1. LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR.
Queridos amigos: En la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, nos
vamos a fijar en dos personajes: Simeón y Ana, que nos presentan en este relato
al que será gloria de Israel y luz de los paganos, exclamando: “mis ojos han
visto a tu Salvador” (Lc. 2, 30 – 32).
Simeón y Ana lo acogen con admiración y bendición
¿Qué requiere la acogida?
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Requiere receptividad, escucha silenciosa y disponibilidad.
Requiere, abrir puertas y ofrecer hospitalidad, descanso, reposo y fraternidad.
Requiere creer, que el que acoge es enriquecido por otras semillas de esperanza:
ideas, valores y sentimientos distintos a los propios.
La acogida ayuda a redescubrir nuevas posibilidades, a ensanchar y alargar
nuevos horizontes, que cuando los ponemos en acción (como a Simeón y Ana)
nos empujan a caminar y a vislumbrar nuevas realidades.
• Poder ver, sentir y experimentar la salvación nos empuja a “saber recibir y a
saber compartir”.
En la vida, es importante saber dar, pero no lo es menos saber recibir.
Saber recibir, es saber abrirse, tornarse receptivo y disponible.
Sabe recibir, quien sabe agradecer (como Simeón y Ana).
La acogida y el saber recibir, nos invita a compartir ideas, proyectos, realidades,
posibilidades, afectos y sentimientos.
La acogida al otro y del otro, es la gratitud que favorece la empatía, el diálogo, la
ayuda y los proyectos comunes.
¿Cómo es nuestra actitud de acogida y de compartir?
Como Simeón y Ana, abramos los ojos, los oídos, nuestro corazón y nuestros
brazos para acoger la salvación del Señor.
El símbolo de las velas = candelaria, significa la importancia que tiene “saber
acoger y saber compartir” esa luz que recibimos de Cristo, para poder
presentar a los demás la Salvación del Señor, presente entre nosotros.
Gabriel.
Madrid. 2 de Febrero de 2014.Ciclo. A. La Presentación del Señor.