2. 13 de febrero de 2009 – Bar ¨El Arenal¨ - M iranda de Ebro
- ¡Vamos Largo, que habíamos quedado hace media hora en ¨el Ginés¨!
Mon intentaba sonar enfadado, sin ninguna convicción.
- ¡¨Ginés¨ no, Mon!, ¿cuántas veces os tengo que decir que esta taberna
se llama ¨Arenal¨?
La voz de Clara, la propietaria del bar, parecía crispada. Se lo habíamos
explicado doscientas veces, pero no parecía entenderlo aún. Llevábamos yendo
a ese bar veinte años, desde los dieciséis, y ella solo lo regentaba desde hacía
siete. ¿Y si lo vendía y venía otro? ¿También tendríamos que aprendernos el
nuevo nombre? No costaría nada, pero nos encanta hacerla rabiar y sabíamos
que en el fondo a ella le gusta.
Mon colgó el teléfono verde de monedas que había en la esquina de la
barra. Se encendió un Ducados y al acercarse a la mesa le guiñó un ojo a la
camarera, lanzándole un beso. Seguro que le mandaba a la mierda.
- ¡Vete a la mierda! –la respuesta de Clara no pudo ser más explícita.
- ¡Venga, venga, siempre con lo mismo Clara! Por cierto, me he comprado
un iPhone de trescientos euracos y sigue sin haber cobertura en esta cueva.
Cueva, antro, cuchitril, tabernucha, son los otros nombres con los que mi
madre describe nuestro cuartel general. Creo que los carteles de
manifestaciones colgados fuera, las lúgubres escaleras al sótano, y el olor a
canuto que solía escaparse al abrir la puerta hacían que medio barrio pensara
que se trataba de la misma puerta al infierno. También a mi me lo había
parecido alguna vez, sobre todo aquella temporada en la que les dio por entrar a
los heavies. ¿Habrá desaparecido ya esa tribu urbana? O eso, o ya no veo a
muchos. La época de los porros también se quedó atrás.
- ¨… que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…¨ -apuesto a
que incluso si ahora le paso un CD de Carlitos Gardel a Clara para que lo ponga
ni protesta.
- Negro, canción guapa esa, de la peli ¨Volver¨, ¿no? Penélope Cruz una
vez más lo borda.
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3. - La canción es de Gardel, Fons, ¡qué no te enteras! Bueno, ¿qué saco
mientras llega el Largo?
- Pues por listillo, igual te sacas un par de jarras de cerveza, ¿cómo lo
ves?
Dos décadas metidos en el mismo oscuro tugurio, con raras apariciones
del sexo femenino, pero litros de birra a dos euros. Tranquilidad y buena música
para empezar bien la noche. Lo contrario a como las solíamos acabar: cualquier
disco con portero, música de Bisbal, tías que se creían modeluquis y el cubata a
seis aurelios.
Un cuarto de hora más tarde hizo su aparición el Largo. Ya estábamos los
cuatro fantásticos: Mon, Fons, Largo, y un servidor, el Negro. Aunque mi nombre
es Dani. Pensaréis que soy de piel oscura pero al contrario. El mote que me
pusieron estos cabrones me viene de ser extremadamente pálido. Mon es
Ramón, Fons es Alfonso, y el Largo es Nacho. Su metro noventa, esta vez sí,
hace honor al apodo.
Nos conocemos desde el colegio. Dicen que la familia te toca pero que
eliges a tus amigos. No sé si esto es cierto o no, pero el caso es que llevamos
toda la vida juntos. Compartimos en su día clases, equipo de fútbol y
confidencias. Hoy nos unen los recuerdos y las incombustibles ganas de fiesta,
que no se nos han agotado pese a los treinta y seis años. Manda huevos, treinta
y seis palos y Fons, el único con novia.
Ah, y viajar. Juntos o por separado hemos recorrido un montón de países.
Nos fuimos a Cuba, a Marruecos, a Brasil y a India, y cada uno a nuestra bola
cubrimos gran parte del globo. A Mon últimamente le había dado por destinos
menos trillados, como Irán, Pakistán o Birmania.
- Qué pasa chavales, ¿dónde está mi birra? –el Largo por fin hizo su
aparición.
- Colega, lo que tendrías que hacer es llegar a las nueve si quedamos a
las nueve. Y no una hora más tarde.
- Venga Fons, que tú para la una ya te largas con la novia, y aquí los
únicos que aguantamos hasta cerrar somos los tres castas.
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4. Durante la siguiente hora nada fue diferente a las demás noches. Las
mismas bobadas, los mismos chistes, y entre nosotros, la complicidad habitual.
