El documento describe la importancia de los indicadores como herramienta estratégica para la planificación y gestión de calidad en el sistema universitario español. Explica que las universidades necesitan información homologada y comparable para evaluar su calidad a través del tiempo, en comparación con otras instituciones, y en relación con objetivos prefijados. Finalmente, destaca el trabajo realizado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas para desarrollar un catálogo de indicadores consensuado.
Encuesta que permite indicar el nivel de conocimiento y aplicación de los pri...
Indicadores Educativos
1. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
2.VII. INDICADORES: INFORMACIÓN ESTRATÉGICA
PARA EL SISTEMA UNIVERSITARIO ESPAÑOL
Tomás Escudero Escorza
(Catedrático de Métodos de Investigación
y Diagnóstico en Educación
Universidad de Zaragoza)
Al introducir y comentar el capítulo de Indicadores Universitarios de este trabajo del
Observatorio Universitario de la CRUE, relativo a informaciones del curso académico 2000-2001, siento
alegría por haber sido invitado a hacerlo, pero, sobre todo, por el hecho de que la Conferencia de
Rectores haya dado este importante paso de introducir en su Informe este capítulo, y fomentar, desde
dentro de las propias Universidades, la utilización de indicadores, como instrumento de análisis y
planificación del sistema universitario y de las instituciones que lo conforman.
El hecho de que las Universidades públicas españolas asuman la iniciativa de ofrecer a la
sociedad entera información homologada y contrastable de su propia realidad, no solamente es un
paso importante para la planificación y la toma de decisiones, sino que es también un claro ejemplo de
ejercicio de responsabilidad social.
En este proceso, todavía incipiente y, como veremos, con muchos aspectos por perfeccionar,
debo destacar el trabajo del Dr. Juan Hernández Armenteros, Gerente de la Universidad de Jaén, que
de manera rigurosa y sistemática, y paciente, ha recopilado y dado forma a la información que ofrece
este Observatorio de la CRUE.
Como se indica en su presentación, la base principal, aunque no única, para la elaboración del
capítulo de indicadores, ha sido el Catálogo (Consejo de Universidades, 2001) elaborado por una
Comisión Técnica bajo el auspicio del Consejo de Universidades y acordado, en su última fase, con
representantes de la Conferencia de Rectores. De esta manera, el Catálogo de Indicadores aludido, se
convertía en un primer intento de sistema de indicadores, consensuado y aceptado por las principales
partes implicadas en la política universitaria española.
En la Comisión Técnica anterior, tuve el honor de colaborar con distintos responsables
académicos y de gestión de nuestro sistema universitario, entre los que estaba Juan Hernández, por lo
que tengo información de primera mano para valorar y reconocer su mérito en esta tarea.
En las siguientes páginas, y tras esta obligada introducción, ofrezco una reflexión sobre el
significado de los indicadores como herramienta para la planificación y la gestión de calidad, describo
las características del Catálogo de Indicadores elaborado para nuestro sistema universitario y comento
los resultados de los indicadores para las distintas Universidades, tal como los recoge el último gran
apartado del anexo estadístico (5.V.) de los que contiene el Observatorio Universitario que estamos
analizando.
1. EL POR QUÉ DEL USO DE UN SISTEMA DE INDICADORES
La posesión de información ha estado tradicionalmente relacionada con la idea de poder. La
idea básica ha sido la de que quien tiene información tiene poder. Sin embargo, hoy en día, con el
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2. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
desarrollo de la sociedad del conocimiento y la explosión en el uso de tecnologías de la información y la
comunicación, ese viejo pensamiento requiere algunas matizaciones y precisiones. Ya no sirve tener
mucha información, aunque sea de calidad, que, por otra parte suele ser de fácil acceso. Sirve,
fundamentalmente, la información que tiene determinadas cualidades, convenientemente seleccionada
y elaborada. De alguna manera, nuestro tiempo ha trasladado el centro de interés preferente, de la
acumulación de información, a la selección y tratamiento de la misma.
En los ámbitos universitarios, sobre todo cuando se tratan aspectos de planificación y gestión,
es creciente el interés por contar con una información de calidad y con potencial estratégico (Estellés,
2001), en la que fundamenten los responsables sus decisiones y con la que los distintos implicados en
el sistema puedan tener un conocimiento cabal y un diagnóstico preciso de la realidad de las
instituciones universitarias. Por ello, una pregunta clave es si es posible la dirección y gestión
estratégica de una universidad, sin un buen sistema de información homologada y fiable (Escudero,
2001), en definitiva, sin un buen sistema de indicadores de la realidad institucional.
Nuestras universidades cuentan en la actualidad con amplios y ricos bancos de información,
que atañen a muy diversos aspectos de la vida universitaria y de la estructura institucional. Sin
embargo, esta información no siempre tiene la calidad deseada, ni está organizada de la manera
debida para que pueda utilizarse de manera eficiente. El panorama del estado de la información en
nuestras Universidades es muy variado y no se pueden generalizar los problemas, ni la intensidad de
los mismos. Sin embargo, es habitual encontrarse con algunas dificultades como las siguientes
(Escudero, 2001a):
• Archivos diversos construidos con criterios no siempre compatibles.
• Deficiente control de la fiabilidad de la información.
• Bases de datos incompletas y desiguales según ámbitos.
• Utilización de criterios de clasificación de la información diversos.
• Dificultades de acceso descentralizado a las bases de datos.
• Escasa cultura de utilización de indicadores comunes con otras
instituciones.
En materia de elementos de información institucional, la dirección universitaria se apoya
básicamente en estadísticas (datos cuantitativos), información de gestión (cualitativa y cuantitativa) y
en indicadores. Es cierto que a menudo resulta difícil distinguir entre estos tres tipos de unidades de
información, pero no podemos caer en la trampa de pensar que toda información de síntesis que se
genera en una institución es un indicador.
No es este el momento para revisar el debate académico en relación con la definición y
utilización, y la propia denominación de indicador, cuando hablamos de instituciones universitarias.
Pero sí debemos hacer alusión a que son asuntos sobre los que existe, si no imprecisión, sí un cierto
margen de flexibilidad en la conceptualización e interpretación. Nos vamos a encontrar con la
denominación de indicadores de calidad, de rendimiento, o simplemente indicadores, y en cuanto a
definiciones y uso, también podemos observar bastante variedad, alrededor de una idea central, que
viene a ser la que resaltamos en este trabajo. El lector interesado en profundizar en el debate
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3. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
académico que acabamos de citar tiene la posibilidad de hacerlo a través de numerosas publicaciones
aparecidas en los últimos quince años. Limitándonos a estudios publicados en nuestro país, podemos
citar, a modo de muestra representativa, los trabajos de Lázaro (1992), De Miguel (1995), Osoro (1995)
y las actas de seminario sobre indicadores que tuvo lugar en la Universidad de León en junio de 1999
(Consejo de Universidades, 1999).
Estas unidades de información, del tipo que sean, serán consideradas como relevantes
cuando muestren algo interesante sobre el objeto analizado, la institución, en alguno de los elementos
del sistema de producción (contexto, entradas, proceso, producto), o sobre el sistema en su conjunto, o
cuando sea de utilidad para tomar decisiones sobre el mismo. Pero una unidad de información sólo
tendrá carácter estratégico cuando incida de manera significativa en los procesos de cambio,
adecuación y mejora institucional (Escudero, 2001).
Aquí utilizamos el término indicador sin adjetivos, y sólo denominamos así a una síntesis de
información definitoria o relacionada con la calidad institucional (Sizer, 1992; Segers y Dochy, 1996).
