad.
Igual atención, a un nivel quizá más espiritual, merece el combate contra la soberbia. Cuando la soberbia se
afinca en la mente y en el corazón resulta muy difícil dar cabida a las mociones e iluminaciones del Espíritu
Santo que podrían estar indicándonos el camino a seguir. Si estamos “llenos de nosotros mismos” difícilmente
podremos discernir a la luz del Espíritu. Seremos, al igual que los fariseos y saduceos delEvangelio, ciegos a
los “signos” con los que Dios nos manifiesta su designio.
También es una dificultad la excesiva meticulosidad que podría llevarnos a convertir el discernimiento espiritual
en una especie de agotadory excesivo examen de todos los detalles de nuestra vida. Si esto sucede podría ser
que estemos cayendo en escrúpulos.
3. Los escrúpulos impiden vivir ese espíritu de libertad que el Espíritu Santo regala a los que viven bajo su
impulso4. San Francisco de Sales es enfático en recomendar que el discernimiento debe aplicarse especialmente
a asuntos de importancia, tales como la elección de vocación, decisiones que puedan afectar el curso de nuestra
vida o que revisten cierta gravedad, asuntos serios de nuestra vida espiritual. En cuanto al resto,
recomienda «hacer libremente lo que nos parece bueno, para no cansar nuestro espíritu, no perder el tiempo y
no ponernos en peligro de inquietud, de escrúpulos y de supersticiones» pues «en las acciones menudas y
diarias, en las cuales la falta misma no es de consecuencia irreparable, ¿qué necesidad hay de mostrarse como
si estuviera uno cargado de ocupaciones, lleno de atenciones y dificultades, y obligado, por tanto, a hacer
importunas consultas?»5.
De lo que se trata es, pues,de discernir a la luz del Plan de Dios las realidades de nuestra vida que lo ameriten
y caminar en la dirección que él nos señala, cooperando así desde nuestra opción fundamental con la acción de
Dios que nos llama, nos sostiene y nos impulsa. ¿Cómo hacerlo? Veamos algunas cosas que nos puedenayudar
a discernir mejor.
¿QUÉ COSAS NOS AYUDAN A VIVIR MEJOR EL
DISCERNIMIENTO?
Ante todo, el empeño por ser personas espirituales, es decir, que buscan vivir en el Espíritu y s egún el
Espíritu. De esa sintonía espiritual brota una cierta connaturalidad que nos permite discernir el Plan de Dios en
situaciones concretas desde la iluminación de la fe y seguirlo con docilidad. Como dice San Pablo, «sivivimos
por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu»6.
En ese sentido la oración es un medio privilegiado para ser hombres y mujeres espirituales. En la oración el
Señor nos encuentra más receptivos y dispuestos a escucharsu voz y las mociones del Espíritu Santo que nos
guían hacia la verdad. En la oración encontraremos el espacio propicio para un recto discernimiento.
Un ejemplo maravilloso de cómo vivir el discernimiento lo encontramos en Santa María. Cuando recibe la
visita del Arcángel Gabriel que la saluda de un modo muy significativo —«Alégrate, llena de gracia»—, María
se queda “pensando”, “discurriendo”, “discerniendo” «qué saludo era aquél». Este breve pero significativo
hecho nos habla de una persona sensible a los signos de Dios, abierta a la acción del Espíritu, dócil a sus
mociones y generosa en su respuesta: «Hágase en mí según tu Palabra».
El ApóstolJuan,porotro lado, nos insiste en la necesidad de vivir en comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo para poderdiscernir espiritualmente. El discernimiento espiritual se funda en la fe en Jesús,Hijo de Dios,
que nos manifiesta plenamente el Plan del Padre7. Sólo a la luz de la fe en Cristo y bajo la acción del Espíritu
Santo podemos avanzar en la madurez espiritual que nos configura interiormente con Jesús de manera que
alcancemos, poco a poco, la sabiduría y sensibilidad para buscar siempre el Plan de Dios y vivir según su
orientación.
Ese camino de configuración con el Señor Jesús pasa, como hemos visto, por renovarnos constantemente en
la transformación de nuestra mente. San Pablo es muy claro al señalar que el «hombre animal (aquel que no
vive según el Espíritu de Dios) no percibe las cosas del Espíritu de Dios; son para él locura y no puede
4. entenderlas, porque hay que juzgarlas espiritualmente»8. Para entender las cosas de Dios debemos tener la
«mente de Cristo»9. Ello implica despojarnos de los criterios que son fruto de nuestro pecado,de los criterios
mundanos que se oponen a Dios y a su Plan para revestirnos de los criterios evangélicos. Será, en ese sentido,
de gran ayuda la meditación constante del Evangelio en la oración. Allí aprendemos a pensar como Jesús, a
sentir como Él y a actuar como Él.
