El documento habla sobre cómo Dios llama a cada persona de manera sorprendente, como llamó a Samuel y a los primeros discípulos. Explica que la vocación es un don de Dios que requiere escuchar la llamada, responder con compromiso y fidelidad a pesar de las dificultades, y dejarse guiar por el Espíritu Santo. También menciona que Dios usa mediaciones como Elías, Juan Bautista y Ananías para ayudar a otros a descubrir su vocación.
HOMILÍA DEL DOMINGO 2º DEL TO. CICLO B. DIA 18 DE ENERO DEL 2015. Todos somos llamados por el Señor
1. TODOS SOMOS LLAMADOS POR EL SEÑOR.
Queridos amigos: En las lecturas de este 2º. Domingo Ordinario, vemos que el
Señor hace sus llamadas, siempre sorprendentes.
Llama a Samuel, que era un niño, y no llama a Elí, el sacerdote que estaba junto
a él:(1ª. Sam. 3, 3 – 19)
Llama a dos de sus discípulos para que le sigan y encomendándoles la misión de
evangelizar (Jn 1, 35 – 42)
El Señor llama a una experiencia de encuentro y de conocimiento: “venid y lo
veréis”; a una inspiración para poder llevar un estilo de vida según los deseos y
aspiraciones del Señor.
El Señor nos sigue llamando a cada uno en una vocación.
Toda llamada exige: oír, ver y responder.
¿Qué es vocación?
Un don y una gracia. Es decir, un signo de amor y de confianza.
Es un signo de humildad de Dios, que se ve necesitado de nosotros para que su
amor sea vivido, experimentado y compartido.
Dios hace sus llamadas sirviéndose de mediaciones y colaboradores:
- Samuel necesita el consejo de Elí.
- Juan y Andrés necesitaron el empuje del Bautista.
- San Pablo necesitó la colaboración de Ananías.
¿Qué exige responder a la vocación?
Comprometernos con el Señor, ofreciendo nuestras manos para acoger y
bendecir; conmover nuestro corazón para amar y perdonar; estar dispuestos
“a hacer el bien y a escuchar a los sin voz”
Exige fidelidad, a pesar de las dudas, cansancios, bloqueos o persecuciones.
Lleva consigo gratuidad y entrega. El Señor no nos deja solos, sino que nos da la
fuerza de su Espíritu para que podamos cumplir con la misión encomendada
Exige asumir desprendimientos y dejarnos enriquecer por la vocación.
Toda vocación tiene que ser cuidada, cultivada y celebrada.
Así podremos responder con el salmista:
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. (Sal. 39, 2 – 4)
Gabriel.