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  1. CAPÍTULO 1 Aún recuerdo cuando me citó para hablar con él. Yo no sabía ni como sentirme, si con felicidad o desdicha pues no sé cómo terminaría ese día. Fue un día de diciembre del año 2017, se acercaban las fechas donde el egoísmo se pausa y se crea una atmósfera de paz y felicidad. Nunca pude imaginar el dolor que me causaría el verlo esa noche. Había idealizado una vida junto a él, una familia, proyectos y planes juntos. Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo se transformó en el peor de mis sueños. Me citó en una cafetería cerca de mi hogar, aún recuerdo ese escenario en mi mente. Un cantante de trova al fondo de la cafetería, canciones melancólicas, que solo hacían revolver mis sentimientos, alrededor de nosotros personas con pláticas imperceptibles, sonrisas y risas, parejas enamoradas, etc. Y aunque quería mostrarme con temple estando con él, yo no podía controlar mis emociones y sentimientos, lo único que en ese momento podría hacerlo, era un abrazo de él, un beso y unas palabras de afecto, de esas que hacen sentir tranquilidad y paz al mismo tiempo. Pero esas palabras jamás llegaron. Esa noche él decidió tomar una decisión, esta vez, sin mí. Esa decisión me costó años el superarla. Él decidió tomarse un tiempo en nuestra relación. Recuerdo que cuando me lo dijo, yo me quedé callada, no supe qué decir, pero a la vez, en ese momento empezaron a caer lágrimas de mi rostro. Yo supliqué e imploré que no lo hiciera. Pero todo parecía que la decisión era firme y no la cambiaría. Él sólo decía “por favor, no llores, se van a dar cuenta y pensaran que te estoy haciendo algo”… Si el pudiera estar en mi ser en ese momento, hubiera sabido que mi corazón literalmente se estaba haciendo polvo por dentro. El tiempo se agotaba para tratar de persuadir su decisión, pero no había vuelta atrás, todo estaba dicho. Él me llevó a mi casa, yo ni siquiera quería llegar. Sequé mis lágrimas, abrí la puerta y en la sala estaba mi familia; mis sobrinos, cuñada, hermanos, mis padres. Yo solo dije buenas noches, con una pequeña mueca en mi rostro y me subí a mi cuarto. Esa noche supe lo que dolía el amor, lo que se sentía tener el corazón destrozado y no saber cómo hacer para que dejara de doler. Desde esa noche comenzó mi autodestrucción. CAPÍTULO 2 Mi historia de amor con él comenzó en el año 2014. Lo conocí previamente en los años en que estudiábamos la prepa, sin embargo nunca iniciamos una amistad, fue años después en que un amigo, Alexis, en común me invitó a festejar su cumpleaños en su departamento. Yo estaba insegura en asistir a su fiesta, puesto que mis padres son muy conservadores y la fiesta comenzaba en la noche, situación que a mis padres no les agradaba mucho y a mí me limitaba el tiempo de asistencia y disfrutar la fiesta, aun así, asistí. Acordé una hora razonable con mis padres, para que pudieran ir por mí. Llegué al departamento de mi amigo, los invitados tardaron en llegar, me ofreció algo de beber, una botana, se quedó a charlar un poco conmigo, hasta que nos quedamos sin un tema para conversar. Empezaron a llegar sus amigos, conocidos, etc., personas que no conocía y por el cuál no podía entrar en el mismo tema de conversación ni siquiera para estar en el mismo tono en que