Sin embargo aquella velada pondría algo más de emoción en nuestras vidas.
- He estado pensando… -Mon puso su cara de interesante, la misma que
utilizaba para escuchar a las tías que se quería beneficiar. ¡Puro teatro!
- Hacía tiempo…
- Calla Fons, y en serio, escuchad. He estado pensando en lo que hemos
comentado más veces, y está claro que la verdadera aventura ya no existe. Se
le ha quitado el picante al viajar. Entre Internet, las tarjetas de crédito y la Lonely
Planet, ahora hasta Clara –ahí Mon bajó el tono de voz-, que no ha pasado de la
carnicería del barrio, podría estarse cuatro semanas en Kenia sin ningún
problema. Tenemos buen curro, la hipoteca controlada, hemos pisado medio
mundo pero, pregunto, ¿cuándo fue nuestra última aventura?
- Colega, salir contigo cada sábado es una aventura –apuntó Fons.
- En qué estás pensando, ¿en apuntarte a ¨Supervivientes¨? –preguntó el
Largo mientras se acababa la jarra.
- Ni de coña. Eso no es aventura. Unos famosos que se creen Robinsones,
que en cuanto tienen el mínimo problema se vienen abajo – respondió Mon con
desprecio.
- La serie que estaba bien era la del actor ese de ¨Trainspotting¨, que se va
con un socio en moto alrededor del mundo. ¿Voy a por otra? –ofreció Nacho.
- Ewan McGregor, un crack. Me leí el libro y está bastante bien. Pero,
¿dónde está ahí la aventura? Dos BMWs de 1.100 c.c., nuevecitas, equipo
logístico, cámaras… Lo tiene más difícil el Negro aquí intentando conseguir
piezas para su Lambretta que esos dos rodando por Namibia.
- ¡No lo sabes tú bien! Venga, ¡tráete otra jarra Nacho!
Mi Lambretta Li 125 del 73, otra de mis pasiones. Treinta y seis años de moto
y todavía aguanta. Pero con el dinero invertido en ella, mejor me hubiera
comprado una Harley nueva.
- Aventura es lo de Ibn Battuta –continuó Mon-. Un tío que en el siglo XIV
abandona Marruecos, sin iPhone ni GPS ni hostias, y vuelve más de veinte años
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5. después a su país con medio mundo en las alforjas. Entonces ahí te ibas y no
sabías si volverías.
- Si, como Marco Polo o Cristóbal Colón. Pero eran otros tiempos –intervino
Fons.
- Eran otros tiempos, ¡o no! Tú que controlas de cine, ¿te acuerdas de la peli
¨El Club de los Poetas Muertos¨? ¨Me fui a los bosques porque quería vivir sin
prisa¨ -declamó Mon. ¡Cómo le gustaba echarle teatro algunas veces-. Una de
mis citas favoritas. Bien, ¿quién sabe de dónde ha salido la frase?
Otra vez nos pillaba. Si alguna vez acabo en ¨Quieres ser millonario¨ y la
pregunta es sobre cine, el comodín de la llamada irá para Fons seguro. Pero si
va de literatura, con Mon estoy salvado.
- Henry David Thoreau. Dios, ¡tenéis que leer más! Una de las mentes más
preclaras que ha dado Yankeelandia. Ese sí que quiso vivir en la naturaleza.
Dejó a su familia y se pasó dos años en una cabaña, a su aire.
- Aventura es la del tío de esa peli que estrenaron hace un par de años. Un
americano que acaba la uni, quema su dinero, abandona el coche y se va a
Alaska a vivir por sus propios medios.
Ya lo comentaba antes, si es sobre cine: Fons.
- Ahí te he visto Fons. ¨Hacia rutas salvajes¨, de Jon Krakauer –Mon
disfrutaba de su protagonismo en la conversación-. Llevo mucho tiempo dándole
vueltas a la gran aventura –añadió-, y tengo algo que os quiero proponer. LA
AVENTURA con mayúsculas. Vivir al 100% lo que vivieron los grandes
exploradores, Manuel Iradier o el Doctor Livingstone.
- Eso ya no es posible –afirmé.
- Dispara –la voz de Fons no reflejaba demasiado interés.
- No habrá cámaras detrás, no habrá ningún tipo de apoyo, y puede que
alguno de nosotros no vuelva para contarlo – ¿qué se traía Mon entre manos?-.
He creado un juego que es la ruleta rusa de los viajes. Adrenalina pura.
- Bien, o lo explicas pronto o yo me subo para el casco.
