El 9 de octubre de 1820, la ciudad de Guayaquil proclamó su independencia de España. José Joaquín de Olmedo convocó un cabildo abierto donde se decidió nombrar nuevas autoridades leales al nuevo régimen independiente y enviar noticias a Quito y Cuenca para invitarlos a unirse. En la reunión, los asistentes juraron lealtad a la nueva nación independiente de Guayaquil y defenderla.
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Acta independencia Guayaquil 1820
1. ACTA DE INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL (1820)
El 9 de octubre de 1820, el Puerto de Guayaquil proclamó su independencia de
España. José Joaquín de Olmedo, designado jefe político de la provincia convocó a
un cabildo abierto el cual se reunió el mismo nueve de octubre. Al acto concurrieron
los miembros del Ayuntamiento y otros ciudadanos notables. En él se decidió
nombrar y ratificar autoridades, siempre y cuando juraran lealtad al nuevo régimen
independiente. Se acordó también enviar noticias sobre esto a Quit o y Cuenca para
exhortarlos a unirse al pronunciamiento.
En la ciudad de Santiago de Guayaquil, a nueve días del mes de octubre de mil
ochocientos veinte años, y primero de su Independencia, reunidos los señores que
lo han compuesto, a saber: los señores Alcaldes, don Manuel José de Herrera y don
Gabriel García Gómez, y señores Regidores Dr. José Joaquín Olmedo,
En la ciudad de Santiago de Guayaquil, a nueve días del mes de octubre de mil
ochocientos veinte años, y primero de su Independencia, reunidos los señores que
lo han compuesto, a saber: los señores Alcaldes, don Manuel José de Herrera y don
Gabriel García Gómez, y señores Regidores Dr. José Joaquín Olmedo, don Pedro
Santander, don José Antonio Espantoso, Dr. D. José María Maldonado, Dr. D.
Bernabé Cornejo, don Jerónimo Zerda, don Ramón Menéndez, don Manuel Ignacio
Aguirre, don Juan José Casilari y Dr. D. Francisco Marcos, con el señor Procurador
General, don José María Villamil; por ante mí el presente Secretario, dijeron: Que
habiéndose declarado la Independencia, por el voto general del pueblo, al que
estaban unidas todas las tropas acuarteladas; y, debiendo tomar en consecuencia,
todas las medidas que conciernen al orden político, en circunstancias que este
necesita de los auxilios de los principales vecinos, debía primeramente recibirse el
juramento al señor Jefe Político, señor doctor don José Joaquín Olmedo, por
voluntad del pueblo y de las tropas; y, en efecto, hallándose presente dicho señor
en este Excelentísimo Cabildo, prestó el juramento de ser independiente y fiel a su
patria, defenderla, coadyuvar con todo aquello que concierna a su prosperidad y
ejercer bien y legalmente el empleo de Jefe Político, que se le ha encargado.
En seguida, el referido señor Jefe Político, posesionado del empleo, recibió el
juramento a todos los individuos de este Cuerpo, quienes juraron ser
independientes, fieles a la Patria, y defenderla con todas las fuerzas que están a
sus alcances; cuyo juramento lo presenció el señor Jefe Militar, don Gregorio
Escobedo.
Con lo que y no habiéndose tratado otra cosa, firmaron esta acta los señores, por
ante mi el presente Secretario.
José Joaquín de Olmedo, Manuel José de Herrera, Gabriel García Gómez, José
Antonio Espantoso, Pedro Santander, José M. Maldonado, Bernabé Cornejo y Avilés,
José Ramón Menéndez, Jerónimo Zerda, Manuel Ignacio de Aguirre, Francisco de
Marcos, José Villamil, Juan José Casilari, José Ramón de Arrieta, Secretario.
2. REVOLUCION DEL 9 DE OCTUBRE DE 1820
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El 9 de octubre es el día más importante en la
historia de Guayaquil, de la antigua
Audiencia de Quito y del Ecuador actual;
porque ese es el verdadero y único día de
nuestra independencia.
La revolución del 9 de octubre de 1820 tiene
sus antecedentes a partir de 1814 cuando -
luego de haber permanecido durante varios años en México, Europa y los
Estados Unidos- José de Antepara, José Joaquín Olmedo y José de Villamil -
unos antes y otros después- llegaron a Guayaquil para dedicarse con
entusiasmo y fervor a hacer conocer a los guayaquileños los nuevos conceptos
políticos y las nuevas formas de gobierno que debían regir los destinos de los
pueblos libres.
Estos tres patriotas no hablaron de cambiar autoridades como lo había hecho la
revolución quiteña del 10 de agosto de 1809, ellos se expresaron en términos
de independencia, de democracia y de República, haciendo conciencia en todos
los ciudadanos de que era necesario realizar cambios sustanciales en las
estructuras políticas y sociales de los pueblos de la América española.
Fueron tan convincentes sus conceptos y argumentos, que su voz fue
escuchada y esas ideas de independencia, poco a poco... de boca en boca...
empezaron a regarse entre todos los guayaquileños.
Para entonces, la pérdida de sus colonias en América del Norte -que se había
independizado en 1776- había puesto a Inglaterra en situación muy
desfavorable con relación a España, que aún las conservaba. Decidida a
terminar con la hegemonía ibérica, Inglaterra propició y a financió la presencia
de corsarios que entre 1816 y 1820 atacaron los puertos y las naves españolas
en el Pacífico, invitando además a la sublevación en contra de España.
Tal fue el caso del Alm. Guillermo Brown, quien lo hizo a nombre del
gobierno de Buenos Aires; y Lord Cochrane y el Alm. Illingworth, que
navegaron bajo bandera Chilena.
América empezaba a transformarse... Por el norte, Bolívar había logrado
importantes triunfos tanto en Venezuela como en Nueva Granada (Colombia),
y desde el sur llegaban las noticias de los avances de San Martín.
Con estos antecedentes, al llegar 1820 los guayaquileños comprendieron que la
libertad de la patria dependía solo de ellos, que aunque estaba ya muy cerca no
había que esperarla, era necesario ir a buscarla. Por eso decidieron apresurar
sus acciones, pues comprendían que también que de ellos dependía también
concluir la independencia de toda la América española.
Y es que la lucha entre españoles y criollos aún no estaba definida: En América
aún quedaba por independizar gran parte del Virreinato de Santa Fe
3. (Colombia), la Audiencia de Quito, el Virreinato de Lima y la Audiencia de
Charcas (Bolivia). Bolívar estaba detenido al sur de Colombia sin poder
trasponer la cordillera de Pasto cuyas puertas le eran infranqueables; y San
Martín, al sur, casi no tenía ya hombres con quienes sostener sus luchas por la
independencia del Perú.
