1. Resumen
TRABAJO Y CONVIVENCIA
Carlos Molina Jiménez
INTRODUCCIÓN
Por Byron Rabe
El libro de Carlos Molina Jiménez, nos da una visión general de una serie de
planteamientos éticos y morales, que afectan no sólo la vida en el trabajo,
sino el actuar diario del individuo dentro de la sociedad. La ética debe partir
de fundamentos que no la comprometan con algún particularismo cultural en
especial, y que le permitan estar abierta al examen y reflexión por parte de
cualquier ser humano. Estudia las cuestiones morales en referencia al
mundo tal como es y a los seres humanos tal como efectivamente se
comportan. En este sentido, se procura situar siempre esas cuestiones en el
contexto de otras exigencias divergentes y aun contrarias. Porque es así
como de hecho ocurren las cosas, es decir el ser, aunque el deber ser es un
continuo para el análisis del tema.
La dimensión moral del ejercicio profesional resulta decisiva para la
eficiencia, la eficacia, el aporte social de las profesiones. En este sentido
debemos considerar los códigos y normas morales que rigen en nuestra
cultura y contexto. Cuáles son los criterios sobre el mal y el bien que
permanecen vigentes. Y es que no debemos desentendernos de estos
criterios aunque podamos argumentar múltiples razones. El juicio moral
estará presente, y dependiendo de nuestra actitud hacia ellos, de los valores
que tengamos vigentes, así será la respuesta que daremos a través de
nuestras acciones, es decir, la conducta moral. Quizás es oportuno recordar
que para definir si algo en particular, es moralmente malo, basta con
preguntarnos si se lesiona algún derecho de los demás, si se atenta contra
los intereses legítimos de estos, si se obstruye el logro del bienestar general,
si se está incitando a otros a seguir una conducta que provoca alguno de los
efectos señalados, o si alguien se está causando un daño injustificable a si
mismo. De no ser así, se entiende que el acto no genera implicaciones
morales. Si a esto agregamos la regla de oro de la moral: no hagas a otros lo
2. que no quieras que te hagan a ti, estaríamos definiendo de manera sencilla
un comportamiento moralmente aceptable. Tan sencillo como eso. Pero si
es tan sencillo ¿por qué hay tanta transgresión a la ética y a las normas
morales? Bueno, simplemente porque cada individuo responde a sus propias
necesidades e intereses y, por supuesto, a sus propios valores. Y puede
estar dispuesto a correr riesgo en función de lo que desea obtener, es decir,
nuevamente caemos e el plano del ser. Como dice Molina: “La ética existe
porque la moral es un fenómeno social complejo y de difícil aprehensión; un
fenómeno que necesita ser estudiado para ser entendido.”
En el plano del trabajo, en especial a nivel profesional, es el modelo
deontológico el que más se presta para explicar y analizar el comportamiento
profesional en el ámbito moral. Y es que este puede tomar como base la
regla de oro. Se dispone a cumplir con el deber ser, orientado a la dignidad
humana. Los derechos y deberes en el desempeño de cualquier profesión,
se relacionan con las expectativas reciprocas de los diferentes actores
participantes, es un proceso de mutuo interés, en el que cada quien espera
obtener lo que el otro le puede dar. No se debe perder de vista lo que
Molina señala sobre que el trabajo no responde, en forma primaria, a un
propósito de gratificación personal; no se realiza en lo fundamental, con
vistas a la satisfacción inmediata de su agente. El trabajo se efectúa para
obtener una utilidad. Y el profesional espera obtener un producto de su
trabajo, al igual que lo espera obtener el cliente. El punto central de la
discusión se sitúa entre esa relación que se da entre el esfuerzo y la
retribución, y esta relación puede dar como resultado serios problemas
morales, sobre todo en función de lo que cada quien considera justo. A pesar
de la firma de contratos, alguno de los intervinientes en esta relación, puede
sentirse traicionado, engañado o utilizado. Por eso es que compete al campo
de la ética, puesto que un contrato debe respetarse, pero un sentimiento de
engaño repercute en la imagen y futura actuación del profesional. Esos
efectos indirectos que han cobrado mucha relevancia, pero que se relacionan
con el juicio moral. Algo tan sencillo como lo que estamos viendo ahora con
las comisiones de postulación que someten a escrutinio público el actuar de
los candidatos. Algunos de ello podrían haber actuado, dentro del marco de
3. la ley, y haber defendido a un supuesto narcotraficante o a un supuesto
genocida. La opinión pública lo señala, le hace un juicio moral y le pasa la
factura; aunque este haya actuado con el libre derecho de ejercer su
profesión y defender a quien se lo requiera, recibe un castigo moral.
