1. ‘Tatequieto' a las multinacionales
Revista Semana, Bogotá, 11 mayo 2013.
DENUNCIA SEMANA revela las maniobras empresariales que hicieron
las hoy fusionadas multinacionales Glencore y Xstrata, con las que
querían dejar de pagar billones de pesos de impuestos en el país por
más de una década.
Hace un par de semanas se conoció la noticia del año en el mundo
energético: la fusión de las firmas suizas Xstrata y Glencore para
conformar la tercera mayor empresa global en el negocio de materias
primas. Para Colombia esto es de gran trascendencia pues la
compañía queda como la mayor productora de carbón nacional con la
tercera parte del mercado que, después del petróleo, le genera
mayores ingresos al país.
En entrevista con The Wall Street Journal, el director ejecutivo de la
nueva corporación, Ivan Glasenberg, dijo que “no se abrirá ninguna
botella de champaña” para celebrar la fusión, pues para ellos es una
operación habitual. Varias autoridades del país tampoco están para
celebraciones luego de descubrir las jugadas de esta empresa para
que su gigantesca operación carbonífera Cesar y La Guajira,
manejada principalmente por la firma Prodeco, quedara libre de
impuestos.
Para esto hicieron múltiples negociaciones entre sus propias
empresas, con lo que generaron una deuda multimillonaria en dólares
que les permitiría deducir de sus gravámenes “1.500 millones de
dólares, por poquito” según le dijo a SEMANA Juan Ricardo Ortega
director de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian). Para todo fin
práctico esta deuda era un “crédito ficticio” que le significaría a la
multinacional dejar de pagar tributos por unos 15 años, si se toma
2. como referencia el informe de responsabilidad social del 2011 de la
firma Prodeco, que dice que ese año pagaron 100 millones de dólares
en impuestos.
La estrategia implicaba varias etapas de complejas transacciones en
paraísos fiscales, pero terminó derrumbándose a último minuto
cuando se encendieron las alarmas de la Superintendencia de
Sociedades, la Contraloría General y la Dian. Pese a esto, la
preocupación sigue latente pues para estas entidades hay serios
indicios de que otras multinacionales están utilizando atajos similares
para evitar pagar impuestos.
Todo comenzó cuando Glencore vendió y recompró a Xstrata todos
sus activos en Colombia. Para ese momento Glencore tenía el 30 por
ciento de Xstrata y la transacción se hizo en el exterior. En la
recompra a comienzos de 2009, Glencore se comprometió a pagar
3.500 millones de dólares, mucho más del valor por el que había
vendido meses atrás los mismo activos. Es decir vendió barato y
recompró caro. Esto fue justificado bajo la figura del crédito
mercantil, que se da cuando en la compra de una empresa se paga
un valor extra por cuenta de un intangible como una marca o el
llamado good will.
En febrero de 2010 funcionarios de la carbonera registraron en
Bogotá la empresa Damila Holding, para poner a nombre suyo todos
los activos en Colombia. En ese punto esta negociación comenzó a
tener relevancia tributaria en el país. Damila se fundó con un
patrimonio de 50 millones de pesos y a los seis meses recibió de la
sucursal de islas Bermudas del banco Barclays un inusual préstamo
por 3.500 millones de dólares (unos 7 billones de pesos). Con ese
dinero Damila pagó el compromiso adquirido con Xstrata año y medio
atrás por intermedio de varias empresas en paraísos fiscales. De esta
forma quedó como dueña de toda la operación de Colombia dispersa
en empresas como Prodeco, Carbones de la Jagua y Carbones El
Tesoro.
El siguiente paso era fusionar estas empresas con Damila, con lo que
todo el conglomerado carbonero tendría que asumir la multimillonaria
deuda. De concretarse este último punto de la estrategia de
Glencore, se habría configurado la billonaria disminución de
impuestos.