Fue entonces que, a finales de julio y de paso hacia Caracas, procedentes de
Lima llegaron a Guayaquil los oficiales venezolanos León de Febres-Cordero,
Miguel de Letamendi y Luis Urdaneta, miembros del afamado batallón
“Numancia”, quienes habían sido separados de dicho cuerpo por haber
manifestado expresiones de rebeldía y simpatías independentistas. Los
guayaquileños, al conocer la causa por la que habían sido dados de baja, no
dudaron en invitarlos a que se queden y participen en la revolución que se
estaba fraguando.
Y es que los guayaquileños sabían que para proclamar su independencia, a más
de la fuerza consistente de sus ideas necesitaban también la fuerza
determinante de las armas y una gran cantidad de efectivos militares, fue por
eso que -con inteligencia y argumentos- con la cooperación de los tres
venezolanos lograron convencer a la oficialidad de los regimientos
acantonados en la ciudad, entre los que se encontraban el Cap. Gregorio
Escobedo, el “Cacique” Alvarez, el Cap. Nájera y los sargentos Vargas y
Pavón.
La revolución guayaquileña estaba en marcha.
El domingo 1 de octubre de 1820, y a petición de la joven Isabelita Morlás -
hija del Ministro de las Cajas Reales don Pedro Morlás-, don José de Villamil y
su esposa, doña Ana Garaycoa, ofrecieron una fiesta en su casa del Malecón. A
Villamil le pareció una magnífica oportunidad para reunir a los conspiradores
sin levantar sospechas, por lo que encargó a Antepara la misión de invitar
también a todos aquellos a quienes considerara dispuestos a respaldar la idea
emancipadora, incluyendo a los militares comprometidos.
Esa noche, mientras las parejas bailaban en el salón principal, sin llamar la
atención don José de Antepara reunió a los conjurados en una habitación
apartada.
En esa reunión secreta, a la que Antepara llamó “La Fragua de Vulcano” -
porque por conjunción cósmica reunió a todos los comprometidos con la
libertad- estuvieron presentes, entre otros, Luis Fernando Vivero, los hermanos
Antonio y Francisco de Elizalde, Lorenzo de Garaycoa, José de Villamil,
Francisco de Paula Lavayen, Baltazar García, el Cmdte. José María Peña, don
Manuel Loro, Pedro Sáenz, Francisco Oyarvide, José Rivas, José Correa y por
su puesto, Febres-Cordero, Letamendi, Urdaneta, Escobedo y los demás
militares comprometidos en la revolución, quienes acordaron que esta se daría
en las primeras horas del 9 de octubre.
Algunos de estos nombres no han tenido trascendencia, porque
lamentablemente la historia prefiere consignar a quienes tuvieron participación
militar o política, pero fueron ellos, los civiles anónimos, quienes financiaron
económicamente a la revolución; porque a los militares había que pagarles,
eran soldados de carrera; no mercenarios, pero sí profesionales, y al momento
en que abandonaron las filas realistas y se pasaron al bando independentista,
lógicamente dejaron de percibir sus sueldos, que los recibían de Lima.
4. Queda entonces establecido que -solo con la ayuda de sus hijos- Guayaquil
financió económicamente todos los gastos de su independencia.
Durante las reuniones secretas que sostuvieron en los días siguientes, los
conjurados consideraron la necesidad de nombrar un líder que comandara el
movimiento revolucionario en marcha.
El primer escogido fue Jacinto Bejarano, viejo conductor de los patriotas
guayaquileños, quien se excusó expresando que sería indigno comandar un
movimiento revolucionario sin poder estar presente en él, pues los achaques de
su avanzada edad se lo impedirían.
Se propuso entonces el mando a José Joaquín Olmedo, quien también se
excusó señalando que era hombre de letras y no soldado, y que el líder de la
revolución debía ser un militar con experiencia y capacidad de mando.
Por último se buscó a Rafael de la Cruz Jimena, quien por haber recibido su
educación y su carrera militar en España, se excusó también por considerar que
no sería caballeroso asumir la dirección de la lucha en contra de la Corona
Española.
Ahora bien, aunque los tres propuestos se negaron a aceptar la dirección del
movimiento revolucionarios por causas verdaderamente válidas, todos ellos se
comprometieron a asumir sus responsabilidades con la revolución.
En los días siguientes, ante la falta de un líder que comande la revolución, al no
conocer nada con respecto a las campañas de Bolívar y de San Martín, y con la
certeza de que los españoles mantenían en el Perú una gran fuerza compuesta
por cerca de 22.000 efectivos, y otra en Quito y Pasto, con 6.000, en un exceso
de preocupación Villamil sugirió que el golpe debía ser aplazado.
Surgió entonces el talento y la decisión de Febres-Cordero, quien
comprendiendo que no había tiempo que perder, dijo: “¿Cuál es el mérito,
que contraeremos nosotros con asociarnos a la revolución después del
triunfo de los generales Bolívar y San Martín...? Ahora que están
comprometidos, o nunca; un rol tan secundario en la independencia es
indigno de nosotros. De la revolución de esta importante provincia puede
depender el éxito de ambos generales en razón al efecto moral que esto
produjera aunque no produjera nada más. El ejército de Chile conocerá
que no viene a un país enemigo y que en caso de algún contraste tiene un
puerto a sotavento que se puede convertir en un Gibraltar. El Gral.
Bolívar nos mandará soldados acostumbrados a vencer y desde aquí le
abriremos las puertas de Pasto que le serán muy difícil de abrir atacando
por el norte (…) Pasto es inabordable por el Norte y la inmediata
revolución de Guayaquil se hace necesaria para abordarlo por el Sud”.
(José de Villamil.- “Memorias”).
Propuso entonces hacer primero la revolución y nombrar a los jefes de la
misma después.
La suerte estaba echada.
En las primeras horas del 9 de octubre de 1820 y a la voz de “Viva la Patria”,
ocultos entre los soportales y protegidos por las sombras, uno a uno los
comprometidos en el golpe revolucionario fueron llegando al Cuartel de
Granaderos, situado en los bajos de la Casa del Cabildo, y luego de ponerse de
acuerdo y de asignarse las respectivas responsabilidades, cada uno partió a
5. cumplir con su destino frente a la historia.
