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POEMAS PARA NIÑOS

             (Y PARA MAYORES QUE SEAN COMO
                         NIÑOS)

                  MARIA DELIA GATICA DE MONTIVEROS



                                                 (AÑO 1954)




                                                    INDICE

PROLOGO......................................................................................... 3

                                INFANCIA PURA
ESTE NIÑO MIO… ............................................................................ 4
ABEJITA............................................................................................ 5
RONDA.............................................................................................. 5
BLANCA NIEVES............................................................................. 6
DICHOSA LA MADRE…................................................................... 7
DELIA ANGELA ................................................................................ 8
MARIPOSAS ..................................................................................... 9
EL GATO BLANCO......................................................................... 10
LOS ROSALES DE MARIA ............................................................ 10
LOS GNOMOS ................................................................................ 11
EN LA LUNA LLENA ...................................................................... 12
EL MININO....................................................................................... 12
MAMA, LA MAESTRA… ................................................................ 13
PARA CANTARTE, BANDERA...................................................... 14

                     NIÑEZ DEL CORAZON
LA MISA DEL ALBA....................................................................... 15
DURAZNERO DE FLOR ................................................................. 15
LUNA EN LOS HUERTOS.............................................................. 16
DESDE LUJAN................................................................................ 17
EL ANGELUS MATUTINO.............................................................. 17
EL ANGELUS DEL MEDIODIA ...................................................... 17
EL ANGELUS VESPERTINO ......................................................... 18
COPLAS PARA LA VIRGEN DE LUJAN ....................................... 18
JACARANDAES ............................................................................. 19
MADRE ............................................................................................ 19
EL NARANJO.................................................................................. 20
TRIPTICO DE LA NATIVIDAD........................................................ 20
VIGILIA DE NAVIDAD .................................................................... 20
NOCHEBUENA ............................................................................... 21
NAVIDAD ......................................................................................... 21
EL JAZMIN ...................................................................................... 22
VISPERA DE LA ASCENSION....................................................... 22
TUCUMAN ....................................................................................... 23
MAÑANA EN EL VALLE ................................................................ 24
MARIA LA SIN PAR........................................................................ 24

                               LOS PAJAROS
LA VIUDITA..................................................................................... 26
EL ZORZAL ..................................................................................... 26
EL JILGUERO ................................................................................. 27
EL COLIBRI..................................................................................... 27
LA CASERITA................................................................................. 28
EL ATAJA – CAMINOS .................................................................. 29
EL REY DE LOS PAJARITOS........................................................ 29

                                       LOS HEROES

LOS OJOS DEL PEQUEÑO SAN MARTIN ................................... 31
MANUEL BELGRANO .................................................................... 32
SARMIENTO .................................................................................. 32
SAN FRANCISCO DEL MONTE DE ORO (S. L.) .......................... 32
JUAN PASCUAL PRINGLES ......................................................... 32
EVA PERON.................................................................................... 33
RICARDO GUTIERREZ .................................................................. 34
AL SANTO PATRONO, SAN LUIS REY ........................................ 34
ISABEL LA CATOLICA .................................................................. 35
COLON ............................................................................................ 36
SAN MARTIN FRENTE A LOS ANDES ......................................... 36
PRINGLES EN PESCADORES ...................................................... 37
AL MAESTRO ARGENTINO .......................................................... 38
EL CUERPO DE BOMBEROS........................................................ 39
SALUTACION A MARTIN FIERRO................................................ 40
ESTAMPAS DE “EL QUIJOTE”..................................................... 42
PROLOGO

     No siempre los niños tienen poetas que canten para ellos. Poetas que
canten como sólo se debe cantar para los niños: con inocencia, con
candor, con ternura. Todo poeta –cuando lo es de verdad- preserva
intactos y sin mácula, allá en el fondo más secreto de su alma, esos
atributos de inocencia, candor y ternura, como destellos purísimos de una
edad de oro en la que fuimos alguna vez dioses y niños. Desde el principio
hasta la consumación o, dicho de otro modo, desde el paraíso hasta el
juicio final, el anhelo íntimo y profundo del poeta es sobrevivir con todas
sus fuerzas al oscuro desastre que representa para él la pérdida de ese
tiempo irrecuperable en que le fué dado vivir en el puro milagro de un
niño y de un dios. Desterrado de su patria virginal, del edén de su infancia,
el poeta tiene la conciencia –y es su congoja irreparable- de que algo
tremendo se ha perpetrado contra su pureza original, contra su inocencia-
de que para sobrevivir a la caída y soportar el destierro todo su trabajo
interior no ha de ser en adelante sino un empeño alucinado por recuperar,
de algún modo, esa patria perdida.

     Siendo así, nos parece imposible que el poeta no pueda conciliar su
condición de hijo pródigo de la infancia, de niño sobreviviente y eterno,
con una mayor disposición para revivir y exaltar ese mundo mágico e
intransferible de la niñez. Ello se torna más difícil cada día, por dos
razones fundamentales: primero, porque a medida que extrema y complica
la trama de convenciones y artificios –de orden social y material- el
hombre se va cada vez más imposibilitado de emprender el maravilloso
retorno al país de la infancia, al cual comprende menos cada día;
segundo, porque los poetas se ven compelidos, por esa situación de
desarraigo de las fuentes nativas (nativas no tanto por si sino geográfico
cuanto por sus vivencias genuinas), a una abstracción casi completa de
experiencias vitales cuyo resultado es, en sus consecuencias últimas, otra
convención, otro artificio, cometidos en nombre de una inasequible
“poesía pura”.

       De los dos caminos tradicionalmente recorridos para recuperar ese
mundo mágico e intransferible de la niñez –el de la transfiguración
poética propiamente dicha y el de la exaltación de motivos y objetos
tendientes a impresionar la sensibilidad infantil-, María Delia Gatica de
Montiveros ha tomado aquí el menor, pero tan arduo y arriesgado como el
primero. Se equivoca quien crea que es aventura fácil escribir para niños
poemas que los niños puedan leer sin salir de lo prodigioso natural en que
viven extasiados. Escribir para los niños es casi tan difícil, y no menos
trascendente, que escribir para los hombres, aun para aquellos en cuyo
corazón vive el niño de antaño, lleno de arrobo y deslumbramiento. Quien
crea que consuma una tentativa de evasión afronta un compromiso, y un
compromiso que no dispensa licencia de ningún género: ni subjetivas ni
formales. De acuerdo con estas premisas, nadie debe consentirse
facilidades ociosas ni presunciones impropias del carácter y el sentido con
que debe afrontarse dicho compromiso. Cualquier impostura, cualquier
simulación en este terreno comporta un agravio gratuito y una usurpación
de todo cuanto al niño, y sólo niño, le pertenece.

     Poetisa y educadora puntana, María Delia Gatica de Montiveros ha
querido atenuar en parte –atenuar, no eludir- la responsabilidad que como
tal asume al publicar en sus POEMAS PARA NIÑOS, agregando al título
un epígrafe significativo y esclarecedor: Y para mayores que sean “como
niños”. El libro en general responde a este propósito, porque todos o casi
todos sus poemas pueden ser compartidos por niños y adultos, sin
desmedro de lo que ellos son o significan. Los poemas incluidos bajo los
cuatro subtítulos de su “itinerario ideal” –Infancia pura, Niñez del corazón,
Los pájaros y Los héroes- cumplen con limpio decoro la función estética y
didáctica, aleccionadora, que la autora se ha propuesto, inspirada en
incentivos místicos o religiosos y en sugestiones de la niñez, del paisaje y
del medio geográfico e histórico de nuestro país. Su registro lírico trasunta
en todo momento un sentimiento y una ternura casi desbordantes, tan
exaltados y jubilosos que por momentos parecen predominar sobre los
demás, incluso sobre las exigencias formales o técnicas de la composición
cuya estricta observancia habría conferido, sin duda, más vigor y unidad a
la estructura rítmica y elocutiva de este bello libro, venturosamente
destinado a conmover las delicadas fibras del alma infantil.

                                                        Cesar Rosales




                  INFANCIA PURA


ESTE NIÑO MIO…
                                                         A Manuelito Angel

Este niño mío
le ha ganado al sol
por la luz que irradian
sus ojos de albor.

Este niño mío
le ganó a la flor:
tienen sus mejillas
más bello color.

Corre más que el viento,
le gana en dulzor
a la miel de abeja,
refinado dón.

Canta la avecilla
su trino de amor:
más canta mi niño
cuando brilla el sol.

Cae el agua clara
con alegre són:
más alegra el niño
si ríe a tambor.

Los ángeles buenos
bendicen a Dios:
también mi niñito
con tierna oración.




ABEJITA

Se ve tan quieta la abeja
sobre el dulzor del azahar,
que parece está durmiendo
su noche de buen soñar.

Sumida en tanta dulzura
sobre la flor estelar
¿qué soñará la abejita
zumbona del colmenar?




RONDA

Los niños hicieron la ronda
en suelos de plata lunar;
los niños cantaban la dicha
de ver cual florece el rosal.

Giraban, giraban felices,
la luna se alzaba a compás,
brillante la cara redonda
en cielos de buen navegar.

Y dice Francisco: - “La luna
va en dulce velero, mirad!”
Y dice Jacinta: - “Las velas
de seda al oeste se van”.

Siguieron los niños jugando…
Volvióse la ronda a escuchar…
Y sólo en silencio quedaron
cuando el sueño los vino a llamar.




BLANCA NIEVES

Blanca Nieves perdida en el bosque
tiene mucho miedo.
Negro es todo bajo la techumbre
de los grandes árboles;
y los troncos parecen gigantes
de airadas espaldas;
y las fuertes raíces se muestran
cual garfios feroces.

Blanca Nieves perdida en el bosque
tiene mucho miedo…
De los hondos y tétricos huecos
de abajo y de arriba,
salen voces temibles, aullidos,
graznidos de cuervos.
…Y la frágil, blanquísima niña
tiembla y llora…

Blanca Nieves, tan sola, no sabe
si vive o si sueña…
¿Qué sendero ignorado ha seguido
que así la ha traído
a la cueva minúscula y clara,
sin dueño visible,
donde hay siete blancas camitas,
siete capuchones,
siete sillas en torno a una mesa
bajita y brillante?

Blanca Nieves depone temores
y camina, leve,
abarcando con ojos curiosos
la extraña casita.
¡Oh, la limpia y brillante cocina
que presto descubre!
Se ha apagado el hogar, presurosa
hace arder la leña
y prepara las viandas que piensa
servirán de cena.
Ya se mueven sus manos preciosas
poniendo la mesa;
siete platos pequeños y siete
servilletas blancas;
siete cucharitas, siete tenedores
más siete cuchillos;
y el cristal de copitas tan leves
que ilusión parecen.

Tendida la mesa,
lista la comida,
Blanca Nieves no sabe qué espera...
De pronto entran los siete enanitos
con sus luengas barbas
y a la niña asombrada le vuelven
sus tristes temores…
Pero luego los buenos enanos
-¡que tanto han vivido!-
la descubren princesa, y se postran
reverentemente.

Blanca Nieves les ruega que se alcen;
los enanos ríen
con sus risas alegres y claras
de genios felices.
Y celebran con cálidas voces
la feliz llegada
de la bella princesa, que siempre,
soñando, esperaron.




DICHOSA LA MADRE…
                                  “Duérmete mi niño
                                   que tengo que hacer:
                                   lavar los pañales,
                                   sentarme a coser”
                                      (Cantar Popular)

Dichosa la madre
de que habla el cantar
Su mayor trabajo,
pañales lavar;
su descanso dulce,
el niño acunar.

Y cuando al pequeño
lo ha arreglado bien,
a la madre joven
le queda un quehacer:
en la silla baja
sentarse a coser.

¡Dichosa la madre
de que habla el cantar!
No tiene tareas
fuera del hogar;
siempre fresca y suave
junto al niño está.

Y el pequeño crece
sanito y feliz.
Ya los dientecitos
le van a salir
y todo su día
será sonreír.

Cuando llegue el tiempo
de pasitos dar,
ella, vigilante,
le conducirá
y después, gozosa,
con él jugará.

Cuando el niño hable,
su lengua hablará:
con su pensamiento,
llegará a pensar.
¡Dichosa la madre
de que habla el cantar!...




DELIA ANGELA

Vida de encanto y maravilla
Delia comienza a recorrer;
hoy la ilumina la alegría
que el campo brinda a la niñez.

Ya son las flores, o las hierbas
medicinales su pasión;
o es el pichón de la paloma
lo que encadena su candor.

Blanca, blanquísima es la niña;
tiene cabellos de trigal,
y las mejillas sonrosadas,
y primoroso el caminar.

Dice poemas deliciosos;
ama la danza, y al bailar
las gracias de la mujercita
deja, sonriente, adivinar.

Con su vestido almidonado
y su capotita estival
a todo sol, o bajo el árbol
con otros niños va a jugar.