Finalmente, un elemento muy importante es la dimensión comunitaria del discernimiento espiritual. Es decir,
necesitamos la ayuda de otras personas que nos ayuden e iluminen desde su propia experiencia espiritual. Esto
es un signo de humildad y de sana desconfianza en uno mismo. En esta línea, el recurso al consejo espiritual es
una manera muy concreta de examinar nuestra mente y corazón a la luz del Plan de Dios.
Esta dimensión comunitaria del discernimiento se ve en acto de una forma muy clara en los Hechos de los
Apóstoles, cuando la naciente Iglesia se encuentra con la necesidad concreta de atender a las viudas. Los
Apóstoles convocan a una asamblea y juntos disciernen cómo responder a esta necesidad y deciden elegir
algunos hermanos para ese ministerio10. Con este testimonio nos señalan un hermoso ejemplo de
corresponsabilidad y de caminar juntos en la respuesta al Plan de Dios.
CITAS
1Mt 16,3.
21Tes 5,21.
3Rom 12,2.
4Ver Gál 5,1.16.22ss.
5San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, Libro VIII, Capítulo 14.
6Gál 5,25.
7Ver 1Jn 4,13-16.
81Cor 2,14.
91Cor 2,13.
10Ver Hch 6,1-7.
CITAS PARA LA ORACIÓN
El Señor Jesús recrimina a los fariseos no saber discernir: Mt 16,3; Lc 12,56.
5. Discernir la propia conciencia: 1Cor 11,28-29; Gál 6,3-4.
Discernir los carismas: 1Tes 5,21.
Discernir según el Plan de Dios: Rom 12,2.
El Espíritu Santo nos permite discernir: 1Cor 2,10-16
El don de discernimiento de Espiritus...uno de los 9 dones
principales
Opciones
8. El Discernimiento De Espíritus (1 Co 12:10)
El discernimiento de Espíritus es un tema más importante de lo que
entendemos. Si este don espiritual fuera usado con más frecuencia
cuando se están echando fuera demonios, muchos problemas que
afrontamos hoy serían minimizados.
El discernimiento de Espíritus es el tercero de los dones de revelación (la
Palabra de Ciencia y la Palabra de Sabiduría son los otros dos). Éste, es
impartido por el Espíritu Santo, y nos permite penetrar dentro del reino o
esfera espiritual para distinguir entre el espíritu de Satanás (los espíritus
del mal), el Espíritu de Dios y el espíritu humano. Por medio de ese don
podemos discernir el origen de ciertas acciones, enseñanzas,
circunstancias, etc., que han sido inspiradas por los seres espirituales.
Este don es más limitado que los otros dos dones de revelación. La
revelación dada en este ejemplo, está limitada al origen de la conducta
en cuestión. No obstante, el Discernimiento de Espíritus es tan
sobrenatural en su operación como lo son los demás dones. Este don
nos permite tener la percepción que no tendríamos de ninguna otra
forma.
a. La Función Del Don. El Don de Discernimiento de Espíritus nos
confiere un entendimiento sobrenatural de la naturaleza y actividad de los
espíritus. Nos capacita para distinguir entre la actividad de origen divino,
satánico y humano, revelando la naturaleza de los espíritus mismos.
Es fácil confundir las obras del espíritu de Satanás con las del Espíritu de
Dios: Satanás siempre trata de imitar las obras del Espíritu Santo. Él es
conocido por su arte de engañar, es el padre de toda mentira y la
serpiente. Todos esos títulos, significan la apariencia engañosa y
taimada que él usa para producir el mal cada vez que pueda.
Muchas veces su imitación falsa es tan semejante a la real que podemos
fácilmente ser engañados. Si hay alguien presente con el Don de
Discernimiento sobrenatural de Espíritus, tal persona sabrá que la obra
es de Satanás y no del Espíritu Santo.
6. Si la actividad demoniaca siempre fuera impregnada con el mal e
intentos perversos como usualmente imaginamos, no habría uso para
este Don del Espíritu.