Febres-Cordero y el Cap. Nájera se tomaron el Cuartel de la Brigada de
Artillería (1) sin encontrar ningún tipo de resistencia; Urdaneta, junto con
Antepara y algunos civiles, hizo lo propio con la batería “Las Cruces” (2), y por
último, ese mismo grupo se apoderó del Cuartel “Daule” (3), cuyo Jefe, el
Cmdt. Joaquín Magallar, murió con honor al tratar de enfrentar a la revolución.
Esta fue la única sangre que se derramó en ese venturoso día.
Finalmente, antes de rayar el alba fueron capturados el Gobernador de la
Ciudad, don Pascual Vivero, así como el Jefe Militar de la Plaza, Crnel. Benito
García del Barrio; y comprendiendo que era inútil luchar, se entregaron
también los otros jefes militares.
En la mañana de ese glorioso 9 de octubre de 1820, cuando brilló “La Aurora
Gloriosa” y los primeros rayos del sol iluminaron la ciudad, Guayaquil y toda
la provincia ya eran libres, para siempre, del dominio español.
Se había iniciado la independencia de la Patria.
A las 10 de la mañana se conformó una Junta de Gobierno integrada por el
Crnel. Gregorio Escobedo, el Dr. Vicente Espantoso y el Tnte. Crnel. Rafael
María Jimena; y de inmediato se enarboló la bandera de Guayaquil
Independiente, formada por cinco franjas horizontales, tres celestes y dos
blancas, y en la celeste del centro, tres estrellas blancas.
En su “Reseña Histórica”, José de Villamil señala que el 9 de octubre de 1820
“…por disposición de la Junta (de Gobierno) se desplegó la bandera de
Guayaquil independiente compuesta de cinco fajas horizontales, tres
azules y dos blancas y en la del centro (azul) tres estrellas…”
En la comunicación que el Ayuntamiento de Guayaquil envía ese mismo 9 de
octubre de 1820 a Quito y a Cuenca dice textualmente “…el hermoso
estandarte de la patria tremola en todos los puntos de esta plaza”.
Antes del medio día Villamil y Febres-Cordero insistieron ante Olmedo para
que asuma el cargo de Gobernador Civil de la Plaza, y aunque este se excusó
varias veces, tuvo finalmente que acceder.
Se anunció entonces por “bando” la libertad obtenida, y por el voto general del
pueblo, al que estaban unidas todas las tropas acuarteladas, se proclamó de
manera definitiva la independencia y se firmó el acta del cabildo del 9 de
octubre de 1820, que constituye -de hecho- el “Acta de la Independencia de
Guayaquil” y de toda la Patria, pues no hay otra.
Esa acta, en su primera página, dice textualmente: “En la ciudad de Santiago
de Guayaquil, a los nueve días del mes de octubre de mil ochocientos
veinte y años, y primero de su independencia....” Allí, en el acta del 9 de
octubre de 1820, por primera vez en nuestra historia aparece la palabra
independencia.
Al día siguiente de proclamada la independencia, lo primero que hizo Olmedo -
que era un constitucionalista por antonomasia, y que por ende quería darle a
Guayaquil categoría jurídica y constitución republicana-, fue organizar un
gobierno legítimo basado en el voto popular, para lo cual convocó a una Junta
representativa de todos los pueblos de la Provincia Libre de Guayaquil.
Inmediatamente se organizó una Junta de Guerra presidida por Luis Urdaneta;
6. Olmedo fue nombrado Jefe Político y Escobedo Comandante Militar. Dos días
después, considerando que Bolívar no podía cruzar Pasto y que por el sur, la
poderosa fuerza española impedía el avance de San Martín; los guayaquileños
enviaron a ellos sendos mensajes anunciándoles que Guayaquil ya era libre del
dominio español, y que podían contar con ella en todo lo referente a las luchas
por la independencia.
“La revolución de Guayaquil vino a despejar obstáculos a la marcha
triunfal de los libertadores y a presentar ventajas excepcionales que
fueron inmediatamente aprovechadas. Y sin embargo, la transformación
del 9 de Octubre es uno de los hechos gloriosos en que no fue menester
librar sangrientos combates ni lanzar el grito de victoria entre los ayes de
dolor y el duelo de la población; porque la revolución estaba hecha ya en
el campo de las ideas y no hubo necesidad de desarraigar a sangre y fuego
las seculares instituciones coloniales” (José Antonio Campos.- Historia Documentada de
la Provincia del Guayas, tomo IV, p. 2).
El eco de la revolución de octubre retumbó en todos los rincones de la patria, y
los jóvenes criollos, que organizaron las primeras tropas para intentar dar la
independencia a Quito, llevaron a los pueblos del interior nuevos alientos y
esperanzas.
El ejemplo de Guayaquil fue seguido inmediatamente: El 10 de octubre plegó
Samborondón; luego, Daule el 11 y Baba el 12; siguieron después Jipijapa y
Naranjal, el 15; Portoviejo el 18 y Montecristi el 23. El 3 de noviembre Cuenca
se puso bajo la protección de Guayaquil... Quito guardó silencio.
El 8 de noviembre de 1820 -convocados por el Ayuntamiento de Guayaquil-
mediante expresión libre y democrática los 57 diputados representantes de
todos los pueblos convocados eligieron a Olmedo como Presidente de la
Provincia Libre de Guayaquil (no alcalde como algunos mal informados
repiten constantemente), a Rafael Ximena para que se encargue de los asuntos
militares, a Francisco Roca para que asuma la responsabilidad de atender los
asuntos civiles, y se designó a Francisco de Marcos como secretario.
Se dictó además un “Reglamento Provisorio de Gobierno”, que fue la
Constitución que regiría los destinos jurídicos de este nuevo estado, de la
República de Guayaquil, que con una extensión de más de 53.000 km2,
integraba todos los territorios comprendidos desde el río Esmeraldas, al norte,
hasta la ciudad de Tumbes al sur, comprendiendo además las estribaciones
occidentales de la cordillera de los Andes.
Esa fue -definitivamente- la Primera Asamblea Constituyente que se instaló en
un territorio libre perteneciente a la Audiencia de Quito.
Inmediatamente y conscientes de que no se podía hablar de la independencia
de la patria hasta no lograr la libertad de Quito, los patriotas guayaquileños
estructuraron los primeros batallones armados, y bajo las órdenes de Luis
Urdaneta y León de Febres-Cordero, la “División Protectora de Quito” salió en
campaña hacia el interior.
