1. MODULO 1: El rol y el perfil del docente universitario de la Universidad del Istmo.
Facilitadora: Lineth Martinez Fuentes
Reflexión Docente
“No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el
mundo de sus sueños, si ustedes ya no creen en esos sueños; no puedes
prepararlos para la vida, si no crees en ella; no puedes mostrar el camino, si
te has sentado, cansado y desalentado en la encrucijada.” (Celestín Freinet)
Tema 1. El rol y el perfil del docente universitario de la Universidad del Istmo.
Pilares de la educación y su relación con la función del docente
La educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de
conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognoscitiva,
porque son las bases de las competencias del futuro. Simultáneamente, deberá hallar y
definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones
más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo
en proyectos de desarrollo individuales y colectivos. En cierto sentido, la educación se ve
obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación
y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.
Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe estructurarse
en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para
cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir,
adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el
propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas
las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge
elementos de los tres anteriores. Por supuesto, es- tas cuatro vías del saber convergen en
una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.
APRENDER A CONOCER
Este punto habla de la adquisición del conocimiento clasificado y codificado de los
instrumentos mismos del saber, y consiste en que cada persona en aprender a comprender
el mundo que nos rodea, para vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades y
comunicarse con los demás. Pues es el placer de comprender, de conocer, de descubrir.
El incremento del comprender mejor las múltiples facetas del propio entorno, favorece el
despertar de la curiosidad elemental intelectual.
En los niveles de enseñanza secundaria y superior, la formación inicial debe proporcionar
a todos los alumnos los instrumentos, conceptos y modos de referencia resultantes del
progreso científico y de los paradigmas de la época.
Aprender para conocer supone, en primer término, aprender a aprender, ejercitando la
atención, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre todo en las sociedades
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dominadas por la imagen televisiva, el joven debe aprender a concentrar su atención en las
cosas y las personas. La vertiginosa sucesión de informaciones en los medios de
comunicación y el frecuente cambio de canal de televisión, atentan contra el proceso de
descubrimiento, que requiere una permanencia y una profundización de la información
captada. Este aprendizaje de la atención puede adoptar formas diversas y sacar provecho
de múltiples ocasiones de la vida (juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos prácticos,
asignaturas científicas, etcétera).
APRENDER A HACER
Aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables. Pero lo segundo
está más estrechamente vinculado a la cuestión de la formación profesional.
Los aprendizajes deben de evolucionar y ya no pueden considerarse mera transmisión de
prácticas más o menos rutinarias, aunque éstas conserven un valor formativo que no
debemos desestimar.
El dominio de las dimensiones cognoscitiva e informativa en los sistemas de producción
industrial vuelve algo caduca la noción de calificación al, entre otros en el caso de los
operarios y los técnicos, y tiende a privilegiar la de competencia personal.
La yuxtaposición de las tareas obligadas y del trabajo fragmentado cede ante una
organización en "colectivos de trabajo" o "grupos de proyecto", siguiendo las prácticas de
las empresas japonesas: una especie de taylorismo al revés.
Muchos servicios se definen principalmente en función de la relación interpersonal que
generan. Podemos citar ejemplos tanto en el sector comercial (peritajes de todo tipo,
servicios de supervisión o de asesoramiento tecnológico, servicios financieros, contables o
administrativos) que prolifera nutriéndose de la creciente complejidad de las economías,
como en el sector no comercial más tradicional (servicios sociales, de enseñanza, de
sanidad, etcétera).
La relación con la materia y la técnica debe ser complementada por una aptitud para las
relaciones interpersonales. El desarrollo de los servicios obliga, pues, a cultiva cualidades
humanas que las formaciones tradicionales no siempre inculcan y que corresponden a la
capacidad de establecer relaciones estables y eficaces entre las personas.
No existe ninguna función referencia laboral; los conocimientos técnicos suelen ser de tipo
tradicional. Además, la función del aprendizaje no se limita al trabajo, sino que debe
satisfacer el objetivo más amplio de una participación en el desarrollo dentro de los sectores
estructurado o no estructurado de la economía. A menudo, se trata de adquirir a la vez una
calificación social y una formación profesional.