Mejor me hubiera ido a la parte vieja como propuse, sin escuchar lo que tenía
Mon en mente. En ese momento sacó cinco tarjetas que arrojó sobre la mesa.
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6. - A ver, leed lo que ahí pone.
- ¨Homeless¨ -leyó Fons en la primera tarjeta.
- ¨Dos medios de comunicación¨ - decía la que cogí yo.
- ¨Actividad de alto riesgo¨ -recitó Nacho en voz alta.
- Y en las otras dos, ¨zona de guerra¨, y ¨liarse con dos tías locales¨ -
continuó Mon con una gran sonrisa-. ¿Qué os parece?
- ¿Que qué nos parece qué? Como no te expliques mejor, colega…-Fons
parecía que empezaba a cansarse del tema.
- Ésta es la primera parte del ¨juego¨ que os quiero proponer. Dentro de
medio año los cuatro tenemos vacaciones en agosto, todo un mes. Hasta ahora
hemos viajado, hemos experimentado muchas cosas, pero ni de lejos hemos
estado en una situación límite. Es hora de cambiar esto.
- ¿Y qué tiene que ver eso con las tarjetas? –le corté.
- Es una especie de juego de rol. Lo que tenéis delante son cinco situaciones
diferentes que vamos a tener que llevar a cabo.
- ¿¨Homeless¨? –indicó Fons con su tarjeta todavía en la mano.
- En esta situación no tendrías dinero. Tendrías que empezar de cero, ser un
indigente, y no podrías en ningún momento tirar de la pasta que llevaras al país
que te toque.
- ¿Cómo al país que te toque? –me sorprendí.
- Eso luego lo cuento, dejadme terminar. Imagina que te toca la India.
Podemos darnos un plazo de diez días para adaptarnos al país, conocer cómo
funciona, y los otros veinte para ganarnos la vida como podamos. Vamos, como
si fueras un paria de allá. Podrías intentar hacer de guía en el Taj Majal,
mendigar, o dedicarte a pintar cuadros, si encuentras la forma de venderlos.
- ¡Tú estás colgado! –esta vez era el Largo, que llevaba un rato escuchando
con atención.
- Tu tarjeta, Largo, ¨dos actividades de alto riesgo¨. ¿Se te ocurre alguna?
- Se me ocurren mil. Follar en Sudáfrica sin condón, intentar colarme en La
Meca, cruzar el estrecho en patera,… -Nacho se quedó pensativo.
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7. - Eso es, si señor. Esa es la idea de la segunda tarjeta. ¨Dos medios de
comunicación¨, Negro, ¿alguna idea?
- Si. ABC y cadena COPE –probablemente los que más rabia te dan, pensé.
- Dios, menudo facha estás hecho. ¨Diarios de motocicleta¨ -apuntó con el
dedo-. Fuser y Granados consiguieron engañar a los de un periódico para que
publicaran una noticia, diciendo que eran médicos y andaban viajando por
Sudamérica. En eso consiste ésta, en salir en dos medios, me da igual que sea
prensa, radio o televisión –hizo una pausa para beber-. Las últimas están muy
claras. Una es meterse en territorio comanche, y la otra, más gratificante, catar
el producto local.
- Esa última mola más, pero lo de pasar las vacaciones en Iraq o a
machetazos en Uganda se me antoja menos atractiva –playboy Largo siempre
pensando en mujeres.
- Bueno, a simple vista parece mejor opción, pero puede que no. Ahora
empieza la segunda parte del juego. El alfabeto castellano tiene veintinueve
letras, con la ¨Ch¨ y la ¨Ll¨. La semana que viene quiero que cada uno decida si
desea participar o no, y elija una de las cinco situaciones. Pondremos unas
reglas, y una de ellas es mantenerlo en estricto secreto. Si volvemos ya
tendremos tiempo de contarlo.
¨Si volvemos…¨. A estas alturas me estaba preguntando si estaría hablando
en serio o no. Más serio que nunca Mon continuó hablando.
- La situación la elegís vosotros. El país lo elige el azar. Cada uno de los que
participemos seleccionará una letra del abecedario, sin verla. El resto le
propondremos tres de los países que comiencen por esa letra, y él tendrá que
decantarse por uno. Ejemplo: Largo, ¡dime una letra!
- La ¨I¨.
- Bien, supongamos que el Largo sin mirar ha cogido la ¨I¨. ¿Cuántos países
conocemos que empiezan por ¨I¨?
- Irlanda, Israel,…
- Iraq…
- Irán…
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8. - Muy bien, y el de las pizzas.
- Italia.
