Gilbert Bilezikian, en su importante libro
Community 101, declara: “en nuestros días hay
un clamor para que la iglesia descubra su
identidad como comunidad” (Gilebert
Bilezikean, Community 101. Grand Rapids,
Michigan: Zondervan, 1997, pag. 11). No es una
declaración difícil de comprender si tomamos en
cuenta que fue bajo ese modelo que la iglesia de
los apóstoles nació y se desarrolló.
1. Base filosófica
“Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los
que habían de ser salvos” (Hechos 2:47).
La “simpatía” del pueblo fue el resultado de una
actuación relevante en la comunidad. La iglesia
hizo la diferencia. En el poder del Espíritu Santo,
la iglesia pasó los límites habituales. Este no era
un pueblo plano, sino un regreso a los principios
fundamentales de la religión cristiana.
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
[…]y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra” (Génesis 12:2-3).
“Como a un natural de vosotros tendréis al
extranjero que more entre vosotros, y lo amarás
como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en
la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. […]Y
cuando tu hermano empobreciere y se acogiere
a ti, tú lo ampararás; como forastero y
extranjero vivirá contigo” (Levítico 19:34; 25:35).
“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo:
Juzgad conforme a la verdad, y haced
misericordia y piedad cada cual con su hermano;
no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero
ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón
contra su hermano” (Zacarías 7:9-10).
“Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y
de vuestros grandes pecados; sé que afligís al
justo, y recibís cohecho, y en los tribunales
hacéis perder su causa a los pobres” (Amós
5:12).
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar
las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de
opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que
rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el
hambriento, y a los pobres errantes albergues en
casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te
escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz
como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e
irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será
tu retaguardia” (Isaías 58:6-8).
Jesús vivió con intensidad lo que él intentó
revelar a través del antiguo Israel.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto
me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos; a predicar el año
agradable del Señor” (Lucas 4:18-19).
En el escenario del juicio nos damos cuenta de que
el juicio no solo considera delitos, sino también
negligencias.
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a
mí. […]De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis” (Mateo 25:35, 36 y 40).
2. Propósito
“La Iglesia […] es el escenario de su gracia, en el
cual se deleita en revelar su poder para
transformar los corazones” (Los hechos de los
apóstoles, p. 11).
Dios quiere transformar a las personas y desea
que “cuerpo” en la Tierra cumpla el propósito de
revelar quién es él.
Cuando la iglesia realmente hace la diferencia,
ve el poder de Dios. Antes de que se consume la
redención, es importante que la iglesia revele las
ventajas inherentes al plan de salvación.
Dios quiere salvar a la raza caída del pecado y
sus efectos: pobreza, desnudez, vergüenza,
soledad, inseguridad, enfermedad, muerte, etc.
¿Qué podemos ofrecer delante de estas
condiciones?
¿Nos extrañarían las personas de nuestra ciudad si
nos fuéramos? ¿Y si de un momento a otro todos
los miembros de la iglesia tuvieran que mudarse y
no quedara ninguno? ¿Será que la comunidad
lamentaría nuestra ausencia?
Nuestra presencia debe sentirse y nuestras
acciones deben ser relevantes. “La iglesia debería
hacer lo que ninguna otra institución humana sería
capaz de hacer” (William Beckham, A segunda
reforma, pág. 112).
Durante la edad media, hubo muchas migraciones
como consecuencia de la “peste negra”. Miles de
personas abandonaron las ciudades con focos de la
enfermedad (conocida también como “peste
bubónica”) en un intento de evitar el contagio.
Incluso bajo la influencia de supersticiones y
creencias absurdas, varios grupos de cristianos
genuinos permanecían exactamente donde la peste
se sentía más. Eran hombres y mujeres decididos a
hacer lo que nadie más quería hacer. Incluso
poniendo en riesgo su propia vida, se esforzaban
para salvar a quienes ya no tenían esperanza.
“En casi cada localidad hay muchos que no
asisten a ningún servicio religioso. Si quiere
ganárselos para el Evangelio, éste debe ser
llevado hasta sus hogares. Con frecuencia el
alivio de sus necesidades físicas es el único
medio por el cual se puede alcanzarlos” (El
ministerio de la bondad, p. 130).
“Hay multitudes tan hundidas en el pecado que han
perdido el sentido de las realidades eternas, han
perdido la semejanza con Dios, y apenas saben si
tienen almas que salvar o no. No tienen fe en Dios
ni confianza en el hombre. Muchas de estas
personas pueden ser alcanzadas únicamente por
actos de bondad desinteresada. Hay que atender
primero sus necesidades físicas: alimentarlas,
limpiarlas y vestirlas decentemente. Al ver la
evidencia de vuestro amor abnegado, les será más
fácil creer en el amor de Cristo” (Palabras de vida
del Gran Maestro, p. 319).