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APRENDER A VIVIR JUNTOS
Este punto trata de la violencia impera en el mundo contradice la esperanza que algunos
habían depositado en el progreso de la humanidad. La historia humana siempre ha sido
conflictiva, A través de los medios de comunicación masiva, la opinión pública se convierte
en observadora impotente, y hasta en rehén, de quienes generan o mantienen vivos los
conflictos.
La idea de enseñar la no violencia en la escuela es loable, aunque sólo sea un instrumento
entre varios para combatir los prejuicios que llevan al enfrentamiento. Es una tarea ardua,
ya que, como es natural, los seres humanos tienden a valorar en exceso sus cualidades y
las del grupo al que pertenecen y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás.
La educación tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y
contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos
los seres humanos. Desde la primera infancia, la escuela debe, pues, aprovechar todas las
oportunidades que se presenten para esa doble enseñanza. Algunas disciplinas se prestan
particularmente a hacerlo, como la geografía humana desde la enseñanza primaria y, más
tarde, los idiomas y literaturas extranjeros.
Cuando se trabaja mancomunadamente en proyectos motivadores que permiten escapar a
la rutina, disminuyen y a veces hasta desaparecen las diferencias -e incluso los conflictos-
entre los individuos. Esos proyectos que permiten superar los hábitos individuales y valoran
los puntos de convergencia por encima de los aspectos que separan, dan origen a un nuevo
modo de identificación.
APRENDER A SER
El informe Aprender a ser manifestaba en su preámbulo el temor a una des humanización
del mundo vinculada a la evolución tecnológica. La evolución general de las sociedades
desde entonces y, entre otras cosas, el formidable poder adquirido por los medios de
comunicación masiva, ha agudizado ese temor y dado más legitimidad a la advertencia que
suscitó.
La función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de
pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que necesitan para que sus
talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices, en la medida de lo posible, de su
destino.
En la escuela, el arte y la poesía deberían recuperar un lugar más importante que el que
les concede, en muchos países, una enseñanza interesada en lo utilitario más que en lo
cultural. El afán de fomentarla imaginación y la creatividad debería también llevar a re
valorar la cultura oral y los conocimientos extraídos de la experiencia del niño o del adulto.
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Aprender a ser: El desarrollo tiene por objeto el despliegue completo del hombre en toda su
riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos; individuo, miembro
de una familia y de una colectividad, ciudadano y productor, inventor de técnicas y creador
de sueños.
Competencias del docente universitario: pedagógicas, didácticas, socio-
afectivas, comunicativas y profesional específica.
Competencia
Se concibe como un término en permanente transformación, lo cual se relaciona con los
cambios en los ámbitos económico, político, educativo y cultural planteados por la sociedad
del conocimiento. Como concepto polisémico, también abarca el desempeño del docente
para la educación del siglo XXI.
En el caso de la educación el concepto de competencia se deriva de las teorías
cognoscitivas que implican saberes para la ejecución, saber desempeñarse y saber actuar
en diferentes contextos
Perrenoud (2001) expone que no se puede disociar tan fácilmente las finalidades del
sistema educativo, de las competencias que requieren los docentes para fomentar en el
aula el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Considera que para desarrollar un
ciudadano adaptado al mundo contemporáneo un docente debe ser: “una persona creíble,
un mediador intercultural, un animador de una comunidad educativa, un garante de
la Ley, un organizador de una vida democrática, un conductor cultural y un
intelectual” (p. 5).
En el modelo por competencias las condiciones que se enfatizan en el docente son la de
acompañar el proceso de aprendizaje e impulsar el desarrollo individual de los estudiantes.
Su actuación debe apuntar hacia la apertura de pensamiento, también reconocer los errores
que emerjan en ambos actores durante el proceso educativo, donde de manera conjunta
los analicen y los aprovechen como nueva herramienta para el aprendizaje.
El docente debe coadyuvar en la transformación educativa de las futuras
generaciones que en la sociedad actual no se puede considerar como preparación
terminal o definitiva, sino como una etapa preparatoria para el trabajo, de allí que en
la sociedad del conocimiento se hable de formación a lo largo de la vida (Delors,
1996). Todo ello para dar respuesta al entorno complejo de cambios continuos que se
producen tanto en la sociedad como en el sector productivo, que obligan a la adquisición
de nuevas competencias profesionales y le corresponde al docente contribuir en su
desarrollo. De allí la importancia de su actualización y formación, para asumir los nuevos
desafíos de la profesión docente universitaria.