Siete años tiene la pequeña;
vive en un gran mundo de luz.
¡Quiera el Señor que siempre brille
para su dicha, el cielo azul!




MARIPOSAS

Sobre el azogue de la laguna
-de esta laguna como un espejo
para la cara de una princesa-
las mariposas tienden su vuelo.

Son como pétalos de flores de oro
que se han unido para volar
y que en la gloria de la mañana
nos regocijan con su aletear.

Entre las sierras, cantando, el agua
se ensancha en forma de corazón;
las mariposas rozan a veces
la superficie do brilla el sol.
¡Oh, mariposas, que un bello día
entre los niños que se bañaban
tendieron puentes de alitas de oro
sobre el espejo del agua clara!




EL GATO BLANCO

La mamá se enoja
porque el gato blanco se sube a la mesa.
-Mambo, Mambo lindo,
oye la advertencia, no desobedezcas,
quédate en la alfombra
haciendo ron ron,
juntito a la estufa
que te da calor.

Digo al gato blanco
una y otra vez;
pero el consentido
no quiere entender.
Así, cuando nadie lo advierte,
en la mesa grande se arrellana bien.
-Mambo, si mamita
te viera otra vez!
No lo dudes, Mambo,
te va a castigar;
y a mí, dolorido,
me verás llorar,
me verás llorar…




LOS ROSALES DE MARIA

El Niño Jesús tenía
que cuidar los dos rosales,
uno púrpura, otro blanco,
que amaba la Virgen Madre.

El Niño Jesús regaba
los rosales predilectos
cuando la mañana abría
sus ventanas en el cielo.

Se llenaban de botones
los rosales que regaba
el Niño Dios, obediente,
en los días de su infancia.

Y crecían generosos
los pimpollos, asomando
la suavidad de los pétalos
en el cáliz apretado.

Una mañana en que el Cielo
se despertaba en la tierra:
trinos de aves, rumor de agua
luz celestial, agua fresca,
el divino Infante mira
con ojos maravillados
dos rosas que se han abierto
en los rosales galanos.

Y María y José vieron
en esos plácidos días
muchas rosas que se abrieron
en fragante epifanía.

…………………………………..

El Niño Jesús dormía
sus sueños angelicales;
y María, vigilante,
cual siempre acude a mirarle.

¡Sobre cruz de rosas rojas,
orlada de rosas blancas,
el Hijo de sus entrañas
dulcemente reposaba!...




LOS GNOMOS

Las noches de viento negro
no hay gnomos en la floresta;
las noches de viento negro
en su palacio se quedan.
Los gnomos tienen palacio
bajo la raíz del árbol;
y el palacio es grande y bello
con interior de cristales.

Las noches de viento negro
los gnomos tienen su fiesta
en los suntuosos salones
que se abren bajo tierra.

Miles de faroles penden
de los techos rutilantes
y con tantas luminarias
se iridizan los cristales.

¡Cómo danzan, cómo giran,
Cantando, los gnomos buenos,
en sus extraños palacios,
las noches de viento negro!




EN LA LUNA LLENA

En la luna llena
se ve un borriquito
que lleva a la Virgen
y al Niño bonito.

En la noche clara,
entre estrellas van,
recorriendo prados
de la inmensidad.




EL MININO

¿De dónde, de dónde vino
mi gatito, mi Minino?
Alguien por la puerta falsa
arrojó al animalito.
¿Cómo quererlo si era
tan feúcho el pobrecito?

En mi casa halló comida;
acá encontró mi cariño.
Ahora es un gato grande
el Minino,
con ojos color de miel
y pelaje bien barcino.

Nadie le gana en el salto
ni a vagar por el vecino.
Nadie conoce mejor
cuando se afila el cuchillo:
al instante en la cocina
se presenta el muy bandido.

Se va a la huerta a comer
su ración entre gruñidos.

¡Qué gato de exposición
mi Minino!




MAMA, LA MAESTRA…

-Mamá, la maestra nos hizo reír.
-¿Qué contó hijo mío?
-Nos llamó con nombres distintos, con nombres
que a cada uno de nosotros le venía bien:
Ratoncito Pérez, el Explorador,
el Doctor, la Ardilla, Pildorita, Flor…
(Y el niño se ríe, se ríe…)

-Madre, la maestra mira el corazón.
-Cómo es eso, hijo?
-Ella siempre sabe si los chicos cumplen,
si los chicos riñen, si dicen verdad,
si ayudan al pobre, si comen en paz…

-¡Qué linda se puso la maestra hoy,
día de la Patria, qué linda se vió
cuando en nuestro patio, todo embanderado,
dijo un gran discurso.
¡Cómo la aplaudí!
-Mamá, la maestra tiene lindo pie.
(La madre, azorada, se va a sonreír,
pero el niño, serio, casi lastimado,
dice en dulce voz:)
-Hace un movimiento tan lindo, tan lindo
cuando el paso da…
La madre comprende que su pequeñito,
está haciendo un tibio nidito de afectos
para la maestra.




PARA CANTARTE, BANDERA

Para cantarte, Bandera,
quiero la música alada
que los pájaros entonan
en plácidas madrugadas.

Quiero la voz cristalina
con que las aguas serranas
fluyen, llevando la vida,
entre hierbas perfumadas.

Quiero el silbo con que el aura
entre los álamos pasa
cuando en la tarde madura
el Angelus se desgrana.

Quiero brindarte las voces
más hermosa de la Patria,
para cantarte, Bandera,
en tus gloriosas jornadas.

Y como sé que los niños
tiene también voces gratas,
la voz de mis compañeros,
por mis palabras, te canta.
NIÑEZ DEL CORAZON



LA MISA DEL ALBA

Ya los cielos encendieron
para la misa del alba,
sobre el mundo adormilado
sus claridades rosadas.

En la hora pura del día
suenan, suenan, las campanas;
llegan livianos al templo
los hijos de la mañana.

Y al hablarse en el camino,
o al encontrarse a la entrada
de la Iglesia, ¡qué alegría
deja el saludo en las almas!

En la nave, dulces sombras
acatan la luz alada;
y en esa penumbra mística
la oración se eleva, rauda.

¡Qué dicha empezar el día
con cármenes de alabanza
al Creador de Cielo y Tierra,
en la alta misa del alba!




DURAZNERO DE FLOR

En un jardín de cuyo dueño el nombre
quiero ocultar, hay un hechizo albar.

Por seña os digo que en la calle Pringles
alumbra la razón de este cantar:

Duraznero de flor que se levanta
tras una férrea reja colonial.
Cuando el brote en septiembre bordonea
el árbol canta su himno jubilar.

Se recubre de místicas corolas,
tan blancas que parecen irradiar.

En la esfera joyante de la copa
hay una vocación de azul tocar.

Y el duraznero en flor, así investido,
en la región ideal, halla lugar.


¡Cómo conmueve esta aleluya blanca
que canta en el albor primaveral!




LUNA EN LOS HUERTOS

La luna llena, muy alto
navega en el cielo plácido,
y va dejando en los huertos
el embrujo de sus rayos.

Los huertos, que por septiembre
se van vistiendo de flores,
con la luz lunar que cae
se idealizan en las noches.

Bajo esa lumbre ¡qué extraños
los bellos ciruelos blancos,
los naranjos estelares
los durazneros brotados!

Un país de fantasía
se abre en septiembre en los huertos:
toman cuerpo entre las sombras
las figuras de los cuentos.
DESDE LUJAN



EL ANGELUS MATUTINO

Aun se está anunciando el día
cuando suenan las campanas.


Por las llanuras del aire
vuela el Angel, que con claras
voces saluda a María,
la sin par, llena de gracia.

Así, con Cielo en la tierra
se levanta la mañana.




EL ANGELUS DEL MEDIODIA

Fanal ingrávido y puro,
quietud de cristal y oro
parece encerrar al pueblo.

Los altos sones redondos
llegan serenos, de un tiempo
sin memoria y sin retorno.

Son toques de eternidad
los que se oyen en Luján.
EL ANGELUS VESPERTINO

Suavidad de seda y lilas
se extiende sobre la sierra;
otra vez la rueda alada
del tiempo, en suspenso queda.

La hora azul se santifica
con las fieles margaritas
que florece el campanario
por las ánimas benditas.

¡Quién no quisiera morir
con tan dulce retintín!




COPLAS PARA LA VIRGEN DE LUJAN

                     ¡Qué no puede tu sonrisa,
                     oh, Señora de Luján!

Vine buscando sosiego
para tanto trajinar.
Miré tu dulce sonrisa,
tu bello rostro de paz.
Y encontré al amparo tuyo
la ansiada tranquilidad.

                     ¡Qué no puede tu sonrisa,
                     oh, Señora de Luján!

Traía en el alma triste
llagas de mi soledad,
que no siempre compañía
es signo de la amistad.
Y hallé el eco que soñamos
en tu clara intimidad.

                     ¡Qué no puede tu sonrisa,
                     oh, Señora de Luján!

Cargado de deudas vine,
reo por dilapidar.
Mi fortuna eran mis sueños,
mi gran ilusión, cantar;
sin voz para el canto estaba
y acá la vine a encontrar.

                      ¡Qué no puede tu sonrisa,
                      oh, Señora de Luján!

Antes de irme vengo a darte
gracias, Virgen de Luján.
Sano en la carne y el alma
me retiro de tu altar.
Dame el llevarme conmigo
la dulzura de tu paz

                      ¡Qué no puede tu sonrisa,
                      oh, Señora de Luján!




JACARANDAES

En el remanso de la plaza ciudadana
con tinta azul se va inscribiendo la mañana
en la gloriosa placidez que al alma trae
la floración sin par de los jacarandaes.

Arboles fieles al laúd de primavera
alzan su copa azul, azul, como si fuera
la gran ofrenda de ilusión con que responden
al sol y al cielo, que en lo mínimo se esconden.




MADRE

Madre, cuando se abren las rosas, y el aire,
en traviesas auras se entibia en las tardes,
no hay mayor contento para tu muchacho
que brindarte flores, que llenar tus brazos
de pálidas rosas, de purpúreas rosas,
que te den la gracia de su dulce aroma.
Cerca de las rosas te veo cual flor,
¡oh, fiel alegría de mi corazón!




EL NARANJO

En un huerto escondido
de mi amada ciudad,
vive un bello naranjo
su flor primaveral.

En las auroras puras,
más que árbol parece
ánfora de perfumes
que en el huerto se vierte.

Cuando el sol resplandece
se vuelve un colmenar;
miramos las abejas,
absortas, laborar.

Estar bajo el naranjo
es habitar un cielo:
las flores estelares
nos rozan con sus pétalos.

El corazón recibe
la gracia del azahar.
¡Quién conservar pudiera
su dulzura fugaz!




TRIPTICO DE LA NATIVIDAD


VIGILIA DE NAVIDAD

Se agita el pecho en tibio mar de espera.
Crece el ansia como un presentimiento
de grandeza, y el ala del milagro
bate el espacio de la tierra al Cielo.

Inmensas son las horas que gravitan
en la sacra Vigilia, cuando el tiempo
parece en suspensión, y las veredas
de las almas se pueblan de misterio.

No existe voz para decir la dicha
que se presiente, cuando llega el vuelo
de la inefable sombra de una Noche
que lleva al Día en prodigioso seno.




NOCHEBUENA

Pudo llamarse Noche ´ bella, pudo
llamarse Noche ´ sol o Noche ´ estrella;
en la humildad divina del pesebre
se llama solamente Noche ´ buena.

Alta noche de invierno en el refugio
de un establo, que Cristo en la pobreza
quiso nacer, para enseñar al hombre
que no se funda en oro la grandeza.

Y el Niño miró pronto al buey, al asno,
a José el manso, el de la barba bella,
y encontró el Cielo en los divinos ojos
de la Madre del rostro de azucenas.




NAVIDAD

Todo es florecimiento de campanas
en los confines de la Cristiandad;
hay gloria en las alturas, y a la tierra
baja inefable un hálito de paz.

Estréchanse los hombres con cariño
en el círculo grato del hogar.
El pan se parte con fraternas manos
y es sagrada la mesa familiar.

Sólo habla el corazón de su abundancia;
las madres temen la alabanza alzar,
recelando romper por un instante
el encanto sin par de Navidad.




EL JAZMIN

Este jazmín que adorna y ennoblece
las altas galerías de la casa,
creció al amparo dulce de las manos
más hondamente amadas:
las manos de la madre, ya en el Cielo.
Su sino es florecer; en su follaje
se pinta el cielo de las noches graves;
mas son estrellas leves,
que con el soplo de la brisa caen.
Caen, y sin sostén, desamparadas,
un momento se quedan en el suelo,
o ruedan presurosas, sin sentido,
en loca danza.

