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Mateo 8:1-17
By Chuck Smith
Estamos nuevamente con ustedes amigos, para seguir estudiando el
evangelio de Mateo. Si ya encontró el texto de este día le pido que mantenga
abierta su Biblia en ese lugar.
Nosotros encontramos el Sermón del Monte en Mateo 5, 6 y 7. Y en el
capítulo 8 comienza diciendo:
“Cuando descendió Jesús del monte…” (Mateo 8:1),
Habiendo proclamado el Reino de Dios y las condiciones del Reino,
aquellas que se encuentran dentro este reino, descendiendo de la montaña, El
comenzó a mostrar las actividades del Reino de Dios, de cómo será durante la
era del reino.
Leemos en Isaías capítulo 35 acerca de la era del reino, y allí declara
como el sordo oirá, el mudo cantará alabanzas, el ciego verá la gloria de Dios y
el cojo saltará de alegría. Todo el reino es un reino de restauración. Si usted
observa el mundo de hoy, usted no puede ver la intención divina de Dios que El
tuvo cuando creó al mundo. Cuando usted mira al hombre a su alrededor, usted
no ve la intención de Dios cuando El dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen
y semejanza” porque nosotros miramos a nuestro alrededor a este mundo en
decadencia y vemos al hombre decadente y no podemos entender en lo que
vemos, el plan original de Dios, y por esto muchas personas se confunden
acerca de Dios.
¿Cómo un Dios de amor puede permitir las cosas que están sucediendo
en nuestro mundo de hoy? Pero en realidad, el mundo que usted ve, es el
mundo que está en rebelión contra la ley de Dios, en rebelión contra el reino de
Dios, y es un mundo que dice, “Nosotros no tendremos a este hombre para que
gobierne sobre nosotros”. Usted ve un mundo de hombres que piensan que
2. saben mejor que Dios cómo gobernarse a ellos mismos. Y así es que
observamos el trágico producto del hombre rechazando el reino de Dios sobre
sus vidas. Pero cuando vino Jesús, declaró nuevamente los aspectos gloriosos
del reino, y ahora El comienza a demostrar un adelanto de lo que será en el
reino.
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“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha
gente.” (Mateo 8:1).
Cuando El fue a la montaña, solo sus discípulos fueron con El “Y abriendo
su boca les enseñaba diciendo…” El Sermón del Monte no fue para las
multitudes; fue para esos pocos íntimos, fue para los discípulos. No hay al
presente una aplicación mundialmente amplia para el Sermón de la Montaña; si
la habrá en la era del reino. Pero hay una aplicación definida entre quienes ya
son ciudadanos de Su reino. En otras palabras, hay una aplicación para
nosotros porque somos parte de Su reino pues nosotros ya hemos doblado
nuestras rodillas ante el Rey.
Pero volviendo nuevamente a nuestra lectura de este día, leemos que
habiendo descendido del monte, las multitudes le rodearon y le siguieron.
“Y he aquí vino un leproso y se postró ante él…”
(Mateo 8:2),
En ese tiempo no había cura para la lepra. Ahora tenemos medicinas con
las que se puede detener la lepra; aún no puede curarse, pero sí puede
detenerse. Ahora la llaman la enfermedad de Hansen, para de esta forma
alejarse del estigma de la lepra. Pero la palabra “lepra” aún provoca una clase
de reacción, horror y miedo. Así que ya no la llaman lepra sino enfermedad de
Hansen, así nombrada por el Dr. Hansen que fue el primero en aislar el bacilo
de la lepra.
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Así que el hombre de nuestro texto era un alguien que había sido
discriminado por la sociedad. Un leproso debía gritar, "Impuro! Impuro!" para que
las personas no se le acercaran demasiado. Pero leemos:
“…y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes
limpiarme.” (Mateo 8:2).
De alguna manera reconociendo el poder del Rey, dijo “si quieres, puedes
limpiarme.”
“Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé
limpio. Y al instante su lepra desapareció” (Mateo 8:3).
Aquí hay algo interesante. Número uno, había quienes se quejaban de
que Jesús violaba la ley porque era ilegal tocar a un leproso. Y eso es verdad. Si
usted tocaba a un leproso usted quedaba, ceremonialmente, impuro. Usted no
podía entonces, entrar al templo de Dios. Sería como haber tocado a un muerto.
Hasta que usted, primeramente, hubiera pasado por el baño ceremonial y otras
cosas usted sería impuro. Pero lo que hizo Jesús no fue una violación horrible
de la ley, el asunto es que cuando Jesús lo tocó, él ya no tenía lepra, así que allí
hay también una cuestión de argumento.
Pero lo interesante para mi es, “Si quieres”, y la respuesta de Jesús fue
“Quiero”. Hay algunas personas hoy que no aprueban nuestra oración, “Señor, si
es Tu voluntad, que así sea”. Yo no encuentro ningún problema con esa oración.
