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VIVIENDO
por el
DE
LA FE

GENE R. COOK
EDITORIAL ZARAHEMLA, S.A. 1989
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1
CONTENIDO
PAG.
04 .

CAPITULO 1. EL PODER DE LA FE ...
Propósito de este libro,
Contenido de este libro,
Cómo leer este libro.
Preguntas para meditar.

10.

CAPITULO 2. QUÉ ES LA FE ...
La fe es la certeza de lo que se espera.
La fe es el principio de acción en todos los seres inteligentes.
La fe es poder.
Preguntas para meditar.

16.

CAPITULO 3. CARACTERÍSTICAS DE LA FE .
La fe está relacionada con la creencia.
La fe está relacionada con la esperanza.
La fe no se asocia con la duda y el temor.
La fe da seguridad y firmeza.
La fe no viene por las señales.
La fe no es conocimiento perfecto.
Preguntas para meditar.

22.

CAPITULO 4. EL FUNDAMENTO DE LA FE ...
La ¡dea de que Dios existe verdaderamente.
Una idea correcta del carácter, perfecciones y atributos de Dios.
Un conocimiento de que la dirección que lleva nuestra vida está
de acuerdo con la voluntad de Dios.
Preguntas para meditar.

38.

CAPITULO 5. CÓMO SE OBTIENE LA FE ...
Un deseo de creer.
Creer en la palabra del Señor.
Experimentar y recibir evidencias espirituales.
La fe aumenta y se fortalece.
Se obtiene un conocimiento perfecto en esa cosa.
Nutriendo la palabra.
2
La fe es un don de Dios.
Centrando nuestra fe en el Señor Jesucristo.
El Proceso de creer en la Palabra del Señor.
Usando el poder del Espíritu Santo.
Reconociendo la fe que ya tenemos.
Preguntas para meditar.
48.

CAPITULO 6. CÓMO SE AUMENTA LA FE ...
Aumentemos nuestra esperanza.
Demos oído a la palabra de Dios.
Leamos fervientemente la palabra de Dios.
Actuemos en armonía con nuestra compresión presente.
Guardemos los mandamientos.
Sacrifiquemos en las pruebas y tribulaciones.
Preguntas para meditar.

55.

CAPITULO 7. CÓMO SE EJERCE LA FE ...
La fe se ejerce por medio de la palabra.
Debemos ser dignos.
El poder de la fe es espiritual, y está dentro de nosotros.
No se debe ejercer la fe en forma contraria a la voluntad del
Señor.
Entreguemos todo nuestro corazón al Señor.
Avancemos sin temor a lo desconocido.
Seamos específicos al comunicarle nuestros justos deseos al
Señor.
Procuremos ser totalmente disciplinados.
Estemos dispuestos a ofrecer sacrificios.
Reconozcamos y utilicemos las evidencias espirituales para
edificar nuestra fe.
Usemos lo que aparentemente son fracasos, para fortalecer
nuestra fe.
Tengamos la seguridad de que Dios obrará de acuerdo con
nuestra fe.
Preguntas para meditar.

70.

CONCLUSIÓN

3
1
EL PODER DE LA FE
El 29 de julio de 1977, mi esposa y yo terminábamos nuestra visita a la Misión
de Santa Cruz, en Bolivia, y tuvimos que esperar en el aeropuerto de Cochabamba,
por unas cinco horas. Recuerdo que estábamos muy cansados, pues la noche
anterior habíamos dormido muy poco, así que estábamos encantados de disponer de
unas horas de descanso en el aeropuerto. Mientras trataba de dormir, tuve el fuerte
sentimiento de que debía despertarme y anotar unas ideas. Mis deseos de dormir
eran intensos, mas los susurros del Espíritu lo eran más; así que me puse a escribir.
Escribí por casi tres horas, resolviendo algunos problemas de organización con los
que había estado batallado por varios años. Ese día sentí que el Espíritu se
derramaba grandemente sobre mí, y escribí con gran emoción cada pensamiento
inspirado. Esa experiencia se llevó la mayor parte del tiempo que estuvimos en el
aeropuerto.
Tomamos el avión para la Paz, Bolivia. Nos recibieron amablemente en el
aeropuerto el Presidente. Chase Allred y su esposa, y en su camioneta nos llevaron
a la oficina de la misión. En la camioneta cerrada con llave dejamos nuestro equipaje
y portafolios.
Al llegar a la oficina, se le presentó al presidente el difícil caso de una mujer
cuyo esposo estaba moribundo. Mientras que el Presidente Allred y yo atendíamos a
sus necesidades, nuestras esposas salieron en auto para la casa de misión.
Cuando el presidente y yo regresamos a la camioneta, de inmediato me di
cuenta de que nuestras cosas no estaban ahí, pero supuse que mi esposa se las
había llevado a la casa de misión. Mientras nos dirigíamos allá, descubrí que la
pequeña ventanilla del lado derecho de la camioneta estaba dañada, y empecé a
temer que nos habían robado.
Llegando a la casa de misión comprobamos que, efectivamente, nuestro
equipaje había sido robado. La pérdida de una suma considerable de dinero y de
toda nuestra ropa nos acarreó instantáneamente un problema, aunque sólo temporal.
Más terrible era el hecho de que en el portafolios iban mis escrituras, junto con las
ideas inspiradas que acababa de recibir en Cochabamba. Era abrumadora la
sensación de desaliento, enojo e impotencia para remediar la situación.
Mi esposa y yo oramos a solas. También oramos con nuestros anfitriones.
Procuramos disfrutar de la comida, pero no pudimos. Nadie podía imaginar la
inmensa pérdida que yo sentía. Las escrituras habían sido un regalo de mis padres
en mi juventud. Uno de los libros llevaba una dedicatoria sagrada para mí, escrita por
mi madre, y el otro, una anotada por mi padre ya fallecido. Yo había pasado
literalmente miles de horas marcando y anotando referencias —y gozando cada
momento— en las únicas posesiones terrenales que había considerado de valor
incalculable. En muchas ocasiones le había dicho a mi esposa que si alguna vez
llegaba a haber un incendio en nuestra casa, pnmeramente debía sacar a los niños y
4
luego, si había tiempo, sacara mis escrituras, y que no se preocupara de nada más.
El presidente y yo teníamos muchas cosas de qué hablar, pues estaríamos
juntos solamente esa noche. No obstante, sentí la fuerte impresión de que debíamos
hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para recobrar las escrituras. Después
de la comida, todos los presentes nos arrodillamos en oración una vez más.
Decidimos buscar en el área que circundaba la oficina de la misión, y en un campo
cercano, con la esperanza de que tal vez los ladrones se habrían llevado lo que
pudieran vender fáciimente y podrían haber desechado los libros, por estar en inglés.
En la oración, suplicamos que las escrituras nos fueran devueltas; que las
personas que las hablan tomado fueran motivadas a reconocer su acto Injusto, y se
arrepintieran; y que la devolución de los libros fuera el medio para traer a alguien a la
Iglesia verdadera.
Eramos unos ocho o diez los que subimos a la camioneta, con linternas, bien
abrigados,.y nos dirigimos a la oficina de la misión en el centro de la ciudad.
Registramos los terrenos vacíos que estaban al otro lado de la calle, y las calles
contiguas; hablamos con los vigilantes; agotamos todas las posibilidades. Nadie
había oído ni visto nada. Finalmente, regresamos a casa, desanimados. Ahora sólo
nos quedaba orar personalmente, y esperar. El Presidente Allred y yo trabajamos
esa noche muy tarde para terminar nuestros asuntos, y al día siguiente, mi esposa y
yo tomamos el avión de regreso a Quito, donde vivíamos.
Durante las semanas siguientes, los misioneros buscaron otra vez en los
terrenos; buscaron detrás de matorrales y en botes de basura; buscaron en un
parque cercano; pusieron un letrero en una barda, cerca de donde ocurrió el robo,
solicitando que los libros fueran devueltos; y estuvieron muy al tanto, para ver si
aparecían en algún sitio inesperado. Llegando al extremo, tratando de hacer todo lo
que estaba a su alcance, decidieron poner un aviso clasificado en dos periódicos,
ofreciendo una recompensa y dando información detallada sobre los libros.
En Quito, Ecuador, yo libraba una lucha espiritual excesivamente difícil para mí.
Por casi tres semanas no había estudiado las escrituras en lo absoluto. Lo había
intentado en numerosas ocasiones, pero cada vez que leía un versículo, recordaba
sólo unas cuantas de las muchas concordancias que había anotado durante los
últimos veinte años. Estaba desalentado, deprimido, y no tenía absolutamente ningún
deseo de leer. Oré muchas veces, expresándole al Padre que nunca había
procurado usar mis escrituras para ningún otro propósito que el de glorificar su
nombre y el de tratar de enseñar a otros las verdades que El me había enseñado a
mí. Le supliqué que hiciera lo que fuera necesario para que me fueran devueltas. Mi
esposa y mis pequeños hijos oraban incesantemente por la misma bendición. Aun
después de dos o tres semanas, seguían orando cada día: "Padre Celestial,
devuélvele a papá sus escrituras".
Luego de como tres semanas, sentí una fuerte impresión espiritual: "Eider
Cook, ¿cuánto tiempo vas a seguir sin leer y estudiar?" Me parecía que era una
prueba que tenía algo que ver con el "precio" de la bendición que yo deseaba. Esas
palabras me quemaban, y tomé la determinación de ser lo suficientemente humilde y
sumiso para empezar todo desde el principio. Con el permiso de mi esposa para usar
sus escrituras, comencé a leer Génesis en el Antiguo Testamento, marcando y
5
relacionando otra vez.
El 18 de agosto, nuestro amigo, el hermano Ebbie Davis, llegó de Bolivia a
Ecuador, y puso mis escrituras sobre mi escritorio, junto con un legajo que contenía
los papeles que yo había escrito en Cochabamba, y unos presupuestos misionales
recién preparados que también habían sido robados. Dijo que eso era lo único que
se había recobrado; que se lo había entregado el Presidente de la Misión en La Paz,
al abordar el avión, y que no sabía cómo se habían encontrado los libros, pero que
me lo dirían cuando yo llegara allá dentro de unos días, para recorrer la misión.
Es indescriptible el gozo que experimenté ese día. Ver que mi Padre Celestial
podía, en manera milagrosa, quitar esos libros de las manos de los ladrones en una
ciudad como La Paz, y devolverlos intactos, sin que les faltara una sola página, ni
rotos, ni sucios, es un milagro para mí.
¡Cómo fue recompensada la fe de nuestra familia, y de muchos misioneros
bolivianos! Ese día le prometí a mi Padre que haría mejor uso de mis escrituras y de
mi tiempo, como medios en sus manos para enseñar el evangelio.
El domingo 21 de agosto tomé el avión hacia Guayaquil, Ecuador, y de ahí a La
Paz, Bolivia, llegando allá el día 22. A mi llegada oí el siguiente relato:
Estando en uno de los muchos mercados de La Paz, una mujer vio a un
borracho sacudiendo un libro negro. Sintió la fuerte Impresión espiritual de que se
estaba profanando algo sagrado. Se acercó al hombre y le preguntó qué libro era
ése. El no lo supo, pero se lo mostró. Ella preguntó si eso era todo lo que tenía, y él
sacó otro libro negro. Ella volvió a preguntar si no había más, y él sacó un legajo de
papeles que dijo que iba a quemar. La mujer ofreció comprarle los objetos en
cincuenta pesos —aproximadamente $2.50 en moneda norteamericana—, y él
aceptó.
Luego de haber cerrado el trato, ella se sintió descontrolada por lo que acababa
de hacer, pues se dio cuenta que los libros y papeles estaban en inglés, y ella no
hablaba, ni leía ni entendía el inglés, y no quería libros en inglés. Había pagado casi
el diez por ciento de su ingreso mensual por unos libros en un idioma que no podía
leer. De inmediato empezó a buscar la iglesia que se mencionaba en las primeras
páginas de los libros. Tras haberse dirigido a diversas iglesias, llegó por último a la
oficina de la misión en La Paz, guiada por la mano del Señor. No sabía nada de la
recompensa ni del anuncio en el periódico que iba a aparecer ese mismo día. No
pidió dinero, ni siquiera para reponer los cincuenta pesos que había pagado por los
libros y papeles. Los élderes recibieron con regocijo los libros y el legajo, y le
entregaron la recompensa de todos modos.
Ella les dijo a los misioneros que pertenecía a una secta Pentecostés, pero
escuchó con mucho interés mientras le exponían el evangelio. Recordó haber leído
algo sobre José Smith en un folleto que había recogido en la calle dos o tres años
antes. Después de la primera charla, los misioneros se dieron cuenta de que ella era
"un contacto de oro". En la segunda plática, aceptó el desafío bautismal.
Dos semanas más tarde, el 11 de septiembre de 1977, un domingo por la tarde,
en La Paz, Bolivia, la hermana María Cleofas Cárdenas Terrazas y su hijo, Marco
Fernando Miranda Cárdenas, de doce años, eran bautizados en la verdadera Iglesia
6
de Jesucristo, por el élder Douglas Reeder.
¿Cómo se podrían describir nuestros profundos sentimientos de impotencia,
desánimo y desaliento abrumadores cuando se perdieron las escrituras? ¿Cómo
podría yo describir el inmenso sentimiento de gozo y regocijo al ver revelarse el
poder del cielo de una manera milagrosa como ésa? Nuestro Padre Celestial sí
escucha y contesta las oraciones de sus hijos e hijas si ellos ejercen la fe en el Señor
Jesucristo. El Señor dijo:
"Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a
este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en
su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice,
lo que diga le será hecho.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando,
creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:23, 24).
PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
El propósito de este libro es ayudar a saber qué es la fe, cómo se obtiene, y
cómo ejercerla para hacer que sucedan grandes cosas en nuestra vida y en las vidas
de otras personas. ¿Puede acaso el Señor guiarnos en la escuela, en el trabajo, en
el matrimonio, en la familia? Sí, por supuesto que puede. El Señor posee toda
misericordia, perdón, paciencia y longanimidad, y desea darnos la abundancia de sus
bendiciones si tenemos plena fe en El, porque es en El que debe fundarse nuestra
fe.
CONTENIDO DE ESTE LIBRO
Expresamente, este libro trata sobre:
1. Qué es la fe.
2. Las características de la fe.
3. El fundamento de la fe.
4. Cómo se obtiene la fe.
5. Cómo se aumenta la fe.
6. Cómo se ejerce la fe.
Al final de cada capítulo se encuentran algunas preguntas para meditar. Espero
que este libro y esas preguntas sirvan para aumentar verdaderamente la fe, y
ayudarnos a mejorar nuestra vida y resolver nuestros problemas.

7
CÓMO LEER ESTE LIBRO
Al leer, tómese un tiempo para reflexionar en las preguntas de cada capítulo, y
léanse las escrituras para tener mejor perspectiva al contestar las preguntas. Es
posible que el lector desee comentar con su cónyuge, compañero o amigo, las
preguntas y las cosas que está aprendiendo, o quizá, enseñarle a alguien más los
principios que se discuten en este libro, para que ellos puedan beneficiarse de sus
reflexiones, y se puedan comprender mejor los principios de la fe. Por último, antes
de seguir leyendo, sería bueno pensar en un problema específico que nos gustaría
resolver, o una meta que nos gustaría alcanzar. Entonces, al ir leyendo, el lector
puede pensar en ¡deas que le ayuden en su problema o meta, y puede escuchar los
susurros del Espíritu del Señor. Obedezcamos esos susurros, y el Señor nos dará
mayor luz y conocimiento, y aprenderemos lo qué significa ejercer la fe en el Señor
Jesucristo.
El aprender a ejercer la fe no es un proceso físico, sino espiritual. El rey
Benjamín dijo: "El hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de
Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al Influjo del Espíritu
Santo, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el
Señor" (Mosíah 3:19).
Hemos oído mucho de lo que el mundo enseña en cuanto a tener una actitud
positiva, pero la fe es mucho más que eso: es la fuerza que nos puede convertir en
verdaderos santos de los últimos días, llenos de fe en el Señor Jesucristo.
Por tal razón, me gustaría hacer una sugerencia más sobre cómo leer este libro.
Creo con todo mi corazón que el Señor es nuestro Maestro e Instructor. Al ir leyendo
y meditando los principios que se tratan en este libro, ore repetidas veces en su
corazón: "Padre Celestial, bendíceme para que pueda entender el principio de la fe.
Tú me conoces. Sabes mis necesidaes actuales. Ayúdame a comprender estos
principios y cómo puedo aplicarlos en mi vida".
Doy testimonio humildemente, en el nombre de Jesucristo, de que si hace eso,
si ora resueltamente al ir leyendo, el Señor hablará a su corazón, porque El, y no
este libro, es nuestro verdadero Maestro. Si continúa orando, El lo cambiará
internamente; e iluminará su mente en cuanto a lo que debe hacer con un hijo
obstinado, un amigo perturbado, o un investigador al que esté enseñando. El le
ayudará a resolver sus problemas en el hogar, en la Iglesia, en el trabajo, o en la
escuela. El le ayudará a aprender a vivir por el poder de la fe.
PREGUNTAS PARA MEDITAR
1. ¿Cuál fue el primer paso en la búsqueda de las escrituras perdidas?
¿Podemos dar ese paso para realizar otros deseos justos?
2. ¿Qué otros pasos se dieron para encontrar las escrituras? ¿Qué otros pasos
podemos dar?