RESUMEN
El estudio de la ética profesional puede ser oportuno en todas aquellas
ocasiones en que la ignorancia, la ligereza de juicio, la falta de amplitud en la
visión de los problemas, la impericia en el calculo de las consecuencias,
juegan un papel relevante en la definición del rumbo de la acción. Y estos
casos no son infrecuentes ni poco importantes. Vivimos en un mundo de
hechos, objetos, procesos; es decir, en un mundo de cosas que son, en el
mundo del ser. La que es, nos rodea por todos lados e, incluso, nosotros
mismos somos. Sin embargo, existe otro aspecto que no es tan obvio, pero
probablemente tiene igual importancia. Se trata del deber-ser: Así como
estamos instalados en el ser, en el conjunto de las cosas que son, también
estamos instalados en el deber-ser. nuestra vida se lleva a cabo
simultáneamente en el orden del ser y en el orden del deber ser.
En todas las sociedades hasta ahora conocidas, puede verificarse que,
además de las cuestiones planteadas en términos de verdad o falsedad, de
bello o feo, de saludable o insalubre, de eficiente o ineficaz, de distinguido o
burdo, de sagrado o profano, hay ciertas cuestiones que se plantean en
términos de bueno o malo. Esto ultimo constituye el reino de la moral, la
dimensión de la vida social que llamamos el fenómeno moral.
El código moral: En todas las sociedades existen códigos morales que
difieren notablemente entre sí. Las normas morales que forman parte de
los códigos son de diverso tipo: algunas son prohibiciones ("no matar"); otras
son mandatos o imperativos (cumplir con los compromisos adquiridos); otras
tienen carácter permisivo. Los Criterios de Bien y Mal que Competen a tres
niveles: la convivencia, la relación del ser humane consigo mismo; y la
relación del ser humane con la naturaleza. El juicio moral, cuando se
presenta una situación ante la que debemos actuar, solemos formular juicios
4. morales anticipados para evaluar las diferentes opciones a seguir. los juicios
morales nos sirven para decidir que hacer, tomar posición ante determinadas
formas de conducta, así como para intentar dar explicaciones acerca de la
validez moral de ciertos actos cuestionados. La conducta moral constituye
un sometimiento voluntario a normas de acción que el agente ha adoptado
tomándolas de la sociedad en que vive o, con mayor precisión, del ambiente
social particular en que se desenvuelve. Los actos que cabe juzgar según
criterios morales se clasifican en: actos propiamente morales, actos
inmorales y actos amorales. EI sentimiento moral encierra varios aspectos.
En primer lugar se presenta como un sentimiento de simpatía, es decir como
una sintonización con el sentir de los otros que nos permite participar, en
cierto grado, de sus vivencias (sufrir con ellos, alegrarnos con ellos). En
segundo lugar, esta la reacción emocional que sentimos ante las conductas
susceptibles de calificación moral. frecuencia; son muy importantes para la
motivación de nuestra propia conducta y para efectos de valoración en
nuestros juicios morales.