Se arremolinan las estrellas flores;
giran en un gran caos perfumado.
El espíritu siente la presencia
de una pura y efímera belleza.
Y se deja llevar, en remolino
de soñador olvido.




VISPERA DE LA ASCENSION

Ya se llega,
para la gloria de la Iglesia,
la Ascensión.
El Hijo vuelve hacia el Padre
cuando ha terminado el drama
de la gran Reparación.
Viene un eco clamoroso
desde la Resurrección;
ya no queda más que un día
de la Pascua del Señor.
Y mañana, en un transporte
de gratitud y de amor,
brillará para los hombres
redimidos
la fiesta de la Ascensión.


Por el aire transparente
quedamente
el Señor ascenderá;
las cortinas celestiales
recogidas estarán;
ya muy alto, ya muy alto,
su visión nos quitará
una loca nubecilla
que después lo ha de llorar.


Ya se llega,
para júbilo del Cielo,
la Ascensión.




TUCUMAN

¡Oh, Tucumán, quien te ha visto
ya no te podrá olvidar;
ciudad de preclara historia,
patria de la Libertad.

Te quiero por tus naranjos,
por tu caña singular,
por tus lapachos rosados,
tu jazmín del Paraguay.

Llegué aspirando el perfume
de tus flores de azahar:
me voy amando tus cerros,
tus quebradas, tu ciudad.

El corazón de tus gentes
es de azúcar y es de pan.
¡Dios les conserve la gracia
de trabajar y cantar!

Siempre evocaré tus albas,
y tus noches, Tucumán.
¡Oh, Tucumán! quien te ha visto
ya no te podrá olvidar!




MAÑANA EN EL VALLE

La atmósfera se vuelve ánfora inmensa
donde cantan los pájaros, ocultos:
y el agua en los canales zigzagueantes
musita su alegría.
Con los sones y olores naturales
el alma se liberta, entusiasmada,
Y va a vagar por el ayer perenne
que se infunde en el hoy, como la rosa
se infunde en nuestros sueños del presente
siendo, como es, vivida poesía.

En la triple amplitud de la esperanza
¡qué bien canta el zorzal, la reinamora,
el pitojuán, el tordo, el rey del bosque!
¡Cómo sube el cucú de la paloma
desde el umbroso tala hasta la cima
donde el alma trepó sus atalayas!

Epifanía de la paz parece
la mañana nublada en el lugar.




MARIA LA SIN PAR

Era la Hija de David la niña
luminosa de toda la Judea.
Su crecer fue armonía,
y cuando el resplandor de su belleza
bastaba para iluminar un templo,
el de Jerusalem miróse en Ella;
su oración ascendía a las Alturas,
mientras, dulce, bajaba la cabeza.
Y entre todas las Vírgenes,
Miriam fué la elegida, la primera.
Manifestóse el Angel cuando estaba
unida al Cielo en la plegaria plena.
El saludo y mensaje misterioso
oyó con faz serena,
y en perfecta humildad y acatamiento
ofreció su pureza de azucena
para la hondura de la Encarnación,
principio y galardón de la Era Nueva.

Por Ella el Cielo descendió a la tierra;
por Ella en Nazareth la dulce infancia
de Jesús Redentor,
de humanos ojos pudo ser mirada.

Y entre sonrisas celestiales, Miriam
fué la divina Madre bienamada.
Cuando llegó la hora del Calvario
madura estaba para el sacrificio.
Y se estuvo de pie, Madre doliente,
junto a la Cruz que levantaba al Hijo.
Con El sintió en el corazón sangrante
las torturas de todos los martirios.
Con El partir quisiera,
que el Elegido necesita lirios.
Y el Hijo la dejó entre los mortales
para que en los dolores del camino,
Ella sea la mano que suaviza,
la estrella guía, el gozo cristalino.

La cristiandad ahora la proclama
de todo lo creado excelsa Reina;
su dulce nombre cantan los pequeños
desde la edad primera.
María la Sin Par enciende el pecho
en puro amor y la virtud despierta;
es como si por Ella muchas cosas
descubrieran su esencia verdadera.
Y si en el tiempo de los tiempos plenos
por María, Jesús bajó a la tierra,
María es la esperanza que tenemos
de alcanzar galardón de Vida Eterna.
LOS PAJAROS


LA VIUDITA

En la rama más desnuda
del paisaje solitario,
se ha posado la viudita
con su pena y sin su canto.

De plumón de nieve y seda
finamente cincelado,
no le gana en estatura
al gorrión desaforado.

Sola vive, vuela sola,
y se dulcifica el campo
cuando pone su nostalgia
en la soledad del árbol

No se agita, no gorgea;
murió su amado y de tanto
llorarle en los tristes días
perdió la voz para el canto.

Se puso luto en las alas:
en el atavío blanco
que lució la desposada,
el crespón que no ha dejado.




EL ZORZAL

Viene desde la sierra y es el rey de las huertas
ave del silbo hondo y del trino jovial.

Los veranos maduran en su garganta dulce
y en cálida armonía modula su cantar.

Quien lo ha visto en los claros del huerto caminando,


su estampa aristocrática ya no podrá olvidar.
Larga levita negra, oro en el pico y patas,
erguido el pecho, mide su paso consular.

Cuando varios zorzales se unen en el trino
o entrelazan sus arias de ópera estival,
bajo los parasoles de los grandes naranjos
la existencias parece milagro musical.

Para quien tiene el alma de amor enajenada,
canta en la tarde hondas endechas el zorzal.




EL JILGUERO

Primo pobre del canario
vive en el campo el jilguero;
libre de doradas rejas,
disfruta el goce del vuelo.

En los coros matinales
se oye su trino perfecto,
hecho de fugas aladas
y de cambiantes allegros.

La minúscula avecilla
detiene el vuelo del tiempo
cuando modula sus coplas
en la soledad del huerto.




EL COLIBRI

En los caminos del aire
resplandece el colibrí.
¡Oh, la mínima avecilla
de esmeralda y de zafir!

Tan pequeña y primorosa
más parece joya, flor,
que jugando a las dos alas
le robara brillo al sol.

Más que vuela, tiembla y vibra
el pintado colibrí;
un zumbido de bordona
al pasar, se deja oír.

Tan ingrávida es el ave
que parece va a quedar
suspendida en el espacio
luciendo en la inmensidad.

Gira a veces, desdumbrando
con su vivo tornasol;
y girando, vibra el aire
y palpita la ilusión.

Y cuando al jardín se llega
para las flores libar,
no se posa el avecilla
más que en el rayo solar.

Yo he mirado el nido leve
donde pone el colibrí,
y nunca mayor finura
de las aves conocí.




LA CASERITA

En el alero o el árbol seco
alza su casa la caserita;
busca el sol bueno y el aire puro:
es campesina la caserita.

Con barro y paja y con ciencia infusa
el matrimonio fabrica el nido;
son dos ambientes y un corredor,
todo prodigio de buen sentido.

Cuando la casa está lista y seca,
la enamorada pareja pone
los huevecillos, que con el tiempo
los dulces padres verán pichones.
No les conturban vientos ni lluvias;
vive tranquila la fiel familia.
¡Oh, quién pudiera para su dicha
tener un nido de caserita!




EL ATAJA – CAMINOS

Cae la noche en los campos.
De pronto, sobre la huella
resplandece un ojo absorto.
El automóvil ya llega
y va a fundir con sus luces
-o va a aplastar con sus ruedas-
al ojo desaforado.
El breve momento apremia;
mas, en el preciso instante
que insinúa la tragedia,
el ojo, con fuertes alas,
levanta el vuelo y se aleja.

A poco andar, otro ojo
desafía, y vuela a tiempo;
y otro más, y muchos ojos
a la huella van saliendo,
mientras la noche se espesa
sobre los campos morenos.

Así el ataja ´ caminos
va, con su lúcido juego,
sirviendo a la fantasía
o espantando, atento, el sueño.




EL REY DE LOS PAJARITOS

Qué sangriento el señorío
del rey de los pajaritos!
En los días de su canto
gime triste el bosquecillo.

Disimula sus poderes
con pardo sayal, más tiene
grande la cabeza, y ojos
que dominan y adormecen.

En las mañanas radiantes
o en las tardes perfumadas,
cuando menos lo imagina
la comunidad alada,

se oye un trino entrecortado,
notas turbias de lamento
en un canto de dominio
que reduce el mando a ruego.

Los pajaritos que se hallan
en la órbita del canto
no pueden oír, no pueden
dejar de acudir volando.

Con gorgeos apagados,
sin calor, sin lucimiento,
responden los pajaritos
al sinuoso llamamiento.

Van llegando hasta la rama
donde se posa el tirano;
le acatan, son sus vasallos;
forman círculo cerrado.

Y aunque algunos lo quisieran,
no se mueven de su sitio,
pues no pueden evadirse
del fatídico atractivo.

¿De qué vale cuchichear
si todo tendrá que ser?
El rey de los pajaritos
va a elegir otra vez.

Fino el ojo, la cabeza
gira audaz en su contorno;
el hechizo va en aumento,
la tensión llega a su colmo.

Entonces el ave parda
elige su presa mansa:
como flecha vuela y pica
la cabeza que se alarga.

Saltan los mínimos sesos
ante el círculo aterrado;
y levanta al ave exánime
en cruel vuelo solitario.

Va a tener un sitio aparte
su festín silente y trágico.
¡Que sangriento el señorío
del rey de los pajaritos!




                         LOS HEROES



LOS OJOS DEL PEQUEÑO SAN MARTIN
¡Qué ojos los que tenía
cuando niño, San Martín!
Negros ojos, dulces ojos,
mirada de paladín.

Los chicos del vecindario,
todos morenos de piel,
con corazones de lirio
le entregaban su querer.

 Doña Gregoria pensaba:
“¡porqué el niño mira así!;
si entre todos sus hermanos,
sin hablar, más dice al fin”.

Don Juan vislumbra en su hijo
galones de general.
¡Pero no podrá la gloria
de esos ojos alcanzar!

Temblaba la madre tierna,
temblaba por su José:
¡adivinaba las cumbres
que tendría que ascender!
MANUEL BELGRANO


Vivió con el alma blanca
nutrida de ideal azul,
el creador de la Bandera
de la gran Nación del Sud.

Por eso, cuando a la Patria
quiso darle pabellón,
el cielo y la nieve pura
le dieron definición.




MOCEDAD DE SARMIENTO EN
SAN FRANCISCO DEL MONTE DE ORO (S. L.)

En Sarmiento el futuro germinaba:
quince años de audaz adolescencia
que andando por las breñas, desplegaba
un brío de telúricas esencias.

José de Oro y roca le enseñaba
saber viril y módulos de ciencia;
mirando las estrellas los rumiaba
Domingo, y despertaba su conciencia.

Y así llegó a intuir que era la escuela
concreción de su afán por la cultura,
enseñando a leer en la aldehuela.

Una mañana de sin par frescura
alzó la voz para enseñar: aun vuela
el eco de su verbo en la espesura.




JUAN PASCUAL PRINGLES

Este prócer puntano fundía en su figura
lo recio de la roca y el cristal de la altura;
de la tierra materna tomó fuerza y bravura
y las pujantes auras le dieron donosura.

El Capitán del Ande le ungió en el Campamento
que levantó en las Chacras. Y en fiel asentimiento
Pringles siguió a su Jefe, llevando por un viento
de épica grandeza, hasta rendir su aliento.

Cuando Chancay vencido, vencedor se llegaba
a las salobres ondas, y la gloria alcanzaba.
Ya huésped de la Historia, en Pasco descollaba
y en Torata y Maquehua su gesto se extremaba.

La guerra libertaria se acercaba a su fin:
una Estrella prendióle su valor en Junín.
El alba de Ayacucho propagó su clarín
y el héroe puntano galardón tuvo allí.

Después… los cruentos tiempos de lucha fraticida.
Volvió y miró en las sombras la Patria amanecida.
Se enfrentó con la saña, que lo dejo sin vida,
sobre su espada rota, una tarde vencida.




EVA PERON

Se levantó del pueblo con poderoso vuelo;
traía en las pupilas luz de fuego y candor;
era como la espiga, flexible y rumorosa:
dulce tenía el corazón.

Su historia es breve y honda cual la flecha y la herida;
bien mirada es tan sólo una historia de amor;
su hondo sentimiento la arrolló sin medida:
en ese gran mar zozobró.

Tenía una santísima locura por los pobres;
los amó sin reservas, lúcida o con pasión:
los pobres le regaron las flores de su alma:
los pobres que Jesús amó.

Las mujeres en ellas tuvieron defensora;
de ellas fue llameante bandera Eva Perón;
las quería felices, más madres, más mujeres:
fautoras de un mundo mejor.
El ideal de justicia se le prendió en el pecho;
por verlo realizado, valerosa luchó;
la vida le servía para alentar la lucha:
paz e injusticia no entendió.