De hecho, creo que cometemos un grave error al asumir que siempre sabemos
cuál es la voluntad de Dios. Y asumir que Dios va a sanar en cada caso,
realmente no es bíblico. Evidentemente con el apóstol Pablo, la voluntad de Dios
no era sanarlo de ese aguijón en su carne, un ministro de Satanás lo estaba
golpeando (abofeteando), tres veces oró Pablo pidiendo acerca de esto y
finalmente el Señor le dijo, “Pablo, bástate mi gracia”.
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Y así, cuando yo me presento a Dios con mis propias necesidades físicas,
yo no lo veo como falta de fe. Solo lo veo como algo muy sabio y un acto de
tremenda fe y completo compromiso de mi mismo con Dios al decir, “Señor, Tu
voluntad sea hecha”. Yo he tenido momentos duros con algunas personas que
se oponen a esto. Yo no tengo temor de la voluntad de Dios. De hecho, yo si
tengo miedo de algo, y ello es, de cualquier otra cosa que no sea la voluntad de
Dios para mí. Realmente yo no quiero salir de la voluntad de Dios. Y Pablo el
apóstol dijo, “Es mi deseo que como siempre, ahora también será magnificado
Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.” Mi mayor preocupación es que
Cristo sea glorificado.
Yo creo que tal vez en la mayoría de los casos el Señor responda,
“Quiero, sé limpio”. Pero tal vez El no lo haga y debo estar dispuesto a aceptar
cualquiera sea Su respuesta. Habiéndome encomendado completamente en
Sus manos, si El dice, “Quiero, sé limpio”, alabo al Señor. Pero si El dice, “Esto
es para la gloria de Dios para que usted pueda crecer realmente en su propio
caminar y relación con Dios, llegando a confiar totalmente en El. Hay áreas que
Yo quiero revelarle y glorias que quiero traer a su vida, y para que usted no sea
exaltado debido a la gloria que voy a traer sobre usted, es realmente necesario
que usted experimente esta debilidad en su carne para recordar constantemente
su naturaleza humana porque yo voy a llevarle hacia una dimensión y hacia un
reino que es justo, más allá”. Yo digo, “Bien, alabado sea el Señor. Su voluntad
sea hecha”. Y no encuentro ningún problema con eso.
Pero Jesús le dijo al leproso, “Quiero, sé limpio”. E inmediatamente su
lepra fue sanada. Ahora Jesús le manda a él que,
“Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda
que ordenó Moisés, para testimonio a ellos”. (Mateo 8:4).
Es interesante para mi que, incluso en la ley de Moisés, había provisión
para la cura de una enfermedad incurable. Y en la ley de Moisés se declara,
“Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare”. Así que Dios hizo provisión
5. en la Ley para El hacer una obra que es contraria a la naturaleza; o sea sanar la
lepra. E incluso en la ley, Dios hizo provisión para el leproso en el día de su
sanidad por el obrar milagroso de Dios en su vida. Y en el día de su limpieza el
debía ir y llevar dos palomas. Y una debía morir, su sangre puesta en un
recipiente, y la otra, la que quedaba viva, debía ser sumergida en la sangre y
luego debían soltarla para que se fuera volando. Y el leproso debía pasar por
esta ceremonia de limpieza (purificación), pero es una ceremonia hermosa, al
saber que se recibe una nueva libertad en la vida que usted tiene, cuando Dios
ha manifestado Su poder milagroso en su vida.
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Así que el Señor dice, Ve y sigue la ley. Ve al sacerdote y pasa por el
ritual. Deja que el sacerdote te examine, permanece en esta casa durante siete
días, que te examine nuevamente, y luego proclama que has sido limpiado, y
después trae la ofrenda. El Señor le dijo que fuera y cumpliera con la ley.
Ahora leemos el verso 5 de Mateo capítulo 8:
“Entrando Jesús en Capernaum…” (Mateo 8:5),
Capernaum es llamada más tarde Su ciudad. Jesús tuvo su centro de
operaciones en Capernaúm sobre la Mar de Galilea. Yo puedo entender el por
qué. ¡Qué lugar hermoso! Yo amo Capernaum desde el punto de vista estético.
Me gusta mucho el agua y el cielo azul y todo el entorno. Es realmente un lugar
hermoso. Y puedo entender porqué Jesús se acuarteló allí en Capernaum.
El estaba entrando en Capernaum, y
“…vino a él un centurión, rogándole…” (Mateo 8:5),
Un centurión era un soldado romano. La primera persona que Jesús
ministró era una leproso, un hombre que estaba fuera de la sociedad,
discriminado por su enfermedad. La segunda persona que El ministra es un
Gentil, es decir alguien que no es judío, uno quien estaba fuera del pacto con
Israel, un centurión Romano que vino a El, rogándole,
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“…diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa,
paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le
sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que
entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”
(Mateo 8:6-8).