Su valor estratégico vendrá determinado por la medida en que sea relevante para gestionar los
procesos de cambio y adecuación en la organización.
Cuando una universidad quiere informar a sus miembros, a los responsables políticos o a la
sociedad en general sobre su calidad, puede utilizar diversos tipos de indicadores, cada uno de ellos
con significado diferente desde distintas perspectivas (Escudero, 2000). Este hecho es lógica
consecuencia de que calidad es un concepto multidimensional y, en gran medida, relativo a la
audiencia.
Se informa de la calidad a través de sus indicadores directos, que no son otra cosa que los
resultados (valor añadido) que obtiene la institución en el cumplimiento de sus diversas funciones, a
través de los denominados indicadores de impacto, que no son sino medidas de la valoración o
satisfacción de la institución por parte de las distintas audiencias implicadas en la misma y, finalmente,
a través de indicadores indirectos, esto es, con información de sus entradas, de sus características
organizativas, de sus recursos y de sus procesos de funcionamiento. La tipología de estos indicadores
es muy variada y siempre condicionada por la naturaleza del concepto o variable sobre el que se quiere
informar .
Sin embargo, no basta con ofrecer información, del tipo que sea, sobre la calidad institucional;
es preciso contar con referentes para su contraste. Se necesitan criterios para poder decir si la
información que se nos ofrece demuestra que la universidad que se juzga es mejor o peor que lo que
era en el pasado, es mejor o peor que otras instituciones similares y si ha cumplido o no tales o cuales
objetivos que se había propuesto como meta.
En la evaluación didáctica, los educadores utilizamos como referentes de valor al propio
individuo y hablamos de evaluación personalizada, o tomamos la norma grupal y hablamos de
evaluación normativa o relativa o, finalmente, nos apoyamos en un criterio prefijado y hablamos de
evaluación criterial o absoluta. Pues bien, en la evaluación institucional nos encontramos con una
situación completamente similar, puesto que los referentes de valor para contrastar los indicadores y,
consecuentemente, la calidad institucional pueden ser (Escudero, 2001):
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4. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
El pasado de la propia institución (evaluación del cambio).
La situación de otras instituciones (posición relativa, análisis
comparado).
Un criterio prefijado (objetivos previstos, ideal teórico).
En este punto, conviene resaltar la importancia que en todos estos procesos está tomando el
análisis comparado (benchmarking), ante la habitual falta de referentes absolutos de calidad. El
evaluador se ve obligado a buscar referentes de calidad relativos, en otros sistemas, en otras
instituciones o en otras unidades. Sin embargo, tenemos que indicar de manera enfática que el análisis
comparado no es posible sin unidades de información homologadas, esto es, sin indicadores comunes
para el contraste.
El gestor-planificador universitario necesita información homologada y contrastable para llevar
a cabo algunas tareas que son imprescindibles en el cumplimiento de sus funciones, pues sin contar
con unos indicadores comunes para el sistema, es imposible comparar de manera rigurosa el
rendimiento entre unidades, instituciones y sistemas. Tampoco se puede controlar bien el proceso de
cambio en el tiempo en una unidad o institución, ni los efectos de intervenciones o cambios de política
a lo largo del tiempo.
Queda claro, por tanto, que la gestión de la calidad en una institución o un sistema
universitario, necesita de un conjunto de indicadores, comunes para el sistema, para su seguimiento y
contraste. Sin ello, aparecen muchas lagunas metodológicas al evaluar la calidad institucional y al
tomar decisiones orientadas a incidir en la misma.
Es muy cierto que los indicadores no lo son todo en materia de gestión de calidad, pues son
muchas otras las herramienta metodológicas que también deben utilizarse. Tampoco podemos estar
desprevenidos ante el conjunto de sus limitaciones, ni ante el mal uso y abuso que con alguna
frecuencia se hace de ellos (Nedwek, 1996), pero hemos de coincidir con este autor en que,
seguramente, se trata del último gran instrumento metodológico incorporado para conectar calidad y su
mejora y la responsabilidad social o rendición de cuentas.
Pero no todo sistema de indicadores tiene la calidad necesaria como para servir
adecuadamente a los fines previstos. Si nos apoyamos en los anteriores planteamientos y asumimos
los principios básicos que aparecen en la literatura especializada (Borden y Banta, 1994; Cabrera y
otros, 2000), podemos defender que un buen sistema de indicadores con potencial estratégico para las
universidades, necesita ser:
♦ Consensuado y aceptado por los implicados.
♦ Referenciado internacionalmente.
♦ Con elementos comunes para todo el sistema.
♦ Centrado en aspectos relevantes de las instituciones.
♦ Útil para diferentes contextos, propósitos y audiencias.
♦ Comprensible para las distintas audiencias.
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5. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
♦ Flexible en su utilización.
♦ Fácilmente revisable.
Como vemos a continuación, el sistema de indicadores que se utiliza en este informe responde
en gran medida a estos principios o, al menos, está elaborado con el objetivo de su cumplimiento.
2. NUESTRO CATÁLOGO DE INDICADORES
Ya he indicado anteriormente que el Catálogo de Indicadores que utiliza este informe de la
CRUE, fue elaborado por una Comisión Técnica constituida por el Consejo de Universidades y en su
última fase consensuado con representantes de la Conferencia de Rectores, en una búsqueda conjunta
de unos indicadores comunes para todo el sistema universitario español, con el grado de credibilidad y
aceptación suficientes para que su implantación fuera posible sin especiales problemas. Este
Observatorio Universitario es la mejor muestra de que las previsiones eran razonables y de que el
camino seguido ha sido bastante acertado. De manera muy sintética, el proceso seguido, los principios
en que se apoya y las características de este Catálogo, son los que describo a continuación (Escudero,
2001a).
Tras varias convocatorias del Plan Nacional de Evaluación de la Calidad de las Universidades
Españolas (1995), surgió la necesidad entre los responsables y participantes en el mismo de ir
revisando, mejorando y completando los presupuestos y apoyos metodológicos de la evaluación y de
los procesos de gestión de la calidad. Entre estos nuevos elementos necesarios se contemplaba un
conjunto común de indicadores, que mejoraran la capacidad de diagnóstico de la situación real de las
diversas instituciones y del conjunto del sistema y, sobre todo, que posibilitara, de manera razonable y
rigurosa, el análisis comparado entre instituciones y entre sus distintas unidades.
Con la intención de iniciar este proceso de desarrollo, tuvo lugar en la Universidad de León, en
junio de 1999, un Seminario sobre Indicadores en la Universidad: información y decisiones, en el que
se presentaron cerca de una cuarentena de ponencias (Consejo de Universidades, 1999) en las que se
analizaba el estado de la cuestión, el panorama nacional e internacional y las propuestas que, al
respecto, habían surgido con la aplicación y el desarrollo del Plan Nacional de Evaluación.
Tras esta reflexión colectiva y apoyándose en los contenidos de la misma, el Consejo de
Universidades constituyó en febrero de 2000 un grupo de trabajo con el encargo de elaborar un
borrador de catálogo de indicadores, como documento inicial para un debate que desembocara en la
aceptación mayoritaria de un catálogo definitivo. Este grupo de trabajo era un grupo técnico, formado
de manera deliberada desde la Secretaría del Consejo de Universidades, con presencia de
especialistas diversos, tanto en procedencia académica como en nivel y ámbito de responsabilidad
profesional, así como de algunos miembros del Comité Técnico del Plan Nacional de Evaluación. En
concreto, de los siete componentes, tres eran profesores universitarios, dos gerentes, un técnico del
sistema universitario de una Comunidad Autónoma y el séptimo un responsable del propio Consejo de
Universidades.