Tanto ardor en tan frágil vestidura corpórea
la envolvió con su llama de muerte y de dolor;
pero sus santas sedes tuvieron un oasis:
los niños, coro de su amor.




RICARDO GUTIERREZ

Su existir fue un continuo servicio hacia la vida;
la conoció en su abismo más hondo: el del dolor,
y en su más alta cima: la eterna poesía.
Se entregó en un cristiano total acto de amor.

Este médico impávido en crueles epidemias,
junto a las pobres cunas sentía una emoción
que, temblando, concluía por florecer en lágrima.
Y los niños sabían de su gran corazón.

Con ropaje de versos vistió sus sentimientos.
Sus poesías fueron auras de redención
que dulcemente entraron en las almas dormidas.
De caridad, de gracia y perdón fue su lección.




AL SANTO PATRONO, SAN LUIS REY

En el siglo triunfal de la Edad Media,
el siglo XIII –pensamiento y brazo-
nace en Francia, en el trono de los Luises
un Rey de los altares destinado.

Tuvo por madre a Blanca de Castilla,
que de España llevó virtud y gracia;
creció el Infante bajo tal tutela
y llenó Europa con su santa fama.
Paladín de la empresa y del ensueño
de conquistar el sitio en que yaciera
Cristo Nuestro Señor, se armó cruzado.

Caballero ideal y Rey justísimo,
se labró para el Cielo una corona
de blancos lirios y lucientes perlas.




ISABEL LA CATOLICA

En la tierra abonada por el Cid Campeador
nació Isabel, princesa de Castilla y León.
La hermosísima Infanta creció en retiro austero;
despreció vanidades, gustó lo duradero.
La Historia la contempla, joven Reina y Señora
de España unificada, de la Cruz defensora.
Su alto afan de cultura, dió sabios y dió artistas;
no se olvida su corte de damas latinistas.
Par de su augusto esposo, Fernando de Aragón,
con sus gestas labraron un mismo medallón.
Un día hasta las puertas llegaron de Granada.
Prez de la Morería, por fin reconquistada.
¡Quién a Isabel la viera recibiendo las llaves,
en su corcel dignísima, con ademanes graves!

Esta es la Reina fuerte que, atenta, compartió
la idea visionaria de Cristóbal Colón.
Al nauta peregrino, genio y mendigo a un tiempo,
lo defendió de envidias, le prodigó su aliento.
Le dió las Carabelas, le entregó tripulantes
y le siguió en la empresa con su fervor constante.
Fue co´descubridora de América Isabel;
cumplió en un tiempo pleno providencial papel.
Siempre por el amor de Dios Omnipotente,
Sus anhelos tuvieron incorruptible fuente.
Por ella real se hizo la Catolicidad
En la tierra redonda que distendió su faz.

Fue excelsa Soberana, Reina fué de leyenda.
La gran familia hispana su admiración le ofrenda.
COLON

Andando sobre el mar desconocido
Colón avanza; tiene en la cabeza,
más que saber, las hondas intuiciones
que para el genio son timón y estrella.

Va a alcanzar su horizonte el visionario:
en un amanecer de primavera
se vislumbra en la púrpura del trópico
la maravilla vieja y nueva: “¡Tierra!”

Se agrandó el mundo, penetró en la historia
un Continente de esperanza: América,
y las cartas geográficas se ampliaron.

En las Indias entonces descubiertas
volcó España las arcas de su espíritu:
su alta fe, su cultura y dulce lengua.




SAN MARTIN FRENTE A LOS ANDES

San Martín contemplaba la montaña
desde la honda raíz de su heroísmo:
la libertad de América
sólo se lograría
si fuera dado atravesar sus cimas
con ejército y máquinas de guerra.

Pensaba el paladín su pensamiento
en soledad silente,
y ya maduro su pensar grandioso
en Mendoza entregóse a realizarlo.

Despertando entusiasmos,
soldando voluntades,
forzando en los cuyanos sus virtudes
de abnegación y patriotismo puro,
tuvo ejército y máquinas de guerra
para llevar, atravesando el Ande,
hasta donde la empresa lo exigiera.
Y cuando estuvo todo preparado,
mirando la montaña de altas nieves,
la sintió suya, aliada de su empresa,
y suya en la escala de los triunfos claros
y suya en la renuncia de la gloria.

Después de Chacabuco volvería
ebrio de sueños;
mas también otra vez retornaría,
después de Guayaquíl,
hecho vaso de todas las fatigas,
pero crecido en su heroísmo incólume
por su acto sin par de abdicación.

Y la montaña se asoció a su nombre,
hermana en su grandeza,
piedra fundamental de tanta gloria.




PRINGLES EN PESCADORES

Pringles está frente al mar,
con el puñado de criollos
derrotados en Chancay.

La bandera sobre el hombro
levantada, le aureola
la noble adustez del rostro.

¿Tendrá que rendirse ahora?
No ha de ser, y su mirada
azul se funde en las olas.

Los enemigos no alcanzan
a comprender lo que piensa
el oficial sin palabras.

Para salvar la bandera
sólo le queda la mar:
en ella hallará su senda.

Da la orden de avanzar;
firmes los ginetes criollos
las olas desafiarán.

Ya los cascos impetuosos
rompen las olas del mar;
los españoles en coro:
“¡Volved, volved hacia atrás!;
el heroísmo ha vencido;
vuestra honra salvada está:
la gloria os marcó el camino”.




AL MAESTRO ARGENTINO

A ti, viril maestro, a ti, santa maestra;
quiero elevar el verso de alabanza cordial.

De la hondas tareas que encierra la docencia
cumplís la más profunda: los niños educar.

Está en la base misma de la vida del alma
vuestra misión serena de educador cabal.

Asistís al prodigio con que el espíritu abre
sus ventanas al grande misterio universal.

Y en el hondo proceso que configura el alma
sois la mano que guía, la norma, el luminar.

A tí, viril maestro, a ti, santa maestra,
quiero elevar el verso de alabanza cordial.

Vuestra misión se cumple por todos los senderos,
en campos y ciudades hay almas que formar.

Se abren vuestran escuelas en el llano, en la sierra,
en los centros urbanos o en dura soledad.

Comprendo el sacrificio con que marcháis a veces
al páramo en que se alza la escuelita rural.

Mas nunca sois tan dignos de admiración y encomio
si en ese apartamiento con amor enseñáis.

Maestros, yo os exalto por la obra de pioneers
que en las Gobernaciones supisteis realizar.

Sois en la historia patria los expedicionarios
de la conquista de arduo desierto espiritual.

Vuestro heroísmo oculto, vuestra dádiva plena
sean reconocidos por la argentinidad.




EL CUERPO DE BOMBEROS

Arde la casa;
en la noche se elevan las lenguas quemantes.
Un fragor de elemento sin freno recorre los muros;
hace presa el pavor en las almas.
Crepita diabólico, el fuego;
las llamas, el humo, caldean y ahogan.
Se acerca un silbato
hendiendo las calles cual flecha.
La noche se agita;
ya llega el silbato al lugar del siniestro.
Frente al fuego
despliegan los bravos bomberos sus fuerzas.
Se alzan las mangas de agua;
los chorros potentes se cruzan
y apagan de golpe cien ojos
del monstruo diabólico.
-“¡Hay gente en la casa!”…
-“¡Hay gente en la casa!”…
-“¡La madre y un niño!”
-“¡La madre y el hijo pequeño!”…
Saltan los bomberos trampolín de llamas.
Ya se abre una alta ventana.
Un bombero baja con un niño en brazos
por escala increíble entre llamas.
A la pobre madre, casi sin sentido,
con esfuerzo heroico
hurtan de la muerte.
¡Y el incendio voraz agoniza
y resurge audaz,
retomando su danza de infierno!
Incansablemente se arquean los chorros de líquido.
¡Qué lucha tremenda entre el fuego y el agua!
¡Qué combate entre dos elementos!
Va cediendo el incendio. El diabólico engendro se ríe
por las bocas de ruina y de histeria
de la casa sonriente en mil días,
que una noche quedó destrozada.

Ya no hay llamas; solamente los vahos opacos se elevan

Triste paz ha cubierto la casa
aún en pie, que el amor poderoso
talvez pronto reedificará.
Esa noche salvaron dos vidas,
los bizarros, heroicos bomberos.




SALUTACION A MARTIN FIERRO


                                          Mi gloria es vivir tan libre
                                          como el pájaro en el cielo;
                                          no hago nido en este suelo
                                          donde hay tanto que sufrir,
                                          y naides me ha de seguir
                                          cuando yo remonto el vuelo.
                                                   (M. F. I-92-6)

Jinete de las pampas, caballero de estrellas,
rústico entre los cardos; rimador de las bellas
sextinas que los tiempos no lograrán borrar,
a ti nuestro saludo de criollos que al cantar
sentimos la pujanza de tu cabal hombría,
de tu recia experiencia, de tu audaz poesía.

Te dieron en la cara las fuertes sudestadas;
las lluvias, y los soles, y las fuertes heladas
labráronte coraza contra las inclemencias,
mientras el duro embate de la vida, su ciencia
te entregó sin reservas, para que tú pudieras,
¡oh, maestro! enseñarnos las lecciones severas
que han de salvar la estirpe de la Argentinidad
en las horas inciertas de la Humanidad.

Conociste la dicha de vivir rodeado
de mujer y de hijos, y de contar ganado,
cuando las pampas eran los predios que el Señor
entregaba a los gauchos, varones de mi flor.
¡Salud por esa época, Martín Fierro cordial!
¡Salud por esa vida que alcanzaste a gustar!

Después vinieron tiempos de grandes desventuras;
primero, la frontera colmada de amarguras,
pues obrar buenamente, y no ser reconocido,
cosa fiera parece aun para el más sufrido.
Para ti empezó entonces el duro aprendizaje
con que el dolor retúvote en largo pupilaje.
¡Yo te saludo, pobre milico del desierto,
y en su conquista cuento tu innominado esfuerzo!

El ser dos es mejor que el ser uno en la pena;
el destino brindóte compañía serena
en la amistad de un gaucho que admiró tu coraje
en desigual partida. Con Cruz armaste viaje
hacia tierras de infieles. En esos lagrimones
que vertiste en la línea, miramos dos florones.

¡Qué libro el que entre indios te develó la vida!
Nutriste de experiencia tu condición sufrida;
y lo que allí pasaste, y lo que allí aprendiste
cantólo en la guitarra la bordona que hiciste
sollozar en los épicos relatos de “La Vuelta”.
A la pobre Cautiva, con tu piedad resuelta,
salvaste de la furia del indio enceguecido.
¡Por ello te saludo, cristiano convencido!

El total aislamiento, la soledad tremenda,
había ya llevado muy lejos su contienda
en tu alma esforzada. El vivir solitario
te dejó para siempre su grave corolario,
y de vuelta al poblado, seguiste en tu rodar,
siendo como un enigma, hombre de soledad.

Sabemos que la ciencia no brota en el bullicio;
que la sabiduría florece en el resquicio
por donde el alma sola mira la inmensidad;
por eso te saludo, varón de soledad,
y admiro la profunda verdad de tus sentencias,
que son lumbres huelleras para nuestra existencia.
Por ellas, relicario de nuestra alma ancestral,
te exaltaremos siempre, forjador nacional.

Payador, te saludo junto al cantor Moreno
por aquel contrapunto donde los dos, sin freno,
galoparon la tierra, columbraron los cielos,
admirando a los siglos con la amplitud del vuelo,
para decir verdades humanas y divinas
cantadas al acorde de notas argentinas.

Padre y maestro criollo, celebro los consejos
donde se exprime toda la ciencia de los viejos,
que entregaste a tus hijos en una noche obscura
para que fueran guía e imán de su ventura.
Tus hijos son ahora todos los argentinos
de ley; necesitamos tu aval en los caminos
para ser de verdad. Por eso, con unción,
lléguete filialmente nuestra salutación.
Estampas de

“EL QUIJOTE”
Por la ancha tierra castellana va el caballejo del cabal apelativo.
Antes rocín, y rocín ante: el príncipe de los poéticos equinos.
Desde el rocín, innominado deviene el célebre caballo cervantino.
Por la virtud de haber llevado de la justicia un paladín esclarecido.
Flaco y escuálido, y el paso cual si trajera remembranzas de otros
siglos.
Cual si encontrara resistencia en el terrón renacentista del camino.
Era un recuerdo marchitado de alguna hazaña medieval de amor
                                                          {por Cristo.
Era una idea transportada desde esa época de esfuerzo adamantino.
Con la cabeza pensativa, se deja guiar sin escuchar sus apetitos.
Cual si supiera lo que lleva, se ha descarnado y son cansancios sus
                                                               {alivios.