8
3. ¿Cuál fue el "precio" que el Señor requirió para devolver las escrituras
perdidas? ¿Siente usted en su corazón que acaso no ha pagado todavía el "precio"
de las bendiciones que desea? ¿Qué debe hacer para pagarlo?
4. ¿Qué bendiciones espirituales y temporales surgieron de la experiencia de
las escrituras perdidas? ¿Qué bendiciones puede ver usted como resultado de las
cosas que está haciendo para ejercer su fe?
5. ¿Qué dice el Señor que debemos hacer para lograr nuestros deseos justos?
6. ¿Qué sugerencias se dan en la introducción sobre cómo aprovechar al
máximo este libro? ¿Cuál de las sugerencias siente usted que le ayudaría más?
7. Escoja un desafío en el que le gustaría concentrar su fe mientras lee, medita
y practica los principios de fe que va a leer en este libro.
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9
2
QUÉ ES LA FE
Cuando yo era Presidente de la Misión Uruguay-Paraguay, conocí a un gran
misionero, un joven lleno de fe. Era uruguayo. Había servido en la misión unos tres o
cuatro meses cuando llegué yo como presidente de misión. Dondequiera que iban él
y su compañero, bautizaban. Al principio pensé que eso se debía a su compañero
mayor; pensé que ese élder en particular era demasiado inexperto para tener tanto
éxito.
Pensando así, yo estaba en un error.
Tiempo después, este élder fue llamado a ser compañero mayor y líder de
distrito, y fue enviado a una ciudad que tenía la reputación de ser un lugar muy difícil.
Los misioneros no habían bautizado ahí a una sola persona durante casi un año.
Cuando enviamos ahí a ese élder junto con su compañero y dos élderes más, sólo
asistían a la rama diez o doce miembros. Yo no le dije nada; únicamente le envié el
aviso de su cambio de área. Después de sólo tres semanas, empezaron los
bautismos. Bautizó a cuatro o cinco personas en esas tres semanas. Cuando llevaba
ahí unas diez semanas, todos los misioneros comenzaron a bautizar.
Luego fue llamado como líder de zona, por su gran habilidad para enseñar a
otros, y lo enviamos a una zona muy extensa. Esa zona comprendía toda la región
norte del país, y ahí había varias ciudades difíciles. Pensamos que eso sería un
desafío para él, porque ahora tendría que enseñar a todos los misioneros a hacer lo
que él hacía, y tendría que lograrlo por medio de los líderes de distrito, lo cual sería
un nuevo desafío para él. Lo dejamos ahí dos o tres meses, y bautizaron multitudes.
El y su compañero, y el Espíritu, por supuesto, convirtieron a toda la zona, a todos
los miembros líderes, y a todos los demás, en "una gente diferente".
Entonces, en noviembre, comenzó mi inquietud: el Señor quería decirme algo.
Empecé a tener un sentimiento de desasosiego sobre este élder, y ese sentimiento
era: "Envíalo a Paraguay". En Paraguay los élderes estaban teniendo muy poco
éxito; casi no bautizaban. En todo el país había un promedio de sólo veinte o
veinticinco bautismos al mes. Me llegó el sentimiento de cambiar a este élder a
Paraguay, y traté de resistirlo, pensando: "Ya ha pasado bien la prueba aquí, y
ponerlo en Paraguay podría arruinar su reputación. Tal vez allá le sea difícil
mantener el ánimo". Tuve que luchar para convencerme a mí mismo que en verdad
ese élder tenía que ir allá. Pero cuando vienen esos sentimientos, tenemos que
seguirlos. Al fin le enviamos un telegrama diciéndoie que sería cambiado a Asunción,
Paraguay, como líder de zona, y que debía partir al día siguiente
El llegó de pasada por la casa de misión el día primero de diciembre, y salió
hacia Paraguay sin que yo lo viera, pero me dejó una carta que decía:
"Estimado Presidente Cook: Hoy recibí un telegrama en el que se me dice que
10
vaya a Paraguay, y pensé que debía usted enterarse de ciertas cosas:
1. En Paraguay no se puede bautizar. Cuando menos diez o quince élderes me
han contado sus experiencias ahí. 2. Los miembros no ayudan en nada.
3. Hay muchos problemas con la castidad..."
Me enumeró diez o doce cosas de las más negativas que yo hubiera oído
jamás, y pensé: "¡Oh, no!, ya lo ha influido la gente negativa" Pero al terminar la lista,
me decía: "Solamente quiero que sepa, Presidente, que no creo una sola de esas
cosas". ¡Eso es tener fe! Y añadía: "Quiero que sepa que el día de Navidad vamos a
bautizar veinticinco personas". La Navidad llegaría en tan sólo veinticinco días más, y
al leer eso, pensé: "El Señor lo bendiga. Si puede lograr eso, tiene usted una fe
inmensa. No conoce el país; ni siquiera ha estado ahí. No sabe dónde va a vivir. No
conoce a su compañero, a los líderes, ni a los miembros. No conoce nada, y todavía
me dice que va a bautizar veinticinco personas en veinticinco días".
Este joven sí tenía una fe inmensa, y era un ejemplo excelente de un verdadero
líder latino. El veinticinco de diciembre bautizó a dieciocho personas; no habían
logrado los veinticinco; bautizaron dieciocho, que era aproximadamente la cantidad
que se bautizaba en todo el país en un mes. Dos semanas después, cuando estuve
en Paraguay, fue un gran privilegio para mí participar en un servicio bautismal en el
que él y su compañero bautizaron a otras once personas. Su distrito, en el que él
había enseñado a los élderes cómo trabajar, bautizó treinta ese mismo día.
¿Cómo fue que este élder logró resultados tan maravillosos? ¿Habrá sido
gracias a su carisma? ¿Usó acaso técnicas mundanas de persuasión? ¿O fue
simplemente mediante una actitud positiva? No. Lo logró por medio de su fe en
Jesucristo.
El Salvador dijo: "Sí tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquiera cosa
que me sea menester" (Moroni 7:33).
Por medio de las Escrituras, vamos entonces a definir qué es la fe, pues eso
nos dará el fundamento para comprender y desarrollar la clase de fe que ese élder
tenía.
LA FE ES LA CERTEZA DE LO QUE SE ESPERA
En Hebreos, capítulo 11 dice:
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos
haber sido constituido el universo por la palabra de Dios... Por la fe Abel ofreció
a Dios más excelente sacrificio que Caín... Por la fe Enoc fue traspuesto para
no ver muerte... Pero sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:1-6).
Ese capítulo nos proporciona muchos grandes ejemplos de fe, y varios milagros
grandiosos que ocurrieron como resultado directo de la fe de los hombres. Lea y
medite ese capítulo cuidadosamente; eso será muy provechoso para quien esté
11
estudiando el principio de la fe.
Consideremos la fe de Abraham, tal como se haya en el capítulo cuatro de
Romanos. Observe cuidadosamente el proceso por el que pasó Abraham:
Por tanto, [la promesa de vida eterna] es por fe, para que sea por gracia, a fin
de que la promesa sea firme para toda su descendencia...
En otras palabras, la promesa de vida eterna viene por la fe.
... no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto
por padre de muchas gentes)...
Abraham había recibido la promesa de que iba a ser padre de muchas
naciones. Pero fue envejeciendo más y más, y parecía que para él y su esposa había
pasado el tiempo en que podían tener hijos. ¿Comenzó Abraham a titubear en su fe?
No, siguió creyendo en la promesa que se le había dado, que sería padre de muchas
gentes, sin tener ninguna evidencia de que su esposa fuera a tener un hijo.
... delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen (versículos 16, 17).
Esa es una manera interesante de referirse al hombre natural. Las cosas que
no parecen ser, son. Y las cosas que parecen ser, no son. Todo depende de sí las
vemos con los ojos espirituales, o con los ojos naturales.
El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre da muchas
gentes, conforme a lo que se le había dicho." Así será tu descendencia.
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto
(siendo de casi cien años)...
Es fácil leer eso y seguir adelante, pero tomemos en cuenta que, si tuviéramos
cien años de edad, se necesitaría algo de fe para creer que después de tanto tiempo
todavía íbamos a tener un hijo. Pero Abraham lo creyó.
... o la esterilidad de la matriz de Sara...
Para complicar más el problema, Sara tenía noventa años de edad. La promesa
hubiera sido más fácil de creer si Sara hubiera tenido treinta y tantos años, pero no
era así. Para el hombre natural eso hubiera parecido algo imposible.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios...
El hombre, Abraham, es un gran ejemplo. A pesar de que todas las
probabilidades estaban en su contra, creyó en las promesas de Dios.
... sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios...
Siempre debemos asegurarnos de no atribuirnos la gloria a nosotros mismos.
... plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que
había prometido... (versículos 18-21).
En otras palabras, Abraham creyó que el Señor podía cumplir, y que lo haría.
También nosotros debemos creer eso. Si vamos adelante con fe, haciendo nuestra
parte, el Señor proveerá.
12
... por lo cual también su fe le fue contada por justicia (versículo 22).
El niño nació, desde luego, pero aun después de eso, Abraham enfrentó otro
desafío. Cuando llegó la hora de sacrificar a su hijo, Abraham creyó, aun hasta el
último momento en que iba a segar la vida de su hijo. Abraham tenía una segundad
interior inconmovible,.en cuanto a la promesa que esperaba, de posteridad infinita.
LA FE ES EL PRINCIPIO DE ACCIÓN EN TODOS LOS
SERES , INTELIGENTES
La definición de la fe que se da en Discursos sobre la Fe, se centra en dos
descripciones fundamentales de la fe, que en realidad son una sola. Primero que
nada, se centra en el hecho de que la fe es la causa motriz de toda acción en los
seres inteligentes. Las palabras exactas son: "Al ser la fe la causa motriz de toda
acción en cosas temporales, lo es también en lo espiritual" (Discursos sobre la Fe
1:12). Los Discursos también dicen que todos los seres inteligentes obran de esa
manera.
La fe es la certeza que los hombres tienen de la existencia de cosas que no han
visto, y el principio de acción en todos los seres inteligentes. Si los hombres se
consideraran a sí mismos, y tornaran su pensamiento y su reflexión a la
operación de su propia mente, descubrirían al momento que es la fe, y
solamente la fe, lo que causa toda acción en ellos; que sin ella, tanto el cuerpo
como la mente estarían en un estado inactivo, y todo esfuerzo en ellos, físico y
mental, cesaría. (Discursos sobre la Fe 1:9, 10).
Permítaseme mencionar uno o dos ejemplos para mostrar el carácter literal de
ese principio, y cómo está presente en cada acto que realizan los hombres —los
hombres buenos, los hombres malos, las mujeres y los niños, y en suma, todo ser
inteligente— aquí en la Tierra. ¿Supone alguienque yo habría escrito este libro si
hubiera pensado que jamás nadie lo leería? ¿Pensaríamos que si un peatón no
estuviera seguro de que podría llegar al otro lado de la calle, intentaría jamás
cruzarla? Pensemos en cada una de las cosas que hacemos, y llegaremos a la
conclusión de que no hay acción humana que no nazca de la fe. Esa acción
producirá el fruto que se desea, para bien o para mal. Si una persona desea algo
malo, y cree que lo puede obtener (y no nos estamos refiriendo a la fe en el Señor,
sino a la fe en sentido general), lo obtendrá, por su fe o creencia de que puede.
Muchos lo han hecho.
Así que antes que todo, recordemos que la fe es verdaderamente la causa
motriz de toda acción en los seres inteligentes. Citemos otro párrafo más de
Discursos sobre la Fe:
¿Habrían sembrado, acaso, sí no hubieran creído que podían cosechar?
¿Habrían plantado, si no hubieran creído que podían levantar? ¿Habrían jamás
pedido, si no hubieran creído que podían recibir? ¿Habrían jamás buscado, si
no hubieran creído que podían encontrar? O, ¿habrían jamás llamado, si no
hubieran creído que se les abriría? En una palabra, ¿hay algo que ustedes
13
hubieran hecho, físico o mental, si no hubieran creído previamente? Acaso no
todos nuestros esfuerzos, de cualquier tipo, dependen de nuestra fe? O
podríamos preguntar: ¿qué tenemos, o qué poseemos que no hayamos
obtenido en razón de la fe? (Discursos sobre la Fe 1:11).
Mas adelante, los Discursos dicen que nuestra comida, vestido, aposanto, todo
lo que tenemos, es el resultado de esa clase de fe. Tal como yo lo entiendo, se aplica
a toda la gente, buena o mala, que tiene fe en que si hace "esto", ocurrirá "aquello".
Hay muchos que se han vuelto muy ricos, hasta millonarios, porque han aprendido
algunas de las cosas que se relacionan levemente con la fe. Han aplicado algunos
de esos principios, que han comprobado ser verdaderos, y los han hecho funcionar
para ellos, y han obtenido un éxito temporal.
Recuerdo haber oído a varios misioneros decir que la fe es tener una actitud
positiva. Eso es verdadero y falso a la vez. Es verdadero en el sentido que un
hombre lleno de fe mostrará una actitud positiva, pero eso no quiere decir que quien
tenga una actitud positiva esté lleno de fe (la fe a que nos referimos ahora, que es la
fe en el Señor). No obstante, la fe en una forma u otra es el principio de acción en
todos los seres inteligentes. Debemos preguntarnos: "¿Nuestras acciones diarias se
basan en la fe en el Señor, o en otra cosa?"
LA FE ES PODER
La fe en el Señor es diferente a cualquier otra clase de fe. La fe es poder. En
Discursos sobre la Fe leemos que la fe es poder:
Y al ser fe la causa motriz a toda acción en cosas temporales, lo es también en
las escrituras porque el Savador ha dicho en verdad que: "El que creyere y
fuere bauizado, será savo" (Marcos 16:16).
Tal como optenemos, por la fe todas las bendiciones temporales que recibimos,
de igual manera obtenemos, por la fe, todas las bendiciones espirituales que
recibimos. Pero la fe no es solamente el principio de acción; la fe tambien es el
poder principal en todos los seres inteligentes, ya sea en si cielo o en la tierra.
Así lo dice el autor de la Epístola a los Hebreos, en 11:3:
Porque la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Discursos
sobra la Fe 1:12-14).
Al hablar de fe, a veces pensamos únicamente en la creencia, o en esforzar
nuestra mente para creer en algo. Sin embargo, los Discursos sobre la Fe hablan de
la fe como de un poder literal. Encontramos esa definición en estas palabras:
La fe, entonces, es el primer gran principio gobernante que tiene poder, dominio y
autoridad sobre todas las cosas; por ella existen, por ella se sostienen, por ella son
cambiadas, y por ella permanecen, de acuerdo a la voluntad de Dios. Sin ella no hay
poder y sin poder no podría haber creación ni existencia (Discursos sobre la Fe
1:24).