2.1. Principios y objetivos
Partiendo de la documentación aportada y debatida en el seminario de León y tras una nueva
revisión de algunas publicaciones clásicas, dentro de la literatura sobre la fundamentación y utilización
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6. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
de indicadores en los sistemas de educación superior (Dochy y otros, 1990; Kells, 1993; Cave y otros,
1997), se establecieron unos principios y unos objetivos, que en todo momento serían el referente para
el trabajo del grupo y el de cada uno de sus componentes.
En primer lugar se resaltó la perspectiva estratégica de los indicadores (Taylor y Massy, 1996;
Dolence y Norris, 1999), como un elemento esencial para el diálogo dentro de las instituciones de
educación superior y de estas con su entorno y la sociedad en general. En este sentido, los indicadores
debían proporcionar una información clave para el análisis comparado interno, externo y secuencial,
para la evaluación y mejora del funcionamiento y el rendimiento institucional.
La meta última era la de diseñar, definir, proponer y establecer un conjunto de indicadores
común para todo el sistema universitario español (Catálogo), ampliamente consensuado, referenciado
dentro del marco internacional, flexible en cuanto a su potencial utilización en contextos diversos,
revisable de forma ágil, de utilización voluntaria por las instituciones y útil para diversos intereses,
funciones y audiencias e implicados del sistema (Escudero y Mora, 2001). Esto es, un sistema de
información con potencial estratégico de acuerdo con criterios como los discutidos anteriormente en
este trabajo.
En concreto, este Catálogo busca como objetivos:
• Facilitar el diálogo entre las instituciones y con la sociedad.
• Promover análisis internos, externos y secuenciales.
• Facilitar el diagnóstico del sistema y de sus instituciones.
• Ayudar a la toma de decisiones sobre el rendimiento institucional y sobre su mejora.
Sin embargo, no se busca un conjunto de elementos de información sobre las instituciones
que conduzcan a la clasificación de las mismas y al establecimiento de “rankings”, entre otras razones
porque cada indicador informa sobre elementos muy diversos y su significado es muy variado. Se
refieren a elementos y aspectos muy distintos de la institución y, en rigor, no son elementos aditivos de
un concepto global y único. Su adición, técnicamente posible, no dejaría de ser un artificio
metodológico, con resultado de confuso significado (Escudero, 2001).
2.2. Fases del proyecto
Para poder alcanzar de manera adecuada los objetivos previstos, sobre todo con el logro del
máximo nivel de consenso entre los implicados en el sistema universitario, el proyecto de elaboración
del Catálogo de Indicadores se diseñó en las tres fases siguientes:
Fase de definición, en la que el grupo técnico elaboró un primer borrador de catálogo de
indicadores, para propuesta a los responsables del sistema, a fin de que fuera conocido por los
implicados, experimentado y revisado.
Fase de experimentación, en la que los indicadores fueron utilizados, evaluados y
revisados por las personas e instituciones que quisieron hacerlo, hasta conseguir una definición
mayoritariamente aceptada. La articulación de este proceso tuvo lugar a través de los equipos de
gobierno y, sobre todo, de manera directa e interactiva con todos los interesados, a través de la página
web del Consejo de Universidades (http://www.mec.es/consejou/indicadores/index.html ).
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7. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
Fase de catálogo, en la que se seleccionaron los indicadores que habían superado las dos
fases anteriores y cuyo uso confirmó su vigencia y validez. Antes de su introducción definitiva en el
Catálogo, estos indicadores fueron revisados y aceptados por la Comisión Mixta (Consejo de
Universidades-CRUE). En todo caso, se acordó de manera unánime, que todo indicador del Catálogo
es en principio revisable y su vigencia estará condicionada a la de su interés y utilidad para el sistema.
Este proceso concluyó durante el primer trimestre de 2001 y desde entonces el Catálogo de
Indicadores aparece como tal en la página web antes mencionada.
2.3. Contenido del Catálogo
Como marco organizativo general el catálogo parte del modelo de evaluación de Stufflebeam
(Stufflebean y Shinkfield, 1987), esto es, del conocido modelo CIPP (context, input, process, product).
Sobre este modelo, adaptándolo convenientemente, se ha elaborado una propuesta de 45 indicadores,
más 6 elementos de información contextual, que agrupados por bloques son los siguientes (se señalan
con un asterisco [*], los indicadores calculados en el Observatorio Universitario que estamos
comentando):
A. Información del contexto
1. Pirámide poblacional.
2. Estructura del alumnado.
3. Estructura de los graduados.
4. Estructura del P.D.I.
5. Tasa de ocupación de los graduados universitarios.
6. Población ocupada con estudios universitarios.
B. Pertinencia
B1. Oferta
1. Distribución interna de la oferta de titulaciones [*].
2. Distribución global de la oferta de titulaciones [*].
3. Relación de la oferta de titulaciones en el entorno.
B2. Demanda
1. Alumnos preinscritos en 1.ª opción sobre la oferta de plazas [*].
2. Alumnos de nuevo ingreso en 1.ª opción sobre el total de nuevo ingreso [*].
3.1. Nota media de acceso del primer quintil.
3.2. Nota media de acceso [*].
4. Porcentaje de alumnos que provienen de otras CC.AA [*].
5. Porcentaje de alumnos extranjeros [*].
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8. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
C. Recursos
C1. Humanos
1. Porcentaje de P.D.I. a tiempo completo [*].
2. Porcentaje de P.D.I. doctores [*].
3. Porcentaje de P.D.I. permanentes [*].
4.1. Proporción P.A.S./P.D.I. [*].
4.2. Proporción P.A.S./P.D.I. a tiempo completo [*].
C2. Financieros
1. Transferencias corrientes de las Administraciones Públicas sobre el total de
ingresos corrientes [*].
2. Precios públicos de enseñanzas de grado sobre el total de ingresos corrientes [*].
3.1. Ingresos generados por prestación de servicios sobre el total de ingresos
corrientes [*].
3.2. Ingresos generados por la actividad investigadora sobre el total de ingresos no
financieros [*].
4. Gastos de personal sobre el total de gastos corrientes [*].
5. Gastos de mantenimiento y conservación sobre el total de gastos corrientes [*].
6.1. Gasto corriente por alumno matriculado [*].
6.2. Gasto corriente por alumno matriculado corregido por la experimentalidad.
C3. Físicos
1. Disponibilidad de puestos escolares en aulas [*].
2. Disponibilidad de puestos escolares en laboratorios [*].
3. Disponibilidad de puestos escolares en bibliotecas [*].
4. Disponibilidad de puestos escolares en aulas de informática [*].
D. Proceso
1. Tiempo de dedicación lectiva del alumnado
2. Oferta práctica de la titulación.
3. Oferta optativa de la titulación.
4. Prácticas en empresa del plan de estudios.
5.1. Proporción de grupos grandes en la titulación
5.2. Proporción de grupos pequeños en la titulación.
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9. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
6. Dedicación del P.D.I. doctor permanente al primer curso del primer ciclo.
7. Proporción de estudiantes por P.D.I. [*].
E. Resultados
1. Tasa de abandono.
2. Tasa de rendimiento.
3. Tasa de éxito.
4. Tasa de graduación.
5.1. Duración media de los estudios.
5.2. Tasa de progreso normalizado.
6. Satisfacción con los estudios.
7. Satisfacción con el empleo.
8. Tasa de participación en proyectos de investigación.
9. Proporción de sexenio.
10. Producción de doctores.
Para cada uno de estos indicadores, cuya denominación aparece en el anterior listado, se ha
elaborado una ficha en la que aparecen los siguientes aspectos:
• Código.