  2. bromeaban. En cierto punto me sentía fuera de lugar, solo veía continuamente la hora de mi reloj y contaba los minutos para ya irme. Hasta que pasadas las horas, llegó él, Omar. Cuando lo vi entrar al departamento, me dije, por fin, alguien que conozco, alguien con quien platicar. Alexis me lo presentó y en ese momento Omar se sentó a un lado mío y conversamos, junto con el resto de sus amistades que también eran amigos en común de Alexis. Omar conversó conmigo como si fuera su amiga de años, eso me hizo sentir muy bien, pues yo ya no me hallaba en el lugar, estaba aburrida y sentía que no encajaba en ese grupo de amistades. El tiempo se me pasó muy rápido, en un dos por tres, ya no deseaba irme del lugar, quería seguir ahí, conversando, pasando un buen rato. Sin embargo, sabía que mi padre llegaría por mí en cualquier momento. Alexis y Omar que insistieron en quedarme un rato más, quería hacerlo, pero con mis padres, ya no podía negociar más tiempo, así es que amablemente me acompañaron a dejarme con mi padre, quien ya estaba esperándome. En el trayecto a casa, pensaba en Omar y me decía, qué bueno que fue a la fiesta, qué bueno que no me dejó sola, qué divertido es él y pude descubrir en ese día algo que me gustaba de él, que era muy sociable y simpático, cualidades que yo no tenía. Días después volví a pensar en Omar. Pero no sabía cómo hacer para tener contacto con él. No recuerdo en ese entonces de tener celular, pero lo que sí recuerdo es que estaba “Windows Live Messenger” que no era más que una especie de chat, a través de internet, por medio del correo electrónico, pero desde la computadora. Por lo tanto, podías dejar recados en ese chat, podían pasar días en volver a revisar el chat y darte cuenta que tenías alguna conversación pendiente. Se me ocurrió decirle a Alexis que le dijera a Omar si aceptaba compartirme su correo electrónico. Recuerdo que la respuesta tardó a mi parecer, talvez un par de días. Cuando por fin me compartieron el correo de Omar, lo agregué a mis contactos y deseaba verlo conectado para poder saber de él, saber si me recordaba, en fin, lo importante era estar en contacto con él. Y así fue, cuando veía su nombre conectado al chat, mi corazón se aceleraba, mi estómago se sentía raro, me ponía nerviosa. No sabía cómo empezar una plática con él, no quería verme insistente. Pero finalmente, él siempre me transmitió tranquilidad y me hacía sentir con confianza al hablar con él. Fueron innumerables las veces que me conectaba solo por él. Hasta que por fin, tuvimos una primera cita, no precisamente de amor. Me acompañó a un lugar del centro histórico de la Ciudad de México, para comprar un accesorio que en ese momento necesitaba para mi laptop. Él se ofreció en acompañarme, pensé que él aprovecharía también para comprar algo en esos lados, pero únicamente me acompañó. Me sentí un poco apenada por esa situación, pues no teníamos la confianza de salir solos, pero a la vez se me hizo un buen gesto, talvez hasta de caballerosidad. Le invité un helado, aun me sentía apenada por el hecho de que me hubiese acompañado, muy apenado el aceptó el helado, nos sentamos algunos minutos en la Alameda. Desde ese momento y hasta la fecha, el centro histórico de la Ciudad de México, me trae gratos recuerdos y disfruto caminar y pasear por esos lugares. No recuerdo tener más citas con él, solo recuerdo que en alguna de las pláticas en el chat me comentó que no tenía en ese momento el
  3. interés de tener novia. Yo por supuesto que tenía expectativas de una relación de noviazgo con él y cuando me dijo eso, yo decidí no conversar más con él de temas que no eran de su interés, como el noviazgo y poco a poco dejé de conectarme al chat o de insistir en conversar con él. El tiempo pasó, las conversaciones eran cada vez menos, mi interés hacia él se había desvanecido. Pasaron meses, talvez más de 10 meses, no lo sé, para volver a saber de él. Volví a saber de él, cuando el hermano de Alexis me invitó (ni siquiera le hablaba, no sé ni porqué lo hizo) a un campamento en “Peña de Lobos” en Jilotzingo Estado de México. Yo le comenté que lo pensaría, pues mis padres nunca han estado como muy a favor de salir a divertirme y no