Al día siguiente, en las cercanías de Bilován, en el camino a Guaranda, las
tropas patriotas tuvieron su bautizo de fuego en la célebre Batalla de Camino
Real, en la que alcanzaron un triunfo que permitió a Guaranda proclamar su
libertad.
7. Esta victoria enardeció a los pueblos de Latacunga, Riobamba, Ambato,
Alausí, Loja y Tulcán, que el 11, 12, 13, 18 y 19 de noviembre se pronunciaron
a favor de la revolución de Octubre. Los patriotas guayaquileños -animados
por el entusiasmo de liberar a toda la patria- continuaron su victoriosa marcha
hacia Quito, pero el 22 del mismo mes, en los campos de Huachi sufrieron una
terrible derrota que los obligó a replegarse a Guayaquil.
La derrota de Huachi demostró a los patriotas que les hacía falta mayor
organización y poder bélico, por lo que escribieron a Bolívar indicándole que
Guayaquil era ya ciudad libre del yugo español, con un gobierno, pero que
necesitaban refuerzos para poder mantener la independencia.
Ante esta solicitud, Bolívar envió al Gral. Antonio José de Sucre, quien llegó a
Guayaquil el 6 de mayo de 1821 acompañado de un fuerte contingente militar,
e inmediatamente pasó a reorganizar las fuerzas patriotas, que una vez más
marcharon hacia el interior. Se libraron entonces decisivas e importantes
batallas como las de Cone, el segundo Huachi, Tanizagua y Riobamba
(Tapi) para -entre triunfos y derrotas- dar la libertad a todos los pueblos de
Quito.
Esta heroica campaña independentista culminó el 24 de mayo de 1822 en el
monumental escenario de la gloria guayaquileña: El Pichincha.
(1) Quedaba entonces donde hoy se levanta el edificiodel Correo.
(2) Estaba situado donde hoyqueda el edificio del antiguo Hotel Humboldt.
(3) Estaba ubicada en la orilla, a la altura de las calles Portete y Argentina.
Autor:Efrén Avilés Pino
Miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador
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8. Proceres del 9 de Octubre de 1820
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José Joaquín de Olmedo
Rafel Jimena
Patriota y prócer de la independencia nacido en Guayaquil el 22 de agosto de 1789, hijo
del Sr. Francisco de la Cruz Jimena y Llanes de Velasco y de la Sra. Francisca Muñoz
de Guzmán y Córdoba.
Tenía 14 años de edad cuando fue enviado por su padre a estudiar en España, donde
obtuvo del Monarca la orden para ser recibido en el Colegio Militar de Caballeros
Cadetes del Alcázar de Segovia, instituto que era muy estricto en lo que se relacionaba
con el ingreso de estudiantes, pero en el que por sus sobresalientes dotes intelectuales y
vocación militar, obtuvo el 6 de enero de 1808 el grado de Subteniente, y la tercera
antigüedad entre treinta cadetes.
Luego de servir durante casi doce años en España, volvió a Guayaquil a principios de
1820 con el grado de Teniente Coronel, y poco tiempo después, conociendo sus ideas
independentistas fue requerido por el Gral. José de Villamil para asumir la dirección del
movimiento emancipador que se estaba fraguando, pero a pesar de estar plenamente
identificado con dicho movimiento, se excusó de participar
Triunfante la Revolución del 9 de Octubre de 1820 fue nombrado Vocal del nuevo
Gobierno Libre de Guayaquil, y el 8 de noviembre, el Colegio Electoral, luego de
promulgar una Constitución Política provisional, lo eligió para integrar una nueva Junta
Suprema de Gobierno con José Joaquín Olmedo como Presidente, Francisco Roca,
también como Vocal, y Francisco de Marcos como Secretario.
Culminada la independencia gracias al triunfo patriota en la histórica Batalla del
Pichincha, y luego de que el Libertador Bolívar ordenó la Anexión de Guayaquil a
Colombia, se trasladó a vivir en la ciudad de Lima, Perú, cuyo gobierno lo llamó
sucesivamente para el desempeño de importantes cargos públicos, en los que actuó de
manera notable y patriótica hasta el día de su muerte, ocurrida en esa ciudad el 11 de
abril de 1830.
José de Antepara
9. Patriota guayaquileño -sobrino del prócer la Revolución del 9 de Octubre de 1820- que
ofrendó su vida por la libertad de la Patria.
En la madrugada de ese glorioso 9 de octubre de 1820, junto al Cap. Luis Urdaneta
asistió a la captura del "Cuartel Daule" y a la toma de la "Batería Las Cruces",
convirtiéndose entonces en uno de los principales protagonistas de esa histórica jornada.
En 1821 se alistó en el ejército libertador y fue designado Ayudante de Campo y Edecán
del Gral. Antonio José de Sucre. Asistió entonces al triunfo patriota en la batalla de
Cone, el 19 de agosto, pero la suerte no lo acompañó en el segundo Huachi.
Ese trágico 12 de septiembre de 1821, en medio del fragor de la batalla, Sucre le
encomendó la misión de llevar una orden estratégica a un ala de su ejército. Antepara,
inexperto como militar pero valiente como patriota, “tuvo como indigno pasar por la
retaguardia de la línea; y, apenas recibida la orden y sin dar tiempo al general Sucre
para que impidiera su impetuosa temeridad, se lanzó en su caballo por entre los fuegos
nutridos de ambos ejércitos... Había avanzado hasta la mitad del camino, cuando una
bala le derribó por tierra, privándole de la existencia y arrebatando a la patria uno de sus
más amorosos hijos, que de tanta utilidad le había sido y tan fundadas esperanzas daba
para el porvenir”
Francisco de Marcos
Patriota y próces de la independencia nacido en Guayaquil el 11 de mayo de 1794, hijo
del Dr. Antonio de Marcos y Gonzáles y de la Sra. Francisca Crespo y Cassaus. Sus
primeros estudios los realizó en su ciudad natal, y luego viajó a Quito para ingresar a la
Universidad de Santo Tomás, donde el 6 de abril de 1819 obtuvo el título de Doctor el
Jurisprudencia. De regreso a Guayaquil participó en los movimientos relacionados con
la Revolución del 9 de Octubre de 1820, y fue uno de los primeros que firmaron el Acta
de la Independencia. El 8 de noviembre,
al organizarse la primera Junta Suprema de Gobierno fue nombrado Secretarios de la
misma. En 1822 rechazó la actitud asumida por Simón Bolivar cuando éste ordenó la
Anexión de Guayaquil a Colombia, razón por la cual, junto a los miembros de la Junta
de Gobierno de Guayaquil, viajó al Perú donde permaneció durante algún tiempo. Al
separarse el Departamento del Sur de Colombia asistió como Diputado a la Primera
Constituyente, que convocada por el Gral. Juan José Flores se reunió en la ciudad de
Riobamba a partir del 14 de agosto de 1830.