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Perrenoud (2005) propone las competencias que debe tener el profesor para favorecer la
enseñanza y el aprendizaje en el aula:
1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje.
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes.
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación.
4. Implicar al alumnado en su aprendizaje y en su trabajo.
5. Trabajar en equipo.
6. Participar en la gestión de la escuela.
7. Informar e implicar a los padres.
8. Utilizar las nuevas tecnologías.
9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión.
10. Organizar la formación continua (p. 5).
Se está ante un nuevo período didáctico como núcleo central para el cambio de las
instituciones educativas universitarias. Es decir, su misión pedagógica dependerá en buena
medida, de la actuación del personal académico que la conforma. Implica la modificación
de su actuación para el nuevo modelo en competencias
Docente universitario
El escenario educativo que se plantea en el siglo XXI genera inquietud y una nueva mirada
al concepto de enseñanza ahora basado en habilidades, destrezas de conocimiento que
deben ser asumidas para dar respuesta a los cambios acelerados y profundos desafíos
educativos y sociales. La formación pedagógico-didáctica es uno de los temas que en la
actualidad está abriendo un nuevo discurso, hacia la necesidad de argumentar y aportar
propuestas para la mejora de la docencia (Delors, 1996).
El docente debe saber cómo transferir el conocimiento disciplinar al aula y de ésta a la
realidad, ser capaz de moverse en contextos multiculturales, utilizar los recursos que provee
las tecnologías, ser capaz de trabajar en equipo, estimular la argumentación, desarrollar el
sentido crítico para adoptar una actitud progresiva en cuanto al modo de entender la
relación universidad-sociedad, como también asumir el compromiso social.
Para que el docente pueda dar respuesta a lo que se espera de él, debe poseer los
conocimientos, su estilo particular, la motivación y es importante la asunción de un conjunto
de competencias cognitivas, sociales, emocionales y tecnológicas. Ellas le permitirán
adaptarse para lograr un desempeño coherente con la educación que se precisa en el siglo
XXI en el marco de un conocimiento pedagógico, científico y cultural.
• La competencia es lograda cuando el conocimiento, habilidad y actitud están
equilibradas.
• El conocimiento son los contenidos proposicionales aceptados como verdaderos.
• La habilidad es la capacidad que produce eficiencia en una tarea.
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• La actitud es la postura que manifiesta la ponderación de un valor.
Una fórmula sencilla para definir competencia es:
Cuando el Conocimiento, Habilidad y Actitud se encuentran (en un ser
humano –estudiante) debidamente equilibradas y/o armonizadas, podemos
decir que ha logrado la COMPETENCIA que se busca desarrollar en ellos.
Una definición más precisa es: Competencia es una red de K+H+A que permite la
comprensión, transmisión y transformación de una tarea.
• CONOCIMIENTO (K): Contenidos proposicionales aceptados como verdaderos
mediante algún tipo de justificación teórica.
• HABILIDAD (H): Manifestación objetiva de una capacidad individual cuyo nivel
de destreza produce eficiencia en una tarea.
• ACTITUD (A): Conducta postural y/o situacional que manifiesta la ponderación
de un valor.
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Por lo tanto, para adquirir una competencia se requiere seguir un proceso que permita
adquirir conocimientos, que despierte propicie y perfeccione las habilidades y estimule
las actitudes, basadas en la experiencia y elección de valores.
Fuente: http://www.slideshare.net/FredyApazaRamos/conocimientos-competencias-del-siglo-xxi
Hasta la década de 1990 los docentes se centraban básicamente en los procesos de
enseñanza. La educación basada en las competencias profesionales cobró importancia al
inicio de la década de 2000, como resultado de la transformación del conocimiento como
motor de la economía y factor determinante de la competitividad de los mercados. Las
competencias docentes como contenido de un saber específico tienen una importancia que
se puede reconocer por medio de las siguientes consideraciones:
a) Permiten desarrollar los conocimientos, habilidades y actitudes para que el alumno
se desempeñe en los diferentes ámbitos de la vida social.
b) Constituyen un factor clave para formar a ciudadanos capaces de convivir en
sociedades marcadas por la diversidad y prepararlos para la integración y la
solidaridad.