14
También leemos:
De no haber sido por el principio de la fe los mundos nunca hubieran sido
formados, ni tampoco hubiera sido el hombre formado del polvo. La fe es el
principio por medio del cual obra Jehová, y por medio del cual ejerce poder
sobre todas las cosas, tanto temporales como eternas. Si se le quitara este
principio o atributo -porque es un atributo- a Dios, El dejaría de existir
(Discursos sobre la Fe 1:16).
Ahora pensemos en la fe en ese sentido amplio: que es literalmente el poder
por el cual obra Dios mismo. Entonces, cuando alguien dice: "Ahora debo estudiar
otras cosas, porque ya he estudiado los primeros principios del evangelio", puede
estar seguro que todavía le falta mucho para empezar siquiera a comprender una
pequeña porción del primer principio del evangelio: la fe en el Señor Jesucristo.
La fe es mucho más que sólo una actitud positiva o cualquiera de las muchas
técnicas que el hombre ha aprendido a usar para consumar sus deseos. La
verdadera fe para vida y salvación está en el Señor Jesucristo. En el mundo hay
muchos que han puesto su fe, su actitud positiva, en las cosas terrenales, pero eso
nunca los llevará a ninguna parte. Nunca han llegado a comprender que la fe tiene
poder, dominio y autoridad sobre todas las cosas; que es el poder por el que obra
Dios mismo.
PREGUNTAS PARA MEDITAR
1. ¿Cómo pudo el joven misionero bautizar a tantas personas?
2 ¿Cómo reaccionó el misionero ante las negativas que había oído sobre
Paraguay?
3. ¿Qué hizo mentalmente el misionero para poder ejercer la fe?¿Qué podemos
hacer nosotros?
4. ¿Cuales son Jas tres definiciones de la fe que se dan en este capítulo?
5. ¿Cómo pudo ceer Abraham la promesa del Señor, a pesar de las
probabilidades aparentemente tan grandes de que la promesa no podría
cumplirse?
6. ¿Qué obtáculo aparentemente insuperable enfrentamos nosotros? ¿Qué
podemos hacer para salir adelante a pesar de esos obtaculos?
7. Si es por la fe que Dios organiza y sostiene sus creaciones, ¿cómo podemos
hacer lo mismo en nuestra propia esfera?
8. ¿En qué cosas podemos comenzar a ejercer la fe como padres, esposos,
empleados, maestros, líderes o misioneros?
9. ¿Puede ayudamos el saber qué es la fe a vivir por la fe? ¿Cómo?
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15
3
CARACTERÍSTICAS DE LA FE
Una mañana, nuestra familia se encontraba charlando durante el desayuno.
Habíamos terminado nuestra lectura de las Escrituras, y yo deseaba enseñarles algo
a los niños. Había planeado las cosas de manera que ellos me preguntaran algo y
luego dijeran: "Papá, habíanos sobre eso". Y así sucedió exactamente. Por lo que
respondí: "Bueno, me da gusto que hayan preguntado sobre eso", y enseguida les
pregunté: "¿Me creerán lo que les voy a enseñar?" Y entonces, uno de los niños
mayores, que entonces tenía nueve años, dijo: "Papá, nosotros creemos todo lo que
nos dices". Para un padre, no hay cosa más grande que pueda escuchar de su hijo.
El Señor le dijo a Alma: "Bendio eres tú, Alma... por causa de tu extremada fe
en tan sólo las palabras de mi siervo Abinadí" (Mosíah 26:15). ¿Se le había
aparecido a Alma algún ángel en ese tiempo? No. Sólo creyó las palabras de
Abinadí.
LA FE ESTÁ RELACIONADA CON LA CREENCIA
Una característica importante de la fe en el Señor es la creencia pura y sencilla.
En Mateo 21:22, el Señor dice: "Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis".
Las palabras de Alma pueden ayudarnos a comprender mejor el poder de creer:
Dios es misericordioso para con todos los que creen en su nombre; por tanto, El
desea, ante todo, que creáis, sí, en su palabra... Mas he aquí, si despertáis y
aviváis vuestras facultades hasta poner a prueba mis palabras, y ejercitáis un
poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este
deseo obre en vosotros, sí, hasta que de algún modo creáis que podéis dar
cabida a una porción de mis palabras (Alma 32:22, 27)
Por las palabras: "aunque no sea más que un deseo de creer", es aparente que
la creencia es el comienzo del proceso de obtener la fe.
El Maestro nos enseñó el gran poder de creer, con el ejemplo del hombre de
cuyo hijo echó fuera un espíritu inmundo.
Uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el
cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los
dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no
pudieron.
Y respondiendo El, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de
estar con vosotros?... Traédmelo.
Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al
muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
16
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo:
Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle;
pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente
el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
inmundo, dicióndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no
entres más en él.
Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó
como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús,
tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó (Marcos 9:17-17).
En ese relato podemos ver que la creencia sencilla es parte integral del tener fe.
LA FE ESTÁ RELACIONADA CON LA ESPERANZA
Moroni nos dejó una buena explicación de la relación entre la fe y la esperanza:
Quisiera hablaros concerniente a la esperanza. ¿Cómo podéis lograr la fe, a
menos que tengáis esperanza? (Moroni 7:40).
Esto nos enseña que primero debemos tener esperanza y después viene la fe.
Si seguimos la lectura en Moroni, en el versículo 42 vemos que el Señor invierte el
orden y dice que primero debemos tener fe, o no podemos tener esperanza. Esto nos
ayuda a comprender que la fe y la esperanza están íntimamente relacionadas. En el
versículo 41 se nos dice en qué debemos tener esperanza, y de nuevo se vuelve
interesante, pues todo tiene que ver con el Señor:
Y ¿qué es lo que habéis de esperar?
Esa es una buena pregunta. ¿En qué debemos tener fe? ¿En qué debemos
tener esperanza?
He aquí, os digo que debéis tener esperanza de que, por medio de la expiación
de Cristo y el poder de su resurrección, seréis resucitados a vida eterna, y esto
por causa de vuestra fe en El, de acuerdo con la promesa. De manera que si un
hombre tiene fe, es necesario que tenga esperanza; porque sin fe no puede
haber esperanza (Moroni 7:41, 42).
La fe y la esperanza están en verdad vinculadas estrechamente, como se
sugiere en la bien conocida declaración de Hebreos 11:1:
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Lo mismo se menciona en Éter 12:4:
Los que crean en Dios pueden esperar con seguridad un mundo mejor, sí, un
lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona un
ancla a las almas de los hombres y los haca seguros y firmes, abundando
siempre en buenas obras, siendo impulsados a glorificar a Dios.
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LA FE NO SE ASOCIA CON LA DUDA Y EL TEMOR
La fe en el Señor no puede asociarse con la duda y el temor. Los Discursos
sobre la Fe declaran:
Tal es la flaqueza del hombre y tal su debilidad, que continuamente está en
riesgo de pecar. Y si Dios no fuera paciente y lleno de compasión, clemente y
misericordioso, y pronto para perdonar, el hombre sería cortado de su
presencia, y como consecuencia andaría en duda continua y no podría tener fe,
porque donde hay duda la fe no tiene poder. Pero creyendo el hombre que Dios
es compasivo y misericordioso, y que es paciente y tardo para la ira, el hombre
puede tener fe en El y vencer la duda y crecer en fuerza grandemente
(Preguntas y respuestas del Tercer Discurso).
Es evidente que un hombre que duda continuamente no puede ejercer la fe,
porque donde hay duda la fe no tiene poder. El Señor declaró lo siguiente en
Doctrina y Convenios 6:34, 36:
Así que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; dejad que se combinen en contra
de vosotros la Tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no
pueden prevalecer... Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis.
Podemos ver que para no temer, debemos elevar al Señor todo pensamiento.
El Señor nos sostendrá en las cosas que con justicia nos estamos esforzando por
lograr.
Podemos ver este principio en acción en el relato de Cristo cuando caminó
sobre el mar y el Apóstol Pedro intentó hacer lo mismo. Las Escrituras dicen:
A la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los
discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y
dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened
ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti
sobre las aguas. Y dijo El: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba
sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y
comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento
Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste? (Mateo 1425-31).
Notemos que Pedro, en el momento que vio que estaba realmente caminando
sobre el agua, tuvo miedo. Y una vez que tuvo miedo, empezó a hundirse y perdió el
poder que ejerció temporalmente.
La duda y la fe no pueden existir en la misma persona al mismo tiempo.
Santiago también nos enseña esa gran lección:
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando
nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada
18
por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que
recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:5-7).
Leemos en Marcos 11:23, 24:
De cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudara en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga
le será hecho.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os
vendrá.
Si una persona no duda en su corazón, sino cree que se cumplirá lo que dice,
se cumplirá verdaderamente. Si creemos, recibiremos. ¿Nos esforzamos por creer
en Dios y desechar las dudas, temores y pensamientos negativos?
LA FE DA SEGURIDAD Y FIRMEZA
Moroni escribió:
De modo que los que crean en Dios pueden esperar con seguridad un mundo
mejor, sí, un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona
un ancla a las almas de los hombres y los hace seguros y firmes (Eter 12:4)
Moroni está describiendo los efectos de la fe: la fe nos hará seguros y firmes.
No se está refiriendo a la seguridad del mundo, sino a la seguridad espiritual.
LA FE NO VIENE POR LAS SERIALES
Hay otra característica de la fe que necesitamos comprender antes de tratar de
aplicarla. La fe no se basa en las señales. El Señor ha dicho:
El evangelio ha de ser predicado a toda criatura, y las señales seguirán a tos
que crean (D. y C. 58:64).
Y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; y el que no creyere, será
condenado.
Y el que creyere será bendecido con señales que seguirán, tal como está
escrito (D. y C. 68:9, 10).
Las señales vienen por la fe, pero deben venir en la manera del Señor. A José
Smith le dijo:
Y Aquél que buscare señales verá señales, mas no para salvación. En verdad
os digo que hay entre vosotros quienes buscan señales, y los ha habido aun
desde el principio.
Yo diría que cada uno de nosotros es culpable de eso hasta cierto punto. Puede
ser que estemos buscando una señal y ni siquiera nos demos cuenta de ello. La
diferencia se sabe sólo por el Espíritu. El Señor continúa:
19
Paro he aquí, la fe no viene por las señales, mas las señales siguen a los que
creen.
Sí, las señales vienen por la fe, no por la voluntad de los hombres, ni como les
place, sino por la voluntad de Dios (D. y C. 63:7-10).
Recordemos bien que las señales no producen fe. Hay personas que piensan
que si se les apareciera un ángel, creerían y tendrían fe, y cuando éste se fuera
guardarían todos los mandamientos. Esas son enseñanzas del hombre natural, y no
son verdaderas. La fe nace de adentro. La fe viene por el Espíritu de Dios, no por
señales.
Recordemos no confundir las señales con los dones del Espíritu. El Señor nos
ha aconsejado: "Buscad diligentemente los mejores dones" (D. y C. 46:8). En
Doctrina y Convenios están enumerados muchos de esos dones (D. y C. 46:9-33).
Los dones espirituales pueden venir por la voluntad de Dios mediante la fe. Las
señales vienen por la voluntad de Dios, y son consecuencia de la fe.
LA FE NO ES CONOCIMIENTO PERFECTO
Cuando José Smith salió de la arboleda, ¿pensamos que su fe en la existencia
de Dios era débil? Eso es ridículo, ¿verdad? El salió con un conocimiento seguro de
la existencia del Padre y del Hijo. Si él lo sabía, ya no tenía fe en eso. Tenía fe en
muchas otras cosas, pero tenía un conocimiento seguro de que Dios vive. Alma
explicó ese principio de esta manera:
Fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenéis fe,
tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas (Alma 32:21).
Luego sigue diciendo:
Pues como dije concerniente a la fe, que no era un conocimiento perfecto, así
es con mis palabras. No pocéis, al principio, saber a perfección acerca de su
veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto...
Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora, si dais lugar para que
sea plantada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla
verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad,
resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a germinar en vuestro
pecho; y al percibir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de
vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, porque [1] empieza a
ensanchar mi alma; sí, [2] empieza a iluminar mi inteligencia; sí, [3] empieza a
ser deliciosa para mí.
He aquí, ¿no aumentaría eso vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha
llegado a ser un conocimiento perfecto (Alma 32:26-29).
Ese capítulo continúa hablando acerca de la semilla y su crecimiento. En el
versículo 34 leemos:
Y ahora, he aquí, ¿es perfecto vuestro conocimiento? Sí, vuestro conocimiento
es perfecto en esta cosa, y vuestra fe queda inactiva; y esto porque sabéis,
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pues sabéis que la palabra ha ensanchado vuestras almas, y también sabéis
que ha germinado, que vuestra inteligencia empieza a iluminarse y vuestro
entendimiento comienza a ensancharse.
Alma explica magistralmente algunas de las características de la fe. Al estudiar
esas características, debemos recordar que la fe es algo sobre lo que sabemos muy
poco. El Señor dice que si tenemos fe como un grano de mostaza, podremos decir "a
este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará" (Mateo 17:20). Por ello me doy cuenta
de que usualmente tenemos algo menos que eso, y que sabemos muy poco sobre
ello. Por eso sigo esforzándome por comprender lo que significa tener fe en el Señor
Jesucristo. Espero que todos nosotros consideremos esto como el comienzo de un
mayor estudio, meditación y oración para entender la fe en el Señor Jesucristo. Al
hacerlo, el Señor nos revelará conocimiento adicional sobre estos importantes
principios, pues El ha prometido: "Si pides, recibirás revelación tras revelación,
conocimiento sobre conocimiento, a fin de que puedas conocer los misterios y las
cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna" (D. y C.
42:61).
PREGUNTAS PARA MEDITAR
1. ¿Qué relación hay entre tener fe y creer?
2. ¿Qué relación hay entre la fe y la esperanza?
3. ¿Qué relación hay entre la fe y las señales?
4. ¿Qué relación hay entre la fe y los dones espirituales?
5. ¿Qué relación hay entre la fe y el conocimiento?
6. ¿De qué manera afectan a la fe la duda y el temor?
7. ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra creencia y esperanza de que se
cumplirán nuestros justos deseos?
8. Si la fe aumenta mediante el conocimiento, ¿qué puede hacer usted para
aumentar su fe?
9. ¿Qué puede hacer usted para desechar sus dudas y temores?
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21
4
EL FUNDAMENTO DE LA FE
Mientras me hallaba en Venezuela, hace unos años, un grupo de santos de los
últimos días, junto con muchos no-miembros, hablaban sobre una profecía dicha por
una mujer en Europa. Ella había profetizado que Caracas, que en ese tiempo era
una ciudad de más de tres millones de habitantes, sería destruida al día siguiente.
Mucha gente lo creyó, y miles salieron de Caracas el día que yo llegué. Al día
siguiente no hubo ninguna destrucción, y entre los miembros de la Iglesia escuché
cosas tales como: "Yo sabía que no pasaría nada, por eso no abandonamos la
ciudad". Quedándose en Caracas, habían ejercido la fe en que esa mujer estaba
equivocada. Pero lo que me preocupaba era su razonamiento: "Sabíamos que el
Señor no haría nada como eso en Caracas, porque tenemos una estaca aquí". Una
persona dijo: "Sé que si la ciudad fuera a ser destruida verdaderamente, el Señor se
lo habría revelado al Élder Cook, o a los presidentes de estaca o de misión, para que
los santos pudieran evacuar 1a ciudad". Otro dijo: "Si el Señor no se lo hubiera
revelado a uno de los líderes locales, se lo hubiera revelado al Presidenta Kimball".
Ahí tenemos un argumento muy débil, porque cualquiera que haya leído las
Escrituras, sabe que el Señor permite que el mal venga sobre los buenos así como
sobre los malvados. Hemos de tener cuidado de no interpretar la mente del Señor.
En Colombia teníamos problemas tremendos para obtener visas para que los
misioneros pudieran entrar al país. Una mujer dijo: "Sé que ésa no es la voluntad del
Señor. El quiere que la obra misional siga adelante, y si tuviéramos suficiente fe, no
permitiríamos que el Gobierno negara las visas. Si tuviéramos suficiente fe,
podríamos resolver este problema". Eso sí que suena razonable, ¿verdad? Pero
también es posible que no fuera cierto.
Una de las mayores bendiciones que ha tenido México, fue cuando su Gobierno
no quiso permitir que entraran misioneros norteamericanos por un tiempo. Los
jóvenes mexicanos comenzaron a cumplir misiones en su propio país, pues no había
alternativa. Y mientras los misioneros norteamericanos llamados a servir en México,
esperaban sin poder entrar, se inició la capacitación de idiomas. Fue entonces que
nació la idea de un centro de capacitación de idiomas, que poco después se hizo
realidad. Luego se llamó Centro de Capacitación Misional. El Señor tiene sus propios
propósitos. El Hace las cosas a su manera. Puede realizar milagros a partir de un
incidente aparentemente sin importancia, o de la adversidad.
Los Discursos sobre la Fe hacen la observación de que la verdadera fe en el
Señor se basa en tres elementos:
Señalemos aquí que hay tres cosas necesarias para que cualquier ser racional
e inteligente pueda ejercer fe en Dios para vida y salvación.
Primero, la idea de que El existe verdaderamente.
Segundo, una idea CORRECTA de su carácter, perfección y atributos.
Tercero, un conocimiento verdadero de que la dirección que lleva su vida está
22
de acuerdo con la voluntad de Dios (Discursos sobre la Fe 3:2-5).
Si nuestra fe se basa en estos elementos, entonces podemos ejercer una fe
verdadera en el Señor para vida y salvación.
1. LA IDEA DE QUE DIOS EXISTE VERDADERAMENTE
El hombre natural, ai pensar en el primer elemento de la fe, dirá enseguida:
"Pasemos al siguente principio, porque yo ya sé que Dios existe". Pero el hombre
espiritual entiende que sabe muy poco, aun de cosas tan fundamentales. Es de
muchas maneras y en diversos grados que sabemos que Dios existe, pero aquí se
nos está enseñando algo que no es común.
LAS CREACIONES DE DIOS TESTIFICAN DE EL
El llegar a saber que Dios existe, tiene su base en dos principios o ideas
principales: el primero, que las creaciones de Dios testifican que El existe. El Señor
dijo:
La Tierra rueda sobre sus alas, y el sol da su luz de día, y la luna da su luz de
noche, y las estrellas también dan su luz, a medida que ruedan sobre sus alas
en su gloria, en medio del poder de Dios.
¿A qué compararé estos reinos para que comprendáis?
He aquí, todos éstos son reinos, y el hombre que ha visto a cualquiera o al
menor de ellos, ha visto a Dios obrando en su majestad y poder (D. y C. 88:4547).
El Señor nos ha bendecido con suficiente entendimiento para reconocer que
sus creaciones testifican que El vive, de modo que todos puedan tener fe y creer en
su nombre. Los hombres y mujeres en todo el mundo creen en alguna clase de Ser
Supremo que ha creado los cielos y la Tierra. Ignoran qué o Quién es, pero cuando
menos creen en El. Eso para mí es un gran testimonio de que el Señor preparó todo
para que, tan sólo por sus creaciones, pudiéramos tener fe en que El existe.
El Señor le dijo a Adán:
Se han creado y hecho todas las cosas para que den testimonio de mí; tanto las
que son temporales, como las que son espirituales; cosas que hay arriba en los
cielos, cosas que están sobre la Tierra, cosas que están en la Tierra y cosas
que están debajo de la Tierra, tanto arriba como abajo; todas las cosas
testifican de mi (Moisés 6:63).
Y Alma le dijo a Korihor:
Todas las cosas Indican que hay un Dios, sí, aun la Tierra y todo cuanto hay
sobre ella, sí, y su rotación, sí, y también todos los planetas que se mueven en
su orden regular testifican que hay un Creador Supremo (Alma 30:44).
23
Alma testificó que el Señor organizó los elementos de tal manera que todas las
cosas dan testimonio de Dios a sus hijos.
OTROS TAMBIÉN TESTIFICAN DE DIOS
En segundo lugar, el Señor usa el testimonio de otros para que el género
humano pueda creer en El. Cuando José Smith salió de la Arboleda Sagrada, ese
día hubo un hombre sobre la Tierra que había visto por sí mismo que Dios vive
verdaderamente. La fe lo había motivado a ir a la arboleda para orar, pero cuando
salió de ahí, tenía un conocimiento perfecto de que Dios vive. Esa experiencia le dio
el poder para decir:
Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes,
los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por
decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me
perseguían, y me censuraban, y decían falsamente toda ciase de mal en contra
de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por
decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme
a Dios? ¿o por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto?
Porque había visto una visión; yo lo sabía, y comprendía que Dios lo sabía; y no
podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo, ofendería
a Dios y caería bajo condenación (José Smith— Historia, versículo 25).
El testimonio de José Smith se ha convertido en el cimiento de la fe de millones
de personas en todo el mundo. El dice, en los Discursos sobre la Fe:
Hemos delineado claramente cómo es, y cómo ha sido, que Dios vino a ser
objeto de fe en los seres racionales; y también en qué fundamento se basó el
testimonio de los antiguos al grado de moverlos a inquirir diligentemente, y
buscar y obtener un conocimiento de la gloria de Dios; y hemos visto que fue
solamente ese testimonio humano lo que originalmente motivó en sus mentes la
búsqueda. Nos damos cuenta de que fue la creencia que tuvieron en el
testimonio de sus padres, ese testimonio habiendo motivado sus mentes para
inquirir un conocimiento de Dios. La búsqueda frecuentemente terminó, en
verdad, cuando estuvo bien dirigida siempre terminó, en los más gloriosos
descubrimientos y en eterna certidumbre (Discursos sobre la Fe 2:56).
Después de la Primera Visión, los hombres comenzaron a creer en las palabras
del profeta José Smith, y una vez más empezó a esparcirse la fe sobre la Tierra. El
Señor inició ese proceso exactamente de la misma manera con Adán. Leemos en
Moisés 5:58, 59:
Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio, siendo declarado por
santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el
don del Espíritu Santo.
Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza;
y se predicó el evangelio, y se proclamó un decreto da que debería estar en el
mundo hasta su fin; y así fue. Amén.
24
Adán vio a Dios. Caminó y habló con El, y oyó su voz. Y de Adán y Eva llegó a
otros el testimonio de Dios:
Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las
cosas a sus hijos e hijas (Moisés 5:12).
Mormón declaró:
Ahora llegamos a esa fe de la cual dije que hablaría; y os indicaré la manera en
que podéis recoger toda cosa buena
Porque he aquí, sabiendo Dios todas las cosas, dado que existe de eternidad
en eternidad, he aquí, El envió ángeles para ministrar a los hijos de los
hombres, para manifestar concerniente a la venida de Cristo; y que en Cristo
habría de venir toda cosa buena (Moroni 7:21, 22).
En otras palabras, el Señor envió ángeles para testificar de El, para que los
hombres pudieran ver con sus ojos y ser testigos de que Dios vive realmente.
Y Dios también declaró a los profetas, por su propia boca, que Cristo vendría.
Y he aquí, de diversos modos manifestó cosas que eran buenas a ios hijos de
los hombres; y todas las cosas que son buenas vienen de Cristo; de lo
contrario, los hombres se hallaban caídos, y ninguna cosa buena podía llegar a
ellos.
De modo que por el ministerio de ángeles, y por toda palabra que salía de la
boca de Dios, empezaron los hombres a ejercitar la fe en Cristo; y así, por
medio de la fe, recogieron toda cosa buena; y así fue hasta la venida de Cristo.
Y después que vino, los hombres también fueron salvos por la fe en su
nombre; y por la fe llegaron a ser hijos de Dios. Y tan cierto es que Cristo
vive como que habló estas palabras a nuestros padres, diciendo: Cuanta
cosa le pidáis al Padre en mi nombre, que sea buena, creyendo con fe que
recibiréis, he aquí os será concedida (Moroni 7:23-26)
Más adelante, Mormón declara:
Ni han cesado los ángeles de ministrar a los hijos de los hombres.
Porque he aquí, se sujetan a El para ejercer su ministerio de acuerdo con la
palabra de su mandamiento, manifestándose a los que tienen una fe fuerte y un
espíritu firme en toda forma de santidad.
Y el oficio de su ministerio es llamar a los hombres al arrepentimiento; y cumplir
y llevar a efecto la obra de los convenios que el Padre ha hecho a los hijos de
los hombres; y preparar la vía entre los hijos de los hombres, declarando la
palabra de Cristo a los vasos escogidos del Señor, para que den testimonio de
El.
Y obrando de este modo, Dios el Señor prepara la senda para que el resto de
tos hombres puedan tener fe en Cristo, a fin de que el Espíritu Santo pueda
tener cabida en sus corazones, según su poder, y de este modo el Padre lleva a
efecto los convenios que ha hecho a los hijos de los hombres.
Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquiera cosa
25
que me sea menester (Moroni 729-33).
Nuestra fe tiene la oportunidad de aumentar cuando escuchamos el testimonio
de alguien más. Nuestra fe en que Dios vive empieza a crecer y desarrollarse.
Pensemos en las palabras de Pablo: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios: (Romanos 10:17). Algunas personas dicen: "¿Necesitamos en realidad asistir a
las reuniones de la Iglesia? ¿Necesitamos ir a escuchar las predicaciones de los
siervos del Señor?" Yo respondería: "SI quieren aumentar su fe, sí necesitan ir".
Pensemos un rato en esta pregunta: "¿Quién es Dios?", o "¿qué representa
Dios para mí?" Ahora mismo tomemos unos minutos y reflexionemos en eso antes
de seguir leyendo. Ante esa pregunta, el hombre natural que hay en nosotros tiende
a nombrar las cosas mayormente físicas. A tales preguntas nosotros contestaríamos:
"Dios es un hombre perfeccionado. Resucitó como lo hizo Jesús. Es un Ser
glorificado. Es un Ser aparte del Espíritu Santo, pues éste último es únicamente un
espíritu". Puede ser que mencionáramos esas cosas. Pero ésas sólo son cosas
acerca de Dios. Mas si nos ponemos a reflexionar más profundamente, podríamos
pensar algo como: "Recuerdo una experiencia de cuando yo era más joven, que me
enseñó que Dios nos ama a todos y no hace acepción de personas. Y sé que me
ama, porque ha contestado mis oraciones". Al pensar en cosas como ésas,
llegaríamos a un mejor entendimiento sobre quién es Dios, y cuánto sabemos o no
sobre El. Una cosa es que digamos que sabemos que Jesús es el Cristo, y otra muy
diferente es que lo conozcamos.
2. UNA IDEA CORRECTA DEL CARÁCTER, PERFECCIONES Y
ATRIBUTOS DE DIOS
El segundo elemento de la fe consiste en tener una idea correcta sobre las
características, perfecciones y atributos de Dios.
En ocasiones algunas personas han venido a mí para confesar alguna
transgresión, y han dicho algo así: "Sé que el Señor no podrá perdonarme". Cuando
esas personas me dicen lo que el Señor hará o no hará, me he dado cuenta de que
todavía no conocen a su Padre Celestial. Y sé que también yo sé muy poco sobre mi
Padre Celestial. Al pensar en eso, me he preguntado: "¿Cómo puedo aprender
más?" Sobre eso quiero compartir algunas sugerencias:
CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN
La oración es una de las mejores maneras de conocer al Señor; pero no sólo el
decir las oraciones, sino el orar verdaderamente, conversando con el Señor. Si una
persona hace esto, puede llegar a conocer al Señor, pues el Señor le revelará
conocimiento en cuanto a sus vías. Jacob dijo:
¡He aquí Grandes y maravillosas son las obras del Señor! ¡Cuán inescrutables
son las profundidades de sus misterios; y es imposible que el hombre pueda
26
descubrir todos sus caminosi Y nadie hay que conozca sus sendas a menos
que le sean reveladas; por tanto, no despreciéis, hermanos, las revelaciones de
Dios (Jacob 4:8).
Esa es la única manera en que podemos ganar ese conocimiento: por
revelación de El.
CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE LAS ESCRITURAS
Quisiera sugerir otra manera de conocer mejor al Señor: una búsqueda intensa,
continua y fervorosa por conocerlo a través de las Escrituras. En ellas, el Señor ha
revelado mucho de lo que necesitamos saber sobre sus características, perfecciones
y atributos.
El Señor le dijo a Martín Harris, por medio del profeta José Smith: "Aprende de
mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí
tendrás paz" (D. y C. 19:23). Samuel el Lamanita advirtió que muchos de los
lamanltas eran "conducidos a creer las Santas Escrituras... que los llevan a la fe en el
Señor" (Helamán 15:7). Estudiar las Escrituras es un poderoso medio para conocer
al Señor y desarrollar la fe en El.
CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE UNA OBSERVACIÓN PROFUNDA
Me gustaría añadir que otra manera de conocer a Dios es observar
detenidamente lo que sucede a nuestro alrededor, buscando y procurando alguna
revelación. Brigham Young dijo una vez que las revelaciones vienen de muchas
fuentes; el Señor, los siervos del Señor, otros hombres, las creaciones del Señor, y
muchas otras cosas. Las revelaciones no se limitan a una sola persona. Cierto es
que las revelaciones del Señor sobre la dirección de la Iglesia están limitadas a los
líderes de la misma, pero las demás revelaciones están disponibles para todos. Parte
del mejor conocimiento con que el Señor me ha bendecido, ha venido por observar
detenidamente a otros, viendo cómo actúan y reaccionan. Eso a veces me enseña lo
que es el Señor, y otras, lo que no es. En toda persona y en todas las cosas hay una
chispa de divinidad, la luz de Cristo, y si observamos atentamente las creaciones de
Dios, aprenderemos más sobre El.
CARACTERÍSTICAS DE DIOS
Los Discursos sobre la Fe nos enseñan lo siguiente en cuanto a Dios:
Notaremos aquí que Dios es el único gobernador supremo y Ser independiente
en quien reside toda plenitud y perfección; que El es Omnipotente,
Omnipresente y Omnisciente; sin principio de días o fin de vida; y que en El
existe todo buen don y todo buen principio; y que El es el Padre de toda luz; en
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El reside independientemente el principio de la fe, y El es el objeto en al que se
centra la fe de todos los demás seres racionales y responsables, para obtener
vida y salvación (Discursos sobre la Fe 2:2).
A partir de las Escrituras, los Discursos enseñan lo siguiente sobre el carácter
de Dios:
Primero, que El fue Dios antes que el mundo fuera creado, y es el mismo Dios
después de la creación.
Segundo, que El es misericordioso y lleno de gracia, tardo para la ira, grande en
bondad, y que ha sido así desde la eternidad y lo será hasta la eternidad.
Tercero, que El no cambia, ni hay en El variación, sino que es el mismo de
eternidad en eternidad, siendo el mismo ayer, hoy y para siempre, cuyo curso
es un giro eterno, sin variación.
Cuarto, que El es Dios de verdad y no puede mentir.
Quinto, que no hace acepción de personas, sino que de cada nación, el que
teme a Dios y obra rectitud es aceptado por El.
Sexto, que El es amor (Discursos sobre la Fe 3:13-18).
ATRIBUTOS Y PERFECCIONES DE DIOS
Los Discursos sobre la Fe también hablan de seis atributos específicos de Dios,
y todos están relacionados entre sí:
Primero, CONOCIMIENTO...
Segundo, FE O PODER...
Algunas personas piensan que el Señor no obra por fe, puesto que El tiene todo
conocimiento. En cierto sentido eso es verdad. No obstante, aquí José Smith está
hablando de la fe como poder. Si Dios dejara de tener fe, dejaría de tener poder. La
fe, o poder, es un atributo eterno de Dios.
Tercero, JUSTICIA...
Cuarto, JUICIO...
Quinto, MISERICORDIA..
Sexto, VERDAD... (Discursos sobre la Fe 4:4-10).
Podríamos relacionar estos seis atributos con las características de Dios
mencionadas anteriormente, recordando que las perfecciones de Dios son el
refinamiento de sus atributos y características, y que nosotros podemos refinar esas
características en nosotros mismos para poder llegar a ser como El.
Siempre he atesorado estas palabras de Juan:
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de
Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El.
28
Amados, ahora somo hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos
de ser; pero sabemos que cuando E! se manifieste, seremos semejantes a El,
porque le veremos tal como El es.
Y todo aquél que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí mismo, así
como El es puro (1 Juan 3:1-3).
Eso no solamente nos enseña que veremos a Dios como El es y sabremos que
físicamente fuimos creados a su imagen (cuando era más joven, yo pensaba que eso
era todo lo que significaba), sino también enseña que si seguimos
perfeccionándonos y santificándonos, podemos llegar a ser esplritualmente como El
es.
Jesús dijo: "Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Para mí, eso es tanto
como decir que nuestra vida eterna depende de que lleguemos a conocer a Dios y
saber cómo es El en realidad.
3. UN CONOCIMIENTO DE QUE LA DIRECCIÓN QUE LLEVA NUESTRA
VIDA ESTÁ DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DE DIOS
Un ejemplo magnífico del tercer elemento de la fe que se menciona en los
Discursos, se encuentra en la historia de Nefi, pues Nefi sabía que el curso de su
vida estaba en armonía con la voluntad de Dios. Analicemos su historia para ver si
podemos determinar, al menos en parte, cómo sabe una persona si su vida lleva o
no el rumbo que el Señor desea.
Y aconteció que después de hablar con el Señor, yo, Nefi, volví a la tienda
de mi padre (1 Nefi 3:1).
Nefi había estado orando. Ese es un buen comienzo para poder conocer la
voluntad del Señor. Después fue a hablar con Lehi, su padre.
Y sucedió que me habló, diciendo: He aquí, he tenido un sueño, en el que
el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos volváis a Jerusalón.
Pues he aquí, Labán tiene los anales de los judíos, así como una genealogía de
tus antepasados; y están grabados sobre planchas de bronce (versículos 2, 3).
Hasta este punto vemos únicamente a dos hombres, padre e hijo, sin ángeles,
manifestaciones o evidencias físicas aparte de que el padre le dice a su hijo: "He
soñado que tú y tus hermanos deben volver a Jerusaién". En ese momento Nefi tuvo
que decidir si seguir las inclinaciones del hombre natural, o las del hombre espiritual,
es decir, si dudar o creer.
Por lo que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos debéis ir a la casa
de Labán, y procurar los anales y traerlos aquí al desierto.
Y he aquí, tus hermanos murmuran, diciendo que lo que yo les he
requerido es cosa difícil; pero no soy yo quien se lo requiere, sino que es un
mandato del Señor (versículos 4, 5).
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Ahora pensemos en nuestra condición espiritual. ¿Qué habríamos hocho
nosotros? Laman y Lemuel murmuraron, diciendo quizá cosas tales como: "Papá
siempre ha sido un visionario. Siempre sueña cosas. 1 ::te sueño puede deberse a
que cenó tarde anoche". Imaginemos las cosas que pueden haber dicho,
murmurando de su padre. De hecho, se negaron a creer la voluntad revelada del
Señor.
A continuación, consideremos a Nefi. El estaba en la misma situación y oyó las
mismas palabras de su padre pero, ¿cuál fue su actitud?
Por lo tanto, ve tú, hijo mío, y el Señor te favorecerá porque no has murmurado
(versículo 6).
Nefi oyó lo mismo que sus hermanos, pero creyó y no habló mal de su padre.
Y sucedió que yo, Nefi, dije a mi padre: Iré y haré lo que el Señor ha
mandado, porque sé que El nunca da mandamientos a los hijos de los
hombres sin prepararles la vía para que puedan cumplir lo que les ha
mandado (versículo 7).
¿Podemos ver cómo fue que Nefi puso el asunto en la perspectiva correcta? No
era Lehi quien le estaba pidiendo que fuera a Jerusaién; era el Señor, por medio de
Lehi. Había una gran diferencia, y Nefi la reconoció.
Y aconteció que mi padre quedó altamente complacido al oír estas
palabras, porque comprendió que el Señor me había bendecido (versículo 8).
La relación entre ellos era armoniosa, y Lehi supo que el Señor había
bendecido a su hijo. Nefi comprendió espiritualmente la verdad de las palabras de su
padre. Conocía la voluntad del Señor; lo que le restaba era ir y hacerla.
Y yo, Nefi, y mis hermanos emprendimos la marcha por el desierto, con
nuestras tiendas, para ir a la tierra de Jerusalén (versículo 9).
Es fácil saltarse un versículo como ése. Pero ¿podemos imaginarnos es esa
posición? El viaje a Jerusalén era largo, y sospecho que había muchos problemas en
el camino. No creo que el Señor le dijera a Nefi dónde plantar su tienda por la noche.
Dudo que un ángel lo hiciera por él. Nefi mismo lo hacía. Posiblemente careció de
agua en ocasiones, o batalló para conseguir comida. Ignoramos los detalles sobre
ese breve versículo, pero el viaje no debe haber sido fácil, y el Señor no hizo todo el
trabajo. Nefi mismo lo hizo. Y sucede lo mismo con nosotros.
Y aconteció que al llegar a Jerusalén, yo y mis hermanos deliberamos unos con
otros (versículo 10).
Siempre me ha parecido interesante el hecho de que se pusieron a deliberar,
preguntándose tal vez: "¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a obtener las
planchas?" Por lo que se les había dicho hasta ese momento, parecía que sería una
tarea fácil. La tendencia del hombre natural podría haber sido pensar: "Si el Señor
prepara la vía, probablemente Labán tuvo el mismo sueño que nuestro padre. Ya ha
de tener las planchas en un saco, listas para que las recojamos. Todo lo que
tenemos que hacer es tocar a su puerta y pedírselas". Nefi y sus hermanos podían
haber tenido toda la razón en creer eso, ¿no es así?