Observe ahora, el entendimiento de la autoridad, que tenía este
Centurión, pues él dijo:
“Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo
mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y
viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.” (Mateo 8:9).
Yo comprendo que cosa es la autoridad, Señor. Yo soy un hombre bajo
autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes. Yo comprendo la autoridad; hay
una cadena de orden en la autoridad. Yo estoy bajo autoridad y tengo hombres
debajo de mi. Ningún hombre que no es gobernado él mismo, no puede
gobernar debidamente. Si hay un hombre que no tiene el sentido de “Yo estoy
bajo autoridad”, un hombre que no tiene ese concepto, entonces usted tiene una
situación trágica y tendrá tiranía, yo tengo que estar bajo esa autoridad de Dios.
Ningún hombre puede realmente gobernar si no está él mismo bajo autoridad y
comprende el principio de autoridad.
“Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes
soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto,
7. y lo hace. Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la
palabra, y mi criado sanará. “
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“Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De
cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.”
(Mate 8:10).
Nunca conocí a un israelita con tanta fé… aquí tenemos a una persona
que viene del reino gentil, uno que viene del imperio romano, él está fuera del
pacto de Israel, pero aquí él está mostrando una tremenda fe en Jesucristo.
“Señor, Tú no tienes que venir, solo dí la palabra. Yo se de que se trata la
autoridad. Tu solo debes decirlo”. Y Jesús prosiguió para predecir el trabajo
glorioso del Espíritu de Dios entre los Gentiles.
“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán
con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;” (Mateo 8:11).
El oriente y el occidente se refieren a las naciones gentiles. Muchos
saldrán de los gentiles, y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob. Es
interesante que cuando pienso acerca del cielo, generalmente pienso en Pablo y
Juan y muchos de los personajes del Nuevo Testamento. Realmente nunca
pensé mucho en sentarme con Abraham, Isaac y Jacob. De hecho pienso que
será una gran emoción, pero hay tantos que estarán allí. Pienso en David, sera
grandioso estar con él. Elías y Eliseo, me gustan esos personajes. Pero el reino
de los cielos estará integrado, dijo Jesús, por muchos Gentiles también. Leemos
ahora en el verso 12:
“mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de
afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo 8:12).
A causa del rechazo de los Judíos hacia Jesucristo, las gloriosas buenas
nuevas de Dios serán llevadas al mundo de los gentiles y muchos saldrán de
ese mundo gentil y serán parte del glorioso reino de Dios, considerando que los
8. niños del reino, la cimiente natural de Abraham, debido a su rechazo del Mesías,
no entrarán en el reino.
“Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado
fue sanado en aquella misma hora.” (Mateo 8:13).
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El próximo milagro de Jesús fue realizado sobre una mujer, que en esa
cultura tan particular no era respetada y estimada como lo es hoy. En esa época
cuando una mujer estaba embarazada, al momento de dar a luz, todos se
reunían en su casa y preparaban una gran fiesta y celebración. Y si la partera
salía y decía “Es un varón”, todos comenzaban a celebrar y tener una gran
fiesta. Pero si la partera salía y decía, “Es una niña”, todos recogían sus cosas y
se iban a sus casas.
La primera persona que Jesús tocó fue un leproso, un discriminado por la
sociedad. La segunda persona fue un Gentil, separado del pacto. La tercera
persona es una mujer, que era subestimada. Jesús nunca subestimó a nadie, ni
excluyó a nadie. El reino no excluye a nadie.
Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste
postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y
ella se levantó, y les servía. (Mateo 8:14-15).
“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra
echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese
lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias”. (Mateo 8:16-17).
En cuanto al capítulo 53 de Isaías, cuando él está profetizando acerca del
siervo de Dios, el Mesías, él dice, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados”, y existen aquellos estudiosos de la Biblia hoy en
día que quieren hacer que esto encaje solo para la sanidad espiritual, pero
9. realmente, el comentario más acertado no siempre es el de aquellos que se
declaran a sí mismos estudiosos de la Biblia. El mejor comentario que usted
tiene del Antiguo Testamento, es el inspirado en el Nuevo Testamento. Y aquí
Mateo, escribiendo por la inspiración del Espíritu Santo, declara acerca de la
sanidad física sobre todas estas personas que fueron traídas a Jesús y también
cuando El estaba en la casa de Pedro en la tarde, y cuando Jesús los sanó a
todos ellos, lo que Jesús estaba haciendo era que la profecía de Isaías se
cumpliera. Así que Mateo toma la profecía de Isaías para incluir tanto sanidad
física como sanidad espiritual.
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