Francisco de Paula Lavayen
Patriota y prócer de la independencia nacido en la ciudad de Guayaquil en el año 1785,
hijo del Sr. Pedro Lavayen y Rodriguez Plaza y de la Sra. María Magdalena de
Muguerza y Rivas. Fue uno de los invitados a la fiesta que se dió el 1 de octubre de
1820 en la casa del Gral. José de Villamil, y estuvo presente en la reunión clandestina
que esa noche preparó José de Antepara para organizar los movimientos
independentistas de Guayaquil; reunión a la que el propio Antepara llamó "La Fragua de
Vulcano".
En la memorable noche del 8 de octubre acompaño al Cap. Luis Urdaneta a la captura
del Cuartel Daule, y luego, junto a ocho voluntarios más atacó y se apoderó de la
Bateria Las Cruces, situada al sur de la ciudad. Al establecerse el Gobierno Libre de
Guayaquil, luego de la Revolución del 9 de Octubre de 1820, fue ascendido al grado de
Capitán y enviado en comisión para informar a Bolívar que Guayaquil, gracias al
esfuerzo de sus hijos, había proclamado su independencia y era libre del yugo español.
Antonio Elizalde
10. Patriota y prócer de la independencia nacido en Guayaquil el 23 de abril de 1795, hijo
de don Juan Bautista de Elizalde Echegaray y de doña María Josefa Lamar y Cortázar.
Tuvo importante actuación en la heroica y gloriosa Revolución del 9 de Octubre de
1820, participando en la toma del Cuartel Daule; y un año más tarde, bajo las órdenes
del Gral. Antonio José de Sucre inició las campañas por la independencia de todos los
pueblos de Quito, e intervino con valor y coraje en las batallas de Cone, Huachi y
Pichincha. Posteriormente luchó también en Ayacucho, donde se selló de manera
definitiva la libertad americana.
Es preciso anotar que en Huachi, Elizalde, luciendo ya los galones de Capitán, recibió
dos heridas de lanza, a consecuencia de las cuales quedó baldado del brazo derecho.
En 1828, junto a su tío, el mariscal José de Lamar, intervino en la guerra Perú-Gran
Colombiana que terminó con el triunfo de Sucre en los campos de Tarqui, el 27 de
febrero de 1829.
Instaurada la República del Ecuador, el Gral. Juan José Flores lo nombró Jefe de Estado
Mayor, pero cuando el gobernante intentó eternizarse en el poder se opuso tenazmente,
pasó a la oposición y tomó parte activa en la Revolución Marcista que en 1845 puso fin
a la dominación floreana.
Miguel de Letamendi
Patriota venezolano. héroe y prócer de la independencia, nacido en la Isla de Trinidad el
29 de enero de 1792. Perteneció al histórico batallón realista Numancia,y con el grado
de Sargento Mayor fue destinado a Lima, Perú, para cumplir algunas actividades
militares. Poco tiempo después las autoridades españolas descubrieron sus simpatías por
las ideas indepentistas, y de inmediato ordenaron su regreso a Venezuela.
En estas circunstancias llegó a Guayaquil en septiembre de 1820 junto a León Febres
Cordero y Luis Urdaneta, integrantes del mismo batallón, y que al igual que él volvían a
Venezuela por haberse identificado con la causa de la libertad. Conoció entonces a los
patriotas guayaquileños que ya estaban fraguando un movimiento revolucionario, e
invitado por ellos asistío a la fiesta que el 1 de octubre se dió en casa del Gral. José de
Villamil, y estuvo presente, esa misma noche, en la célebre reunión secreta a la que José
de Antepara llamó "La Fragua de Vulcano". Su condición de militar fue determinante
para llevar a feliz término la Revolución del 9 de Octubre de 1820, y dos días más tarde
junto a Villamil se embarcó en la goleta Alcance para participar al Gral. San Martín, a
Lord Cochrane y a todos los pueblos del sur, que Guayaquil tenía ya un gobierno libre
del yugo español. Luego de conocer los pormenores de la transformación política de
Guayaquil, San Martín, para manifestarse de algún modo lo mucho que valía el exacto y
felíz cumplimiento de su misión, en reconocimiento a sus méritos lo ascendió al grado
de Coronel. Posteriormente se radicó definitivamente en la ciudad de Lima, donde con
la satisfacción de ver una América libre, murió el 17 de abril de 1871.
Francisco María Roca
Patriota y próces de la independencia nacido en Guayaquil el 6 de junio de 1786, hijo
del Cmdt. Bernardo Roca y Liceras y de doña Ignacia Rodríguez y Carrascal. Tuvo
importante actuación en los hechos relacionados con el movimiento independentista de
Guayaquil que culminó con el triunfo de la Revolución del 9 de Octubre de 1820, luego
de lo cual, junto a Rafael María Jimena y al Dr. José Joaquín de Olmedo, integró el
primer gobierno autónomo surgido como consecuencia de dicho movimiento.
Poco tiempo después fue comisionado con el fin de adquirir una imprenta para
Guayaquil. Organizó entonces en la ciudad una colecta pública con el propósito de
reunir los fondos necesarios para su compra, que él inició donando la cantidad de 200
11. pesos. Gracias a su gestión Guayaquil inauguró su primera imprenta el 21 de mayo de
1821 con la publicación de una hoja impresa que fue llamada "El Prospecto", y en la
cual se anunciaba la próxima publicación del primer periódico portero, al que llamaría
"El patriota de Guayaquil"
León de Febres Cordero
Patriota y prócer de la independencia nacido en Altagracia (Maracaibo), Venezuela, el
28 de junio de 1796, hijo del Sr. Bartolomé Febres-Cordero y Padrón y de la Sra. María
Prudencia Oberto Farías.
Antes de culminar sus estudios y obedeciendo al llamado de su vocación militar, el 20
de julio de 1812 sentó plaza de cadete en el Batallón de Infantería Veterana de
Maracaibo, donde servía su padre, y dos años más tarde, luego de haber alcanzado el
grado de Subteniente, luchó contra los patriotas venezolanos que habían iniciado las
primeras luchas por la independencia. Posteriormente fue destinado al afamado primer
batallón del regimiento «Numancia», y con el grado de Capitán intervino en la
victoriosa campaña de Nueva Granada, donde los patriotas fueron nuevamente
derrotados.