30
Es posible que hayan llegado a considerar varias opciones. Quizá se les ocurrió
algo como: "Yo podría trabajar para Labán varios meses, para ganar la mano de su
hija, y entonces nos permitirá tomar las planchas". Esa es una posiblidad, ¿verdad?
Ese pequeño versículo que dice que se pusieron a deliberar me indica que carecían
de un plan fácil, detallado, para obtener las planchas de Labán. Todo lo que tenían
es lo que nosotros tenemos ahora en nuestra vida, o sea, la palabra del Señor a
través de su siervo. El Señor les dijo que obtuvieran las planchas. No les dijo
específicamente cómo obtenerlas. Así que se pusieron a deliberar.
Y echamos suertes para ver cuál de nosotros iría a la casa de Labán. Y sucedió
que la suerte cayó sobre Laman, y fue y entró en la casa de Labán, y habló con
él mientras estaba sentado en su casa (versículo 11).
Una vez más, sospecho que Laman, como cualquier otro que siguiera las
inclinaciones del hombre natural, tal vez pensaba que sería fácil pedirle las planchas
a Labán, y que él se las daría.
Y le pidió a Labán los anales que estaban grabados sobre las planchas de
bronce que contenían la genealogía de mi padre.
Y he aquí, aconteció que Labán se llenó de ira y lo echó de su presencia; y no
quiso que él tuviera los anales. Por tanto, le dijo: He aquí, tú eres un ladrón, y te
voy a matar.
Pero Lamán huyó de su presencia, y nos contó lo que Labán había hecho
(versículos 12-14).
Sospecho que sus hermanos se sorprendieron un poco. Habían hecho
exactamente lo que se les había dicho, pero en lugar de tener éxito, por poco pierden
la vida. Es interesante notar que Nefi dice:
Y empezamos a afligimos en extremo...
Me imagino que estaban algo desanimados, igual que todos nosotros cuando
nos fijamos una meta y no logramos alcanzarla.
... y mis hermanos estaban a punto de volver a mi padre en el desierto
(versículo 14).
AL LLEGAR LA ADVERSIDAD, REDOBLE SU FE EN EL SEÑOR
Lamán y Lemuel no eran perseverantes. Al enfrentar el primer contratiempo
querían darse por vencidos. Posiblemente siguieron murmurando de Nefi tanto como
lo habían hecho de su padre.
Pensemos detenidamente sobre lo que le pasó a Nefi y sus hermanos, pues
tiene que ver con nosotros. Sufrieron un serio revés. Lo habían intentado, con fe, de
la mejor manera que sabían. ¿Hubieran ¡do jamás a la casa de Labán si no hubieran
tenido fe en que podrían obtener las planchas. No. Creyeron que lo lograrían, o de
los contrario no habrían ¡do. Pero su intento fracasó. Ahora pasaban por tribulación,
algo que casi todos nosotros enfrentamos todos los días. Tenían que tomar una
decisión. ¿Seguirían adelante, creyendo en las palabras del Señor con una fe mayor
31
que la que tenían previamente, o se darían por vencidos? Lamán y Lemuel querían
volver a la tienda de su padre. Pero escuchemos a Nefi, lleno de gran fe.
Pero he aquí, yo les dije: Vive el Señor, que como nosotros vivimos no
volveremos a nuestro padre hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos
ha mandado (versículo 15).
Eso era algo serio. En esencia, Nefi estaba usando una antigua y solemne
expresión hebrea, que expresa certidumbre, aseverando que Dios vive, y que tan
ciertamente como El vive y ellos vivían, no regresarían hasta haber logrado aquello
que se les había mandado. En ese momento en particular, ¿tenía Nefi el
conocimiento de que la tarea iba a ser fácil, o sabía lo que tenía qué hacer? No lo
creo; todavía estaba obrando por fe. ¿Sabía él cómo iba a obtener las planchas? No,
pero creía que lo haría. Creía con tanta fuerza, que es seguro que entendía el gran
principio entretejido en toda esa experiencia: cuando vienen las tribulaciones y los
problemas, no podemos dejar que nuestra fe se debilite, sino debemos fortalecer
nuestra fe en e! Señor. Son situaciones como ésa a las que José Smith se estaba
refiriendo al decir que cuando el Señor ve que estamos dispuestos a servirle a toda
costa, a cualquier precio, o bajo cualquier circunstancia, entonces, y no antes,
podremos tener la fe suficiente para alcanzar la vida eterna. Nefi estaba atravesando
por ese proceso.
Nefi continúa:
Por tanto, seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor. Vayamos,
pues, a la tierra de la herencia de nuestro padre, pues he aquí, él dejó oro y
plata y toda clase de riquezas; y ha hecho todo esto a causa de los mandatos
del Señor (versículo 16).
En los versículos 17 al 20 vemos a Nefi razonando con sus hermanos y
enfatizando la importancia de su misión y de las planchas. Luego dice:
Y aconteció que, hablando de este modo, persuadí a mis hermanos a que
fueran fieles en guardar los mandamientos de Dios (versículo 21).
Nefi los convenció de regresar e intentar obtener las planchas otra vez. Se le
ocurrió la idea de comprarle las planchas a Labán, y pudo haberles dicho a sus
hermanos algo así: "Si le ofrecemos a Labán todas nuestras riquezas, seguramente
nos dará las planchas". Imagino que Nefi les dio a sus hermanos un discurso que los
persuadió de que esta vez tendrían éxito. ¿Estaba Nefi ejerciendo la fe en su plan?
Ciertamente, pues de otra manera no lo hubiera seguido. Sin embargo, aunque su fe
en ese método específico fracasaría, su fe en la voluntad del Señor (que obtuvieran
las planchas) triunfaría finalmente.
Y sucedió que fuimos a la tierra de nuestra herencia y recogimos nuestro oro,
nuestra plata y todos nuestros objetos preciosos.
Y después de haber recogido estas cosas, volvimos a la casa de Labán.
Y acaeció que entramos donde estaba Labán, y le pedimos que nos diera los
anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, a cambio de las
cuales le entregaríamos nuestro oro, y nuestra plata, y todas nuestras cosas
preciosas (versículos 22-24).
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¿Se impresionó Labán? Parece haberse impresionado con el oro, pero no con
tener que entregar las planchas.
Y aconteció que cuando Labán vio nuestros bienes, y que eran grandes en
extremo, él los codició; por lo que nos echó fuera y mandó a sus siervos que
nos mataran, a fin de apoderarse de nuestras riquezas.
Sucedió, pues, que huimos delante de los siervos de Labán, y nos vimos
obligados a abandonar nuestros bienes, que cayeron en manos de Labán.
Y huimos al desierto sin que nos alcanzaran los siervos de Labán, y nos
escondimos en la hendidura de un peñasco (versículos 25-27).
Habían fallado por segunda vez en lograr su objetivo. Me pregunto cuán fuerte
sería nuestra fe si pasáramos por la misma situación. Dos veces habían sido
obedientes e ido a la casa de Labán para conseguir las planchas. Lo habían perdido
casi todo, y ahora estaban escondidos para salvar sus vidas. Mas Nefi, sabiendo que
la voluntad del Señor era que tuvieran éxito, seguía creyendo.
CONOZCA EL HORARIO DEL SEÑOR
Y aconteció que Laman se irritó conmigo y también con mi padre; y lo mismo
hizo Lemuel, porque se dejó llevar por las palabras de Laman [nótese que uno
puede seguir constantemente lo que es malo, tanto como lo que es bueno]. Por
tanto, Laman y Lemuel nos hablaron muchas palabras ásperas a nosotros, sus
hermanos menores, y hasta nos golpearon con una vara.
Y sucedió que mientras nos golpeaban con la vara, he aquí, vino un ángel del
Señor y se puso ante ellos, y les habló, diciendo: ¿Por qué golpeáis a vuestro
hermano menor con una vara? ¿No sabéis que el Señor lo ha escogido para
que sea un dirigente sobre vosotros, y esto a causa de vuestras iniquidades?
He aquí, volveréis a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos
(versículos 28, 29).
Hay aquí dos puntos importantes que debemos recordar. Primero, tras dos
intentos fallidos, Nefi permanecía fuerte en la fe. A pesar de que Laman y Lemuel lo
estaban golpeando, él creía. Podríamos preguntar: ¿Seguimos nosotros creyendo
cuando la vida nos golpea? ¿Le decimos al Señor: "Padre, no sé cómo voy a
lograrlo, pero con tu ayuda voy a cumplir tu voluntad". ¿O seguimos acaso el ejemplo
de Laman y Lemuel, que dudaron, murmuraron, temieron y se dieron por vencidos?
El segundo punto es que Nefi, después de dos grandes fracasos, recibió la
recompensa de su fe. ¡Del cielo vino un ángel para defenderlo de sus hermanos! A
esas alturas Nefi debe haber necesitado algo de apoyo, y me imagino que eso le
ayudó. Pero, ¿qué supo en ese momento que antes no sabía? El ángel dijo: "He
aquí, volveréis a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos"
(versículo 29). Nefi supo entonces el horario del Señor, cosa que es muy importante
saber. Hay muchas cosas que son la voluntad del Señor, pero sus horarios son
desconocidos para el hombre. Hay que tener eso presente cuando intentamos
cumplir la voluntad del Señor.
33
Y luego que nos hubo hablado, el ángel se fue.
Y después que el ángel hubo partido, Lamán y Lemuel empezaron otra vez a
murmurar (versículos 30, 31).
Aquí podemos ver el impacto que puede tener un ángel en la fe de un incrédulo:
prácticamente ninguno. Lamán y Lemuel eran "hombres naturales", y luego que el
ángel se fue, hicieron una pregunta "de hombre natural". Cierto es que el Señor nos
permite hacer esa pregunta, pero debemos hacerla con una actitud de fe. Lamán y
Lemuel preguntaron con dudas "¿cómo?": "¿Cómo es posible que el Señor entregue
a Labán en nuestras manos?" (versículo 31). Nefi no sabía la respuesta. Todo lo que
sabía era que tenían que ir y hacerlo, y el Señor proveería. Por el contrario, lo único
en que Lamán y Lemuel podían pensar era la dificultad de la tarea.
Lo que ellos esperaban era un plan detallado para hacer la voluntad del Señor,
quizás algo así: 1. Llegar a Jerusalén a las 4:00 p.m. 2. No entrar por la puerta, sino
trepar por la muralla en la parte trasera de la ciudad. 3. Tomar la calle Fulana. 4.
Caminar cuatro cuadras y luego doblar a la derecha, etc. Puede parecer ridículo tal
vez, pero en esencia eso es lo que estaban esperando para poder creer. Con
evidencias como ésa casi cualquiera podría creer, pero el Señor no opera de esa
manera. El Señor revela su voluntad en general para permitirnos tener fe en El y ver
si estamos dispuestos a probar esa fe a través de nuestras propias acciones, a pesar
de que no sepamos específicamente cómo hacer su voluntad. El nos revela la luz, y
espera que caminemos en terreno desconocido, y sólo entonces revelará más luz y
verdad.
Eso me recuerda unas grandes palabras en el libro de Abraham. A Abraham se
le mostraron las inteligencias que fueron organizadas antes que el mundo fuese, y se
le dijo que él era una de ellas. Entonces se le enseñó uno de los grandes propósitos
de esta vida:
Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban
con El: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos
materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar; y con esto
tos probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les
mandare (Abraham 3;24, 25).
El Señor nos da sus mandamientos a través de las Escrituras, los profetas y los
susurros del Espíritu Santa, pero El espera que nosotros encontremos, por medio de
nuestra fe, las maneras específicas de guardar sus mandamientos. ¿Cómo
podríamos llegar a ser como El si tomara todas las decisiones por nosotros, si nos
llevara de la mano todo el tiempo?
En generál, no se conocen los detalles específicos sobre cómo cumplir la
voluntad del Señor
Volvamos a Nefi, que se hallaba en medio de la prueba de su fe. Lamán y
Lemuel seguían murmurando (1 Nefi 3):
¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos? He aquí,
es un hombre poderoso, y puede mandar a cincuenta, sí, y aun puede matar a
cincuenta; luego, ¿por qué no a nosotros? (versículo 31).
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Lamán y Lemuel se dejaban impresionar por el poder del mundo. Imagino que
cuando huyeron la segunda vez, vieron las espadas y percibieron que apenas si
habían escapado con vida. Tratemos de imaginar esa situación tal como la veían
Lamán y Lemuel. Habían visto un ángel, y hacían el contraste entre él y cincuenta
hombres armados de espadas. En la mente de un hombre natural, la comparación
podría ser mas o menos así: "Vi un ángel, es cierto. De eso estoy seguro. Pero más
seguro estoy de haber visto cincuenta hombres armados". Nefi también hizo la
comparación, mas cuando enfrentó los argumentos de sus hermanos, les contestó
lleno de fe:
Volvamos a Jerusalén, y seamos fieles en guardar los mandamientos del
Señor...
Observemos que casi siempre que hablaba, Nefi mencionaba los
mandamientos del Señor. No decía: "Hagamos lo que nos dijo nuestro padre que
hiciéramos", sino: "Vayamos y hagamos lo que el Señor dijo". Estoy seguro que al
Señor le complace cuando damos nuestro testimonio de que El vive. Pero lo
verdaderamente importante es nuestro amor por el Señor y el que hagamos su
voluntad y guardemos sus mandamientos. Escuchemos a Nefi, y conoceremos la
fuerza de su fe en el Señor:
... pues he aquí, El es más poderoso que toda la Tierra. ¿Por qué, pues, no ha
de ser más poderoso que Labán con sus cincuenta, o aun con sus decenas de
millares? (1 Nefi 4:1).
Me gustaría añadir que si mantenemos esa misma actitud en medio de las
tribulaciones, al final veremos recompensada nuestra fe.
Vamos pues, y seamos fuertes como Moisés; porque él de cierto habló a las
aguas del mar Rojo y se apartaron a uno y otro lado, y nuestros padres salieron
de su cautividad por sobre tierra seca, y los ejércitos de Faraón los persiguieron
y se ahogaron en las aguas del mar Rojo.
He aquí, a vosotros os consta la certeza de esto, y también sabéis que un ángel
os ha hablado; ¿cómo, pues, podéis dudar? Vayamos allá; el Señor puede
librarnos como a nuestros padres, y destruir a Labán como a los egipcios.
Nefi les enseñó a sus hermanos que el Señor actuaría con ellos como lo hizo
con Moisés. El Señor puede actuar con nosotros de Igual manera hoy día.
EL SEÑOR DA LIBERTAD DE ACCIÓN AL RAZONAMIENTO
HUMANO
Nefi continúa:
Y cuando hube hablado estas palabras, todavía estaban irritados, y continuaron
murmurando; sin embargo, me siguieron hasta que llegamos a los muros de
Jerusalén.
Y era ya de noche; e hice que se ocultaran fuera del muro (versículos 4, 5).
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Si con anticipación Nefi hubiera sabido exactamente lo que iba a suceder, si
hubiera sabido que serían protegidos y que todo iba a salir bien, ¿hubiera dejado a
sus hermanos escondidos fuera del muro? Lo dudo. Pero lo hizo, pues ignoraba lo
que iba a pasar, y por eso tomó esa precaución extra. El Señor le estaba permitiendo
que ejerciera su juicio personal, lo cual lo ayudaría a crecer.
Y cuando se hubieron escondido, yo, Nefi, entré furtivamente en la ciudad y me
dirigí a la casa de Labán (versículo 5).
En el siguiente versículo encontramos el desenlace de todo lo que hemos
estado hablando:
E iba guiado por al Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hac8r.
No obstante, seguí adelante (versículos 6, 7).
Nefi seguía adelante, decidido a cumplir la voluntad del Señor, a pesar de no
saber exactamente cómo cumplirla. Fue después de eso que el Señor empezó a
revelarle casi exactamente lo que tenía que hacerse. Y finalmente pudo obtener las
planchas. No obstante, eso no sucedió sino hasta después de la prueba de su fe.
Sólo hasta después que el Señor supo que Nefi le serviría a toda costa, le reveló
específicamente su voluntad. Fue entonces que bendijo a Nefi con su Espíritu, para
que lo instruyera.
Nosotros nos hallamos" en la misma posición que Nefi. Al ir adelante con fe, el
Señor nos revelará su voluntad para que sepamos qué debemos hacer. Me he
conmovido grandemente al ver cuánta revelación ha derramado el Señor sobre los
miembros de su Iglesia sobre cómo hacer su obra y resolver los problemas, así como
la derramó sobre Nefi. Cuando le digamos sinceramente al Señor: "Padre, creo en tu
voluntad, y quiero cumplirla; haré todo lo que sea necesario para hacerla", y luego
respetemos nuestra promesa, el Señor nos revelará cómo cumplirla. Entonces
sabremos que la dirección que lleva nuestra vida va de acuerdo con la voluntad de
El, y podremos ejercer la fe en El, no únicamente para guardar sus mandamientos,
sino para alcanzar la vida y salvación .
PREGUNTAS PARA MEDITAR
1. ¿En qué debe basarse nuestra fe?
2. ¿Cuáles son las tres cosas que los Discursos sobre la Fe mencionan que son
necesarias para tener fe en Dios para vida y salvación?
3. ¿En qué manera sabemos de la existencia de Dios?
4, ¿Por qué desea Dios que sepamos de su existencia?
5. ¿En que manera podemos conocer los atributos de Dios?
6. El conocer los atributos de Dios, ¿cómo nos puede ayudar a tener fe en El?
7. ¿Cuáles son algunos de los atributos y características de Dios?
8. ¿Cómo podemos llegar a saber que el curso que lleva nuestra vida está de
acuerdo con la voluntad de Dios?
36
9. Leamos otra vez la historia de Nefi que se menciona en este capítulo. ¿Qué
principios podemos aprender de esta historia que nos puedan ayudar a
solucionar cualquier problema que tengamos actualmente?
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37
5
CÓMO SE OBTIENE LA FE
Hace algunos años visité Machu Picchu, las famosas ruinas incas, cerca de
Cuzco, Perú. Antes de regresar a Cuzco, arriba en la montaña conocí a un hombre
que, según supe, era un arqueólogo bastante erudito. El estaba fascinado por las
ruinas; era la primera vez que visitaba Machu Picchu, aunque había estado en
muchas otras ruinas. Me citó lugares de los que yo nunca había oído —y creía yo
haber visitado bastantes. E¡ había estado en "ruinas de ruinas". Hablamos un poco
sobre Machu Picchu, y luego lo fui introduciendo en una charla sobre el evangelio. Le
pregunté: "¿Quiénes eran los de este pueblo, y qué hacían aquí?" Sin embargo, en
cuanto mencioné el Libro de Mormón, endureció su corazón. Dijo: "Sr. Cook, no
quiero que me hable sobre iglesias o religión". Un rechazo tan claro como ése
requiere abordar el tema desde un ángulo diferente, por lo que le dije: "Sé que usted
es un científico, así que no le hablaré acerca de las formas espirituales de conocer la
verdad. Pero quisiera que me contestara sólo dos o tres preguntas". Y dije para mis
adentros: "¿Cuáles preguntas, hermano Cook? Que el Espíritu me ayude, pues de
otra manera, ¿cuáles son las dos o tres preguntas que le voy a hacer a este
hombre?" Y una de ellas fue: "El libro Lo que el Viento se llevó está lleno de
anacronismos o errores históricos. Escribirlo le llevó al autor diez años. ¿Cómo se
explica el hecho de que José Smith tradujera el Libro de Mormón en sólo sesenta
días?" Entonces guardé silencio, y me dispuse a escuchar. "Pues", dijo él, "no lo sé.
Primero que nada, tendría yo que suponer que es cierto lo que usted dice". Y le dije:
"Lo es. Está históricamente comprobado". Y añadió: "Pues no sé. la respuesta".
Entonces dije: "Veamos la siguiente pregunta: Usted sabe tan bien como yo que
hace unos diez o quince años los arqueólogos decían que el cemento fue
descubierto únicamente en Europa, y que los antiguos americanos no conocían el
cobre. El mundo no cuando José Smith publicó el Libro de Mormón, que dice que en
las Américas había caminos de cemento, utensilios de cobre, caballos y elefantes.
Hoy, como usted sabe, ya los arqueólogos han encontrado todas esas cosas en este
continente. Yo he andado en caminos de cemento, y he visto cientos de cuchillos de
cobre, y los huesos de caballos y elefantes. Cortés trajo caballos cuando vino, pero
ya había habido caballos aquí mucho tiempo antes de Cortés. ¿Cómo supo José
Smith, en el año 1830, que estaba bien poner esas cosas en Libro de Mormón?"
¿Qué podía decir este hombre? Y como Alma le dijo a Korihor, le dije: "La única
evidencia que usted tiene de que no hay Dios, es su propia palabra" (véase Alma
30:40). ¿Podemos ver el poder de tal argumento? Entonces el hombre emprendió la
retirada, pues la presión era mucha. Mas en la retirada llegó nadamás hasta donde
acostumbran llegar los agnósticos, así que me dijo: "Sr. Cook, no puedo afirmar que
haya un Dios, o que no lo haya; no lo sé". ¿Se dan cuenta en qué posición estaba?.
Estaba exactamente en el punto medio, y eso no sirve para nada. Una persona tiene
que moverse de ese punto. Tiene que tener al menos el deseo de creer. Si tan sólo
cuenta con eso, puede empezar a tener fe. Si no, no llegará a ninguna parte.
Al analizar cómo se obtiene la fe, debemos estudiar los principios que podemos
38
aprender de las Escrituras. Discutiremos aquí algunos de esos principios bajo los
siguientes subtemas. Al ir leyendo estas seis secciones, debemos referimos
continuamente al diagrama de la página 54
1. Un deseo de creer
Alma explicó la manera de obtener la fe:
Pues como dije acerca de la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con
mis palabras. No podéis, al principio, saber a perfección acerca de su
veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto.
Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta poner a prueba
mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo
de creer, dejad que que este deseo obre en vosotros, sí, hasta que de algún
modo creáis que podéis dar cabida a una porción de mis palabras (Alma 32:26,
27).
El Señor no espera que creamos sin contar con alguna evidencia. Eso puede
cambiar después, pero al principio El proporciona la evidencia. Al aparecerse a José
Smith, el Señor proporcionó la evidencia más grande de que El existe. Y en el Libro
de Mormón tenemos grandes evidencias, por millares. Tenemos los testimonios de
los profetas y de otros. Y tenemos los susurros del Espíritu Santo. Al ir creciendo
espiritualmente, necesitaremos cada vez menos evidencia para creer, pero al
principio requerimos de alguna.' Sin embargo, aun con evidencia, debemos tener el
deseo de creer. Sin ese deseo no creeríamos aun con mucha evidencia. Pero
teniendo el deseo, hemos iniciado el proceso de obtener la fe, y el Espíritu Santo nos
ayuda a llegar al punto en que podemos creer las palabras del Señor.
2. Creer en la palabra del Señor
Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora, si dais lugar para que
sea plantada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla
verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad,
resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a germinar en vuestro
pecho...(Alma 32:28).
Si damos lugar a que una semilla buena (una porción de la palabra del Señor)
sea plantada en nuestro corazón, debemos tener cuidado de no echarla fuera por
incredulidad. Esto se aplica no sólo a la obtención de un testimonio; se aplica
también al ejercer la fe como padre, como madre, como líder del sacerdocio, o como
misionero, o en cualquier otro aspecto de la vida. Por causa de nuestra incredulidad
todos los días desechamos grandes cosas. Mas si no arrojamos de nuestro corazón
esa porción de la palabra del Señor, empezará a crecer dentro de nosotros,
ensanchándose en nuestro pecho. Es así como describe Alma el fuego en nuestro
pecho, o el testimonio del Espíritu de la veracidad de la palabra del Señor.
... y al percibir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de
vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena,
porque [1] empieza a ensanchar mi alma; sí, [2] empieza a iluminar mi
inteligencia; sí, [3] empieza a ser deliciosa para mí (versículo 28).

