1. ANTOLOGÍA POÉTICA
DE LA
GENERACIÓN DEL 27
Profesora: Celia Caballero Díaz
IES El Vinalopó, Novelda
2. GARCÍA LORCA
Tu sangre rezuma y huele
ROMANCE SONÁMBULO alrededor de tu faja.
Romancero Gitano (García Lorca) Pero yo ya no soy yo,
A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos ni mi casa es ya mi casa.
- Dejadme subir al menos
Verde que te quiero verde. hasta las altas barandas,
Verde viento. Verdes ramas. dejadme subir, dejadme,
El barco sobre la mar hasta las verdes barandas.
y el caballo en la montaña. Barandales de la luna
Con la sombra en la cintura por donde retumba el agua.
ella sueña en su baranda, *
verde carne, pelo verde, Ya suben los dos compadres
con ojos de fría plata. hacia las altas barandas.
Verde que te quiero verde. Dejando un rastro de sangre.
Bajo la luna gitana, Dejando un rastro de lágrimas.
las cosas le están mirando Temblaban en los tejados
y ella no puede mirarlas. farolillos de hojalata.
* Mil panderos de cristal,
Verde que te quiero verde. herían la madrugada.
Grandes estrellas de escarcha, *
vienen con el pez de sombra Verde que te quiero verde,
que abre el camino del alba. verde viento, verdes ramas.
La higuera frota su viento Los dos compadres subieron.
con la lija de sus ramas, El largo viento, dejaba
y el monte, gato garduño, en la boca un raro gusto
eriza sus pitas agrias. de hiel, de menta y de albahaca.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? - ¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
Ella sigue en su baranda, ¿Dónde está mi niña amarga?
verde carne, pelo verde, - ¡Cuántas veces te esperó!
soñando en la mar amarga. ¡Cuántas veces te esperara,
* cara fresca, negro pelo,
- Compadre, quiero cambiar en esta verde baranda!
mi caballo por su casa, *
mi montura por su espejo, Sobre el rostro del aljibe
mi cuchillo por su manta. se mecía la gitana.
Compadre, vengo sangrando, Verde carne, pelo verde,
desde los montes de Cabra. con ojos de fría plata.
- Si yo pudiera, mocito, Un carámbano de luna
ese trato se cerraba. la sostiene sobre el agua.
Pero yo ya no soy yo, La noche su puso íntima
ni mi casa es ya mi casa. como una pequeña plaza.
- Compadre, quiero morir Guardias civiles borrachos,
decentemente en mi cama. en la puerta golpeaban.
De acero, si puede ser, Verde que te quiero verde.
con las sábanas de holanda. Verde viento. Verdes ramas.
¿No ves la herida que tengo El barco sobre la mar.
desde el pecho a la garganta? Y el caballo en la montaña.
- Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
3. El argumento de este poema es el siguiente:
Es la historia de la huida y del amor de un contrabandista malherido que, perseguido
por la guardia civil, busca refugio en casa de su amada y enamorada, una joven gitana a
la que encuentra muerta antes de que él mismo, presumiblemente, muera.
1.- Pero, ¿qué elementos del poema nos permiten averiguarlo?
a) En primer lugar, podemos relacionar las dos palabras que componen el título con
dos características generales de la Generación del 27. Averigua cuales.
b) El tipo de estrofa utilizada, el romance, suele utilizarse en la lírica popular para
contar historias. Así pues, podemos distinguir las tres partes prototípicas de una
narración: planteamiento, nudo y desenlace. ¿Qué fragmentos piensas que
corresponden a cada parte?
c) ¿En qué periodo del día se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen
en el texto.
d) ¿En qué lugar se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen en el texto.
e) ¿Cuántos personajes aparecen? ¿Son todos protagonistas de la historia o hay
algún personaje secundario? Justifica tu respuesta.