¿Nuestro evangelio vale la pena? A la Iglesia no
se le confió una reformulación del plan de
salvación. Nuestra misión y nuestro propósito
nunca cambiaron. Estamos aquí para “salvar y
buscar al perdido”.
“Fue conmovido con el sentimiento de nuestras
dolencias. En vista del valor que atribuye a lo
que ha comprado con su sangre, los adopta
como sus hijos, haciendo de ellos el objeto de su
tierno cuidado, y para que ellos puedan suplir
sus necesidades temporales y espirituales, él los
encomienda a su iglesia, diciendo: “En cuanto lo
hicisteis a uno de éstos mis hermanos
pequeñitos, a mí lo hicisteis’” (El ministerio de la
bondad, p. 27).
“Alguien debe cumplir la comisión de Cristo; alguien debe
proseguir la obra que él comenzó en la tierra, y a la iglesia
se le ha dado este privilegio. Para este propósito ha sido
organizada. ¿Por qué, entonces, no han aceptado los
miembros de iglesia la responsabilidad? Hay quienes han
visto este gran descuido; han visto las necesidades de
muchos que sufren y están en necesidad; han reconocido
en ellos a las pobres almas por las cuales Cristo dió su
vida y su corazón se ha conmovido con piedad, toda su
energía se ha despertado a la acción. Han emprendido la
obra de organizar a los que cooperarán con ellos para
llevar la verdad del Evangelio ante muchos que están
ahora en el vicio y la iniquidad, para que puedan ser
redimidos de una vida de disipación y pecado” (El
ministerio de la bondad, p. 118).
“El Salvador trataba con los hombres como
quien deseaba hacerles bien. Les mostraba
simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba
su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’” (El
ministerio de curación, p. 102).
3. Metodología
Elena G. de White afirma que “Sólo el método de
Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente”
(Ibíd.).
Dos preguntas básicas: [1] ¿Qué es lo que necesita
la comunidad? [2] ¿Qué puede ofrecerle la iglesia?
Ambas preguntas se pueden responder a través de
investigaciones y observaciones (pruebas de dones
y datos científicos por muestras). La iglesia debe
indicar los proyectos que se desarrollarán y una
comisión debe discutir la viabilidad de los mismos.
Sin una cuidadosa estrategia, este cambio no tendrá
éxito. Se debe gastar mucha energía para que la
visión sea asimilada e incorporada por toda la
Iglesia.
La construcción de una visión lleva tiempo. El papel
del líder es ver más allá y antes; sin embargo, todos
los involucrados deben vislumbrar el ideal. La visión
debe pertenecer a todos. La visión que no es de
todos es una DI-VISIÓN (dos visiones).
En congregaciones donde los Grupos pequeños
funcionan, la operatividad respetará esa formación.
Los GP pueden tener sus proyectos particulares
basados en las necesidades de sus vecinos, y la
iglesia proyectos mayores donde participen los GP
en el desempeño de las tareas.
Lo que ocurre en el perímetro territorial del GP
debe dirigir su actuación, lo que garantizará su
relevancia. Cada miembro del GP actúa como un
radar espiritual.
Inevitablemente, la estructura de la iglesia
atenderá las necesidades de la “nueva visión”.
Las cosas comienzan a orbitarse alrededor de un
propósito y no de una rutina. Eventos,
programas, presupuestos: todo pasa a ser usado
para atender a la iglesia de la comunidad.
Un sábado por mes, se podría usar
exclusivamente para los proyectos macro. Los
demás serían incorporados en la rutina semanal
de cada GP.
Los proyectos adoptados deben, sí o sí, pasar
por dos preguntas: [1] ¿Qué necesita la
comunidad? y [2] ¿Qué podemos ofrecerle?
Podemos ser buenos en algo que nuestra
comunidad no necesita. Quizás necesitemos
desarrollar algunas habilidades que sean
imprescindibles para el bien de dicha comunidad.
Por menores que sean las ideas y los proyectos, la
Iglesia, a diferencia de cualquier institución, debería
estar motivada por el amor desinteresado.
Solamente así se podrá llevar a cabo el “método de
Cristo”.
Mezclarse bien con las personas
✤ Desear el bienestar de las personas
✤ Manifestar simpatía por las personas
✤ Atender las necesidades de las personas
✤ Conquistar la confianza de las personas
✤ Servir de modelo para las personas
Nuestro producto final son las personas.