PrimeraExpediciónMisionera
Lima, Perú, 14 de mayo 2017.
Queridas hermanas,
Estoy feliz de compartir con vosotras la alegría de haber vivido, desde nuestro último
encuentro hasta hoy, momentos de gracia y de mucha esperanza.
Nuestra última cita, en la cual se ha recordado a la pionera de la primera expedición
misionera, Sor Ángela Vallese, ha sido preparado en la Inspectoría Jesús Adolescente en Medio
Oriente, donde nuestras hermanas nos han hecho sentir y vivir un gran deseo de paz: paz para Siria,
paz para todo el mundo. Al regresar a Roma hemos celebrado la fiesta de la Pascua y, en el espíritu
del Resucitado, del 17 al 22 de abril, he tenido diversos encuentros con la Conferencia
Interinspectorial de Brasil y con la Red Salesiana Brasil: una experiencia de familia, de fraternidad
y de compartir la vida y la misión. Del 23 al 30 de abril, en Cachoeira do Campo, en la Inspectoría
Madre Mazzarello, hemos realizado en sinergia con el Sector para las Misiones SDB el Seminario
de Animación y Formación Misionera: El Primer Anuncio y la Misión Salesiana. El Seminario
en sí mismo ha sido un gran momento de primer anuncio y ahora deseamos que cuanto allí hemos
vivido se transforme en primer anuncio para todas nuestras realidades en el Continente Americano y
en el Caribe.
Hoy, mientras escribo este mensaje, estoy en visita de animación misionera en la Inspectoría
Santa Rosa de Lima, Perú, que hace poco ha celebrado el 125° de presencia de las FMA en esta
tierra: joven, prometedora, sagrada.
Aquí ha vivido y muerto la gran misionera de la primera hora: Sor Juana Borgna. Sus restos
se encuentran bajo el altar de Madre Mazzarello, en Lima, en la Capilla de Breña.
Podemos contar muchas cosas de Sor Juana Borgna… Es la misionera que entre las seis de
la primera expedición vivió más tiempo. Murió a los 85 años, después de 68 años de vida misionera
ad gentes. Cuando partió de Génova para Uruguay tenía 17 años de edad y 2 meses de profesión.
Trabajó en estrecha colaboración con Sor Ángela Vallese y con ella entró a la Patagonia en 1880.
Os invito a conocer más la vida de Sor Juana Borgna leyendo el volumen Facciamo Memoria de
1945. Son páginas y páginas de entusiasmo misionero, de resiliencia, de obediencia en la fe, de
alegría de poder servir sin jamás cansarse. Además es interesante ver el video de Sor Juana Borgna
preparado por las hermanas de Perú, el cual podréis encontrar en el enlace:
https://youtu.be/FTR1VmzA_kA.
Sor Juana Borgna comenzó la vida misionera en Uruguay, después pasó a Argentina
(Patagonia), en seguida fue enviada a Ecuador y después a Perú. En este 14 de mayo deseamos
dedicar nuestra oración a las Inspectoría donde vivió Sor Juana Borgna, de modo particular a la de
Ecuador y a la de Perú. Os pido de haceros cercanas en la fraternidad y en la oración con las
hermanas que hoy, en Ecuador y Perú, trabajan generosamente con el corazón del carisma de Don
Bosco y de Madre Mazzarello y, como Sor Juana Borgna, viven el ardor misionera 24 sobre 24
horas al día.
Queridas hermanas, también yo os aseguro mi cercanía y os hago el regalo de mi oración
propiamente delante de la tumba de Sor Juana Borgna, como podéis ver en la fotografía adjunta a
este mensaje. Allí os he recordado a todas, he pedido al Señor por intercesión de Sor Juana Borgna,
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el don de la salud del cuerpo y del espíritu, he implorado el don de muchas vocaciones misioneras
para el Instituto y para toda la Iglesia.