f) El color verde dentro de la poesía de Lorca es muy simbólico tanto para indicar el
color de piel de los gitanos, (aceitunado) como símbolo de la muerte (el color que
adquiere la piel de un muerto es verduzco). Pero, además de esta referencia, el
autor nos anticipa que la novia del contrabandista ya está muerta desde el
principio del poema. Encuentra la referencia en el primer párrafo.
g) En el poema hay fragmentos dialogados en el que el padre de la novia habla con
el bandolero. Éste, le dice que quiere cambiar de vida ¿qué referencias vemos en
el texto para afirmar dicha tesis? Pero ¿puede el padre de la chica ayudarle?
h) En el último fragmento nos dice cómo murió la gitana. Encuentra en el texto las
palabras exactas con las que lo expresa el poeta.
i) ¿Quién persigue al bandolero?
2.- Escribe una noticia explicando la historia del poema. Para ello, sigue el
esquema:
4. LA CASADA INFIEL
A Lydia Cabrera y a su negrita
Romancero gitano, García Lorca
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Inventad un romance en grupos de tres.
ALBERTI
5. Vamos a leer estos sonetos de Góngora ¿recuerdas qué es un hipérbaton?
Ordena las oraciones que pienses que están desordenadas y contesta a las
preguntas:
¡Oh claro honor del líquido elemento, Mientras por competir con tu cabello
dulce arroyuelo de corriente plata, oro bruñido al Sol relumbra en vano;
cuya agua entre la hierba se dilata mientras con menosprecio en medio el llano
con regalado son, con paso lento!, mira tu blanca frente el lilio bello
pues la por quien helar y arder me siento, Mientras a cada labio, por cogello,
mientras en ti se mira, Amor retrata siguen más ojos que al clavel temprano;
de su rostro la nieve y la escarlata y mientras triunfa con desdén lozano
en tu tranquilo y blando movimiento, del luciente cristal tu gentil cuello;
vete como te vas, no dejes floja Goza cuello, cabello, labio y frente,
la undosa rienda al cristalino freno antes que lo que fue en tu edad dorada
con que gobiernas tu veloz corriente, oro, lilio, clavel, cristal luciente,
que no es bien que confusamente acoja No ya en plata o víola trocada
tanta belleza en su profundo seno se vuelva, mas tú y ello juntamente,
el gran señor del húmido tridente. en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
¿Cuántas sílabas tienen cada verso? ¿Cuántos versos tienen cada poema?
¿Cuántas estrofas tienen cada poema? ¿Y cuántos versos tienen cada estrofa?
Ahora, lee estos sonetos de Rafael Alberti en Cal y canto y complétalos con las
palabras que te damos a continuación, teniendo en cuenta la rima y el número de
sílabas. Luego busca ejemplos de anáfora, encabalgamiento, enumeración,
personificación, hipérbaton y metáfora.
LO QUE DEJÉ POR TI A FEDERICO GARCÍA LORCA
Dejé por ti mis bosques, mi _______ Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
arboleda, mis perros desvelados, en largo ciervo de agua convertido,
mis capitales años _________ hacia el mar de las albas ________,
hasta casi el invierno de la vida. del martín-pescador mecido ________;
Dejé un temblor, dejé una _______, que yo saldré a esperarte, amortecido,
un resplandor de fuegos no ________, hecho junco, a las altas soledades,
dejé mi sombra en los desesperados herido por el aire y ________
ojos sangrantes de la despedida. por tu voz, sola entre las ___________.
Dejé palomas tristes junto a un ______, Deja que escriba, débil junco ______,
caballos sobre el sol de las arenas, mi nombre en esas aguas corredoras,
dejé de oler la mar, dejé de verte. que el viento llama, solitario, río.
Dejé por ti todo lo que era mío. Disuelto ya en tu nieve el nombre _____,
Dame tú, Roma, a cambio de mis _____, vuélvete a tus montañas ________,
tanto como dejé para _________. ciervo de espuma, rey del monterío.
1º soneto: desterrados, río, perdida, sacudida, penas, apagados, tenerte.