• Denominación.
• Definición.
• Significado y utilidad.
• Interpretación.
• Nivel de agregación.
• Fuente.
• Ejemplo.
Para entender lo que significa cada uno de estos aspectos y su alcance, quizás lo mejor es
analizar un ejemplo de ficha como la que aparece a continuación, correspondiente al cuarto indicador
del bloque de recursos humanos.
Código: RecHum4.1
Denominación: Proporción PAS/PDI.
Definición: Se calcula la razón entre el número total de Personal de
Administración y Servicios y el número total de Personal Docente e Investigador.
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10. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
Significado y utilidad: Se trata de un indicador del apoyo logístico, que en
recursos personales de administración y servicios cuenta la Universidad para el mejor
desarrollo de sus funciones docentes, investigadoras y de extensión cultural y
servicios.
Interpretación: Cuanto más se aproxime o supere el indicador a la unidad
mayor será el número de PAS respecto al total de personal docente e investigador; en
cambio cuanto más cerca esté su valor de cero menor será el número de PAS
respecto al total de personal docente e investigador de la unidad evaluada en su caso.
Nivel de agregación: Debe estudiarse como indicador global para toda la
universidad, pero en función de la organización de la institución podría también
interesar por ramas de enseñanza (Humanidades, Sociales, Experimentales, Salud y
Técnicas), centros, titulaciones y departamentos.
Fuente: Bases de datos de las propias universidades.
Ejemplo: La plantilla de PAS de la Universidad Pedro IV la componen 300
personas y la de PDI 600. Consecuentemente, este indicador toma el valor 0.5.
El conjunto de indicadores que propone el Catálogo no es completo, pero sí suficiente como
punto de partida, pues incide en las parcelas más relevantes de una institución y del sistema de
educación superior (Escudero y Mora, 2001).
Es obvio que muchos de estos indicadores están relacionados con la calidad institucional, pero
también lo es que no siempre son indicadores directos de la misma. Su significado puede ser múltiple
y, en todo caso, este debe contextualizarse adecuadamente. No siempre se pueden interpretar de la
misma manera en todas las instituciones, ni en todas las unidades, ni no son igualmente aplicables en
todos los sitios y en todas las unidades. En tal sentido, se requiere una utilización crítica.
Tampoco son interesantes todos los indicadores en todos los niveles de agregación, aunque
así puedan utilizarse. En algunos casos el máximo interés está en las agregaciones para todo el
sistema, en otros para una universidad, un centro, una titulación, un departamento u otra unidad
determinada.
En rigor, cada indicador es independiente del resto y no es razonable su suma, pero su
información se hace más rica si se interpretan por bloques o en conjunto.
La revisión periódica del Catálogo es una condición obligada por los propios cambios socio-
académicos. Qué duda cabe de que algunos indicadores que relacionan oferta y demanda de las
titulaciones, que hoy nos preocupan mucho, pueden perder su interés y utilidad a medio plazo. Si esto
sucede, no tendría sentido mantenerlos en el Catálogo. Lo mismo podríamos decir de otros
relacionados con puestos informáticos, pues a medio plazo se tratará de algo generalizado. Lo
contrario podría suceder con otros recursos o aspectos, ahora de importancia menor con carácter
general, pero que pueden ser decisivos en el futuro.
Volviendo a las características recogidas al final del primer apartado de este trabajo, al hacer
referencia a los sistemas de indicadores con potencial estratégico, es bastante evidente que el catálogo
presentado, dentro de sus limitaciones, responde bastante bien a tales características, pues en
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11. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
principio es consensuado, muy similar a otros catálogos internacionales, es una propuesta común para
todo el sistema, se centra en aspectos relevantes, puede ser útil para distintos propósitos, es
relativamente fácil de comprender por los potenciales usuarios y se presenta como de utilización
flexible y con vocación de revisión periódica.
La utilización futura del Catálogo será el mejor contraste de su calidad y potencial. De
momento, además de en este Observatorio, una buena parte de sus indicadores han sido introducidos,
como elementos de análisis obligado, en las evaluaciones del II Plan de la Calidad de las
Universidades (2001). Sin duda, ambos caminos son un buen banco de prueba para la viabilidad y
validez de este sistema de indicadores.
3. RESULTADOS DE LOS INDICADORES: COMENTARIOS
A lo largo de este apartado, comento los resultados recogidos en las tablas de la Sección 5.
V., titulada “INDICADORES UNIVERSITARIOS. AÑO 2000”, del Observatorio Universitario de la
Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (Hernández, 2002), que recoge datos del
curso académico 2000-2001.
El análisis está ordenado siguiendo los mismos bloques de indicadores que establece el
Catálogo, orden que también sigue la Sección 5.V. del Observatorio. En consecuencia, las tablas de
dicha Sección van siendo comentadas de manera correlativa desde la primera (identificada como V.1.1.
en el Observatorio), hasta la última (identificada como V.1.12), todas ellas recogidas en el anexo
estadístico institucional.
En estas tablas de indicadores se recoge información de cada una de las Universidades
públicas españolas, con agregaciones por Comunidades Autónomas y para todo el sistema cuando
existe información completa. En cada tabla, además de su denominación, aparece información de
contextualización y la definición de los indicadores que son ofrecidos en la misma.
En este apartado de los indicadores no aparece ninguna tabla sobre los seis aspectos de
Información del contexto que indica el Catálogo, por la sencilla razón de que sobre ello la información
recogida en anteriores capítulos del Observatorio es extraordinariamente completa y de mayor
cobertura que lo que demanda el Catálogo. Por otras razones, seguramente por dificultades de
recogida de información fiable en este momento, no aparecen resultados del bloque de Indicadores de
Proceso y de Resultados.
Aunque las tablas recogen información de la UNED, como de cualquier otra Universidad
pública, en mis comentarios evito hacer referencia constante a que la UNED es distinta a las demás y
ofrece unos resultados muy diferentes. Las comparaciones entre Universidades las hago sin citar
expresamente la especificidad de la UNED, por otra parte evidente en los resultados que aparecen en
las tablas.
3.1. Calidad de los datos
Con carácter general, hay que decir que los resultados de los indicadores que aparecen en las
tablas ofrecen un razonable nivel de validez aparente, por lo que podemos tener confianza en los
mismos. Cuando me ha parecido que esto no es así, lo señalo de forma expresa. Sin embargo, la
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12. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
garantía de veracidad de esta información está en las Universidades que la han proporcionado. Es en
sus bases de datos y en los responsables de las mismas, donde hemos de garantizar su calidad.
Las tablas de indicadores han sido elaboradas a partir de la información proporcionada de
manera directa por las diferentes Universidades públicas españolas. Si estas han proporcionado
información fiable, el diagnóstico que hacemos será correcto. Si no fuera así, el valor de esta parte del
informe sería escaso. Sin embargo, repito que gran parte de los datos dan seguridad y confianza.
El autor de las tablas, el Dr. Hernández, ha solicitado a cada Universidad un segundo
contraste de los datos inicialmente enviados, con lo que se han podido eliminar errores formales o de
interpretación en el primer envío.
En todo caso, es claramente rechazable la idea de que la información enviada haya sido
manipulada en origen; no hay ninguna razón para pensar que ese haya sido el caso en alguna
Universidad. Sin embargo, en esta primera ocasión y ante la petición de información que no había sido
elaborada con anterioridad, puede que en algún caso se hayan podido producir pequeños errores de
elaboración o que la información tenga algo de imprecisa.