Una mañana con el alba salió del tiempo Don Quijote de la Mancha.
Iba Montando en Rocinante, que desde entonces será parte de su
                                                            {estampa.
Va en la mañana de verano tras el destino riguroso que lo llama.
La heroicidad de tiempos idos resurgirá con el empuje de su lanza.
Brillara el sol en la armadura, o la alta noche se encendiera en
                                                         {luminarias.
Por los caminos azarosos van Don Quijote y Rocinante hacia la
                                                            {Fama.
Después de la primer salida, ya para siempre estarán junto a Sancho
                                                                {Panza.
Su fuerte rucio será arrimo para el transido portador de la alta
                                                              {audacia.
Por sendas limpias y por montes menudearon las fantásticas
                                                            {hazañas.
Y sólo fuera de su tierra será vencido el caballero de la Mancha.

Fue un traspié de Rocinante, del ancho mar barcelonés en las
                                                         {arenas.
Aun derribado el Caballero, fiel a su dama proclamaba su belleza.
En un otoño doloroso van de regreso, par a par, las dos parejas.
Filosofando en el camino, Quijote y Sancho no desmienten su
                                                         {nobleza.

Y aunque vencidos se prometen como pastores realizar bellas
                                                 {empresas.
Mientras cabalga hacia la aldea el servidor del Ideal no desespera.
Cual si al andar de Rocinante sueños de amor y humana gloria le
                                                        {ofreciera.
Mas desmontado de la silla desde la cual cumpliera audaz tantas
                                                          {proezas.
La muerte acosa a Don Quijote, y ya no sabe soportar su honda
                                                           {tristeza.
(De todo abdica en su cordura, pero se lleva el alto amor por
                                                        {Dulcinea.)



                              *** FIN ***

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Poemas para niños y mayores que sean como niños

