1. CASTELLANO PUNEÑO
Una mirada identitaria
Franklin Ronald Ramos Vargas
Se considera imprescindible tomar como referencia, para el análisis de la lengua
castellana en Puno, el perfil de la lengua arguediana, brillantemente expuesta por
Alberto Escobar en su trabajo Intitulado “Arguedas o la utopía de la lengua”.
Para Escobar, “Arguedas no fue ni pretendió aparecer como un lingüista, es decir, como
un estudioso preparado para el examen, descripción y análisis de los componentes y
estructuras de las lenguas en abstracto y de una u otra lengua en particular. Pero sí fue
un enamorado del [qhishwa], un gozador de su riqueza expresiva, un ser dotado con una
sensibilidad muy fina para los matices del habla, como bien pudieron apreciarlo quienes
lo escucharon contar chistes o narrar anécdotas y sucedidos en castellano o [qhishwa]”
(ESCOBAR: 1984:69).
Arguedas es el hito que rompe el telón obscuro de la discriminación cruel que los
criollos aplicaban sobre los ‘indios’ respecto de la lengua; una lengua castellana
‘andinizada’, adjetivada, por éstos, como inferior, animalesca, salvaje e irracional. Sin
darse cuenta que los ‘indios’ trasladaban las estructuras fonéticas, morfológicas,
sintácticas y semánticas del qhishwa o aymara brillantemente al castellano. Es así que el
amauta Arguedas en un pasaje del célebre ensayo publicado en Mar del Sur, cuenta muy
llanamente su opción: “¿En qué idioma se debía hablar a los indios en la literatura? Para
el bilingüe, para quien aprendió a hablar en [qhishwa], resulta imposible, de pronto,
hacerles hablar en castellano; en cambio quien no los conoce a través de la niñez, de la
experiencia profunda, puede quizá concebirlos expresándose en castellano. Yo resolví el
problema creándoles un lenguaje castellano especial, que después ha sido empleado
con horrible exageración en trabajos ajenos. ¡Pero los indios no hablan en ese castellano
ni con los de lengua ‘española’, ni mucho menos entre ellos! Es una ficción. Los indios
hablan en [qheshwa]” (ARGUEDAS: 1950: 71).
Las palabras de Arguedas, sin duda, reflejan, también la realidad lingüística de PUNO
desde la invasión de los españoles. En la actualidad los problemas de pronunciación,
sintaxis, morfología y lexicología de la lengua castellana, se ven acrecentados a causa,
principalmente del bilingüismo (teniendo como lengua materna al qhishwa o al aymara,
aunque en las últimas décadas los ‘andinohablantes’ prefieran enseñarles a sus hijos, en
primer lugar, el castellano). La consecuencia social de esta problemática es la
discriminación que ejercen los criollos de las zonas urbanas hispanohablantes puras
hacia los de habla qhishwa o aymara.
El castellano que habla todo puneño, sea éste bilingüe o monolingüe, es una mezcla de
las estructuras lingüísticas primigenias de aquella lengua y de los modelos
paradigmáticos qhishwas o aymaras. Es así que el castellano ‘andinizado’ es una
moteridad en comparación con el español puro y con el qhishwa o aymara puros, pero a
la vez proviene de ambas.
Ejemplos claros de lo vertido son cuando se dice:
1. “El ‘yauri’ pásame”
2. 2. “¿’Yapa’ no hay?”
3. “‘Ahoritita’ regreso”
4. “La ‘guagua’ se ha dormido”
5. “¿Te vas a irte?”
6. “‘La’ poema de Vallejo es hermoso”
7. “Está ‘lluviendo’”
8. “Queridos hermanos, ‘los’ saludo con mucho entusiasmo”
En el primer ejemplo podemos apreciar la sustitución de ‘aguja grande’ por la palabra
qhishwa ‘yauri’ o ‘yaure’, también la estructura sintáctica del qhishwa (sujeto – objeto -
verbo) se recrea magistralmente en el castellano. Sucede lo mismo en el segundo
ejemplo, la palabra qhishwa ‘yapa’ sustituye a la castellana ‘aumento’.
