2. Es mediodía, quizá no es la mejor hora para
llegar a esta tierra caliente, a Aracataca. La
gente es amable y los precios baratos.
Cerquita, después de caminar cinco cuadras,
ya lejos de la parada del pequeño bus,
aparece la gente del pueblo.
3.
4.
5. El calor atormenta. Nos sentamos a tomar
jugo de tomate. En una calle pequeña y
angosta, encontramos la casa de Gabo, en
verdad, la casa de sus abuelos, donde el
Nobel vivió sus primero años.