2. Dentro de la visión cristiana el trabajo es visto
como una “actividad del ser humano para
dominar la naturaleza; al servicio de la
humanidad.
El trabajo brota de la interioridad de su
inteligencia y de su libertad: expresión de un
“proyecto”, manifestación de unos fines y de
unos medios.
El trabajo no está exento de valores y exigencias
éticas.
3. El trabajo da espacio para el encuentro con la gracias
o del rechazo de ella por el pecado.
El trabajo es uno de los más significativos “puentes”
que unen la interioridad subjetiva (lo individual) con
la exterioridad social (lo social de la persona).
Por el trabajo, la persona establece una serie de
relaciones con el mundo, con los demás y con Dios
mismo.
El trabajo manifiesta la “unidad de la persona” en la
diversidad de las relaciones, por tanto, sirve para
definir al ser humano, para caracterizar su existencia.
4. El trabajo distingue al ser humano del resto
de las criaturas.
El trabajo lleva en sí un signo particular del
hombre y la humanidad, el signo de la
persona activa en medio de una comunidad
de personas; este signo determina su
característica interior y constituye en cierto
sentido su misma naturaleza.
5. El trabajo es el medio de ejercer dominio del
hombre sobre la naturaleza.
Todo progreso en la tecnología, en la
transformación de la materia prima en productos
elaborados, en los servicios que permiten
distribuir los bienes producidos, todo ellos
refleja el dominio de la persona sobre la
naturaleza exterior a él y se hace parte del
hombre como imagen de Dios, si tal dominio no
se hace independiente de o contra la solidarida.
6. Un dominio que no se orienta a la
solidaridad, sino con frecuencia a la
explotación de los demás, por las ventajas
del adelanto tecnológico y las crisis de los
balances de intercambio, no revela a la
persona solidaria, sino tan sólo a la persona
inteligente y libre, pero que usa su
inteligencia y libertad para destruir la
convivencia solidaria, y por tanto, éticamente,
se sitúa contra el proyecto de Dios.
7. - El trabajo es también un índice muy exacto
para medir las relaciones del hombre con los
demás y para determinar la intensidad y
grado de su solidaridad.
- Ejemplo de ello: las remuneraciones de
salarios, las posibilidades de acceso a los
bienes de consumo o las oportunidades de
desarrollo intelectual y social.
8. Ve en la justicia del salario el índice más seguro
de medir la justicia de una sociedad en sus
instituciones y estructuras.
Como índice, revela el valor que se da al trabajo;
el aprecio o desprecio que se hace de él.
La remuneración del trabajo muestra si se valora
sólo los frutos objetivos de la actividad humana o
las dimensiones subjetivas de perfección del ser
que trabaja.
9. A través del trabajo y de su justa
remuneración es posible percibir si el
proyecto de Dios sobre la fraternidad humana
se está realizando o no.
Se puede medir si el trabajo es actividad que
favorece la comunión o divide a los hombres.
10. El trabajo es una de las características que
definen al ser humano como señor del
mundo, hermano de los demás (o esclavo de
ellos cuando el trabajo es explotado) y
adorador de Dios, sometiéndose a sus
designios y ofreciéndole el fruto de sus
trabajos en holocausto
11. Como nudo de relaciones, el trabajo nos abre
a la dimensión económica en cuanto
producción y distribución de bienes que
sirven a la persona humana.
Nos abre también a la dimensión política,
pues los conflictos históricos entre trabajo y
capital han surgido de la tentación de
explotar el trabajo y de la conciencia de su
valor y exigencia de defenderlo ante la
explotación.
12. El trabajo nos abre el campo de la
espiritualidad por la comunión de los
esfuerzos con Cristo trabajador y por la
intencionalidad de los trabajos que quieren
hacer presente el reino.
13. El concilio utiliza la palabra “actividad”:
actividad transformadora del mundo, tanto
interno del hombre mismo: perfeccionar su
vida; como el externo: “dilatando el campo de
su dominio sobre casi toda la naturaleza”.