  • 1. POEMAS PARA NIÑOS (Y PARA MAYORES QUE SEAN COMO NIÑOS) MARIA DELIA GATICA DE MONTIVEROS (AÑO 1954) INDICE PROLOGO......................................................................................... 3 INFANCIA PURA ESTE NIÑO MIO… ............................................................................ 4 ABEJITA............................................................................................ 5 RONDA.............................................................................................. 5 BLANCA NIEVES............................................................................. 6 DICHOSA LA MADRE…................................................................... 7 DELIA ANGELA ................................................................................ 8 MARIPOSAS ..................................................................................... 9 EL GATO BLANCO......................................................................... 10 LOS ROSALES DE MARIA ............................................................ 10 LOS GNOMOS ................................................................................ 11 EN LA LUNA LLENA ...................................................................... 12 EL MININO....................................................................................... 12 MAMA, LA MAESTRA… ................................................................ 13 PARA CANTARTE, BANDERA...................................................... 14 NIÑEZ DEL CORAZON LA MISA DEL ALBA....................................................................... 15 DURAZNERO DE FLOR ................................................................. 15 LUNA EN LOS HUERTOS.............................................................. 16 DESDE LUJAN................................................................................ 17 EL ANGELUS MATUTINO.............................................................. 17
  • 2. EL ANGELUS DEL MEDIODIA ...................................................... 17 EL ANGELUS VESPERTINO ......................................................... 18 COPLAS PARA LA VIRGEN DE LUJAN ....................................... 18 JACARANDAES ............................................................................. 19 MADRE ............................................................................................ 19 EL NARANJO.................................................................................. 20 TRIPTICO DE LA NATIVIDAD........................................................ 20 VIGILIA DE NAVIDAD .................................................................... 20 NOCHEBUENA ............................................................................... 21 NAVIDAD ......................................................................................... 21 EL JAZMIN ...................................................................................... 22 VISPERA DE LA ASCENSION....................................................... 22 TUCUMAN ....................................................................................... 23 MAÑANA EN EL VALLE ................................................................ 24 MARIA LA SIN PAR........................................................................ 24 LOS PAJAROS LA VIUDITA..................................................................................... 26 EL ZORZAL ..................................................................................... 26 EL JILGUERO ................................................................................. 27 EL COLIBRI..................................................................................... 27 LA CASERITA................................................................................. 28 EL ATAJA – CAMINOS .................................................................. 29 EL REY DE LOS PAJARITOS........................................................ 29 LOS HEROES LOS OJOS DEL PEQUEÑO SAN MARTIN ................................... 31 MANUEL BELGRANO .................................................................... 32 SARMIENTO .................................................................................. 32 SAN FRANCISCO DEL MONTE DE ORO (S. L.) .......................... 32 JUAN PASCUAL PRINGLES ......................................................... 32 EVA PERON.................................................................................... 33 RICARDO GUTIERREZ .................................................................. 34 AL SANTO PATRONO, SAN LUIS REY ........................................ 34 ISABEL LA CATOLICA .................................................................. 35 COLON ............................................................................................ 36 SAN MARTIN FRENTE A LOS ANDES ......................................... 36 PRINGLES EN PESCADORES ...................................................... 37 AL MAESTRO ARGENTINO .......................................................... 38 EL CUERPO DE BOMBEROS........................................................ 39 SALUTACION A MARTIN FIERRO................................................ 40 ESTAMPAS DE “EL QUIJOTE”..................................................... 42
  • 3. PROLOGO No siempre los niños tienen poetas que canten para ellos. Poetas que canten como sólo se debe cantar para los niños: con inocencia, con candor, con ternura. Todo poeta –cuando lo es de verdad- preserva intactos y sin mácula, allá en el fondo más secreto de su alma, esos atributos de inocencia, candor y ternura, como destellos purísimos de una edad de oro en la que fuimos alguna vez dioses y niños. Desde el principio hasta la consumación o, dicho de otro modo, desde el paraíso hasta el juicio final, el anhelo íntimo y profundo del poeta es sobrevivir con todas sus fuerzas al oscuro desastre que representa para él la pérdida de ese tiempo irrecuperable en que le fué dado vivir en el puro milagro de un niño y de un dios. Desterrado de su patria virginal, del edén de su infancia, el poeta tiene la conciencia –y es su congoja irreparable- de que algo tremendo se ha perpetrado contra su pureza original, contra su inocencia- de que para sobrevivir a la caída y soportar el destierro todo su trabajo interior no ha de ser en adelante sino un empeño alucinado por recuperar, de algún modo, esa patria perdida. Siendo así, nos parece imposible que el poeta no pueda conciliar su condición de hijo pródigo de la infancia, de niño sobreviviente y eterno, con una mayor disposición para revivir y exaltar ese mundo mágico e intransferible de la niñez. Ello se torna más difícil cada día, por dos razones fundamentales: primero, porque a medida que extrema y complica la trama de convenciones y artificios –de orden social y material- el hombre se va cada vez más imposibilitado de emprender el maravilloso retorno al país de la infancia, al cual comprende menos cada día; segundo, porque los poetas se ven compelidos, por esa situación de desarraigo de las fuentes nativas (nativas no tanto por si sino geográfico cuanto por sus vivencias genuinas), a una abstracción casi completa de experiencias vitales cuyo resultado es, en sus consecuencias últimas, otra convención, otro artificio, cometidos en nombre de una inasequible “poesía pura”. De los dos caminos tradicionalmente recorridos para recuperar ese mundo mágico e intransferible de la niñez –el de la transfiguración poética propiamente dicha y el de la exaltación de motivos y objetos tendientes a impresionar la sensibilidad infantil-, María Delia Gatica de Montiveros ha tomado aquí el menor, pero tan arduo y arriesgado como el primero. Se equivoca quien crea que es aventura fácil escribir para niños poemas que los niños puedan leer sin salir de lo prodigioso natural en que viven extasiados. Escribir para los niños es casi tan difícil, y no menos trascendente, que escribir para los hombres, aun para aquellos en cuyo corazón vive el niño de antaño, lleno de arrobo y deslumbramiento. Quien crea que consuma una tentativa de evasión afronta un compromiso, y un compromiso que no dispensa licencia de ningún género: ni subjetivas ni formales. De acuerdo con estas premisas, nadie debe consentirse facilidades ociosas ni presunciones impropias del carácter y el sentido con que debe afrontarse dicho compromiso. Cualquier impostura, cualquier
  • 4. simulación en este terreno comporta un agravio gratuito y una usurpación de todo cuanto al niño, y sólo niño, le pertenece. Poetisa y educadora puntana, María Delia Gatica de Montiveros ha querido atenuar en parte –atenuar, no eludir- la responsabilidad que como tal asume al publicar en sus POEMAS PARA NIÑOS, agregando al título un epígrafe significativo y esclarecedor: Y para mayores que sean “como niños”. El libro en general responde a este propósito, porque todos o casi todos sus poemas pueden ser compartidos por niños y adultos, sin desmedro de lo que ellos son o significan. Los poemas incluidos bajo los cuatro subtítulos de su “itinerario ideal” –Infancia pura, Niñez del corazón, Los pájaros y Los héroes- cumplen con limpio decoro la función estética y didáctica, aleccionadora, que la autora se ha propuesto, inspirada en incentivos místicos o religiosos y en sugestiones de la niñez, del paisaje y del medio geográfico e histórico de nuestro país. Su registro lírico trasunta en todo momento un sentimiento y una ternura casi desbordantes, tan exaltados y jubilosos que por momentos parecen predominar sobre los demás, incluso sobre las exigencias formales o técnicas de la composición cuya estricta observancia habría conferido, sin duda, más vigor y unidad a la estructura rítmica y elocutiva de este bello libro, venturosamente destinado a conmover las delicadas fibras del alma infantil. Cesar Rosales INFANCIA PURA ESTE NIÑO MIO… A Manuelito Angel Este niño mío le ha ganado al sol por la luz que irradian sus ojos de albor. Este niño mío le ganó a la flor: tienen sus mejillas más bello color. Corre más que el viento, le gana en dulzor a la miel de abeja,
  • 5. refinado dón. Canta la avecilla su trino de amor: más canta mi niño cuando brilla el sol. Cae el agua clara con alegre són: más alegra el niño si ríe a tambor. Los ángeles buenos bendicen a Dios: también mi niñito con tierna oración. ABEJITA Se ve tan quieta la abeja sobre el dulzor del azahar, que parece está durmiendo su noche de buen soñar. Sumida en tanta dulzura sobre la flor estelar ¿qué soñará la abejita zumbona del colmenar? RONDA Los niños hicieron la ronda en suelos de plata lunar; los niños cantaban la dicha de ver cual florece el rosal. Giraban, giraban felices, la luna se alzaba a compás, brillante la cara redonda
  • 6. en cielos de buen navegar. Y dice Francisco: - “La luna va en dulce velero, mirad!” Y dice Jacinta: - “Las velas de seda al oeste se van”. Siguieron los niños jugando… Volvióse la ronda a escuchar… Y sólo en silencio quedaron cuando el sueño los vino a llamar. BLANCA NIEVES Blanca Nieves perdida en el bosque tiene mucho miedo. Negro es todo bajo la techumbre de los grandes árboles; y los troncos parecen gigantes de airadas espaldas; y las fuertes raíces se muestran cual garfios feroces. Blanca Nieves perdida en el bosque tiene mucho miedo… De los hondos y tétricos huecos de abajo y de arriba, salen voces temibles, aullidos, graznidos de cuervos. …Y la frágil, blanquísima niña tiembla y llora… Blanca Nieves, tan sola, no sabe si vive o si sueña… ¿Qué sendero ignorado ha seguido que así la ha traído a la cueva minúscula y clara, sin dueño visible, donde hay siete blancas camitas, siete capuchones, siete sillas en torno a una mesa bajita y brillante? Blanca Nieves depone temores y camina, leve, abarcando con ojos curiosos
  • 7. la extraña casita. ¡Oh, la limpia y brillante cocina que presto descubre! Se ha apagado el hogar, presurosa hace arder la leña y prepara las viandas que piensa servirán de cena. Ya se mueven sus manos preciosas poniendo la mesa; siete platos pequeños y siete servilletas blancas; siete cucharitas, siete tenedores más siete cuchillos; y el cristal de copitas tan leves que ilusión parecen. Tendida la mesa, lista la comida, Blanca Nieves no sabe qué espera... De pronto entran los siete enanitos con sus luengas barbas y a la niña asombrada le vuelven sus tristes temores… Pero luego los buenos enanos -¡que tanto han vivido!- la descubren princesa, y se postran reverentemente. Blanca Nieves les ruega que se alcen; los enanos ríen con sus risas alegres y claras de genios felices. Y celebran con cálidas voces la feliz llegada de la bella princesa, que siempre, soñando, esperaron. DICHOSA LA MADRE… “Duérmete mi niño que tengo que hacer: lavar los pañales, sentarme a coser” (Cantar Popular) Dichosa la madre
  • 8. de que habla el cantar Su mayor trabajo, pañales lavar; su descanso dulce, el niño acunar. Y cuando al pequeño lo ha arreglado bien, a la madre joven le queda un quehacer: en la silla baja sentarse a coser. ¡Dichosa la madre de que habla el cantar! No tiene tareas fuera del hogar; siempre fresca y suave junto al niño está. Y el pequeño crece sanito y feliz. Ya los dientecitos le van a salir y todo su día será sonreír. Cuando llegue el tiempo de pasitos dar, ella, vigilante, le conducirá y después, gozosa, con él jugará. Cuando el niño hable, su lengua hablará: con su pensamiento, llegará a pensar. ¡Dichosa la madre de que habla el cantar!... DELIA ANGELA Vida de encanto y maravilla Delia comienza a recorrer;
  • 9. hoy la ilumina la alegría que el campo brinda a la niñez. Ya son las flores, o las hierbas medicinales su pasión; o es el pichón de la paloma lo que encadena su candor. Blanca, blanquísima es la niña; tiene cabellos de trigal, y las mejillas sonrosadas, y primoroso el caminar. Dice poemas deliciosos; ama la danza, y al bailar las gracias de la mujercita deja, sonriente, adivinar. Con su vestido almidonado y su capotita estival a todo sol, o bajo el árbol con otros niños va a jugar. Siete años tiene la pequeña; vive en un gran mundo de luz. ¡Quiera el Señor que siempre brille para su dicha, el cielo azul! MARIPOSAS Sobre el azogue de la laguna -de esta laguna como un espejo para la cara de una princesa- las mariposas tienden su vuelo. Son como pétalos de flores de oro que se han unido para volar y que en la gloria de la mañana nos regocijan con su aletear. Entre las sierras, cantando, el agua se ensancha en forma de corazón; las mariposas rozan a veces la superficie do brilla el sol.
  • 10. ¡Oh, mariposas, que un bello día entre los niños que se bañaban tendieron puentes de alitas de oro sobre el espejo del agua clara! EL GATO BLANCO La mamá se enoja porque el gato blanco se sube a la mesa. -Mambo, Mambo lindo, oye la advertencia, no desobedezcas, quédate en la alfombra haciendo ron ron, juntito a la estufa que te da calor. Digo al gato blanco una y otra vez; pero el consentido no quiere entender. Así, cuando nadie lo advierte, en la mesa grande se arrellana bien. -Mambo, si mamita te viera otra vez! No lo dudes, Mambo, te va a castigar; y a mí, dolorido, me verás llorar, me verás llorar… LOS ROSALES DE MARIA El Niño Jesús tenía que cuidar los dos rosales, uno púrpura, otro blanco, que amaba la Virgen Madre. El Niño Jesús regaba los rosales predilectos
  • 11. cuando la mañana abría sus ventanas en el cielo. Se llenaban de botones los rosales que regaba el Niño Dios, obediente, en los días de su infancia. Y crecían generosos los pimpollos, asomando la suavidad de los pétalos en el cáliz apretado. Una mañana en que el Cielo se despertaba en la tierra: trinos de aves, rumor de agua luz celestial, agua fresca, el divino Infante mira con ojos maravillados dos rosas que se han abierto en los rosales galanos. Y María y José vieron en esos plácidos días muchas rosas que se abrieron en fragante epifanía. ………………………………….. El Niño Jesús dormía sus sueños angelicales; y María, vigilante, cual siempre acude a mirarle. ¡Sobre cruz de rosas rojas, orlada de rosas blancas, el Hijo de sus entrañas dulcemente reposaba!... LOS GNOMOS Las noches de viento negro no hay gnomos en la floresta; las noches de viento negro en su palacio se quedan.
