La digitalización nos permite ampliar y redefinir el concepto de "prescripción", sin limitarlo a expedir recetas o consejos generales de salud. Ahora podemos realmente influenciar sobre los determinantes de salud más importantes, como son el control de hábitos y el entorno social, propiciando una comunicación directa y en tiempo real con el paciente y su equipo sanitario. La prescripción 2.0 supone "saltar el muro" que habitualmente tenemos los sanitarios en la mente, pues sólo el 10% de los determinantes de la salud están relacionados con los dispositivos sanitarios. El uso de móviles y webs nos permite además registrar y analizar un volumen ingente de datos de salud (big data) y aprender y monitorizar el efecto de nuestras acciones, propiciando la génesis de las 4 P de la medicina digital: personalizada, predictiva, preventiva y participativa. La inteligencia artificial es la revolución que nos ayuda a interpretar esos datos. Sin embargo, es necesaria una política activa de revisión y de validación científica de un volumen ingente de aplicaciones y webs de salud que en su mayoría no tienen una base racional e incluso pueden ser peligrosas. La prescripción de fármacos, hábitos e información es una necesidad si queremos realmente producir un impacto de salud eficaz.