Anatomía del acto moral. El acto moral. consiste, esencialmente, en la
acción u omisión que una persona realiza ante situaciones que plantean
problemas de bien o mal. Los actos morales constan de varios momentos. En
el plano interior o en el plano de la conciencia tenemos la intención, el juicio y
la decisión; mientras que en el ámbito publico o exterior, figuran los medios,
los resultados y las consecuencias. Todos estos aspectos pueden ser
valorados y calificados en términos morales: La intención: es el primer
componente del acto moral en hacerse presente. Es lo que la persona
proyecta hacer, el propósito que ella desea realizar. Dentro de la intención
podemos distinguir: la motivación; esto es, aquellos estímulos que accionan
sobre la voluntad para ponerla en movimiento. También esta el fin: es la
representación anticipada, que el agente se hace del resultado que quiere
conseguir. Viene siendo una especie de materialización imaginaria de la
intención. El juicio: como ya hemos visto, lo que hace es contrastar una
conducta real o posible con alguna norma moral asumida que venga al caso,
a fin de establecer si aquella se conforma 0 discrepa respecto de dicho
patrón. La decisión: es la bisagra que une el plano interno y el mundo
5. exterior. Constituye el momento cuando, después de haber considerado las
conductas posibles en la situaci6n dada (deliberación), Los medios: son los
instrumentos que utilizamos para poner en práctica la opci6n escogida, Los
resultados: consisten en los efectos directos que la acción produce. Las
consecuencias: son los efectos secundarios o derivados de la acción
realizada.
La ética puede definirse como una disciplina filosófica cuyo objeto de estudio
es el fenómeno moral. El tratamiento de estos asuntos debe hacerse en
términos filosóficos, puesto que implican cuestiones relativas a los alcances
del conocimiento humano, el sentido de la vida y la verdadera índole de la
realidad. La ética es, pues, una disciplina, un campo de estudio que tiene a la
moral como su objeto de interés. La relación que hay entre ellas es análoga a
la que existe entre la agronomía y la agricultura, entre el proceso económico
y la ciencia económica: la moral es una práctica social y la ética, el saber que
corresponde a esa practica. La ética existe porque la moral es un fenómeno
social complejo y de difícil aprehensión; un fenómeno que necesita ser
estudiado para ser entendido.
En el transcurso ordinario de la vida moral, surgen a veces ciertas situaciones
que, además de plantear problemas a nuestra acción, también cuestionan los
criterios y principios que solemos utilizar para decidir nuestros actos. Cuando
así sucede, nos encontramos no ante una mera dificultad moral, sino, al
mismo tiempo, ante una dificultad ética, relativa a la validez de las
prescripciones reguladoras. No basta aquí con el juicio moral que conecta
casos y normas; resulta necesario acudir al pensamiento ético para revisar el
sentido y la razón de ser de las normas mismas. La moralidad no está para
impedimos ser, sino para permitimos ser mas. Las reglas morales hacen
posible convivir y cooperar, sin lo cual no tendríamos cultura ni civilización;
ellas permiten que desarrollemos nuestros talentos y capacidades y que, por
tanto, tengamos acceso a un modo de vida superior, a goces mas elevados;
también posibilitan un mayor control sobre nosotros mismos, que libera de la
esclavitud de las pasiones e impulsos. No existimos para cumplir con las
normas morales; estas existen para hacer mas productivas y satisfactorias
nuestras relaciones y mas felices y desarrollados a los seres humanos. Las
6. normas morales son formulas que nos señalan, con base en una experiencia
multisecular, como debemos organizar y administrar nuestras vidas para
sacarles el mayor provecho y alcanzar una optima convivencia.
La regla de oro de la moralidad supone haber arribado al nivel de la moral
reflexiva; es decir, de la moral apoyada en el pensamiento ético.
Históricamente una de sus primeras formulaciones se debe a Buda, mas
tarde a Jesus de Nazareth (Lara Roche:1995). En lo esencial establece que
no debe hacerse a los demás lo que uno no quiere que le hagan a uno. Kant
le dio una forma mas precisa: "obra de tal modo que la máxima de tu
voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una
legislación universal" Esto significa que la fórmula de acción en que se basa
la actuación del sujeto, para ser moralmente valida, debe poder ser
convertida en norma de aplicación universal. Es decir, la acción es moral, si y
solo si uno acepta que aquello que uno hace lo puedan hacer todos los
demás, si se encontrasen en esa misma situación; aun en el caso en que uno
no fuera el agente, sino el que recibe las consecuencias de sus actos.