Finalmente, a principios de 1819 fue destinado a Lima, Perú, pero al poco tiempo las
autoridades españolas empezaron a desconfiar de la oficialidad del Numancia, pues
éstos -que en su mayoría eran criollos hijos de españoles-, más de una vez habían
demostrado su descontento con las autoridades realistas y sus simpatías con las causas
de la independencia, por lo que a mediados de 1820 las autoridades españolas ordenaron
su detención vivo o muerto.
Febres-Cordero logró escapar gracias a la ayuda que recibió de otros patriotas
comprometidos, quienes lo ocultaron hasta que finalmente pudo embarcarse y
abandonar el Perú.
A finales de julio de ese mismo año -junto a los capitanes Luis Urdaneta y los hermanos
Luis Felipe y Miguel de Letamendi llegó a Guayaquil a bordo del bergantín
angloamericano “Tiber”. Por esa época, ya los patriotas guayaquileños habían
empezado a preparar su golpe independentista.
Al conocer de su brillante carrera militar y de sus patrióticas ideas de libertad, los
principales líderes de la revolución lo invitaron a la fiesta que en casa del Gral. José de
Villamil se dio en la noche del 1 de octubre, y donde tuvo la oportunidad de conocer a
la bellísima Isabelita Morlás con quien contraería matrimonio posteriormente. Esa
histórica noche fue uno de los patriotas que asistió a la reunión secreta que en dicha
fiesta había promovido don José de Antepara, quien la llamó La Fragua de Vulcano.
Juan Illingworth
Patriota y prócer de la independencia nacido en Stockport, condado de Chester, en
Inglaterra, el 10 de marzo de 1786, hijo de Abraham Illingworth y de Mary Hant.
A la edad de quince años se alistó como aprendiz en la marina de guerra de S.M.
Británica, en la que sirvió durante diez años destacándose por su valor e intrepidez. Fue
mencionado en los “Anales de la Marina Inglesa” (1810) por su valerosa actuación en la
guerra con Francia y el 1 de agosto de 1811 fue ascendido al grado de Teniente.
A raíz de que las colonias inglesas de Norteamérica lograron su independencia, el
Imperio Británico comprendió que para no perder su hegemonía era necesario que las
colonias españolas también logren su libertad, por lo que dispuso que algunos militares
se pongan en contacto y a disposición de los movimientos independentistas de
Hispanoamérica para asesorarlos y ayudarlos en su lucha contra la Corona Española.
12. Entonces, y luego de haber participado en otras campañas en Francia, Holanda y
Dinamarca, en 1818 fue encargado de transportar secretamente a Lord Cochrane hasta
las costas de Chile, y en agosto de ese mismo año partió a cumplir con esa delicada
misión al mando de la corbeta “Rosa”, en la que llegó a Valparaíso en los últimos días
de diciembre.
La corbeta fue entonces adquirida por Chile, y luego de ser equipada adecuadamente y
rebautizada con el nombre de “Rosa de los Andes”, fue puesta bajo su experta mano
para enfrentar a la flota española a lo largo de la costa del Pacífico.
Desde mayo de 1819, al mando de la “Rosa de los Andes” acosó a todas las naves
españolas que surcaban el Pacífico, hasta que el 12 de mayo de 1820, frente a Punta
Galera (provincia de Esmeraldas), trabó terrible y feroz combate contra la fragata
realista “Prueba”.
Luego de larga lucha -que fue brava y sangrienta-, con habilidad y coraje fue
dominando poco a poco la situación y estaba a punto de lograr la victoria, pero fue
gravemente herido y tuvo que entregar el mando a su segundo, quien luego de causar
graves daños a la “Prueba” intentó retirarse, pero la “Rosa de los Andes” encalló y de
esa manera terminó su gloriosa lucha por la libertad.
Llegó a Guayaquil al año siguiente, cuando ya se había consumado la Revolución del 9
de Octubre de 1820, y de inmediato se incorporó, bajo las órdenes de Sucre, en el
ejército patriota que se preparaba para iniciar la campaña sobre Quito.
En su marcha hacia el interior le fue asignado el mando de una columna de trescientos
hombres con los que debía dirigirse hacia Latacunga, y ya había llegado a los suburbios
de Quito cuando fue informado de la terrible derrota que el 12 de septiembre de 1821
había sufrido Sucre en los campos de Huachi, por lo que tuvo que contramarchar y
volver a Guayaquil, no sin antes aplicar toda su astucia e inteligencia para evitar un
encuentro con las tropas del Gral. Aymerich, triunfador de Huachi.
En Guayaquil ayudó a reorganizar el ejército patriota, y más tarde, junto a Sucre
participó en todas las campañas militares hasta culminar en Pichincha el 24 de mayo de
1822.
En octubre de ese mismo año, mientras desempeñaba el cargo de Comandante del
Apostadero de Guayaquil fundó la Escuela Náutica, que fue cuna de valientes y
destacados marinos y militares que prestaron invalorables servicios a la Patria.
Al instaurarse la República del Ecuador, luego de que convocada por el Gral. Juan José
Flores se reunió en Riobamba, el 14 de agosto de 1830, la Primera Constituyente,
participó en el movimiento revolucionario que en defensa de los ideales de Simón
Bolívar organizó el Cap. Luis Urdaneta en Guayaquil el 28 de noviembre, en contra de
Flores, pero ante la muerte del Libertador -ocurrida en diciembre- la revolución fracasó
y fue desterrado al Perú donde permaneció durante varios meses.
Vicente Rocafuerte
Político y prócer de la independencia americana nacido en Guayaquil el 1 de mayo de
1783, hijo del Cap. Juan Antonio de Rocafuerte y de la Sra. Josefa Rodríguez Bejarano.
Sus primeras enseñanzas las recibió en su ciudad natal, y desde temprana edad demostró
ser poseedor de un gran patriotismo y raro talento. Su personalidad y carácter lo
distinguían entre sus compañeros, y sus ideas y conceptos causaban la admiración de
quienes lo escuchaban.
Al terminar su primera educación, en 1800 viajó a Europa junto a su tío, don Jacinto
Bejarano, para continuar estudios superiores en el Colegio de Nobles de Madrid y en el
Colegio Saint Germain de París, donde tuvo la oportunidad de alternar con miembros de
la nobleza europea y con hombres que más tarde ocuparían sitiales destacados en la vida
13. política y cultural del continente. Por esa época, en París, conoció y trabó amistad con
su contemporáneo, el venezolano Simón Bolívar.