El yo con yo
En mayo de 2010 un abogado que no dijo actuar en nombre de la
carbonera hizo una consulta en abstracto a la Supersociedades, en la
que explicaba la negociación sin mencionar los nombres de las firmas
involucradas. El propósito era lograr un concepto que validara lo que
3. Glencore ya estaba haciendo.
Pocos meses después, un estudio sectorial de la misma entidad
permitió identificar que varias minas en el país operaban
aisladamente cuando en realidad eran del mismo dueño. Ese era el
caso de Glencore, que fue multada con 500 millones de pesos por no
registrar sus empresas como parte de un grupo empresarial.
De otro lado, a la Contraloría General llegó un anónimo con
documentos en los que se denunciaba el “desfalco de las finanzas
públicas”. El ente de control revisó las operaciones cambiarias, los
antecedentes con la Supersociedades y las consultas a la Dian, y
encontró evidencia de la irregular transacción de Glencore a través de
Damila.
Voceros de Glencore le dijeron a SEMANA que lo que único que
buscaban era simplificar la estructura de la organización y que por el
camino se encontraron con esa fórmula que les permitía una
“eficiencia tributaria”. Que la intención de la multinacional no era
evadir impuestos, que siempre se movieron dentro de la ley, y que
prueba de esto es que consultaron a las autoridades si era posible
hacer la transacción y la suspendieron cuando recibieron la
negativa.
Sin embargo, para el director de la Dian esto “no es creíble” ya que
“cualquiera con dos dedos de frente sabe que el carbón vale por las
reservas, no porque esté asociado a un good will, dice Ortega, pues
de ninguna manera se puede amarrar el valor del carbón con el
nombre de la empresa que lo extrae, que era lo que se pretendía con
el crédito mercantil.
Para las autoridades también fue llamativo el crédito por 3.500
millones de dólares que recibió Damila, pues es difícil de creer que un
solo banco asuma tanto riesgo. Por ejemplo, para la misma época en
Colombia, Ecopetrol adelantó la más grande operación de
endeudamiento en la historia del país y logró conseguir 1.100
millones de dólares en una transacción en la que participaron 11
bancos.
En la oficina de Crédito Público del Ministerio de Hacienda le dijeron a
SEMANA que si el país requiriera una deuda de ese tamaño, no sería
posible tramitarla con la banca privada y que el país tiene un cupo de
endeudamiento cercano a ese monto con el Fondo Monetario
Internacional, que de todas maneras no desembolsaría nunca ese
monto en un solo giro.
De ahí que para Ortega la negociación de Glencore se parece más a
lo que en los negocios se conoce como ‘back to back’, que es una
figura donde la plata que presta el banco es del mismo que la está
4. solicitando. Una fórmula muy usada para esconder patrimonios, más
cuando las transacciones se hacen con paraísos fiscales, como fue en
el caso de Glencore. “Hay cosas que pueden ser legales pero son
inmorales. En este caso abusaron de la legislación colombiana y la
pregunta es si es correcto hacer cualquier cosa aprovechando que el
otro no ve”, dice el director de la Dian.
Pese a que la intervención de las autoridades frustró a último minuto
la estrategia de Glencore para evitar el pago de impuestos, aun no es
claro si la carbonera al final logró otros beneficios en el exterior,
pues por cuenta de esta transacción el valor de sus activos aumentó,
a pesar de que en los últimos años ha caído el precio del carbón.
La baja tributación de las multinacionales mineras cada vez tiene
mayor importancia en la agenda pública. Por ejemplo, la semana
pasada la Contraloría General publicó un informe en el que demuestra
cómo con deducciones, descuentos y exenciones se ahorraron el
doble de lo que efectivamente pagaron de impuestos. Si a esto se le
suman las “eficiencias tributarias” a lo Glencore, la balanza de
beneficios para el país queda muy desequilibrada en contra de los
ciudadanos, que sí pagan impuestos y solventan los gastos de
infraestructura, seguridad y demás que requieren estas empresas
para poder operar.
El presidente Juan Manuel Santos tiene en su agenda una cita la
próxima semana para inaugurar en Ciénaga, Magdalena, el primer
puerto carbonero del país con cargue directo a los barcos, hecho por
Glencore. Se da por descontado que estará presente pues será una
suerte de saludo a la reciente fusión a nivel internacional. Un buen
escenario para recordar que la llamada locomotora minera debe antes
que nada producir beneficios para todos los colombianos.
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