- Italia, eso es. La India… y ahora no sé si hay más, lo tendremos que mirar
en el atlas. De esos cinco países, los demás decidimos tres. Por ejemplo Irán,
Iraq e Israel. Y de ese trío tú seleccionarías uno. ¿Qué os parece?
- Me parece que estás como una puta cabra –la cordura de Fons no podía
creer que Mon estuviera hablando en serio.
- Son las doce ya. Pensadlo, vamos al casco, y la semana retomamos el
tema. Por favor, de esto ni una palabra a nadie. Paso de que digan que estamos
locos antes de tiempo. La gran aventura, chicos, ¡no hay medias tintas!
4 de septiem bre de 2009 – Com isaría de policía - M iranda de Ebro
Aquella noche nos cogimos una borrachera buena. El fin de semana
siguiente volvimos a quedar en el ¨Ginés¨. El Largo de nuevo llegó tarde, nos
bajamos las jarras de cerveza habituales y bromeamos con Clara. Mon planteó
otra vez el asunto. Fons era un ¨no¨ fijo, lo sabíamos todos antes de que abriera
la boca. El Largo tampoco tenía ganas de complicarse la vida, y nos contó que
para ese agosto tenía pensado ya apuntarse a un crucero para solteros, que
había visto en alguna revista. Yo, para ser honesto, le estuve dando bastantes
vueltas al tema, pero me faltaban huevos para hacer una cosa así. Haberle
planteado a Mon acompañarlo hubiera resultado inútil. Mon, después de
cacarear como una gallina varias veces para pasarnos por la cara nuestra
cobardía, nos dijo que él seguía adelante. Ni siquiera eligió su reto. Puso las
cinco tarjetas boca abajo y le pidió al Largo que seleccionara una de ellas. Salió
¨actividad de alto riesgo¨. En ese momento se encendió un Ducados, volvió a
mirar la tarjeta y sonrió. Después, colocó los veintinueve cartoncitos con las
letras ocultas en filas de cinco, y me pidió que eligiera uno. Ninguno de los tres
nos sentíamos cómodos en esa situación, porque sabíamos que Mon no iba de
farol. Pero, ¿qué podía hacer? Le entregué el de la fila tres, columna tres. ¨Ya
sabéis como funciona¨, dijo antes de mirar el carácter. ¨De todos los países que
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9. empiecen por esta letra, vosotros elegís tres, y yo selecciono al que me voy¨. Si
hubiera salido la ¨A¨, ni locos le hubiéramos dado la oportunidad de elegir Arabia
Saudí o Afganistán. Nos habríamos quedado con Andorra, Argentina y Australia,
y de esa terna hubiera salido su destino. Pero la suerte –o la falta de ella- me
llevó a coger la penúltima letra del alfabeto. Ahora que Yugoslavia era cosa del
pasado, entre los cuatro solo fuimos capaces de nombrar un país: Yemen. Mon
salió del bar a conectarse a Internet con su iPhone y volvió con la segunda
opción: República de Yibuti. ¨Dos continentes fascinantes, y dos atractivos
países separados solo por un brazo de mar de treinta kilómetros. Me encanta. Y
como me da igual uno que otro, cara Arabia, cruz África¨. Le pegó la última
calada al Ducados, lo tiró, lanzó una moneda al aire y el retrato del Príncipe de
los Ingenios hizo su aparición.
Durante los meses siguientes lo comentamos de vez en cuando. Mon, en
su línea antes de viajar a cualquier destino, se estaba convirtiendo en un experto
en el país, leyendo mucho e incluso aprendiendo algo de árabe. Nos contaba
que aquello era una maravilla y que no podía esperar al uno de agosto para
coger el vuelo que lo llevaría de Madrid a Sana´a, haciendo escala en Doha.
Tres días antes de marchar, quedamos los dos para cenar en una
sidrería. ¨El último chuletón en un tiempo¨, bromeó. Le pregunté cuál era la
locura que tenía pensada hacer allá, y contestó que ya me lo contaría a la
vuelta. El retorno lo tenía reservado para el veintinueve de agosto. Con los
pacharanes me dio esta carta, y me pidió que si para el diez de septiembre no
estaba aquí, la entregara en la policía. Y aquí la tiene, agente. Sé que en estas
situaciones el tiempo es oro, y no creo que deba esperar hasta la fecha límite.
¡Ja, ja, CABRONAZO! Justo en ese momento recibí un SMS:
¨ke tal las vacas julays? Ya stoy akí. Tng una mierda d Yemen, Khat, igual
kreis probar. Ke tal sta tarde 8 n Ginés? :-)¨
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