Esta actividad revierte en la comunidad de
personas, puesto que “la familia humana se
va sintiendo y haciendo una única comunidad
en el mundo” (GS33)
14. El trabajo hace a la persona crecer en su ser y
en su solidaridad.
El concilio quiere responder sobre todo a tres
interrogantes: sentido y valor de la actividad,
uso de lo producido por ella y finalidad del
trabajo.
15. Para lograr mejores condiciones de vida.
Considerado en sí mismo, responde a la voluntad
de Dios (GS34)
El ser imagen de Dios hace que el hombre deba
“gobernar el mundo en justicia y santidad” para
glorificar a Dios.
Todo trabajo, por humilde y pequeño que sea,
participa del servicio a la vida, y de este modo se
cumplen los designios de Dios en la historia.
16. El trabajo perfecciona a quien lo hace.
La perfección que da el trabajo al sujeto de él
es más importante que las riquezas
exteriores que pueden acumularse (GS 35)
Los bienes de la justicia y fraternidad, frutos
del trabajo, frutos del trabajo, los que el
concilio considera “reino de Dios” presente ya
en este mundo, cuyo pleno sentido se
desvelará en la escatología (cf GS 39).
17. En la actividad humana se refleja la
ambigüedad del sentido que el hombre,
desde su interioridad y en la convivencia con
otros, da a su vida.
Por eso, el concilio aborda el aspecto del
pecado en el trabajo.
Las actividades humanas, a causa de la
soberbia y del egoísmo, corren diario peligro
(GS 37 d)
18. Los dos pecados, soberbia y egoísmo,
reflejan ruptura con dos relaciones
fundamentales, Dios y los demás.
El orgullo y la soberbia nacen de la
satisfacción que el hombre siente al ver el
propio progreso; el egoísmo al no compartir
ese progreso con los demás o construir el
propio progreso a costa de los demás.
19. Cuando la autonomía de lo temporal es
entendida en sentido absoluto, sin referencia
ninguna a otros valores, sobre todo éticos y
religiosos, lleva al desorden y destrucción del
hombre mismo.
El egoísmo es fruto de la subversión de valores,
pues los individuos y las colectividades,
subvertida la jerarquía de los valores y mezclado
el bien con el mal, no miran más que a lo suyo,
olvidando lo ajeno” (G S 37ª)
20. Un doble aspecto se distingue en el trabajo: la
transformación de la tierra y el establecimiento
de las relaciones humanas.
Los progresos técnicos sólo pueden ofrecer “el
material para la promoción humana, pero por sí
solos no pueden llevarla a cabo” (GS 35ª)
Lo decisivo es el campo de las relaciones
humanas. Ambas dimensiones se exigen y se
complementan
21. Presentación actualizada del Pensamiento
Social Cristiano.
Expresa la continuidad de la enseñanza
social; ofrece perspectivas nuevas que
permiten el reordenamiento de los temas con
nuevos enfoque y acentos.
El eje de la doctrina social, según Laborem
exercens, es el hombre solidario y su trabajo.
22. El trabajo “define” al hombre, muestra su ser,
su naturaleza como persona abierta al mundo
por su inteligencia y su libertad, pero en
medio de una comunidad de personas; de
este modo se revela el ser del hombre como
“imagen de Dios”.
Definir al hombre por el trabajo puede
aparecer una concesión marxista.
23. El trabajo es dominio de la naturaleza, pero
realizado “en medio de una comunidad de
personas”.
El trabajo incide en la transformación de la
materia, en su distribución y uso, el trabajo
se vuelve parte esencial de todo proceso
económico; pero, asimismo, por generar en
los trabajadores una solidaridad por la misma
causa, el trabajo apunta a una fuerza política.
