GUIÓN SIN CANCIONES DEL LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO XIII DEL TO. CICLO B. DIA 28 DE JUNIO DEL 2015
1. DOMINGO 13 DEL TO. CICLO B. DIA 28 DE JUNIO DEL 2015
Monición de entrada
En nuestras celebraciones casi siempre nos detenemos más en el Evangelio. Hoy vamos a
fijarnos de forma especial en la Carta de San Pablo a los Corintios.
Nos dice algo que huele a comunismo. Sí, a comunismo cristiano.
Nos dirá frases como éstas:
“No se trata de aliviar a otros, pasando vosotros necesidad; se trata de nivelar. En el momento
actual, vuestra abundancia remedia la necesidad que ellos tienen; y un día, la abundancia de
ellos remediará vuestra falta; así habrá nivelación”.
“Es lo que dice la Escritura: Al que recogía mucho, no le sobraba; y al que recogía poco, no le
faltaba”.
Hoy le llamamos a esto “Comunicación Cristiana de Bienes”
Saludo del sacerdote
Que el Dios del amor generoso y gratuito esté con vosotros …
Pedimos perdón
En un breve silencio, reconozcamos ante Dios nuestra falta de amor, y de generosidad, porque
no estamos dispuestos a compartir nuestras cosas con los que pasan necesidad.
* Tú, que nos das todo sin poner condiciones. Señor, ten piedad,
* Tu, que nos has entregado tu vida entera, Cristo, ten piedad.
* Tu, que nos invitas siempre a tu mesa. Señor, ten piedad
Escuchamos la Palabra
del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24.
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes.
Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no
hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la
justicia es inmortal.
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser;
pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido
pasarán por ella.
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 29.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
2. Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su
bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 8, 7. 9.
13-15.
Hermanos:
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el
cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad.
Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por
vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el
momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia
de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad.
Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le
faltaba.»
PALABRA DE DIOS
ALELUYA.
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida, por medio
del Evangelio.
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 5, 21-43.
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha
gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que
se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña
está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos
médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso
toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús
y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo
tocarle el vestido curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba
curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio
de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: ´´¿Quién
me ha tocado?``»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada
y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó
todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para
decirle: «Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta
que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano
de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que
lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son
éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
3. Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y
sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha
qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se
quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
PALABRA DEL SEÑOR
Homilía
Oración de los fieles
Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras oraciones, para que podamos alegrarnos al
recibir su ayuda:
– Por los ministros de la Iglesia que han consagrado su vida al Señor y por todos los pueblos
que adoran al Dios verdadero, roguemos a Cristo, el Señor: Escúchanos, Señor.
– Para que el tiempo sea bueno y todos podamos gozar de una naturaleza limpia en la bella
sucesión de las diversas estaciones, roguemos al Dios que con sabiduría gobierna al mundo:
Escúchanos, Señor
– Por los que son mas víctimas de la debilidad humana, del espíritu de odio o de envidia o de
los otros vicios del mundo, roguemos al Redentor misericordioso: Escúchanos, Señor
– Encomendémonos mutuamente al Señor, pongamos toda nuestra existencia en sus manos y
oremos con confianza al autor y guardián de todo lo que tenemos y poseemos: Escúchanos,
Señor
Dios nuestro, que en el misterio de tu Hijo, pobre y crucificado, has querido enriquecernos con
tus bienes, escucha nuestras oraciones y no permitas que, mientras anunciemos a los demás la
alegre novedad del Evangelio, nos acobardemos ante la pobreza o la cruz. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Padre Nuestro
Cada Eucaristía es una escuela de fraternidad y de igualdad. Dios comparte con sus hijos todo
lo que tiene: su persona, su palabra, su pan. Él es nuestro Padre y nos quiere a todos por igual,
sin distinciones. Pidamos que venga a nosotros ese Reino de Dios. Por eso todos unidos
decimos: Padre Nuestro …
Nos damos la paz
Para comulgar con Cristo hay que estar en paz con los demás. Expresamos, con un fuerte
apretón de manos, este deseo de vivir siempre como hermanos que comparten con los demás
cuanto tienen, para que no haya diferencias entre los que somos hijos de un mismo Padre.
– La Paz del Señor esté siempre con nosotros.
– Nos damos la Paz del Señor…
Compartimos el pan
4. Jesús nos invita a su Mesa y nos reparte su Cuerpo en la Comunión. Él siempre tiene alimento
para todos. Nunca falta el Pan de la Eucaristía. Se parte y se reparte para que nadie se quede
sin el Cuerpo del Señor. Algo debe decirnos esto a los que comulgamos.
– Dichosos todos, porque estamos invitados a esta mesa.
– Señor, no soy digno…
Oración
Creo, Señor, pero aumenta mi fe
Sabes, Señor, que soy uno de los tuyos,
que creo en ti y formas parte de mi vida,
pero muchas veces vivo como si no existieras,
porque no termino de fiarme en ti del todo.
Quiero tener la fe de la mujer que tocó tu manto,
convencida de que Tú podías sanarle.
Me invitas a levantarme, a no sestear en la mediocridad,
a vivir una vida apasionante,
a trabajar con la misma hermandad que Tú
y a confiar en ti mientras transcurre mi historia.
Tú me impulsas a levantar todo lo que está en mí dormido.
Tú me enseñas que puedo llegar a mucho más.
Tú me haces creer en el ser humano,
con todo lo que tiene de grandeza y fragilidad.
La fe en ti, Señor, me aparta de fatalismos y desesperanzas, porque me haces confiar en las
personas.
Hay mucho dolor en nuestro mundo,
a algunos les ha tocado una vida muy dura…
Hoy te pido que susurres al oído de cada hermano: «Tu fe te ha salvado, vete en paz»…
Bendición final
Nuestra celebración ha terminado, pero Cristo nos ha dado la vida, para que la vivamos, como
él lo hizo, y seamos imagen suya en medio de los hombres. Para ello que la Bendición de Dios
Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. Amén