39
3. Experimentar y recibir evidencias espirituales
A esas alturas ya disponemos de evidencias: sabemos que sentimos algo, pues
hemos tenido esa "sensación de crecimiento". Sin embargo, en forma inspirada,
Alma no terminó ahí su explicación, y estoy agradecido por eso, ya que es posible
que diferentes personas tengan ideas diferentes sobre lo que es un sentimiento
espiritual y lo que significa. De modo que, ¿cómo podemos reconocer correctamente
ese sentimiento, y saber que la semilla (la palabra) es de Dios? Alma proporciona
tres evidencias definitivas que nos indican que la semilla viene del Señor;
1. Empieza a ensanchar nuestra alma.
2. Empieza a iluminar nuestra inteligencia.
3. Empieza a ser deliciosa para nosotros.
Hace varios años, unos misioneros de estaca estaban enseñando en nuestro
barrio a un hombre que ya entendía el evangelio, pero que por alguna razón no
deseaba ingresar a la Iglesia. Vino a verme uno de los misioneros, y me dijo: "Eider
Cook, estoy seguro de que si usted fuera con nosotros a visitar a este hombre,
podríamos persuadirlo a que se bautizara". Yo me sentía fuera de práctica, pues
había terminado mi misión hacía ya algunos años. ¿Qué podía hacer?. Es evidente
que había algo de incredulidad en mi corazón. Pero el misionero manifestó fe en mí,
diciendo una vez más: "Eider Cook, estoy seguro de que si usted visita a ese
hombre, podrá persuadirlo para que se bautice". El tenía fe en que el Señor podía
obrar por medid de nosotros para ayudar a este hombre a entrar a la Iglesia; ¿qué
me restaba? Oramos pidiendo que se hiciera la voluntad del Señor, y salimos a
visitar al hombre. El ya había escuchado las charlas misionales tantas veces, que
probablemente las sabía mejor que yo. En los primeros quince minutos de nuestra
plática, supe que no estaba evitando el bautismo por falta de conocimiento o
comprensión. También me di cuenta que estaba guardando los mandamientos. Por
lo que rápidamente llegamos al fondo del asunto. El hombre dijo: "Élder Cook, creo
que lo que pasa es que no sé que la Iglesia es verdadera. Si supiera que es
verdadera, me uniría a ella, pero no lo sé".
Yo ya había sentido que él sí lo sabía, pero no sabía que lo sabía. Y le dije:
"Hermano, quisiera pedirle algo. Tome esta hoja de papel, y anote todas las razones
que se le ocurran por las que no deba bautizarse. Nosotros le ayudaremos a pensar".
Su esposa, que era miembro de la Iglesia, estaba ahí sentada, y también le dije:
"Ayúdenos usted. Vamos a tratar de pensar en toda razón imaginable por la que su
esposo no deba bautizarse".
El hombre procuró pensar en algunas razones, pero la única que se le ocurría
era que no estaba seguro de que la Iglesia fuera verdadera. No podía decir que no
se ajustaría a esa clase de vida, pues ya la estaba viviendo. Por lo tanto, le dije: "Si
le ayudáramos a eliminar esa razón, ¿se bautizaría? Contestó que sí, así que quedó
comprometido. Entonces sentí que a mi mente venían unas palabras del Señor, y le
dije: "Hermano, ¿quisiera usted contarnos alguna experiencia que haya tenido con
los misioneros, en la que haya sentido que su alma se ensanchaba?" Nunca antes
había yo dicho esas palabras; brotaron de mí automáticamente. El dijo: "Bien,
cuando estos élderes comenzaron a venir, yo tenía la costumbre de maldecir, no
tiene ¡dea cuánto. Era algo terrible. Pero siento que mi alma ha crecido porque me
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Viviendo por el Poder de la Fe - Gene R Cook