Muy probablemente, los problemas hasta aquí apuntados han sido pocos y pequeños, pero no
ocurre lo mismo con la carencia de información de algunas Universidades en ciertos indicadores. Esto
es básicamente la demostración de que, a pesar del gran camino recorrido y del gran esfuerzo
realizado en los últimos años, las bases de datos de algunas de nuestras Universidades todavía deben
mejorarse en ciertas parcelas y que es preciso seguir profundizando en la elaboración y homologación
de criterios comunes en el archivo de información universitaria.
3.2. Resultados sobre la pertinencia universitaria: la
oferta y la demanda de estudios
La tabla V.1.1. recoge, por macroáreas, los dos primeros indicadores del Catálogo
relacionados con la oferta de estudios universitarios, la distribución interna y global de la oferta de
titulaciones de cada Universidad. No se ha calculado el tercer indicador de oferta del Catálogo, que
relaciona la oferta de estudios con la oferta de trabajo del entorno. Sin duda un indicador cuyo cálculo
generalizado es complejo.
Los cinco indicadores de demanda calculados, todos los que ofrece el Catálogo, menos el
relativo a la nota media de acceso del primer quintil, aparecen el la tabla V.1.2., diversificados por
centros oficiales y centros adscritos.
En la tabla V.1.1. aparece en primer lugar la distribución interna de la oferta de titulaciones de
cada Universidad y Comunidad Autónoma, según las cinco grandes ramas de la enseñanza. Se trata
de la distribución porcentual por ramas de enseñanza, de la oferta total de títulos ofrecidos por cada
institución. Posteriormente se añade una columna, donde aparece el porcentaje que supone la oferta
de cada Universidad sobre el total de la oferta de la Universidades públicas.
Si tomamos como referencia la distribución de la oferta por ramas del conjunto de todas las
Universidades que aparece en las últimas filas de la tabla, vemos que el panorama es diverso, pero
que en muchos casos, la distribución interna por ramas suele ser semejante a los porcentajes para todo
el conjunto. Existen, lógicamente, algunas excepciones a esta regla, pues se acentúa la oferta en
188
13. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
algunas ramas o disminuye o es nula en alguna otra. En general, estas situaciones se producen en
Universidades jóvenes y todavía pequeñas y en otras creadas con un perfil específico como las
Politécnicas.
En cuanto a participación porcentual en la oferta global los valores más altos se dan en las
Universidades de Salamanca (4.36), del País Vasco (4.27) y de Castilla-La Mancha(4.22). Lo contrario,
los porcentajes más bajos, aparece en las Universidades Pablo Olavide (0.34), Pompeu Fabra (0.67) y
Rey Juan Carlos y Politécnica de Cartagena (0.96).
En coherencia con esto último, aunque se trate una información diferente, el segundo
indicador (distribución global de la oferta), que recoge el porcentaje de la oferta de títulos de cada
Universidad respecto al global de títulos que aparecen en el Catálogo Oficial de Titulaciones, muestra
una gran variedad entre Universidades, en conjunto y por ramas de enseñanza. Algunas
Universidades, como las tres de oferta más alta que acabamos de citar, superan el 60% del Catálogo
de Titulaciones, mientras que otras no llegan al 10%, o se encuentran en este entorno.
Por ramas de enseñanza aparecen algunos matices que modulan los promedios globales. Así,
por ejemplo, las Universidades Complutense, sobre todo, la de Barcelona y la Autónoma de Barcelona,
tienen una oferta muy alta en algunas ramas de enseñanza, pero su promedio global desciende por
una oferta escasa en alguna rama como la Técnica. Lo contrario sucede, lógicamente, en las
Universidades Politécnicas.
Hay que señalar que habría que depurar algunos porcentajes de este segundo indicador,
especialmente en alguna rama como la de Sociales, por la duplicación del mismo título en varias sedes
de una misma Universidad, lo que debe ser la causa de que algún porcentaje aparezca con un valor
superior a cien. La depuración de estos datos nos llevaría, sin duda, a la modificación, ligeramente a la
baja, de alguno de los porcentajes que aparecen en la tabla y que hemos comentado.
En la tabla V.1.2., aparecen los cinco indicadores de demanda de estudios calculados de
manera separada para centros oficiales y adscritos. Sin embargo, sobre todo en dos indicadores, faltan
datos de muchas Universidades.
En las dos primeras columnas se recoge la preinscripción en 1ª opción sobre la oferta total de
plazas de ingreso en la Universidad. Sólo hay datos de 17 Universidades, además, con una variabilidad
tan alta entre Universidades, que surgen dudas sobre si en todos los casos se ha calculado este
indicador siguiendo los mismos criterios. Por todas estas razones, conviene tratar con cautela estos
resultados y resolver los problemas observados para cálculos futuros.
El segundo indicador (columnas 3 y 4) muestra el porcentaje de alumnos de nuevo ingreso en
1ª opción. Hay datos completos de todas las Universidades, con la excepción de la de Barcelona,
Complutense y Rey Juan Carlos, sobre las que no aparece información en ninguno de los cinco
indicadores de demanda de estudios. En la mayoría de las Universidades el ingreso en 1ª opción es
bastante alto, con mucha frecuencia por encima del 70%. Solamente en cuatro Universidades es
inferior al 60%. Los datos de este indicador y del anterior en la Universidad de Alcalá parecen
excesivamente bajos. Quizás requieran alguna revisión.
189
14. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
Del tercer indicador, nota media del acceso, tampoco se ofrecen datos mas que de 17
Universidades. Los promedios en los centros oficiales se mueven en el rango que va desde el 5,10 de
la Universidad de Almería , hasta el 6,90 de la Politécnica de Cataluña.
El porcentaje de alumnos de nuevo acceso procedentes de otras Comunidades Autónomas es
el cuarto indicador, que aparece en las columnas 7 y 8 de la tabla. Vemos que existe mucha
variabilidad entre los porcentajes y que son varias las Universidades que reciben más de un 10% de
sus estudiantes de otras Comunidades, y que este valor supera el 20% en el caso de la Universidad de
Salamanca. Es una pena no poseer datos de La Complutense. El 32,54% de la Universidad de La Rioja
creo que requiere confirmación y lo mismo podría decir de algunos porcentajes que me parecen
excesivamente bajos.
El último indicador de demanda, el porcentaje de alumnos extranjeros, que aparece en las dos
últimas columnas de la tabla, ofrece, como es lógico, valores muy bajos (por debajo del 1%) en la
mayoría de las Universidades. Sin embargo, aparecen algunos valores mucho más altos que habría
que confirmar. El 13,77% de Politécnica de Valencia y el 7,92% de la Universidad de León, llaman
excesivamente la atención. Es importante resaltar que este indicador, para interpretarse correctamente
y no mezclar indebidamente conceptos diversos, merece una contextualización precisa.
3.3. Los recursos humanos de las Universidades
Las dos siguientes tablas del bloque de indicadores (tablas V.1.3 y V.1.4.) , ofrecen
información sobre los recursos humanos de nuestras Universidades. En la primera de estas tablas
aparecen informaciones que no son propiamente indicadores recogidos por el Catálogo, sin embargo,
en la segunda se recogen los cinco indicadores de recursos humanos que aparecen en el mismo.
En la tabla V.1.3. las tres primeras columnas son los totales de alumnos matriculados,
profesores equivalentes a tiempo completo y P.A.S. de las Universidades, que se toman como base
para calcular las proporciones que aparecen en las cuatro columnas siguientes.
Es muy importante tener en cuenta que una interpretación rigurosa y válida del significado de
las proporciones de esta tabla, requeriría tener en cuenta, al menos, el tipo de oferta de estudios que
tiene cada Universidad y su distribución de centros por campus y diferentes localidades.