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c) Son los actores principales en el proceso de mejoramiento de la calidad educativa
que promueve el desarrollo de los valores y actitudes que constituyen el saber, el
saber hacer y el saber ser.
d) Representan un elemento del proceso de aprendizaje que responde a los
requerimientos del proceso productivo, a las formas de organización laboral, a las
nuevas tecnologías de la información y a la actualización permanente e innovadora
de toda profesión.
Las competencias docentes del nivel superior abarcan todo lo que ha tenido relación con
su práctica docente, con su finalidad, con la preocupación por mejorarla y con su
profesionalización. Por ello, para conocerlas es necesario considerar tres asuntos: el
contenido, la clasificación y la formación, es decir, saber qué enseñar, cómo enseñar, a
quiénes se enseña y para qué, desde la perspectiva de las necesidades del desarrollo
económico y social y, más concretamente, de las demandas del sistema productivo
(Barnett, 2001; Álvarez y López, 2009). Este tipo de educación hace evidente el tránsito
de un proceso centrado en la enseñanza a uno centrado en el aprendizaje, lo cual supone
redefinir la organización de los procesos de aprendizaje y las funciones sustantivas de las
instituciones de educación superior.
La competencia abarca el conjunto de capacidades que se desarrollan mediante procesos,
para que las personas sean competentes en múltiples aspectos (sociales, cognitivos,
culturales, afectivos, laborales, productivos), mismos que se construyen y desarrollan a
partir de las motivaciones internas de cada quien.
HABILIDADES CONCEPTUALES, PROCEDIMENTALES Y ACTITUDINALES PARA LA
ORIENTACIÓN Y REFLEXIÓN PEDAGÓGICA
Para ser un buen enseñante es preciso definir que en la docencia requiere tanto condiciones
personales como competencias profesionales y la experiencia práctica. Es decir reconocer
al profesor como facilitador, orientador, asesor del aprendizaje de los estudiantes (Zabalza,
2011). Además, el docente debe ser reflexivo, crítico, creativo, respetuoso, organizado,
persistente, motivador y ante todo, desarrollar del autocontrol y el autoconcepto para
defender su tesis con argumentos y aceptar el cuestionamiento (Rivadeneira y Silva,
2015). Se entiende como competencia pedagógica a una serie de conocimientos,
capacidades, habilidades, destrezas, actitudes que posee el docente para intervenir en la
orientación integral del estudiante. Convertir su práctica en praxis pedagógica es una de las
actitudes más relevantes del profesor que orienta (Vasco ,2011). Las habilidades que el
docente utiliza para desarrollar la clase, se conoce como competencias didácticas
(orientación), es decir el estudio de los procesos de aprendizaje, es la manera de trasladar
a los estudiantes los contenidos sin cambiar la información y transformar a conocimientos
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mediante la (reflexión pedagógica de esa práctica), este proceso se conoce como
competencias pedagógicas.
La aplicación de competencias didácticas - pedagógicas facilitan los
procesos de aprendizaje autónomo, es decir los docentes deben saber conocer,
seleccionar, utilizar y evaluar estrategias de intervención didáctica acorde a las
necesidades contemporáneas. La didáctica es una técnica y un arte para desarrollar
el aprendizaje
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Sociales (capacidad de colaboración y trabajo en equipo que muestra el
docente en la asignatura que imparte)
Tecnológicas (incorporación y dominio de tecnologías de comunicación
e información (TICs) para potenciar el aprendizaje).
El docente universitario debe tomar conciencia del ineluctable cambio de paradigma en el
que él se constituye el agente principal, porque los sistemas, los currículos y los programas
pueden estar muy bien preparados por expertos y tener todas las mejores intenciones, pero
es el docente quien se debe encargar del contenido, que ese documento no quede en letra
muerta, de ahí lo inmanente de la preparación constante y de la transformación de la
perspectiva que tanto los sistemas educativos como las instituciones universitarias estén
presentando para el mejoramiento de la educación, en especial, en el ámbito universitario
que se ha convertido como el culmen de todo el proceso educativo. Puesto que el estudiante
es quien debería cumplir con los requisitos para un excelente desempeño profesional. De
esta manera el docente se convierte en ente principal y transformador de ese proceso que
se quiere tener de los estudiantes como seres integrales, capaces de desempeñarse en un
mundo cambiante con un aceleramiento no visto en épocas anteriores y que demanda
rapidez en el manejo de los conocimientos, en las habilidades y la destreza para poder
competir en este mundo globalizado.