2º soneto: nido, claridades, requerido, frío, tempestades, mío, trepadoras
6. MIGUEL HERNÁNDEZ
Completa el poema de “Vientos del pueblo” con las palabras que te damos a
continuación y comprueba tus elecciones tras la audición de la versión de Joan
Manuel Serrat. Después, escucharemos las “Nanas de la cebolla”
Vientos del pueblo me llevan, aragoneses de casta,
vientos del pueblo me _______1_____, murcianos de dinamita
me esparcen el corazón frutalmente propagada,
y me aventan la garganta. leoneses, navarros, ____15___
del hambre, el sudor y el hacha,
Los bueyes ____2____ la frente, reyes de la minería,
impotentemente mansa, señores de la labranza,
delante de los castigos: hombres que entre las raíces,
los leones la ____3___ como raíces gallardas,
y al mismo tiempo castigan vais de la vida a la muerte,
con su clamorosa ___4____. vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
No soy un de pueblo de bueyes, ____16___ de la hierba mala
que soy de un pueblo que ____5_____ yugos que habéis de ___17__-
yacimientos de leones, rotos sobre sus espaldas.
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros Crepúsculo de los bueyes
con el orgullo en ____6____. está despuntando el ___18__.
Nunca ____7____ los bueyes
en los páramos de España. Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de ___19___;
¿Quién habló de ___8___ un yugo las águilas, los leones
sobre el cuello de esta raza? y los toros de ___20___,
¿Quién ha puesto al huracán y detrás de ellos, el cielo
___9___ ni yugos ni trabas, ni se enturbia ni se acaba.
ni quién al rayo detuvo La ____21___ de los bueyes
prisionero en una jaula? tiene pequeña la cara,
la del animal varón
Asturianos de braveza, toda la creación ___22__.
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría Si me muero, que me muera
y castellanos de alma, con la cabeza muy alta.
___11___ como la tierra Muerto y veinte veces muerto,
y ___12___ como las alas; la __23___ contra la grama,
andaluces de relámpagos, tendré apretados los dientes
nacidos entre guitarras y decidida la barba.
y forjados en los yunques
torrenciales ____13___; Cantando espero a la muerte,
extremeños de centeno, que hay ___24___ que cantan
gallegos de lluvia y ____14___, encima de los fusiles
catalanes de firmeza, y en medio de las batallas.
1.- arrojan – arrastran – impulsan 2.- doblan – curvan – tuercen
7. 3.- levantan – elevan – enderezan 14.- calma – reposo- quietud
4.- zarpa – garra – pata 15.- dueños – jefes – patronos
5.- embargan – dominan – poseen 16.- tipos – gentes – individuos
6.- el asta – el cuerno – los pitones 17.- dejar – tirar – poner
7.- medraron – prosperar – progresar 18.- alba – el día – la jornada
8.- echar – lanzar – poner 19.- cuadra – pocilga – redil
9. jamás – nunca – alguna vez 20.- de arrogancia – soberbia – desdén
10.- prisionero – encerrado – cautivo 21.- muerte – agonía – defunción
11.- arados- cultivados – labrados 22.- agranda – ensancha – dilata
12.- airosos – gallardos – galanes 23.- la boca – los labios – las mejillas
13.- de sollozos – de lágrimas – de lloros 24.- ruiseñores – pájaros – unas aves
(actividad de E. Martín Peris en
http://www.upf.edu/pdi/dtf/ernesto.martin/archivos/ELE/Vientos_del_pueblo_1.pdf)
Nanas de la cebolla Tu risa me hace libre, Ser de vuelo tan alto,
La cebolla es escarcha me pone alas. tan extendido,
cerrada y pobre: Soledades me quita, que tu carne parece
escarcha de tus días cárcel me arranca. cielo cernido.
y de mis noches. Boca que vuela, ¡Si yo pudiera
Hambre y cebolla: corazón que en tus labios remontarme al origen
hielo negro y escarcha relampaguea. de tu carrera!
grande y redonda.