  • 2. VIVIENDO por el DE LA FE GENE R. COOK EDITORIAL ZARAHEMLA, S.A. 1989 http://bibliotecasud.blogspot.com/ 1
  • 3. CONTENIDO PAG. 04 . CAPITULO 1. EL PODER DE LA FE ... Propósito de este libro, Contenido de este libro, Cómo leer este libro. Preguntas para meditar. 10. CAPITULO 2. QUÉ ES LA FE ... La fe es la certeza de lo que se espera. La fe es el principio de acción en todos los seres inteligentes. La fe es poder. Preguntas para meditar. 16. CAPITULO 3. CARACTERÍSTICAS DE LA FE . La fe está relacionada con la creencia. La fe está relacionada con la esperanza. La fe no se asocia con la duda y el temor. La fe da seguridad y firmeza. La fe no viene por las señales. La fe no es conocimiento perfecto. Preguntas para meditar. 22. CAPITULO 4. EL FUNDAMENTO DE LA FE ... La ¡dea de que Dios existe verdaderamente. Una idea correcta del carácter, perfecciones y atributos de Dios. Un conocimiento de que la dirección que lleva nuestra vida está de acuerdo con la voluntad de Dios. Preguntas para meditar. 38. CAPITULO 5. CÓMO SE OBTIENE LA FE ... Un deseo de creer. Creer en la palabra del Señor. Experimentar y recibir evidencias espirituales. La fe aumenta y se fortalece. Se obtiene un conocimiento perfecto en esa cosa. Nutriendo la palabra. 2
  • 4. La fe es un don de Dios. Centrando nuestra fe en el Señor Jesucristo. El Proceso de creer en la Palabra del Señor. Usando el poder del Espíritu Santo. Reconociendo la fe que ya tenemos. Preguntas para meditar. 48. CAPITULO 6. CÓMO SE AUMENTA LA FE ... Aumentemos nuestra esperanza. Demos oído a la palabra de Dios. Leamos fervientemente la palabra de Dios. Actuemos en armonía con nuestra compresión presente. Guardemos los mandamientos. Sacrifiquemos en las pruebas y tribulaciones. Preguntas para meditar. 55. CAPITULO 7. CÓMO SE EJERCE LA FE ... La fe se ejerce por medio de la palabra. Debemos ser dignos. El poder de la fe es espiritual, y está dentro de nosotros. No se debe ejercer la fe en forma contraria a la voluntad del Señor. Entreguemos todo nuestro corazón al Señor. Avancemos sin temor a lo desconocido. Seamos específicos al comunicarle nuestros justos deseos al Señor. Procuremos ser totalmente disciplinados. Estemos dispuestos a ofrecer sacrificios. Reconozcamos y utilicemos las evidencias espirituales para edificar nuestra fe. Usemos lo que aparentemente son fracasos, para fortalecer nuestra fe. Tengamos la seguridad de que Dios obrará de acuerdo con nuestra fe. Preguntas para meditar. 70. CONCLUSIÓN 3
  • 5. 1 EL PODER DE LA FE El 29 de julio de 1977, mi esposa y yo terminábamos nuestra visita a la Misión de Santa Cruz, en Bolivia, y tuvimos que esperar en el aeropuerto de Cochabamba, por unas cinco horas. Recuerdo que estábamos muy cansados, pues la noche anterior habíamos dormido muy poco, así que estábamos encantados de disponer de unas horas de descanso en el aeropuerto. Mientras trataba de dormir, tuve el fuerte sentimiento de que debía despertarme y anotar unas ideas. Mis deseos de dormir eran intensos, mas los susurros del Espíritu lo eran más; así que me puse a escribir. Escribí por casi tres horas, resolviendo algunos problemas de organización con los que había estado batallado por varios años. Ese día sentí que el Espíritu se derramaba grandemente sobre mí, y escribí con gran emoción cada pensamiento inspirado. Esa experiencia se llevó la mayor parte del tiempo que estuvimos en el aeropuerto. Tomamos el avión para la Paz, Bolivia. Nos recibieron amablemente en el aeropuerto el Presidente. Chase Allred y su esposa, y en su camioneta nos llevaron a la oficina de la misión. En la camioneta cerrada con llave dejamos nuestro equipaje y portafolios. Al llegar a la oficina, se le presentó al presidente el difícil caso de una mujer cuyo esposo estaba moribundo. Mientras que el Presidente Allred y yo atendíamos a sus necesidades, nuestras esposas salieron en auto para la casa de misión. Cuando el presidente y yo regresamos a la camioneta, de inmediato me di cuenta de que nuestras cosas no estaban ahí, pero supuse que mi esposa se las había llevado a la casa de misión. Mientras nos dirigíamos allá, descubrí que la pequeña ventanilla del lado derecho de la camioneta estaba dañada, y empecé a temer que nos habían robado. Llegando a la casa de misión comprobamos que, efectivamente, nuestro equipaje había sido robado. La pérdida de una suma considerable de dinero y de toda nuestra ropa nos acarreó instantáneamente un problema, aunque sólo temporal. Más terrible era el hecho de que en el portafolios iban mis escrituras, junto con las ideas inspiradas que acababa de recibir en Cochabamba. Era abrumadora la sensación de desaliento, enojo e impotencia para remediar la situación. Mi esposa y yo oramos a solas. También oramos con nuestros anfitriones. Procuramos disfrutar de la comida, pero no pudimos. Nadie podía imaginar la inmensa pérdida que yo sentía. Las escrituras habían sido un regalo de mis padres en mi juventud. Uno de los libros llevaba una dedicatoria sagrada para mí, escrita por mi madre, y el otro, una anotada por mi padre ya fallecido. Yo había pasado literalmente miles de horas marcando y anotando referencias —y gozando cada momento— en las únicas posesiones terrenales que había considerado de valor incalculable. En muchas ocasiones le había dicho a mi esposa que si alguna vez llegaba a haber un incendio en nuestra casa, pnmeramente debía sacar a los niños y 4
  • 6. luego, si había tiempo, sacara mis escrituras, y que no se preocupara de nada más. El presidente y yo teníamos muchas cosas de qué hablar, pues estaríamos juntos solamente esa noche. No obstante, sentí la fuerte impresión de que debíamos hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para recobrar las escrituras. Después de la comida, todos los presentes nos arrodillamos en oración una vez más. Decidimos buscar en el área que circundaba la oficina de la misión, y en un campo cercano, con la esperanza de que tal vez los ladrones se habrían llevado lo que pudieran vender fáciimente y podrían haber desechado los libros, por estar en inglés. En la oración, suplicamos que las escrituras nos fueran devueltas; que las personas que las hablan tomado fueran motivadas a reconocer su acto Injusto, y se arrepintieran; y que la devolución de los libros fuera el medio para traer a alguien a la Iglesia verdadera. Eramos unos ocho o diez los que subimos a la camioneta, con linternas, bien abrigados,.y nos dirigimos a la oficina de la misión en el centro de la ciudad. Registramos los terrenos vacíos que estaban al otro lado de la calle, y las calles contiguas; hablamos con los vigilantes; agotamos todas las posibilidades. Nadie había oído ni visto nada. Finalmente, regresamos a casa, desanimados. Ahora sólo nos quedaba orar personalmente, y esperar. El Presidente Allred y yo trabajamos esa noche muy tarde para terminar nuestros asuntos, y al día siguiente, mi esposa y yo tomamos el avión de regreso a Quito, donde vivíamos. Durante las semanas siguientes, los misioneros buscaron otra vez en los terrenos; buscaron detrás de matorrales y en botes de basura; buscaron en un parque cercano; pusieron un letrero en una barda, cerca de donde ocurrió el robo, solicitando que los libros fueran devueltos; y estuvieron muy al tanto, para ver si aparecían en algún sitio inesperado. Llegando al extremo, tratando de hacer todo lo que estaba a su alcance, decidieron poner un aviso clasificado en dos periódicos, ofreciendo una recompensa y dando información detallada sobre los libros. En Quito, Ecuador, yo libraba una lucha espiritual excesivamente difícil para mí. Por casi tres semanas no había estudiado las escrituras en lo absoluto. Lo había intentado en numerosas ocasiones, pero cada vez que leía un versículo, recordaba sólo unas cuantas de las muchas concordancias que había anotado durante los últimos veinte años. Estaba desalentado, deprimido, y no tenía absolutamente ningún deseo de leer. Oré muchas veces, expresándole al Padre que nunca había procurado usar mis escrituras para ningún otro propósito que el de glorificar su nombre y el de tratar de enseñar a otros las verdades que El me había enseñado a mí. Le supliqué que hiciera lo que fuera necesario para que me fueran devueltas. Mi esposa y mis pequeños hijos oraban incesantemente por la misma bendición. Aun después de dos o tres semanas, seguían orando cada día: "Padre Celestial, devuélvele a papá sus escrituras". Luego de como tres semanas, sentí una fuerte impresión espiritual: "Eider Cook, ¿cuánto tiempo vas a seguir sin leer y estudiar?" Me parecía que era una prueba que tenía algo que ver con el "precio" de la bendición que yo deseaba. Esas palabras me quemaban, y tomé la determinación de ser lo suficientemente humilde y sumiso para empezar todo desde el principio. Con el permiso de mi esposa para usar sus escrituras, comencé a leer Génesis en el Antiguo Testamento, marcando y 5
  • 7. relacionando otra vez. El 18 de agosto, nuestro amigo, el hermano Ebbie Davis, llegó de Bolivia a Ecuador, y puso mis escrituras sobre mi escritorio, junto con un legajo que contenía los papeles que yo había escrito en Cochabamba, y unos presupuestos misionales recién preparados que también habían sido robados. Dijo que eso era lo único que se había recobrado; que se lo había entregado el Presidente de la Misión en La Paz, al abordar el avión, y que no sabía cómo se habían encontrado los libros, pero que me lo dirían cuando yo llegara allá dentro de unos días, para recorrer la misión. Es indescriptible el gozo que experimenté ese día. Ver que mi Padre Celestial podía, en manera milagrosa, quitar esos libros de las manos de los ladrones en una ciudad como La Paz, y devolverlos intactos, sin que les faltara una sola página, ni rotos, ni sucios, es un milagro para mí. ¡Cómo fue recompensada la fe de nuestra familia, y de muchos misioneros bolivianos! Ese día le prometí a mi Padre que haría mejor uso de mis escrituras y de mi tiempo, como medios en sus manos para enseñar el evangelio. El domingo 21 de agosto tomé el avión hacia Guayaquil, Ecuador, y de ahí a La Paz, Bolivia, llegando allá el día 22. A mi llegada oí el siguiente relato: Estando en uno de los muchos mercados de La Paz, una mujer vio a un borracho sacudiendo un libro negro. Sintió la fuerte Impresión espiritual de que se estaba profanando algo sagrado. Se acercó al hombre y le preguntó qué libro era ése. El no lo supo, pero se lo mostró. Ella preguntó si eso era todo lo que tenía, y él sacó otro libro negro. Ella volvió a preguntar si no había más, y él sacó un legajo de papeles que dijo que iba a quemar. La mujer ofreció comprarle los objetos en cincuenta pesos —aproximadamente $2.50 en moneda norteamericana—, y él aceptó. Luego de haber cerrado el trato, ella se sintió descontrolada por lo que acababa de hacer, pues se dio cuenta que los libros y papeles estaban en inglés, y ella no hablaba, ni leía ni entendía el inglés, y no quería libros en inglés. Había pagado casi el diez por ciento de su ingreso mensual por unos libros en un idioma que no podía leer. De inmediato empezó a buscar la iglesia que se mencionaba en las primeras páginas de los libros. Tras haberse dirigido a diversas iglesias, llegó por último a la oficina de la misión en La Paz, guiada por la mano del Señor. No sabía nada de la recompensa ni del anuncio en el periódico que iba a aparecer ese mismo día. No pidió dinero, ni siquiera para reponer los cincuenta pesos que había pagado por los libros y papeles. Los élderes recibieron con regocijo los libros y el legajo, y le entregaron la recompensa de todos modos. Ella les dijo a los misioneros que pertenecía a una secta Pentecostés, pero escuchó con mucho interés mientras le exponían el evangelio. Recordó haber leído algo sobre José Smith en un folleto que había recogido en la calle dos o tres años antes. Después de la primera charla, los misioneros se dieron cuenta de que ella era "un contacto de oro". En la segunda plática, aceptó el desafío bautismal. Dos semanas más tarde, el 11 de septiembre de 1977, un domingo por la tarde, en La Paz, Bolivia, la hermana María Cleofas Cárdenas Terrazas y su hijo, Marco Fernando Miranda Cárdenas, de doce años, eran bautizados en la verdadera Iglesia 6
  • 8. de Jesucristo, por el élder Douglas Reeder. ¿Cómo se podrían describir nuestros profundos sentimientos de impotencia, desánimo y desaliento abrumadores cuando se perdieron las escrituras? ¿Cómo podría yo describir el inmenso sentimiento de gozo y regocijo al ver revelarse el poder del cielo de una manera milagrosa como ésa? Nuestro Padre Celestial sí escucha y contesta las oraciones de sus hijos e hijas si ellos ejercen la fe en el Señor Jesucristo. El Señor dijo: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:23, 24). PROPÓSITO DE ESTE LIBRO El propósito de este libro es ayudar a saber qué es la fe, cómo se obtiene, y cómo ejercerla para hacer que sucedan grandes cosas en nuestra vida y en las vidas de otras personas. ¿Puede acaso el Señor guiarnos en la escuela, en el trabajo, en el matrimonio, en la familia? Sí, por supuesto que puede. El Señor posee toda misericordia, perdón, paciencia y longanimidad, y desea darnos la abundancia de sus bendiciones si tenemos plena fe en El, porque es en El que debe fundarse nuestra fe. CONTENIDO DE ESTE LIBRO Expresamente, este libro trata sobre: 1. Qué es la fe. 2. Las características de la fe. 3. El fundamento de la fe. 4. Cómo se obtiene la fe. 5. Cómo se aumenta la fe. 6. Cómo se ejerce la fe. Al final de cada capítulo se encuentran algunas preguntas para meditar. Espero que este libro y esas preguntas sirvan para aumentar verdaderamente la fe, y ayudarnos a mejorar nuestra vida y resolver nuestros problemas. 7
  • 9. CÓMO LEER ESTE LIBRO Al leer, tómese un tiempo para reflexionar en las preguntas de cada capítulo, y léanse las escrituras para tener mejor perspectiva al contestar las preguntas. Es posible que el lector desee comentar con su cónyuge, compañero o amigo, las preguntas y las cosas que está aprendiendo, o quizá, enseñarle a alguien más los principios que se discuten en este libro, para que ellos puedan beneficiarse de sus reflexiones, y se puedan comprender mejor los principios de la fe. Por último, antes de seguir leyendo, sería bueno pensar en un problema específico que nos gustaría resolver, o una meta que nos gustaría alcanzar. Entonces, al ir leyendo, el lector puede pensar en ¡deas que le ayuden en su problema o meta, y puede escuchar los susurros del Espíritu del Señor. Obedezcamos esos susurros, y el Señor nos dará mayor luz y conocimiento, y aprenderemos lo qué significa ejercer la fe en el Señor Jesucristo. El aprender a ejercer la fe no es un proceso físico, sino espiritual. El rey Benjamín dijo: "El hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al Influjo del Espíritu Santo, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor" (Mosíah 3:19). Hemos oído mucho de lo que el mundo enseña en cuanto a tener una actitud positiva, pero la fe es mucho más que eso: es la fuerza que nos puede convertir en verdaderos santos de los últimos días, llenos de fe en el Señor Jesucristo. Por tal razón, me gustaría hacer una sugerencia más sobre cómo leer este libro. Creo con todo mi corazón que el Señor es nuestro Maestro e Instructor. Al ir leyendo y meditando los principios que se tratan en este libro, ore repetidas veces en su corazón: "Padre Celestial, bendíceme para que pueda entender el principio de la fe. Tú me conoces. Sabes mis necesidaes actuales. Ayúdame a comprender estos principios y cómo puedo aplicarlos en mi vida". Doy testimonio humildemente, en el nombre de Jesucristo, de que si hace eso, si ora resueltamente al ir leyendo, el Señor hablará a su corazón, porque El, y no este libro, es nuestro verdadero Maestro. Si continúa orando, El lo cambiará internamente; e iluminará su mente en cuanto a lo que debe hacer con un hijo obstinado, un amigo perturbado, o un investigador al que esté enseñando. El le ayudará a resolver sus problemas en el hogar, en la Iglesia, en el trabajo, o en la escuela. El le ayudará a aprender a vivir por el poder de la fe. PREGUNTAS PARA MEDITAR 1. ¿Cuál fue el primer paso en la búsqueda de las escrituras perdidas? ¿Podemos dar ese paso para realizar otros deseos justos? 2. ¿Qué otros pasos se dieron para encontrar las escrituras? ¿Qué otros pasos podemos dar? 8
  • 10. 3. ¿Cuál fue el "precio" que el Señor requirió para devolver las escrituras perdidas? ¿Siente usted en su corazón que acaso no ha pagado todavía el "precio" de las bendiciones que desea? ¿Qué debe hacer para pagarlo? 4. ¿Qué bendiciones espirituales y temporales surgieron de la experiencia de las escrituras perdidas? ¿Qué bendiciones puede ver usted como resultado de las cosas que está haciendo para ejercer su fe? 5. ¿Qué dice el Señor que debemos hacer para lograr nuestros deseos justos? 6. ¿Qué sugerencias se dan en la introducción sobre cómo aprovechar al máximo este libro? ¿Cuál de las sugerencias siente usted que le ayudaría más? 7. Escoja un desafío en el que le gustaría concentrar su fe mientras lee, medita y practica los principios de fe que va a leer en este libro. http://bibliotecasud.blogspot.com/ 9
  • 11. 2 QUÉ ES LA FE Cuando yo era Presidente de la Misión Uruguay-Paraguay, conocí a un gran misionero, un joven lleno de fe. Era uruguayo. Había servido en la misión unos tres o cuatro meses cuando llegué yo como presidente de misión. Dondequiera que iban él y su compañero, bautizaban. Al principio pensé que eso se debía a su compañero mayor; pensé que ese élder en particular era demasiado inexperto para tener tanto éxito. Pensando así, yo estaba en un error. Tiempo después, este élder fue llamado a ser compañero mayor y líder de distrito, y fue enviado a una ciudad que tenía la reputación de ser un lugar muy difícil. Los misioneros no habían bautizado ahí a una sola persona durante casi un año. Cuando enviamos ahí a ese élder junto con su compañero y dos élderes más, sólo asistían a la rama diez o doce miembros. Yo no le dije nada; únicamente le envié el aviso de su cambio de área. Después de sólo tres semanas, empezaron los bautismos. Bautizó a cuatro o cinco personas en esas tres semanas. Cuando llevaba ahí unas diez semanas, todos los misioneros comenzaron a bautizar. Luego fue llamado como líder de zona, por su gran habilidad para enseñar a otros, y lo enviamos a una zona muy extensa. Esa zona comprendía toda la región norte del país, y ahí había varias ciudades difíciles. Pensamos que eso sería un desafío para él, porque ahora tendría que enseñar a todos los misioneros a hacer lo que él hacía, y tendría que lograrlo por medio de los líderes de distrito, lo cual sería un nuevo desafío para él. Lo dejamos ahí dos o tres meses, y bautizaron multitudes. El y su compañero, y el Espíritu, por supuesto, convirtieron a toda la zona, a todos los miembros líderes, y a todos los demás, en "una gente diferente". Entonces, en noviembre, comenzó mi inquietud: el Señor quería decirme algo. Empecé a tener un sentimiento de desasosiego sobre este élder, y ese sentimiento era: "Envíalo a Paraguay". En Paraguay los élderes estaban teniendo muy poco éxito; casi no bautizaban. En todo el país había un promedio de sólo veinte o veinticinco bautismos al mes. Me llegó el sentimiento de cambiar a este élder a Paraguay, y traté de resistirlo, pensando: "Ya ha pasado bien la prueba aquí, y ponerlo en Paraguay podría arruinar su reputación. Tal vez allá le sea difícil mantener el ánimo". Tuve que luchar para convencerme a mí mismo que en verdad ese élder tenía que ir allá. Pero cuando vienen esos sentimientos, tenemos que seguirlos. Al fin le enviamos un telegrama diciéndoie que sería cambiado a Asunción, Paraguay, como líder de zona, y que debía partir al día siguiente El llegó de pasada por la casa de misión el día primero de diciembre, y salió hacia Paraguay sin que yo lo viera, pero me dejó una carta que decía: "Estimado Presidente Cook: Hoy recibí un telegrama en el que se me dice que 10
  • 12. vaya a Paraguay, y pensé que debía usted enterarse de ciertas cosas: 1. En Paraguay no se puede bautizar. Cuando menos diez o quince élderes me han contado sus experiencias ahí. 2. Los miembros no ayudan en nada. 3. Hay muchos problemas con la castidad..." Me enumeró diez o doce cosas de las más negativas que yo hubiera oído jamás, y pensé: "¡Oh, no!, ya lo ha influido la gente negativa" Pero al terminar la lista, me decía: "Solamente quiero que sepa, Presidente, que no creo una sola de esas cosas". ¡Eso es tener fe! Y añadía: "Quiero que sepa que el día de Navidad vamos a bautizar veinticinco personas". La Navidad llegaría en tan sólo veinticinco días más, y al leer eso, pensé: "El Señor lo bendiga. Si puede lograr eso, tiene usted una fe inmensa. No conoce el país; ni siquiera ha estado ahí. No sabe dónde va a vivir. No conoce a su compañero, a los líderes, ni a los miembros. No conoce nada, y todavía me dice que va a bautizar veinticinco personas en veinticinco días". Este joven sí tenía una fe inmensa, y era un ejemplo excelente de un verdadero líder latino. El veinticinco de diciembre bautizó a dieciocho personas; no habían logrado los veinticinco; bautizaron dieciocho, que era aproximadamente la cantidad que se bautizaba en todo el país en un mes. Dos semanas después, cuando estuve en Paraguay, fue un gran privilegio para mí participar en un servicio bautismal en el que él y su compañero bautizaron a otras once personas. Su distrito, en el que él había enseñado a los élderes cómo trabajar, bautizó treinta ese mismo día. ¿Cómo fue que este élder logró resultados tan maravillosos? ¿Habrá sido gracias a su carisma? ¿Usó acaso técnicas mundanas de persuasión? ¿O fue simplemente mediante una actitud positiva? No. Lo logró por medio de su fe en Jesucristo. El Salvador dijo: "Sí tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquiera cosa que me sea menester" (Moroni 7:33). Por medio de las Escrituras, vamos entonces a definir qué es la fe, pues eso nos dará el fundamento para comprender y desarrollar la clase de fe que ese élder tenía. LA FE ES LA CERTEZA DE LO QUE SE ESPERA En Hebreos, capítulo 11 dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios... Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín... Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte... Pero sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:1-6). Ese capítulo nos proporciona muchos grandes ejemplos de fe, y varios milagros grandiosos que ocurrieron como resultado directo de la fe de los hombres. Lea y medite ese capítulo cuidadosamente; eso será muy provechoso para quien esté 11
  • 13. estudiando el principio de la fe. Consideremos la fe de Abraham, tal como se haya en el capítulo cuatro de Romanos. Observe cuidadosamente el proceso por el que pasó Abraham: Por tanto, [la promesa de vida eterna] es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia... En otras palabras, la promesa de vida eterna viene por la fe. ... no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes)... Abraham había recibido la promesa de que iba a ser padre de muchas naciones. Pero fue envejeciendo más y más, y parecía que para él y su esposa había pasado el tiempo en que podían tener hijos. ¿Comenzó Abraham a titubear en su fe? No, siguió creyendo en la promesa que se le había dado, que sería padre de muchas gentes, sin tener ninguna evidencia de que su esposa fuera a tener un hijo. ... delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen (versículos 16, 17). Esa es una manera interesante de referirse al hombre natural. Las cosas que no parecen ser, son. Y las cosas que parecen ser, no son. Todo depende de sí las vemos con los ojos espirituales, o con los ojos naturales. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre da muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho." Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años)... Es fácil leer eso y seguir adelante, pero tomemos en cuenta que, si tuviéramos cien años de edad, se necesitaría algo de fe para creer que después de tanto tiempo todavía íbamos a tener un hijo. Pero Abraham lo creyó. ... o la esterilidad de la matriz de Sara... Para complicar más el problema, Sara tenía noventa años de edad. La promesa hubiera sido más fácil de creer si Sara hubiera tenido treinta y tantos años, pero no era así. Para el hombre natural eso hubiera parecido algo imposible. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios... El hombre, Abraham, es un gran ejemplo. A pesar de que todas las probabilidades estaban en su contra, creyó en las promesas de Dios. ... sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios... Siempre debemos asegurarnos de no atribuirnos la gloria a nosotros mismos. ... plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido... (versículos 18-21). En otras palabras, Abraham creyó que el Señor podía cumplir, y que lo haría. También nosotros debemos creer eso. Si vamos adelante con fe, haciendo nuestra parte, el Señor proveerá. 12
  • 14. ... por lo cual también su fe le fue contada por justicia (versículo 22). El niño nació, desde luego, pero aun después de eso, Abraham enfrentó otro desafío. Cuando llegó la hora de sacrificar a su hijo, Abraham creyó, aun hasta el último momento en que iba a segar la vida de su hijo. Abraham tenía una segundad interior inconmovible,.en cuanto a la promesa que esperaba, de posteridad infinita. LA FE ES EL PRINCIPIO DE ACCIÓN EN TODOS LOS SERES , INTELIGENTES La definición de la fe que se da en Discursos sobre la Fe, se centra en dos descripciones fundamentales de la fe, que en realidad son una sola. Primero que nada, se centra en el hecho de que la fe es la causa motriz de toda acción en los seres inteligentes. Las palabras exactas son: "Al ser la fe la causa motriz de toda acción en cosas temporales, lo es también en lo espiritual" (Discursos sobre la Fe 1:12). Los Discursos también dicen que todos los seres inteligentes obran de esa manera. La fe es la certeza que los hombres tienen de la existencia de cosas que no han visto, y el principio de acción en todos los seres inteligentes. Si los hombres se consideraran a sí mismos, y tornaran su pensamiento y su reflexión a la operación de su propia mente, descubrirían al momento que es la fe, y solamente la fe, lo que causa toda acción en ellos; que sin ella, tanto el cuerpo como la mente estarían en un estado inactivo, y todo esfuerzo en ellos, físico y mental, cesaría. (Discursos sobre la Fe 1:9, 10). Permítaseme mencionar uno o dos ejemplos para mostrar el carácter literal de ese principio, y cómo está presente en cada acto que realizan los hombres —los hombres buenos, los hombres malos, las mujeres y los niños, y en suma, todo ser inteligente— aquí en la Tierra. ¿Supone alguienque yo habría escrito este libro si hubiera pensado que jamás nadie lo leería? ¿Pensaríamos que si un peatón no estuviera seguro de que podría llegar al otro lado de la calle, intentaría jamás cruzarla? Pensemos en cada una de las cosas que hacemos, y llegaremos a la conclusión de que no hay acción humana que no nazca de la fe. Esa acción producirá el fruto que se desea, para bien o para mal. Si una persona desea algo malo, y cree que lo puede obtener (y no nos estamos refiriendo a la fe en el Señor, sino a la fe en sentido general), lo obtendrá, por su fe o creencia de que puede. Muchos lo han hecho. Así que antes que todo, recordemos que la fe es verdaderamente la causa motriz de toda acción en los seres inteligentes. Citemos otro párrafo más de Discursos sobre la Fe: ¿Habrían sembrado, acaso, sí no hubieran creído que podían cosechar? ¿Habrían plantado, si no hubieran creído que podían levantar? ¿Habrían jamás pedido, si no hubieran creído que podían recibir? ¿Habrían jamás buscado, si no hubieran creído que podían encontrar? O, ¿habrían jamás llamado, si no hubieran creído que se les abriría? En una palabra, ¿hay algo que ustedes 13
  • 15. hubieran hecho, físico o mental, si no hubieran creído previamente? Acaso no todos nuestros esfuerzos, de cualquier tipo, dependen de nuestra fe? O podríamos preguntar: ¿qué tenemos, o qué poseemos que no hayamos obtenido en razón de la fe? (Discursos sobre la Fe 1:11). Mas adelante, los Discursos dicen que nuestra comida, vestido, aposanto, todo lo que tenemos, es el resultado de esa clase de fe. Tal como yo lo entiendo, se aplica a toda la gente, buena o mala, que tiene fe en que si hace "esto", ocurrirá "aquello". Hay muchos que se han vuelto muy ricos, hasta millonarios, porque han aprendido algunas de las cosas que se relacionan levemente con la fe. Han aplicado algunos de esos principios, que han comprobado ser verdaderos, y los han hecho funcionar para ellos, y han obtenido un éxito temporal. Recuerdo haber oído a varios misioneros decir que la fe es tener una actitud positiva. Eso es verdadero y falso a la vez. Es verdadero en el sentido que un hombre lleno de fe mostrará una actitud positiva, pero eso no quiere decir que quien tenga una actitud positiva esté lleno de fe (la fe a que nos referimos ahora, que es la fe en el Señor). No obstante, la fe en una forma u otra es el principio de acción en todos los seres inteligentes. Debemos preguntarnos: "¿Nuestras acciones diarias se basan en la fe en el Señor, o en otra cosa?" LA FE ES PODER La fe en el Señor es diferente a cualquier otra clase de fe. La fe es poder. En Discursos sobre la Fe leemos que la fe es poder: Y al ser fe la causa motriz a toda acción en cosas temporales, lo es también en las escrituras porque el Savador ha dicho en verdad que: "El que creyere y fuere bauizado, será savo" (Marcos 16:16). Tal como optenemos, por la fe todas las bendiciones temporales que recibimos, de igual manera obtenemos, por la fe, todas las bendiciones espirituales que recibimos. Pero la fe no es solamente el principio de acción; la fe tambien es el poder principal en todos los seres inteligentes, ya sea en si cielo o en la tierra. Así lo dice el autor de la Epístola a los Hebreos, en 11:3: Porque la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Discursos sobra la Fe 1:12-14). Al hablar de fe, a veces pensamos únicamente en la creencia, o en esforzar nuestra mente para creer en algo. Sin embargo, los Discursos sobre la Fe hablan de la fe como de un poder literal. Encontramos esa definición en estas palabras: La fe, entonces, es el primer gran principio gobernante que tiene poder, dominio y autoridad sobre todas las cosas; por ella existen, por ella se sostienen, por ella son cambiadas, y por ella permanecen, de acuerdo a la voluntad de Dios. Sin ella no hay poder y sin poder no podría haber creación ni existencia (Discursos sobre la Fe 1:24). 14