regresar a casa, por lo que esa salida a acampar, ameritaba no llegar un fin de semana a casa. Aunque me motivaba la idea, siempre me ha llamado la atención conocer lugares. Omar me llamó por teléfono días después para saber si iría al campamento, me sorprendió su llamada, pero no le di mucha importancia. Él tampoco aseguró que iría al campamento. La fecha para ir al campamento había llegado, conseguí una casa de campaña, era sumamente grande, talvez más de 5 personas, pero no conseguí otra más pequeña, así es que decidí llevarme esa. No sabía ni cómo era acampar. Llegué a la cita muy puntual, talvez fui la primera en llegar, la impuntualidad de los demás estaba presente. Tiempo después vi llegar a Omar con un amigo de él, Tonatiuh, al que me presentó. Esperamos juntos al resto de las personas que irían al campamento. La plática con Tonatiuh fue amena y yo no me sentía tan fuera de lugar como aquella vez en la fiesta de Alexis. Subimos al “autobús” que más bien era un microbús, ese que contrató el hermano de Alexis, para llevarnos directamente a Peña de Lobos. Éramos un poco más de 10 personas las que estábamos ya arriba del microbús, esperando salir. Yo me sentía tranquila, hasta cierto punto cómoda. Había elegido un lugar en el microbús, para ir lo más cómoda posible, sin embargo en ese momento, mis padres me marcaron por teléfono y bajé del microbús para contestar sin tanto ruido. Cuando regresé, me habían cambiado de lugar, aunque no di mucha importancia, pero ahora que lo pienso, talvez fue algún tipo de estrategia para que Omar estuviera cerca de mí. En el camino me hacían la plática, trataba de estar en sintonía con las bromas de ellos o hacia los demás. Pero yo siempre respeté mi espacio y el espacio de los demás para evitar cualquier malentendido. Es importante volver a mencionar que yo ya no creía en la idea de tener algún tipo de ilusión con Omar, esa idea ya la había desechado meses antes y no era algo que me quitara el sueño, por el contrario, me sentía bien con la amistad alejada que se tenía. Llegamos al lugar después de perdernos algunas horas, bajamos todas las cosas que se tenía, me ayudaron a llevarme parte de mis cosas. Los lugareños nos dieron lugar para acampar y nos dispusimos a armar las tiendas de campaña. ¿Quién sabe armar una casa de campaña? ¡Auxilio! Era un grito que llevaba por dentro, que efectivamente quería decirlo, pero por pena no lo dije. Menos mal que existieron colaboradores que me leyeron la mente y se ofrecieron a ayudarme. Menos mal. Talvez, entre ellos estaba Omar. Una vez puestas las casas de campaña, caminamos hacia la Peña y de paso recolectar madera para hacer una fogata por la noche.
  4. ¡Wooow!, ver un lugar diferente, para mí es algo magnifico. Yo no lo decía, simplemente me impresionaba y en mi mente me decía, gracias por haberte decidido y estar aquí. El ver, oler y sentir parte de la naturaleza, ese bosque, era algo impresionante para mí. Todos se conocían entre sí. Se podría decir que yo y Tonatiuh, éramos los invitados extras para llenar el autobús de esa salida. Así es que hicimos buena mancuerna, seguíamos platicando, bromeando y todo se tornaba agradable, todo de manera desinteresada. Lo que todos teníamos en común, era pasarla bien en Peña de Lobos. Subir a la Peña es una sensación muy agradable, ver todo desde arriba y estar a la altura de esos grandes bosques, imaginar que ahora eres parte de ese lugar y que has pisado ese lugar para un recuerdo más o anécdota, es tan extraordinario. Regresamos de la caminata por el bosque, algunos quisimos descansar en el bosque, algunos otros, decidieron ir a comer, otros a jugar futbol. Tonatiuh tampoco estuvo muy animoso en las demás actividades, por lo que también quiso echarse al pasto y