Es tu risa la espada Al octavo mes ríes
En la cuna del hambre más victoriosa. con cinco azahares.
mi niño estaba. Vencedor de las flores Con cinco diminutas
Con sangre de cebolla y las alondras. ferocidades.
se amamantaba. Rival del sol. Con cinco dientes
Pero tu sangre, Porvenir de mis huesos como cinco jazmines
escarchada de azúcar, y de mi amor. adolescentes.
cebolla y hambre.
Frontera de los besos
Una mujer morena, La carne aleteante, serán mañana,
resuelta en luna, súbito el párpado, cuando en la dentadura
se derrama hilo a hilo el vivir como nunca sientas un arma.
sobre la cuna. coloreado. Sientas un fuego
Ríete, niño, ¡Cuánto jilguero correr dientes abajo
que te tragas la luna se remonta, aletea, buscando el centro.
cuando es preciso. desde tu cuerpo!
Vuela niño en la doble
Alondra de mi casa, Desperté de ser niño. luna del pecho.
ríete mucho. Nunca despiertes. Él, triste de cebolla.
Es tu risa en los ojos Triste llevo la boca. Tú, satisfecho.
la luz del mundo. Ríete siempre. No te derrumbes.
Ríete tanto Siempre en la cuna, No sepas lo que pasa
que en el alma al oírte, defendiendo la risa ni lo que ocurre
bata el espacio. pluma por pluma.
.
LUIS CERNUDA
8. Después de la Guerra Civil, fue exiliado. Vivió en Inglaterra, Estados Unidos y México, donde murió. Nunca regresó
a España.
Los historiadores estiman que México acogió a cerca de 25.000 refugiados españoles entre 1939 y 1942. El exilio
republicano "permanente" quedó constituido por unas 220.000 personas
Impresión de destierro
.
Fue la pasada primavera,
hace ahora casi un año, Andando me seguía
En un salón del viejo Temple, en Londres, Como si fuera solo bajo un peso invisible,
Con viejos muebles. Las ventanas daban, Arrastrando la losa de su tumba;
Tras edificios viejos, a lo lejos, Mas luego se detuvo.
Entre la hierba el gris relámpago del río. «¿España?», dijo. «Un nombre.
Todo era gris y estaba fatigado España ha muerto.» Había
Igual que el iris de una perla enferma. Una súbita esquina en la calleja.
Le vi borrarse entre la sombra húmeda.
Eran señores viejos, viejas damas,
En los sombreros plumas polvorientas; Tierra nativa
Un susurro de voces allá por los rincones,
Junto a mesas con tulipanes amarillos, Es la luz misma, la que abrió mis ojos
Retratos de familia y teteras vacías. Toda ligera y tibia como un sueño,
La sombra que caía Sosegada en colores delicados,
Con un olor a gato, Sobre las formas puras de las cosas.
Despertaba ruidos en cocinas.
El encanto de aquella tierra llana,
Un hombre silencioso estaba Extendida como una mano abierta,
Cerca de mí. Veía Adonde el limonero encima de la fuente
La sombra de su largo perfil algunas veces Suspendía su fruto entre el ramaje.
Asomarse abstraído al borde de la taza,
Con la misma fatiga El muro viejo en cuya barda abría
Del muerto que volviera A la tarde su flor azul la enredadera,
Desde la tumba a una fiesta mundana. Y al cual la golondrina en el verano
Tornaba siempre hacia su antiguo nido.
En los labios de alguno,
Allá por los rincones El susurro del agua alimentando,
Donde los viejos juntos susurraban, Con su música insomne en el silencio,
Densa como una lágrima cayendo, Los sueños que la vida aún no corrompe,
Brotó de pronto una palabra: España. El futuro que espera como página blanca.
Un cansancio sin nombre
Rodaba en mi cabeza. Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
Encendieron las luces. Nos marchamos. Irreparable ya con el andar del tiempo,
Y su recuerdo ahora me traspasa
Tras largas escaleras casi a oscuras El pecho tal puñal fino y seguro.