En el relato de la muchacha con el espíritu de adivinación en Hechos 16,
Pablo retó al espíritu que quizás habría engañado, con más facilidad, a
otros siervos de Dios.
La joven expuso una declaración perfectamente cierta cuando dijo:
"Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el
camino de salvación", pero el espíritu que estaba hablando era uno del
mal.
¿Por qué tendría un espíritu del mal que promover a los apóstoles de esa
manera? Porque no sería de crédito alguno o de ayuda para el evangelio
o sus ministros el que tal persona les siguiera y, sin duda, haría que
muchos pensaran que ella pertenecía al grupo de apóstoles.
MAS>>>continua.
El discernimiento de Espíritus.
Todos nos encontramos ante problemas y situaciones cuya solución no
se vislumbra fácil, acertada, clara y rápida.
Por: Guadalupe Magaña | Fuente: Escuela de la Fe
La vida humana comporta una gran cantidad de opciones, pues Dios nos creó libres, y puso
nuestra propia realización en nuestras manos. No está exento de dificultades el camino de
nuestra santificación. Todos nos encontramos ante problemas y situaciones cuya solución
no se vislumbra fácil, acertada, clara y rápida. Se nos presentan dilemas. ¿Qué puedo
hacer? ¿Qué debo hacer? Para el no creyente, o para la persona con una fe que no afecta su
vivir diario, la decisión suele basarse únicamente en la razón, pesando los pros y los contras
de las opciones, o en la intuición, fruto muchas veces de las emociones, caprichos o
preferencias. Sin embargo, para quien posee una fe viva y operante, la pregunta «¿Qué
debo hacer?» se convierte en: ¿Cuál es la voluntad de Dios para mí en esta situación? ¿Qué
quiere Jesucristo? Nuestra misión como orientadores consistirá en ayudar a nuestras almas
a discernir qué les pide Dios en las situaciones concretas de sus vidas.
¿Qué entendemos por “Discernimiento de espíritus”?
“Por discernimiento de espíritus se significa el proceso por el cual nosotros examinamos,
a la luz de la fe y en la connaturalidad del amor, la naturaleza de los estados espirituales
que experimentamos en nosotros y en los demás. El propósito de tal examen es decidir lo
7. más posible cuáles de los movimientos que experimentamos nos llevan al Señor y a un
servicio más perfecto de Él y de nuestros hermanos, y cuáles nos apartan de este fin...
Cuando hablamos de connaturalidad del amor nos referimos a un conocimiento de fe y
amor, es decir, no se trata tanto de un razonamiento y de un análisis, sino de ese
conocimiento que procede de la experiencia de alguien a quien amamos .“ (Thomas H..
Green. La cizaña en el trigo, Narcea, 1992, p. 51).
Según su origen hay dos tipos de discernimiento:
A. El discernimiento adquirido.
Se posee por medio del ejercicio y del conocimiento de las personas, por la oración, el
estudio y la experiencia propia.
B. El discernimiento infuso.
Éste es un don de Dios. Un carisma dado para ayudar a los demás. Hay sacerdotes,
religiosos o seglares que, sin una gran formación teológica o espiritual, tienen sin embargo
una gran capacidad de discernimiento y consejo. San José de Cupertino, San Juan María
Vianney (mejor conocido como el santo Cura de Ars), Santa Teresa de Jesús, por
mencionar algunos, son ejemplos de esta capacidad infusa.
La capacidad para discernir los espíritus es una gracia del Espíritu Santo, unida al don de
consejo y de entendimiento.
Para poder comprender mejor la necesidad del discernimiento, partamos de un primer
hecho: somos creaturas amadas por un Dios que ha querido compartir con nosotros su vida,
su amor, y quiere que lleguemos a la plenitud de felicidad para la cual nos ha creado en la
eternidad. Siendo tan bello su plan, ¡cuán importante resulta discernir los caminos que nos
llevan a cumplir su voluntad! Dios no se desentiende de nosotros, vino para habitar entre
nosotros y dentro de nosotros. No sólo se encarnó, además, por nuestro bautismo nos
hemos convertido en su morada. La Santísima Trinidad habita en nosotros por la gracia
santificante. Somos «templos del Espíritu Santo», y gozamos de sus inspiraciones en
nuestra conciencia.