  • 12. Los gnomos tienen palacio bajo la raíz del árbol; y el palacio es grande y bello con interior de cristales. Las noches de viento negro los gnomos tienen su fiesta en los suntuosos salones que se abren bajo tierra. Miles de faroles penden de los techos rutilantes y con tantas luminarias se iridizan los cristales. ¡Cómo danzan, cómo giran, Cantando, los gnomos buenos, en sus extraños palacios, las noches de viento negro! EN LA LUNA LLENA En la luna llena se ve un borriquito que lleva a la Virgen y al Niño bonito. En la noche clara, entre estrellas van, recorriendo prados de la inmensidad. EL MININO ¿De dónde, de dónde vino mi gatito, mi Minino? Alguien por la puerta falsa arrojó al animalito.
  • 13. ¿Cómo quererlo si era tan feúcho el pobrecito? En mi casa halló comida; acá encontró mi cariño. Ahora es un gato grande el Minino, con ojos color de miel y pelaje bien barcino. Nadie le gana en el salto ni a vagar por el vecino. Nadie conoce mejor cuando se afila el cuchillo: al instante en la cocina se presenta el muy bandido. Se va a la huerta a comer su ración entre gruñidos. ¡Qué gato de exposición mi Minino! MAMA, LA MAESTRA… -Mamá, la maestra nos hizo reír. -¿Qué contó hijo mío? -Nos llamó con nombres distintos, con nombres que a cada uno de nosotros le venía bien: Ratoncito Pérez, el Explorador, el Doctor, la Ardilla, Pildorita, Flor… (Y el niño se ríe, se ríe…) -Madre, la maestra mira el corazón. -Cómo es eso, hijo? -Ella siempre sabe si los chicos cumplen, si los chicos riñen, si dicen verdad, si ayudan al pobre, si comen en paz… -¡Qué linda se puso la maestra hoy, día de la Patria, qué linda se vió cuando en nuestro patio, todo embanderado, dijo un gran discurso. ¡Cómo la aplaudí!
  • 14. -Mamá, la maestra tiene lindo pie. (La madre, azorada, se va a sonreír, pero el niño, serio, casi lastimado, dice en dulce voz:) -Hace un movimiento tan lindo, tan lindo cuando el paso da… La madre comprende que su pequeñito, está haciendo un tibio nidito de afectos para la maestra. PARA CANTARTE, BANDERA Para cantarte, Bandera, quiero la música alada que los pájaros entonan en plácidas madrugadas. Quiero la voz cristalina con que las aguas serranas fluyen, llevando la vida, entre hierbas perfumadas. Quiero el silbo con que el aura entre los álamos pasa cuando en la tarde madura el Angelus se desgrana. Quiero brindarte las voces más hermosa de la Patria, para cantarte, Bandera, en tus gloriosas jornadas. Y como sé que los niños tiene también voces gratas, la voz de mis compañeros, por mis palabras, te canta.
  • 15. NIÑEZ DEL CORAZON LA MISA DEL ALBA Ya los cielos encendieron para la misa del alba, sobre el mundo adormilado sus claridades rosadas. En la hora pura del día suenan, suenan, las campanas; llegan livianos al templo los hijos de la mañana. Y al hablarse en el camino, o al encontrarse a la entrada de la Iglesia, ¡qué alegría deja el saludo en las almas! En la nave, dulces sombras acatan la luz alada; y en esa penumbra mística la oración se eleva, rauda. ¡Qué dicha empezar el día con cármenes de alabanza al Creador de Cielo y Tierra, en la alta misa del alba! DURAZNERO DE FLOR En un jardín de cuyo dueño el nombre quiero ocultar, hay un hechizo albar. Por seña os digo que en la calle Pringles alumbra la razón de este cantar: Duraznero de flor que se levanta tras una férrea reja colonial.
  • 16. Cuando el brote en septiembre bordonea el árbol canta su himno jubilar. Se recubre de místicas corolas, tan blancas que parecen irradiar. En la esfera joyante de la copa hay una vocación de azul tocar. Y el duraznero en flor, así investido, en la región ideal, halla lugar. ¡Cómo conmueve esta aleluya blanca que canta en el albor primaveral! LUNA EN LOS HUERTOS La luna llena, muy alto navega en el cielo plácido, y va dejando en los huertos el embrujo de sus rayos. Los huertos, que por septiembre se van vistiendo de flores, con la luz lunar que cae se idealizan en las noches. Bajo esa lumbre ¡qué extraños los bellos ciruelos blancos, los naranjos estelares los durazneros brotados! Un país de fantasía se abre en septiembre en los huertos: toman cuerpo entre las sombras las figuras de los cuentos.
  • 17. DESDE LUJAN EL ANGELUS MATUTINO Aun se está anunciando el día cuando suenan las campanas. Por las llanuras del aire vuela el Angel, que con claras voces saluda a María, la sin par, llena de gracia. Así, con Cielo en la tierra se levanta la mañana. EL ANGELUS DEL MEDIODIA Fanal ingrávido y puro, quietud de cristal y oro parece encerrar al pueblo. Los altos sones redondos llegan serenos, de un tiempo sin memoria y sin retorno. Son toques de eternidad los que se oyen en Luján.
  • 18. EL ANGELUS VESPERTINO Suavidad de seda y lilas se extiende sobre la sierra; otra vez la rueda alada del tiempo, en suspenso queda. La hora azul se santifica con las fieles margaritas que florece el campanario por las ánimas benditas. ¡Quién no quisiera morir con tan dulce retintín! COPLAS PARA LA VIRGEN DE LUJAN ¡Qué no puede tu sonrisa, oh, Señora de Luján! Vine buscando sosiego para tanto trajinar. Miré tu dulce sonrisa, tu bello rostro de paz. Y encontré al amparo tuyo la ansiada tranquilidad. ¡Qué no puede tu sonrisa, oh, Señora de Luján! Traía en el alma triste llagas de mi soledad, que no siempre compañía es signo de la amistad. Y hallé el eco que soñamos en tu clara intimidad. ¡Qué no puede tu sonrisa, oh, Señora de Luján! Cargado de deudas vine,
  • 19. reo por dilapidar. Mi fortuna eran mis sueños, mi gran ilusión, cantar; sin voz para el canto estaba y acá la vine a encontrar. ¡Qué no puede tu sonrisa, oh, Señora de Luján! Antes de irme vengo a darte gracias, Virgen de Luján. Sano en la carne y el alma me retiro de tu altar. Dame el llevarme conmigo la dulzura de tu paz ¡Qué no puede tu sonrisa, oh, Señora de Luján! JACARANDAES En el remanso de la plaza ciudadana con tinta azul se va inscribiendo la mañana en la gloriosa placidez que al alma trae la floración sin par de los jacarandaes. Arboles fieles al laúd de primavera alzan su copa azul, azul, como si fuera la gran ofrenda de ilusión con que responden al sol y al cielo, que en lo mínimo se esconden. MADRE Madre, cuando se abren las rosas, y el aire, en traviesas auras se entibia en las tardes, no hay mayor contento para tu muchacho que brindarte flores, que llenar tus brazos de pálidas rosas, de purpúreas rosas, que te den la gracia de su dulce aroma.
  • 20. Cerca de las rosas te veo cual flor, ¡oh, fiel alegría de mi corazón! EL NARANJO En un huerto escondido de mi amada ciudad, vive un bello naranjo su flor primaveral. En las auroras puras, más que árbol parece ánfora de perfumes que en el huerto se vierte. Cuando el sol resplandece se vuelve un colmenar; miramos las abejas, absortas, laborar. Estar bajo el naranjo es habitar un cielo: las flores estelares nos rozan con sus pétalos. El corazón recibe la gracia del azahar. ¡Quién conservar pudiera su dulzura fugaz! TRIPTICO DE LA NATIVIDAD VIGILIA DE NAVIDAD Se agita el pecho en tibio mar de espera. Crece el ansia como un presentimiento
  • 21. de grandeza, y el ala del milagro bate el espacio de la tierra al Cielo. Inmensas son las horas que gravitan en la sacra Vigilia, cuando el tiempo parece en suspensión, y las veredas de las almas se pueblan de misterio. No existe voz para decir la dicha que se presiente, cuando llega el vuelo de la inefable sombra de una Noche que lleva al Día en prodigioso seno. NOCHEBUENA Pudo llamarse Noche ´ bella, pudo llamarse Noche ´ sol o Noche ´ estrella; en la humildad divina del pesebre se llama solamente Noche ´ buena. Alta noche de invierno en el refugio de un establo, que Cristo en la pobreza quiso nacer, para enseñar al hombre que no se funda en oro la grandeza. Y el Niño miró pronto al buey, al asno, a José el manso, el de la barba bella, y encontró el Cielo en los divinos ojos de la Madre del rostro de azucenas. NAVIDAD Todo es florecimiento de campanas en los confines de la Cristiandad; hay gloria en las alturas, y a la tierra baja inefable un hálito de paz. Estréchanse los hombres con cariño en el círculo grato del hogar.
  • 22. El pan se parte con fraternas manos y es sagrada la mesa familiar. Sólo habla el corazón de su abundancia; las madres temen la alabanza alzar, recelando romper por un instante el encanto sin par de Navidad. EL JAZMIN Este jazmín que adorna y ennoblece las altas galerías de la casa, creció al amparo dulce de las manos más hondamente amadas: las manos de la madre, ya en el Cielo. Su sino es florecer; en su follaje se pinta el cielo de las noches graves; mas son estrellas leves, que con el soplo de la brisa caen. Caen, y sin sostén, desamparadas, un momento se quedan en el suelo, o ruedan presurosas, sin sentido, en loca danza. Se arremolinan las estrellas flores; giran en un gran caos perfumado. El espíritu siente la presencia de una pura y efímera belleza. Y se deja llevar, en remolino de soñador olvido. VISPERA DE LA ASCENSION Ya se llega, para la gloria de la Iglesia, la Ascensión. El Hijo vuelve hacia el Padre cuando ha terminado el drama de la gran Reparación.
  • 23. Viene un eco clamoroso desde la Resurrección; ya no queda más que un día de la Pascua del Señor. Y mañana, en un transporte de gratitud y de amor, brillará para los hombres redimidos la fiesta de la Ascensión. Por el aire transparente quedamente el Señor ascenderá; las cortinas celestiales recogidas estarán; ya muy alto, ya muy alto, su visión nos quitará una loca nubecilla que después lo ha de llorar. Ya se llega, para júbilo del Cielo, la Ascensión. TUCUMAN ¡Oh, Tucumán, quien te ha visto ya no te podrá olvidar; ciudad de preclara historia, patria de la Libertad. Te quiero por tus naranjos, por tu caña singular, por tus lapachos rosados, tu jazmín del Paraguay. Llegué aspirando el perfume de tus flores de azahar: me voy amando tus cerros, tus quebradas, tu ciudad. El corazón de tus gentes
  • 24. es de azúcar y es de pan. ¡Dios les conserve la gracia de trabajar y cantar! Siempre evocaré tus albas, y tus noches, Tucumán. ¡Oh, Tucumán! quien te ha visto ya no te podrá olvidar! MAÑANA EN EL VALLE La atmósfera se vuelve ánfora inmensa donde cantan los pájaros, ocultos: y el agua en los canales zigzagueantes musita su alegría. Con los sones y olores naturales el alma se liberta, entusiasmada, Y va a vagar por el ayer perenne que se infunde en el hoy, como la rosa se infunde en nuestros sueños del presente siendo, como es, vivida poesía. En la triple amplitud de la esperanza ¡qué bien canta el zorzal, la reinamora, el pitojuán, el tordo, el rey del bosque! ¡Cómo sube el cucú de la paloma desde el umbroso tala hasta la cima donde el alma trepó sus atalayas! Epifanía de la paz parece la mañana nublada en el lugar. MARIA LA SIN PAR Era la Hija de David la niña luminosa de toda la Judea. Su crecer fue armonía, y cuando el resplandor de su belleza bastaba para iluminar un templo, el de Jerusalem miróse en Ella;
  • 25. su oración ascendía a las Alturas, mientras, dulce, bajaba la cabeza. Y entre todas las Vírgenes, Miriam fué la elegida, la primera. Manifestóse el Angel cuando estaba unida al Cielo en la plegaria plena. El saludo y mensaje misterioso oyó con faz serena, y en perfecta humildad y acatamiento ofreció su pureza de azucena para la hondura de la Encarnación, principio y galardón de la Era Nueva. Por Ella el Cielo descendió a la tierra; por Ella en Nazareth la dulce infancia de Jesús Redentor, de humanos ojos pudo ser mirada. Y entre sonrisas celestiales, Miriam fué la divina Madre bienamada. Cuando llegó la hora del Calvario madura estaba para el sacrificio. Y se estuvo de pie, Madre doliente, junto a la Cruz que levantaba al Hijo. Con El sintió en el corazón sangrante las torturas de todos los martirios. Con El partir quisiera, que el Elegido necesita lirios. Y el Hijo la dejó entre los mortales para que en los dolores del camino, Ella sea la mano que suaviza, la estrella guía, el gozo cristalino. La cristiandad ahora la proclama de todo lo creado excelsa Reina; su dulce nombre cantan los pequeños desde la edad primera. María la Sin Par enciende el pecho en puro amor y la virtud despierta; es como si por Ella muchas cosas descubrieran su esencia verdadera. Y si en el tiempo de los tiempos plenos por María, Jesús bajó a la tierra, María es la esperanza que tenemos de alcanzar galardón de Vida Eterna.
  • 26. LOS PAJAROS LA VIUDITA En la rama más desnuda del paisaje solitario, se ha posado la viudita con su pena y sin su canto. De plumón de nieve y seda finamente cincelado, no le gana en estatura al gorrión desaforado. Sola vive, vuela sola, y se dulcifica el campo cuando pone su nostalgia en la soledad del árbol No se agita, no gorgea; murió su amado y de tanto llorarle en los tristes días perdió la voz para el canto. Se puso luto en las alas: en el atavío blanco que lució la desposada, el crespón que no ha dejado. EL ZORZAL Viene desde la sierra y es el rey de las huertas ave del silbo hondo y del trino jovial. Los veranos maduran en su garganta dulce y en cálida armonía modula su cantar. Quien lo ha visto en los claros del huerto caminando, su estampa aristocrática ya no podrá olvidar.
  • 27. Larga levita negra, oro en el pico y patas, erguido el pecho, mide su paso consular. Cuando varios zorzales se unen en el trino o entrelazan sus arias de ópera estival, bajo los parasoles de los grandes naranjos la existencias parece milagro musical. Para quien tiene el alma de amor enajenada, canta en la tarde hondas endechas el zorzal. EL JILGUERO Primo pobre del canario vive en el campo el jilguero; libre de doradas rejas, disfruta el goce del vuelo. En los coros matinales se oye su trino perfecto, hecho de fugas aladas y de cambiantes allegros. La minúscula avecilla detiene el vuelo del tiempo cuando modula sus coplas en la soledad del huerto. EL COLIBRI En los caminos del aire resplandece el colibrí. ¡Oh, la mínima avecilla de esmeralda y de zafir! Tan pequeña y primorosa
  • 28. más parece joya, flor, que jugando a las dos alas le robara brillo al sol. Más que vuela, tiembla y vibra el pintado colibrí; un zumbido de bordona al pasar, se deja oír. Tan ingrávida es el ave que parece va a quedar suspendida en el espacio luciendo en la inmensidad. Gira a veces, desdumbrando con su vivo tornasol; y girando, vibra el aire y palpita la ilusión. Y cuando al jardín se llega para las flores libar, no se posa el avecilla más que en el rayo solar. Yo he mirado el nido leve donde pone el colibrí, y nunca mayor finura de las aves conocí. LA CASERITA En el alero o el árbol seco alza su casa la caserita; busca el sol bueno y el aire puro: es campesina la caserita. Con barro y paja y con ciencia infusa el matrimonio fabrica el nido; son dos ambientes y un corredor, todo prodigio de buen sentido. Cuando la casa está lista y seca, la enamorada pareja pone los huevecillos, que con el tiempo los dulces padres verán pichones.
  • 29. No les conturban vientos ni lluvias; vive tranquila la fiel familia. ¡Oh, quién pudiera para su dicha tener un nido de caserita! EL ATAJA – CAMINOS Cae la noche en los campos. De pronto, sobre la huella resplandece un ojo absorto. El automóvil ya llega y va a fundir con sus luces -o va a aplastar con sus ruedas- al ojo desaforado. El breve momento apremia; mas, en el preciso instante que insinúa la tragedia, el ojo, con fuertes alas, levanta el vuelo y se aleja. A poco andar, otro ojo desafía, y vuela a tiempo; y otro más, y muchos ojos a la huella van saliendo, mientras la noche se espesa sobre los campos morenos. Así el ataja ´ caminos va, con su lúcido juego, sirviendo a la fantasía o espantando, atento, el sueño. EL REY DE LOS PAJARITOS Qué sangriento el señorío del rey de los pajaritos! En los días de su canto gime triste el bosquecillo. Disimula sus poderes
  • 30. con pardo sayal, más tiene grande la cabeza, y ojos que dominan y adormecen. En las mañanas radiantes o en las tardes perfumadas, cuando menos lo imagina la comunidad alada, se oye un trino entrecortado, notas turbias de lamento en un canto de dominio que reduce el mando a ruego. Los pajaritos que se hallan en la órbita del canto no pueden oír, no pueden dejar de acudir volando. Con gorgeos apagados, sin calor, sin lucimiento, responden los pajaritos al sinuoso llamamiento. Van llegando hasta la rama donde se posa el tirano; le acatan, son sus vasallos; forman círculo cerrado. Y aunque algunos lo quisieran, no se mueven de su sitio, pues no pueden evadirse del fatídico atractivo. ¿De qué vale cuchichear si todo tendrá que ser? El rey de los pajaritos va a elegir otra vez. Fino el ojo, la cabeza gira audaz en su contorno; el hechizo va en aumento, la tensión llega a su colmo. Entonces el ave parda elige su presa mansa: como flecha vuela y pica la cabeza que se alarga. Saltan los mínimos sesos