Me hallé luego en la calle,
Y mi lado, al volverme, Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Vi otra vez a aquel hombre silencioso, Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Que habló indistinto algo Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
Con acento extranjero, Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?
Un acento de niño en voz envejecida
PEDRO SALINAS
9. Fragmentos de La voz a ti debida
Versos 1290 a 1316 Versos 102 a 126
Ayer te besé en los labios. ¡Si me llamaras, sí;
Te besé en los labios. Densos, si me llamaras!
rojos. Fue un beso tan corto, Lo dejaría todo,
que duró más que un todo lo tiraría:
relámpago, los precios, los catálogos,
que un milagro, más. El tiempo el azul del océano en los mapas,
después de dártelo
no lo quise para nada ya, los días y sus noches,
para nada los telegramas viejos
lo había querido antes. y un amor.
Se empezó, se acabó en él. Tú, que no eres mi amor,
Hoy estoy besando un beso; ¡si me llamaras!
estoy solo con mis labios. Y aún espero tu voz:
Los pongo telescopios abajo,
no en tu boca, no, ya no… desde la estrella,
-¿Adónde se me ha escapado?-. por espejos, por túneles,
Los pongo por los años bisiestos
en el beso que te di puede venir. No sé por dónde.
ayer, en las bocas juntas Desde el prodigio, siempre.
del beso que se besaron. Porque si tú me llamas
Y dura este beso más «¡si me llamaras, sí, si me
que el silencio, que la luz. llamaras!»
Porque ya no es una carne será desde un milagro,
ni una boca lo que beso, incógnito, sin verlo.
que se escapa, que me huye. Nunca desde los labios que te
No. beso,
Te estoy besando más lejos. nunca
desde la voz que dice: «No te
vayas».
Estos son algunos datos sobre la relación de Pedro Salinas con su amante.
A partir de éstos, escribe cómo piensas que fue su historia
Catherine Pedro Universidad Primavera Madrid
de Kansas de 1951
y Berkeley
Llamadas Suicidarse Romper la Exilio Correspondencia
nocturnas relación
Muerte Margarita Verano de Conocer a
1932 otra
persona
Carta de Pedro Salinas a Katherine Whitmore Madrid, 1 de agosto de 1932.
10. Desgarramiento. Una mujer, una Katherine, se queda allí, metida en aquel cajón de madera, entre seres
desconocidos, frente a una noche triste e incógnita. Allí hay que dejarla. Fatalmente. Y la otra mujer, la
otra Katherine, permanece invisible y presente a mi lado, se viene conmigo, alegremente colgada de mi
brazo, mirándome en la mirada noble, pura y honda de siempre. No, en la estación, en la despedida no
hay una separación simple de ser con ser, no, cada uno de nosotros nos separamos no de la otra criatura
querida sino también de aquella parte nuestra que ella quiere y que se va con ella. ¿Verdad que anoche
tú no te has separado de mí, ni yo de ti? Más bien yo me he separado de mí mismo, eso siento, y tú de ti
misma. Y tengo, anoche, hoy, la sensación de andar entre fantasmas y sombras, con alguien al lado, a
quien no puedo estrechar, pero que vive en torno mío, y se me escapa cada vez que quiero cogerlo.
Sensación angustiosa y dulce a la vez, caricia desgarradora. Además, qué pena anoche, aquellos
momentos últimos, atropellados por la estupidez y el desorden. ¡Qué ira sentí contra toda aquella
gentuza innoble, qué ganas de látigo, de echarlos a todos, de hacerte sitio, un gran sitio, un tren sólo para
ti! Al salir todos mis sentidos se complacían, ¿sabes en qué? En sentir en el bolsillo, junto al pecho, el
bulto de tu carta. ¡Qué mentira eso de que el papel no pesa! Anoche el papel de tu carta me pesaba como
la más hermosa y grave de las realidades. Lo sentía allí, en el bolsillo, como una prueba material de que
eras, de que habías existido. Porque, ¿sabes?, empecé a dudar. A dudar de todo, de tu realidad, de la mía,
del mundo, de los días recientes... Sólo el peso de tu carta en el bolsillo me servía de prenda, de prueba.
