1. Gonzalo Jesús Zerda
Saberes en Internet: sacralidad y flexibilidad
Según Martín Barbero, el saber puede circular por fuera de los lugares sagrados
que antes lo detentaban y de las figuras sociales que lo administraban1
. Esta frase hace
referencia a lo que el autor entiende por el saber y el acceso a la información de las
personas en la actualidad (los tiempos posmodernos, podría decirse). Sin embargo,
puede decirse que el antropólogo omite un lugar imprescindible para la cultura actual:
Internet. ¿No es acaso ésta monstruosa red de información y comunicación un lugar
sagrado para el conocimiento de la sociedad, especialmente para los más jóvenes?
Podríamos agregar que se ha transformado en una necesidad importante para gran parte
de la población actual.
Entonces, a partir de lo planteado arriba, el saber no estaría circulando por fuera
de los lugares sagrados haciendo de la información algo libre que uno puede tomar en
cualquier parte, sino más bien que estaríamos en una etapa donde accedemos al
conocimiento dentro de un nuevo lugar sagrado. Pero, ¿es totalmente igual a los
anteriores lugares sagrados (iglesias, universidades y escuelas)? ¿Qué relación tiene con
estos otros centros de saber?
En primer lugar, Internet es un fenómeno que a pesar de su reciente impacto
social ha invadido muy rápidamente casi todos los ámbitos de la vida humana. Esto lo
caracteriza como un lugar sagrado pero no totalmente divino, indiscutible o sobrehumano,
sino más bien una red que surge de todo tipo de realidad humana y es lo suficientemente
flexible para adaptarse a las diversas necesidades. Sin embargo, esta flexibilidad de
Internet tiene otra cara: la de invadir la vida de los sujetos que acceden a ésta. La
información que uno encuentra en la mega-red puede abarcar infinitos aspectos de las
necesidades humanas por lo que puede generar cierta dependencia acrítica de los
saberes y llevarnos a cierto consumismo de la información.
Una característica del saber proporcionado por Internet, es que puede pertenecer
no sólo al mundo erudito, sino también al ocio. Es decir, que uno puede encontrar sitios
pensados para el ocio, la recreación y saberes relativos al ocio que pueden practicarse
fuera de la web. Esto caracteriza a Internet como un gran meta-conocimiento de la
realidad social en todos sus aspectos; uno puede encontrar información acerca de
infinitos temas de nuestra vida.
Al compararse a Internet con las grandes guaridas del saber humano previas a la
posmodernidad (los centros religiosos en las sociedades “tradicionales” y la escuela en
las modernas), puede destacarse nuevamente la flexibilidad de aquella con respecto a
éstas. Esto implicaría en primera instancia que en Internet el conocimiento que uno pueda
obtener puede servir para distintas necesidades. Pero además se resalta otra realidad
indiscutible: la posibilidad de los usuarios a editar determinada información, de compartir
saberes nuevos con mucha más facilidad y velocidad que en los otros dos lugares
sagrados nombrados. Sin embargo, no debe dejarse de lado el carácter sagrado de la red
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MARTÍN BARBERO, Jesús, Jóvenes: comunidad e identidad
2. Gonzalo Jesús Zerda
en cuanto a la veracidad de los datos. La información muchas veces no es analizada
críticamente por la mayoría de los consumidores y logra en algunos un carácter de
indiscutible, por lo que no la aleja demasiado de la forma divina del saber religioso o
erudito del saber académico. Podría ser esto el resultado de un acceso mucho más
directo que en los otros centros, es decir, la falta de un mediador como un sacerdote o un
docente.
Otro aspecto a analizar es el de la participación o existencia de agentes sociales
que administren la información. Si bien Internet es considerada un medio masivo donde
cada usuario puede compartir información, criticar y cambiar muchos datos, también es
verdad que existen grandes administradores que filtran, eliminan y cambian
constantemente todo lo compartido en este medio. Por lo que continúan existiendo
actores sociales que dirigen, refugian y manipulan los saberes que la mayoría de las
personas conoce o puede llegar a conocer. Ya no son sacerdotes que monopolizan el
saber y lo caracterizan como indiscutible, tampoco docentes o letrados que difundan
unilateralmente su conocimiento (a veces también de forma incuestionable), sino que
ahora son muchos agentes invisibles a la mayoría quienes pueden digitar la información.
Por esto podría pensarse que la igualdad para compartir y difundir información no es total.
Por último, siguiendo esto último, cabe observarse la relación del binomio saber-
poder que genera esta nueva realidad informacional. Los centros religiosos funcionan en
las sociedades tradicionales como justificadores de la realidad política de dichas
comunidades; las escuelas también lo hacen al formar a la población de acuerdo a una
ideología (explícita o no) para mantener cierto orden social. Internet lo hace de acuerdo a
su contexto: genera en la sociedad mundial una mente nueva con una lógica mucho más
rápida, multifuncional, con una cultura más homogénea (con algunas variaciones
regionales) y la creciente necesidad de consumo constante propia de los tiempos
actuales. Internet es la gran herramienta actual de las grandes empresas y los líderes
políticos para acceder a la población. Sin embargo, Internet a través de las múltiples
voces que ofrece puede servir también como herramienta para sujetos críticos para con
toda la información que se le presenta dentro y fuera de este lugar sagrado, característica
que quizás los saberes anteriores no hacen tan explícita o no tienen.
Finalmente, podría decirse que estamos siendo partícipes del surgimiento de una
nueva sacralidad del saber que se caracteriza por la multivocidad, la multiperspectividad y
la posibilidad de reelaboración. Si bien no implica un cambio mínimo, tampoco se aleja del
modelo sagrado e indiscutible totalmente porque se requiere de la reflexión de los
usuarios para poder hablar de cambio radical, reflexión que posiblemente también
cambiaría ciertos aspectos en los centros religiosos y académico-escolares.