• Mejor profesor: Mejor ciudadano
“Da siempre todo de sí para que sus estudiantes sean tan buenos como él o
mejores que él”
El docente, profesor, maestro o enseñante son términos con los que designamos una
vocación común, la de enseñar. Refieren a uno de los motores fundamentales de la
constitución de las sociedades modernas, que es el de trasmitir a las generaciones
venideras los valores y conocimientos que se consideran trascendentales, dignos y de gran
importancia.
En la actualidad existen diversos y discutidos modelos de docencia que van desde la
atención focalizada hasta la disciplina militar: algunos, más conservadores, consideran al
alumno un ente pasivo que debe recibir el conocimiento de mano de sus tutores, y otros,
más contemporáneos, proponen que alumno y profesor son entes activos en un proceso
mutuo de enseñanza y aprendizaje.
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¿Qué es un buen profesor?
Un profesor es el responsable de enseñar conceptos, procedimiento
o actitudes tanto a jóvenes como a adultos. Si bien los alumnos
pueden aprender espontáneamente por propia iniciativa, un
buen profesor facilita ese aprendizaje e incluso puede
motivar a quienes carecen de una motivación propia en un
principio.
La tarea de enseñar en forma idónea requiere contar con
características que por un lado se refieren a los conocimientos
sobre el tema que va a enseñar, pero por otro lado también se
refieren a aspectos que exceden los contenidos, como la actitud
ante el alumno, su capacidad de adaptarse a diversas situaciones
con flexibilidad y de lograr una buena comunicación.
Un buen profesor da siempre todo de sí para que sus estudiantes
sean tan buenos como él o mejores que él, y es un orgullo para
él que esos estudiantes, todos o la mayoría le sigan los pasos.
Los docentes tienen entonces la misión de mantener viva y
cohesionada una cultura, a la par de potenciar y alimentar el
desarrollo de los talentos y las éticas individuales. Son, si se
quiere, los principales responsables del mundo futuro.
Características de un buen docente
1. Está dispuesto a aprender
El primer rasgo de un buen docente podría parecer paradójico a simple vista, pero como
afirmaba el educador y político venezolano Luis Beltrán Prieto Figueroa: “No puede ser
educador quien ha perdido la capacidad de aprender”.
La enseñanza dista mucho de ser un método único y rígido al cual todos sin distinción deben
adaptarse, ya que el entendimiento se da a través de métodos variados y divergentes.
Un buen docente debe entender esta verdad profunda y estar dispuesto a replantear sus
esquemas, variar sus metodologías y sobre todo a aprender de su propia experiencia de
enseñanza.
2. No descuida la propia formación
Así como los conocimientos se actualizan, un buen docente ha de plantearse retos de
crecimiento que le impidan anquilosarse en sus métodos y en su abordaje de lo que enseña.
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Debería ejercitar la investigación tanto como dedicar
buen tiempo a la preparación de sus lecciones, pues
nada es más desalentador que un docente poco
interesado o poco instruido en su materia.
3. Transmite su pasión por el aprendizaje
El poeta irlandés William Butler Yeats decía que la
educación no era llenar un cubo, sino encender un
fuego. Con ello quería decir que un docente ha de ser
un propagador, un estímulo, que inspire a sus
educandos en los caminos del aprendizaje, y no un
simple repetidor de información. Un alumno bien
educado será aquel que salga del aula con las ganas y
las herramientas para entender más sobre el tema que
estudia.
4. Posee el don de la palabra
Más que nada en el mundo, la herramienta de un
profesor es lo que dice. Por ende, ha de tener
facilidades verbales que le permitan expresarse no
sólo correctamente, sino de distintas maneras en caso
de que necesite variar su abordaje del tema en
cuestión. No siempre tendrá el mismo tipo de oyentes,
después de todo.