La proporción de alumnos matriculados por profesor a tiempo completo es de 17,10 para el
conjunto de las Universidades públicas presenciales. Si tomamos este valor como referencia, vemos
que esta proporción es mayor (más alumnos por profesor) en las Comunidades de Andalucía, Asturias,
Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Murcia y La Rioja. La proporción es
similar a la media en Aragón, Baleares y Castilla-León, e inferior a la media (menos alumnos por
profesor) en Canarias, Cantabria, Cataluña, Madrid, Navarra y País Vasco.
Dentro de cada Comunidad Autónoma se suele confirmar la tendencia general en las diversas
Universidades, pero, a veces, existen casos diferenciados. Así, por ejemplo, En Andalucía aparece
una situación más favorable en la Universidad de Cádiz y menos en la Pablo de Olavide. En Cataluña
destaca la situación más favorable de la Pompeu Fabra y en la Comunidad Valenciana la de la Miguel
Hernández.
190
15. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
La proporción de alumnos por P.A.S. varía bastante por encima y debajo del promedio 30,68.
Como extremo menos favorable aparece la Universidad de Vigo (47,53) y como más favorable la
Pompeu Fabra (13,86).
Las dos últimas columnas de esta tabla no son sino otra forma de expresar las dos
proporciones anteriores, tomando como referencia el valor 100 para los dos promedios globales. En las
tablas se les denomina valores de referencia o índices de desviación de la media nacional.
Esta tabla demuestra que existen amplias diferencias en nuestras Universidades en cuanto a
la cantidad de recursos humanos empleadas en las mismas. Entre las Universidades que están en una
situación claramente más favorables en ambos tipos de personal habría que citar a la Pompeu Fabra,
la Politécnica de Madrid, la Complutense, la Politécnica de Cartagena, la Politécnica de Cataluña y la
de Cantabria. Lo contrario habría que decir de las Universidades gallegas y de varias andaluzas.
A partir de los cinco indicadores de recursos humanos del Catálogo que recoge, la tabla V.1.4.
ofrece una buena idea de cómo es el perfil de cada una de nuestras Universidades en cuanto a
personal docente y de administración y servicios. En concreto, aparecen los porcentajes de personal
docente a tiempo completo, doctores y permanente (funcionarios), además de las proporciones
PAS/PDI y PAS/PDI (T. C. ).
En esta tabla de nuevo aparecen en las cinco primeras columnas los indicadores en sus
valores originales y en las cinco siguientes, los valores de los mismos al convertir en valor 100 las
medias nacionales (índices de desviación).
La información recogida es muy interesante en comparación con los promedios globales, pero
lo es mucho más si, además, se analizan las diferencias entre Comunidades Autónomas y entre
Universidades dentro de ellas.
Destaca el bajo porcentaje relativo de profesores a tiempo completo de la Universidad de
Alcalá y de varias Universidades catalanas y levantinas, con un panorama contrario en algunas
andaluzas y gallegas.
Los más altos porcentajes de profesores doctores se dan, generalmente, en Universidades de
cierta antigüedad, con orientación científica generalista, no politécnica. El rango de variación está entre
el 72, 77% de la UNED y el 71,99% de la Universidad de Oviedo, como valores más altos, y el 35,34%
de la de Alcalá, como valor más bajo. Al valorar el resultado de este indicador, además de
consideraciones relativas a la antigüedad de la institución, que sin duda inciden en todas las cuestiones
de personal, es preciso tener en cuenta el perfil académico-docente y el tipo de titulaciones que ofrece
la Universidad.
El tercer indicador, el relativo a personal permanente (funcionario), ofrece mucha variedad y no
sólo por razones de antigüedad institucional, aunque ello sea importante. La Universidad de Valencia
es la que muestra un porcentaje más alto de profesor permanente (70,41), mientras que el más bajo
está en la Pablo Olavide (24.46) de reciente creación.
Las situaciones relativas, entre Universidades, de la proporción PAS/PDI, varían bastante
según se tome el número total de docentes o el equivalente de estos a tiempo completo. En todo caso,
en ambos indicadores los valores más altos nos los ofrece la Pompeu Fabra, mientras que los valores
más bajos aparecen en la Miguel Hernández y en la Universidad del País Vasco.
191
16. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
Con referencia a estos dos últimos indicadores, hay que resaltar que, globalmente, en el
sistema universitario español hay un miembro del personal de administración y servicios por cada dos
profesores, considerando el número total de estos últimos, sin tener en cuenta su nivel de dedicación
laboral. Sin embargo, si tenemos en cuenta el número de docentes (equivalente) a tiempo completo, la
proporción es de tres miembros del PAS, por cada cuatro profesores. En estos indicadores incide
claramente, además de la política específica de la institución, su estructura de centros y distribución
territorial.
3.4. Los recursos financieros
Es una obviedad decir que la información financiera, que aparece recogida en las siete
siguientes tablas, desde la V.1.5 hasta la V.1.11 ambas inclusive, es la parcela más completa de
información de las recogidas en este capítulo de indicadores. De hecho, solamente la tabla V.1.5. se
centra en los indicadores financieros del Catálogo oficial, pues el resto son indicadores adicionales
elaborados por el autor de las tablas, siguiendo una línea de trabajo de varios años, que le permite
ofrecer este nivel de exhaustividad informativa en la parcela financiera de nuestras Universidades.
La explicación e interpretación en detalle de todas estas tablas es una empresa que desborda
el objetivo de una introducción como la presente y, además, obliga a entrar en algún detalle conceptual
o técnico por encima de mi propia especialización personal, con riesgo de comentarios, por mi parte,
poco precisos o poco rigurosos. En evitación de estos potenciales problemas, me limito a resaltar
aquella información de interés más general y a invitar al responsable más especializado a profundizar
en los detalles de este aluvión de información financiera que nos proporciona este Observatorio
Universitario de la CRUE y contextualizar debidamente su significado.
Sé muy bien que este bloque de información es de los que despierta más interés entre
responsable políticos y de gestión universitarios, pero también sé que sus juicios y valoraciones van a
fundamentarse en interpretaciones técnicas adecuadas, más allá de juicios generales como los que
puedo ofrecer en estas páginas.
Como ya he señalado, la tabla V.1.5. ofrece seis indicadores de los ocho que aparecen en el
Catálogo (ver Apartado 2.3.). Faltan el relativo a ingresos generados por la actividad investigadora
sobre el total de ingresos no financieros y el de gasto corriente por alumno corregido por la
experimentalidad. Por el contrario, se añaden a los otros seis del Catálogo, uno relativo a ingresos
generados por explotación del patrimonio y otro a los gastos por trabajos realizados por otras
empresas.
Sorprende en esta tabla que no aparezcan datos de algunas Universidades, sobre todo en el
segundo indicador, esto es, en el porcentaje de ingresos, sobre el total, por tasas de matrícula de
enseñanzas oficiales.
Globalmente, nuestras Universidades presenciales públicas obtienen el 70,91% del total de
sus ingresos corrientes de transferencias de las Administraciones Públicas, pero este dato es bastante
variable por instituciones, entre el 58,98% de la Politécnica de Cartagena y el 83,62% de la Universidad
de La Laguna.
192
17. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
El porcentaje de ingresos debido a tasas (segundo indicador), es en buena medida
complementario del anterior, y se mueve entre el 11,61% de la Universidad de la Laguna y el 28,19%
de la Universidad de Almería. El promedio para todas las Universidades presenciales es el 16,94%.
