Entre los años 1730 y 1736, más de cien cráteres en la isla de Lanzarote, Islas Canarias, arrojaron lava, sedimentos y minerales, inundando aproximadamente un tercio de la isla y sepultando veinte pueblos. A pesar de la destrucción, el parque nacional de Timanfaya ofrece un paisaje espectacular que recuerda la Luna o la ciencia ficción, invitando al visitante a imaginar novelas de Julio Verne o H. G. Wells.