  • 16. También leemos: De no haber sido por el principio de la fe los mundos nunca hubieran sido formados, ni tampoco hubiera sido el hombre formado del polvo. La fe es el principio por medio del cual obra Jehová, y por medio del cual ejerce poder sobre todas las cosas, tanto temporales como eternas. Si se le quitara este principio o atributo -porque es un atributo- a Dios, El dejaría de existir (Discursos sobre la Fe 1:16). Ahora pensemos en la fe en ese sentido amplio: que es literalmente el poder por el cual obra Dios mismo. Entonces, cuando alguien dice: "Ahora debo estudiar otras cosas, porque ya he estudiado los primeros principios del evangelio", puede estar seguro que todavía le falta mucho para empezar siquiera a comprender una pequeña porción del primer principio del evangelio: la fe en el Señor Jesucristo. La fe es mucho más que sólo una actitud positiva o cualquiera de las muchas técnicas que el hombre ha aprendido a usar para consumar sus deseos. La verdadera fe para vida y salvación está en el Señor Jesucristo. En el mundo hay muchos que han puesto su fe, su actitud positiva, en las cosas terrenales, pero eso nunca los llevará a ninguna parte. Nunca han llegado a comprender que la fe tiene poder, dominio y autoridad sobre todas las cosas; que es el poder por el que obra Dios mismo. PREGUNTAS PARA MEDITAR 1. ¿Cómo pudo el joven misionero bautizar a tantas personas? 2 ¿Cómo reaccionó el misionero ante las negativas que había oído sobre Paraguay? 3. ¿Qué hizo mentalmente el misionero para poder ejercer la fe?¿Qué podemos hacer nosotros? 4. ¿Cuales son Jas tres definiciones de la fe que se dan en este capítulo? 5. ¿Cómo pudo ceer Abraham la promesa del Señor, a pesar de las probabilidades aparentemente tan grandes de que la promesa no podría cumplirse? 6. ¿Qué obtáculo aparentemente insuperable enfrentamos nosotros? ¿Qué podemos hacer para salir adelante a pesar de esos obtaculos? 7. Si es por la fe que Dios organiza y sostiene sus creaciones, ¿cómo podemos hacer lo mismo en nuestra propia esfera? 8. ¿En qué cosas podemos comenzar a ejercer la fe como padres, esposos, empleados, maestros, líderes o misioneros? 9. ¿Puede ayudamos el saber qué es la fe a vivir por la fe? ¿Cómo? http://bibliotecasud.blogspot.com/ 15
  • 17. 3 CARACTERÍSTICAS DE LA FE Una mañana, nuestra familia se encontraba charlando durante el desayuno. Habíamos terminado nuestra lectura de las Escrituras, y yo deseaba enseñarles algo a los niños. Había planeado las cosas de manera que ellos me preguntaran algo y luego dijeran: "Papá, habíanos sobre eso". Y así sucedió exactamente. Por lo que respondí: "Bueno, me da gusto que hayan preguntado sobre eso", y enseguida les pregunté: "¿Me creerán lo que les voy a enseñar?" Y entonces, uno de los niños mayores, que entonces tenía nueve años, dijo: "Papá, nosotros creemos todo lo que nos dices". Para un padre, no hay cosa más grande que pueda escuchar de su hijo. El Señor le dijo a Alma: "Bendio eres tú, Alma... por causa de tu extremada fe en tan sólo las palabras de mi siervo Abinadí" (Mosíah 26:15). ¿Se le había aparecido a Alma algún ángel en ese tiempo? No. Sólo creyó las palabras de Abinadí. LA FE ESTÁ RELACIONADA CON LA CREENCIA Una característica importante de la fe en el Señor es la creencia pura y sencilla. En Mateo 21:22, el Señor dice: "Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis". Las palabras de Alma pueden ayudarnos a comprender mejor el poder de creer: Dios es misericordioso para con todos los que creen en su nombre; por tanto, El desea, ante todo, que creáis, sí, en su palabra... Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta poner a prueba mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta que de algún modo creáis que podéis dar cabida a una porción de mis palabras (Alma 32:22, 27) Por las palabras: "aunque no sea más que un deseo de creer", es aparente que la creencia es el comienzo del proceso de obtener la fe. El Maestro nos enseñó el gran poder de creer, con el ejemplo del hombre de cuyo hijo echó fuera un espíritu inmundo. Uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo El, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?... Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 16
  • 18. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, dicióndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó (Marcos 9:17-17). En ese relato podemos ver que la creencia sencilla es parte integral del tener fe. LA FE ESTÁ RELACIONADA CON LA ESPERANZA Moroni nos dejó una buena explicación de la relación entre la fe y la esperanza: Quisiera hablaros concerniente a la esperanza. ¿Cómo podéis lograr la fe, a menos que tengáis esperanza? (Moroni 7:40). Esto nos enseña que primero debemos tener esperanza y después viene la fe. Si seguimos la lectura en Moroni, en el versículo 42 vemos que el Señor invierte el orden y dice que primero debemos tener fe, o no podemos tener esperanza. Esto nos ayuda a comprender que la fe y la esperanza están íntimamente relacionadas. En el versículo 41 se nos dice en qué debemos tener esperanza, y de nuevo se vuelve interesante, pues todo tiene que ver con el Señor: Y ¿qué es lo que habéis de esperar? Esa es una buena pregunta. ¿En qué debemos tener fe? ¿En qué debemos tener esperanza? He aquí, os digo que debéis tener esperanza de que, por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección, seréis resucitados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en El, de acuerdo con la promesa. De manera que si un hombre tiene fe, es necesario que tenga esperanza; porque sin fe no puede haber esperanza (Moroni 7:41, 42). La fe y la esperanza están en verdad vinculadas estrechamente, como se sugiere en la bien conocida declaración de Hebreos 11:1: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Lo mismo se menciona en Éter 12:4: Los que crean en Dios pueden esperar con seguridad un mundo mejor, sí, un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona un ancla a las almas de los hombres y los haca seguros y firmes, abundando siempre en buenas obras, siendo impulsados a glorificar a Dios. 17
  • 19. LA FE NO SE ASOCIA CON LA DUDA Y EL TEMOR La fe en el Señor no puede asociarse con la duda y el temor. Los Discursos sobre la Fe declaran: Tal es la flaqueza del hombre y tal su debilidad, que continuamente está en riesgo de pecar. Y si Dios no fuera paciente y lleno de compasión, clemente y misericordioso, y pronto para perdonar, el hombre sería cortado de su presencia, y como consecuencia andaría en duda continua y no podría tener fe, porque donde hay duda la fe no tiene poder. Pero creyendo el hombre que Dios es compasivo y misericordioso, y que es paciente y tardo para la ira, el hombre puede tener fe en El y vencer la duda y crecer en fuerza grandemente (Preguntas y respuestas del Tercer Discurso). Es evidente que un hombre que duda continuamente no puede ejercer la fe, porque donde hay duda la fe no tiene poder. El Señor declaró lo siguiente en Doctrina y Convenios 6:34, 36: Así que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; dejad que se combinen en contra de vosotros la Tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer... Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis. Podemos ver que para no temer, debemos elevar al Señor todo pensamiento. El Señor nos sostendrá en las cosas que con justicia nos estamos esforzando por lograr. Podemos ver este principio en acción en el relato de Cristo cuando caminó sobre el mar y el Apóstol Pedro intentó hacer lo mismo. Las Escrituras dicen: A la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y dijo El: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 1425-31). Notemos que Pedro, en el momento que vio que estaba realmente caminando sobre el agua, tuvo miedo. Y una vez que tuvo miedo, empezó a hundirse y perdió el poder que ejerció temporalmente. La duda y la fe no pueden existir en la misma persona al mismo tiempo. Santiago también nos enseña esa gran lección: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada 18
  • 20. por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:5-7). Leemos en Marcos 11:23, 24: De cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudara en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Si una persona no duda en su corazón, sino cree que se cumplirá lo que dice, se cumplirá verdaderamente. Si creemos, recibiremos. ¿Nos esforzamos por creer en Dios y desechar las dudas, temores y pensamientos negativos? LA FE DA SEGURIDAD Y FIRMEZA Moroni escribió: De modo que los que crean en Dios pueden esperar con seguridad un mundo mejor, sí, un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona un ancla a las almas de los hombres y los hace seguros y firmes (Eter 12:4) Moroni está describiendo los efectos de la fe: la fe nos hará seguros y firmes. No se está refiriendo a la seguridad del mundo, sino a la seguridad espiritual. LA FE NO VIENE POR LAS SERIALES Hay otra característica de la fe que necesitamos comprender antes de tratar de aplicarla. La fe no se basa en las señales. El Señor ha dicho: El evangelio ha de ser predicado a toda criatura, y las señales seguirán a tos que crean (D. y C. 58:64). Y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; y el que no creyere, será condenado. Y el que creyere será bendecido con señales que seguirán, tal como está escrito (D. y C. 68:9, 10). Las señales vienen por la fe, pero deben venir en la manera del Señor. A José Smith le dijo: Y Aquél que buscare señales verá señales, mas no para salvación. En verdad os digo que hay entre vosotros quienes buscan señales, y los ha habido aun desde el principio. Yo diría que cada uno de nosotros es culpable de eso hasta cierto punto. Puede ser que estemos buscando una señal y ni siquiera nos demos cuenta de ello. La diferencia se sabe sólo por el Espíritu. El Señor continúa: 19
  • 21. Paro he aquí, la fe no viene por las señales, mas las señales siguen a los que creen. Sí, las señales vienen por la fe, no por la voluntad de los hombres, ni como les place, sino por la voluntad de Dios (D. y C. 63:7-10). Recordemos bien que las señales no producen fe. Hay personas que piensan que si se les apareciera un ángel, creerían y tendrían fe, y cuando éste se fuera guardarían todos los mandamientos. Esas son enseñanzas del hombre natural, y no son verdaderas. La fe nace de adentro. La fe viene por el Espíritu de Dios, no por señales. Recordemos no confundir las señales con los dones del Espíritu. El Señor nos ha aconsejado: "Buscad diligentemente los mejores dones" (D. y C. 46:8). En Doctrina y Convenios están enumerados muchos de esos dones (D. y C. 46:9-33). Los dones espirituales pueden venir por la voluntad de Dios mediante la fe. Las señales vienen por la voluntad de Dios, y son consecuencia de la fe. LA FE NO ES CONOCIMIENTO PERFECTO Cuando José Smith salió de la arboleda, ¿pensamos que su fe en la existencia de Dios era débil? Eso es ridículo, ¿verdad? El salió con un conocimiento seguro de la existencia del Padre y del Hijo. Si él lo sabía, ya no tenía fe en eso. Tenía fe en muchas otras cosas, pero tenía un conocimiento seguro de que Dios vive. Alma explicó ese principio de esta manera: Fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenéis fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas (Alma 32:21). Luego sigue diciendo: Pues como dije concerniente a la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con mis palabras. No pocéis, al principio, saber a perfección acerca de su veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto... Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora, si dais lugar para que sea plantada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a germinar en vuestro pecho; y al percibir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, porque [1] empieza a ensanchar mi alma; sí, [2] empieza a iluminar mi inteligencia; sí, [3] empieza a ser deliciosa para mí. He aquí, ¿no aumentaría eso vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto (Alma 32:26-29). Ese capítulo continúa hablando acerca de la semilla y su crecimiento. En el versículo 34 leemos: Y ahora, he aquí, ¿es perfecto vuestro conocimiento? Sí, vuestro conocimiento es perfecto en esta cosa, y vuestra fe queda inactiva; y esto porque sabéis, 20
  • 22. pues sabéis que la palabra ha ensanchado vuestras almas, y también sabéis que ha germinado, que vuestra inteligencia empieza a iluminarse y vuestro entendimiento comienza a ensancharse. Alma explica magistralmente algunas de las características de la fe. Al estudiar esas características, debemos recordar que la fe es algo sobre lo que sabemos muy poco. El Señor dice que si tenemos fe como un grano de mostaza, podremos decir "a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará" (Mateo 17:20). Por ello me doy cuenta de que usualmente tenemos algo menos que eso, y que sabemos muy poco sobre ello. Por eso sigo esforzándome por comprender lo que significa tener fe en el Señor Jesucristo. Espero que todos nosotros consideremos esto como el comienzo de un mayor estudio, meditación y oración para entender la fe en el Señor Jesucristo. Al hacerlo, el Señor nos revelará conocimiento adicional sobre estos importantes principios, pues El ha prometido: "Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que puedas conocer los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna" (D. y C. 42:61). PREGUNTAS PARA MEDITAR 1. ¿Qué relación hay entre tener fe y creer? 2. ¿Qué relación hay entre la fe y la esperanza? 3. ¿Qué relación hay entre la fe y las señales? 4. ¿Qué relación hay entre la fe y los dones espirituales? 5. ¿Qué relación hay entre la fe y el conocimiento? 6. ¿De qué manera afectan a la fe la duda y el temor? 7. ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra creencia y esperanza de que se cumplirán nuestros justos deseos? 8. Si la fe aumenta mediante el conocimiento, ¿qué puede hacer usted para aumentar su fe? 9. ¿Qué puede hacer usted para desechar sus dudas y temores? http://bibliotecasud.blogspot.com/ 21
  • 23. 4 EL FUNDAMENTO DE LA FE Mientras me hallaba en Venezuela, hace unos años, un grupo de santos de los últimos días, junto con muchos no-miembros, hablaban sobre una profecía dicha por una mujer en Europa. Ella había profetizado que Caracas, que en ese tiempo era una ciudad de más de tres millones de habitantes, sería destruida al día siguiente. Mucha gente lo creyó, y miles salieron de Caracas el día que yo llegué. Al día siguiente no hubo ninguna destrucción, y entre los miembros de la Iglesia escuché cosas tales como: "Yo sabía que no pasaría nada, por eso no abandonamos la ciudad". Quedándose en Caracas, habían ejercido la fe en que esa mujer estaba equivocada. Pero lo que me preocupaba era su razonamiento: "Sabíamos que el Señor no haría nada como eso en Caracas, porque tenemos una estaca aquí". Una persona dijo: "Sé que si la ciudad fuera a ser destruida verdaderamente, el Señor se lo habría revelado al Élder Cook, o a los presidentes de estaca o de misión, para que los santos pudieran evacuar 1a ciudad". Otro dijo: "Si el Señor no se lo hubiera revelado a uno de los líderes locales, se lo hubiera revelado al Presidenta Kimball". Ahí tenemos un argumento muy débil, porque cualquiera que haya leído las Escrituras, sabe que el Señor permite que el mal venga sobre los buenos así como sobre los malvados. Hemos de tener cuidado de no interpretar la mente del Señor. En Colombia teníamos problemas tremendos para obtener visas para que los misioneros pudieran entrar al país. Una mujer dijo: "Sé que ésa no es la voluntad del Señor. El quiere que la obra misional siga adelante, y si tuviéramos suficiente fe, no permitiríamos que el Gobierno negara las visas. Si tuviéramos suficiente fe, podríamos resolver este problema". Eso sí que suena razonable, ¿verdad? Pero también es posible que no fuera cierto. Una de las mayores bendiciones que ha tenido México, fue cuando su Gobierno no quiso permitir que entraran misioneros norteamericanos por un tiempo. Los jóvenes mexicanos comenzaron a cumplir misiones en su propio país, pues no había alternativa. Y mientras los misioneros norteamericanos llamados a servir en México, esperaban sin poder entrar, se inició la capacitación de idiomas. Fue entonces que nació la idea de un centro de capacitación de idiomas, que poco después se hizo realidad. Luego se llamó Centro de Capacitación Misional. El Señor tiene sus propios propósitos. El Hace las cosas a su manera. Puede realizar milagros a partir de un incidente aparentemente sin importancia, o de la adversidad. Los Discursos sobre la Fe hacen la observación de que la verdadera fe en el Señor se basa en tres elementos: Señalemos aquí que hay tres cosas necesarias para que cualquier ser racional e inteligente pueda ejercer fe en Dios para vida y salvación. Primero, la idea de que El existe verdaderamente. Segundo, una idea CORRECTA de su carácter, perfección y atributos. Tercero, un conocimiento verdadero de que la dirección que lleva su vida está 22
  • 24. de acuerdo con la voluntad de Dios (Discursos sobre la Fe 3:2-5). Si nuestra fe se basa en estos elementos, entonces podemos ejercer una fe verdadera en el Señor para vida y salvación. 1. LA IDEA DE QUE DIOS EXISTE VERDADERAMENTE El hombre natural, ai pensar en el primer elemento de la fe, dirá enseguida: "Pasemos al siguente principio, porque yo ya sé que Dios existe". Pero el hombre espiritual entiende que sabe muy poco, aun de cosas tan fundamentales. Es de muchas maneras y en diversos grados que sabemos que Dios existe, pero aquí se nos está enseñando algo que no es común. LAS CREACIONES DE DIOS TESTIFICAN DE EL El llegar a saber que Dios existe, tiene su base en dos principios o ideas principales: el primero, que las creaciones de Dios testifican que El existe. El Señor dijo: La Tierra rueda sobre sus alas, y el sol da su luz de día, y la luna da su luz de noche, y las estrellas también dan su luz, a medida que ruedan sobre sus alas en su gloria, en medio del poder de Dios. ¿A qué compararé estos reinos para que comprendáis? He aquí, todos éstos son reinos, y el hombre que ha visto a cualquiera o al menor de ellos, ha visto a Dios obrando en su majestad y poder (D. y C. 88:4547). El Señor nos ha bendecido con suficiente entendimiento para reconocer que sus creaciones testifican que El vive, de modo que todos puedan tener fe y creer en su nombre. Los hombres y mujeres en todo el mundo creen en alguna clase de Ser Supremo que ha creado los cielos y la Tierra. Ignoran qué o Quién es, pero cuando menos creen en El. Eso para mí es un gran testimonio de que el Señor preparó todo para que, tan sólo por sus creaciones, pudiéramos tener fe en que El existe. El Señor le dijo a Adán: Se han creado y hecho todas las cosas para que den testimonio de mí; tanto las que son temporales, como las que son espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas que están sobre la Tierra, cosas que están en la Tierra y cosas que están debajo de la Tierra, tanto arriba como abajo; todas las cosas testifican de mi (Moisés 6:63). Y Alma le dijo a Korihor: Todas las cosas Indican que hay un Dios, sí, aun la Tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su rotación, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo (Alma 30:44). 23
  • 25. Alma testificó que el Señor organizó los elementos de tal manera que todas las cosas dan testimonio de Dios a sus hijos. OTROS TAMBIÉN TESTIFICAN DE DIOS En segundo lugar, el Señor usa el testimonio de otros para que el género humano pueda creer en El. Cuando José Smith salió de la Arboleda Sagrada, ese día hubo un hombre sobre la Tierra que había visto por sí mismo que Dios vive verdaderamente. La fe lo había motivado a ir a la arboleda para orar, pero cuando salió de ahí, tenía un conocimiento perfecto de que Dios vive. Esa experiencia le dio el poder para decir: Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me censuraban, y decían falsamente toda ciase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios? ¿o por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y comprendía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo, ofendería a Dios y caería bajo condenación (José Smith— Historia, versículo 25). El testimonio de José Smith se ha convertido en el cimiento de la fe de millones de personas en todo el mundo. El dice, en los Discursos sobre la Fe: Hemos delineado claramente cómo es, y cómo ha sido, que Dios vino a ser objeto de fe en los seres racionales; y también en qué fundamento se basó el testimonio de los antiguos al grado de moverlos a inquirir diligentemente, y buscar y obtener un conocimiento de la gloria de Dios; y hemos visto que fue solamente ese testimonio humano lo que originalmente motivó en sus mentes la búsqueda. Nos damos cuenta de que fue la creencia que tuvieron en el testimonio de sus padres, ese testimonio habiendo motivado sus mentes para inquirir un conocimiento de Dios. La búsqueda frecuentemente terminó, en verdad, cuando estuvo bien dirigida siempre terminó, en los más gloriosos descubrimientos y en eterna certidumbre (Discursos sobre la Fe 2:56). Después de la Primera Visión, los hombres comenzaron a creer en las palabras del profeta José Smith, y una vez más empezó a esparcirse la fe sobre la Tierra. El Señor inició ese proceso exactamente de la misma manera con Adán. Leemos en Moisés 5:58, 59: Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio, siendo declarado por santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo. Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza; y se predicó el evangelio, y se proclamó un decreto da que debería estar en el mundo hasta su fin; y así fue. Amén. 24
  • 26. Adán vio a Dios. Caminó y habló con El, y oyó su voz. Y de Adán y Eva llegó a otros el testimonio de Dios: Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas (Moisés 5:12). Mormón declaró: Ahora llegamos a esa fe de la cual dije que hablaría; y os indicaré la manera en que podéis recoger toda cosa buena Porque he aquí, sabiendo Dios todas las cosas, dado que existe de eternidad en eternidad, he aquí, El envió ángeles para ministrar a los hijos de los hombres, para manifestar concerniente a la venida de Cristo; y que en Cristo habría de venir toda cosa buena (Moroni 7:21, 22). En otras palabras, el Señor envió ángeles para testificar de El, para que los hombres pudieran ver con sus ojos y ser testigos de que Dios vive realmente. Y Dios también declaró a los profetas, por su propia boca, que Cristo vendría. Y he aquí, de diversos modos manifestó cosas que eran buenas a ios hijos de los hombres; y todas las cosas que son buenas vienen de Cristo; de lo contrario, los hombres se hallaban caídos, y ninguna cosa buena podía llegar a ellos. De modo que por el ministerio de ángeles, y por toda palabra que salía de la boca de Dios, empezaron los hombres a ejercitar la fe en Cristo; y así, por medio de la fe, recogieron toda cosa buena; y así fue hasta la venida de Cristo. Y después que vino, los hombres también fueron salvos por la fe en su nombre; y por la fe llegaron a ser hijos de Dios. Y tan cierto es que Cristo vive como que habló estas palabras a nuestros padres, diciendo: Cuanta cosa le pidáis al Padre en mi nombre, que sea buena, creyendo con fe que recibiréis, he aquí os será concedida (Moroni 7:23-26) Más adelante, Mormón declara: Ni han cesado los ángeles de ministrar a los hijos de los hombres. Porque he aquí, se sujetan a El para ejercer su ministerio de acuerdo con la palabra de su mandamiento, manifestándose a los que tienen una fe fuerte y un espíritu firme en toda forma de santidad. Y el oficio de su ministerio es llamar a los hombres al arrepentimiento; y cumplir y llevar a efecto la obra de los convenios que el Padre ha hecho a los hijos de los hombres; y preparar la vía entre los hijos de los hombres, declarando la palabra de Cristo a los vasos escogidos del Señor, para que den testimonio de El. Y obrando de este modo, Dios el Señor prepara la senda para que el resto de tos hombres puedan tener fe en Cristo, a fin de que el Espíritu Santo pueda tener cabida en sus corazones, según su poder, y de este modo el Padre lleva a efecto los convenios que ha hecho a los hijos de los hombres. Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquiera cosa 25
  • 27. que me sea menester (Moroni 729-33). Nuestra fe tiene la oportunidad de aumentar cuando escuchamos el testimonio de alguien más. Nuestra fe en que Dios vive empieza a crecer y desarrollarse. Pensemos en las palabras de Pablo: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios: (Romanos 10:17). Algunas personas dicen: "¿Necesitamos en realidad asistir a las reuniones de la Iglesia? ¿Necesitamos ir a escuchar las predicaciones de los siervos del Señor?" Yo respondería: "SI quieren aumentar su fe, sí necesitan ir". Pensemos un rato en esta pregunta: "¿Quién es Dios?", o "¿qué representa Dios para mí?" Ahora mismo tomemos unos minutos y reflexionemos en eso antes de seguir leyendo. Ante esa pregunta, el hombre natural que hay en nosotros tiende a nombrar las cosas mayormente físicas. A tales preguntas nosotros contestaríamos: "Dios es un hombre perfeccionado. Resucitó como lo hizo Jesús. Es un Ser glorificado. Es un Ser aparte del Espíritu Santo, pues éste último es únicamente un espíritu". Puede ser que mencionáramos esas cosas. Pero ésas sólo son cosas acerca de Dios. Mas si nos ponemos a reflexionar más profundamente, podríamos pensar algo como: "Recuerdo una experiencia de cuando yo era más joven, que me enseñó que Dios nos ama a todos y no hace acepción de personas. Y sé que me ama, porque ha contestado mis oraciones". Al pensar en cosas como ésas, llegaríamos a un mejor entendimiento sobre quién es Dios, y cuánto sabemos o no sobre El. Una cosa es que digamos que sabemos que Jesús es el Cristo, y otra muy diferente es que lo conozcamos. 2. UNA IDEA CORRECTA DEL CARÁCTER, PERFECCIONES Y ATRIBUTOS DE DIOS El segundo elemento de la fe consiste en tener una idea correcta sobre las características, perfecciones y atributos de Dios. En ocasiones algunas personas han venido a mí para confesar alguna transgresión, y han dicho algo así: "Sé que el Señor no podrá perdonarme". Cuando esas personas me dicen lo que el Señor hará o no hará, me he dado cuenta de que todavía no conocen a su Padre Celestial. Y sé que también yo sé muy poco sobre mi Padre Celestial. Al pensar en eso, me he preguntado: "¿Cómo puedo aprender más?" Sobre eso quiero compartir algunas sugerencias: CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN La oración es una de las mejores maneras de conocer al Señor; pero no sólo el decir las oraciones, sino el orar verdaderamente, conversando con el Señor. Si una persona hace esto, puede llegar a conocer al Señor, pues el Señor le revelará conocimiento en cuanto a sus vías. Jacob dijo: ¡He aquí Grandes y maravillosas son las obras del Señor! ¡Cuán inescrutables son las profundidades de sus misterios; y es imposible que el hombre pueda 26
  • 28. descubrir todos sus caminosi Y nadie hay que conozca sus sendas a menos que le sean reveladas; por tanto, no despreciéis, hermanos, las revelaciones de Dios (Jacob 4:8). Esa es la única manera en que podemos ganar ese conocimiento: por revelación de El. CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE LAS ESCRITURAS Quisiera sugerir otra manera de conocer mejor al Señor: una búsqueda intensa, continua y fervorosa por conocerlo a través de las Escrituras. En ellas, el Señor ha revelado mucho de lo que necesitamos saber sobre sus características, perfecciones y atributos. El Señor le dijo a Martín Harris, por medio del profeta José Smith: "Aprende de mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz" (D. y C. 19:23). Samuel el Lamanita advirtió que muchos de los lamanltas eran "conducidos a creer las Santas Escrituras... que los llevan a la fe en el Señor" (Helamán 15:7). Estudiar las Escrituras es un poderoso medio para conocer al Señor y desarrollar la fe en El. CONOZCA A DIOS POR MEDIO DE UNA OBSERVACIÓN PROFUNDA Me gustaría añadir que otra manera de conocer a Dios es observar detenidamente lo que sucede a nuestro alrededor, buscando y procurando alguna revelación. Brigham Young dijo una vez que las revelaciones vienen de muchas fuentes; el Señor, los siervos del Señor, otros hombres, las creaciones del Señor, y muchas otras cosas. Las revelaciones no se limitan a una sola persona. Cierto es que las revelaciones del Señor sobre la dirección de la Iglesia están limitadas a los líderes de la misma, pero las demás revelaciones están disponibles para todos. Parte del mejor conocimiento con que el Señor me ha bendecido, ha venido por observar detenidamente a otros, viendo cómo actúan y reaccionan. Eso a veces me enseña lo que es el Señor, y otras, lo que no es. En toda persona y en todas las cosas hay una chispa de divinidad, la luz de Cristo, y si observamos atentamente las creaciones de Dios, aprenderemos más sobre El. CARACTERÍSTICAS DE DIOS Los Discursos sobre la Fe nos enseñan lo siguiente en cuanto a Dios: Notaremos aquí que Dios es el único gobernador supremo y Ser independiente en quien reside toda plenitud y perfección; que El es Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente; sin principio de días o fin de vida; y que en El existe todo buen don y todo buen principio; y que El es el Padre de toda luz; en 27
  • 29. El reside independientemente el principio de la fe, y El es el objeto en al que se centra la fe de todos los demás seres racionales y responsables, para obtener vida y salvación (Discursos sobre la Fe 2:2). A partir de las Escrituras, los Discursos enseñan lo siguiente sobre el carácter de Dios: Primero, que El fue Dios antes que el mundo fuera creado, y es el mismo Dios después de la creación. Segundo, que El es misericordioso y lleno de gracia, tardo para la ira, grande en bondad, y que ha sido así desde la eternidad y lo será hasta la eternidad. Tercero, que El no cambia, ni hay en El variación, sino que es el mismo de eternidad en eternidad, siendo el mismo ayer, hoy y para siempre, cuyo curso es un giro eterno, sin variación. Cuarto, que El es Dios de verdad y no puede mentir. Quinto, que no hace acepción de personas, sino que de cada nación, el que teme a Dios y obra rectitud es aceptado por El. Sexto, que El es amor (Discursos sobre la Fe 3:13-18). ATRIBUTOS Y PERFECCIONES DE DIOS Los Discursos sobre la Fe también hablan de seis atributos específicos de Dios, y todos están relacionados entre sí: Primero, CONOCIMIENTO... Segundo, FE O PODER... Algunas personas piensan que el Señor no obra por fe, puesto que El tiene todo conocimiento. En cierto sentido eso es verdad. No obstante, aquí José Smith está hablando de la fe como poder. Si Dios dejara de tener fe, dejaría de tener poder. La fe, o poder, es un atributo eterno de Dios. Tercero, JUSTICIA... Cuarto, JUICIO... Quinto, MISERICORDIA.. Sexto, VERDAD... (Discursos sobre la Fe 4:4-10). Podríamos relacionar estos seis atributos con las características de Dios mencionadas anteriormente, recordando que las perfecciones de Dios son el refinamiento de sus atributos y características, y que nosotros podemos refinar esas características en nosotros mismos para poder llegar a ser como El. Siempre he atesorado estas palabras de Juan: Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El. 28