Después de permanecer en Europa durante siete años, volvió a Guayaquil con nuevas
ideas políticas que por vanguardistas podrían haber sido consideradas entonces como
altamente peligrosas.
Al estallar en Quito la Revolución del 10 de Agosto de 1809, fue apresado en Guayaquil
por orden de las autoridades realistas que consideraron que él podría haber tenido
participación en dicho movimiento, ya que mantenía vínculos de amistad con el Dr.
Juan de Dios Morales, uno de los principales protagonistas de la revuelta quiteña, pero
al comprobarse que no era así fue dejado en libertad. Al año siguiente fue nombrado
Alcalde Ordinario de la ciudad, abriéndosele entonces la mejor puerta para ingresar a la
vida pública del país; pudo así darse a conocer como un hombre activo, honesto y
trabajador.
En 1812 fue elegido Diputado ante las Cortes de Cádiz, en las que no pudo participar
por haber llegado cuando estas ya habían sido disueltas. Tuvo entonces oportunidad de
conocer a Simón Bolívar, con quien se encontró varias veces en Europa.
Establecido en Europa y buscando acrecentar sus conocimientos políticos y culturales,
recorrió durante algún tiempo varios países, hasta 1817 en que volvió a Guayaquil con
nuevas ideas políticas que, por vanguardistas, fueron consideradas en esa convulsionada
época como altamente peligrosas. Dos años después -cuando en Guayaquil ya se
hablaba secretamente de independencia- tuvo que viajar a los Estados Unidos y México
donde, invitado a participar en la política, tuvo importantísima actuación.
Rocafuerte no tuvo participación alguna ni en los movimientos previos ni en la
Revolución del 9 de Octubre de 1820; a pesar de ello, por alguna equivocada razón su
nombre consta en el fuste de la “Columna de la Independencia”, en el Parque del
Centenario, en Guayaquil.
Diego Noboa
Patriota y prócer de la independencia nacido en Guayaquil el 15 de abril de 1789, hijo
del Sr. Ramón Ignacio de Noboa y Unzueta y de doña Ana de Arteta y Larrabeytia.
Realizó todos sus estudios en la ciudad de Quito y los culminó en el Colegio de San
Luis donde obtuvo el título de Bachiller. Le tocó entonces vivir dos momentos
determinantes de la historia de nuestra patria: El movimiento insurgente de Quito que
llevó a feliz término la Revolución del 10 de Agosto de 1809; y al año siguiente, el 2 de
agosto, el sangriento Asesinato de los Patriotas Quiteños.
Imbuido de ideas revolucionarias e independentistas, regresó a Guayaquil a finales de
1813 y al poco tiempo fue nombrado Regidor del Cabildo de la ciudad. Por esa época ya
se escuchaba el eco de las primeras luchas por la libertad de los pueblos de América,
con las que se identificó desde el primer momento.
«Trabajó con entusiasmo en favor de la Revolución del 9 de octubre de 1820, que
proclamó la independencia de esta provincia. La Junta de Gobierno que se organizó
entonces, compuesta de los señores Olmedo, Jimena y Roca, conociendo la actividad y
patriotismo del señor Noboa, le dio la importante misión de ir a Manabí a organizar el
régimen constitucional establecido en Guayaquil. Aceptó con placer tan honroso
encargo, que le proporcionaba la ocasión de servir de una manera más eficaz a la Causa
de la Independencia de su Patria; y supo corresponder satisfactoriamente, a la confianza
que en él depositó el primer Gobierno Nacional del Ecuador» (Camilo Destruge.-
Album Biográfico Ecuatoriano, tomo I, p. 433).
Dos años después de la Revolución del 9 de Octubre de 1820, cuando Bolívar ordenó la
Anexión de Guayaquil a Colombia fue llamado para desempeñar el cargo de Tesorero
14. Departamental; en 1823 fue Administrador de Alcabalas, Contador Mayor en 1824 y
Comisario de Guerra y Marina en 1825.
Luis Urdaneta
Patriota y héroe de la independencia nacido en la ciudad de Maracaibo, Venezuela, el 25
de agosto de 1796; hijo de don José de Urdaneta Barrenechea y Troconís, y de doña
Francisca Faría.
Por su condición social no le fue difícil ingresar como cadete en el Batallón de Milicias
de Blancos de Maracaibo, donde inició su carrera militar.
Posteriormente pasó al distinguido batallón realista “Primero de Numancia” destinado
al Perú, pero a mediados de 1820 las autoridades españolas descubrieron sus ideas
americanistas y le ordenaron volver a Venezuela. Fue así como, a finales de julio y a
bordo del bergantín angloamericano “Tiber”, en tránsito hacia Venezuela llegó a
Guayaquil junto a otros destacados oficiales del mismo batallón a quienes también se
había ordenado regresar por idénticas razones: León de Febres-Cordero y Miguel de
Letamendi.
Inmediatamente los tres oficiales hicieron buena amistad con los patriotas
guayaquileños que ya estaban planeando un movimiento independentista, e invitados
por ellos asistieron a la fiesta que el 1 de octubre de ese mismo año se dio en casa de
don José de Villamil. Fueron entonces conducidos a la reunión secreta que en esa
misma fiesta promovió el prócer guayaquileño don José de Antepara, a la que él mismo
llamó «La Fragua de Vulcano», y en la que se acordaron los últimos preparativos para el
movimiento revolucionario de Guayaquil.
Por su talento y experiencia militar se convirtió en verdadero pilar de la Revolución del
9 de Octubre de 1820, que dio la libertad a Guayaquil y abrió las puertas de la
independencia a todos los pueblos de Quito; y fue justamente él, acompañado por
Lorenzo de Garaycoa y varios patriotas más, quien tuvo la misión de capturar el Cuartel
Daule, destacamento militar realista que se encontraba bajo el mando del valeroso
comandante Joaquín Magallar, a quien personalmente tuvo que ultimar para asegurar el
éxito del movimiento revolucionario. Posteriormente asistió también a la toma de la
batería de Las Cruces, al sur de la ciudad.
Triunfante la revolución, la primera Junta de Gobierno de Guayaquil lo ascendió al
grado de Teniente Coronel y le confió el mando de un escaso y mal organizado ejército,
al frente del cual marchó hacia el interior para intentar liberar a las provincias de la
sierra.