Los ingresos generados por prestación de servicios suponen en promedio el 7,21% del total de
los ingresos universitarios, pero en algunos casos, como en la Politécnica de Cataluña, Cantabria,
Girona, Lleida, Politécnica de Valencia, Santiago y Politécnica de Cartagena, el porcentaje es
sensiblemente mayor. Por el contrario, los porcentajes de ingresos por explotación del patrimonio son
prácticamente insignificantes en la mayoría de las Universidades, pues sólo en un caso superan
ligeramente el 1%.
El gasto de personal promedio es del 77,58%, pero en el extremo más alto alcanza el 86,14%
en la Universidad de Granada, y baja hasta el 62,61% en la Miguel Hernández. Los gastos de
mantenimiento se mueven en una banda estrecha alrededor del 1,89%, mientras que los trabajos
contratados a otras empresas están, habitualmente, en el entorno del 5%. Algunas Universidades
como la Pablo Olavide, la Miguel Hernández y la de La Rioja, dedican a este aspecto un porcentaje
sensiblemente más elevado.
El gasto promedio por alumno en las Universidades presenciales públicas es de 541.960 pts.
(3.257,25 euros), pero la variabilidad entre instituciones es alta, entre las 336.860 pts. (2.024,57 euros)
de la Pablo Olavide y las 993.940 pts. (5.973,70 euros) de la Pompeu Fabra.
Puede ser interesante el análisis de este último indicador por Comunidades Autónomas, pues
se observan algunas diferencias sensibles. También puede ser interesante en algunos casos el análisis
intra-Comunidades.
La tabla V.1.6. nos muestra diez indicadores, denominados de cobertura financiera, que son
proporciones entre diversos conceptos de ingresos y gastos. Se trata de información que merece un
análisis de tipo técnico por responsables en la materia. Aquí destacamos solamente algunos aspectos.
El primer indicador ingresos corrientes/gastos corrientes, tiene que ver con la imagen
ahorradora o gastadora de la Universidad. El promedio 106.76 refleja una imagen de cierto ahorro en el
conjunto del sistema, pero hay muchas diferencias entre Universidades y entre Comunidades
Autónomas. La imagen de ahorro en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, es altamente significativa.
Los indicadores que aparecen en las columnas 4 y 5 ofrecen la proporción que de los gastos
corrientes y totales, respectivamente, se debe a los recursos propios. Se observa una notable
diversidad entre Universidades, y algo menor entre Comunidades Autónomas. Ambos indicadores nos
vienen a dejar claro que la financiación del gasto por las transferencias públicas es, porcentualmente,
bastante diferente entre unas Universidades y otras.
El indicador de la sexta columna, transferencias corrientes públicas/gastos de personal, nos
indica en qué grado las transferencias corrientes públicas sirven para financiar o no los gastos de
personal. En conjunto, casi se produce esa financiación (98,16), pero la situación es muy diferente por
Universidades y Comunidades Autónomas. La proporción más alta se da en la Comunidad Valenciana
(125,91) y la más baja en Aragón (83,49).
193
18. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
Las columnas 7 y 8 nos ofrecen las proporciones de los ingresos por tasas sobre los gastos
corrientes y los de bienes y servicios. La imagen viene a ser complementaria, con matices, del
indicador anterior, y con bastante variabilidad entre instituciones. La proporción más alta aparece en la
Universidad de Extremadura y las más bajas en las del País Vasco y Pública de Navarra.
La proporción de diferentes conceptos de ingresos y gastos con el número de estudiantes es
lo que recogen las nueve columnas de las tablas V.1.7. (en pesetas) y V.1.8. ( en euros). En las
siguientes tres tablas V.1.9., V.1.10, y V.1.11. se sigue profundizando en indicadores financieros por
número de estudiantes, totales y de nuevo ingreso, ofreciendo los valores absolutos de los mismos, o
bien, los índices de desviación de la media global transformada al valor 100.
Sin duda, estas tablas recogen indicadores de gran interés y utilización cuando se habla de
financiación de las Universidades. Sin embargo, su interpretación siempre debe ser cuidadosa y
rigurosa, pues existen factores condicionantes y de modulación muy importantes, como son la oferta de
titulaciones y su distribución y concentración en centros y ubicaciones geográficas. En todo caso,
aparecen notables diferencias en estos indicadores entre Universidades y Comunidades,
consecuencia, sin duda, de algo más que las diferencias contextuales aludidas. Parece indiscutible que
en nuestro sistema universitario existen políticas de financiación diferenciadas y que, por ejemplo, los
indicadores económicos de las Universidades andaluzas, en conjunto, y los de las catalanas, en
conjunto, nos muestran dos realidades sensiblemente diferentes.
La media de ingresos por estudiante en nuestras Universidades públicas presenciales fue, en
el curso 2000-2001, de 579.743 pts. (3.484,32 euros), pero la variabilidad alrededor de esa cantidad,
entre instituciones y Comunidades, es bastante alta (véase la primera columna de las tablas V.1.7. y 8.
y la primera y segunda de la 10.). El rango entre las 725.033 pts. (4.357,53 euros) en la Comunidad de
Navarra y las 440.510 pts. (2.647,52 euros) de Extremadura así lo evidencia. Y lo mismo confirma el
tramo que va desde las 401.217 pts. (2.411,36 euros) de la Universidad de Jaén y las 966.765 pts.
(5.810,37 euros) de la Universidad Pompeu Fabra.
Pero también la diversidad dentro de las Comunidades donde existen varias Universidades, es
muy acusada en algunos casos. Véanse los casos de Andalucía, Castilla-León, Cataluña, Comunidad
Valenciana, Galicia y Madrid.
Las siguientes columnas de estas mismas tablas (y las dos primeras de la V.1.9.) nos
muestran con claridad que esta tendencia de diversidad en financiación entre Comunidades y entre
Universidades, se confirma, e incluso se acentúa algo, cuando analizamos las transferencias corrientes
públicas por alumno. La financiación pública de bastantes Universidades duplica la de otras y, en algún
caso, casi llega a triplicarla. En definitiva, y aunque se observe algún factor de modulación y alguna
excepción, el elemento clave para explicar las diferencias de financiación por alumno en nuestras
Universidades, es la transferencia corriente de su Comunidad Autónoma.
La proporción de transferencias públicas con el número de alumnos de nuevo ingreso (tabla
V.1.9.), confirma, como es lógico, las tendencias del indicador anterior, pero no existe una equivalencia
perfecta, pues en algunas Universidades se observa una mejora relativa en la financiación pública por
alumno, en el curso 2000-2001, mientras que en otras sucede lo contrario. Aunque sea una hipótesis
con base empírica limitada, desde la información que manejamos en esta revisión, parece observarse
194
19. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
un ligero movimiento hacia situaciones de más equilibrio y menor diversidad, entre Comunidades y
dentro de cada Comunidad, en la financiación pública de las Universidades. No se me escapa que esta
hipótesis no es seguida por alguna Comunidad Autónoma. Tampoco podemos olvidar en este punto la
posible influencia, no necesariamente igual en todos los sitios, del sistemático descenso en el nuevo
ingreso que, por razones fundamentalmente demográficas, se viene produciendo en los últimos años.
En la misma tabla 9., el tercer indicador muestra la proporción entre las transferencias
públicas y el número de egresados, que, como promedio nacional, está en 3.065.665 pts. (18.425,02
euros). Esta proporción es especialmente alta en algunas Universidades de muy reciente creación,
como la Pablo Olavide, la Miguel Hernández y la Rey Juan Carlos, algo que no merece consideración
especial. Sin embargo, no es el mismo caso el de otras Universidades consolidadas, con proporciones
muy altas (las más acusadas se dan en las Universidades Politécnica de Madrid y de La Laguna), lo
que podría considerarse como un cierto factor de ineficiencia docente.