Ahora os regalo un breve testimonio que viene de la Inspectoría Sagrado Corazón (ECU)
sobre Sor Juana Borgna. Hagámoslo motivo de oración personal y comunitaria. Como Sor Juana,
dejémonos guiar por el Señor en las pequeñas y grandes ocasiones de nuestra vida, y a Él le
ofrecemos todo nuestro ser, para que sea conocido y amado por los jóvenes, niños, familias,
personas con las cuales nos encontramos cada día, con cuántos todavía no han escuchado hablar de
Él…
«El 22 de febrero de 1908 llega la Madre Juana Borgna, delegada de la Superiora
General, al Ecuador, encargada de las dos Visitadurías de Perú y Ecuador. La primera
actividad que realiza es la visita a las hermanas de la misión de Gualaquiza; pasa con ellas
casi un mes consolándolas y animándolas, en la soledad y desamparo de la selva. Ecuador
vive un momento histórico difícil donde solamente los héroes o los santos podían dar batalla,
sin dar una paso atrás; como Visitadora ya conocía esta nación con sus problemas, y las
fundaciones hechas hasta el momento con el impulso de Don Rúa y Madre Catalina Daghero,
fundación de Gualaquiza (1902), y del Corazón de María en la ciudad de Cuenca, (1904). La
misión de Gualaquiza está en el corazón de la selva donde ni las mismas fieras y víboras se
sentían de poder vivir: lluvias torrenciales, vientos que se llevaban el techo de la frágil choza
donde las hermanas vivían al amparo del Padre Dios, sin pan ni abrigo, sin luz ni seguridad
alguna, en compañía de la luna, las estrellas, un sol sofocante y agotador, lejos, muy lejos de
los nacientes poblados.
El corazón amoroso y samaritano de la madre Juana, no pudo soportar esta dura
realidad. Ora, ora mucho, consulta a las superioras de Italia, ofrece sacrificios para discernir y
ver la voluntad del Señor sobre esta fundación y con valentía decide retornar y llevarse a sus
hermanas hasta que se creen las posibilidades humanas mínimas para su reapertura. Dice al
respecto Sor Elisa Cortez que vivió esta difícil experiencia: “la pobreza extrema no le asustó,
oraba sin descanso y lloraba con nosotras, pero le abrumaba los peligros de todo género,
que corríamos y las deudas que habíamos contraído para subsistir, entonces no le quedó otro
remedio que salir de la selva, para mendigar como seglar en la ciudad de Cuenca”. A su
retorno, después de un mes, sin medir las penurias del viaje a caballo y a pie, pagó las
deudas hasta de la capellanía antes de llevarnos”.
Ciertamente Sor Juana era una mujer anclada en Dios, de temple, no cierra la casa por
flojera, la crisis no tenía remedio y la madre decidió la salida de las hermanas. La selva quedó
nuevamente en soledad hasta que el Señor indique el nuevo retorno de las FMA a Gualaquiza.
La Madre Juanita se empeña en compartir con las comunidades la experiencia vivida
en Mornés: el amor a Dios, hecho oración, entrega y servicio a los hermanos. Movida por el
ardor misionero y las necesidades de la Iglesia del Ecuador, funda el Asilo San José en la
población del Sígsig, provincia de Azuay (1908); el “Asilo Sotomayor y Luna”, hoy Colegio
“María Auxiliadora” en Guayaquil (1.911), y la casa “María Auxiliadora de Chunchi”, la
provincia de Chimborazo (1912), obras, todas dedicadas a la evangelización y a la educación
de las niñas y adolescentes del pueblo, para las más pobres. Obras que nacieron de la voluntad
de Buen Dios, del esfuerzo y del sacrificio de las hermanas, y del apoyo incondicional de los
padres de familia o de Juntas de Beneficencia que ambicionaban mejores días para sus hijos y
para las generaciones venideras. En cada una de las fundaciones la Madre Juana estuvo
dinámicamente presente, para conocer los lugares, las personas y encontrar los recursos y
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proceder a las firmas correspondientes. En todos los lugares fue recibida con alegría,
confianza y reconocimiento». (Z. P. T. fma)
Queridas hermanas, concluyo este mensaje agradeciéndoos por el esfuerzo en participar en la
GRAN EXPEDICIÓN MISIONERA. Os recuerdo que en el mes de abril cada Inspectoría ha sido
invitada a discernir junto con las hermanas un gesto profético para asumir en la comunidad
Inspectorial el día 14 de noviembre de 2017. Confirmo cuanto ya he dicho en el mes pasado: Me
gustaría recibir en los próximos meses de cada Inspectoría el gesto profético y las consecuencias
significativas de cada comunidad y en el corazón de todas las FMA para que se reavive en el
Instituto el ardor misionero de los orígenes y suscite nuevas vocaciones misioneras ad gentes.
Os saludo con afecto augurándoos un mes de mayo fecundo en compañía de María, Auxilio de los
Cristianos. El próximo 24 os recordaré en la Basílica, en Turín, con alegría y agradecimiento
delante de la Virgen de Don Bosco.
Consejera para las misiones
alaide@cgfma.org
Sor Alaíde Deretti y algunas hermanas del Perú
delante de la tumba de Sor Juana Borgna,
misionera de la primera hora.