Vivía yo en ese rectángulo de papel. Era el lugar más cierto del mundo. Y antes de poder abrirla, así,
cerrada y en el bolsillo, tu carta era el puente con la vida, el sí que me daba la vida a la pregunta
atormentada: «¿Soy? ¿Es? ¿Somos?». Sí, sí, sí. Todo, sí. Todo, sí, oye, todo sí. Y luego en mi cuarto la
leí. La he leído. La leeré. ¡Cuántas delicias! Primero la delicia de ir aprendiendo tu escritura, tu letra, de
tropezar en una palabra y descifrarla, por fin. ¡Tu escritura, un modo más de ti, una manera más de vivir
tú! Primera carta tuya, en inglés. Júbilo, júbilo, alegría. ¡Sensación festival, inaugural, de promesa, de
fiesta! No importa que toda tu carta esté teñida de una sombra de melancolía, tierna y suave. Así debía
ser, así. Pero por encima de esa melancolía, hay algo que me da un gozo sin límite. Esto. «You have
taken away the cynicism which was growing upon me.» ¿Es posible? ¿Tendré yo la suerte de ser elegido
para en un momento difícil de tu vida salvarte de algo? ¡Qué gran justificación, ya, de mi papel a tu
lado, de mi compañía! Ya no es por egoísmo, por lo que debo seguirte a lo lejos en la vida, es por bien
tuyo. Soy capaz de serte espiritualmente útil. Y me preparo, ¿sabes?, ante esta espléndida tarea: ayudarte
a vivir, arrancarte de las fuerzas negras, de los poderes sombríos que te amenazaban. Y eso por ti, no por
mí, ¿sabes? ¡Oh, si tú me hicieras ese favor, dejarme que te sirva! Qué cosa más justa, que tú, que no
imaginas tal entusiasmo por la vida, recojas, devuelto a través de mí, ese entusiasmo que es tuyo. No,
no, tú no has nacido ni para el escepticismo cínico, ni para la frivolidad desengañada, no. No te rindas
nunca a eso. No te puedo imaginar paseando tu spleen, por terrazas de grandes hoteles, con cualquier ser
insignificante. Nunca. Cree en ti, cree en tu valor único, en tu distinción suprema, en la nobleza de tu
alma. Y vive de ella. Yo de lejos, de cerca, te ayudaré. Hasta que no me necesites más. Y mira, no
tengas temor, oye, de quitar a nadie nada, queriéndome, no. ¡Me lo dices tan delicadamente en tu carta!
No, yo no soy ni seré peor para nadie por ti, no. Lo que tú me pides, lo que yo te doy en nada atenta a lo
que debo a los demás. Tú en mí no serás nunca nada malo, nada que robe algo a alguien, no. No tengas
miedo. Seré cada día mejor. Tú me has alumbrado una nueva riqueza y por eso lo que a ti te doy a nadie
se lo quito. ¿Comprendes? Nunca sufras por eso. Eres pura, leal, clara. De ti sólo puede venir luz alta,
luz de paraíso.
(Sin firma)
*En los márgenes:
Adiós. Perdona esta carta tan larga y esta letra tan mala. ¿Sabrás leerla? Pero aún me parece que te he
escrito muy poco. Quiero más, más, más. Gracias, gracias, siempre. Viviré dándote gracias. Hasta
mañana, ¿sabes?, hasta ahora, te escribiré.
Anexo
11. Katherine Whitmore: el amor oculto de Pedro Salinas
Katherine Withmore, americana de nacimiento, se especializó en lengua y literatura
española en la Universidad de Kansas y Berkeley. En el verano de 1932 marchó a Madrid y,
por los consejos de una amiga, decidió matricularse en el curso de “Generación del 98” que
Pedro (Salinas) impartía. Llegó tarde a la primera sesión y la única silla vacía estaba al final,
donde sólo alcanzaba al profesor si alargaba el cuello y esforzaba la vista.