Cuando analizamos los precios públicos (tasas) por estudiante, vemos que no siempre se
produce una tendencia de complementariedad con la fuente de financiación anterior, aunque sí parece
evidente en algunas Universidades. Lo que sí se sigue observando es una sensible diversidad
interinstitucional alrededor de las casi 100.000 pts. (601,01 euros) que, como promedio, ingresó por
tasas cada uno de los estudiantes de las Universidades españolas. (Véase la tercera columna de la
tabla V.1.7). La interpretación correcta de este indicador en una Universidad, requiere su referencia a la
distribución interna de estudiantes entre su oferta de títulos y a la propia tipología de los mismos.
Las transferencias de capital por estudiante (tablas 7., 8. y 10) también muestran, incluso de
manera más acusada que en indicadores anteriores, la diversidad entre Universidades. Pero esto es
algo que debe contextualizarse en cada momento y circunstancia y se escapa abiertamente de un
análisis de tendencias globales como el presente.
Los distintos tipos de gasto por estudiante también merecen amplia consideración en estas
tablas de información financiera. Así, por ejemplo, el gasto corriente por estudiante, que en promedio
es algo menor que el ingreso (541.960 pts. vs 579.743 pts) aparece tratado de distintas formas en las
tablas V.1.7., 8., 9 y 11.
Las diferencias en este indicador por Comunidades Autónomas son muy claras, en coherencia
con los datos relativos a los ingresos, y lo mismo puede decirse de las diferencias entre Universidades,
en conjunto y dentro de las Comunidades. Excluida la UNED, como ya hemos señalado anteriormente
al hablar de este indicador del Catálogo, el gasto por alumno se mueve en el rango que marcan la
Pablo Olavide (336.860 pts) (2.024,57 euros) y la Pompeu Fabra (993.940 pts.) (5.973,70 euros). Sin
duda, un rango de variabilidad muy alto.
El gasto corriente por estudiante de nuevo ingreso (tabla V.1.9.) nos sigue mostrando las
tendencias y la diversidad antes citada para todos los estudiantes, pero de nuevo observamos una
ligera tendencia, con alguna excepción, de regresión hacia la media, esto es, de atemperar algo las
importantes diferencias de gasto por alumno entre unas Universidades y otras.
El indicador de gasto corriente por egresado (último de tabla V.1.9.) confirma las tendencias
encontradas al analizar el ingreso por graduado. El costo promedio por egresado de algo menos de
4.000.000 pts.(24.040,48 euros), se convierte en 7.334.363 pts. (44.080,41 euros) en el caso de la
195
20. Año 2000. Indicadores Universitarios (Curso Académico 2000/2001)
Politécnica de Madrid. En el otro extremo, las 2.783.146 pts. (16.727,04 euros) de costo por egresado
de la Universidad de Jaén. Aquí parece obligado hacer mención de la cuestión de la eficiencia docente,
pues estos niveles de variabilidad en el costo por graduado es difícil explicarlos sólo por factores
contextuales de las instituciones.
El gasto en personal por estudiante también se estudia en varias de las tablas de este bloque
(7., 8. y 11.), confirmando tanto la variabilidad en gasto por estudiante entre las Universidades, como el
diferente peso que tiene el capítulo de personal en su gestión económica. En conjunto, en la
Comunidad de Madrid es donde se da el mayor gasto en personal por estudiante y el menor en
Castilla-La Mancha. Por Universidades, el valor más alto de gasto por personal aparece en la Pompeu
Fabra.
El gasto corriente en bienes y servicios por estudiante sigue ofreciendo un panorama muy
diversificado, con el valor más bajo en la Universidad de Extremadura y el más alto en la Pública de
Navarra. Las inversiones reales y el ahorro bruto por estudiante son los últimos indicadores de este
bloque financiero que el lector puede estudiar.
3.5. Indicadores de recursos físicos
La tabla V.1.12., del anexo estadístico institucional del Observatorio recoge los cuatro
indicadores de recursos físicos que tiene el Catálogo de Indicadores, relacionados con los puestos de
aula, laboratorio, biblioteca e informáticos.
Es una pena que sean bastantes las Universidades sobre las que no aparece información en
este apartado, lo que imposibilita el cálculo de promedios globales y debilita el análisis comparado.
La disponibilidad de puestos escolares de aula, en relación al número de estudiantes, es alta
en todas las Universidades con datos en la tabla. La primera columna nos muestra valores siempre
inferiores a 1, que sería el valor del indicador cuando las necesidades de puestos equivalen al número
de plazas. Solamente las Universidades de Salamanca y Rovira i Virgili se acercan al valor 1. En el
resto, la disponibilidad de puestos en las aulas es muy inferior a las necesidades en función del
número de estudiantes.
La disponibilidad de puestos de laboratorio para las titulaciones afectadas ya no es tan
uniforme como en el indicador anterior, pues son varias las Universidades las que, de acuerdo con la
definición propuesta por el Catálogo, muestran ciertas carencias en puestos de este tipo (valores del
indicador por encima de 1). Los valores menos favorables se vuelven a dar en las Universidades
Rovira i Virgili y de Salamanca, pero tienen una situación parecida las de Oviedo, Alicante y Carlos III.
Sobre la disponibilidad de puestos de biblioteca se ha recogido una información algo más
completa (columna tercera de la tabla). Se produce una cierta diversidad, pero también una alta
concentración de Universidades que poseen entre uno y dos puestos de biblioteca por docena de
alumnos. Algunas Universidades jóvenes declaran tener todavía poca disponibilidad de este tipo de
puestos.
La disponibilidad de puestos informáticos al margen de la gestión, también ofrece diferencias
entre Universidades, pero son muchas las que ya tienen más de un puesto por cada cinco-diez
estudiantes, con un proceso de informatización bastante rápido.
196
21. Información académica, productiva y financiera de las Universidades Públicas de España
En estos indicadores donde no existen criterios de referencia claros o tradicionales, es en los
que el análisis comparado resulta más imprescindible para interpretar razonablemente la realidad de
una institución concreta.
4. REFLEXIÓN FINAL
En estas reflexiones he señalado reiteradamente la importancia de la aparición de este
capítulo de indicadores en el Observatorio de la CRUE, por su enorme utilidad como instrumento para
el diagnóstico y evaluación de nuestras instituciones universitarias y la gestión de su calidad. Pero no
se trata mas que de un primer paso, que demanda otros muchos en el futuro, resolviendo
adecuadamente los muchos problemas pendientes.
Es necesario seguir profundizando en la normalización de las bases de datos en nuestras
Universidades, sobre todo en aquellos ámbitos donde existen más lagunas, convenientemente
detectadas en nuestro análisis. El control de los resultados y procesos universitarios requieren más
atención, una vez aclarados los criterios en los que apoyarse.
Hay que hacer un esfuerzo por completar las bases de datos en aquellos ámbitos importantes
en los que resulta todavía difícil estudiar indicadores. Al mismo tiempo, de manera controlada y
prudente, pero sistemática, las Universidades deben empezar a estudiar sus indicadores de impacto.
A pesar de estas deficiencias, el sistema de indicadores que hemos analizado de nuestra
Universidades tiene un enorme interés desde muchas perspectivas. No hay duda de que facilita
enormemente el conocimiento del sistema universitario en su conjunto y de cada una de sus
instituciones, y ayuda a ubicar cada una de estas en relación a las demás. Ya es un instrumento de
información estratégica. El día que esté depurado y completo su potencial crecerá extraordinariamente.
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