El tercer ejemplo es, sin duda, la característica más marcada del qhishwa y del aymara.
Ambas lenguas diminutizan las palabras como ‘panacha’ que significa ‘hermanita’ (para
el varón), ‘huk’uchacha’ quiere decir ‘ratoncito’, también las sufijan para darles más
énfasis. Por ejemplo la palabra qhishwa ‘munaway’ quiere decir en español ‘quiéreme’,
‘munakuway’ quiere decir ‘quiéreme, por favor’, ‘munarikuway’ quiere decir
‘quiéreme por, favor’ (con ruego y cariño), ‘munarikullaway’ significa ‘quiéreme, por
favor’ (súplica insistente). En el castellano el ‘andinohablante’ encuentra en la
diminutización una salida a su intención de ruego, favor o amabilidad; de ahí que sean
usuales las palabras ‘un minutito’, ‘una vueltita’, ‘un poquitito’, etc.
El cuarto ejemplo nos conduce a afirmar que, sin lugar a duda, en los ‘andinohablantes’
es muy extendido el uso del pretérito perfecto antes que el pretérito indefinido. Es así
que se prefiere decir ‘he amado’ antes que ‘amé’.
El quinto ejemplo muestra la repetición de la variante pronominal ‘te’, debido a que el
qhishwa y el aymara actúan sufijando palabras constantemente.
El sexto ejemplo es una clara muestra de que el género en qhishwa no tiene que ver con
la variación morfemática castellana en una sola palabra y mucho menos con la función
española de los artículos. Es así que el ‘andinohablante’ no logra distinguir el género de
muchas palabras castellanas.
El séptimo caso tiene que ver con la confusión de la ‘i’ por la ‘e’ y de la ‘u’ por la ‘o’.
Esta confusión se justifica porque, tanto en el qhishwa y en el aymara, existen
solamente tres vocales, a saber: ‘a’, ‘i’ y ‘u’. Por eso el ‘andinohablante’ prefiere decir
‘wa’ antes que ‘voy a’, ‘sia iu’ antes que ‘se ha ido’, etc.
El octavo ejemplo, se caracteriza por el predominio del ‘loísmo’.
También, existen otras peculiaridades del castellano puneño, respecto de la
pronunciación; tal es el caso de la pronunciación poco vibrante de la ‘erre’, también la
correcta pronunciación de la ‘ll’ y la intención de suprimir algunas consonantes que no
son propias de las lenguas andinas originarias.
Como hemos podido apreciar el qhishwa y el aymara marcan el rumbo del castellano de
manera decisiva. Este rumbo es muchas veces criticado y discriminado por las esferas
de intelectuales criollos que no comprenden las particularidades lingüísticas de la región
3. de Puno; entendiendo peyorativamente a este castellano ‘andinizado’ como ‘motero’ o
‘moteroso’. Pero no es así. Es más bien, un dialecto bien cimentado, con reglas
específicas y con un ámbito de uso bien extendido. Razón por la cual debe ser
respetado, estudiado y sistematizado.
ALGUNAS CONCLUSIONES
1. El castellano puneño es el dialecto que está ad portas de convertirse en lengua
propia y andina.
2. El castellano en Puno ha sufrido un proceso de diglosia, en el que las lenguas
‘originarias’, como el qhishwa y el aymara, lo han consumido.
3. Es completamente erróneo e inaceptable considerar al ‘andinohablante’ del
español como individuo moteroso e ignorante, pues si lo comparamos con el
criollo y blanco es muy superior a estos porque utiliza dos o tres lenguas con una
inteligibilidad sorprendente.
BIBLIOGRAFÍA
1. ARGUEDAS, José María. “La novela y el problema de la expresión literaria en
el Perú”. Mar del Sur. Nº 9. Lima. 1950.
2. ESCOBAR, Alberto. “Arguedas o la utopía de la lengua”. Instituto de Estudios
Peruanos. Lima. 1984.