Poco después, recibió una invitación para cenar junto al poeta y una amiga. Aprovechó
la ocasión para disculparse, en su horrible español que le avergonzaba. Pero Pedro estuvo de
lo más cortés, e incluso le animaba a hablar porque le aseguraba que su español era
excelente. La conversación se trasladó a su clase sobre Miguel de Unamuno y ella le expresó
su arrepentimiento por no haber podido asistir. Pedro muy amable una vez más, le ofreció sus
apuntes en una nueva clase que postergaron al día siguiente. Allí se presentaron puntuales en
aquel encuentro memorable, en el que pronto olvidaron al pobre Unamuno. Sólo surgían
preguntas de una y otra persona. Porque ya cayó el relámpago, el rayo que no cesa, el amor
que no acaba.
Así empezó todo hasta que, poco después, tuvo que regresar a Estados Unidos.
Entonces, se inició una correspondencia que alcanzó, en algunos espacios temporales
significativos, la epístola diaria. Ella se sumergió de lleno, en la confección de su tesis
doctoral. Apenas coincidían por diversos motivos de trabajo y la evidente distancia que les
separaba. Katherine le reprochaba a Pedro Salinas una costumbre que le preocupaba. Y es
que el poeta gustaba de telefonearle por la noche desde su casa. Margarita, su mujer, intentó
suicidarse al descubrir la relación. Afortunadamente, sobrevivió. Katherine fue consciente, en
aquellos fatídicos hechos, del daño que estaba causando a segundas personas. Pedro, ciego
de amor, no veía ningún motivo para separarse a pesar de lo ocurrido.
Por esta razón, Katherine quiso romper con aquella pasión que podía ocasionar males
mayores. Sin embargo, el poeta siguió con aquella fuerza e infinita creencia en sus cartas.
Mientras tanto, Katherine conoció un profesor de Derecho con el que se enamoró y casó. Su
marido, era un hombre sabio, generoso y con experiencia en el terreno de la literatura y en
cuanto Katherine le explicó lo de Pedro, lo comprendió con total caballerosidad, atendiendo a
su compasión. Pero el destino volvió a ponerse en su contra y, transcurrido un año escaso, su
marido murió en un accidente de tráfico.
Pasaron meses y años sin tener noticias del poeta. Al estallar la II Guerra Mundial,
Katherine conocía el paradero del exilio del poeta, en Puerto Rico. Y había descubierto que la
censura disfrutaba leyendo el correo particular y que publicaban jugosos fragmentos para el
cotilleo. Así que el poeta no se atrevió a escribir. Y cuando todo apuntaba a que jamás se
reconciliarían, ocurrió lo inesperado.
La última vez fue en la primavera de 1951. Había llegado el poeta a Northampton para
dar una conferencia. Katherine le aguardaba impaciente, albergando la esperanza de poder
darle explicaciones. Su voz brotaba con dificultad y creía que sus palabras quedarían
ahogadas en su garganta. Finalmente, lo consiguió y le preguntó: “¿No entiendes por qué
tuvo que ser así?”. Pedro Salinas le miró con tristeza y contestó tajantemente: “No, la verdad
es que no. Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado muy afortunada”. Poco tiempo
después, Pedro Salinas, murió.
A pesar de todo, todavía coexisten en esta historia algunas preguntas de compleja
respuesta: ¿Es ética la publicación, el comentario de los documentos privados de un escritor?
Yo parto de que todos aquellos papeles que no hayan sido quemados, tiene alguna razón
para su lectura, análisis, estudio o investigación, delegando a un segundo plano el chismorreo
y el cotilleo. Aún así, este otro asunto pertenece a otro artículo, a otro tema que abordar e
incluso a una exposición detallada en la que tengan cabida sus conclusiones.
http://azorinperiodista.blogspot.com/2006/06/katherine-whitmore-el-amor-oculto-de.html