Lorenzo de Garaicoa
Ilustre prelado nacido en Guayaquil el 4 de diciembre de 1775, hijo de don Francisco
Ventura de Garaycoa y Romay (español) y de doña Eufemia Llaguno y Lavayen.
Sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal y posteriormente viajó a Quito para
ingresar al Colegio Seminario de San Luis. Luego de graduarse de Bachiller ingresó a la
Universidad de Santo Tomás de Aquino donde cursó estudios superiores hasta alcanzar,
en 1798, la investidura de Doctor en Teología y Cánones. Posteriormente se trasladó a
Cuenca, donde el 15 de marzo de 1799 fue ordenado sacerdote del Altísimo en la
catedral de dicha ciudad, y recibió dicha investidura de manos de monseñor José
Carrión y Marfil.
Inició entonces una santa y abnegada labor pastoral que lo llevó primeramente a Loja y
luego a Yaguachi, donde como cura párroco se dedicó por entero a hacer el bien a sus
feligreses, tanto en lo material como en lo espiritual.
15. Años más tarde pasó a cumplir con su misión religiosa en la ciudad de Guayaquil, y en
1819 fue nombrado Rector y profesor de Teología del Seminario de San Ignacio de
Loyola. En Guayaquil vivió y respaldó la Revolución del 9 de Octubre de 1820, en la
que su hermano -el Crnel. Lorenzo de Garaicoa-, tuvo importantísima y determinante
participación. Posteriormente, en 1835 fue designado cura propio de San Alejo, que en
ese entonces era viceparroquia de la matriz de Guayaquil.
El 17 de marzo de 1837, el Senado y la Cámara de Representantes decretaron la división
de la diócesis de Cuenca en dos obispados: El de Guayaquil y el de Cuenca; y luego de
discutir sus organizaciones y rentas respectivas, lo eligió para regir los destinos del
primero de ellos. El 22 del mismo mes, el Presidente Constitucional de la República,
Dr. Vicente Rocafuerte, por medio de su Ministro de lo Interior puso el ejecútese de
dicho decreto, las bulas llegaron en agosto y finalmente, el 14 de octubre de 1838, en
solemne ceremonia realizada en la catedral de Quito, el arzobispo José Nicolás de
Arteta puso en su cabeza la Mitra Sagrada que lo convirtió en el primer Obispo de
Guayaquil.
José de Villamil
Patriota y prócer de la independencia nacido en New Orleans, Luisiana (en esa época
colonia francesa), EE.UU., el 10 de junio de 1788, hijo del Sr. Pedro González de la
Galea y Villamil y de la Sra. Catalina Jolly Lebrún.
Luego de haber servido a su patria como Sargento Primero del batallón «Reflejos
Voluntarios», por 1809 viajó a Europa donde tuvo oportunidad de conocer y trabar
amistad con distinguidos ciudadanos sudamericanos que estaban planificando y
buscando apoyo para iniciar las luchas por la independencia. El propio Villamil narra en
la introducción de su “Reseña”, que a los 21 años de edad, mientras se encontraba en
Cádiz, junto a otros futuros próceres latinoamericanos hizo el juramento de consagrar su
vida a la emancipación de América.
Fue así que poco tiempo después, imbuido de esas ideas, volvió a América y
desembarcó en la ciudad de Maracaibo, Venezuela, donde con empeño y patriótico
entusiasmo empezó a trabajar y desarrollar sus tareas revolucionarias.
Se encontraba involucrado en los movimientos independentistas cuando por un
descuido involuntario fue descubierto y capturado, y pudo salvarse de ser fusilado
gracias a una vieja amistad que había tenido con el Gobernador del Departamento, Gral.
Millares, quien en recuerdo de esa amistad de la juventud se contentó con expulsarlo de
Venezuela.
Llegó a Guayaquil por el año de 1812, donde se estableció definitivamente y contrajo
matrimonio con la Srta. Ana Garaycoa y Llaguno. Poco tiempo después estableció
vínculos con determinados grupos de vecinos a quienes empezó a expresar sus ideas
independentistas.
El 8 de febrero de 1816, al mando de una pequeña goleta descendía por el río Guayas
buscando salir a mar abierto, cuando a lo lejos descubrió una poderosa escuadra naval
que bloqueaba la entrada del golfo de Guayaquil. Creyendo que se trataba de una
incursión pirata, remontó nuevamente las aguas del río y volvió a la ciudad para dar la
voz de alarma y preparar la defensa.
Las autoridades españolas sabían que se trataba de la escuadra del almirante argentino
Guillermo Brown, quien desde 1815 atacaba a las naves españolas que surcaban las
aguas del Pacífico, e invitaba a todos los pueblos y ciudades que tocaba para que se
levanten en armas en contra de sus opresores, por lo que en un afán de acabar con él,
hicieron correr en la ciudad la noticia que realmente se trataba de un ataque pirata.
16. Gracias al aviso de Villamil y al coraje de los guayaquileños, las naves de Brown fueron
abordadas y su tripulación capturada, pero pocos días más tarde, al comprender su
equivocación, los guayaquileños exigieron a las autoridades españolas la libertad del
almirante argentino.
Fue justamente en su casa donde el 1 de octubre de 1820 se llevó a cabo esa reunión
secreta a la que José de Antepara llamó «La Fragua de Vulcano», porque en ella se
reunieron los patriotas guayaquileños para preparar el movimiento independentista que
culminó con el triunfo de la Revolución del 9 de Octubre; movimiento que dio la
libertad a Guayaquil y abrió las puertas de la independencia a todos los pueblos de la
Patria.
Dos días después, al mando de la goleta Alcance partió hacia el sur para anunciar a Lord
Cochrane y al Gral. San Martín, que Guayaquil ya tenía un gobierno libre.
Al año siguiente se alistó en el ejército de Sucre y asistió a los combates de Cone y
segundo Huachi, en los que demostró verdadero valor y patriotismo.
Al instaurarse la República en el año 1830, su espíritu marino puso especial atención en
el archipiélago de Galápagos, y considerando que por su situación geográfica éste
pertenecía al Ecuador, elevó una solicitud en ese sentido al Presidente de la República,
Gral. Juan José Flores, quien lo autorizó para que iniciara su colonización. Fue así que -
al mando del Crnel. Ignacio Hernández- el 20 de enero de 1832 partió la primera
expedición hacia las Islas Encantadas, y el 12 de febrero tomó posesión definitiva de
ellas a nombre de la República del Ecuador.