5. Cuenta con buenas reservas de paciencia y
empatía.
La comprensividad es clave a la hora de construir un
puente comunicativo entre un docente y sus alumnos.
No todos aprenderán de la misma manera, ni tendrán
las mismas capacidades, ni los mismos talentos, ni las
mismas condiciones familiares. Un buen docente ha
de ser generoso con su atención y con el tiempo que
requieran sus estudiantes para entenderle.
6. Es entusiasta y entregado
La docencia es un oficio que rinde tarde sus frutos. Eso no debería desalentarle. Por el
contrario, el docente ha de poseer una confianza innata en el sentido de trascendencia de
su labor, pues sólo con el tiempo la educación se hace evidente; pero cuando lo hace, por
encima de muchas cosas, se hace notar.
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7. Posee entereza y autoridad
Esto no significa que debe ser un padre castigador o una especie de dictador en el aula.
Todo lo contrario, ha de saber ganarse el respeto de sus alumnos a partir de convertirse en
un vínculo positivo y un modelo a seguir.
Sobre todo, con público difícil como el adolescente o personas en situaciones de riesgo,
eso puede eventualmente implicar imponerse, otorgarse un lugar de autoridad en el aula.
Hay formas inteligentes de hacerlo.
8. Es humilde
Alardear de los títulos obtenidos o ampararse en el cargo que se ocupa es un pobre método
para adquirir el respeto y una mala manera de plantear un vínculo docente.
Los alumnos no están allí para satisfacer el ego del profesor; en todo caso para aprender a
lidiar con el propio. Un buen docente ha de ser accesible y amable, no hace falta estar
siempre sobre un pedestal.
9. Valora y estimula la creatividad
No siempre un examen escrito será la mejor forma de medir el aprendizaje. No siempre lo
que pone el libro será la enseñanza más útil de una sesión.
Un buen docente no olvida que para adquirir información están los libros y las bibliotecas:
a la clase se va a incorporar una dinámica de pensamiento, que bien ha de contemplar la
creatividad, la originalidad y la capacidad de reflexión, por encima de la memorización de
datos duros.
10. Es intuitivo y observador
Los detalles, como dice el proverbio, lo son todo. Un buen docente sabe cuándo
aproximarse a un alumno distante, cuándo exigirle mayores resultados a uno flojo y cómo
evaluar a un grupo de personas de muy distinto potencial.
Se trata de apreciar los procesos individuales de
aprendizaje sin perder la noción de conjunto y de natural
competición. Un docente ideal debe saber de sus alumnos
mucho más que su expediente de notas.
11. Planificación
Un buen profesor podrá organizar actividades para
intercambiar información con los alumnos.
Toda planificación de una actividad comienza con una
meta: que el alumno aprenda determinado contenido.
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A partir de esa meta, un buen profesor podrá organizar actividades, diversos tipos de
información y posibilidades de intercambio con los alumnos de forma organizada.
12. Interacción con la comunidad
Un buen profesor no solo tiene contacto con los alumnos sino también con sus padres,
familiares, otros docentes y directivos.
La relación con todo el personal docente y directivo de la institución educativa le permitirá
planificar actividades conjuntas y resolver problemas.
La relación con el contexto familiar y social de los alumnos le permitirá comprender las
dificultades con las que se encuentran.
13. Responsabilidad
Un profesor al frente de una clase es responsable del aprendizaje de los alumnos. Un buen
docente se hace cargo de esa responsabilidad comprendiendo que su función
debe responder a las necesidades y capacidades de los alumnos.
Un profesor no solo debe cumplir con su tarea, además debe asegurarse de ser lo más
eficaz posible.
14. Contextualizar contenidos
El conocimiento se adquiere con mayor facilidad cuando puede asociarse a otros
conocimientos previos.
Por eso, un buen profesor señala las relaciones entre los nuevos temas y los vistos
previamente en esa materia o en otras.
15. Estimular la iniciativa
Fomentar la participación y valorar los aportes impulsan la iniciativa de los alumnos.
El objetivo de la enseñanza es también entrenar a los alumnos en diversas formas de
razonamiento. Por eso, un buen profesor evita imponer su punto de vista, y por el
contrario fomenta la participación y valora los aportes de los alumnos.