24. El trabajo abre al hombre sobre todo a la
relación con Dios, reproduce en la actividad
humana el dominio solidario de Dios sobre
todas las cosas, por ser Señor y por ser
Trinidad.
25. El ser solidario del hombre que trabaja se
abre al mundo de los objetos, sea como
instrumentos de su trabajo, sea como materia
prima, sea como producto elaborado, sea,
finalmente, como consumo o uso
instrumental de ese producto ya realizado.
En cuanto a la técnica se convierte en aliada,
pero no sustituye al hombre como sujeto.
26. La técnica, cuando se desarrolla
unilateralmente, se constituye en amenaza
para el hombre; constituye una verdadera
alienación por cuanto, habiendo sido creada
por el hombre y dependiendo de él, se vuelve
contra él y le hace dependiente.
Cuando quita el puesto de trabajo a muchos
trabajadores antes ocupados, o cuando
mediante la exaltación de la máquina reduce
al hombre a ser su esclavo.
27. El conjunto de recursos naturales queda subvertido
cuando no es tratado con respeto como un don del
Creador.
El agotamiento de las materias primas es un triste
ejemplo de la depredación que el ansia de
consumismo irresponsable provoca sobre la
naturaleza.
Técnica y recursos naturales corren el peligro de
volverse contra el hombre. Son un conjunto de
“cosas”, y “no podemos afirmar que ello constituya
casi el “sujeto” anónimo que hace dependiente al
hombre y su trabajo” (LE 13b)
28. El mercado puede producir distorsiones
notables, que inciden en el menosprecio del
trabajo.
29. Por su dimensión subjetiva, el trabajo llega a
tocar la sociedad, la nación, porque es “una gran
encarnación histórica y social del trabajo de
todas las generaciones.
Esto hace que el hombre concilie su más
profunda identidad humana con la pertenencia a
la nación y entienda también su trabajo como
incremento del bien común elaborado
juntamente con sus compatriotas, dándose así
cuenta de que por este camino el trabajo sirve
para multiplicar el patrimonio de toda la familia
humana, de todos los hombres que viven en el
mundo” (LE 10c)
30. Cuando se habla de dimensiones políticas del
trabajo nos referimos a la organización social
y política: el derecho al trabajo y a la justa
remuneración del trabajo.
31. Al deber personal del trabajo, impuesto por la naturaleza,
corresponde y sigue el derecho natural de cada individuo a
hacer del trabajo el medio para proveer a la vida propia y
de los hijos (LS 19)
¿Quién garantiza ese derecho? Pío XII responde esta
pregunta:
…el deber y el derecho de organizar el trabajo del pueblo
pertenece ante todo a los inmediatos interesados:
patronos y obreros. Si éstos no cumplen con su deber o no
puede hacerlo por circunstancias especiales y
extraordinarias, es deber del Estado intervenir en el campo
del trabajo y en su distribución y división, según la forma
y medida que requiere el bien común debidamente
entendido” (LS 20)
32. El salario es el medio de vida para el
trabajador.
Defender el derecho al salario es defender su
derecho a vivir dignamente como persona.
Rerum novarum señala que para defender la
propiedad privada de los medios de
producción es que tal derecho se vincula al
salario justo del trabajador.
33. Dos clases de bienes a los que se accede por el
salario:
- Los bienes de consumo necesarios para la vida
personal y familiar
- Los bienes de producción
Juan XXIII: “Ha de retribuirse al trabajador con un
salario establecido conforme a las normas de la
justicia y que, por lo tanto, según las
posibilidades de la empresa, le permita tanto a él
como a su familia mantener un género de vida
adecuado a la dignidad del hombre”.
34. a) Al trabajador hay que fijarle una
remuneración que alcance a cubrir el
sustento suyo y el de su familia (QA 71). La
justicia social postula que se introduzcan lo
más rápidamente posible las reformas
necesarias para que se fije a todo ciudadano
adulto un salario de este tipo.