Molina propone cuatro modelos fundamentales del pensamiento ético: 1. La
teoría de la virtud es la principal teoría clásica sobre la moral asumida por la
tradici6n filosófica occidental. Sus bases se hallan en Sócrates y Platón y su
formulación paradigmática en Aristóteles. Descansa sobre los conceptos de
hábito, inclinación y aptitud. 2. EI consecuencialismo, su formulación
canónica corresponde al utilitarismo de Jeremy Bentham; pero es también
una forma de pensar en materia moral muy arraigada y extendida en la
mentalidad contemporánea. Según el modelo consecuencialista las acciones
son buenas o malas de acuerdo con las consecuencias, efectos o resultados
que generen. Si producen placer, bienestar, desarrollo de las facultades
humanas, mejoramiento de la convivencia, entonces son buenas. Pero
resultan malas si producen dolor, malestar, si frenan nuestro
desenvolvimiento o deterioran las relaciones sociales. 3. La deontológica, el
principal representante de esta corriente de pensamiento, es Kant. EI termino
deontología proviene del griego "to deon" que significa deber, concepto clave
de toda la argumentación subsiguiente. La deontología parte de que, en la
mayoría de los casos relevantes, suele resultar muy difícil determinar cuales
7. van a ser las consecuencias reales o efectivas de nuestros actos. Por eso, el
criterio consecuencialista tiene poca utilidad en la práctica. En esencia, este
consiste en ajustar nuestras actuaciones a la Regla de oro de la moralidad, la
cual sirve para identificar las formas de acción moralmente legitimas. Dicha
regia me autoriza hacer únicamente lo que yo estaría dispuesto a permitir que
los demás me hicieran a mí. Pero si, en cambio, uno no cumple con su deber
seria incongruente esperar que los demás cumplan con el suyo. Desde eI
punto de vista deontológico lo más importante no son los resultados, sino
seguir siempre la conducta meritoria, en razón del mensaje que se envía con
a los demás. Lo que en verdad cuenta es llegar a saber cuál norma universal
deberíamos adoptar todos para asegurar la mayor probabilidad de que ese
resultado se produzca siempre. Para los deontologistas la actitud moral
básica es el respeto a la dignidad humana. 4. EI contractualismo se refiere
al origen de la validez de las normas morales. Sostiene que la única manera
de llegar a establecer normas legitimas es a través de acuerdos, donde se
tomen en cuenta los intereses de todos los que van a estar sometidos a esas
máximas, y en los que estos tengan derecho a una igual participación, exenta
de coacciones. Lo que da su validez a una norma moral no es su contenido,
sino el método o procedimiento utilizado para instituirla.
Molina nos dice que el autentico trabajo constituye un modo de acción
inteligente, modificable y autoprogramable, basado en una visión anticipadora
de un fin u objetivo por lograr y en la búsqueda o construcción de los medios
apropiados para alcanzarlo. Las principales implicaciones morales del
trabajo, constituye el soporte material de un modo de vida distintivo,
característico del ser humano. Es fuente de bienestar, en cuanto permite
superar la escasez y la incertidumbre en la provisión de medios de vida.
Promueve el despliegue de cualidades humanas especificas (razón,
voluntad); el cultivo de inclinaciones e intereses personales; y el desarrollo de
actitudes socialmente valiosas. Representa un compromiso de cada uno con
el resto de la sociedad, ya que la buena marcha de la vida social presupone
el cumplimiento del trabajo de todos. Plantea una posibilidad permanente de
alienación o enajenamiento; pues dada la disociación entre motivo y acto
antes analizada, puede llegar a convertirse, en ciertas circunstancias, en una
8. actividad opresiva o carente de sentido para quien la realiza. Origina una
serie de conflictos. Uno interno, entre los deseos del trabajador y sus
obligaciones, entre la espontaneidad particular y la disciplina laboral. Otros,
en cambio, son conflictos externos, sociales. Estos últimos se refieren a la
distribución de los costos y beneficios del trabajo, o bien, en la actualidad, a
la amenaza de marginación del proceso laboral. Estamos aquí en un terreno
donde caben la explotación y exclusión, dimensiones en las que el trabajo
adquiere un poder negador, degradante respecto de algunos seres humanos.
La eficiencia y eficacia suponen un insustituible coeficiente moral. Esta
empíricamente demostrado que las sociedades mas productivas, son
aquellas donde existe una moral laboral muy desarrollada, que proporciona
disciplina, sentido del deber y de justicia a todos los participantes en el
proceso.