seguíamos conversando. Omar, por el contrario, tiene una personalidad más sociable, pareciera que es feliz donde hay más gente y bullicio, él decidió ir a jugar futbol, parece que el futbol es una de sus pasiones. Pero tiempo después de que yo estuviera echada en el pasto platicando con Tonatiuh, se acercó a mí, se agachó y me dijo susurrándome, ¿qué no te das cuenta que quiero estar contigo? Y terminó con un beso fugaz en mis labios, se levantó y se fue a jugar de nuevo. Me quedé impresionada, sin palabras, boquiabierta. Y en ese momento en mi mente solo pasó lo siguiente… ¿Qué dijo?, ¿Escuché bien? ¿Me lo dijo a mí? ¿Qué le pasa, por qué me lo dijo? ¿Se sentirá bien? Ya no entiendo. Finalmente, nunca dejó de gustarme su personalidad, aunque mi interés había cambiado, en ese momento, noté una actitud diferente hacia conmigo y me gustó la idea de imaginar algo con él. Ese fin de semana fue mágico. Mágico por haber conocido ese lugar y mágico porque él se sentía atraído por mí. Tiempo después me confesó que sintió celos con Tonatiuh, pues compartíamos mucho tiempo de plática. Sin embargo, Tonatiuh y yo, no teníamos ningún interés personal. Esa noche él se quedó conmigo en la casa de campaña que llevé, “El pent-house”, nombrada así por el gran tamaño que tenía a sabiendas que solo la ocuparía yo, sin embargo en ese momento, acepté que Omar se quedara conmigo. Fue una buena elección pues hacia demasiado frío. Y si se lo preguntan, sí, esa noche los besos no pararon, por esa otra razón, la noche fue también mágica. Después de ese día, no nos separamos más, siempre estuvo conmigo, muy atento, muy educado, lo que terminó por gustarme aún más la idea de estar juntos. Peña de Lobos transformó mi idea de campamento, por el inicio de una historia de amor. Pareciera que algo pasó en las emociones de Omar, en un dos por tres, él quería estar conmigo. Y yo, encantada de que fuera así. El 27 de noviembre de 2014 fue uno de mis días más extraordinarios.
  5. CAPÍTULO 3
  6. Lo que he vivido desde hace más de dos años a la fecha, ha sido algo sumamente inesperado. Finalmente agradezco en este momento, lo que viví y pasé. A partir de eso, conocí grandes personas en mi vida, forje nuevas amistades, conocí nuevos lugares, fortalecí mi ser por completo. Hace un año que salgo con un chico que rompió mis esquemas, como el idealizar a una pareja, en describir o realizar una lista larga de cómo debería de ser la persona ideal para mí. He vivido cosas muy lindas, experimentado cosas que en mi vida hubiera imaginado. Y lo mejor de todo es que disfruto hacerlo.
  7. Y aunque todo esto comenzó sin tener en mente algo más, sorpresivamente, trascendió. No sé qué tanto tenga en común con él, en realidad no es algo por el cual me lleve el tiempo pensando en ello, lo que sí es que cuando lo veo, hablo o escribo con él, todo se transforma y como se lo he dicho a él, si antes de conocerlo a él ya era feliz, estando con él, esa felicidad ha trascendido. Él me ha enseñado a disfrutar el momento, el día a día, el aquí y el ahora. Más allá de crear todo un futuro o un proyecto de vida, que en el pasado no me sirvió, hoy agradezco a la vida por tener a una persona totalmente diferente a las expectativas que tenía de un compañero de vida. Es muy sabido que todo es relativo, los peores momentos tienen un plazo de vencimiento, pero lo mismo pasa en momentos de dicha o felicidad, por ello, disfruto cada momento vivido con él, le agradezco mucho y por supuesto que seguiré disfrutando día con día esta hermosa experiencia, sea un día más, un mes más o años, el tiempo ya no importa, será hasta donde tenga que ser y lo disfrutaré, te disfrutaré. Te amo, gracias por tanto mi príncipe.
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