35. b) Para fijar la cuantía del salario deben tenerse en
cuenta las condiciones de la empresa y del
empresario, pues sería injusto exigir unos
salarios tan elevados que, sin la ruina propia y la
consiguiente de todos los obreros, la empresa no
podría soportar” (QA 72)
El Papa señala que si la empresa por las exigencias
del mercado debe vender los productos a un
precio no remunerativo, manifestaría una
situación global que “priva de su justo salario a
los obreros, que, obligados por la necesidad, se
ven compelidos a aceptar otro salario menor que
el justo.
36. c) La cuantía del salario debe acomodarse al bien
público…,que se dé oportunidad de trabajar a
quienes pueden y quieren hacerlo. Y esto
depende no poco de la determinación del salario,
el cual, lo mismo que cuando se lo mantiene
dentro de sus justos límites puede ayudar,
puede, por el contrario, cuando los rebasa,
constituir un tropiezo (QA 74)
Por eso la justicia pide que, en unión de mentes y
voluntades, y en la medida en que fuera posible,
puedan percibir una remuneración suficiente
para el sostenimiento de su vida.
37. La importancia política del trabajo, se
concreta en forma visible y organizada en los
sindicatos para la “tutela de sus justos
derechos frente a los empresarios y medios
de producción” (LE 20b)
La experiencia histórica enseña que las
organizaciones de este tipo son un elemento
indispensable de la vida social, especialmente
en las sociedades modernas industrializadas
38. El sindicato tiene un objetivo ético: la defensa del valor del
trabajo. Por ello es una fuerza social y política que incide
en el juego de otras fuerzas sociales para buscar el bien
común.
Juan Pablo II distingue dos niveles de políticas:
- La actividad de los sindicatos entra en el campo de
la política entendida ésta como una prudente solicitud por
el bien común.
El cometido de los sindicatos no es hacer política, en el
sentido que se da hoy comúnmente a esta expresión. No
tienen carácter de “partidos políticos”, que luchan por el
poder, y no deberían ni siquiera ser sometidos a las
decisiones de los partidos políticos o tener vínculos
demasiado estrechos con ellos
39. En tal situación, ellos pierden fácilmente el contacto con lo
que es su cometido específico, que es el de asegurar los
justos derechos de los hombres del trabajo en el marco
del bien común de la sociedad entera y se convierten en
cambio, en un instrumento para otras finalidades” (LE 20
e)
- La perspectiva ética de la defensa del valor del
trabajo, como expresión del ser humano, da a los
sindicatos un sentido moral que trasciende los intereses
de “clase”, y sobre todo de “egoísmos de clase”.
Los sindicatos “son un exponente de la lucha por la justicia
social…como dedicación normal “en favor del justo
bien…,pero no es una lucha “contra” los demás.
40. Si en cuestiones controvertidas asume
también un carácter de oposición a los
demás, esto sucede en consideración del bien
o de la justicia social y no por la “lucha” por
eliminar al adversario” (LE 20c)
El trabajo tiene como característica propia
que, antes que nada, une a los hombres, y en
esto consiste su fuerza social: la fuerza de
construir una comunidad.
41. El testimonio vivo de los cristianos que viven
su trabajo con una espiritualidad.
El Papa dice que: el trabajo es acto de la
persona total de su cuerpo y de su espíritu;
corresponde a una intencionalidad y a un
proyecto ordenado a su vida. Dios tiene
también su espíritu, que se revela en la
palabra del Dios vivo; tiene también un
proyecto, que es igualmente proyecto de
vida.
42. La espiritualidad del trabajo consiste, pues,
en la comunión de “espíritus”, el hombre y de
Dios, en la comunión de sus “proyectos”.
El trabajo expresa la vida, busca la vida,
desarrolla la vida, por eso es dominio de la
tierra y dominio de los hombres.
43. El trabajo es el centro de la justicia social.
3.1. Valor del trabajo