De esta manera favorece que los alumnos sean capaces de desarrollar pensamientos
propios, seguir sus propios razonamientos y ser creativos en diferentes áreas.
10 valores fundamentales para educar en el siglo XXI
1. Flexibilidad: Perder el miedo a los cambios, adaptarse a ellos. Es un valor imprescindible
para las personas en esta sociedad en las que los cambios se han acelerado
exponencialmente. Implica también que la educación debe ser continua, se aprende
durante toda la vida. “Nada es permanente a excepción del cambio.” Heráclito
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2. Curiosidad: Tiene que ver con el espíritu investigador, con las ganas de conocer lo que
nos rodea. Es el motor del aprendizaje. “El aburrimiento se cura con curiosidad. La
curiosidad no se cura con nada.” Dorothy Parker
3. Autonomía: Ser capaz de hacer ciertas cosas por uno mismo, sin depender de nadie.
También tiene que ver con tener ideas propias. “La gente suele decir que tal o cual persona
no se ha encontrado todavía a sí mismo. Pero la autonomía no es algo que uno encuentra,
es algo que uno crea.” Thomas Szasz
4. Emprendimiento: Muy relacionada con la autonomía, es la capacidad de actuar
responsablemente sabiendo lo que se hace (proyecto) y prever las consecuencias.
“Emprender, una forma de ser, una forma de hacer, una forma de vivir... una forma de
enseñar.” Maria Batet
5. Creatividad: Dar soluciones distintas a situaciones comunes o buscar respuestas a
nuevas situaciones. Significa buscar nuevos caminos, cambiar la mirada, la perspectiva...
“La creatividad se aprende igual que se aprende a leer.” Sin Ken Robinson
6. Tolerancia: Es la base para la vida en sociedad. Es tener respeto por las personas con
las que convivimos, aunque puedan tener diferente cultura, religión, opiniones políticas...
“Todos estamos llenos de debilidades y errores; perdonémonos recíprocamente nuestras
tonterías: es ésta la primera ley de la Naturaleza.” Voltaire
7. Cooperación: Colaborar con los demás, compartir ideas, opiniones... nos hace mejores,
da mejores resultados. La cooperación tiene más sentido cuando siendo autónomos
elegimos compartir. “Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo.
Juntos podemos hacer grandes cosas.” Madre Teresa de Calcuta
8. Responsabilidad: Ser conscientes de que lo que hacemos o lo que dejamos de hacer
puede tener sobre los demás o sobre uno mismo ciertas consecuencias. “La libertad
significa responsabilidad. Es por eso que la mayoría de los hombres la ignoran.” George
Bernard Shaw
9. Transparencia: Ser honesto con uno mismo y con los demás. Es un valor fundamental
para trabajar en equipo. “Lo que las leyes no prohiben, puede prohibirlo la honestidad.”
Lucio Anneo Séneca
10.Entusiasmo: Es lo que nos impulsa a actuar, a llevar a cabo cualquier proyecto. “No
dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende
siempre hacia la altura." Rubén Dario
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La relación entre el docente y el estudiante.
El aula es, sin duda, el ámbito fundamental donde el docente despliega sus recursos
personales y didácticos para cumplir con su labor que tiene como ejemplo de comunicador,
para ello es necesario crear una la relación con el alumno.
El cómo de nuestra relación con los alumnos puede y debe incidir positivamente tanto en
su aprendizaje, y no sólo en las materias que impartimos, como en nuestra propia
satisfacción personal y profesional, porque nuestra relación con los alumnos hay que verla
como una relación profesional. Precisamente porque nuestra tarea es una tarea profesional,
no podemos dejar de lado un aspecto que afecta directamente a la eficacia de lo que
hacemos.
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Para generar esta acción es necesario ejercer la didáctica, que es el arte de saber hacer.
Si el docente aprende a enseñar entonces podrá comunicar mejor lo que quiere enseñar y
transmitir, siempre buscando estrategias nuevas. Sin embargo, el alumno no siempre es el
único que aprende y absorbe conocimientos y experiencias nuevas, ya que la acción se
puede dar de manera viceversa; a lo largo de la cursada el profesor aprende del alumno
tanto como el alumno del profesor.
