Los beneficios de ser Misericordiosos
Me he encontrado en un momento en que he sentido un bajonazo espiritual, pese a que cada
día oro, leemos las escrituras y asisto a la Iglesia, en mi interior sentía que las cosas no
andaban bien. Había cedido a muchas cosas y en mi interior sabía que no está bien. Siempre
he hecho uso de las promesas de Dios, las que me han dado, entre ellas la que encontramos
en el Salmo 32, cuando David reconoce que el hecho de quedarse callado le trajo sequedad
en los huesos, pero cuando confesó sus pecados, todo cambio, por eso trato cada día de
reconocerle a Dios mis pecados.
He venido orando y ayunando para combatir los ataques del maligno, y he sentido la
respuesta del Señor, me ha hablado y ha puesto el querer como el hacer de ciertas cosas,
por ejemplo, la última predica que compartí se trataba de buscar las cosas que van más allá
de la fe y el conocimiento, esas cosas que no lo dejan estar estéril en la vida cristiana; tal
mensaje se sustentó con 2 de Pedro 1.1-11. También con predicas como hacerle frente a la
raíz de amargura que nos ataca, y quizás lo que más daño le ha hecho a mi vida espiritual es
esta raíz de amargura, por eso he dejado de hacer cosas y he hecho cosas que no están bien.
Otra respuesta y palabra que el Señor me ha compartido, fue la que obtuve después de
escuchar a una persona decir que le habían condonado una deuda y citó Santiago 2.13 como
una promesa divida, comprendí que la persona que hablada era un creyente.
Mandamiento que debe de tener claro el creyente es el que encontramos en Lucas 10.27,
que dice “Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda
tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti
mismo”. En estos dos mandamientos se resume la ley, pero miremos:
1. Amar a Dios, las escrituras nos dicen que este es el primer mandamiento, todos lo
creemos, algunos tratan de poner todo su empeño para aplicarlos y por ende se cohíben de
cosas, no ven ciertas cosas, se cuidan de ciertas cosas, oran, no dicen ciertas cosas y leer,
entre otros aspectos. Otras personas, les da lo mismo, creen amar a Dios a su manera, pero
recuerden que Dios es un Dios de orden, David vivió las consecuencias de hacer las cosas a
su manera cuando intentó trasladar el Arca del Pacto sin el orden que Dios estipula. Pero
vámonos a los que si hacen, aquí hay que tener cuidado de ser coherente lo interno con lo
externo, de no volvernos ritualistas espirituales y nuestro corazón puede estar alejado de lo
que Dios en verdad quiere. Los fariseos son una expresión de mostrar un celo por Dios,
pero su interior era diferente.
2. La otra parte de este mandamiento es, amar al prójimo como a uno mismo. Y
cabe preguntarnos como esta nuestra relación con nuestro prójimo, realmente a quien es
donde se mide que tanto amamos a Dios, porque amar al prójimo demuestra que realmente
amamos a Dios, que no somos un simbalo resonante. El discípulo amado, nos da una
explicación de lo que significa el amor al prójimo, lo encontramos en 1 de Juan.7-10:
“7
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es
nacido de Dios, y conoce a Dios. 8
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es
amor. 9
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10
En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados”. Nuestra relación con el prójimo refleja el verdadero
amor que tememos para con Dios, lo como los Fariseos que cumplían los rituales pero
explotaban a las demás personas.
El mismo Juan, en 1 de Juan 3.10-17 nos demuestra los verdaderos hijos de Dios se
caracterizan por amar a su hermano y la versión contraria corresponde a ser hijos de
Satanás, así creamos que realizamos acciones que demuestren devoción a Dios. “10
En esto
se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y
que no ama a su hermano, no es de Dios. 11
Porque este es el mensaje que habéis oído
desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12
No como Caín, que era del maligno
y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de
su hermano justas. 13
Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.
14
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. 15
Todo aquel que
aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna
permanente en él. 16
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 17
Pero el
que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su
corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él”?
Dios quiere que seamos misericordiosos, que practiquemos la misericordia antes de ser
unos ritualistas espirituales, antes que sacrificios y holocaustos Dios quiere que seamos
Misericordiosos, eso es lo que el busca como complemente o expresión de amarlo a Él. No
los dice en Oseas 6.6.” 6
Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de
Dios más que holocaustos”.
Pablo también nos recuerda la importancia de amar al Projimo, amar al prójimo no permite
que le hagamos mal a nadie: “ Romanos 13.-8-10. 8
No debáis a nadie nada, sino el amaros unos
a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. 9
Porque: No adulterarás, no
matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro
mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10
El
amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
3. La Misericordia de hoy trasciende hasta el día del Juicio. Cuando Dios quiere
que seamos misericordiosos es porque sabe que nuestra acciones tendrán repercusión en el
dia del juicio, por eso es que es importante que dejemos los odios, los legalismos en exceso,
y por el contrario de todo corazón como para Dios, nos propongamos ayudar a nuestro
prójimo, que demos más, que los entendamos más, que dejemos de criticar menos, que
condonemos deudas, que perdonemos ofensas, y pedir al Espíritu de Dios que nos ayude
cada día hacer más misericordiosos, porque como lo dice Santiago 2.13 “13
Porque juicio
sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa
sobre el juicio”.
Cristo te ama