Comunicación presentada por Cristina Navares en el VI Encuentro de Pizarra Digital celebrado en el CITA el 25 de mayo de 2013.

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La pequeña
oruga glotona
Eric Carle

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Una noche, a la luz de la luna llena,
reposaba un huevecillo sobre una hoja

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Enseguida empezó a buscar comida…
Un domingo de mañana, nada más salir el sol, del huevo salió
una oruga diminuta que tenía mucha hambre

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El lunes atravesó masticando una manzana,
pero aún tenía hambre

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El martes atravesó masticando dos peras,
pero aún tenía hambre

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El miércoles atravesó masticando tres ciruelas,
pero aún tenía hambre.

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El jueves atravesó masticando cuatro fresas,
pero aún tenía hambre.

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El viernes atravesó masticando cinco naranjas,
pero aún tenía hambre.

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El sábado atravesó masticando un pastel de chocolate, un
helado, un pepinillo, una loncha de queso, una rodaja de
chalchichón, una piruleta, una porción de tarta de frutas, una
salchicha, una magdalena y un trozo de sandía.
¡Esa noche, tuvo un tremendo dolor de estómago!

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Al día siguiente ya era domingo otra vez.
La oruga atravesó masticando una hoja verde,
y se sintió mucho mejor.

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Y no tenía hambre, ni era una oruga pequeñita.
¡Ahora era una oruga grande y gorda!

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¡Se había convertido en una hermosa mariposa!

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Los
cuentosCristina Navares
@crisnavares

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Imágenes
Vínculos
Movimiento
Autónomos
Animación a la lectura
Motivación
Protagonista
Crecer
Psicomotricidad
Coordinación
Igualdad
Imaginación

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Capas

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Movimiento

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Definir transparencia

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Las princesas también se tiran pedos
Pinocho
Caperucita Roja
Adivina cuanto te quiero
Los chivos chivones
El doctor Guau
Los tres cerditos
La mariquita gruñona
Ser princesa no es un cuento
El topo que quería saber quién se había hecho
aquello en su cabeza
Un bicho extraño
Viento pequeño
Elmer el elefante
El pollo Pepe
El pez arcoiris
La moto de Pablo
Un culete independiente
A que sabe la luna
Besos besos
La pequeña oruga glotona

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¿A que sabe la luna?
Michael Grejniec

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Hacia mucho tiempo que los animales
deseaban averiguar a que sabia la luna, ¿Sería
dulce o salada?
Tan solo querían probar un pedacito. Por las
noches, miraban ansioso hacia el cielo. Se
estiraban e intentaban cogerla, alargando el
cuello, las piernas, los brazos. pero todo fue en
vano, y ni el animal más grande pudo alcanzarla.

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Un buen día, la pequeña tortuga decidió
subir a la montaña más alta para poder
tocar la luna

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Desde allí arriba, la luna estaba más cerca;
pero la tortuga no podía tocarla.

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Entonces, llamó al elefante.
­ Si te subes a mi espalda tal vez
lleguemos a la luna.

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Entonces pensó que se trataba de un juego y a
medida que el elefante se acercaba, ella se alejaba
un poco

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Como el elefante no pudo tocar la luna,
llamó a la jirafa.
Si te subes a mi espalda,
a lo mejor la alcanzamos.
Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poco más.

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La jirafa estiró y estiró el cuello cuanto pudo,
pero no sirvió de nada

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Y llamó a la cebra
­ Si te subes a mi espalda, es probable que nos
acerquemos más a ella.

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La luna empezaba a divertirse con aquel juego, y
se alejó otro poquito.
La cebra se esforzó mucho, mucho, pero tampoco
pudo tocar la luna.

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Y llamó al león
­ Si te subes a mi espalda, quizá podamos
alcanzarla.

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Pero cuando la luna vió al león, volvió a subir algo
más.

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Tampoco esta vez lograron tocar la luna, y
llamaron al zorro
­ Verás cómo lo conseguimos
si te subes a mi espalda­dijo el león

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Al avistar al zorro, la luna se alejó de nuevo.
Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna,
pero esta se desvanecía más y más.

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Y el zorro llamó al mono
­ Seguro que esta vez lo logramos.
¡Anda, súbete a mi espalda!

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Y llamó al ratón
­ Súbete a mi espalda y tocaremos la luna.

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La luna al ver al ratón pensó:
­ seguro que un animal tan pequeño no podrá
cogerme.
La luna al ver al ratón pensó:
­ seguro que un animal tan pequeño no podrá cogerme.
Y como empezaba a aburrirse con aquel juego, la luna
se quedó justo donde estaba

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Entonces, el ratón se subió por encima de la tortuga,
del elefante, de la jirafa, de la cebra, del león, del zorro,
del mono y....

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La luna vio al mono y retrocedió.
El mono ya podía oler la luna,pero de tocarla, ¡ni hablar!

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... de un mordisco, arrancó un trozo pequeño
de luna.
Lo saboreó complacido y después fue dando pedacitos al
mono, al zorro, al león, a la cebra, a la jirafa, al elefante y a
la tortuga.
Y la luna supo exactamente a aquello que más le
gustaba a cada uno.

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El pez, que lo había visto todo y no entendía nada, dijo:
­ ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar a esa luna que esta
en el cielo. ¿Acaso no verán que aquí, en el agua, hay otra
más cerca?

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Gracias
Cristina Navares
@crisnavares