La profesión implica el desenvolvimiento de capacidades intelectuales de alto
nivel, de destrezas muy complejas; lo cual comporta la asimilación profunda
de los logros y metodologías especificas de algún área de la cultura humana,
a través de un aprendizaje prolongado. Mientras los oficios se encargan por
regla general de funciones de ejecución dentro de un contexto predefinido, a
las profesiones corresponden funciones mas complejas de diagnostico,
planeamiento, dirección y decisión; las cuales suponen una dosis mucho
mayor de responsabilidad. Asimismo suele ocurrir que las profesiones
"marcan" mas a quienes las desempeñan que los oficios, por cuanto, la
formación profesional arraiga en estructuras mas profundas de la
personalidad humana (no se trata solamente de aprender a hacer, sino de
aprender a pensar, a ver el mundo, a valorarlo como profesional.
Los derechos y deberes que rigen el desempeño de cualquier profesión,
pueden derivarse de las expectativas reciprocas legitimas que despliegan los
diferentes actores participantes en el ejercicio publico de esa profesión. cada
uno entra en esa relación, esperando obtener lo que supuestamente el otro le
puede dar. Como puede notarse, ocurre aquí que cada uno autoriza al otro a
esperar algo específico suyo, siempre que ese otro este dispuesto a
proporcionar aquello que el primero aguarda de el. Estas expectativas
organizan un sinnúmero de relaciones sociales. Obsérvese que lo básico
9. radica en que los participantes están de acuerdo en dos puntos: en lo que
pueden esperar del otro y en lo que deben dar a este. El acuerdo es legitimo
en la medida en que se haya producido en forma voluntaria, sin coerción de
ninguna especie. Además, debe tenerse en cuenta que opera casi siempre
de un modo implícito, como un sobreentendido que permite la comprensión
en nuestro trato con los demás.
Sólo existen derechos porque existen también deberes. Si no cumplo con mis
deberes, estoy lesionando los derechos del otro, y si el no cumple con los
suyos, esta atentando contra mis derechos. Las profesiones existen para
prestar un servicio, brindar una utilidad a los seres humanos. Esta es su
razón de ser. Existen en bien de los demás primariamente, sólo de manera
derivada y secundaria en bien del profesional mismo. EI beneficio que se
proporciona a este, cualquiera que sea su monto es sólo una manera de
asegurar la existencia del servicio que el procura a la sociedad. El trabajo no
responde, en forma primaria, a un propósito de gratificación personal; no se
realiza en lo fundamental, con vistas a la satisfacción inmediata de su agente.
El trabajo se efectúa para obtener una utilidad; la cual se realiza, por regla
general, en forma diferida; además, es casi siempre de naturaleza social, es
decir, atañe sobre todo a los demás. Pero la retribución es mucho mas que
un mecanismo clave en la lógica del proceso laboral. Representa un
elemento medular en el arreglo social que hace posible el trabajo voluntario,
basado en la conveniencia reciproca. Desde el punto de vista ético, la
retribución que una persona recibe por el trabajo realizado, puede justificarse
mediante un principio de mayor amplitud, aplicable a una gran variedad de
situaciones. En su forma general, este establece que todo aquel que se
esfuerza por los demás, merece un reconocimiento. Tal principio promueve
una forma de conducta cooperativa, necesaria para la buena convivencia y el
desarrollo conjunto de los individuos. Este lazo entre trabajo y retribución,
plantea, sin embargo, graves problemas morales, referentes a la justicia de
esa relación. Siempre cabe la posibilidad de pretender alcanzar una
recompensa desmedida por un servicio brindado; o bien, a la inversa, la de
intentar retribuir un trabajo en términos insuficientes. Se suscita así un
conflicto entre la función de servicio que corresponde a toda actividad laboral
10. y el afán de provecho o ganancia de sus ejecutores o beneficiarios.
Conviene recordar aquí, la distinción que Jaime González (1982) establece
entre la moralidad del profesional y la moralidad de la profesión. La primera
refiere a la forma personal de ejercer un individuo su trabajo; la ultima a los
moldes generales y supuestos básicos que conforman los rasgos comunes,
moralmente calificables, del desempeño de cierta profesión en una sociedad
dada.