En la actualidad nos podemos encontrar con dos tipos de maestros, cada uno con la
semejanza de que tienen a su cargo un grupo de personas al cual educar y orientar para
que sean personas bien preparadas, pero a su vez estos dos tipos de maestros cuentan
características totalmente diferentes
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Características del docente conductista
Un maestro conductista sólo se limita a enseñar y espera que el alumno aprenda de él, pero
no está dispuesto a también obtener aprendizajes de los alumnos, pues erróneamente cree
saberlo todo, además de que cree que el proceso de comunicación que mantiene con sus
alumnos sólo gira en a una sola dirección, es decir, espera que los alumnos aprendan de
él.
Un maestro conductista basa su autoridad en el poder, por lo que frecuentemente toma
decisiones que involucran a todos los alumnos del salón de clase, pero lamentablemente
no consulta esta decisión con sus estudiantes, muchas veces logrando con esto afectar sus
intereses.
Otra característica del maestro conductista es que en su grupo se crea un ambiente de
pasividad, es decir, el maestro sólo explica la clase y el alumno funciona como un receptor
pasivo, que no está dispuesto a realizar sus propias investigaciones para así poder reforzar
los pocos o muchos conocimientos que el docente le esté proporcionando.
Características del docente constructivista
A diferencia del maestro conductista, el docente constructivista sí está dispuesto a aprender
de sus alumnos, es decir, acepta cualquier opinión por parte de sus estudiantes, que le
favorezca para ser una persona mejor preparada tanto personal como académicamente.
Un maestro constructivista siempre está a la vanguardia de la educación, y está dispuesto
a innovar, además de que tiene un buen manejo de las distintas tecnologías que se tienen
en la actualidad y hace uso de ellas para que sus estudiantes puedan lograr una mejor
utilización de contenidos de las materias.
También un maestro constructivista trata de realizar sus clases bastante dinámicas y no
sólo teóricas, atendiendo de esta forma todos los distintos tipos de aprendizaje de sus
alumnos, teniendo siempre en cuenta que no todos cuentan con las mismas características,
por lo que aprenden de forma diferente. Además, un docente constructivista (al igual que el
conductista) siempre planea con anterioridad sus clases, comprendiendo así de una mejor
manera los temas, para que en el momento que este dictando su clase, pueda resolver
todas las dudas que sus alumnos presenten. La gran diferencia que existe entre la
realización del curriculum de un docente conductista y la de un constructivista es que en
esta última tiende a tener cierta flexibilidad a cambiar el método de la clase, según cómo se
vaya predisponiendo la misma.
19. MODULO 1: El rol y el perfil del docente universitario de la Universidad del Istmo.
Facilitadora: Lineth Martinez Fuentes
Asimismo, es de gran importancia la mirada que tiene un profesor constructivista sobre el
alumno, ya que se garantiza que cada alumno, no solamente comprenda todos los
contenidos dados a lo largo de la cursada, sino que también pueda llevarlos a la práctica
según las diversas experiencias que se le presenten a lo largo de su vida, tanto profesional
como privada. Otra característica importante que posee el maestro constructivista es la
vocación, y esta puede ser la característica más importante de todas, ya que, si se cuenta
con la vocación, entonces el docente podrá desempeñar con éxito su trabajo, pues lo hará
de una manera gustosa, no le resultará frustrante y de esta forma no estará frustrando y
desmotivando a sus alumnos, para que sigan estudiando.
Sin embargo, existen ocasiones donde el profesor tiene un perfil constructivista pero que
por más que intente dictar la clase de una manera, didáctica, dando lugar a cada estudiante
a expresarse, el alumno está ligado a seguir un modelo de cursada conductista. Este suceso
suele pasar mayormente en estos tiempos, donde los estudiantes suelen limitarse a
compartir sus ideas debido a la mala costumbre que le han inculcado tiempo atrás.
En este caso, el profesor es el encargado de deshacer la costumbre conductista que tienen
los alumnos, planeando estrategias pedagógicas de enseñanza, o, por lo contrario,
cambiando el curriculum (que se ha armado previamente del comienzo de cursada)
pensando de qué manera se puede llevar a cabo una clase de modo constructivista.