  • 30. Amados, ahora somo hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando E! se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal como El es. Y todo aquél que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí mismo, así como El es puro (1 Juan 3:1-3). Eso no solamente nos enseña que veremos a Dios como El es y sabremos que físicamente fuimos creados a su imagen (cuando era más joven, yo pensaba que eso era todo lo que significaba), sino también enseña que si seguimos perfeccionándonos y santificándonos, podemos llegar a ser esplritualmente como El es. Jesús dijo: "Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Para mí, eso es tanto como decir que nuestra vida eterna depende de que lleguemos a conocer a Dios y saber cómo es El en realidad. 3. UN CONOCIMIENTO DE QUE LA DIRECCIÓN QUE LLEVA NUESTRA VIDA ESTÁ DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DE DIOS Un ejemplo magnífico del tercer elemento de la fe que se menciona en los Discursos, se encuentra en la historia de Nefi, pues Nefi sabía que el curso de su vida estaba en armonía con la voluntad de Dios. Analicemos su historia para ver si podemos determinar, al menos en parte, cómo sabe una persona si su vida lleva o no el rumbo que el Señor desea. Y aconteció que después de hablar con el Señor, yo, Nefi, volví a la tienda de mi padre (1 Nefi 3:1). Nefi había estado orando. Ese es un buen comienzo para poder conocer la voluntad del Señor. Después fue a hablar con Lehi, su padre. Y sucedió que me habló, diciendo: He aquí, he tenido un sueño, en el que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos volváis a Jerusalón. Pues he aquí, Labán tiene los anales de los judíos, así como una genealogía de tus antepasados; y están grabados sobre planchas de bronce (versículos 2, 3). Hasta este punto vemos únicamente a dos hombres, padre e hijo, sin ángeles, manifestaciones o evidencias físicas aparte de que el padre le dice a su hijo: "He soñado que tú y tus hermanos deben volver a Jerusaién". En ese momento Nefi tuvo que decidir si seguir las inclinaciones del hombre natural, o las del hombre espiritual, es decir, si dudar o creer. Por lo que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos debéis ir a la casa de Labán, y procurar los anales y traerlos aquí al desierto. Y he aquí, tus hermanos murmuran, diciendo que lo que yo les he requerido es cosa difícil; pero no soy yo quien se lo requiere, sino que es un mandato del Señor (versículos 4, 5). 29
  • 31. Ahora pensemos en nuestra condición espiritual. ¿Qué habríamos hocho nosotros? Laman y Lemuel murmuraron, diciendo quizá cosas tales como: "Papá siempre ha sido un visionario. Siempre sueña cosas. 1 ::te sueño puede deberse a que cenó tarde anoche". Imaginemos las cosas que pueden haber dicho, murmurando de su padre. De hecho, se negaron a creer la voluntad revelada del Señor. A continuación, consideremos a Nefi. El estaba en la misma situación y oyó las mismas palabras de su padre pero, ¿cuál fue su actitud? Por lo tanto, ve tú, hijo mío, y el Señor te favorecerá porque no has murmurado (versículo 6). Nefi oyó lo mismo que sus hermanos, pero creyó y no habló mal de su padre. Y sucedió que yo, Nefi, dije a mi padre: Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que El nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que puedan cumplir lo que les ha mandado (versículo 7). ¿Podemos ver cómo fue que Nefi puso el asunto en la perspectiva correcta? No era Lehi quien le estaba pidiendo que fuera a Jerusaién; era el Señor, por medio de Lehi. Había una gran diferencia, y Nefi la reconoció. Y aconteció que mi padre quedó altamente complacido al oír estas palabras, porque comprendió que el Señor me había bendecido (versículo 8). La relación entre ellos era armoniosa, y Lehi supo que el Señor había bendecido a su hijo. Nefi comprendió espiritualmente la verdad de las palabras de su padre. Conocía la voluntad del Señor; lo que le restaba era ir y hacerla. Y yo, Nefi, y mis hermanos emprendimos la marcha por el desierto, con nuestras tiendas, para ir a la tierra de Jerusalén (versículo 9). Es fácil saltarse un versículo como ése. Pero ¿podemos imaginarnos es esa posición? El viaje a Jerusalén era largo, y sospecho que había muchos problemas en el camino. No creo que el Señor le dijera a Nefi dónde plantar su tienda por la noche. Dudo que un ángel lo hiciera por él. Nefi mismo lo hacía. Posiblemente careció de agua en ocasiones, o batalló para conseguir comida. Ignoramos los detalles sobre ese breve versículo, pero el viaje no debe haber sido fácil, y el Señor no hizo todo el trabajo. Nefi mismo lo hizo. Y sucede lo mismo con nosotros. Y aconteció que al llegar a Jerusalén, yo y mis hermanos deliberamos unos con otros (versículo 10). Siempre me ha parecido interesante el hecho de que se pusieron a deliberar, preguntándose tal vez: "¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a obtener las planchas?" Por lo que se les había dicho hasta ese momento, parecía que sería una tarea fácil. La tendencia del hombre natural podría haber sido pensar: "Si el Señor prepara la vía, probablemente Labán tuvo el mismo sueño que nuestro padre. Ya ha de tener las planchas en un saco, listas para que las recojamos. Todo lo que tenemos que hacer es tocar a su puerta y pedírselas". Nefi y sus hermanos podían haber tenido toda la razón en creer eso, ¿no es así? 30
  • 32. Es posible que hayan llegado a considerar varias opciones. Quizá se les ocurrió algo como: "Yo podría trabajar para Labán varios meses, para ganar la mano de su hija, y entonces nos permitirá tomar las planchas". Esa es una posiblidad, ¿verdad? Ese pequeño versículo que dice que se pusieron a deliberar me indica que carecían de un plan fácil, detallado, para obtener las planchas de Labán. Todo lo que tenían es lo que nosotros tenemos ahora en nuestra vida, o sea, la palabra del Señor a través de su siervo. El Señor les dijo que obtuvieran las planchas. No les dijo específicamente cómo obtenerlas. Así que se pusieron a deliberar. Y echamos suertes para ver cuál de nosotros iría a la casa de Labán. Y sucedió que la suerte cayó sobre Laman, y fue y entró en la casa de Labán, y habló con él mientras estaba sentado en su casa (versículo 11). Una vez más, sospecho que Laman, como cualquier otro que siguiera las inclinaciones del hombre natural, tal vez pensaba que sería fácil pedirle las planchas a Labán, y que él se las daría. Y le pidió a Labán los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce que contenían la genealogía de mi padre. Y he aquí, aconteció que Labán se llenó de ira y lo echó de su presencia; y no quiso que él tuviera los anales. Por tanto, le dijo: He aquí, tú eres un ladrón, y te voy a matar. Pero Lamán huyó de su presencia, y nos contó lo que Labán había hecho (versículos 12-14). Sospecho que sus hermanos se sorprendieron un poco. Habían hecho exactamente lo que se les había dicho, pero en lugar de tener éxito, por poco pierden la vida. Es interesante notar que Nefi dice: Y empezamos a afligimos en extremo... Me imagino que estaban algo desanimados, igual que todos nosotros cuando nos fijamos una meta y no logramos alcanzarla. ... y mis hermanos estaban a punto de volver a mi padre en el desierto (versículo 14). AL LLEGAR LA ADVERSIDAD, REDOBLE SU FE EN EL SEÑOR Lamán y Lemuel no eran perseverantes. Al enfrentar el primer contratiempo querían darse por vencidos. Posiblemente siguieron murmurando de Nefi tanto como lo habían hecho de su padre. Pensemos detenidamente sobre lo que le pasó a Nefi y sus hermanos, pues tiene que ver con nosotros. Sufrieron un serio revés. Lo habían intentado, con fe, de la mejor manera que sabían. ¿Hubieran ¡do jamás a la casa de Labán si no hubieran tenido fe en que podrían obtener las planchas. No. Creyeron que lo lograrían, o de los contrario no habrían ¡do. Pero su intento fracasó. Ahora pasaban por tribulación, algo que casi todos nosotros enfrentamos todos los días. Tenían que tomar una decisión. ¿Seguirían adelante, creyendo en las palabras del Señor con una fe mayor 31
  • 33. que la que tenían previamente, o se darían por vencidos? Lamán y Lemuel querían volver a la tienda de su padre. Pero escuchemos a Nefi, lleno de gran fe. Pero he aquí, yo les dije: Vive el Señor, que como nosotros vivimos no volveremos a nuestro padre hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado (versículo 15). Eso era algo serio. En esencia, Nefi estaba usando una antigua y solemne expresión hebrea, que expresa certidumbre, aseverando que Dios vive, y que tan ciertamente como El vive y ellos vivían, no regresarían hasta haber logrado aquello que se les había mandado. En ese momento en particular, ¿tenía Nefi el conocimiento de que la tarea iba a ser fácil, o sabía lo que tenía qué hacer? No lo creo; todavía estaba obrando por fe. ¿Sabía él cómo iba a obtener las planchas? No, pero creía que lo haría. Creía con tanta fuerza, que es seguro que entendía el gran principio entretejido en toda esa experiencia: cuando vienen las tribulaciones y los problemas, no podemos dejar que nuestra fe se debilite, sino debemos fortalecer nuestra fe en e! Señor. Son situaciones como ésa a las que José Smith se estaba refiriendo al decir que cuando el Señor ve que estamos dispuestos a servirle a toda costa, a cualquier precio, o bajo cualquier circunstancia, entonces, y no antes, podremos tener la fe suficiente para alcanzar la vida eterna. Nefi estaba atravesando por ese proceso. Nefi continúa: Por tanto, seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor. Vayamos, pues, a la tierra de la herencia de nuestro padre, pues he aquí, él dejó oro y plata y toda clase de riquezas; y ha hecho todo esto a causa de los mandatos del Señor (versículo 16). En los versículos 17 al 20 vemos a Nefi razonando con sus hermanos y enfatizando la importancia de su misión y de las planchas. Luego dice: Y aconteció que, hablando de este modo, persuadí a mis hermanos a que fueran fieles en guardar los mandamientos de Dios (versículo 21). Nefi los convenció de regresar e intentar obtener las planchas otra vez. Se le ocurrió la idea de comprarle las planchas a Labán, y pudo haberles dicho a sus hermanos algo así: "Si le ofrecemos a Labán todas nuestras riquezas, seguramente nos dará las planchas". Imagino que Nefi les dio a sus hermanos un discurso que los persuadió de que esta vez tendrían éxito. ¿Estaba Nefi ejerciendo la fe en su plan? Ciertamente, pues de otra manera no lo hubiera seguido. Sin embargo, aunque su fe en ese método específico fracasaría, su fe en la voluntad del Señor (que obtuvieran las planchas) triunfaría finalmente. Y sucedió que fuimos a la tierra de nuestra herencia y recogimos nuestro oro, nuestra plata y todos nuestros objetos preciosos. Y después de haber recogido estas cosas, volvimos a la casa de Labán. Y acaeció que entramos donde estaba Labán, y le pedimos que nos diera los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, a cambio de las cuales le entregaríamos nuestro oro, y nuestra plata, y todas nuestras cosas preciosas (versículos 22-24). 32
  • 34. ¿Se impresionó Labán? Parece haberse impresionado con el oro, pero no con tener que entregar las planchas. Y aconteció que cuando Labán vio nuestros bienes, y que eran grandes en extremo, él los codició; por lo que nos echó fuera y mandó a sus siervos que nos mataran, a fin de apoderarse de nuestras riquezas. Sucedió, pues, que huimos delante de los siervos de Labán, y nos vimos obligados a abandonar nuestros bienes, que cayeron en manos de Labán. Y huimos al desierto sin que nos alcanzaran los siervos de Labán, y nos escondimos en la hendidura de un peñasco (versículos 25-27). Habían fallado por segunda vez en lograr su objetivo. Me pregunto cuán fuerte sería nuestra fe si pasáramos por la misma situación. Dos veces habían sido obedientes e ido a la casa de Labán para conseguir las planchas. Lo habían perdido casi todo, y ahora estaban escondidos para salvar sus vidas. Mas Nefi, sabiendo que la voluntad del Señor era que tuvieran éxito, seguía creyendo. CONOZCA EL HORARIO DEL SEÑOR Y aconteció que Laman se irritó conmigo y también con mi padre; y lo mismo hizo Lemuel, porque se dejó llevar por las palabras de Laman [nótese que uno puede seguir constantemente lo que es malo, tanto como lo que es bueno]. Por tanto, Laman y Lemuel nos hablaron muchas palabras ásperas a nosotros, sus hermanos menores, y hasta nos golpearon con una vara. Y sucedió que mientras nos golpeaban con la vara, he aquí, vino un ángel del Señor y se puso ante ellos, y les habló, diciendo: ¿Por qué golpeáis a vuestro hermano menor con una vara? ¿No sabéis que el Señor lo ha escogido para que sea un dirigente sobre vosotros, y esto a causa de vuestras iniquidades? He aquí, volveréis a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos (versículos 28, 29). Hay aquí dos puntos importantes que debemos recordar. Primero, tras dos intentos fallidos, Nefi permanecía fuerte en la fe. A pesar de que Laman y Lemuel lo estaban golpeando, él creía. Podríamos preguntar: ¿Seguimos nosotros creyendo cuando la vida nos golpea? ¿Le decimos al Señor: "Padre, no sé cómo voy a lograrlo, pero con tu ayuda voy a cumplir tu voluntad". ¿O seguimos acaso el ejemplo de Laman y Lemuel, que dudaron, murmuraron, temieron y se dieron por vencidos? El segundo punto es que Nefi, después de dos grandes fracasos, recibió la recompensa de su fe. ¡Del cielo vino un ángel para defenderlo de sus hermanos! A esas alturas Nefi debe haber necesitado algo de apoyo, y me imagino que eso le ayudó. Pero, ¿qué supo en ese momento que antes no sabía? El ángel dijo: "He aquí, volveréis a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos" (versículo 29). Nefi supo entonces el horario del Señor, cosa que es muy importante saber. Hay muchas cosas que son la voluntad del Señor, pero sus horarios son desconocidos para el hombre. Hay que tener eso presente cuando intentamos cumplir la voluntad del Señor. 33
  • 35. Y luego que nos hubo hablado, el ángel se fue. Y después que el ángel hubo partido, Lamán y Lemuel empezaron otra vez a murmurar (versículos 30, 31). Aquí podemos ver el impacto que puede tener un ángel en la fe de un incrédulo: prácticamente ninguno. Lamán y Lemuel eran "hombres naturales", y luego que el ángel se fue, hicieron una pregunta "de hombre natural". Cierto es que el Señor nos permite hacer esa pregunta, pero debemos hacerla con una actitud de fe. Lamán y Lemuel preguntaron con dudas "¿cómo?": "¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos?" (versículo 31). Nefi no sabía la respuesta. Todo lo que sabía era que tenían que ir y hacerlo, y el Señor proveería. Por el contrario, lo único en que Lamán y Lemuel podían pensar era la dificultad de la tarea. Lo que ellos esperaban era un plan detallado para hacer la voluntad del Señor, quizás algo así: 1. Llegar a Jerusalén a las 4:00 p.m. 2. No entrar por la puerta, sino trepar por la muralla en la parte trasera de la ciudad. 3. Tomar la calle Fulana. 4. Caminar cuatro cuadras y luego doblar a la derecha, etc. Puede parecer ridículo tal vez, pero en esencia eso es lo que estaban esperando para poder creer. Con evidencias como ésa casi cualquiera podría creer, pero el Señor no opera de esa manera. El Señor revela su voluntad en general para permitirnos tener fe en El y ver si estamos dispuestos a probar esa fe a través de nuestras propias acciones, a pesar de que no sepamos específicamente cómo hacer su voluntad. El nos revela la luz, y espera que caminemos en terreno desconocido, y sólo entonces revelará más luz y verdad. Eso me recuerda unas grandes palabras en el libro de Abraham. A Abraham se le mostraron las inteligencias que fueron organizadas antes que el mundo fuese, y se le dijo que él era una de ellas. Entonces se le enseñó uno de los grandes propósitos de esta vida: Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con El: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar; y con esto tos probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare (Abraham 3;24, 25). El Señor nos da sus mandamientos a través de las Escrituras, los profetas y los susurros del Espíritu Santa, pero El espera que nosotros encontremos, por medio de nuestra fe, las maneras específicas de guardar sus mandamientos. ¿Cómo podríamos llegar a ser como El si tomara todas las decisiones por nosotros, si nos llevara de la mano todo el tiempo? En generál, no se conocen los detalles específicos sobre cómo cumplir la voluntad del Señor Volvamos a Nefi, que se hallaba en medio de la prueba de su fe. Lamán y Lemuel seguían murmurando (1 Nefi 3): ¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos? He aquí, es un hombre poderoso, y puede mandar a cincuenta, sí, y aun puede matar a cincuenta; luego, ¿por qué no a nosotros? (versículo 31). 34
  • 36. Lamán y Lemuel se dejaban impresionar por el poder del mundo. Imagino que cuando huyeron la segunda vez, vieron las espadas y percibieron que apenas si habían escapado con vida. Tratemos de imaginar esa situación tal como la veían Lamán y Lemuel. Habían visto un ángel, y hacían el contraste entre él y cincuenta hombres armados de espadas. En la mente de un hombre natural, la comparación podría ser mas o menos así: "Vi un ángel, es cierto. De eso estoy seguro. Pero más seguro estoy de haber visto cincuenta hombres armados". Nefi también hizo la comparación, mas cuando enfrentó los argumentos de sus hermanos, les contestó lleno de fe: Volvamos a Jerusalén, y seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor... Observemos que casi siempre que hablaba, Nefi mencionaba los mandamientos del Señor. No decía: "Hagamos lo que nos dijo nuestro padre que hiciéramos", sino: "Vayamos y hagamos lo que el Señor dijo". Estoy seguro que al Señor le complace cuando damos nuestro testimonio de que El vive. Pero lo verdaderamente importante es nuestro amor por el Señor y el que hagamos su voluntad y guardemos sus mandamientos. Escuchemos a Nefi, y conoceremos la fuerza de su fe en el Señor: ... pues he aquí, El es más poderoso que toda la Tierra. ¿Por qué, pues, no ha de ser más poderoso que Labán con sus cincuenta, o aun con sus decenas de millares? (1 Nefi 4:1). Me gustaría añadir que si mantenemos esa misma actitud en medio de las tribulaciones, al final veremos recompensada nuestra fe. Vamos pues, y seamos fuertes como Moisés; porque él de cierto habló a las aguas del mar Rojo y se apartaron a uno y otro lado, y nuestros padres salieron de su cautividad por sobre tierra seca, y los ejércitos de Faraón los persiguieron y se ahogaron en las aguas del mar Rojo. He aquí, a vosotros os consta la certeza de esto, y también sabéis que un ángel os ha hablado; ¿cómo, pues, podéis dudar? Vayamos allá; el Señor puede librarnos como a nuestros padres, y destruir a Labán como a los egipcios. Nefi les enseñó a sus hermanos que el Señor actuaría con ellos como lo hizo con Moisés. El Señor puede actuar con nosotros de Igual manera hoy día. EL SEÑOR DA LIBERTAD DE ACCIÓN AL RAZONAMIENTO HUMANO Nefi continúa: Y cuando hube hablado estas palabras, todavía estaban irritados, y continuaron murmurando; sin embargo, me siguieron hasta que llegamos a los muros de Jerusalén. Y era ya de noche; e hice que se ocultaran fuera del muro (versículos 4, 5). 35
  • 37. Si con anticipación Nefi hubiera sabido exactamente lo que iba a suceder, si hubiera sabido que serían protegidos y que todo iba a salir bien, ¿hubiera dejado a sus hermanos escondidos fuera del muro? Lo dudo. Pero lo hizo, pues ignoraba lo que iba a pasar, y por eso tomó esa precaución extra. El Señor le estaba permitiendo que ejerciera su juicio personal, lo cual lo ayudaría a crecer. Y cuando se hubieron escondido, yo, Nefi, entré furtivamente en la ciudad y me dirigí a la casa de Labán (versículo 5). En el siguiente versículo encontramos el desenlace de todo lo que hemos estado hablando: E iba guiado por al Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hac8r. No obstante, seguí adelante (versículos 6, 7). Nefi seguía adelante, decidido a cumplir la voluntad del Señor, a pesar de no saber exactamente cómo cumplirla. Fue después de eso que el Señor empezó a revelarle casi exactamente lo que tenía que hacerse. Y finalmente pudo obtener las planchas. No obstante, eso no sucedió sino hasta después de la prueba de su fe. Sólo hasta después que el Señor supo que Nefi le serviría a toda costa, le reveló específicamente su voluntad. Fue entonces que bendijo a Nefi con su Espíritu, para que lo instruyera. Nosotros nos hallamos" en la misma posición que Nefi. Al ir adelante con fe, el Señor nos revelará su voluntad para que sepamos qué debemos hacer. Me he conmovido grandemente al ver cuánta revelación ha derramado el Señor sobre los miembros de su Iglesia sobre cómo hacer su obra y resolver los problemas, así como la derramó sobre Nefi. Cuando le digamos sinceramente al Señor: "Padre, creo en tu voluntad, y quiero cumplirla; haré todo lo que sea necesario para hacerla", y luego respetemos nuestra promesa, el Señor nos revelará cómo cumplirla. Entonces sabremos que la dirección que lleva nuestra vida va de acuerdo con la voluntad de El, y podremos ejercer la fe en El, no únicamente para guardar sus mandamientos, sino para alcanzar la vida y salvación . PREGUNTAS PARA MEDITAR 1. ¿En qué debe basarse nuestra fe? 2. ¿Cuáles son las tres cosas que los Discursos sobre la Fe mencionan que son necesarias para tener fe en Dios para vida y salvación? 3. ¿En qué manera sabemos de la existencia de Dios? 4, ¿Por qué desea Dios que sepamos de su existencia? 5. ¿En que manera podemos conocer los atributos de Dios? 6. El conocer los atributos de Dios, ¿cómo nos puede ayudar a tener fe en El? 7. ¿Cuáles son algunos de los atributos y características de Dios? 8. ¿Cómo podemos llegar a saber que el curso que lleva nuestra vida está de acuerdo con la voluntad de Dios? 36
  • 38. 9. Leamos otra vez la historia de Nefi que se menciona en este capítulo. ¿Qué principios podemos aprender de esta historia que nos puedan ayudar a solucionar cualquier problema que tengamos actualmente? http://bibliotecasud.blogspot.com/ 37
  • 39. 5 CÓMO SE OBTIENE LA FE Hace algunos años visité Machu Picchu, las famosas ruinas incas, cerca de Cuzco, Perú. Antes de regresar a Cuzco, arriba en la montaña conocí a un hombre que, según supe, era un arqueólogo bastante erudito. El estaba fascinado por las ruinas; era la primera vez que visitaba Machu Picchu, aunque había estado en muchas otras ruinas. Me citó lugares de los que yo nunca había oído —y creía yo haber visitado bastantes. E¡ había estado en "ruinas de ruinas". Hablamos un poco sobre Machu Picchu, y luego lo fui introduciendo en una charla sobre el evangelio. Le pregunté: "¿Quiénes eran los de este pueblo, y qué hacían aquí?" Sin embargo, en cuanto mencioné el Libro de Mormón, endureció su corazón. Dijo: "Sr. Cook, no quiero que me hable sobre iglesias o religión". Un rechazo tan claro como ése requiere abordar el tema desde un ángulo diferente, por lo que le dije: "Sé que usted es un científico, así que no le hablaré acerca de las formas espirituales de conocer la verdad. Pero quisiera que me contestara sólo dos o tres preguntas". Y dije para mis adentros: "¿Cuáles preguntas, hermano Cook? Que el Espíritu me ayude, pues de otra manera, ¿cuáles son las dos o tres preguntas que le voy a hacer a este hombre?" Y una de ellas fue: "El libro Lo que el Viento se llevó está lleno de anacronismos o errores históricos. Escribirlo le llevó al autor diez años. ¿Cómo se explica el hecho de que José Smith tradujera el Libro de Mormón en sólo sesenta días?" Entonces guardé silencio, y me dispuse a escuchar. "Pues", dijo él, "no lo sé. Primero que nada, tendría yo que suponer que es cierto lo que usted dice". Y le dije: "Lo es. Está históricamente comprobado". Y añadió: "Pues no sé. la respuesta". Entonces dije: "Veamos la siguiente pregunta: Usted sabe tan bien como yo que hace unos diez o quince años los arqueólogos decían que el cemento fue descubierto únicamente en Europa, y que los antiguos americanos no conocían el cobre. El mundo no cuando José Smith publicó el Libro de Mormón, que dice que en las Américas había caminos de cemento, utensilios de cobre, caballos y elefantes. Hoy, como usted sabe, ya los arqueólogos han encontrado todas esas cosas en este continente. Yo he andado en caminos de cemento, y he visto cientos de cuchillos de cobre, y los huesos de caballos y elefantes. Cortés trajo caballos cuando vino, pero ya había habido caballos aquí mucho tiempo antes de Cortés. ¿Cómo supo José Smith, en el año 1830, que estaba bien poner esas cosas en Libro de Mormón?" ¿Qué podía decir este hombre? Y como Alma le dijo a Korihor, le dije: "La única evidencia que usted tiene de que no hay Dios, es su propia palabra" (véase Alma 30:40). ¿Podemos ver el poder de tal argumento? Entonces el hombre emprendió la retirada, pues la presión era mucha. Mas en la retirada llegó nadamás hasta donde acostumbran llegar los agnósticos, así que me dijo: "Sr. Cook, no puedo afirmar que haya un Dios, o que no lo haya; no lo sé". ¿Se dan cuenta en qué posición estaba?. Estaba exactamente en el punto medio, y eso no sirve para nada. Una persona tiene que moverse de ese punto. Tiene que tener al menos el deseo de creer. Si tan sólo cuenta con eso, puede empezar a tener fe. Si no, no llegará a ninguna parte. Al analizar cómo se obtiene la fe, debemos estudiar los principios que podemos 38
  • 40. aprender de las Escrituras. Discutiremos aquí algunos de esos principios bajo los siguientes subtemas. Al ir leyendo estas seis secciones, debemos referimos continuamente al diagrama de la página 54 1. Un deseo de creer Alma explicó la manera de obtener la fe: Pues como dije acerca de la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con mis palabras. No podéis, al principio, saber a perfección acerca de su veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto. Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta poner a prueba mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que que este deseo obre en vosotros, sí, hasta que de algún modo creáis que podéis dar cabida a una porción de mis palabras (Alma 32:26, 27). El Señor no espera que creamos sin contar con alguna evidencia. Eso puede cambiar después, pero al principio El proporciona la evidencia. Al aparecerse a José Smith, el Señor proporcionó la evidencia más grande de que El existe. Y en el Libro de Mormón tenemos grandes evidencias, por millares. Tenemos los testimonios de los profetas y de otros. Y tenemos los susurros del Espíritu Santo. Al ir creciendo espiritualmente, necesitaremos cada vez menos evidencia para creer, pero al principio requerimos de alguna.' Sin embargo, aun con evidencia, debemos tener el deseo de creer. Sin ese deseo no creeríamos aun con mucha evidencia. Pero teniendo el deseo, hemos iniciado el proceso de obtener la fe, y el Espíritu Santo nos ayuda a llegar al punto en que podemos creer las palabras del Señor. 2. Creer en la palabra del Señor Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora, si dais lugar para que sea plantada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a germinar en vuestro pecho...(Alma 32:28). Si damos lugar a que una semilla buena (una porción de la palabra del Señor) sea plantada en nuestro corazón, debemos tener cuidado de no echarla fuera por incredulidad. Esto se aplica no sólo a la obtención de un testimonio; se aplica también al ejercer la fe como padre, como madre, como líder del sacerdocio, o como misionero, o en cualquier otro aspecto de la vida. Por causa de nuestra incredulidad todos los días desechamos grandes cosas. Mas si no arrojamos de nuestro corazón esa porción de la palabra del Señor, empezará a crecer dentro de nosotros, ensanchándose en nuestro pecho. Es así como describe Alma el fuego en nuestro pecho, o el testimonio del Espíritu de la veracidad de la palabra del Señor. ... y al percibir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque [1] empieza a ensanchar mi alma; sí, [2] empieza a iluminar mi inteligencia; sí, [3] empieza a ser deliciosa para mí (versículo 28). 39
  • 41. 3. Experimentar y recibir evidencias espirituales A esas alturas ya disponemos de evidencias: sabemos que sentimos algo, pues hemos tenido esa "sensación de crecimiento". Sin embargo, en forma inspirada, Alma no terminó ahí su explicación, y estoy agradecido por eso, ya que es posible que diferentes personas tengan ideas diferentes sobre lo que es un sentimiento espiritual y lo que significa. De modo que, ¿cómo podemos reconocer correctamente ese sentimiento, y saber que la semilla (la palabra) es de Dios? Alma proporciona tres evidencias definitivas que nos indican que la semilla viene del Señor; 1. Empieza a ensanchar nuestra alma. 2. Empieza a iluminar nuestra inteligencia. 3. Empieza a ser deliciosa para nosotros. Hace varios años, unos misioneros de estaca estaban enseñando en nuestro barrio a un hombre que ya entendía el evangelio, pero que por alguna razón no deseaba ingresar a la Iglesia. Vino a verme uno de los misioneros, y me dijo: "Eider Cook, estoy seguro de que si usted fuera con nosotros a visitar a este hombre, podríamos persuadirlo a que se bautizara". Yo me sentía fuera de práctica, pues había terminado mi misión hacía ya algunos años. ¿Qué podía hacer?. Es evidente que había algo de incredulidad en mi corazón. Pero el misionero manifestó fe en mí, diciendo una vez más: "Eider Cook, estoy seguro de que si usted visita a ese hombre, podrá persuadirlo para que se bautice". El tenía fe en que el Señor podía obrar por medid de nosotros para ayudar a este hombre a entrar a la Iglesia; ¿qué me restaba? Oramos pidiendo que se hiciera la voluntad del Señor, y salimos a visitar al hombre. El ya había escuchado las charlas misionales tantas veces, que probablemente las sabía mejor que yo. En los primeros quince minutos de nuestra plática, supe que no estaba evitando el bautismo por falta de conocimiento o comprensión. También me di cuenta que estaba guardando los mandamientos. Por lo que rápidamente llegamos al fondo del asunto. El hombre dijo: "Élder Cook, creo que lo que pasa es que no sé que la Iglesia es verdadera. Si supiera que es verdadera, me uniría a ella, pero no lo sé". Yo ya había sentido que él sí lo sabía, pero no sabía que lo sabía. Y le dije: "Hermano, quisiera pedirle algo. Tome esta hoja de papel, y anote todas las razones que se le ocurran por las que no deba bautizarse. Nosotros le ayudaremos a pensar". Su esposa, que era miembro de la Iglesia, estaba ahí sentada, y también le dije: "Ayúdenos usted. Vamos a tratar de pensar en toda razón imaginable por la que su esposo no deba bautizarse". El hombre procuró pensar en algunas razones, pero la única que se le ocurría era que no estaba seguro de que la Iglesia fuera verdadera. No podía decir que no se ajustaría a esa clase de vida, pues ya la estaba viviendo. Por lo tanto, le dije: "Si le ayudáramos a eliminar esa razón, ¿se bautizaría? Contestó que sí, así que quedó comprometido. Entonces sentí que a mi mente venían unas palabras del Señor, y le dije: "Hermano, ¿quisiera usted contarnos alguna experiencia que haya tenido con los misioneros, en la que haya sentido que su alma se ensanchaba?" Nunca antes había yo dicho esas palabras; brotaron de mí automáticamente. El dijo: "Bien, cuando estos élderes comenzaron a venir, yo tenía la costumbre de maldecir, no tiene ¡dea cuánto. Era algo terrible. Pero siento que mi alma ha crecido porque me 40