Vayamos a un segundo hecho: debido a nuestra condición de creaturas caídas (pecadoras),
a nuestra inteligencia obscurecida se le dificulta conocer la voluntad de Dios, y a nuestra
voluntad debilitada le molesta seguir esta voluntad aunque la conozca. Nuestras pasiones y
sentimientos se han desordenado; muchas veces parecen niños caprichosos, como bien los
describe San Juan de la Cruz, nunca satisfechos y siempre buscando obtener cuanto nos
piden.
Reconozcamos untercer hecho, hoy muy rebatido, pero que permanece como una verdad en
nuestra fe católica: existe el demonio y sentimos su influencia en nosotros mismos y en el
mundo. Él es el “padre de la mentira”, odia a Dios, y cifra su único interés en apartarnos de
Él, utilizando diversas estrategias.
8. Por tanto, concluimos lógicamente en la necesidad de recibir ayuda para discernir la
voluntad de Dios para nosotros; cuáles movimientos en nosotros nos llevan a verla con más
claridad y a cumplirla, y cuáles nos apartan de ella.
También tenemos necesidad de discernir cuáles «espíritus» son buenos y cuáles son malos,
pues a veces sentimos en nuestro interior varias voces que nos pueden confundir. Veamos
algunos ejemplos. Una joven siente en sí el llamado a hacer algo más con su vida. Se siente
atraída por la vida religiosa, pero por otra parte siente también el deseo de ser enfermera
como su madre, de ser profesora, como su tía… quiere darse a los demás pero se pregunta:
¿Qué querrá entonces Dios? ¿Cómo discernir? Una mujer consagrada, ha estado viviendo
bien, de pronto los problemas la asaltan, todo lo ve negro, oye voces de “deja esto y sal al
mundo” u otros ‘comentarios’ semejantes. Ella se siente dividida interiormente. ¿Qué
hacer? Una hermana que no se siente satisfecha con la cantidad de oración y apostolado que
realiza, quizás podría dar más. ¿Qué hacer?
Para poder discernir auténticamente, necesitamos unas predisposiciones:
1) Deseo de hacer la voluntad de Dios. Necesitamos querer lo que Dios quiere, si no, es
imposible el discernir. El director espiritual debe querer cuanto Dios quiera para esta
persona en concreto y el orientado también debe adoptar una actitud de «firmar el cheque
en blanco» a Dios.
2) Apertura a Dios. Viene implícito en la primera disposición, sin embargo, en ocasiones
queremos elegir según nuestro propio gusto queriendo que sea el gusto de Él. Deseamos
trabajar para Él, pero en el fondo, no nos gusta que sea de verdad el jefe. Dios tiene sus
misterios, en ocasiones resulta desconcertante y «escribe derecho con líneas torcidas».
3) Conocimiento experiencial de Dios. Conocer a Dios significa conocer sus gustos,
conocer lo que le agradaría más. Por eso, también se acude al director espiritual en busca de
alguien que, además de la gracia de estado, tiene tal experiencia de Dios que les puede
ayudar a discernir sus gustos. (Thomas H. Green)
Estas predisposiciones nos confirman la necesidad de que cada una de las mujeres
consagradas sea mujer de Dios para conducir a nuestras dirigidas hacia un conocimiento
personal, cordial, experiencial de Dios. Así se dispondrán siempre a elegir las cosas de su
agrado.
San Ignacio de Loyola señala la materia sobre la cual no se debe discernir:
a) Las elecciones inmutables. Opciones de vida tomadas con seriedad y validez. El
demonio suele tentar y hacer la vida imposible susurrando el replantearse una y otra vez las
opciones serias de la vida: matrimonio, vocación consagrada o sacerdotal. Si se han hecho
con madurez y poseen un carácter de validez, generalmente no pueden tomarse como
materia de discernimiento.
b) Las decisiones ya tomadas debida y ordenadamente. Por ejemplo, la decisión de ser
religiosa respondiendo así al llamado de Cristo.
9. c) Lo malo en sí. Jamás podremos discernir opciones moralmente ilícitas, por ejemplo si
tener un aborto o no, fornicar o no, mentir o no, etc. Nunca deben elegirse acciones
intrínsecamente deshonestas so pena de ofender gravemente a Dios. Ciertamente, en
ocasiones resulta difícil tener una idea sobre la bondad o malicia de una acción
determinada, en esos casos, consultaremos a personas competentes y sólidos en la doctrina
moral.
"¿Qué opina de este artículo? Comparta con nosotros su opinión y participe en nuestros
foros de discusión": Foro exclusivo para Religiosas en Catholic.net