  • 31. ante el círculo aterrado; y levanta al ave exánime en cruel vuelo solitario. Va a tener un sitio aparte su festín silente y trágico. ¡Que sangriento el señorío del rey de los pajaritos! LOS HEROES LOS OJOS DEL PEQUEÑO SAN MARTIN ¡Qué ojos los que tenía cuando niño, San Martín! Negros ojos, dulces ojos, mirada de paladín. Los chicos del vecindario, todos morenos de piel, con corazones de lirio le entregaban su querer. Doña Gregoria pensaba: “¡porqué el niño mira así!; si entre todos sus hermanos, sin hablar, más dice al fin”. Don Juan vislumbra en su hijo galones de general. ¡Pero no podrá la gloria de esos ojos alcanzar! Temblaba la madre tierna, temblaba por su José: ¡adivinaba las cumbres que tendría que ascender!
  • 32. MANUEL BELGRANO Vivió con el alma blanca nutrida de ideal azul, el creador de la Bandera de la gran Nación del Sud. Por eso, cuando a la Patria quiso darle pabellón, el cielo y la nieve pura le dieron definición. MOCEDAD DE SARMIENTO EN SAN FRANCISCO DEL MONTE DE ORO (S. L.) En Sarmiento el futuro germinaba: quince años de audaz adolescencia que andando por las breñas, desplegaba un brío de telúricas esencias. José de Oro y roca le enseñaba saber viril y módulos de ciencia; mirando las estrellas los rumiaba Domingo, y despertaba su conciencia. Y así llegó a intuir que era la escuela concreción de su afán por la cultura, enseñando a leer en la aldehuela. Una mañana de sin par frescura alzó la voz para enseñar: aun vuela el eco de su verbo en la espesura. JUAN PASCUAL PRINGLES Este prócer puntano fundía en su figura lo recio de la roca y el cristal de la altura;
  • 33. de la tierra materna tomó fuerza y bravura y las pujantes auras le dieron donosura. El Capitán del Ande le ungió en el Campamento que levantó en las Chacras. Y en fiel asentimiento Pringles siguió a su Jefe, llevando por un viento de épica grandeza, hasta rendir su aliento. Cuando Chancay vencido, vencedor se llegaba a las salobres ondas, y la gloria alcanzaba. Ya huésped de la Historia, en Pasco descollaba y en Torata y Maquehua su gesto se extremaba. La guerra libertaria se acercaba a su fin: una Estrella prendióle su valor en Junín. El alba de Ayacucho propagó su clarín y el héroe puntano galardón tuvo allí. Después… los cruentos tiempos de lucha fraticida. Volvió y miró en las sombras la Patria amanecida. Se enfrentó con la saña, que lo dejo sin vida, sobre su espada rota, una tarde vencida. EVA PERON Se levantó del pueblo con poderoso vuelo; traía en las pupilas luz de fuego y candor; era como la espiga, flexible y rumorosa: dulce tenía el corazón. Su historia es breve y honda cual la flecha y la herida; bien mirada es tan sólo una historia de amor; su hondo sentimiento la arrolló sin medida: en ese gran mar zozobró. Tenía una santísima locura por los pobres; los amó sin reservas, lúcida o con pasión: los pobres le regaron las flores de su alma: los pobres que Jesús amó. Las mujeres en ellas tuvieron defensora; de ellas fue llameante bandera Eva Perón; las quería felices, más madres, más mujeres: fautoras de un mundo mejor.
  • 34. El ideal de justicia se le prendió en el pecho; por verlo realizado, valerosa luchó; la vida le servía para alentar la lucha: paz e injusticia no entendió. Tanto ardor en tan frágil vestidura corpórea la envolvió con su llama de muerte y de dolor; pero sus santas sedes tuvieron un oasis: los niños, coro de su amor. RICARDO GUTIERREZ Su existir fue un continuo servicio hacia la vida; la conoció en su abismo más hondo: el del dolor, y en su más alta cima: la eterna poesía. Se entregó en un cristiano total acto de amor. Este médico impávido en crueles epidemias, junto a las pobres cunas sentía una emoción que, temblando, concluía por florecer en lágrima. Y los niños sabían de su gran corazón. Con ropaje de versos vistió sus sentimientos. Sus poesías fueron auras de redención que dulcemente entraron en las almas dormidas. De caridad, de gracia y perdón fue su lección. AL SANTO PATRONO, SAN LUIS REY En el siglo triunfal de la Edad Media, el siglo XIII –pensamiento y brazo- nace en Francia, en el trono de los Luises un Rey de los altares destinado. Tuvo por madre a Blanca de Castilla, que de España llevó virtud y gracia; creció el Infante bajo tal tutela y llenó Europa con su santa fama.
  • 35. Paladín de la empresa y del ensueño de conquistar el sitio en que yaciera Cristo Nuestro Señor, se armó cruzado. Caballero ideal y Rey justísimo, se labró para el Cielo una corona de blancos lirios y lucientes perlas. ISABEL LA CATOLICA En la tierra abonada por el Cid Campeador nació Isabel, princesa de Castilla y León. La hermosísima Infanta creció en retiro austero; despreció vanidades, gustó lo duradero. La Historia la contempla, joven Reina y Señora de España unificada, de la Cruz defensora. Su alto afan de cultura, dió sabios y dió artistas; no se olvida su corte de damas latinistas. Par de su augusto esposo, Fernando de Aragón, con sus gestas labraron un mismo medallón. Un día hasta las puertas llegaron de Granada. Prez de la Morería, por fin reconquistada. ¡Quién a Isabel la viera recibiendo las llaves, en su corcel dignísima, con ademanes graves! Esta es la Reina fuerte que, atenta, compartió la idea visionaria de Cristóbal Colón. Al nauta peregrino, genio y mendigo a un tiempo, lo defendió de envidias, le prodigó su aliento. Le dió las Carabelas, le entregó tripulantes y le siguió en la empresa con su fervor constante. Fue co´descubridora de América Isabel; cumplió en un tiempo pleno providencial papel. Siempre por el amor de Dios Omnipotente, Sus anhelos tuvieron incorruptible fuente. Por ella real se hizo la Catolicidad En la tierra redonda que distendió su faz. Fue excelsa Soberana, Reina fué de leyenda. La gran familia hispana su admiración le ofrenda.
  • 36. COLON Andando sobre el mar desconocido Colón avanza; tiene en la cabeza, más que saber, las hondas intuiciones que para el genio son timón y estrella. Va a alcanzar su horizonte el visionario: en un amanecer de primavera se vislumbra en la púrpura del trópico la maravilla vieja y nueva: “¡Tierra!” Se agrandó el mundo, penetró en la historia un Continente de esperanza: América, y las cartas geográficas se ampliaron. En las Indias entonces descubiertas volcó España las arcas de su espíritu: su alta fe, su cultura y dulce lengua. SAN MARTIN FRENTE A LOS ANDES San Martín contemplaba la montaña desde la honda raíz de su heroísmo: la libertad de América sólo se lograría si fuera dado atravesar sus cimas con ejército y máquinas de guerra. Pensaba el paladín su pensamiento en soledad silente, y ya maduro su pensar grandioso en Mendoza entregóse a realizarlo. Despertando entusiasmos, soldando voluntades, forzando en los cuyanos sus virtudes de abnegación y patriotismo puro, tuvo ejército y máquinas de guerra para llevar, atravesando el Ande, hasta donde la empresa lo exigiera. Y cuando estuvo todo preparado, mirando la montaña de altas nieves,
  • 37. la sintió suya, aliada de su empresa, y suya en la escala de los triunfos claros y suya en la renuncia de la gloria. Después de Chacabuco volvería ebrio de sueños; mas también otra vez retornaría, después de Guayaquíl, hecho vaso de todas las fatigas, pero crecido en su heroísmo incólume por su acto sin par de abdicación. Y la montaña se asoció a su nombre, hermana en su grandeza, piedra fundamental de tanta gloria. PRINGLES EN PESCADORES Pringles está frente al mar, con el puñado de criollos derrotados en Chancay. La bandera sobre el hombro levantada, le aureola la noble adustez del rostro. ¿Tendrá que rendirse ahora? No ha de ser, y su mirada azul se funde en las olas. Los enemigos no alcanzan a comprender lo que piensa el oficial sin palabras. Para salvar la bandera sólo le queda la mar: en ella hallará su senda. Da la orden de avanzar; firmes los ginetes criollos las olas desafiarán. Ya los cascos impetuosos rompen las olas del mar; los españoles en coro:
  • 38. “¡Volved, volved hacia atrás!; el heroísmo ha vencido; vuestra honra salvada está: la gloria os marcó el camino”. AL MAESTRO ARGENTINO A ti, viril maestro, a ti, santa maestra; quiero elevar el verso de alabanza cordial. De la hondas tareas que encierra la docencia cumplís la más profunda: los niños educar. Está en la base misma de la vida del alma vuestra misión serena de educador cabal. Asistís al prodigio con que el espíritu abre sus ventanas al grande misterio universal. Y en el hondo proceso que configura el alma sois la mano que guía, la norma, el luminar. A tí, viril maestro, a ti, santa maestra, quiero elevar el verso de alabanza cordial. Vuestra misión se cumple por todos los senderos, en campos y ciudades hay almas que formar. Se abren vuestran escuelas en el llano, en la sierra, en los centros urbanos o en dura soledad. Comprendo el sacrificio con que marcháis a veces al páramo en que se alza la escuelita rural. Mas nunca sois tan dignos de admiración y encomio si en ese apartamiento con amor enseñáis. Maestros, yo os exalto por la obra de pioneers que en las Gobernaciones supisteis realizar. Sois en la historia patria los expedicionarios de la conquista de arduo desierto espiritual. Vuestro heroísmo oculto, vuestra dádiva plena
  • 39. sean reconocidos por la argentinidad. EL CUERPO DE BOMBEROS Arde la casa; en la noche se elevan las lenguas quemantes. Un fragor de elemento sin freno recorre los muros; hace presa el pavor en las almas. Crepita diabólico, el fuego; las llamas, el humo, caldean y ahogan. Se acerca un silbato hendiendo las calles cual flecha. La noche se agita; ya llega el silbato al lugar del siniestro. Frente al fuego despliegan los bravos bomberos sus fuerzas. Se alzan las mangas de agua; los chorros potentes se cruzan y apagan de golpe cien ojos del monstruo diabólico. -“¡Hay gente en la casa!”… -“¡Hay gente en la casa!”… -“¡La madre y un niño!” -“¡La madre y el hijo pequeño!”… Saltan los bomberos trampolín de llamas. Ya se abre una alta ventana. Un bombero baja con un niño en brazos por escala increíble entre llamas. A la pobre madre, casi sin sentido, con esfuerzo heroico hurtan de la muerte. ¡Y el incendio voraz agoniza y resurge audaz, retomando su danza de infierno! Incansablemente se arquean los chorros de líquido. ¡Qué lucha tremenda entre el fuego y el agua! ¡Qué combate entre dos elementos! Va cediendo el incendio. El diabólico engendro se ríe por las bocas de ruina y de histeria de la casa sonriente en mil días, que una noche quedó destrozada. Ya no hay llamas; solamente los vahos opacos se elevan Triste paz ha cubierto la casa
  • 40. aún en pie, que el amor poderoso talvez pronto reedificará. Esa noche salvaron dos vidas, los bizarros, heroicos bomberos. SALUTACION A MARTIN FIERRO Mi gloria es vivir tan libre como el pájaro en el cielo; no hago nido en este suelo donde hay tanto que sufrir, y naides me ha de seguir cuando yo remonto el vuelo. (M. F. I-92-6) Jinete de las pampas, caballero de estrellas, rústico entre los cardos; rimador de las bellas sextinas que los tiempos no lograrán borrar, a ti nuestro saludo de criollos que al cantar sentimos la pujanza de tu cabal hombría, de tu recia experiencia, de tu audaz poesía. Te dieron en la cara las fuertes sudestadas; las lluvias, y los soles, y las fuertes heladas labráronte coraza contra las inclemencias, mientras el duro embate de la vida, su ciencia te entregó sin reservas, para que tú pudieras, ¡oh, maestro! enseñarnos las lecciones severas que han de salvar la estirpe de la Argentinidad en las horas inciertas de la Humanidad. Conociste la dicha de vivir rodeado de mujer y de hijos, y de contar ganado, cuando las pampas eran los predios que el Señor entregaba a los gauchos, varones de mi flor. ¡Salud por esa época, Martín Fierro cordial! ¡Salud por esa vida que alcanzaste a gustar! Después vinieron tiempos de grandes desventuras; primero, la frontera colmada de amarguras, pues obrar buenamente, y no ser reconocido, cosa fiera parece aun para el más sufrido. Para ti empezó entonces el duro aprendizaje con que el dolor retúvote en largo pupilaje.
  • 41. ¡Yo te saludo, pobre milico del desierto, y en su conquista cuento tu innominado esfuerzo! El ser dos es mejor que el ser uno en la pena; el destino brindóte compañía serena en la amistad de un gaucho que admiró tu coraje en desigual partida. Con Cruz armaste viaje hacia tierras de infieles. En esos lagrimones que vertiste en la línea, miramos dos florones. ¡Qué libro el que entre indios te develó la vida! Nutriste de experiencia tu condición sufrida; y lo que allí pasaste, y lo que allí aprendiste cantólo en la guitarra la bordona que hiciste sollozar en los épicos relatos de “La Vuelta”. A la pobre Cautiva, con tu piedad resuelta, salvaste de la furia del indio enceguecido. ¡Por ello te saludo, cristiano convencido! El total aislamiento, la soledad tremenda, había ya llevado muy lejos su contienda en tu alma esforzada. El vivir solitario te dejó para siempre su grave corolario, y de vuelta al poblado, seguiste en tu rodar, siendo como un enigma, hombre de soledad. Sabemos que la ciencia no brota en el bullicio; que la sabiduría florece en el resquicio por donde el alma sola mira la inmensidad; por eso te saludo, varón de soledad, y admiro la profunda verdad de tus sentencias, que son lumbres huelleras para nuestra existencia. Por ellas, relicario de nuestra alma ancestral, te exaltaremos siempre, forjador nacional. Payador, te saludo junto al cantor Moreno por aquel contrapunto donde los dos, sin freno, galoparon la tierra, columbraron los cielos, admirando a los siglos con la amplitud del vuelo, para decir verdades humanas y divinas cantadas al acorde de notas argentinas. Padre y maestro criollo, celebro los consejos donde se exprime toda la ciencia de los viejos, que entregaste a tus hijos en una noche obscura para que fueran guía e imán de su ventura. Tus hijos son ahora todos los argentinos de ley; necesitamos tu aval en los caminos para ser de verdad. Por eso, con unción, lléguete filialmente nuestra salutación.
  • 42. Estampas de “EL QUIJOTE” Por la ancha tierra castellana va el caballejo del cabal apelativo. Antes rocín, y rocín ante: el príncipe de los poéticos equinos. Desde el rocín, innominado deviene el célebre caballo cervantino. Por la virtud de haber llevado de la justicia un paladín esclarecido. Flaco y escuálido, y el paso cual si trajera remembranzas de otros siglos. Cual si encontrara resistencia en el terrón renacentista del camino. Era un recuerdo marchitado de alguna hazaña medieval de amor {por Cristo. Era una idea transportada desde esa época de esfuerzo adamantino. Con la cabeza pensativa, se deja guiar sin escuchar sus apetitos. Cual si supiera lo que lleva, se ha descarnado y son cansancios sus {alivios. Una mañana con el alba salió del tiempo Don Quijote de la Mancha. Iba Montando en Rocinante, que desde entonces será parte de su {estampa. Va en la mañana de verano tras el destino riguroso que lo llama. La heroicidad de tiempos idos resurgirá con el empuje de su lanza. Brillara el sol en la armadura, o la alta noche se encendiera en {luminarias. Por los caminos azarosos van Don Quijote y Rocinante hacia la {Fama. Después de la primer salida, ya para siempre estarán junto a Sancho {Panza. Su fuerte rucio será arrimo para el transido portador de la alta {audacia. Por sendas limpias y por montes menudearon las fantásticas {hazañas. Y sólo fuera de su tierra será vencido el caballero de la Mancha. Fue un traspié de Rocinante, del ancho mar barcelonés en las {arenas. Aun derribado el Caballero, fiel a su dama proclamaba su belleza. En un otoño doloroso van de regreso, par a par, las dos parejas. Filosofando en el camino, Quijote y Sancho no desmienten su {nobleza. Y aunque vencidos se prometen como pastores realizar bellas {empresas.
  • 43. Mientras cabalga hacia la aldea el servidor del Ideal no desespera. Cual si al andar de Rocinante sueños de amor y humana gloria le {ofreciera. Mas desmontado de la silla desde la cual cumpliera audaz tantas {proezas. La muerte acosa a Don Quijote, y ya no sabe soportar su honda {tristeza. (De todo abdica en su cordura, pero se lleva el alto amor por {Dulcinea.) *** FIN ***