1. LOS ARTESANOS
Eran carpinteros, zapateros, herreros, talabarteros, orfebres, sastres y otros oficios, ejercidos en las casas de habitación o en pequeños talleres. Producían para el mercado local, lo cual unido a la carencia de créditos a intereses razonables, les impedía transformarse en burguesía industrial. Las importaciones limitaban su desarrollo y fortalecían a la burguesía mercantil y financiera.
LOS CAMPESINOS
Constituían la mayoría de la población, se ocupaban de trabajar las tierras en las haciendas y plantaciones de los latifundistas o de cuidar el ganado. Se dividían en peones asalariados y aparceros, estos últimos trabajaban las tierras a cambio de entregarles parte de la cosecha a los terratenientes.
ESCLAVOS
Eran considerados propiedad de sus amos y vivían en la miseria total. Trabajaban en plantaciones. Muchos huían.
DEMOGRAFÍA
Venezuela, con un millón de kilómetros cuadrados, contaba con una población que escasamente llegaba a 800.000 habitantes en 1830 y a 1.000.000 en 1840. Era una población rural, dispersa en pequeños pueblos, haciendas y hatos. Caracas, el centro urbano más importante, apenas contaba con 50.000 habitantes; y mucho menos las otras ciudades. La escasa población reflejaba la magnitud del precio que tuvo que pagar nuestro país por su independencia. De 900.000 habitantes que tenía en 1810, antes de la guerra, había descendido a menos de 800.000 en 1830 sin tomar en cuenta el crecimiento que debió ocurrir en esos 20 años. La despoblación aparecía, pues, como el primer problema que debía resolver la república. Para poblar era preciso promover y favorecer la inmigración de extranjeros y su asentamiento en el país, con lo cual se esperaba también ayudar al progreso general mediante el incremento de la producción.
SALUD
Desde finales del siglo XIX Venezuela se caracterizaba por una situación política inestable. Las sucesivas guerras civiles habían contribuido a conformar el cuadro de un territorio con problemas de pobreza económica, deficiencias sociales y anomalía sanitarias.
2. La población vivía físicamente diezmada, tanto por efectos de guerras civiles como a consecuencia de las endemias tropicales, que se entronizaban en la medida en que existían las deficiencias sociales y la pobreza económica.
Estas deficiencias se originan en una precaria cobertura de los servicios básicos de saneamiento: agua potable, disposición de aguas negras y de basuras, vivienda pésimas, atención médica ay educación. Este cuadro de empobrecimiento no se circunscribía únicamente a los sectores marginales de la población. Muchas de las enfermedades infecciosas y parasitarias, que eran herencia colonial, se habían venido tornando más críticas porque la sucesiva acción destructora de los morbos había alcanzado ya el vasto, estrato de la clase media.
El paludismo, la parasitosis intestinales, las enfermedades típicamente infantiles (gastroenteritis, neumonías) y las de origen hídrico (tifoidea, paratifoidea) afectaban de manera relativamente similar a una población predominantemente rural (alrededor del 90 por ciento en 1910) cuya expectativa de vida no superaba los 35 años.
La baja urbanización del país limitaba sensiblemente las posibilidades de cobertura y atención a la comunicación nacional, pues los asentamientos humanos estaban tan distantes que no había una infraestructura vial para facilitar cualquier acción oportuna e integral.